Los Tercios Españoles.

[JESUS FIDELIS]

Los elementos de vestuario imprescindibles para un soldado del XVII son:

Calzas/Medias
Calzón/Valona/Greguescos
Camisa.
Jubón.
Ropilla.
Calzado apropiado.
Casco o Sombrero (mosqueteros)



Esta es un sayo/ropilla original, del siglo XVII.

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Muy buenas las imágenes, sobre todo las dos primeras.

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Lo siguiente será ver como se preparaban y como combatían estos soldados,pero antes veremos como se desarrolló una de las batallas más famosas de la época, la batalla de Mühlberg.

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Otro ejemplo de sayo/ropilla del siglo XVII, auténtico.

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Calzado, también historico.

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Más calzado, ahora un zapato.

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Y una noticia que salió hace un tiempo y que va al hilo del equipamiento de los tercios... una curiosidad vamos.

http://www.elmundo.es/elmundo/2006/11/1 ... 44426.html

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Tres imágenes de soldados...

[JESUS FIDELIS]

Un tipo de tahali, original del siglo XVII.

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La batalla de Mülberg

La Reforma religiosa de Lutero, había sido aprovechada por los nobles de los distintos príncipes y nobles alemanes, teóricos vasallos del emperador Carlos I de España y V de Alemania, para desafiar el poder del Imperio.

Deseosos de mantener su autonomía y poder, vieron en la lucha religiosa, una oportunidad de ganar adeptos, apoyos y riquezas, estas últimas con las expropiaciones al clero católico.

Estos deseos se materializaron en la liga de Esmalcalda, de la que se consideran creador, el príncipe Felipe de Hesse y el elector de Sajonia, Juan Federico.

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En 1.544, Carlos V firma la paz con Francia, lo que le deja libre para poder dedicarse a la amenaza de la liga.
Esta, se encontraba debilitada por los conflictos entre Juan Federico de Sajonia y su primo Mauricio. El emperador logra atraer a este último a su bando, prometiéndole tras la victoria el electorado de Sajonia.

En 1.546, las fuerzas imperiales por un lado y Mauricio por otro, ponen en aprieto a sus enemigos. Mauricio es rechazado pero Carlos y su general al mando, el gran Duque de Alba, aprovechan la división de esfuerzos para aproximarse rápidamente a su enemigo, con el fin de derrotar a las fuerzas de la liga.

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El ejército de la liga estaba formado por unos 7.000 infantes, 3.000 jinetes y unas 20 piezas de artillería, al mando Juan Federico de Sajonia.

Los imperiales, con el propio Emperador y el duque de Alba, contaba con 13.000 de a pie, 4.000 a caballo y el mismo número de cañones.
Las tropas imperiales a pie estaban formadas por un regimiento alemán y otro flamenco, pero su nucleo principal radicaba en los tres tercios españoles: el del maestre de campo, Alvaro de Sande, el Tercio de Nápoles y el de Lombardía, sumando unos 7.500 soldados españoles.

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Eso hacía un total de unos 13.000-14.000 hombres a pie, junto con unos cuatro mil jinetes, la mayoría ligeros (húsares húngaros, croatas...) aunque también había un nucleo de "honbres de armas" (caballería pesada).
Además, el mismo número de piezas de artillería que el enemigo, unas 20.

Los sajones se habían colocado detrás del río Elba, donde pensaban que el caudaloso río serviría de barrera para impedir el paso al ejército imperial, para lo que habían destruido los puentes.

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Carlos V decidió atacar para no dar tiempo a posibles refuerzos por parte de los protestantes.
Al mando de las tropas, el Duque de Alba, decidió un doble asalto por el río, teniendo que fijarlos primero por el frente.

Los sajones habían colocado una línea de piquetes en la orilla opuesta del Elba, para alertar e impedir el paso. Pensaban que la anchura del río sería la suficiente para que el fuego de los arcabuceros no les afectara. Pero no conocían a Alba.

Este, había decidido adoptar entre los tiradores españoles el mosquete, arma más pesada y de mayor alcance por lo tanto, que se usaba hasta la fecha como arma de asedio.

Se destacaron varias "mangas" de arcabuceros y mosqueteros españoles, unos 1.000 hombres, que adentrándose todo lo posible en las agua del Elba, comenzaron un terrible fuego que cogió totalmente desprevenidos a los sajones, que poco pudieron aguantar ante la precisión de los disparos de los tiradores españoles.

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Río arriba, un destacamento de españoles atravesó nadando el Elba, capturando en la otra orilla un puñado de botes, que se pusieron inmediatamente en servicio para comenzar a pasar a las tropas imperiales, fuera de la visión de sus enemigos.

Simultaneamente, habiendo encontrado un pequeño vado aguas abajo, un destacamento de húsares húngaros reforzados por mangas de arcabuceros españoles cruzaron el río.
Los españoles montaron en la grupa de los húsares, y estos, respondiendo al honor que se les hacía de combatir con los soldados de los Tercios gritaron el tradicional grito de los infantes españoles:

"Santiago, Santiago, España, España..."