Los Tercios Españoles.
- tercioidiaquez
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Sobre la batalla de Mülhberg, el cronista de la época, Fray Prudencio de Sandoval:
"...súbitamente, se desnudaron diez arcabuceros españoles y se echaron al agua. Nadando, con las espadas entre los dientes, llegaron a dos tercios de las barcas que el enemigo se llevaba río abajo... y tirándoles al adversario desde la ribera, les ganaron, matando a los de dentro, y las trajeron..."
Describe el momento en el que se produce el cruce del Elba para ocupar por sorpresa la orilla opuesta.
Aunque no se especifica, yo apostaría a que los soldados pertenecían al Tercio de Lombardía, auténtica unidad de "operaciones especiales" de la época, a la que se le encargaban las tareas más arriesgadas y comprometidas.
"...súbitamente, se desnudaron diez arcabuceros españoles y se echaron al agua. Nadando, con las espadas entre los dientes, llegaron a dos tercios de las barcas que el enemigo se llevaba río abajo... y tirándoles al adversario desde la ribera, les ganaron, matando a los de dentro, y las trajeron..."
Describe el momento en el que se produce el cruce del Elba para ocupar por sorpresa la orilla opuesta.
Aunque no se especifica, yo apostaría a que los soldados pertenecían al Tercio de Lombardía, auténtica unidad de "operaciones especiales" de la época, a la que se le encargaban las tareas más arriesgadas y comprometidas.
“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
- tercioidiaquez
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A continuación y si mis obligaciones laborales y familiares lo permiten (lo permitirán, aunque tardaré más ) describiremos los dos motivos principales, que según mi opinión, marcaban autenticamente la diferencia de estos soldados de los Tercios, con los combatientes de otros ejércitos.
La instrucción militar por un lado, pero sobre todas las cosas, la moral.
La instrucción militar por un lado, pero sobre todas las cosas, la moral.
“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
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He encontrado, por casualidad, esta página sobre los tercios. Es la traducción de otra originalmente en inglés. Me ha parecido interesante aunque no sea un experto. Lo dejo para nuestro erudito, Tercioidiaquez.
http://www.geocities.com/es1617/TercioEs.html
Un saludo.
http://www.geocities.com/es1617/TercioEs.html
Un saludo.
- Ismael
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oberfeldwebel escribió:He encontrado, por casualidad, esta página sobre los tercios. Es la traducción de otra originalmente en inglés.
Muy buena, pero la original es la versión en francés. La inglesa también es una traducción
Si Dios me hubiere consultado sobre el sistema del universo, le habría dado unas cuantas ideas (Alfonso X el Sabio)
Debemos perdonar a nuestros enemigos, pero nunca antes de que los cuelguen (H.Heine)
Debemos perdonar a nuestros enemigos, pero nunca antes de que los cuelguen (H.Heine)
- tercioidiaquez
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- Teniente Coronel
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- tercioidiaquez
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La instrucción
Esta fue siempre un objetivo a lograr, una máxima de los generales españoles y del resto de naciones que mandaron fuerzas españolas.
Tan importante estaba considerada, que nunca, un Tercio español entró en combate sin estar preparado para ello. Siempre y aunque la situación fuera crítica, los soldados españoles al ser reclutados, recibían un periodo de instrucción suficiente para enfrentarse a sus enemigos.
No todos los ejércitos hacían lo mismo, y más de una vez, levas de holandeses con escaso entrenamiento pero henchidos de motivación, se enfrentaron a los Tercios españoles. La motivación sin entrenamiento, duraba hasta el primer disparo. Ante la acometida de los "soldados viejos", los reclutas no podían mantener su posición y se retiraban, la mayoría de las veces en desorden.
Este entrenamiento empezaba desde que el soldado se alistaba e iniciaba viaje, normalmente hacia las guarniciones italianas, donde se desarrollaba la instrucción, antes de ser destinado a una unidad de combate.
Esta fue siempre un objetivo a lograr, una máxima de los generales españoles y del resto de naciones que mandaron fuerzas españolas.
Tan importante estaba considerada, que nunca, un Tercio español entró en combate sin estar preparado para ello. Siempre y aunque la situación fuera crítica, los soldados españoles al ser reclutados, recibían un periodo de instrucción suficiente para enfrentarse a sus enemigos.
No todos los ejércitos hacían lo mismo, y más de una vez, levas de holandeses con escaso entrenamiento pero henchidos de motivación, se enfrentaron a los Tercios españoles. La motivación sin entrenamiento, duraba hasta el primer disparo. Ante la acometida de los "soldados viejos", los reclutas no podían mantener su posición y se retiraban, la mayoría de las veces en desorden.
Este entrenamiento empezaba desde que el soldado se alistaba e iniciaba viaje, normalmente hacia las guarniciones italianas, donde se desarrollaba la instrucción, antes de ser destinado a una unidad de combate.
“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
- tercioidiaquez
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El entrenamiento incluía el manejo de las armas, que para los nuevos reclutas solía ser la pica, ya que frecuentemente, ese el puesto para los recién llegados.
Pero junto al arma que debían utilizar en su puesto táctico, se les enseñaba el manejo del resto (arcabuz, mosquete, espada, rodela), ya que era conveniente, pues en los vaivenes del combate, no sería extraño el tener que utilizar otra arma, distinta de la suya.
También, se les enseñaba a combatir en grupo, a saber manejarse entre sus compañeros. En una época, en la que el combate residía en gran medida en mantener la formación, esta era una de las tareas primordiales.
El puesto de cada uno en el Escuadrón era esencial, y donde, cuando y como debía ocuparse era fundamental.
Por lo tanto, al igual que en los ejércitos actuales, al soldado se le enseñaba a combatir de manera individual primero, y luego de forma colectiva.
Pero junto al arma que debían utilizar en su puesto táctico, se les enseñaba el manejo del resto (arcabuz, mosquete, espada, rodela), ya que era conveniente, pues en los vaivenes del combate, no sería extraño el tener que utilizar otra arma, distinta de la suya.
También, se les enseñaba a combatir en grupo, a saber manejarse entre sus compañeros. En una época, en la que el combate residía en gran medida en mantener la formación, esta era una de las tareas primordiales.
El puesto de cada uno en el Escuadrón era esencial, y donde, cuando y como debía ocuparse era fundamental.
Por lo tanto, al igual que en los ejércitos actuales, al soldado se le enseñaba a combatir de manera individual primero, y luego de forma colectiva.
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Especial cuidado en la instrucción colectiva, recaía en las emboscadas, las famosas "encamisadas".
La instrucción debía ser exahustiva, ya que en este tipo de misiones, realizadas normálmente de noche, la disciplina y la cohesión entre los infantes debía ser máxima, debido al enorme riesgo que se asumía.
El hacer la guerra "a la española", según la doctrina que perfeccionó Gonzalo Fernández de Córdoba, (combatir a gusto propio y nunca al del enemigo), obligaba a realizar frecuentes emboscadas y hostigamientos a los campamentos y fuerzas enemigas.
La instrucción debía ser exahustiva, ya que en este tipo de misiones, realizadas normálmente de noche, la disciplina y la cohesión entre los infantes debía ser máxima, debido al enorme riesgo que se asumía.
El hacer la guerra "a la española", según la doctrina que perfeccionó Gonzalo Fernández de Córdoba, (combatir a gusto propio y nunca al del enemigo), obligaba a realizar frecuentes emboscadas y hostigamientos a los campamentos y fuerzas enemigas.
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Esta instrucción era lógicamente responsabilidad de los oficiales, siendo normálmente los Sargentos y Cabos los que la dirigían.
Solía hacerse, que se formaran grupos de nuevos reclutas, mezclándolos con soldados veteranos, para que de esta manera tomaran experiencia y aprendieran la profesión de los que mejor la conocían.
Donde cobraba especial relevancia la figura del Capitán era en la formación moral, auténtico "nervio" de la instrucción de los nuevos soldados.
Solía hacerse, que se formaran grupos de nuevos reclutas, mezclándolos con soldados veteranos, para que de esta manera tomaran experiencia y aprendieran la profesión de los que mejor la conocían.
Donde cobraba especial relevancia la figura del Capitán era en la formación moral, auténtico "nervio" de la instrucción de los nuevos soldados.
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La moral
Los soldados de los Tercios se veían así mismo como los mejores, ninguno podía igualarles, y se comparaban frecuentemente con los legionarios de la antigua Roma.
Esta moral de superioridad y de victoria, se conseguía mediante todo un proceso, que se iniciaba desde el momento del alistamiento y que culminaba al entrar en combate.
Poco a poco, el soldado recibía una "instrucción" moral, que le llevaba a verse así mismo como superior a los demás.
Y no es que lo creyeran ellos solos, es lo que opinaban la mayor parte de los contemporaneos que se les enfrentaron o combatieron con ellos.
Valga el ejemplo del capitán valón Roland de Guyon, destinado en la defensa de la ciudadela de Amberes, combatiendo contra España.
Al conocer la llegada de los amotinados de Alost (la historia de esta gente merece que en su momento hablemos detenidamente de ellos, pués es una de las mayores gestas representativas de estos soldados), soldados españoles para asaltar la posición, exclamó que la defensa era imposible:"Yo conocía bien a toda aquella gente, soldados, generales y sabía de lo que era capaz".
Pocos hubieran pensado igual, conociendo los efectivos:
5.000 españoles contra una fortificación de una pica de altura (5-6 metros) defendida por 4.000 alemanes, 4.000 valones y 14.000 miembros de la milicia, da una proporción de más de 1 contra 4 y ¡atacando!.
Parodiando a César, llegaron, asaltaron y vencieron. Tomada la ciudadela al primer asalto, se negaron a parar hasta que ocuparon toda la ciudad, sin querer reponerse de sus bajas.
¿Qué motivaba este tipo de hechos?
Sin duda su instrucción y su disciplina, pero sobre todo, su moral.
Los soldados de los Tercios se veían así mismo como los mejores, ninguno podía igualarles, y se comparaban frecuentemente con los legionarios de la antigua Roma.
Esta moral de superioridad y de victoria, se conseguía mediante todo un proceso, que se iniciaba desde el momento del alistamiento y que culminaba al entrar en combate.
Poco a poco, el soldado recibía una "instrucción" moral, que le llevaba a verse así mismo como superior a los demás.
Y no es que lo creyeran ellos solos, es lo que opinaban la mayor parte de los contemporaneos que se les enfrentaron o combatieron con ellos.
Valga el ejemplo del capitán valón Roland de Guyon, destinado en la defensa de la ciudadela de Amberes, combatiendo contra España.
Al conocer la llegada de los amotinados de Alost (la historia de esta gente merece que en su momento hablemos detenidamente de ellos, pués es una de las mayores gestas representativas de estos soldados), soldados españoles para asaltar la posición, exclamó que la defensa era imposible:"Yo conocía bien a toda aquella gente, soldados, generales y sabía de lo que era capaz".
Pocos hubieran pensado igual, conociendo los efectivos:
5.000 españoles contra una fortificación de una pica de altura (5-6 metros) defendida por 4.000 alemanes, 4.000 valones y 14.000 miembros de la milicia, da una proporción de más de 1 contra 4 y ¡atacando!.
Parodiando a César, llegaron, asaltaron y vencieron. Tomada la ciudadela al primer asalto, se negaron a parar hasta que ocuparon toda la ciudad, sin querer reponerse de sus bajas.
¿Qué motivaba este tipo de hechos?
Sin duda su instrucción y su disciplina, pero sobre todo, su moral.
“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
- tercioidiaquez
- Mariscal de Campo
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Na... 1,80 nada más
Y el porqué es el mismo que varias página antes
http://www.militar.org.ua/foro/los-terc ... 2-255.html
España tenía demasiados fregados a la vez. Hay que tener en cuenta que combatía de manera discontinua contra los turcos, de continuo con los rebeldes holandeses, con Francia un día sí y otro también, de vez en cuando con Inglaterra, con los berberiscos...
Como ya dije, lo raro no es que no se perdiera lo ganado, sino que no se perdiera antes.
Con todo, se estuvo a punto de ganar. La magistral campaña iniciada por D. Juán de Austria y casi culminada por su sobrino Alejandro Farnesio, puso a los holandeses contra las cuerdas y prácticamente derrotados.
En ese momento, fue cuando Farnesio recibió órdenes de apoyar a los católicos en Francia en sus guerras de religión contra los Hugonotes.
Los Tercios barrieron a quien se pusieron por delante, como era habitual, pero se perdió la ocasión de haber puesto fin al problema "holandés", que es lo que había que haber hecho antes de ayudar a los católicos franceses, en algo que no nos venía.
Felipe debió creer que con el apoyo de un rey católico todo sería más fácil, pero eso era imposible. Pués como se demostró antes y se demostraría después, el "cristianísimo" monarca, siempre ponía primero a Francia y luego a la religión, como debía ser.
Enlazando lo que se ha hablado sobre las "desgracias" que se ha citado en otra serie de mensajes sobre la religión y los religiosos en España, no cabe duda, que desde el punto de vista histórico, otro gallo nos hubiera cantado, y personalmente creo que a favor, si hubiéramos mirado más por el maravedí, que por la "hostia".
Pero era lo que se llevaba en la época...
Y el porqué es el mismo que varias página antes
http://www.militar.org.ua/foro/los-terc ... 2-255.html
España tenía demasiados fregados a la vez. Hay que tener en cuenta que combatía de manera discontinua contra los turcos, de continuo con los rebeldes holandeses, con Francia un día sí y otro también, de vez en cuando con Inglaterra, con los berberiscos...
Como ya dije, lo raro no es que no se perdiera lo ganado, sino que no se perdiera antes.
Con todo, se estuvo a punto de ganar. La magistral campaña iniciada por D. Juán de Austria y casi culminada por su sobrino Alejandro Farnesio, puso a los holandeses contra las cuerdas y prácticamente derrotados.
En ese momento, fue cuando Farnesio recibió órdenes de apoyar a los católicos en Francia en sus guerras de religión contra los Hugonotes.
Los Tercios barrieron a quien se pusieron por delante, como era habitual, pero se perdió la ocasión de haber puesto fin al problema "holandés", que es lo que había que haber hecho antes de ayudar a los católicos franceses, en algo que no nos venía.
Felipe debió creer que con el apoyo de un rey católico todo sería más fácil, pero eso era imposible. Pués como se demostró antes y se demostraría después, el "cristianísimo" monarca, siempre ponía primero a Francia y luego a la religión, como debía ser.
Enlazando lo que se ha hablado sobre las "desgracias" que se ha citado en otra serie de mensajes sobre la religión y los religiosos en España, no cabe duda, que desde el punto de vista histórico, otro gallo nos hubiera cantado, y personalmente creo que a favor, si hubiéramos mirado más por el maravedí, que por la "hostia".
Pero era lo que se llevaba en la época...
“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
- reytuerto
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- Registrado: 12 Ene 2003, 18:23
- Ubicación: Caracas, Venezuela
Estimado Tercio:
En lo estrictamente personal (y viéndolo desde la otra orilla de la Mar Océano), creo que después de San Quintín su Católica Majestad pudo haber dispuesto de varias comarcas del Reino de Francia. Saludos cordiales.
PS: El católico primo francés, no dudó en pactar con el Gran Turco, en repetidas ocasiones.
En lo estrictamente personal (y viéndolo desde la otra orilla de la Mar Océano), creo que después de San Quintín su Católica Majestad pudo haber dispuesto de varias comarcas del Reino de Francia. Saludos cordiales.
PS: El católico primo francés, no dudó en pactar con el Gran Turco, en repetidas ocasiones.
La verdad nos hara libres
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