Historia del Ejército Ecuatoriano
- guillermoricardo
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Los guerreros incas, a más de los grados militares
que alcanzaban por sus participaciones en
las batallas, también obtenían otros privilegios
que los motivaban a mejorar su desempeño, éstos
fueron: armas, alimentos, Vírgenes del Sol,
vestimentas finas y sobre todo el ser reconocidos
como clase social noble.
que alcanzaban por sus participaciones en
las batallas, también obtenían otros privilegios
que los motivaban a mejorar su desempeño, éstos
fueron: armas, alimentos, Vírgenes del Sol,
vestimentas finas y sobre todo el ser reconocidos
como clase social noble.
\\\\\"VIVIR CON HONOR Y MORIR CON GLORIA\\\\\"
- guillermoricardo
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ARMAS UTILIZADAS POR
EL EJÉRCITO INCA
Juan de Velasco recuerda en su obra "Historia
del Reino de Quito", que las armas utilizadas
por los Incas durante su
. permanencia en la actual República del Ecuador
fueron fabricadas con los siguientes materiales:
piedra, hueso, madera, oro, plata, bronce
y cobre. A pesar de que conocían el proceso
de tratamiento del hierro, no lo utilizaron debido
a la dificultad de fundirlo y trabajarlo.
A criterio de Edison Macías, las armas tuvieron
un diseño rudimentario, pero su uso era muy
efectivo; con el tiempo fueron perfeccionando
su fabricación, añadiendo elementos y accesorios
que lo hacían cada vez más letales. Las armas
utilizadas durante el período de los Incas
fueron:
Porra o macana: Bastón de chonta parecido a
una espada.
Alabarda: Asta de hierro o cobre a modo de
cuchilla.
Boleadora: Consistía en dos piedras del tamaño
de un puño atadas a una cuerda.
Dardo: Vara que al final tenía espinas de pescado.
Honda o huaraca: Cuerda larga en cuyo intermedio
se colocaba la piedra del tamaño de un
huevo para ser lanzada al enemigo.
Masa o Huinomacana: Considerada como una
de las más contundentes, era de madera y tenía
la forma de un bate de beisbol. Algunas de las
masas tenían incrustaciones puntiagudas de
metal.
También utilizaron el arco y la flecha, las lanzas,
bolas de piedra y cuchillos de cobre sin cabo.
Entre las armas de defensa utilizadas por los Incas
estaba: el casco o morrión, peto y la adarga
o rodela.
CAMPAÑA DEL EJÉRCITO
QUITEÑO
Luego de la muerte de Huayna Cápac,
aproximadamente por el año 1526, surgió
la enemistad entre los hijos del difunto soberano,
Atahualpa y Huáscar. Según la versión
del historiador ecuatoriano Federico González
Suárez, la decisión adoptada por Huayna Cápac
de dividir sus dominios, fue porque tuvo conocimiento
de la invasión de los españoles en el
actual territorio ecuatoriano. De este modo, el
monarca confió en la capacidad guerrera de su
hijo Atahualpa para resistir al enemigo que se
aproximaba por el norte, ya que su hijo que residía
en el Cuzco, Huáscar, no tenía el carácter
para combatir a las huestes extranjeras.
Luis Andrade Reimers sostiene que los generales
quiteños reclutaron voluntarios para la campaña
de Tomebamba. Sin embargo, los preparativos
bélicos fueron más lentos; a pesar de
que se rumoraba que el ejército cuzqueño dirigido
por Atoco, emprendía su avance hacia el
norte. Luego de una sangrienta batalla, el ejército
quiteño fue derrotado en Mocha.
Ante el revés sufrido, el rey quiteño preparó un
nuevo contingente para combatir al ejército de
Atoco en Muliambato, en las inmediaciones de
la actual ciudad de Ambato, donde el ejército
de Atahualpa logró la victoria.
Enterado Huáscar de la derrota, organizó otro
ejército y nombró como comandante a su hermano
Huanca Auqui, quien se dirigió con su
tropa hacia Tomebamba. Allí se encontraron
los dos ejércitos. El monarca quiteño fue derrotado
y tomado prisionero. Mientras Atahualpa
estaba en una celda, Huáscar preparaba a su
ejército para atacar a los guerreros quiteños y
tomar posesión del trono. El Inca quiteño logró
escapar. Ya libre, reasumió nuevamente el
mando de sus fuerzas y adopta crueles represalias,
en especial contra los cañaris que fueron
ejecutados. Posteriormente, las tropas quiteñas
comandadas por Quisquis, Calicuchima y Rumiñahui
libraron otra serie de enfrentamientos en
Tomebamba, Cusibamba, Collahuaylla, Pombo,
Yanamarca, Angoyacu, Tavaray, Cotabamba,
Quipaipán, donde alcanzaron grandes victorias.
En Quipaipán fue capturado Huáscar y posteriormente
victimado, culminando así la sangrienta
guerra entre los dos hermanos y consagrándose
Atahualpa como el único soberano
del imperio del Tahuantinsuyo.
EL EJÉRCITO INCA
Juan de Velasco recuerda en su obra "Historia
del Reino de Quito", que las armas utilizadas
por los Incas durante su
. permanencia en la actual República del Ecuador
fueron fabricadas con los siguientes materiales:
piedra, hueso, madera, oro, plata, bronce
y cobre. A pesar de que conocían el proceso
de tratamiento del hierro, no lo utilizaron debido
a la dificultad de fundirlo y trabajarlo.
A criterio de Edison Macías, las armas tuvieron
un diseño rudimentario, pero su uso era muy
efectivo; con el tiempo fueron perfeccionando
su fabricación, añadiendo elementos y accesorios
que lo hacían cada vez más letales. Las armas
utilizadas durante el período de los Incas
fueron:
Porra o macana: Bastón de chonta parecido a
una espada.
Alabarda: Asta de hierro o cobre a modo de
cuchilla.
Boleadora: Consistía en dos piedras del tamaño
de un puño atadas a una cuerda.
Dardo: Vara que al final tenía espinas de pescado.
Honda o huaraca: Cuerda larga en cuyo intermedio
se colocaba la piedra del tamaño de un
huevo para ser lanzada al enemigo.
Masa o Huinomacana: Considerada como una
de las más contundentes, era de madera y tenía
la forma de un bate de beisbol. Algunas de las
masas tenían incrustaciones puntiagudas de
metal.
También utilizaron el arco y la flecha, las lanzas,
bolas de piedra y cuchillos de cobre sin cabo.
Entre las armas de defensa utilizadas por los Incas
estaba: el casco o morrión, peto y la adarga
o rodela.
CAMPAÑA DEL EJÉRCITO
QUITEÑO
Luego de la muerte de Huayna Cápac,
aproximadamente por el año 1526, surgió
la enemistad entre los hijos del difunto soberano,
Atahualpa y Huáscar. Según la versión
del historiador ecuatoriano Federico González
Suárez, la decisión adoptada por Huayna Cápac
de dividir sus dominios, fue porque tuvo conocimiento
de la invasión de los españoles en el
actual territorio ecuatoriano. De este modo, el
monarca confió en la capacidad guerrera de su
hijo Atahualpa para resistir al enemigo que se
aproximaba por el norte, ya que su hijo que residía
en el Cuzco, Huáscar, no tenía el carácter
para combatir a las huestes extranjeras.
Luis Andrade Reimers sostiene que los generales
quiteños reclutaron voluntarios para la campaña
de Tomebamba. Sin embargo, los preparativos
bélicos fueron más lentos; a pesar de
que se rumoraba que el ejército cuzqueño dirigido
por Atoco, emprendía su avance hacia el
norte. Luego de una sangrienta batalla, el ejército
quiteño fue derrotado en Mocha.
Ante el revés sufrido, el rey quiteño preparó un
nuevo contingente para combatir al ejército de
Atoco en Muliambato, en las inmediaciones de
la actual ciudad de Ambato, donde el ejército
de Atahualpa logró la victoria.
Enterado Huáscar de la derrota, organizó otro
ejército y nombró como comandante a su hermano
Huanca Auqui, quien se dirigió con su
tropa hacia Tomebamba. Allí se encontraron
los dos ejércitos. El monarca quiteño fue derrotado
y tomado prisionero. Mientras Atahualpa
estaba en una celda, Huáscar preparaba a su
ejército para atacar a los guerreros quiteños y
tomar posesión del trono. El Inca quiteño logró
escapar. Ya libre, reasumió nuevamente el
mando de sus fuerzas y adopta crueles represalias,
en especial contra los cañaris que fueron
ejecutados. Posteriormente, las tropas quiteñas
comandadas por Quisquis, Calicuchima y Rumiñahui
libraron otra serie de enfrentamientos en
Tomebamba, Cusibamba, Collahuaylla, Pombo,
Yanamarca, Angoyacu, Tavaray, Cotabamba,
Quipaipán, donde alcanzaron grandes victorias.
En Quipaipán fue capturado Huáscar y posteriormente
victimado, culminando así la sangrienta
guerra entre los dos hermanos y consagrándose
Atahualpa como el único soberano
del imperio del Tahuantinsuyo.
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LA CONQUISTA
ESPAÑOLA
La presencia de los españoles marcó el inicio
de grandes transformaciones en todos
los aspectos: cultural, tecnológico, social,
económico, político y religioso. Estos cambios
trascendentales obedecían al impacto que causó
la fusión de dos civilizaciones totalmente
distintas: la imposición del monoteismo y el uso
del idioma quichua como lengua única para los
pueblos andinos.
Cabe destacar que este hecho histórico dio luces
al cambio radical del nuevo mundo mestizo,
el que estaba reflejado en el sometimiento
de los indígenas a los intereses y proyectos de
los conquistadores. Una de las sombras que
aniquiló al imperio del Tahuantinsuyo fue la
captura y muerte de Atahualpa; por lo que
emerge la figura guerrera de Rumiñahui, liderando
la resistencia indígena quiteña frente al
poder e intereses de la Corona
LAS MILICIAS
COLONIALES EN LA
REAL AUDIENCIA DE
QUITO
Algunos barcos provenientes de ultramar
estaban copados con hombres vestidos -
de pies a cabeza- con armaduras de acero.
Incluso traían arcabuces, espadas y caballos,
así como alimentos y demás enseres. Según
el testimonio de Pedro Cieza de León, el
caballo y el arcabuz fueron los instrumentos
más efectivos para enfrentar a los indígenas,
debido a que éstos causaban pánico entre los
pueblos nativos. Así es como se formaron las
milicias coloniales, las mismas que al inicio realizaban
fortificaciones de piedra que permitían
defender a las ciudades de la costa ante el asalto
de piratas y corsarios.
Al principio de la época colonial, las milicias
organizadas en las ciudades del interior cumplían
la función de ir en expediciones hacia la
región amazónica para conquistar tierras y explotar
los yacimientos de oro. Estas milicias
fueron conformadas por mestizos y blancos
que se enrolaban voluntariamente y que iban
acompañados de indios, quienes cumplían la
labor de cargadores. Otra de las funciones que
tenían estas tropas era la de reprimir las sublevaciones
indígenas en el interior de la Real Audiencia.
Durante todo el período colonial, las milicias
fueron financiadas por chapetones y criollos influyentes,
de tal forma que a estos milicianos se
les concedía la ventaja de alcanzar los mejores
estratos en la aristocracia quiteña; además, aliviaban
a la Corona Española los gastos que implicaba
la defensa militar en América. De esta
manera los criollos ricos fueron los encargados
de equipar, entrenar y alimentar al ejército a su
cargo. Sin embargo, estas milicias no tenían el
entrenamiento necesario para enfrentar combates
eventuales que requerían cierta táctica militar.
En un informe presentado más o menos en
el año 1770 por Francisco de Requena, que en
ese entonces se desempeñaba como Ministro
de Guerra Español, afirmaba que no tenían ningún
tipo de disciplina, tampoco un adecuado
reclutamiento de tropas, ni una persona que los
dirija.
A partir del siglo XVIII, con el advenimiento de
las Reformas Borbónicas, se logra que el ejército
pueda organizarse, considerando dos grupos
básicos de combatientes: Infantería y Dragones.
La infantería o milicia urbana, se caracterizaba
por controlar posibles invasiones dentro de los
centros poblados; mientras que los dragones
estaban destinados a combatir a pie o a caballo
y se localizaban en las áreas rurales; además,
tenían la función de sofocar las rebeliones indígenas
y de controlar los caminos ante las amenazas
de los cuatreros. Por otro lado, quienes
se enrolaban en las filas, alcanzaban todo tipo
de prestigio social y constituía para ellos motivo
de orgullo el vestir insignias y uniformes militares.
LAS MILICIAS A FINES DEL
SIGLO XVIII
Para esta época, los batallones de milicias
estaban organizados por: una compañía
de Granaderos y ocho compañías de soldados.
Cada compañía estaba integrada así:
- 3 oficiales (capitán, teniente y subteniente)
- 8 suboficiales (un sargento primero, dos sargentos
segundos, un tambor, dos cabos primeros,
dos cabos segundos).
- 42 soldados.
Encabezaba la formación un escuadrón de voluntarios
(un coronel, un teniente coronel, un
ayudante mayor, dos abanderados, un capellán,
un cirujano, un cabo de gastadores y seis gastadores).
El paso del tiempo entre los siglos XVI al XVIII
permite apreciar el papel imprescindible de las
Milicias Coloniales en la seguridad y defensa de
la Real Audiencia de Quito. Sin embargo, no
deja de latir la idea de que estas huestes sufrían
de grandes limitaciones en su entrenamiento y
logística debido a la indiferencia de las autoridades
locales. No por esto la historia ha dejado
de reconocer la voluntad de servicio de
aquellos soldados que ofrecieron su espíritu de
lucha, su honor y su coraje a favor de la seguridad
y defensa de una patria que aún no estaba
definida, pero que ya la sentían como suya.
ESPAÑOLA
La presencia de los españoles marcó el inicio
de grandes transformaciones en todos
los aspectos: cultural, tecnológico, social,
económico, político y religioso. Estos cambios
trascendentales obedecían al impacto que causó
la fusión de dos civilizaciones totalmente
distintas: la imposición del monoteismo y el uso
del idioma quichua como lengua única para los
pueblos andinos.
Cabe destacar que este hecho histórico dio luces
al cambio radical del nuevo mundo mestizo,
el que estaba reflejado en el sometimiento
de los indígenas a los intereses y proyectos de
los conquistadores. Una de las sombras que
aniquiló al imperio del Tahuantinsuyo fue la
captura y muerte de Atahualpa; por lo que
emerge la figura guerrera de Rumiñahui, liderando
la resistencia indígena quiteña frente al
poder e intereses de la Corona
LAS MILICIAS
COLONIALES EN LA
REAL AUDIENCIA DE
QUITO
Algunos barcos provenientes de ultramar
estaban copados con hombres vestidos -
de pies a cabeza- con armaduras de acero.
Incluso traían arcabuces, espadas y caballos,
así como alimentos y demás enseres. Según
el testimonio de Pedro Cieza de León, el
caballo y el arcabuz fueron los instrumentos
más efectivos para enfrentar a los indígenas,
debido a que éstos causaban pánico entre los
pueblos nativos. Así es como se formaron las
milicias coloniales, las mismas que al inicio realizaban
fortificaciones de piedra que permitían
defender a las ciudades de la costa ante el asalto
de piratas y corsarios.
Al principio de la época colonial, las milicias
organizadas en las ciudades del interior cumplían
la función de ir en expediciones hacia la
región amazónica para conquistar tierras y explotar
los yacimientos de oro. Estas milicias
fueron conformadas por mestizos y blancos
que se enrolaban voluntariamente y que iban
acompañados de indios, quienes cumplían la
labor de cargadores. Otra de las funciones que
tenían estas tropas era la de reprimir las sublevaciones
indígenas en el interior de la Real Audiencia.
Durante todo el período colonial, las milicias
fueron financiadas por chapetones y criollos influyentes,
de tal forma que a estos milicianos se
les concedía la ventaja de alcanzar los mejores
estratos en la aristocracia quiteña; además, aliviaban
a la Corona Española los gastos que implicaba
la defensa militar en América. De esta
manera los criollos ricos fueron los encargados
de equipar, entrenar y alimentar al ejército a su
cargo. Sin embargo, estas milicias no tenían el
entrenamiento necesario para enfrentar combates
eventuales que requerían cierta táctica militar.
En un informe presentado más o menos en
el año 1770 por Francisco de Requena, que en
ese entonces se desempeñaba como Ministro
de Guerra Español, afirmaba que no tenían ningún
tipo de disciplina, tampoco un adecuado
reclutamiento de tropas, ni una persona que los
dirija.
A partir del siglo XVIII, con el advenimiento de
las Reformas Borbónicas, se logra que el ejército
pueda organizarse, considerando dos grupos
básicos de combatientes: Infantería y Dragones.
La infantería o milicia urbana, se caracterizaba
por controlar posibles invasiones dentro de los
centros poblados; mientras que los dragones
estaban destinados a combatir a pie o a caballo
y se localizaban en las áreas rurales; además,
tenían la función de sofocar las rebeliones indígenas
y de controlar los caminos ante las amenazas
de los cuatreros. Por otro lado, quienes
se enrolaban en las filas, alcanzaban todo tipo
de prestigio social y constituía para ellos motivo
de orgullo el vestir insignias y uniformes militares.
LAS MILICIAS A FINES DEL
SIGLO XVIII
Para esta época, los batallones de milicias
estaban organizados por: una compañía
de Granaderos y ocho compañías de soldados.
Cada compañía estaba integrada así:
- 3 oficiales (capitán, teniente y subteniente)
- 8 suboficiales (un sargento primero, dos sargentos
segundos, un tambor, dos cabos primeros,
dos cabos segundos).
- 42 soldados.
Encabezaba la formación un escuadrón de voluntarios
(un coronel, un teniente coronel, un
ayudante mayor, dos abanderados, un capellán,
un cirujano, un cabo de gastadores y seis gastadores).
El paso del tiempo entre los siglos XVI al XVIII
permite apreciar el papel imprescindible de las
Milicias Coloniales en la seguridad y defensa de
la Real Audiencia de Quito. Sin embargo, no
deja de latir la idea de que estas huestes sufrían
de grandes limitaciones en su entrenamiento y
logística debido a la indiferencia de las autoridades
locales. No por esto la historia ha dejado
de reconocer la voluntad de servicio de
aquellos soldados que ofrecieron su espíritu de
lucha, su honor y su coraje a favor de la seguridad
y defensa de una patria que aún no estaba
definida, pero que ya la sentían como suya.
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DE LA INDEPENDENCIA
A LA REVOLUCIÓN
LIBERAL
EL EJÉRCITO QUITEÑO
Y LA INDEPENDENCIA
Con una perspectiva de Ejército Nacional,
las guerras de independencia fueron
el punto de partida hacia la organización
de una estructura militar con elementos
propios del nuevo continente, tanto en la tropa
como en la oficialidad. Este rasgo de la nueva
corriente militar americana, estuvo alimentado
por la conducta popular y apasionada de la población
quiteña: ser libres de las autoridades
peninsulares, mas no de la monarquía española.
Con la luz de libertad encendida por Espejo; el
Primer Grito de Independencia proclamado el
10 de Agosto de 1.809 se fortalece con diferentes
causas que irradiaron el interés emancipador,
entre las que dieron más peso: la independencia
de los Estados Unidos de Norteamérica,
la Revolución Francesa, la influencia novedosa
de la masonería, la invasión napoleónica a la
Madre Patria, el compromiso de lealtad al rey
Fernando VII y la misma ambición de los criollos,
quienes aspiraban asumir el poder local en
lugar de los españoles.
Bien merece recordar que luego de varios meses
de conspiración en la hacienda de Juan Pío
Montúfar, Marqués de Selva Alegre, en el Valle
de los Chillos; se consolidó el afán independentista
apoyado por los principales barrios quiteños:
La Catedral, San Sebastián, San Roque,
Santa Bárbara, San Blas y San Marcos. Esta
operación político- militar no encontró mayores
dificultades, por lo que fue depuesto de su cargo
el Presidente de la Real Audiencia de Quito,
Conde Ruiz de Castilla y nombrada la Junta Suprema,
con las siguientes autoridades criollas:
como presidente, el Marqués de Selva Alegre,
don Juan Pío Montúfar; vicepresidente, el obispo
José Cuero y Caicedo; Ministro de Guerra,
Asuntos Interiores y Negocios Extranjeros, Juan
de Dios Morales; Ministro de Gracia y Justicia,
Manuel Rodríguez de Quiroga; Ministro de Hacienda,
Juan Larrea y como Primer Jefe de la
"Falange de Quito", el capitán Juan de Salinas,
ascendido a coronel. Éste último venía de Panamá,
había participado en 1.806 en unas operaciones
defensivas ante las amenazas de los ingleses.
Esta manifestación de libertad, que dio a la capital
quitu-cara la denominación de "Quito Luz
de América"; estaba avalada por la famosa
"Carta Constitutiva de la Junta Suprema".
En este documento se reiteraba la obediencia y
fidelidad al Rey, bajo juramento y en la Catedral;
de igual manera, se debían mantener sus
derechos, y la guerra total a sus enemigos, especialmente
los franceses.
En cuanto a la creación del Primer Ejército Nacional
de la Real Audiencia de Quito, el texto
del Acta dice:
"Al efecto y siendo absolutamente necesaria una
fuerza militar competente para mantener el Reino
en respeto, se levantará prontamente una
Falange compuesta de tres batallones de Infantería
sobre el pié de ordenanza y montada la
primera compañía de Granaderos, quedando
por consiguiente reforzadas las dos de Infantería
y el piquete de Dragones actuales.
El Jefe de la falange será coronel, y nombramos
tal a don Juan Salinas, a quien la Junta hará
conocer inmediatamente.
Nombramos de Auditor de Guerra con honores
de teniente coronel, tratamiento de Señoría y
mil quinientos pesos de sueldo anual a don
Juan Pablo de Arenas y la Junta lo hará conocer.
Para que la Falange sirva gustosa, y no le falte
lo necesario, se aumentará la tercera parte sobre
el sueldo actual desde soldado arriba …"
Según investigaciones del historiador Jorge Núñez,
muestra que:
"los próceres de agosto, salvo pocas excepciones,
eran antiguos oficiales de los batallones de milicias
reales existentes en la Audiencia de Quito
y que algunos de ellos incluso poseían una amplia
experiencia militar y una acreditada capacidad
de mando. Es más: la documentación
consultada prueba que los conspiradores integraban
los mandos y la oficialidad militar de la
región central de la Audiencia, y que controlaban,
por tanto, todos los cuerpos de milicias ubicados
en la capital y en las ciudades próximas".
Todos estos hechos reflejaban la intención de
alcanzar la independencia de Lima y Bogotá; al
tiempo en que se percibía una crisis en la monarquía
española y el temor a la invasión de
Napoleón Bonaparte a la Madre Patria. Esta
aventura de heroicos recuerdos duró apenas
ochenta días; debiendo reconocer que no se
pudo continuar con la influencia de la Junta Suprema
por diferentes causas, destacándose el
rechazo a una acción independentista por parte
de los virreyes de Bogotá y Lima, Antonio
Amat y Borbón y Fernando de Abascal, respectivamente.
A esto se sumó la falta de apoyo del
resto de ciudades, especialmente de Guayaquil
y Cuenca.
No cabe duda que el Primer Grito de Independecia
fue organizado y dirigido en Quito y solo
para Quito; terminando así con la historia conocida
del Holocausto del 2 de Agosto de 1.810
en el que fueron asesinados inocentes y revolucionarios;
entre ellos, treinta y dos jefes patriotas.
Pese a todo: al rechazo y a la falta de apoyo,
quedó encendida la antorcha de la libertad.
A LA REVOLUCIÓN
LIBERAL
EL EJÉRCITO QUITEÑO
Y LA INDEPENDENCIA
Con una perspectiva de Ejército Nacional,
las guerras de independencia fueron
el punto de partida hacia la organización
de una estructura militar con elementos
propios del nuevo continente, tanto en la tropa
como en la oficialidad. Este rasgo de la nueva
corriente militar americana, estuvo alimentado
por la conducta popular y apasionada de la población
quiteña: ser libres de las autoridades
peninsulares, mas no de la monarquía española.
Con la luz de libertad encendida por Espejo; el
Primer Grito de Independencia proclamado el
10 de Agosto de 1.809 se fortalece con diferentes
causas que irradiaron el interés emancipador,
entre las que dieron más peso: la independencia
de los Estados Unidos de Norteamérica,
la Revolución Francesa, la influencia novedosa
de la masonería, la invasión napoleónica a la
Madre Patria, el compromiso de lealtad al rey
Fernando VII y la misma ambición de los criollos,
quienes aspiraban asumir el poder local en
lugar de los españoles.
Bien merece recordar que luego de varios meses
de conspiración en la hacienda de Juan Pío
Montúfar, Marqués de Selva Alegre, en el Valle
de los Chillos; se consolidó el afán independentista
apoyado por los principales barrios quiteños:
La Catedral, San Sebastián, San Roque,
Santa Bárbara, San Blas y San Marcos. Esta
operación político- militar no encontró mayores
dificultades, por lo que fue depuesto de su cargo
el Presidente de la Real Audiencia de Quito,
Conde Ruiz de Castilla y nombrada la Junta Suprema,
con las siguientes autoridades criollas:
como presidente, el Marqués de Selva Alegre,
don Juan Pío Montúfar; vicepresidente, el obispo
José Cuero y Caicedo; Ministro de Guerra,
Asuntos Interiores y Negocios Extranjeros, Juan
de Dios Morales; Ministro de Gracia y Justicia,
Manuel Rodríguez de Quiroga; Ministro de Hacienda,
Juan Larrea y como Primer Jefe de la
"Falange de Quito", el capitán Juan de Salinas,
ascendido a coronel. Éste último venía de Panamá,
había participado en 1.806 en unas operaciones
defensivas ante las amenazas de los ingleses.
Esta manifestación de libertad, que dio a la capital
quitu-cara la denominación de "Quito Luz
de América"; estaba avalada por la famosa
"Carta Constitutiva de la Junta Suprema".
En este documento se reiteraba la obediencia y
fidelidad al Rey, bajo juramento y en la Catedral;
de igual manera, se debían mantener sus
derechos, y la guerra total a sus enemigos, especialmente
los franceses.
En cuanto a la creación del Primer Ejército Nacional
de la Real Audiencia de Quito, el texto
del Acta dice:
"Al efecto y siendo absolutamente necesaria una
fuerza militar competente para mantener el Reino
en respeto, se levantará prontamente una
Falange compuesta de tres batallones de Infantería
sobre el pié de ordenanza y montada la
primera compañía de Granaderos, quedando
por consiguiente reforzadas las dos de Infantería
y el piquete de Dragones actuales.
El Jefe de la falange será coronel, y nombramos
tal a don Juan Salinas, a quien la Junta hará
conocer inmediatamente.
Nombramos de Auditor de Guerra con honores
de teniente coronel, tratamiento de Señoría y
mil quinientos pesos de sueldo anual a don
Juan Pablo de Arenas y la Junta lo hará conocer.
Para que la Falange sirva gustosa, y no le falte
lo necesario, se aumentará la tercera parte sobre
el sueldo actual desde soldado arriba …"
Según investigaciones del historiador Jorge Núñez,
muestra que:
"los próceres de agosto, salvo pocas excepciones,
eran antiguos oficiales de los batallones de milicias
reales existentes en la Audiencia de Quito
y que algunos de ellos incluso poseían una amplia
experiencia militar y una acreditada capacidad
de mando. Es más: la documentación
consultada prueba que los conspiradores integraban
los mandos y la oficialidad militar de la
región central de la Audiencia, y que controlaban,
por tanto, todos los cuerpos de milicias ubicados
en la capital y en las ciudades próximas".
Todos estos hechos reflejaban la intención de
alcanzar la independencia de Lima y Bogotá; al
tiempo en que se percibía una crisis en la monarquía
española y el temor a la invasión de
Napoleón Bonaparte a la Madre Patria. Esta
aventura de heroicos recuerdos duró apenas
ochenta días; debiendo reconocer que no se
pudo continuar con la influencia de la Junta Suprema
por diferentes causas, destacándose el
rechazo a una acción independentista por parte
de los virreyes de Bogotá y Lima, Antonio
Amat y Borbón y Fernando de Abascal, respectivamente.
A esto se sumó la falta de apoyo del
resto de ciudades, especialmente de Guayaquil
y Cuenca.
No cabe duda que el Primer Grito de Independecia
fue organizado y dirigido en Quito y solo
para Quito; terminando así con la historia conocida
del Holocausto del 2 de Agosto de 1.810
en el que fueron asesinados inocentes y revolucionarios;
entre ellos, treinta y dos jefes patriotas.
Pese a todo: al rechazo y a la falta de apoyo,
quedó encendida la antorcha de la libertad.
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MEMORIAS DEL PRIMER
EJÉRCITO DE QUITO.
Inmediatamente a la proclama del 10 de
Agosto, el entusiasmo quiteño orientó más
sus anhelos al campo militar. Se formaron
dos planas mayores basadas en las fuerzas militares
ya existentes:
Una Plana Mayor civil, destinada a la parte administrativa
y gestión de apoyo logístico; esto
es, recaudación de fondos y fabricación de armas.
Una Plana Mayor militar, cuya misión era la de
"Hacer la guerra a los españoles y mantener el
reino de respeto".
El documento elaborado por el coronel Juan
Salinas, denominado "Plan de la Defensa de
Quito y sus Provincias", fue la base para la
organización de las nuevas milicias. Lamentablemente
este plan fue denunciado a las autoridades
españolas por el cura Andrés Torresano;
sin embargo, se llevó a efecto la organización
del Ejército integrado por tres batallones
de Infantería, con un número aproximado de
dos mil hombres, muchos de ellos soldados bisoños.
A este ejército naciente lo llamaron "Falange"
(término de origen griego que representaba
a la Infantería como la fuerza principal de
aquel imperio).
El coronel Galo Chacón Izurieta, en su libro sobre
los Orígenes del Ejército, resalta la nómina
de los líderes de la Falange criolla:
Inspector General, el Coronel en Jefe señor don
Juan Salinas.
PRIMER BATALLÓN.
Teniente coronel don Javier de Ascásubi.
Sargento Mayor, don Javier Mateu y Zambrano.
Ayudante Mayor, don José Vinueza.
Capellán, doctor don Joaquín Corella.
Cirujano, doctor don Miguel Luna.
Honorario, don Pedro Monroi.
SEGUNDO BATALLÓN.
Teniente coronel doctor don Antonio Ante.
Sargento Mayor, don Nicolás de Aguilera.
Ayudante Mayor, don Mariano Ortiz.
Capellán, doctor don Antonio Castelo.
Cirujano, doctor don Pedro Jiménez.
TERCER BATALLÓN.
Teniente coronel don Joaquín Zaldumbide.
Sargento Mayor, don Manuel Aguilar.
Ayudante Mayor, don Mariano Cevallos.
Capellán, doctor don Mariano Paredes.
Cirujano, doctor don Pablo Ascásubi.
Capellán de la Suprema Junta, el doctor don
Antonio Carcelén.
A este ejército naciente vienen a fortalecer sus
filas los jóvenes de colegios y universidades,
quienes formaron el "Cuerpo de Colegiales Voluntarios"
al mando de don Bernardo de León y
Carcelén. De igual manera lo hicieron los sectores
populares al formar la "Tropa de Subalternos
y Milicianos de Quito". Otra de las fuerzas
de apoyo era el "Consejo de Vigilancia", el mismo
que era el encargado del reclutamiento de
nuevos voluntarios y la difusión de las intenciones
de la rebelión en marcha.
Los soldados de la patria también estaban fortalecidos
por los soldados de Dios. No se podría
desconocer el papel de la iglesia en la apertura
del nuevo ejército. Allí estaban los denominados
"Predicadores Revolucionarios" encabezados
por el obispo Cuero y Caicedo, Vicepresidente
de la Junta Suprema; Manuel Valencia, Ignacio
Bosano, José Correa, Luis Cevallos, José
Pérez, Tadeo Romo; José Riofrío, el sacerdote
de Pintag, entre otros.
LAS PRIMERAS
ACCIONES DE ARMAS.
EL COMBATE DE FUNES.
Ala falta de apoyo en el movimiento revolucionario,
la nueva Junta Suprema decidió
emprender una campaña militar en
la que se disperse la misión del 10 de Agosto
por el resto de ciudades de la Real Audiencia.
El primer desplazamiento de las tropas del Primer
Grito de Independencia -con un número
aproximado de mil combatientes- fue hacia las
tierras septentrionales de la Presidencia de Quito:
Pasto y Popayán, al mando del teniente coronel
Francisco Javier Ascásubi y el sargento
mayor Javier Zambrano.
El primer combate del Ejército Patriota fue el 16
de octubre de 1.809, en el sector de Funes. A
pesar de que el número de combatientes era similar
en los dos bandos; los resultados fueron
un tanto nefastos para las tropas quiteñas: cien
prisioneros, siete cañones, lanzas, caballos, munición
y demás pertrechos militares perdidos y
capturados. ¿Culpa tendría el subestimar al
enemigo, o es que se enfrentaban a un enemigo
pastuso, del ejército realista, por demás valiente
y nada bisoño?. Lo cierto es que esta derrota
resultó ser el punto de partida de todas las
guerras por la independencia en el actual territorio
ecuatoriano.
En cuanto a las consecuencias de esta efímera
derrota, resalta la renuncia del marqués de Selva
Alegre, don Juan Pío Montúfar y Larrea, al
cargo de Presidente de la Junta Suprema. Inmediatamente
surge el retorno a la presidencia
del nefasto y famoso conde Ruiz de Castilla, y
por ende la persecución, captura y prisión de
los patriotas y con ello, una agonía pasajera del
espíritu revolucionario. Con esto, explotaron
los ideales totalmente divididos y el arribo a
Quito de tropas realistas procedentes de Guayaquil,
Cuenca, Bogotá, Lima y Panamá. Pero
sobre todo, sobresale el rechazo y la falta de
apoyo de las principales ciudades de la Real
Audiencia. Al respecto, el coronel Chacón manifiesta
que "como se ha visto, Guayaquil y
Cuenca no se suman a la revolución de Quito.
Sus gobernantes preparan tropas. Melchor Aymerich,
gobernador de Cuenca, avanza hasta
Alausí y su vanguardia alcanza Tixán (24 de octubre),
en donde espera reunirse con la tropa
que ha salido desde Guayaquil, cumpliendo órdenes
del Virrey de Lima".
LA CAMPAÑA DEL
CORONEL CARLOS
MONTÚFAR.
El renacimiento de la lucha por la libertad
es motivado con el retorno a Quito del
coronel Carlos Montúfar. Con esto, la
Junta Gubernativa desconoce los vínculos con
la Madre Patria y nombra a este patriota, que
ostentaba la función de Comisionado Regio,
"Comandante de las Fuerzas de Quito"; afirmando
así su compromiso con el movimiento por
la independencia. Era el momento en que emprende
su campaña hacia Cuenca, ciudad en la
que se encontraba Don Joaquín Molina en calidad
de presidente ocasional de la Real Audiencia.
Para esta campaña, y según el documento
de la época elaborado por el gobernador de
Guayaquil, don Francisco Gil, el Ejército Quiteño
estaba constituido por:
"1.200 dragones bien armados.
700 veteranos del Batallón de Fernando VII.
2.000 honderos.
2.000 infantes.
16 piezas de Artillería".
A esta fuerza se unió la Caballería de Riobamba
y centenares de indios de Guanujo con sus
armas aborígenes: lanzas y flechas.
Uno de los primeros triunfos conseguidos en
tierras australes fue en el sector de Paredones;
consecuentemente, Cuenca pasa a formar parte
de la Junta; sin embargo, en aquellos precisos
momentos aparecen los tradicionales litigios
domésticos entre los patriotas: montufaristas y
sanchistas. Esto produce una retirada en el sector
de Verdeloma y la negativa de integrar a
Cuenca en el proceso de independencia; lo que
obliga a Montúfar a retornar a Quito el 1 de
abril de 1.811.
Como ya se había extendido la luz de libertad
por la región de Nueva Granada; Pedro Montúfar,
tío de Carlos Montúfar, toma el mando de
tres divisiones y se desplaza rumbo a Pasto, con
el apoyo del teniente coronel Feliciano Checa y
el capitán Luis Arboleda. Luego de ligeros
combates en Guapuscal, las fuerzas patriotas
reiteran su victoria en Pasto el 22 de septiembre
de 1.811 y lo ratifican con el siguiente mensaje
firmado por el líder de esta misión, don Pedro
Montúfar:
"(…) Celebre la victoria más gloriosa que ha tenido
Quito, pues Pasto está rendido a nuestro
esfuerzo, libre la comunicación con las provincias
del norte, asegurada la felicidad de la patria:
nuestras armas respetables llenas de reputación
para los siglos venideros".
Con esta victoria, la Junta decide continuar la
difusión de independencia y envía cerca de
1.500 hombres hacia Cuenca, al mando del coronel
Francisco Calderón, teniente coronel Feliciano
Checa y sargento mayor Manuel Aguilar,
quienes se enfrentan a los tropas realistas lideradas
por Antonio del Valle y Aymerich en el
sector de Verdeloma, cerca de Biblián. Este
combate no tiene una definición clara, en vista
de que un efímero triunfo del Ejército Quiteño
se convierte en retirada, a efecto de las pugnas
internas entre los patriotas.
Luego de la retirada de Verdeloma, las tropas
revolucionarias se reorganizan en las inmediaciones
de Mocha. Allí, el ejército patriota sufre
una derrota ocasional y emprende su retirada
rumbo a Quito, donde toma el mando nuevamente
el coronel Carlos Montúfar y su hermano
Javier.
Ante la amenaza de avanzada del ejército realista,
al mando de Toribio Montes; Quito se
convierte en una verdadera trinchera. Era el
día 7 de noviembre de 1.812, fecha en la que se
produce la famosa "Batalla de El Panecillo".
Luego de tres horas de feroz combate, triunfan
las fuerzas realistas y Montes ocupa la ciudad;
por lo que las fuerzas patriotas y parte de la población
civil abandonan Quito y se marchan hacia
el norte. Al llegar a San Antonio de Ibarra,
se produce una tregua entre las dos fuerzas;
desgraciadamente el realista Juan Sámano, delegado
de Montes, rompe su palabra de honor
y lanza su ataque a los patriotas el 27 de noviembre
de 1.812; dándose así el combate de
San Antonio de Ibarra y luego el de Yaguarcocha.
Con este revés, el ejército quiteño marca su
agonía: Calderón es fusilado y Montúfar marcha
rumbo al norte para continuar con la campaña.
De él se sabe que fue fusilado en Buga,
el 31 de diciembre de 1.816, luego de ser derrotado
en el combate de "Cuchilla del Tambo".
De todos estos hechos históricos, sobresale la
constancia y el valor de la falange quiteña; que,
a pesar de que no recibió apoyo alguno de
otras ciudades, encendió la luz emancipadora
de una América Nueva y que en sus últimos
combates, flameó su bandera roja con asta
blanca; símbolo que permanece hasta la posteridad.[/b]
EJÉRCITO DE QUITO.
Inmediatamente a la proclama del 10 de
Agosto, el entusiasmo quiteño orientó más
sus anhelos al campo militar. Se formaron
dos planas mayores basadas en las fuerzas militares
ya existentes:
Una Plana Mayor civil, destinada a la parte administrativa
y gestión de apoyo logístico; esto
es, recaudación de fondos y fabricación de armas.
Una Plana Mayor militar, cuya misión era la de
"Hacer la guerra a los españoles y mantener el
reino de respeto".
El documento elaborado por el coronel Juan
Salinas, denominado "Plan de la Defensa de
Quito y sus Provincias", fue la base para la
organización de las nuevas milicias. Lamentablemente
este plan fue denunciado a las autoridades
españolas por el cura Andrés Torresano;
sin embargo, se llevó a efecto la organización
del Ejército integrado por tres batallones
de Infantería, con un número aproximado de
dos mil hombres, muchos de ellos soldados bisoños.
A este ejército naciente lo llamaron "Falange"
(término de origen griego que representaba
a la Infantería como la fuerza principal de
aquel imperio).
El coronel Galo Chacón Izurieta, en su libro sobre
los Orígenes del Ejército, resalta la nómina
de los líderes de la Falange criolla:
Inspector General, el Coronel en Jefe señor don
Juan Salinas.
PRIMER BATALLÓN.
Teniente coronel don Javier de Ascásubi.
Sargento Mayor, don Javier Mateu y Zambrano.
Ayudante Mayor, don José Vinueza.
Capellán, doctor don Joaquín Corella.
Cirujano, doctor don Miguel Luna.
Honorario, don Pedro Monroi.
SEGUNDO BATALLÓN.
Teniente coronel doctor don Antonio Ante.
Sargento Mayor, don Nicolás de Aguilera.
Ayudante Mayor, don Mariano Ortiz.
Capellán, doctor don Antonio Castelo.
Cirujano, doctor don Pedro Jiménez.
TERCER BATALLÓN.
Teniente coronel don Joaquín Zaldumbide.
Sargento Mayor, don Manuel Aguilar.
Ayudante Mayor, don Mariano Cevallos.
Capellán, doctor don Mariano Paredes.
Cirujano, doctor don Pablo Ascásubi.
Capellán de la Suprema Junta, el doctor don
Antonio Carcelén.
A este ejército naciente vienen a fortalecer sus
filas los jóvenes de colegios y universidades,
quienes formaron el "Cuerpo de Colegiales Voluntarios"
al mando de don Bernardo de León y
Carcelén. De igual manera lo hicieron los sectores
populares al formar la "Tropa de Subalternos
y Milicianos de Quito". Otra de las fuerzas
de apoyo era el "Consejo de Vigilancia", el mismo
que era el encargado del reclutamiento de
nuevos voluntarios y la difusión de las intenciones
de la rebelión en marcha.
Los soldados de la patria también estaban fortalecidos
por los soldados de Dios. No se podría
desconocer el papel de la iglesia en la apertura
del nuevo ejército. Allí estaban los denominados
"Predicadores Revolucionarios" encabezados
por el obispo Cuero y Caicedo, Vicepresidente
de la Junta Suprema; Manuel Valencia, Ignacio
Bosano, José Correa, Luis Cevallos, José
Pérez, Tadeo Romo; José Riofrío, el sacerdote
de Pintag, entre otros.
LAS PRIMERAS
ACCIONES DE ARMAS.
EL COMBATE DE FUNES.
Ala falta de apoyo en el movimiento revolucionario,
la nueva Junta Suprema decidió
emprender una campaña militar en
la que se disperse la misión del 10 de Agosto
por el resto de ciudades de la Real Audiencia.
El primer desplazamiento de las tropas del Primer
Grito de Independencia -con un número
aproximado de mil combatientes- fue hacia las
tierras septentrionales de la Presidencia de Quito:
Pasto y Popayán, al mando del teniente coronel
Francisco Javier Ascásubi y el sargento
mayor Javier Zambrano.
El primer combate del Ejército Patriota fue el 16
de octubre de 1.809, en el sector de Funes. A
pesar de que el número de combatientes era similar
en los dos bandos; los resultados fueron
un tanto nefastos para las tropas quiteñas: cien
prisioneros, siete cañones, lanzas, caballos, munición
y demás pertrechos militares perdidos y
capturados. ¿Culpa tendría el subestimar al
enemigo, o es que se enfrentaban a un enemigo
pastuso, del ejército realista, por demás valiente
y nada bisoño?. Lo cierto es que esta derrota
resultó ser el punto de partida de todas las
guerras por la independencia en el actual territorio
ecuatoriano.
En cuanto a las consecuencias de esta efímera
derrota, resalta la renuncia del marqués de Selva
Alegre, don Juan Pío Montúfar y Larrea, al
cargo de Presidente de la Junta Suprema. Inmediatamente
surge el retorno a la presidencia
del nefasto y famoso conde Ruiz de Castilla, y
por ende la persecución, captura y prisión de
los patriotas y con ello, una agonía pasajera del
espíritu revolucionario. Con esto, explotaron
los ideales totalmente divididos y el arribo a
Quito de tropas realistas procedentes de Guayaquil,
Cuenca, Bogotá, Lima y Panamá. Pero
sobre todo, sobresale el rechazo y la falta de
apoyo de las principales ciudades de la Real
Audiencia. Al respecto, el coronel Chacón manifiesta
que "como se ha visto, Guayaquil y
Cuenca no se suman a la revolución de Quito.
Sus gobernantes preparan tropas. Melchor Aymerich,
gobernador de Cuenca, avanza hasta
Alausí y su vanguardia alcanza Tixán (24 de octubre),
en donde espera reunirse con la tropa
que ha salido desde Guayaquil, cumpliendo órdenes
del Virrey de Lima".
LA CAMPAÑA DEL
CORONEL CARLOS
MONTÚFAR.
El renacimiento de la lucha por la libertad
es motivado con el retorno a Quito del
coronel Carlos Montúfar. Con esto, la
Junta Gubernativa desconoce los vínculos con
la Madre Patria y nombra a este patriota, que
ostentaba la función de Comisionado Regio,
"Comandante de las Fuerzas de Quito"; afirmando
así su compromiso con el movimiento por
la independencia. Era el momento en que emprende
su campaña hacia Cuenca, ciudad en la
que se encontraba Don Joaquín Molina en calidad
de presidente ocasional de la Real Audiencia.
Para esta campaña, y según el documento
de la época elaborado por el gobernador de
Guayaquil, don Francisco Gil, el Ejército Quiteño
estaba constituido por:
"1.200 dragones bien armados.
700 veteranos del Batallón de Fernando VII.
2.000 honderos.
2.000 infantes.
16 piezas de Artillería".
A esta fuerza se unió la Caballería de Riobamba
y centenares de indios de Guanujo con sus
armas aborígenes: lanzas y flechas.
Uno de los primeros triunfos conseguidos en
tierras australes fue en el sector de Paredones;
consecuentemente, Cuenca pasa a formar parte
de la Junta; sin embargo, en aquellos precisos
momentos aparecen los tradicionales litigios
domésticos entre los patriotas: montufaristas y
sanchistas. Esto produce una retirada en el sector
de Verdeloma y la negativa de integrar a
Cuenca en el proceso de independencia; lo que
obliga a Montúfar a retornar a Quito el 1 de
abril de 1.811.
Como ya se había extendido la luz de libertad
por la región de Nueva Granada; Pedro Montúfar,
tío de Carlos Montúfar, toma el mando de
tres divisiones y se desplaza rumbo a Pasto, con
el apoyo del teniente coronel Feliciano Checa y
el capitán Luis Arboleda. Luego de ligeros
combates en Guapuscal, las fuerzas patriotas
reiteran su victoria en Pasto el 22 de septiembre
de 1.811 y lo ratifican con el siguiente mensaje
firmado por el líder de esta misión, don Pedro
Montúfar:
"(…) Celebre la victoria más gloriosa que ha tenido
Quito, pues Pasto está rendido a nuestro
esfuerzo, libre la comunicación con las provincias
del norte, asegurada la felicidad de la patria:
nuestras armas respetables llenas de reputación
para los siglos venideros".
Con esta victoria, la Junta decide continuar la
difusión de independencia y envía cerca de
1.500 hombres hacia Cuenca, al mando del coronel
Francisco Calderón, teniente coronel Feliciano
Checa y sargento mayor Manuel Aguilar,
quienes se enfrentan a los tropas realistas lideradas
por Antonio del Valle y Aymerich en el
sector de Verdeloma, cerca de Biblián. Este
combate no tiene una definición clara, en vista
de que un efímero triunfo del Ejército Quiteño
se convierte en retirada, a efecto de las pugnas
internas entre los patriotas.
Luego de la retirada de Verdeloma, las tropas
revolucionarias se reorganizan en las inmediaciones
de Mocha. Allí, el ejército patriota sufre
una derrota ocasional y emprende su retirada
rumbo a Quito, donde toma el mando nuevamente
el coronel Carlos Montúfar y su hermano
Javier.
Ante la amenaza de avanzada del ejército realista,
al mando de Toribio Montes; Quito se
convierte en una verdadera trinchera. Era el
día 7 de noviembre de 1.812, fecha en la que se
produce la famosa "Batalla de El Panecillo".
Luego de tres horas de feroz combate, triunfan
las fuerzas realistas y Montes ocupa la ciudad;
por lo que las fuerzas patriotas y parte de la población
civil abandonan Quito y se marchan hacia
el norte. Al llegar a San Antonio de Ibarra,
se produce una tregua entre las dos fuerzas;
desgraciadamente el realista Juan Sámano, delegado
de Montes, rompe su palabra de honor
y lanza su ataque a los patriotas el 27 de noviembre
de 1.812; dándose así el combate de
San Antonio de Ibarra y luego el de Yaguarcocha.
Con este revés, el ejército quiteño marca su
agonía: Calderón es fusilado y Montúfar marcha
rumbo al norte para continuar con la campaña.
De él se sabe que fue fusilado en Buga,
el 31 de diciembre de 1.816, luego de ser derrotado
en el combate de "Cuchilla del Tambo".
De todos estos hechos históricos, sobresale la
constancia y el valor de la falange quiteña; que,
a pesar de que no recibió apoyo alguno de
otras ciudades, encendió la luz emancipadora
de una América Nueva y que en sus últimos
combates, flameó su bandera roja con asta
blanca; símbolo que permanece hasta la posteridad.[/b]
\\\\\"VIVIR CON HONOR Y MORIR CON GLORIA\\\\\"
- guillermoricardo
- Soldado Primero
- Mensajes: 66
- Registrado: 01 Feb 2008, 16:13
DE GUAYAQUIL
AL PICHINCHA.Luego de los combates de 1.812, un silencio
aparente cubría el panorama de la Real
Audiencia ante la llegada cada vez mayor
de tropas de ultramar. Se destapó el silencio
con el arribo de tres jóvenes oficiales del Batallón
"Numancia" a Guayaquil: comandante Miguel
Letamendi, capitán Luis Urdaneta y capitán
León Febres Cordero. Estos patriotas toman
contacto con el guayaquileño José de Antepara
y asaltan a las tropas realistas, con ayuda del
Batallón peruano "Granaderos". Era el 9 de Octubre
de 1.820, día en que Guayaquil declara su
independencia.
No tardaron más de veinte y cinco días para
que Cuenca se levante en armas y proclame su
independencia, el 3 de Noviembre de 1.820.
Esta vez toman la iniciativa revolucionaria el joven
teniente José Ordóñez y José Sevilla; quienes,
junto a un grupo de patriotas liderados por
el cura Javier Loyola, entablaron combate con
las fuerzas realistas al mando del coronel Antonio
García Tréllez. Esta vez la victoria fue favorable
a los patriotas, declarándose así la independencia
de la Santa Ana de los Cuatro Ríos
de Cuenca.
[b]LA DIVISIÓN
PROTECTORA DE QUITO.Alcanzada la libertad de Guayaquil, los
patriotas dispersaron la idea de formar
un ejército que garantice dicha independencia,
proteja al Puerto Principal de posibles
ataques previstos por Aymerich y prolongue
una campaña militar que libere a toda la Real
Audiencia. Con este propósito, se forma la División
Protectora de Quito con un nuevo grupo
de combatientes, en su mayoría montubios de
limitada experiencia de guerra pero de un espíritu
de sobrada valentía y soberbia.
Esta era su organización:
Comandante: coronel Luis Urdaneta.
Segundo comandante: coronel León de Febres
Cordero.
Batallón "Vengadores", al mando del teniente
coronel José María de la Peña.
Batallón "Voluntarios de la Patria", al mando
del teniente coronel Ignacio del Alcázar.
Batallón "Defensores", al mando del teniente
coronel Dionicio de Acuña.
Batallón "Libertadores No. 1", al mando del
sargento mayor Manuel Antonio Farfán.
Batallón "Libertadores No. 2", al mando del
sargento mayor Hilario Alvarez.
Escuadrón "Daule", al mando del teniente coronel
José Matías Tirapegui.
Cuerpo de Artillería, al mando del teniente
coronel Manuel Torres Valdivia.
Al saber que estas tropas emancipadoras iniciaban
su marcha rumbo a Quito; el jefe de las
fuerzas realistas, comandante Antonio Forminaya,
prepara una defensa en posición en el sector
de Camino Real, actual provincia de Bolívar.
Gracias a la información oportuna de Josefina
Barba, el 9 de Noviembre de 1.820 la División
Protectora de Quito sorprende al enemigo con
un movimiento envolvente.
Según datos de Jorge Salvador Lara, en este
combate sobresale el espíritu combativo de un
joven patriota: subteniente Abdón Calderón,
quien es ascendido al grado de teniente junto
con otros compañeros de diferentes jerarquías.
Con este triunfo, Guayaquil mantiene su libertad
y Guaranda proclama su independencia, al
igual que otras ciudades y poblaciones de la región:
Machachi, Latacunga, Riobamba, Ambato,
Alausí…
Ante esta derrota, el ejército realista recibe al
batallón "Aragón" en calidad de refuerzo desde
Pasto. Esta situación permitió continuar con la
"guerra a muerte".
Ahora el combate se trasladó a Huachi, cerca
de Ambato, el 22 de noviembre de 1.820. Allí
se enfrentaron las tropas patriotas con un total
de 1.800 efectivos, en su mayoría guayaquileños,
al mando del coronel Urdaneta; mientras
que el ejército español tenía entre sus filas a
unos 1.000 efectivos al mando del coronel Francisco
González. Esta vez, la victoria estaba a favor
de los realistas, ya que el escuadrón de Caballería
"Dragones de Granada" abrió una brecha
en el centro de los patriotas; obligando así
a la retirada hacia la Costa y en dirección a
Cuenca.
El siguiente combate fue en Verdeloma, cerca
de Biblián, el 20 de diciembre de 1.820. La escasa
instrucción militar sumada a la falta de
apoyo logístico, llevaron a los patriotas a la derrota.
Ante esta crisis del ejército emancipador,
la tropa realista empezó con sus excesos y persecuciones;
mientras que los principales líderes
de la causa emancipadora, fueron obligados a
retirarse de la campaña, tal es el caso de Letamendi,
quien decidió incorporarse al ejército de
San Martín, en el Perú.
Iniciado el año 1.821, las derrotas sucesivas
obligaron a reorganizar el ejército republicano
con el fin de disolver la intención de un contraataque
realista que avanzaba hacia la Costa.
Aquí se destaca la función del coronel argentino
José García, quien lidera las tropas locales
desde Guanujo, actual provincia de Bolívar. El
3 de enero, los patriotas sufren una emboscada
en Tanizagua, cerca de Guaranda; con un saldo
fatal de 410 muertos y 129 prisioneros; entre
ellos el coronel García, el mismo que es fusilado
y degollado para que su cabeza sea exhibida
en el puente del río Machángara como
señal de escarmiento y horror al pueblo quiteño.
[/b]
AL PICHINCHA.Luego de los combates de 1.812, un silencio
aparente cubría el panorama de la Real
Audiencia ante la llegada cada vez mayor
de tropas de ultramar. Se destapó el silencio
con el arribo de tres jóvenes oficiales del Batallón
"Numancia" a Guayaquil: comandante Miguel
Letamendi, capitán Luis Urdaneta y capitán
León Febres Cordero. Estos patriotas toman
contacto con el guayaquileño José de Antepara
y asaltan a las tropas realistas, con ayuda del
Batallón peruano "Granaderos". Era el 9 de Octubre
de 1.820, día en que Guayaquil declara su
independencia.
No tardaron más de veinte y cinco días para
que Cuenca se levante en armas y proclame su
independencia, el 3 de Noviembre de 1.820.
Esta vez toman la iniciativa revolucionaria el joven
teniente José Ordóñez y José Sevilla; quienes,
junto a un grupo de patriotas liderados por
el cura Javier Loyola, entablaron combate con
las fuerzas realistas al mando del coronel Antonio
García Tréllez. Esta vez la victoria fue favorable
a los patriotas, declarándose así la independencia
de la Santa Ana de los Cuatro Ríos
de Cuenca.
[b]LA DIVISIÓN
PROTECTORA DE QUITO.Alcanzada la libertad de Guayaquil, los
patriotas dispersaron la idea de formar
un ejército que garantice dicha independencia,
proteja al Puerto Principal de posibles
ataques previstos por Aymerich y prolongue
una campaña militar que libere a toda la Real
Audiencia. Con este propósito, se forma la División
Protectora de Quito con un nuevo grupo
de combatientes, en su mayoría montubios de
limitada experiencia de guerra pero de un espíritu
de sobrada valentía y soberbia.
Esta era su organización:
Comandante: coronel Luis Urdaneta.
Segundo comandante: coronel León de Febres
Cordero.
Batallón "Vengadores", al mando del teniente
coronel José María de la Peña.
Batallón "Voluntarios de la Patria", al mando
del teniente coronel Ignacio del Alcázar.
Batallón "Defensores", al mando del teniente
coronel Dionicio de Acuña.
Batallón "Libertadores No. 1", al mando del
sargento mayor Manuel Antonio Farfán.
Batallón "Libertadores No. 2", al mando del
sargento mayor Hilario Alvarez.
Escuadrón "Daule", al mando del teniente coronel
José Matías Tirapegui.
Cuerpo de Artillería, al mando del teniente
coronel Manuel Torres Valdivia.
Al saber que estas tropas emancipadoras iniciaban
su marcha rumbo a Quito; el jefe de las
fuerzas realistas, comandante Antonio Forminaya,
prepara una defensa en posición en el sector
de Camino Real, actual provincia de Bolívar.
Gracias a la información oportuna de Josefina
Barba, el 9 de Noviembre de 1.820 la División
Protectora de Quito sorprende al enemigo con
un movimiento envolvente.
Según datos de Jorge Salvador Lara, en este
combate sobresale el espíritu combativo de un
joven patriota: subteniente Abdón Calderón,
quien es ascendido al grado de teniente junto
con otros compañeros de diferentes jerarquías.
Con este triunfo, Guayaquil mantiene su libertad
y Guaranda proclama su independencia, al
igual que otras ciudades y poblaciones de la región:
Machachi, Latacunga, Riobamba, Ambato,
Alausí…
Ante esta derrota, el ejército realista recibe al
batallón "Aragón" en calidad de refuerzo desde
Pasto. Esta situación permitió continuar con la
"guerra a muerte".
Ahora el combate se trasladó a Huachi, cerca
de Ambato, el 22 de noviembre de 1.820. Allí
se enfrentaron las tropas patriotas con un total
de 1.800 efectivos, en su mayoría guayaquileños,
al mando del coronel Urdaneta; mientras
que el ejército español tenía entre sus filas a
unos 1.000 efectivos al mando del coronel Francisco
González. Esta vez, la victoria estaba a favor
de los realistas, ya que el escuadrón de Caballería
"Dragones de Granada" abrió una brecha
en el centro de los patriotas; obligando así
a la retirada hacia la Costa y en dirección a
Cuenca.
El siguiente combate fue en Verdeloma, cerca
de Biblián, el 20 de diciembre de 1.820. La escasa
instrucción militar sumada a la falta de
apoyo logístico, llevaron a los patriotas a la derrota.
Ante esta crisis del ejército emancipador,
la tropa realista empezó con sus excesos y persecuciones;
mientras que los principales líderes
de la causa emancipadora, fueron obligados a
retirarse de la campaña, tal es el caso de Letamendi,
quien decidió incorporarse al ejército de
San Martín, en el Perú.
Iniciado el año 1.821, las derrotas sucesivas
obligaron a reorganizar el ejército republicano
con el fin de disolver la intención de un contraataque
realista que avanzaba hacia la Costa.
Aquí se destaca la función del coronel argentino
José García, quien lidera las tropas locales
desde Guanujo, actual provincia de Bolívar. El
3 de enero, los patriotas sufren una emboscada
en Tanizagua, cerca de Guaranda; con un saldo
fatal de 410 muertos y 129 prisioneros; entre
ellos el coronel García, el mismo que es fusilado
y degollado para que su cabeza sea exhibida
en el puente del río Machángara como
señal de escarmiento y horror al pueblo quiteño.
[/b]
\\\\\"VIVIR CON HONOR Y MORIR CON GLORIA\\\\\"
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EL ADVENIMIENTO DE
LOS LIBERTADORES
Con estas derrotas, varias ciudades de la
Sierra vuelven a ser parte del dominio
español. En estas circunstancias, se produce
la llegada del joven general de 26 años,
Antonio José de Sucre, al mando de setecientos
hombres armados y listos para retomar la campaña
emancipadora. Su presencia obedecía a
una disposición clara de Simón Bolívar: las tierras
de la antigua Real Audiencia de Quito debían
ser integradas a Colombia.
La campaña de Sucre inicia con el triunfo en el
Combate de Cone o de Yaguachi, el 19 de agosto
de 1.821; pero sufre una derrota el 12 de septiembre
del mismo año en Huachi.
Al parecer, la derrota de Huachi no hizo más
que elevar el espíritu de lucha de los patriotas,
lo que impulsó a organizar un ejército con
aproximadamente 3.000 hombres de la región;
incluidos argentinos, chilenos, peruanos, paraguayos
y uruguayos. Este gran ejército se fusionó
entre las tropas de la Audiencia de Quito y
tropas del Sur, enviadas por el general San Martín;
así, la campaña de esta época inició en Saraguro
hacia el norte, en persecución ofensiva
a los realistas que habían replegado en el sector
de Tixán.
Llegó el 21 de abril de 1.822; fecha en la que se
consolidó la victoria en el Combate de Tapi, cuya
acción de armas inicia en Riobamba y termina
en la llanura de Tapi. En este combate de
encuentro entre las caballerías patriota y realista,
se destaca la pericia y valentía del teniente
coronel argentino Juan de Lavalle, comandante
del escuadrón "Granaderos a Caballo de los Andes"
y del coronel venezolano Diego Ibarra.
Esta fase de la campaña emancipadora; mezcla
de guerras, amores, sueños y nuevas hazañas;
pone su sello final el 24 de mayo de 1.822, en
las faldas del volcán Pichincha, a una altura de
3.500 metros sobre el nivel del mar.
Dos días antes de la Gran Batalla, Sucre había
concentrado sus tropas en Chillogallo, con un
total de 2.971 hombres; mientras que su adversario,
el mariscal Aymerich, estaba atrincherado
en la zona urbana de Quito, apoyado por 14
piezas de artillería que apuntaban hacia las dos
entradas a la ciudad. Las investigaciones obtenidas
por el coronel Galo Chacón, en su libro
"Historia Militar del Ecuador 1.820 – 1.823", describe
la siguiente organización del EJÉRCITO
PATRIOTA:
Comandante en Jefe: general Antonio José
de Sucre.
Jefe del Estado Mayor del Ejército: coronel
Antonio Morales.
Edecán: teniente coronel Daniel Florencio
O´leary.-
DIVISIÓN GRAN
COLOMBIANA.
Comandante: general José Mires.
Batallón "Albión", al mando del teniente coronel
Juan Mackinstosch.
Batallón "Paya", al mando del teniente coronel
José Leal.
Batallón "Alto Magdalena", al mando del coronel
José María Córdova.
Batallón "Yaguachi", al mando del coronel
Carlos María Ortega.
Unidades de Caballería, al mando del coronel
Diego Ibarra.
Escuadrón "Lanceros", al mando del teniente
coronel Federico Rach.
Escuadrón "Dragones", al mando del teniente
coronel Cayetano Cestaris.
DIVISIÓN PERUANA.
Comandante: coronel Andrés de Santacruz.
Jefe de Estado Mayor: coronel Luis de
Urdaneta.
Batallón "Trujillo", al mando del coronel Félix
Olazabal.
Batallón "Piura", al mando del teniente coronel
Francisco Villa.
Escuadrón "Granaderos a Caballo de los
Andes", al mando del teniente coronel Juan de
Lavalle.
Escuadrón "Cazadores Montados No. 1", al
mando del teniente coronel Antonio Sánchez.
Escuadrón "Cazadores Montados No. 2", al
mando del teniente coronel Florentino
Arenales.
Una Batería de Artillería al mando del capitán
Adolfo Klinger.
Los primeros disparos se dieron a las nueve y
media de la mañana. Al medio día, y luego de
un feroz combate, los patriotas conseguían la
victoria. Así es como Sucre daba su noticia oficial
de la gloriosa Batalla de Pichincha:
"(…) La toma de 160 oficiales prisioneros,1.100
de tropa, 14 piezas de Artillería, 1.700 fusiles y
cuantos elementos de guerra poseía el Ejército
Español; 400 cadáveres enemigos y 200 nuestros
han regado el campo de batalla; además tenemos
190 heridos de los españoles y 140 de los
nuestros …"
Con esta gloria, las trompetas del Pichincha y
los campanarios de Quito consagraron la Independencia
de Tierras Ecuatorianas y la libertad
de América. Es así como el 29 de mayo de
1.822, la antigua Real Audiencia de Quito se incorpora
al nuevo Estado; dando luz al gran sueño
del Libertador: la Gran Colombia.
Transcurridos cerca de catorce meses de la
epopeya en el Pichincha, una nueva amenaza
llegaba desde Pasto; eran las fuerzas del coronel
Agustín Agualongo quien ocupó Ibarra a
punta de saqueos y pregonaba sus servicios al
Con estas derrotas, varias ciudades de la
Sierra vuelven a ser parte del dominio
español. En estas circunstancias, se produce
la llegada del joven general de 26 años,
Antonio José de Sucre, al mando de setecientos
hombres armados y listos para retomar la campaña
emancipadora. Su presencia obedecía a
una disposición clara de Simón Bolívar: las tierras
de la antigua Real Audiencia de Quito debían
ser integradas a Colombia.
La campaña de Sucre inicia con el triunfo en el
Combate de Cone o de Yaguachi, el 19 de agosto
de 1.821; pero sufre una derrota el 12 de septiembre
del mismo año en Huachi.
Al parecer, la derrota de Huachi no hizo más
que elevar el espíritu de lucha de los patriotas,
lo que impulsó a organizar un ejército con
aproximadamente 3.000 hombres de la región;
incluidos argentinos, chilenos, peruanos, paraguayos
y uruguayos. Este gran ejército se fusionó
entre las tropas de la Audiencia de Quito y
tropas del Sur, enviadas por el general San Martín;
así, la campaña de esta época inició en Saraguro
hacia el norte, en persecución ofensiva
a los realistas que habían replegado en el sector
de Tixán.
Llegó el 21 de abril de 1.822; fecha en la que se
consolidó la victoria en el Combate de Tapi, cuya
acción de armas inicia en Riobamba y termina
en la llanura de Tapi. En este combate de
encuentro entre las caballerías patriota y realista,
se destaca la pericia y valentía del teniente
coronel argentino Juan de Lavalle, comandante
del escuadrón "Granaderos a Caballo de los Andes"
y del coronel venezolano Diego Ibarra.
Rey Don Fernando VII. Ante este peligro evidente,
el mismo Libertador Simón Bolívar
dirigió la "Batalla de Ibarra", el 17 de julio de
1.823. Esta fue la única contienda en la que
participó el Libertador en tierras ecuatorianas
LOS LIBERTADORES
Con estas derrotas, varias ciudades de la
Sierra vuelven a ser parte del dominio
español. En estas circunstancias, se produce
la llegada del joven general de 26 años,
Antonio José de Sucre, al mando de setecientos
hombres armados y listos para retomar la campaña
emancipadora. Su presencia obedecía a
una disposición clara de Simón Bolívar: las tierras
de la antigua Real Audiencia de Quito debían
ser integradas a Colombia.
La campaña de Sucre inicia con el triunfo en el
Combate de Cone o de Yaguachi, el 19 de agosto
de 1.821; pero sufre una derrota el 12 de septiembre
del mismo año en Huachi.
Al parecer, la derrota de Huachi no hizo más
que elevar el espíritu de lucha de los patriotas,
lo que impulsó a organizar un ejército con
aproximadamente 3.000 hombres de la región;
incluidos argentinos, chilenos, peruanos, paraguayos
y uruguayos. Este gran ejército se fusionó
entre las tropas de la Audiencia de Quito y
tropas del Sur, enviadas por el general San Martín;
así, la campaña de esta época inició en Saraguro
hacia el norte, en persecución ofensiva
a los realistas que habían replegado en el sector
de Tixán.
Llegó el 21 de abril de 1.822; fecha en la que se
consolidó la victoria en el Combate de Tapi, cuya
acción de armas inicia en Riobamba y termina
en la llanura de Tapi. En este combate de
encuentro entre las caballerías patriota y realista,
se destaca la pericia y valentía del teniente
coronel argentino Juan de Lavalle, comandante
del escuadrón "Granaderos a Caballo de los Andes"
y del coronel venezolano Diego Ibarra.
Esta fase de la campaña emancipadora; mezcla
de guerras, amores, sueños y nuevas hazañas;
pone su sello final el 24 de mayo de 1.822, en
las faldas del volcán Pichincha, a una altura de
3.500 metros sobre el nivel del mar.
Dos días antes de la Gran Batalla, Sucre había
concentrado sus tropas en Chillogallo, con un
total de 2.971 hombres; mientras que su adversario,
el mariscal Aymerich, estaba atrincherado
en la zona urbana de Quito, apoyado por 14
piezas de artillería que apuntaban hacia las dos
entradas a la ciudad. Las investigaciones obtenidas
por el coronel Galo Chacón, en su libro
"Historia Militar del Ecuador 1.820 – 1.823", describe
la siguiente organización del EJÉRCITO
PATRIOTA:
Comandante en Jefe: general Antonio José
de Sucre.
Jefe del Estado Mayor del Ejército: coronel
Antonio Morales.
Edecán: teniente coronel Daniel Florencio
O´leary.-
DIVISIÓN GRAN
COLOMBIANA.
Comandante: general José Mires.
Batallón "Albión", al mando del teniente coronel
Juan Mackinstosch.
Batallón "Paya", al mando del teniente coronel
José Leal.
Batallón "Alto Magdalena", al mando del coronel
José María Córdova.
Batallón "Yaguachi", al mando del coronel
Carlos María Ortega.
Unidades de Caballería, al mando del coronel
Diego Ibarra.
Escuadrón "Lanceros", al mando del teniente
coronel Federico Rach.
Escuadrón "Dragones", al mando del teniente
coronel Cayetano Cestaris.
DIVISIÓN PERUANA.
Comandante: coronel Andrés de Santacruz.
Jefe de Estado Mayor: coronel Luis de
Urdaneta.
Batallón "Trujillo", al mando del coronel Félix
Olazabal.
Batallón "Piura", al mando del teniente coronel
Francisco Villa.
Escuadrón "Granaderos a Caballo de los
Andes", al mando del teniente coronel Juan de
Lavalle.
Escuadrón "Cazadores Montados No. 1", al
mando del teniente coronel Antonio Sánchez.
Escuadrón "Cazadores Montados No. 2", al
mando del teniente coronel Florentino
Arenales.
Una Batería de Artillería al mando del capitán
Adolfo Klinger.
Los primeros disparos se dieron a las nueve y
media de la mañana. Al medio día, y luego de
un feroz combate, los patriotas conseguían la
victoria. Así es como Sucre daba su noticia oficial
de la gloriosa Batalla de Pichincha:
"(…) La toma de 160 oficiales prisioneros,1.100
de tropa, 14 piezas de Artillería, 1.700 fusiles y
cuantos elementos de guerra poseía el Ejército
Español; 400 cadáveres enemigos y 200 nuestros
han regado el campo de batalla; además tenemos
190 heridos de los españoles y 140 de los
nuestros …"
Con esta gloria, las trompetas del Pichincha y
los campanarios de Quito consagraron la Independencia
de Tierras Ecuatorianas y la libertad
de América. Es así como el 29 de mayo de
1.822, la antigua Real Audiencia de Quito se incorpora
al nuevo Estado; dando luz al gran sueño
del Libertador: la Gran Colombia.
Transcurridos cerca de catorce meses de la
epopeya en el Pichincha, una nueva amenaza
llegaba desde Pasto; eran las fuerzas del coronel
Agustín Agualongo quien ocupó Ibarra a
punta de saqueos y pregonaba sus servicios al
Con estas derrotas, varias ciudades de la
Sierra vuelven a ser parte del dominio
español. En estas circunstancias, se produce
la llegada del joven general de 26 años,
Antonio José de Sucre, al mando de setecientos
hombres armados y listos para retomar la campaña
emancipadora. Su presencia obedecía a
una disposición clara de Simón Bolívar: las tierras
de la antigua Real Audiencia de Quito debían
ser integradas a Colombia.
La campaña de Sucre inicia con el triunfo en el
Combate de Cone o de Yaguachi, el 19 de agosto
de 1.821; pero sufre una derrota el 12 de septiembre
del mismo año en Huachi.
Al parecer, la derrota de Huachi no hizo más
que elevar el espíritu de lucha de los patriotas,
lo que impulsó a organizar un ejército con
aproximadamente 3.000 hombres de la región;
incluidos argentinos, chilenos, peruanos, paraguayos
y uruguayos. Este gran ejército se fusionó
entre las tropas de la Audiencia de Quito y
tropas del Sur, enviadas por el general San Martín;
así, la campaña de esta época inició en Saraguro
hacia el norte, en persecución ofensiva
a los realistas que habían replegado en el sector
de Tixán.
Llegó el 21 de abril de 1.822; fecha en la que se
consolidó la victoria en el Combate de Tapi, cuya
acción de armas inicia en Riobamba y termina
en la llanura de Tapi. En este combate de
encuentro entre las caballerías patriota y realista,
se destaca la pericia y valentía del teniente
coronel argentino Juan de Lavalle, comandante
del escuadrón "Granaderos a Caballo de los Andes"
y del coronel venezolano Diego Ibarra.
Rey Don Fernando VII. Ante este peligro evidente,
el mismo Libertador Simón Bolívar
dirigió la "Batalla de Ibarra", el 17 de julio de
1.823. Esta fue la única contienda en la que
participó el Libertador en tierras ecuatorianas
\\\\\"VIVIR CON HONOR Y MORIR CON GLORIA\\\\\"
- guillermoricardo
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- Registrado: 01 Feb 2008, 16:13
LA BATALLA DE TARQUI.
Luego de varios años de creada la Gran Colombia,
la biografía militar del Distrito del
Sur bordeaba entre el anonimato y el apoyo
logístico a la Campaña del Perú, emprendida
por los libertadores. Al respecto, la historia
nos hace conocer que 30.000 ecuatorianos fueron
a luchar en la mencionada campaña; retornaron
apenas 2.000.
Luego de haber consolidado la independencia
y la unidad Latinoamericana; la codicia territorial
sumada a los intereses económicos del Perú
y la maledicencia dirigida en contra de los libertadores,
impulsaron al mariscal José Domingo
de La Mar a separar al Ecuador de la Gran
Colombia y así llegar a ser presidente de su país
natal. En este ambiente por demás extraño, se
da la famosa Batalla de Tarqui, el 27 de Febrero
de 1.829.
El Ejército Gran Colombiano, al mando del Mariscal
Sucre, orientaba sus fuerzas hacia el Sur;
con el apoyo del Batallón "Cedeño", Batallón
"Rifles", Batallón "Cauca", Batallón "Quito", Batallón
"Cazadores del Yaguachi" y Batallón "Caracas";
todos a buscar batalla contra las fuerzas
peruanas en las inmediaciones de Tarqui. En
esta acción de armas, el Ejército Nacional selló
su primera victoria con apenas 154 bajas y 206
heridos; comparado a los 2.500 hombres entre
muertos, heridos y prisioneros de las fuerzas
opuestas. De esta gloriosa batalla, Sucre inscribió
la siguiente leyenda en el Portete de Tarqui:
"El ejército peruano de ocho mil soldados que
invadió la tierra de sus libertadores, fue vencido
por cuatro mil bravos de Colombia, el 27 de
Febrero de 1.829".
Luego de varios años de creada la Gran Colombia,
la biografía militar del Distrito del
Sur bordeaba entre el anonimato y el apoyo
logístico a la Campaña del Perú, emprendida
por los libertadores. Al respecto, la historia
nos hace conocer que 30.000 ecuatorianos fueron
a luchar en la mencionada campaña; retornaron
apenas 2.000.
Luego de haber consolidado la independencia
y la unidad Latinoamericana; la codicia territorial
sumada a los intereses económicos del Perú
y la maledicencia dirigida en contra de los libertadores,
impulsaron al mariscal José Domingo
de La Mar a separar al Ecuador de la Gran
Colombia y así llegar a ser presidente de su país
natal. En este ambiente por demás extraño, se
da la famosa Batalla de Tarqui, el 27 de Febrero
de 1.829.
El Ejército Gran Colombiano, al mando del Mariscal
Sucre, orientaba sus fuerzas hacia el Sur;
con el apoyo del Batallón "Cedeño", Batallón
"Rifles", Batallón "Cauca", Batallón "Quito", Batallón
"Cazadores del Yaguachi" y Batallón "Caracas";
todos a buscar batalla contra las fuerzas
peruanas en las inmediaciones de Tarqui. En
esta acción de armas, el Ejército Nacional selló
su primera victoria con apenas 154 bajas y 206
heridos; comparado a los 2.500 hombres entre
muertos, heridos y prisioneros de las fuerzas
opuestas. De esta gloriosa batalla, Sucre inscribió
la siguiente leyenda en el Portete de Tarqui:
"El ejército peruano de ocho mil soldados que
invadió la tierra de sus libertadores, fue vencido
por cuatro mil bravos de Colombia, el 27 de
Febrero de 1.829".
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- guillermoricardo
- Soldado Primero
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- Registrado: 01 Feb 2008, 16:13
EL EJÉRCITO EN LOS
INICIOS DE LA ÉPOCA
REPUBLICANA.
Con el nacimiento del nuevo Estado Ecuatoriano,
la Primera Constituyente, celebrada
en Riobamba el 14 de agosto de
1.830, reconoció la importancia del poder militar,
describiendo así su existencia legal a través
de sus leyes:
"Art. 51 El destino de la fuerza armada es defender
la independencia de la patria, sostener
sus leyes y mantener el orden público…"
Nació la República; y con ella continuó la existencia
de un ejército basado en los ideales de la
libertad alcanzada por las guerras de independencia.
Pero esta realidad no estaba muy ausente
de los problemas políticos. ¿Sería tal vez
porque prevalecían los mandos extranjeros, o
porque al alcanzar la independencia y sus grandes
epopeyas, vendrían acciones de armas de
ínfima trascendencia por ser parte de guerras
intestinas y guerras civiles?.
El vertiginoso paso del tiempo permite apreciar
en esta reseña histórica del Ejército Ecuatoriano,
que en las primeras décadas de la vida republicana
sobresalen los siguientes acontecimientos:
• La primera creación del Colegio Militar, en
1.838, durante la presidencia de don Vicente
Rocafuerte.
Entre las luces y sombras que reflejaba la República
naciente, al respecto, Rocafuerte expresó
la siguiente realidad vinculada con el ejército
floreano:
"En el Ecuador hay 3 Comandantes Generales.
La Comandancia General de Cuenca es patrimonio
de un general venezolano; la del Guayas,
de un general irlandés; la de Pichincha, de
un general inglés. El Inspector General del Ejército
es un francés. … En la República hay 15 generales:
12 extranjeros y 3 del país (estos últimos
fuera del servicio). El primer batallón está
mandado por un venezolano; el segundo, por
un venezolano. … Todos los jefes principales de
los cuerpos son extranjeros. … Estos regimientos
compuestos de cabos y sargentos venezolanos
custodian la usurpación del general Flores. …
¡Ah, menos insolentes eran los opresores blancos
de la Península que los vándalos negros que los
han reemplazado!. …"
• El establecimiento de escuelas de enseñanza
primaria en todos los cuarteles, en 1.849, en el
período presidencial de don Vicente Ramón
Roca.
• La reconocida manumisión de los esclavos
negros y su incorporación inmediata a las filas
del ejército (Tauras). Este cambio social estuvo
encabezado por el Presidente de la República,
general José María Urbina.
• La participación del Ejército Nacional, en ayuda
humanitaria, ante la tragedia ocurrida en la
provincia de Imbabura a causa del terremoto
ocurrido en la madrugada del 16 de agosto de
1.868.
• La creación de la Escuela Regimentaria de Artillería,
en 1.861.
• La segunda creación de la "Escuela Práctica
de Cadetes", en la presidencia de don Gabriel
García Moreno.
• La reapertura del Colegio Militar, en 1.888, en
el período presidencial de don Antonio Flores
Jijón.
• La reapertura del Colegio Militar, en 1.892, en
la presidencia de don Luis Cordero.
INICIOS DE LA ÉPOCA
REPUBLICANA.
Con el nacimiento del nuevo Estado Ecuatoriano,
la Primera Constituyente, celebrada
en Riobamba el 14 de agosto de
1.830, reconoció la importancia del poder militar,
describiendo así su existencia legal a través
de sus leyes:
"Art. 51 El destino de la fuerza armada es defender
la independencia de la patria, sostener
sus leyes y mantener el orden público…"
Nació la República; y con ella continuó la existencia
de un ejército basado en los ideales de la
libertad alcanzada por las guerras de independencia.
Pero esta realidad no estaba muy ausente
de los problemas políticos. ¿Sería tal vez
porque prevalecían los mandos extranjeros, o
porque al alcanzar la independencia y sus grandes
epopeyas, vendrían acciones de armas de
ínfima trascendencia por ser parte de guerras
intestinas y guerras civiles?.
El vertiginoso paso del tiempo permite apreciar
en esta reseña histórica del Ejército Ecuatoriano,
que en las primeras décadas de la vida republicana
sobresalen los siguientes acontecimientos:
• La primera creación del Colegio Militar, en
1.838, durante la presidencia de don Vicente
Rocafuerte.
Entre las luces y sombras que reflejaba la República
naciente, al respecto, Rocafuerte expresó
la siguiente realidad vinculada con el ejército
floreano:
"En el Ecuador hay 3 Comandantes Generales.
La Comandancia General de Cuenca es patrimonio
de un general venezolano; la del Guayas,
de un general irlandés; la de Pichincha, de
un general inglés. El Inspector General del Ejército
es un francés. … En la República hay 15 generales:
12 extranjeros y 3 del país (estos últimos
fuera del servicio). El primer batallón está
mandado por un venezolano; el segundo, por
un venezolano. … Todos los jefes principales de
los cuerpos son extranjeros. … Estos regimientos
compuestos de cabos y sargentos venezolanos
custodian la usurpación del general Flores. …
¡Ah, menos insolentes eran los opresores blancos
de la Península que los vándalos negros que los
han reemplazado!. …"
• El establecimiento de escuelas de enseñanza
primaria en todos los cuarteles, en 1.849, en el
período presidencial de don Vicente Ramón
Roca.
• La reconocida manumisión de los esclavos
negros y su incorporación inmediata a las filas
del ejército (Tauras). Este cambio social estuvo
encabezado por el Presidente de la República,
general José María Urbina.
• La participación del Ejército Nacional, en ayuda
humanitaria, ante la tragedia ocurrida en la
provincia de Imbabura a causa del terremoto
ocurrido en la madrugada del 16 de agosto de
1.868.
• La creación de la Escuela Regimentaria de Artillería,
en 1.861.
• La segunda creación de la "Escuela Práctica
de Cadetes", en la presidencia de don Gabriel
García Moreno.
• La reapertura del Colegio Militar, en 1.888, en
el período presidencial de don Antonio Flores
Jijón.
• La reapertura del Colegio Militar, en 1.892, en
la presidencia de don Luis Cordero.
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- Registrado: 01 Feb 2008, 16:13
OBRAS Y HAZAÑAS DEL
“VIEJO LUCHADOR”
Luego de varias décadas de lucha insurgente, el
general Eloy Alfaro llegó al solio presidencial
con el apoyo de un ejército del pueblo llano,
reconocido en la historia como "Las Montoneras
de Alfaro"; donde se mezclaron entre sus filas
los montubios y los indios de la Sierra, para
dar paso a un nuevo destino de la patria basado
en la fusión del liberalismo y la necesidad
de modernizar el Estado ecuatoriano.
En cuanto a sus obras en favor del Ejército: en
el primer período de su gobierno (1.895-1.901)
resalta la creación definitiva del Colegio Militar
con el apoyo profesional de instructores militares
del Ejército de Chile, según decreto del 11
de diciembre de 1.899. A esta obra se sumó el
fortalecimiento de la Escuela de Clases y la profesionalización
del Ejército Ecuatoriano.
PRIMERAS ACCIONES
BÉLICAS DEL SIGLO XX
Otras acciones de armas que revela el coraje
del soldado ecuatoriano, son los combates de
Angoteros y Torres Causana. Estos hechos
se dieron en los años 1.903 y 1.904,en la confluencia
del río Curaray con el Napo, a causa de
una infiltración peruana a territorio ecuatoriano.
Este es el primer combate del siglo XX y
deja un saldo trágico de 19 muertos, entre ellos,
el teniente coronel Lauro Guerrero.
En el segundo período de gobierno alfarista
(1.907-1.911) su obra estaba destinada con mayor
entusiasmo a las obras civiles; sin embargo,
en 1.910 se produjo un intento de invasión peruana,
por lo que el mismo general Alfaro delegó
la presidencia para liderar un ejército de
25.000 soldados y 20.000 reservistas. Ventajosamente
no se llegaron a concretarse acciones bélicas
debido a la intervención mediadora y
oportuna de los Estados Unidos, Brasil y Argentina.
“VIEJO LUCHADOR”
Luego de varias décadas de lucha insurgente, el
general Eloy Alfaro llegó al solio presidencial
con el apoyo de un ejército del pueblo llano,
reconocido en la historia como "Las Montoneras
de Alfaro"; donde se mezclaron entre sus filas
los montubios y los indios de la Sierra, para
dar paso a un nuevo destino de la patria basado
en la fusión del liberalismo y la necesidad
de modernizar el Estado ecuatoriano.
En cuanto a sus obras en favor del Ejército: en
el primer período de su gobierno (1.895-1.901)
resalta la creación definitiva del Colegio Militar
con el apoyo profesional de instructores militares
del Ejército de Chile, según decreto del 11
de diciembre de 1.899. A esta obra se sumó el
fortalecimiento de la Escuela de Clases y la profesionalización
del Ejército Ecuatoriano.
PRIMERAS ACCIONES
BÉLICAS DEL SIGLO XX
Otras acciones de armas que revela el coraje
del soldado ecuatoriano, son los combates de
Angoteros y Torres Causana. Estos hechos
se dieron en los años 1.903 y 1.904,en la confluencia
del río Curaray con el Napo, a causa de
una infiltración peruana a territorio ecuatoriano.
Este es el primer combate del siglo XX y
deja un saldo trágico de 19 muertos, entre ellos,
el teniente coronel Lauro Guerrero.
En el segundo período de gobierno alfarista
(1.907-1.911) su obra estaba destinada con mayor
entusiasmo a las obras civiles; sin embargo,
en 1.910 se produjo un intento de invasión peruana,
por lo que el mismo general Alfaro delegó
la presidencia para liderar un ejército de
25.000 soldados y 20.000 reservistas. Ventajosamente
no se llegaron a concretarse acciones bélicas
debido a la intervención mediadora y
oportuna de los Estados Unidos, Brasil y Argentina.
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- guillermoricardo
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- Registrado: 01 Feb 2008, 16:13
EL EJÉRCITO
ECUATORIANO,
SIGLO XX
LA REVOLUCIÓN DE
ESMERALDAS
Pasaron apenas pocos meses del asesinato
de Eloy Alfaro cuando el coronel Carlos
Concha Torres decidió vengar la muerte
del viejo caudillo liberal, y exteriorizar la repulsa
al gobierno del general Leonidas Plaza Gutiérrez.
La revolución esmeraldeña se inicia en
la madrugada del 24 de septiembre de 1913,
con el asalto al cuartel de la policía y el consiguiente
hurto de armamento y munición.
Las abruptas selvas de la "Provincia Verde"
constituyeron los escenarios de una lucha inclaudicable
entre hermanos de la misma sangre,
pero enfrentados por "ideales" y convicciones
diferentes.
Las tropas convencionales gobiernistas, impreparadas
para combatir en terreno difícil y hostil,
fueron paulatinamente diezmadas
El Combate de Guayabo, donde fue masacrado
el Batallón "Constitución" y los de Atacames,
Camarones, La Propicia, La Boca, Las Piedras y
Río Verde; entre los más importantes e influyentes,
arrojaron resultados coyunturales de la sangrienta
contienda, y evidenciaron que ni la planificación
y dirección del jefe de la Misión Militar
Chilena, coronel Luis Cabrera, favorecieron
a las fuerzas gobiernistas porque en criterio del
Tcrn. Octaviano Marchán: "Ni en Chile, ni en
Alemania, nación en la que se educó militarmente
el coronel Cabrera existen bosques que
semejen en algo a nuestras selvas tropicales".
El 24 de febrero de 1915 fue capturado el caudillo
revolucionario, reemplazado luego por su
hermano de madre coronel Enrique Torres.
Con el apresamiento del coronel Concha las acciones
de combate disminuyeron y cesaron definitivamente
cuando el presidente Alfredo Baquerizo
Moreno (1916-1920), ofreció garantías
"a todos los revolucionarios que depongan las
armas y hagan ostensibles sus deseos de no continuar
en la labor que tantos infortunios ha
causado".
PROFESIONALIZACIÓN
DEL EJÉRCITO
ECUATORIANO.
Concluida la revolución del coronel Concha
iniciábase un período de pacificación
del país. Luego, en la administración
del presidente José Luis Tamayo (1920-
1924) y con la llegada en 1922 de la Misión Militar
italiana, presidida por el general Alejandro
Pirzio Biroli, se da pasos importantes en el progreso
profesional del Ejército. En efecto, el 16
de junio de 1922 se organizaba la Escuela de
Ingenieros Militares y en el transcurso del año
otras para las armas de Infantería, Caballería y
Artillería; se abren así mismo cursos de Educación
Física, Mariscalía y de Ametralladoras.
Por Decreto Ejecutivo de 13 de abril de 1923 se
creaba la Academia de Guerra del Ejército y nacía
oficialmente el 15 del mismo mes. Anteriormente,
en 1900, había sido ya concebida su
creación por la Misión Militar chilena, pero sin
que llegase a funcionar.
marzo de 1924 se organizaba la Inspectoría
General del Ejército y en octubre del mismo
año se definía la función específica del Ministerio
de Guerra y Marina cuando ejercía la función
de Ministro el doctor Luis Sotomayor y Luna.
La Revolución Juliana, inspirada y ejecutada por
oficiales jóvenes, con el propósito de cambiar
el caduco sistema social y económico del país,
interrumpió temporalmente las actividades de
la misión militar europea, pero antes de que
culminase el año 1925 reanudaba sus tareas con
renovado entusiasmo; al tiempo en que reiniciaban
sus labores la Academia de Guerra, las
escuelas de las diferentes armas, las de Sanidad
Militar y de Administración. En 1926 se introducían
ciertas reformas a la Ley Orgánica Militar,
entre las que se destaca el incremento a siete
zonas militares (habían cuatro), que dividían
operativamente el territorio nacional.
En 1937 continuaban funcionando diferentes
cursos dirigidos por un segundo grupo de profesores
e instructores italianos, cuyo contrato
"fue definitivamente rescindido el 14 de noviembre
de 1940".
UN PERÍODO DE CRISIS
INSTITUCIONAL
(1930-1940)
Después de la revolución juliana y luego
del gobierno del doctor Isidro Ayora, el
país ingresa en un período realmente
peligroso y difícil, propiciado por la violencia,
los enfrentamientos armados, la inestabilidad
política y la desunión de los ecuatorianos.
El triunfo del señor Neptalí Bonifaz en las elecciones
de 1931 constituyó el detonante de la
explosión de violencia. Así lo señala Eduardo
Muñoz Borrero en su obra "En el Palacio de Carondelet":
"Los izquierdistas y en general los
oponentes al candidato triunfante no podían
resignarse a la pérdida. Argumentaron que Bonifaz
había sido peruano y esto produjo impresión
y se perfilaban intentos revolucionarios".
Efectivamente, la ciudad de Tulcán constituiría
el escenario de la violencia: el batallón "Manabí"
fue atacado por un grupo de complotados
adeptos a Neptalí Bonifaz. Sin embargo, la acción
decidida de elementos de la guardia y la
incorporación inmediata de los "francos" de la
unidad lograron dominar a los rebeldes, luego
de varias horas de tenaz y encarnizada lucha.
El 7 de abril de 1932 se sublevaba el comandante
Ildefonso Mendoza (protagonista de la
Revolución Juliana), cuando se apoderaba del
cañonero "Cotopaxi" y del buque "Atahualpa"
que se encontraban atracados frente al malecón.
No obstante, la denominada "Guerra del
Golfo de Guayaquil" no tuvo mayor trascendencia
porque las fuerzas gobiernistas, el 11 de
abril, sometieron sin dificultad alguna a los revoltosos.
De todas maneras seguían los bonifacistas
empeñados en defender la Constitución y
de paso encumbrar a su líder a la presidencia
de la República. Para cumplir sus propósitos
merodeaban discretamente los cuarteles de la
Plaza de Quito. El Regimiento de Artillería No.
1 "Bolívar" y los batallones "Constitución" y "
Manabí" No. 6, además de un grupo de policías
nacionales y elementos civiles del grupo "Compactación
Obrera", quienes se encontraban
comprometidos con los sediciosos, no así otras
unidades de la ciudad como el Regimiento "Yaguachi"
y el Batallón "Montúfar". Ante la gravedad
de la situación el mando militar decidió
conformar la "División de Operaciones del Sur"
con asiento inicial en Latacunga, y el "Destacamento
del Norte", organizado con unidades y
"columnas" en la provincia del Carchi.
El 29 de agosto iniciábanse los sangrientos
combates en diferentes lugares de la ciudad de
Quito. Los rebeldes, en evidente inferioridad
numérica, contrarrestaron a su poderoso adversario
desde posiciones dominantes y estratégicas.
El 30, los ministros plenipotenciarios de Estados
Unidos, Panamá, Francia y los encargados
de negocios de Cuba e Inglaterra trataron inútilmente,
a través de la vía diplomática, de evitar
la sangrienta lucha armada.
El 31, proveniente de Guayaquil, llegaba para
reforzar a las tropas gobiernistas el Batallón de
Infantería No. 2 "Quito".
El 1 de septiembre, los rebeldes hacían esfuerzos
desesperados por restablecer las posiciones
cedidas y reorganizar la defensa, pero a las 5 de
la tarde un mensaje del Ministro de Francia hacía
conocer que entraba en vigencia el convenio
de cesar las hostilidades, previa la suscripción
de un acuerdo en términos convenientes
para las dos partes.
Las consecuencias del insensato enfrentamiento
lo sufrió, además del país, el Ejército Ecuatoriano.
Unidades completas fueron trasladadas a
otros lugares de guarnición, se las disolvió a
otras, como los batallones "Manabí", "Constitución"
y el Regimiento "Bolívar"; se aprovechó
para crear el Batallón No. 8 "España", el Regimiento
de Artillería "Tarqui" y se reformaba el
reglamento de reparticiones y dotaciones del
Ejército. (Decreto No. 66 del 13 de enero de
1933).
El 18 de mayo se sublevan en Riobamba el Batallón
No. 7 "Carchi" y el Regimiento No. 2 "Sucre",
además del Batallón "Chimborazo" de
guarnición en Ambato.
Nuevamente para aplacar la sublevación, el
mando militar organizaba el "Ejército del Centro"
y la "División del Sur". El 20 de mayo, el
sector denominado Tapi fue testigo de la confrontación
entre los dos circunstanciales adversarios,
con resultado favorable para las fuerzas
gobiernistas que recuperaron el control de Riobamba
y liberaron al jefe de zona al que los sediciosos
mantenían cautivo.
Ni el litigio de Leticia que comprometía al Perú,
Colombia y Ecuador motivaba que éste fortaleciera
la unidad nacional y potenciara a la
Institución Armada, porque en criterio de Alfredo
Pareja Diezcanseco: "Si hubiese estallado la
guerra se habría combatido en nuestro territorio,
pues así lo exigía la geografía y el resultado
final entrañaba la trágica posibilidad de nuestra
desaparición como país".
El 1 de septiembre de 1934 iniciábase la presidencia
Constitucional del Dr. José María Velasco
Ibarra, pero al año siguiente se proclamaba
dictador con el supuesto apoyo del Batallón
"Imbabura", pero comprobó de inmediato que
no tenía el respaldo militar que habría concretado
sus afanes dictatoriales. " Me precipité sobre
las bayonetas" fue la reflexión que exteriorizaba
su derrota y frustración.
El 28 de noviembre de 1938 se sublevaba la tropa
del regimiento "Calderón". La rebelión fue
controlada luego de cuatro horas de enfrentamiento
por las unidades leales al gobierno y
aquellas que guarnecían la capital de la República:
batallones de Infantería "Quito" y "Manabí",
Regimiento de Caballería "Yaguachi" y Batallón
de Ingenieros "Esmeraldas".
Pero los problemas que experimentaba el país
no eran sólo de índole política y militar; apareció
también otro de orden internacional: en octubre
de 1938 se suspendían, sin alcanzar resultados
positivos, las conferencias de Washington
entre las delegaciones de Ecuador y Perú, tendientes
a solucionar el ancestral problema limítrofe
de los dos países. Pero lo más grave de
la situación imperante: el Perú acusaba a su vecino
de incrementar puestos militares fronterizos
e invadir territorio ajeno, como nos da a
entender un historiador peruano: "En 1938,
1939 y 1940 han ocurrido algunos incidentes
determinados por intentos de guarniciones
ecuatorianas de tomar nuevas posiciones en
violación de la línea del Statu Quo que han sido
protestadas por el Perú".
LA CAMPAÑA
INTERNACIONAL
DE 1941
Los indicios de que el Perú se preparaba
para iniciar operaciones ofensivas eran cada
vez más evidentes. El conocimiento
que tenía del adversario era bastante claro: "Su
preparación militar es mediocre como así mismo
el valor de sus cuadros superiores, los que en
su mayor parte están contaminados por la política".
La Prensa peruana, igualmente, hacía conocer
de los aprestos bélicos de su país; además, oficiales
de alta jerarquía no ocultaban sus intenciones
agresivas: "Esta vez no permitiremos al
Ecuador otros desmanes ya que como nunca la
ocasión es propicia para hacernos respetar, dadas
las divergencias y disturbios interiores que
disminuyen las posibilidades de este indeseable
vecino". Paralelamente el Perú organizaba el
Agrupamiento del Norte, como "Gran unidad
de Batalla", para que se empleara en el Teatro
de Operaciones Norte (TON). El comando del
agrupamiento fue confiado al general Eloy
Urreta. En la contraparte, el Gobierno y el mando
militar ecuatorianos hacían poco o casi nada
por reforzar las fronteras.
PRELIMINARES DE
LA INVASIÓN
El 5 de julio de 1941 una patrulla ecuatoriana
que recorría el sector de "El bramador"
(Noroeste de Huaquillas) fue atacada
sorpresivamente por tropas peruanas. Simultáneamente
se generalizaron los combates
en los frentes de Huaquillas, Chacras, Balsalito,
Huabillo, Carcabón y Quebrada Seca. La jornada
culminó aproximadamente a las 5 de la tarde.
Los soldados ecuatorianos David Narváez y
Francisco Coronel constituyeron los primeros
mártires de la agresión.
Al día siguiente continuaron los ataque a otros
puestos militares ecuatorianos (Rancho Chico,
Alto Matapalo y Corral Viejo), y sufrieron continuos
bombardeos las pequeñas poblaciones de
Chacras y Guabillo. Sin haber podido conseguir
en esos dos días un resultado positivo, pero
sí evaluar la situación de su adversario, desistió
el Perú de continuar las operaciones ofensivas,
para prepararse mejor y dar el zarpazo final.
Entonces recién reaccionaba el Gobierno y el
mando militar del Ecuador: se pretende organizar,
aunque teóricamente, la V Brigada, comandada
por el coronel Luis Rodríguez y con un Estado
Mayor integrado con alumnos de la Académia
de Guerra; se enviaba apuradamente a la
frontera personal de oficiales y tropa que desconocían
el medio; ingenieros y artilleros que
combatieron como infantes; personal de carabineros
sin la preparación requerida; se improvisaba
mandos y se pretendía a destiempo prepararse
para hacer frente a una fuerza superior.
EL DÍA "D"
La pequeña tregua propiciada por el mismo
ejército peruano sirvió para que éste, ya
convenientemente organizado y armado,
ataque en la madrugada del 23 de julio a los
puestos militares ecuatorianos del cordón fronterizo
de la provincia de El Oro. Fuego intenso
de artillería, morteros, armas pesadas y bombardeos
aéreos ablandaban las posiciones ecuatorianas
y permitían el avance de las tropas sureñas.
Luego de tenaz resistencia, los defensores
de Alto Matapalo tuvieron que replegarse
hacia las montañas; lo mismo ocurría después
con Rancho Chico y Corral Viejo. El fuego de
preparación, hostigamiento y destrucción de la
artillería y los morteros fue orientado a los
puestos de La Bomba, Casitas, El Caucho, Quebrada
Seca, Balsalito, Chacras y Huaquillas; es
decir, las intenciones de las tropas peruanas
eran lanzar un ataque masivo y simultáneo en
los diferentes frentes del Zarumilla.
Las poblaciones de Huaquillas, Chacras y Quebrada
Seca constituían objetivos apetitosos para
las apreciaciones del mando militar peruano;
por tanto, fueron atacadas con la prioridad requerida,
pero sin soslayar objetivos alternos o
intermedios.
Las posiciones ecuatorianas defendidas por los
batallones "Cayambe", "Montecristi" y fracciones
del "Carchi", además de alícuotas del Grupo de
Artillería "Mariscal Sucre" y del batallón de ingenieros
"Córdova", fueron atacadas con todos
los medios terrestres y aéreos disponibles. Sin
embargo de la intensidad de los ataques no hubo
irrupción del dispositivo durante el día 23.
Al día siguiente, los combatientes ecuatorianos
comenzaron a ceder posiciones y el 25 de julio
iniciaban la ocupación de la segunda línea de
resistencia, materializada por la Quebrada Bejucal.
Entre tanto habían ya caído en acción de
armas el capitán Galo Molina, el teniente Carlos
Díaz, el subteniente Gustavo Ledesma (herido de gravedad y fallecido posteriormente en Talara)
y decenas de heroicos soldados, además del
teniente Edmundo Chiriboga con todo su pelotón,
como atestigua la inscripción de una rústica
cruz encontrada cerca de Chacras: "Tnte.
César E. Chiriboga González y 25 hombres de
tropa caídos el 25 de julio de 1941".
Paralelamente, los días 23 y 24 del mismo mes,
el aviso "Atahualpa" de la Armada Nacional sufrió
ataques aéreos en Puerto Bolívar y en el
trayecto de regreso a Guayaquil. Los ataques
fueron repelidos exitosamente sin que sufriese
bajas la tripulación ni daño alguno la pequeña
nave. Así mismo, el 25 de julio se producía el
denominado Combate Naval de "Jambelí" entre
el cañonero "Calderón" y el poderoso destructor
peruano "Almirante Villar". En aquella acción
naval el "Calderón" se cubrió de gloria,
dando lustre y prestigio a nuestra Fuerza Naval.
En la tripulación de las dos naves ecuatorianas
actuaron clases y conscriptos artilleros del Ejército,
accionando los cañones antiaéreos "Breda".
En conclusión, la mayoría de los ataques peruanos
presentaban las mismas características:
concentraciones y fuegos de preparación de artillería
y morteros; apoyo de medios aéreos disponibles
y una acción terrestre frontal de fijación,
complementada de otra de desdoblamiento
en cualquiera de los flancos.
EN LA PROVINCIA
DE LOJA
Los mandos peruanos planificaron orientar
la conducción estratégica hacia el área del
río Zarumilla y una acción secundaria de
distracción en las zonas de Macará y Zapotillo,
para evitar la concurrencia de las tropas de estas
jurisdicciones en apoyo a las unidades de El
Oro. Hasta antes de la agresión las unidades
ecuatorianas que guarnecían la provincia de Loja
eran las siguientes: batallones de Infantería
"España", "Tulcán", "Macará", fracción independiente
"Loja" y compañía de carabineros "Loja",
con un total aproximado de 800 efectivos.
Para facilitar las operaciones defensivas fue
compartimentado el teatro de operaciones en
cuatro sectores: Sector Cariamanga-Macará,
Amaluza, Catacocha-Celica-Alamor y el sector
de Loja comandado por el teniente coronel César
Alfaro.
Pretextando que ciudadanos "ebrios" habrían
ofendido al escudo peruano del consulado de
Macará, en la tarde del 25 de julio, baterías de
artillería peruanas abrieron fuego contra nuestras
posiciones, iniciándose luego el ataque de
la Infantería y Caballería sureñas y el posterior
saqueo e incendio de Macará. El 10 de agosto
fue prácticamente destruido por el fuego de
morteros y artillería la población de Zapotillo.
En definitiva, las operaciones ofensivas se realizaron
para impedir el refuerzo, desde Loja, a
las unidades ecuatorianas de El Oro que ocupaban
la segunda línea de resistencia (quebrada
Bejucal), considerando que se había ya bloqueado
la línea de comunicaciones marítima
que unía Guayaquil con la provincia orense.
ATAQUE A LOS PUESTOS
MILITARES DEL ORIENTE.
La promesa del Ministro de Guerra peruano de
cesar las hostilidades a partir del 31 de julio fue
sólo un anuncio retórico; pues el mismo día el
Perú agredía a las guarniciones de Tarqui, Yaupi,
Santiago, Rocafuerte, Zancudo, Río Corrientes,
Tonegrama, Andoas, Huachi y otras. Apenas
tres batallones de infantería ecuatorianos
resguardaban la soberanía del Oriente amazónico
de nuestro país: los batallones "Ecuador",
"Oriente" y "Patria". Cada uno de ellos tenía la
responsabilidad de cubrir una frontera sobreextendida,
imposible de proteger y defender satisfactoriamente.
El 31 de julio sufría la agresión peruana el destacamento
de "Tarqui", ubicado en la confluencia
de los ríos Nashiño y Curaray, al mando de
Sbte. Maximiliano Rodríguez. Durante el combate
cayó fulminado el oficial ecuatoriano, tomó
de inmediato el mando el cabo Luis Minacho
hasta sucumbir en la contienda. Como resultado
final del combate: muertos, heridos y
prisioneros ecuatorianos, combatieron sin amilanarse
a un adversario extremadamente superior.
El 1 de agosto fue atacado el puesto militar de
Yaupi, comandado por el subteniente Alberto
Vinueza e integrado por nueve combatientes de
tropa. Tres de ellos sucumbieron en combate.
(soldados Cisneros, Tipantuña y Orellana), cuatro
cayeron prisioneros y tres lograron escapar
e integrarse al destacamento de Santiago.
El 2 de agosto, el destacamento militar "Santiago",
comandado por el subteniente Hugo Ortiz
sufría el ataque por parte de una compañía reforzada.
Luego de tenaz resistencia las posiciones
ecuatorianas defendidas por un oficial,
un cabo y nueve soldados, inclusive los tres
que se incorporaron de Yaupi, cedieron a la superioridad
enemiga. La muerte heroica del subteniente
Ortiz fue resaltada inclusive por el general
peruano Felipe de La Barra: "En esta acción
hubo de lamentarse la muerte del valeroso
subteniente Hugo Ortiz, cuyos restos fueron debidamente
honrados por los peruanos..."
El 11 de agosto, la guarnición de Rocafuerte, en
la confluencia de los ríos Napo y Aguarico, sufrió
el ataque masivo de las tropas peruanas,
apoyadas por medios aéreos y fuego de las cañoneras
disponibles. Después de varias horas
de combate caía en poder de los peruanos Rocafuerte
y sucesivamente los puestos militares
de Lagartococha, Redondococha y Cuyabeno.
La toma de Rocafuerte motivó el doloroso éxodo
a través de la selva de pobladores y familiares
de tropa, resultando la inesperada aventura:
"la muerte de 6 criaturas que perecieron ahogadas",
como hace constar en su parte el comandante
de Rocafuerte, mayor Carlos Encalada.
Los puestos militares de González Suárez, Río
Corrientes, Tonegrama, Andoas y Huachi integrados
con personal del batallón "Patria", (Comandante
mayor Flavio Muñoz), por su aislamiento,
falta de medios logísticos y de comunicación,
fueron sucesivamente víctimas de la
agresión.
POROTILLO Y PANUPALI.
Ocupada una buena parte de la provincia
de El Oro, el Perú habría pretendido
direccionar su avance hacia Cuenca,
utilizando el eje: Pasaje-Uzhcurrumi-Girón.
Los indicios para que esto ocurriese se reflejaban
en los continuos reconocimientos que las
tropas peruanas, acantonadas en Pasaje, desplegaban
en el sector.
El mando militar ecuatoriano decidió impedir
nuevas infiltraciones a otras provincias: dispuso
que fracciones del personal del Grupo "Yaguachi",
del Batallón "Jaramijó" y del Batallón
de Ingenieros “Montúfar” planificaran y ejecutaran
una emboscada. Ésta se desarrolló el 1 de
septiembre, en el sitio denominado Porotillo,
cuando un pelotón del regimiento de caballería
No. 5 peruano avanzaba en tareas de reconocimiento.
La acción duró 15 minutos aproximadamente
y el resultado final fue: 3 oficiales y 25
de tropa muertos, un prisionero y un clase que
logró escapar, además de la captura de armamento,
munición y otros pertrechos de combate
del Ejército Peruano.
Sin embargo, otro pelotón peruano había sido
detectado en el sector de Panupali. El capitán
Moisés Oliva, del Grupo de Caballería "Yaguachi",
recibió la misión de desalojar al enemigo.
El 18 de septiembre el dispositivo de ataque estaba
listo: La escuadra del subteniente Zurita
maniobraría por el flanco izquierdo; el teniente
Plaza, por el flanco derecho y el capitán Oliva
irrumpiría por el centro. El ataque sorpresivo
resultó exitoso, aunque costó la vida de tres
compatriotas: sargento Rafael Grau, cabo Miguel
Vaca y conscripto Jacinto Flores.
Una vez que habían disminuido las tensiones se
firmó entre las partes litigantes, el 2 de octubre,
el Acuerdo de Talara y luego, el 29 de enero de
1942, el Protocolo de Río de Janeiro.
LA REVOLUCIÓN DE
MAYO DE 1944 (La Gloriosa)
Fue consecuencia de la debacle del 41, de
la desmembración territorial en 1942 y la
política represiva del Gobierno de turno.
Jóvenes oficiales fraguaban clandestinamente el
golpe, teniendo como base el Grupo de Artillería
"Villamil" y los batallones "Carchi", "Chimborazo"
y elementos civiles comprometidos. A
partir de las 22h30 del 28 de mayo, el cuartel de
carabineros fue atacado y el combate continuó
hasta las siete de la mañana del día siguiente.
El Cuerpo de Carabineros había sido liquidado,
renunciaba luego el presidente Arroyo del Río.
El Dr. José María Velasco Ibarra fue designado
jefe supremo de la República, y después, la
Asamblea Constituyente del mismo año lo proclamó
Presidente Constitucional del Ecuador.
No obstante, en 1946 se proclamaba dictador lo
que propició el combate de Socavón, con la derrota
de las fuerzas gobiernistas, situación que
motivaría la salida de Velasco Ibarra y que coronel
Carlos Mancheno ejerciera, aunque efímeramente,
el poder dictatorial.
LA DÉCADA DE 1950
En 1952 ejercía nuevamente la presidencia
de la República el Dr. Velasco Ibarra. El
equipamiento de la Institución Armada
fue una de sus prioridades, como reconoce un
notable personaje ecuatoriano: "Adquirió modernos
destructores, aviones Douglas C-47,
bombarderos Camberra y cazas Meteor..."
En junio de 1956, llegaba la segunda Misión Militar
chilena, en que constaba el mayor Augusto
Pinochet, para asumir la docencia en la Academia
de Guerra del Ejército, que se reabría el
26 de junio.
En el mismo año funcionaba con siete aspirantes
el primer curso de pilotos militares, con el
propósito de organizar el Servicio Aéreo del
Ejército (SAE).
El 29 de octubre de 1956, en las inmediaciones
de Salinas, empleado un Avión C-47 de la Fuerza
Aérea, un grupo de oficiales y tropa del ejército
comandado por el entonces capitán Alejandro
Romo, realizaba el primer salto en paracaídas,
dando inició a la fructífera vida de unidades
élite que años más tarde constituirían las
fuerzas especiales del Ejército Ecuatoriano.
INICIOS DE LA
INSURGENCIA Y
DICTADURAS MILITARES.
En 1962, un grupo de seudo guerrilleros
(Tropas Revolucionarias Ecuatorianas Secretas)
concentrado en una hacienda rural
de Santo Domingo de los Colorados, fue
capturado por tropas paracaidistas del Ejército,
desarticulando por el momento la intención de
implantar la insurgencia en el país.
El 26 de noviembre de 1962, las Transmisiones,
(hoy Comunicaciones) se transformaba en la
sexta Arma del Ejército, obedeciendo a la actualización
de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas.
El 11 de julio de 1963 asumía el poder de la República
una Junta Militar integrada por el capitán
de navío, Ramón Castro Jijón; los coroneles
del Ejército Luis Cabrera Sevilla, Marcos Gándara
Enríquez y el teniente coronel de la Fuerza
Aérea, Guillermo Freile Posso.
Entre las obras de adelanto social destacadas en
este período, sobresale la innovación de la Reforma
Agraria.
El 15 de febrero de 1972 ocupaba el solio presidencial
el general Guillermo Rodríguez Lara,
presidiendo un Gobierno “Nacionalista Revolucionario”.
Fueron varios los programas de beneficio social
ejecutados en su administración; además, le correspondió
ser protagonista de un hecho histórico
de vital importancia: el Ecuador se convertía
en país exportador de petróleo.
En enero de 1976, conformábase el Consejo Supremo
de Gobierno de las Fuerzas Armadas.
Lo integraban el vicealmirante Alfredo Poveda
Burbano y los generales Guillermo Durán Arcentales
y Luis Leoro Franco. El Consejo Supremo
adoptó la decisión histórica de reimplantar
la democracia en el país, cuando entregaba la
dirección del Estado al joven político guayaquileño:
Jaime Roldós Aguilera.
ECUATORIANO,
SIGLO XX
LA REVOLUCIÓN DE
ESMERALDAS
Pasaron apenas pocos meses del asesinato
de Eloy Alfaro cuando el coronel Carlos
Concha Torres decidió vengar la muerte
del viejo caudillo liberal, y exteriorizar la repulsa
al gobierno del general Leonidas Plaza Gutiérrez.
La revolución esmeraldeña se inicia en
la madrugada del 24 de septiembre de 1913,
con el asalto al cuartel de la policía y el consiguiente
hurto de armamento y munición.
Las abruptas selvas de la "Provincia Verde"
constituyeron los escenarios de una lucha inclaudicable
entre hermanos de la misma sangre,
pero enfrentados por "ideales" y convicciones
diferentes.
Las tropas convencionales gobiernistas, impreparadas
para combatir en terreno difícil y hostil,
fueron paulatinamente diezmadas
El Combate de Guayabo, donde fue masacrado
el Batallón "Constitución" y los de Atacames,
Camarones, La Propicia, La Boca, Las Piedras y
Río Verde; entre los más importantes e influyentes,
arrojaron resultados coyunturales de la sangrienta
contienda, y evidenciaron que ni la planificación
y dirección del jefe de la Misión Militar
Chilena, coronel Luis Cabrera, favorecieron
a las fuerzas gobiernistas porque en criterio del
Tcrn. Octaviano Marchán: "Ni en Chile, ni en
Alemania, nación en la que se educó militarmente
el coronel Cabrera existen bosques que
semejen en algo a nuestras selvas tropicales".
El 24 de febrero de 1915 fue capturado el caudillo
revolucionario, reemplazado luego por su
hermano de madre coronel Enrique Torres.
Con el apresamiento del coronel Concha las acciones
de combate disminuyeron y cesaron definitivamente
cuando el presidente Alfredo Baquerizo
Moreno (1916-1920), ofreció garantías
"a todos los revolucionarios que depongan las
armas y hagan ostensibles sus deseos de no continuar
en la labor que tantos infortunios ha
causado".
PROFESIONALIZACIÓN
DEL EJÉRCITO
ECUATORIANO.
Concluida la revolución del coronel Concha
iniciábase un período de pacificación
del país. Luego, en la administración
del presidente José Luis Tamayo (1920-
1924) y con la llegada en 1922 de la Misión Militar
italiana, presidida por el general Alejandro
Pirzio Biroli, se da pasos importantes en el progreso
profesional del Ejército. En efecto, el 16
de junio de 1922 se organizaba la Escuela de
Ingenieros Militares y en el transcurso del año
otras para las armas de Infantería, Caballería y
Artillería; se abren así mismo cursos de Educación
Física, Mariscalía y de Ametralladoras.
Por Decreto Ejecutivo de 13 de abril de 1923 se
creaba la Academia de Guerra del Ejército y nacía
oficialmente el 15 del mismo mes. Anteriormente,
en 1900, había sido ya concebida su
creación por la Misión Militar chilena, pero sin
que llegase a funcionar.
marzo de 1924 se organizaba la Inspectoría
General del Ejército y en octubre del mismo
año se definía la función específica del Ministerio
de Guerra y Marina cuando ejercía la función
de Ministro el doctor Luis Sotomayor y Luna.
La Revolución Juliana, inspirada y ejecutada por
oficiales jóvenes, con el propósito de cambiar
el caduco sistema social y económico del país,
interrumpió temporalmente las actividades de
la misión militar europea, pero antes de que
culminase el año 1925 reanudaba sus tareas con
renovado entusiasmo; al tiempo en que reiniciaban
sus labores la Academia de Guerra, las
escuelas de las diferentes armas, las de Sanidad
Militar y de Administración. En 1926 se introducían
ciertas reformas a la Ley Orgánica Militar,
entre las que se destaca el incremento a siete
zonas militares (habían cuatro), que dividían
operativamente el territorio nacional.
En 1937 continuaban funcionando diferentes
cursos dirigidos por un segundo grupo de profesores
e instructores italianos, cuyo contrato
"fue definitivamente rescindido el 14 de noviembre
de 1940".
UN PERÍODO DE CRISIS
INSTITUCIONAL
(1930-1940)
Después de la revolución juliana y luego
del gobierno del doctor Isidro Ayora, el
país ingresa en un período realmente
peligroso y difícil, propiciado por la violencia,
los enfrentamientos armados, la inestabilidad
política y la desunión de los ecuatorianos.
El triunfo del señor Neptalí Bonifaz en las elecciones
de 1931 constituyó el detonante de la
explosión de violencia. Así lo señala Eduardo
Muñoz Borrero en su obra "En el Palacio de Carondelet":
"Los izquierdistas y en general los
oponentes al candidato triunfante no podían
resignarse a la pérdida. Argumentaron que Bonifaz
había sido peruano y esto produjo impresión
y se perfilaban intentos revolucionarios".
Efectivamente, la ciudad de Tulcán constituiría
el escenario de la violencia: el batallón "Manabí"
fue atacado por un grupo de complotados
adeptos a Neptalí Bonifaz. Sin embargo, la acción
decidida de elementos de la guardia y la
incorporación inmediata de los "francos" de la
unidad lograron dominar a los rebeldes, luego
de varias horas de tenaz y encarnizada lucha.
El 7 de abril de 1932 se sublevaba el comandante
Ildefonso Mendoza (protagonista de la
Revolución Juliana), cuando se apoderaba del
cañonero "Cotopaxi" y del buque "Atahualpa"
que se encontraban atracados frente al malecón.
No obstante, la denominada "Guerra del
Golfo de Guayaquil" no tuvo mayor trascendencia
porque las fuerzas gobiernistas, el 11 de
abril, sometieron sin dificultad alguna a los revoltosos.
De todas maneras seguían los bonifacistas
empeñados en defender la Constitución y
de paso encumbrar a su líder a la presidencia
de la República. Para cumplir sus propósitos
merodeaban discretamente los cuarteles de la
Plaza de Quito. El Regimiento de Artillería No.
1 "Bolívar" y los batallones "Constitución" y "
Manabí" No. 6, además de un grupo de policías
nacionales y elementos civiles del grupo "Compactación
Obrera", quienes se encontraban
comprometidos con los sediciosos, no así otras
unidades de la ciudad como el Regimiento "Yaguachi"
y el Batallón "Montúfar". Ante la gravedad
de la situación el mando militar decidió
conformar la "División de Operaciones del Sur"
con asiento inicial en Latacunga, y el "Destacamento
del Norte", organizado con unidades y
"columnas" en la provincia del Carchi.
El 29 de agosto iniciábanse los sangrientos
combates en diferentes lugares de la ciudad de
Quito. Los rebeldes, en evidente inferioridad
numérica, contrarrestaron a su poderoso adversario
desde posiciones dominantes y estratégicas.
El 30, los ministros plenipotenciarios de Estados
Unidos, Panamá, Francia y los encargados
de negocios de Cuba e Inglaterra trataron inútilmente,
a través de la vía diplomática, de evitar
la sangrienta lucha armada.
El 31, proveniente de Guayaquil, llegaba para
reforzar a las tropas gobiernistas el Batallón de
Infantería No. 2 "Quito".
El 1 de septiembre, los rebeldes hacían esfuerzos
desesperados por restablecer las posiciones
cedidas y reorganizar la defensa, pero a las 5 de
la tarde un mensaje del Ministro de Francia hacía
conocer que entraba en vigencia el convenio
de cesar las hostilidades, previa la suscripción
de un acuerdo en términos convenientes
para las dos partes.
Las consecuencias del insensato enfrentamiento
lo sufrió, además del país, el Ejército Ecuatoriano.
Unidades completas fueron trasladadas a
otros lugares de guarnición, se las disolvió a
otras, como los batallones "Manabí", "Constitución"
y el Regimiento "Bolívar"; se aprovechó
para crear el Batallón No. 8 "España", el Regimiento
de Artillería "Tarqui" y se reformaba el
reglamento de reparticiones y dotaciones del
Ejército. (Decreto No. 66 del 13 de enero de
1933).
El 18 de mayo se sublevan en Riobamba el Batallón
No. 7 "Carchi" y el Regimiento No. 2 "Sucre",
además del Batallón "Chimborazo" de
guarnición en Ambato.
Nuevamente para aplacar la sublevación, el
mando militar organizaba el "Ejército del Centro"
y la "División del Sur". El 20 de mayo, el
sector denominado Tapi fue testigo de la confrontación
entre los dos circunstanciales adversarios,
con resultado favorable para las fuerzas
gobiernistas que recuperaron el control de Riobamba
y liberaron al jefe de zona al que los sediciosos
mantenían cautivo.
Ni el litigio de Leticia que comprometía al Perú,
Colombia y Ecuador motivaba que éste fortaleciera
la unidad nacional y potenciara a la
Institución Armada, porque en criterio de Alfredo
Pareja Diezcanseco: "Si hubiese estallado la
guerra se habría combatido en nuestro territorio,
pues así lo exigía la geografía y el resultado
final entrañaba la trágica posibilidad de nuestra
desaparición como país".
El 1 de septiembre de 1934 iniciábase la presidencia
Constitucional del Dr. José María Velasco
Ibarra, pero al año siguiente se proclamaba
dictador con el supuesto apoyo del Batallón
"Imbabura", pero comprobó de inmediato que
no tenía el respaldo militar que habría concretado
sus afanes dictatoriales. " Me precipité sobre
las bayonetas" fue la reflexión que exteriorizaba
su derrota y frustración.
El 28 de noviembre de 1938 se sublevaba la tropa
del regimiento "Calderón". La rebelión fue
controlada luego de cuatro horas de enfrentamiento
por las unidades leales al gobierno y
aquellas que guarnecían la capital de la República:
batallones de Infantería "Quito" y "Manabí",
Regimiento de Caballería "Yaguachi" y Batallón
de Ingenieros "Esmeraldas".
Pero los problemas que experimentaba el país
no eran sólo de índole política y militar; apareció
también otro de orden internacional: en octubre
de 1938 se suspendían, sin alcanzar resultados
positivos, las conferencias de Washington
entre las delegaciones de Ecuador y Perú, tendientes
a solucionar el ancestral problema limítrofe
de los dos países. Pero lo más grave de
la situación imperante: el Perú acusaba a su vecino
de incrementar puestos militares fronterizos
e invadir territorio ajeno, como nos da a
entender un historiador peruano: "En 1938,
1939 y 1940 han ocurrido algunos incidentes
determinados por intentos de guarniciones
ecuatorianas de tomar nuevas posiciones en
violación de la línea del Statu Quo que han sido
protestadas por el Perú".
LA CAMPAÑA
INTERNACIONAL
DE 1941
Los indicios de que el Perú se preparaba
para iniciar operaciones ofensivas eran cada
vez más evidentes. El conocimiento
que tenía del adversario era bastante claro: "Su
preparación militar es mediocre como así mismo
el valor de sus cuadros superiores, los que en
su mayor parte están contaminados por la política".
La Prensa peruana, igualmente, hacía conocer
de los aprestos bélicos de su país; además, oficiales
de alta jerarquía no ocultaban sus intenciones
agresivas: "Esta vez no permitiremos al
Ecuador otros desmanes ya que como nunca la
ocasión es propicia para hacernos respetar, dadas
las divergencias y disturbios interiores que
disminuyen las posibilidades de este indeseable
vecino". Paralelamente el Perú organizaba el
Agrupamiento del Norte, como "Gran unidad
de Batalla", para que se empleara en el Teatro
de Operaciones Norte (TON). El comando del
agrupamiento fue confiado al general Eloy
Urreta. En la contraparte, el Gobierno y el mando
militar ecuatorianos hacían poco o casi nada
por reforzar las fronteras.
PRELIMINARES DE
LA INVASIÓN
El 5 de julio de 1941 una patrulla ecuatoriana
que recorría el sector de "El bramador"
(Noroeste de Huaquillas) fue atacada
sorpresivamente por tropas peruanas. Simultáneamente
se generalizaron los combates
en los frentes de Huaquillas, Chacras, Balsalito,
Huabillo, Carcabón y Quebrada Seca. La jornada
culminó aproximadamente a las 5 de la tarde.
Los soldados ecuatorianos David Narváez y
Francisco Coronel constituyeron los primeros
mártires de la agresión.
Al día siguiente continuaron los ataque a otros
puestos militares ecuatorianos (Rancho Chico,
Alto Matapalo y Corral Viejo), y sufrieron continuos
bombardeos las pequeñas poblaciones de
Chacras y Guabillo. Sin haber podido conseguir
en esos dos días un resultado positivo, pero
sí evaluar la situación de su adversario, desistió
el Perú de continuar las operaciones ofensivas,
para prepararse mejor y dar el zarpazo final.
Entonces recién reaccionaba el Gobierno y el
mando militar del Ecuador: se pretende organizar,
aunque teóricamente, la V Brigada, comandada
por el coronel Luis Rodríguez y con un Estado
Mayor integrado con alumnos de la Académia
de Guerra; se enviaba apuradamente a la
frontera personal de oficiales y tropa que desconocían
el medio; ingenieros y artilleros que
combatieron como infantes; personal de carabineros
sin la preparación requerida; se improvisaba
mandos y se pretendía a destiempo prepararse
para hacer frente a una fuerza superior.
EL DÍA "D"
La pequeña tregua propiciada por el mismo
ejército peruano sirvió para que éste, ya
convenientemente organizado y armado,
ataque en la madrugada del 23 de julio a los
puestos militares ecuatorianos del cordón fronterizo
de la provincia de El Oro. Fuego intenso
de artillería, morteros, armas pesadas y bombardeos
aéreos ablandaban las posiciones ecuatorianas
y permitían el avance de las tropas sureñas.
Luego de tenaz resistencia, los defensores
de Alto Matapalo tuvieron que replegarse
hacia las montañas; lo mismo ocurría después
con Rancho Chico y Corral Viejo. El fuego de
preparación, hostigamiento y destrucción de la
artillería y los morteros fue orientado a los
puestos de La Bomba, Casitas, El Caucho, Quebrada
Seca, Balsalito, Chacras y Huaquillas; es
decir, las intenciones de las tropas peruanas
eran lanzar un ataque masivo y simultáneo en
los diferentes frentes del Zarumilla.
Las poblaciones de Huaquillas, Chacras y Quebrada
Seca constituían objetivos apetitosos para
las apreciaciones del mando militar peruano;
por tanto, fueron atacadas con la prioridad requerida,
pero sin soslayar objetivos alternos o
intermedios.
Las posiciones ecuatorianas defendidas por los
batallones "Cayambe", "Montecristi" y fracciones
del "Carchi", además de alícuotas del Grupo de
Artillería "Mariscal Sucre" y del batallón de ingenieros
"Córdova", fueron atacadas con todos
los medios terrestres y aéreos disponibles. Sin
embargo de la intensidad de los ataques no hubo
irrupción del dispositivo durante el día 23.
Al día siguiente, los combatientes ecuatorianos
comenzaron a ceder posiciones y el 25 de julio
iniciaban la ocupación de la segunda línea de
resistencia, materializada por la Quebrada Bejucal.
Entre tanto habían ya caído en acción de
armas el capitán Galo Molina, el teniente Carlos
Díaz, el subteniente Gustavo Ledesma (herido de gravedad y fallecido posteriormente en Talara)
y decenas de heroicos soldados, además del
teniente Edmundo Chiriboga con todo su pelotón,
como atestigua la inscripción de una rústica
cruz encontrada cerca de Chacras: "Tnte.
César E. Chiriboga González y 25 hombres de
tropa caídos el 25 de julio de 1941".
Paralelamente, los días 23 y 24 del mismo mes,
el aviso "Atahualpa" de la Armada Nacional sufrió
ataques aéreos en Puerto Bolívar y en el
trayecto de regreso a Guayaquil. Los ataques
fueron repelidos exitosamente sin que sufriese
bajas la tripulación ni daño alguno la pequeña
nave. Así mismo, el 25 de julio se producía el
denominado Combate Naval de "Jambelí" entre
el cañonero "Calderón" y el poderoso destructor
peruano "Almirante Villar". En aquella acción
naval el "Calderón" se cubrió de gloria,
dando lustre y prestigio a nuestra Fuerza Naval.
En la tripulación de las dos naves ecuatorianas
actuaron clases y conscriptos artilleros del Ejército,
accionando los cañones antiaéreos "Breda".
En conclusión, la mayoría de los ataques peruanos
presentaban las mismas características:
concentraciones y fuegos de preparación de artillería
y morteros; apoyo de medios aéreos disponibles
y una acción terrestre frontal de fijación,
complementada de otra de desdoblamiento
en cualquiera de los flancos.
EN LA PROVINCIA
DE LOJA
Los mandos peruanos planificaron orientar
la conducción estratégica hacia el área del
río Zarumilla y una acción secundaria de
distracción en las zonas de Macará y Zapotillo,
para evitar la concurrencia de las tropas de estas
jurisdicciones en apoyo a las unidades de El
Oro. Hasta antes de la agresión las unidades
ecuatorianas que guarnecían la provincia de Loja
eran las siguientes: batallones de Infantería
"España", "Tulcán", "Macará", fracción independiente
"Loja" y compañía de carabineros "Loja",
con un total aproximado de 800 efectivos.
Para facilitar las operaciones defensivas fue
compartimentado el teatro de operaciones en
cuatro sectores: Sector Cariamanga-Macará,
Amaluza, Catacocha-Celica-Alamor y el sector
de Loja comandado por el teniente coronel César
Alfaro.
Pretextando que ciudadanos "ebrios" habrían
ofendido al escudo peruano del consulado de
Macará, en la tarde del 25 de julio, baterías de
artillería peruanas abrieron fuego contra nuestras
posiciones, iniciándose luego el ataque de
la Infantería y Caballería sureñas y el posterior
saqueo e incendio de Macará. El 10 de agosto
fue prácticamente destruido por el fuego de
morteros y artillería la población de Zapotillo.
En definitiva, las operaciones ofensivas se realizaron
para impedir el refuerzo, desde Loja, a
las unidades ecuatorianas de El Oro que ocupaban
la segunda línea de resistencia (quebrada
Bejucal), considerando que se había ya bloqueado
la línea de comunicaciones marítima
que unía Guayaquil con la provincia orense.
ATAQUE A LOS PUESTOS
MILITARES DEL ORIENTE.
La promesa del Ministro de Guerra peruano de
cesar las hostilidades a partir del 31 de julio fue
sólo un anuncio retórico; pues el mismo día el
Perú agredía a las guarniciones de Tarqui, Yaupi,
Santiago, Rocafuerte, Zancudo, Río Corrientes,
Tonegrama, Andoas, Huachi y otras. Apenas
tres batallones de infantería ecuatorianos
resguardaban la soberanía del Oriente amazónico
de nuestro país: los batallones "Ecuador",
"Oriente" y "Patria". Cada uno de ellos tenía la
responsabilidad de cubrir una frontera sobreextendida,
imposible de proteger y defender satisfactoriamente.
El 31 de julio sufría la agresión peruana el destacamento
de "Tarqui", ubicado en la confluencia
de los ríos Nashiño y Curaray, al mando de
Sbte. Maximiliano Rodríguez. Durante el combate
cayó fulminado el oficial ecuatoriano, tomó
de inmediato el mando el cabo Luis Minacho
hasta sucumbir en la contienda. Como resultado
final del combate: muertos, heridos y
prisioneros ecuatorianos, combatieron sin amilanarse
a un adversario extremadamente superior.
El 1 de agosto fue atacado el puesto militar de
Yaupi, comandado por el subteniente Alberto
Vinueza e integrado por nueve combatientes de
tropa. Tres de ellos sucumbieron en combate.
(soldados Cisneros, Tipantuña y Orellana), cuatro
cayeron prisioneros y tres lograron escapar
e integrarse al destacamento de Santiago.
El 2 de agosto, el destacamento militar "Santiago",
comandado por el subteniente Hugo Ortiz
sufría el ataque por parte de una compañía reforzada.
Luego de tenaz resistencia las posiciones
ecuatorianas defendidas por un oficial,
un cabo y nueve soldados, inclusive los tres
que se incorporaron de Yaupi, cedieron a la superioridad
enemiga. La muerte heroica del subteniente
Ortiz fue resaltada inclusive por el general
peruano Felipe de La Barra: "En esta acción
hubo de lamentarse la muerte del valeroso
subteniente Hugo Ortiz, cuyos restos fueron debidamente
honrados por los peruanos..."
El 11 de agosto, la guarnición de Rocafuerte, en
la confluencia de los ríos Napo y Aguarico, sufrió
el ataque masivo de las tropas peruanas,
apoyadas por medios aéreos y fuego de las cañoneras
disponibles. Después de varias horas
de combate caía en poder de los peruanos Rocafuerte
y sucesivamente los puestos militares
de Lagartococha, Redondococha y Cuyabeno.
La toma de Rocafuerte motivó el doloroso éxodo
a través de la selva de pobladores y familiares
de tropa, resultando la inesperada aventura:
"la muerte de 6 criaturas que perecieron ahogadas",
como hace constar en su parte el comandante
de Rocafuerte, mayor Carlos Encalada.
Los puestos militares de González Suárez, Río
Corrientes, Tonegrama, Andoas y Huachi integrados
con personal del batallón "Patria", (Comandante
mayor Flavio Muñoz), por su aislamiento,
falta de medios logísticos y de comunicación,
fueron sucesivamente víctimas de la
agresión.
POROTILLO Y PANUPALI.
Ocupada una buena parte de la provincia
de El Oro, el Perú habría pretendido
direccionar su avance hacia Cuenca,
utilizando el eje: Pasaje-Uzhcurrumi-Girón.
Los indicios para que esto ocurriese se reflejaban
en los continuos reconocimientos que las
tropas peruanas, acantonadas en Pasaje, desplegaban
en el sector.
El mando militar ecuatoriano decidió impedir
nuevas infiltraciones a otras provincias: dispuso
que fracciones del personal del Grupo "Yaguachi",
del Batallón "Jaramijó" y del Batallón
de Ingenieros “Montúfar” planificaran y ejecutaran
una emboscada. Ésta se desarrolló el 1 de
septiembre, en el sitio denominado Porotillo,
cuando un pelotón del regimiento de caballería
No. 5 peruano avanzaba en tareas de reconocimiento.
La acción duró 15 minutos aproximadamente
y el resultado final fue: 3 oficiales y 25
de tropa muertos, un prisionero y un clase que
logró escapar, además de la captura de armamento,
munición y otros pertrechos de combate
del Ejército Peruano.
Sin embargo, otro pelotón peruano había sido
detectado en el sector de Panupali. El capitán
Moisés Oliva, del Grupo de Caballería "Yaguachi",
recibió la misión de desalojar al enemigo.
El 18 de septiembre el dispositivo de ataque estaba
listo: La escuadra del subteniente Zurita
maniobraría por el flanco izquierdo; el teniente
Plaza, por el flanco derecho y el capitán Oliva
irrumpiría por el centro. El ataque sorpresivo
resultó exitoso, aunque costó la vida de tres
compatriotas: sargento Rafael Grau, cabo Miguel
Vaca y conscripto Jacinto Flores.
Una vez que habían disminuido las tensiones se
firmó entre las partes litigantes, el 2 de octubre,
el Acuerdo de Talara y luego, el 29 de enero de
1942, el Protocolo de Río de Janeiro.
LA REVOLUCIÓN DE
MAYO DE 1944 (La Gloriosa)
Fue consecuencia de la debacle del 41, de
la desmembración territorial en 1942 y la
política represiva del Gobierno de turno.
Jóvenes oficiales fraguaban clandestinamente el
golpe, teniendo como base el Grupo de Artillería
"Villamil" y los batallones "Carchi", "Chimborazo"
y elementos civiles comprometidos. A
partir de las 22h30 del 28 de mayo, el cuartel de
carabineros fue atacado y el combate continuó
hasta las siete de la mañana del día siguiente.
El Cuerpo de Carabineros había sido liquidado,
renunciaba luego el presidente Arroyo del Río.
El Dr. José María Velasco Ibarra fue designado
jefe supremo de la República, y después, la
Asamblea Constituyente del mismo año lo proclamó
Presidente Constitucional del Ecuador.
No obstante, en 1946 se proclamaba dictador lo
que propició el combate de Socavón, con la derrota
de las fuerzas gobiernistas, situación que
motivaría la salida de Velasco Ibarra y que coronel
Carlos Mancheno ejerciera, aunque efímeramente,
el poder dictatorial.
LA DÉCADA DE 1950
En 1952 ejercía nuevamente la presidencia
de la República el Dr. Velasco Ibarra. El
equipamiento de la Institución Armada
fue una de sus prioridades, como reconoce un
notable personaje ecuatoriano: "Adquirió modernos
destructores, aviones Douglas C-47,
bombarderos Camberra y cazas Meteor..."
En junio de 1956, llegaba la segunda Misión Militar
chilena, en que constaba el mayor Augusto
Pinochet, para asumir la docencia en la Academia
de Guerra del Ejército, que se reabría el
26 de junio.
En el mismo año funcionaba con siete aspirantes
el primer curso de pilotos militares, con el
propósito de organizar el Servicio Aéreo del
Ejército (SAE).
El 29 de octubre de 1956, en las inmediaciones
de Salinas, empleado un Avión C-47 de la Fuerza
Aérea, un grupo de oficiales y tropa del ejército
comandado por el entonces capitán Alejandro
Romo, realizaba el primer salto en paracaídas,
dando inició a la fructífera vida de unidades
élite que años más tarde constituirían las
fuerzas especiales del Ejército Ecuatoriano.
INICIOS DE LA
INSURGENCIA Y
DICTADURAS MILITARES.
En 1962, un grupo de seudo guerrilleros
(Tropas Revolucionarias Ecuatorianas Secretas)
concentrado en una hacienda rural
de Santo Domingo de los Colorados, fue
capturado por tropas paracaidistas del Ejército,
desarticulando por el momento la intención de
implantar la insurgencia en el país.
El 26 de noviembre de 1962, las Transmisiones,
(hoy Comunicaciones) se transformaba en la
sexta Arma del Ejército, obedeciendo a la actualización
de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas.
El 11 de julio de 1963 asumía el poder de la República
una Junta Militar integrada por el capitán
de navío, Ramón Castro Jijón; los coroneles
del Ejército Luis Cabrera Sevilla, Marcos Gándara
Enríquez y el teniente coronel de la Fuerza
Aérea, Guillermo Freile Posso.
Entre las obras de adelanto social destacadas en
este período, sobresale la innovación de la Reforma
Agraria.
El 15 de febrero de 1972 ocupaba el solio presidencial
el general Guillermo Rodríguez Lara,
presidiendo un Gobierno “Nacionalista Revolucionario”.
Fueron varios los programas de beneficio social
ejecutados en su administración; además, le correspondió
ser protagonista de un hecho histórico
de vital importancia: el Ecuador se convertía
en país exportador de petróleo.
En enero de 1976, conformábase el Consejo Supremo
de Gobierno de las Fuerzas Armadas.
Lo integraban el vicealmirante Alfredo Poveda
Burbano y los generales Guillermo Durán Arcentales
y Luis Leoro Franco. El Consejo Supremo
adoptó la decisión histórica de reimplantar
la democracia en el país, cuando entregaba la
dirección del Estado al joven político guayaquileño:
Jaime Roldós Aguilera.
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- guillermoricardo
- Soldado Primero
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- Registrado: 01 Feb 2008, 16:13
LA CORDILLERA DEL
CÓNDOR
El 17 de enero de 1978, una patrulla ecuatoriana
del puesto militar de Cóndor Mirador
fue emboscada por soldados peruanos.
Ante tan grave situación el jefe de inteligencia
de la Brigada "Loja" y otros jefes y oficiales,
fueron al lugar de los hechos utilizando
un helicóptero de la Fuerza Aérea, pero éste
fue recibido con fuego de las patrullas peruanas
que habían sido reforzadas. Consecuentemente,
se organizó una patrulla con personal del
puesto avanzado del Cóndor Mirador y de Gualaquiza.
El 19 de enero se enfrentaban en combate
las dos fuerzas adversarias. Con el propósito
de solucionar el problema, al día siguiente,
comisiones presididas por los jefes de Estado
Mayor de los dos países ponían término al conflicto.
PAQUISHA, MAYAICU
Y MACHINAZA.
El 22 de enero de 1981, el helicóptero piloteado
por el teniente del Ejército Ecuatoriano,
Víctor Valencia, que había transportado
personal y abastecimientos a Paquisha,
fue ametrallado en tierra por un helicóptero peruano.
El personal militar de Paquisha repelió
el ataque aéreo que dejó como resultado al piloto
gravemente herido. En los días subsiguientes
las fuerzas de los dos países reforzaban
sus unidades de frontera, en previsión al
recrudecimiento de las hostilidades. "Las unidades
fronterizas manteníanse en sus posiciones
de combate listas a repeler la agresión peruana.
La zona del interior, entre tanto, preparaba
y generaba recursos humanos y materiales
para sostener el esfuerzo de la guerra. La población
civil, en cambio, exteriorizaba el decidido
apoyo a sus Fuerzas Armadas y la gestión del
presidente Jaime Roldós Aguilera".
En la mañana del 28 de enero, Paquisha fue
nuevamente agredida por helicópteros artillados
y cazabombarderos peruanos para permitir
"que una compañía helitransportada descienda
a una playa cercana del puesto militar bombardeado
y tome posesión del objetivo previsto (Paquisha),
pero no pudo hacerlo porque los helicópteros
que debían hacer el "ablandamiento final",
fueron recibidos por intenso fuego de los
soldados ecuatorianos". Los días 29 y 30 continuaron
aviones Mirage y helicópteros artillados
su tarea de bombardeo y ametrallamiento, por
lo que los defensores de los puestos avanzados
tuvieron que replegarse y ocupar posiciones en
sectores circundantes.
En el Ejército Ecuatoriano, el conscripto Nicanor
Quiroz y el aspirante a soldado Daniel Martínez
constituyeron las bajas mortales de la
agresión.
A partir del 4 de febrero, el Agrupamiento Táctico
"Cóndor", comandado por el teniente coronel
Carlomagno Andrade, en reemplazo del Comando
de Selva "Zamora", al mando del teniente
coronel Miguel Zaldumbide, tomaba la responsabilidad
de la defensa de los puestos militares
ecuatorianos.
El 19 de febrero, tres helicópteros artillados peruanos,
con el apoyo de dos aviones supersónicos
de combate, bombardeaban Machinaza.
En aquella acción, por impacto de proyectiles
disparados desde tierra, "arborizó", en versión
peruana, un helicóptero y su copiloto, el Tnte.
Julio Ponce, resultó muerto, además de tres oficiales
y ocho de tropa heridos.
Por mediación de los países amigos se decretaba
el cese de hostilidades definitivo; por tanto,
a partir del 19 de marzo se daba cumplimiento
al plan de desmovilización y desconcentración
del Ejército, lo que producía frustración en el
Perú, como se lamenta el general Edgardo Mercado:
"Los Estados Garantes no han expresado
hasta ahora un decidido respaldo al Protocolo
de Río de Janeiro como corresponde a su responsabilidad
internacional". La culminación
del conflicto fue consecuencia de las reuniones
bilaterales desarrolladas entre delegaciones militares
de los dos países litigantes, con la presencia
de representantes de Argentina, Brasil,
Chile y Estados Unidos. Las reuniones se realizaron
alternativamente en Huaquillas y Aguas
Verdes.
En aquel mismo año, el 24 de mayo, fallecía en
un accidente aéreo en la provincia de Loja, el
presidente Jaime Roldós y su comitiva, que incluía
al Ministro de Defensa, general Marco Subía.
Pero antes, a mediados de marzo, el Ejército
ecuatoriano había capturado a decenas de guerrilleros
colombianos y otras nacionalidades
que habían ingresado en territorio nacional.
Entre los detenidos encontrábanse Carlos Toledo
Plata, uno de los fundadores del M-19 y Rosemberg
Pavón, alias Comandante Uno.
CÓNDOR
El 17 de enero de 1978, una patrulla ecuatoriana
del puesto militar de Cóndor Mirador
fue emboscada por soldados peruanos.
Ante tan grave situación el jefe de inteligencia
de la Brigada "Loja" y otros jefes y oficiales,
fueron al lugar de los hechos utilizando
un helicóptero de la Fuerza Aérea, pero éste
fue recibido con fuego de las patrullas peruanas
que habían sido reforzadas. Consecuentemente,
se organizó una patrulla con personal del
puesto avanzado del Cóndor Mirador y de Gualaquiza.
El 19 de enero se enfrentaban en combate
las dos fuerzas adversarias. Con el propósito
de solucionar el problema, al día siguiente,
comisiones presididas por los jefes de Estado
Mayor de los dos países ponían término al conflicto.
PAQUISHA, MAYAICU
Y MACHINAZA.
El 22 de enero de 1981, el helicóptero piloteado
por el teniente del Ejército Ecuatoriano,
Víctor Valencia, que había transportado
personal y abastecimientos a Paquisha,
fue ametrallado en tierra por un helicóptero peruano.
El personal militar de Paquisha repelió
el ataque aéreo que dejó como resultado al piloto
gravemente herido. En los días subsiguientes
las fuerzas de los dos países reforzaban
sus unidades de frontera, en previsión al
recrudecimiento de las hostilidades. "Las unidades
fronterizas manteníanse en sus posiciones
de combate listas a repeler la agresión peruana.
La zona del interior, entre tanto, preparaba
y generaba recursos humanos y materiales
para sostener el esfuerzo de la guerra. La población
civil, en cambio, exteriorizaba el decidido
apoyo a sus Fuerzas Armadas y la gestión del
presidente Jaime Roldós Aguilera".
En la mañana del 28 de enero, Paquisha fue
nuevamente agredida por helicópteros artillados
y cazabombarderos peruanos para permitir
"que una compañía helitransportada descienda
a una playa cercana del puesto militar bombardeado
y tome posesión del objetivo previsto (Paquisha),
pero no pudo hacerlo porque los helicópteros
que debían hacer el "ablandamiento final",
fueron recibidos por intenso fuego de los
soldados ecuatorianos". Los días 29 y 30 continuaron
aviones Mirage y helicópteros artillados
su tarea de bombardeo y ametrallamiento, por
lo que los defensores de los puestos avanzados
tuvieron que replegarse y ocupar posiciones en
sectores circundantes.
En el Ejército Ecuatoriano, el conscripto Nicanor
Quiroz y el aspirante a soldado Daniel Martínez
constituyeron las bajas mortales de la
agresión.
A partir del 4 de febrero, el Agrupamiento Táctico
"Cóndor", comandado por el teniente coronel
Carlomagno Andrade, en reemplazo del Comando
de Selva "Zamora", al mando del teniente
coronel Miguel Zaldumbide, tomaba la responsabilidad
de la defensa de los puestos militares
ecuatorianos.
El 19 de febrero, tres helicópteros artillados peruanos,
con el apoyo de dos aviones supersónicos
de combate, bombardeaban Machinaza.
En aquella acción, por impacto de proyectiles
disparados desde tierra, "arborizó", en versión
peruana, un helicóptero y su copiloto, el Tnte.
Julio Ponce, resultó muerto, además de tres oficiales
y ocho de tropa heridos.
Por mediación de los países amigos se decretaba
el cese de hostilidades definitivo; por tanto,
a partir del 19 de marzo se daba cumplimiento
al plan de desmovilización y desconcentración
del Ejército, lo que producía frustración en el
Perú, como se lamenta el general Edgardo Mercado:
"Los Estados Garantes no han expresado
hasta ahora un decidido respaldo al Protocolo
de Río de Janeiro como corresponde a su responsabilidad
internacional". La culminación
del conflicto fue consecuencia de las reuniones
bilaterales desarrolladas entre delegaciones militares
de los dos países litigantes, con la presencia
de representantes de Argentina, Brasil,
Chile y Estados Unidos. Las reuniones se realizaron
alternativamente en Huaquillas y Aguas
Verdes.
En aquel mismo año, el 24 de mayo, fallecía en
un accidente aéreo en la provincia de Loja, el
presidente Jaime Roldós y su comitiva, que incluía
al Ministro de Defensa, general Marco Subía.
Pero antes, a mediados de marzo, el Ejército
ecuatoriano había capturado a decenas de guerrilleros
colombianos y otras nacionalidades
que habían ingresado en territorio nacional.
Entre los detenidos encontrábanse Carlos Toledo
Plata, uno de los fundadores del M-19 y Rosemberg
Pavón, alias Comandante Uno.
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LA VICTORIA EN El ALTO CENEPA.
En la última década del siglo XX se definen contrastes significativos en los ámbitos castrenses ecuatoriano y peruano:
"Los mandos militares del Perú sostenían confrontaciones graves con el presidente Fujimori, además se los acusaba de conculcar los derechos humanos y estar comprometidos, algunos de sus miembros, con el tráfico de drogas a nivel internacional. Entre tanto, la clase militar ecuatoriana gozaba de alto índice de credibilidad y un grado de evolución profesional importante"; inclusive, corrobora al respecto el general peruano Armando Chávez: "En Ecuador la clase militar es considerada la institución nacional
más popular". En los últimos meses de 1994 el mando militar peruano comenzó a planificar subrepticias y sucesivas incursiones en terreno cubierto y montañoso. Cuando inicialmente las patrullas peruanas fueron descubiertas aducían estar perdidas, pero después afirmaron que se encontraban en su territorio. No obstante, la actitud de los soldados ecuatorianos fue ponderada y conciliatoria: devolvían los capturados a sus unidades de origen.
En previsión de cualquier problema, se crea el 17 de diciembre de 1994 el Agrupamiento de Selva "General Miguel Iturralde"; igualmente, la
Brigada de Selva "Cóndor", comandada por el coronel José Grijalva, intensificaba los patrullajes en su extensa jurisdicción. Los continuos
reconocimientos aéreos peruanos y el incremento de personal a las unidades del sector, hacía presumir que el Perú preparaba una nueva
agresión. En efecto, el 23 de enero de 1995 se detectaba la construcción de un helipuerto y varios bohios en la cabecera del Cenepa (Base
Norte). La decisión del mando ecuatoriano fue inmediata y radical: desalojar a las tropas que ocupaban el helipuerto. El 26 de enero se produjo el desalojo y la posterior ocupación de la base. El Perú desató de inmediato intensos bombardeos aéreos y ataques por tierra que
fueron repelidos por los soldados ecuatorianos.
Las emboscadas, combates de encuentro, los efectos de las minas antipersonales y la acción de los bombardeos constituyeron instrumentos
de muerte y destrucción para las dos fuerzas en conflicto.
Los peruanos extendieron sus ataques aéreos y terrestres a los puestos militares de "Soldado Monge", "Teniente Ortiz" y "Cóndor Mirador"
que se encontraban fuera de la zona de conflicto, mientras que los sectores de Coangos, Etza, Base Sur, Cueva de los Tayos, La Y y Twintza
eran persistentemente atacados.
Tratando de evitar la prolongación del conflicto, el Gobierno ecuatoriano solicitó de la Organización de Estados Americanos su intervención
conciliatoria, pero el Presidente Fujimori negó tal mediación, inclusive el secretario general de la OEA, el colombiano César Gaviria, y su Santidad el Papa Juan Pablo II no tuvieron respuesta favorable del presidente peruano, tampoco fueron respetadas las declaraciones de Itamarati y de Montevideo, (17 y 28 de febrero, respectivamente). Sin embargo, al ser derribados dos aviones Sukoi (SU-22) y un A-37 de la
Fuerza Aérea Peruana por dos Mirages y un Kafir de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, y como le fue imposible al presidente Fujimori tomar posesión de las bases ecuatorianas, especialmente de Tiwintza, proclamó unilateralmente, el 13 de febrero, el cese de fuego aduciendo que fueron
ya "recuperados", los puestos militares que controlaban los "infiltrados" ecuatorianos, y que Tiwintza había caído en su poder. Pero no pudo
demostrar lo aseverado; por el contrario, algunos jefes militares y la prensa nacional lo contradecían reiteradamente lo que causaba la
frustración del pueblo peruano e inclusive importantes periodistas y oficiales ecuánimes admitían irónicamente haber alcanzado una
"victoriosa derrota". El puesto militar de Tiwintza se convirtió en pesadilla mediática en el comportamiento de Fujimori: dispuso tantos asaltos a aquella base pero sin resultado positivo alguno
En uno de aquellos ataques caía abatido, el 21 de febrero, el Tnte. Giovanni Calles a pesar de que cuatro días antes, el 17, se había firmado la declaración de Itamarati, que comprometía respetar el cese de hostilidades. Pero el Perú lanzó un desesperado ataque el 22 de febrero
(miércoles negro), a Tiwintza, Maizal, La Y y Base Norte, produciéndose en un solo día las mayores bajas de la campaña: 13 muertos y 20
heridos ecuatorianos. Los países garantes veían cómo se irrespetaba
el cese de fuego; por tanto, optaron sugerir se organizaran representaciones militares de las dos partes, con la asistencia de delegados de los países garantes. De la propuesta surgió La
Misión de Observadores Militares Ecuador Perú (MOMEP), que se convirtió en organismo conciliador de iniciativas tendientes a separar definitivamente a las dos fuerzas adversarias.
Fueron 31 muertos en combate, un desaparecido y decenas de heridos que pagaron el honroso precio de defender las fronteras patrias, pero
detrás de su sacrificio estuvo también la presencia impertérrita del soldado ecuatoriano y de un pueblo que respaldó y se sintió orgulloso
de sus Fuerzas Armadas.
Concluido aparentemente el conflicto iniciábase el proceso de paz; pero éste tuvo que afrontar un sinnúmero de obstáculos, especialmente
porque el Perú pretendió circunscribir la solución exclusivamente en el contexto del Protocolo de Río de Janeiro. No obstante, luego de
un largo proceso de negociaciones, propuestas y contrapropuestas, en la ciudad de Brasilia, el 26 de octubre de 1998, se firmaba el tan esperado
Acuerdo de Paz entre Ecuador y Perú. Al final, la base militar de Tiwintza quedó en "propiedad privada del Ecuador en un área de un kilómetro cuadrado", puesto que el Ecuador proporcionó a la MOMEP, este punto denominado como Tiwintza, propiedad que fue ratificada en el segundo punto de la propuesta que expusieron, el 23 de octubre, los cuatro países
garantes.
DESPUÉS DEL CONFLICTO
La firma de la paz no constituyó un descanso para el Ejército ecuatoriano: Continuó y continuará cumpliendo el mandato constitucional, pues las múltiples misiones asignadas son interminables y de vital importancia.
Mediante decreto número 1297 del 22 de septiembre de 1999, se creaba el Centro de Desminado del Ecuador, dándole entre otras tareas:
"impulsar el proceso de desminado, capacitar al personal encargado de los diferentes aspectos de desminado, coadyuvar con programas de
asistencia, cuidado y rehabilitación de las víctimas.
..." Pero no solo durante el conflicto hubo víctimas que lamentar, éstas también se presentaron durante las peligrosas tareas de desminado.
Los programas de acercamiento y de apoyo a la población civil se han intensificado. El Ejército, a través de sus organismos de apoyo y desarrollo, se confunde con su pueblo en la ejecución de múltiples programas de asistencia que involucran el progreso de la sociedad civil.
Consolidado el proceso de pacificación y considerando
que la subversión en Colombia fortalecía su estructura político-militar, el Ejército Ecuatoriano orientó su presencia a la frontera norte; inclusive, dispuso el desplazamiento de unidades especializadas en operaciones irregulares hacia un área de posible empleo, como ocurrio con el Grupo de Fuerzas Especiales de Santo Domingo, que fue trasladado a Esmeraldas en reemplazo del Batallón de Ingenieros "Montúfar". Además, como medidas de prevención y disuasión se ha incrementado personal militar, incluyendo a unidades de las fuerzas Naval y Aérea que han ocupado instalaciones en sectores estratégicos de nuestras provincias norteñas.
En la última década del siglo XX se definen contrastes significativos en los ámbitos castrenses ecuatoriano y peruano:
"Los mandos militares del Perú sostenían confrontaciones graves con el presidente Fujimori, además se los acusaba de conculcar los derechos humanos y estar comprometidos, algunos de sus miembros, con el tráfico de drogas a nivel internacional. Entre tanto, la clase militar ecuatoriana gozaba de alto índice de credibilidad y un grado de evolución profesional importante"; inclusive, corrobora al respecto el general peruano Armando Chávez: "En Ecuador la clase militar es considerada la institución nacional
más popular". En los últimos meses de 1994 el mando militar peruano comenzó a planificar subrepticias y sucesivas incursiones en terreno cubierto y montañoso. Cuando inicialmente las patrullas peruanas fueron descubiertas aducían estar perdidas, pero después afirmaron que se encontraban en su territorio. No obstante, la actitud de los soldados ecuatorianos fue ponderada y conciliatoria: devolvían los capturados a sus unidades de origen.
En previsión de cualquier problema, se crea el 17 de diciembre de 1994 el Agrupamiento de Selva "General Miguel Iturralde"; igualmente, la
Brigada de Selva "Cóndor", comandada por el coronel José Grijalva, intensificaba los patrullajes en su extensa jurisdicción. Los continuos
reconocimientos aéreos peruanos y el incremento de personal a las unidades del sector, hacía presumir que el Perú preparaba una nueva
agresión. En efecto, el 23 de enero de 1995 se detectaba la construcción de un helipuerto y varios bohios en la cabecera del Cenepa (Base
Norte). La decisión del mando ecuatoriano fue inmediata y radical: desalojar a las tropas que ocupaban el helipuerto. El 26 de enero se produjo el desalojo y la posterior ocupación de la base. El Perú desató de inmediato intensos bombardeos aéreos y ataques por tierra que
fueron repelidos por los soldados ecuatorianos.
Las emboscadas, combates de encuentro, los efectos de las minas antipersonales y la acción de los bombardeos constituyeron instrumentos
de muerte y destrucción para las dos fuerzas en conflicto.
Los peruanos extendieron sus ataques aéreos y terrestres a los puestos militares de "Soldado Monge", "Teniente Ortiz" y "Cóndor Mirador"
que se encontraban fuera de la zona de conflicto, mientras que los sectores de Coangos, Etza, Base Sur, Cueva de los Tayos, La Y y Twintza
eran persistentemente atacados.
Tratando de evitar la prolongación del conflicto, el Gobierno ecuatoriano solicitó de la Organización de Estados Americanos su intervención
conciliatoria, pero el Presidente Fujimori negó tal mediación, inclusive el secretario general de la OEA, el colombiano César Gaviria, y su Santidad el Papa Juan Pablo II no tuvieron respuesta favorable del presidente peruano, tampoco fueron respetadas las declaraciones de Itamarati y de Montevideo, (17 y 28 de febrero, respectivamente). Sin embargo, al ser derribados dos aviones Sukoi (SU-22) y un A-37 de la
Fuerza Aérea Peruana por dos Mirages y un Kafir de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, y como le fue imposible al presidente Fujimori tomar posesión de las bases ecuatorianas, especialmente de Tiwintza, proclamó unilateralmente, el 13 de febrero, el cese de fuego aduciendo que fueron
ya "recuperados", los puestos militares que controlaban los "infiltrados" ecuatorianos, y que Tiwintza había caído en su poder. Pero no pudo
demostrar lo aseverado; por el contrario, algunos jefes militares y la prensa nacional lo contradecían reiteradamente lo que causaba la
frustración del pueblo peruano e inclusive importantes periodistas y oficiales ecuánimes admitían irónicamente haber alcanzado una
"victoriosa derrota". El puesto militar de Tiwintza se convirtió en pesadilla mediática en el comportamiento de Fujimori: dispuso tantos asaltos a aquella base pero sin resultado positivo alguno
En uno de aquellos ataques caía abatido, el 21 de febrero, el Tnte. Giovanni Calles a pesar de que cuatro días antes, el 17, se había firmado la declaración de Itamarati, que comprometía respetar el cese de hostilidades. Pero el Perú lanzó un desesperado ataque el 22 de febrero
(miércoles negro), a Tiwintza, Maizal, La Y y Base Norte, produciéndose en un solo día las mayores bajas de la campaña: 13 muertos y 20
heridos ecuatorianos. Los países garantes veían cómo se irrespetaba
el cese de fuego; por tanto, optaron sugerir se organizaran representaciones militares de las dos partes, con la asistencia de delegados de los países garantes. De la propuesta surgió La
Misión de Observadores Militares Ecuador Perú (MOMEP), que se convirtió en organismo conciliador de iniciativas tendientes a separar definitivamente a las dos fuerzas adversarias.
Fueron 31 muertos en combate, un desaparecido y decenas de heridos que pagaron el honroso precio de defender las fronteras patrias, pero
detrás de su sacrificio estuvo también la presencia impertérrita del soldado ecuatoriano y de un pueblo que respaldó y se sintió orgulloso
de sus Fuerzas Armadas.
Concluido aparentemente el conflicto iniciábase el proceso de paz; pero éste tuvo que afrontar un sinnúmero de obstáculos, especialmente
porque el Perú pretendió circunscribir la solución exclusivamente en el contexto del Protocolo de Río de Janeiro. No obstante, luego de
un largo proceso de negociaciones, propuestas y contrapropuestas, en la ciudad de Brasilia, el 26 de octubre de 1998, se firmaba el tan esperado
Acuerdo de Paz entre Ecuador y Perú. Al final, la base militar de Tiwintza quedó en "propiedad privada del Ecuador en un área de un kilómetro cuadrado", puesto que el Ecuador proporcionó a la MOMEP, este punto denominado como Tiwintza, propiedad que fue ratificada en el segundo punto de la propuesta que expusieron, el 23 de octubre, los cuatro países
garantes.
DESPUÉS DEL CONFLICTO
La firma de la paz no constituyó un descanso para el Ejército ecuatoriano: Continuó y continuará cumpliendo el mandato constitucional, pues las múltiples misiones asignadas son interminables y de vital importancia.
Mediante decreto número 1297 del 22 de septiembre de 1999, se creaba el Centro de Desminado del Ecuador, dándole entre otras tareas:
"impulsar el proceso de desminado, capacitar al personal encargado de los diferentes aspectos de desminado, coadyuvar con programas de
asistencia, cuidado y rehabilitación de las víctimas.
..." Pero no solo durante el conflicto hubo víctimas que lamentar, éstas también se presentaron durante las peligrosas tareas de desminado.
Los programas de acercamiento y de apoyo a la población civil se han intensificado. El Ejército, a través de sus organismos de apoyo y desarrollo, se confunde con su pueblo en la ejecución de múltiples programas de asistencia que involucran el progreso de la sociedad civil.
Consolidado el proceso de pacificación y considerando
que la subversión en Colombia fortalecía su estructura político-militar, el Ejército Ecuatoriano orientó su presencia a la frontera norte; inclusive, dispuso el desplazamiento de unidades especializadas en operaciones irregulares hacia un área de posible empleo, como ocurrio con el Grupo de Fuerzas Especiales de Santo Domingo, que fue trasladado a Esmeraldas en reemplazo del Batallón de Ingenieros "Montúfar". Además, como medidas de prevención y disuasión se ha incrementado personal militar, incluyendo a unidades de las fuerzas Naval y Aérea que han ocupado instalaciones en sectores estratégicos de nuestras provincias norteñas.
\\\\\"VIVIR CON HONOR Y MORIR CON GLORIA\\\\\"
- Loïc
- General de División
- Mensajes: 7137
- Registrado: 13 Mar 2003, 02:45
- Ubicación: Riom AUVERGNE Bourbonnais FRANCE
Hola a todos
durante el periodo colonial la primera unidad permanente naciò con la creacion de una Compania Fija de 32 hombres en 1755,
habia 51 soldados en 1764 de los cuales 21 estaban en Quito, 15 en Guayaquil y 15 en Cuenca, el año siguiente fueron creadas 3 nuevas companias para llegar a un total de 2 Cias Fijas en Quito, 1 en Guayaquil y 1 en Cuenca, cada una con 53 hombres, plantilla elevada a 78 hombres por compania a partir de 1780.
Saludos
durante el periodo colonial la primera unidad permanente naciò con la creacion de una Compania Fija de 32 hombres en 1755,
habia 51 soldados en 1764 de los cuales 21 estaban en Quito, 15 en Guayaquil y 15 en Cuenca, el año siguiente fueron creadas 3 nuevas companias para llegar a un total de 2 Cias Fijas en Quito, 1 en Guayaquil y 1 en Cuenca, cada una con 53 hombres, plantilla elevada a 78 hombres por compania a partir de 1780.
Saludos
"A Moi Auvergne"
Ohé Partisanos Obreros y Campesinos es la alarma - Esta noche el enemigo conocerà el precio de la sangre y de las lagrimas
Ohé Partisanos Obreros y Campesinos es la alarma - Esta noche el enemigo conocerà el precio de la sangre y de las lagrimas
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