Asedios. Tecnicas y grandes sitiadores.
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- Coronel
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ANDRE escribió:Que opinan de la toma de Constantinopla, Capital del Imperio Bizantino??
espero sus opiones y aportes, ya que hablamos de una ciudad que hasta la ultima hora se creia invulnerable.
Saludos.
Uno de los grandes sitios de la Historia, quizá el más mítico... pero me temo que los bizantinos ya sabían muy bien y muy a su pesar que no era invulnerable.
Adoro esa ciudad y la verdad es que el sitio de 1.453 siempre me ha producido cierta tristeza. Es como "El Señor de los Anillos", pero ganando Mordor :D
Those heroes that shed their blood and lost their lives... You are now lying in the soil of a friendly country. Therefore rest in peace. There is no difference between the Johnnies and the Mehmets to us where they lie side by side now here in this country of ours...
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Isocrates escribió:ANDRE escribió:Que opinan de la toma de Constantinopla, Capital del Imperio Bizantino??
espero sus opiones y aportes, ya que hablamos de una ciudad que hasta la ultima hora se creia invulnerable.
Saludos.
Uno de los grandes sitios de la Historia, quizá el más mítico... pero me temo que los bizantinos ya sabían muy bien y muy a su pesar que no era invulnerable.
Adoro esa ciudad y la verdad es que el sitio de 1.453 siempre me ha producido cierta tristeza. Es como "El Señor de los Anillos", pero ganando Mordor :D
Si es verdad lo del imperio Bizantino, yo tambien adoro a constantinopla y siguiendo con la analogias con el señor de los anillos, yo creo que el ultimo emperador y sus hombres tambien estaban desanimados y muertos de miedo, sin esperanzas como cuando las fuerzas de Mordor sitiarón a la capital de Gondor Minas tirith
- reytuerto
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Estimado Isócrates:
Es un gusto poder conversar contigo por primera vez, aunque leí atentamente tus conversaciones con Gaspacher (que están editadas y guardadas). Sí, ganó Oriente... pero esta en 1453 no llegaron jinetes de Rohan, ni Montaraces, ni los hombres Pukel guiaron a nadie: Gondor cayó solita y por un pelo, no cayó todo el cercano Occidente. Saludos.
PS: Bonita metáfora.
Es un gusto poder conversar contigo por primera vez, aunque leí atentamente tus conversaciones con Gaspacher (que están editadas y guardadas). Sí, ganó Oriente... pero esta en 1453 no llegaron jinetes de Rohan, ni Montaraces, ni los hombres Pukel guiaron a nadie: Gondor cayó solita y por un pelo, no cayó todo el cercano Occidente. Saludos.
PS: Bonita metáfora.
La verdad nos hara libres
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Personalmente me encantan los asedios de las guerras de Flandes, principalmente los de Amberes por Farnesio y Breda por Spinola, dos magníficos ejemplos de constancia, e ingenio tanto defensivo como ofensivo.
PD. En Minas Tirith la desesperación es más holiwoodiense que literaria, que hay que recordar que en el libro solo traspasaron la primera de las murallas .
PD. En Minas Tirith la desesperación es más holiwoodiense que literaria, que hay que recordar que en el libro solo traspasaron la primera de las murallas .
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Interesante hilo, tenemos claro que el asedio de constantinopla fué de cortes épicos por el significado que encierra la eterna lucha entre oriente y occidente, etc, etc, etc...
Pero también hay otros sitios interesantes, incluso uno al estilo de la toma de constantinopla. Me refiero a la caída de Cartago el final de la tercera guerra púnica, igual o probablemente mas dramático que la caída de constantinopla o el interesante sitio de Siracusa donde se han escrito bastantes mitos al respecto de la participación del sabio arquímides en ella.
Interesante analogía de la caída de Constantinopla con el señor de los anillos pero se debe considerar que era la emisión del certificado de defunción de un imperio ya muerto y , dadas las enormes diferencias de recursos y moral entre los Turcos y Bizantinos de la epoca no me imagino otro final para aquel imperio.
Pero también hay otros sitios interesantes, incluso uno al estilo de la toma de constantinopla. Me refiero a la caída de Cartago el final de la tercera guerra púnica, igual o probablemente mas dramático que la caída de constantinopla o el interesante sitio de Siracusa donde se han escrito bastantes mitos al respecto de la participación del sabio arquímides en ella.
Interesante analogía de la caída de Constantinopla con el señor de los anillos pero se debe considerar que era la emisión del certificado de defunción de un imperio ya muerto y , dadas las enormes diferencias de recursos y moral entre los Turcos y Bizantinos de la epoca no me imagino otro final para aquel imperio.
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- Coronel
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Hola reytuerto
La verdad es que encontrar este foro fue una de esas alegrías inesperadas que se encuentran de vez en cuando navegando por internet. Es un placer estar aquí, y más aún si alguna de las colaboraciones pueden ser valoradas positivamente.
Todavía tengo un par de cosas que comentar con Gaspacher. A ver cuando puedo dedicarle un ratito.
Efectivamente, Constantinopla no recibió ayuda en su hora final... posiblemente no había forma real de prestársela, la marea otómana estaba subiendo y amenazó seriamente a occidente durante más de un siglo.
Gaspacher
Es la desesperanza, la desigualdad de fuerzas, la decadencia y la determinación de luchar hasta el final. No un círculo de murallas más o menos ;)
La verdad es que encontrar este foro fue una de esas alegrías inesperadas que se encuentran de vez en cuando navegando por internet. Es un placer estar aquí, y más aún si alguna de las colaboraciones pueden ser valoradas positivamente.
Todavía tengo un par de cosas que comentar con Gaspacher. A ver cuando puedo dedicarle un ratito.
Efectivamente, Constantinopla no recibió ayuda en su hora final... posiblemente no había forma real de prestársela, la marea otómana estaba subiendo y amenazó seriamente a occidente durante más de un siglo.
Gaspacher
Es la desesperanza, la desigualdad de fuerzas, la decadencia y la determinación de luchar hasta el final. No un círculo de murallas más o menos ;)
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Gaspacher escribió:Personalmente me encantan los asedios de las guerras de Flandes, principalmente los de Amberes por Farnesio y Breda por Spinola, dos magníficos ejemplos de constancia, e ingenio tanto defensivo como ofensivo.
PD. En Minas Tirith la desesperación es más holiwoodiense que literaria, que hay que recordar que en el libro solo traspasaron la primera de las murallas .
En la pelicula tambien, cuando los de rohan llegarón los orcos estaban tratando de derribar la puerta del segundo nivel de la Ciudad, igual en la pelicula se muestra muy cobardes y debiles a los soldados de Gondor, cada vez que se enfrentaban a los orcos perdian claro que en la version extendida se les ve mejor, matarón bastantes antes de que los orcos tumbarán la puerta........ pero en el libro mucho mejor, perdon por el off topic
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Efectivamente, Constantinopla no recibió ayuda en su hora final... posiblemente no había forma real de prestársela, la marea otómana estaba subiendo y amenazó seriamente a occidente durante más de un siglo.
La ayuda extranjera en el asedio a Constantinopla:
Las promesas de ayuda de Alfonso de Aragon fueron vagas, aunque dio permiso para que recogiesen viveres y trigo de Sicilia. Estos alimentos nunca llegaron, pues mientras eran recogidos empezo el asedio. Vino el noble castellano por su cuenta, Don Francisco de Toledo. De la colonia catalana de la ciudad se unieron Pere Julia y algunos marineros.
El papa Nicolas estaba impaciente por ayudar, pero no se queria arriesgar hasta que estuviera seguro de la union de las 2 iglesias. Ademas sin la ayuda veneciana no podian hacer nada. Tambien una revuelta en Roma en enero de 1453 impedia cualquier ayuda hasta que no se sofocara la revuelta. Envio a finales de marzo armas y viveres en 3 barcos venecianos.
Los venecianos aportaron a un grandisimo comandante, mas 400 soldados a los que se les añadio 300 de Quios y Rodas.
Los siguientes paises no ayudaron:
Rusia por estar muy lejos, por los conflictos de su pais, y por estar muy resentida por la proclamacion de la union de las 2 iglesias.
Los principes de Moldavia estaban enzarzados en guerra entre ellos.
Jorge el despota de Serbia envio un destacamento a Mehmet II.
Hungria habia quedado diezmada por los desastres al final del reinado de Murat, y ademas habia un problema sucesorio.
El principe de Valaquia era vasallo del sultan y no se enfrentaria a el sin ayuda de Hungria.
Los emires de anatolia acababan de probar como se la gastaban los hombres del sultan.
Etc.
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La caída de Constantinopla [editar]
Asedio de Constantinopla, pintura de 1499
Búsqueda de apoyo en el Occidente [editar]El cisma entre las Iglesias católicas Romana y Ortodoxa había mantenido a Constantinopla distante de las naciones occidentales e, incluso durante los asedios de los turcos musulmanes, no había conseguido más que indiferencia de Roma y sus aliados. En un último intento de aproximación, teniendo en vista la constante amenaza turca, el emperador Juan VIII promovió un concilio en Ferrara, en Italia, donde se resolvieron rápidamente las diferencias entre las dos confesiones. Entretanto, la aproximación provocó tumultos entre la población bizantina, dividida entre los que rechazaban a la iglesia romana y los que apoyaban la maniobra política de Juan VIII.
Constantino XI y Mehmed II [editar]Juan VIII había muerto en 1448 y su hermano Constantino XI asumió el trono al año siguiente (mientras tanto la regente en Constantinopla fue Elena Dragases, madre de ambos). Era una figura popular, habiendo luchado en la resistencia bizantina en el Peloponeso frente al ejército otomano, más seguía la línea de su hermano y predecesor en la conciliación de las iglesias oriental y occidental, lo que causaba desconfianza no sólo entre el clero bizantino sino también en el sultán Murad II, que veía esta alianza como una amenaza de intervención de las potencias occidentales en la resistencia a su expansión en Europa.
En 1451 Murad II murió, siendo sucedido por su joven hijo Mehmed II. Inicialmente, Mehmed prometió no violar el territorio bizantino. Esto aumentó la confianza de Constantino que, en el mismo año, se sintió seguro y suficiente para exigir el pago de una renta anual para la manutención de un oscuro príncipe otomano, mantenido como rehén, en Constantinopla. Furioso, más por el ultraje que por la amenaza a su pariente en sí, Mehmed II ordenó los preparativos para un asedio completo a la capital bizantina.
Preparativos [editar]Ambos bandos se prepararon para la guerra. Los bizantinos, ahora, con la simpatía de las naciones occidentales, enviaron mensajeros a dichas naciones pidiendo refuerzos y consiguiendo promesas. Tres navíos genoveses contratados por el Papa estaban en camino con armas y provisiones. El Papa también había enviado al cardenal Isidro, con 300 arqueros napolitanos como su guardia personal. Los venecianos enviaron a mediados de 1453 un refuerzo de 800 soldados y 15 navíos con pertrechos, mientras que los ciudadanos venecianos residentes en Constantinopla aceptaron participar de las defensas de la ciudad. La capital bizantina también recibió refuerzos de los ciudadanos de Pera y de los genoveses renegados, entre los cuales estaba su capitán Giovanni Giustiniani Longo, quien se encargaría de las defensas de la muralla este, y 700 soldados. Se aprestaron a la defensa con barriles de fuego griego, armas de fuego, y todos los hombres y jóvenes capaces de empuñar una espada o un arco. Para esa época Constantino XI Paleólogo había hecho un censo en la ciudad para ver las fuerzas disponibles para la defensa de Constantinopla. El resultado fue decepcionante: la población apenas llegaba los 50.000 habitantes (en su máximo esplendor en el siglo V había llegado a 500.000 habitantes) y apenas había entre 5.000 a 7.000 soldados para la defensa.
Los otomanos, a su vez, iniciaron el cerco construyendo rápidamente una muralla 10 kilómetros al norte de Constantinopla, Anadoluhisari. Mehmed II sabía que los asedios anteriores habían fracasado porque la ciudad recibía suministros a través del mar y entonces trató de bloquear las dos entradas, la del Mar Negro, con una fortaleza armada con tres cañones (Rumeli Hisari) en el punto más estrecho de la orilla del Bósforo, y con a lo menos 125 navíos ocupando los Dardanelos, el Mar de Mármara y el oeste del Bósforo.
Mehmed también reunió un ejército estimado en 100.000 soldados, 80.000 de los cuales eran combatientes turcos profesionales; los demás, reclutas capturados en campañas anteriores, mercenarios, aventureros, voluntarios de Anatolia, los bashi-bazuks y renegados cristianos, los cuales serían empleados en los asaltos directos. 12.000 de estos soldados eran jenízaros (infantería) y 15.000 cipayos (caballería), la élite del ejército otomano. Al inicio de 1452, un ingeniero de artillería húngaro llamado Urbano ofreció sus servicios al sultán. Mehmed le hizo responsable de la instalación de los cañones en su nueva fortaleza y la fabricación de un inmenso cañón de nueve metros de longitud(llamado gran bombarda), el cual fue llevado a las cercanías de Constantinopla empujado por varios cientos de bueyes y auxiliado por un contingente de 100 hombres a la velocidad de 2 km por día. A todos estos se les sumaban aquellos que animaban a la batalla con sus tambores y trompetas y que se contaban por miles, no cesando de tocar en ninguno de los momentos del asedio, además del apoyo de los derviches que incitaban a destruir la ciudad.
El sultán prometió a sus hombres que estarían tres días de pillaje y botín, enardeciendo así los ánimos entre ellos, además de asegurar que aquel que coronara primero la muralla sería nombrado gobernador (bey) de una de las provincias del Imperio Bizantino.
El ataque otomano [editar]El sitio comenzó oficialmente el 7 de abril de 1453, cuando el gran cañón disparó el primer tiro en dirección al valle del Río Lico, junto a la puerta de San Romano, que penetraba en Constantinopla por una depresión bajo la muralla, lo cual posibilitaba el posicionamiento del cañón en una parte más alta. La muralla, hasta entonces imbatida en aquel punto, no había sido construida para soportar ataques de artillería, y en menos de una semana comenzó a ceder, pese a ser la mejor arma contra los otomanos, ya que constaba de tres anillos gruesos de murallas con fosos de entre 30 y 70 metros de profundidad. Todos los días, al anochecer, los bizantinos se escabullían fuera de la ciudad para reparar los daños causados por el cañón con sacos y barriles de arena, piedras despedazadas de la propia muralla y empalizadas de madera, mientras los defensores se defendían con sus arqueros mediante lanzamientos de flechas y con ballesteros de dardos. Los otomanos evitaron el ataque por la costa, puesto que las murallas eran reforzadas por torres con cañones y artilleros que podrían destruir toda la flota en poco tiempo. Por eso, el ataque inicial se restringió casi solamente a un frente, lo que facilitó tiempo y mano de obra suficientes a los bizantinos para soportar el asedio.
Al comienzo del cerco, los bizantinos consiguieron dos victorias alentadoras. El 12 de abril, el almirante búlgaro al servicio del sultán Suleimán Baltoghlu fue rechazado por la armada bizantina al intentar forzar el pasaje por el Cuerno de Oro. Seis días después, el Sultán intentó un ataque a la muralla dañada en el valle del Lico, pero fue derrotado por un contingente menor, aunque mejor armado, de bizantinos, al mando de Giustiniani.
El 20 de abril los bizantinos avistaron los navíos enviados por el Papa, además de otro navío griego con grano de Sicilia, que atravesaron el bloqueo de los Dardanelos cuando el sultán desplazó sus navíos hacia el Mar de Mármara. Baltoghlu intentó interceptar los navíos cristianos, pero vio que su flota podía ser destruida por los ataques de fuego griego arrojado sobre sus embarcaciones. Los navíos llegaron con éxito al Cuerno de Oro y Baltoghlu fue humillado públicamente por el sultán y ejecutado.
El 22 de abril, el sultán asestó un golpe estratégico en las defensas bizantinas con la ayuda de la gran maniobra ideada por su general Zaganos Pasha. Imposibilitados para atravesar la cadena que cerraba el Cuerno de Oro, el sultán ordenó la construcción de un camino de rodadura al norte de Pera, por donde sus navíos podrían ser empujados por tierra, evitando la barrera. Con los navíos posicionados en un nuevo frente, los bizantinos no tendrían recursos para reparar después sus murallas. Sin elección, los bizantinos se vieron forzados a contraatacar y el 25 de abril intentaron un ataque sorpresa a los turcos en el Cuerno de Oro, pero fueron descubiertos por espías y ejecutados. Los bizantinos, entonces, decapitaron a 260 turcos cautivos y arrojaron sus cuerpos sobre las murallas del puerto.
Bombardeados diariamente en dos frentes, los bizantinos raramente eran atacados por los soldados turcos. El 7 de mayo, el sultán intentó un nuevo ataque al valle del Lico, pero fue nuevamente repelido. Al final del día, los otomanos comenzaron a mover una gran torre de asedio, pero durante la noche, los soldados bizantinos consiguieron destruirla antes de que fuese usada. Los turcos también intentaron abrir túneles por debajo de las murallas, pero los griegos cavaban del lado interno y atacaban de sorpresa con fuego o agua. Con los impactos de artillería de los cañones las murallas sufrían grandes brechas por donde penetraban los jenízaros, que para salvar los fosos se dedicaban a recoger ramas, toneles, además de los bloques de piedra de las murallas derruidas, para rellenar los fosos y poder penetrar para luchar cuerpo a cuerpo con los bizantinos.
La mano de obra estaba sobrecargada, los soldados cansados y los recursos escaseaban. El mismo Constantino XI coordinaba las defensas, inspeccionaba las murallas y animaba a las tropas por toda la ciudad.
Malos presagios [editar]La resistencia de Constantinopla comenzó a decaer cuando cundió el desánimo causado por una serie de malos presagios. En la noche del 24 de mayo hubo un eclipse lunar, recordando a los bizantinos una antigua profecía de que la ciudad sólo resistiría mientras la Luna brillase en el cielo. Al día siguiente, durante una procesión, uno de los íconos de la Virgen María cayó al suelo. Luego, de repente, una tempestad de lluvia y granizo inundó las calles. Los navíos prometidos por los venecianos todavía no habían llegado y la resistencia de la ciudad estaba al límite.
Al mismo tiempo, los turcos otomanos afrontaban sus propios problemas. El costo para sostener un ejército de 100.000 hombres era muy grande y los oficiales comentaban la ineficiencia de las estrategias del Sultán hasta entonces. Mehmed II se vio obligado a lanzar un ultimátum a Constantinopla: los turcos perdonarían las vidas de los cristianos si el emperador entregaba la ciudad. Como alternativa, prometió levantar el cerco si Constantino pagaba un pesado tributo. Como los tesoros estaban vacíos desde el saqueo de la Cuarta Cruzada, Constantino se vio obligado a rechazar la oferta y Mehmed, a lanzar un ataque rápido y decisivo.
El asalto final [editar]Mehmed ordenó que las tropas descansasen el día 28 de mayo para prepararse para el asalto final en el día siguiente, ya que sus astrólogos le habían profetizado que el día 29 sería un día nefasto para los infieles. Por primera vez en casi dos meses, no se oyó el ruido de los cañones ni de las tropas en movimiento. Para romper el silencio y levantar la moral en el momento decisivo, todas las iglesias de Constantinopla tocaron sus campanas durante todo el día. El Emperador y el pueblo rezaron juntos en Santa Sofía por última vez, antes de ocupar sus puestos para resistir el asalto final, que se produjo antes del amanecer.
Durante esa madrugada del día 29 de mayo de 1453, el sultán otomano Mehmed lanzó un ataque total a las murallas, compuesto principalmente por mercenarios y prisioneros, concentrando el ataque en el valle del Lico. Durante dos horas, el contingente principal de mercenarios europeos fue repelido por los soldados bizantinos bajo el mando de Giustiniani, provistos de mejores armas y armaduras y protegidos por las murallas. Pero con las tropas cansadas, tendrían ahora que afrontar al ejército regular de 80.000 turcos.
El ejército turco atacó durante más de dos horas, sin vencer la resistencia bizantina. Entonces hicieron espacio para el gran cañón, que abrió una brecha en la muralla por la cual los turcos concentraron su ataque. Constantino en persona coordinó una cadena humana que mantuvo a los turcos ocupados mientras la muralla era reparada. El Sultán, entonces, hizo uso de los jenízaros, que trepaban la muralla con escaleras. Sin embargo, tras una hora de combates, los jenízaros todavía no habían conseguido entrar a la ciudad.
Con los ataques concentrados en el valle del Lico, los bizantinos cometieron la imprudencia de dejar la puerta de la muralla noroeste (la Kerkaporta) semiabierta. Un destacamento jenízaro otomano penetró por allí e invadió el espacio entre las murallas externa e interna, muriendo muchos de ellos al caer al foso. Se dice que el primero en llegar fue un gran soldado llamado Hassan, que murió por una lluvia de flechas bizantinas. En ese momento, el comandante Giustiniani fue herido y fue evacuado apresuradamente hacia un navío. Constantino, avisado inmediatamente del hecho, fue hacia él y lo quiso convencer de no alejarse del lugar, le habló de la importancia de mantenerse como sea en el campo de batalla, pero el genovés habría intuido la gravedad del asunto y lamentablemente se mantuvo firme en su deseo de retirarse para ser atendido. Cuando el resto de los soldados genoveses vieron que se llevaban a su capitán pasó lo que era de esperar: se desmoralizaron y desertaron de sus puestos en la muralla siguiendo el camino de su capitán, justo en el preciso momento en que arreciaban las fuerzas de los jenízaros en el lugar.
Sin su liderazgo, los soldados griegos lucharon desordenadamente contra los disciplinados turcos. La muerte de Constantino XI es una de las leyendas más famosas del asalto, ya que el Emperador luchó hasta la muerte en las murallas tal y como había prometido a Mehmed II cuando este le ofreció el gobierno de Mistra a cambio de la rendición de Constantinopla. Su cabeza fue decapitada y capturada por los turcos, mientras que su cuerpo era enterrado en Constantinopla con todos los honores.
Giustiniani también moriría más tarde, a causa de las heridas, en la isla griega de Quíos, donde se encontraba anclada la prometida escuadra veneciana a la espera de vientos favorables.
Captura y control otomano [editar]
El sitio de ConstantinoplaMehmed II entró en la ciudad por la tarde, junto a sus generales Zaganos Pasha y Mahmud Pasha, y ordenó que la catedral (Santa Sofía) fuese consagrada como mezquita. En un principio prometió a sus hombres un saqueo de 3 días, pero impidió que tocaran Aya Sofía maravillado por ella y ofreció a todos sus habitantes quedarse en sus casas con sus bienes. El contingente bizantino recibió autorización para residir en la ciudad bajo la autoridad de un nuevo patriarca, el teólogo Jorge Scolarios, que adoptó el nombre de Genadio II, designado por el propio Sultán para asegurarse de que no habría revueltas. Desde entonces quien tenía el control religioso de Palestina fue Atenas.
De cualquier forma, fue el fin del último reducto de la cultura clásica, el último vestigio del Imperio Romano. Constantinopla fue llamada desde ese entonces Islambul (ciudad del Islam, ahora Estambul) y pasó a ser la capital de un nuevo imperio que llegaría hasta las mismas puertas de Viena, el Imperio Otomano.
Asedio de Constantinopla, pintura de 1499
Búsqueda de apoyo en el Occidente [editar]El cisma entre las Iglesias católicas Romana y Ortodoxa había mantenido a Constantinopla distante de las naciones occidentales e, incluso durante los asedios de los turcos musulmanes, no había conseguido más que indiferencia de Roma y sus aliados. En un último intento de aproximación, teniendo en vista la constante amenaza turca, el emperador Juan VIII promovió un concilio en Ferrara, en Italia, donde se resolvieron rápidamente las diferencias entre las dos confesiones. Entretanto, la aproximación provocó tumultos entre la población bizantina, dividida entre los que rechazaban a la iglesia romana y los que apoyaban la maniobra política de Juan VIII.
Constantino XI y Mehmed II [editar]Juan VIII había muerto en 1448 y su hermano Constantino XI asumió el trono al año siguiente (mientras tanto la regente en Constantinopla fue Elena Dragases, madre de ambos). Era una figura popular, habiendo luchado en la resistencia bizantina en el Peloponeso frente al ejército otomano, más seguía la línea de su hermano y predecesor en la conciliación de las iglesias oriental y occidental, lo que causaba desconfianza no sólo entre el clero bizantino sino también en el sultán Murad II, que veía esta alianza como una amenaza de intervención de las potencias occidentales en la resistencia a su expansión en Europa.
En 1451 Murad II murió, siendo sucedido por su joven hijo Mehmed II. Inicialmente, Mehmed prometió no violar el territorio bizantino. Esto aumentó la confianza de Constantino que, en el mismo año, se sintió seguro y suficiente para exigir el pago de una renta anual para la manutención de un oscuro príncipe otomano, mantenido como rehén, en Constantinopla. Furioso, más por el ultraje que por la amenaza a su pariente en sí, Mehmed II ordenó los preparativos para un asedio completo a la capital bizantina.
Preparativos [editar]Ambos bandos se prepararon para la guerra. Los bizantinos, ahora, con la simpatía de las naciones occidentales, enviaron mensajeros a dichas naciones pidiendo refuerzos y consiguiendo promesas. Tres navíos genoveses contratados por el Papa estaban en camino con armas y provisiones. El Papa también había enviado al cardenal Isidro, con 300 arqueros napolitanos como su guardia personal. Los venecianos enviaron a mediados de 1453 un refuerzo de 800 soldados y 15 navíos con pertrechos, mientras que los ciudadanos venecianos residentes en Constantinopla aceptaron participar de las defensas de la ciudad. La capital bizantina también recibió refuerzos de los ciudadanos de Pera y de los genoveses renegados, entre los cuales estaba su capitán Giovanni Giustiniani Longo, quien se encargaría de las defensas de la muralla este, y 700 soldados. Se aprestaron a la defensa con barriles de fuego griego, armas de fuego, y todos los hombres y jóvenes capaces de empuñar una espada o un arco. Para esa época Constantino XI Paleólogo había hecho un censo en la ciudad para ver las fuerzas disponibles para la defensa de Constantinopla. El resultado fue decepcionante: la población apenas llegaba los 50.000 habitantes (en su máximo esplendor en el siglo V había llegado a 500.000 habitantes) y apenas había entre 5.000 a 7.000 soldados para la defensa.
Los otomanos, a su vez, iniciaron el cerco construyendo rápidamente una muralla 10 kilómetros al norte de Constantinopla, Anadoluhisari. Mehmed II sabía que los asedios anteriores habían fracasado porque la ciudad recibía suministros a través del mar y entonces trató de bloquear las dos entradas, la del Mar Negro, con una fortaleza armada con tres cañones (Rumeli Hisari) en el punto más estrecho de la orilla del Bósforo, y con a lo menos 125 navíos ocupando los Dardanelos, el Mar de Mármara y el oeste del Bósforo.
Mehmed también reunió un ejército estimado en 100.000 soldados, 80.000 de los cuales eran combatientes turcos profesionales; los demás, reclutas capturados en campañas anteriores, mercenarios, aventureros, voluntarios de Anatolia, los bashi-bazuks y renegados cristianos, los cuales serían empleados en los asaltos directos. 12.000 de estos soldados eran jenízaros (infantería) y 15.000 cipayos (caballería), la élite del ejército otomano. Al inicio de 1452, un ingeniero de artillería húngaro llamado Urbano ofreció sus servicios al sultán. Mehmed le hizo responsable de la instalación de los cañones en su nueva fortaleza y la fabricación de un inmenso cañón de nueve metros de longitud(llamado gran bombarda), el cual fue llevado a las cercanías de Constantinopla empujado por varios cientos de bueyes y auxiliado por un contingente de 100 hombres a la velocidad de 2 km por día. A todos estos se les sumaban aquellos que animaban a la batalla con sus tambores y trompetas y que se contaban por miles, no cesando de tocar en ninguno de los momentos del asedio, además del apoyo de los derviches que incitaban a destruir la ciudad.
El sultán prometió a sus hombres que estarían tres días de pillaje y botín, enardeciendo así los ánimos entre ellos, además de asegurar que aquel que coronara primero la muralla sería nombrado gobernador (bey) de una de las provincias del Imperio Bizantino.
El ataque otomano [editar]El sitio comenzó oficialmente el 7 de abril de 1453, cuando el gran cañón disparó el primer tiro en dirección al valle del Río Lico, junto a la puerta de San Romano, que penetraba en Constantinopla por una depresión bajo la muralla, lo cual posibilitaba el posicionamiento del cañón en una parte más alta. La muralla, hasta entonces imbatida en aquel punto, no había sido construida para soportar ataques de artillería, y en menos de una semana comenzó a ceder, pese a ser la mejor arma contra los otomanos, ya que constaba de tres anillos gruesos de murallas con fosos de entre 30 y 70 metros de profundidad. Todos los días, al anochecer, los bizantinos se escabullían fuera de la ciudad para reparar los daños causados por el cañón con sacos y barriles de arena, piedras despedazadas de la propia muralla y empalizadas de madera, mientras los defensores se defendían con sus arqueros mediante lanzamientos de flechas y con ballesteros de dardos. Los otomanos evitaron el ataque por la costa, puesto que las murallas eran reforzadas por torres con cañones y artilleros que podrían destruir toda la flota en poco tiempo. Por eso, el ataque inicial se restringió casi solamente a un frente, lo que facilitó tiempo y mano de obra suficientes a los bizantinos para soportar el asedio.
Al comienzo del cerco, los bizantinos consiguieron dos victorias alentadoras. El 12 de abril, el almirante búlgaro al servicio del sultán Suleimán Baltoghlu fue rechazado por la armada bizantina al intentar forzar el pasaje por el Cuerno de Oro. Seis días después, el Sultán intentó un ataque a la muralla dañada en el valle del Lico, pero fue derrotado por un contingente menor, aunque mejor armado, de bizantinos, al mando de Giustiniani.
El 20 de abril los bizantinos avistaron los navíos enviados por el Papa, además de otro navío griego con grano de Sicilia, que atravesaron el bloqueo de los Dardanelos cuando el sultán desplazó sus navíos hacia el Mar de Mármara. Baltoghlu intentó interceptar los navíos cristianos, pero vio que su flota podía ser destruida por los ataques de fuego griego arrojado sobre sus embarcaciones. Los navíos llegaron con éxito al Cuerno de Oro y Baltoghlu fue humillado públicamente por el sultán y ejecutado.
El 22 de abril, el sultán asestó un golpe estratégico en las defensas bizantinas con la ayuda de la gran maniobra ideada por su general Zaganos Pasha. Imposibilitados para atravesar la cadena que cerraba el Cuerno de Oro, el sultán ordenó la construcción de un camino de rodadura al norte de Pera, por donde sus navíos podrían ser empujados por tierra, evitando la barrera. Con los navíos posicionados en un nuevo frente, los bizantinos no tendrían recursos para reparar después sus murallas. Sin elección, los bizantinos se vieron forzados a contraatacar y el 25 de abril intentaron un ataque sorpresa a los turcos en el Cuerno de Oro, pero fueron descubiertos por espías y ejecutados. Los bizantinos, entonces, decapitaron a 260 turcos cautivos y arrojaron sus cuerpos sobre las murallas del puerto.
Bombardeados diariamente en dos frentes, los bizantinos raramente eran atacados por los soldados turcos. El 7 de mayo, el sultán intentó un nuevo ataque al valle del Lico, pero fue nuevamente repelido. Al final del día, los otomanos comenzaron a mover una gran torre de asedio, pero durante la noche, los soldados bizantinos consiguieron destruirla antes de que fuese usada. Los turcos también intentaron abrir túneles por debajo de las murallas, pero los griegos cavaban del lado interno y atacaban de sorpresa con fuego o agua. Con los impactos de artillería de los cañones las murallas sufrían grandes brechas por donde penetraban los jenízaros, que para salvar los fosos se dedicaban a recoger ramas, toneles, además de los bloques de piedra de las murallas derruidas, para rellenar los fosos y poder penetrar para luchar cuerpo a cuerpo con los bizantinos.
La mano de obra estaba sobrecargada, los soldados cansados y los recursos escaseaban. El mismo Constantino XI coordinaba las defensas, inspeccionaba las murallas y animaba a las tropas por toda la ciudad.
Malos presagios [editar]La resistencia de Constantinopla comenzó a decaer cuando cundió el desánimo causado por una serie de malos presagios. En la noche del 24 de mayo hubo un eclipse lunar, recordando a los bizantinos una antigua profecía de que la ciudad sólo resistiría mientras la Luna brillase en el cielo. Al día siguiente, durante una procesión, uno de los íconos de la Virgen María cayó al suelo. Luego, de repente, una tempestad de lluvia y granizo inundó las calles. Los navíos prometidos por los venecianos todavía no habían llegado y la resistencia de la ciudad estaba al límite.
Al mismo tiempo, los turcos otomanos afrontaban sus propios problemas. El costo para sostener un ejército de 100.000 hombres era muy grande y los oficiales comentaban la ineficiencia de las estrategias del Sultán hasta entonces. Mehmed II se vio obligado a lanzar un ultimátum a Constantinopla: los turcos perdonarían las vidas de los cristianos si el emperador entregaba la ciudad. Como alternativa, prometió levantar el cerco si Constantino pagaba un pesado tributo. Como los tesoros estaban vacíos desde el saqueo de la Cuarta Cruzada, Constantino se vio obligado a rechazar la oferta y Mehmed, a lanzar un ataque rápido y decisivo.
El asalto final [editar]Mehmed ordenó que las tropas descansasen el día 28 de mayo para prepararse para el asalto final en el día siguiente, ya que sus astrólogos le habían profetizado que el día 29 sería un día nefasto para los infieles. Por primera vez en casi dos meses, no se oyó el ruido de los cañones ni de las tropas en movimiento. Para romper el silencio y levantar la moral en el momento decisivo, todas las iglesias de Constantinopla tocaron sus campanas durante todo el día. El Emperador y el pueblo rezaron juntos en Santa Sofía por última vez, antes de ocupar sus puestos para resistir el asalto final, que se produjo antes del amanecer.
Durante esa madrugada del día 29 de mayo de 1453, el sultán otomano Mehmed lanzó un ataque total a las murallas, compuesto principalmente por mercenarios y prisioneros, concentrando el ataque en el valle del Lico. Durante dos horas, el contingente principal de mercenarios europeos fue repelido por los soldados bizantinos bajo el mando de Giustiniani, provistos de mejores armas y armaduras y protegidos por las murallas. Pero con las tropas cansadas, tendrían ahora que afrontar al ejército regular de 80.000 turcos.
El ejército turco atacó durante más de dos horas, sin vencer la resistencia bizantina. Entonces hicieron espacio para el gran cañón, que abrió una brecha en la muralla por la cual los turcos concentraron su ataque. Constantino en persona coordinó una cadena humana que mantuvo a los turcos ocupados mientras la muralla era reparada. El Sultán, entonces, hizo uso de los jenízaros, que trepaban la muralla con escaleras. Sin embargo, tras una hora de combates, los jenízaros todavía no habían conseguido entrar a la ciudad.
Con los ataques concentrados en el valle del Lico, los bizantinos cometieron la imprudencia de dejar la puerta de la muralla noroeste (la Kerkaporta) semiabierta. Un destacamento jenízaro otomano penetró por allí e invadió el espacio entre las murallas externa e interna, muriendo muchos de ellos al caer al foso. Se dice que el primero en llegar fue un gran soldado llamado Hassan, que murió por una lluvia de flechas bizantinas. En ese momento, el comandante Giustiniani fue herido y fue evacuado apresuradamente hacia un navío. Constantino, avisado inmediatamente del hecho, fue hacia él y lo quiso convencer de no alejarse del lugar, le habló de la importancia de mantenerse como sea en el campo de batalla, pero el genovés habría intuido la gravedad del asunto y lamentablemente se mantuvo firme en su deseo de retirarse para ser atendido. Cuando el resto de los soldados genoveses vieron que se llevaban a su capitán pasó lo que era de esperar: se desmoralizaron y desertaron de sus puestos en la muralla siguiendo el camino de su capitán, justo en el preciso momento en que arreciaban las fuerzas de los jenízaros en el lugar.
Sin su liderazgo, los soldados griegos lucharon desordenadamente contra los disciplinados turcos. La muerte de Constantino XI es una de las leyendas más famosas del asalto, ya que el Emperador luchó hasta la muerte en las murallas tal y como había prometido a Mehmed II cuando este le ofreció el gobierno de Mistra a cambio de la rendición de Constantinopla. Su cabeza fue decapitada y capturada por los turcos, mientras que su cuerpo era enterrado en Constantinopla con todos los honores.
Giustiniani también moriría más tarde, a causa de las heridas, en la isla griega de Quíos, donde se encontraba anclada la prometida escuadra veneciana a la espera de vientos favorables.
Captura y control otomano [editar]
El sitio de ConstantinoplaMehmed II entró en la ciudad por la tarde, junto a sus generales Zaganos Pasha y Mahmud Pasha, y ordenó que la catedral (Santa Sofía) fuese consagrada como mezquita. En un principio prometió a sus hombres un saqueo de 3 días, pero impidió que tocaran Aya Sofía maravillado por ella y ofreció a todos sus habitantes quedarse en sus casas con sus bienes. El contingente bizantino recibió autorización para residir en la ciudad bajo la autoridad de un nuevo patriarca, el teólogo Jorge Scolarios, que adoptó el nombre de Genadio II, designado por el propio Sultán para asegurarse de que no habría revueltas. Desde entonces quien tenía el control religioso de Palestina fue Atenas.
De cualquier forma, fue el fin del último reducto de la cultura clásica, el último vestigio del Imperio Romano. Constantinopla fue llamada desde ese entonces Islambul (ciudad del Islam, ahora Estambul) y pasó a ser la capital de un nuevo imperio que llegaría hasta las mismas puertas de Viena, el Imperio Otomano.
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batalla por Cartago
Inicio de la guerra
Durante esta época, Masinissa, rey de Numidia (antigua sierva de Cartago, y vecina suya), y con el permiso de los romanos, realizaba continuos ataques a los territorios pertenecientes a los púnicos. Los cartagineses no podían defenderse, ya que (como hemos mencionado), necesitaban el permiso de Roma para hacerlo, y los latinos hacían siempre la vista gorda. Llegó un momento sin embargo, en que las humillaciones fueron tan fuertes, que el pueblo cartaginés depuso al partido prorromano que administraba la ciudad, y colocó al frente a unos dirigentes partidarios de responder a las provocaciones de los númidas. Respondieron entonces al asalto de Horóscopa enviando un ejército al mando de Asdrúbal, el cual fue desastrosamente derrotado. De esta manera, los romanos encontraron el casus belli adecuado para iniciar la guerra: los cartagineses iniciaron una guerra sin autorización del pueblo romano.
Habiendo tomado conciencia de lo que eso significaba, los cartagineses condenaron a muerte a Asdrúbal y a los principales miembros del partido militar, y se enviaron dos embajadas para tratar de solucionar la situación. Sin embargo, Roma no aceptó las excusas cartaginesas, y declaró la guerra. En consecuencia, el gobierno cartaginés, en un intento de salvar la ciudad de su destrucción, decidió rendirse incondicionalmente.
En respuesta, el senado romano declaró que garantizaría a los cartagineses la libertad, la tierra, la propiedad y la existencia del estado, a cambio de la entrega de 300 rehenes elegidos entre los hijos de los dirigentes gubernamentales cartagineses, y a condición que se cumplieran las decisiones de los cónsules una vez se hubiesen asentado éstos en suelo africano. Como resultado, los rehenes fueron inmediatamente entregados.
Cuando los romanos llegaron a Útica, ciudad africana sobre la costa del Mediterráneo (que ya se había rendido) exigieron la entrega de todos los pertrechos militares, orden que fue obedecida sin discusión. Pero no contentos con esto, los romanos transmitieron la orden terminante de destruir la ciudad de Cartago. Se dio a sus habitantes la libertad de escoger un sitio para una nueva ciudad donde ellos quisieran, siempre que la distancia del mar no fuese inferior a 80 estadios (15.4 km) Eso significaba el fin de Cartago como potencia marítima y comercial, quedando relegada a las actividades agrícolas.
Esta decisión carente de humanidad fue airadamente rechazada por la población cartaginesa, quienes asesinaron a todos los que de una u otra manera estuvieron involucrados en la entrega de Cartago a Roma. Aunque desarmada, Cartago estaba rodeada por excelentes fortificaciones que permitirían su defensa a los mismos ciudadanos aun con inferioridad numérica y de equipo con relación a los romanos. Con el fin de ganar tiempo para fabricar armas, los cartagineses enviaron una embajada a los cónsules romanos con el pretexto de un armisticio a fin de negociar con el senado romano. El armisticio fue rechazado, pero inexplicablemente los romanos no procedieron a asaltar de inmediato la ciudad.
Gracias a esto, los cartagineses pudieron prepararse para resistir el sitio, fabricando armas día y noche, construyendo máquinas de guerra (cuyas cuerdas se prepararon con cabellos de mujeres, quienes los donaban para tal fin) reforzando las murallas de la ciudad y amontonando provisiones en enorme cantidad. Asdrúbal, que después de su condena a muerte consiguió escapar y formar un ejército propio que ocupaba casi todo el territorio cartaginés, fue amnistiado y se le imploró que ayudara a la ciudad en ese momento de angustia, lo cual aceptó de inmediato. Increíblemente los romanos no sospecharon nada de estas acciones, pues cuando por fin se decidieron a asaltar la ciudad, se encontraron con la muy desagradable sorpresa de que ésta estaba completamente lista para defenderse.
[ El estancamiento romano frente a Cartago
Los primeros dos años de sitio significaron un fracaso total para los romanos. Para ellos, tomar la ciudad les parecía imposible, pues contaba con enormes recursos, sólidas fortificaciones y un gran ejército que impedía su aislamiento total. Tan incapaces se mostraron los romanos en las acciones militares que ni siquieran lograron paralizar la actividad comercial y militar marítima de los cartagineses. Como el sitio se prolongaba, los comandantes romanos decidieron permitir la entrada en su campamento de "elementos de distracción": prostitutas, comerciantes, y personas similares, lo que provocó un relajamiento catastrófico de la disciplina militar.
Mientras tanto, los círculos dirigentes romanos, avergonzados de la injustificable prolongación del sitio contra la ciudad, en el año 147 a. C. decidieron, aun en contra de los criterios legales vigentes, nombrar cónsul y comandante supremo del ejército romano en África al nieto adoptivo de Escipión el Africano, Publio Cornelio Escipión Emiliano, considerado el oficial más capaz de todo el ejército romano. Su capacidad había quedado demostrada al dar solución a situaciones críticas del ejército durante el sitio de la ciudad africana, así como haber logrado resolver el muy difícil problema de dividir el poder entre los tres herederos del rey númida Masinissa, quien le requirió para tal fin. Además, se decía de él que solamente un descendiente del gran Escipión el Africano podría derrotar a Cartago.
[ Escipión Emiliano toma el mando
Escipión Emiliano se dirigió a África con refuerzos. Una vez llegado allí, depuró el ejército de todas las gentuzas que contribuían al relajamiento de la disciplina. Al ser restaurada ésta, reanudó el adiestramiento de los soldados en la guerra, lo que le permitió enfrentarse al numéricamente superior ejército de Asdrúbal en una gran batalla en la que los cartagineses perdieron 85.000 hombres. Esto permitió a Escipión rodear completamente la ciudad por tierra. La flota romana incursionó masivamente en el golfo de Túnez, impidiendo la salida de las naves cartaginesas. Por primera vez en el curso de la guerra, Cartago, durante el invierno del año 147 a. C., estaba completamente aislada del mundo exterior, lo que provocó la rápida disminución de sus reservas alimenticias, contribuyendo esto al brote y propagación de enfermedades que hicieron estragos entre la población de la ciudad.
[ La toma de Cartago
Al llegar la primavera del año 146 a. C. la población estaba tan debilitada por el hambre y las enfermedades que los romanos decidieron que era el momento de asaltar la ciudad. Los romanos penetraron por el puerto atravesando parte de las murallas mediante una grieta hecha en esta por uno de sus arietes. Además, con escalas y construyendo una torre de asalto en la muralla, consiguieron entrar pese a la fuerte resistencia de los ciudadanos.
Tras entrar en la ciudad, los romanos fueron recibidos por una verdadera lluvia de lanzas, piedras, flechas, espadas e incluso tejas que lanzaban desde los tejados de sus casas. Los romanos tuvieron que detener su marcha y con tablones, pasaron de vivienda en vivienda acabando con los habitantes de la ciudad, la mayoría de los cuales lucharon hasta la muerte. La lucha continuó y los ciudadanos iban cayendo uno tras otro. Durante seis días con sus noches los romanos y los cartagineses entablaron una gran batalla urbana, cuyo resultado claramente favorecía a los primeros. El objetivo de las legiones era tomar completamente la ciudad, finalizando con la captura de la ciudadela fortificada de Byrsa, ubicada sobre la cima de una colina escarpada, en el corazón de la ciudad, punto a donde se dirigían los defensores en su continuo retroceder ante los romanos, quienes avanzaban demoliendo muros, abriéndose camino a través de montañas de ruinas o pasando por los techos de las casas y los edificios. Las tropas de Escipión arrancaron las placas de oro de los templos sumando todo esto a una gran destrucción.
Los últimos supervivientes de la batalla de Cartago, unos 50.000, se refugiaron en el templo de Eshmún (Esculapio para los romanos), situado en Byrsa, junto a su necrópolis sagrada. Allí, la mayor parte de los púnicos rogaron a Escipión que tuviera clemencia con ellos, incluso Asdrúbal, quien había logrado escapar tras la destrucción de su ejército y dirigía la defensa de la ciudad. Escipión prometió respetarles la vida. Sólo quedaron en el templo los desertores romanos (cerca de un millar) que tras ver la gran traición de su general, se suicidaron, y también la mujer de Asdrúbal, que vestida con una túnica de gala, insultó a su marido y se dirigió a los romanos diciéndoles: "vosotros que nos habéis destruido a fuego, a fuego también seréis destruidos" y dicho esto besó a sus hijos y se lanzó a las llamas del fuego (hay versiones que dicen que acuchilló a sus hijos y los lanzó consigo al fuego.) Esta escena fue similar a la de la reina Elisa o Dido en los principios de Cartago. Los desertores también se sacrificaron en la misma pira. Una vez esto ocurrió, el flemático Escipión Emiliano comenzó a llorar, y gritó en griego una frase de la Ilíada, referida a la destrucción de Troya: "Día vendrá en que perezca la sagrada Ilión, Príamo y el pueblo de Príamo, el de la buena lanza de fresno". Polibio le preguntó por qué mencionaba esta cita, y Escipión le confesó que temía que algún día estas palabras, aplicables ahora a Cartago, pudieran también utilizarse para hablar del destino de Roma.
[ La destrucción de Cartago
Los prisioneros fueron todos reducidos a la esclavitud y la ciudad fue totalmente saqueada tras su toma; sin embargo, la mayor parte se conservaba aún en pie. Después de la caída de Cartago se presentó en el sitio una comisión del Senado romano para decidir qué se haría con ella. Según los indicios, el mismo Escipión Emiliano y algunos senadores eran partidarios de que la ciudad se conservase, pero la mayor parte de la comisión se puso de parte de la opinión de que fuese destruida, seguramente aún bajo la influencia de los deseos del ya fallecido Catón El Censor. Por tanto, Escipión ordenó a las legiones destruir totalmente la ciudad hasta los cimientos y, después de maldecir eternamente el emplazamiento de Cartago, hizo que un arado marcara surcos sobre él...
Las demás ciudades del norte de África que apoyaron a Cartago en todo momento corrieron la misma suerte. Las que se rindieron desde el comienzo de la guerra, como Útica, fueron declaradas libres y conservaron sus territorios. Las antiguas posesiones de Cartago constituyeron la nueva provincia romana de África, descontando algunos territorios entregados a los hijos de Massinisa como premio por su ayuda a Roma durante la guerra.
Inicio de la guerra
Durante esta época, Masinissa, rey de Numidia (antigua sierva de Cartago, y vecina suya), y con el permiso de los romanos, realizaba continuos ataques a los territorios pertenecientes a los púnicos. Los cartagineses no podían defenderse, ya que (como hemos mencionado), necesitaban el permiso de Roma para hacerlo, y los latinos hacían siempre la vista gorda. Llegó un momento sin embargo, en que las humillaciones fueron tan fuertes, que el pueblo cartaginés depuso al partido prorromano que administraba la ciudad, y colocó al frente a unos dirigentes partidarios de responder a las provocaciones de los númidas. Respondieron entonces al asalto de Horóscopa enviando un ejército al mando de Asdrúbal, el cual fue desastrosamente derrotado. De esta manera, los romanos encontraron el casus belli adecuado para iniciar la guerra: los cartagineses iniciaron una guerra sin autorización del pueblo romano.
Habiendo tomado conciencia de lo que eso significaba, los cartagineses condenaron a muerte a Asdrúbal y a los principales miembros del partido militar, y se enviaron dos embajadas para tratar de solucionar la situación. Sin embargo, Roma no aceptó las excusas cartaginesas, y declaró la guerra. En consecuencia, el gobierno cartaginés, en un intento de salvar la ciudad de su destrucción, decidió rendirse incondicionalmente.
En respuesta, el senado romano declaró que garantizaría a los cartagineses la libertad, la tierra, la propiedad y la existencia del estado, a cambio de la entrega de 300 rehenes elegidos entre los hijos de los dirigentes gubernamentales cartagineses, y a condición que se cumplieran las decisiones de los cónsules una vez se hubiesen asentado éstos en suelo africano. Como resultado, los rehenes fueron inmediatamente entregados.
Cuando los romanos llegaron a Útica, ciudad africana sobre la costa del Mediterráneo (que ya se había rendido) exigieron la entrega de todos los pertrechos militares, orden que fue obedecida sin discusión. Pero no contentos con esto, los romanos transmitieron la orden terminante de destruir la ciudad de Cartago. Se dio a sus habitantes la libertad de escoger un sitio para una nueva ciudad donde ellos quisieran, siempre que la distancia del mar no fuese inferior a 80 estadios (15.4 km) Eso significaba el fin de Cartago como potencia marítima y comercial, quedando relegada a las actividades agrícolas.
Esta decisión carente de humanidad fue airadamente rechazada por la población cartaginesa, quienes asesinaron a todos los que de una u otra manera estuvieron involucrados en la entrega de Cartago a Roma. Aunque desarmada, Cartago estaba rodeada por excelentes fortificaciones que permitirían su defensa a los mismos ciudadanos aun con inferioridad numérica y de equipo con relación a los romanos. Con el fin de ganar tiempo para fabricar armas, los cartagineses enviaron una embajada a los cónsules romanos con el pretexto de un armisticio a fin de negociar con el senado romano. El armisticio fue rechazado, pero inexplicablemente los romanos no procedieron a asaltar de inmediato la ciudad.
Gracias a esto, los cartagineses pudieron prepararse para resistir el sitio, fabricando armas día y noche, construyendo máquinas de guerra (cuyas cuerdas se prepararon con cabellos de mujeres, quienes los donaban para tal fin) reforzando las murallas de la ciudad y amontonando provisiones en enorme cantidad. Asdrúbal, que después de su condena a muerte consiguió escapar y formar un ejército propio que ocupaba casi todo el territorio cartaginés, fue amnistiado y se le imploró que ayudara a la ciudad en ese momento de angustia, lo cual aceptó de inmediato. Increíblemente los romanos no sospecharon nada de estas acciones, pues cuando por fin se decidieron a asaltar la ciudad, se encontraron con la muy desagradable sorpresa de que ésta estaba completamente lista para defenderse.
[ El estancamiento romano frente a Cartago
Los primeros dos años de sitio significaron un fracaso total para los romanos. Para ellos, tomar la ciudad les parecía imposible, pues contaba con enormes recursos, sólidas fortificaciones y un gran ejército que impedía su aislamiento total. Tan incapaces se mostraron los romanos en las acciones militares que ni siquieran lograron paralizar la actividad comercial y militar marítima de los cartagineses. Como el sitio se prolongaba, los comandantes romanos decidieron permitir la entrada en su campamento de "elementos de distracción": prostitutas, comerciantes, y personas similares, lo que provocó un relajamiento catastrófico de la disciplina militar.
Mientras tanto, los círculos dirigentes romanos, avergonzados de la injustificable prolongación del sitio contra la ciudad, en el año 147 a. C. decidieron, aun en contra de los criterios legales vigentes, nombrar cónsul y comandante supremo del ejército romano en África al nieto adoptivo de Escipión el Africano, Publio Cornelio Escipión Emiliano, considerado el oficial más capaz de todo el ejército romano. Su capacidad había quedado demostrada al dar solución a situaciones críticas del ejército durante el sitio de la ciudad africana, así como haber logrado resolver el muy difícil problema de dividir el poder entre los tres herederos del rey númida Masinissa, quien le requirió para tal fin. Además, se decía de él que solamente un descendiente del gran Escipión el Africano podría derrotar a Cartago.
[ Escipión Emiliano toma el mando
Escipión Emiliano se dirigió a África con refuerzos. Una vez llegado allí, depuró el ejército de todas las gentuzas que contribuían al relajamiento de la disciplina. Al ser restaurada ésta, reanudó el adiestramiento de los soldados en la guerra, lo que le permitió enfrentarse al numéricamente superior ejército de Asdrúbal en una gran batalla en la que los cartagineses perdieron 85.000 hombres. Esto permitió a Escipión rodear completamente la ciudad por tierra. La flota romana incursionó masivamente en el golfo de Túnez, impidiendo la salida de las naves cartaginesas. Por primera vez en el curso de la guerra, Cartago, durante el invierno del año 147 a. C., estaba completamente aislada del mundo exterior, lo que provocó la rápida disminución de sus reservas alimenticias, contribuyendo esto al brote y propagación de enfermedades que hicieron estragos entre la población de la ciudad.
[ La toma de Cartago
Al llegar la primavera del año 146 a. C. la población estaba tan debilitada por el hambre y las enfermedades que los romanos decidieron que era el momento de asaltar la ciudad. Los romanos penetraron por el puerto atravesando parte de las murallas mediante una grieta hecha en esta por uno de sus arietes. Además, con escalas y construyendo una torre de asalto en la muralla, consiguieron entrar pese a la fuerte resistencia de los ciudadanos.
Tras entrar en la ciudad, los romanos fueron recibidos por una verdadera lluvia de lanzas, piedras, flechas, espadas e incluso tejas que lanzaban desde los tejados de sus casas. Los romanos tuvieron que detener su marcha y con tablones, pasaron de vivienda en vivienda acabando con los habitantes de la ciudad, la mayoría de los cuales lucharon hasta la muerte. La lucha continuó y los ciudadanos iban cayendo uno tras otro. Durante seis días con sus noches los romanos y los cartagineses entablaron una gran batalla urbana, cuyo resultado claramente favorecía a los primeros. El objetivo de las legiones era tomar completamente la ciudad, finalizando con la captura de la ciudadela fortificada de Byrsa, ubicada sobre la cima de una colina escarpada, en el corazón de la ciudad, punto a donde se dirigían los defensores en su continuo retroceder ante los romanos, quienes avanzaban demoliendo muros, abriéndose camino a través de montañas de ruinas o pasando por los techos de las casas y los edificios. Las tropas de Escipión arrancaron las placas de oro de los templos sumando todo esto a una gran destrucción.
Los últimos supervivientes de la batalla de Cartago, unos 50.000, se refugiaron en el templo de Eshmún (Esculapio para los romanos), situado en Byrsa, junto a su necrópolis sagrada. Allí, la mayor parte de los púnicos rogaron a Escipión que tuviera clemencia con ellos, incluso Asdrúbal, quien había logrado escapar tras la destrucción de su ejército y dirigía la defensa de la ciudad. Escipión prometió respetarles la vida. Sólo quedaron en el templo los desertores romanos (cerca de un millar) que tras ver la gran traición de su general, se suicidaron, y también la mujer de Asdrúbal, que vestida con una túnica de gala, insultó a su marido y se dirigió a los romanos diciéndoles: "vosotros que nos habéis destruido a fuego, a fuego también seréis destruidos" y dicho esto besó a sus hijos y se lanzó a las llamas del fuego (hay versiones que dicen que acuchilló a sus hijos y los lanzó consigo al fuego.) Esta escena fue similar a la de la reina Elisa o Dido en los principios de Cartago. Los desertores también se sacrificaron en la misma pira. Una vez esto ocurrió, el flemático Escipión Emiliano comenzó a llorar, y gritó en griego una frase de la Ilíada, referida a la destrucción de Troya: "Día vendrá en que perezca la sagrada Ilión, Príamo y el pueblo de Príamo, el de la buena lanza de fresno". Polibio le preguntó por qué mencionaba esta cita, y Escipión le confesó que temía que algún día estas palabras, aplicables ahora a Cartago, pudieran también utilizarse para hablar del destino de Roma.
[ La destrucción de Cartago
Los prisioneros fueron todos reducidos a la esclavitud y la ciudad fue totalmente saqueada tras su toma; sin embargo, la mayor parte se conservaba aún en pie. Después de la caída de Cartago se presentó en el sitio una comisión del Senado romano para decidir qué se haría con ella. Según los indicios, el mismo Escipión Emiliano y algunos senadores eran partidarios de que la ciudad se conservase, pero la mayor parte de la comisión se puso de parte de la opinión de que fuese destruida, seguramente aún bajo la influencia de los deseos del ya fallecido Catón El Censor. Por tanto, Escipión ordenó a las legiones destruir totalmente la ciudad hasta los cimientos y, después de maldecir eternamente el emplazamiento de Cartago, hizo que un arado marcara surcos sobre él...
Las demás ciudades del norte de África que apoyaron a Cartago en todo momento corrieron la misma suerte. Las que se rindieron desde el comienzo de la guerra, como Útica, fueron declaradas libres y conservaron sus territorios. Las antiguas posesiones de Cartago constituyeron la nueva provincia romana de África, descontando algunos territorios entregados a los hijos de Massinisa como premio por su ayuda a Roma durante la guerra.
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Fortificaciones y Asedios en Israel
b. La construcción de defensas en las ciudades
Aun cuando se prefería la lucha a campo abierto, un ejército a la defensiva podía retirarse a su ciudad en caso necesario. Los muros y las fortificaciones correspondientes eran necesarios tanto para impedir la entrada del enemigo como para proveer una plataforma de tiro protegida para los defensores. En épocas diversas se emplearon muros y terraplenes, independientes o adheridos al muro, bastiones, torres, y parapetos almenados.
Las excavaciones han permitido descubrir restos de muros de ciudades en Siria y Palestina desde el 3º milenio a.C., probablemente construidos bajo influencia mesopotámica. Existe un espacio de tiempo bastante largo que separa a estos últimos de las fortificaciones más antiguas que se conocen. En la Jericó neolítica de la era anterior a la de la alfarería se encontraron varios muros de piedra sin labrar, como también una torre circular de 13 m de diámetro, con 22 escalones en su interior. Estos escalones y un foso de 9 m de ancho cortados en roca sólida se remontan al 7000–6000 a.C., más de 4000 años antes de Abraham. Las aldeas abiertas, desprovistas de fortificaciones, fueron seguidas alrededor de 3000 a.C. por algunas ciudades fortificadas: Jericó, Meguido, Gezer, Hai, etc. Se construían distintas clases de muros de piedra y/o ladrillo, algunos con bastiones y terraplenes. También se han descubierto torres semicirculares y cuadradas ubicadas en las esquinas.
Durante el período siguiente, la edad del bronce media (desde los patriarcas hasta José), se hicieron algunos cambios importantes en cuanto a muros y puertas, relacionados en parte con el uso de carros de guerra, y posiblemente el ariete. Alrededor del 1700 a.C., cuando los hicsos penetraron en Egipto (* Cronología del AT), se agregaron sólidos bancos de tierra apisonada a los muros o terraplenes existentes. A veces se edificaban muros encima de los terraplenes. Más tarde, también, se construyeron sólidos muros de piedra (* Siquem). El baluarte o “glasis”—revestimiento especial consolidado sobre un terraplén o ladera de tell—, a menudo cubierto con revoque o tiza a modo de impermeabilización, puede haber sido introducido para hacer frente al ariete (EAEHL, pp. 113). Protegía, no un campamento para carros de guerra y sus guerreros, sino las ciudades bajas extendidas alrededor (* Hazor). Los hicsos fueron, aparentemente, los responsables de este nuevo sistema de defensa, aunque los cananeos todavía ocupaban las ciudades. Finalmente, con frecuencia había una zanja o foso frente al terraplén, y el material excavado formaba el banco circundante (CAH, 2, 1 , pp. 77–116).
Josué entro en la tierra de Canaán en la edad del bronce tardía, en el ss. XIII a.C. Las excavaciones efectuadas han revelado pocos indicios de las defensas de esa época. Hubo poca evolución, y se siguieron usando los sistemas de defensa de la edad del bronce media o se los reconstruyó siguiendo la misma concepción. Esto podría explicar la aparente falta de muros en *Jericó que se atribuye a los tiempos de Josué. Hasta la fecha no se conocen fortificaciones israelitas anteriores a los días de Saúl y David.
En los días del reino unido se edificaron muros de casamata en varias ciudades. Estos consisten de dos muros delgados y paralelos (de 1, 5 m de espesor en general), con unos 2 m de separación, unidos a intervalos regulares por muros transversales. Los espacios largos y angostos formados dentro del muro podían ser usados para vivienda (Jos. 2.15) o almacenaje, o se los podía rellenar para dar mayor resistencia. Los muros de esta naturaleza eran de construcción más económica y, no obstante, ofrecían una solidez razonable. Los muros de casamata se utilizaron desde ca. 1600 a.C. hasta el ss. II a.C. La capital de Saúl en Gabaa era una fortaleza, de 52 par 35 m, con torres esquineras y muros de casamata. También hubo otros tipos de muros. En Beerseba dos delgados muros iguales y paralelos, seguidos por un muro sólido de 4 m de espesor, se atribuyen a la era de David y Salomón. Las ciudades de Salomón utilizaron distintos tipos de fortificaciones, aunque una marca distintiva de ellas, como se puede ver en *Meguido, *Hazor, y *Gezer, es el uso de muros de casamata y una puerta con tres conjuntos de columnas y dos torres. Durante el resto del período del AT se usaron tanto muros sólidos como de casamata, y ocasionalmente un muro exterior y otro interior (* Laquis).
Durante la edad de hierro se construyeron fortalezas reales, como la de Gabaa de Saúl. Una serie de fuertes, de forma rectangular o irregular, edificados en el Neguev entre los ss. X y VI a.C. marcan el límite meridional al que llegaron los israelitas. La ciudadela de *Arad fue una importante fortaleza real fronteriza. También se edificaron fuertes romanos en el Neguev, el Arabá y la Transjordania.
Excavaciones efectuadas en *Jerusalén han puesto al descubierto algunas de sus defensas a través de las edades. Kathleen Kenyon reveló secciones de dos muros en el valle del Cedrón y a bastante profundidad, que fueron, respectivamente, el muro utilizado hasta el ss. VII a.C. y un muro nuevo edificado en ese mismo siglo y destruido por Nabucodonosor en 586 a.C. Un muro en la cima oriental del Ofel, muy por encima de aquellos, parecería ser el que fue construido por Nehemías en vista de que no pudo remover los escombros que quedaron después de la destrucción por los babilonios. En el lado occidental, a 275 m de la plataforma del templo, más de 40 m de muro, de un espesor de 7 m y construido con grandes piedras, probablemente sea la ampliación de los muros de Jerusalén efectuada por Ezequías (2 Cr. 32.5).
En tiempos intertestamentarios y neotestamentarios las ciudades generalmente estaban rodeadas por uno o dos sólidos muros de piedra. En Maresa el muro de la ciudad, casi cuadrado, tenía contrafuertes y torres esquineras. El excelente muro romano en Samaria, aparentemente construido por Herodes, encerraba 69 hectáreas. Herodes el Grande fue el constructor más prolífico de toda la historia de Palestina. Sus obras en Jerusalén pueden observarse en el sólido muro de contención de la plataforma del templo, especialmente en los lugares excavados bajo la dirección de B. Mazar y en la esquina SE. En las excavaciones que se levan a cabo actualmente se están descubriendo secciones de defensas asmoneas y los tres muros de *Jerusalén existentes en los tiempos del NT. En la ciudadela cerca de la puerta de Jaffa parte del “primer muro”, una sólida base asmonea destinada a soportar una torre, y la torre de Fasael en el palacio de Herodes (torre de David), son típicas de los sistemas de defensa que se están recuperando.
c. La puerta de la ciudad
El punto más débil de las fortificaciones de la ciudad era la puerta. Se idearon una serie de modos de dar mayor seguridad a esta parte. Las medidas tomadas incluían torres, accesos en ángulo, y puertas interiores con varios conjuntos de columnas. Asimismo se usaban torres en los muros para protejer el espacio libre al pie del muro, como también los “glacis”. La mayoría de las ciudades edificadas sobres montículos tenían una puerta principal, o una puerta interior y otra exterior. Las ciudades grandes, como el caso de Jerusalén, generalmente tenían varias puertas. Hasta alrededor del año 1000 a.C. una cantidad de puertas chicas, fácilmente defendibles, permitía a los soldados salir o entrar rápidamente, debido a la preferencia por la lucha a campo abierto.
Antes que se necesitara una entrada recta para los carros de guerra, se usaban puertas en ángulo con dos hojas que dificultaban los asaltos del enemigo. Con el advenimiento de los carros en el año 1700 a.C. aprox., las torres y una puerta compleja con varios pilares o pilastras ofrecían mayor seguridad. Las torres y las habitaciones superiores permitían a los defensores disparar sobre el enemigo que avanzaba. Una de las habitaciones superiores quizás servía de habitación especial para la realeza, como lo sugieren ciertos relieves en la habitación de la puerta grande en Medinet Habu (cf. 2 S. 18.33). En la era patriarcal las puertas tenían dos juegos de tres pilares; así también las puertas salomónicas, aunque con las torres de entrada y los muros formaban en este caso tres cuartos para la guardia. Se usaron dos modelos de cuartos de guardia, tanto antes como después de los días de Salomón. En Dan y Tell en-Nasbeh un traslapo en los muros formaba un hueco cuadrado en cuyo extremo posterior se encontraba la puerta. En en-Nasbeh una gran torre a la derecha (muro exterior) podía ocuparse de atacantes procedentes de tres lados. Los bancos de piedra ante la puerta, y entre las puertas exteriores e interiores en Dan, donde también existe lo que probablemente fuera un estrado y baldaquín reales, indican el lugar donde se efectuaban los juicios (Rt. 4.1–2; 2 S. 19.8). La puerta de la ciudad se cerraba con sólidas hojas dobles de madera. Dichas puertas se apoyaban en postes hundidos en la tierra, donde giraban sobre piedras especialmente ahuecadas para este fin. El descubrimiento de estas piedras ha permitido determinar que sólo se colocaba un juego de puertas en cada entrada a la ciudad. Una vez cerrada la puerta contra el umbral, quedaba asegurada por una gran viga que era mantenida en posición mediante agujeros en ambos postes. Como el enemigo podía intentar prender fuego a las puertas con frecuencia se las recubría con planchas de metal.
d. Ciudadelas y fuertes pequeños
La entrada a la ciudad con su torre era en sí misma una virtual fortaleza o ciudadela. El término “torre” (mig÷daµl, y otras) puede también significar ciudadela interior, palacio, o templo (* Baal-berit en Siquem), que proporcionaba una fortaleza interior para una segunda defensa en el caso de que se produjera una brecha en el muro. Algunas veces se dividía la ciudad en secciones con fines de defensa en casos semejantes. “Torre” también puede significar una pequeña fortaleza, o lo que llamaríamos un blocao. La cadena de fuertes en el Neguev y la Transjordania constituyen ejemplos de esto (véase sup.).
e. El problema del suministro de agua
El segundo lugar en importancia, después de los muros y puertas de la ciudad, lo ocupaba la provisión de agua. Hasta que se inventó el revoque impermeable para sellar las cisternas, las ciudades debían tener cerca una vertiente o arroyo. Las cisternas permitían a las fortalezas resistir largos sitios, como lo ilustra el caso de Masada. Las ciudades edificadas sobre montículos, sin embargo, necesitaban tener acceso a las vertientes al pie de los mismos. En el ss. X, como en épocas posteriores, se cavaban pozos y túneles desde el interior de la ciudad, lo cual daba acceso al agua, mientras que se tapaban las entradas exteriores. Pozos de esta clase se usaban en Meguido, Hazor, Gezer, Gabaa, y Jerusalén (túnel de * Siloé). Estos sistemas de provisión de agua demuestran un avanzado conocimiento técnico. Los defensores procuraban impedirle al invasor la obtención de agua tapando las cisternas, desaguando las lagunas, y procurando ocultar las vertientes. La provisión de alimentos también era vital para resistir los sitios, de manera que dentro de las ciudades había graneros y almacenes.
II. Métodos de ataque
El método menos costoso de tomar una ciudad era, naturalmente, el de persuadir a los moradores a entregarse sin lucha. Senaquerib el asirio usó en vano esta técnica en su lucha contra Jerusalén. Otros métodos consistían en capturar la ciudad por medio de un ardid o por sorpresa, como David logró adueñarse de Jerusalén. Joab probablemente penetró en la ciudad por el túnel de provisión de agua. Generalmente, sin embargo, las ciudades grandes tenían que ser capturadas por asalto, o tras sitios prolongados.
a. El asalto
En un asalto directo el invasor podía intentar escalar el muro valiéndose de escaleras, atravesar los muros cavando con herramientas o utilizando un ariete, penetrar por la puerta incendiándola o abriéndola a golpes con el ariete, o también cavando un túnel por debajo del muro. Donde un terraplén, un foso, o la ladera de un montículo hacía difícil el asalto directo, se utilizaba una rampa de asalto. Parte del foso se rellenaba con tierra o escombros, y luego se construía una rampa que llegaba hasta el mismo muro de la ciudad. Una rampa asiria que se investigó en Laquis en 1977 estaba construida enteramente de grandes piedras recogidas del campo. Algunos relieves asirios de Nínive que ilustran el asalto de Senaquerib a *Laquis (Is. 37.33) demuestran que las rampas se recubrían con madera. Tropas de asalto detrás de grandes escudos, y los arietes protegidos por escudos, subían por las rampas, estas últimas protegidas por arqueros y honderos. La viga de madera del ariete tenía una punta de hierro en forma de hacha. Cuando esta viga penetraba la mampostería se la movía lateralmente para desalojar los ladrillos. Una torre delante del ariete era utilizada por los arqueros para disparar contra los defensores ubicados en los muros. También se podían acercar a los muros torres móviles, y se usaban catapultas que arrojaban grandes piedras contra las secciones superiores de los muros y los defensores de los mismos. Para evitar que escaparan los sitiados se construía un montículo o banco de tierra alrededor de la ciudad (Jer. 6.6; Ez. 17.17). Desde los muros los defensores arrojaban una lluvia de flechas, jabalinas, piedras, y agua hirviendo, como también antorchas encendidas para incendiar los arietes. A la vez, organizaban ocasionales salidas desde la ciudad para destruir los equipos de asalto y atacar a las tropas que los estaban protegiendo.
b. El sitio
El sitio por tiempo prolongado se utilizaba cuando una ciudad era demasiado poderosa para un asalto directo, o cuando por otras razones el invasor prefería esperar. Al rodear la ciudad los atacantes buscaban cortar su abastecimiento y la ayuda externa hasta que los defensores se vieran obligados a rendirse. Se hacía necesario construir un terraplén circundante y campamentos fortificados para protejer al ejército invasor más bien pasivo. Los sitios podían durar varios años, tal como el sitio de Samaria por los asirios (2 R. 17.5).
c. Captura y destrucción
Una vez capturada una ciudad, normalmente era saqueada e incendiada. Sin embargo, la mayoría de las ciudades eran reconstruidas y usadas de nuevo. Los defensores sobrevivientes podían ser deportados, esclavizados, o sujetos a tributo, y sus dirigentes podían ser sometidos a tortura, muertos, o llevados como rehenes. La destrucción más famosa de los tiempos del AT fue la devastación por Nabucodonosor de todas las ciudades de Judea, incluso Jerusalén, en 588–587 a.C. La destrucción de Jerusalén por Tito en el año 70 d.C. fue igualmente completa, aunque bajo los romanos las ciudades de menor importancia no sufrían tanto.
b. La construcción de defensas en las ciudades
Aun cuando se prefería la lucha a campo abierto, un ejército a la defensiva podía retirarse a su ciudad en caso necesario. Los muros y las fortificaciones correspondientes eran necesarios tanto para impedir la entrada del enemigo como para proveer una plataforma de tiro protegida para los defensores. En épocas diversas se emplearon muros y terraplenes, independientes o adheridos al muro, bastiones, torres, y parapetos almenados.
Las excavaciones han permitido descubrir restos de muros de ciudades en Siria y Palestina desde el 3º milenio a.C., probablemente construidos bajo influencia mesopotámica. Existe un espacio de tiempo bastante largo que separa a estos últimos de las fortificaciones más antiguas que se conocen. En la Jericó neolítica de la era anterior a la de la alfarería se encontraron varios muros de piedra sin labrar, como también una torre circular de 13 m de diámetro, con 22 escalones en su interior. Estos escalones y un foso de 9 m de ancho cortados en roca sólida se remontan al 7000–6000 a.C., más de 4000 años antes de Abraham. Las aldeas abiertas, desprovistas de fortificaciones, fueron seguidas alrededor de 3000 a.C. por algunas ciudades fortificadas: Jericó, Meguido, Gezer, Hai, etc. Se construían distintas clases de muros de piedra y/o ladrillo, algunos con bastiones y terraplenes. También se han descubierto torres semicirculares y cuadradas ubicadas en las esquinas.
Durante el período siguiente, la edad del bronce media (desde los patriarcas hasta José), se hicieron algunos cambios importantes en cuanto a muros y puertas, relacionados en parte con el uso de carros de guerra, y posiblemente el ariete. Alrededor del 1700 a.C., cuando los hicsos penetraron en Egipto (* Cronología del AT), se agregaron sólidos bancos de tierra apisonada a los muros o terraplenes existentes. A veces se edificaban muros encima de los terraplenes. Más tarde, también, se construyeron sólidos muros de piedra (* Siquem). El baluarte o “glasis”—revestimiento especial consolidado sobre un terraplén o ladera de tell—, a menudo cubierto con revoque o tiza a modo de impermeabilización, puede haber sido introducido para hacer frente al ariete (EAEHL, pp. 113). Protegía, no un campamento para carros de guerra y sus guerreros, sino las ciudades bajas extendidas alrededor (* Hazor). Los hicsos fueron, aparentemente, los responsables de este nuevo sistema de defensa, aunque los cananeos todavía ocupaban las ciudades. Finalmente, con frecuencia había una zanja o foso frente al terraplén, y el material excavado formaba el banco circundante (CAH, 2, 1 , pp. 77–116).
Josué entro en la tierra de Canaán en la edad del bronce tardía, en el ss. XIII a.C. Las excavaciones efectuadas han revelado pocos indicios de las defensas de esa época. Hubo poca evolución, y se siguieron usando los sistemas de defensa de la edad del bronce media o se los reconstruyó siguiendo la misma concepción. Esto podría explicar la aparente falta de muros en *Jericó que se atribuye a los tiempos de Josué. Hasta la fecha no se conocen fortificaciones israelitas anteriores a los días de Saúl y David.
En los días del reino unido se edificaron muros de casamata en varias ciudades. Estos consisten de dos muros delgados y paralelos (de 1, 5 m de espesor en general), con unos 2 m de separación, unidos a intervalos regulares por muros transversales. Los espacios largos y angostos formados dentro del muro podían ser usados para vivienda (Jos. 2.15) o almacenaje, o se los podía rellenar para dar mayor resistencia. Los muros de esta naturaleza eran de construcción más económica y, no obstante, ofrecían una solidez razonable. Los muros de casamata se utilizaron desde ca. 1600 a.C. hasta el ss. II a.C. La capital de Saúl en Gabaa era una fortaleza, de 52 par 35 m, con torres esquineras y muros de casamata. También hubo otros tipos de muros. En Beerseba dos delgados muros iguales y paralelos, seguidos por un muro sólido de 4 m de espesor, se atribuyen a la era de David y Salomón. Las ciudades de Salomón utilizaron distintos tipos de fortificaciones, aunque una marca distintiva de ellas, como se puede ver en *Meguido, *Hazor, y *Gezer, es el uso de muros de casamata y una puerta con tres conjuntos de columnas y dos torres. Durante el resto del período del AT se usaron tanto muros sólidos como de casamata, y ocasionalmente un muro exterior y otro interior (* Laquis).
Durante la edad de hierro se construyeron fortalezas reales, como la de Gabaa de Saúl. Una serie de fuertes, de forma rectangular o irregular, edificados en el Neguev entre los ss. X y VI a.C. marcan el límite meridional al que llegaron los israelitas. La ciudadela de *Arad fue una importante fortaleza real fronteriza. También se edificaron fuertes romanos en el Neguev, el Arabá y la Transjordania.
Excavaciones efectuadas en *Jerusalén han puesto al descubierto algunas de sus defensas a través de las edades. Kathleen Kenyon reveló secciones de dos muros en el valle del Cedrón y a bastante profundidad, que fueron, respectivamente, el muro utilizado hasta el ss. VII a.C. y un muro nuevo edificado en ese mismo siglo y destruido por Nabucodonosor en 586 a.C. Un muro en la cima oriental del Ofel, muy por encima de aquellos, parecería ser el que fue construido por Nehemías en vista de que no pudo remover los escombros que quedaron después de la destrucción por los babilonios. En el lado occidental, a 275 m de la plataforma del templo, más de 40 m de muro, de un espesor de 7 m y construido con grandes piedras, probablemente sea la ampliación de los muros de Jerusalén efectuada por Ezequías (2 Cr. 32.5).
En tiempos intertestamentarios y neotestamentarios las ciudades generalmente estaban rodeadas por uno o dos sólidos muros de piedra. En Maresa el muro de la ciudad, casi cuadrado, tenía contrafuertes y torres esquineras. El excelente muro romano en Samaria, aparentemente construido por Herodes, encerraba 69 hectáreas. Herodes el Grande fue el constructor más prolífico de toda la historia de Palestina. Sus obras en Jerusalén pueden observarse en el sólido muro de contención de la plataforma del templo, especialmente en los lugares excavados bajo la dirección de B. Mazar y en la esquina SE. En las excavaciones que se levan a cabo actualmente se están descubriendo secciones de defensas asmoneas y los tres muros de *Jerusalén existentes en los tiempos del NT. En la ciudadela cerca de la puerta de Jaffa parte del “primer muro”, una sólida base asmonea destinada a soportar una torre, y la torre de Fasael en el palacio de Herodes (torre de David), son típicas de los sistemas de defensa que se están recuperando.
c. La puerta de la ciudad
El punto más débil de las fortificaciones de la ciudad era la puerta. Se idearon una serie de modos de dar mayor seguridad a esta parte. Las medidas tomadas incluían torres, accesos en ángulo, y puertas interiores con varios conjuntos de columnas. Asimismo se usaban torres en los muros para protejer el espacio libre al pie del muro, como también los “glacis”. La mayoría de las ciudades edificadas sobres montículos tenían una puerta principal, o una puerta interior y otra exterior. Las ciudades grandes, como el caso de Jerusalén, generalmente tenían varias puertas. Hasta alrededor del año 1000 a.C. una cantidad de puertas chicas, fácilmente defendibles, permitía a los soldados salir o entrar rápidamente, debido a la preferencia por la lucha a campo abierto.
Antes que se necesitara una entrada recta para los carros de guerra, se usaban puertas en ángulo con dos hojas que dificultaban los asaltos del enemigo. Con el advenimiento de los carros en el año 1700 a.C. aprox., las torres y una puerta compleja con varios pilares o pilastras ofrecían mayor seguridad. Las torres y las habitaciones superiores permitían a los defensores disparar sobre el enemigo que avanzaba. Una de las habitaciones superiores quizás servía de habitación especial para la realeza, como lo sugieren ciertos relieves en la habitación de la puerta grande en Medinet Habu (cf. 2 S. 18.33). En la era patriarcal las puertas tenían dos juegos de tres pilares; así también las puertas salomónicas, aunque con las torres de entrada y los muros formaban en este caso tres cuartos para la guardia. Se usaron dos modelos de cuartos de guardia, tanto antes como después de los días de Salomón. En Dan y Tell en-Nasbeh un traslapo en los muros formaba un hueco cuadrado en cuyo extremo posterior se encontraba la puerta. En en-Nasbeh una gran torre a la derecha (muro exterior) podía ocuparse de atacantes procedentes de tres lados. Los bancos de piedra ante la puerta, y entre las puertas exteriores e interiores en Dan, donde también existe lo que probablemente fuera un estrado y baldaquín reales, indican el lugar donde se efectuaban los juicios (Rt. 4.1–2; 2 S. 19.8). La puerta de la ciudad se cerraba con sólidas hojas dobles de madera. Dichas puertas se apoyaban en postes hundidos en la tierra, donde giraban sobre piedras especialmente ahuecadas para este fin. El descubrimiento de estas piedras ha permitido determinar que sólo se colocaba un juego de puertas en cada entrada a la ciudad. Una vez cerrada la puerta contra el umbral, quedaba asegurada por una gran viga que era mantenida en posición mediante agujeros en ambos postes. Como el enemigo podía intentar prender fuego a las puertas con frecuencia se las recubría con planchas de metal.
d. Ciudadelas y fuertes pequeños
La entrada a la ciudad con su torre era en sí misma una virtual fortaleza o ciudadela. El término “torre” (mig÷daµl, y otras) puede también significar ciudadela interior, palacio, o templo (* Baal-berit en Siquem), que proporcionaba una fortaleza interior para una segunda defensa en el caso de que se produjera una brecha en el muro. Algunas veces se dividía la ciudad en secciones con fines de defensa en casos semejantes. “Torre” también puede significar una pequeña fortaleza, o lo que llamaríamos un blocao. La cadena de fuertes en el Neguev y la Transjordania constituyen ejemplos de esto (véase sup.).
e. El problema del suministro de agua
El segundo lugar en importancia, después de los muros y puertas de la ciudad, lo ocupaba la provisión de agua. Hasta que se inventó el revoque impermeable para sellar las cisternas, las ciudades debían tener cerca una vertiente o arroyo. Las cisternas permitían a las fortalezas resistir largos sitios, como lo ilustra el caso de Masada. Las ciudades edificadas sobre montículos, sin embargo, necesitaban tener acceso a las vertientes al pie de los mismos. En el ss. X, como en épocas posteriores, se cavaban pozos y túneles desde el interior de la ciudad, lo cual daba acceso al agua, mientras que se tapaban las entradas exteriores. Pozos de esta clase se usaban en Meguido, Hazor, Gezer, Gabaa, y Jerusalén (túnel de * Siloé). Estos sistemas de provisión de agua demuestran un avanzado conocimiento técnico. Los defensores procuraban impedirle al invasor la obtención de agua tapando las cisternas, desaguando las lagunas, y procurando ocultar las vertientes. La provisión de alimentos también era vital para resistir los sitios, de manera que dentro de las ciudades había graneros y almacenes.
II. Métodos de ataque
El método menos costoso de tomar una ciudad era, naturalmente, el de persuadir a los moradores a entregarse sin lucha. Senaquerib el asirio usó en vano esta técnica en su lucha contra Jerusalén. Otros métodos consistían en capturar la ciudad por medio de un ardid o por sorpresa, como David logró adueñarse de Jerusalén. Joab probablemente penetró en la ciudad por el túnel de provisión de agua. Generalmente, sin embargo, las ciudades grandes tenían que ser capturadas por asalto, o tras sitios prolongados.
a. El asalto
En un asalto directo el invasor podía intentar escalar el muro valiéndose de escaleras, atravesar los muros cavando con herramientas o utilizando un ariete, penetrar por la puerta incendiándola o abriéndola a golpes con el ariete, o también cavando un túnel por debajo del muro. Donde un terraplén, un foso, o la ladera de un montículo hacía difícil el asalto directo, se utilizaba una rampa de asalto. Parte del foso se rellenaba con tierra o escombros, y luego se construía una rampa que llegaba hasta el mismo muro de la ciudad. Una rampa asiria que se investigó en Laquis en 1977 estaba construida enteramente de grandes piedras recogidas del campo. Algunos relieves asirios de Nínive que ilustran el asalto de Senaquerib a *Laquis (Is. 37.33) demuestran que las rampas se recubrían con madera. Tropas de asalto detrás de grandes escudos, y los arietes protegidos por escudos, subían por las rampas, estas últimas protegidas por arqueros y honderos. La viga de madera del ariete tenía una punta de hierro en forma de hacha. Cuando esta viga penetraba la mampostería se la movía lateralmente para desalojar los ladrillos. Una torre delante del ariete era utilizada por los arqueros para disparar contra los defensores ubicados en los muros. También se podían acercar a los muros torres móviles, y se usaban catapultas que arrojaban grandes piedras contra las secciones superiores de los muros y los defensores de los mismos. Para evitar que escaparan los sitiados se construía un montículo o banco de tierra alrededor de la ciudad (Jer. 6.6; Ez. 17.17). Desde los muros los defensores arrojaban una lluvia de flechas, jabalinas, piedras, y agua hirviendo, como también antorchas encendidas para incendiar los arietes. A la vez, organizaban ocasionales salidas desde la ciudad para destruir los equipos de asalto y atacar a las tropas que los estaban protegiendo.
b. El sitio
El sitio por tiempo prolongado se utilizaba cuando una ciudad era demasiado poderosa para un asalto directo, o cuando por otras razones el invasor prefería esperar. Al rodear la ciudad los atacantes buscaban cortar su abastecimiento y la ayuda externa hasta que los defensores se vieran obligados a rendirse. Se hacía necesario construir un terraplén circundante y campamentos fortificados para protejer al ejército invasor más bien pasivo. Los sitios podían durar varios años, tal como el sitio de Samaria por los asirios (2 R. 17.5).
c. Captura y destrucción
Una vez capturada una ciudad, normalmente era saqueada e incendiada. Sin embargo, la mayoría de las ciudades eran reconstruidas y usadas de nuevo. Los defensores sobrevivientes podían ser deportados, esclavizados, o sujetos a tributo, y sus dirigentes podían ser sometidos a tortura, muertos, o llevados como rehenes. La destrucción más famosa de los tiempos del AT fue la devastación por Nabucodonosor de todas las ciudades de Judea, incluso Jerusalén, en 588–587 a.C. La destrucción de Jerusalén por Tito en el año 70 d.C. fue igualmente completa, aunque bajo los romanos las ciudades de menor importancia no sufrían tanto.
- Radom
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- Registrado: 22 Jul 2007, 21:25
Los mongoles fueron tamibién grandes sitiadores (a pesar de ser originalmente) nómadas:
http://amebasaladeriva.com/cual-ha-sido ... espuestas/
"La batalla más larga de la que se tiene registro, duró unos seis años, desde 1268 a 1273. Fue el asedio del ejército mongol comandado por Kublai Khan a la ciudad china de Hsiang-Yang, una plaza fuerte situada a orillas del río Han que controlaban los ejércitos de la dinastía Sung.
Kublai Khan (23 de septiembre de 1215 – 18 de febrero de 1294)
Durante el cerco se usaron trincheras, empalizadas, barcazas y estratagemas de todo tipo. Finalmente se resolvió con la ayuda de dos ingenieros persas que construyeron potentes máquinas de asalto, una especie de primitivos cañones, que acabaron con la resistencia de los defensores.
Abierto a Occidente, acogió en su corte al viajero veneciano Marco Polo."
A pesar de que la ciudad estaba totalmente bloqueada los chinos Sung intentaron aprovisionar o romper el bloqueo de la ciudad por vía fluvial en varias ocasiones, produciéndose grandes batallas navales. La guarnición de la ciudad intentó también romper el cerco pero todas sus tentativas fracasaron, aún así se mantuvo la soberanía china en la ciudad durante un lustro.
http://amebasaladeriva.com/cual-ha-sido ... espuestas/
"La batalla más larga de la que se tiene registro, duró unos seis años, desde 1268 a 1273. Fue el asedio del ejército mongol comandado por Kublai Khan a la ciudad china de Hsiang-Yang, una plaza fuerte situada a orillas del río Han que controlaban los ejércitos de la dinastía Sung.
Kublai Khan (23 de septiembre de 1215 – 18 de febrero de 1294)
Durante el cerco se usaron trincheras, empalizadas, barcazas y estratagemas de todo tipo. Finalmente se resolvió con la ayuda de dos ingenieros persas que construyeron potentes máquinas de asalto, una especie de primitivos cañones, que acabaron con la resistencia de los defensores.
Abierto a Occidente, acogió en su corte al viajero veneciano Marco Polo."
A pesar de que la ciudad estaba totalmente bloqueada los chinos Sung intentaron aprovisionar o romper el bloqueo de la ciudad por vía fluvial en varias ocasiones, produciéndose grandes batallas navales. La guarnición de la ciudad intentó también romper el cerco pero todas sus tentativas fracasaron, aún así se mantuvo la soberanía china en la ciudad durante un lustro.
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