Los Panzer alemanes: detrás del mito

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
alejandro_
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Mensaje por alejandro_ »

Esa pregunta se podria hacer tambien respecto del T-34 y el KV-1, que compartian el mismo armamento, aunque uno fuese medio y el otro pesado, y encontrariamos otros muchos ejemplos durante la SGM.


Sí, pero la protección en el KV-1 era superior al ser un carro pesado, por lo que podía ser utilizado en misiones de ruptura.

Por cierto, ¿Por qué los alemanes hicieron 2 carros (el Pz-III y el Pz-IV)? Se que el primero era para lucha anticarro y el segundo para apoyar la infanteria, pero ¿No habrían conseguido lo mismo fabricando sólamente el Pz-IV por ejemplo en diferentes versiones, una con el cañon de 37mm por decir algo y la otra con el 75mm corto? ¿Para qué hacer dos carros cuando cambiando el armamento se suplen los dos roles?


Uno nació despues del otro, por lo que es normal que se buscasen otros requerimientos. El Pz-IV era más pesado que el III por lo que en cierta manera era más caro, y los alemanes en los años 30 no tenían un cañón capaz de realizar tareas de apoyo y AT de manera eficaz a la vez.

Saludos.


imrahil
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Mensaje por imrahil »

Muy buenas:

Gammenon escribió:En este pequeño enfrentamiento entre el Pz-III y el Pz-38, también comentar que el blindaje de este último estaba hecho a base de remaches, mientras que la del Pz-III era toltamente soldado. Es una cosa muy a tener en cuenta.

Por cierto, ¿Por qué los alemanes hicieron 2 carros (el Pz-III y el Pz-IV)? Se que el primero era para lucha anticarro y el segundo para apoyar la infanteria, pero ¿No habrían conseguido lo mismo fabricando sólamente el Pz-IV por ejemplo en diferentes versiones, una con el cañon de 37mm por decir algo y la otra con el 75mm corto? ¿Para qué hacer dos carros cuando cambiando el armamento se suplen los dos roles?


La doctrina de preguerra consideraba necesarios dos tipos de carros: pesados, acompañando a la infantería para provocar la ruptura y ligeros que se lanzaban sobre la retaguardia enemiga a través de la ruptura lograda.

Por ese motivo se trabaja en un principio, en todos los países, en la creación de dos tipos de carro; Pz III y PzIV, en el caso alemán, y siguiendo esa concepción el Panther y los Tiger después.

Según avanza el conflicto, se va viendo que esa diferenciación operativa es artificial. Los sistemas defensivos en profundidad hacen que los carros medios engorden en potencia de fuego y blindaje y el aumento de los calibres de las piezas antitanque, que los carros pesados sean más móviles igualando ambos modelos.

Saludos cordiales


Gammenon
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Mensaje por Gammenon »

Esta claro que cada vehículo respondía a un rol, el de antitanque (Panzer III) y el de apoyo de la infanteria (Panzer IV), pero también está claro que sólo teniendo Panzer IV, unos con el 75 corto y otros con el 37 o 50 largos no cumplirían igual de bien a una fracción del coste :noda:.

Al ver estas cosas uno ve clarísimo que el arma secreta de los alemanes era poner a Albert Speer a controlar el cotarro en el 36 o así, porque como dijo alguien una vez, los únicos beneficiados de la absurda jungla de vehículos de los alemanes han sido los modelistas (bueno, y el resto del mundo :mrgreen:)


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ACB, el Mutie
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Mensaje por ACB, el Mutie »

imrahil escribió:La doctrina de preguerra consideraba necesarios dos tipos de carros: pesados, acompañando a la infantería para provocar la ruptura y ligeros que se lanzaban sobre la retaguardia enemiga a través de la ruptura lograda.

Pesados quizás no es el nombre más apropiado, pues da confusión al compararse con los verdaderos tanques pesados estilo KV, por ejemplo. Eran Carros de Infantería, normalmente lentos, muy blindados y con cañones variables (británicos 2 libras, alemanes 75mm...).

Por ese motivo se trabaja en un principio, en todos los países, en la creación de dos tipos de carro; Pz III y PzIV, en el caso alemán, y siguiendo esa concepción el Panther y los Tiger después.

Yo creo que te equivocas al hablar del Panther y Tiger. Ambos eran multipropósito en el sentido de que ellos mismos podían hacer las labores básicas del Panzer III y IV, pues tenían proyectiles de alto explosivo y perforantes en unos cañones asequibles, mientras que el Panzer III que era el destructor de tanques poco podía hacer con el cañón de 37mm o 50mm disparando a blancos desprotegidos, pues luego se amplió el calibre del cañón a 75mm, pero se acortó a un L/24. Terminó intercambiando papeles con el Panzer IV.

Saludos


Tú dame el tanque y yo haré el resto ;)
Las verdades a medias son mentiras
japa
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Mensaje por japa »

DÉJÀ VÚ

La mañana del 8 de agosto las cosas empezaron a ponerse de un color muy oscuro para los alemanes. En el flanco occidental, los panzer estaban atascados, incapaces de proseguir su avance o de eliminar los núcleos de resistencia de la 30ª de Infantería. Más al Sur, Le Mans estaba en manos de Patton, que quedaba libre para amenazar la retaguardia germana, y al Este los canadienses se lanzaban de nuevo al asalto, iniciando la operación Totalize.

Lo razonable hubiera sido replegar las fuerzas que habían participado en los combates de Mortain y tratar de dar cobertura con ellas para la retirada de las tropas del VII Ejército, antes de que el frente colapsara. Por supuesto eso no entraba en los cálculos de Hitler: el Führer exigió la continuación de la ofensiva, culpando a Kluge de los escasos resultados obtenidos hasta entonces.

Los refuerzos previstos continuaran dirigiéndose a la zona y las SS PzDiv 9ª, 10ª y HitlerJugend recibieron instrucciones para sumarse a la a la ofensiva. Ahora eran 11 las divisiones implicadas, al menos en teoría, porque la embestida canadiense forzó a retener en torno a Caen a la 9ª y la HitlerJugend para evitar una nueva ruptura.

Totalize corrió a cargo del I Ejército canadiense al mando del general Crerar. El objetivo era alcanzar Falaise a la vez que las fuerzas de Patton viraban hacia el norte. La capacidad aliada de mover suministros y tropas se mostró decisiva ya que los alemanes no esperaban que los británicos pudieran pasar de nuevo al ataque apenas tres días después de Bluecoat. La noche del 7 al 8, una alfombra de bombas barrió los flancos de la ruta de ataque. La 4ª división acorazada canadiense, la 2ª y 3ª de infantería, la 51ª de Higlanders, reforzadas por la 1ª brigada acorazada polaca, la 2ª canadiense y la 33ª británica iniciaron la ofensiva, que debía realizarse en dos oleadas sucesivas el 8 y el 9 de agosto. Los aliados esperaban abrirse paso entre Le Hogue y Cresmenil, por el Este, y RoQuancourt y Caillouet, al Oeste

La unidad alemana que sostenía esa sección del frente era la 89ª InfDiv, y el bombardeo tuvo efectos devastadores sobre sus miembros. Los primeros objetivos se consiguieron sin problemas pero en medio del océano canadiense quedaban pequeñas islas de resistencia que, obstinadamente, retrasaron el avance enemigo.

La HitlerJugend había esquivado lo peor de los ataques aéreos y Kurt Meyer contactó rápidamente con todas las fuerzas disponibles en el sector. Tras la casi destrucción de la 89ª no eran demasiadas, pero aún así contaba con dos PzReg, parte del 101 SS SpzAbt, un batallón de panzerjager, diversas unidades de infantería y algunas baterías de artillería, incluyendo algunos 88. Enfrente, los canadienses se vieron envueltos en problemas antes incluso de que los alemanes contraatacaran.

El caos motivado por el enorme número de vehículos y los retrasos originados por la resistencia germana descoordinaron la acción aliada. Los planes para Totalize eran muy rígidos y requerían que todas las acciones se sucedieran en plazos estrictos, como si de unas maniobras se tratara, y el resultado fue un fiasco. Antes de proseguir el avance más allá de la primera línea de frente los carros de la 4ª acorazada hicieron un alto para reagruparse y esperar un nuevo bombardeo, lo que no sólo dio a los waffen tiempo para organizarse sino que les permitió esquivar el golpe: Meyer dedujo que los canadienses esperaban a los aviones, así que ordenó a su gente dejar las posiciones y esperar a cubierto a que amainara la lluvia de bombas. Nada sorprendentemente, los bombarderos dejaron caer parte de su carga sobre las tropas aliadas, o que no contribuyó a mejorar su moral.

La pérdida del ímpetu inicial de Totalize significaba un gran trastorno para los mandos ingleses. De haber logrado atravesar con rapidez las posiciones germanas se hubieran encontrado con que prácticamente no había ya nada entre Caen y Falaise, ya que la mayoría de las fuerzas se estaban desplazando hacia el Oeste. Pero los alemanes no desaprovecharon el respiro que les estaban regalando.

Cuando los sherman retomaron el avance cayeron en la usual red de fuego cruzado y posiciones bien situadas, con lo que la ofensiva quedó frenada y el caos aumentó. La defensa germana se centró en sostener las posiciones de St. Aignan, St. Sylvain, Laison y Cinteaux, de modo que esos puntos actuaron como rompeolas contra la fuerza acorazada enemiga. En vez de reaccionar ante las nuevas circunstancias, los mandos canadienses trataron de seguir los planes establecidos y aunque en algunos puntos se logró superar las defensas alemanas, no hubo ruptura.

Las pérdidas alemanas no eran demasiado grandes, pero empezaban a pesar. Ese día fue destruido el Tiger de Michael Wittman, cuando dirigía un contraataque del 101 SS SpzAbt.

A la caída de la noche Meyer reorganizó sus fuerzas y se retiró de las primeras posiciones a una nueva línea defensiva más al interior. El 9 las cosas no cambiaron demasiado. Los panzer contraatacaron en los puntos donde los canadienses habían logrado afianzarse el día antes, e incluso contaron con apoyo aéreo, no de la Luftwaffe, sino de los aviones aliados que llegaron a bombardear a los carros de la 4ª cuando se enfrentaban a los Panther de la HitlerJugend. Pese a todo Meyer veía claro que la situación empezaba a ser insostenible. Los canadienses lograron hacerse con algunas posiciones en su flanco occidental, e incluso hubo alguna penetración amenazadora que tuvo que ser contenida por por los panzergrenadier. Pese a todo los aliados estaban una vez más atascados y casi 150 sherman adornaban el terreno con sus carcasas.

El 10 los bombarderos volvieron a machacar el terreno y los canadienses avanzaron de nuevo. Los alemanes volvieron a retroceder, pero sus líneas no se quebraron. Dempsey y Monty esperaban tomar Falaise el día 8, pero dos días después las avanzadas de Crerar seguían a 20 km del pueblo. En realidad apenas quedaba un fino cascarón ante ellos, ya que a Meyer no le quedaba más allá de medio centenar de panzer y Stugs frente a cerca de 700 carros enemigos, pero al final del día Totalize se dio por terminada,


japa
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Mensaje por japa »

EL FINAL

El fracaso de Lüttich en el primer día de combates y la evidente amenaza que se cernía desde el Sur, hicieron que Kluge solicitara el envío de dos PzDiv para contener el avance de Patton. Hitler hizocaso omiso de sus recomendaciones y ordenó al general Eberbach que tomara el mando de las operaciones y continuara con la ofensiva.

Eberbach solicitó un aplazamiento hasta el día 20 a fin de disponer de más refuerzos y aprovechar la luna nueva, pero el OKW sólo aceptó retrasar el nuevo ataque hasta el día 11. Se enviaron algunas reservas a Normandía, pero dada la lentitud de los movimientos en la retaguardia germana, Eberbach tan sólo contaba con algo más de un centenar de panzer para su asalto. De todas formas las circunstancias cambiaron esas disposiciones, ya que el enemigo no estaba mano sobre mano.

El 11 de agosto, con Le Mans asegurada, Patton viró al norte, directamente hacia Argentan, en mitad del dispositivo alemán, con la evidente intención de cortar en dos sus líneas y embolsar a las tropas en torno a Mortain. Este movimiento se organizó en dos puntas de avance, encabezadas por la 5ª división acorazada del US Army y la 2ª acorazada francesa, ésta al mando del general Leclerc. Frente a ellos se desplegaba la 9ª PzDiv, con un sólo batallón panzer. Al Oeste, la 30ª, ya reforzada, empezó a empujar a los panzer de la Das Reich hacia sus posiciones de partida, y al Este Monty, tras hablar con Eisenhower avanzar hacia el Sur costara lo que costara, directamente hacia Falaise, para reunirse en Argentan con las tropas de Patton.

El día 12 los canadienses fueron frenados momentáneamente por la 271 InfDiv apoyada por el 102 SS SpzAbt, pero eso no impidió que el frente fuera empujado poco a poco hacia el Sur.

Ante las nuevas amenazas Hitler aceptó desviar a la 116ª PzDiv , reforzada por tropas de la Leibstandarte y la 2ª PzDiv para frenar a Patton. Estas fuerzas ni siquiera llegaron a tomar contacto con los sherman porque el día 13 las divisiones americanas viraron algo más hacia el Este. Los mandos americanos consideraron que para cuando fuera posible sellar el cerco en torno a Falaise y Argentan los alemanes ya estarían fuera de ahí así que cerrar la bolsa no era tan prioritario. Después de todo, ningún mando sería tan estúpido como para dejar a sus tropas en el fondo de un saco que amenazaba cerrarse en cualquier momento ¿no?

El estúpido tenía nombre y apellidos: se llamaba Adolf Hitler. Rechazando las peticiones desesperadas de retirada, que le llegaban de todos los generales en el frente, empezando por DIetrich y Kluge, ordenó a Eberbach que retomara de una vez por todas la ofensiva hacia Avranches. En ese momento en torno a Mortain apenas había ya disponibles cincuenta panzer. Más al sur, los carros americanos llegaron a Alençon. El cepo estaba a punto de cerrarse.

El día 14 los británicos iniciaron su nueva ofensiva, operación Tractable, con un (oh, sorpresa) masivo bombardeo en alfombra al que siguió el avance de dos poderosas columnas acorazadas. La captura de los planes ingleses, en manos de un oficial que estaba llevando acabo un reconocimiento, dieron a los germanos la oportunidad de preparar sus escasas fuerzas para tratar de contener la nueva amenaza. Para entonces Hitler aceptó una retirada parcial de Mortain a Flers que ya se estaba produciendo, ordenara lo que ordenara el OKW.

Tractable se encontró con una dura bienvenida por parte de los panzergrenadeir de la HitlerJugend. Las primeras horas de la ofensiva vieron el ya acostumbrado atasco de tráfico producido por la masa de carros aliados avanzando en un estrecho frente, y los alemanes se cobraron un duro precio sobre polacos y canadienses. Sin embargo ya no quedaba demasiado que oponer contra el enemigo. Poco a poco el frente alemán empezó a agrietarse.

El día 15 Kluge quedó aislado e ilocalizable debido a un ataque aéreo. Hitler sospechó que el mariscal estaba negociando con los aliados a sus espaldas. Sus órdenes de retomar la ofensiva hacia Avranches no daban ningún resultado, así que su paranoia (acrecentada tras el 20 de julio) le llevó a ver traiciones por todas partes. Cuando Kluge pudo contactar con el OKW suplicó una inmediata retirada, lo que no mejoró el estado de ánimo del Führer. El 16 el pueblo de Falaise cayó por fin en manos de los canadienses.

El mismo día 16 Hitler autorizó por fin la retirada de las tropas germanas, aunque exigió que a la vez se continuase con el ataque para recuperar Mortain. La Das Reich y la 116ª PzDiv tratarn de romper el bloqueo americano en torno al puente de Le Bourg, pero fueron rechazados. La operación Lüttich fue definitivamente cancelada mientras las tropas de Normandía emprendían la marcha hacia el Este, tratando de salir de la trampa. Era demasiado tarde.

La batalla por Normandía había terminado: empezaba la carnicería.


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Mensaje por japa »

FALAISE

Si el OKW hubiera autorizado la retirada tras la ruptura americana, como reclamaron los comandantes en Normandía, hubiera sido posible sacar ordenadamente a las tropas con la cobertura de las PzDiv. Ahora, a mitad de agosto, la posición táctica de los alemanes no podía ser más difícil. La mayoría de las fuerzas acorazadas estaban dispersas entre Mortain y Argentan. Sólo algunas unidades como la 21ª PzDiv o la HitlerJugend estaban en condiciones de salir rápidamente del cerco. En cuanto a las tropas no acorazadas, ahora ya no había posibilidades de moverlas a cubierto de los panzer, ya que las formaciones disponibles tendrían que tratar de sostener las posiciones para evitar un colapso. Por el norte y el este los ingleses presionaban desde Falaise, por el Sur Patton seguía su marcha para cerrar lo más hacia el Sena que le fuera posible a fin de atrapar el mayor número de enemigos y al Oeste era ya imposible seguir resistiendo ante la marea estadounidense: el terreno en el que debían maniobrar los alemanes se estaba reduciendo hora tras hora, y pronto sería imposible cualquier tipo de maniobra, porque los aliados no iban a ofrecer puentes de plata al enemigo en fuga.

Patton ordenó a la división Leclerc, apoyada por la 90ª de infantería, sostener sus posiciones en Argentan a la espera de que los ingleses llegaran desde Falaise para cerrar el cerco. Un cambio de planes desplazó el punto de cita a Chambois, 25 km más al este, mientras la 5ª acorazada y la 79ª de infantería se movían hacia el Sena. El 17 los carros franceses estaban ya a la vista del nuevo lugar de encuentro, pero los ingleses no aparecían. Las cosas en el lado norte iban demasiado lentas, y Monty, abochornado, ordenó a Dempsey que se olvidara de sus flancos y despachara cuanto antes a las divisiones de Crerar hacia Chambois mientras el resto de sus tropas mantenía inmovilizadas a los alemanes al Este de Falaise.

Para entonces Kluge ya había sido relevado por Model y recibió órdenes de presentarse ante el OKW. Imaginando lo que le esperaba, el mariscal se suicidaría el día 19. En cualquier caso si Hitler esperaba que Model diera la vuelta a la situación debió sentirse muy desilusionado: el nuevo mariscal aceleró la retirada todo lo que pudo sin plantearse ni por un momento una nueva contraofensiva.

Al comienzo de la retirada las tropas nazis estaban en medio de un saco entre Flers y Mont Ormel de unos 40 km de largo y unos 20 de ancho, que se reducía sin cesar. Ahora la aviación aliada podía disparar a placer ya que las escasas rutas de marcha estaban bien a la vista y pronto empezaron a formarse cuellos de botella en la salida del cerco, en los puentes que cruzaban el Dives. Este río cortaba transversalmente la ruta de escape y no era muy ancho, pero en el blando terreno normando había excavado profundamente y sus escasos 4-5 metros eran infranqueables. Algunos camiones fueron arrojados al curso tratando de formar nuevos pasos, pero fue inútil. En esos puntos los Typhoon podían apuntar a placer sobre las masas de hombres y vehículos que se agolpaban antes de los pasos, aumentando aún más el caos.

Peor aún que la aviación fue el veloz despliegue de la artillería de campaña aliada: todos los esfuerzos logísticos se centraron en suministrar combustible a los carros y proyectiles a la artillería, y dada la escasa anchura de la bolsa los alemanes estaban continuamente a tiro de los dos flancos. El diluvio de metralla que recibieron a partir del 16 era algo que ni los veteranos de las campañas del Este habían experimentado jamás. Los ingleses hacían bien su trabajo, pero los cañones estadounidenses, con sus soberbios sistemas de mando y control y sus devastadoras tácticas de fuego colectivo, semejaban un muro de fuego.

El día 18 los canadienses alcanzaron Trun, a menos de cinco kilómetros de Chambois. Pese a la resistencia de la 17ª PzGrDiv, los polacos de la 1ª acorazada llegaron a la vista de Mont Ormel el 18, al este de la bolsa. Desde ahí tenían ala vista la confluencia de las rutas que salían de la zona. Quedaban sólo tres carreteras y dos puentes (En Dt. Lambert y Chambois) para escapar del cepo, y Patton estaba suplicando que le dejaran avanzar más al norte y cerrar de una vez en vez de esperar a que los británicos acabaran de llegar. Bradley, empero, le ordenó permanecer en sus posiciones, dando así unas últimas horas de esperanza a las tropas que trataban de huir de la carnicería.

Algunas unidades, como la 21ª PzDiv, lograron llevar a cabo una salida más o menos ordenada, formando grupos de combate `para abrirse camino sin dejar de luchar, pero la mayoría de las divisiones en la trampa eran tan sólo una mezcolanza de soldados en fuga. Model ordenó a Hausser reuniera las fuerzas disponibles del II SS PzKorp para atacar desde Vimotiers hacia Trun y mantener la salida abierta todo el tiempo posible, pero al final del día 18 los canadienses estaban ya entrando en Lambert. Los alemanes ofrecieron una feroz resistencia ya que si se perdía el puente tan sólo quedaría el de Chambois.

Las tropas que iban atravesando el Dives no tenían demasiado respiro, porque la 1ª acorazada polaca al mando del general Maczek hacía un buen uso de su soberbia posición táctica en el Ormel, barriendo con su fuego a todo el que trataba de pasar por la zona. Los mismos polacos empezaron a prepararse para moverse hacia Chambois sin esperar a los canadienses y terminar de una vez el trabajo, y el día 19 los hombres de Maczek lograron contactar con las tropas de la 90ª de infantería: aún había puntos de paso en manos de núcleos de resistencia germana, pero el cierre del cerco era un hecho.

Ahora los alemanes tenían que luchar para salir: el día 20 Hausser inició un contraataque contra Mont Ormel y Trun con los restos de la Das Reich y la 9ª SS PzDiv, pero alcanzar las posiciones canadienses se volvió imposible ahora que el frente se cerraba en Chambois, así que el esfuerzo se centró en el Ormel. Los polacos estaban aislados del resto de las fuerzas aliadas y sólo recibían suministros por aire, pero se aferraron al terreno con uñas y dientes y al mediosía los Panther de la Das Reich iniciaron la retirada. El 21 los refuerzos canadienses enlazaron con la división polaca sellando la bolsa definitivamente.

La única opción para los restos del ejército alemán era dejar los caminos e infiltrarse a través de las líneas aliadas, como hicieron Hausser y Meyer, que se habían negado a dejar el cerco antes de que sus tropas salieran. Tras ellos quedaban kilómetros de carreteras sembradas de cadáveres, vehículos en llamas y restos de todo tipo. Unos 15000 soldados alemanes murieron en la bolsa de Falaise, y otros 50000 cayeron en manos aliadas. De la bolsa lograron salir casi 60000 hombres, entre ellos unos 10000 heridos. Las pérdidas materiales fueron casi totales ya que la mayoría de las tropas tuvieron que abandonar su equipamiento pesado y apenas unas docenas de carros y Stugs lograron salir de la trampa. El VII Ejército se había desintegrado y el V PzArm apenas existía de nombre.

Los carros de Leclerc entraron en París el 25 y las últimas tropas alemanas atravesaron el Sena el día 26 de Agosto. La campaña normanda había terminado.


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Mensaje por alejandro_ »

Unos 15000 soldados alemanes murieron en la bolsa de Falaise, y otros 50000 cayeron en manos aliadas. De la bolsa lograron salir casi 60000 hombres, entre ellos unos 10000 heridos. Las pérdidas materiales fueron casi totales ya que la mayoría de las tropas tuvieron que abandonar su equipamiento pesado y apenas unas docenas de carros y Stugs lograron salir de la trampa.


Si Hitler se hubiese entrometido menos y hubiese dado la libertad de mando que tenía Kesselring lo más probable es que se hubiese enviado esta sangria. Oficiales como Kesselring sabían que no se podía hacer frente indefinidamente a los aliados, por lo que era mejor retirarse cuando el riesgo era alto. El hecho de que se hiciese de una manera ordenada ayudaba mucho a evitar bajas innecesarias.

En fin, la destrucción fue tal que el OKW envió la 3 Panzer Grenadier desde Italia, y una división panzer (¿Cual) que estaba descansando en Alemania y que iba a ser enviada a Rusia.

Saludos.


japa
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Mensaje por japa »

RETROSPECTIVA: LAS TROPAS

La derrota germana en la campaña francesa fue rotunda y abrumadora: no sólo se perdió la oportunidad de rechazar a los aliados durante el desembarco, sino que la obcecación en aplastar la cabeza de playa primero y en contenerla después se tradujo en unas pérdidas enormes. Aunque es difícil hacer una estimación exacta, un cálculo razonable cifra las bajas alemanas entre junio y agosto en unos 250000 hombres, entre ellos cerca de 100000 muertos. Además aunque muchos hombres lograron salir de la trampa de Falaise, las fuerzas que escaparon eran en su mayoría de apoyo, logísticas o administrativas, mientras que las tropas combatientes sufrieron muchas más bajas dando cobertura a la retirada. Las tropas supervivientes estaban en muy mal estado, ya que a la agotadora experiencia de Normandía se sumó el tremendo shock de la carnicería durante la retirada. Las pérdidas materiales, como es lógico, fueron incluso muy superiores. De los cerca de 1800 panzer y StuG empleados en la campaña apenas logró sacarse del cepo un par de centenares, y por supuesto se perdió casi toda la artillería, los transportes, los abastecimientos…

Pese a todo la batalla fue asombrosamente dura y los aliados comprobaron, a un precio enorme, que sus previsiones de una rápida victoria tras los desembarcos habían sido dolorosamente optimistas. En gran parte el mérito debe atribuirse a las divisiones panzer ya que, como hemos visto, el porcentaje de PzDiv en el frente normando fue desproporcionadamente alto.

Al analizar la actuación de las tropas acorazadas en esos meses de lucha hay que tener en cuenta una importante premisa: en una situación como la que siguió a la llegada de los aliados a Francia la primera línea del frente hubiera debido estar ocupada por divisiones de infantería y, quizás, alguna PzGrDiv. El núcleo de las PzDiv y PzGrDiv se situarían como reservas de segundo o tercer escalón, de modo que pudieran concentrarse para un contragolpe contra las fuerzas enemigas y destruir cualquier penetración de las mismas. Sin embargo fue imposible por la negativa de Hitler a desguarnecer las posiciones Noruega o el paso de Caláis, gracias a la operación de engaño aliada y la amplia ignorancia germana sobre las operaciones anfibias. Debido a ello las PzDiv fueron desplegadas como unidades de primera línea en una dura lucha de desgaste.

Este empleo era completamente ajeno a la doctrina, el adiestramiento o la composición y equipamiento de las PzDiv. Sin embargo hemos visto como su eficacia en semejante tarea fue asombrosamente bueno. Uno podría sentirse tentado a pensar que la presencia de los panzer en primera línea fue decisiva, o que el fanatismo de los Waffen era un factor que pesaba mucho en la balanza, pero si repasamos los diversos combates de junio y julio (en especial los acaecidos en el sector de Caen) vemos que los carros no fueron la clave del atasco aliado, y no encontramos demasiadas evidencias de furia kamikaze. ¿Entonces?

Las claves residen, por un lado, en los planteamientos tácticos del ejército alemán y, por otro, en la estructura de las propias divisiones acorazadas.

Aunque el Heer no había desarrollado una doctrina defensiva clara en los años de entreguerras, su experiencia en las feroces campañas de los inviernos del 41 y el 42 llevaron a la adopción de una serie de planteamientos que se pueden resumir en el concepto de profundidad operacional. No se trataba de sostener un frente completamente impenetrable (algo del todo inviable en los inmensos espacios del Este) sino de defender los puntos más favorables de modo que fuera posible canalizar la fuerza de las ofensivas enemigas para destruirlas en combates acorazados en retaguardia. o embolsarlas en una rápida contraofensiva en cuanto se agotara su impulso. El ejemplo más claro de la defensa operacional en profundidad lo tenemos en la brillante (por no decir genial) operación de Manstein en la primavera del 43. Sin embargo y dado que implicaba una defensa elástica, al modo de 1918, cediendo terreno para ganar movilidad, Hitler se mostraba reluctante a autorizar este tipo de acciones.

¿Cómo hicieron las PzDiv para sostener una defensa en profundidad en las condiciones de Normandía? Aprovechando su estructura y organización. Aunque una división acorazada es una fuerza basada en los carros de combate, las divisiones panzer de 1944 eran fuerzas muy equilibradas que constaban de dos batallones acorazados, más uno de reconocimiento, con una fuerza estimada de entre 120 y 140 panzer de media, y dos regimientos de panzergrenadier, que sumaban unos 7000 infantes, a los que había que sumar unidades menores como el batallón de ingenieros que, al contrario que en las fuerzas aliadas, también eran combatientes (de hecho los panzerpioneer eran luchadores muy bien adiestrados).

De este modo unidades como la 21ª PzDiv o la HitlerJugend establecieron una defensa escalonada con posiciones lo bastante separadas como para que las tropas de primera línea pudieran replegarse atrás durante los bombardeos preparatorios de las ofensivas enemigas y luego reocupar sus puestos de modo que fuera posible despuntar los ataques enemigos casi en su comienzo.

Eso no hubiera sido posible si el adiestramiento táctico de las tropas germanas hubiera sido deficiente, pero no era el caso: los alemanes acumularon mucha experiencia desde el comienzo de la guerra y la pusieron en práctica: mientras que las tropas inglesas seguían haciendo instrucción en orden cerrado, mejorando su coordinación en desfile, los soldados del Reich trabajaban en tácticas de pelotón apoyadas en la potencia de fuego de sus armas de apoyo, coordinaban adecuadamente a la infantería con los carros, practicaban maniobras de emboscada y aprendían a mimetizarse para sobrevivir a la aplastante amenaza aérea. A igualdad de condiciones la capacidad de respuesta de las tropas germanas era muy superior a la de sus contrapartes. Incluso fuerzas como los jóvenes soldados de la HJ tenían un adiestramiento excelente, enfocado sobre todo en la lucha y la supervivencia.

En todo momento la capacidad de establecer rápidamente posiciones defensivas, aprovechar bien las características del terreno y sacar todo el partido posible a las disponibles (desde las MG a los panzer pasando por los panzerfaust) permitió que tropas reducidas fueran capaces de frenar e incluso rechazar ataques con una superioridad numérica aparentemente aplastante. Esas mismas destrezas se mostraron centuplicadas en el peculiar campo de batalla del Bocagge, al Oeste de Caen, donde todo el terreno constituía de por sí una soberbia red defensiva.

Por comparación las tropas acorazadas aliadas tenían no sólo un adiestramiento inferior y unos planteamientos doctrinales mucho más rígidos, sino que su propia estructura era mucho más inadecuada. Las divisiones inglesas y americanas ponían un especial énfasis en la fuerza acorazad, que era muy superior a nada que pudiera desplegar una PzDiv (hasta 300 carros ya que las divisiones eran reforzadas con compañías adicionales, demás de batallones de cazacarros) y descuidaron mucho el apartado de la infantería divisionaria, que era mucho más reducida que en sus contrapartes germanas (unos 3000 hombres de media) y no tenían demasiada experiencia a la hora de coordinarse con los carros. Las tácticas americanas implicaban el empleo de sus divisiones acorazadas en la explotación, lo que minimizaba los problemas durante las fases de ruptura, pero los ingleses pusieron un gran énfasis en el uso de enormes masas de carros durante la ruptura, lo que aseguraba los colapsos de tráfico y que los carristas quedaran enseguida separados de los infantes que deberían haberles protegido.

Esa situación fue aprovechada desde el principio por los alemanes, ya que si algo habían aprendido de los feroces combates del 43 era que sin infantería los carros no podían hacer frente a tropas decididas con buenas posiciones y armas CC. Las tácticas germanas ponían especial énfasis en frenar a la infantería enemiga dejando que los carros lidiaran solos contra las posiciones CC. Esa táctica se mostró tremendamente eficaz en todos los combates sostenidos frente a ingleses y canadienses, y sólo fue superada por lo americanos en el Oeste cuando éstos mejoraron la coordinación de infantería y fuerzas acorazadas. Incluso así la lucha por abrirse camino en Cobra estuvo lejos de ser un paseo campestre.

A la ventaja táctica se unía el énfasis en la iniciativa, lo que permitió que unidades aisladas o sin mandos siguieran operativas ya que los propios soldados eran capaces de actuar sin esperar órdenes de acuerdo a las circunstancias del momento. El caso más extremo es el de GoodWood, cuando la rápida reacción de un mando y unas fuerzas reducidas permitieron frenar a un enemigo que gozaba de una superioridad insultante. Además la costumbre de los mandos germanos de trabajar pegados al terreno les permitió aprovechar cualquier oportunidad que surgiera en el campo de batalla, sin tener que ceñirse, como las tropas canadienses en Caen, a rígidas planificaciones que no respondían a la realidad de la lucha. Imaginarse a Dempsey, O'Connor o Pip Roberts en primera línea como Hausser o recorriendo las posiciones en medio de la lucha como Meyer o Luck es algo que sobrepasa a la fantasía más desaforada. Por supuesto esa manera de actuar era arriesgada (y ya hemos visto que se cobró varias bajas entre los generales alemanes) pero dio a los defensores de Normandía una flexibilidad muy superior a sus adversarios

Sin embargo la defensa podría haberse sostenido igualmente por divisiones de infantería bien preparadas (lo que excluye a las divisiones de guarnición y las unidades de campaña de la Luftwaffe) como se vio en el sector Oeste. Al no hacerlo así era inevitable que, sin reemplazos adecuados y combatiendo permanentemente en primera línea la capacidad de lucha de las PzDiv iba a ir menguando de forma imparable y, al no tener una adecuada reserva estratégica, una vez el frente se abriera, no habría posibilidad de cortar el paso al enemigo. Máxime ante la devastadora potencia de la artillería aliada y la asfixiante presencia de la aviación angloamericana. Al ser empleadas como lo fueron, las tropas acorazadas estaban condenadas de antemano a la derrota, hicieran lo que hicieran.

Cuando por fin las PzDiv fueron empleadas de forma concentrada en la ofensiva de Mortain, el resultado era inevitable. No sólo por el agotamiento de hombres y medios tras casi dos meses de desgaste, sino porque cualquier ofensiva acorazada requería como garantía de éxito un razonable apoyo aéreo y una libertad operativa que Hitler no estaba dispuesto a conceder. Lanzar los carros contra un enemigo ágil, con una potencia de fuego abrumadora, el cielo sembrado de aviones hostiles, y una planificación ante la que Goodwood parecía un dechado de flexibilidad, fue un absurdo por no decir un abierto suicidio, y ante ello los generales panzer no pudieron hacer nada más que obedecer.

Resumiendo, la derrota de las PzDiv en Normandía no fue debida a la inferioridad numérica o a su falta de medios (aunque esos factores pesaron), sino a un planteamiento viciado de partida, cuya responsabilidad debe atribuirse en exclusiva a Hitler y sus corifeos. Mientras los mandos sobre el terreno, empezando por los generales Waffen suplicaban libertad y medios para un adecuado empleo de sus fuerzas, el OKW ató de pies y manos a los panzer desde el mismo comienzo de la lucha.

En esas condiciones y frente a un enemigo que jugaba con ventaja en casi todos los aspectos, lo asombroso no es que las tropas panzer fueran vencidas, sino que lograran resistir tanto tiempo. Pese a lo incontestable de la derrota de Normandía, el aguante de sus defensores es una elocuente muestra de hasta qué punto la capacidad de lucha de los alemanes estaba por encima de la de los aliados en el verano del 44.

Sin embargo esa misma habilidad se vio duramente mermada en ese tiempo, ya que el desgaste de la lucha y la catastrófica retirada de Falaise (otra factura que debe cargarse a la ya abultada cuenta del Führer) drenaron los mejores recursos de las fuerzas acorazadas: sus hombres. Como veremos más adelante las decisiones de Hitler tras las batallas de agosto empeorarían aún más la situación.

En Normandía se inició el declive definitivo de las PzDiv, y ya no cesaría hasta el final de la guerra.


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Mensaje por govisagod512 »

japa escribió:Esa situación fue aprovechada desde el principio por los alemanes, ya que si algo habían aprendido de los feroces combates del 43 era que sin infantería los carros no podían hacer frente a tropas decididas con buenas posiciones y armas CC. Las tácticas germanas ponían especial énfasis en frenar a la infantería enemiga dejando que los carros lidiaran solos contra las posiciones CC.

No sé si te lo he dicho ya, pero en todo caso, excelente hilo Japa.

Esta descripción me ha recordado inevitablemente a Kursk, si bien ahí la situación en cuanto a material y poderío aéreo era muy diferente, el planteamiento rígido de un bando de que con tanques se hace cualquier operación y el otro bando que aprovecha esa error con artillería y contracarro hace que me lo recuerde.

Tengo una duda. Siempre he leído lo del absoluto poderío aéreo de los aliados occidentales durante y tras el desembarco, pero sólo en tu hilo he leído acerca de su poder artillero (salvo en la batalla de El Alamein, con descargas dignas de la I Guerra Mundial). ¿Has leído qué artillería tenían?¿era de tipo clásico como el M114,de tipo autopropulsada como el Priest o una combinación de ambas? Lo digo porque veo fácil usar artillería tradicional para uso defensivo, cuando el enemigo tiene un flanco descuidado o cuando hay unas líneas de separación entre bandos estáticas, pero no la veo lo suficientemente ágil como para una ofensiva rápida, no protege lo suficiente a los encargados de la misma que pueden ser fácilmente atacados y en caso de retirada se pierde.

Saludos.


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Yorktown
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Mensaje por Yorktown »

La artillería americana en la SGM es una de las grandes olvidadas...fue simplemente excelente. La doctrina de ToT Time on Target fue demolera para los alemanes. Dada la extrema mecanización de los yankees, no creo que fuese problema el seguir el ritmo del los blindados e infanteria montada, aún asi, en algunos casos como Bradley y su controvertida decisión en a la hora de cerrar o no la bolsa de Falaise, si puede que influyera cierta prudencia a la hora de contar con su apoyo artillero.

Saludos.


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Mensaje por reytuerto »

Muy Estimado Thomas:

Aunque en sus prestaciones, un M114 no fuese espectacular, la fiabilidad de todas las piezas de campaña americanas, pero sobre todo, su excelente doctrina y su enorme flexibilidad, hicieron que la artilleria de los boys fuese, en mi modesto criterio, la mejor de la guerra. Una pregunta, crees que las piezas sovieticas (que caña por caña eran tan buenas como sus pares americanas) podían ser empleadas con la mismas tacticas estadounidenses? Saludos cordiales.


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Mensaje por japa »

govisagod512 escribió: qué artillería tenían?¿era de tipo clásico como el M114,de tipo autopropulsada como el Priest o una combinación de ambas? Lo digo porque veo fácil usar artillería tradicional para uso defensivo, cuando el enemigo tiene un flanco descuidado o cuando hay unas líneas de separación entre bandos estáticas, pero no la veo lo suficientemente ágil como para una ofensiva rápida, no protege lo suficiente a los encargados de la misma que pueden ser fácilmente atacados y en caso de retirada se pierde.

Saludos.


La base de la artillería divisionaria eran los excelentes obuses M2A1 de 105 y M114 de 155 mm. Había otros modelos, pero esos dos son los más conocidos. Aunque había en efecto versiones ATP la mayoría de las piezas eran remolcadas. Sin embargo no lo eran por caballos, como las alemanas, sino por camiones muy eficaces, lo que les daba una movilidad soberbia. Las piezas ATPse empleaban en situaciones de avance, para disponer de apoyo de fuego inmediato (incluso había un obús de 75 sobre chasis de M-5 como apoyo artillero de las fuerzas de caballería) pero las remolcadas estaban en condiciones de desplegarse a una velocidad asombrosa. Además de esas piezas, digamos básicas, había piezas menores para su uso en misiones de apoyo cercano como los M5 de tres pulgadas o los M1 de 57 mm (que era poco útil como CC pero muy eficaz contra objetivos poco protegidos) y en el otro extremo estaban las piezas pesadas para apoyo como los M115 de 203 mm, que igualmente era fácilmente remolcable mediante un tractor oruga M-4 o los enormes M1 de 240 mm, que ya requerían una puesta en posición má compleja y se empleaban a nivel cuerpo de ejército.

La clave de la eficacia artillera del US Army no era tanto la calidad de sus cañones (excelente, pero los lemanes tampoco se quedaban atrás) sino en su magnífica movilidad, su excelente logística (el volumen de munición era mucho mayor al que podían emplear los germanos y, sobre todo, a su soberbio sistema de comunicaciones y control del tiro, muy superior a nada que pudier desplegar el enemigo. Eso permitía dirigir el fuego desde prácticamente cualquier lado de la batalla y aplicar concentraciones dde fuego devastadoras sobre blancos reducidos. La más demoledora era la de tiro "Fire on Target" en la que todas las bocas de fuego disponibles se concentraban sobre un sólo objetivo para pasar inmediatamente al siguiente, que resultaba mucho más eficaz que las barreras de fuego empleadas por los ingleses ya que la munición no se desperdiciaba sobre terreno vacío.


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Mensaje por japa »

RETROSPECTIVA: LOS PANZER

Durante la campaña normanda los alemanes emplearon todos los tipos de vehículos acorazados que tenían en servicio, desde los más viejos hasta los más novedosos. Veamos cual fue su repercusión en la lucha y, en lo posible, qué impacto produjeron entre sus enemigos

Carros de botín

La fuerzas de guarnición en Francia emplearon un gran número de vehículos capturados en la campaña del 40 a la espera de ser adecuadamente equipadas con material alemán. Estos medios de circunstancias fueron desplegados por varias unidades en Normandía, como el batallón de entrenamiento 100 y el PzAbt 206, que usaron carros Hotchkiss H-39 y Somua. Estas tropas participaron en los primeros combates durante el desembarco, en apoyo de unidades sin equipamiento pesado (como la 91 LufDiv) y su incidencia sobre el resultado de la lucha fue nulo. Algunos Somua de la 21ª PzDiv pudieron participar igualmente en los contraataques del primer día. Cierto número de CharB se reconvirtieron como carros lanzallamas, pero no hay constancia de su empleo en combate; algunos estaban encuadrados en el PzAbt 213, desplegado en las islas del Canal y, como es de suponer, se entregaron en el 45 sin llegar a disparar. Por último, algunos Marder I estaban todavía en servicio, pero su peso en la lucha de Normandía fue inexistente

Es posible que llegaran al frente normando algunos T-34: al parecer la Das Reich tenía un par de docenas de carros de botín en servicio, pero es difícil comprobarlo, ya que estos vehículos no se incluían en las plantillas divisionarias oficiales. Sea cual sea el caso no hay referencias respecto a su uso.

En general los medios foráneos tuvieron una utilidad nula o casi nula. La única excepción fue el empleo de los StuG improvisados sobre chasis de H-39 empleados por la 21ª PzDiv que resultaron de gran valor durante los combates en torno a Caen, sobre todo durante GoodWood. Al margen de eso, el despliegue de vehículos capturados no tuvo más valor que el puramente anecdótico.

Pz III y IV

Lógicamente los viejos y fiables Pz IV fueron los carros más empleados en Normandía. Cada PzDiv tenía en plantilla un batallón y algunas completaron con ellos su segundo PzAbt. A lo largo de la lucha se desplegaron unos 850 ejemplares, en su mayoría de las versiones de cañón largo, aunque la 21ª PzDiv tenía al comienzo de la lucha bastantes modelos E con el cañón corto, que fueron quedando pronto en la cuneta.

La efectividad del veterano caballo de batalla fue más que excelente. Carecía de la agilidad y protección de sus antagonistas pero su cañón L48 era más letal que los montados por los Sherman y Cromwell y no siendo un vehículo demasiado grande era factible emplearlo casi en cualquier posición del terreno. Los carristas aliados no habían tenido en anteriores campañas demasiados problemas con los Pz IV, así que cuando se encontraban con estos carros solían identificarlos como Tiger; es cierto que con el blindaje envolvente en la torre había cierta similitud, pero además había tendencia a pensar que cada carro destruido lo era por un disparo de 88 mm, de ahí que si un carro destruía un sherman antes de que este pudiera acercarse, enseguida pasaba a señalársele como Tiger.

Otra causa de su eficacia fue, pro comparación con los Pz V y VI, su reducido consumo de combustible y menores necesidades de mantenimiento. Debido a ello su presencia era más habitual ya que era más fácil abastecer a una unidad de Pz IV y el porcentaje de vehículos con averías mecánicas era inferior.

En cuanto a los Pz III, había algunos desplegados en la 21ª pero en combate carecián de posibilidades frente a los carros aliados. Su principal contribución fue como carros de mando y control de artillería, un rol útil pero no demasiado espectacular.

[b] Pz V[/b]

Los Panther desplegados en Normandía eran, mayoritariamente, Ausf G, lo que fue una desagradable sorpresa para los aliados. Estos carros no tendían a quedarse en las cunetas con facilidad, y en terreno favorable su impenetrable frontal era una ventaja abrumadora frente a los carros desembarcados. Ante la presencia de estos letales enemigos se reclamó el envío urgente de Sherman con cañón de 76 sólo para descubrir que este arma no servía de nada contra los Pz V. En Anzio los Wolverine se habían cobrado varios Panther sin demasiadas dificultades, pero el terreno de Normandía impedía los ataques de flanco y los ligeros cazacarros resultaban mucho más vulnerables que los M-4, así que tampoco eran la solución. Sólo el masivo empleo de artillería (sobre todo los poderosos y precisos cañones navales) permitía hacer frente a los gatos.
Si los aliados encontraron preocupante la letalidad de los nuevos Panther, su abundancia fue un shok. De la limitada experiencia de Italia dedujeron que estos carros se desplegarían en pequeños números como fuerzas de apoyo, pero las PzDiv trajeron a Nomandía más de 600 Pz V. Su característica silueta se convirtió en una pesadilla para los carristas, que no dudaban en retirarse cuando los 75/L70 entraban en acción. Poco puede reprochárseles, ya que este cañón podía hacer pedazos a un Sherman a más de 1500 metros y sólo la densidad de la vegetación podía salvaguardar a los carros angloamericanos, ya que en el denso paisaje francés las distancias de combate eran bastante más cortas.

Tan sólo había un talón de Aquiles para el Pz V, y era su disponibilidad. La necesidad de un buen mantenimiento, el consumo de combustible y la dificultad de hacer llegar al frente suficientes repuestos implicaba que lo normal era que cerca del 50% de los carros en plantilla estuvieran temporalmente fuera de servicio, ya que la omnipresencia de la aviación alida convertía la logística en un angustioso goteo.

El Panther, además, era imbatible en defensa, pero cuando hubo que mandarlos al ataque, como en St. Lô o en Mortain, se vio pronto en dificultades. La necesidad de marchar de noche, la escasez de rutas disponibles y las características del terreno hicieron que sus dificultades fueran iguales (mayores, en realidad) que las sufridas por sus enemigos, ya que los flancos del Pz V eran vulnerables a la mayoría de las armas desplegadas por la infantería enemiga y a los carros y cazacarros aliados, y su enorme tamaño dificultaba mucho la maniobra y limitaba drásticamente su movilidad. Este problema no había sido previsto por sus diseñadores, ya que en el Frente Oriental el terreno no era un grave obstáculo, pero en Francia el enemigo supo sacar partido de esa ventaja.

Pese a todo no hay duda de que el desempeño de los Panther en Normandía fue excelente y el enorme respeto que sentían en 1944 los tanquistas aliados por el carro de la MAN es un buen exponente de su eficacia.

Pz VI

Si hay un carro al que temían las tripulaciones aliadas era al Tiger. Su inconfundible silueta era una visión de pesadilla y su sola aparición sobre el terreno bastó en ocasiones para forzar una rápida retirada. Si creyéramos el volumen de informes sobre Tiger redactados por los carristas angloamericanos deberíamos suponer que en Normandía se desplegaron cerca de un millar de grandes Gatos. En realidad sólo hubo 125 Tiger I, encuadrados en los SpzAbt 503, SS SpzAbt 101 y 102 y en la compañía de carros pesados adscrita a la Panzer Lehr. A esa cifra podemos sumar otra docena de Tiger II encuadrados en la tercera compañía del SpzAbt 503. Pese a su reducido número su impacto sobre los aliados fue enorme, desproporcionado.

Dadas sus enormes exigencias de combustible y repuestos, los batallones pesados se desplegaron como reservas de emergencia, actuando como apagafuegos en las más críticas situaciones vividas en torno a Caen, como la penetración de la 7ª acorazada hacia Villiers, la lucha por la colina 112 o el intento de flanqueo de Cagny durante GoodWood. Esas apariciones estelares levantaron una verdadera psicosis entre los carristas británicos, que veían Tigers detrás de cada árbol.

La mayoría de los enfrentamientos con Tigers tuvieron lugar en el sector británico, ya que en el sector más occidental sólo actuaron los escasos Pz VI de la PanzerLehr, pero los rumores vuelan y también en el lado americano se desató la fiebre de avistamientos. El miedo al Tiger sería ya una constante hasta el final de la guerra.

El efecto Tiger no se limitaba al bando enemigo. La aparición de los carros pesados era un reactivo para la moral de los panzergrenadier y los hombres de Goebbels se encargaron de airear y magnificar las acciones de los Pz VI de un modo que, a la larga, era perjudicial, porque por mucho que los cacareasen no eran máquinas perfectas ni invencibles

Al margen de la probada eficacia del 88 L/56 y el durísimo pellejo del Pz VI, la letalidad del Tiger I se apoyaba en el asombroso esfuerzo desplegado por las unidades de mantenimiento y la calidad de sus tripulaciones. Los miembros de los batallones pesados eran la flor y nata de los carristas germanos, y eso se notaba. Puede que Wittmann se llevara toda la fama tras su combate en Villiers, pero sus compañeros de las Waffen y el Heer no le iban a la zaga. Eso implicaba, por desgracia, que cada baja en un SpzAbt era también más dura, porque el adiestramiento de nuevas tripulaciones de Tiger estaba ya seriamente comprometido por la falta de instructores y combustible.

En última instancia la problemática movilidad de los Pz VI por las estrechas rutas normandas implicó la pérdida de casi todos los ejemplares supervivientes durante la retirada. En las atestadas carreteras de salida y los cuellos de botella los voluminosos carros pesados fueron la cause de varios embotellamientos, y su inconfundible perfil les hacía un blanco demasiado tentador para los cazabombarderos aliados, que por fin podían tirar a placer sobre los gigantes inmovilizados. El último Tiger perdido lo fue durante la fase final de la retirada, al tratar de transportarlo a la orilla oriental del Sena con un transbordador.

Eso por lo que se refiere a los Tiger I, porque el estreno de los Tiger II en el frente occidental no pudo ser peor. Como recordaremos los primeros ejemplares asignados a la PanzerLehr se perdieron cuando ardieron por fallos de motor antes de poder emplearlos. Los empleados por el SppzAbt 503 no tuvieron demasiada suerte, ya que su principal ventaja, el aterrador alcance del KwK 43, carecía de utilidad en las cortas distancias de combate de Normandía, y sus constantes averías en desplazamiento hicieron que su disponibilidad fuera bajísima.

A título anecdótico, los aliados cometieron un error de identificación con respecto a los nuevos carros pesados, ya que los primeros avistamientos interpretaron los Pz VIB como una version pesada del Panther y en algunos informes se le denominó PanTiger. Tras examinar los ejemplares capturados en Normandía (todos con torre Porsche) se comprobó que era en realidad un nuevo tipo de Tiger.


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Mensaje por japa »

RETROSPECTIVA: OTROS VEHÍCULOS DE COMBATE

Cañones de asalto

Los ubícuos StuG fueron, tras los panzer, los vehículos acorazados más usuales en la campaña francesa. Además de las unidades asignadas a las InfDiv (una o dos compañías por división), en Normandía se desplegaron las SturmBri 341ª, 394ª, 902ª y la 12ª FallSturmBri (de las fuerzas de campaña de la LW). Igualmente había StuG asignados a las PzDiv en reemplazo de algunas compañías de cazacarros e incluso sustituyendo ocasionalmente a los panzer. En total participaron en la lucha entre 400 y 500 StuG, generalmente del modelo III, aunque también hubo unidades que emplearon el StuG IV.

Nadie se sorprenderá de saber que la eficacia de los StuG fue muy alta. La baja silueta y reducido tamaño del modelo III le hacía idóneo para la lucha en el Bocagge y su combinación de coraza y cañón resultaba muy ventajosa frente a los carros aliados. Fácil de camuflar, fácil de mover, consumo reducido, mantenimiento sencillo… el pequeño cañón de asalto, ya con cinco años a sus espaldas, seguía siendo un perfecto asesino.

En Normandía los StuG no podían desplegarse demasiado lejos del frente, así que las compañías divisionarias solían situarse en posiciones a cubierto (bosquecillos, principalmente) inmediatamente tras las posiciones de infantería de modo que pudieran acudir con rapidez en apoyo de cualquier punto que amenazara ruptura.

Es difícil establecer cual fue el volumen de pérdidas que sufrieron los aliados a manos de los cañones de asalto. Por un lado los carristas, como ya hemos indicado, informaban de la presencia de Tigers a la menor dificultad; por otro, los informes no discriminaban entre StuG y PanzerJager. No obstante es probable que la mayoría de bajas de carros aliados producidas en el sector americano y atribuidas a carros fueran en realidad debidas a los StuG, ya que su presencia era más usual al estar desplegadas ahí la mayoría de fuerzas de infantería. Al margen de su papel contracarro los cañones de asalto se mostraron, como siempre, imprescindibles como apoyo artillero inmediato de los sufridos infantes y, aunque mucho menos espectacular, su contribución a la lucha fue, sin duda, tan valiosa o más como la de los aclamados carros pesados.

Aparte de los modelos armaos con cañón de 75 hubo una pequeña proporción de StuH con obús de 105, e igualmente estuvo disponible un pequeño número de Brummbär, ya que el 217 SturmPanzer Abt estuvo subordinado a la 21ª PzDiv primero y posteriormente a la Leibstandarte, con unos 24 SturmPz IV. Dado el escaso número disponible, su incidencia en la lucha fue bastante baja

PanzerJager

Al margen de los pocos Marder disponibles por esas fechas, principalmente en unidades de segunda clase, el principal cazacarros empleado en Normandía fue el JgPz IV, en su versión de cañón corto. Este vehículo fue empleado por los PzJgAbt asignados a las PzDiv HitlerJugend, PanzerLehr y 116, mientras que el resto de las PzDiv cubrían su plantilla de cazacarros con StuG.

En total algo más de un centenar de Patos fueron empleados en la campaña, pero dado que sus características no diferían demasiado de las de los cañones de asalto no marcaron ninguna diferencia importante. De hecho los informes aliados los identificaron inicialmente como una versión modernizada del StuG.

El otro cazacarros empleado en la Península fue el JagdPanther. Pese a las soberbias prestaciones de este vehículo su empleo apenas se notó, primero por su escaso número (unos 24 ejemplares) y segundo por el tipo de escenario, Al igual que pasaba con el Tiger II, las distancias de combate eran demasiado cortas como para que el alcance del KwK 43 supusiera una ventaja real.

Estos cazacarros se desplegaron en el 654º sPzJgAbt que fue empleado como reserva en el sector de Caen. Su única acción reseñable tuvo lugar el día 30 de julio en Les Loges, cuando tres unidades destruyeron una docena de Churchill de la 6ª brigada de Guardias. Dos de los cazacarros se perdieron en ese combate.

Todos los ejemplares enviados a Normandía se perdieron en la retirada.

FlakPanzer

Como ya vimos, las PzDiv fueron dotadas en el 44 de carros antiaéreos para tratar de compensar la superioridad aliada en el aire.

En Normandía se emplearon FlakPanzer Gepard (modelo de circunstancias, sobre chasis de Pz38 con cañón de 20 mm) y MöbelWagen (chasis de Pz IV, cañón Flak 43 de 37 mm). Aunque el segundo modelo era una máquina bastante eficiente, la realidad es que su uso sólo hubiera sido eficaz como complemento a la defensa aérea de la Luftwaffe y nadie había previsto la aplastante supremacía de la aviación aliada en Francia. Aunque los FlakPanzer se anotaron algunos derribos, eran apenas una gota de agua en el océano y su utilidad real fue casi nula.

Otros vehículos

Al margen de los vehículos de combate propiamente dichos los alemanes desplegaron en el 44 sus carros radioguiados de demolición, tanto los Goliath como los BorgWard B-IV. Una vez más se demostró que las esperanzas puestas en esos medios de batalla eran del todo infundadas. Los invasores ya conocían esos aparatos y no les resultaba difícil dejarlos fuera de combate antes de que pudieran llegar a sus líneas. Algunos Goliath acabaron sus días empleados como juguetes por los soldados aliados que, tras vaciarlos de explosivos, los usaban como cochecitos.

El uso de este tipo de armas fue un completo absurdo y, en conjunto, su diseño y construcción no fueron más que un ridículo desperdicio de medios.


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