Los Panzer alemanes: detrás del mito
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FRENTE ORIENTAL
PRIMAVERA DEL 44
¿MENOSPRECIO O DESESPERACIÓN?
Las esperanzas de Hitler en el año 44 se centraban en obtener una victoria decisiva en el Oeste, mientras se contenía a los soviéticos. Debido a ello las tropas destinadas al frente occidental tuvieron preferencia en reemplazos y equipamiento, mientras que las fuerzas que combatían en el Este se conformaban con las sobras.
No deja de ser extraño que tras la derrota del Grupo de Ejércitos Sur en marzo el Führer considerase que era posible mantener sus posiciones orientales. Todos los jefes en el frente insistían en realizar una retirada parcial para acortar lineas y concentrar fuerzas de maniobra, algo que resultaba un anatema en el OKW. Hitler consideraba esas peticiones como fruto de la cobardía de los generales y de una exagerada sobreestimación de las fuerzas enemigas.
Las ideas del dictador con respecto al potencial soviético eran muy contradictorias. Por un lado consideraba que el soldado ruso era el único enemigo digno del ejército alemán, ya que ingleses y estadounidenses eran (a sus ojos) débiles y decadentes. En sus conversaciones se aprecia su admiración por Stalin y un creciente respeto (teñido de envidia) por la capacidad de sacrificio de los soldados del ER.
Por otro lado seguía insistiendo la inferioridad racial e intelectual de los eslavos, y repetía sin cesar que la URSS estaba agotada y al borde del colapso: un empujón más y finalmente los asiáticos serían vencidos.
Lo más probable es que Hitler estuviera tratando de adecuar la realidad a sus ideas: la aplastante evidencia de las derrotas alemanas en Rusia chocaba de frente con su inamovible fe en su Destino. A ello se sumaba la rabia que sentía al verse obligado a ir a la zaga de los acontecimientos desde Zitadelle, sin poder retomar la iniciativa. Debido a ello se autoconvenció de que las fuerzas soviéticas eran en realidad muy inferiores a las que se citaban en los informes.
Hay que decir que en eso no estaba tan desencaminado: las tremendas sangrías desde 1941 habían debilitado mucho las reservas del ER. Sin embargo los recursos humanos del enemigo eran bastante superiores que los alemanes, porque ellos también se habían desangrado. Hitler, además, empleaba como argumento sus propias mentiras: las SturmBrigade, por ejemplo, eran en realidad compañías cambiadas de nombre, así que el Führer llegaba a la conclusión de que probablemente el ER estaba haciendo lo mismo y muchas divisiones eran en realidad brigadas camufladas.
En esencia la estrategia de Hitler para el Este se basaba en su esperanza de que todo era fachada: ante cada avance o victoria del enemigo Hitler explicaba a quien quisiera oírle que era el final, que con esa batalla los soviéticos habían agotado sus últimos recursos y pronto Alemania lanzaría la ofensiva definitiva, acabando de una vez con la guerra.
Es cierto que en el frente Oriental había mucha fachada, pero no donde Hitler creía, sino en el lado germano. Por contra el enemigo que se alzaba frente a ellos en 1944 distaba mucho de ser un fantasma.
PRIMAVERA DEL 44
¿MENOSPRECIO O DESESPERACIÓN?
Las esperanzas de Hitler en el año 44 se centraban en obtener una victoria decisiva en el Oeste, mientras se contenía a los soviéticos. Debido a ello las tropas destinadas al frente occidental tuvieron preferencia en reemplazos y equipamiento, mientras que las fuerzas que combatían en el Este se conformaban con las sobras.
No deja de ser extraño que tras la derrota del Grupo de Ejércitos Sur en marzo el Führer considerase que era posible mantener sus posiciones orientales. Todos los jefes en el frente insistían en realizar una retirada parcial para acortar lineas y concentrar fuerzas de maniobra, algo que resultaba un anatema en el OKW. Hitler consideraba esas peticiones como fruto de la cobardía de los generales y de una exagerada sobreestimación de las fuerzas enemigas.
Las ideas del dictador con respecto al potencial soviético eran muy contradictorias. Por un lado consideraba que el soldado ruso era el único enemigo digno del ejército alemán, ya que ingleses y estadounidenses eran (a sus ojos) débiles y decadentes. En sus conversaciones se aprecia su admiración por Stalin y un creciente respeto (teñido de envidia) por la capacidad de sacrificio de los soldados del ER.
Por otro lado seguía insistiendo la inferioridad racial e intelectual de los eslavos, y repetía sin cesar que la URSS estaba agotada y al borde del colapso: un empujón más y finalmente los asiáticos serían vencidos.
Lo más probable es que Hitler estuviera tratando de adecuar la realidad a sus ideas: la aplastante evidencia de las derrotas alemanas en Rusia chocaba de frente con su inamovible fe en su Destino. A ello se sumaba la rabia que sentía al verse obligado a ir a la zaga de los acontecimientos desde Zitadelle, sin poder retomar la iniciativa. Debido a ello se autoconvenció de que las fuerzas soviéticas eran en realidad muy inferiores a las que se citaban en los informes.
Hay que decir que en eso no estaba tan desencaminado: las tremendas sangrías desde 1941 habían debilitado mucho las reservas del ER. Sin embargo los recursos humanos del enemigo eran bastante superiores que los alemanes, porque ellos también se habían desangrado. Hitler, además, empleaba como argumento sus propias mentiras: las SturmBrigade, por ejemplo, eran en realidad compañías cambiadas de nombre, así que el Führer llegaba a la conclusión de que probablemente el ER estaba haciendo lo mismo y muchas divisiones eran en realidad brigadas camufladas.
En esencia la estrategia de Hitler para el Este se basaba en su esperanza de que todo era fachada: ante cada avance o victoria del enemigo Hitler explicaba a quien quisiera oírle que era el final, que con esa batalla los soviéticos habían agotado sus últimos recursos y pronto Alemania lanzaría la ofensiva definitiva, acabando de una vez con la guerra.
Es cierto que en el frente Oriental había mucha fachada, pero no donde Hitler creía, sino en el lado germano. Por contra el enemigo que se alzaba frente a ellos en 1944 distaba mucho de ser un fantasma.
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japa escribió:Las ideas del dictador con respecto al potencial soviético eran muy contradictorias. Por un lado consideraba que el soldado ruso era el único enemigo digno del ejército alemán, ya que ingleses y estadounidenses eran (a sus ojos) débiles y decadentes. En sus conversaciones se aprecia su admiración por Stalin y un creciente respeto (teñido de envidia) por la capacidad de sacrificio de los soldados del ER.
No creo que sean tan contradictorias. Es decir, el soldado soviético era el único enemigo digno por su cantidad, no por su calidad, pues los consideraba inferiores y las cifras no daban una buena visión (los motivos de esas cifras a parte). Además, me imagino que tendría informes de la baja formación de los soldados soviéticos, y digo esto porque pensaban haber vencido a la URSS varias veces, cuando siempre resurgía, lo cual requiere un alistamiento de jóvenes inexpertos ¿no?
Lo más probable es que Hitler estuviera tratando de adecuar la realidad a sus ideas: la aplastante evidencia de las derrotas alemanas en Rusia chocaba de frente con su inamovible fe en su Destino. A ello se sumaba la rabia que sentía al verse obligado a ir a la zaga de los acontecimientos desde Zitadelle, sin poder retomar la iniciativa. Debido a ello se autoconvenció de que las fuerzas soviéticas eran en realidad muy inferiores a las que se citaban en los informes.
Estaba claro que no contaban con semejante ejército, pero es que la desinformación sobre dicho ejército estuvo presente durante toda la guerra. No es raro que una vez avanzada, pasase eso.
En esencia la estrategia de Hitler para el Este se basaba en su esperanza de que todo era fachada: ante cada avance o victoria del enemigo Hitler explicaba a quien quisiera oírle que era el final, que con esa batalla los soviéticos habían agotado sus últimos recursos y pronto Alemania lanzaría la ofensiva definitiva, acabando de una vez con la guerra.
No era el único. Según he leido, Manstein siempre tiene justificación para cada pérdida, siempre cree saber cómo haber pasado el bache y poder optar a la victoria. Es más, confiaba bastante en que con unos [b]pocos efectivos más[b] para el 9º ejécito, hubieran ganado en Kursk. Y nada que decir sobre Göring, este es que vivía en una nube.
Es cierto que en el frente Oriental había mucha fachada, pero no donde Hitler creía, sino en el lado germano. Por contra el enemigo que se alzaba frente a ellos en 1944 distaba mucho de ser un fantasma.
Cualquiera le decía a Hitler lo contrario. La historia era clara, si no haces bien tu trabajo, estás despedido, por lo que ya en la batalla de Inglaterra se apuntaba más de la cuenta, pues de no haberlo hecho, no se habrían cumplido las espectativas del canciller alemán y sería una deshonra. De ahí que luego aparezcan mitos ;)
Saludos
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EL NUEVO ENEMIGO
El Ejército Soviético de 1944 era muy distinto del ER que los nazis desmembraron tres años antes. En los fuegos de Stalingrado se forjó un nuevo espíritu de patriotismo que supo dar forma a la tormenta de odio que el régimen hitleriano sembró en la URSS. En el verano del 43 los soldados soviéticos lucharon de tú a tú con las fuerzas más poderosas que pudo lanzar Alemania a la batalla, las mismas fuerzas que poco después se batirían en retirada hacia el Dnieper. El propio Manstein reconoció que los soviéticos habían aprendido muy bien las lecciones impartidas por los alemanes. El precio fue enorme, pero el resultado estaba a la vista.
Las estrepitosas derrotas de 1941 y 1942 sirvieron para eliminar los resquicios del sistema político militar que Stalin impuso tras las purgas. El propio Stalin dio a sus generales una libertad que los alemanes apenas podían soñar, y estos la aprovecharon muy bien.
La capacidad operativa del ER aumentó de manera asombrosa en el año 43. Los viejos planteamientos de ofensiva a toda costa quedaron aparcados ante un pensamiento estratégico que veía la situación con notable frialdad y calculaba a largo plazo. La imagen de las masas indisciplinadas asaltando las posiciones germanas como una plaga de langosta forma parte de la leyenda forjada en los años de la guerra fría y queda muy lejos de la realidad. La flexibilidad operativa soviética ya era notable en los días de Zitadelle, pero con la mejora logística que supuso la masiva llegada de camiones estadounidense, más la reconstrucción acelerada de los ferrocarriles, Stavka pudo plantearse cosas que resultaban inimaginables un año antes.
La integración de los diversos medios de combate en el campo de batalla también mejoró notablemente gracias a la ayuda aliada. Al pensar en el Lend and Lease viene inmediatamente a la cabeza el envío de combustible, alimentos, acero, camiones… pero suele pasarse por alto que los EEUU también suministraron a Moscú ingentes cantidades de material electrónico y licencias de equipos sencillos y eficientes, lo que fue muy bien aprovechado. Los soviéticos estaban a años luz del magnífico sistema de comunicaciones desplegado por los estadounidenses en Normandía, pero los tiempos en los que los jefes de una compañía blindada tenían que asomarse por la torreta para dar las órdenes con banderines habían quedado atrás.
La recuperación industrial de la URSS era un hecho consumado en el otoño del 43 y las factorías trabajaban a pleno rendimiento. No sólo las cantidades de armas y equipos que llegaban al frente duplicaban o triplicaban lo que podía producir Alemania, también la calidad estaba mejorando con rapidez.
Entre las nuevas armas estaban dos de los mejores carros de combate de toda la guerra: los nuevos T-34/85 y JS-II. Los Panther y Tiger todavía llevaban ventaja gracias a su formidable blindaje y armamento, pero las distancias se habían recortado notablemente.
El T-34/85 no sólo mejoraba el armamento y la protección: las ópticas soviéticas habían mejorado mucho gracias al estudio de las alemanas capturadas; aún más importante, la nueva torre permitía emplear tres tripulantes, liberando al comandante de sus funciones al cañón, lo que unido a los nuevos sistemas de radio iba a incrementar notablemente el rendimiento de las unidades blindadas. El JS-II jugaba en otra liga. Diseñado como carro de ruptura, podía lidiar de tú a tú con cualquier carro alemán. Ni uno ni otro eran carros invulnerables, pero bien empleados formaban un ariete muy difícil de detener.
La VVS también había mejorado mucho: si en Zitadelle la Luftwaffe había aguantado el tipo, ahora iba a verse desbordada por todas partes. Los pilotos soviéticos no podían dominar completamente el cielo en un frente tan extenso, pero cuando llegara el momento de concentrarse podrían superar a los alemanes en cifras de hasta 10 a 1. En cuanto a calidad, aviones como los FW190 todavía podían combatir con cierta ventaja, pero la mayoría del arsenal de Goering se había quedado desfasado
El punto más débil del ejército de Stalin eran los reemplazos. Tras las pérdidas de años anteriores había que cubrir las plantillas como fuera y la instrucción recibida por los reclutas era mínima. Las unidades de Guardias podían mantener un elevado nivel táctico ya que contaban con un buen núcleo de veteranos, pero las divisiones normales tenían que manejarse con recursos humanos mucho más pobres en cantidad y calidad. En ese punto la brecha con los alemanes se mantendría casi hasta el final, y se vería incrementada por la desesperación con la que combatirían los germanos a medida que el frente avanzara hacia su patria, al igual que habían hecho sus enemigos en los tenebrosos meses del 41 y el 42.
No obstante la desventaja táctica de los soldados soviéticos se veía compensada por la devastadora potencia artillera del ER. La artillería americana era más precisa y al menos igual de demoledora, pero la cantidad de bocas de fuego alineada por los soviéticos era inimaginable. Desde los cañones CC de la infantería hasta los enormes obuses de 210 y 280 mm, los rusos estaban en condiciones de concentrar un volumen de fuego de los puntos de ruptura que los alemanes simplemente no podían asumir.
Un último punto en el que los ivanes habían dado un salto hacia adelante era en el de las medidas de inteligencia y enmascaramiento.. La capacidad de ocultar al enemigo sus verdaderos planteamientos iba a resultar tan decisiva en los combates del 44 en el Este como lo sería en el Oeste de cara a Normandía. Y los alemanes iban a estar ciegos y desnudos, porque entre sus servicios de espionaje, la información que recibían de los aliados occidentales y la que recogían sobre el terreno las formaciones partisanas, Moscú estaban bastante al tanto de las intenciones y movimientos germanos.
El ER no era una máquina perfecta y distaba de ser invencible en el campo de batalla. El camino a Berlín no iba a ser un camino de rosas, y los alemanes aún cosecharían algunas victorias limitadas, pero Stavka tenía las mejores cartas, y las alemanas estaban marcadas.
El Ejército Soviético de 1944 era muy distinto del ER que los nazis desmembraron tres años antes. En los fuegos de Stalingrado se forjó un nuevo espíritu de patriotismo que supo dar forma a la tormenta de odio que el régimen hitleriano sembró en la URSS. En el verano del 43 los soldados soviéticos lucharon de tú a tú con las fuerzas más poderosas que pudo lanzar Alemania a la batalla, las mismas fuerzas que poco después se batirían en retirada hacia el Dnieper. El propio Manstein reconoció que los soviéticos habían aprendido muy bien las lecciones impartidas por los alemanes. El precio fue enorme, pero el resultado estaba a la vista.
Las estrepitosas derrotas de 1941 y 1942 sirvieron para eliminar los resquicios del sistema político militar que Stalin impuso tras las purgas. El propio Stalin dio a sus generales una libertad que los alemanes apenas podían soñar, y estos la aprovecharon muy bien.
La capacidad operativa del ER aumentó de manera asombrosa en el año 43. Los viejos planteamientos de ofensiva a toda costa quedaron aparcados ante un pensamiento estratégico que veía la situación con notable frialdad y calculaba a largo plazo. La imagen de las masas indisciplinadas asaltando las posiciones germanas como una plaga de langosta forma parte de la leyenda forjada en los años de la guerra fría y queda muy lejos de la realidad. La flexibilidad operativa soviética ya era notable en los días de Zitadelle, pero con la mejora logística que supuso la masiva llegada de camiones estadounidense, más la reconstrucción acelerada de los ferrocarriles, Stavka pudo plantearse cosas que resultaban inimaginables un año antes.
La integración de los diversos medios de combate en el campo de batalla también mejoró notablemente gracias a la ayuda aliada. Al pensar en el Lend and Lease viene inmediatamente a la cabeza el envío de combustible, alimentos, acero, camiones… pero suele pasarse por alto que los EEUU también suministraron a Moscú ingentes cantidades de material electrónico y licencias de equipos sencillos y eficientes, lo que fue muy bien aprovechado. Los soviéticos estaban a años luz del magnífico sistema de comunicaciones desplegado por los estadounidenses en Normandía, pero los tiempos en los que los jefes de una compañía blindada tenían que asomarse por la torreta para dar las órdenes con banderines habían quedado atrás.
La recuperación industrial de la URSS era un hecho consumado en el otoño del 43 y las factorías trabajaban a pleno rendimiento. No sólo las cantidades de armas y equipos que llegaban al frente duplicaban o triplicaban lo que podía producir Alemania, también la calidad estaba mejorando con rapidez.
Entre las nuevas armas estaban dos de los mejores carros de combate de toda la guerra: los nuevos T-34/85 y JS-II. Los Panther y Tiger todavía llevaban ventaja gracias a su formidable blindaje y armamento, pero las distancias se habían recortado notablemente.
El T-34/85 no sólo mejoraba el armamento y la protección: las ópticas soviéticas habían mejorado mucho gracias al estudio de las alemanas capturadas; aún más importante, la nueva torre permitía emplear tres tripulantes, liberando al comandante de sus funciones al cañón, lo que unido a los nuevos sistemas de radio iba a incrementar notablemente el rendimiento de las unidades blindadas. El JS-II jugaba en otra liga. Diseñado como carro de ruptura, podía lidiar de tú a tú con cualquier carro alemán. Ni uno ni otro eran carros invulnerables, pero bien empleados formaban un ariete muy difícil de detener.
La VVS también había mejorado mucho: si en Zitadelle la Luftwaffe había aguantado el tipo, ahora iba a verse desbordada por todas partes. Los pilotos soviéticos no podían dominar completamente el cielo en un frente tan extenso, pero cuando llegara el momento de concentrarse podrían superar a los alemanes en cifras de hasta 10 a 1. En cuanto a calidad, aviones como los FW190 todavía podían combatir con cierta ventaja, pero la mayoría del arsenal de Goering se había quedado desfasado
El punto más débil del ejército de Stalin eran los reemplazos. Tras las pérdidas de años anteriores había que cubrir las plantillas como fuera y la instrucción recibida por los reclutas era mínima. Las unidades de Guardias podían mantener un elevado nivel táctico ya que contaban con un buen núcleo de veteranos, pero las divisiones normales tenían que manejarse con recursos humanos mucho más pobres en cantidad y calidad. En ese punto la brecha con los alemanes se mantendría casi hasta el final, y se vería incrementada por la desesperación con la que combatirían los germanos a medida que el frente avanzara hacia su patria, al igual que habían hecho sus enemigos en los tenebrosos meses del 41 y el 42.
No obstante la desventaja táctica de los soldados soviéticos se veía compensada por la devastadora potencia artillera del ER. La artillería americana era más precisa y al menos igual de demoledora, pero la cantidad de bocas de fuego alineada por los soviéticos era inimaginable. Desde los cañones CC de la infantería hasta los enormes obuses de 210 y 280 mm, los rusos estaban en condiciones de concentrar un volumen de fuego de los puntos de ruptura que los alemanes simplemente no podían asumir.
Un último punto en el que los ivanes habían dado un salto hacia adelante era en el de las medidas de inteligencia y enmascaramiento.. La capacidad de ocultar al enemigo sus verdaderos planteamientos iba a resultar tan decisiva en los combates del 44 en el Este como lo sería en el Oeste de cara a Normandía. Y los alemanes iban a estar ciegos y desnudos, porque entre sus servicios de espionaje, la información que recibían de los aliados occidentales y la que recogían sobre el terreno las formaciones partisanas, Moscú estaban bastante al tanto de las intenciones y movimientos germanos.
El ER no era una máquina perfecta y distaba de ser invencible en el campo de batalla. El camino a Berlín no iba a ser un camino de rosas, y los alemanes aún cosecharían algunas victorias limitadas, pero Stavka tenía las mejores cartas, y las alemanas estaban marcadas.
Última edición por japa el 28 Jul 2008, 03:13, editado 1 vez en total.
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- Sargento
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japa escribió:Las ideas del dictador con respecto al potencial soviético eran muy contradictorias. Por un lado consideraba que el soldado ruso era el único enemigo digno del ejército alemán, ya que ingleses y estadounidenses eran (a sus ojos) débiles y decadentes. En sus conversaciones se aprecia su admiración por Stalin y un creciente respeto (teñido de envidia) por la capacidad de sacrificio de los soldados del ER.
Por otro lado seguía insistiendo la inferioridad racial e intelectual de los eslavos, y repetía sin cesar que la URSS estaba agotada y al borde del colapso: un empujón más y finalmente los asiáticos serían vencidos.
Respecto a lo primero, veo bastante lógico que Hitler admire al soldado soviético, ya que tenía inicialmente su visión de la guerra defensiva: defender cada palmo de terreno hasta el último hombre. El problema de Alemania y la ventaja de la URSS fue que mientras en el primer caso, con el paso del tiempo se perdía la flexibilidad operativa por la mentalidad de Hitler (y porque tomó una serie decisiones acertadas en la estrategia contra la URSS, como la división en tres grupos de ejército, el apoyo del grupo del centro al grupo sur para hacer la bolsa de Kiev, mantenerse entre el 41 y el 42 en lugar de retroceder que le hicieron creer (aún más) qué él era más listo que nadie) en el bando opuesto se ganaba, porque Stalin vió que si no, lo tenía complicado.
Respecto a lo segundo, también veo lógico que pensara así, ya que los alemanes hicieron sus cálculos respecto al tamaño y posibilidades del Ejército Rojo, y dichos cálculos habían sido sobrepasados ampliamente: no veía o no quería ver, que el tamaño y posibilidades del Ejército Rojo estaban aún más allá, y con ello había precipitado a su Reich milenario a la destrucción.
ACB, el Mutie escribió:Además, me imagino que tendría informes de la baja formación de los soldados soviéticos, y digo esto porque pensaban haber vencido a la URSS varias veces, cuando siempre resurgía, lo cual requiere un alistamiento de jóvenes inexpertos ¿no?
Tengo la impresión de que es justo al contrario: los inexpertos solían ser bajas y los que no se hacían expertos 'a lo bestia'. Además, el grueso de ejércitos que se trajo del frente oriental ruso no eran precisamente unos inexpertos, eran las tropas siberianas que habían combatido eficazmente a los japoneses.
PD: Tenía ganas de que apareciese Bagration, porque si bien anteriormente el Ejército Rojo había conseguido grandes victorias, había sido a costa de una terrible sangría frente a los alemanes, es decir, si ambos países hubiesen tenido igual población y producción, habrían sido victorias alemanas.
Saludos.
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govisagod512 escribio:
En mi opinion no creo que de estar igualados en poblacion y produccion necesariamente los alemanes hubiesen ganado esas batallas de los ultimos años de la guerra, porque mientras los rusos y los aliados occidentales aprendieron las lecciones impartidas por los germanos en los primeros años y adecuaban sus tacticas y estrategias, desestructurandose y eliminando fanatismo y testarudez. los alemanes recorrieron el camino inverso, las intervenciones de Hitler en las planificaciones se hicieron mas notorias al lanzarse Barbarroja y con el paso del tiempo no hicieron mas que incrementarse, perdiendose asi flexibilidad en la toma de decisiones y cortando la iniciativa de los hombres del Reich.
Saludos
Tenía ganas de que apareciese Bagration, porque si bien anteriormente el Ejército Rojo había conseguido grandes victorias, había sido a costa de una terrible sangría frente a los alemanes, es decir, si ambos países hubiesen tenido igual población y producción, habrían sido victorias alemanas
En mi opinion no creo que de estar igualados en poblacion y produccion necesariamente los alemanes hubiesen ganado esas batallas de los ultimos años de la guerra, porque mientras los rusos y los aliados occidentales aprendieron las lecciones impartidas por los germanos en los primeros años y adecuaban sus tacticas y estrategias, desestructurandose y eliminando fanatismo y testarudez. los alemanes recorrieron el camino inverso, las intervenciones de Hitler en las planificaciones se hicieron mas notorias al lanzarse Barbarroja y con el paso del tiempo no hicieron mas que incrementarse, perdiendose asi flexibilidad en la toma de decisiones y cortando la iniciativa de los hombres del Reich.
Saludos
- ACB, el Mutie
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Mauro Andres escribió:En mi opinion no creo que de estar igualados en poblacion y produccion necesariamente los alemanes hubiesen ganado esas batallas de los ultimos años de la guerra, porque mientras los rusos y los aliados occidentales aprendieron las lecciones impartidas por los germanos en los primeros años y adecuaban sus tacticas y estrategias, desestructurandose y eliminando fanatismo y testarudez. los alemanes recorrieron el camino inverso, las intervenciones de Hitler en las planificaciones se hicieron mas notorias al lanzarse Barbarroja y con el paso del tiempo no hicieron mas que incrementarse, perdiendose asi flexibilidad en la toma de decisiones y cortando la iniciativa de los hombres del Reich.
Saludos
Pero piensa que durante Barbarroja, los alemanes no llegaron más lejos por falta de material y carne fresca. Si hubieran tenidoun ejército más grande con "infinitos" reemplazos, hubieran arrasado todo a su paso. Cuenta el número de soldados soviéticos muertos frente al de alemanes. El número de tanques, artillería, etc, etc. Los alemanes siempre tuvieron cifras inferiores y llegaron muy lejos.
Saludos
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Según muchas fuentes el Hitler de las reuniones era muy diferente al de los mítines. Los fineses grabaron parte de una reunión entre Mannerheim y Hitler y en ninguno momento aparece el tópico del eslavo infrahumano. De hecho Hitler muestra un enorme respeto por el tamaño del ejército soviético, y comenta que sus aeródromos estaban a 15 minutos de los campos petroliferos rumanos.
La sociedad e industria alemana estaba mucho menos mobilizada que la soviética o británica. En algunos casos la comparación es ridícula, porque en Alemania se siguieron produciendo colonias y fragancias hasta bien entrada la guerra.
Las tropas siberianas -sobre las que me gustaría abrir un tema- eran una pequeña proporción. De todas maneras los alemanes también sufren enormes bajas, desde Barbarroja a Tifón unas 700000, y eso que lo tenían todo a favor. A partir de 1943 los soviéticos notan un bajón en el nivel de los soldados debido a la falta de recursos humanos.
Japa, creo que se te ha olvidad poner "3" en esa frase.
En este aspecto los soviéticos tenían mucha más experiencia que aliados occidentales. Y desde finales de 1943 desplegaron T-34-85 e IS-2, junto a un enorme número de cazacarros como el ISU-122, SU-85 o ISU-152. En el frente occidental los americanos mandaron sus Sherman con el 75mm pensando que era más que adecuado, y los británicos seguían con el 6lb.
Saludos.
En mi opinion no creo que de estar igualados en poblacion y produccion necesariamente los alemanes hubiesen ganado esas batallas de los ultimos años de la guerra,
La sociedad e industria alemana estaba mucho menos mobilizada que la soviética o británica. En algunos casos la comparación es ridícula, porque en Alemania se siguieron produciendo colonias y fragancias hasta bien entrada la guerra.
Además, el grueso de ejércitos que se trajo del frente oriental ruso no eran precisamente unos inexpertos, eran las tropas siberianas que habían combatido eficazmente a los japoneses.
Las tropas siberianas -sobre las que me gustaría abrir un tema- eran una pequeña proporción. De todas maneras los alemanes también sufren enormes bajas, desde Barbarroja a Tifón unas 700000, y eso que lo tenían todo a favor. A partir de 1943 los soviéticos notan un bajón en el nivel de los soldados debido a la falta de recursos humanos.
El T-34/85 no sólo mejoraba el armamento y la protección: las ópticas soviéticas habían mejorado mucho gracias al estudio de las alemanas capturadas; aún más importante, la nueva torre permitía emplear tripulantes,
Japa, creo que se te ha olvidad poner "3" en esa frase.
El JS-II jugaba en otra liga. Diseñado como carro de ruptura, podía lidiar de tú a tú con cualquier carro alemán. Ni uno ni otro eran carros invulnerables, pero bien empleados formaban un ariete muy difícil de detener.
En este aspecto los soviéticos tenían mucha más experiencia que aliados occidentales. Y desde finales de 1943 desplegaron T-34-85 e IS-2, junto a un enorme número de cazacarros como el ISU-122, SU-85 o ISU-152. En el frente occidental los americanos mandaron sus Sherman con el 75mm pensando que era más que adecuado, y los británicos seguían con el 6lb.
Saludos.
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japa escribió:EL NUEVO ENEMIGO
El punto más débil del ejército de Stalin eran los reemplazos. Tras las pérdidas de años anteriores había que cubrir las plantillas como fuera y la instrucción recibida por los reclutas era mínima. Las unidades de Guardias podían mantener un elevado nivel táctico ya que contaban con un buen núcleo de veteranos, pero las divisiones normales tenían que manejarse con recursos humanos mucho más pobres en cantidad y calidad. En ese punto la brecha con los alemanes se mantendría casi hasta el final, y se vería incrementada por la desesperación con la que combatirían los germanos a medida que el frente avanzara hacia su patria, al igual que habían hecho sus enemigos en los tenebrosos meses del 41 y el 42.
Corrígeme si me equivoco japa, pero para estos momentos la URSS también estaba al limite de recursos humanos, creo recordar que la producción industria estaba ya soportada por mas de un 80% de mujeres en los puestos de trabajo. De fracasar esta operación lo hubiesen tenido muy pero que muy difícil.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Bueno,en realidad el G.E Centro alemán de Busch era sobre el papel impresionante:los veteranos IV,II y IX ejércitos,sin olvidar al magnífico III panzer,pero era sobre el papel.El realidad,la desproporción era abismal:Los Frentes soviéticos superaban 1 a 4 en carros a los germanos,y en casi 1 a 5 en infanteria.En todo el Frente Oriental,había mnos de 180 divisiones alemanas confrontadas a más de 400 rusas....la suerte estaba echada.Bagration sólo aceleró el proceso.
Lo únco inteligente hubiese sido replegar al GE Centro al Vistula pra acortar el frente,crear una reserva blindada y enviarla a Francia a frustrar el inminente desembarco,lo cual daría quizás ocasión a ulteriores negociaciones o si no,a que Alemania potenciase sus armas "secretas".
Lo únco inteligente hubiese sido replegar al GE Centro al Vistula pra acortar el frente,crear una reserva blindada y enviarla a Francia a frustrar el inminente desembarco,lo cual daría quizás ocasión a ulteriores negociaciones o si no,a que Alemania potenciase sus armas "secretas".
LA HORA QUE PRECEDE AL AMANECER,ES LA MÁS OSCURA
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…CON PIES DE BARRO
En mayo del 44 Alemania desplegaba en el Frente del Este algo más de 160 divisiones: era una fuerza muy poderosa, pero estaba seriamente desequilibrada.
A finales de abril el GrE Sur logró estabilizar su frente pero estaba muy debilitado y había perdido ingentes cantidades de equipamiento y suministros. La moral de las tropas germanas, tras la duras batallas de marzo y abril, era muy baja, y el cese de Manstein no había ayudado a levantarla. Para empeorar las cosas las fuerzas aliadas del Eje casi se habían desintegrado tras la defección de Italia y la aniquilación de la mayor parte de las tropas rumanas. Los húngaros, tras la intervención alemana contra Horthy, seguían al lado de Alemania a regañadientes pero su valor combativo era prácticamente nulo. Eso llevó a la idea de constituir una pzDiv húngara, un proyecto que a la postre se volvería contra los alemanes.
A fin de hacer frente a la nueva situación, el GrE Sur fue dividido a finales de abril en dos mandos independientes, el GrE del Norte de Ucrania (GrE NU) y el GrE del Sur de Ucrania (GrE SU).
En el Norte las cosas no estaban mucho mejor. El cerco de Leningrado fracasó definitivamente tras casi tres años de lucha y la alianza con Finlandia pendía de un hilo muy frágil. Debido a ello las posiciones de vanguardia estaban en una situación peligrosamente expuesta. El GrE Norte hizo planes para retirarse a posiciones defensivas más occidentales, a fin de reducir el frente y liberar fuerzas para formar una reserva adecuada, pero el OKW rechazó el repliegue, aduciendo que era imprescindible conservar la costa del Báltico y una retirada acarrearía la defección de Helsinki.
El GrE Centro era a priori la agrupación en mejor estado de todo el frente. Ocupaba más o menos las mismas posiciones que sostenía al final de Barbarossa y había rechazado con éxito varias ofensivas enemigas, empezando por la de Marte en diciembre del 42. Durante ese tiempo había podido establecer buenas posiciones defensivas y su situación facilitaba el trabajo logístico. Su único revés importante fue la retirada del arco de Orel en el verano del 43, tras el fracaso de Zitadelle, que Model logró conducir sin excesivas pérdidas. Aún así el ánimo de sus tropas tampoco era demasiado optimista.
Hay que decir que la colaboración entre los tres Grupos de Ejército era prácticamente nula. Así, el GrE Centro rechazó durante el invierno todas las peticiones de refuerzos que hizo el GrE Sur, llegando a desobedecer encubiertamente las órdenes del OKW al respecto. Además, al igual que en Occidente, Hitler procuraba mantener las estructuras de mando lo más divididas posibles, sobre todo tras las presiones de Manstein para que delegara el mando en el Este.
El planteamiento defensivo de los alemanes en el frente Oriental era sencillo pero eficaz: La enorme longitud del frente impedía asegurar una defensa impermeable, así que ante una ofensiva, las tropas en primera línea debían frenar al enemigo el tiempo suficiente como para que un contragolpe aplastara cualquier penetración y estabilizara el frente. Sin embargo esa táctica requería una adecuada profundidad en la defensa, reservas móviles y flexibilidad operativa: tres condiciones que resultaban muy difíciles de cumplir.
Las divisiones de infantería en el Este estaban en una situación de fuerza lamentable, debido al empleo de los reemplazos en la formación de nuevas divisiones. En la segunda mitad del 43 apenas se llegó a cubrir la mitad de las bajas en combate y la mayoría de las unidades se vio obligada a reestructurar su plantilla, disolviendo un batallón por regimiento para completar los restantes y reduciendo al mínimo las unidades de servicio. Así las cosas, una división que rebasara los dos tercios de su plantillas podía considerarse afortunada.
El nivel de equipamiento tampoco era demasiado bueno, sobre todo en lo referente a motorización: pocos vehículos modernos, demasiados modelos, la mayoría de botín… el ejército alemán en la URSS recordaba bastante al napoleónico, al menos en cuanto a la dependencia de los caballos. La artillería mantenía su excelencia, pero la cantidad de piezas no había aumentado demasiado mientras la del enemigo se disparaba. La SturmArtillerie, al menos, estaba razonablemente equipada, merced al enorme esfuerzo industrial dedicado al StuG.
La retaguardia era un quebradero de cabeza para los alemanes, ya que el movimiento partisano había crecido sin cesar gracias a la estúpida política racial de los nazis y no sólo la seguridad de los desplazamientos y la logística se veía seriamente amenazada sino que el volumen de información que recibía Moscú de los guerrilleros hacía que en ocasiones Stavka supiera más de la situación en el lado alemán que los mandos germanos. Además la amenaza de los irregulares obligaba a destinar un volumen desproporcionado de tropas en tareas de seguridad, sobre todo en Bielorrusia y Ucrania, debilitando aún más a las tropas del frente.
Un último problema para la primera línea alemana era la decisión de Hitler de establecer guarniciones en determinadas ciudades convirtiéndolas en FesterPlatz (fortalezas). Concentrar tropas en esos puntos dispersaba aún más los reducidos efectivos de la Wermatch.
El resultado es que las unidades que sostenían el frente estaban estriadas al límite, llegando en algunos puntos a densidades de apenas 50 hombres por kilómetro. La profundidad en la defensa se conseguía manteniendo dos líneas de posiciones, de forma que las más retrasadas estuvieran ocupadas lo más permanentemente posible mientras que las adelantadas
se guarnecían de forma cíclica o, en ocasiones, tan sólo se patrullaban. Allí donde era posible se establecían puntos fuertes espaciados de modo que unos se cubrieran a otros, pero en muchos sitios las defensas consistían en líneas atrincheradas tan escuetamente defendidas que los soviéticos encontraban que la infiltración y las patrullas de reconocimiento podían moverse con casi total impunidad por amplios sectores del frente. En esas condiciones esperar que un sector del frente contuviera un ataque concentrado más allá de uno o dos días de combates era ilusorio. Lo más que podía esperarse era canalizar en lo posible el ímpetu del enemigo y confiar en que los refuerzos y los panzer llegaran a tiempo.
En lo que se refiere a las fuerzas acorazadas que debían formar las reservas móviles, su situación tampoco era demasiado halagüeña. Las PzDiv destinadas a Francia tenían prioridad en cuanto a reemplazos y equipamiento, en particular para los nuevos Panther. La mayoría de las divisiones desplegadas en el Este estaban a la espera de adaptarse a la estructura tipo 43, con lo que la mayoría de los carros disponibles hacia abril eran Pz IV. En mayo varias divisiones iniciaron la modernización, equipando uno de sus batallones con Pz V, pero a corto plazo eso empeoraba las cosas ya que para ello el batallón se desplazaba a Alemania, donde recibía el nuevo equipamiento y se llevaba a cabo un periodo de instrucción básico, con lo que una PzDiv que estuviera reequipándose quedaba reducida a un sólo batallón acorazado; eso sí, la unidad recibía los carros del batallón que se marchaba, con lo que mejoraba bastante su estado de fuerza.
En cuanto a las plantillas de personal, la situación era sólo ligeramente mejor que la de la Infantería. Aún así las PzDiv en el Este contaban aún con una buena proporción de personal veterano que todavía podía marcar las distancias con sus homólogos soviéticos.
Los batallones pesados estaban mejor preparados y de media se encontraban al 75% de su fuerza. No obstante su utilidad real dependía mucho de su despliegue porque los grandes traslados seguían siendo problemáticos. Había un problema adicional, ya que se esperaba iniciar las entregas de Tiger II durante el verano, con las complicaciones inherentes a un cambio de toda la logística.
La unidad acorazada mejor equipada del frente oriental era la PzGrDiv GrossDeutschland, asignada al GrE SU. Esta unidad contaba a finales de abril con un batallón Panther y su compañía de carros pesados se había expandido hasta formar un sPzAbt que contaba en ese momento con 29 Tiger I. Pero incluso esta unidad de élite se veía afectada por la falta de reemplazos, sobre todo en sus regimientos de PanzerGrenadier. Adicionalmente sólo uno de sus regimientos había recibido su plantilla de semiorugas, quedando el restante muy mermado en su movilidad. Con todo la división podía considerarse en una situación privilegiada.
Por lo que respecta a la flexibilidad operativa, era inexistente: la directiva del Führer de diciembre del 43 prohibía cualquier tipo de repliegue, sino que la obsesiva implicación de Hitler en los detalles más nimios del Frente oriental hacía que el mero hecho de trasladar una compañía entre dos sectores del frente tuviera que recibir autorización del OKW. En ese aspecto los mandos alemanes estaban atados de pies y manos. Ceder terreno para atraer al enemigo como en Jarkov era imposible. Hitler consideraba que sus generales estaban obsesionados por operar y no entendían la esencia del arte de la guerra.
Además el Führer se dejaba llevar mucho por sus prejuicios y favoritismos: el mariscal Model, al frente del GrE NU, contaba con su plena confianza y sus solicitudes eran siempre atendidas. En cambio el mariscal Busch, al mando del GrE Centro, carecía de influencia, y por añadidura era un hombre pusilánime incapaz de objetar nada frente a lo que decidiera Hitler.
Para completar el análisis daremos un pequeño vistazo a la Luftwaffe. A primeros del 44 los alemanes mantenían en el Este cerca de 1800 aviones de combate. Era una cifra bastante considerable, pero más allá de los números la situación era muy preocupante.
La campaña aérea de los aliados sobre Alemania supuso un tremendo drenaje de pilotos de caza. A las bajas, que empezaron a dispararse con la introducción de los cazas americanos de largo alcance, se sumaba el despliegue de numerosos escuadrones en territorio nacional para hacer frente a los bombarderos, y de centenares de baterías AA. El frente Oriental contaba en febrero con algo menos de 400 cazas para defender unas líneas de mas de 3000 km. En esas condiciones la VVS podía ganar la superioridad aérea sin problemas ahí donde se decidiera concentrar su esfuerzo.
El problema del equipamiento era cuciante: si bien algunos modelos como los FW190, los He129 o las últimas versiones del Me109, seguían estando a la altura de las circunstancias, la mayoría se habían quedado anticuados y la introducción de nuevos aviones como los He177 estaba resultando muy difícil. Aviones como los Ju87 o Ju88 eran una presa fácil para los pilotos de la Estrella Roja y eso hacía inviable el apoyo táctico.
Un punto especialmente crítico era la capacidad de transporte: las pérdidas de pilotos y aviones en Stalingrado y Túnez no se cubrieron, con lo que la capacidad de suministrar a las tropas que quedasen cercadas, e incluso de evacuar a los heridos, estaba muy restringida.
Igualmente sangrante era la imposibilidad de llevar a cabo misiones de reconocimiento aéreo en profundidad, ya que los soviéticos podían moverse por su retaguardia con total impunidad y la inteligencia alemana quedaba limitada a los informes recogidos directamente en el frente.
El Frente Oriental, en resumen, distaba de ser una estructura homogénea y eficaz: tenía numerosos puntos débiles, que suponían otras tantas oportunidades para un enemigo ambicioso y calculador.
A diferencia de los angloamericanos, Stavka era ese tipo de enemigo.
En mayo del 44 Alemania desplegaba en el Frente del Este algo más de 160 divisiones: era una fuerza muy poderosa, pero estaba seriamente desequilibrada.
A finales de abril el GrE Sur logró estabilizar su frente pero estaba muy debilitado y había perdido ingentes cantidades de equipamiento y suministros. La moral de las tropas germanas, tras la duras batallas de marzo y abril, era muy baja, y el cese de Manstein no había ayudado a levantarla. Para empeorar las cosas las fuerzas aliadas del Eje casi se habían desintegrado tras la defección de Italia y la aniquilación de la mayor parte de las tropas rumanas. Los húngaros, tras la intervención alemana contra Horthy, seguían al lado de Alemania a regañadientes pero su valor combativo era prácticamente nulo. Eso llevó a la idea de constituir una pzDiv húngara, un proyecto que a la postre se volvería contra los alemanes.
A fin de hacer frente a la nueva situación, el GrE Sur fue dividido a finales de abril en dos mandos independientes, el GrE del Norte de Ucrania (GrE NU) y el GrE del Sur de Ucrania (GrE SU).
En el Norte las cosas no estaban mucho mejor. El cerco de Leningrado fracasó definitivamente tras casi tres años de lucha y la alianza con Finlandia pendía de un hilo muy frágil. Debido a ello las posiciones de vanguardia estaban en una situación peligrosamente expuesta. El GrE Norte hizo planes para retirarse a posiciones defensivas más occidentales, a fin de reducir el frente y liberar fuerzas para formar una reserva adecuada, pero el OKW rechazó el repliegue, aduciendo que era imprescindible conservar la costa del Báltico y una retirada acarrearía la defección de Helsinki.
El GrE Centro era a priori la agrupación en mejor estado de todo el frente. Ocupaba más o menos las mismas posiciones que sostenía al final de Barbarossa y había rechazado con éxito varias ofensivas enemigas, empezando por la de Marte en diciembre del 42. Durante ese tiempo había podido establecer buenas posiciones defensivas y su situación facilitaba el trabajo logístico. Su único revés importante fue la retirada del arco de Orel en el verano del 43, tras el fracaso de Zitadelle, que Model logró conducir sin excesivas pérdidas. Aún así el ánimo de sus tropas tampoco era demasiado optimista.
Hay que decir que la colaboración entre los tres Grupos de Ejército era prácticamente nula. Así, el GrE Centro rechazó durante el invierno todas las peticiones de refuerzos que hizo el GrE Sur, llegando a desobedecer encubiertamente las órdenes del OKW al respecto. Además, al igual que en Occidente, Hitler procuraba mantener las estructuras de mando lo más divididas posibles, sobre todo tras las presiones de Manstein para que delegara el mando en el Este.
El planteamiento defensivo de los alemanes en el frente Oriental era sencillo pero eficaz: La enorme longitud del frente impedía asegurar una defensa impermeable, así que ante una ofensiva, las tropas en primera línea debían frenar al enemigo el tiempo suficiente como para que un contragolpe aplastara cualquier penetración y estabilizara el frente. Sin embargo esa táctica requería una adecuada profundidad en la defensa, reservas móviles y flexibilidad operativa: tres condiciones que resultaban muy difíciles de cumplir.
Las divisiones de infantería en el Este estaban en una situación de fuerza lamentable, debido al empleo de los reemplazos en la formación de nuevas divisiones. En la segunda mitad del 43 apenas se llegó a cubrir la mitad de las bajas en combate y la mayoría de las unidades se vio obligada a reestructurar su plantilla, disolviendo un batallón por regimiento para completar los restantes y reduciendo al mínimo las unidades de servicio. Así las cosas, una división que rebasara los dos tercios de su plantillas podía considerarse afortunada.
El nivel de equipamiento tampoco era demasiado bueno, sobre todo en lo referente a motorización: pocos vehículos modernos, demasiados modelos, la mayoría de botín… el ejército alemán en la URSS recordaba bastante al napoleónico, al menos en cuanto a la dependencia de los caballos. La artillería mantenía su excelencia, pero la cantidad de piezas no había aumentado demasiado mientras la del enemigo se disparaba. La SturmArtillerie, al menos, estaba razonablemente equipada, merced al enorme esfuerzo industrial dedicado al StuG.
La retaguardia era un quebradero de cabeza para los alemanes, ya que el movimiento partisano había crecido sin cesar gracias a la estúpida política racial de los nazis y no sólo la seguridad de los desplazamientos y la logística se veía seriamente amenazada sino que el volumen de información que recibía Moscú de los guerrilleros hacía que en ocasiones Stavka supiera más de la situación en el lado alemán que los mandos germanos. Además la amenaza de los irregulares obligaba a destinar un volumen desproporcionado de tropas en tareas de seguridad, sobre todo en Bielorrusia y Ucrania, debilitando aún más a las tropas del frente.
Un último problema para la primera línea alemana era la decisión de Hitler de establecer guarniciones en determinadas ciudades convirtiéndolas en FesterPlatz (fortalezas). Concentrar tropas en esos puntos dispersaba aún más los reducidos efectivos de la Wermatch.
El resultado es que las unidades que sostenían el frente estaban estriadas al límite, llegando en algunos puntos a densidades de apenas 50 hombres por kilómetro. La profundidad en la defensa se conseguía manteniendo dos líneas de posiciones, de forma que las más retrasadas estuvieran ocupadas lo más permanentemente posible mientras que las adelantadas
se guarnecían de forma cíclica o, en ocasiones, tan sólo se patrullaban. Allí donde era posible se establecían puntos fuertes espaciados de modo que unos se cubrieran a otros, pero en muchos sitios las defensas consistían en líneas atrincheradas tan escuetamente defendidas que los soviéticos encontraban que la infiltración y las patrullas de reconocimiento podían moverse con casi total impunidad por amplios sectores del frente. En esas condiciones esperar que un sector del frente contuviera un ataque concentrado más allá de uno o dos días de combates era ilusorio. Lo más que podía esperarse era canalizar en lo posible el ímpetu del enemigo y confiar en que los refuerzos y los panzer llegaran a tiempo.
En lo que se refiere a las fuerzas acorazadas que debían formar las reservas móviles, su situación tampoco era demasiado halagüeña. Las PzDiv destinadas a Francia tenían prioridad en cuanto a reemplazos y equipamiento, en particular para los nuevos Panther. La mayoría de las divisiones desplegadas en el Este estaban a la espera de adaptarse a la estructura tipo 43, con lo que la mayoría de los carros disponibles hacia abril eran Pz IV. En mayo varias divisiones iniciaron la modernización, equipando uno de sus batallones con Pz V, pero a corto plazo eso empeoraba las cosas ya que para ello el batallón se desplazaba a Alemania, donde recibía el nuevo equipamiento y se llevaba a cabo un periodo de instrucción básico, con lo que una PzDiv que estuviera reequipándose quedaba reducida a un sólo batallón acorazado; eso sí, la unidad recibía los carros del batallón que se marchaba, con lo que mejoraba bastante su estado de fuerza.
En cuanto a las plantillas de personal, la situación era sólo ligeramente mejor que la de la Infantería. Aún así las PzDiv en el Este contaban aún con una buena proporción de personal veterano que todavía podía marcar las distancias con sus homólogos soviéticos.
Los batallones pesados estaban mejor preparados y de media se encontraban al 75% de su fuerza. No obstante su utilidad real dependía mucho de su despliegue porque los grandes traslados seguían siendo problemáticos. Había un problema adicional, ya que se esperaba iniciar las entregas de Tiger II durante el verano, con las complicaciones inherentes a un cambio de toda la logística.
La unidad acorazada mejor equipada del frente oriental era la PzGrDiv GrossDeutschland, asignada al GrE SU. Esta unidad contaba a finales de abril con un batallón Panther y su compañía de carros pesados se había expandido hasta formar un sPzAbt que contaba en ese momento con 29 Tiger I. Pero incluso esta unidad de élite se veía afectada por la falta de reemplazos, sobre todo en sus regimientos de PanzerGrenadier. Adicionalmente sólo uno de sus regimientos había recibido su plantilla de semiorugas, quedando el restante muy mermado en su movilidad. Con todo la división podía considerarse en una situación privilegiada.
Por lo que respecta a la flexibilidad operativa, era inexistente: la directiva del Führer de diciembre del 43 prohibía cualquier tipo de repliegue, sino que la obsesiva implicación de Hitler en los detalles más nimios del Frente oriental hacía que el mero hecho de trasladar una compañía entre dos sectores del frente tuviera que recibir autorización del OKW. En ese aspecto los mandos alemanes estaban atados de pies y manos. Ceder terreno para atraer al enemigo como en Jarkov era imposible. Hitler consideraba que sus generales estaban obsesionados por operar y no entendían la esencia del arte de la guerra.
Además el Führer se dejaba llevar mucho por sus prejuicios y favoritismos: el mariscal Model, al frente del GrE NU, contaba con su plena confianza y sus solicitudes eran siempre atendidas. En cambio el mariscal Busch, al mando del GrE Centro, carecía de influencia, y por añadidura era un hombre pusilánime incapaz de objetar nada frente a lo que decidiera Hitler.
Para completar el análisis daremos un pequeño vistazo a la Luftwaffe. A primeros del 44 los alemanes mantenían en el Este cerca de 1800 aviones de combate. Era una cifra bastante considerable, pero más allá de los números la situación era muy preocupante.
La campaña aérea de los aliados sobre Alemania supuso un tremendo drenaje de pilotos de caza. A las bajas, que empezaron a dispararse con la introducción de los cazas americanos de largo alcance, se sumaba el despliegue de numerosos escuadrones en territorio nacional para hacer frente a los bombarderos, y de centenares de baterías AA. El frente Oriental contaba en febrero con algo menos de 400 cazas para defender unas líneas de mas de 3000 km. En esas condiciones la VVS podía ganar la superioridad aérea sin problemas ahí donde se decidiera concentrar su esfuerzo.
El problema del equipamiento era cuciante: si bien algunos modelos como los FW190, los He129 o las últimas versiones del Me109, seguían estando a la altura de las circunstancias, la mayoría se habían quedado anticuados y la introducción de nuevos aviones como los He177 estaba resultando muy difícil. Aviones como los Ju87 o Ju88 eran una presa fácil para los pilotos de la Estrella Roja y eso hacía inviable el apoyo táctico.
Un punto especialmente crítico era la capacidad de transporte: las pérdidas de pilotos y aviones en Stalingrado y Túnez no se cubrieron, con lo que la capacidad de suministrar a las tropas que quedasen cercadas, e incluso de evacuar a los heridos, estaba muy restringida.
Igualmente sangrante era la imposibilidad de llevar a cabo misiones de reconocimiento aéreo en profundidad, ya que los soviéticos podían moverse por su retaguardia con total impunidad y la inteligencia alemana quedaba limitada a los informes recogidos directamente en el frente.
El Frente Oriental, en resumen, distaba de ser una estructura homogénea y eficaz: tenía numerosos puntos débiles, que suponían otras tantas oportunidades para un enemigo ambicioso y calculador.
A diferencia de los angloamericanos, Stavka era ese tipo de enemigo.
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- General de División
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- Registrado: 05 Dic 2003, 10:52
Mauro Andres escribió:En mi opinion no creo que de estar igualados en poblacion y produccion necesariamente los alemanes hubiesen ganado esas batallas de los ultimos años de la guerra, porque mientras los rusos y los aliados occidentales aprendieron las lecciones impartidas por los germanos en los primeros años y adecuaban sus tacticas y estrategias, desestructurandose y eliminando fanatismo y testarudez. los alemanes recorrieron el camino inverso, las intervenciones de Hitler en las planificaciones se hicieron mas notorias al lanzarse Barbarroja y con el paso del tiempo no hicieron mas que incrementarse, perdiendose asi flexibilidad en la toma de decisiones y cortando la iniciativa de los hombres del Reich.
Saludos
Hola
Tengo en mi mano un librito que desarma un poco el mito de la superioridad de producción soviética contra la alemana. Se trata del Russian War de Richard Overy. Voy a ceñirme a 1944 por ser el año del que habla ahora Japa:
- Producción de carbón: Alemania -> 347,7 M. Ton; URSS -> 121,5
- Producción de acero: Alemania -> 25,8 M Ton; URSS -> 10,9
- Producción de aluminio: Alemania -> 245,3 Miles Ton; -> URSS -> 82,7
- Petróleo: Alemania -> 5,5 M. Ton; URSS -> 18,2
Cierto que la URSS recibió materiales por el Lend&Lease (por battlefield.ru había una lista de materiales recibidos por la URSS pero no la encuento) pero no llega a compensar la sobreproducción alemana en cuestión de materias primas, con lo que este es otro mito de la Guerra Fría que no tiene ninguna base.
Mas que de recursos debería hablar de de uso de los mismos. Con menos de la mitad del acero los soviéticos construyen en 1944 1.500 tanques mas que los alemanes (28.963 vs 27.300) y prácticamente el mismo número de aviones (40.300 vs 39.807) con la quinta parte del aluminio (usaban mucha madera) Las cifras salen del mismo libro.
Saludos
- ACB, el Mutie
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jmfer escribió:Mas que de recursos debería hablar de de uso de los mismos. Con menos de la mitad del acero los soviéticos construyen en 1944 1.500 tanques mas que los alemanes (28.963 vs 27.300) y prácticamente el mismo número de aviones (40.300 vs 39.807) con la quinta parte del aluminio (usaban mucha madera) Las cifras salen del mismo libro.
Yo tengo que tanques alemanes fueron 22.100 en vez de 27.300, el resto tengo las cifras iguales ¿seguro que esos fueron los tanques construidos en dicha fecha por los alemanes?
Saludos
Tú dame el tanque y yo haré el resto ;)
Las verdades a medias son mentiras
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ACB, el Mutie escribió:jmfer escribió:Mas que de recursos debería hablar de de uso de los mismos. Con menos de la mitad del acero los soviéticos construyen en 1944 1.500 tanques mas que los alemanes (28.963 vs 27.300) y prácticamente el mismo número de aviones (40.300 vs 39.807) con la quinta parte del aluminio (usaban mucha madera) Las cifras salen del mismo libro.
Yo tengo que tanques alemanes fueron 22.100 en vez de 27.300, el resto tengo las cifras iguales ¿seguro que esos fueron los tanques construidos en dicha fecha por los alemanes?
Saludos
La nota dice que se incluyen como tanques la artillería autopropulsada de ambos bandos.
Saludos
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