La Infantería de Marina Española

Los infantes de marina españoles. Información sobre el cuerpo, historia, material, armamento. El Tercio de Armada (TEAR), la BRIMAR y la FGNE.
AFOCES
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La sanidad y detalles de la vida a bordo ( y IV).

Mensaje por AFOCES »

Muy rigurosa era la vida de nuestros infantes a bordo como lo era la época que les tocó vivir. Las caídas al mar eran frecuentes y muchos resultaban ahogados pues era excepcional en la época saber nadar. (La voz “hombre al agua” ponía en vigor todo un procedimiento de salvamento. Se ponía el buque en facha y se arriaba un bote. Los primeros salvavidas eran boyas y “atados de corcho” con una banderola de identificación). También eran frecuentes las caídas y accidentes a bordo. Los cirujanos de la Marina tenían una gran práctica en el tratamiento de fracturas, especialmente de piernas y brazos y, algunos de ellos, en trepanaciones y fracturas de cráneo, que eran frecuentes dadas las condiciones en que se trabajaba soportando malos tiempos y tempestades.

Una enfermedad normal a bordo en las largas travesía era el escorbuto. El mal se definía como “… enfermedad muy común, que está causada por el género sedentario de vida… por la calidad de los alimentos, por el aire marino, por las aflicciones que a menudo se sufren y por la falta de comodidad y de medios”. Un remedio vino a solucionar el problema. Se generalizó el uso del limón que pronto emplearon ingleses, franceses y españoles. Pedro María González, primer cirujano de la fragata “Esperanza” había tratado casos en 1797 y comprobó que con alimentos vegetales frescos, naranja y limón mejoraban los enfermos. La solución para la conservación del jugo de cítricos la encontrarían los ingleses, mezclando jugo de limón o lima con ron y agua – el grog – de gran aceptación y que no se estropeaba. Este tratamiento se mantuvo en secreto y permitió a los ingleses largas singladuras o permanecer bloqueando puertos durante meses sin el problema del escorbuto.

Los soldados en el “último escalón de mando” tenía personal que cuidaba de su salud y, por tanto, eran muy valorados. El médico y el cirujano - que eran “diplomados” a diferencia del barbero de la compañía - desempeñaban sus cometidos en campaña, a bordo y en los hospitales. El médico supervisa y toma medidas ante las enfermedades individuales y epidémicas. El cirujano trepana, extrae balas, y amputa con gran experiencia y habilidad. (Cosa curiosa es que las Ordenanzas del Mar Océano obligaban, tanto a los cirujanos, como a los barberos de compañía, a atender en sus casas particulares a aquellos soldados enfermos que no estuviesen hospitalizados).

Los enfermos gozaban de buena atención médica. En sus dietas se incluían, si era posible, verduras, fruta y carne fresca de los animales que se llevaban vivos a bordo. También se les reservaban huevos conservados en sal, en cal viva o aceite…”Para las dietas de enfermos y mesas de Generales y Capitanes se embarcarán los gallineros de reglamento , que se colocarán en toldilla, a las muradas ó al medio, según la disposición en que estuvieran los camarotes de aquel sitio, ordenándolos de modo que no embaracen el laboreo de la maniobra”. (Ordenanzas 1748. Artículo 42)

“El ganado para los mismos fines ha de ceñirse a macho lanar o cabrío, terneras, y dos o tres reses mayores, siendo absolutamente prohibido el de cerda, como asimismo el que se embarque de ninguna clase, ni aves vivas, para otros ranchos que los de Dietas y mesas referidas : ni perros, monos ú otros animales de especie alguna, que no tengan destino á mis Sitios Reales”. ( Ordenanzas de 1748. Artículo 43)

Las medidas higiénicas eran estrictas. En la Armada española el zafarrancho de limpieza comenzaba a las siete de la mañana con el arranchado de mochilas y coys que se llevaban a las redes situadas en cubierta para su oreo, y con la limpieza de alojamientos y baldeo de cubiertas y ventilación de puentes… La utilización de letrinas era obligatorio. El comandante disponía de un servicio privado. Los oficiales y suboficiales disponían de sendas garitas cubiertas, una a cada banda, denominados “tambores de proa”; la marinería y tropa de unos retretes a la intemperie – beques que era un mero madero taladrado en su centro -. Las letrinas de los oficiales se denominaban eufemísticamente “jardines”.

Cada 15 días se pasaba revista de boca y encías por parte del barbero-sangrador y en presencia del cirujano. La obligación del afeitado se llevaba a cabo cada una o dos semanas. El pelo se recogía atrás en forma de coleta y los dos cabos de rancho disponían, en la Armada española, de un peine colectivo. Las medidas higiénicas fueron mejorando paulatinamente y por ejemplo las estadísticas de la Royal Navy muestran que la mortandad entre 1780 y 1810 se redujeron a la tercera parte.

La enfermería del buque servía de quirófano y el alojamiento contiguo de hospital para operados y enfermos. En la enfermería se efectuaban la amputación de miembros que se realizaba, con frecuencia y éxito, durante y después de los combates. Sin embargo la falta de asepsia , generalizada en la época, era con mucha más frecuencia la causa de muertes en el postoperatorio. Entre los cirujanos la velocidad primaba y muchos se vanagloriaban de su rapidez en amputar, único tratamiento para astillazos o heridas de proyectil. Buena parte del instrumental empleado era de uso específico para heridas en combate. Por ejemplo. Se incluía instrumental de traumatología y otro diverso como sierras, cuchillos curvos para amputaciones, escarpelos y “sacabalas” - una hoja cortante y otra en forma de cuchara para recibir el proyectil -, lancetas…

Pero, afortunadamente, las intervenciones graves no sucedían todos los días y muchas veces eran meras actuaciones del dentista, llevadas a cabo por el médico- cirujano o por el barbero-sangrador que usaban “con la maestría de la experiencia” el gatillo o tenazas de extracción y el sacamuelas o “policán”. Las quemaduras, muy frecuentes, eran tratadas con aplicaciones de aceite de oliva o linaza, agua de lima o compresas de vinagre.

En fin parece que queda claro que las condiciones a bordo eran durísimas y, claro, en ocasiones se producían motines. En abril de 1797 se produjeron ante Portsmouth los mayores motines de la historia naval inglesa. El motivo eran las condiciones de vida a bordo, el trato brutal de algunos mandos, los castigos desproporcionados y los retrasos en las pagas. Un amotinamiento curioso fue el de la fragata Hermione, como consecuencia del sádico mando de su capitán Pigot. Este y nueve de sus oficiales fueron asesinados por la tripulación y el barco entregado a los españoles. En el bando español tuvo lugar un motín el 19 de agosto de 1803 a bordo del navío San Juán de Nepomuceno al mando del brigadier Cosme Churruca. Como el caso es muy distinto del inglés lo cuento : “El buque participaba en una maniobra de persecución y caza de una fragata inglesa y algunos soldados de infantería de marina aprovecharon para robar de la olla comida perteneciente a los oficiales. Hechas las oportunas pesquisas y al no aparecer loa autores materiales Churruca ordenó privar de la ración de vino a cuarenta miembros de la guarnición. El día 27, y al seguir vigente el castigo, varios soldados iniciaron una protesta que acabó generalizándose, llegando a coger las armas. La revuelta pudo sofocarse sin efusión de sangre gracias al valor de Churruca y de sus oficiales, y los culpables fueron puestos al cepo en espera de un consejo de guerra que hubiera costado varias vidas tras la amputación de la mano derecha, ya que llegaron a tomar las armas”.

El brigadier Churruca evitó tan duro castigo : “ me rogaron que los castigase yo y que los abandonase de la justicia de VE….” escribió a Godoy. Los culpables fueron condenados solo a ocho años de presidio, pues el brigadier Churruca - conocedor de la dura vida, y bravura en el combate, de aquellos soldados - consideró que aquel castigo era suficientemente severo y ejemplar.

Referencias: 1).-Ordenanzas de la Armada de 1748. 2).- La campaña de Trafalgar Hugo O’donnell. La esfera de los libros. 3).- Historia de la Infantería de Marina. R. Rodiguez Delgado. 1927 Andújar. 4).- Sobresalientes. R. Rodríguez Delgado. 5).- La Infantería de Marina española y sus fuentes. Hugo de O’Donnell

Saludos


NewLagarto
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Mensaje por NewLagarto »

Me he tirado días leyendo todo el hilo, Impresionante lo que nos cuenta, e impresionante su esfuerzo narrándonoslo; muchas gracias por ofrecernos tan buena lectura. Tenemos una historía llena de héroes,... ojala nunca se pierda su recuerdo,......


AFOCES
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La Infantería de Marina.

Mensaje por AFOCES »

Agradezco cuanto dices NewLagarto. Lo malo de todo esto es el tiempo necesario para buscar cualquier detalle y seguir un orden más o menos cronológico. Pero bueno, poquito a poco, trataremos de seguir adelante.

Siempre eché de menos una buena y amena Historia del Cuerpo - habrá que convencer al Comandante General para que se preocupe de esta falta -. Temas no faltan pues como dice don Perfecto Valdés Pajares en su "Misión y origen de las tropas de Marina" : "... la historia de aquella marina es la de sus soldados, y los que con verdadero entusiasmo simbolizamos en la armada moderna la figura de aquellos guerreros, hemos de sentirnos cohibidos bajo el peso de sus laureles, por mucho que nos esforcemos en ser dignos de tradición tan excelsa"

Saludos


NewLagarto
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Mensaje por NewLagarto »

Ciertamente tenemos una historia llena de héroes, que por desgracia caen en el olvido. Cualquier pelagatos conoce la historia del general Custer, (lo de héroe es discutible), la de Patton, a Rommel, y a otros héroes foráneos que el cine inglés - americano han hecho famosos.

Asi pues, parece que la historia la escriben los guinistas de cine de hollywood, y que en nuestra historia militar, los Ingleses nos han dado sopas con ondas,.... cuando ellos también se han llevado "lo suyo"

Lo que voy a contar, con su permiso, sucedió alla por 1405 y son las incursiones de Pero Niño en la isla de Albión,.... No eran Infantes de Marina,... no eran Tercios embarcados, pero fueron valientes por tierra y por mar,... y quizás les debamos considerar, si no como padres, al menos como abuelos de la actual IM.

Don Pero, o Pedro Niño, nació en 1378, probablemente en una familia noble venida a menos a causa de su descendencia bastarda nada menos que de nuestro Rey Sabio, don Alfonso X, y de su apoyo a Pedro I durante la Guerra Civil (recordemos, el adversario de Enrique, el fundador de la dinastía Trastamara). Sin embargo, su educación caballeresca quedó garantizada por una infancia cortesana junto al príncipe, futuro Enrique III, y una adolescencia bajo un importante ayo: el condestable Ruy López Dávalos. Su ímpetu, buena presencia y fortaleza física le hicieron destacarse en sus primeras acciones armadas, golpes de mano reales frente a nobles levantiscos. Y con veinticinco años, recibe el encargo de una expedición corsaria por el Mediterráneo.

Pero lo que nos interesa es la siguiente expedición, atlántica, encomendada por el monarca, entre 1405 y 1406, en apoyo francés
.
Con tres galeras, Pero Niño es recibido en el ya legendario puerto de La Rochelle por el Condestable de Francia, Charles de Lebret, y a continuación, lanza una terrible ofensiva que destruye toda la zona existente entre esta ciudad y Burdeos, en manos inglesas.
Finalizada la ofensiva, Charles de Savoisy, chambelán de Carlos VI le propone asociarse en corso, es decir, practicar la piratería, exclusivamente contra los ingleses, recibiendo una soldada del Rey de Francia y participación en los beneficios.
Con cinco galeras, navegan hacia la costa enemiga, hasta Cornualles, quemando Saint-Ives, donde capturan dos naves que Pero Niño envía a Harfleur. Merodeando entre Darthmouth y Plymouth, decidieron el asalto y destrucción del pequeño puerto de Portland, y acto seguido saquearon y destruyeron Poole, patria del afamado pirata Harry Pay. Finalmente, antes de volver a invernar a la localidad francesa de Sérifontaine, cerca de Ruán, en un audaz golpe de mano remontan el Támesis, como hiciera en 1380 Ferrán Sánchez de Tovar, y saquean los alrededores de Southampton.


La fama cortesana de nuestro héroe aumentará cuando participa en la prueba de quiebra de varas, simulacro de torneo muy de moda en la época, en la plaza de “La Pequeña Bretaña”, donde hoy está el Louvre. Y sobre todo cuando decide participar en el torneo de la plaza de “La Costura de Santa Catalina”. Más de cien caballeros de punta en blanco, es decir, cubiertos por la impresionante armadura de más de treinta kilos de la época, se abalanzan unos contra otros en un impacto brutal. Al caer la noche, sólo uno de ellos, con el rostro cubierto por el yelmo, permanece en pie. Las multitudes de París aguardarán hasta medianoche para ver la cara descubierta del campeón de Castilla.

Contra lo que se cree, estos espectáculos no consistían en enfrentamientos individuales, sino que se formaban dos equipos, e incluso se llegaron a utilizar grandes extensiones de áreas rurales, con municipios incluidos, y con zonas neutrales donde se podía descansar o guardar el botín, pues de esto se trataba. No obstante, las costumbres variaron con el tiempo.


Regresa el buen tiempo y con él comienza la última fase de la campaña. Pero Niño zarpa con sus naves de Ruán, y se reúne con Savoisy en Harfleur, donde acuerdan saquear las costas inglesas del mar del Norte. Sin embargo, las tormentas les impiden su objetivo, alejándolos a costas belgas (La Esclusa) e impidiendo su enfrentamiento con naves inglesas. Los desperfectos son tales que Savoisy, en el puerto de Gravelines, abandona la expedición. Recobrando los ánimos, Pero Niño navega hacia costas normandas y allí encuentra al caballero bretón Héctor de Pontbriand, quien le propone asociarse para atacar la isla de Jersey. En total ambos líderes comandan unos mil hombres de armas. Tras el desembarco, nuestro héroe recibe el mando de castellanos y bretones, y dispone al ejército para la batalla. Y no se trata de ninguna escaramuza: la isla cuenta con la protección de tres mil guerreros ingleses, doscientos de ellos a caballo. El desordenado ataque inicial inglés resulta fulminado por los aliados, pero a continuación la situación se traba. En medio de la masacre, Pero Niño, su lugarteniente Gutierre Díaz de Games y un grupo de guerreros castellanos rodean las líneas inglesas y se lanzan contra su retaguardia, abatiendo el pendón de San Jorge y acabando con Jacquot de Vinchellez, el oficial real. La desbandada inglesa fue absoluta y don Pero hubo de mantener por la fuerza a sus hombres ordenados, evitando la matanza de prisioneros. Informado de la presencia de varios castillos con más tropas por la zona, los aliados deciden aceptar el rescate que la población les ofrece a cambio de sus vidas: diez mil coronas.

Satisfechos con el resultado, la expedición regresa a Francia, a Brest, donde Pedro Niño, requerido en Castilla, envió mensajes de despedida al Rey y los duques franceses. Acompañado por Robert de Braquemont y el obispo Saint-Flour, embajadores galos, desembarcaron en Santander, y tras una breve parada en su casa de Valladolid, llegaron a la Corte en Madrid, donde don Pero fue colmado de honores y armado caballero por el propio Rey.


AFOCES
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Pero el Niño. EL nunca vencido.

Mensaje por AFOCES »

Agradecidos, NewLagarto, por presentarnos a un personaje casi desconocido en España pero no en Cantabria, pues en pleno centro geográfico de la Comunidad, en San Felices de Buelna, a diez kilómetros de Torrelavega, hay una torre – la Torre Pero el Niño conocida hasta fechas recientes como Torre de Aguilera - que constituye una de las mejores muestras de la arquitectura defensiva de Cantabria. Data del siglo XIV y se cree que la mandó construir el Abad de Santillana del Mar hermano del Primer Conde de Buelna, Don Pero Niño. Remito a un enlace que habla de nuestro héroe que es considerado, por muchos historiadores, como el mejor almirante de la Edad Media. Y por sus hazañas le podemos nombrar infante de marina pues, en su sepultura, figura un epitafio – que casi es el lema actual de la Infantería de Marina - :

"Aquí yace D. Pero Niño, Conde de Buelna, el cual, por la misericordia de Dios, fue siempre vencedor e nunca vencido por mar e por tierra …”

http://www.castillosnet.org/programs/ca ... T-0004.php

Saludos


NewLagarto
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Mensaje por NewLagarto »

No merezco las gracias, aquí se está para arrimar el hombro en todo lo posible, incluso recordando nuestra historia,...

Un saludo.


AFOCES
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Guerra de la Independencia (I).

Mensaje por AFOCES »

Se cumple este año el segundo centenario de la Guerra de la Independencia y es un buen momento para tratar sobre la participación del Cuerpo de Infantería de Marina en ella. Una actuación en un ambiente ajeno a su formación pero que, sin embargo, fue capaz de adaptarse eficazmente, hasta el punto de que algunas unidades llegan a figurar entre las predilectas del mismo Wellington - que las cita elogiosamente en varias ocasiones -.

La Junta Central, con motivo de la invasión francesa, organiza cuatro Ejércitos de operaciones y se decide que las unidades de Infantería de Marina – que no fuesen absolutamente imprescindibles en los departamentos y arsenales – se integrasen en ellos. La Armada no podía permanecer ajena a la lucha, originada por la epopeya del 2 de mayo y, consciente de que la defensa de la Patria estaba en esos momentos en tierra, aumentó con urgencia sus batallones de infantería de marina y sus brigadas de artillería y se volcó en la empresa: entregó al Ejército las unidades de Infantería de Marina, gran cantidad de armas de sus arsenales y muchos de sus oficiales pasaron a integrarse en los distintos ejércitos de operaciones … Todo ello sin dejar de mirar a la mar y, para ello, se armaron muchas unidades de menor tonelaje, que constituyeron fuerzas sutiles, que se enfrentaron al enemigo que había ocupado las costas de la Península.

Para la Marina, indudablemente, la guerra contra el francés introdujo un factor extraño en la situación al dirimirse el conflicto casi al margen de una fuerza naval prácticamente inexistente. Los inactivos Batallones de Marina fueron requeridos para su empleo como Fuerzas de Combate por tierra e, inmediatamente, se pusieron a ello de manera que, el mismo año (1808), los cuatro batallones se transformaron en cuatro regimientos que fueron encuadrados en los diferentes Ejércitos de maniobra. En realidad se llegaron a constituir nada menos que seis regimientos . Los tres primeros, con seis batallones en Cádiz - el tercero para, en parte, tripular las numerosas lanchas cañoneras y obuseras que se formaron - ; uno (el cuarto en Cartagena); el sexto en Ferrol y, aun, se constituyó el séptimo para buques e instalaciones de la Armada. Cada regimiento tenía dos batallones igual que los del ejército de tierra. Cada batallón se componía de una compañía de granaderos, otra de cazadores y seis de fusileros (1). La infantería de marina, una vez organizadas las fuerzas, salió a desplegar sus banderas y a derrochar su valor. Su actuación en los campos de batalla fue notable, destacando por su disciplina y asistiendo a las principales acciones desde la de Bailén a Tolosa. Y desde el principio pagó un precio de sangre importante. La primera victima se produce en Madrid el mismo 2 de mayo, es el granadero de marina Esteban Casales, resultando heridos, además, sus compañeros Antonio Duràn y Juan Antonio Cebrián (3). La Guerra de la Independencia fue extremadamente sangrienta (7).

Pronto entraron en combate. Los dos regimientos de Cádiz a principios de junio de 1809 ya hicieron frente al enemigo que avanzaba sobre Andalucía colaborando a taponar dos entradas : el primer regimiento por Extremadura y el segundo por Despeñaperros. Pero ya antes – julio de 1808 - estaba en campaña una compañía de granaderos de marina, que salió de la Isla de León al mando del teniente de navío don Antonio de Ulloa (2), que luchó, en el ejército del general Castaños, agregada al Primer Batallón de Reales Guardias Españolas - es decir a las fuerzas que por privilegio ocupaban la extrema vanguardia – y participa en las batallas de Bailén, Tudela y Tarancón para retirarse luego, a Santa Cruz de Mudela, a fin de integrarse en el Segundo Regimiento de Marina. Su comportamiento había sido tan ejemplar, que el duque del Infantado escribió con motivo de su separación de las fuerzas de Tierra : “Estoy sumamente satisfecho de la conducta de estos dignos Oficiales, y bizarros soldados, durante el tiempo que han permanecido en unión con mi regimiento… en las acciones de guerra han sido un ejemplo de bizarría y fuera de ellas un modelo de disciplina…” (3)

Otra compañía de granaderos estaba en Madrid - como guardia del almirante don Manuel Godoy - y, tras los sucesos del 2 de mayo, se incorporó al Segundo Batallón de Reales Guardias Españolas. Esta unidad, después de muchas acciones, terminó en Zaragoza donde tuvo el honor a contribuir a su heroica defensa (julio/agosto de 1808) y en la Puerta del Carmen, mandada por el teniente de navío Primo de Rivera, rechazó un ataque de la caballería polaca napoleónica. (5)

En Ferrol muy pronto se formó el sexto regimiento constituido inicialmente con tres batallones. Se incorporó al Ejército de Galicia. Lo mandaba el brigadier don Joaquín Riqueme – que murió a resultas de heridas recibidas en combate - y combatió sin tregua hasta la batalla de Tolosa reñida ya en territorio francés.

En Cartagena el cuarto regimiento se integró en el Ejército y el quinto, más menguado de personal, quedó para guarnecer algunas plazas y buques del departamento. Del cuarto regimiento solo se pudo formar el primer batallón que salió para Tortosa el 5 de agosto de 1809. Los oficiales del segundo batallón solicitaron que “habiéndose comunicado la orden de salir a campaña al primer batallón, debiendo completarse con la gente del segundo… se ven en la obligación de suplicar a V.M. se digne mandar salga todo el regimiento con la fuerza con que actualmente se halla, pues consistiendo ésta de 70 y más hombres por compañía, será más fácil que en cualquier parte sea completado”. Le contestó Don Antonio Escaño, en trece de agosto “… que aunque S.M .aplaude el celo y honor de los oficiales, se ha servido resolver se les entere que luego que se complete de la gente que necesite, se les destinará a reunirse con el primero". (6. página 60)

Ya trataremos de estos regimientos, de sus hombres y de sus acciones. Ahora solo subrayar la determinación y presteza con que todas las unidades del Cuerpo se unieron y se integraron en las unidades del ejército para el combate. Ya en el mes de noviembre de 1808, el comandante principal del Cuerpo de Batallones informaba :"… que la tropa ha estado en campaña de mar y en acciones de tierra, acostumbrada al trabajo y a los peligros, y aunque son necesarias para la guarnición de arsenales y buques, en las circunstancias del día deben preferirse la unión a los ejércitos, como lo desean ”.

Notas:

1.- Cada regimiento tenía dos batallones y cada batallón 8 compañías. La Plana Mayor se componía de un capitán de Navío (Coronel), un capitán de fragaqa ( teniente coronel), un sargento mayor, tres ayudantes, un habilitado y un cajero, dos abanderados, dos capellanes, dos cirujanos, un tambor, cuatro pífanos, dos armeros. La compañía constaba de un teniente de navío (capitán), un segundo, un alférez de navío (teniente), dos subtenientes, un sargento primero, ocho segundos, tres tambores y 126 soldados. El regimiento encuadraba 2.400 hombres, sin contar la plana mayor ni los oficiales.(6. página 60)
2.- En esa época solo existía un cuerpo de oficiales, para mandar buques y tropas, por tanto las denominaciones de los oficiales son navales.
3.- Revista General de Marina.( Agosto/septiembre 1965). Fernández Gaitán. (4)
4.-Revista General de Marina (Agosto/septiembre de 1995). VA Martínez Valverde
5.- La Infantería de marina española . Historia y Fuentes. Hugo O´Donnell y Duque de Estrada.
6.- Historia de la IM. R. Rodríguez Delgado.
7.- La Voz de Galicia (27/8/2008):Con motivo del segundo bicentenario de la Guerra de la Independencia, la Academia de Medicina y Cirugía de Galicia ofreció una sesión conmemorativa dedicada al papel de la sanidad militar, en el conflicto librado entre las tropas imperialistas de Napoleón Bonaparte y la coalición hispano-británica. La jornada contó con las intervenciones de José Carro, presidente de la institución, que habló sobre la asistencia gallega a los heridos de la contienda; y de Alfonso Ballesteros, presidente de la Academia de las Islas Baleares, quien se refirió a las principales figuras de la medicina a nivel europeo… Su ponencia (de Carro) se centró en uno de los grandes héroes del combate, cuyos restos descansan en el jardín de San Carlos (La Coruña): el general inglés sir John Moore. Carro incidió en las atenciones que recibió de manos coruñesas tras recibir un brutal impacto de bala cuando se retiraba de una batalla junto a sus hombres. «Literalmente, le arrancó el hombro izquierdo, aunque mantuvo el conocimiento y no paró de agradecer los cuidados de aquellos que intentaron salvarle la vida», manifestó… Siempre desde un punto de vista sanitario, Ballesteros descubrió a los principales personajes del continente en la época. Por las fuerzas napoleónicas, «cuyo servicio de salud era pésimo», destacó a Pierre François Percy, «padre de los cirujanos militares franceses», y sobre todo a Dominique Jean Larrey, maestro en amputaciones que :«realizó 200 en una sola jornada» y creador de los vehículos ligeros que socorrían a los lesionados…


Saludos


AFOCES
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Aniversario de la batalla de Lepanto.

Mensaje por AFOCES »

Hoy, 7 de octubre de 2008, se cumplen 437 años de la batalla de Lepanto (1571). La batalla «la más alta ocasión que vieron los siglos» fue un combate naval en el que se enfrentó una coalición cristiana - formada por España, Venecia, Génova y la Santa Sede - contra los turcos. Fue una de las batallas más importantes de la historia, pues se detuvo el imparable expansionismo turco por el Mediterráneo occidental. La coalición estaba mandada por Don Juan de Austria y, a pesar de la importante participación de los estados italianos, la intervención de los españoles fue decisiva.

En esta batalla participó, a bordo de la galera “Marquesa”, Miguel de Cervantes - que resultó herido, sufriendo la pérdida de movilidad de su mano izquierda, lo que valió el sobrenombre de «manco de Lepanto». Cervantes era cabo del Tercio de la Liga uno de los más famosos de nuestra infantería de Marina que mandaba D. López de Figueroa.

Saludos.


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Diego Alatriste y Tenorio
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Mensaje por Diego Alatriste y Tenorio »

Afoces, simplemente quería expresarte mi más sincera felicitación por la lecciones tan gratas que nos estas impartiendo.
Enhorabuena y por favor sigue.
Gracias.


Por la honra pon tu vida y pon las dos, honra y vida, por tu Dios.
Grito de batalla de los tercios españoles.
AFOCES
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La infantería de Marina española

Mensaje por AFOCES »

No faltan hechos brillantes en las FAS españolas. Aquí nos ha tocado, entre todos, relatar los del Cuerpo de Infantería española y amigo - Diego Alatriste y Tenorio – me alegra que las disfrutes. Así que ¡¡ánimo!! y sigamos creando una bella página que acciones no faltan. Como dice el general Rivas en la Introducción de su Historia de la Infantería de Marina :

“…Este Cuerpo ha luchado, en tierra y en la cubierta de los buques, y tiene por tanto glorias del Ejército y glorias de la Marina. Su sangre ha regado los campos de todas las partes del mundo y teñido de rojo todos los mares del globo, y su nombre se ha inmortalizado cada vez que la nación ha necesitado de su defensa...

…Sabe que la lista de sus héroes y mártires es interminable y que al escribir nuestro antecesor don Perfecto Pajares su Misión y origen de las tropas de Marina dice a su propósito “… la historia de aquella marina es la de sus soldados, y los que con verdadero entusiasmo simbolizamos en la armada moderna la figura de aquellos guerreros, hemos de sentirnos cohibidos bajo el peso de sus laureles, por mucho que nos esforcemos en ser dignos de tradición tan excelsa”.

Saludos.


AFOCES
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La conquista de Cartagena de Indias.

Mensaje por AFOCES »

El 21 de junio de 2007 dedicábamos – dentro de este tema – una página al infante de marina general Morillo que finalizaba así : “Y esta es la vida de un bravo infante de marina – similar en sacrificio a la de la mayoría, de nuestros antepasados de la época, aunque no con tanta notoriedad - que llegó desde soldado a capitán general…

:arrow: “El teniente general don Pablo Morillo, marqués de la Puerta y conde de Cartagena, uno de los militares más conspícuos de la primera mitad del siglo XIX, conquistador de Cartagena de Indias y vencedor de Simón Bolívar, en Puente y en Cachiri, y su perseguidor constante hasta la tregua de Trujillo de 26 de noviembre de 1820; liberal, exiliado y posteriormente capitán general de Galicia en 1832, se había iniciado en la carrera de las armas alistándose, con solo trece años, en una bandera de recluta de los Batallones de Marina, asistiendo como soldado primero, y como cabo y sargento después, al sitio de Tolón de 1793, a la campaña de Cataluña en los dos años siguientes, al combate del cabo de San Vicente de 1797 y a la batalla de Trafalgar de 1805 donde resultó herido. En Bailén (1808), donde la tropa de Marina destacó luciendo por primera vez banderas bicolores, había merecido ascender a oficial por méritos de guerra” .

Pues tal día como hoy 6 de diciembre de 1815 tuvo lugar la conquista de Cartagena de Indias, interviniendo en gran proporción las fuerzas de la Armada. Mandaba el ejército español el general Pablo Morillo que, como se expone en el párrafo anterior, combatió como infante de marina en muchas batallas - entre ellas en Bailén (Guerra de la Independencia) con los batallones de marina -.

Cartagena de Indias, durante la época colonial española, fue uno de los puertos más importantes de América. El rey Felipe II mandó fortificarla con 11 kilómetros de murallas y fuertes que sirvieron de defensa en los siglos XVII y XVIII. Su bahía albergaba los "Galeones de Tierra Firme" dispuestos a partir, con la plata procedente del Virreinato del Perú, con destino a los puertos españoles de Cartagena, Cádiz y Sevilla. También fue, Cartagena, un importante enclave del comercio de esclavos. Y por estas razones y por su situación estratégica fue atacada en numerosas ocasiones por piratas y tropas inglesas, francesas y holandesas. De estos ataques el más importante fue el realizado en 1741 por la flota inglesa del Almirante Edward Vernon (186 barcos con más de quince mil hombres) y que fue derrotado por las fuerzas de Blas de Lezo. Este episodio fue relatado en estas páginas (Ver nota 1).

Alcanzamos el siglo XIX y en Cartagena, dentro del proceso de la independencia americana de la Corona española, se organizó la primera Junta Suprema de Gobierno el 22 de mayo de 1810. El 11 de noviembre de 1811 la ciudad amurallada declaró su separación absoluta de España y estableció el Estado “libre, soberano e independiente” de Cartagena de Indias. Esta república duró hasta el cinco de diciembre de 1815 cuando los defensores cartageneros evacuaron la ciudad ante la imposibilidad de continuar resistiendo a los ejércitos - enviados por Fernando VII para reconquistar la Capitanía General de Venezuela y el Virreinato de la Nueva Granada – que mandaba el general Morillo

Cartagena de Indias, el 20 de agosto de 1815, fue sitiada por las fuerzas mandadas por el general Pablo Morillo. Los sitiados resistieron tres meses - sufriendo hambre, epidemias y mortandad - y, con un extraordinario valor y determinación, decidieron enfrentarse a los españoles hasta la muerte. Cartagena y su provincia soportaron un pavoroso asedio. La provincia fue invadida por tres puntos diferentes y la ciudad sitiada por mar y tierra durante 107 días. Las tropas de Morillo impidieron la entrada de alimentos y refuerzos hasta rendir la Plaza por hambre. El cinco de diciembre de 1815, al caer la tarde, los cartageneros evacuaron la ciudad en una flotilla de naves corsarias que logró burlar el cerco. Muchos naufragaron y otros fueron abandonados por los corsarios en playas panameñas después de haber sido despojados de sus escasas pertenencias.

El seis de diciembre de 1815 los españoles entraron a la ciudad donde sólo encontraron desolación y muerte como resultado de una heroica resistencia. Pues hoy se cumplen 193 años de tales gestas.

NOTAS :

(1).- A la sazón, el tráfico de ultramar español se veía constantemente entorpecido e interrumpido por los piratas y corsarios ingleses. Y en uno de los frecuentes encuentros el capitán de navío Julio León Fandiño apresó un barco corsario - que mandaba Jenkins - y cortó la oreja de su capitán al tiempo que le decía (según el testimonio del inglés): «Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve.». Cuenta el historiador inglés Campbell :

“Se dio el chusco caso de que se presentara en el parlamento un tal Jenkins con una oreja en la mano alegando que se la había cortado el comandante de un guardacostas español, como prueba irrefutable de la insolencia y barbarie de los españoles, lo que causó profunda impresión en la cámara. Por ello a la guerra, declarada por Inglaterra a España, el 30 de octubre de 1738, se le ha llamado “La guerra de la oreja de Jenkins”.

La declaración de guerra fue acogida con alborozo por el pueblo inglés que presagiaba grandes beneficios, dada la vulnerabilidad de nuestro tráfico marítimo con las Indias y la indefensión de nuestras colonias. Por otra parte, Inglaterra era una potencia naval colosal con más de cien navíos de línea en servicio. De esa flota el Almirantazgo británico, ya antes de la declaración de guerra, había destacado a la Indias una escuadra al mando del almirante Edgard Vernon. El almirante tenía orden de “atacar el tráfico español y de estudiar la posibilidad de efectuar un desembarco en isla importante, o en el continente, con ánimo de permanencia definitiva en el lugar elegido”.

El Almirante Vernon realizó operaciones navales y estaba envalentonado tras el saqueo de la mal guarnecida plaza de Portobelo (Panamá), y el inglés desafió a Lezo, a lo que el marino español contestó: «Si hubiera estado yo en Portobelo, no hubiera su Merced insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado para contener su cobardía». La flota inglesa, que se aprestaba a atacar Cartagena, era la agrupación de buques de guerra más grande que hasta entonces había surcado los mares (2.000 cañones dispuestos en 186 barcos, entre navíos de línea, fragatas, brulotes y buques de transporte, y 23.600 combatientes (Las dotaciones y guarniciones de “ Royal Marine” de los barcos ascendían a 15.000 hombres y embarcados en los transportes iban 8.000 hombres del ejército regular inglés y más de 500 negros jamaicanos al mando del general Wentworth…).. La flota del Almirante Vernon fue la segunda más grande de todos los tiempos, después de la armada que atacó las costas de Normandía en la Segunda Guerra Mundial (6). El almirante inglés se presenta pues con 186/135 velas, de ellos 36 navíos de línea, con la misión de conquistar Cartagena de Indias (Colombia).


(2) En el año 1984, el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO incluyó en la lista del patrimonio mundial el "Puerto, Fortaleza y Conjunto Monumental de Cartagena de Indias".

http://es.youtube.com/watch?v=bhtaucTcLd4

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Decíamos hace unos días – al iniciar las actuaciones del Cuerpo de Infantería de Marina en la Guerra de la Independencia - que :
“La Junta Central, con motivo de la invasión francesa, organiza cuatro Ejércitos de operaciones y se decide que las unidades de Infantería de Marina – que no fuesen absolutamente imprescindibles en los departamentos y arsenales – se integrasen en ellos. La Armada no podía permanecer ajena a la lucha, originada por la epopeya del 2 de mayo y, consciente de que la defensa de la Patria estaba en esos momentos en tierra, aumentó con urgencia sus batallones de infantería de marina y sus brigadas de artillería y se volcó en la empresa. Entregó al Ejército las unidades de Infantería de Marina, gran cantidad de armas de sus arsenales y muchos de sus oficiales pasaron a integrarse en los distintos ejércitos de operaciones … Todo ello sin dejar de mirar a la mar y, para ello, se armaron muchas unidades de menor tonelaje, que constituyeron fuerzas sutiles, que se enfrentaron al enemigo que había ocupado las costas de la Península”.

Los Batallones de Marina fueron requeridos para su empleo como Fuerzas de Combate por tierra e, inmediatamente, se pusieron a ello de manera que, el mismo año (1808), los cuatro batallones, que tenía el Cuerpo, se transformaron en cuatro regimientos que fueron encuadrados en los difentes Ejércitos de maniobra. En realidad se llegaron a constituir nada menos que seis regimientos. Los tres primeros, con seis batallones en Cádiz - el tercero para, en parte, tripular las numerosas lanchas cañoneras y obuseras que se formaron - ; el cuarto en Cartagena; el sexto en Ferrol y, aun, se constituyó el séptimo para buques e instalaciones de la Armada. Cada regimiento tenía dos batallones igual que los del ejército de tierra. Pronto entraron en combate y, como no puede ser de otra manera, merecerán nuestra atención.

Pues hoy se cumplen 200 años en que “la Junta Central Gubernativa del Reino, daba las gracias al Real Cuerpo de Infantería de Marina del Departamento de Cádiz, por haber solicitado salir a campaña formando parte del Ejército, al tiempo que informaba que están tomadas todas las providencias para que se empleasen en el mismo”. (Efemérides del Cuerpo de Infantería de Marina. González Barba).

Saludos y ¡¡felicidades!!


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Guerra de la Independencia.

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Capitán General de la Armada Don Ramón L. Romay Jiménez.

Don Ramón Lorenzo Romay Jiménez es quizá la figura más señera de nuestra infantería de Marina en la Guerra de la Independencia. Sirvió desde teniente de navío, hasta alcanzar el grado de brigadier, en los batallones y regimientos de Marina. Alcanzó el grado de capitán general y Director General de la Armada (1843).

Nació en Betanzos el 9 de agosto de 1764. Sentó plaza de guardiamarina, en 1780, en el Colegio Naval de Ferrol iniciando su carrera en la Armada. Participó en varias campañas navales y en la batalla del cabo de San Vicente y fue comandante del navío Mexicano y de la corbeta Infante Don Carlos. Era teniente de navío cuando salió a campaña formando parte del 6º Regimiento de infantería de marina, organizado en Ferrol. En 1810 ascendió a capitán de fragata, por méritos de guerra, y ejerció el mando de uno de los batallones del Regimiento que había de mandar al año siguiente, cuando fue promovido a capitán de navío. Don Ramón Romay participó en todas las acciones de guerra en que tomó parte el 6º Regimiento y, con esta unidad, se mantuvo en campaña hasta el final de la contienda.

Tras la entrada de las tropas napoleónicas en 1807 en España, la Marina se alistó inmediatamente a la defensa de la Patria y constituyó, a base de los batallones de Infantería de Marina, varios regimientos. Es forzoso reconocer que, al principio, las unidades de infantería de marina no pudieron combatir bien porque las unidades estaban recientemente constituidas y no estaban preparadas para combatir, en tierra, encuadradas en grandes unidades. Pero siempre derrocharon valor y, al poco tiempo, pericia y soltura hasta el punto de merecer los elogios del mismo Wellington que las cita elogiosamente en varias ocasiones.

Aunque Romay está relacionado con el 6ª Regimiento, todos los Regimientos de Infantería de Marina se empeñaron en la campaña. El Director general de la Armada hace - el 22 de marzo de 1811 - el siguiente resumen: “ Los regimientos de marina se han hallado en todas las acciones que se han dado en esta desgraciada guerra, como son las de Rioseco, Espinosa, Talavera, Medellín, Bailén, Tudela, Ocaña, Ciudad Real, Sierra Morena, Tortosa y están a la vanguardia del Ejército de Galicia; como que siempre han ocupado este puesto con los Cuerpos de Casa real, sin que nadie les haya disputado esta preferencia. Y los que no están actualmente en campaña, están aquí, en las fuerzas sutiles de Cádiz, batiéndose todos los días.”. (8)

Fue el brigadier de la Armada don Joaquín Riquelme (1) el primer mando del 6º Regimiento – constituido en Ferrol con tres batallones - y el capitán de fragata don Ramón Romay, el de uno de los batallones. La unidad rápidamente salió para Lugo y se incorporó al Ejército de Galicia mandado por el general Blake. El Regimiento se batió en las tres acciones de guerra de Lugo, en la acción de Cabezón - a dos leguas de Valladolid -, en los combates de Balmaceda y Orrantía, en las vascongadas, tiene una destacada actuación en la batalla de Medina de Rioseco (el 12 de julio) y, mas tarde en la de Espinosa de los Monteros – 11/12 de noviembre de 1808 - . En esta batalla, en la que las tropas napoleónicas rompieron el rígido dispositivo defensivo español, cayó mortalmente herido el brigadier Riquelme que, además del 6º Regimiento, mandaba la 3ª División constituida por fuerzas del ejército. Murió a bordo de la fragata Venganza a la que había sido evacuado.

El 6º Regimiento tuvo en Riquelme y, después, en Romay dos extraordinarios comandantes. El capitán de fragata Romay destacó cuando al frente de sus infantes de marina conquistó la dominante y difícil posición de La Puebla de Sanabria, haciendo al enemigo más de 700 prisioneros y tomándole gran cantidad de armas y municiones. Hoy puede uno subir a lo que fue objetivo del batallón y se quedará admirado al considerar la dificultad de alcanzar, con éxito, una posición tan fuertemente defendida por el entonces mejor ejército del mundo.

También combatió el 6º Regimiento de IM en la victoriosa batalla de Arapiles (22 de julio 1812) y en la tentativa de tomar al enemigo el castillo de Burgos. La unidad, al mando del capitán de navío Romay – ascendido por méritos de guerra -, participó en el ataque a San Sebastián, integrado en la fuerte columna de flanqueo que mandaba el general británico Gram. Para bloquear la plaza por mar se armó una flotilla de lanchas que fueron tripuladas por marineros de la zona y tropa del 6ª Regimiento y mandados por sus mandos naturales. La flotilla actuó a las órdenes del almirante inglés Collier, comandante de las Fuerzas Conjuntas del Cantábrico (7). El resto del regimiento se batió, a las órdenes de Wellington, en la batalla de San Marcial (31 de agosto de 1813), batalla muy cruenta y la última que se desarrolló en territorio español. Se atribuye a Wellington la siguiente alocución :

“ ¡¡Guerreros del mundo civilizado!!: Aprended a serlo del 4º Ejército Español formado por soldados gallegos que tengo la dicha de mandar; cada soldado de él merece con más justo motivo que yo el bastón que empuño... Dos divisiones inglesas fueron testigo de este original y singularísimo combate, sin ayudarles en cosa alguna para que llevasen ellos solos una gloria que no tiene compañera en los anales de la historia. ¡¡ Españoles!! : Dedicaos todos a imitar a los inimitables gallegos. Distinguidos sean hasta el fin de los siglos por haber llevado su denuedo y bizarría a donde solo ellos mismos se podrán exceder, si acaso es posible. ¡¡Nación española!! : premia a la sangre vertida por tantos Cides victorioso. Dieciocho mil enemigos, con numerosa artillería, desaparecieron como el humo para que no os ofendan jamás.
¡¡Franceses!! Huid pues, o pedir que os dictemos las leyes, porque el 4º Ejército va detrás de vuestro caudillo. Lord Wellington "
(5). Y entre las unidades del 4º Ejército actuaba en vanguardia el 6º Regimiento de Infantería Real de Marina, antepasado directo del actual Tercio del Norte. La verdad es que tal alocución parece un tanto exagerada y no era precisa para acreditar el valor de los españoles. Pero era una alocución al estilo militar de la época.

Lasso de la Vega en su “Marina Real de España”, relata sucintamente la conquista de un objetivo en un terreno elevado, por las fuerzas del 6º Regimiento – una altura, con dos cañones, bien defendida por los franceses - . “ Fue atacada por nuestros marinos con el mayor denuedo y tomado a pesar de la tenaz resistencia que hubieron de vencer”. Se retiraron los franceses a la Peña de Onzin y “ de allí los nuestros los desalojaron de nuevo, apoderándose de sus objetivos... no sin sellar con su sangre la victoria”. Los nuestros seguían a su jefe capitán de fragata Mosquera “que les dio ejemplo de valor y bizarría ". Su anterior jefe Romay había pasado a mandar toda la segunda brigada de la que formaba parte el 6º Regimiento. Se pasó el Bidasoa, se tomó Bayona, Pau, se cruzó el Nivelle... y el regimiento de marina seguirá en campaña durante toda la guerra hasta la batalla de Tolosa donde : “Derrotado el ejército francés es perseguido más allá de sus fronteras y hacia él van las fuerzas españolas llevando en extrema vanguardia el 6º Regimiento de infantería de marina que fue, por ello, el primero que, al atravesar la frontera de Irún, pisa tierra francesa, llegando a media legua de Bayona". (4)

La batalla de Tolosa tuvo lugar el10 de abril de 1814). Don Ramón era ya brigadier y mandaba la División de la que formaba parte el 6º Regimiento. Manda el ejército enemigo el general Soult, que había quedado como jefe supremo de las fuerzas napoleónicas en España y que se había hecho fuerte, en su retirada, en la plaza de Tolosa. Sigamos de nuevo a Lasso de la Vega : “ El batallón de marina (6º regimiento) despreciando el formidable fuego de artillería y fusilería se arrojó con los demás cuerpos de la división a la bayoneta sobre los enemigo, cargándoles y obligándoles a encerrarse en la ciudad ... El 9 de abril se inicia el ataque que es encarnizado y la defensa valiente, pero el ejército aliado todo lo arrolla. Termina el combate hacia las 14.00 horas del día 11, abandonando el campo el francés y entrando en ella el aliado el día 12”. (4)

El 6º Regimiento combatió desde el 12 de junio de 1808 hasta el 10 de abril de 1814 y la ruta seguida está jalonada por : Cabezón, Rioseco, Zornoza, Balmaceda, Orrantía, Santa Marta, Espinosa de los Monteros, Lugo, Puente de San Payo, Astorga, Tordesillas, La Bañeza, San Sebastián, San Marcial y Tolosa. Ganó el escudo de distinción de Tolosa – Valor y Disciplina - y, para su bandera, la corbata azul que hoy luce con orgullo el Tercio del Norte de Infantería de Marina, descendiente de aquel Regimiento, cuyas actuaciones – al mando de tan excelentes jefes - se han relatado sucintamente.

Finalizada la guerra, el retorno del Rey Fernando VII supuso la abolición de la Constitución Española, aprobada en Cádiz en 1812, y la restauración del absolutismo. Ello dio lugar a diversos pronunciamientos por parte de militares liberales, entre los que destacó el realizado en La Coruña el 19 de septiembre de 1815 por Juan Díaz Porlier. Romay apoyaría dicho pronunciamiento que fracasado le obliga al exilio en Inglaterra del que regresa en virtud de una amnistía. En el año 1835 era comandante de marina de Bilbao, cuando esta plaza fue atacada y participó activamente en su defensa. El gobernador militar, conde de Mirasol, refiriéndose a él se expresa de este modo: “El brigadier Romay, pese a sus años, ha concurrido a los parajes de más riesgo, dando pruebas de igual valor y presencia de ánimo que el que tanto distinguió a nuestros antiguos marinos”. Ese mismo año, el brigadier Romay fue ascendido a jefe de escuadra y, pronto, a teniente general, mandando el Departamento de Cádiz.

Don Ramón Lorenzo Romay Jiménez, uno de los mejores jefes que han tenido las unidades de infantería de marina en campaña, ascendió en 1843 a capitán general y fue nombrado Director General de la Armada. El 23 de mayo de 1849 falleció en Madrid.

Notas y Referencias :

1.- El brigadier Riquelme ya tenía una gran experiencia en combate y un prestigio bien ganado pues, además de un brillante historial ganado en combates navales, había combatido en tierra en la toma del castillo de San Felipe, de Mahón, y en la defensa de Tolón a las órdenes del inmortal Gravina.
2.- El capitán de fragata Romay se destacó al mando de dos batallones de infantería de marina en la recuperación de La Bañeza (León) el 18 de enero de 1811.
3.- CA Martinez – Valverde. RGM Agosto – septiembre 1995.
4.- Rivas Fabal. Historia de la IM española.
5.- El Tercio del Norte. Los Infantes de Marina del Cuartel de Dolores. Varios autores. Editorial Diputación Provincial. A Coruña.
6.- Actuación de los batallones de marina en la Guerra de la Independencia. J. Fernandez Gaitán. RGM Agosto- septiembre 1965.
7.- De este bloqueo dice el general Girón en parte de fecha 6 de agosto de 1813 : “ Así que llegué sobre San Sebastián con el Cuerpo de Ejército de mi mando, concebi sería del primer interés, para facilitar la toma de aquella plaza, el cortar toda comunicación por mar entre su guarnición y la costa enemiga y que para esto no sería más conveniente que establecer una fuerza sutil capaz de llenar este objeto...destiné al pueblo de Pasajes al 6º regimiento ...y encargué a sus jefes la formación de la expresada fuerza.... Fácil es comprender la escasez de los medios de que ha podido disponerse... más la actividad y celo por el servicio de los jefes y oficiales lo ha suplido todo, y en el día existen ya haciendo el servicio una goleta y un bergantín armados en guerra y diez lanchas, entre obuseras y cañoneras, con lo que está bloqueada ya hace muchos días por mar la plaza de San Sebastián, protegido el comercio de estos puertos inmediatos y asegurados los arribos de las embarcaciones con víveres y efectos para el Ejército aliado, y todo esto sin que el Regimiento haya desatendido el servicio en tierra, que lo hace en el mismo pasajes, y tiene uno de sus batallones en posición sobre el Bidasoa desde el 25 pasado”.
8.- Historia de la IM. Rodríguez Delgado (1927).


Saludos.


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Guerra de la Independencia ( y IV)

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Introducción

Ya hemos dedicado tres o cuatro trabajos sobre la participación de la infantería de marina en la Guerra de la Independencia. Pensé, cuando escribí el primero, iniciarlo con una introducción, o advertencia, sobre un asunto que no considero menor. Pretendía exponer algunas intervenciones de unidades y hombres del Cuerpo y de su extraordinario mérito para combatir en espacios tan alejados de la mar y con tácticas diferentes de las navales para las que estaban preparados. Sin embargo la Armada no dudó ni un instante y preparó, a partir de los batallones de marina, unidades mayores que se integraron en otras de superior entidad que, en ocasiones, fueron mandadas por oficiales navales. Lan unidades de marina se adaptaron a los nuevos cometidos con rapidez, combatieron con bravura y bien y ofrecieron cuando fue preciso, su sangre cumpliendo las órdenes que recibieron sin dar jamás un paso atrás.

Pero dicho esto es preciso decir que nunca tuve la pretensión de enjuiciar lo que esa guerra significó para España. Pues la expulsión del francés significó el regreso de Fernando VII y, con este monarca, quizás se perdió una oportunidad para entrar en la modernidad. Pero ese tema no es el motivo de estos trabajos y, por eso, no entro.

Y solo quiero añadir una tercera observación que debemos tener presente para comprender donde y como lucharon nuestros compañeros. De una parte estaba el enemigo: el ejército napoleónico que era el mejor del mundo. Y en “nuestro bando” ejercía su liderazgo nada menos que Sir Arthur Wellesley (duque de Wellington) - considerado como uno de los más grandes militares británicos de la historia y cuya fama iguala o incluso supera a figuras tan grandiosas como el vicealmirante Lord Horatio Nelson –. El duque - que en la Guerra de la Independencia defendía, como es natural, los intereses británicos - había de mandar mas tarde las tropas inglesas, holandesas y alemanas en la batalla de Waterloo.

Y en un escenario, en el que actuaban tan excelsos actores, combatieron las tropas de marina. Entre ellas el 1º y 2º regimiento e, integrado en este último el alférez de navío Fermín Pavía que, por sus méritos, mereció la más valiosa condecoración española :La Cruz Laureada de San Fernando.

1ª y 2º Regimientos y, en representación de los muchos distinguidos un laureado: AN Fermín Pavía.

Don José Fermín Pavía sentó plaza de guardia marina en 1805, en la compañía de Ferrol, y pronto se integró en los batallones de Marina con los que participó en la Guerra de la Independencia. En enero de 1809, estaba destinado en el 2º regimiento de Marina y tomó parte en todas las acciones de guerra en que estuvo involucrada esta unidad. El día 13 de enero el general francés Víctor infringe una derrota a las tropas españolas, en Uclés (Cuenca), aunque nuestras fuerzas consiguen desbaratar el plan francés de progresar hacia Extremadura. A finales de enero el 2º regimiento, a las órdenes de don Juan de Dios Topete – e integrado en el ejército de La Mancha - marcha hacia Miguelturra (Ciudad Real), pasa a Almagro y después a Ciudad Real; el 27 de marzo se produce la acción del mismo nombre, y en ella se reconoce como distinguido el teniente don José Fermín Pavía que merece una mención especial.

Continúan las operaciones y, el 25 de octubre de 1809, se recupera Salamanca con la intervención de fuerzas de Marina. El 19 de noviembre de 1809 tiene lugar la desgraciada jornada de Ocaña, en la que participaron los regimientos 1º y 2º de Marina. En el expediente (1) abierto para esclarecer la conducta de las fuerzas que actuaron en aquella jornada consta, de una manera unánime, la bravura de nuestras fuerzas. Pertenecían los dos regimientos a las fuerzas de Areizaga cuya 6ª división - mandada por el Brigadier Jácome - integraba a ambas unidades. Con respecto a la actuación en combate del 2º regimiento el general Jácome ordenó que en el informe – en lo que hoy llamamos Parte de Campaña - : “se hará un renglón que diga : El regimiento 2º Real de Marina es bizarro, bizarrísimo” (2). El jefe de este regimiento, don José Meléndez, informó a sus superiores “que... sus fuerzas se han empeñado en la acción, en todo momento, con la mayor bizarría”. Mientras los oficiales del ejército, en el que estaba integrado el regimiento de Marina, al querer elogiar a su unidad, decían con elegancia y franqueza: “Después de los marinos nadie hizo más que mi regimiento”.

El jefe del ejército de La Mancha, Areizaga, elevó a la Marina un informe donde se decía: “ Que los regimientos 1º y 2º existentes en este Ejército se han portado con la mayor bizarría, en la acción de Ocaña, y en término nada común, pues sus esforzados jefes, oficiales y valientes soldados, han sabido sellar con su sangre el honor de las armas españolas. Este accidente ha sido causa de que muchos de sus individuos se han sacrificado con la mayor bizarría, cuyos efectos harán eterna su memoria y mi pena”. Y el general Copons afirma : “El 2º regimiento de marina se ha portado en la batalla del 19 de noviembre, dada a los franceses en los llanos de Ocaña, con todo el honor, valor e intrepidez dignos de elogio, y que ha llenado este Cuerpo de tal forma sus deberes, que lo hacen acreedor a toda consideración de S.M. y aprecio de la nación”.
Por otra parte el 1er regimiento de Marina, que mandaba el capitán de navío don Ignacio Fonegra, operaba, desde el 13 de junio de 1809, por tierras de Extremadura y después, en el ejército de Wellington, se batió en la sangrienta batalla de Talavera (27 de julio de 1809). Más tarde, en el Ejército de Andalucía, combate de modo muy glorioso en la luctuosa batalla de Ocaña (19 Noviembre). El general que mandaba la división donde el regimiento estaba integrado manifestaba en su parte de operaciones : “Se ha portado este regimiento de Marina con la más digna disciplina y sus jefes y oficiales con el más delicado pundonor...Tuvo el regimiento la gloria de distinguirse sosteniendo la retirada contra unas tropas vencedoras que lo cargaron con la mayor intrepidez… Eterna debe ser su memoria para las Armas españolas ”. Tuvo el regimiento más de 1.000 bajas, entre ellas 24 oficiales, lo que da idea de la dureza del combate.

Y en este ambiente combatió el alférez de navío José Fermin Pavía. Este oficial - que ya se había distinguido en la defensa de los Puentes del Tajo y en la batalla de Talavera – era el abanderado de la coronela del 2º regimiento que defendió de modo extraordinario dando muerte a varios dragones enemigos que pretendían arrebatársela. Fue recompensado, por sus méritos en campaña y su heroísmo en Ocaña, con la más valiosa condecoración española – la Cruz Laureada de San Fernando – (6) y (7).

En 1845 don José Fermín Pavía fue Comandante Principal del Cuerpo de Infantería de Marina – Comandante General con la denominación actual - , cargo que desempeñó hasta el año 1848.

Referencias:
(1).- Boletín Oficial de Infantería de Marina. Año 1891.
(2).- RGM Agosto-Septiembre 1995. CA Martinez-Valverde
(3).- Historia de la IM. Rivas Fabal. Editorial Naval. Madrid.1967.
(4).- Crónica de las promociones de oficiales del Cuerpo de Infantería de Marina(1557-1990). Antonio Sánchez Pastor
(5).- Jose FerminPavía (Guerra de Independencia, 2º Regimiento de Infantería de Marina, acciones de Ocaña (Toledo, 19-11-1.809)
(6).-Tanto el 2º Regimiento como el primero, que también participó en dichas acciones, salvaron sus banderas. La coronela del 2º Regimiento fue defendida por su oficial abanderado contra varios dragones franceses que querían arrebatársela, y lo hizo con tal denuedo y continua valentía que el oficial abanderado don José Fermín Pavía fue recompensado con la Cruz Laureada de San Fernando.
(7) En la batalla de Ocaña (19/11/1809) correspondió al 2º Regimiento, proteger la retirada del ejército español que cedían ante un enemigo muy superior, consiguiéndolo a costa de sufrir unas 1000 bajas
.

Saludos.


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Jose Rama Varela.

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La gesta de Jose Rama Varela aparecerá, al menos por mi parte, cuando trate sobre la guerra de Cuba. Hoy hago un paréntesis porque me encontré, por mera casualidad, este artículo en La Voz de Galicia y me parece oportuno traerlo a estas páginas antes de que me olvide. En el artículo se expone que el titular del inmueble, donde nació nuestro héroe, se propone restaurarlo. En el frontal de la casa se conserva una placa que recuerda su gesta. Es una muy buena noticia y, por eso, la recojo.
Saludos

Martes 20 de enero del 2009 Actualizado 5:06H La Voz (20/1/2009)

"José Rama Varela, uno de los dos héroes españoles de la Guerra de Cuba naturales de la comarca (el otro, Antonio Cancela, era de Coristanco, muy probablemente de Oca) había nacido en una casa que aún se conserva en Santa Margarita de Montemaior. En concreto, en la plaza central, próxima a la iglesia.

El dato lo aportaron ayer el alcalde, José Manuel López Varela, y el concejal Jesús Souto Pena. Se da la circunstancia de que, recientemente, el actual titular del inmueble, que lleva muchos años deshabitado, ha solicitado su restauración, de ahí que se haya iniciado el expediente correspondiente. En el frontal de la vivienda figura, desde hace décadas, una placa que recuerda la gesta de Rama. Está ya un poco deteriorada, pero se lee sin problemas en las letras grabadas en el mármol que fue colocada por el Ayuntamiento para «honrar la memoria» del soldado, que había nacido en 1874. Falleció, en 1895 (por tanto, con 21 años), defendiendo un fuerte al lado de la vía férrea de Holguín, fuerte que al final acabaría denominándose Rama-Cancela en honor de los dos soldados, que dejaron allí sus vidas luchando contra las tropas cubanas, opositoras a la colonia española.

Además de los cuadros que recrean la acción, la foto del homenaje brindado a los padres de los fallecidos en 1912, las canciones y numerosas alusiones que aún perviven en la Infantería de Marina (cuerpo al que pertenecían los militares), un artículo del coronel José Gil Gundín en el Boletín de Infantería de Marina del 2005 recoge la foto del grupo de soldados apostados junto al fuerte, aunque sin identificar.

Hasta allí había llegado el infortunado (luego, exaltado con todos los honores) desde la humilde casa larachesa. Manuel Costa Calvo es un vecino de Montemaior que conoció bien la vivienda, porque un hermano suyo tuvo en ella una taberna. Tiene 80 años, y dice que recuerda allí aquella placa «de toda a vida», ya de antes de nacer él. Probablemente fue colocada al poco de que los padres recibieran el homenaje. Manuel recuerda la vivienda como «moi estreita, e moi fonda. Fora duns panadeiros». Algunos familiares lejanos de aquel chaval quedan aún por la zona, asegura".

La que fue vivienda de Rama está junto a la plaza de Santa Margarita. A la derecha, la placa .Ver:
http://www.lavozdegalicia.es/carballo/2 ... 473225.htm


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