Los Panzer alemanes: detrás del mito
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RECAPITULANDO
Las campañas del verano de 1944 aplastaron la capacidad de resistencia del ejército alemán. No sólo por las enormes pérdidas en hombres y material, sino por un vuelco completo de la situación estratégica: Alemania vio evaporarse todas sus posibilidades operativas cuando las tropas aliadas alcanzaron las fronteras del Reich por Francia, por el Báltico, por la llanura polaca y por el oeste de los Cárpatos. Cualquier esperanza de una salida negociada de la guerra pasaba por rechazar la invasión al Oeste y contener al ER al Este, infringiendo al enemigo suficientes pérdidas como para que una victoria puramente militar se convirtiera en una alternativa demasiado costosa. A finales de agosto el último clavo ardiendo se había desvanecido: el nazismo estaba acorralado por los dos lados y nadie podía dudar ya del resultado final.
Al volver la vista atrás sobre estas batallas es inevitable encontrar varias similitudes entre ambos frentes. El primero fue la mejoría en la capacidad de combate de los aliados, paralela al decaimiento del nivel alemán.
Los británicos fueron, de todos, los enemigos más asequibles para Alemania. Por un lado su potencial humano ya no daba más de sí, y sus mejores tropas estaban agotadas tras casi cinco años de lucha ininterrumpida. Soldados como los Dessert Rats estaban más que hartos de ser empleados siempre en lo más duro de la batalla, y empezaban a exigir que otras unidades empezaran ya a asumir su parte del trabajo. A eso se sumaban las anquilosadas ideas operativas del mando inglés, encabezado por su mediático comandante, el mariscal Montgomery. Su asombrosa falta de flexibilidad operativa se traducía en un volumen de bajas que Gran Bretaña simplemente no podía asumir. Para más inri el gobierno de Churchill, por cuestiones de prestigio, insistía en que la estrategia en el continente debía otorgar el papel más decisivo al ejército inglés, pese a la evidencia de que el esfuerzo bélico de la nación iba a empezar a decrecer a toda velocidad. Todos esos factores se conjugaron para que las tropas del Reino Unido se llevaran la cuchara de palo de la campaña europea.
Curiosamente Hitler seguía obsesionado con la idea de que el adversario más débil era el soldado estadounidense. Sin embargo los generales germanos habían comprobado en sus carnes que el US Army se había convertido en apenas unos meses en una maquina de guerra sorprendentemente eficaz y, al contrario que sus vecinos ingleses, aprendían mucho y muy rápido. El ejército americano no alcanzaría nunca la eficacia táctica del alemán, pero se acercó notablemente y compensaba sobradamente la diferencia con unos medios de combate que las tropas nazis no igualaban ni en sus sueños más osados. Claro que, al igual que los ingleses, los hombres de Eisenhower iban pronto a encontrarse con problemas de personal, motivados por el tremendo desgaste de los combates en Normandía, pero estaban en mejores condiciones para asumirlos.
La estrella de la batallas de 1944, en cualquier caso, fue el Ejército Rojo. La historia oficial de la guerra fue escrita por los angloamericanos: para ellos los puntos culminantes de la contienda fueron el desembarco de Normandía y los combates que desembocaron en la liberación de Francia, despachando las batallas del frente oriental con apenas algunos párrafos, como si no hubiera sucedido nada digno de mención allí entre la victoria de Stalingrado y la toma de Berlín.
La opinión de los alemanes era bastante más cruda. El general Von Mellenthin la resumió así en 1956: Entre el 1 de junio y el 31 de agosto de 1944 sufrimos en el frente occidental 293.802 bajas. En el mismo periodo nuestras pérdidas en el frente oriental sumaron 916.809 hombres.
Los tres años de guerra a vida o muerte obraron un profundo efecto de criba en las filas soviéticas y mandaron a la papelera un montón de planteamientos erróneos, junto a una buena cantidad de incompetentes. En las ofensivas del verano los soviéticos lucharon con una eficacia increíble, evitando todos los errores de los años precedentes. Como prueba quedan las cifras de bajas, que por primera vez eran notablemente inferiores a las de los germanos: unas 400000, menos de la mitad que las sufridas por el enemigo. Adicionalmente la mayoría de esas bajas eran recuperables (los muertos supusieron un 25% del total) mientras que la mayoría de las pérdidas alemanas lo fueron de forma definitiva.
Las tácticas del Ejército Rojo distaron mucho del mitificado rodillo que superaba las defensas germanas por pura fuerza bruta. Los generales soviéticos ejecutaron sus maniobras de forma soberbia y llevaron a cabo operaciones en profundidad que no tenían mucho que envidiar a las de sus enemigos. De hecho la ofensiva de Bagration se saldó con un Kessel que sólo palidece al compararlo con los de Barbarossa.
Manstein dijo en sus memorias que los alemanes, para su desgracia, encontraron en los rusos un alumno atento y deseoso de aprender. Aunque el comentario encierra parte de verdad, resulta muy parcial: los soviéticos llevaron a la madurez en 1944 el pensamiento operativo que había sido cercenado en 1937. Al igual que sus aliados estadounidenses, seguían estando por debajo de la experiencia de combate de los alemanes, pero esa distancia ya no era decisiva.
Un segundo paralelismo que encontramos entre Normandía y las ofensivas del Este radica en el papel jugado por la Inteligencia. Los alemanes fueron completamente engañados por las operaciones de desinformación y ese engaño se convirtió en un factor decisivo. De haber tenido información correcta sobre los planes aliados el desembarco en Francia podría haberse convertido en una sangrienta derrota. Igualmente, un mayor acierto a la hora de calcular los movimientos soviéticos podría haber hecho fracasar la ofensiva de junio en sus comienzos. En ambos casos todo dependía de la situación de las fuerzas acorazadas, y en ambos casos éstas estaban demasiado lejos cuando se inició el asalto.
En ambos casos el engaño se prolongó incluso más allá del comienzo de las operaciones, y eso empeoró aún más la situación de los defensores. El caso oriental resulta llamativo por que el engaño se repitió por tres veces, ya que cada una de las ofensivas se apoyó en un trabajo de enmascaramiento notablemente eficaz, y las dos últimas lo hicieron además en el éxito de las anteriores. Así, la ceguera del OKW con respecto a los objetivos de Bagration llevó a concentrar casi toda la reserva blindada en Ucrania, y sólo fueron mandados al combate cuando la gravedad de la situación fue evidente y ya era demasiado tarde. En ese momento fue cuando Konev pasó a su vez a la ofensiva, aprovechando la ausencia de las reservas blindadas, y cuando poco después lo hicieron las fuerzas del Sur, las escasas reservas del GrE SU habían sido enviadas a tapar el agujero del flanco norte. Así, gracias a la notoria incompetencia de la inteligencia alemana, los panzer dedicaron la mayor parte del verano a trasladarse de un lado a otro mientras los frentes se iban hundiendo en rápida sucesión, añadiendo a las pérdidas en combate un tremendo desgaste logístico, y en ningún caso llegaron a tiempo para parar el golpe, como lo habían hecho unos meses antes en Tirgú.
Un tercer paralelismo suele pasar desapercibido: en ambas campañas hubo operaciones alemanas que fracasaron por la desobediencia y la incompetencia de algunos generales panzer. Esa situación, impensable unos meses antes, pudo deberse al hastío, al hundimiento de la moral o al absurdo baile de mandos provocado por Hitler (por el que hombres capacitados fueron apartados del frente y reemplazados por jefes mediocres o ascendidos más allá de sus capacidades). Sea cual sea el caso, es un claro marcador del declive de las PzDiv.
El costo de la derrota fue inasumible para las tropas acorazadas: todo el esfuerzo llevado a cabo en los meses precedentes se evaporó. A la pérdida de enormes cantidades de material, incluyendo miles de panzer y StuG, se sumaban unas bajas de personal que simplemente ya no eran reemplazables. Y al desastre de los campos de batalla se sumaban los crecientes problemas de la retaguardia.
La liberación de Francia, Bielorrusia y Ucrania más la defección de Finlandia y Rumanía significaban una inapelable sentencia de muerte para la producción militar alemana. Se perdieron los recursos industriales franceses y las cuencas mineras del Este, los pozos petrolíferos de Ploesti y el níquel de Finlandia. Además los países neutrales cambiaron su política de exportaciones. La última fuente de Wolframio disponible eran las minas españolas y con los ejércitos de Hitler lejos de sus fronteras, el gobierno de Franco cortó las ventas al Reich y empezó a buscar el cobijo de los aliados. Suecia, principal suministrador de mineral de hierro de Alemania, empezó a dar largas a medida que los ejércitos soviéticos se acercaban a Prusia. Turquía dejó de exportar cromo, vendiendo toda su producción a los angloamericanos. Los informes de Speer al respecto eran concluyentes: a mediados del 45 se acabarían las reservas disponibles de materiales estratégicos y a partir de ahí todo habría terminado.
La reducción del combustible se agravó con la paralización de las plantas de hidrogenación: sin gasolina suficiente las nuevas tripulaciones no iban a poder adiestrarse adecuadamente antes de incorporarse a las unidades y estas apenas tendrían movilidad. Adicionalmente la producción de vehículos acorazados dependía en gran medida del cromo y el wolframio, indispensable para dar a los blindajes resistencia y elasticidad. Ante la situación de emergencia y a fin de economizar todo lo posible, el wolframio empezó a emplearse en proporciones más reducidas, reemplazándolo por molibdeno, un material más accesible. Pero el resultado fue una reducción de la calidad en las aleaciones, que resultaban menos elásticas y, en consecuencia, más frágiles. Así pues, en los últimos meses de la guerra la calidad de los nuevos carros y las nuevas tripulaciones iría bajando a la par.
Para las divisiones panzer la suerte estaba echada. Una reconstrucción como la llevada a cabo en años precedentes era imposible y en esas condiciones era ilusorio esperar una victoria decisiva. Sin embargo aún no estaban vencidos.
La guerra estaba decidida y la PanzerWaffe agonizaba, pero sus últimos zarpazos serían temibles.
Las campañas del verano de 1944 aplastaron la capacidad de resistencia del ejército alemán. No sólo por las enormes pérdidas en hombres y material, sino por un vuelco completo de la situación estratégica: Alemania vio evaporarse todas sus posibilidades operativas cuando las tropas aliadas alcanzaron las fronteras del Reich por Francia, por el Báltico, por la llanura polaca y por el oeste de los Cárpatos. Cualquier esperanza de una salida negociada de la guerra pasaba por rechazar la invasión al Oeste y contener al ER al Este, infringiendo al enemigo suficientes pérdidas como para que una victoria puramente militar se convirtiera en una alternativa demasiado costosa. A finales de agosto el último clavo ardiendo se había desvanecido: el nazismo estaba acorralado por los dos lados y nadie podía dudar ya del resultado final.
Al volver la vista atrás sobre estas batallas es inevitable encontrar varias similitudes entre ambos frentes. El primero fue la mejoría en la capacidad de combate de los aliados, paralela al decaimiento del nivel alemán.
Los británicos fueron, de todos, los enemigos más asequibles para Alemania. Por un lado su potencial humano ya no daba más de sí, y sus mejores tropas estaban agotadas tras casi cinco años de lucha ininterrumpida. Soldados como los Dessert Rats estaban más que hartos de ser empleados siempre en lo más duro de la batalla, y empezaban a exigir que otras unidades empezaran ya a asumir su parte del trabajo. A eso se sumaban las anquilosadas ideas operativas del mando inglés, encabezado por su mediático comandante, el mariscal Montgomery. Su asombrosa falta de flexibilidad operativa se traducía en un volumen de bajas que Gran Bretaña simplemente no podía asumir. Para más inri el gobierno de Churchill, por cuestiones de prestigio, insistía en que la estrategia en el continente debía otorgar el papel más decisivo al ejército inglés, pese a la evidencia de que el esfuerzo bélico de la nación iba a empezar a decrecer a toda velocidad. Todos esos factores se conjugaron para que las tropas del Reino Unido se llevaran la cuchara de palo de la campaña europea.
Curiosamente Hitler seguía obsesionado con la idea de que el adversario más débil era el soldado estadounidense. Sin embargo los generales germanos habían comprobado en sus carnes que el US Army se había convertido en apenas unos meses en una maquina de guerra sorprendentemente eficaz y, al contrario que sus vecinos ingleses, aprendían mucho y muy rápido. El ejército americano no alcanzaría nunca la eficacia táctica del alemán, pero se acercó notablemente y compensaba sobradamente la diferencia con unos medios de combate que las tropas nazis no igualaban ni en sus sueños más osados. Claro que, al igual que los ingleses, los hombres de Eisenhower iban pronto a encontrarse con problemas de personal, motivados por el tremendo desgaste de los combates en Normandía, pero estaban en mejores condiciones para asumirlos.
La estrella de la batallas de 1944, en cualquier caso, fue el Ejército Rojo. La historia oficial de la guerra fue escrita por los angloamericanos: para ellos los puntos culminantes de la contienda fueron el desembarco de Normandía y los combates que desembocaron en la liberación de Francia, despachando las batallas del frente oriental con apenas algunos párrafos, como si no hubiera sucedido nada digno de mención allí entre la victoria de Stalingrado y la toma de Berlín.
La opinión de los alemanes era bastante más cruda. El general Von Mellenthin la resumió así en 1956: Entre el 1 de junio y el 31 de agosto de 1944 sufrimos en el frente occidental 293.802 bajas. En el mismo periodo nuestras pérdidas en el frente oriental sumaron 916.809 hombres.
Los tres años de guerra a vida o muerte obraron un profundo efecto de criba en las filas soviéticas y mandaron a la papelera un montón de planteamientos erróneos, junto a una buena cantidad de incompetentes. En las ofensivas del verano los soviéticos lucharon con una eficacia increíble, evitando todos los errores de los años precedentes. Como prueba quedan las cifras de bajas, que por primera vez eran notablemente inferiores a las de los germanos: unas 400000, menos de la mitad que las sufridas por el enemigo. Adicionalmente la mayoría de esas bajas eran recuperables (los muertos supusieron un 25% del total) mientras que la mayoría de las pérdidas alemanas lo fueron de forma definitiva.
Las tácticas del Ejército Rojo distaron mucho del mitificado rodillo que superaba las defensas germanas por pura fuerza bruta. Los generales soviéticos ejecutaron sus maniobras de forma soberbia y llevaron a cabo operaciones en profundidad que no tenían mucho que envidiar a las de sus enemigos. De hecho la ofensiva de Bagration se saldó con un Kessel que sólo palidece al compararlo con los de Barbarossa.
Manstein dijo en sus memorias que los alemanes, para su desgracia, encontraron en los rusos un alumno atento y deseoso de aprender. Aunque el comentario encierra parte de verdad, resulta muy parcial: los soviéticos llevaron a la madurez en 1944 el pensamiento operativo que había sido cercenado en 1937. Al igual que sus aliados estadounidenses, seguían estando por debajo de la experiencia de combate de los alemanes, pero esa distancia ya no era decisiva.
Un segundo paralelismo que encontramos entre Normandía y las ofensivas del Este radica en el papel jugado por la Inteligencia. Los alemanes fueron completamente engañados por las operaciones de desinformación y ese engaño se convirtió en un factor decisivo. De haber tenido información correcta sobre los planes aliados el desembarco en Francia podría haberse convertido en una sangrienta derrota. Igualmente, un mayor acierto a la hora de calcular los movimientos soviéticos podría haber hecho fracasar la ofensiva de junio en sus comienzos. En ambos casos todo dependía de la situación de las fuerzas acorazadas, y en ambos casos éstas estaban demasiado lejos cuando se inició el asalto.
En ambos casos el engaño se prolongó incluso más allá del comienzo de las operaciones, y eso empeoró aún más la situación de los defensores. El caso oriental resulta llamativo por que el engaño se repitió por tres veces, ya que cada una de las ofensivas se apoyó en un trabajo de enmascaramiento notablemente eficaz, y las dos últimas lo hicieron además en el éxito de las anteriores. Así, la ceguera del OKW con respecto a los objetivos de Bagration llevó a concentrar casi toda la reserva blindada en Ucrania, y sólo fueron mandados al combate cuando la gravedad de la situación fue evidente y ya era demasiado tarde. En ese momento fue cuando Konev pasó a su vez a la ofensiva, aprovechando la ausencia de las reservas blindadas, y cuando poco después lo hicieron las fuerzas del Sur, las escasas reservas del GrE SU habían sido enviadas a tapar el agujero del flanco norte. Así, gracias a la notoria incompetencia de la inteligencia alemana, los panzer dedicaron la mayor parte del verano a trasladarse de un lado a otro mientras los frentes se iban hundiendo en rápida sucesión, añadiendo a las pérdidas en combate un tremendo desgaste logístico, y en ningún caso llegaron a tiempo para parar el golpe, como lo habían hecho unos meses antes en Tirgú.
Un tercer paralelismo suele pasar desapercibido: en ambas campañas hubo operaciones alemanas que fracasaron por la desobediencia y la incompetencia de algunos generales panzer. Esa situación, impensable unos meses antes, pudo deberse al hastío, al hundimiento de la moral o al absurdo baile de mandos provocado por Hitler (por el que hombres capacitados fueron apartados del frente y reemplazados por jefes mediocres o ascendidos más allá de sus capacidades). Sea cual sea el caso, es un claro marcador del declive de las PzDiv.
El costo de la derrota fue inasumible para las tropas acorazadas: todo el esfuerzo llevado a cabo en los meses precedentes se evaporó. A la pérdida de enormes cantidades de material, incluyendo miles de panzer y StuG, se sumaban unas bajas de personal que simplemente ya no eran reemplazables. Y al desastre de los campos de batalla se sumaban los crecientes problemas de la retaguardia.
La liberación de Francia, Bielorrusia y Ucrania más la defección de Finlandia y Rumanía significaban una inapelable sentencia de muerte para la producción militar alemana. Se perdieron los recursos industriales franceses y las cuencas mineras del Este, los pozos petrolíferos de Ploesti y el níquel de Finlandia. Además los países neutrales cambiaron su política de exportaciones. La última fuente de Wolframio disponible eran las minas españolas y con los ejércitos de Hitler lejos de sus fronteras, el gobierno de Franco cortó las ventas al Reich y empezó a buscar el cobijo de los aliados. Suecia, principal suministrador de mineral de hierro de Alemania, empezó a dar largas a medida que los ejércitos soviéticos se acercaban a Prusia. Turquía dejó de exportar cromo, vendiendo toda su producción a los angloamericanos. Los informes de Speer al respecto eran concluyentes: a mediados del 45 se acabarían las reservas disponibles de materiales estratégicos y a partir de ahí todo habría terminado.
La reducción del combustible se agravó con la paralización de las plantas de hidrogenación: sin gasolina suficiente las nuevas tripulaciones no iban a poder adiestrarse adecuadamente antes de incorporarse a las unidades y estas apenas tendrían movilidad. Adicionalmente la producción de vehículos acorazados dependía en gran medida del cromo y el wolframio, indispensable para dar a los blindajes resistencia y elasticidad. Ante la situación de emergencia y a fin de economizar todo lo posible, el wolframio empezó a emplearse en proporciones más reducidas, reemplazándolo por molibdeno, un material más accesible. Pero el resultado fue una reducción de la calidad en las aleaciones, que resultaban menos elásticas y, en consecuencia, más frágiles. Así pues, en los últimos meses de la guerra la calidad de los nuevos carros y las nuevas tripulaciones iría bajando a la par.
Para las divisiones panzer la suerte estaba echada. Una reconstrucción como la llevada a cabo en años precedentes era imposible y en esas condiciones era ilusorio esperar una victoria decisiva. Sin embargo aún no estaban vencidos.
La guerra estaba decidida y la PanzerWaffe agonizaba, pero sus últimos zarpazos serían temibles.
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japa escribió:La estrella de la batallas de 1944, en cualquier caso, fue el Ejército Rojo. La historia oficial de la guerra fue escrita por los angloamericanos: para ellos los puntos culminantes de la contienda fueron el desembarco de Normandía y los combates que desembocaron en la liberación de Francia, despachando las batallas del frente oriental con apenas algunos párrafos, como si no hubiera sucedido nada digno de mención allí entre la victoria de Stalingrado y la toma de Berlín.
La opinión de los alemanes era bastante más cruda. El general Von Mellenthin la resumió así en 1956: Entre el 1 de junio y el 31 de agosto de 1944 sufrimos en el frente occidental 293.802 bajas. En el mismo periodo nuestras pérdidas en el frente oriental sumaron 916.809 hombres.
La verdad es que sobre Bagration hay poco que leer en internet, pero fíjate todo lo que hay sobre Normandia... hasta la saciedad. Por cierto, ¿hay cifras de las pérdidas de la Operación Bagration, tanto en hombres como en maquinaria bélica?
Saludos
Tú dame el tanque y yo haré el resto ;)
Las verdades a medias son mentiras
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La verdad es que sobre Bagration hay poco que leer en internet, pero fíjate todo lo que hay sobre Normandia... hasta la saciedad. Por cierto, ¿hay cifras de las pérdidas de la Operación Bagration, tanto en hombres como en maquinaria bélica?
Este es tu libro, contiene perdidas humanas en las operaciones militares sovieticas del siglo XX. Para complementarlo hay algunos datos sobre heridas, rangos, ramas del ejercito y otro. Tambien tiene de material pero no en tanto detalle:
Soviet Casualties and Combat Losses in the Twentieth Century (Hardcover)
by John Erickson (Foreword), G.F. Krivosheev (Editor), Christine Barnard (Translator)
Por unos 12 euros esta muy bien. Segun Christer Bergstron fueron de 900630 entre el 1 de Junio y el 31 de Agosto (71685KIA-503564MIA-325381WIA). El Grupo de ejercitos centro sufrio las siguientes bajas:
2 Armee: 7080KIA - 32833WIA - 12976MIA.
9 Armee: 2955KIA - 13957WIA - 64762MIA.
2 Armee: 8015KIA - 29838WIA - 113155MIA.
3 Panzer Armee: 8311KIA - 33508WIA - 72066MIA.
El total sube hasta mas de 900000 porque Rumania se derrumbo como un castillo de naipes, y se tomaron miles de prisioneros. Las bajas en aviacion fueron gravisimas, mas de 1000 aviones perdidos.
Los sovietios perdieron algo mas de 1500 aviones, pero eran perdidas remplazables y mucho menores sobre el porcentaje total de aviones. Perdidas humanas:
1 Frente Baltico: 41248.
3 Frente Bieloruso: 45117.
2 Frente Bieloruso: 26315.
1 Frente Bieloruso: 65779.
Flotilla Dnieper: 48.
Estos datos son solo de muertos y desaparecidos, dando un total de 178507 entre 22 de Junio y 29 de Agosto. Si se anade el numero de heridos sube.
Perdidas de carros segun Krivosheev, no estoy seguro de lo que incluye exactamente ya que el dato lo tenia en mi disco duro, el libro esta a 400kms:
Bagration: 2957
Ofensiva de Lvov-Sandomiersz: 1269
Saludos.
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alejandro_ escribió:Este es tu libro, contiene perdidas humanas en las operaciones militares sovieticas del siglo XX. Para complementarlo hay algunos datos sobre heridas, rangos, ramas del ejercito y otro. Tambien tiene de material pero no en tanto detalle:Soviet Casualties and Combat Losses in the Twentieth Century (Hardcover)
by John Erickson (Foreword), G.F. Krivosheev (Editor), Christine Barnard (Translator)
Por unos 12 euros esta muy bien.
Gracias, ya he tomado nota (lo tengo localizado) y lo tengo para un siguiente pedido.
Saludos
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jmfer escribió:Que tengas suerte, porque yo pillé uno de los últimos.
En Amazon hay unos cuantos de segunda mano a la venta. Yo desde que descubrí todo lo que hay allí, ya ni me molesto en buscarlos en otros lados, porque me estoy ahorrando bastante dinero y aunque me tardan 1 mes o así en llegar, valen la pena, porque tienen mucha variedad y en buenas condiciones los de 2ª mano hasta el momento.
Saludos
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- Rubén
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ACB, el Mutie escribió:alejandro_ escribió:Este es tu libro, contiene perdidas humanas en las operaciones militares sovieticas del siglo XX. Para complementarlo hay algunos datos sobre heridas, rangos, ramas del ejercito y otro. Tambien tiene de material pero no en tanto detalle:Soviet Casualties and Combat Losses in the Twentieth Century (Hardcover)
by John Erickson (Foreword), G.F. Krivosheev (Editor), Christine Barnard (Translator)
Por unos 12 euros esta muy bien.
Gracias, ya he tomado nota (lo tengo localizado) y lo tengo para un siguiente pedido.
Con sólo 304 páginas, algo mediocre. Yo tengo el original ruso de 608 páginas:
http://www.soldat.ru/doc/casualties/book/
saludos
Gloria a Ucrania
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Apónez escribió:1.- ¿Cómo le pueden faltar al libro la mitad de las páginas?
Con frecuencia se hacen versiones recortadas para occidente.
2.- En la lista de bajas ¿los desaparecidos serían los prisioneros?, es que no se vé ningún número de prisioneros, sólo muertos, heridos y desaparecidos
Sí, entre los desaparecidos se incluían a los prisioneros, pero también a todos los demás que tras el combate no aparecían y que nadie vio su suerte. Podían haber caído prisioneros, o también podían haber muerto o desertado.
Esta es una de las causas de que en la URSS todo el mundo evitaba ser clasificado como "desaparecido", pues eso casi significaba ser considerado "enemigo del pueblo", por entregarse vivo al enemigo o desertar.
saludos
Gloria a Ucrania
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Rubén escribió:Con sólo 304 páginas, algo mediocre. Yo tengo el original ruso de 608 páginas:
¡ El mío (en Inglés) solo tiene 290 !
Rubén escribió:Con frecuencia se hacen versiones recortadas para occidente.
¡¡¡ Eso no es recortar, eso es dejarlo en menos de la mitad !!!
Viendo el índice ruso (o al menos, lo que puedo leer) faltan al menos las dos primeras "glavas":
- Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905
- IGM
Última edición por jmfer el 23 Nov 2008, 01:02, editado 3 veces en total.
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Apónez escribió:2.- En la lista de bajas ¿los desaparecidos serían los prisioneros?, es que no se vé ningún número de prisioneros, sólo muertos, heridos y desaparecidos
En el mío:
Irrecoverable Losses:
Killd in action, died during casualty evacuation
Mision in action, POWs who failed to return.
Died as result of accident, condemned by military tribunal, cimmited suicide.
Died of wounds or disease in treatment centres
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Con sólo 304 páginas, algo mediocre. Yo tengo el original ruso de 608 páginas:
Hombre, es mediocre comparado a la version rusa, pero no hay nada en Occidente similar. Y por 12 euros de segunda mano me parece un buen negocio, un Osprey puede costar mas...
En Amazon hay unos cuantos de segunda mano a la venta. Yo desde que descubrí todo lo que hay allí, ya ni me molesto en buscarlos en otros lados, porque me estoy ahorrando bastante dinero y aunque me tardan 1 mes o así en llegar, valen la pena, porque tienen mucha variedad y en buenas condiciones los de 2ª mano hasta el momento.
Y que lo digas, yo ya no miro en otra parte. Y me he ahorrado un monton.
Saludos.
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Apónez escribió:En el mío:
Irrecoverable Losses:
Killd in action, died during casualty evacuation
Mision in action, POWs who failed to return.
Died as result of accident, condemned by military tribunal, cimmited suicide.
Died of wounds or disease in treatment centres
Apónez se refiere a los desaparecidos, no a las bajas irrecuperables. Los desaparecidos son aquellos cuya suerte se desconoce tras el combate.
Si por ejemplo, al avanzar el ER en 1944 descubre una fosa con 10 combatientes muertos en 1941 cuya suerte era desconocida en aquel entonces, éstos eran reclasificados de "desaparecidos" a "bajas irrecuperables". Pero hasta ése momento, esos 10 no caían en esa lista de clasificación de bajas irrecuperables que pones.
alejandro_ escribió:Con sólo 304 páginas, algo mediocre. Yo tengo el original ruso de 608 páginas:
Hombre, es mediocre comparado a la version rusa, pero no hay nada en Occidente similar. Y por 12 euros de segunda mano me parece un buen negocio, un Osprey puede costar mas...
Sí, yo creo que aún así el libro de Krivosheev es un libro imprescindible y muy, muy recomendable.
Aún así hay que tener en cuenta que los libros de Krivosheev (porque no es 1, son varios del mismo tema), tienen múltiples errores y desinformaciones, influenciados por la tendencia nacionalista-comunista. Krivosheev, por ejemplo, generalmente trata de disminuir las cifras de pérdidas soviéticas, operación por operación; y repite muchas tesis propagandísticas de la época soviética descartadas como falsas hace tiempo.
Saludos
Gloria a Ucrania
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Sí, yo creo que aún así el libro de Krivosheev es un libro imprescindible y muy, muy recomendable.
Aún así hay que tener en cuenta que los libros de Krivosheev (porque no es 1, son varios del mismo tema), tienen múltiples errores y desinformaciones, influenciados por la tendencia nacionalista-comunista.
La naturaleza de la obra lo hace muy recomendable. Nunca antes se habia publicado un listado de bajas sovieticas por operacion, ano y teatro. Evidentemente hay variaciones, y la cifra total se ha aumentado desde que se publico la primera edicion, pero da una cifra razonablemente fiable que poco tiene que ver con otras publicadas con anterioridad.
Ruben, hace unos dias te mande un mp, te ha llegado?
Saludos.
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