Los Panzer alemanes: detrás del mito

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
japa
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Mensaje por japa »

RAGNAROK



El árbol Yggdrasil temblará y nadie en el cielo o la tierra será libre del miedo. Los Aesir y todos los Einherjar se armarán y correrán a la llanura. Odín cabalgará el primero con un yelmo de oro y una bella cota de malla, y llevará su lanza, Gungnir, y se enfrentará al lobo Fenrir, y Thor caminará a su lado, más no podrá ayudarle pues tendrá sus manos ocupadas luchando con la serpiente Midgard. Frey combatirá a Sutur, y habrá una lucha feroz hasta que Frey caiga; ceder su hermosa espada a Skfrnir, le llevará a la muerte. Entonces el sabueso Garm, que está encadenado frente al Gnipahellir, se liberará, y luchará con Tyr, y cada uno matará al otro. Y Thor golpeará a la Serpiente Midgard, pero retrocederá nueve pasos antes de caermuerto, víctima del veneno de la serpiente. Y el Lobo devorará a Odín y será su muerte.


(Snorri Sturluson, La alucinación de Gylfi)



El concierto de despedida se celebró el 12 de abril de 1945 por la tarde… Para la primera parte elegí la última aria de Brunilda y el final de El Crepúsculo de los Dioses; un gesto patético y melancólico a la vez ante el fin del Reich.


(Albert Speer, Memorias)


ESPERANZAS INCUMPLIDAS

Agotamiento


La dura resistencia ofrecida por los alemanes hasta la operación Cobra llevó a los mandos aliados a temer que la lucha en Francia se convertiría en una repetición de la guerra de posiciones de 1914. La rapidez del desmoronamiento enemigo tras la ruptura trajo consigo una oleada de optimismo que hizo caer la balanza por el otro lado, y llevó a los líderes aliados a confiar en una terminación de la guerra antes de las navidades. También los soviéticos se plantearon que el final podía estar al alcance de la mano, aunque no se hicieron demasiadas ilusiones, ya que un montón de amargas experiencias les recordaban la capacidad de respuesta de los germanos. Y eso es lo que iba a suceder

Mientras el entusiasmo crecía en el bando aliado, los alemanes estaban recomponiendo sus frentes a toda velocidad, y el endurecimiento de la resistencia iba a caer como un jarro de agua fría sobre las tropas que avanzaban hacia las fronteras alemanas.

Suele hablarse del milagro de otoño para referirse a la asombrosa recuperación de la capacidad de combate alemana que se produjo en los últimos meses de 1944. Sin embargo no hay nada sobrenatural en ello. En gran parte fue la lógica consecuencia de los sucesos del verano.

Lo primero que hay que entender es que tanto en el este como en el oeste los aliados alcanzaron sus límites operativos más o menos en septiembre. Las tropas del Ejército Rojo llegaron al límite de sus líneas de comunicaciones al alcanzar el Vístula, un objetivo que, recordemos, no estaba previsto inicialmente. En cuanto a los aliados occidentales, todo el material que alcanzaba el frente, tenía que hacerlo desde las playas de Normandía, ya que los puertos del Canal estaban inutilizados o todavía estaban ocupados por guarniciones alemanas. Se suponía que la liberación de Amberes (alcanzada el 4 de septiembre por la 11ª acorazada británica) debería haber solucionado el problema, pero Monty no completó la operación y los alemanes pudieron enviar refuerzos que tomaron posiciones en las bocas del Escalda, cerrando así el puerto. Por añadidura, Montgomery presionó para que los suministros disponibles fueran enviados casi en su totalidad a sus tropas, ya que insistía en que sólo así se ganaría la guerra, dejando así a las tropas de Bradley en una situación muy precaria. Patton lo expresó con meridiana claridad: mis hombres pueden comerse los cinturones, pero los tanques necesitan gasolina.

Un problema adicional era que en ambos frentes toda la logística dependía del transporte rodado, y debía atravesar un territorio en el que las comunicaciones estaban destruidas prácticamente por completo, en el oeste por la aviación aliada, en el este por las demoliciones alemanas, mucho más eficaces cuanto que en Bielorrusia no había demasiadas carreteras antes de la guerra. Y no sólo había que mover los pertrechos desde las zonas de concentración hasta el frente, ya que además había que volver a llenar los almacenes: el éxito de las operaciones implicó un salto tremendo en el consumo, sobre todo en lo que a combustible y municiones se refiere.

El apoyo aéreo cercano también estaba al límite de sus posibilidades, ya que los cazabombarderos partían de campos que ya quedaban a doscientos kilómetros de las puntas de avance. Había que preparar nuevos aeródromos y trasladarlo todo, algo que no podía hacerse con prisas.

Por otra parte los aliados debían proceder a redistribuir y concentrar de nuevo sus fuerzas. Para los occidentales el problema era menor, ya que todas sus tropas estaban motorizadas, pero debían desplazarse por las mismas rutas por donde fluían los suministros, con lo que la situación era, como mínimo, compleja. Los soviéticos por su parte tenían que mover un volumen de tropas muy superior al de los angloamericanos desde un frente que abarcaba desde el Báltico hasta el Mar Negro hasta uno que iba del Vístula a los Cárpatos. Además las tropas que estaban en primera línea habían avanzado sin cesar durante semanas, y necesitaban un mínimo descanso. Además había que cubrir las bajas, lo que para los ingleses ya era un problema de primer orden.

En resumen, al llegar septiembre era inevitable que los aliados frenaran su avance. Se ha especulado mucho con que si el avance en uno u otro de los frentes hubiera continuado como hasta entonces los alemanes no hubieran podido establecer una línea defensiva y Patton o Rokossovsky podrían haber entrado en el territorio del Reich antes de octubre, pero se trata de un debate inútil: el parón no se debió a motivos políticos o estratégicos, sino puramente militares: era imposible seguir adelante sin más.


zimisces
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japa escribió: Los británicos fueron, de todos, los enemigos más asequibles para Alemania. Por un lado su potencial humano ya no daba más de sí, y sus mejores tropas estaban agotadas tras casi cinco años de lucha ininterrumpida. Soldados como los Dessert Rats estaban más que hartos de ser empleados siempre en lo más duro de la batalla, y empezaban a exigir que otras unidades empezaran ya a asumir su parte del trabajo. A eso se sumaban las anquilosadas ideas operativas del mando inglés, encabezado por su mediático comandante, el mariscal Montgomery. Su asombrosa falta de flexibilidad operativa se traducía en un volumen de bajas que Gran Bretaña simplemente no podía asumir. Para más inri el gobierno de Churchill, por cuestiones de prestigio, insistía en que la estrategia en el continente debía otorgar el papel más decisivo al ejército inglés, pese a la evidencia de que el esfuerzo bélico de la nación iba a empezar a decrecer a toda velocidad. Todos esos factores se conjugaron para que las tropas del Reino Unido se llevaran la cuchara de palo de la campaña europea.




De hecho la producción británica para el Ejército hizo pico en 1942-1943 lo mismo que los recibos americanos, y desde entonces venía descendiendo, compruébenlo ustedes mismos campo por campo

http://www.wwiiequipment.com/default.aspx


japa
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MILAGROS RAZONABLES

La recuperación germana tampoco necesita explicaciones sobrenaturales. Alemania se encontró con una serie de factores que jugaban a su favor.

El primero, inevitablemente, fue el acortamiento de las líneas de comunicaciones a medida que el frente retrocedía. Reforzar y abastecer las posiciones de Normandía o Ucrania era una tarea mucho más compleja que hacerlo a la altura del Vístula o el Mosa. Mientras los aliados se encontraron operando al final de unas rutas de suministro casi al límite de la ruptura, los alemanes lo hacían ya por sus propias líneas interiores, lo que permitía una movilidad muy superior a la que tenían antes del verano.

Del mismo modo el problema de defender una extensión de frente desmesurada quedó muy simplificado, lo que redundó en una mayor eficacia a la hora de mover los efectivos disponibles. Por supuesto que hubiera sido mucho mejor un acortamiento del frente voluntario, como venían reclamando los mandos del Este desde hacía un año, y no merced a una serie de sangrientas derrotas, pero de cualquier modo la ventaja estaba ahí.

El tercer factor que pesó en favor de Alemania fue la modificación de la estrategia aérea aliada en el verano. La mayor parte del potencial de bombardeo de los angloamericanos se dedicó entre abril y septiembre a la tarea de preparar el desembarco y apoyar las subsiguientes operaciones, y la campaña contra la industria alemana no volvió a cobrar fuerza hasta el final del verano. Ese respiro fue bien aprovechado y permitió disponer de unos stocks de armamento, municiones y combustible que, si bien no compensaban las enormes pérdidas sufridas, permitiría continuar la contienda durante unos meses. Hay que decir que el factor clave no fue tanto que cesaran los bombardeos sobre las fábricas, ya que la producción de 1944 creció de forma continua durante todo el año, como el alivio de la presión sobre las comunicaciones, que permitió sacar partido de esa producción. Las empresas seguirían fabricando armamento prácticamente hasta el final de la guerra, pero a partir del otoño los estadounidenses reanudaron sus operaciones de bombardeo y se concentraron en la destrucción de las líneas férreas y los nudos viarios, con lo que la mayoría de las armas construidas no llegarían jamás a sus destinatarios.

A estos tres factores se sumó el entusiasmo de Joseph Goebbels, recién nombrado plenipotenciario de la Guerra Total. El hiperactivo ministro empezó a rebañar todas las posibles fuentes de reemplazos, enviando al frente personal de la Luftwaffe y la Kriegsmarine (con preferencia por los primeros, ya que estaba tratando de minar la ya tambaleante posición de Goering), enfermos, lisiados, miembros de la organización Todt, trabajadores, funcionarios… lo que permitió cubrir parte de las bajas del Heer y las Waffen. Eso sí, con tropas sin ninguna experiencia o adiestramiento adecuado y a costa de desguarnecer sectores vitales en los transportes y la industria, ya que el ministro Speer también estaba en el punto de mira del ambicioso Doctor. Para acabar de rematar las cosas, en octubre los Gauleiter quedaron al cargo del nuevo Ejército Popular (Volkssturm) y empezaron a reclutar a la fuerza a todos aquellos varones capaces de empuñar un arma, añadiendo aún más caos a la ya agitada situación de las reservas, y apurando los últimos recursos humanos del Reich. La fanática campaña de Goebbels permitiría sostener los frentes en otoño, pero no era más que pan para hoy y hambre para mañana y, a la larga, aceleraría el final de la contienda.

Pero al margen de lo que sucediera al cabo de un par de meses, lo cierto es que a primeros de septiembre las fuerzas aliadas se encontraron con que, lejos de rendirse, los alemanes tenían aún fuerzas para darles más de una dolorosa sorpresa. La ruta hacia Berlín no era muy larga, pero iba a quedar tachonada de lápidas.


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LOS ÚLTIMOS: INÚTILES O TARDÍOS

En los meses finales de la guerra Alemania desplegó sus últimos modelos disponibles, pero ninguno de ellos iba a influir en el curso de los acontecimientos. Algunos carecían de una utilidad táctica real y otros llegaban demasiado tarde como para suponer una amenaza seria para los aliados. Hitler esperaba con ansia que estos vehículos hicieran maravillas, pese a que la triste actuación de los primeros Tiger II dejaba muy claro que las armas milagrosas no iban a cambiar nada.

Los propios Tiger II iban a dar un resultado bastante irregular, demostrando una razonable eficacia en las situaciones defensivas y dando escasos dividendos en las ofensivas. Esta tendencia variaría en los últimos combates, ya que las distancias sobre las que iban a tener que desplazarse los carros pesados inevitablemente se fueron haciendo más reducidas a medida que decrecía el territorio del Reich y las unidades que los empleaban fueron conociendo mejor el vehículo y reduciendo el volumen de averías. Empero, no podemos considerar que el carro llegara en ningún momento a estar libre de la miríada de problemas con los que nació. Además, si bien en 1943 los Tiger I eran casi invulnerables en combate, dos años después el arsenal aliado disponía de bastantes medios capaces de dar cuenta de los carros pesados.

El JagdTiger entró en servicio con cuentagotas y sólo pudieron equiparse con él dos batallones de cazacarros pesados, los sPzJgAbt 512 y 653. Dada la precariedad de la situación industrial alemana en los meses finales del conflicto era necesario recibir los vehículos desarmados en los batallones por un lado y el armamento por otro, acoplando ambos en la unidad y llevando allí a cabo las tareas de calibración y puesta a punto. El 512 intervino de forma unitaria en los combates de Balatón, pero aparte de esa operación el empleo de los JagdTiger fue fragmentario, usándoselos como búnkeres más o menos móviles. Tan sólo entraron en servicio 85 ejemplares y puede decirse que su influencia en los combates fue nula.

Hitler esperaba que los cazacarros gigantes abrirían el paso a las tropas durante las ofensivas, invulnerables a todo y capaces de aplastar cualquier resistencia con sus enormes cañones. La opinión de sus usuarios era muy diferente, como dejó claro Otto Carius, que se incorporó al batallón 512 a primeros del 45:

Cualquier giro del cañón obligaba a mover el vehículo entero, con lo que la transmisión y y la caja de cambios quedaban pronto inservibles… El bloqueo del arma debía retirarse desde fuera del vehículo en pleno combate… El bloqueo era imprescindible durante la marcha porque de otra forma los soportes se daban de sí (por el peso del arma) y era imposible apuntar…La longitud del cañón hacía que vibrara tanto que cualquier mínimo desplazamiento fuera de una carretera dejaba el arma desalineada con respecto a las ópticas… Que una monstruosidad semejante se construyera en la fase final de la guerra ¡O en cualquier momento!


Igualmente resultó nulo el empleo de los cañones de asalto SturmTiger. Los 18 ejemplares construidos se repartieron entre tres compañías de demolición y su primera acción de combate tuvo lugar en Varsovia, al reprimir el alzamiento. Fue la única vez que se emplearon para aquello que habían sido diseñados, ya que a partir de ahí se usaron como piezas de apoyo, función en la que eran útiles hasta el momento en que estaban localizados: a partir de ahí las lentas moles eran aniquiladas por la artillería o la aviación. A excepción de algún éxito puntual (aunque no está corroborado, parece que un disparo afortunado de un Sturm logró destruir varios M-4 que se movían demasiado cerca unos de otros) no demostraron ningún valor real a nivel táctico, ya que su movilidad era reducidísima y lo engorroso del proceso de carga obligaba a un ritmo de disparo muy lento.

La mayoría de los JagdTiger y SturmTiger fueron destruidos por sus propias tripulaciones tras verse averiados, ya que no había medios para moverlos una vez inmovilizados.

Hacia finales del 44 se recibieron los primeros cazacarros JgPz IV/70, llegando a contruirse 1200 ejemplares, destinados inicialmente a los batallones de cazacarros de las PzDiv. Este vehículo resultaba muy difícil de destruir por su bajo perfil (no tan bajo en su versión A) pero en su principal intervención en combate, durante la batalla de las Ardenas, se emplearon en un terreno muy desfavorable. Pese a todo no resultaba mucho más eficaz en combate que un StuG y desde luego era mucho más caro que el pequeño JagdPanzer 38, que entró en servicio casi a la vez.

El cazacarros Hetzer estuvo operativo en julio del 44 y vio sus primeros combates en el frente oriental, durante las luchas del verano, con el PzJgAbt 731, asignado al GE Norte. Posteriormente estos pequeños vehículos combatirían en Arhem y las Ardenas, en el frente occidental.

El despliegue del Hetzer, aparte de algunos batallones independientes (541, 731 y 741) se dedicó inicialmente a reforzar unidades de infantería y Panzergrenadier, pero en enero se decidió la formación de brigadas independientes, llegando a completarse una, la PzJgBri 104. En total pudieron equiparse unas 80 compañías entre unas y otras unidades, que recibieron algo más de 2000 ejemplares de los 2800 construidos entre marzo del 44 y mayo del 45, un nivel de producción asombroso, sobre todo si tenemos en cuenta que más de 1200 salieron de las factorías en los últimos cuatro meses.

En la misma conferencia del OKW donde imaginó a los JagdTiger como indestructibles arietes, Hitler fantaseó también sobre la invulnerabilidad de los Hetzer, que en su opinión debían enterrarse en el suelo para formar impenetrables círculos defensivos. Al margen de los delirios del Führer, el Hetzer dio un excelente resultado, aunque las tripulaciones lo encontraban demasiado incómodo de manejar por lo estrecho del compartimento y lo movido de sus traslados. A pesar de esos defectos y, sobre todo, de la falta de tripulaciones bien adiestradas (las compañías se formaron generalmente en base a nuevos reemplazos) que repercutía en un empleo táctico inadecuado y un mantenimiento muy negligente, los aliados tuvieron el dudoso placer de comprobar la eficacia del pequeño cazacarros de la Skoda.

En los últimos momentos de la guerra se empleó todo aquello que había a mano y algunos prototipos fueron lanzados a la batalla casi sin terminar de ensamblarlos, pero en lo que se refiere a vehículos de serie, los JagdTiger, SturmTiger, JgPz IV/70 y Hetzer fueron la última incorporación al arsenal alemán, y los dos primeros fueron, pura y duramente, un absurdo derroche de recursos. Hubiera sido mucho más rentable dedicar los medios disponibles a la fabricación de armas sencillas y eficaces como el Hetzer, pero con todo ni siquiera éste significaba ya gran cosa: el JagdPanzer 38 llegaba en un momento en el que Alemania tenía ya todas las puertas cerradas a su espalda y en las condiciones en que se desarrollaron los últimos combates su empleo no marcó ninguna diferencia. Era demasiado tarde.


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PARA TODA SOLUCIÓN HAY UN PROBLEMA

En las duras campañas desde 1941 a la primavera de 1944 las PzDiv tuvieron ocasión de reponerse tras verse reducidas a su mínima expresión, y en poco tiempo recuperaron un nivel de fuerza razonable. Eso ya no fue posible tras las derrotas del verano. Algunos de los factores que lo impidieron eran lógicos, como el tiempo, el espacio o los recursos humanos.

Algunas de las mejores unidades, como las divisiones acorazadas de las Waffen SS, llevaban a cabo la reconstruccion en Francia, mientras que las menos afortunadas se veían obligadas a hacerlo en la retaguardia del frente Oriental, en Bielorrusia, Ucrania… esos tiempos felices habían terminado: ya no quedaban áreas de descanso ni había mucho territorio que pudiera considerarse como retaguardia. Las tareas de recomposición debían llevarse a cabo casi en el frente, bajo la constante presión de los bombardeos o la inminencia de nuevas ofensivas.

El tiempo era un lujo que los alemanes ya no podían permitirse. Las operaciones de Ucrania acabaron con la esperanza de que el invierno supondría un obligado parón a las operaciones ofensivas, y si eso era válido en el Este, más aún lo sería en el Oeste (aunque, como veremos, ahí el invierno actuó a favor de los alemanes, al menos temporalmente)

En cuanto al personal disponible, Alemania había llegado al fondo del barril. Algunas divisiones tenían batallones de adiestramiento donde se estaban adiestrando nuevos reemplazos y eso facilitó un cierto nivel de recuperación con tropas mínimamente preparadas, pero otras tuvieron que apañarse con los retales que iban siendo recortados de la Luftwaffe o la Kriegsmarine, tropas escasamente motivadas, con nulo adiestramiento en medios blindados y poca o ninguna experiencia de combate, ya que ambos organismos (sobre todo el de Goering) habían desarrollado una estructura administrativa hipertrofiada y muchos soldados de oficina se vieron de pronto en el frente. Además las escuelas donde debían formarse las nuevas tripulaciones apenas tenían combustible y los conductores llegaban a las unidades con un par de semanas de prácticas en carros distintos a los que iban a emplear, ya que era más económico emplear vehículos como el Pz III, que consumían menos gasolina.

Si eso era válido para las PzDiv, que tenían prioridad a la hora de los reemplazos, la situación era aún peor en la infantería, que recibía pura carne de cañón, incluyendo sordos, enfermos, lisiados, ancianos… Dado que la cooperación entre carros e infantes dependía de un buen adiestramiento la bajada de calidad de los últimos era una pésima noticia para los primeros.

A estos factores inevitables se sumaron otros que respondían a la manera de hacer las cosas en la Alemania nazi y ayudaron a empeorar aún más las cosas en la PanzerWaffe.

Como era de suponer, tras el atentado de julio la desconfianza de Hitler por el Heer se multiplicó, y las Waffen tuvieron preferencia a la hora de recibir equipamiento y personal, con lo que la calidad de los reemplazos disponibles para las demás divisiones se redujo aún más. Adicionalmente, Hitler pasó a confiar casi en exclusiva en los generales SS como Dietrich, que se vieron ascendidos más allá de su capacidad real. El Führer esperaba que el fanatismo nazi triunfara donde no lo hacía la experiencia militar.

También hubo un trasvase de mandos del frente oriental al occidental, ya que Hitler opinaba que los angloamericanos eran un adversario débil y llegó a la conclusión de que los mandos de las tropas en el Oeste habían fracasado por cobardía o por pura traición, y los del Este estaban mucho más endurecidos (pese a que jefes como Model o Kluge no habían podido actuar de forma distinta a como lo habían hecho Rommel y Rundstedt). Eso puso las operaciones en manos de generales que, pese a su profesionalidad y veteranía, no sabían lo que suponía enfrentarse a un enemigo que gozaba de una superioridad aérea aplastante y una ventaja en potencia de fuego, movilidad y comunicaciones que los alemanes ni siquiera alcanzaban a imaginar.

Finalmente, las divisiones machacadas en el campo de batalla estaban, según Hitler, debilitadas en su espíritu de lucha, y destinar recursos a recomponerlas era una pérdida de tiempo, con lo que dio preferencia a la formación de nuevas unidades.

La 273ª PzDiv de reserva se constituyó durante la primavera del 44, en julio se reconstituyó la división acorazada Feldherrnhalle (sobre los restos de la unidad del mismo nombre que había sido aniquilada en Bagration) y la división de adiestramiento Tatra se formó en noviembre. En enero se fundó la PzDiv Kurmank sobre los retales de la brigada de reemplazo de la GrossDeutschland. En febrero se constituyeron la PzDiv Holstein (en base a la 233 de reserva) y la Jueterbog (formada en torno a un batallón Lehr de esa ciudad). En marzo se organizaron la 232ª PzDiv, la Muenchenberg y la Feldherrnhalle II, en abril la PzDiv Clausewitz y la FührerBagleit, en mayo la 233ª PzDiv, sobre los restos de la unidad de reserva del mismo numeral.

Estas divisiones y algunas más, como la SIlesia (que sólo existió nominalmente ya que sus diversos componentes fueron incorporadas a otras unidades) No tuvieron ningun peso real en el campo de batalla. Se formaban apresuradamente en base a restos parciales, unidades de adiestramiento, tropas dispersas reclutadas durante las retiradas… sólo sirvieron para añadir más caos a la desintegración de la Panzerwaffe ya que las pocas que se constituyeron con un poco de tiempo lo hicieron en base a las divisiones de reserva, es decir, los últimos restos de la organización creada por Guderian. Hubo divisiones como la Muenchenberg que no llegaron a recibir más allá de un puñado de carros requisados en las fábricas a medida que eran producidos. Otras fueron reunidas para verlas deshacerse en las semanas siguientes…

En cambio las nuevas PanzerBrigade (cerca de una veintena) que se formaron en el año 44 eran unidades planificadas y equipadas minuciosamente. Estas formaciones se crearon por orden de Hitler y recibieron la parte de león de la producción de carros entre junio y septiembre. El nombre resulta engañoso ya que no eran brigadas sino regimientos acorazados con uno o dos PzBon (el adicional equipado con Pz IV mientras que el básico disponía de carros Panther. Adicionalmente las PzBri disponían de un complemento de cazacarros Pz IV/70 y algunos FlakPanzer. Su dotación de infantería era de un batallón de Panzergrenadier y aunque el equipamiento en vehículos acorazados, semiorugas y cazacarros era bastante bueno para lo usual en el Heer, no tenían demasiada artillería de campaña ni Panzerpioneer. Tampoco contaban con unidades de reconocimiento ni había demasiado personal de transmisiones.

En lo que a potencia acorazada se refiere, una PanzerBrigade puede parecer una fuerza a tener en cuenta, ya que podía disponer de hasta 72 panzer (36 Pz IV y 36 Pz V) y una docena de JgPz IV, pero las brigadas se basaron en retales de divisiones de infantería machacadas en el Este, algunos oficiales y suboficiales entresacados de PzDiv del mismo frente más un enorme porcentaje de reemplazos nuevos, demasiado jóvenes, sin entrenamiento táctico y apenas unas cuantas horas de prácticas de conducción. El resultado fue que no sólo las brigadas estaban desequilibradas en su estructura, sino que su eficacia en combate era más que dudosa, ya que la infantería carecía de cualquier experiencia en coordinación con los carros y los carristas apenas sabían cómo usar sus vehículos. Las PzDiv nuevas se formaban usualmente desdoblando una ya existente, con lo que los veteranos instruían a los novatos. Aquí no había veteranos.

Con tiempo, las PzBri hubieran podido llegar a ser fuerzas valiosas, pero fueron lanzadas al matadero apenas formadas, con lo que ni siquiera los mandos tuvieron ocasión de adaptarse a trabajar en ellas, no digamos de coordinar adecuadamente sus diversas partes y mucho menos de habituarse a un teatro muy diferente al que conocían en Rusia.

Así las cosas, gran parte del esfuerzo alemán por recuperarse en el otoño del 44 fue destinado a unas unidades sin valor real, mientras las PzDiv veteranas esperaban en vano a recibir sus propios pertrechos.


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ROTOS Y DESCOSIDOS

Mientras el material disponible era mandado preferentemente a las nuevas unidades acorazadas, las divisiones veteranas fueron recomponiéndose de forma separada, según las oportunidades que tuvo cada una.

El estado en el que terminaron la campaña de verano difería mucho de unas a otras. Las divisiones que, como la 21ª PzDiv, se vieron obligadas a retirarse del frente normando en medio de la ofensiva aliada, lograron sacar del cepo buena parte de su personal, pero estaban desnudas de equipamiento. Por el contrario las que se retiraron desde el sur de Francia, como la 11ª PzDiv y las PzGrDiv 3ª y 15ª estaban en una forma bastante buena (con un batallón completo de Pz IV, la 15ª estaba mejor armada que la mayoría de las PzDiv del frente occidental). Las unidades en peores condiciones eran las que habían recibido las embestidas soviéticas. La 13ª PzDiv, por ejemplo, fue prácticamente destruida y sólo unos pocos restos alcanzaron las líneas alemanas (algunas tropas lograron llegar a Bulgaria, pero fueron internadas y posteriormente entregadas a los soviéticos).

Las divisiones más maltratadas tuvieron que reconstruirse casi desde cero. La 13ª fue refundada a partir de una de las nuevas PzBri, la 110ª, mientras la 9º PzDiv se recomponía canibalizando a la 155ª PzDiv, una unidad de reserva (pero carecía de material moderno para reemplazar el equipo perdido y en septiembre sólo disponía de carros Pz III y IV). La 2ª PzDiv absorbió los restos de la 352ª InfDiv

Algunas unidades ni siquiera tuvieron un respiro para tratar de cubrir sus huecos, como la 14ª PzDiv, que según fue retirada de la lucha en el sur de Ucrania fue mandada a toda prisa para unirse al GrE N. La 17ª, por su parte, no llegó a recuperarse tras la ofensiva de Konev, y mientras una parte de la unidad se reorganizaba como el KampfGruppe 17ª PzDiv, el resto se usó para constituir la PzBri 108ª. Tampoco la 19ª PzDiv tuvo ocasión de recuperar fuerzas y se mantendría hasta el final de la guerra como un pequeño grupo de combate, con apenas un par de compañías panzer. La 20ª debía reconstruirse en Prusia Oriental, pero antes de que empezara siquiera a adiestrar sus nuevos reemplazos fue enviada a Hungría

Un caso típico de reconstrucción a trompicones es el de la 116ª PzGrDiv Greyhound. Esta unidad fue triturada en Falaise y reducida a los restos de un batallón, disponiendo en agosto de unos 600 hombres y una docena de carros. Durante la retirada los restos de la unidad recuperaron un convoy de Tiger I y los añadieron a su plantilla, de modo que en septiembre disponía de unos 40 carros, entre ellos dos compañías de Pz VI, y unos 3000 hombres. Antes de poder completar la plantilla de un regimiento fue enviada de nuevo al campo de batalla.

La 21ª PzDiv estuvo a la espera todo el mes de septiembre, sin que se le enviaran nuevos carros, con lo que sólo contaba como fuerza acorazada con un par de compañías de StuGs. Tampoco la Panzer Lehr estaba en mejor situación, ya que apenas disponía de dos docenas de Pz IV, pero le fue asignado un reemplazo de 72 carros Panther. El Heer no quería dejar de lado su unidad más valiosa.

Las divisiones de las Waffen tuvieron algo más de apoyo que las del Heer, y las que estaban en el Oeste pudieron retirarse del frente para recobrar fuerzas, ya que Hitler esperaba formar una adecuada reserva acorazada con los SS PzKorp de cara a futuras operaciones.

El II SS PzKorp, con las SS PzDiv 9ª y 10ª se estacionó en Holanda, donde se esperaba que dispondría de un periodo suficiente de descanso. La idea era ir enviando a Alemania parte de una de las divisiones, recomponerla, y luego hacer lo propio con la segunda, hasta tener ambas unidades en buen estado. Sin embargo y como veremos más adelante Holanda no iba a ser, después de todo, un buen lugar de descanso.

El I SS PzKorp con las divisiones Leibstandarte, Das Reich y HitlerJugend tuvo algo más de tiempo ya que no se vio envuelto en los combates de Holanda (aunque la HJ envió un KG en apoyo del II SS PzKorp) pero si bien estas unidades recibieron más equipo que sus homólogas del Heer, tampoco dispondrían de demasiados medios y sus recursos humanos ya no eran de élite. Alemanes étnicos, reemplazos de tierra de la Luftwaffe, pilotos, marinos… las SS ya no podían elegir.

Las divisiones SS estacionadas en el Este, como la Wiking y la Totenkopf tuvieron también un periodo de relativa calma mientras los soviéticos recuperaban el aliento antes de iniciar nuevos avances, pero no recibieron demasiada atención. Hitler consideró a partir del verano que sólo sería posible conseguir una victoria decisiva en el Oeste, y las tropas del frente Oriental quedaron relegadas a un lugar secundario, al menos a sus ojos.

En cualquier caso, las PzDiv y PzGrDiv ya no volverían a recuperar el vigor de unos meses antes, y aunque conservaran su designación como divisiones, su nivel de fuerza no llegaría a sobrepasar el nivel de un regimiento acorazado. En los meses finales de la guerra las unidades se amalgamarían en diversos KampfGruppe según las necesidades del momento, ya que ninguna estaba en condiciones de operar individualmente.

Un caso aparte lo constituyen dos de las divisiones más célebres, la Hermann Goering y la GrossDeutschland, ya que en el otoño ambas unidades fueron ampliadas uniéndolas con una PzGrDiv y elevándolas a la categoría de PzKorp. Este título, como ya era habitual, no correspondía con la fuerza real de las agrupaciones, que apenas alcanzaban el nivel de combate de una división completa. y parece ser un ejemplo de la obsesión de Hitler por los nombres sonoros, como lo fue en su momento la redesignación de los SturmAbt como SturmBri.

Sólo nos queda decir que en la última fase de la guerra la estructura de las PzDiv volvió a reformarse, pasando al tipo 45, que reducía su despliegue a un batallón acorazado con una plantilla de 40 carros medios, uno de cazacarros con 22 JagdPanzer, uno de PzGr, uno de reconocimiento con blindados de ruedas, uno de PzGr, uno de uno de panzerpioneer, uno antiaéreo y un regimiento de artilleria, más las correspondientes unidades de mando, servicios y transmisiones. En esencia esta reforma dividía en dos la fuerza de una división tipo 43/44, pero sólo era papel. A la hora de afrontar los últimos combates cada división combatió con los medios que pudo encontrar, y con los escasos reemplazos que hubiera disponibles. El tiempo de la planificación había quedado atrás, y sólo quedaba luchar como fuera hasta el amargo final.
Última edición por japa el 22 Dic 2008, 03:40, editado 1 vez en total.


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CAMINO DEL RIN

LORENA

Opciones y elecciones


A finales de agosto los aliados habían liberado casi toda Francia, a excepción de los puertos que aún ocupaban los alemanes y una amplia protuberancia entre el Loira y Estrasburgo. De norte a Sur se desplegaban el XXI Grupo de Ejércitos de Montgomery, formado por el I Ejército Canadiense en el flanco izquierdo, y el II Ejército británico en el derecho; estas fuerzas apuntaban directamente hacia Bélgica, en dirección a Amberes. En el centro del dispositivo angloamericano estaba el XII Grupo de Ejércitos del US Army, dirigido por Bradley, que se dividía entre el I Ejército de Hodges y el III de Patton; precisamente el III Ejército era el que estaba más cerca de las fronteras alemanas. Por el Sur llegaba el VI Grupo de Ejércitos de Dever formado por el VII Ejército americano y el I Ejército Francés. Estas tropas venían desde Marsella a través del valle del Ródano, contorneando la frontera franco suiza.

Eisenhower, defendía un avance en toda la extensión del frente, eliminando así a todas las tropas enemigas al oeste del Rin antes de penetrar en Alemania. Por su parte Monty insistía en que el esfuerzo debía concentrarse en apoyar un único golpe que atravesara Holanda y penetrara en la cuenca del Rhur, acabando con la capacidad de resistencia germana. Por supuesto esa tarea debía confiarse a las tropas britanicas bajo su mando, mientras los estadounidenses llevaban a cabo tareas secundarias. Esta opción era apoyada con entusiasmo por Churchill, que veía como la influencia de Londres se desvanecía a medida que llegaban más fuerzas americanas a Europa.

La opción inglesa, aunque estratégicamente razonable, no se ajustaba a la realidad militar: casi todas las fuerzas alemanas escapadas de Calais y Normandía estaban en Bélgica y Holanda, mientras que apenas había tropas entre el III EJército y la frontera germana. El sur de Alemania no tenía el valor militar y económico del Rhur, pero si Patton lograba pasar la frontera y llegar al Rin antes de que empezara el otoño la moral de los nazis sufriría un golpe demoledor. Era una oportunidad que no se podía dejar pasar.

Mientras Montgomery presionaba en pro de sus planes, Patton ordenó a sus jefes de cuerpo que prosiguieran en línea recta por la región de Lorena, atravesando el Mosela, tomando Nancy y Metz y estableciendo cabezas de puente en Mannheim y Mainz. De haber podido sostener el ritmo de avance que llevaban desde Normandía, sus tropas hubieran atravesado Lorena a la carrera, ya que lo único que se les oponía eran los restos del XIX Ejército alemán en retirada desde el Sur y un puñado de tropas de guarnición: a finales de agosto sólo había una docena de panzer frente al III Ejército.

Sin embargo la realidad de la logística impuso su ley y Patton tuvo que echar el freno el 31 de agosto tras tomar Reims y Verdún. Los ingleses se estaban llevando la parte del león de los suministros ya que Monty había logrado imponer sus puntos de vista y el III Ejército estuvo parado hasta el 5 de septiembre. Ese día los Sherman volvieron a ponerse en marcha gracias al combustible requisado en almacenes alemanes y al que Bradley logró desviar desde el I Ejército. Sin embargo la situación había cambiado drásticamente.

Hasta finales de agosto los alemanes actuaron a rebufo de los acontecimientos, tratando de sacar a todas las tropas posibles de Francia antes de que se vieran cercadas, pero a partir del 1 de septiembre dejaron de retroceder y empezaron a planificar nuevas operaciones. El OKW consideró que la amenaza más evidente era el avance de Patton, y organizó la defensa de Lorena a la vez que acumulaba reservas de cara a una ofensiva en el norte y otra en el sur. Estas medidas pasaron desapercibidas para los aliados porque apenas hubo comunicaciones por radio y los alemanes pudieron desplegar sus fuerzas sin levantar sospechas.

Hitler vio la oportunidad de dar un contragolpe antes de que Dever se reuniera con las fuerzas de Patton. Así Alemania retomaría la iniciativa en el Oeste y neutralizaría los planes enemigos ya que el OKW estaba convencido de que los aliados concentrarían su esfuerzo precisamente en el avance del III Ejército. La idea de que un general tan anquilosado como Montgomery estuviera planeando una ofensiva aerotransportada era tan contraria a la razón que ni se les pasó por la cabeza.

El momento era incluso más favorable de lo que los alemanes esperaban, precisamente gracias a los planes ingleses. Patton no sólo recibía poco combustible o munición: además sufrió un importante recorte de efectivos, ya que se le detrajeron dos cuerpos de ejército, dejándole sólo con el XII y XX ( 3 divisiones acorazadas, cuatro de infantería y dos grupos de caballería) en primera línea y el XV Cuerpo (la división de Leclerc más una de infantería) como reserva. Para empeorar las cosas su apoyo aéreo, suministrado por el XIX TAC (Mando Aéreo Táctico) se vio también limitado por la falta de gasolina y el desvío de unidades en apoyo de las operaciones de Montgomery. Por añadidura el tiempo empeoró notablemente y el III Ejército se encontró de repente casi sin aviones.

El reconocimiento aéreo se redujo y adicionalmente las tropas americanas se encontraron con un problema que nadie había previsto: Lorena era territorio germanófono y no había unidades de la Resistencia, con lo que no se recibía información sobre lo que había más allá del frente. Las unidades de avanzada tenían que manejarse con los mapas Michelin, que no contenían datos militares. Los aliados, en lo que a Lorena se refiere, estaban ciegos.

Estas circunstancias hicieron que la campaña se desarrollara en unas condiciones muy diferentes a las del resto de la guerra en Europa. Las tropas estadounidenses combatirían sin las aplastantes ventajas de logística, cobertura aérea e inteligencia de que habían gozado desde el día D.


japa
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Mensaje por japa »

PRIMEROS COMBATES

Entre el 1 y el 15 de septiembre los alemanes lograron llevar al frente de Lorena un enorme volumen de fuerzas que quedaron estructuradas en dos ejércitos, el I Ejército del general Von Knobelsdorf y el V PzArm de Von Manteuffel. El I debía asegurar la defensa de la zona mientras el segundo debía llevar a cabo la ofensiva contra el III Ejército. Ambos ejércitos estaban bajo el mando del general Blaskowitz.

Knobelsdorf disponía del LXXX Cuerpo, formado con los restos de la PanzerLehr y la 5ª FallDiv (ambas escapadas de Normandía), el LXXXII Cuerpo con tres divisiones de VolksGrenadier y el XIII Cuerpo SS con tres PGDiv (3ª, 15ª y 17ª SS), dos VGDiv y una brigada panzer (la 106ª, formada sobre restos de la división Feldherrnhalle) que debía usarse como reserva en la ofensiva.

Las divisiones VolksGrenadier eran, bajo ese nombre rimbombante, divisiones de infantería reducidas a dos tercios de su fuerza real, (seis batallones en vez de nueve) con armamento de apoyo y CC adicional. Dado que aglutinaban restos de unidades desbandadas con reclutas apenas adiestrados su nivel de combate era, en general, escaso. Ni que decir tiene que a la hora de coordinar sus acciones con unidades acorazadas el resultado era nulo. Las dos divisiones del LXXX Cuerpo estaban reducidas a despojos tras la campaña de Normandía, así que la principal fuerza de Knoblesdorf eran las PGDiv del XIII, que eran con mucho las unidades en mejores condiciones operativas.

Manteuffel, recién llegado del frente oriental, tenía a sus órdenes el XLVII PzKorp, con la 21ª PzDiv y las PzBri 111, 112 y 113. La 21ª, como hemos visto, estaba prácticamente desarmada, pero las tres PzBri suponían una fuerza acorazada considerable, con unos 270 vehículos acorazados entre carros y cazacarros. Además contaba con tres cuerpos de infantería, pero su valor combativo era escaso, ya que el LXVI estaba formado por restos de la 15ª PGDiv y la 16ª IDiv, el LXIV por dos divisiones de reserva (716ª y 189ª) y el IV era una agrupación de tres divisiones (159ª, 198ª y 388ª) formadas con tropas de la LuftWaffe. Adicionalmente se le prometió el refuerzo de la 11ª PzDiv, pero sólo una vez iniciados los combates.

Manteuffel no era optimista al respecto: en una conversación con Von Luck, de la 21ª, dejó claro lo que opinaba sobre la fuerza real del V PzArm y sus posibilidades de llevar a cabo un ataque victorioso contra Patton. De hecho, como veremos más adelante, la situación real cuando se iniciara la ofensiva sería mucho peor de la prevista por el general.

El III Ejército, como hemos visto, contaba con sólo dos cuerpos: el XX estaba situado en el ala izquierda, mientras el XII se desplegaba al sur, en el ala derecha. Ambos cuerpos se unían al sur de Verdun, y era ahí donde Hitler había previsto su golpe, dislocando las fuerzas enemigas y avanzando directamente hacia Reims, al oeste de Verdún. La ofensiva debía iniciarse no más tarde del 12 de septiembre y el golpe inicial debía ir encabezado por las tres PzBri de Manteuffel, a las que se unirían tras la ruptura las tropas del XIII Cuerpo SS. Esta planificación implicaba que las posiciones alemanas debían frenar el avance americano hasta mediados de mes.

Patton tenía sus propias ideas al respecto, y ordenó retomar el avance en cuanto hubo combustible disponible.El 5 de septiembre el XII Cuerpo trató de tomar la ciudad de Metz envolviéndola con la 35ª IDiv por el norte y la 4ª Acorazada por el sur. Para ello había que atravesar el Mosela y, tal y como llevaban haciéndolo desde Normandía, los americanos trataron de hacerlo sobre la marcha sin más. La 80ª IDiv debía asegurar el cruce del río al sur de la ciudad, pero al llegar a la otra orilla sus soldados se encontraron de frente con la 3ª PzGrDiv. Los alemanes disponían de superioridad local y contaban con la ventaja del terreno (el suelo en Lorena asciende hacia el este), así que tras un duro combate los restos del batallón que había atravesado el río regresaron a la otra orilla.

El revés del día 5 alteró los planes americanos, ya que nadie esperaba una resistencia tan intensa y repentina. El general Eddy, al frente del XII, decidió reagrupar sus fuerzas para planificar el cruce del río con más cuidado. Los alemanes deberian haber aprovechado la pausa para reforzar sus defensas, pero en vez de ello decidieron contraatacar.

Knobelsdorf pensó que un ataque local permitiría romper la conexión entre el XX Cuerpo y el I Ejército de Hodges, obligando a los americanos a desviar fuerzas y debilitar su centro, así que solicitó permiso para emplear la PzBri 106 para luego devolverla a la reserva para la ofensiva. El objetivo del ataque alemán eran las posiciones de la 90ª IDiv, situadas en torno al pueblo de Mairy, confiando en que los americanos huirían ante el avance alemán y sería posible penetrar profundamente en sus líneas. A fin de aprovechar mejor el éxito se reforzó la brigada con un regimiento adicional de infantería.

El general Bake, al frente de la 106, planeo un doble envolvimiento y separó su unidad en dos columnas acorazadas. Disponía de una compañía de Panther con 36 arros y una docena de JgPz IV. Los granaderos irían en semiorugas o a lomos de los carros, al estilo ruso. Las dos columnas iniciaron su avance a las 2 de la madrugada del día 8.

El ataque contra Mairy fue un desastre. Los alemanes no reconocieron el terreno y la columna más occidental pasó delante del puesto de mando de la 90 sin advertirlo. Las tropas de guardia cerraron el paso una vez cruzó la retaguardia alemana y empezaron a atacar a los rezagados mientras el mando alertaba a todas las unidades.

Los panzer se metieron en un avispero: la infantería estadounidense defendió sus posiciones con uñas y dientes y al clarear el día la artillería divisionaria disparó a placer sobre los alemanes. Al intentar retroceder para reagruparse los atacantes descubrieron que les habían cortado la retirada. Al tratar de avanzar hacia el oeste para flanquear a los defensores se encontraron los caminos firmemente defendidos. Empezó a cundir el pánico.

La columna oriental debía sobrepasar Mairy por el este, pero su avance se vio cortado por un batallón de infantería apoyado por varias compañías de Shermans. Tras perder varios vehículos iniciaron la retirada, abandonando a la otra columna a su suerte.

En apenas ocho horas de combate los alemanes sufrieron casi un millar de bajas (incluyendo 764 prisioneros) y perdieron 28 Panther y 11 cazacarros. Los americanos tuvieron un centenar de bajas y perdieron dos Sherman. No era un comienzo demasiado auspicioso para Knobelsdorf.


zimisces
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Mensaje por zimisces »

Es curioso esta última ofensiva y sus resultados recuerdan un poco a los ataques medio experimentales de nuestra Guerra Civil cuando los tanques se quedaban aislados con la infantería muy atrás.


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charlie
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Mensaje por charlie »

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salud :shock:


lobbysta ad honorem por la recuperacion completa del LTP.
japa
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Mensaje por japa »

Como puede verse en la foto que ha subido Charlie (gracias) alojar el KwK 43 no era moco de pavo. El cañón ocupa casi todo el espacio libre de la torre

A TRAVÉS DEL MOSELA

La inteligencia americana no reaccionó a los combates de Mairy. Nadie dio importancia al ataque, ya que su desastroso desarrollo hizo creer a los analistas que sólo era un combate local, sin más consecuencias. Así pues, el III Ejército prosiguió sus operaciones sin plantearse que los alemanes estaban a punto de pasar al contraataque.

El XII Cuerpo se preparó entre el 5 y el 10 de septiembre para un nuevo paso del Mosela, y el 11 tropas de las divisiones 35ª y 80ª establecieron cabezas de puente al sur y al norte de Nancy. La 3ª PzGrDiv se lanzó sobre el cruce de Dielouard, pero los GI lograron sostenerse el tiempo suficiente como para que la 4ª Acorazada enviara en su apoyo al 37º batallón de carros, una de las mejores unidades del US Army. Su jefe, el teniente coronel Abrams, no perdió el tiempo: los Sherman abortaron un ataque alemán, atravesaron sus líneas y rodearon Nancy, enlazando al este, en Arracourt, con otra columna acorazada que venía del cruce meridional tras traspasar las líneas de la 15ª PzGrDiv. El día 14 los defensores de la ciudad estaban rodeados.

El general Eddy no quiso arriesgarse a una nueva sorpresa y antes de retomar la marcha dedicó tres días a limpiar las orillas del Mosela. No obstante sus unidades de caballería empezaron la explotación Por su parte el XX Cuerpo estaba parado: la 7ª división acorazada se atascó al tratar de atravesar el río y tomar Metz, gracias a la encarnizada resistencia de la 17ª SS PzGrDiv.

Blaskowitz, jefe del GrE G, ordenó a Knobelsdorf que empeñara sus otras dos PzGrDiv para cortar los pasos del Mosella, pero el 16 ambas divisiones estaban tan maltrechas que iniciaron la retirada junto a los restos de la guarnición de Nancy. Eddy tenía el paso abierto y Patton le ordeno continuar hacia el Rin.

Más al sur la situación estratégica alemana empeoraba a pasos agigantados. El día 10 el VI Grupo de Ejércitos contactó con el III Ejército, cerrando el frente aliado desde Marsella hasta Bélgica. El día 11 el XV Cuerpo del general Haislip volvió a ponerse a las órdenes de Patton y fue desplegado en su flanco derecho, incluyendo a la 2ª Acorazada francesa, la división Leclerc. La llegada de las nuevas tropas aliadas y la ruptura por el Mosela dejó el frente alemán completamente desorganizado: se formó una protuberancia al sur de Nancy, entre Dompaire, Vesoul y la frontera suiza.

Haislip vio la oportunidad de embolsar una buena parte de las fuerzas enemigas (el LXIV y LXVI Cuerpos), así que ordenó avanzar a los franceses. Leclerc destacó una TF bajo el mando del coronel Langlade, que penetró profundamente en las líneas alemanas, llegando a las cercanías de Dompaire el día 12. Los acontecimientos se sucedían a tal velocidad que los planes de la ofensiva alemana se convirtieron en papel mojado antes de que empezaran sus movimientos preliminares.

Blaskowitz decidió neutralizar cuanto antes esa nueva amenaza y envió contra los franceses a la 112 PzBri del V PzArm, una unidad formidable, con 45 Pz V y otros tantos Pz IV. Además destacó un Kampfgruppe de la 21ª PzDiv como apoyo de la brigada. Frente a ellos, Langlade contaba con 48 Sherman, 12 Wolverine, y algunos M-5 Stuart. Sin embargo los carristas de la 112 no tenían experiencia de combate mientras que las tropas de Leclerc estaban entre lo mejor del ejército aliado y ardían en deseos de dejar bien alto el pabellón tricolor.

La brigada se separó en dos pinzas, cada una formada por un PzReg, para cercar a los atacantes. Lanclade averiguó que se acercaban los panzer y tomó posiciones alrededor de Dompaire. El 29º PzReg pasó la noche en el pueblo con sus panther mientras los franceses permanecían emboscados en las colinas. Los alemanes ni siquiera exploraron los alrededores y amanecieron en medio de un infierno. Cada vez que los Pz V trataron de atacar los cazacarros les hicieron retroceder mientras los Sherman golpeaban sus flancos. Aprovechando un claro algunos cazabombarderos atacaron la columna germana y algunos de los novatos abandonaron sus vehículos y huyeron aterrados. Hacia las 11 los alemanes se batían a la desesperada en las calles del pueblo.

El segundo regimiento de la PzBri, 2112 PzReg, recibió la orden de liberar a sus compañeros atacando la retaguardia francesa, pero su ataque se vio frenado cuando los panzergrenadier, en su impetuoso avance, se toparon con unas bodegas repletas de licor. Para cuando los alemanes, mucho más animados, reemprendieron la operación de rescate, los M-10 ya habían dado cuenta de su punta acorazada y Langlade había ocupado nuevas posiciones. El 2112º quedó atascado en el pueblo de Lamerey mientras los restos del 29º agonizaban en Dompaire.

FInalmente el Kampfgruppe de la 21ª PzDiv, al mando de Von Luck, fue enviado a rescatar a la PzBri. Luck logró sacar de la trampa a los supervivientes, incluyendo un millar de heridos, pero sobre el terreno quedaron más de 350 muertos, 34 Panther y 29 Pz IV. Los franceses lamentaban la pérdida de cinco Sherman, dos carros ligeros y medio centenar de bajas. En los días siguientes el saliente alemán se hundió y la 16ª IDiv quedó atrapada.


japa
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Mensaje por japa »

ARRACOURT

La caída del saliente puso en entredicho las previsiones alemanas, ya que Manteuffel debía concentrar sus fuerzas al norte de Dompaire. Dichas fuerzas, por otra parte, habían sufrido una considerable mengua antes de empezar la operación, ya que las PzBri 106 y 112 estaban fuera de combate y se habían perdido casi un centenar de carros.

A mediados de septiembre el XX Cuerpo estaba atorado alrededor de las defensas de Metz, una de las ciudades mejor fortificadas de Europa mientras que el XII amenazaba con romper las líneas alemanas separando al I Ejército del XIX (compuesto por las tropas retiradas del sur de Francia). Blaskowitz decidió olvidarse de los grandiosos planes de Hitler y planteó una operación limitada, para frenar a los estadounidenses al este de Nancy, empujarles tras el río y estabilizar el frente. El OKW dio su aprobación: el contraataque empezaría el 18 de septiembre.

Se suponía que la 11ª PzDiv llegaría como refuerzo y la 21ª sería reequipada, pero el día 18 el XLVII PzKorp sólo tenía las PzBr 111 y 113, los restos de la 112 y la 15ª PzGDiv. Esas fuerzas debían concentrarse en Luneville, 27 km al este de Nancy, y avanzar hacia Arracourt, al norte, para embolsar a la 4ª Acorazada.

Luneville estaba guarnecida por la 15ª PzGDiv, o eso creía Manteuffel. En realidad una unidad de exploración del XX Cuerpo llegó al pueblo el día 15 y tras dos días de combates se hizo con la localidad. El 18 la 111ª PzBri se acercó al pueblo sin hacer un reconocimiento y se topó con la caballería. Los blindados Greyhound no eran rival para los Panther, pero las tripulaciones se atrincheraron en las calles y frenaron a los alemanes hasta la llegada de una columna de socorro. Manteuffel ordenó a la 111 que rodeara la zona y se dirigiese hacia el norte. Perdida la sorpresa, los panzer tratarían de atacar directamente Arracourt al día siguiente.

El 19 amaneció con niebla, dejando en tierra a la aviación aliada; la 113ª PzBr trató de flanquear Arracourt por el este, pero fue a caer en manos del 37º batallón acorazado del coronel Abrams, y una docena de Panther fueron destruidos sin ver siquiera al enemigo. Otros siete se perdieron en una emboscada del batallón 704 de cazacarros. A lo largo de la mañana se repitió la pauta: los sherman surgían de la niebla a escasos cientos de metros, disparaban a quemarropa y desaparecían antes de que los panzer reaccionaran. Los alemanes perdieron así 50 carros.

El 20 Manteuffel reanudó el ataque con la brigada 111, y la misma fortuna del día anterior. Pese a todo el OKW ordenó mantener la ofensiva a toda costa tras cesar a Blaskowitz. El 22 los alemanes volvieron a la carga pero de nuevo fueron rechazados. Además el cielo presentó algunos claros, y los P-47 volvieron a amenazar a las columnas. Para entonces las PzBri 111 y 113 habían sido prácticamente destruidas. Una última intentona el día 24 fue machacada desde el aire. Manteuffel empleó los restos de las PzBri para reforzar las PzDiv 11ª y 21ª y la 15ª PzGDiv. El 25 los alemanes volvieron a atacar y aunque fueron rechazados los americanos se replegaron al caer la tarde

Patton había recibido la orden de parar todas las operaciones hasta que se pudiera reanudar el suministro, y las tropas de la 4ª Acorazada establecieron una línea defensiva sobre Arracourt, cediendo el terreno al este. Los mandos germanos presentaron ese repliegue como una victoria. El 27 un nuevo ataque apoyado por la 11ª PzDiv logró hacerse con la colina 318 tres kilómetros al sur de Arracourt,, pero un feroz contragolpe la recuperó al día siguiente. El 29 los alemanes lograron hacerse de nuevo con la posición y trataron de ampliar la brecha, pero fueron rechazados definitivamente. Era el final de la ofensiva alemana.

Las cuatro PzBr estaban fuera de combate y los alemanes habían perdido más 300 carros, StuG y cazacarros, con casi 200 destruidos. Sin embargo el III Ejército no había logrado reanudar la marcha hacia el Rin y estaba bastante corto de municiones y combustible.

A lo largo de octubre los americanos procuraron rellenar sus almacenes. Todo el material alemán capturado fue puesto en servicio, sobre todo la artillería, a fin de aprovechar los depósitos capturados de munición. Se contrataron todos los talleres mecánicos de París a Nancy para las reparaciones y las destilerías locales suministraron grandes cantidades de alcohol para preparar anticongelantes. También se compró gran cantidad de ropa y comida en la zona reduciendo así la dependencia de las rutas logísticas. De este modo era posible dedicar más volumen de transporte al combustible a la vez que se mejoraban las relaciones con los lugareños.

A primeros de noviembre el XII Cuerpo estaba listo para reanudar el avance. El general Eddy consideraba que el tiempo había empeorado demasiado y presentó algunas objeciones, pero Patton le dijo que o daba la señal de marcha o daba el nombre de su sucesor. Los alemanes confiaban en que las torrenciales lluvias que estaban cayendo en noviembre impedirían cualquier movimiento enemigo, así que fueron sorprendidos y arrollados. El XX Cuerpo hizo lo propio al día siguiente y también aplastó las defensas germanas. Metz fue rápidamente cercada el 19 y cayó el 21.

Con Metz en sus manos, el III Ejército dominaba la ribera oriental del Mosela. Sin embargo el tiempo empeoró muchísimo y los alemanes en retirada pudieron frenar a los estadounidenses, ya que en vez de penetrar profundamente Patton avanzó por todo el frente, ocasionando así un fenomenal atasco. A primeros de diciembre las avanzadas del III alcanzaron la frontera alemana, pero ya no fue posible seguir adelante. Las operaciones en Lorena habían terminado y Los estadounidenses se hicieron a la idea de que habría que pasar la invernada allí y esperar a la primavera para continuar la marcha

Nadie podía prever que la situación cambiaría radicalmente a finales de mes.


zimisces
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Mensaje por zimisces »

Hola japa fenomenal como siempre pero te hago un par de comentarios:


1. :conf: Estamos ya en Noviembre y creo que te has dejado atrás la batalla del Bosque de Hurtgen.

2. En "La Guerra que había que ganar" se comenta que la ofensiva de Patton sobre Metz se debía a un error de cálculo del mismo Patton basado en apreciaciones de la PGM. Durante la anterior guerra, Metz había tenido una importancia estratégica fundamental, todos los militares habían comentado desde entonces su importancia y Patton se la concedió, enfangándose en un asedio muy complicado que quizás no valía el esfuerzo.

3. Son sorprendentes los grandes volúmenes de vehículos que se pierden en estas batallas pero al mismo tiempo el escaso número de personal que muere en dichas batallas, si es que no hay infraconteo. No ya en comparación con el frente del Este sino con principios de la guerra, es posible que a pesar de todo estemos ante unas unidades alemanes mejor mecanizadas que al principio de la contienda ¿?

4. Curioso lo que comentas del aprovisionamiento en el terreno, pero sería un aprovisionamente mercantil y no depredatorio; rompe un poco la visión que se tiene de la guerra: ejércitos tan grandes y modernos que deben ser abastecidos desde afuera o que arrasan por donde pasan.

un saludo


japa
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Mensaje por japa »

No voy a tocar demasiado el tema del bosque de Hurtgen, pero en cualquier caso no tocaba ahora. Hemos llegado a noviembre para cerrar el tema de Lorena, y ahora retrocederé para Arhem y las operaciones de Hungría y la bolsa de Curlandia.

La escasez de bajas de personal se debe a que una unidad acorazada puede verse fuera de combate sin demasiadas víctimas: sólo cortando el suministro de combustible, adiós muy buenas. La mecanización de las PzBrigadas era muy alta y en cambio su volumen de infantería era muy reducido, con lo que una PzBr derrotada no dejaba atrás demasaidos cadáveres y sí mucha chatarra


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Mensaje por alejandro_ »

Estamos ya en Noviembre y creo que te has dejado atrás la batalla del Bosque de Hurtgen.


En la batalla de Hurtgen se utilizó sobre todo infanteria y artilleria, tiene poco que ver con el tema.



A lo largo de octubre los americanos procuraron rellenar sus almacenes.


El tema de la logística da para mucho. A pesar de que los alemanes se habían derrumbado de forma sorprendente para los aliados (habían estado 3 meses embotellados en Normandia), el avance se deetuvo a finales de Septiembre. Hay muchas razones, Montgomery en su habitual ceguera no se dio cuenta de la importancia de capturar Amberes. Las líneas se alargaban y cada vez era más difícil sostener el avance. El hecho de que los mandos americanos encargados del suministro llevasen una vida de sibaritas en París tampoco ayudaba mucho. Y encima se dio prioridad a los británicos para la ejecución de Market Garden.

Por cierto, he leido que Guderian menciona en sus memorias que los Nashron/Wespe eran construidos con acero sin templar (mild steel) debido a la falta de material ¿Has leido algo así?

Saludos.


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