La Pugna Continuación de "El Visitante"

[Domper]

Tanto Marschall como Richthofen habían eludido la cuestión de los portaaviones. Ya sabíamos que el almirante era partidario de esos buques, pero la cuestión estaba en sus aviones ¿a quién estarían subordinados?

Para la Luftwaffe, la respuesta no tenía dudas: suyo tenía que ser todo lo que volase, desde las palomas mensajeras hasta las cometas de los niños. Bastaba que un feldgrau saltase un poco más de lo normal para tuviese que ser regulado por el RLM. La aviación no se oponía a desarrollar tipos para la marina, y la mejor prueba era el dichoso Fieseler: el Fi 167 era un avión bombardero torpedero que había sido diseñado para equipar al Graf Zeppelin. Pero el almirante Raeder no había entregado a la Luftwaffe las características que iba a tener su portaaviones, por lo que el avión de Fieseler tuvo que ser desarrollado a ojo. El Fi 167 había acabado teniendo cualidades excepcionales a baja velocidad —tan buenas que se estaba estudiando un derivado para transporte ligero—, pero el avión era lento y, por tanto, tremendamente vulnerable a los cazas. El avión supuso el despilfarro de millones de marcos, todo para que al final Raeder detuviese la construcción del portaaviones. Richthofen luego se extendió explicando lo difícil que era para quien no fuese un aviador conocer las peculiaridades de las operaciones aéreas. Al final dijo su opinión: él era el primero en entender las ventajas de los portaaviones, pero la marina no estaba capacitada para operar con aviones, e iba a necesitar la tutela de la Luftwaffe.

No hizo que Marschall abriese la boca: al ver como enrojecía, fue el mismo Von Manstein el que dijo al general que eso era imposible, ya que no se podía entregar el mando de un barco grande y costoso a un oficial sin experiencia en el mar. Tanto Von Richthofen como Marschall empezaron a discutir aun más agriamente que antes, pero el mariscal cortó el debate: si algo no podía aguantar era las discusiones inútiles. Preguntó a Richthofen como se organizaban los japoneses, los norteamericanos o los ingleses, y este tuvo que reconocer que las tres marinas tenían su propia fuerza aérea, que incluso incluía aviones terrestres. Marschall apuntó que tal vez conviniese seguir los pasos de quienes tenían dos décadas más de experiencia que nosotros. Pero tras tres años de victorias no parecía que disgregar la Luftwaffe fuese una buena idea. Además Von Richthofen señaló que la construcción de una fuerza aérea era una labor de años, y no se tenía ese tiempo. Para formar una aviación naval no bastaba con entregar a los marinos un puñado de aviones: necesitarían no solo los escalones de mantenimiento, sino una organización de instrucción, un estado mayor, una sección dedicada al diseño de aviones, etcétera. Eso no se podía constituir en unas semanas, y esta vez fue Marschall quien tuvo que darle la razón.

Al final se llegó a un acuerdo provisional: la Luftwaffe crearía un arma aeronaval que operativamente estaría al mando de la flota. A medio plazo se estudiaría la cesión de dicha arma a la marina, pero ofreciendo a los pilotos integrarse en ella, y que en el futuro no solo el mando de los escuadrones sino incluso el de los portaaviones correspondiese a aviadores navales.

El acuerdo no gustó a ninguno de los dos, ya que ambos tendrían que ceder, pero parecía la única solución razonable. El mariscal se dispuso a dar por finalizada la reunión había finalizado, pero el almirante Marschall tenía un nuevo asunto pendiente.

[Domper]

Al mariscal no le agradaba que la reunión se alargase, ya que su agenda estaba repleta: ese mismo día tenía que revisar los estudios sobre la adopción de nuevas armas para la infantería: parecía que los “feldgraus” iban a jubilar sus veteranos máuseres. Sobre todo, el ministro Von Papen se había embarcado en un nuevo proyecto, la celebración del armisticio, que debía mostrar la nueva unidad europea, y estaba suponiendo un sinfín de reuniones y preparativos.

—Diga, almirante ¿cuál es el asunto que le preocupa?

—Mariscal, el otro día, cuando hablamos de los acorazados, le dije que para lanzar grandes proyectiles sobre el enemigo hay métodos mucho mejores que los grandes cañones. Me he permitido hacer una pequeña investigación, considerando el precio de un acorazado y el número de proyectiles que ha disparado a lo largo de su carrera.

Marschall entregó un documento al mariscal, pero este no lo leyó: para los papeles estaban los ayudantes, es decir, gente como yo. Preguntó al almirante que es lo que quería decir.

—Es que, lamentablemente, de todas las armas de la guerra moderna el acorazado es la más cara, con diferencia. En la pasada Gran Guerra los buques de batalla de la flota del Káiser solo combatieron en tres acciones, disparando cada acorazado, como media, menos de cien proyectiles en toda la guerra. En lo que llevamos de esta nueva conflagración, el Gneisenau y el Schanhorst se han enfrentado al enemigo cuatro veces. Con gran éxito, desde luego —de las cuatro acciones tres se habían saldado con victorias alemanas—, pero con un coste disparatado. En el caso de los italianos las cifras aun son más desfavorables: sus dos superacorazados no han disparado ni una vez sus grandes cañones contra el enemigo.

—Comprendo sus argumentos —dijo Von Manstein—, pero ya sabe que hay algunas armas que ejercen su efecto sin ser usadas nunca. También hemos desplegado muchísimos cañones para la defensa de nuestras costas, y no han abierto fuego ni una sola vez. Pero si no estuviesen, tendríamos a los acorazados ingleses anclados en el estuario del Elba.

Von Richthofen intervino en el debate—: Mariscal, le aseguro que si los acorazados enemigos se acercan a nuestras costas la Luftwaffe se encargará de ellos.

Me sorprendió ver que Marschall sonreía, como si el general estuviese diciendo precisamente lo que el almirante quería.

—Me está dando la razón, general —dijo Marschall respondiendo a Richthofen—. Con lo que ha costado construir nuestros acorazados hubiese sido mucho más rentable formar una gran fuerza de bombarderos en picado. Aunque tuviésemos que desguazar cada Stuka después de tirar su bomba, seguiría siendo más barato que equiparse con buques de batalla. Entendiendo, claro está, que el radio de acción de la Luftwaffe es muy limitado. Es por ello que deseo que la marina del Reich se equipe con portaaviones, pero…

—Almirante, acabamos de tomar una decisión al respecto —le reprendió Von Manstein.

—Mariscal, no quería volver a esa discusión. Solo deseaba señalar que, en lugar de invertir enormes fortunas y desperdiciar muchos años en construir leviatanes de los mares que, probablemente, no lleguen a disparar en combate, puede ser mejor investigar si la técnica ofrece mejores alternativas. Una ya existe, y es la de los portaaviones. Pero sé que la Luftwaffe tiene un as en la manga. General —dijo dirigiéndose a Von Richthofen—, sé que la Luftwaffe está desarrollando varias bombas teledirigidas ¿no es así?

—Tiene razón, almirante, y además puedo informarle que ya hemos empezado con las pruebas. Pero, por desgracia, nos estamos encontrando con todo tipo de inconvenientes, por lo que me temo que la entrada en servicio de esas bombas teledirigidas se retrasará por lo menos un año.

El mariscal, por lo que sé, aun no tenía noticia de esos desarrollos, pero parecía vivamente interesado:

—Perdone, general, pero desearía que me explicase de lo de esas bombas.

—Desde luego, mariscal. A pesar de lo que pueda creer mi colega —dijo mirando a Marschall—, en la Luftwaffe sabemos lo difícil que es hundir con bombas un buque de guerra. No solo por la potencia limitada de nuestras armas, aunque me complace anunciarles que por fin tenemos bombas antibuque de una tonelada capaces de hundir un acorazado. El principal problema es la puntería. Nuestros Stuka son aviones muy precisos, pero tienen que exponerse a la potentísima artillería antiaérea de las flotas. Los bombarderos de alta cota tienen muy poco que temer de los cañones de los acorazados, pero acertar desde ellos a un barco de guerra es más difícil que darle a un ratón con un tirachinas. Por eso estamos desarrollando un nuevo tipo de bomba con timones que permiten modificar su trayectoria, y que son dirigidas por radio. Con ellas, un bombardero podrá alcanzar a cualquier buque de guerra desde lejos.

El mariscal miró a Marschall—. Si no me equivoco, usted estaba pensando en eso cuando me dijo que los acorazados estaban anticuados.

—Tiene razón, mariscal —dijo el almirante—. Es absurdo invertir millones de marcos y cinco años de trabajo para construir un leviatán de los mares, solo para que una de esas nuevas bombas lo hunda la primera vez que salga al mar. Si quería presentar esta cuestión es porque considero que el proyecto de la Luftwaffe es muy prometedor y se le debe destinar el mayor apoyo posible. Además la marina también está muy interesada en dispositivos de ese tipo. Por lo que sé esas bombas son todavía rudimentarias, pero es lo normal cuando se diseña un arma radicalmente nueva. La marina también está desarrollando torpedos capaces de buscar a sus presas por el ruido de sus hélices, pero probablemente solo sean útiles contra barcos lentos, al menos por ahora. Por eso he ordenado que se estudie el desarrollo de un “torpedo aéreo”, algo así como un pequeño avión que transporte una bomba, que pueda ser lanzado desde un barco pequeño, como un destructor o un crucero ligero, y que pueda ser dirigido contra un buque mucho mayor.

—Siga, por favor —dijo el mariscal. Von Richthofen también mostraba su interés.

—Los estudios que hemos realizado son solo preliminares, y nos estamos encontrando con problemas relacionados con el diseño del miniavión teledirigido. Me parece que no tiene sentido que la marina se empecine en hacerlo, ya que para los técnicos de la Luftwaffe será mucho más sencillo confeccionar el ingenio. La fuerza aérea también tiene mucha más experiencia que nosotros con los sistemas de pilotaje automático que ese miniavión necesitará. Más aun, lo que no tendría sentido es que tanto la marina como la fuerza aérea nos dediquemos a desarrollar proyectos muy similares de forma paralela. Además, creemos que el torpedo aéreo que desea la marina y alguna de las bombas teledirigidas que desarrolla la Luftwaffe son bastante similares, y el desarrollo de uno de los proyectos facilitará el otro.

—¿Qué sugiere, almirante? —preguntó el mariscal.

—La marina estaría dispuesta a apoyar a la Luftwaffe en todo lo que necesite para el desarrollo de bombas teledirigidas y torpedos aéreos, e incluso a financiar en parte el proyecto. Tan solo deseamos a cambio que la fuerza aérea tenga en cuenta nuestras necesidades.

[Domper]

De Globalpedia, la Enciclopedia Total

Fieseler Fi 203 Luftferntorpedo LFX-3Ludwig X

Ludwig X es el nombre común para un misil antibuque desarrollado por Alemania durante la Guerra de Supremacía. Ludwig X fue un apodo usado tanto por las fuerzas del Pacto de Aquisgrán como por sus enemigos, pero el nombre oficial fue Fieseler Fi 203 Luftferntorpedo LFX-3. Aparecido simultáneamente a las bombas teledirigidas Hs 293 y Fritz X, fue el primer misil antibuque efectivo y el precursor de de los misiles antibuque modernos.

Historia

Durante el Glorioso Alzamiento Nacional la Luftwaffe reconoció la dificultad que supone alcanzar con bombas a buques que se muevan rápidamente. En 1940 el doctor Wagner, diseñador de Henschel, emprendió los estudios para el desarrollo de una bomba planeadora teledirigida, con la cual los bombarderos pudiesen destruir barcos enemigos desde fuera del alcance de su artillería antiaérea. El proyecto fue aceptado por el RLM como Henschel Hs 293. En Septiembre de 1940 se iniciaron los lanzamientos de prototipos no guiados, y en febrero de 1941 se lanzó el primer prototipo completo, con motor cohete y sistema de teledirección. Sin embargo el equipo diseñador tuvo que resolver muchos problemas por lo que solo pudo iniciarse la producción de la nueva arma en marzo de 1942.

Simultáneamente la marina estaba estudiando el desarrollo de una bomba cohete teledirigida que pudiese ser lanzada desde un buque de guerra y alcanzar a barcos enemigos más allá del alcance de sus cañones. Pero el equipo diseñador, dirigido por el ingeniero Meyer, no tenía experiencia en aeronaves, lo que estaba retrasando el proyecto. Por el acuerdo entre el Reichsluftfahrtministerium y la Kriegsmarine de octubre de 1941 el control del proyecto pasó a la Luftwaffe.

Las primeras pruebas con una versión de lanzamiento terrestre de la bomba planeadora Henschel mostraron que se necesitaba un motor cohete mucho más potente que el de la versión de la Luftwaffe, y que los gases ionizados que emitía interferían con la señal de radio. Además el sistema visual de dirección del cohete implicaba que este tuviese que volar a nivel del mar, lo que limitaba el alcance al tiempo de ignición del cohete, que era muy reducido. Además, al volar a pocos metros sobre las olas, resultaba muy difícil incluso para operadores instruidos impedir que la bomba se estrellase. Se probaron sistemas mixtos, mediante un cohete que elevaba la bomba a gran altura para luego caer hacia su objetivo. El nuevo sistema solucionó los problemas de pilotaje a baja altura, pero resultaba prácticamente imposible para los operadores guiar la bomba hacia su blanco: para un operador desde un avión bastaba con mantener la bomba alineada con el objetivo, pero al intentar dirigir manualmente misiles con trayectoria parabólica, y resultando muy difícil calcular la distancia, los misiles caían o muy cortos o muy largos. Aunque se probaron otras alternativas, incluyendo un radioaltímetro primitivo, el desarrollo de la Henschel 293 X (versión de lanzamiento desde buques) fue abandonado en 1942.

El RLM, considerando que la versión de la Hs 293 naval (también denominada LFX-1) era un proyecto de alto riesgo, había encomendado a Fieseler que emprendiese en paralelo el desarrollo de un cohete guiado que se basase en su misil superficie - superficie Fi 103 cuyo desarrollo había sido anulado por Ernst Udet el año anterior.

Desde un primer momento Fieseler consideró que el alcance del nuevo misil iba a estar limitado por la línea del horizonte, por lo que para la nueva arma, que recibió la designación del RLM Fi 203, se podría prescindir del pulsorreactor Argus, sustituyéndolo por un cohete Walter, mucho más barato. Teniendo en cuenta las dificultades que suponía el control a baja altura, se desarrolló el primer radioaltímetro eficaz de la Historia: basado en la espoleta de proximidad FuG 400, mantenía el curso del misil a una altura de 20 metros. Un circuito electrónico “promediaba” la señal de retorno, para que el arma se pudiese usar sobre aguas agitadas. El operador tan solo dirigía al misil en el plano horizontal. Cuando consideraba que el misil estaba a menos de dos mil metros del blanco, el operador enviaba una orden que regulaba el radioaltímetro de tal forma que el misil descendía a seis metros de altura, mientras se mantenía encaminado hacia su blanco.

Los primeros prototipos mostraron múltiples deficiencias. El motor cohete tenía un funcionamiento irregular y no era capaz de propulsar al misil durante más de quince segundos, limitando el alcance a 6.000 - 7.000 m. Fue preciso reincorporar el pulsorreactor Argus, a pesar de su mayor precio y complejidad. La fase final del vuelo, conocida como “fase de ataque”, también fue problemática, ya que el operador tenía muchas dificultades para juzgar la distancia, y frecuentemente el misil sobrevolaba el blanco. Si el operador daba la orden de descenso demasiado pronto, la inexactitud del altímetro hacía que gran proporción de los misiles se estrellasen contra las olas. Aunque se instaló un cronómetro que indicaba al tirador cuando dar la orden de descenso, la tasa de fallos siguió siendo elevada. Además el sistema de guiado impedía el uso del cohete de noche o con baja visibilidad. Incluso en las mejores condiciones la curvatura de la tierra hacía que el misil se ocultase bajo el horizonte, perdiéndose de vista por el operador, y dejando de recibir la señal de radio. Se modificó el piloto automático para que el misil iniciase la fase de ataque tras la pérdida durante varios segundos de la señal de radio. Pero en la práctica, y aun con las mejores condiciones climatológicas, el alcance máximo era de unos 10.000 metros cuando se disparaba desde buques del tamaño de destructor, y 15.000 desde cruceros (ya que la mayor altura del puesto de tiro hacía que el horizonte no ocultase al misil). En ambos casos era una distancia demasiado corta para enfrentarse con garantías contra acorazados. La necesidad de guiado visual hacía que el arma solo se pudiese utilizar de día y con buena visibilidad.

Fieseler emprendió el desarrollo de una versión mejorada, la Fi 203B, en la que el guiado no era manual sino por haz radar. En este sistema, un radar a bordo del buque seguía al misil, comparando su distancia con la del objetivo, dando la orden de descenso cuando solo quedaban 800 metros para el blanco. Otro radar emitía un haz continuo, con dos tipos de pulsos (a derecha e izquierda), que unas antenas en las alas del misil detectaban. Según la intensidad de la señal recibida por una u otra antena, se corregía el rumbo. La nueva versión, que podía utilizarse en condiciones de baja visibilidad (aunque la gran llamarada que se producía al ser disparada delataba al buque lanzador) tenía un alcance de 25.000 m, por lo que podía ser usada contra buques de línea, y era más fiable. Sin embargo la producción de esta versión se retrasaría al menos quince meses, y la necesidad de radares de guiado con antenas de grandes dimensiones impediría su instalación en buques pequeños, por lo que prosiguió con el despliegue de la versión manual a pesar de sus limitaciones.

El misil era propulsado por un pulsorreactor Argus 014, propulsado por combustible líquido, pero que requería precalentamiento con acetileno. La carga bélica era una bomba semiperforante PC 500 de 500 kg, que en el Ludwig B aumentó a 800 kg, capaz de perforar hasta 100 mm de blindaje horizontal.

La instalación constaba de un hangar blindado, con capacidad de seis o doce misiles, según el tamaño del buque lanzador, y una catapulta de lanzamiento. El puesto del teleoperador estaba sobre el hangar. En el hangar los misiles se almacenaban sin combustible, debido al riesgo que suponían los líquidos inflamables, por lo que cada misil tenía que ser cargado antes del lanzamiento, lo que llevaba unos diez minutos. Luego el cohete era colocado en el raíl de la catapulta. Allí se le fijaban las alas mientras se ponía en marcha el sistema eléctrico. Luego se orientaba la catapulta hacia el blanco, se precalentaba el motor Argus con acetileno, y finalmente una carga de pólvora negra aceleraba al misil, que luego seguía el vuelo por sus propios medios. La secuencia completa de disparo duraba unos 15 minutos, aunque una dotación entrenada era capaz de cargar un cohete mientras se preparaba el disparo de otro, por lo que podía alcanzarse una cadencia de un disparo cada ocho o diez minutos. Un buque solo podía controlar un misil en vuelo cada vez. Ya que el sistema de guiado podía usar varios canales, los misiles de un buque no interferían con los disparados por otras unidades.

A pesar de sus limitaciones el Ludwig X supuso una sorpresa para los aliados, que inicialmente pensaron que se trataba de cohetes pilotados suicidas. Tras varios lanzamientos fallidos, el 17 de octubre de 1943 el crucero norteamericano Tuscaloosa fue gravemente dañado por dos Ludwig X en el Mar de Noruega, siendo hundido al día siguiente por aerotorpederos…

[Gaspacher]

Guerra con los EaeUU???

[APVid]

Guerra con los EEUU???

Entoncés ya han perdido, porque por otro lado se hablaba de batallas en Rusia.

parecía que los “feldgraus” iban a jubilar sus veteranos máuseres.

¿Algún diseño derivado del Sturmgewehr 44 o Gewehr 41?

Yo mantendría el Karabiner 98k con visor en uno de los miembros de cada pelotón para actuar como tirador de precisión.

pero con un coste disparatado

Lo peor es el enorme gasto de combustible de mover los acorazados, así los italianos acabaron por no sacarlos y los japoneses no los usaron adecuadamente en Guadalcanal porque cada vez que que movían esa flota gastaban mucho.

el crucero norteamericano Tuscaloosa fue gravemente dañado por dos Ludwig X

Aunque eso se acerca a la LTR, yo hubiera apostado por un portaaviones o al menos un portaaviones de escolta donde su impacto sería devastador (posibilidad de incendio y de cadena de explosiones como sucedió con algunos; incluso tras la guerra como el Forrestal), (además así recuerda al anime ).

antenas de grandes dimensiones impediría su instalación en buques pequeños

Que te parece esta idea:

"Otro de los usuarios del Ludwig X fue el Imperio Japonés, que tras diversas negociaciones obtuvo licencia de fabricación y el envió de técnicos para su adaptación.

Japón muy volcado en la guerra naval lo adaptaría para sus buque, llegando incluso a a reformar la clase Ise donde instalaron varios hangares en la popa y estableciendo sistemas de dirección separados que le permitía controlar 2 o incluso 3 Ludwig a la vez.
Siendo una desagradable sorpresa para los americanos encontrarse algunos Ludwig X en diversos archipiélagos.

El problema de dirección a distancia siguió siendo complicado, adoptándose medidas para aumentar la autonomía del misil y para dirigirlo mediante la coordinación entre aviones de observación y el barco desde el que se lanzaba.

Pero el tamaño de los equipos necesarios para el lanzamiento con radar, las limitaciones de visibilidad para el lanzamiento manual y de coordinación entre los aviones observadores y el barco, llevaron a Japón a adoptar una medida sorprendente. Así el vicealmirante Takijirō Ōnishi propuso que el Ludwig X estuviese tripulado seleccionando a voluntarios sin un entrenamiento especial.
Estos nuevos misiles fabricados por el arsenal de Yokosuka recibieron el nombre en clave Ohka.

Eso permitía reducir mucho las necesidades de espacio llegándose a embarcar en los submarinos I-400 de la Armada Imperial, teniendo un importante papel en el ataque al Canal de Panamá".

[ventura]

Y los colibri no podrian hacer de guias?.

no podria trabajarse tambien en un torpedo aereo menos ambicioso? podria ser basicamente un portador de torpedos a helice por ejemplo?

[Domper]

Me temo que no se va a colaborar con Japón hasta ese punto; otra cosa que ellos por su cuenta hagan un apaño. Por otra parte, ese tipo de armas no se podía guiar desde una aeronave.

Respecto al portatorpedos, técnicamente es igual de complejo: se sigue necesitando sistema de guiado, una catapulta más potente, un giróscopopara el torpedo, etcétera.

Sobre los conflictos con la URSS y USA, ya se hablará.

Saludos

[APVid]

Por otra parte, ese tipo de armas no se podía guiar desde una aeronave.

La idea que propuse es que se guíe desde el barco, pero que los aviones actúen de correctores indicándole al barco como vuela, eso aumentaría el alcance mucho más.
Posiblemente produzca fallos por la difícil coordinación.

Me temo que no se va a colaborar con Japón hasta ese punto; otra cosa que ellos por su cuenta hagan un apaño. Por otra parte, ese tipo de armas no se podía guiar desde una aeronave.

En la LTR le pasaron a Japón licencia del motor Argus As 014, podrían enviarle el diseño básico del Ludwig.

Mi idea es que como es difícil la dirección de tiro de esos misiles los japoneses adopten la solución kamikaze, propuesta por el creador en la LTR de esas unidades.


Los I-400 fueron diseñados para llevar aviones, así que les pueden meter estos misiles que no necesitan una dirección de tiro.
Lo de los Ise es una ocurrencia visto la ocurrencia japonesa de convertirlos en acorazados-portaaviones.

[ventura]

se sigue necesitando sistema de guiado:

podria hacerse colibri por ejemplo no?

una catapulta más potente

si pero bueno estan las que lanzan los arado, y si se peuden adaptar a mercantes... y tambien se pueden usar cohetes.

un giróscopopara el torpedo, etcétera.

no deja de ser un torpedo de lanzamiento aereo con un drone que lo lanza


Que al final igual contra buques de guerra no funcionaria bien? quizas ( aunque con las guias sonicas...9 pero y contra mercantes?.

[wilhelm]

Después de unos dias de vacatas, veo que la historia sigue a buen ritmo, me ha costado un rato ponerme al día la verdad es que está muy interesante a ver que pasa con el futuro ataque británico por la peninsula.

[Domper]

De los misiles:

–En 1942 un sistema de guiado intermedio era una fantasía, y los Kolibri no tenían capacidad de levar nada más pesado que el reloj de pulsera del piloto. Aparte de eso, dirigir un misil antibuque desde un avión con sistemas visuales…

–Lo del avión guiado y el torpedo es muy pero que muy difícil, porque resulta muy problemático calcular la distancia al blanco y, por tanto, decidir cuando ordenar al avioncito que suelte el torpedo que, además, tendrá que lanzarse por la proa del barco. Otra cosa los torpedos guiados, pero hasta 1945 (por lo menos) no habrá torpedos capaces de seguir a un barco rápido.

–¿Una catapulta más potente? Hablamos de las catapultas de pólvora negra de la época, no de las de vapor de los futuros portaaviones. Si se necesita más potencia para acelerar el arma, lo lógico sería usar cohetes, aunque tienen el problema de interferir con el sistema de guiado.

Saludos

[Domper]

Capítulo 15

En las últimas semanas han sido arrestados varios centenares de miembros del partido nazi, de sus milicias, y de los servicios de seguridad, especialmente de la policía secreta (la Gestapo). Las detenciones han sido realizadas por policías de la Kripo (policía criminal), que ha cobrado gran importancia en la nueva organización del RSHA, asumiendo gran parte de las funciones que antes tenía la Gestapo.

Los arrestos no han sido públicos, pero Calvino, que es celador en la prisión de Plötzensee, ha confirmado que se ha vaciado un ala de presos comunes y en ella se está encerrando a los prisioneros. La mayor parte de los detenidos han sido juzgados por tribunales secretos pocas horas tras su detención. El agente Ulpio, que ha actuado como secretario en algunos juicios, informa que los procesos han sido sumarios y se han limitado a una lectura de los crímenes de los que acusan a los detenidos, que están relacionados con la represión contra minorías raciales o contra los burgueses polacos. Los acusados no han tenido asistencia legal y, aunque han podido defenderse, en contados casos se ha tenido en cuenta sus alegatos. Un tercio de las condenas han sido de muerte, pero solo unas pocas se han ejecutado inmediatamente. Los ejecutados han sido casi todos personajes muy significados en el antiguo régimen que podían ser rivales del triunvirato. El resto de las condenas ha quedado en suspenso: según Ulpio, se está utilizando la amenaza de cumplir la sentencia para conseguir la colaboración de los acusados.

La muerte en accidente del general Nebe y su subordinado Wiessler es probable que haya empeorado los problemas organizativos del RSHA. El accidente se produjo cuando el vehículo que los llevaba sufrió un fallo mecánico. Nebe murió inmediatamente. Aunque parece que Wiessler solo sufrió heridas leves, se ha informado de su muerte en el hospital militar al que había sido trasladado. Según Terencio, corren muchos rumores sobre el accidente; unos dicen que ha sido orquestado por el general Schellenberg para ocultar pruebas de una posible conspiración contra Goering; otros, que ha sido una venganza de los partidarios de Kaltenbrunner. Terencio dice que no dispone de pruebas en ningún sentido, y que resultaría muy peligroso investigarlo.

Al contrario de lo que se creía en un primer momento, el general Schellenberg no parece ser el hombre fuerte del régimen, ya que las dificultades que está encontrando en su departamento debilitan su posición. El poder en Alemania ha pasado a un triunvirato (Schellenberg, Von Manstein, representante del ejército y perteneciente a la nobleza prusiana, y Von Papen, miembro de la burguesía industrial). El triunvirato es auxiliado por Speer, que representa los intereses del capital. El papel del nuevo canciller es solo ceremonial, y se dice que sufre una enfermedad incapacitante. Es significativo que Von Brauchitsch ha sido nombrado canciller y no presidente ni Führer, como si el triunvirato quisiese mantener la ficción de que Von Brauchitsch no puede sustituir a Hitler o a Goering.

El escritor plegó el papel y lo metió en un pequeño envoltorio de hule. Luego hizo retroceder la cinta de la máquina de escribir, introdujo otra cuartilla y tecleó un texto innocuo: no quedaría rastro de sus actividades clandestinas.

[Domper]

En una cervecería del Prater Garten un teniente apuró su jarra, se limpió los restos de espuma del bigote y se levantó. Al salir se cruzó con un hombre alto y delgado, que llevaba un traje pasado de moda. El hombre se sentó en otra mesa y pidió una cerveza.

Nadie advirtió que ese hombre abría su carpeta e introducía un paquete que había encontrado bajo el asiento. Horas después, en un lugar mucho más privado, revisó su contenido. El hombre no era aviador, pero pudo entender la importancia de lo que leía: el RLM había dado orden de suspender las pruebas del Messerschmitt 210, el nuevo caza de escolta que hubiese tenido que sustituir al caza de escolta Bf 110. Que Alemania se hubiese quedado sin cazas de largo radio de acción tendría gran interés para algunas personas.

[Domper]

La estructura del nuevo avión era a la vez sólida y sencilla. El fuselaje estaba construido con tubos de acero revestidos de tela, y las alas, con láminas de contrachapado. Un potente motor de diseño francés impulsaba al aeroplano de tal manera que había conseguido superar al moderno Messerschmitt completamente metálico que estaba estacionado en otro rincón del campo.

En enormes factorías miles de hombres, parte de la muchedumbre de trabajadores que el Estado había enviado a las fábricas, encontraban más sencillo trabajar con acero y madera que con aleaciones de aluminio, y se afanaban en acabar los aparatos que iban moviéndose por la cadena de montaje.

En el campo junto a la fábrica una hilera de aviones terminados esperaban a su vuelo de aceptación. Los pilotos de pruebas hacían despegar las máquinas, que se elevaban y respondían dócilmente a los mandos, demostrando como el genio de un ingeniero del pueblo había conseguido crear en solo un año un avión barato con el que la Patria iba a vencer a sus enemigos.

[Domper]

¡Una foto que me suponía la vida! Desde a la puerta de una casita, Marcel y Nicole me sonreían. Elevé una oración de agradecimiento, y volví a mi rutinaria tarea.

Una montaña de registros me esperaba: horas de entrada y salida, justificantes de desplazamientos, recibos de pagos, facturas, copias de billetes de tren. Miles de papeles que llenaban los archivadores que cubrían la pared, que estaban esperándome. Me sentía como un hombre tratando de contener al mar.

Pero hasta los más largos viajes comienzan con un paso. Me puse las gafas, tomé un fajo, una hoja de papel blanco y un lápiz, y comencé mi tarea.