


—Ni peros ni nada. España es aliada y no subordinada de Alemania, y Goering no puede convocar a nuestro caudillo como quien llama a un camarero. Además no son formas. Si hubiese sido una invitación como Dios manda nos la hubiese traído el ministro de Asuntos Exteriores Von Papen, o al menos algún cargo importante, pero no, una cartita del embajador, y a hacer las maletas y corriendo a Jerusalén. Pues no, conozco a nuestro Caudillo y le repito que no irá.
—General, si España no va quedará en evidencia ante las demás naciones europeas. Destacará tanto como una mosca en un plato de leche.
—Como destacaría el Generalísimo es yendo. Porque dudo mucho que vaya a ir el Mariscal Pétain. El payaso del Duce sí, que se presta a todo, y supongo que los reyezuelos de los Balcanes también ¿Pero va a comparar al líder de nuestra cruzada con el dictador de Transilvania o con el duque de Eslovenia ¿Piensa que el conde Danilo Danilowitsch vale más que nuestro Caudillo? ¡Por favor, ministro!
—Pero es que España le debe tanto a Alemania… —insinuó Serrano Suñer.
El general Alonso Vega echó una sonora carcajada— ¿Deberle a Alemania? Ministro, eso no se lo cree ni usted. En esta guerra estamos perdiendo las Canarias y los alemanes no han movido ni un dedo para ayudarnos a recuperarlas. El mes pasado, cuando los ingleses invadieron Guinea Ecuatorial ¿hizo algo Alemania? Ni siquiera presionó a los franceses para que nos ayudasen. Los famosos panzer alemanes campan por Oriente, pero cada día los bombarderos de la maldita RAF visitan alguna ciudad española que no puede defenderse porque sus amigos alemanes no nos dan con qué hacerlo. Solo han mandado cazas a Galicia porque allí tienen sus preciosos acorazados. Mientras ¿Qué hemos logrado? ¿El Oranesado? ¿Fez? Siguen en manos francesas. No hemos recibido más que algún avioncejo de los que capturaron a los franceses, y muchas promesas.
—No ha sido Alemania quien nos metió en la guerra. Al contrario, fue la que nos entregó armamento para defender Canarias.
—Sí, y cuando enviamos esas armas resultó que los ingleses estaban al tanto, y por casualidad había un submarino alemán rondando. No esperaba que usted fuese tan ingenuo, ministro Serrano. Pero ya que tanto aprecia a los alemanes, le voy a contar una historia: durante nuestra Cruzada estuve muy cerca del Caudillo, que me honra con su amistad, y tan solo lo vi enfadado de verdad una vez. Fue durante la ofensiva de Aragón. Hasta entonces cada vez que nos enfrentábamos a los rojos los derrotábamos, pero cuando los perseguíamos nos encontrábamos con ametralladoras, o salía algún tanque ruso que nos detenía y dejaba que los republicanos se reagrupasen y fortificasen. Después de la Batalla de Teruel íbamos a lanzar una gran ofensiva en Aragón que acabaría por destrozar a esa República de Stalin. Nuestro victorioso ejército estaba preparado para romper las líneas rojas y luego desbordarse por las llanuras aragonesas hasta llegar al mar, a Valencia y a Barcelona. Si la ofensiva conseguía sus objetivos ese verano acabaría nuestra cruzada con la victoria de España. Pero nos temíamos que pasase lo de siempre, que nos encontrásemos con una línea de ametralladoras, o con algún tanque ruso que nos frenasen en seco y nos arrebatasen el fruto de la victoria. Para impedir que los comunistas nos parasen necesitábamos tanques, pero los alemanes solo habían mandado unos pocos “negrillos”…
—¿Negrillos? —preguntó Serrano.
—Negrillos o Panzer I, unos tanques pequeñitos, como de juguete, que solo llevaban ametralladora y que por las justas aguantaban el disparo de una escopeta. Preguntamos a Von Thoma, el jefe de la delegación alemana, si podían mandar tanques mejores. Von Thoma nos dijo que no, que la producción de tanques en Alemania iba muy retrasada y que nos estaban mandando lo mejor de lo que tenían.
—¿Y qué ocurrió?
—Ya lo sabe: atacamos en Aragón y derrotamos a los rojos, pero con sus armas rusas consiguieron retrasar nuestra la persecución lo suficiente como escapar. Aunque llegamos al mar, el grueso del ejército rojo se pudo replegar y encastillarse en las montañas de Cataluña y el Maestrazgo. Derrotarlo nos costó un año más de guerra. La cuestión es que cuando estábamos atascados en la batalla del Ebro un comandante que volvía de hacer el curso de tanquista en Alemania vino a presentar sus respetos al Generalísimo. El Caudillo le preguntó por los tanques alemanes, y el comandante empezó a contar maravillas de supertanques capaces de arrasar con lo que se les pusiese por delante. Entonces Franco le preguntó, como no quiere la cosa, cuando había visto esos tanques, y el comandante le dijo que en enero. El Caudillo palideció , se volvió y empezó a decirle a Dávila “¿Es que ese Hitler no quiere que ganemos la guerra?”. Entonces se dio cuenta que le observaban y calló. Pero yo le conozco bien, y sé que en ese momento Franco comprendió las intenciones de Hitler. Los alemanes no querían que ganásemos la guerra, sino que deseaban que nuestra carnicería se prolongase. Nos daban las armas justas para alargar la guerra interminablemente, las justas para ganar alguna batalla pero no las que necesitábamos para conseguir la victoria, ya que Alemania estaba usando a España como distracción, como la muleta que el torero agita ante el toro, para así atraer la atención internacional mientras Hitler se dedicaba a anexionarse media Europa.
El ministro Serrano calló. El general Alonso Vega siguió relatando—: Desde entonces el Caudillo no se fía de los alemanes. Sabe que pueden ser nuestros aliados de conveniencia, pero no son nuestros amigos. Los italianos tal vez lo sean, pero para Alemania solo somos un peón que usará o abandonará según le convenga. En estos momentos Franco sabe que España no tiene otro remedio que luchar junto a Alemania, y no la traicionará. Pero lo que tampoco hará es rendir pleitesía a esos bárbaros que se creen semidioses de opereta.
y los tranvías serán peligroso para los alemanes que no paran de caer mientras a los españoles los has dejado sin combustible tiempo atrás


Pd Que parece que toda la mi#$@ del pacto le cae a España. Hay hambre y ni la ayuda alemana sirve para paliarla, el enemigo desembarca al lado y no saben ni son capaces de reaccionar durante semanas pese a que dices que había planes de contingencia y existen precedentes que demuestran una gran movilidad durante la GC. Se sufren bombardeos desde el 40 y no se toman medidas para paliarlos, con lo cual cuando llegan los del 41 mejor ni hablemos., etc., etc., etc.