Un billete a Tchepone. Relato participativo.
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Hola a todos.
Abro este hilo para subir otro relato de los míos, pero esta vez me gustaría hacerlo de una forma un tanto diferente. La idea es subir los primeros capítulos del mismo, donde planteo la hipótesis, el What if o como queramos llamarlo, presentado los protagonistas y un poco la trama, y a partir de ahí, conjuntamente con los foristas que tengan a bien participar, a través del debate, el dialogo, la investigación de la información pertinente, etc… vamos perfilando como continuar el relato. Vendría a ser algo así como una novela participativa o conjunta con quien quiera participar en ella.
Digamos que podemos tratar una serie de planteamientos generales, por ejemplo y tras lo expuesto ¿Cómo reaccionaría tal o cual país? ¿Qué opciones serían las mejores? ¿Podría llevarlas a cabo? Algo así como planear las siguientes fases del conflicto, porque de conflictos va el tema como no podía ser de otra manera, y luego ya la manera de plasmarla en el relato: ¿Qué personaje debe ser el protagonista del siguiente capítulo, o si hay que añadir alguno nuevo? ¿En que debe estar ambientado o que debe describir? ¿Qué línea temporal debe abarcar? Etc… algo más o menos genérico, y yo luego ya me encargaría de perfilar los detalles amoldándome al espíritu de lo consensuado por los participantes. En caso de que haya graves discrepancias y si no se llega a un acuerdo claro de una mayoría sobre por donde debería ir el siguiente capítulo, pues permitidme que tenga “voto de calidad” para avanzar y no dejarlo en vía muerta.
En principio tengo planeados dos escenarios, uno basado en un futuro conflicto en la península de Corea con una hipótesis un tanto “agresiva”, y luego otro sobre una ucronía basada en una posible invasión de Laos por las fuerzas aliadas en 1967 durante la guerra de Vietnam, que va a ser el primero.
No sé muy bien cómo puede salir el invento, pero espero que la idea sea de su agrado y que participen si les interesan los temas.
Cordiales saludos.
Abro este hilo para subir otro relato de los míos, pero esta vez me gustaría hacerlo de una forma un tanto diferente. La idea es subir los primeros capítulos del mismo, donde planteo la hipótesis, el What if o como queramos llamarlo, presentado los protagonistas y un poco la trama, y a partir de ahí, conjuntamente con los foristas que tengan a bien participar, a través del debate, el dialogo, la investigación de la información pertinente, etc… vamos perfilando como continuar el relato. Vendría a ser algo así como una novela participativa o conjunta con quien quiera participar en ella.
Digamos que podemos tratar una serie de planteamientos generales, por ejemplo y tras lo expuesto ¿Cómo reaccionaría tal o cual país? ¿Qué opciones serían las mejores? ¿Podría llevarlas a cabo? Algo así como planear las siguientes fases del conflicto, porque de conflictos va el tema como no podía ser de otra manera, y luego ya la manera de plasmarla en el relato: ¿Qué personaje debe ser el protagonista del siguiente capítulo, o si hay que añadir alguno nuevo? ¿En que debe estar ambientado o que debe describir? ¿Qué línea temporal debe abarcar? Etc… algo más o menos genérico, y yo luego ya me encargaría de perfilar los detalles amoldándome al espíritu de lo consensuado por los participantes. En caso de que haya graves discrepancias y si no se llega a un acuerdo claro de una mayoría sobre por donde debería ir el siguiente capítulo, pues permitidme que tenga “voto de calidad” para avanzar y no dejarlo en vía muerta.
En principio tengo planeados dos escenarios, uno basado en un futuro conflicto en la península de Corea con una hipótesis un tanto “agresiva”, y luego otro sobre una ucronía basada en una posible invasión de Laos por las fuerzas aliadas en 1967 durante la guerra de Vietnam, que va a ser el primero.
No sé muy bien cómo puede salir el invento, pero espero que la idea sea de su agrado y que participen si les interesan los temas.
Cordiales saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Capítulo 1 “Un billete a Tchepone”
En el número 137 de la calle Pasteur, en el centro de Saigón, se elevaba lo que parecía otro anodino edificio de oficinas como se podían encontrar cientos por todo el sudeste asiático. Tan solo pequeños detalles lo diferenciaban de otros. Detalles como que hubiera guardias armados en sus accesos, sacos terreros y alambradas protegiendo el perímetro o un constante ir y venir de militares norteamericanos. Aquello debía ser suficiente para dar una pista a los viandantes que se encontraban ante un edificio diferente. Este no era otro que el Cuartel General del Mando de Asistencia Militar para Vietnam de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos (MACV), mando superior y cerebro de las operaciones diarias de las fuerzas norteamericanas en aquel país y lugar de trabajo habitual del General Westmoreland, Comandante en Jefe del MACV.
En aquella calurosa mañana, y directamente llegado desde el aeropuerto de Tan Son Nhut, un coche negro con los cristales oscurecidos y sin ninguna marca identificativa aparte de una matrícula civil vietnamita, se detuvo ante la puerta principal al recinto del Cuartel General del MACV. Los guardias procedieron a comprobar las identificaciones de sus ocupantes, y tras breves instantes, le permitieron el paso al interior. El coche aparcó delante de una puerta de entrada al edificio, y dos hombres que rondaban la cincuentena entraron en el mismo. Vestidos con uniforme militar de faena y pocas insignias, desde la distancia nadie podría haber dicho que aquellos hombres eran dos importantes generales de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Se trataba de los Generales Robert E. Cushman, Comandante adjunto de la Tercera Fuerza Anfibia de Marines (III MAF), desplegada en la zona del 1º Cuerpo, al norte del país, y el General William B. Rosson, al mando de la Task Force Oregon, una unidad con entidad divisionaria recientemente creada, también destinada al norte de la Republica de Vietnam.
Ambos hombres fueron recibidos por un capitán que los guio a través de los pasillos hasta un ascensor, con el que descendieron un número indeterminado de plantas, hasta que se detuvo. El capitán hablo con uno de los dos guardias que allí había y les dejaron pasar. La temperatura era más fresca y mucho más agradable que en la calle. Avanzaron por un pasillo con varias puertas a cada lado y al llegar al final giraron hacia la derecha, donde el capitán les indicó que debían aguardar en la habitación del fondo, despidiendose con el saludo de rigor. Los dos generales abrieron la puerta y encontraron una lúgubre estancia. No demasiado grande, con olor a humedad y más fría todavía, estaba decorada de manera bastante espartana, con una mesa grande y seis sillas de madera no demasiado cómodas. Había un armario abierto donde se guardaban un proyector de diapositivas, un reproductor de video de súper ocho y varios mapas y utensilios para hacer presentaciones. Al otro lado del armario, una pantalla blanca plegable, un caballete, y colgado de la pared, un gran mapa de la Republica de Vietnam y sus países vecinos.
Ambos hombres esperaban de pie mientras intercambiaban impresiones, soportando el pequeño pero molesto zumbido de los dispositivos anti escucha instalados allí por los servicios de inteligencia militares, cuando la puerta se abrió.
-Buenos días caballeros, me alegro de verlos – dijo el general William C. Westmoreland, comandante del MACV, saludando militarmente primero y tendiendo la mano a los generales después.
-Buenos días Bill – respondieron casi al unísono mientras saludaban y estrechaban la mano de su superior.
-¿Qué tal el viaje?
-Bien, gracias, y ya sabes que me gusta madrugar, pero ¿por qué tanto secretismo? – preguntó el Marine.
-¿Y a que vienen tantas prisas? ¿Es que me echáis ya de menos? – bromeó Rosson, que había sido Jefe del Estado Mayor de Westmoreland hasta que hacía poco, cuando se hizo cargo de la Task Force Oregon.
-Todo a su tiempo… ¿queréis tomar algo? Tengo un bourbon excelente por algún lado – dijo mientras abría la parte de abajo del armario.
-¿No es muy temprano?
-Tienes razón…es que con tantos viajes por todo el Pacífico, no sabe uno en que día u hora se encuentra. ¿Café? ¿Agua?
Ambos hombres declinaron la oferta de su superior, mientras este les pedía que tomaran asiento.
-De acuerdo, veo que he logrado despertar vuestra curiosidad y queréis ir al grano. – ambos generales asintieron.
- Pues bien, el motivo de tanta prisa y tanto secretismo, es que nos vamos a embarcar en una buena “fiesta”, y vosotros dos sois piezas clave en este asunto.
-Desde luego sabes cómo captar nuestra atención.
-Caballeros, como sabéis, acabo de regresar de Washington, y os puedo anunciar con cierto entusiasmo que…he conseguido un billete para Tchepone.
Rosson y Cushman se quedaron atónitos por unos instantes. El marine fue el primero en reaccionar.
-¿Quieres decir que vamos a invadir Laos?
-Así es.
-¿Tenemos autorización para lanzar “Full Cry”? – dijo todavía incrédulo Rosson, refiriéndose al plan que estaba en vigor desde hacía pocos meses, y que se había preparado pensando en una invasión del país vecino para cortar la ruta Ho Chi Min, como era conocida la ruta que transportaba hombres y suministros de Vietnam del Norte al Sur, a través de Laos y Camboya.
Westmoreland asintió de nuevo.
-Joder Bill, ¡lo has hecho! Todavía no puedo creérmelo, pero lo has logrado. Has convencido al Presidente, a McNamara y su camarilla…estoy asombrado, y no me dejo asombrar fácilmente – replico Cushman - ¿Cómo puñetas lo has hecho?
-Bueno Bob, no lo he hecho yo solo. Fue un trabajo de equipo. Comenzamos Wheeler, con toda la Junta de Jefes de Estado Mayor y yo. Luego unimos a nuestra causa a Rostow. Le convencimos que su plan de invadir Vietnam del Norte era demasiado atrevido sin un incremento óptimo de fuerzas y la firme voluntad política de respaldarlo, y de ambas cosas carecíamos si nos manteníamos divididos en cambiar nuestra estrategia para ganar la guerra, y que esta lucha no se convirtiera en un sangriento empate como en Corea, o quién sabe si incluso algo peor.
-Vaya, os llevasteis a vuestro terreno al asesor de seguridad nacional de Johnson, no está mal, pero esos mismos inconvenientes los tendría una invasión de Laos – dijo Rosson – para “Full Cry” necesitamos un Cuerpo de Ejército de contingencia, ese incremento de 200.000 hombres que no parecen dispuestos a darnos.
-No, eso no nos lo han concedido, ni siquiera los 100.000 de la solución mínima.
-¿Entonces? – preguntaron ambos generales con extrañeza.
-Con la decidida ayuda de Rostow, la de los jefes de Estado Mayor, la mía, y la opinión de los survietnamitas a favor de una invasión de Laos expresada en la reunión de Guam el pasado mes de marzo, comenzamos a hacer dudar al Presidente. Pero tenéis razón, sin un número de tropas significativo, no podríamos hacerlo, y Johnson se niega en redondo a convocar reservistas y a movilizar al país, en eso no ha cambiado.
-Pues no entiendo como podéis haberlo convencido…y sin esas tropas no iremos a ningún lado.
-Debemos, y lo haremos – sentenció Westmoreland. – No he vuelto con las manos vacías. Entre todos ideamos un plan que convenció al Presidente que merecía la pena intentarlo.
-Estoy ansioso por oírlo - dijo Rosson que seguía dudando de todo aquello.
-Lo primero fue “venderle”, que si logramos cortar la ruta Ho Chi Minh durante seis meses, entre el otoño de este año y la primavera del que viene, unidos a los seis meses anteriores y posteriores del monzón, cuando el tráfico por la ruta cae en picado, existiría una elevada probabilidad de que Hanoi acabe renunciando a seguir la guerra en el sur y se avenga a una conversaciones de alto el fuego y de paz, con seriedad. – Se sirvió un vaso de agua y bebió un sorbo. – Le facilitamos todas las cifras que quiso y más, y le convencimos con argumentos, vosotros ya los conocéis, pero en Washington se resisten a querer saber otra cosa que no sea lo que McNamara diga, así que tuvimos que hacer una dura labor pedagógica. Le hicimos ver a Johnson, que si para la primavera o el verano que viene se terminaba la guerra, podría presentarse a la reelección en noviembre con muchas más posibilidades de ser escogido de nuevo.
-Es un buen caramelo, pero eso no sustituye a una movilización y a la llamada de reservistas.
-Efectivamente. Ese era el otro gran obstáculo, pero viendo las ventajas de invadir Laos y acortar la guerra, solo quedaba superarlo, así que una noche nos pusimos imaginativos. Nos quedamos hasta altas horas de la madrugada, en una de aquellas amplias habitaciones del Pentagono, y llegamos a algo que pensamos que era asumible para el Presidente, y así puentear a McNamara y sus reticencias.
-Tienes toda mi atención Bill – dijo Cushman que no quitaba ojo de su comandante.
-“Hacer más con menos” y “riesgos calculados”…esos son los axiomas caballeros.
-¿Cómo? ¿A qué te estas refiriendo?
-El Presidente, después de mucho pensarlo, ha autorizado un incremento de unos 80.000 efectivos…
-Pero eso no es suficiente – interrumpió Rosson un poco molesto – con eso apenas cubriremos las necesidades para reforzar el país. No podemos lanzarnos a invadir Laos con esas cifras.
-Si me dejas terminar.
-Perdona, pero todo este politiqueo de Washington me horroriza y me saca de mis casillas. Disculpa.
-Os explicaré como va a ir la cosa. A finales de agosto llegaran dos brigadas independientes de infantería que relevarán a la 3º/25 y a la Brigada de la 101ª que ahora forman parte de la TF Oregón, y se creará la 23º División de infantería. Así mismo, también llegará el resto de la 101ª Aerotransportada, lo que significa un incremento de cuatro brigadas más elementos de apoyo. Y para terminar, un par de batallones de policía militar (PM).
Ambos generales seguían escuchando a Westmoreland con atención, pero algo más incrédulos ahora.
-La 101º será enviada a la zona de responsabilidad (AOR) de la 4ª División de Infantería (DI), para aclimatarse y para sustituirla cuando esta última sea destinada al sur de la zona desmilitarizada (DMZ), en el I Cuerpo, días antes de la invasión. La 3º/25 será asignada a la 4º DI para sustituir a la brigada de esta que opera con la 25ª DI, intercambiando las denominaciones, y así cada una tendrá sus unidades orgánicas al completo. Los dos batallones de la policía militar serán destinados a mejorar la seguridad de Da Nang, cuya importancia para lo que nos espera, no hace falta que resalte.
Y mientras el Comandante del MACV tomaba aliento, Rosson intervino de nuevo.
-¿Y se supone que vamos a invadir Laos con solo una DI? Al menos incluiremos a la División Paracaidista survietnamita ¿no? – dijo de forma resignada, adelantándose a Westmoreland.
-Por supuesto, pero no solo a esa División. Como sabéis, la 4º DI es la de mayor tamaño del Ejército, Marines aparte - concedió a Cushman – y faltaría una brigada para que igualásemos el incremento de fuerzas recién llegadas. Y la escogida ha sido la 173ª Aerotransportada. Ella será el núcleo de una nueva Task Force (TF) divisionaria que complementará las fuerzas iniciales que se generarán para “Full Cry”.
-¿Y qué fuerzas son esas, Bill?
-Las de nuestros aliados, por supuesto. Ya que nosotros hacemos un mayor sacrificio trayendo a más soldados, vamos a pedir lo mismo a nuestros amigos. Comenzaremos por que los survietnamitas añadan otro batallón paracaidistas para completar sus tres Task Forces, y creen otra nueva TF paracaidistas, la cuarta, de aquí al otoño. También vamos a solicitar a los surcoreanos que envíen un nuevo regimiento, para sustituir a uno veterano que formará parte de esa TF divisionaria de la que os hablaba. Y para terminar, estamos en conversaciones muy avanzadas con Tailandia para que envíen un contingente, que ahora deberá ser algo mayor de lo que preveíamos en principio, ya que deberán sustituir en su AOR a la Fuerza Operativa Australiana (ATF), que será destinada a mejorar la seguridad en la zona del I Cuerpo.
-¿Esa nueva Brigada paracaidista survietnamita será la última parte de la nueva TF?
-No, será la reserva operativa de la División Paracaidista (D.Para). El último componente de esa TF será una unidad más veterana, el 54º Regimiento, asignado a la 1º División del Ejército Survietnamita (ARV).
-¿Y nuestra reserva operativa?
-Sacaremos una de las brigadas de la 1ª División de Caballería como fuerza de reserva de choque, además de algunos batallones de Rangers survietnamitas
-Así que si no me he perdido – dijo Rosson leyendo las notas que había tomado en su libreta - tendremos a nuestra disposición la 4ª DI, la D. Para survietnamita y la nueva TF divisionaria para “Full Cry” ¿es correcto? Y para aumentar la seguridad en la AOR del I Cuerpo, a la ATF y dos batallones de PM.
-Correcto, pero además aumentaremos la seguridad del I Cuerpo trayendo a las dos brigadas de la infantería de marina survietnamita.
-No me gusta – contestó Rosson. – Os dais cuenta que eso nos dejaría sin reservas en todo el país, ¿verdad?
-Aquí es donde entra el juego el “riesgo calculado” – dijo su superior. – Es cierto que nos quedamos prácticamente sin reservas, pero por el contrario, la reducción de fuerzas en los I, II y III Cuerpo apenas se ve mermada. La idea es que cuando lanzamos la invasión, el grueso de las fuerzas enemigas deberán dirigirse hacia Tchepone y sus alrededores, aliviando la presión en otras zonas del país. – Westmoreland vio que sus interlocutores no estaban convencidos. – Y si la cosa fuera mal, estamos preparados para ceder algo de terreno temporalmente, en pos de los beneficios que nos asegura “Full Cry”. Debemos consultarlo con el gobierno survietnamita, pero por anteriores tanteos, no creo que haya mucha dificultad.
-Es decir que nos vamos a lanzar a una operación altamente compleja desde el punto de vista operativo y logístico, sin reservas de Teatro y con unas fuerzas bastantes escasas… ¿me equivoco? – preguntó Cushman.
-Es una forma de verlo. La otra es que por fin vamos a poder perseguir a esos malditos comunistas hasta sus santuarios en Laos, cortar su principal ruta de abastecimiento de armas y paso de tropas hacia el sur, y darles una buena patada en el cul*, acelerando el final de la guerra y nuestras opciones de victoria. No digo que vaya a ser fácil, pero ahora tenemos esa oportunidad, y no deberíamos desperdiciarla….vamos, esperaba un poco más de entusiasmo. Los dos seguís apoyando esta estrategia ¿verdad?
-Por supuesto – dijo Rosson – pero con el adecuado número de fuerzas. Así va a ser como combatir con una mano atada a la espalda.
-Tiene razón Bill. Es demasiado poco, no creo que salga bien.
-Hay que hacer más con menos, caballeros – dijo ya adoptando un tono más serio – Necesitábamos un Cuerpo para poder lanzar “Full Cry”, y ahora lo tenemos, no dejemos pasar la oportunidad. Si, tendremos algunas dificultades casi con toda seguridad en otras zonas del país, pero serán temporales en el peor de los casos. Las fuerzas sobre el terreno casi no van a variar, y hasta ahora estábamos empujando a Charlie lejos de nuestras zonas de operaciones con los efectivos existentes ¿no?
-¿Y los chinos? – preguntó Rosson que seguía sin verlo claro. - ¿Habéis pensado en los chinos y los soviéticos?
-Por supuesto. Ese ha sido otro punto difícil, pero al final llegamos a la conclusión de que no creemos que Pekín intervenga porque invadamos Laos, y en todo caso, a lo mejor son ellos los que se tienen que preocupar de nosotros, si les da por intervenir. Es hora de dejar de tenerles miedo, así no iremos a ningún lado en Asia. En cuanto al riesgo de que los soviéticos intervengan directamente, todos los analistas lo califican como muy bajo. Apoyo político, diplomático y en forma de armamento y suministros ampliados, seguramente, pero poco más pueden hacer.
-¿Y qué pasará en el resto de Laos? Seguramente el norte del país caerá en manos de los comunistas de Hanoi y sus aliados del Pathet Lao como fruta madura.
-Cada cosa a su tiempo. De momento, nosotros tendremos el control, o al menos se lo negaremos a ellos el del sur del país, como sucede hasta ahora, y una vez comiencen las negociaciones, ya sacaremos ese tema. Incluso se ha mencionado la opción de enviar a parte del ejército tailandés a combatir allí, pero no creo que sea la mejor idea.
Todos los presentes mantuvieron unos segundos de silencio, madurando todo lo que se acababa de decir en aquella habitación. Cushman fue el primero que habló.
-¿Por qué nos has traído aquí Bill?
-Para informar en persona a los dos mandos que más importancia y trabajo van a tener en esto. En pocos días sustituirás a Lewis al mando de la Tercera Fuerza Anfibia y la seguridad del área del I Cuerpo será responsabilidad tuya, y no hace falta repetir que va a ser vital dicha área para que la invasión pueda tener éxito. Prefiero no meter en esto al general Walt, y que pase tranquilo sus últimos días en Vietnam. Y en cuanto a ti William, te ha tocado el gordo, estarás al mando del Cuerpo que lleve a cabo “Full Cry”… ¿Qué me dices? ¿Aceptas?
El general Rosson se levantó y dio unos pasos por la habitación hasta que se detuvo delante del gran mapa de la región que colgaba de la pared.
-De acuerdo, si ha de hacerse, hagámoslo de la manera correcta. Esta guerra de desgaste no conduce a nada. Podemos estar así años y años y no nos asegura la victoria, ni siquiera una salida honrosa. Como os digo, lo veo muy complicado, pero si nos dejan vía libre y no nos atan en corto desde Washington, quizás podamos organizar bien todo esto y lograr la victoria en este jodido país.
-Por mí de acuerdo, que no se diga que los Marines ponen palos en las ruedas para lanzar ofensivas y ser agresivos. Pero no me gusta el papel de mis hombres. Vamos a estar relegados a tareas secundarias y nos gustaría estar en primera línea. Ofrezco a la Tercera División de Marines para el Cuerpo que invadirá Laos.
-Bien, esto ya me gusta más caballeros. De momento esta es solo una reunión informal e informativa. Los detalles de toda la operación habrá que estudiarlos detenidamente algo más adelante, pero agradezco que estéis en esto conmigo, os voy a necesitar. Y quédate tranquilo, trataré de que podamos organizarlo lo mejor posible, por nuestra cuenta y con la menor injerencia de Washington, pero no prometo nada, ya sabes cómo son las cosas – dijo con gesto de resignación Westmoreland.
-¿Y qué quieres que hagamos ahora?
-Robert, tu comienza a hacer los preparativos para un plan que aumente y mejore la seguridad en tu zona de responsabilidad. La prioridad absoluta es mantener abiertas las rutas 1 y 9, y mejorarlas en lo posible. Olvídate de la “línea McNamara”, deja de utilizar vuestros recursos en eso. Quiero que patrulléis agresivamente el sur de la DMZ y la ruta 9. Ampliar y mejorar la bases de apoyo y crear algunas nuevas si lo consideras necesario. También es crítica la seguridad alrededor de Da Nang. Para eso te enviaré a los dos batallones de PM en cuanto lleguen – y antes de volverse a hablar con Rosson, añadió – ah, y haz esto de manera que lo sepa el menor número de gente posible, y cuando digo el menor número, me refiero a dos o tres personas como mucho. Al fin y al cabo, esos preparativos pueden ser camuflados perfectamente con las necesidades reales del I Cuerpo….y lo mismo te digo a ti – le dijo a Rosson – dos o tres personas a lo sumo durante estas primeras semanas. En junio nos volveremos a reunir, ahora ya de manera más formal y lo analizaremos todo en profundidad. De momento sigue con tu mando de la TF Oregon, pero ve preparando a tu sustituto para que se pueda hacer cargo en breve. Por tu parte, ve perfilando y perfeccionando los planes de “Full Cry”. Quiero ver un plan que me deje la boca abierta en esa próxima reunión ¿entendido?
-Afirmativo – respondió el general del Ejército.
-De acuerdo Bill, así se hará – dijo el marine - pero piensa en lo de utilizar a mis muchachos para este asunto.
-Lo haré, te lo aseguro. – Westmoreland se levantó y estrechó de nuevo la mano de aquellos dos hombres. – Ahora si me disculpáis, tengo un millón de cosas que hacer. Estaremos en contacto…y gracias por venir. – Los saludó militarmente, se giró y salió de la habitación.
Los dos generales se quedaron unos minutos más intercambiando opiniones, hasta que finalmente salieron, y acompañados por el mismo capitán que los había llevado hasta allí, abandonaron las instalaciones para dirigirse a comer a uno de los mejores restaurantes de Saigon. Después de aquella noticia, debían reponer fuerzas, porque las iban a necesitar.
En el número 137 de la calle Pasteur, en el centro de Saigón, se elevaba lo que parecía otro anodino edificio de oficinas como se podían encontrar cientos por todo el sudeste asiático. Tan solo pequeños detalles lo diferenciaban de otros. Detalles como que hubiera guardias armados en sus accesos, sacos terreros y alambradas protegiendo el perímetro o un constante ir y venir de militares norteamericanos. Aquello debía ser suficiente para dar una pista a los viandantes que se encontraban ante un edificio diferente. Este no era otro que el Cuartel General del Mando de Asistencia Militar para Vietnam de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos (MACV), mando superior y cerebro de las operaciones diarias de las fuerzas norteamericanas en aquel país y lugar de trabajo habitual del General Westmoreland, Comandante en Jefe del MACV.
En aquella calurosa mañana, y directamente llegado desde el aeropuerto de Tan Son Nhut, un coche negro con los cristales oscurecidos y sin ninguna marca identificativa aparte de una matrícula civil vietnamita, se detuvo ante la puerta principal al recinto del Cuartel General del MACV. Los guardias procedieron a comprobar las identificaciones de sus ocupantes, y tras breves instantes, le permitieron el paso al interior. El coche aparcó delante de una puerta de entrada al edificio, y dos hombres que rondaban la cincuentena entraron en el mismo. Vestidos con uniforme militar de faena y pocas insignias, desde la distancia nadie podría haber dicho que aquellos hombres eran dos importantes generales de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Se trataba de los Generales Robert E. Cushman, Comandante adjunto de la Tercera Fuerza Anfibia de Marines (III MAF), desplegada en la zona del 1º Cuerpo, al norte del país, y el General William B. Rosson, al mando de la Task Force Oregon, una unidad con entidad divisionaria recientemente creada, también destinada al norte de la Republica de Vietnam.
Ambos hombres fueron recibidos por un capitán que los guio a través de los pasillos hasta un ascensor, con el que descendieron un número indeterminado de plantas, hasta que se detuvo. El capitán hablo con uno de los dos guardias que allí había y les dejaron pasar. La temperatura era más fresca y mucho más agradable que en la calle. Avanzaron por un pasillo con varias puertas a cada lado y al llegar al final giraron hacia la derecha, donde el capitán les indicó que debían aguardar en la habitación del fondo, despidiendose con el saludo de rigor. Los dos generales abrieron la puerta y encontraron una lúgubre estancia. No demasiado grande, con olor a humedad y más fría todavía, estaba decorada de manera bastante espartana, con una mesa grande y seis sillas de madera no demasiado cómodas. Había un armario abierto donde se guardaban un proyector de diapositivas, un reproductor de video de súper ocho y varios mapas y utensilios para hacer presentaciones. Al otro lado del armario, una pantalla blanca plegable, un caballete, y colgado de la pared, un gran mapa de la Republica de Vietnam y sus países vecinos.
Ambos hombres esperaban de pie mientras intercambiaban impresiones, soportando el pequeño pero molesto zumbido de los dispositivos anti escucha instalados allí por los servicios de inteligencia militares, cuando la puerta se abrió.
-Buenos días caballeros, me alegro de verlos – dijo el general William C. Westmoreland, comandante del MACV, saludando militarmente primero y tendiendo la mano a los generales después.
-Buenos días Bill – respondieron casi al unísono mientras saludaban y estrechaban la mano de su superior.
-¿Qué tal el viaje?
-Bien, gracias, y ya sabes que me gusta madrugar, pero ¿por qué tanto secretismo? – preguntó el Marine.
-¿Y a que vienen tantas prisas? ¿Es que me echáis ya de menos? – bromeó Rosson, que había sido Jefe del Estado Mayor de Westmoreland hasta que hacía poco, cuando se hizo cargo de la Task Force Oregon.
-Todo a su tiempo… ¿queréis tomar algo? Tengo un bourbon excelente por algún lado – dijo mientras abría la parte de abajo del armario.
-¿No es muy temprano?
-Tienes razón…es que con tantos viajes por todo el Pacífico, no sabe uno en que día u hora se encuentra. ¿Café? ¿Agua?
Ambos hombres declinaron la oferta de su superior, mientras este les pedía que tomaran asiento.
-De acuerdo, veo que he logrado despertar vuestra curiosidad y queréis ir al grano. – ambos generales asintieron.
- Pues bien, el motivo de tanta prisa y tanto secretismo, es que nos vamos a embarcar en una buena “fiesta”, y vosotros dos sois piezas clave en este asunto.
-Desde luego sabes cómo captar nuestra atención.
-Caballeros, como sabéis, acabo de regresar de Washington, y os puedo anunciar con cierto entusiasmo que…he conseguido un billete para Tchepone.
Rosson y Cushman se quedaron atónitos por unos instantes. El marine fue el primero en reaccionar.
-¿Quieres decir que vamos a invadir Laos?
-Así es.
-¿Tenemos autorización para lanzar “Full Cry”? – dijo todavía incrédulo Rosson, refiriéndose al plan que estaba en vigor desde hacía pocos meses, y que se había preparado pensando en una invasión del país vecino para cortar la ruta Ho Chi Min, como era conocida la ruta que transportaba hombres y suministros de Vietnam del Norte al Sur, a través de Laos y Camboya.
Westmoreland asintió de nuevo.
-Joder Bill, ¡lo has hecho! Todavía no puedo creérmelo, pero lo has logrado. Has convencido al Presidente, a McNamara y su camarilla…estoy asombrado, y no me dejo asombrar fácilmente – replico Cushman - ¿Cómo puñetas lo has hecho?
-Bueno Bob, no lo he hecho yo solo. Fue un trabajo de equipo. Comenzamos Wheeler, con toda la Junta de Jefes de Estado Mayor y yo. Luego unimos a nuestra causa a Rostow. Le convencimos que su plan de invadir Vietnam del Norte era demasiado atrevido sin un incremento óptimo de fuerzas y la firme voluntad política de respaldarlo, y de ambas cosas carecíamos si nos manteníamos divididos en cambiar nuestra estrategia para ganar la guerra, y que esta lucha no se convirtiera en un sangriento empate como en Corea, o quién sabe si incluso algo peor.
-Vaya, os llevasteis a vuestro terreno al asesor de seguridad nacional de Johnson, no está mal, pero esos mismos inconvenientes los tendría una invasión de Laos – dijo Rosson – para “Full Cry” necesitamos un Cuerpo de Ejército de contingencia, ese incremento de 200.000 hombres que no parecen dispuestos a darnos.
-No, eso no nos lo han concedido, ni siquiera los 100.000 de la solución mínima.
-¿Entonces? – preguntaron ambos generales con extrañeza.
-Con la decidida ayuda de Rostow, la de los jefes de Estado Mayor, la mía, y la opinión de los survietnamitas a favor de una invasión de Laos expresada en la reunión de Guam el pasado mes de marzo, comenzamos a hacer dudar al Presidente. Pero tenéis razón, sin un número de tropas significativo, no podríamos hacerlo, y Johnson se niega en redondo a convocar reservistas y a movilizar al país, en eso no ha cambiado.
-Pues no entiendo como podéis haberlo convencido…y sin esas tropas no iremos a ningún lado.
-Debemos, y lo haremos – sentenció Westmoreland. – No he vuelto con las manos vacías. Entre todos ideamos un plan que convenció al Presidente que merecía la pena intentarlo.
-Estoy ansioso por oírlo - dijo Rosson que seguía dudando de todo aquello.
-Lo primero fue “venderle”, que si logramos cortar la ruta Ho Chi Minh durante seis meses, entre el otoño de este año y la primavera del que viene, unidos a los seis meses anteriores y posteriores del monzón, cuando el tráfico por la ruta cae en picado, existiría una elevada probabilidad de que Hanoi acabe renunciando a seguir la guerra en el sur y se avenga a una conversaciones de alto el fuego y de paz, con seriedad. – Se sirvió un vaso de agua y bebió un sorbo. – Le facilitamos todas las cifras que quiso y más, y le convencimos con argumentos, vosotros ya los conocéis, pero en Washington se resisten a querer saber otra cosa que no sea lo que McNamara diga, así que tuvimos que hacer una dura labor pedagógica. Le hicimos ver a Johnson, que si para la primavera o el verano que viene se terminaba la guerra, podría presentarse a la reelección en noviembre con muchas más posibilidades de ser escogido de nuevo.
-Es un buen caramelo, pero eso no sustituye a una movilización y a la llamada de reservistas.
-Efectivamente. Ese era el otro gran obstáculo, pero viendo las ventajas de invadir Laos y acortar la guerra, solo quedaba superarlo, así que una noche nos pusimos imaginativos. Nos quedamos hasta altas horas de la madrugada, en una de aquellas amplias habitaciones del Pentagono, y llegamos a algo que pensamos que era asumible para el Presidente, y así puentear a McNamara y sus reticencias.
-Tienes toda mi atención Bill – dijo Cushman que no quitaba ojo de su comandante.
-“Hacer más con menos” y “riesgos calculados”…esos son los axiomas caballeros.
-¿Cómo? ¿A qué te estas refiriendo?
-El Presidente, después de mucho pensarlo, ha autorizado un incremento de unos 80.000 efectivos…
-Pero eso no es suficiente – interrumpió Rosson un poco molesto – con eso apenas cubriremos las necesidades para reforzar el país. No podemos lanzarnos a invadir Laos con esas cifras.
-Si me dejas terminar.
-Perdona, pero todo este politiqueo de Washington me horroriza y me saca de mis casillas. Disculpa.
-Os explicaré como va a ir la cosa. A finales de agosto llegaran dos brigadas independientes de infantería que relevarán a la 3º/25 y a la Brigada de la 101ª que ahora forman parte de la TF Oregón, y se creará la 23º División de infantería. Así mismo, también llegará el resto de la 101ª Aerotransportada, lo que significa un incremento de cuatro brigadas más elementos de apoyo. Y para terminar, un par de batallones de policía militar (PM).
Ambos generales seguían escuchando a Westmoreland con atención, pero algo más incrédulos ahora.
-La 101º será enviada a la zona de responsabilidad (AOR) de la 4ª División de Infantería (DI), para aclimatarse y para sustituirla cuando esta última sea destinada al sur de la zona desmilitarizada (DMZ), en el I Cuerpo, días antes de la invasión. La 3º/25 será asignada a la 4º DI para sustituir a la brigada de esta que opera con la 25ª DI, intercambiando las denominaciones, y así cada una tendrá sus unidades orgánicas al completo. Los dos batallones de la policía militar serán destinados a mejorar la seguridad de Da Nang, cuya importancia para lo que nos espera, no hace falta que resalte.
Y mientras el Comandante del MACV tomaba aliento, Rosson intervino de nuevo.
-¿Y se supone que vamos a invadir Laos con solo una DI? Al menos incluiremos a la División Paracaidista survietnamita ¿no? – dijo de forma resignada, adelantándose a Westmoreland.
-Por supuesto, pero no solo a esa División. Como sabéis, la 4º DI es la de mayor tamaño del Ejército, Marines aparte - concedió a Cushman – y faltaría una brigada para que igualásemos el incremento de fuerzas recién llegadas. Y la escogida ha sido la 173ª Aerotransportada. Ella será el núcleo de una nueva Task Force (TF) divisionaria que complementará las fuerzas iniciales que se generarán para “Full Cry”.
-¿Y qué fuerzas son esas, Bill?
-Las de nuestros aliados, por supuesto. Ya que nosotros hacemos un mayor sacrificio trayendo a más soldados, vamos a pedir lo mismo a nuestros amigos. Comenzaremos por que los survietnamitas añadan otro batallón paracaidistas para completar sus tres Task Forces, y creen otra nueva TF paracaidistas, la cuarta, de aquí al otoño. También vamos a solicitar a los surcoreanos que envíen un nuevo regimiento, para sustituir a uno veterano que formará parte de esa TF divisionaria de la que os hablaba. Y para terminar, estamos en conversaciones muy avanzadas con Tailandia para que envíen un contingente, que ahora deberá ser algo mayor de lo que preveíamos en principio, ya que deberán sustituir en su AOR a la Fuerza Operativa Australiana (ATF), que será destinada a mejorar la seguridad en la zona del I Cuerpo.
-¿Esa nueva Brigada paracaidista survietnamita será la última parte de la nueva TF?
-No, será la reserva operativa de la División Paracaidista (D.Para). El último componente de esa TF será una unidad más veterana, el 54º Regimiento, asignado a la 1º División del Ejército Survietnamita (ARV).
-¿Y nuestra reserva operativa?
-Sacaremos una de las brigadas de la 1ª División de Caballería como fuerza de reserva de choque, además de algunos batallones de Rangers survietnamitas
-Así que si no me he perdido – dijo Rosson leyendo las notas que había tomado en su libreta - tendremos a nuestra disposición la 4ª DI, la D. Para survietnamita y la nueva TF divisionaria para “Full Cry” ¿es correcto? Y para aumentar la seguridad en la AOR del I Cuerpo, a la ATF y dos batallones de PM.
-Correcto, pero además aumentaremos la seguridad del I Cuerpo trayendo a las dos brigadas de la infantería de marina survietnamita.
-No me gusta – contestó Rosson. – Os dais cuenta que eso nos dejaría sin reservas en todo el país, ¿verdad?
-Aquí es donde entra el juego el “riesgo calculado” – dijo su superior. – Es cierto que nos quedamos prácticamente sin reservas, pero por el contrario, la reducción de fuerzas en los I, II y III Cuerpo apenas se ve mermada. La idea es que cuando lanzamos la invasión, el grueso de las fuerzas enemigas deberán dirigirse hacia Tchepone y sus alrededores, aliviando la presión en otras zonas del país. – Westmoreland vio que sus interlocutores no estaban convencidos. – Y si la cosa fuera mal, estamos preparados para ceder algo de terreno temporalmente, en pos de los beneficios que nos asegura “Full Cry”. Debemos consultarlo con el gobierno survietnamita, pero por anteriores tanteos, no creo que haya mucha dificultad.
-Es decir que nos vamos a lanzar a una operación altamente compleja desde el punto de vista operativo y logístico, sin reservas de Teatro y con unas fuerzas bastantes escasas… ¿me equivoco? – preguntó Cushman.
-Es una forma de verlo. La otra es que por fin vamos a poder perseguir a esos malditos comunistas hasta sus santuarios en Laos, cortar su principal ruta de abastecimiento de armas y paso de tropas hacia el sur, y darles una buena patada en el cul*, acelerando el final de la guerra y nuestras opciones de victoria. No digo que vaya a ser fácil, pero ahora tenemos esa oportunidad, y no deberíamos desperdiciarla….vamos, esperaba un poco más de entusiasmo. Los dos seguís apoyando esta estrategia ¿verdad?
-Por supuesto – dijo Rosson – pero con el adecuado número de fuerzas. Así va a ser como combatir con una mano atada a la espalda.
-Tiene razón Bill. Es demasiado poco, no creo que salga bien.
-Hay que hacer más con menos, caballeros – dijo ya adoptando un tono más serio – Necesitábamos un Cuerpo para poder lanzar “Full Cry”, y ahora lo tenemos, no dejemos pasar la oportunidad. Si, tendremos algunas dificultades casi con toda seguridad en otras zonas del país, pero serán temporales en el peor de los casos. Las fuerzas sobre el terreno casi no van a variar, y hasta ahora estábamos empujando a Charlie lejos de nuestras zonas de operaciones con los efectivos existentes ¿no?
-¿Y los chinos? – preguntó Rosson que seguía sin verlo claro. - ¿Habéis pensado en los chinos y los soviéticos?
-Por supuesto. Ese ha sido otro punto difícil, pero al final llegamos a la conclusión de que no creemos que Pekín intervenga porque invadamos Laos, y en todo caso, a lo mejor son ellos los que se tienen que preocupar de nosotros, si les da por intervenir. Es hora de dejar de tenerles miedo, así no iremos a ningún lado en Asia. En cuanto al riesgo de que los soviéticos intervengan directamente, todos los analistas lo califican como muy bajo. Apoyo político, diplomático y en forma de armamento y suministros ampliados, seguramente, pero poco más pueden hacer.
-¿Y qué pasará en el resto de Laos? Seguramente el norte del país caerá en manos de los comunistas de Hanoi y sus aliados del Pathet Lao como fruta madura.
-Cada cosa a su tiempo. De momento, nosotros tendremos el control, o al menos se lo negaremos a ellos el del sur del país, como sucede hasta ahora, y una vez comiencen las negociaciones, ya sacaremos ese tema. Incluso se ha mencionado la opción de enviar a parte del ejército tailandés a combatir allí, pero no creo que sea la mejor idea.
Todos los presentes mantuvieron unos segundos de silencio, madurando todo lo que se acababa de decir en aquella habitación. Cushman fue el primero que habló.
-¿Por qué nos has traído aquí Bill?
-Para informar en persona a los dos mandos que más importancia y trabajo van a tener en esto. En pocos días sustituirás a Lewis al mando de la Tercera Fuerza Anfibia y la seguridad del área del I Cuerpo será responsabilidad tuya, y no hace falta repetir que va a ser vital dicha área para que la invasión pueda tener éxito. Prefiero no meter en esto al general Walt, y que pase tranquilo sus últimos días en Vietnam. Y en cuanto a ti William, te ha tocado el gordo, estarás al mando del Cuerpo que lleve a cabo “Full Cry”… ¿Qué me dices? ¿Aceptas?
El general Rosson se levantó y dio unos pasos por la habitación hasta que se detuvo delante del gran mapa de la región que colgaba de la pared.
-De acuerdo, si ha de hacerse, hagámoslo de la manera correcta. Esta guerra de desgaste no conduce a nada. Podemos estar así años y años y no nos asegura la victoria, ni siquiera una salida honrosa. Como os digo, lo veo muy complicado, pero si nos dejan vía libre y no nos atan en corto desde Washington, quizás podamos organizar bien todo esto y lograr la victoria en este jodido país.
-Por mí de acuerdo, que no se diga que los Marines ponen palos en las ruedas para lanzar ofensivas y ser agresivos. Pero no me gusta el papel de mis hombres. Vamos a estar relegados a tareas secundarias y nos gustaría estar en primera línea. Ofrezco a la Tercera División de Marines para el Cuerpo que invadirá Laos.
-Bien, esto ya me gusta más caballeros. De momento esta es solo una reunión informal e informativa. Los detalles de toda la operación habrá que estudiarlos detenidamente algo más adelante, pero agradezco que estéis en esto conmigo, os voy a necesitar. Y quédate tranquilo, trataré de que podamos organizarlo lo mejor posible, por nuestra cuenta y con la menor injerencia de Washington, pero no prometo nada, ya sabes cómo son las cosas – dijo con gesto de resignación Westmoreland.
-¿Y qué quieres que hagamos ahora?
-Robert, tu comienza a hacer los preparativos para un plan que aumente y mejore la seguridad en tu zona de responsabilidad. La prioridad absoluta es mantener abiertas las rutas 1 y 9, y mejorarlas en lo posible. Olvídate de la “línea McNamara”, deja de utilizar vuestros recursos en eso. Quiero que patrulléis agresivamente el sur de la DMZ y la ruta 9. Ampliar y mejorar la bases de apoyo y crear algunas nuevas si lo consideras necesario. También es crítica la seguridad alrededor de Da Nang. Para eso te enviaré a los dos batallones de PM en cuanto lleguen – y antes de volverse a hablar con Rosson, añadió – ah, y haz esto de manera que lo sepa el menor número de gente posible, y cuando digo el menor número, me refiero a dos o tres personas como mucho. Al fin y al cabo, esos preparativos pueden ser camuflados perfectamente con las necesidades reales del I Cuerpo….y lo mismo te digo a ti – le dijo a Rosson – dos o tres personas a lo sumo durante estas primeras semanas. En junio nos volveremos a reunir, ahora ya de manera más formal y lo analizaremos todo en profundidad. De momento sigue con tu mando de la TF Oregon, pero ve preparando a tu sustituto para que se pueda hacer cargo en breve. Por tu parte, ve perfilando y perfeccionando los planes de “Full Cry”. Quiero ver un plan que me deje la boca abierta en esa próxima reunión ¿entendido?
-Afirmativo – respondió el general del Ejército.
-De acuerdo Bill, así se hará – dijo el marine - pero piensa en lo de utilizar a mis muchachos para este asunto.
-Lo haré, te lo aseguro. – Westmoreland se levantó y estrechó de nuevo la mano de aquellos dos hombres. – Ahora si me disculpáis, tengo un millón de cosas que hacer. Estaremos en contacto…y gracias por venir. – Los saludó militarmente, se giró y salió de la habitación.
Los dos generales se quedaron unos minutos más intercambiando opiniones, hasta que finalmente salieron, y acompañados por el mismo capitán que los había llevado hasta allí, abandonaron las instalaciones para dirigirse a comer a uno de los mejores restaurantes de Saigon. Después de aquella noticia, debían reponer fuerzas, porque las iban a necesitar.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Capítulo 2 “Planes en la cumbre”
Las nuevas instalaciones del Cuartel General del MACV en la base aérea de Tan Son Nhut eran esplendidas comparadas con el sombrío y anodino edificio de oficinas del centro de Saigon que habían ocupado hasta el mes de agosto. “El Pentágono del Este” como ya comenzaba a ser conocido por su gran tamaño más que por su forma, tenía todo lo necesario para el buen funcionamiento del MACV, incluido el muy apreciado aire acondicionado. Docenas de despachos, oficinas, o salas de reuniones jalonaban las dos plantas y varias alas que formaba el edificio de rectas líneas y fachada blanca, amén de otras edificaciones auxiliares cercanas a él.
En una de las salas de reuniones tenía lugar aquella calurosa mañana de principios del mes de septiembre, una importante reunión para el futuro de la contienda en el sudeste asiático. Actuando como convocante y anfitrión, el general Rosson, ahora al mando del recién creado XXIV Cuerpo de Ejército, entró y comenzó a saludar al reducido grupo de participantes que lo esperaban en la sala.
Entre ellos los generales William R. Peers, y John R. Dean Jr., al mando de la 4ª División de Infantería y la 173ª Brigada Aerotransportada respectivamente, el general Charles M. Duke, del Mando de Ingenieros, los generales Hoàng Xuân Lãm, Ngo Quang Trung y Du Quoc Dong, del I Cuerpo, la 1ª División y la División Paracaidista del Ejército de la Republica de Vietnam respectivamente, además del general Chung Sun-min del Ejército surcoreano. Junto a Rosson entró el general Cushman, ya Comandante en jefe de la III MAF, el general de la 7ª Fuerzas Aérea de la USAF, William W. Momyer, el comandante de la 1ª Brigada Aérea del Ejército, General George P. Seneff, y el Vice Almirante de la Armada John J. Hyland. Minutos después llegó el general Westmoreland con aire cansado pero decidido. Sobre aquellos trece hombres recaía la gran responsabilidad de preparar la que podría ser la operación más importante de la guerra, y que de un modo u otro, decidiría la fortuna de la contienda y seguramente de toda Indochina.
Terminadas las inevitables conversaciones informales, y salir de la sala los ayudantes, todos los asistentes tomaron asiento y Rosson se dispuso a dar comienzo a la reunión.
-Caballeros, lo primero darles las gracias por venir esta mañana. Creo que ya se conocen todos, por lo que sobran las presentaciones. – Miró a Westmoreland y prosiguió – Con el permiso del general, he convocado esta reunión para avanzar en la preparación de “Full Cry”. Queda poco tiempo y mucho por hacer, aunque en general no estoy descontento con el progreso. Hemos avanzado mucho en los últimos meses, pero quedan todavía cosas importantes que hacer o decidir, así que será mejor que nos pongamos a ello cuanto antes.
Se levantó y en un caballete que había a su espalda, retiró la primera hoja en blanco, para dejar a la luz un calendario sobre cómo debería marchar todo en el tiempo que quedaba hasta el inicio de la invasión de Laos.
-Como pueden ver, en este esquema todavía no figura una fecha definitiva para el día del inicio de las operaciones en Laos, y eso es algo que deberíamos discutir. En principio soy de la opinión de no cerrar una fecha, sino algo aproximado.
-Para que las cosas funcionen, no deberíamos alejarnos mucho de finales de octubre – interrumpió Westmoreland. - Esa ha sido la fecha escogida desde el inicio.
-Claro, así debería ser, y vamos a tratar de que podamos llegar a esas fechas con todo listo, pero no descartaría que debamos retrasarlo algo. Quizás solo sean unos días o una semana. Me parecería razonable iniciar “Full Cry” en la primera semana de noviembre, el primer día que la meteorología nos sea más favorable.
-Estoy de acuerdo con Bill. Las operaciones para asegurar el sur de la DMZ y las rutas 1 y 9 son complejas y nos están requiriendo más tiempo del pensado. Los marines survietnamitas y los australianos nos han venido muy bien, pero aun así es difícil hacer una “limpieza” a fondo y asegurar la zona – intervino el general Cushman. - Cuanto más tiempo dispongamos para ello, mejor será la seguridad de la retaguardia…que es el papel que habéis dejado a mis chicos – dijo medio en broma medio en serio, con tono resignado. - Además está el problema con toda la flota de nuestros Sea Knights, que están en tierra por fallos mecánicos, aunque me aseguran que deben llegar UH-34 y CH-53 adicionales para suplir su falta.
-También los preparativos logísticos de mis helicópteros van con algo de retraso – dijo el general Seneff que iba a poner a disposición de la operación más de 800 de sus helicópteros, aproximadamente, un tercio de todos los que tenían los EEUU en Vietnam del Sur.
-Eso es algo que nos pasa a todos ¿verdad?– contestó Peers, masticando más que fumando su enorme puro.
-Es cierto – intervino el comandante del MACV – montar algo así en pocos meses es muy complicado y las dificultades parece que se multiplican, pero los oficiales de logística del MACV y del Pentagono, me asegura que en breve habrá un impulso y que todo estará listo para esas fechas.
-Esperemos que así sea – dijo Rosson. – Pues dejando claro que la operación ha de llevarse a cabo alrededor del… ¿uno de noviembre? pero siendo algo flexibles con esa fecha – dijo mirando a los demás como si esperase una respuesta. La mayoría asintió con la cabeza – pasemos a los otros puntos que debemos discutir.
Rosson giró otra hoja y se vio un gráfico donde estaba dibujado el orden de batalla de la operación.
-Este es el orden de batalla completo de la operación, caballeros. Más o menos ya lo conocen, pero aquí lo tienen pormenorizado, y en la documentación que tienen frente a ustedes también lo pueden consultar. Como ven va a ser la mayor operación que se haya llevado a cabo en lo que llevamos de conflicto. En número redondos serán unos sesenta mil efectivos aliados solo en suelo laosiano. Si añadimos las fuerzas que apoyaran la invasión en la zona del I Cuerpo, nos iríamos fácilmente a más de cien mil. Con los reemplazos y los posibles refuerzos que dependerán de las circunstancias, bien podríamos estar hablando de alrededor de ciento cincuenta mil soldados envueltos en la operación, y eso solo en tierra, si sumamos las fuerzas aéreas y navales, ese número crecería.
Tras una pausa para dejar claro el alcance y la importancia de los números que acababa de comentar, el general prosiguió.
-Por repasarlo por encima, en la retaguardia contaremos con las dos divisiones de Marines estadounidenses, más efectivos de la 1ª División survietnamita donde se encuadraran sus brigadas de marines, y la 1ª Fuerza Australiana. Mientras, en el Teatro de Operaciones principal, la División paracaidista survietnamita será lanzada sobre Muong Phine, aquí - dijo girando otra hoja, donde apareció un mapa de la zona norte de Vietnam del sur, la DMZ y el área de Laos al norte y sur de la ciudad de Tchepone. – Será lanzada por aviones de transporte en lo que será el desembarco aéreo más grande desde la segunda guerra mundial, y serán precisos más de medio centenar de aparatos y dos días para llevar a cabo el lanzamiento completo, con todos sus efectivos y suministros correspondientes.
El general Cuoc Dong de la División Paracaidista tomaba notas pese a que ya conocía la parte que le tocaba en aquella misión. Orgulloso por la tarea encomendada, no dejaba de reconocer la dificultad de ser la unidad que estaría más alejada de la frontera y de las vías de suministro, el cual debería llevarse a cabo exclusivamente por vía aérea durante las primeras semanas. La suya sería la posición más expuesta y que menos apoyo podría recibir de otras fuerzas hasta que no estuviera completada la reparación y transformación de la ruta 9 en una vía de dos carriles por sentido y tuviese todos los puentes reparados. Al menos podría contar con una pequeña pista para aviones de aterrizaje y despegue corto, y los insustituibles helicópteros.
-En la zona de Tchepone, su aeródromo y la intersección entre las rutas 9 y 91, será el área de responsabilidad de la 4º División de Infantería, siendo helitransportada hasta sus posiciones por los helicópteros de la 1ª Brigada Aérea, a los cuales se sumaran también algunos aparatos de los Marines y survietnamitas. Esperemos que la práctica totalidad de la división pueda desplegarse el primer día de las operaciones.
-¿Sabéis que eso significa sacudir un avispero, verdad? – intervino Peers. - Mis chicos van directos a la Base 604 del enemigo, ¿tenemos datos actualizados de la presencia norvietnamita allí?
-En toda la zona de operaciones del XXIV Cuerpo, esperamos al menos un regimiento, más elementos de la 325º División, y algunos batallones independientes, además de las tropas logísticas de la ruta Ho Chi Minh que pueden prestar un cierto apoyo en la defensa, y algunos miembros del Pathet Lao. Entre quince y veinte mil enemigos en un primer momento.
-¿Y después? – quiso saber Peers.
-Esperamos que en una o dos semanas refuercen sus tropas con tres o cuatro divisiones y algunos regimientos adicionales…entre treinta mil y cuarenta mil efectivos más.
-O sea, entre cuarenta y cinco mil y sesenta mil soldados enemigos en total, más o menos como nuestras fuerzas en Laos en el peor de los casos. Y seguramente ampliaran ese número a medida que pase el tiempo.
-Contamos con eso. Eso facilitará que en Vietnam del Sur, las cosas se tranquilicen al centrar el enemigo la atención en Laos y sacar fuerzas de aquí para enviarlas a combatir a Tchepone. Además, y aunque sabemos que utilizarán su artillería, no van a tener un santuario en Laos desde donde disparar, y desde el norte de la DMZ no podrán interferir mucho en nuestras operaciones allí. También esperamos una proporción de bajas muy favorable, por lo que van a necesitar todas las tropas que puedan reunir para intentar sacarnos de nuestras posiciones, y entre más fuerzas acerquen a nuestros hombres, más vamos a eliminar…y la 4ª División es la unidad más fuerte en esta operación, así que, si, va a ser duro, no digo lo contrario, pero creo que tenemos una buena oportunidad para machacar al enemigo con nuestra superior potencia de fuego.
-Me gusta la idea de aplastar comunistas en cantidades industriales – contesto el general al mando de la 4ª División sonriendo – aunque lo de ceder la iniciativa una vez establecidas nuestras posiciones, no tanto.
-Eso no sucederá – respondió Westmoreland. – Una brigada de la 1ª División de Caballería y la 4ª Brigada de la División Paracaidista survietnamita, estarán asignadas al XXIV Cuerpo como fuerzas de explotación y reacción. En cuanto tengamos un objetivo valioso y concentrado, esos hombres llegarán hasta allí y los destrozaran, ejerciendo de martillo, en unión con el yunque que formaran las fuerzas defensivas establecidas a lo largo del eje Lang Vei-Tchepone-Muong Phine.
Todos los presentes asintieron, era una buena idea no ceder del todo la iniciativa aunque ocuparan posiciones defensivas. El espíritu agresivo de las fuerzas de reacción y el apoyo aéreo y artillero, proporcionaban buenas probabilidades de éxito contra grandes concentraciones de enemigos, si mantenían el contacto y no se retiraban.
-Por último – prosiguió – el general Rosson – la última unidad que intervendrá en la operación, será la nueva “Task Force Dean”, en referencia al aquí presente general John R. Dean Jr. que ha accedido a comandarla, pese a que estaba a punto de dejar el país para regresar a casa, lo cual le agradecemos enormemente.
-¿No pensaríais que os iba a dejar solos con este “fregao”? – dijo sonriendo el aludido.
-Nos alegra que accedieras John, de veras – dijo Westmoreland.
-La “Task Force Dean” – continuó el anfitrión – estará formada por el 1ª Regimiento de la División Capital surcoreana, que será helitransportado al este de la 4ª División, a lo largo de la ruta 9. La 173ª Brigada Aerotransporta que será lanzada en paracaídas mediante más de una treintena de aviones y que al igual que los paracaidistas vietnamitas, llevará dos días que estén en posición, ocupando la intersección entre la ruta 9 y la ruta 92 cerca de Ban Dong. También el 54º Regimiento de la 1ª División survietnamita, que entrará a pie y en vehículos desde la frontera y sus posiciones previas en Lang Vei, para ocupar Ban Houei Sane, su aeródromo y posiciones defensivas a lo largo de esa primera parte de la ruta 9. – Bebió un trago de agua antes de proseguir. – Con la “Task Force Dean”, se trata de asegurar la ruta 9 hasta Tchepone y contactar con la 4ª División, que a su vez se unirá a la División Paracaidista, formando en conjunto la barrera donde debe estrellarse el esfuerzo enemigo.
-Me preocupa que mi unidad no tenga todavía asignadas fuerzas de apoyo como las de una división normal – dijo Dean.
-Lo sé, y estamos trabajando en ello. En unos días tendrás a tu disposición algunas unidades de ingenieros, artillería y logística que sacaremos de aquí y de allá, además de las aportaciones de nuestros aliados, aquí presentes – respondió Rosson. – Pero has de tener en cuenta que la “Task Force” está pensada como unidad ligera y no tendrá todos los apoyos de una división. Para lo que necesites de más, el Cuerpo lo pondrá a tu disposición en la medida de sus posibilidades.
-¿Y qué hay de las necesidades de los ingenieros? – preguntó Peers con su puro ya a medio consumir. – Vamos a necesitar muchos si queremos fortificar nuestras líneas con bases de apoyo de fuego, reparar los aeródromos, crear zonas de aterrizaje para los helicópteros, acondicionar la ruta 9 y los puentes a lo largo de todo el frente.
-Desde luego, y esa ha sido una de mis mayores preocupaciones – intervino el General Duke del Mando de ingenieros. - He conseguido un par de batallones adicionales que llegarán desde los Estados Unidos en breve, y con las fuerzas que hemos podido sacar de aquí y las unidades divisionales, esperamos que podamos dar respuesta a todas esas necesidades, aunque es posible que suframos algunas dificultades y retrasos.
-¿Cuánto tiempo llevará preparar la carretera para que puedan llegar los suministros a mis paracaidistas? – quiso saber el general Cuoc Dong.
-Hasta Tchepone hemos calculado unas dos semanas, quizás tres, depende del nivel de actividad enemiga. Hasta sus muchachos, una o dos semanas más…alrededor de un mes en total.
-Es mucho tiempo. Somos la unidad más expuesta, y si no contamos con munición, víveres y material sanitario suficiente, puede que no duremos ese tiempo.
-Lo sé – respondió Rosson - y por eso tendrán prioridad en el envío de suministros por vía aérea. No los dejaremos desabastecidos, no se preocupe. Si sus hombres cumplen tan bien como hasta ahora, nosotros también lo haremos, no le quepa ninguna duda – dijo el General norteamericano, que pese a que confiaba en los paracaidistas survietnamitas, no así tanto en su comandante, cuyo mando se debía más a sus contactos y amistades políticas que a su capacidad profesional.
-¿Y deberán aguantar nuestros hombres en sus posiciones los seis meses previstos que durará la operación? – preguntó el General Xuân Lãm del I Cuerpo, otro mando que debía su cargo a su buenas relaciones con el régimen del presidente Thieu que a otra cosa.
-En principio así está previsto. Por supuesto, serán las unidades prioritarias a la hora de recibir soldados de reemplazo, y si es necesario, creemos asumible que puedan llegar algunas unidades de refuerzo más de los Estados Unidos. De todas formas, mi Estado Mayor está trabajando en un plan para rotar unidades en caso necesario…les informaremos en el momento oportuno.
El general Rosson giró otra hoja y aparecieron los elementos de apoyo aéreo con que contaría la operación, y con un gesto cedió la palabra al general Momyer de la USAF.
-Caballeros, aquí pueden ver los cálculos aproximados de aviones de combate que tendrá a su disposición “Full Cry”. Como podemos observar, serán casi un centenar de aviones de la Armada, una veintena de la Fuerza Aérea survietnamita, y unos ciento cincuenta de la Fuerza aérea estadounidense, tanto en Vietnam del Sur como en Thailandia. Con la adición de un par de escuadrones adicionales de la USAF traídos desde los Estados Unidos, hemos tratado que el impacto en las operaciones normales en todo Vietnam, sea el menor posible. – Miró el cuadro con los números y tipos de aviones y continuó – La mayoría de nuestros aviones serán de ataque a tierra, ya que no esperamos oposición aérea enemiga. Sus aeródromos capaces de albergar a sus Mig,s están muy al norte y con el escaso radio de acción de esos aparatos, su participación está casi descartada. De todas formas, y durante los primeros días, por precaución, reservaremos algunas salidas para misiones CAP y de escolta aire-aire. Como digo la mayoría de nuestras misiones serán de apoyo aéreo cercano sobre Laos, pero también vamos a destinar un porcentaje a misiones de supresión de las defensas antiaéreas que podamos encontrarnos, reconocimiento armado, y ataques contra posiciones artilleras, depósitos de munición, cuarteles generales, etc…creo que sus chicos van a tener un apoyo aéreo suficiente…
“Nunca es suficiente, siempre se necesitan más bombas contra esos cabrones amarillos” pensaba Peers para sí, mientras daba las ultimas caladas a su gran puro.
-…además, desde el SAC contaremos con el apoyo de los B-52 de Guam, que también han sido reforzados con algunos aparatos adicionales. Y ahora, ¿no sé si el Vicealmirante Hyland quiere comentar algo?
-Simplemente recordar que se han extendido hasta finales de año los periodos en la estación “Yankee” de los portaaviones “Coral Sea”, “Constellation”, “Intrepid” y “Hornet”, a los que se les suman el “Kitty Hawk”, el “Ranger” y el “Ticonderoga”. Vamos a mantener el ritmo de nuestras operaciones contra Vietnam del Norte y en el sur, a la vez que aportamos varios escuadrones, principalmente de A-4 Skyhawk para la invasión. Por su parte, los escuadrones de aviones de los Marines mantendrán su labor en proporcionar su apoyo a las tropas de tierra en el área del I Cuerpo para mejorar la seguridad de la retaguardia de la invasión. Eso es todo.
-Bien – intervino de nuevo Rosson - ¿hay alguna pregunta o consideración que quieran plantear?
El General Cuoc Dong seguía preocupado por sus suministros de sus hombres pese a las promesas del general norteamericano, y el general Dean hubiese preferido tener bajo su mando a más tropas estadounidenses, porque aunque las tropas coreanas y las de la 1ª División survietnamita tenían buena reputación en combate, consideraba a sus compatriotas como más fiables para mantener las posiciones durante un largo periodo y en la larga lucha que les esperaba. Tampoco dijo nada. El primero en hablar fue el general Seneff.
-Permitidme que vuelva a insistir en la necesidad de tener una cadena logística apropiada para mis helicópteros, ya que esta va a ser la mayor operación de la guerra y donde un mayor esfuerzo se les va a exigir. Las bajas van a ser importantes y debemos pensar también en los reemplazos, tanto de máquinas como de tripulaciones. Según mis cálculos, vamos a necesitar cerca de quinientos helicópteros adicionales con sus tripulaciones a lo largo de los seis meses que dure toda la operación. Si fallamos en la aeromovilidad, toda la operación se vendrá abajo – sentenció.
-Vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que los helicópteros y sus tripulaciones tengan todo lo necesario – respondió Westmoreland -, como a todos nuestros soldados y aviadores. Cierto es que debido a la premura de la operación, la inseguridad intrínseca de la retaguardia y a la lejanía de las bases, toda la operación va a resultar muy compleja desde el punto de vista logístico, pero tengo confianza en que saldremos adelante…como siempre hemos hecho.
Entonces carraspeo el general Peers, y la atención se centró en él.
-¿Si? – interrogo Rosson.
-A mí también me gustaría solicitar que se pusieran bajo mi mando algunas unidades adicionales para reforzar las posiciones de la 4ª División. Quizás podríamos traer una brigada más desde los Estados Unidos, de la 82º Aerotransportada o de la 5ª de Infantería. Además creo que sería necesario dar prioridad a la reparación del aeródromo de Tchepone, ya que las fuerzas del general Dean van a estar más cerca de la frontera y de la base aérea de Khe Sanh, y por lo tanto, menos dependientes del aeródromo de Ban Houei Sane.
-Ya hemos pensado en lo de los aeródromos, y el primero en terminarse debe ser el de Tchepone, como propones, luego el de Muong Phine, aunque no sea más que para aviones de aterrizaje corto, y finalmente el de Ban Houei Sane, porque aunque se vayan avanzando en los tres a la vez, se destinarán más esfuerzos a uno que a otro, y en la medida que se vayan finalizando, se enviarán al siguiente los ingenieros correspondientes. - Rosson se pasó la mano por el pelo de modo pensativo antes de continuar. – Respecto a unidades adicionales, lo de más brigadas es imposible por el momento…ya sabes, limitaciones políticas desde Washington. Pero tenemos tres batallones de Rangers survietnamitas que van a formar parte de la reserva de la invasión…quizás podríamos darte uno o dos desde el principio.
El general Rosson miró a Westmoreland de forma interrogativa, esperando su opinión. Este, miró el orden de batalla en los papeles que tenía en sus manos y tras unos instantes de silencio habló.
-De acuerdo, los batallones de Rangers 21º y 37º del Ejército survietnamita, serán agregados a tu división desde el inicio de las operaciones…espero que sea suficiente.
Peers asintió con la cabeza con resignación, sabía que era lo máximo que iba a lograr, pero en su interior no le gustaba demasiado la idea. Aunque los batallones de Rangers survietnamitas en general eran competentes, no dejaban de ser unidades bastante ligeras y pequeñas comparadas con un batallón norteamericano, y ya por no decir una brigada entera. Pero era lo que había y pensó que aún debía dar gracias por ello.
La reunión prosiguió durante unos minutos más con otras intervenciones, aportando Rosson y Westmoreland datos sobre las tropas del XXIV Cuerpo de Ejército, sus misiones, capacidades, y demás información que consideraron relevantes, pero nada más importante se decidió. Al final, Rosson dio por finalizado el encuentro y propuso una reunión final para acabar de concretar todos los detalles en el plazo de tres semanas. Entonces la operación “Full Cry” estaría enfilando la recta final de su preparación y el tiempo correría muy deprisa. Las fuerzas aliadas debían estar preparadas para primero de noviembre o si no se perdería la oportunidad, y nadie pensaba que ya se fuera a dejar pasar, así que listas o no, las fuerzas aliadas invadirían Laos y decidirían el curso de la guerra en los siguientes seis meses. Así debía de ser a la vista de todos los presentes.
...unas semanas después...
El despacho del general Rosson en Chu Lai era un lugar amplio y luminoso, pero en aquel momento, algunos nubarrones se cernían en su interior por el humor de su inquilino.
-Estamos a menos de un mes del inicio de la invasión, ¿y ahora queréis cambiar el nombre de la operación? – preguntó Rosson al general Westmoreland.
-Así es. Según inteligencia, el nombre de “Full Cry” puede estar comprometido. Es posible que el enemigo haya tenido conocimiento del nombre de la operación, aunque no estamos seguros de que sepan a qué nos referimos con él.
-¿Y cómo puñetas ha podido filtrarse? – dijo con cierto enfado el comandante del XXIV Cuerpo de Ejército.
-Ya sabes que esos cabrones tienen ojos y oídos en casi todos lados, y nuestros aliados survietnamitas no son los mejores guardando secretos.
-Joder, teníamos que haberlo hecho nosotros solos y que les dieran a “nuestros aliados”…
-Sabes tan bien como yo que eso no es posible. Debemos asumir que siempre vamos a tener que trabajar con ciertos riesgos en materia de seguridad y control de la información.
-Estupendo…lo sé, perdona, pero me cabrea mucho que mis hombres puedan morir por que a algún acomodado general survietnamita le dé por ganarse unos miles de dólares extras o vaya usted a saber por qué…
-Te comprendo, a mí me ocurre lo mismo, no creas. Pero podemos convertir esto en una oportunidad en vez de un riesgo.
-Te escucho.
-La idea es que mantengamos el nombre de “Full Cry” para no levantar sospechas, pero refiriéndolo al aumento de fuerzas que estamos llevando a cabo, y principalmente en el área del I Cuerpo. Así no solo no levantaremos sospechas, sino que les haremos creer que el incremento de tropas es nuestra operación principal.
Rosson se pasó la mano por el pelo, no muy convencido.
-Está bien, de acuerdo, si es lo que inteligencia recomienda. ¿Y cómo pasará ahora a denominarse la invasión?
-He escogido el nombre de “Nathan Hale II”. Por si no te acuerdas, “Nathan Hale” fue una operación llevada a cabo por la 1ª de Caballería en el área del II Cuerpo.
-Sí, la recuerdo. Fue el verano pasado.
-Exacto. Espero que si vuelven a conocer ese nombre, les confunda lo suficiente como para no relacionarlo con lo que estamos haciendo en el I Cuerpo y la invasión de Laos.
-De acuerdo. Esperemos que funcione. Y Bill, me gustaría que se extremara la seguridad en lo referente a la información de “Full…”, perdón, de “Nathan Hale II”. Creo que deberíamos limitar la información todavía más hacia nuestros aliados, si no queremos tener más disgustos.
-Hago lo que puedo, pero ya sabes cómo va esto.
-Por desgracia….joder, ya es suficientemente malo luchar en una guerra con una mano atrás por tu propio gobierno, como para que encima, tus aliados, a los que estás ayudando y son los que más se juegan, también intenten joderte y atarte la otra mano. No tiene lógica ninguna.
-Así es esta guerra – sentenció Westmoreland.
Las nuevas instalaciones del Cuartel General del MACV en la base aérea de Tan Son Nhut eran esplendidas comparadas con el sombrío y anodino edificio de oficinas del centro de Saigon que habían ocupado hasta el mes de agosto. “El Pentágono del Este” como ya comenzaba a ser conocido por su gran tamaño más que por su forma, tenía todo lo necesario para el buen funcionamiento del MACV, incluido el muy apreciado aire acondicionado. Docenas de despachos, oficinas, o salas de reuniones jalonaban las dos plantas y varias alas que formaba el edificio de rectas líneas y fachada blanca, amén de otras edificaciones auxiliares cercanas a él.
En una de las salas de reuniones tenía lugar aquella calurosa mañana de principios del mes de septiembre, una importante reunión para el futuro de la contienda en el sudeste asiático. Actuando como convocante y anfitrión, el general Rosson, ahora al mando del recién creado XXIV Cuerpo de Ejército, entró y comenzó a saludar al reducido grupo de participantes que lo esperaban en la sala.
Entre ellos los generales William R. Peers, y John R. Dean Jr., al mando de la 4ª División de Infantería y la 173ª Brigada Aerotransportada respectivamente, el general Charles M. Duke, del Mando de Ingenieros, los generales Hoàng Xuân Lãm, Ngo Quang Trung y Du Quoc Dong, del I Cuerpo, la 1ª División y la División Paracaidista del Ejército de la Republica de Vietnam respectivamente, además del general Chung Sun-min del Ejército surcoreano. Junto a Rosson entró el general Cushman, ya Comandante en jefe de la III MAF, el general de la 7ª Fuerzas Aérea de la USAF, William W. Momyer, el comandante de la 1ª Brigada Aérea del Ejército, General George P. Seneff, y el Vice Almirante de la Armada John J. Hyland. Minutos después llegó el general Westmoreland con aire cansado pero decidido. Sobre aquellos trece hombres recaía la gran responsabilidad de preparar la que podría ser la operación más importante de la guerra, y que de un modo u otro, decidiría la fortuna de la contienda y seguramente de toda Indochina.
Terminadas las inevitables conversaciones informales, y salir de la sala los ayudantes, todos los asistentes tomaron asiento y Rosson se dispuso a dar comienzo a la reunión.
-Caballeros, lo primero darles las gracias por venir esta mañana. Creo que ya se conocen todos, por lo que sobran las presentaciones. – Miró a Westmoreland y prosiguió – Con el permiso del general, he convocado esta reunión para avanzar en la preparación de “Full Cry”. Queda poco tiempo y mucho por hacer, aunque en general no estoy descontento con el progreso. Hemos avanzado mucho en los últimos meses, pero quedan todavía cosas importantes que hacer o decidir, así que será mejor que nos pongamos a ello cuanto antes.
Se levantó y en un caballete que había a su espalda, retiró la primera hoja en blanco, para dejar a la luz un calendario sobre cómo debería marchar todo en el tiempo que quedaba hasta el inicio de la invasión de Laos.
-Como pueden ver, en este esquema todavía no figura una fecha definitiva para el día del inicio de las operaciones en Laos, y eso es algo que deberíamos discutir. En principio soy de la opinión de no cerrar una fecha, sino algo aproximado.
-Para que las cosas funcionen, no deberíamos alejarnos mucho de finales de octubre – interrumpió Westmoreland. - Esa ha sido la fecha escogida desde el inicio.
-Claro, así debería ser, y vamos a tratar de que podamos llegar a esas fechas con todo listo, pero no descartaría que debamos retrasarlo algo. Quizás solo sean unos días o una semana. Me parecería razonable iniciar “Full Cry” en la primera semana de noviembre, el primer día que la meteorología nos sea más favorable.
-Estoy de acuerdo con Bill. Las operaciones para asegurar el sur de la DMZ y las rutas 1 y 9 son complejas y nos están requiriendo más tiempo del pensado. Los marines survietnamitas y los australianos nos han venido muy bien, pero aun así es difícil hacer una “limpieza” a fondo y asegurar la zona – intervino el general Cushman. - Cuanto más tiempo dispongamos para ello, mejor será la seguridad de la retaguardia…que es el papel que habéis dejado a mis chicos – dijo medio en broma medio en serio, con tono resignado. - Además está el problema con toda la flota de nuestros Sea Knights, que están en tierra por fallos mecánicos, aunque me aseguran que deben llegar UH-34 y CH-53 adicionales para suplir su falta.
-También los preparativos logísticos de mis helicópteros van con algo de retraso – dijo el general Seneff que iba a poner a disposición de la operación más de 800 de sus helicópteros, aproximadamente, un tercio de todos los que tenían los EEUU en Vietnam del Sur.
-Eso es algo que nos pasa a todos ¿verdad?– contestó Peers, masticando más que fumando su enorme puro.
-Es cierto – intervino el comandante del MACV – montar algo así en pocos meses es muy complicado y las dificultades parece que se multiplican, pero los oficiales de logística del MACV y del Pentagono, me asegura que en breve habrá un impulso y que todo estará listo para esas fechas.
-Esperemos que así sea – dijo Rosson. – Pues dejando claro que la operación ha de llevarse a cabo alrededor del… ¿uno de noviembre? pero siendo algo flexibles con esa fecha – dijo mirando a los demás como si esperase una respuesta. La mayoría asintió con la cabeza – pasemos a los otros puntos que debemos discutir.
Rosson giró otra hoja y se vio un gráfico donde estaba dibujado el orden de batalla de la operación.
-Este es el orden de batalla completo de la operación, caballeros. Más o menos ya lo conocen, pero aquí lo tienen pormenorizado, y en la documentación que tienen frente a ustedes también lo pueden consultar. Como ven va a ser la mayor operación que se haya llevado a cabo en lo que llevamos de conflicto. En número redondos serán unos sesenta mil efectivos aliados solo en suelo laosiano. Si añadimos las fuerzas que apoyaran la invasión en la zona del I Cuerpo, nos iríamos fácilmente a más de cien mil. Con los reemplazos y los posibles refuerzos que dependerán de las circunstancias, bien podríamos estar hablando de alrededor de ciento cincuenta mil soldados envueltos en la operación, y eso solo en tierra, si sumamos las fuerzas aéreas y navales, ese número crecería.
Tras una pausa para dejar claro el alcance y la importancia de los números que acababa de comentar, el general prosiguió.
-Por repasarlo por encima, en la retaguardia contaremos con las dos divisiones de Marines estadounidenses, más efectivos de la 1ª División survietnamita donde se encuadraran sus brigadas de marines, y la 1ª Fuerza Australiana. Mientras, en el Teatro de Operaciones principal, la División paracaidista survietnamita será lanzada sobre Muong Phine, aquí - dijo girando otra hoja, donde apareció un mapa de la zona norte de Vietnam del sur, la DMZ y el área de Laos al norte y sur de la ciudad de Tchepone. – Será lanzada por aviones de transporte en lo que será el desembarco aéreo más grande desde la segunda guerra mundial, y serán precisos más de medio centenar de aparatos y dos días para llevar a cabo el lanzamiento completo, con todos sus efectivos y suministros correspondientes.
El general Cuoc Dong de la División Paracaidista tomaba notas pese a que ya conocía la parte que le tocaba en aquella misión. Orgulloso por la tarea encomendada, no dejaba de reconocer la dificultad de ser la unidad que estaría más alejada de la frontera y de las vías de suministro, el cual debería llevarse a cabo exclusivamente por vía aérea durante las primeras semanas. La suya sería la posición más expuesta y que menos apoyo podría recibir de otras fuerzas hasta que no estuviera completada la reparación y transformación de la ruta 9 en una vía de dos carriles por sentido y tuviese todos los puentes reparados. Al menos podría contar con una pequeña pista para aviones de aterrizaje y despegue corto, y los insustituibles helicópteros.
-En la zona de Tchepone, su aeródromo y la intersección entre las rutas 9 y 91, será el área de responsabilidad de la 4º División de Infantería, siendo helitransportada hasta sus posiciones por los helicópteros de la 1ª Brigada Aérea, a los cuales se sumaran también algunos aparatos de los Marines y survietnamitas. Esperemos que la práctica totalidad de la división pueda desplegarse el primer día de las operaciones.
-¿Sabéis que eso significa sacudir un avispero, verdad? – intervino Peers. - Mis chicos van directos a la Base 604 del enemigo, ¿tenemos datos actualizados de la presencia norvietnamita allí?
-En toda la zona de operaciones del XXIV Cuerpo, esperamos al menos un regimiento, más elementos de la 325º División, y algunos batallones independientes, además de las tropas logísticas de la ruta Ho Chi Minh que pueden prestar un cierto apoyo en la defensa, y algunos miembros del Pathet Lao. Entre quince y veinte mil enemigos en un primer momento.
-¿Y después? – quiso saber Peers.
-Esperamos que en una o dos semanas refuercen sus tropas con tres o cuatro divisiones y algunos regimientos adicionales…entre treinta mil y cuarenta mil efectivos más.
-O sea, entre cuarenta y cinco mil y sesenta mil soldados enemigos en total, más o menos como nuestras fuerzas en Laos en el peor de los casos. Y seguramente ampliaran ese número a medida que pase el tiempo.
-Contamos con eso. Eso facilitará que en Vietnam del Sur, las cosas se tranquilicen al centrar el enemigo la atención en Laos y sacar fuerzas de aquí para enviarlas a combatir a Tchepone. Además, y aunque sabemos que utilizarán su artillería, no van a tener un santuario en Laos desde donde disparar, y desde el norte de la DMZ no podrán interferir mucho en nuestras operaciones allí. También esperamos una proporción de bajas muy favorable, por lo que van a necesitar todas las tropas que puedan reunir para intentar sacarnos de nuestras posiciones, y entre más fuerzas acerquen a nuestros hombres, más vamos a eliminar…y la 4ª División es la unidad más fuerte en esta operación, así que, si, va a ser duro, no digo lo contrario, pero creo que tenemos una buena oportunidad para machacar al enemigo con nuestra superior potencia de fuego.
-Me gusta la idea de aplastar comunistas en cantidades industriales – contesto el general al mando de la 4ª División sonriendo – aunque lo de ceder la iniciativa una vez establecidas nuestras posiciones, no tanto.
-Eso no sucederá – respondió Westmoreland. – Una brigada de la 1ª División de Caballería y la 4ª Brigada de la División Paracaidista survietnamita, estarán asignadas al XXIV Cuerpo como fuerzas de explotación y reacción. En cuanto tengamos un objetivo valioso y concentrado, esos hombres llegarán hasta allí y los destrozaran, ejerciendo de martillo, en unión con el yunque que formaran las fuerzas defensivas establecidas a lo largo del eje Lang Vei-Tchepone-Muong Phine.
Todos los presentes asintieron, era una buena idea no ceder del todo la iniciativa aunque ocuparan posiciones defensivas. El espíritu agresivo de las fuerzas de reacción y el apoyo aéreo y artillero, proporcionaban buenas probabilidades de éxito contra grandes concentraciones de enemigos, si mantenían el contacto y no se retiraban.
-Por último – prosiguió – el general Rosson – la última unidad que intervendrá en la operación, será la nueva “Task Force Dean”, en referencia al aquí presente general John R. Dean Jr. que ha accedido a comandarla, pese a que estaba a punto de dejar el país para regresar a casa, lo cual le agradecemos enormemente.
-¿No pensaríais que os iba a dejar solos con este “fregao”? – dijo sonriendo el aludido.
-Nos alegra que accedieras John, de veras – dijo Westmoreland.
-La “Task Force Dean” – continuó el anfitrión – estará formada por el 1ª Regimiento de la División Capital surcoreana, que será helitransportado al este de la 4ª División, a lo largo de la ruta 9. La 173ª Brigada Aerotransporta que será lanzada en paracaídas mediante más de una treintena de aviones y que al igual que los paracaidistas vietnamitas, llevará dos días que estén en posición, ocupando la intersección entre la ruta 9 y la ruta 92 cerca de Ban Dong. También el 54º Regimiento de la 1ª División survietnamita, que entrará a pie y en vehículos desde la frontera y sus posiciones previas en Lang Vei, para ocupar Ban Houei Sane, su aeródromo y posiciones defensivas a lo largo de esa primera parte de la ruta 9. – Bebió un trago de agua antes de proseguir. – Con la “Task Force Dean”, se trata de asegurar la ruta 9 hasta Tchepone y contactar con la 4ª División, que a su vez se unirá a la División Paracaidista, formando en conjunto la barrera donde debe estrellarse el esfuerzo enemigo.
-Me preocupa que mi unidad no tenga todavía asignadas fuerzas de apoyo como las de una división normal – dijo Dean.
-Lo sé, y estamos trabajando en ello. En unos días tendrás a tu disposición algunas unidades de ingenieros, artillería y logística que sacaremos de aquí y de allá, además de las aportaciones de nuestros aliados, aquí presentes – respondió Rosson. – Pero has de tener en cuenta que la “Task Force” está pensada como unidad ligera y no tendrá todos los apoyos de una división. Para lo que necesites de más, el Cuerpo lo pondrá a tu disposición en la medida de sus posibilidades.
-¿Y qué hay de las necesidades de los ingenieros? – preguntó Peers con su puro ya a medio consumir. – Vamos a necesitar muchos si queremos fortificar nuestras líneas con bases de apoyo de fuego, reparar los aeródromos, crear zonas de aterrizaje para los helicópteros, acondicionar la ruta 9 y los puentes a lo largo de todo el frente.
-Desde luego, y esa ha sido una de mis mayores preocupaciones – intervino el General Duke del Mando de ingenieros. - He conseguido un par de batallones adicionales que llegarán desde los Estados Unidos en breve, y con las fuerzas que hemos podido sacar de aquí y las unidades divisionales, esperamos que podamos dar respuesta a todas esas necesidades, aunque es posible que suframos algunas dificultades y retrasos.
-¿Cuánto tiempo llevará preparar la carretera para que puedan llegar los suministros a mis paracaidistas? – quiso saber el general Cuoc Dong.
-Hasta Tchepone hemos calculado unas dos semanas, quizás tres, depende del nivel de actividad enemiga. Hasta sus muchachos, una o dos semanas más…alrededor de un mes en total.
-Es mucho tiempo. Somos la unidad más expuesta, y si no contamos con munición, víveres y material sanitario suficiente, puede que no duremos ese tiempo.
-Lo sé – respondió Rosson - y por eso tendrán prioridad en el envío de suministros por vía aérea. No los dejaremos desabastecidos, no se preocupe. Si sus hombres cumplen tan bien como hasta ahora, nosotros también lo haremos, no le quepa ninguna duda – dijo el General norteamericano, que pese a que confiaba en los paracaidistas survietnamitas, no así tanto en su comandante, cuyo mando se debía más a sus contactos y amistades políticas que a su capacidad profesional.
-¿Y deberán aguantar nuestros hombres en sus posiciones los seis meses previstos que durará la operación? – preguntó el General Xuân Lãm del I Cuerpo, otro mando que debía su cargo a su buenas relaciones con el régimen del presidente Thieu que a otra cosa.
-En principio así está previsto. Por supuesto, serán las unidades prioritarias a la hora de recibir soldados de reemplazo, y si es necesario, creemos asumible que puedan llegar algunas unidades de refuerzo más de los Estados Unidos. De todas formas, mi Estado Mayor está trabajando en un plan para rotar unidades en caso necesario…les informaremos en el momento oportuno.
El general Rosson giró otra hoja y aparecieron los elementos de apoyo aéreo con que contaría la operación, y con un gesto cedió la palabra al general Momyer de la USAF.
-Caballeros, aquí pueden ver los cálculos aproximados de aviones de combate que tendrá a su disposición “Full Cry”. Como podemos observar, serán casi un centenar de aviones de la Armada, una veintena de la Fuerza Aérea survietnamita, y unos ciento cincuenta de la Fuerza aérea estadounidense, tanto en Vietnam del Sur como en Thailandia. Con la adición de un par de escuadrones adicionales de la USAF traídos desde los Estados Unidos, hemos tratado que el impacto en las operaciones normales en todo Vietnam, sea el menor posible. – Miró el cuadro con los números y tipos de aviones y continuó – La mayoría de nuestros aviones serán de ataque a tierra, ya que no esperamos oposición aérea enemiga. Sus aeródromos capaces de albergar a sus Mig,s están muy al norte y con el escaso radio de acción de esos aparatos, su participación está casi descartada. De todas formas, y durante los primeros días, por precaución, reservaremos algunas salidas para misiones CAP y de escolta aire-aire. Como digo la mayoría de nuestras misiones serán de apoyo aéreo cercano sobre Laos, pero también vamos a destinar un porcentaje a misiones de supresión de las defensas antiaéreas que podamos encontrarnos, reconocimiento armado, y ataques contra posiciones artilleras, depósitos de munición, cuarteles generales, etc…creo que sus chicos van a tener un apoyo aéreo suficiente…
“Nunca es suficiente, siempre se necesitan más bombas contra esos cabrones amarillos” pensaba Peers para sí, mientras daba las ultimas caladas a su gran puro.
-…además, desde el SAC contaremos con el apoyo de los B-52 de Guam, que también han sido reforzados con algunos aparatos adicionales. Y ahora, ¿no sé si el Vicealmirante Hyland quiere comentar algo?
-Simplemente recordar que se han extendido hasta finales de año los periodos en la estación “Yankee” de los portaaviones “Coral Sea”, “Constellation”, “Intrepid” y “Hornet”, a los que se les suman el “Kitty Hawk”, el “Ranger” y el “Ticonderoga”. Vamos a mantener el ritmo de nuestras operaciones contra Vietnam del Norte y en el sur, a la vez que aportamos varios escuadrones, principalmente de A-4 Skyhawk para la invasión. Por su parte, los escuadrones de aviones de los Marines mantendrán su labor en proporcionar su apoyo a las tropas de tierra en el área del I Cuerpo para mejorar la seguridad de la retaguardia de la invasión. Eso es todo.
-Bien – intervino de nuevo Rosson - ¿hay alguna pregunta o consideración que quieran plantear?
El General Cuoc Dong seguía preocupado por sus suministros de sus hombres pese a las promesas del general norteamericano, y el general Dean hubiese preferido tener bajo su mando a más tropas estadounidenses, porque aunque las tropas coreanas y las de la 1ª División survietnamita tenían buena reputación en combate, consideraba a sus compatriotas como más fiables para mantener las posiciones durante un largo periodo y en la larga lucha que les esperaba. Tampoco dijo nada. El primero en hablar fue el general Seneff.
-Permitidme que vuelva a insistir en la necesidad de tener una cadena logística apropiada para mis helicópteros, ya que esta va a ser la mayor operación de la guerra y donde un mayor esfuerzo se les va a exigir. Las bajas van a ser importantes y debemos pensar también en los reemplazos, tanto de máquinas como de tripulaciones. Según mis cálculos, vamos a necesitar cerca de quinientos helicópteros adicionales con sus tripulaciones a lo largo de los seis meses que dure toda la operación. Si fallamos en la aeromovilidad, toda la operación se vendrá abajo – sentenció.
-Vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que los helicópteros y sus tripulaciones tengan todo lo necesario – respondió Westmoreland -, como a todos nuestros soldados y aviadores. Cierto es que debido a la premura de la operación, la inseguridad intrínseca de la retaguardia y a la lejanía de las bases, toda la operación va a resultar muy compleja desde el punto de vista logístico, pero tengo confianza en que saldremos adelante…como siempre hemos hecho.
Entonces carraspeo el general Peers, y la atención se centró en él.
-¿Si? – interrogo Rosson.
-A mí también me gustaría solicitar que se pusieran bajo mi mando algunas unidades adicionales para reforzar las posiciones de la 4ª División. Quizás podríamos traer una brigada más desde los Estados Unidos, de la 82º Aerotransportada o de la 5ª de Infantería. Además creo que sería necesario dar prioridad a la reparación del aeródromo de Tchepone, ya que las fuerzas del general Dean van a estar más cerca de la frontera y de la base aérea de Khe Sanh, y por lo tanto, menos dependientes del aeródromo de Ban Houei Sane.
-Ya hemos pensado en lo de los aeródromos, y el primero en terminarse debe ser el de Tchepone, como propones, luego el de Muong Phine, aunque no sea más que para aviones de aterrizaje corto, y finalmente el de Ban Houei Sane, porque aunque se vayan avanzando en los tres a la vez, se destinarán más esfuerzos a uno que a otro, y en la medida que se vayan finalizando, se enviarán al siguiente los ingenieros correspondientes. - Rosson se pasó la mano por el pelo de modo pensativo antes de continuar. – Respecto a unidades adicionales, lo de más brigadas es imposible por el momento…ya sabes, limitaciones políticas desde Washington. Pero tenemos tres batallones de Rangers survietnamitas que van a formar parte de la reserva de la invasión…quizás podríamos darte uno o dos desde el principio.
El general Rosson miró a Westmoreland de forma interrogativa, esperando su opinión. Este, miró el orden de batalla en los papeles que tenía en sus manos y tras unos instantes de silencio habló.
-De acuerdo, los batallones de Rangers 21º y 37º del Ejército survietnamita, serán agregados a tu división desde el inicio de las operaciones…espero que sea suficiente.
Peers asintió con la cabeza con resignación, sabía que era lo máximo que iba a lograr, pero en su interior no le gustaba demasiado la idea. Aunque los batallones de Rangers survietnamitas en general eran competentes, no dejaban de ser unidades bastante ligeras y pequeñas comparadas con un batallón norteamericano, y ya por no decir una brigada entera. Pero era lo que había y pensó que aún debía dar gracias por ello.
La reunión prosiguió durante unos minutos más con otras intervenciones, aportando Rosson y Westmoreland datos sobre las tropas del XXIV Cuerpo de Ejército, sus misiones, capacidades, y demás información que consideraron relevantes, pero nada más importante se decidió. Al final, Rosson dio por finalizado el encuentro y propuso una reunión final para acabar de concretar todos los detalles en el plazo de tres semanas. Entonces la operación “Full Cry” estaría enfilando la recta final de su preparación y el tiempo correría muy deprisa. Las fuerzas aliadas debían estar preparadas para primero de noviembre o si no se perdería la oportunidad, y nadie pensaba que ya se fuera a dejar pasar, así que listas o no, las fuerzas aliadas invadirían Laos y decidirían el curso de la guerra en los siguientes seis meses. Así debía de ser a la vista de todos los presentes.
...unas semanas después...
El despacho del general Rosson en Chu Lai era un lugar amplio y luminoso, pero en aquel momento, algunos nubarrones se cernían en su interior por el humor de su inquilino.
-Estamos a menos de un mes del inicio de la invasión, ¿y ahora queréis cambiar el nombre de la operación? – preguntó Rosson al general Westmoreland.
-Así es. Según inteligencia, el nombre de “Full Cry” puede estar comprometido. Es posible que el enemigo haya tenido conocimiento del nombre de la operación, aunque no estamos seguros de que sepan a qué nos referimos con él.
-¿Y cómo puñetas ha podido filtrarse? – dijo con cierto enfado el comandante del XXIV Cuerpo de Ejército.
-Ya sabes que esos cabrones tienen ojos y oídos en casi todos lados, y nuestros aliados survietnamitas no son los mejores guardando secretos.
-Joder, teníamos que haberlo hecho nosotros solos y que les dieran a “nuestros aliados”…
-Sabes tan bien como yo que eso no es posible. Debemos asumir que siempre vamos a tener que trabajar con ciertos riesgos en materia de seguridad y control de la información.
-Estupendo…lo sé, perdona, pero me cabrea mucho que mis hombres puedan morir por que a algún acomodado general survietnamita le dé por ganarse unos miles de dólares extras o vaya usted a saber por qué…
-Te comprendo, a mí me ocurre lo mismo, no creas. Pero podemos convertir esto en una oportunidad en vez de un riesgo.
-Te escucho.
-La idea es que mantengamos el nombre de “Full Cry” para no levantar sospechas, pero refiriéndolo al aumento de fuerzas que estamos llevando a cabo, y principalmente en el área del I Cuerpo. Así no solo no levantaremos sospechas, sino que les haremos creer que el incremento de tropas es nuestra operación principal.
Rosson se pasó la mano por el pelo, no muy convencido.
-Está bien, de acuerdo, si es lo que inteligencia recomienda. ¿Y cómo pasará ahora a denominarse la invasión?
-He escogido el nombre de “Nathan Hale II”. Por si no te acuerdas, “Nathan Hale” fue una operación llevada a cabo por la 1ª de Caballería en el área del II Cuerpo.
-Sí, la recuerdo. Fue el verano pasado.
-Exacto. Espero que si vuelven a conocer ese nombre, les confunda lo suficiente como para no relacionarlo con lo que estamos haciendo en el I Cuerpo y la invasión de Laos.
-De acuerdo. Esperemos que funcione. Y Bill, me gustaría que se extremara la seguridad en lo referente a la información de “Full…”, perdón, de “Nathan Hale II”. Creo que deberíamos limitar la información todavía más hacia nuestros aliados, si no queremos tener más disgustos.
-Hago lo que puedo, pero ya sabes cómo va esto.
-Por desgracia….joder, ya es suficientemente malo luchar en una guerra con una mano atrás por tu propio gobierno, como para que encima, tus aliados, a los que estás ayudando y son los que más se juegan, también intenten joderte y atarte la otra mano. No tiene lógica ninguna.
-Así es esta guerra – sentenció Westmoreland.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Capítulo 3 “Nos movemos”
Las nubes ocultaban parcialmente los incipientes rayos del sol, y corría una ligera brisa que ayudaba a mitigar la calurosa mañana. Pese a no ser ni las siete de la mañana, la temperatura se acercaba peligrosamente a los treinta grados, lo que unido a una fuerte humedad, convertía aquella mañana en otra bochornosa jornada a punto de comenzar en la zona norte de la Republica de Vietnam.
Pero para los hombres del 1º Batallón, 22º Regimiento de Infantería, aquel día, la meteorología era un tema secundario. Al pie de la pista del aeropuerto de la enorme base de Dong Ha, cientos y cientos de soldados de la 2ª Brigada, 4ª División de infantería, aguardaban la llegada de los helicópteros procedentes de Quang Tri. Alineados en una larga hilera, con varios grupos de hombres, unos tras otros, aguardaban con todo su equipo de combate, desde el fusil M-16A1, mochilas repletas de raciones C, mudas de ropa y medicinas, hasta chalecos y bolsillos repletos de cargadores de repuesto y munición. Otros portaban ametralladoras M-60 o lanzagranadas M-79. Los menos compartían el transporte de piezas de morteros y su munición, y algún que otro llevaba consigo un fusil de precisión o una escopeta de corredera.
-¿Quién coñ* es Nathan Hale? – preguntó el soldado Milton Murphy
-Joder “cagón” – tal era su apodo debido a sus irrefrenables ventosidades - ¿estamos a punto de meternos en un buen “fregao” y eso es lo que te preocupa ahora? ...Yo que sé, seguro que algún general o político de esos. Me importa una mierda.
La respuesta del soldado Daniel Johnson no le convenció y la dirigió específicamente al cabo Mike Miller.
-¿Tú que dices Micky?
-¿No te crees lo que dice “el granjero”? – preguntó a su vez el cabo.
-No. No creo que un ignorante del medio oeste sepa nada de eso. Prefiero a alguien con estudios como tú.
-Ignorante tu madre, – intervino “el granjero”, haciéndose el ofendido – negrata de mierda.
-Te voy a partir la boca y luego te la meteré por el cul*, hijoputa. Así es como arreglamos las cosas en las calles del Bronx – respondió el aludido. – Apenas sabes escribir y te las das de inteligente. No me jodas paleto follagallinas.
El cabo Miller intervino, aunque sabía que no eran más que una forma de hablar y que no iba a pasar nada. Aquellos dos hombres llevaban juntos desde la instrucción en los Estados Unidos, y habían luchado durante más de seis meses en aquel infecto país, salvándose la vida el uno al otro en más de una ocasión. Entre ellos y unos pocos más se podían decir casi cualquier barbaridad. Cosas que si las dijera otra persona ajena a aquel pequeño grupo, tendrían serias consecuencias.
-Vale, dejadlo ya par de descerebrados. Os voy a ilustrar un poco – dijo con tono de profesor universitario, aunque tan solo había terminado el instituto antes de empezar a trabajar en la zapatería de su padre, y luego ser reclutado para Vietnam. – El tal Nathan Hale fue un patriota, un soldado en la guerra de independencia…un héroe.
-Joder. ¿Ves “granjero”? este tío sí que sabe de lo que habla.
El soldado Johnson pareció impresionado, aunque no sabía que Miller tan solo repetía lo que había escuchado la noche anterior al Teniente del pelotón. Pero el cabo prefirió dejarlos en la ignorancia sobre aquello, ya que si pensaban que era un tío listo de verdad, era más fácil ganarse su respeto y obediencia. Y no es que no lo fuera, al menos más que muchos de los allí presentes, pero lo suyo había sido el deporte. Había sido el quarterback del equipo del instituto, el más guapo y popular entre las chicas, y aunque siempre había menospreciado a los “cerebritos” y había aprobado los cursos de manera, digamos, no muy brillante, por lo menos tenía mayor cultura que varios de sus compañeros... y por increíble que le pareciera, le había tomado gusto a que creyeran que era un “intelectual”.
-También fue un espía…y murió con veintiún años a manos de los ingleses – dijo el soldado Robert Farris.
-Mira, el novato también sabe quién es el Nathan ese – dijo Milton mirando a Miller un tanto asombrado, no tanto de los conocimientos de Farris como de que se metiera en la conversación.
El cabo se sintió un poco incómodo ante la expectativa de sus hombres para que corroborase las palabras de Farris. No sabía nada más acerca del Nathan Hale, así que tras pensarlo un poco, y por lo poco que había visto del novato, se limitó a asentir con la cabeza distraídamente.
-Pues hay que joderse. ¿Quién es el listo que le ha puesto el nombre de un soldado que murió tan joven a esta operación?
-¿Porque van a morir muchos jóvenes como él en la operación? – se preguntó casi de manera retórica y sin querer, Farris.
-Mira novato, - le dijo Johnson – tú no la cagues y deja de aguarnos el día, ¿vale? Apenas llevas aquí un par de semanas y ni siquiera has pegado un tiro, así que ¿Qué coñ* sabrás tú de toda esta mierda?
Farris se giró y se alejó unos pasos, dejando a los tres hombres con sus elevadas conversaciones sobre un tema tan absurdo como quien había sido Nathan Hale. El nombre de la operación militar que estaba a punto de comenzar y en la que se iban a meter hasta el cuello, no le importaba nada. Además, el nombre de la operación era “Nathan Hale II”, pero creyó que era mejor no advertírselo a aquellos tíos que en tan poca estima le tenían. Si hay algo que les guste menos a los veteranos que los novatos, son los novatos listillos, y él se había pasado con su intervención.
-Eres Bobby ¿verdad? – le preguntó alguien por detrás. Al volverse reconoció a uno de los soldados de su escuadra. Había llegado hacía dos días tras un permiso, tan solo uno después del traslado del batallón a Dong Ha desde las montañosas tierras centrales del II Cuerpo hasta allí, y no había intercambiado una sola palabra con él. Farris lo escrutó con la mirada pensando cómo debía actuar delante de aquel veterano, pero pronto se relajó.
-Yo soy Ricardo Mendez, Rick para los amigos – y le extendió su mano.
-Robert, Robert Farris. Bobby para los amigos – dijo aceptando la mano de Rick.
-¿De dónde eres Bobby?
-De Hartford, Connecticut.
-Vaya, la ciudad de los seguros. Seguro que tienes uno bueno, aunque no sé si te cubrirá todo lo que aquí te puede pasar por aquí. Y además parece que eres un tío culto, ¿verdad?
-Y tú ¿de dónde vienes? - pregunto sin responder a la última cuestión.
- De San Antonio, y aunque mis abuelos eran de Mexico, yo soy tejano por los cuatro costados. ¿Qué tal te están tratando estos cabrones? - preguntó en tono afable.
-No me quejo – mintió.
-Ya...claro. Bueno, no los tomes muy en serio. Son buena gente, pero se creen el ombligo del mundo por llevar aquí un poco más que otros. Ya los irás conociendo y te aceptaran. Solo asegúrate de seguir viviendo para entonces.
-Gracias, lo intentaré – respondió Bobby con algo de fastidio.
-No te lo tomes a mal, pero he visto a muchos novatos hacer verdaderas estupideces en su primer combate. Se ponen nerviosos, no recuerdan nada de lo que se les ha enseñado y la cagan. A veces solo se llevan un susto, otras, una pierna de menos a casa, o vuelven envueltos en una bolsa de plástico. Lo peor es que por su culpa, alguien más muera. Eso no se perdona fácilmente si el tipo queda con vida.
Farris lo miró fijamente. No sabía si estaba intentando acojonar al novato, o ayudarle.
-No te preocupes más de lo necesario, eso no les pasa a todos. Los hay que lo hacen muy bien y son grandes soldados, así que intenta ser de estos últimos.
-¿Cuánto llevas tú en Vietnam Rick? - ante la evidente madurez que aparentaba el tejano.
-Demasiado...demasiado.
-¿Y eso cuánto es?
-Estoy al final de mi segundo turno, casi diecinueve meses.
-Joder, ¿y cómo es que no has llegado ni a cabo? - pregunto sin mucho tacto Farris.
-Verás, no soy un buen mando según mis superiores. Dicen que soy muy individualista y no se responsabilizarme de los demás.
-¿Y es cierto? Porque el que estés ahora mismo hablando conmigo como uno más, me indica lo contrario.
-Carajos Bobby, que bien te expresas – y soltó una carcajada. - Digamos que soy algo individualista, pero no me caso con nadie, y si le he tenido que soltar alguna verdad a la cara de un sargento o un teniente, lo he hecho y no me arrepiento. Supongo que desde entonces alguien puso una cruz en mi expediente, pero me importa un carajo. Los chicos de la escuadra te pueden decir si me preocupo por ellos o no. Pero vale ya de hablar de mi...yo solo quería ayudarte un poco e informarte de algunas cosas.
-De acuerdo. Tú dirás.
-¿Conoces al Teniente Ray y al Sargento Carter?
-No mucho. El Teniente me saludo y me dio un pequeño discurso al llegar, y el Sargento lo amplio después, y me ha estado ordenando cosas desde que llegue, algunas sin mucho sentido, la verdad.
-El Teniente es un buen oficial. Es veterano y aunque está a punto de acabar su destino aquí con nosotros, nos trata bien y sabe lo que hace. Escúchale.
-¿Y el Sargento?
-Carter es un chusquero. Lleva más tiempo en el Ejército que Westmoreland, o al menos eso dice él. Está un poco amargado y es una mosca cojonera, sobre todo en la vida en el cuartel. No lo tomes muy en serio. En combate sabe lo que hace, pero no se va a jugar la vida por ti ni por nadie. Es un superviviente y no asume ningún riesgo, si lo puede asumir otro. Tampoco es que nos mande a misiones suicidas, pero hay que tener cuidado con él. Solo eso.
-Que no es poco.
-No, no lo es – sentenció Rick. - En la escuadra te puedes fiar del especialista Daniel Johnson,
“el granjero”, el grandote que lleva la M-60.
-El que me ha mandado a tomar por cul* hace un momento.
-El mismo. Tras esa apariencia de bestia sin cerebro, si te ganas su respeto, es el tío más fiel y honrado que haya conocido por estas tierras.
-Y los otros dos, el cabo y “cagón”.
-Miller es un pobre engreído al que se le han subido los galones a la cabeza y se cree el General Patton o algo así. Es inofensivo siempre que no lo dejes en evidencia. Y Murphy es un jovenzuelo de Nueva York más preocupado por su pelo y por escuchar lo último de la Motown que por otra cosa. No es mal tipo, pero es muy nervioso y en la retaguardia va muchas veces “fumao”, lo que hace que a veces se meta en líos. Cuando hay tiros por medio no se porta mal. Es valiente, rayando en la inconsciencia a veces, pero puedes llevarlo a tu lado.
-¿Por qué me da a mí que tú eres el verdadero “guía” de esta escuadra?
-No se lo digas a nadie, que nadie quiere oírlo – dijo sonriendo Rick Méndez.
-¿Que estudios tienes Rick? Pareces una persona inteligente.
-Los estudios que da la vida hermano. No superé ni el instituto. Me tuve que poner a trabajar muy pronto.
-¿Entonces estás aquí por dinero?
-Entre otras cosas. Mi familia no tiene mucho dinero, y aquí no se gana mal si te reenganchas. Les envío lo que puedo cada vez que tengo la oportunidad. Además he podido seguir formándome de una u otra forma. Te sorprendería lo que el Ejército puede hacer por uno en ese aspecto si tienes interés.
-¿Eso es todo?
-No, también creo que estar aquí es importante. Nosotros – dijo refiriéndose a los hispanos - hemos de demostrar que somos buenos norteamericanos, y este es el mejor lugar. Mi padre sirvió en Europa durante la Guerra Mundial, y ahora me toca a mí hacerlo aquí.
-De acuerdo, entiendo lo que dices – Farris cambio de tema a algo no tan personal - ¿Y qué hay del resto de la escuadra? El tal “Doc” se ve buen tipo. Es con el único que he mantenido una conversación tan larga como esta.
-Si, “Doc” es un puto genio, muy bueno en lo suyo. Estudiaba medicina antes de venir aquí, pero lo dejó para alistarse voluntario.
-Vaya, un idealista. Ya me lo pareció.
-Es un puñetero “cruzado” y tiene las cosas muy claras desde luego. Pero también es bastante pragmático y sabe de qué va todo esto, no se engaña a sí mismo. Además hace un poco de padre espiritual de todos. Es bastante religioso y media siempre en las disputas entre los hombres de la escuadra. Es también, por así decirlo, nuestro capellán. De los demás, tienes que cuidarte mucho del “escaqueado”, el especialista Anderson. Puede parecer muy gracioso y simpático, pero te la clavará por detrás en cuanto te des la vuelta. Y en el combate tampoco te fíes de él. No tiene su apodo por casualidad, se va a escaquear de cualquier trabajo duro o de una misión arriesgada siempre que pueda, aunque eso signifique que tengas que trabajar tú el doble. Lo del compañerismo y el trabajo en equipo parece que no lo “mamo” de pequeño. Otro es el solda...
De pronto comenzaron a oír los rotores de los helicópteros que se acercaban desde el este. Con el ruido del constante trasiego de camiones y vehículos de todo tipo por la base, cientos de hombres hablando cerca suyo y ruidosos generadores por doquier, la conversación entre los dos hombres se había mantenido en el umbral de lo tolerado para una conversación normal. Ahora con los helicópteros acercándose a ellos, aquello se terminó. Además debían prepararse. En pocos instantes debían abordar los UH-34 que estaban a punto de tocar tierra.
-Hay que joderse – dijo el tejano mientras se colocaba todo su equipo, señalando a los helicópteros - ahora nos van a llevar los putos Marines a nuestra “fiesta”.
Farris asintió mientras repasaba que no le faltara nada de lo que se iba a llevar.
-Bobby, me has caído bien. Pégate a mi cul* y sígueme a donde yo vaya. ¿Comprendido? - gritó el veterano soldado.
El de Harford levantó el pulgar y sonrió. Por algún motivo, aquel medio mejicano le parecía la mejor opción para seguir con vida en aquel agujero.
Las nubes ocultaban parcialmente los incipientes rayos del sol, y corría una ligera brisa que ayudaba a mitigar la calurosa mañana. Pese a no ser ni las siete de la mañana, la temperatura se acercaba peligrosamente a los treinta grados, lo que unido a una fuerte humedad, convertía aquella mañana en otra bochornosa jornada a punto de comenzar en la zona norte de la Republica de Vietnam.
Pero para los hombres del 1º Batallón, 22º Regimiento de Infantería, aquel día, la meteorología era un tema secundario. Al pie de la pista del aeropuerto de la enorme base de Dong Ha, cientos y cientos de soldados de la 2ª Brigada, 4ª División de infantería, aguardaban la llegada de los helicópteros procedentes de Quang Tri. Alineados en una larga hilera, con varios grupos de hombres, unos tras otros, aguardaban con todo su equipo de combate, desde el fusil M-16A1, mochilas repletas de raciones C, mudas de ropa y medicinas, hasta chalecos y bolsillos repletos de cargadores de repuesto y munición. Otros portaban ametralladoras M-60 o lanzagranadas M-79. Los menos compartían el transporte de piezas de morteros y su munición, y algún que otro llevaba consigo un fusil de precisión o una escopeta de corredera.
-¿Quién coñ* es Nathan Hale? – preguntó el soldado Milton Murphy
-Joder “cagón” – tal era su apodo debido a sus irrefrenables ventosidades - ¿estamos a punto de meternos en un buen “fregao” y eso es lo que te preocupa ahora? ...Yo que sé, seguro que algún general o político de esos. Me importa una mierda.
La respuesta del soldado Daniel Johnson no le convenció y la dirigió específicamente al cabo Mike Miller.
-¿Tú que dices Micky?
-¿No te crees lo que dice “el granjero”? – preguntó a su vez el cabo.
-No. No creo que un ignorante del medio oeste sepa nada de eso. Prefiero a alguien con estudios como tú.
-Ignorante tu madre, – intervino “el granjero”, haciéndose el ofendido – negrata de mierda.
-Te voy a partir la boca y luego te la meteré por el cul*, hijoputa. Así es como arreglamos las cosas en las calles del Bronx – respondió el aludido. – Apenas sabes escribir y te las das de inteligente. No me jodas paleto follagallinas.
El cabo Miller intervino, aunque sabía que no eran más que una forma de hablar y que no iba a pasar nada. Aquellos dos hombres llevaban juntos desde la instrucción en los Estados Unidos, y habían luchado durante más de seis meses en aquel infecto país, salvándose la vida el uno al otro en más de una ocasión. Entre ellos y unos pocos más se podían decir casi cualquier barbaridad. Cosas que si las dijera otra persona ajena a aquel pequeño grupo, tendrían serias consecuencias.
-Vale, dejadlo ya par de descerebrados. Os voy a ilustrar un poco – dijo con tono de profesor universitario, aunque tan solo había terminado el instituto antes de empezar a trabajar en la zapatería de su padre, y luego ser reclutado para Vietnam. – El tal Nathan Hale fue un patriota, un soldado en la guerra de independencia…un héroe.
-Joder. ¿Ves “granjero”? este tío sí que sabe de lo que habla.
El soldado Johnson pareció impresionado, aunque no sabía que Miller tan solo repetía lo que había escuchado la noche anterior al Teniente del pelotón. Pero el cabo prefirió dejarlos en la ignorancia sobre aquello, ya que si pensaban que era un tío listo de verdad, era más fácil ganarse su respeto y obediencia. Y no es que no lo fuera, al menos más que muchos de los allí presentes, pero lo suyo había sido el deporte. Había sido el quarterback del equipo del instituto, el más guapo y popular entre las chicas, y aunque siempre había menospreciado a los “cerebritos” y había aprobado los cursos de manera, digamos, no muy brillante, por lo menos tenía mayor cultura que varios de sus compañeros... y por increíble que le pareciera, le había tomado gusto a que creyeran que era un “intelectual”.
-También fue un espía…y murió con veintiún años a manos de los ingleses – dijo el soldado Robert Farris.
-Mira, el novato también sabe quién es el Nathan ese – dijo Milton mirando a Miller un tanto asombrado, no tanto de los conocimientos de Farris como de que se metiera en la conversación.
El cabo se sintió un poco incómodo ante la expectativa de sus hombres para que corroborase las palabras de Farris. No sabía nada más acerca del Nathan Hale, así que tras pensarlo un poco, y por lo poco que había visto del novato, se limitó a asentir con la cabeza distraídamente.
-Pues hay que joderse. ¿Quién es el listo que le ha puesto el nombre de un soldado que murió tan joven a esta operación?
-¿Porque van a morir muchos jóvenes como él en la operación? – se preguntó casi de manera retórica y sin querer, Farris.
-Mira novato, - le dijo Johnson – tú no la cagues y deja de aguarnos el día, ¿vale? Apenas llevas aquí un par de semanas y ni siquiera has pegado un tiro, así que ¿Qué coñ* sabrás tú de toda esta mierda?
Farris se giró y se alejó unos pasos, dejando a los tres hombres con sus elevadas conversaciones sobre un tema tan absurdo como quien había sido Nathan Hale. El nombre de la operación militar que estaba a punto de comenzar y en la que se iban a meter hasta el cuello, no le importaba nada. Además, el nombre de la operación era “Nathan Hale II”, pero creyó que era mejor no advertírselo a aquellos tíos que en tan poca estima le tenían. Si hay algo que les guste menos a los veteranos que los novatos, son los novatos listillos, y él se había pasado con su intervención.
-Eres Bobby ¿verdad? – le preguntó alguien por detrás. Al volverse reconoció a uno de los soldados de su escuadra. Había llegado hacía dos días tras un permiso, tan solo uno después del traslado del batallón a Dong Ha desde las montañosas tierras centrales del II Cuerpo hasta allí, y no había intercambiado una sola palabra con él. Farris lo escrutó con la mirada pensando cómo debía actuar delante de aquel veterano, pero pronto se relajó.
-Yo soy Ricardo Mendez, Rick para los amigos – y le extendió su mano.
-Robert, Robert Farris. Bobby para los amigos – dijo aceptando la mano de Rick.
-¿De dónde eres Bobby?
-De Hartford, Connecticut.
-Vaya, la ciudad de los seguros. Seguro que tienes uno bueno, aunque no sé si te cubrirá todo lo que aquí te puede pasar por aquí. Y además parece que eres un tío culto, ¿verdad?
-Y tú ¿de dónde vienes? - pregunto sin responder a la última cuestión.
- De San Antonio, y aunque mis abuelos eran de Mexico, yo soy tejano por los cuatro costados. ¿Qué tal te están tratando estos cabrones? - preguntó en tono afable.
-No me quejo – mintió.
-Ya...claro. Bueno, no los tomes muy en serio. Son buena gente, pero se creen el ombligo del mundo por llevar aquí un poco más que otros. Ya los irás conociendo y te aceptaran. Solo asegúrate de seguir viviendo para entonces.
-Gracias, lo intentaré – respondió Bobby con algo de fastidio.
-No te lo tomes a mal, pero he visto a muchos novatos hacer verdaderas estupideces en su primer combate. Se ponen nerviosos, no recuerdan nada de lo que se les ha enseñado y la cagan. A veces solo se llevan un susto, otras, una pierna de menos a casa, o vuelven envueltos en una bolsa de plástico. Lo peor es que por su culpa, alguien más muera. Eso no se perdona fácilmente si el tipo queda con vida.
Farris lo miró fijamente. No sabía si estaba intentando acojonar al novato, o ayudarle.
-No te preocupes más de lo necesario, eso no les pasa a todos. Los hay que lo hacen muy bien y son grandes soldados, así que intenta ser de estos últimos.
-¿Cuánto llevas tú en Vietnam Rick? - ante la evidente madurez que aparentaba el tejano.
-Demasiado...demasiado.
-¿Y eso cuánto es?
-Estoy al final de mi segundo turno, casi diecinueve meses.
-Joder, ¿y cómo es que no has llegado ni a cabo? - pregunto sin mucho tacto Farris.
-Verás, no soy un buen mando según mis superiores. Dicen que soy muy individualista y no se responsabilizarme de los demás.
-¿Y es cierto? Porque el que estés ahora mismo hablando conmigo como uno más, me indica lo contrario.
-Carajos Bobby, que bien te expresas – y soltó una carcajada. - Digamos que soy algo individualista, pero no me caso con nadie, y si le he tenido que soltar alguna verdad a la cara de un sargento o un teniente, lo he hecho y no me arrepiento. Supongo que desde entonces alguien puso una cruz en mi expediente, pero me importa un carajo. Los chicos de la escuadra te pueden decir si me preocupo por ellos o no. Pero vale ya de hablar de mi...yo solo quería ayudarte un poco e informarte de algunas cosas.
-De acuerdo. Tú dirás.
-¿Conoces al Teniente Ray y al Sargento Carter?
-No mucho. El Teniente me saludo y me dio un pequeño discurso al llegar, y el Sargento lo amplio después, y me ha estado ordenando cosas desde que llegue, algunas sin mucho sentido, la verdad.
-El Teniente es un buen oficial. Es veterano y aunque está a punto de acabar su destino aquí con nosotros, nos trata bien y sabe lo que hace. Escúchale.
-¿Y el Sargento?
-Carter es un chusquero. Lleva más tiempo en el Ejército que Westmoreland, o al menos eso dice él. Está un poco amargado y es una mosca cojonera, sobre todo en la vida en el cuartel. No lo tomes muy en serio. En combate sabe lo que hace, pero no se va a jugar la vida por ti ni por nadie. Es un superviviente y no asume ningún riesgo, si lo puede asumir otro. Tampoco es que nos mande a misiones suicidas, pero hay que tener cuidado con él. Solo eso.
-Que no es poco.
-No, no lo es – sentenció Rick. - En la escuadra te puedes fiar del especialista Daniel Johnson,
“el granjero”, el grandote que lleva la M-60.
-El que me ha mandado a tomar por cul* hace un momento.
-El mismo. Tras esa apariencia de bestia sin cerebro, si te ganas su respeto, es el tío más fiel y honrado que haya conocido por estas tierras.
-Y los otros dos, el cabo y “cagón”.
-Miller es un pobre engreído al que se le han subido los galones a la cabeza y se cree el General Patton o algo así. Es inofensivo siempre que no lo dejes en evidencia. Y Murphy es un jovenzuelo de Nueva York más preocupado por su pelo y por escuchar lo último de la Motown que por otra cosa. No es mal tipo, pero es muy nervioso y en la retaguardia va muchas veces “fumao”, lo que hace que a veces se meta en líos. Cuando hay tiros por medio no se porta mal. Es valiente, rayando en la inconsciencia a veces, pero puedes llevarlo a tu lado.
-¿Por qué me da a mí que tú eres el verdadero “guía” de esta escuadra?
-No se lo digas a nadie, que nadie quiere oírlo – dijo sonriendo Rick Méndez.
-¿Que estudios tienes Rick? Pareces una persona inteligente.
-Los estudios que da la vida hermano. No superé ni el instituto. Me tuve que poner a trabajar muy pronto.
-¿Entonces estás aquí por dinero?
-Entre otras cosas. Mi familia no tiene mucho dinero, y aquí no se gana mal si te reenganchas. Les envío lo que puedo cada vez que tengo la oportunidad. Además he podido seguir formándome de una u otra forma. Te sorprendería lo que el Ejército puede hacer por uno en ese aspecto si tienes interés.
-¿Eso es todo?
-No, también creo que estar aquí es importante. Nosotros – dijo refiriéndose a los hispanos - hemos de demostrar que somos buenos norteamericanos, y este es el mejor lugar. Mi padre sirvió en Europa durante la Guerra Mundial, y ahora me toca a mí hacerlo aquí.
-De acuerdo, entiendo lo que dices – Farris cambio de tema a algo no tan personal - ¿Y qué hay del resto de la escuadra? El tal “Doc” se ve buen tipo. Es con el único que he mantenido una conversación tan larga como esta.
-Si, “Doc” es un puto genio, muy bueno en lo suyo. Estudiaba medicina antes de venir aquí, pero lo dejó para alistarse voluntario.
-Vaya, un idealista. Ya me lo pareció.
-Es un puñetero “cruzado” y tiene las cosas muy claras desde luego. Pero también es bastante pragmático y sabe de qué va todo esto, no se engaña a sí mismo. Además hace un poco de padre espiritual de todos. Es bastante religioso y media siempre en las disputas entre los hombres de la escuadra. Es también, por así decirlo, nuestro capellán. De los demás, tienes que cuidarte mucho del “escaqueado”, el especialista Anderson. Puede parecer muy gracioso y simpático, pero te la clavará por detrás en cuanto te des la vuelta. Y en el combate tampoco te fíes de él. No tiene su apodo por casualidad, se va a escaquear de cualquier trabajo duro o de una misión arriesgada siempre que pueda, aunque eso signifique que tengas que trabajar tú el doble. Lo del compañerismo y el trabajo en equipo parece que no lo “mamo” de pequeño. Otro es el solda...
De pronto comenzaron a oír los rotores de los helicópteros que se acercaban desde el este. Con el ruido del constante trasiego de camiones y vehículos de todo tipo por la base, cientos de hombres hablando cerca suyo y ruidosos generadores por doquier, la conversación entre los dos hombres se había mantenido en el umbral de lo tolerado para una conversación normal. Ahora con los helicópteros acercándose a ellos, aquello se terminó. Además debían prepararse. En pocos instantes debían abordar los UH-34 que estaban a punto de tocar tierra.
-Hay que joderse – dijo el tejano mientras se colocaba todo su equipo, señalando a los helicópteros - ahora nos van a llevar los putos Marines a nuestra “fiesta”.
Farris asintió mientras repasaba que no le faltara nada de lo que se iba a llevar.
-Bobby, me has caído bien. Pégate a mi cul* y sígueme a donde yo vaya. ¿Comprendido? - gritó el veterano soldado.
El de Harford levantó el pulgar y sonrió. Por algún motivo, aquel medio mejicano le parecía la mejor opción para seguir con vida en aquel agujero.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Capítulo 4 “Sorpresa al final del camino”
Mientras se acercaba a la orilla del riachuelo, Truong Tien Minh no dejaba de bostezar. Como otras tantas, apenas había dormido aquella noche, ya que a pesar de las semanas que llevaba viajando por la selva y la montaña, todavía no se acostumbraba a sus sonidos y dormía con un ojo abierto pensando que una serpiente pudiera subírsele por la pierna o que un tigre decidiera tomarlo por su cena. “La selva es un lugar muy peligroso” le habían dicho su abuelo antes de marcharse de casa, y tenía a su abuelo por un hombre sabio.
Se agachó y se lavó la cara con el agua fresca para espabilarse, mientras el campamento iba cobrando vida poco a poco. Aquella era una vida muy diferente a la que estaba acostumbrado. Y no es que a sus dieciocho años, no estuviese acostumbrado a las privaciones y a la dureza de la vida, ya que en la granja donde vivía en el delta del rio Hong Ha (o rio Rojo como se conocía en occidente), nadie regalaba nada y el duro trabajo en el campo curtía a los chicos desde pequeños. Pero la dureza de la montaña y de la selva era diferente. El bochornoso calor, la humedad y las lluvias, los mosquitos, las serpientes, los escorpiones e incluso los grandes tigres, era algo a lo que no estaba acostumbrado, al menos no en la cantidad y peligrosidad que allí había. Si además sumábamos la malaria y las bombas lanzadas por los aviones americanos, hacían que el viaje al sur para las tropas del ejército regular norvietnamita fuera un suplicio, sobre todo para la mayoría de reclutas que provenían de alejadas zonas que nada tenían que ver con aquellos parajes. Al final, las interminables caminatas por estrechos y fangosos caminos, día tras día, cargando siempre con todo el peso de su equipo, era casi lo de menos.
-Buenos días camarada Minh – saludo el oficial político de su compañía, el teniente Phung Tan Sang, sentándose a su lado.
-Buenos días camarada Sang.
-¿Preparado para otro día de marcha? – preguntó mientras se lavaba.
-Por supuesto camarada – dijo pese a que le dolían todos los músculos de su cuerpo, y que pedían a gritos varios días de descanso.
-Hoy parece que está clareando el cielo. Quizás tengamos visita de los aviones imperialistas, habrá que ir con cuidado.
-Como siempre camarada, como siempre.
-Claro camarada – y sonriéndole, Sang se levantó y se fue.
Minh se sentía incómodo ante la presencia del oficial político, como todos los hombres en su compañía. No es que él no fuese un verdadero y convencido comunista. Lo había estudiado y aprendido desde niño, tanto en casa como en el colegio, y ahora en el ejército. Tenía muy claro que el comunismo era el mejor de los sistemas políticos y económicos posibles, lo decía el gran presidente Ho Chi Min y lo secundaba todo el pueblo. Era simplemente, que el poder de aquel hombre superaba con mucho del de un simple teniente, y una palabra suya era suficiente para castigar o incluso fusilar a alguien que creyera desleal al pueblo y al partido. Y eso siempre daba miedo.
Minh regresó también a donde vivaqueaban, a la hamaca donde tenía su equipo y cogió su ración de arroz para desayunar. Se unió luego a algunos de sus compañeros de armas que ya estaban calentando algo de agua, al lado de un gran árbol y lejos de los oficiales.
-Hola Minh, buenos días. ¿Has podido dormir mejor esta noche? – preguntó Nguyen Dang Hao, el mejor amigo que Minh tenía en la compañía. Un soldado pequeño incluso para la media vietnamita, y que venía de Haiphong.
-Pues no, como siempre. Estoy molido, me duele todo el cuerpo.
-Deberías dejar la hamaca y dormir en el suelo. Una vez te acostumbras es mejor.
-Lo he probado, pero nada. No es por “la cama”, sino por los ruidos y los animales…mierda, si hasta un imperialista nos puede cortar el cuello mientras dormimos.
-Para eso hay guardias vigilando.
-Ya, pero tus has oído las mismas historias que yo sobre los infiltrados enemigos que se han cargado a los guardias y después a medio campamento.
-Eso son solo cuentos para que no bajemos la guardia, - intervino el sargento Hoang Xuan Vien. - No os creáis esas cosas. Los yankees y sus títeres del sur no entran en Laos ni en Camboya.
-¿Entonces por qué montamos guardias, camarada? – preguntó Hao.
-Por lo mismo por lo que lo hacemos en Hanoi o en cualquier otro lugar de nuestra patria. Por precaución. Pero una cosa es la precaución y otra el miedo.
-Nadie ha dicho que tengamos miedo, camarada – respondió airado Hao.
-Claro, pero lo que os quiero aclarar es que no os preocupéis por cosas que no van a suceder. Ya tendremos tiempo de preocuparnos por los americanos y sus aliados dentro de poco.
-¿Ya se sabe dónde vamos a ir destinados camarada? – quiso saber Minh.
-Todavía no es seguro, pero creo haber oído algo de una base que los imperialistas tienen cerca de la frontera y de la ruta 9, en un lugar llamado Khe Sanh.
-Pues eso debe estar cerca – dijo sin saber muy bien donde se encontraban ellos, buscando la respuesta de su sargento.
-Creo que sí. Ya sabéis que para mí también es mi primer viaje al sur. Quizás en un par de días estemos combatiendo ya.
Y antes de que nadie pudiera decir nada más, alguien se levantó e indicó hacia el sureste. Todos se pusieron en guardia. “¡Helicópteros!” gritó alguien un poco más allá. Y entonces la actividad se tornó frenética. Los desayunos se quedaron a medio comer, mientras los hombres corrían de un lado a otro con sus armas y equipos, y se ocultaban en los hoyos de tirador que habían excavado la tarde anterior, tal y como les habían enseñado algunos veteranos que estaban con ellos. Algunos hombres cogieron sus ametralladoras de todos los calibres y apuntaron al cielo.
Minh, junto a Hao, aguardaban en sus hoyos uno al lado del otro, mientras escudriñaban el cielo en busca de los helicópteros enemigos. El sonido venía de más lejos, pero la forma de propagarse que tiene en la selva, hace que no se sepa muy bien de donde proviene, aunque eso es algo que los nuevos reclutas del ejercito norvietnamita, todavía estaban aprendiendo, ya que curiosamente, su entrenamiento en Vietnam del Norte, estaba más enfocado a una guerra convencional que a una guerra irregular en la jungla como la que se libraba en buena parte del Sur.
Pronto escucharon sonidos de explosiones. Docenas...cientos de ellas, unas más potentes, otras menos, pero todas aterradoras en los oídos del joven Minh...y no cesaban. Se dio cuenta que estaba comenzando a temblar, y se encogió para tratar de controlarse y que su amigo no se diera cuenta. Si lo hubiera mirado, habría visto que al pequeño Hao le sucedía algo muy parecido. “Y ni siquiera están cayendo cerca”, pensó para sí.
Pasó casi una hora cuando el ruido de las explosiones y de los helicópteros enemigos casi había cesado. La tensión de los primeros instantes había desaparecido. Por lo visto, ellos no eran el objetivo de aquellas malditas maquinas. Pero la tranquilidad no duró demasiado. Pronto llegaron las órdenes para que se pusieran en marcha. Cuando estuvieron formados para avanzar, el teniente Sang pasó diciendo que se había visto a una gran cantidad de soldados enemigos aterrizar no muy lejos de allí. En cuanto este pasó de largo de donde estaba Minh y Hao, este último se volvió hacia el sargento Vien, y aunque no dijo nada, su cara lo expresaba todo “¿no habíamos quedado que los imperialistas no entraban en Laos?”.
...un poco después...
“Invisible como una puta serpiente” se repetía el cabo Ngo Van Dao, recordando su entrenamiento con los miembros de las fuerzas especiales norteamericanas en Nha Trang y en las selvas cerca de las fronteras de Laos y Camboya. Aún como miembro del LLDB, las fuerzas especiales survietnamitas, tenía que reconocer que los americanos sabían lo que hacían, y con sus medios y material habían logrado que muchos soldados survietnamitas se sintieran confiados en sus capacidades, más aun operando junto a sus aliados. Dao formaba parte desde hacía unos meses del Proyecto DELTA, una iniciativa para realizar misiones con equipos conjuntos de reconocimiento de largo alcance, usualmente con cuatro miembros norteamericanos y seis survietnamitas, aunque esa composición podía variar. Su misión consistía principalmente en reconocimientos en profundidad en zonas controladas por el enemigo, (aunque había muchas otras), algunas de ellas, concretamente en el neutral Laos. No hacía falta decir que por lo sensible de la naturaleza encubierta de aquellas misiones, todo estaba clasificado como del más alto secreto, y eran controladas muy de cerca por las autoridades norteamericanas. Formar parte de aquellos equipos de reconocimiento, era ser una élite dentro una ya de por si exigente comunidad, la de las fuerzas especiales. El LLDB había mejorado mucho con la asistencia norteamericana a lo largo de los últimos años, y ahora varios de sus soldados y oficiales, combatía junto a sus aliados codo con codo.
El equipo de Dao se había infiltrado hacía tres días en Laos, unos kilómetros al norte de la ruta 9, a no demasiada distancia del poblado de Tchepone. Su misión consistía en localizar a las unidades del ejército norvietnamita cercanas a la zona, comunicar su posición y esperar órdenes. Llevaban desde entonces reconociendo el terreno, y habían identificado dos unidades al este de su actual posición. Tras informar al mando, habían recibido órdenes de mantener el contacto con aquellas unidades y seguir buscando, así que para poder hacerlo, el equipo se dividió en tres grupos. Dos mantenían el contacto con las unidades localizadas, y el tercero, donde Dao acompañaba al Sargento de Artillería Francis Snider y al soldado Pham Minh Hai, seguían rastreando el terreno en busca de otras fuerzas comunistas.
Las nuevas órdenes recibidas la noche anterior decían que aquel día por la mañana deberían solicitar ataques aéreos contra las fuerzas enemigas que descubrieran y siguieran. Vestidos con uniformes llenos de hojas para mejorar su camuflaje, con pañuelos anudados a la cabeza y la cara y manos llenas de barro, se arrastraban en las inmediaciones de una pequeña trocha que corría en dirección norte-sur. Con su fusil Tipo 56, la versión china del AK-47 entre sus brazos, y con la boca abierta para mejorar la escucha de los sonidos, escrutaba entre la vegetación esperando ver de un momento a otro a algún soldado norvietnamita. Los tres integrantes del pequeño grupo de las fuerzas especiales aliadas estaban en una posición delicada. En su afán por encontrar a la unidad que seguían el rastro desde el día anterior, y con el ruido de las explosiones y el de los helicópteros que volaban al sur de allí ocultando en parte los ruidos de la jungla y sus habitantes, se habían topado casi de bruces con el avance de una columna enemiga, seguramente de la unidad que rastreaban. Los tres se habían camuflado a poca distancia del estrecho camino, y para verlos alguien debería haber pasado prácticamente por encima de ellos. El problema es que los norvietnamitas normalmente mandaban exploradores por delante de sus columnas y aquellos tíos eran buenos. Ellos deberían haberse retirado un poco más, pero el sonido era muy cercano y la posibilidad de que apareciera un explorador enemigo y ser descubiertos antes de que pudieran ejecutar la maniobra, era muy alta, por lo que decidieron ocultarse lo mejor que pudieron donde estaban.
Tras unos breves momentos de incertidumbre, vieron al primer explorador y la tensión se hizo máxima. Utilizar su fusil era la última de las opciones, y ni siquiera pensaban atacarlo con algún arma silenciada como la que llevaba el sargento Snider. Debían “hacerse invisibles, como una serpiente”, pensaba de nuevo el cabo Dao, y dejarlo pasar. Su misión no era combatir, sino informar. Pero algo raro sucedía. Aquellos exploradores iban con más prisa de lo normal, y no fueron tan concienzudos como otras veces. Peor para ellos. El grupo de Dao fue sobrepasado por el primero y un segundo explorador sin ser descubiertos, y poco después, aquellos hombres pudieron ver muy de cerca la columna enemiga que apretaba la marcha en dirección sur, hacia donde se habían oído los helicópteros.
“Parece que algo importante está sucediendo allí, y “Charlie” no tiene helicópteros”, pensaba el cabo. “Será mejor que no les dejemos llegar”, y haciendo un gesto al sargento informando de que ya habían pasado todos los soldados enemigos, este, con mucha cautela encendió su equipo de radio mientras los tres hombres se alejaban algo del camino y marchaban hacia el sur para mantener el contacto, tratando siempre de no ser descubiertos. Snider contacto con un controlador aéreo que volaba en círculos a pocos kilómetros de la frontera en un C-130E de mando y control.
Estaba siendo un día muy ocupada para aquel controlador, ya que literalmente, cientos y cientos de aeronaves volaban aquella mañana entre Vietnam y Laos. Aviones de transporte C-130, C-123 y C-7, compartían el cielo con varias docenas de aviones de ataque y cazabombarderos A-1 Skyrider, F-4 Phantoms o A-4 Skyhawk. Y volando bastante más abajo, centenares de helicópteros de transporte UH-1 Huey, CH-47, CH-53 y UH-34, apoyados por más helicópteros de reconocimiento, artillados y unos cuantos de mando y control, cruzaban como si de un enorme enjambre se tratara, los cielo de Laos.
El controlador del C-130E, a su vez y tras procesar la información y estudiando las fuerzas a su disposición, solicitó un ataque aéreo con algunos reactores F-4 sobre la posición de aquellas fuerzas enemigas que Snider estaba comunicando. Un par de minutos después, dos Phantoms dejaban caer una carga mixta de bombas de alto explosivo y napalm sobre la columna de “Charlies” que era su objetivo.
...un poco más abajo...
El soldado Minh todavía no salia de su estado de shock. Tan solo unos momentos antes, pareció como si todo el mundo estallara a su alrededor y el aire se hiciese irrespirable. El calor fue tal que casi sentía como se le secaba hasta el último milímetro de su piel, mientras que sus ojos, nariz, orejas y pelo parecían arder. Gritó como nunca lo había hecho, y su garganta se quedó deshidratada totalmente.
Pero aunque él no se lo creyese, había tenido mucha suerte. Aparte de pequeñas quemaduras y las contusiones producidas al caer empujado por la onda expansiva de una explosión cercana, no tenía ninguna herida de consideración. Su amigo Hao y el sargento Vien, estaban junto a él, también recuperándose del violento bombardeo que acababan de sufrir, y aparentemente bien. Poco a poco fueron incorporándose y ayudando a otros camaradas. Minh pudo comprobar que aquella parte de la columna había sido afortunada. Los gritos de dolor producidos por las terribles quemaduras producidas por el napalm llegaban desde la parte posterior de la formación. Y es que aunque buena parte de la munición arrojada por los Phantoms había caído lejos de los norvietnamitas, la que impactó cerca de la columna, produjo una docena de muertos y el doble de heridos graves, de los cuales la mayoría no sobreviviría a las siguientes horas. Unos pocos hombres más sufrieron heridas menores, pero por el momento, la columna donde viajaba el soldado Minh debería reorganizarse, y durante un buen rato debería detenerse antes de poder seguir avanzando hacia el sur, para enfrentarse con sus enemigos.
Mientras se acercaba a la orilla del riachuelo, Truong Tien Minh no dejaba de bostezar. Como otras tantas, apenas había dormido aquella noche, ya que a pesar de las semanas que llevaba viajando por la selva y la montaña, todavía no se acostumbraba a sus sonidos y dormía con un ojo abierto pensando que una serpiente pudiera subírsele por la pierna o que un tigre decidiera tomarlo por su cena. “La selva es un lugar muy peligroso” le habían dicho su abuelo antes de marcharse de casa, y tenía a su abuelo por un hombre sabio.
Se agachó y se lavó la cara con el agua fresca para espabilarse, mientras el campamento iba cobrando vida poco a poco. Aquella era una vida muy diferente a la que estaba acostumbrado. Y no es que a sus dieciocho años, no estuviese acostumbrado a las privaciones y a la dureza de la vida, ya que en la granja donde vivía en el delta del rio Hong Ha (o rio Rojo como se conocía en occidente), nadie regalaba nada y el duro trabajo en el campo curtía a los chicos desde pequeños. Pero la dureza de la montaña y de la selva era diferente. El bochornoso calor, la humedad y las lluvias, los mosquitos, las serpientes, los escorpiones e incluso los grandes tigres, era algo a lo que no estaba acostumbrado, al menos no en la cantidad y peligrosidad que allí había. Si además sumábamos la malaria y las bombas lanzadas por los aviones americanos, hacían que el viaje al sur para las tropas del ejército regular norvietnamita fuera un suplicio, sobre todo para la mayoría de reclutas que provenían de alejadas zonas que nada tenían que ver con aquellos parajes. Al final, las interminables caminatas por estrechos y fangosos caminos, día tras día, cargando siempre con todo el peso de su equipo, era casi lo de menos.
-Buenos días camarada Minh – saludo el oficial político de su compañía, el teniente Phung Tan Sang, sentándose a su lado.
-Buenos días camarada Sang.
-¿Preparado para otro día de marcha? – preguntó mientras se lavaba.
-Por supuesto camarada – dijo pese a que le dolían todos los músculos de su cuerpo, y que pedían a gritos varios días de descanso.
-Hoy parece que está clareando el cielo. Quizás tengamos visita de los aviones imperialistas, habrá que ir con cuidado.
-Como siempre camarada, como siempre.
-Claro camarada – y sonriéndole, Sang se levantó y se fue.
Minh se sentía incómodo ante la presencia del oficial político, como todos los hombres en su compañía. No es que él no fuese un verdadero y convencido comunista. Lo había estudiado y aprendido desde niño, tanto en casa como en el colegio, y ahora en el ejército. Tenía muy claro que el comunismo era el mejor de los sistemas políticos y económicos posibles, lo decía el gran presidente Ho Chi Min y lo secundaba todo el pueblo. Era simplemente, que el poder de aquel hombre superaba con mucho del de un simple teniente, y una palabra suya era suficiente para castigar o incluso fusilar a alguien que creyera desleal al pueblo y al partido. Y eso siempre daba miedo.
Minh regresó también a donde vivaqueaban, a la hamaca donde tenía su equipo y cogió su ración de arroz para desayunar. Se unió luego a algunos de sus compañeros de armas que ya estaban calentando algo de agua, al lado de un gran árbol y lejos de los oficiales.
-Hola Minh, buenos días. ¿Has podido dormir mejor esta noche? – preguntó Nguyen Dang Hao, el mejor amigo que Minh tenía en la compañía. Un soldado pequeño incluso para la media vietnamita, y que venía de Haiphong.
-Pues no, como siempre. Estoy molido, me duele todo el cuerpo.
-Deberías dejar la hamaca y dormir en el suelo. Una vez te acostumbras es mejor.
-Lo he probado, pero nada. No es por “la cama”, sino por los ruidos y los animales…mierda, si hasta un imperialista nos puede cortar el cuello mientras dormimos.
-Para eso hay guardias vigilando.
-Ya, pero tus has oído las mismas historias que yo sobre los infiltrados enemigos que se han cargado a los guardias y después a medio campamento.
-Eso son solo cuentos para que no bajemos la guardia, - intervino el sargento Hoang Xuan Vien. - No os creáis esas cosas. Los yankees y sus títeres del sur no entran en Laos ni en Camboya.
-¿Entonces por qué montamos guardias, camarada? – preguntó Hao.
-Por lo mismo por lo que lo hacemos en Hanoi o en cualquier otro lugar de nuestra patria. Por precaución. Pero una cosa es la precaución y otra el miedo.
-Nadie ha dicho que tengamos miedo, camarada – respondió airado Hao.
-Claro, pero lo que os quiero aclarar es que no os preocupéis por cosas que no van a suceder. Ya tendremos tiempo de preocuparnos por los americanos y sus aliados dentro de poco.
-¿Ya se sabe dónde vamos a ir destinados camarada? – quiso saber Minh.
-Todavía no es seguro, pero creo haber oído algo de una base que los imperialistas tienen cerca de la frontera y de la ruta 9, en un lugar llamado Khe Sanh.
-Pues eso debe estar cerca – dijo sin saber muy bien donde se encontraban ellos, buscando la respuesta de su sargento.
-Creo que sí. Ya sabéis que para mí también es mi primer viaje al sur. Quizás en un par de días estemos combatiendo ya.
Y antes de que nadie pudiera decir nada más, alguien se levantó e indicó hacia el sureste. Todos se pusieron en guardia. “¡Helicópteros!” gritó alguien un poco más allá. Y entonces la actividad se tornó frenética. Los desayunos se quedaron a medio comer, mientras los hombres corrían de un lado a otro con sus armas y equipos, y se ocultaban en los hoyos de tirador que habían excavado la tarde anterior, tal y como les habían enseñado algunos veteranos que estaban con ellos. Algunos hombres cogieron sus ametralladoras de todos los calibres y apuntaron al cielo.
Minh, junto a Hao, aguardaban en sus hoyos uno al lado del otro, mientras escudriñaban el cielo en busca de los helicópteros enemigos. El sonido venía de más lejos, pero la forma de propagarse que tiene en la selva, hace que no se sepa muy bien de donde proviene, aunque eso es algo que los nuevos reclutas del ejercito norvietnamita, todavía estaban aprendiendo, ya que curiosamente, su entrenamiento en Vietnam del Norte, estaba más enfocado a una guerra convencional que a una guerra irregular en la jungla como la que se libraba en buena parte del Sur.
Pronto escucharon sonidos de explosiones. Docenas...cientos de ellas, unas más potentes, otras menos, pero todas aterradoras en los oídos del joven Minh...y no cesaban. Se dio cuenta que estaba comenzando a temblar, y se encogió para tratar de controlarse y que su amigo no se diera cuenta. Si lo hubiera mirado, habría visto que al pequeño Hao le sucedía algo muy parecido. “Y ni siquiera están cayendo cerca”, pensó para sí.
Pasó casi una hora cuando el ruido de las explosiones y de los helicópteros enemigos casi había cesado. La tensión de los primeros instantes había desaparecido. Por lo visto, ellos no eran el objetivo de aquellas malditas maquinas. Pero la tranquilidad no duró demasiado. Pronto llegaron las órdenes para que se pusieran en marcha. Cuando estuvieron formados para avanzar, el teniente Sang pasó diciendo que se había visto a una gran cantidad de soldados enemigos aterrizar no muy lejos de allí. En cuanto este pasó de largo de donde estaba Minh y Hao, este último se volvió hacia el sargento Vien, y aunque no dijo nada, su cara lo expresaba todo “¿no habíamos quedado que los imperialistas no entraban en Laos?”.
...un poco después...
“Invisible como una puta serpiente” se repetía el cabo Ngo Van Dao, recordando su entrenamiento con los miembros de las fuerzas especiales norteamericanas en Nha Trang y en las selvas cerca de las fronteras de Laos y Camboya. Aún como miembro del LLDB, las fuerzas especiales survietnamitas, tenía que reconocer que los americanos sabían lo que hacían, y con sus medios y material habían logrado que muchos soldados survietnamitas se sintieran confiados en sus capacidades, más aun operando junto a sus aliados. Dao formaba parte desde hacía unos meses del Proyecto DELTA, una iniciativa para realizar misiones con equipos conjuntos de reconocimiento de largo alcance, usualmente con cuatro miembros norteamericanos y seis survietnamitas, aunque esa composición podía variar. Su misión consistía principalmente en reconocimientos en profundidad en zonas controladas por el enemigo, (aunque había muchas otras), algunas de ellas, concretamente en el neutral Laos. No hacía falta decir que por lo sensible de la naturaleza encubierta de aquellas misiones, todo estaba clasificado como del más alto secreto, y eran controladas muy de cerca por las autoridades norteamericanas. Formar parte de aquellos equipos de reconocimiento, era ser una élite dentro una ya de por si exigente comunidad, la de las fuerzas especiales. El LLDB había mejorado mucho con la asistencia norteamericana a lo largo de los últimos años, y ahora varios de sus soldados y oficiales, combatía junto a sus aliados codo con codo.
El equipo de Dao se había infiltrado hacía tres días en Laos, unos kilómetros al norte de la ruta 9, a no demasiada distancia del poblado de Tchepone. Su misión consistía en localizar a las unidades del ejército norvietnamita cercanas a la zona, comunicar su posición y esperar órdenes. Llevaban desde entonces reconociendo el terreno, y habían identificado dos unidades al este de su actual posición. Tras informar al mando, habían recibido órdenes de mantener el contacto con aquellas unidades y seguir buscando, así que para poder hacerlo, el equipo se dividió en tres grupos. Dos mantenían el contacto con las unidades localizadas, y el tercero, donde Dao acompañaba al Sargento de Artillería Francis Snider y al soldado Pham Minh Hai, seguían rastreando el terreno en busca de otras fuerzas comunistas.
Las nuevas órdenes recibidas la noche anterior decían que aquel día por la mañana deberían solicitar ataques aéreos contra las fuerzas enemigas que descubrieran y siguieran. Vestidos con uniformes llenos de hojas para mejorar su camuflaje, con pañuelos anudados a la cabeza y la cara y manos llenas de barro, se arrastraban en las inmediaciones de una pequeña trocha que corría en dirección norte-sur. Con su fusil Tipo 56, la versión china del AK-47 entre sus brazos, y con la boca abierta para mejorar la escucha de los sonidos, escrutaba entre la vegetación esperando ver de un momento a otro a algún soldado norvietnamita. Los tres integrantes del pequeño grupo de las fuerzas especiales aliadas estaban en una posición delicada. En su afán por encontrar a la unidad que seguían el rastro desde el día anterior, y con el ruido de las explosiones y el de los helicópteros que volaban al sur de allí ocultando en parte los ruidos de la jungla y sus habitantes, se habían topado casi de bruces con el avance de una columna enemiga, seguramente de la unidad que rastreaban. Los tres se habían camuflado a poca distancia del estrecho camino, y para verlos alguien debería haber pasado prácticamente por encima de ellos. El problema es que los norvietnamitas normalmente mandaban exploradores por delante de sus columnas y aquellos tíos eran buenos. Ellos deberían haberse retirado un poco más, pero el sonido era muy cercano y la posibilidad de que apareciera un explorador enemigo y ser descubiertos antes de que pudieran ejecutar la maniobra, era muy alta, por lo que decidieron ocultarse lo mejor que pudieron donde estaban.
Tras unos breves momentos de incertidumbre, vieron al primer explorador y la tensión se hizo máxima. Utilizar su fusil era la última de las opciones, y ni siquiera pensaban atacarlo con algún arma silenciada como la que llevaba el sargento Snider. Debían “hacerse invisibles, como una serpiente”, pensaba de nuevo el cabo Dao, y dejarlo pasar. Su misión no era combatir, sino informar. Pero algo raro sucedía. Aquellos exploradores iban con más prisa de lo normal, y no fueron tan concienzudos como otras veces. Peor para ellos. El grupo de Dao fue sobrepasado por el primero y un segundo explorador sin ser descubiertos, y poco después, aquellos hombres pudieron ver muy de cerca la columna enemiga que apretaba la marcha en dirección sur, hacia donde se habían oído los helicópteros.
“Parece que algo importante está sucediendo allí, y “Charlie” no tiene helicópteros”, pensaba el cabo. “Será mejor que no les dejemos llegar”, y haciendo un gesto al sargento informando de que ya habían pasado todos los soldados enemigos, este, con mucha cautela encendió su equipo de radio mientras los tres hombres se alejaban algo del camino y marchaban hacia el sur para mantener el contacto, tratando siempre de no ser descubiertos. Snider contacto con un controlador aéreo que volaba en círculos a pocos kilómetros de la frontera en un C-130E de mando y control.
Estaba siendo un día muy ocupada para aquel controlador, ya que literalmente, cientos y cientos de aeronaves volaban aquella mañana entre Vietnam y Laos. Aviones de transporte C-130, C-123 y C-7, compartían el cielo con varias docenas de aviones de ataque y cazabombarderos A-1 Skyrider, F-4 Phantoms o A-4 Skyhawk. Y volando bastante más abajo, centenares de helicópteros de transporte UH-1 Huey, CH-47, CH-53 y UH-34, apoyados por más helicópteros de reconocimiento, artillados y unos cuantos de mando y control, cruzaban como si de un enorme enjambre se tratara, los cielo de Laos.
El controlador del C-130E, a su vez y tras procesar la información y estudiando las fuerzas a su disposición, solicitó un ataque aéreo con algunos reactores F-4 sobre la posición de aquellas fuerzas enemigas que Snider estaba comunicando. Un par de minutos después, dos Phantoms dejaban caer una carga mixta de bombas de alto explosivo y napalm sobre la columna de “Charlies” que era su objetivo.
...un poco más abajo...
El soldado Minh todavía no salia de su estado de shock. Tan solo unos momentos antes, pareció como si todo el mundo estallara a su alrededor y el aire se hiciese irrespirable. El calor fue tal que casi sentía como se le secaba hasta el último milímetro de su piel, mientras que sus ojos, nariz, orejas y pelo parecían arder. Gritó como nunca lo había hecho, y su garganta se quedó deshidratada totalmente.
Pero aunque él no se lo creyese, había tenido mucha suerte. Aparte de pequeñas quemaduras y las contusiones producidas al caer empujado por la onda expansiva de una explosión cercana, no tenía ninguna herida de consideración. Su amigo Hao y el sargento Vien, estaban junto a él, también recuperándose del violento bombardeo que acababan de sufrir, y aparentemente bien. Poco a poco fueron incorporándose y ayudando a otros camaradas. Minh pudo comprobar que aquella parte de la columna había sido afortunada. Los gritos de dolor producidos por las terribles quemaduras producidas por el napalm llegaban desde la parte posterior de la formación. Y es que aunque buena parte de la munición arrojada por los Phantoms había caído lejos de los norvietnamitas, la que impactó cerca de la columna, produjo una docena de muertos y el doble de heridos graves, de los cuales la mayoría no sobreviviría a las siguientes horas. Unos pocos hombres más sufrieron heridas menores, pero por el momento, la columna donde viajaba el soldado Minh debería reorganizarse, y durante un buen rato debería detenerse antes de poder seguir avanzando hacia el sur, para enfrentarse con sus enemigos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Capítulo 5 “Con catorce cohetes por banda, viento en popa…”
El joven teniente Al “Tigre” Skinner apenas llevaba cuatro meses con el 4º Batallón de Aviación, Compañía B. Los “Gambler Guns” eran los dientes del batallón, y los cañoneros aéreos de toda la división. Sus UH-1C “Hog” equipados con cohetes y ametralladoras, proporcionaban un importante y flexible volumen de fuego disponible rápidamente en casi cualquier lugar. Y aquel día no iba a ser una excepción. Habían despegado por la mañana desde su nuevo nido en Camp Carroll, una base de los Marines cercanas a la DMZ que había sido convenientemente ampliada para acoger a los helicópteros del batallón, y temporalmente a una de las brigadas de la 4ª División de infantería que en aquellos momentos estaba siendo helitransportada a Laos. Los UH-1 Huey “Slick” de transporte, los “Hog” de ataque, y los OH-6 “Loach” de observación y reconocimiento necesitaban una base cercana a la nueva área táctica de responsabilidad (TAOR) de la División, y ante la saturación ya existente en Khe Sanh, se había escogido ampliar Camp Carroll por su cercanía a la nueva zona de combate.
Aquel ya era su segundo vuelo de la mañana. El primero había sido un paseo. La escolta de los “Slicks” y la “limpieza” de la zona de aterrizaje (LZ) se habían desarrollado sin incidentes, apenas algunos disparos de armas ligeras al salir de la LZ, que no causaron ninguna baja. Tras llegar de nuevo a la base para repostar y rearmarse, se prepararon para volver al trabajo. Otro vuelo de “Slicks” cargados hasta los topes de soldados que debían llegar para reforzar a sus compañeros que estaban ocupando posiciones cercanas al abandonado aeródromo de Tchepone, a casi cuatro millas al oeste del poblado del mismo nombre. Solo que aquel viaje no iba a ser tan cómodo. El enemigo estaba ya advertido y por la radio ya se escuchaban los primeros avisos de zonas de concentración de fuego antiaéreo y por donde volar para evitarlas. También se estaban recibiendo ahora más solicitudes de ayuda por parte de las tropas en tierra en contacto con el enemigo. Parecía como si todo aquel jaleo estuviera a punto de estallar. Y no era para menos.
Durante el vuelo, Skinner pudo ver como docenas y docenas de helicópteros volaban de un lado a otro, llevando soldados, piezas de artillería y suministros, y evacuando los primeros heridos y fallecidos. En lo alto, un gran número de cazabombarderos esperaban su turno para soltar su mortal carga sobre los objetivos designados por los soldados en tierra, o por pequeños aviones de reconocimiento que parecían moscas dando vueltas alrededor de un montón de mierda. Y un buen montón de mierda debía ser aquello que se estaba montando esa mañana. “Estamos invadiendo Laos de verdad”, pensaba para sí con la parte de su cerebro que no utilizaba para volar, “si me lo hubieran dicho hace solo unos días no me lo hubiese creído, y ahora aquí estamos, en medio de este tremendo jaleo. Ojala que todo salga bien”. Para mantener el secreto, le habían revelado los planes de la operación tan solo 48 horas antes a los oficiales y sargentos del batallón, y tan solo un día antes a la tropa. Había sido un pequeño shock, pero como ya circulaban algunos rumores al ser trasladada la División al completo, a las inmediaciones de la Zona Desmilitarizada (DMZ), no fue tan grave la cosa.
“Sleepy 2-3 ha sido alcanzado. Sleepy 2-3 ha sido alcanzado…está cayendo en el sector Delta3”, oyó por sus auriculares. El indicativo era el de un UH-1 de otra compañía. “Mierda…el primero que derriban” pensó Skinner.
-¿Lo has oído “Tigre”?
-Afirmativo…mantén los ojos bien abiertos, vamos a pasar en unos minutos por esa zona – le dijo a su copiloto, el oficial de vuelo (Warrant Officer o WO) Ben Hilford. También giró la cabeza e hizo un gesto como si lo habían escuchado al resto de su tripulación, el jefe de vuelo, Mark “Jefe” Drapper y al especialista Dale Caplan, ambos actuando como artilleros de puerta con sus ametralladoras M-60 listas para abrir fuego. Estos asintieron también.
“Gambler 4-1”, el “Hog” que pilotaba Skinner, volaba por delante de los “Slicks” de transporte, mientras que “Gambler 4-2” lo hacía por detrás. Como no había suficientes helicópteros de escolta para todos los Hueys y otros helicópteros de transportes que estaban volando aquella mañana, el número de “cañoneros” que proporcionaban cobertura, eran menores de los que deberían haber sido.
"A todas las formaciones, a todas las formaciones, aquí “Big Papa”. Intenso fuego antiaéreo a un par de millas al norte de la zona de descenso (DZ) “Kansas” y la LZ “Seúl”. Evítenlas en lo posible, repito, evítenlas en lo posible." – Era la voz del coordinador aéreo de la misión. La DZ “Kansas” era el punto donde la 173ª Brigada Aerotransportada estaba siendo lanzada, en las inmediaciones de Ban Dong, en el importante cruce entre la Ruta Colonial 9 y la 92, y la LZ “Seúl” a unos cuantos kilómetros al oeste de allí.
-“Gambler 4-1”, variamos la ruta. Vámonos al sur del rio, un par de millas, alejémonos de “Kansas” y “Seúl”, rumbo paralelo al actual – ordenó el comandante de la formación, el Capitán Rogers en el “Black Jack 3-1”, un Huey de transporte que lideraba la formación de “Slicks”.
-Recibido. Allá voy – contestó Skinner, mientras giraba su Huey a la izquierda y Hilford estudiaba el mapa para pasarle la nueva ruta.
-Parece que los paracas y los coreanos las están pasando putas – dijo “Jefe” Drapper. – ¿Tenemos algo de los nuestros?
-El último informe indica solo resistencia ligera y la LZ asegurada. Esperemos que vaya como el primer viaje – respondió el piloto.
Mientras avanzaban hacia su destino, llegó la noticia de otro aparato destruido, en este caso un AH-34 de los Marines pillado en tierra por fuego de mortero cerca de la villa de Tchepone.
“Joder. Joder…esto se está calentando por momentos”, aunque por otra parte no se sorprendía. Ya había pensado desde que supo lo de la invasión, que iba a ser un día duro, y seguramente habría muchas bajas entre los suyos. Tan solo dos helos a estas alturas del día, era menos de lo que cabía esperar. “Mientras no nos toque a nosotros” se decía Skinner, a la vez que se concentraba en volar bajo su “Hog”. Mirando a la derecha, Hillford, Drapper y Caplan observaban las trazadoras elevándose al, ahora vacío cielo en aquella dirección. Los helicópteros la estaban evitando, y los aviones de transporte que debían seguir lanzando paracaidistas y suministros, lo hacían a más altura, esperando al momento oportuno para poder lanzar su valiosa carga. Al llegar a la altura del rio Bang Hien, y ya cerca de su destino sin ningún contratiempo, vieron un espectáculo digno de ser apreciado. Varias escuadrillas de “rápidos”, cazabombarderos a reacción de la USAF, los Marines y la Armada, comenzaron a lanzar napalm y bombas de alto explosivo sobre las posiciones antiaéreas enemigas, creando una “cadena” de ataques casi sin interrupción y provocando explosión tras explosión, produciendo varios incendios y unas enormes columnas de humo.
-Muchachos, se acabó el espectáculo, estamos a dos minutos. Manteneos bien alerta – ordenó el teniente.
Por los auriculares comenzó a escuchar la conversación entre “Black Jack 3-1” y “Guerrero 5”, el comandante de las tropas de tierra cerca del aeródromo de Tchepone. Los Hueys debían reforzar con sus soldados la LZ “Kilo”, situada en una meseta unas millas al norte del aeródromo, y que se encontraba bajo fuego enemigo.
-“Gambler 4-1”, vamos a dejar en la nueva LZ alternativa “Kilo 2”, al sur de “Kilo”. De momento está asegurada, así que “Guerrero 5” solicita vuestro apoyo. Tenéis luz verde, dadles duro a esos cabrones.
-Roger “Black Jack 3-1”. Procedemos. – Y tras comunicarse con “Gambler 4-2”, pilotado por el WO John “Cav” Sheppard, se separaron de los “Slicks” y contactaron con “Guerrero 5” para recibir la información que necesitaban para su apoyo.
-“Gambler 4-1”, aquí “Guerrero 5”. Objetivo a media milla al norte de la LZ “Kilo”. Nuestras posiciones de avanzada están a cien metros del enemigo. Humo purpura para tropas amigas, repito humo purpura para tropas amigas. Marcamos con humo amarillo a “Charlie”, al norte de nuestras posiciones. Proceded con precaución, pero dadles con todo lo que tengáis. Corto.
-Recibido “Guerrero 5”. Vemos el humo. Allá vamos.
Y tras comprobar el armamento en panel de instrumentos, se elevaron los dos “Hogs” lo suficiente para tener una mejor visión del terreno. Casi al instante, comenzaron a recibir fuego de armas ligeras desde las posiciones enemigas. Pero Skinner y Sheppard no se quedaron quietos. Se lanzaron hacia las posiciones marcadas por los soldados en tierra, y comenzaron su primera pasada de ataque. Primero “Gambler 4-1” y luego “4-2”. La tripulación de Skinner estaba concentrada al cien por cien.
-Estamos en rango – informó Hillford, aunque Skinner ya lo sabía.
-“Rock and Roll” – grito el piloto a la vez que en su visor de puntería centraba el objetivo y apretaba los botones correspondientes.
El helo se sacudía cada vez que disparaba un cohete. Rápidamente salieron la mitad de sus 14 cohetes de 70 mm y sus cuatro ametralladoras de 7,62 mm montadas en afustes externos, dos por banda, vomitaban todo lo que podían sobre el enemigo, a la vez que Skinner trataba de evitar las posiciones propias. Al virar a la derecha para salir de la zona de ataque, Caplan obsequió a “Charlie” con otro reguero de fuego desde su M-60. Un par de impactos en el fuselaje, tras la puerta que vigilaba Caplan alcanzaron al “Hog”, causando un pequeño respingo entre sus tripulantes, pero que no causaron mayores daños. Y apenas salía “4-1” de la zona, ya estaba “Cav” Sheppard con su aparato iniciando la pasada sobre el enemigo.
Mientras “4-1” tomaba algo de altura, el “Jefe” Drapper vio algo.
-Abajo a la una. ¿Lo veís? Parece un grupo de “Charlies” avanzando por el este de la colina…joder, eso me parece que es muy cerca de nuestras posiciones.
-Afirmativo, parce que se están infiltrando por el flanco – confirmó Hillford. – “Tigre”, debemos avisar a los chicos.
-Ok, ocúpate tu – dijo el teniente que estaba bastante ocupado intentando salir indemne de la zona de fuego.
Cuando Skinner terminó la maniobra, “4-2” y “Guerrero 5” ya estaban informados. Este último solicito una pasada de ataque sobre los enemigos recién descubiertos. “Jefe”, que no había dejado de mantener el contacto visual con el enemigo, marcó con una ráfaga de su ametralladora al piloto, para que este supiera situarlos.
-Recibido, los veos – fue la escueta respuesta del teniente, a la vez que se alineaba para una nueva pasada de ataque. – “Cav” ¿Estás conmigo? – preguntó por la radio.
-Pegado a tu cul* “Tigre”.
Desde tierra, los norvietnamitas, sabiéndose descubiertos, comenzaron a disparar con todo lo que tenían a la vez que trataban de dispersarse.
-¡Mierda! ¡RPG a las 12! – aulló el copiloto.
La columna de humo del cohete se acercaba a toda velocidad mientras que Skinner tumbaba el cíclico a la izquierda. Por suerte para ellos, acertar con un cohete a un helo en pleno vuelo no es fácil, y el RPG pasó a más de una docena de metros de distancia, por la derecha de “Gambler 4-1”. “Cav”, que no sabía exactamente por donde venía el cohete al estar por detrás de “Tigre”, y aunque imito la maniobra del Huey líder, lo vio pasar más cerca, aunque también sin peligro.
-¡Cuidado, estos cabrones tiran con todo! – advirtió algo tarde el “Jefe” Drapper.
-Volvemos a alinearnos “Cav”. Te quiero a mi lado izquierdo. Una sola pasada – ordenó Skinner.
-Afirmativo, voy para allá.
Unos segundos después, ambos helicópteros vaciaban los lanzadores de cohetes y descargaban casi todos los proyectiles de sus ametralladoras sobre las posiciones de los enemigos que corrían de un lado a otro buscando cobertura.
-Creo que no es suficiente “4-1” – opinó Sheppard.
-Roger – respondió el teniente. El problema es que apenas les quedaba munición, y comenzaban a estar también cortos de combustible. – Una sola pasada más con todo lo que nos queda, ¿de acuerdo?
-Afirmativo “Tigre”.
-...espera “4-2”, un momento… - y tras unos segundos, Skinner volvió a comunicarse con el otro piloto - …será mejor que salgamos de aquí cagando leches. Vienen un par de rápidos con la carga completa. Nos ordenan regresar para repostar y rearmarse.
-Mierda…si, mejor que nos larguemos de este agujero ahora.
-Sígueme “4-2”.
Y tras decir esto, puso a “Gambler 4-1” en rumbo hacia el aeródromo de Tchepone, al sur, por donde habían venido. “Gambler 4-2” lo seguía de cerca, ambos perseguidos por fuego ligero durante su salida de la zona “caliente”. Cuando ya se habían alejado un poco, vieron como dos A-4 de los Marines descendían en un suave picado y soltaban su carga de bombas sobre donde ellos habían estado disparando momentos antes. Un reguero de explosiones, seguidas de una densa cortina de humo oscureció el lugar al impactar las bombas de los pequeños cazabombarderos. “Otro tremendo espectáculo en Laos gracias a los contribuyentes americanos” pensaba algo jocoso el teniente Skinner mientras se acercaba al aeródromo. Pero allí se le terminó el buen humor momentáneo. Un helicóptero estaba totalmente destruido. Había una enorme mancha negra en el suelo de donde salía humo negro, y solo parte del rotor de cola era reconocible. “Joder…Señor, llévame sano y salvo a la base” rezaba el joven piloto.
El viaje de vuelta a Camp Carroll no estuvo exento de algún susto, y otro par de agujeros se añadieron al fuselaje del helicóptero sin mayor problema, pero el fuego que recibieron en general era ligero y esporádico. Aunque por doquier se veían explosiones, trazadoras y columna de humo. Por la radio no dejaban de oírse mensaje de alerta, solicitudes de ayuda o de emergencia…estaba siendo una jornada muy dura para el ejército norteamericano en Laos. “Que esperabas Al, estaba claro que no nos iban a recibir con los brazos abiertos.” Cuando llegaron a la base con los depósitos casi secos, el personal de tierra corrió a hacerse cargo del aparato, mientras la tripulación corría al lavabo y estiraban un poco las piernas. Aquella era la segunda misión del día, pero quedaba mucho para terminarlo, y a Al “Tigre” Skinner y los suyos, varias misiones más para poder descansar.
El joven teniente Al “Tigre” Skinner apenas llevaba cuatro meses con el 4º Batallón de Aviación, Compañía B. Los “Gambler Guns” eran los dientes del batallón, y los cañoneros aéreos de toda la división. Sus UH-1C “Hog” equipados con cohetes y ametralladoras, proporcionaban un importante y flexible volumen de fuego disponible rápidamente en casi cualquier lugar. Y aquel día no iba a ser una excepción. Habían despegado por la mañana desde su nuevo nido en Camp Carroll, una base de los Marines cercanas a la DMZ que había sido convenientemente ampliada para acoger a los helicópteros del batallón, y temporalmente a una de las brigadas de la 4ª División de infantería que en aquellos momentos estaba siendo helitransportada a Laos. Los UH-1 Huey “Slick” de transporte, los “Hog” de ataque, y los OH-6 “Loach” de observación y reconocimiento necesitaban una base cercana a la nueva área táctica de responsabilidad (TAOR) de la División, y ante la saturación ya existente en Khe Sanh, se había escogido ampliar Camp Carroll por su cercanía a la nueva zona de combate.
Aquel ya era su segundo vuelo de la mañana. El primero había sido un paseo. La escolta de los “Slicks” y la “limpieza” de la zona de aterrizaje (LZ) se habían desarrollado sin incidentes, apenas algunos disparos de armas ligeras al salir de la LZ, que no causaron ninguna baja. Tras llegar de nuevo a la base para repostar y rearmarse, se prepararon para volver al trabajo. Otro vuelo de “Slicks” cargados hasta los topes de soldados que debían llegar para reforzar a sus compañeros que estaban ocupando posiciones cercanas al abandonado aeródromo de Tchepone, a casi cuatro millas al oeste del poblado del mismo nombre. Solo que aquel viaje no iba a ser tan cómodo. El enemigo estaba ya advertido y por la radio ya se escuchaban los primeros avisos de zonas de concentración de fuego antiaéreo y por donde volar para evitarlas. También se estaban recibiendo ahora más solicitudes de ayuda por parte de las tropas en tierra en contacto con el enemigo. Parecía como si todo aquel jaleo estuviera a punto de estallar. Y no era para menos.
Durante el vuelo, Skinner pudo ver como docenas y docenas de helicópteros volaban de un lado a otro, llevando soldados, piezas de artillería y suministros, y evacuando los primeros heridos y fallecidos. En lo alto, un gran número de cazabombarderos esperaban su turno para soltar su mortal carga sobre los objetivos designados por los soldados en tierra, o por pequeños aviones de reconocimiento que parecían moscas dando vueltas alrededor de un montón de mierda. Y un buen montón de mierda debía ser aquello que se estaba montando esa mañana. “Estamos invadiendo Laos de verdad”, pensaba para sí con la parte de su cerebro que no utilizaba para volar, “si me lo hubieran dicho hace solo unos días no me lo hubiese creído, y ahora aquí estamos, en medio de este tremendo jaleo. Ojala que todo salga bien”. Para mantener el secreto, le habían revelado los planes de la operación tan solo 48 horas antes a los oficiales y sargentos del batallón, y tan solo un día antes a la tropa. Había sido un pequeño shock, pero como ya circulaban algunos rumores al ser trasladada la División al completo, a las inmediaciones de la Zona Desmilitarizada (DMZ), no fue tan grave la cosa.
“Sleepy 2-3 ha sido alcanzado. Sleepy 2-3 ha sido alcanzado…está cayendo en el sector Delta3”, oyó por sus auriculares. El indicativo era el de un UH-1 de otra compañía. “Mierda…el primero que derriban” pensó Skinner.
-¿Lo has oído “Tigre”?
-Afirmativo…mantén los ojos bien abiertos, vamos a pasar en unos minutos por esa zona – le dijo a su copiloto, el oficial de vuelo (Warrant Officer o WO) Ben Hilford. También giró la cabeza e hizo un gesto como si lo habían escuchado al resto de su tripulación, el jefe de vuelo, Mark “Jefe” Drapper y al especialista Dale Caplan, ambos actuando como artilleros de puerta con sus ametralladoras M-60 listas para abrir fuego. Estos asintieron también.
“Gambler 4-1”, el “Hog” que pilotaba Skinner, volaba por delante de los “Slicks” de transporte, mientras que “Gambler 4-2” lo hacía por detrás. Como no había suficientes helicópteros de escolta para todos los Hueys y otros helicópteros de transportes que estaban volando aquella mañana, el número de “cañoneros” que proporcionaban cobertura, eran menores de los que deberían haber sido.
"A todas las formaciones, a todas las formaciones, aquí “Big Papa”. Intenso fuego antiaéreo a un par de millas al norte de la zona de descenso (DZ) “Kansas” y la LZ “Seúl”. Evítenlas en lo posible, repito, evítenlas en lo posible." – Era la voz del coordinador aéreo de la misión. La DZ “Kansas” era el punto donde la 173ª Brigada Aerotransportada estaba siendo lanzada, en las inmediaciones de Ban Dong, en el importante cruce entre la Ruta Colonial 9 y la 92, y la LZ “Seúl” a unos cuantos kilómetros al oeste de allí.
-“Gambler 4-1”, variamos la ruta. Vámonos al sur del rio, un par de millas, alejémonos de “Kansas” y “Seúl”, rumbo paralelo al actual – ordenó el comandante de la formación, el Capitán Rogers en el “Black Jack 3-1”, un Huey de transporte que lideraba la formación de “Slicks”.
-Recibido. Allá voy – contestó Skinner, mientras giraba su Huey a la izquierda y Hilford estudiaba el mapa para pasarle la nueva ruta.
-Parece que los paracas y los coreanos las están pasando putas – dijo “Jefe” Drapper. – ¿Tenemos algo de los nuestros?
-El último informe indica solo resistencia ligera y la LZ asegurada. Esperemos que vaya como el primer viaje – respondió el piloto.
Mientras avanzaban hacia su destino, llegó la noticia de otro aparato destruido, en este caso un AH-34 de los Marines pillado en tierra por fuego de mortero cerca de la villa de Tchepone.
“Joder. Joder…esto se está calentando por momentos”, aunque por otra parte no se sorprendía. Ya había pensado desde que supo lo de la invasión, que iba a ser un día duro, y seguramente habría muchas bajas entre los suyos. Tan solo dos helos a estas alturas del día, era menos de lo que cabía esperar. “Mientras no nos toque a nosotros” se decía Skinner, a la vez que se concentraba en volar bajo su “Hog”. Mirando a la derecha, Hillford, Drapper y Caplan observaban las trazadoras elevándose al, ahora vacío cielo en aquella dirección. Los helicópteros la estaban evitando, y los aviones de transporte que debían seguir lanzando paracaidistas y suministros, lo hacían a más altura, esperando al momento oportuno para poder lanzar su valiosa carga. Al llegar a la altura del rio Bang Hien, y ya cerca de su destino sin ningún contratiempo, vieron un espectáculo digno de ser apreciado. Varias escuadrillas de “rápidos”, cazabombarderos a reacción de la USAF, los Marines y la Armada, comenzaron a lanzar napalm y bombas de alto explosivo sobre las posiciones antiaéreas enemigas, creando una “cadena” de ataques casi sin interrupción y provocando explosión tras explosión, produciendo varios incendios y unas enormes columnas de humo.
-Muchachos, se acabó el espectáculo, estamos a dos minutos. Manteneos bien alerta – ordenó el teniente.
Por los auriculares comenzó a escuchar la conversación entre “Black Jack 3-1” y “Guerrero 5”, el comandante de las tropas de tierra cerca del aeródromo de Tchepone. Los Hueys debían reforzar con sus soldados la LZ “Kilo”, situada en una meseta unas millas al norte del aeródromo, y que se encontraba bajo fuego enemigo.
-“Gambler 4-1”, vamos a dejar en la nueva LZ alternativa “Kilo 2”, al sur de “Kilo”. De momento está asegurada, así que “Guerrero 5” solicita vuestro apoyo. Tenéis luz verde, dadles duro a esos cabrones.
-Roger “Black Jack 3-1”. Procedemos. – Y tras comunicarse con “Gambler 4-2”, pilotado por el WO John “Cav” Sheppard, se separaron de los “Slicks” y contactaron con “Guerrero 5” para recibir la información que necesitaban para su apoyo.
-“Gambler 4-1”, aquí “Guerrero 5”. Objetivo a media milla al norte de la LZ “Kilo”. Nuestras posiciones de avanzada están a cien metros del enemigo. Humo purpura para tropas amigas, repito humo purpura para tropas amigas. Marcamos con humo amarillo a “Charlie”, al norte de nuestras posiciones. Proceded con precaución, pero dadles con todo lo que tengáis. Corto.
-Recibido “Guerrero 5”. Vemos el humo. Allá vamos.
Y tras comprobar el armamento en panel de instrumentos, se elevaron los dos “Hogs” lo suficiente para tener una mejor visión del terreno. Casi al instante, comenzaron a recibir fuego de armas ligeras desde las posiciones enemigas. Pero Skinner y Sheppard no se quedaron quietos. Se lanzaron hacia las posiciones marcadas por los soldados en tierra, y comenzaron su primera pasada de ataque. Primero “Gambler 4-1” y luego “4-2”. La tripulación de Skinner estaba concentrada al cien por cien.
-Estamos en rango – informó Hillford, aunque Skinner ya lo sabía.
-“Rock and Roll” – grito el piloto a la vez que en su visor de puntería centraba el objetivo y apretaba los botones correspondientes.
El helo se sacudía cada vez que disparaba un cohete. Rápidamente salieron la mitad de sus 14 cohetes de 70 mm y sus cuatro ametralladoras de 7,62 mm montadas en afustes externos, dos por banda, vomitaban todo lo que podían sobre el enemigo, a la vez que Skinner trataba de evitar las posiciones propias. Al virar a la derecha para salir de la zona de ataque, Caplan obsequió a “Charlie” con otro reguero de fuego desde su M-60. Un par de impactos en el fuselaje, tras la puerta que vigilaba Caplan alcanzaron al “Hog”, causando un pequeño respingo entre sus tripulantes, pero que no causaron mayores daños. Y apenas salía “4-1” de la zona, ya estaba “Cav” Sheppard con su aparato iniciando la pasada sobre el enemigo.
Mientras “4-1” tomaba algo de altura, el “Jefe” Drapper vio algo.
-Abajo a la una. ¿Lo veís? Parece un grupo de “Charlies” avanzando por el este de la colina…joder, eso me parece que es muy cerca de nuestras posiciones.
-Afirmativo, parce que se están infiltrando por el flanco – confirmó Hillford. – “Tigre”, debemos avisar a los chicos.
-Ok, ocúpate tu – dijo el teniente que estaba bastante ocupado intentando salir indemne de la zona de fuego.
Cuando Skinner terminó la maniobra, “4-2” y “Guerrero 5” ya estaban informados. Este último solicito una pasada de ataque sobre los enemigos recién descubiertos. “Jefe”, que no había dejado de mantener el contacto visual con el enemigo, marcó con una ráfaga de su ametralladora al piloto, para que este supiera situarlos.
-Recibido, los veos – fue la escueta respuesta del teniente, a la vez que se alineaba para una nueva pasada de ataque. – “Cav” ¿Estás conmigo? – preguntó por la radio.
-Pegado a tu cul* “Tigre”.
Desde tierra, los norvietnamitas, sabiéndose descubiertos, comenzaron a disparar con todo lo que tenían a la vez que trataban de dispersarse.
-¡Mierda! ¡RPG a las 12! – aulló el copiloto.
La columna de humo del cohete se acercaba a toda velocidad mientras que Skinner tumbaba el cíclico a la izquierda. Por suerte para ellos, acertar con un cohete a un helo en pleno vuelo no es fácil, y el RPG pasó a más de una docena de metros de distancia, por la derecha de “Gambler 4-1”. “Cav”, que no sabía exactamente por donde venía el cohete al estar por detrás de “Tigre”, y aunque imito la maniobra del Huey líder, lo vio pasar más cerca, aunque también sin peligro.
-¡Cuidado, estos cabrones tiran con todo! – advirtió algo tarde el “Jefe” Drapper.
-Volvemos a alinearnos “Cav”. Te quiero a mi lado izquierdo. Una sola pasada – ordenó Skinner.
-Afirmativo, voy para allá.
Unos segundos después, ambos helicópteros vaciaban los lanzadores de cohetes y descargaban casi todos los proyectiles de sus ametralladoras sobre las posiciones de los enemigos que corrían de un lado a otro buscando cobertura.
-Creo que no es suficiente “4-1” – opinó Sheppard.
-Roger – respondió el teniente. El problema es que apenas les quedaba munición, y comenzaban a estar también cortos de combustible. – Una sola pasada más con todo lo que nos queda, ¿de acuerdo?
-Afirmativo “Tigre”.
-...espera “4-2”, un momento… - y tras unos segundos, Skinner volvió a comunicarse con el otro piloto - …será mejor que salgamos de aquí cagando leches. Vienen un par de rápidos con la carga completa. Nos ordenan regresar para repostar y rearmarse.
-Mierda…si, mejor que nos larguemos de este agujero ahora.
-Sígueme “4-2”.
Y tras decir esto, puso a “Gambler 4-1” en rumbo hacia el aeródromo de Tchepone, al sur, por donde habían venido. “Gambler 4-2” lo seguía de cerca, ambos perseguidos por fuego ligero durante su salida de la zona “caliente”. Cuando ya se habían alejado un poco, vieron como dos A-4 de los Marines descendían en un suave picado y soltaban su carga de bombas sobre donde ellos habían estado disparando momentos antes. Un reguero de explosiones, seguidas de una densa cortina de humo oscureció el lugar al impactar las bombas de los pequeños cazabombarderos. “Otro tremendo espectáculo en Laos gracias a los contribuyentes americanos” pensaba algo jocoso el teniente Skinner mientras se acercaba al aeródromo. Pero allí se le terminó el buen humor momentáneo. Un helicóptero estaba totalmente destruido. Había una enorme mancha negra en el suelo de donde salía humo negro, y solo parte del rotor de cola era reconocible. “Joder…Señor, llévame sano y salvo a la base” rezaba el joven piloto.
El viaje de vuelta a Camp Carroll no estuvo exento de algún susto, y otro par de agujeros se añadieron al fuselaje del helicóptero sin mayor problema, pero el fuego que recibieron en general era ligero y esporádico. Aunque por doquier se veían explosiones, trazadoras y columna de humo. Por la radio no dejaban de oírse mensaje de alerta, solicitudes de ayuda o de emergencia…estaba siendo una jornada muy dura para el ejército norteamericano en Laos. “Que esperabas Al, estaba claro que no nos iban a recibir con los brazos abiertos.” Cuando llegaron a la base con los depósitos casi secos, el personal de tierra corrió a hacerse cargo del aparato, mientras la tripulación corría al lavabo y estiraban un poco las piernas. Aquella era la segunda misión del día, pero quedaba mucho para terminarlo, y a Al “Tigre” Skinner y los suyos, varias misiones más para poder descansar.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Capítulo 6 “Perdiendo la inocencia”
En el pozo de tirador, llegada ya la noche, y ahora que por fin tenía un momento de respiro, la mente de Bobby Farris comenzó a repasar de forma automática todo lo que le había sucedido aquel día desde que entraran en Laos, en el que le parecía haber envejecido diez años de golpe.
Lo primero que le vino a su cabeza fueron las imágenes del viaje en helicóptero, donde docenas y docenas de aparatos volaban en formación y ocupaban una gran parte del cielo que podía ver desde el interior del UH-34. El viento dando en su cara. Los artilleros con sus M-60 escudriñando el suelo. La tensión en las caras de sus compañeros, mientras se aproximaban a su objetivo. El sargento dando la señal de prepararse para el aterrizaje…y a partir de ese momento, la frenética actividad, los nervios y por qué no admitirlo, el miedo.
Al descender del helicóptero, Farris siguió a Rick tal y como este le había recomendado. Se echaron al suelo a pocos metros del aparato, y con su fusil apuntado hacia la maleza de la jungla. Durante unos minutos hasta que terminó el desembarco helitransportado, todo fue ruido y polvareda. De repente se hizo la calma. No se oyó nada durante unos instantes, luego los pájaros, el ruido de las hojas y ramas de los árboles, el viento y otros que Bobby no podía identificar…pero ni rastro del enemigo. Habían tenido suerte, y no había nadie esperándolos, los habían cogido por sorpresa.
Sin perder tiempo, un pelotón y un pequeño grupo de ingenieros comenzó a subir la colina que tenían al norte, y en la base de la cual habían aterrizado. Su cima era el objetivo principal, y debían prepararla, creando una LZ capaz de operar con dos helicópteros a la vez, y comenzar su fortificación cuanto antes para poder repeler los ataques enemigos. El pelotón de Farris se quedó abajo, con la misión de defender la LZ que acababan de tomar, hasta que fueran relevados por otros hombres o se completara el asalto de todo el batallón. Él no tenía ni idea de cuando sería eso, así que siguió al resto del pelotón, y se internaron unos metros en el bosque, preparando posiciones defensivas al oeste, este y sur de la LZ. Fue en esta última donde la escuadra de Bobby tomo posiciones.
Con el uniforme empapado en sudor, en parte al sentir el pegajoso y húmedo calor de la jungla, en parte por los nervios y la tensión del momento, Farris miraba hacia todos lados como si en cualquier momento fueran a salir hordas de enemigos hacía él.
-Relájate – le dijo Rick Méndez – esto va a ser largo… y quita el dedo del gatillo hasta que veas a lo que disparar.
-Joder, estamos en medio de territorio enemigo, con muy pocos hombres ¿y me dices que esté tranquilo?…no puedo…no puedo.
Rick le quitó la mano del pistolete y le agarró el brazo.
-Ok, es tu primera vez, pero mírame…no pasa nada, ¿vale? Tú dispara cuando lo haga yo y hacia donde yo apunte…y quita el automático, solo sirve para malgastar munición y calentar el arma. Tiro a tiro es mejor. ¿De acuerdo?
-De acuerdo – respondió el novato soldado Farris, tratando de dominarse, no quería dar la sensación de ser un niñato miedoso, aunque en parte se sintiera así en aquel momento.
El siguiente vuelo con más tropas debía llegar en una hora más o menos, y en la mayor parte de ese tiempo, no sucedió absolutamente nada. La tensión era alta, incluso entre los veteranos, pero estos lo disimulaban mejor, pensando que habían tenido suerte y que el enemigo tardaría en reaccionar. Pero cuando ya se oían los rotores de los helicópteros, comenzó un tiroteo al oeste de la posición de la escuadra de Farris. Este se tensó todavía más y volvió a colocar el dedo en el gatillo. Esta vez Méndez no le dijo nada. Todo el mundo estaba en máxima alerta. De repente, alguien de su escuadra disparó…o quizás les habían disparado a ellos primero, Bobby no lo supo. Pero si supo que comenzó a disparar su arma hacia algún punto enfrente suyo, aunque no viese absolutamente a nadie. Los demás miembros de la escuadra también estaban disparando hacia la vegetación, y tan solo algunos fogonazos les respondían unos veinte o treinta metros más allá. A Farris se le terminó pronto la munición del cargador. Cuando dejó caer el vacío para introducir uno nuevo, notó las manos tan temblorosas que le costó Dios y ayuda completar la operación. Cuando montó el arma de nuevo y se disponía a disparar, notó que ya nadie lo hacía a su alrededor. El tiroteo había terminado tan bruscamente como había comenzado.
Tras él y su escuadra, comenzaron a descender los helicópteros cargados de más soldados de la compañía. Apenas estuvieron unos segundos en el suelo, mientras que los artilleros de las puertas de los “Slicks”, disparaban al estar en el aire de nuevo hacia algunas zonas desde donde los norvietnamitas podrían dispararles, que era casi desde cualquier lugar. Algunos de aquellos proyectiles cayeron inquietantemente cerca de la escuadra de Bobby y Rick, y conllevó más de una maldición de sus miembros, y el mantener la cabeza agachada hasta que los helicópteros se marcharon.
Al poco llegaron un par de tíos del pelotón de armas con una M-60 y bastante munición. Era todo el refuerzo que tendrían por el momento, hasta que dentro de otra hora llegaran más soldados, ya que dada la escasez de helicópteros, era imposible llevar a los hombres del batallón en pocas salidas, y debían repartirse en varias a lo largo de todo el día, y dilatar la llegada de las formaciones con una lentitud exasperante para los que estaban en tierra desde el primer momento. Por suerte, tan solo algunos disparos aislados volvieron a resonar cerca de la LZ, y Farris no tuvo que volver a disparar. Logró calmarse un poco mientras fumaba un cigarro que le había ofrecido Rick, e intercambiaba algunas palabras con otros soldados de la escuadra. La mañana avanzaba y los soldados estadounidenses continuaban llegando. Algunos proyectiles de mortero enemigos cayeron cerca, pero lo suficientemente alejados como para no inquietar la llegada de nuevos helicópteros.
Pasado el mediodía la defensa de la LZ era lo suficientemente fuerte, como para que el Capitán de la compañía de Farris recibiese la orden de enviar a su escuadra a comprobar un informe de los helicópteros “Loach” de reconocimiento. Los pilotos decían haber descubierto un centro logístico de “Charlie”, que estaba siendo evacuado no muy lejos de allí. Quizás era por eso, que aparte de algunos tiroteos, el enemigo estaba más interesado en sacar sus suministros de la zona, que en atacar la LZ enemiga. Sea como fuere, el sargento Carter y sus hombres debían avanzar un kilómetro o kilómetro y medio hacia el suroeste, reconocer la zona, e informar.
“Alejarnos tanto con solo una escuadra…menuda locura”, pensó Farris. Pero ya había aprendido que las órdenes se acataban y no se discutían, por lo que aparte de poner cara de fastidio, poco más podía hacer.
-“Cagón”, tú vas el primero. Novato, tú le sigues… y no la pifies. – Ordenó el Sargento. La gente de su escuadra debía tener una obsesión con los novatos, aunque ya descubriría que no eran solo sus compañeros. A nadie le gustaba ir con los novatos, y menos en vanguardia.
-Ten los ojos bien abiertos y trata de que no se te dispare el arma y me hagas otro agujero en el cul*, ¿vale novato? – le dijo Milton Murphy, pero Méndez le echo una mirada severa, y aquello fue suficiente. – OK, mantente a unos cuatro pasos detrás de mí y cúbreme, yo me encargo de todo lo demás. ¿Podrás hacerlo?
-Claro – fue la respuesta, aunque Bobby apenas veía algo con el sudor que le caía en los ojos y que no daba a vasto a quitarse con la toalla, mientras con la otra mano espantaba toda suerte de insectos desconocidos para él, que pensaban que su cuerpo era un agradable lugar donde posarse, y que a él lo estaban volviendo loco.
Tras los dos soldados en vanguardia de la columna, “escaqueado” y “granjero” con su M-60 les seguían. Luego el sargento Carter y todos los demás.
Farris no sabía ni lo que estaba haciendo, pero trató de concentrarse y recordar sus enseñanzas, allá en casa, en los Estados Unidos. Pensaba que aquello era infinitamente más difícil, y que la posibilidad real que le volaran la cabeza de un disparo, o una mina le destrozara una pierna le encogía todo el cuerpo y casi le paralizaba la mente. Al final se movía por inercia, imitación de los demás y un sentimiento de no querer hacer el ridículo. En parte entendía ahora a los veteranos, su desconfianza y miedo a que él metiera la pata. Se sintió un poco abochornado por despreciarlos porque él era una persona mejor formada. Aquellos estudios no significaban nada allí y en aquel momento. Sentía que su vida dependía de aquellos chicos, que en otras circunstancias, casi ni los hubiera mirado y mucho menos dignarse a hablar con ellos. No es que fuera muy “snob”, pero simplemente no los consideraría “de los suyos”, en la vida real, en casa…
-Eh, novato ¿estás aquí con nosotros o en casa con tu mamaíta? – le preguntó “escaqueado” en voz baja. – Cumple con lo tuyo, cabrón.
-Déjame en paz – dijo a modo de protesta, aunque por un momento aquel tío había tenido razón.
Ahora no tenía a Rick para guiarlo y seguir sus instrucciones, así que decidió observar a “cagón” Murphy y tratar de hacer lo mismo. Se concentró todo lo que pudo pese al calor, el sudor, los ruidos extraños y los insectos, y con el fusil en sus manos y atento a todo lo que podía ver, que no era mucho más allá de un impenetrable muro de hojas verdes y troncos grisáceos, avanzaba poco a poco. “Cagón” apartaba la vegetación, miraba muy bien donde pisaba, se paraba a escuchar, a observar algún punto lejano, imperceptible para Bobby, en definitiva, a mantenerse y mantener con vida al resto de la escuadra en un terreno muy hostil plagado de enemigos. Farris trataba de imitarlo en lo que podía, pero sobre todo se concentraba en lo que le había pedido Murphy, cubrirle las espaldas. Escudriñaba cerca de su compañero, a todos lados, pero sin dejar de mirar al suelo para asegurarse de no pisar minas, o alguna de aquellas infernales trampas de las que tanto había oído hablar.
Pasado un rato, había logrado concentrarse lo suficiente como para pensar que estaba cumpliendo con su tarea. Todo parecía marchar bastante bien, dentro de lo peligroso de la misión. Aunque comenzaba a parecerle una eternidad, no tenía ni idea de cuánto habían avanzado, ni de cómo alguien podría saberlo, pero en un momento dado, el sargento ordenó detenerse. Se acercó a la cabeza de la columna y ordenó que los cuatro primeros avanzaran uno o dos centenares de metros, y volvieran a informar, el objetivo debía de andar por allí.
Cuando volvieron a ponerse en marcha, Farris descubrió que “escaqueado” se las había apañado para quedarse el último del cuarteto, y que ahora le seguía Johnson con su ametralladora. Lo que le había dicho Rick en la pista de Dong Ha se estaba cumpliendo. El sargento no se arriesgaba ni para dar ejemplo ni para nada, y “escaqueado” era todo un maestro en su arte. Casi le extrañó que no hubiese logrado evitar ir entre los cuatro. Alejó aquellos pensamientos y volvió a concentrase en su labor. “Cagón” iba maldiciendo por lo bajo…“puto sargento de mierda”…“racista”…y otras lindeces que no podía retener en su boca de Neoyorquino.
De repente, todo a su alrededor se tornó en silencio. Se habían dejado de oír la mayoría de los indescifrables ruidos que los habían acompañado hasta entonces…lo cual hacía más inquietante todavía aquella situación. Murphy se detuvo en seco, poniendo rodilla en tierra, y con un gesto de su puño hizo que los demás le imitasen.
-¡¡Emboscada!! – llegó a oír que gritaba “cagón”, y de repente, todo se fue a la mierda.
Disparos, disparos, y más disparos… explosiones y humo, destrozaban la jungla, el bosque, y la tensa calma que había “disfrutado” hasta el momento. No supo cómo se encontró en el suelo. Supuso que fue un gesto de puro instinto de supervivencia. No tenía ni idea de a donde disparar, por que no veía de donde provenían los disparos. Murphy y “granjero” estaban disparando cada uno a un lado, mientras que no veía a “escaqueado”. De modo casi automático, decidió imitar a “cagón” y se puso a disparar en la misma dirección. Le temblaban las manos pero aun así, disparó y disparó, contra nada en particular, solo a la vegetación que estaba siendo machacada, o contra los troncos de los árboles. Al menos el disparar parecía que le daba algo de seguridad. Se agotó el cargador, y esta vez fue más rápido en sustituirlo. Más disparos y otro cargador que se iba. Volvió a recargar.
Miró a su alrededor lo que pudo desde el suelo, y todo seguía igual. Dos de sus compañeros disparaban, pero al tercero no podía verlo, y no oía el ruido de otro M-16 en ninguna dirección más. Se giró un poco, pero sin despegarse del suelo, y disparó en otra dirección, por si acaso. Seguía sin ver a “escaqueado”. Quizás le hubieran herido. Consumió otro cargador, pero ahora ya al menos atisbaba a ver los fogonazos de las armas enemigas, y pudo precisar un poco más el fuego de su arma al poner el siguiente cargador. Seguía tembloroso, pero ya algo menos. Oía las balas silbar a su alrededor y las explosiones de las granadas de mano muy cerca, demasiado, aunque no llegaron a herirle, o al menos el no notaba nada en aquellos momentos. El humo y el olor a pólvora lo iban envolviendo, y no tenía ni idea de lo que iba a pasar o de si saldrían vivos de aquella emboscada.
En un momento, comenzó a oír más volumen de fuego…y no era el tableteo típico de un AK-47 que estaba comenzando a reconocer con suma rapidez, si no que era más parecido al de un M-16. Vio algunas figuras verdosas moverse alrededor suyo, detrás, a los lados, pero bastante lejos. Más explosiones y disparos, y luego algún grito de dolor y otros que parecían de sorpresa o espanto, no podría decirlo. La cuestión fue que en pocos segundos, la situación había cambiado radicalmente. El resto de la escuadra, liderados por Rick Méndez, estaba flanqueando la posición enemiga y dándoles lo suyo. Pronto comprendió Farris que “Charlie” había cometido el error de disparar demasiado pronto. Seguramente fue un fallo debido a que eran tropas de retaguardia, de las que básicamente ayudaban a mantener en condiciones la ruta Ho Chi, más que a combatir. Sea como fuere, Bobby Farris dio gracias al Señor por aquel fallo y la llegada de sus compañeros.
-¿“Cagón”?, ¿“Granjero”?, ¿estáis bien? – preguntó Méndez cuando ya había controlado la situación y puesto en fuga a los supervivientes enemigos.
-Sí, estamos aquí – gritó Murphy.
-Pues moved esos culos y levantaos, que todavía no hemos terminado.
-Mierda, Rick, esos cabrones casi nos vuelan las pelotas ¿Dónde estabais? – dijo “escaqueado” saliendo no se sabía muy bien de dónde.
-Deja de llorar y vuelve a tu puesto – dijo en tono seco el tejano.
El sargento Carter también estaba allí, pero para sorpresa de Farris, dejaba hacer a Méndez. Lo que este le había contado que él era el líder verdadero de la escuadra, parecía ser cierto, aunque en la base, en presencia de oficiales y ocasionalmente en la jungla, hacían ver que el sargento estaba al mando. Rick pudo ver que este había cometido un error al mandar por delante sin apoyo a aquellos cuatro hombres, seguramente a una zona muy peligrosa, así que tras escuchar los primeros disparos decidió tomar las riendas y reconducir la situación.
-Aquí “Jinete 1” a “Pistolero”, aquí “Jinete 1” a “Pistolero”…hemos establecido contacto con el enemigo en las coordenadas… – dijo Méndez tras haber recibido respuesta del capitán de su compañía. – Afirmativo, hemos derrotado una emboscada…contamos dos cuerpos, pero estimamos otros tres o cuatro y algún herido más…si,…pueden ser otros cuatro heridos – dijo encogiéndose de hombros ante el resto de la escuadra, como diciendo que si aquello le hacía feliz al capitán, por él estaba bien. – Proseguimos con la misión. De momento no hemos localizado ninguna instalación de “Charlie”…afirmativo. Corto.
Con el resto de los hombres pendientes de él, Rick repartió órdenes de nuevo.
-Vale, ya lo habéis oído. Seguimos con la búsqueda un poco más. Ahora yo iré en cabeza. Miller, tras de mí. “Granjero” tu detrás de él…vámonos.
Con sumo cuidado, Rick avanzaba por un territorio que podía estar infestado de enemigos, por lo que toda cautela era poca. Estaban exactamente donde los helicópteros de reconocimiento habían visto el supuesto centro logístico, pero allí no había nada de nada. Y Rick tenía bastante experiencia para reconocer algún escondrijo en la jungla que sirviera de entrada a algún túnel, pero pese a escrutar lo que le rodeaba con atención, allí no había nada. Dieron un par de vueltas más por las inmediaciones, ampliando el radio de búsqueda, pero nada. La tensión iba en aumento, sobre todo tras escuchar algunos disparos a lo lejos, y otros ruidos difíciles de identificar algo más cerca. Así que tras casi media hora de infructuosa búsqueda, Méndez detuvo la escuadra.
-Una cagada de los de reconocimiento…otra más. Nada que no sepamos.
-Volvemos a la LZ – dijo el Sargento, mientras Rick asentía con la cabeza. Este cogió la radio para informar a “Pistolero” y luego volvió a hablar al resto.
-Seguimos igual hasta que estemos con los nuestros. Estad atentos, panda de pirados, que no quiero que nos jodan ahora que salimos de aquí.
La vuelta fue igualmente tensa. La tarde pasaba deprisa y el sol iba descendiendo. Las sombras y los sonidos seguían haciendo de aquel lugar un paisaje tenebroso. Al menos no se oían más disparos, pero al llegar cerca de sus posiciones en la LZ, la situación se hacía más peligrosa, y es que el riesgo que sus compañeros de guardia los confundiesen con “Charlie” siempre existía, pese a las llamadas por radio informando de su llegada y por dónde. Cuando al fin llegaron a la LZ, y tras estar seguros que no iban a recibir fuego amigo, volvieron a integrarse en la defensa del perímetro, mientras el sargento y Méndez iban a informar a su teniente y al capitán de la compañía.
Pese a que ahora caía ya la noche sobre la jungla, a que estaban en alerta total, y que el riesgo de un ataque enemigo era alto, a Farris, tras el peligro de aquella “excursión”, aquel le pareció el lugar más seguro del mundo, rodeado de soldados americanos y en pozos de tirador, bien a resguardo. Y es que tenía que reconocer que había pasado mucho miedo. Aunque pudo reaccionar más o menos devolviendo el fuego durante la emboscada, y logró mantener la compostura ante los demás, la verdad es que había estado muerto de miedo, o al menos más nervioso de lo que había estado en toda su vida. Y el andar en medio de la jungla sabiéndose rodeado de enemigos, y que a cada paso podía pisar una mina, no había sido mucho mejor. Al menos ahora podía decir que había recibido su bautizo de fuego, y quizás sus compañeros dejaran de meterse con él. Pronto obtuvo la respuesta cuando “cagón” le dijo con tono irónico “ya te has desvirgado novato, pero seguro que esto no ha sido como con el chochito de tu novia, ¿verdad?”, y lo peor es que tenía razón, aquello no había tenido nada que ver con su primera experiencia sexual con Penny Maddington en el instituto.
En el pozo de tirador, llegada ya la noche, y ahora que por fin tenía un momento de respiro, la mente de Bobby Farris comenzó a repasar de forma automática todo lo que le había sucedido aquel día desde que entraran en Laos, en el que le parecía haber envejecido diez años de golpe.
Lo primero que le vino a su cabeza fueron las imágenes del viaje en helicóptero, donde docenas y docenas de aparatos volaban en formación y ocupaban una gran parte del cielo que podía ver desde el interior del UH-34. El viento dando en su cara. Los artilleros con sus M-60 escudriñando el suelo. La tensión en las caras de sus compañeros, mientras se aproximaban a su objetivo. El sargento dando la señal de prepararse para el aterrizaje…y a partir de ese momento, la frenética actividad, los nervios y por qué no admitirlo, el miedo.
Al descender del helicóptero, Farris siguió a Rick tal y como este le había recomendado. Se echaron al suelo a pocos metros del aparato, y con su fusil apuntado hacia la maleza de la jungla. Durante unos minutos hasta que terminó el desembarco helitransportado, todo fue ruido y polvareda. De repente se hizo la calma. No se oyó nada durante unos instantes, luego los pájaros, el ruido de las hojas y ramas de los árboles, el viento y otros que Bobby no podía identificar…pero ni rastro del enemigo. Habían tenido suerte, y no había nadie esperándolos, los habían cogido por sorpresa.
Sin perder tiempo, un pelotón y un pequeño grupo de ingenieros comenzó a subir la colina que tenían al norte, y en la base de la cual habían aterrizado. Su cima era el objetivo principal, y debían prepararla, creando una LZ capaz de operar con dos helicópteros a la vez, y comenzar su fortificación cuanto antes para poder repeler los ataques enemigos. El pelotón de Farris se quedó abajo, con la misión de defender la LZ que acababan de tomar, hasta que fueran relevados por otros hombres o se completara el asalto de todo el batallón. Él no tenía ni idea de cuando sería eso, así que siguió al resto del pelotón, y se internaron unos metros en el bosque, preparando posiciones defensivas al oeste, este y sur de la LZ. Fue en esta última donde la escuadra de Bobby tomo posiciones.
Con el uniforme empapado en sudor, en parte al sentir el pegajoso y húmedo calor de la jungla, en parte por los nervios y la tensión del momento, Farris miraba hacia todos lados como si en cualquier momento fueran a salir hordas de enemigos hacía él.
-Relájate – le dijo Rick Méndez – esto va a ser largo… y quita el dedo del gatillo hasta que veas a lo que disparar.
-Joder, estamos en medio de territorio enemigo, con muy pocos hombres ¿y me dices que esté tranquilo?…no puedo…no puedo.
Rick le quitó la mano del pistolete y le agarró el brazo.
-Ok, es tu primera vez, pero mírame…no pasa nada, ¿vale? Tú dispara cuando lo haga yo y hacia donde yo apunte…y quita el automático, solo sirve para malgastar munición y calentar el arma. Tiro a tiro es mejor. ¿De acuerdo?
-De acuerdo – respondió el novato soldado Farris, tratando de dominarse, no quería dar la sensación de ser un niñato miedoso, aunque en parte se sintiera así en aquel momento.
El siguiente vuelo con más tropas debía llegar en una hora más o menos, y en la mayor parte de ese tiempo, no sucedió absolutamente nada. La tensión era alta, incluso entre los veteranos, pero estos lo disimulaban mejor, pensando que habían tenido suerte y que el enemigo tardaría en reaccionar. Pero cuando ya se oían los rotores de los helicópteros, comenzó un tiroteo al oeste de la posición de la escuadra de Farris. Este se tensó todavía más y volvió a colocar el dedo en el gatillo. Esta vez Méndez no le dijo nada. Todo el mundo estaba en máxima alerta. De repente, alguien de su escuadra disparó…o quizás les habían disparado a ellos primero, Bobby no lo supo. Pero si supo que comenzó a disparar su arma hacia algún punto enfrente suyo, aunque no viese absolutamente a nadie. Los demás miembros de la escuadra también estaban disparando hacia la vegetación, y tan solo algunos fogonazos les respondían unos veinte o treinta metros más allá. A Farris se le terminó pronto la munición del cargador. Cuando dejó caer el vacío para introducir uno nuevo, notó las manos tan temblorosas que le costó Dios y ayuda completar la operación. Cuando montó el arma de nuevo y se disponía a disparar, notó que ya nadie lo hacía a su alrededor. El tiroteo había terminado tan bruscamente como había comenzado.
Tras él y su escuadra, comenzaron a descender los helicópteros cargados de más soldados de la compañía. Apenas estuvieron unos segundos en el suelo, mientras que los artilleros de las puertas de los “Slicks”, disparaban al estar en el aire de nuevo hacia algunas zonas desde donde los norvietnamitas podrían dispararles, que era casi desde cualquier lugar. Algunos de aquellos proyectiles cayeron inquietantemente cerca de la escuadra de Bobby y Rick, y conllevó más de una maldición de sus miembros, y el mantener la cabeza agachada hasta que los helicópteros se marcharon.
Al poco llegaron un par de tíos del pelotón de armas con una M-60 y bastante munición. Era todo el refuerzo que tendrían por el momento, hasta que dentro de otra hora llegaran más soldados, ya que dada la escasez de helicópteros, era imposible llevar a los hombres del batallón en pocas salidas, y debían repartirse en varias a lo largo de todo el día, y dilatar la llegada de las formaciones con una lentitud exasperante para los que estaban en tierra desde el primer momento. Por suerte, tan solo algunos disparos aislados volvieron a resonar cerca de la LZ, y Farris no tuvo que volver a disparar. Logró calmarse un poco mientras fumaba un cigarro que le había ofrecido Rick, e intercambiaba algunas palabras con otros soldados de la escuadra. La mañana avanzaba y los soldados estadounidenses continuaban llegando. Algunos proyectiles de mortero enemigos cayeron cerca, pero lo suficientemente alejados como para no inquietar la llegada de nuevos helicópteros.
Pasado el mediodía la defensa de la LZ era lo suficientemente fuerte, como para que el Capitán de la compañía de Farris recibiese la orden de enviar a su escuadra a comprobar un informe de los helicópteros “Loach” de reconocimiento. Los pilotos decían haber descubierto un centro logístico de “Charlie”, que estaba siendo evacuado no muy lejos de allí. Quizás era por eso, que aparte de algunos tiroteos, el enemigo estaba más interesado en sacar sus suministros de la zona, que en atacar la LZ enemiga. Sea como fuere, el sargento Carter y sus hombres debían avanzar un kilómetro o kilómetro y medio hacia el suroeste, reconocer la zona, e informar.
“Alejarnos tanto con solo una escuadra…menuda locura”, pensó Farris. Pero ya había aprendido que las órdenes se acataban y no se discutían, por lo que aparte de poner cara de fastidio, poco más podía hacer.
-“Cagón”, tú vas el primero. Novato, tú le sigues… y no la pifies. – Ordenó el Sargento. La gente de su escuadra debía tener una obsesión con los novatos, aunque ya descubriría que no eran solo sus compañeros. A nadie le gustaba ir con los novatos, y menos en vanguardia.
-Ten los ojos bien abiertos y trata de que no se te dispare el arma y me hagas otro agujero en el cul*, ¿vale novato? – le dijo Milton Murphy, pero Méndez le echo una mirada severa, y aquello fue suficiente. – OK, mantente a unos cuatro pasos detrás de mí y cúbreme, yo me encargo de todo lo demás. ¿Podrás hacerlo?
-Claro – fue la respuesta, aunque Bobby apenas veía algo con el sudor que le caía en los ojos y que no daba a vasto a quitarse con la toalla, mientras con la otra mano espantaba toda suerte de insectos desconocidos para él, que pensaban que su cuerpo era un agradable lugar donde posarse, y que a él lo estaban volviendo loco.
Tras los dos soldados en vanguardia de la columna, “escaqueado” y “granjero” con su M-60 les seguían. Luego el sargento Carter y todos los demás.
Farris no sabía ni lo que estaba haciendo, pero trató de concentrarse y recordar sus enseñanzas, allá en casa, en los Estados Unidos. Pensaba que aquello era infinitamente más difícil, y que la posibilidad real que le volaran la cabeza de un disparo, o una mina le destrozara una pierna le encogía todo el cuerpo y casi le paralizaba la mente. Al final se movía por inercia, imitación de los demás y un sentimiento de no querer hacer el ridículo. En parte entendía ahora a los veteranos, su desconfianza y miedo a que él metiera la pata. Se sintió un poco abochornado por despreciarlos porque él era una persona mejor formada. Aquellos estudios no significaban nada allí y en aquel momento. Sentía que su vida dependía de aquellos chicos, que en otras circunstancias, casi ni los hubiera mirado y mucho menos dignarse a hablar con ellos. No es que fuera muy “snob”, pero simplemente no los consideraría “de los suyos”, en la vida real, en casa…
-Eh, novato ¿estás aquí con nosotros o en casa con tu mamaíta? – le preguntó “escaqueado” en voz baja. – Cumple con lo tuyo, cabrón.
-Déjame en paz – dijo a modo de protesta, aunque por un momento aquel tío había tenido razón.
Ahora no tenía a Rick para guiarlo y seguir sus instrucciones, así que decidió observar a “cagón” Murphy y tratar de hacer lo mismo. Se concentró todo lo que pudo pese al calor, el sudor, los ruidos extraños y los insectos, y con el fusil en sus manos y atento a todo lo que podía ver, que no era mucho más allá de un impenetrable muro de hojas verdes y troncos grisáceos, avanzaba poco a poco. “Cagón” apartaba la vegetación, miraba muy bien donde pisaba, se paraba a escuchar, a observar algún punto lejano, imperceptible para Bobby, en definitiva, a mantenerse y mantener con vida al resto de la escuadra en un terreno muy hostil plagado de enemigos. Farris trataba de imitarlo en lo que podía, pero sobre todo se concentraba en lo que le había pedido Murphy, cubrirle las espaldas. Escudriñaba cerca de su compañero, a todos lados, pero sin dejar de mirar al suelo para asegurarse de no pisar minas, o alguna de aquellas infernales trampas de las que tanto había oído hablar.
Pasado un rato, había logrado concentrarse lo suficiente como para pensar que estaba cumpliendo con su tarea. Todo parecía marchar bastante bien, dentro de lo peligroso de la misión. Aunque comenzaba a parecerle una eternidad, no tenía ni idea de cuánto habían avanzado, ni de cómo alguien podría saberlo, pero en un momento dado, el sargento ordenó detenerse. Se acercó a la cabeza de la columna y ordenó que los cuatro primeros avanzaran uno o dos centenares de metros, y volvieran a informar, el objetivo debía de andar por allí.
Cuando volvieron a ponerse en marcha, Farris descubrió que “escaqueado” se las había apañado para quedarse el último del cuarteto, y que ahora le seguía Johnson con su ametralladora. Lo que le había dicho Rick en la pista de Dong Ha se estaba cumpliendo. El sargento no se arriesgaba ni para dar ejemplo ni para nada, y “escaqueado” era todo un maestro en su arte. Casi le extrañó que no hubiese logrado evitar ir entre los cuatro. Alejó aquellos pensamientos y volvió a concentrase en su labor. “Cagón” iba maldiciendo por lo bajo…“puto sargento de mierda”…“racista”…y otras lindeces que no podía retener en su boca de Neoyorquino.
De repente, todo a su alrededor se tornó en silencio. Se habían dejado de oír la mayoría de los indescifrables ruidos que los habían acompañado hasta entonces…lo cual hacía más inquietante todavía aquella situación. Murphy se detuvo en seco, poniendo rodilla en tierra, y con un gesto de su puño hizo que los demás le imitasen.
-¡¡Emboscada!! – llegó a oír que gritaba “cagón”, y de repente, todo se fue a la mierda.
Disparos, disparos, y más disparos… explosiones y humo, destrozaban la jungla, el bosque, y la tensa calma que había “disfrutado” hasta el momento. No supo cómo se encontró en el suelo. Supuso que fue un gesto de puro instinto de supervivencia. No tenía ni idea de a donde disparar, por que no veía de donde provenían los disparos. Murphy y “granjero” estaban disparando cada uno a un lado, mientras que no veía a “escaqueado”. De modo casi automático, decidió imitar a “cagón” y se puso a disparar en la misma dirección. Le temblaban las manos pero aun así, disparó y disparó, contra nada en particular, solo a la vegetación que estaba siendo machacada, o contra los troncos de los árboles. Al menos el disparar parecía que le daba algo de seguridad. Se agotó el cargador, y esta vez fue más rápido en sustituirlo. Más disparos y otro cargador que se iba. Volvió a recargar.
Miró a su alrededor lo que pudo desde el suelo, y todo seguía igual. Dos de sus compañeros disparaban, pero al tercero no podía verlo, y no oía el ruido de otro M-16 en ninguna dirección más. Se giró un poco, pero sin despegarse del suelo, y disparó en otra dirección, por si acaso. Seguía sin ver a “escaqueado”. Quizás le hubieran herido. Consumió otro cargador, pero ahora ya al menos atisbaba a ver los fogonazos de las armas enemigas, y pudo precisar un poco más el fuego de su arma al poner el siguiente cargador. Seguía tembloroso, pero ya algo menos. Oía las balas silbar a su alrededor y las explosiones de las granadas de mano muy cerca, demasiado, aunque no llegaron a herirle, o al menos el no notaba nada en aquellos momentos. El humo y el olor a pólvora lo iban envolviendo, y no tenía ni idea de lo que iba a pasar o de si saldrían vivos de aquella emboscada.
En un momento, comenzó a oír más volumen de fuego…y no era el tableteo típico de un AK-47 que estaba comenzando a reconocer con suma rapidez, si no que era más parecido al de un M-16. Vio algunas figuras verdosas moverse alrededor suyo, detrás, a los lados, pero bastante lejos. Más explosiones y disparos, y luego algún grito de dolor y otros que parecían de sorpresa o espanto, no podría decirlo. La cuestión fue que en pocos segundos, la situación había cambiado radicalmente. El resto de la escuadra, liderados por Rick Méndez, estaba flanqueando la posición enemiga y dándoles lo suyo. Pronto comprendió Farris que “Charlie” había cometido el error de disparar demasiado pronto. Seguramente fue un fallo debido a que eran tropas de retaguardia, de las que básicamente ayudaban a mantener en condiciones la ruta Ho Chi, más que a combatir. Sea como fuere, Bobby Farris dio gracias al Señor por aquel fallo y la llegada de sus compañeros.
-¿“Cagón”?, ¿“Granjero”?, ¿estáis bien? – preguntó Méndez cuando ya había controlado la situación y puesto en fuga a los supervivientes enemigos.
-Sí, estamos aquí – gritó Murphy.
-Pues moved esos culos y levantaos, que todavía no hemos terminado.
-Mierda, Rick, esos cabrones casi nos vuelan las pelotas ¿Dónde estabais? – dijo “escaqueado” saliendo no se sabía muy bien de dónde.
-Deja de llorar y vuelve a tu puesto – dijo en tono seco el tejano.
El sargento Carter también estaba allí, pero para sorpresa de Farris, dejaba hacer a Méndez. Lo que este le había contado que él era el líder verdadero de la escuadra, parecía ser cierto, aunque en la base, en presencia de oficiales y ocasionalmente en la jungla, hacían ver que el sargento estaba al mando. Rick pudo ver que este había cometido un error al mandar por delante sin apoyo a aquellos cuatro hombres, seguramente a una zona muy peligrosa, así que tras escuchar los primeros disparos decidió tomar las riendas y reconducir la situación.
-Aquí “Jinete 1” a “Pistolero”, aquí “Jinete 1” a “Pistolero”…hemos establecido contacto con el enemigo en las coordenadas… – dijo Méndez tras haber recibido respuesta del capitán de su compañía. – Afirmativo, hemos derrotado una emboscada…contamos dos cuerpos, pero estimamos otros tres o cuatro y algún herido más…si,…pueden ser otros cuatro heridos – dijo encogiéndose de hombros ante el resto de la escuadra, como diciendo que si aquello le hacía feliz al capitán, por él estaba bien. – Proseguimos con la misión. De momento no hemos localizado ninguna instalación de “Charlie”…afirmativo. Corto.
Con el resto de los hombres pendientes de él, Rick repartió órdenes de nuevo.
-Vale, ya lo habéis oído. Seguimos con la búsqueda un poco más. Ahora yo iré en cabeza. Miller, tras de mí. “Granjero” tu detrás de él…vámonos.
Con sumo cuidado, Rick avanzaba por un territorio que podía estar infestado de enemigos, por lo que toda cautela era poca. Estaban exactamente donde los helicópteros de reconocimiento habían visto el supuesto centro logístico, pero allí no había nada de nada. Y Rick tenía bastante experiencia para reconocer algún escondrijo en la jungla que sirviera de entrada a algún túnel, pero pese a escrutar lo que le rodeaba con atención, allí no había nada. Dieron un par de vueltas más por las inmediaciones, ampliando el radio de búsqueda, pero nada. La tensión iba en aumento, sobre todo tras escuchar algunos disparos a lo lejos, y otros ruidos difíciles de identificar algo más cerca. Así que tras casi media hora de infructuosa búsqueda, Méndez detuvo la escuadra.
-Una cagada de los de reconocimiento…otra más. Nada que no sepamos.
-Volvemos a la LZ – dijo el Sargento, mientras Rick asentía con la cabeza. Este cogió la radio para informar a “Pistolero” y luego volvió a hablar al resto.
-Seguimos igual hasta que estemos con los nuestros. Estad atentos, panda de pirados, que no quiero que nos jodan ahora que salimos de aquí.
La vuelta fue igualmente tensa. La tarde pasaba deprisa y el sol iba descendiendo. Las sombras y los sonidos seguían haciendo de aquel lugar un paisaje tenebroso. Al menos no se oían más disparos, pero al llegar cerca de sus posiciones en la LZ, la situación se hacía más peligrosa, y es que el riesgo que sus compañeros de guardia los confundiesen con “Charlie” siempre existía, pese a las llamadas por radio informando de su llegada y por dónde. Cuando al fin llegaron a la LZ, y tras estar seguros que no iban a recibir fuego amigo, volvieron a integrarse en la defensa del perímetro, mientras el sargento y Méndez iban a informar a su teniente y al capitán de la compañía.
Pese a que ahora caía ya la noche sobre la jungla, a que estaban en alerta total, y que el riesgo de un ataque enemigo era alto, a Farris, tras el peligro de aquella “excursión”, aquel le pareció el lugar más seguro del mundo, rodeado de soldados americanos y en pozos de tirador, bien a resguardo. Y es que tenía que reconocer que había pasado mucho miedo. Aunque pudo reaccionar más o menos devolviendo el fuego durante la emboscada, y logró mantener la compostura ante los demás, la verdad es que había estado muerto de miedo, o al menos más nervioso de lo que había estado en toda su vida. Y el andar en medio de la jungla sabiéndose rodeado de enemigos, y que a cada paso podía pisar una mina, no había sido mucho mejor. Al menos ahora podía decir que había recibido su bautizo de fuego, y quizás sus compañeros dejaran de meterse con él. Pronto obtuvo la respuesta cuando “cagón” le dijo con tono irónico “ya te has desvirgado novato, pero seguro que esto no ha sido como con el chochito de tu novia, ¿verdad?”, y lo peor es que tenía razón, aquello no había tenido nada que ver con su primera experiencia sexual con Penny Maddington en el instituto.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Y hasta aquí la introducción al relato. Os dejo un pequeño resumen de los personajes que han tenido mayor o menor protagonismos, pero que pueden volver a aparecer si así se decide. Además, or supuesto, podeis sugerir otros nuevos que convengan para seguir con el relato.
US:
-General William C. Westmoreland (MACV) / General William B. Rosson (XXIV Cuerpo) / General Robert E. Cushman (III MAF)/ General William R. Peers (4 ID)/ General John R. Dean Jr (TF Dean).
-Soldado Robert “Bobby” “Novato” Farris / Soldado Ricardo “Rick” Mendez / Cabo Mike Miller / Soldado Daniel o Dan “Granjero” Johnson / Soldado Milton “Cagón” Murphy / Teniente Ray / Sargento Carter/ Especialista Anderson “Escaqueado” / “Doc”
-Teniente Al “Tigre” Skinner / WO Ben Hilford/ Jefe de vuelo Mark “Jefe” Drapper/ Especialista Dale Caplan/ WO John “Cav” Sheppard
-Sargento Snider
NVA:
-Soldado Truong Tien Minh / Sargento Hoang Xuan Vien / Soldado Nguyen Danh Hao / Teniente Phung Tan Sang
ARV:
- General Hoàng Xuân Lãm/ General Ngo Quang Trung/ General Du Quoc Dong
-Cabo Ngo Van Dao / Soldado Pham Minh Hai
US:
-General William C. Westmoreland (MACV) / General William B. Rosson (XXIV Cuerpo) / General Robert E. Cushman (III MAF)/ General William R. Peers (4 ID)/ General John R. Dean Jr (TF Dean).
-Soldado Robert “Bobby” “Novato” Farris / Soldado Ricardo “Rick” Mendez / Cabo Mike Miller / Soldado Daniel o Dan “Granjero” Johnson / Soldado Milton “Cagón” Murphy / Teniente Ray / Sargento Carter/ Especialista Anderson “Escaqueado” / “Doc”
-Teniente Al “Tigre” Skinner / WO Ben Hilford/ Jefe de vuelo Mark “Jefe” Drapper/ Especialista Dale Caplan/ WO John “Cav” Sheppard
-Sargento Snider
NVA:
-Soldado Truong Tien Minh / Sargento Hoang Xuan Vien / Soldado Nguyen Danh Hao / Teniente Phung Tan Sang
ARV:
- General Hoàng Xuân Lãm/ General Ngo Quang Trung/ General Du Quoc Dong
-Cabo Ngo Van Dao / Soldado Pham Minh Hai
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
A partir de aquí, se abren varias opciones y posibilidades.
Lo primero, creo que sería tratar de dar respuesta a algunas preguntas importantes, como ¿Cuál sería la reacción de Hanoi y como afrontaría el desafío? ¿Cuáles serían sus opciones? ¿Un miniTet anticipado? ¿Una ofensiva contra la invasión con todo lo que tienen? ¿Mantener la presión en todo VdS y actuar con una estrategia de desgaste contra el XXIV CE? ¿Intensificar la llegada de suministros por Camboya?
Por otra parte, ¿cómo reaccionarían Pekín y Moscú? ¿Habría riesgo real de intervención por parte de alguno de los dos gobiernos? De no ser así, ¿Cómo podrían ayudar a su aliado, ahora en serias dificultades? Más, ¿Cómo reaccionaría la ONU y la comunidad en general?...en definitiva hay muchas cuestiones que plantearse para proseguir avanzando en este relato participativo, y a partir de lo que se responda, se podría comenzar a planear los siguientes capítulos. Por ejemplo, habría que definir el tema principal del siguiente capítulo (el qué y cómo pasa), la ubicación (donde pasa), la línea temporal y su duración (cuándo y por cuanto tiempo), así como los posibles protagonistas (quienes), entre otras cosas.
Espero sus intervenciones si les interesa el tema propuesto.
Saludos cordiales.
Lo primero, creo que sería tratar de dar respuesta a algunas preguntas importantes, como ¿Cuál sería la reacción de Hanoi y como afrontaría el desafío? ¿Cuáles serían sus opciones? ¿Un miniTet anticipado? ¿Una ofensiva contra la invasión con todo lo que tienen? ¿Mantener la presión en todo VdS y actuar con una estrategia de desgaste contra el XXIV CE? ¿Intensificar la llegada de suministros por Camboya?
Por otra parte, ¿cómo reaccionarían Pekín y Moscú? ¿Habría riesgo real de intervención por parte de alguno de los dos gobiernos? De no ser así, ¿Cómo podrían ayudar a su aliado, ahora en serias dificultades? Más, ¿Cómo reaccionaría la ONU y la comunidad en general?...en definitiva hay muchas cuestiones que plantearse para proseguir avanzando en este relato participativo, y a partir de lo que se responda, se podría comenzar a planear los siguientes capítulos. Por ejemplo, habría que definir el tema principal del siguiente capítulo (el qué y cómo pasa), la ubicación (donde pasa), la línea temporal y su duración (cuándo y por cuanto tiempo), así como los posibles protagonistas (quienes), entre otras cosas.
Espero sus intervenciones si les interesa el tema propuesto.
Saludos cordiales.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Aquí dejo un mapa de una de las variantes del plan "Full Cry" original, con el avance de la 1ª División de Caballería, la 4ª de Infantería, la D. Paracaidista survietnamita y la 3ª de Marines por el sur de Laos .
Otra variante, con tres divisiones a lo largo de la ruta 9 hacia Tchepone es la adaptada en este relato. Aquí un mapa con el area de operaciones:
Este es un interesante enlace donde se puede leer (en inglés) algo de información sobre la operación "El Paso", concebida a finales del 67 y principios del 68 como sucesora de "Full Cry", que sería bastante parecida a la aquí expuesta, y que habla sobre todo de las complicaciones logísticas y del terreno:
OPLAM El Paso
Saludos.
Otra variante, con tres divisiones a lo largo de la ruta 9 hacia Tchepone es la adaptada en este relato. Aquí un mapa con el area de operaciones:
Este es un interesante enlace donde se puede leer (en inglés) algo de información sobre la operación "El Paso", concebida a finales del 67 y principios del 68 como sucesora de "Full Cry", que sería bastante parecida a la aquí expuesta, y que habla sobre todo de las complicaciones logísticas y del terreno:
OPLAM El Paso
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
-
- General de Brigada
- Mensajes: 5506
- Registrado: 28 Sep 2009, 11:10
- Ubicación: España
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Hola a todos:
A modo de primera "toma de contacto", unos cuantos comentarios sobre la reacción de Hanoi y sus aliados...
Yo sería partidario del mini-Tet anticipado como fórmula para aliviar la presión sobre el sur de Laos, pues una gran batalla de desgaste con numerosos efectivos del NVA sería lo que estarían deseando los americanos. Vale que esa alternativa no eliminaría la amenaza contra la Ruta... pero los norvietnamitas perderían muchos hombres y material de aceptar combatir contra un enemigo mas poderoso de forma abierta y en el lugar de elección de éste, lo cual a la larga podría llegar a ser peor que la asfixia logística de los combatientes que se encuentran en el Sur.
Otra cosa es, por supuesto, la extensión de ese mini-Tet... que podría quedarse incluso en ese "aumento de la presión en todo Vietnam del Sur y actuar con una estrategia de desgaste contra el XXIV CE". Dificilmente podría llegar a ser una sombra del "Tet auténtico"... y el VC sufriría las consecuencias de semejante ofensiva poco planificada (aunque, tal vez, las consecuencias para el VC fueran menos graves en cuanto a pérdidas). Yo mantendría, eso si, las operaciones mas "mediáticas" (o sea, llevar la guerra a Saigón para impactar a los medios de comunicación estadounidenses).
En mi opinión, por resumir, los norvietnamitas no podían esperar ganar por medios convencionales en semejante batalla... y su mejor opción pasaba por desgastar a los Ejércitos norteamericano y survietnamita, y sobre todo por erosionar el apoyo a la guerra en los propios EEUU (vamos, lo que hicieron en la realidad). El problema que afrontarían en este caso es que el "tempo" operativo lo marcaría de forma mas acusada el enemigo.
Por otra parte, evidentemente habría que buscar nuevas rutas para la llegada de suministros al Sur (Camboya) y sería necesario el apoyo de los aliados en el aspecto político (fundamentalmente por parte de la URSS), para poner en la picota de la opinión pública internacional a la Administración Johnson por "escalar" la guerra invadiendo a un país "neutral"... y también en el aspecto militar, aunque dudo mucho que tanto la URSS como China (que podría ser la mas dispuesta a enviar tropas) prestaran apoyo directo, sino sólo material.
A este respecto... yo diría que los EEUU podrían considerar, a medida que avanzara la campaña, un cambio en su estrategia de bombardeos sobre el Norte: de ROLLING THUNDER (metódico, limitado, con numerosas "zonas libres") a algo mas parecido a LINEBACKER-I y -II. Particularmente interesante sería el minado del puerto de Haiphong: de cortarse esa vía de entrada de suministros, a sumar al corte de la Ruta... la cosa se pondría complicada para los comunistas.
En cuanto a la reacción internacional... estamos en 1967. La guerra ya era impopular en todo el mundo, pero creo que todavía no se había llegado a las cotas posteriores y lo que mas influiría en Johnson pienso que sería la opinión pública estadounidense (y la de Conkrite ).
En cuanto a próximos capítulos y personajes nuevos... tal vez se escape un poco del ámbito que quiere abarcar el autor, ¿pero no estaría bien tener a un personaje de las altas esferas norvietnamitas? Ya que en el bando norteamericano se enfoca la "gran estrategia" desde el punto de vista militar, desde el norvietnamita podría hacerse desde el punto de vista político, para mostrar las reacciones y decisiones de Hanoi tras el movimiento enemigo.
Un saludo.
A modo de primera "toma de contacto", unos cuantos comentarios sobre la reacción de Hanoi y sus aliados...
Yo sería partidario del mini-Tet anticipado como fórmula para aliviar la presión sobre el sur de Laos, pues una gran batalla de desgaste con numerosos efectivos del NVA sería lo que estarían deseando los americanos. Vale que esa alternativa no eliminaría la amenaza contra la Ruta... pero los norvietnamitas perderían muchos hombres y material de aceptar combatir contra un enemigo mas poderoso de forma abierta y en el lugar de elección de éste, lo cual a la larga podría llegar a ser peor que la asfixia logística de los combatientes que se encuentran en el Sur.
Otra cosa es, por supuesto, la extensión de ese mini-Tet... que podría quedarse incluso en ese "aumento de la presión en todo Vietnam del Sur y actuar con una estrategia de desgaste contra el XXIV CE". Dificilmente podría llegar a ser una sombra del "Tet auténtico"... y el VC sufriría las consecuencias de semejante ofensiva poco planificada (aunque, tal vez, las consecuencias para el VC fueran menos graves en cuanto a pérdidas). Yo mantendría, eso si, las operaciones mas "mediáticas" (o sea, llevar la guerra a Saigón para impactar a los medios de comunicación estadounidenses).
En mi opinión, por resumir, los norvietnamitas no podían esperar ganar por medios convencionales en semejante batalla... y su mejor opción pasaba por desgastar a los Ejércitos norteamericano y survietnamita, y sobre todo por erosionar el apoyo a la guerra en los propios EEUU (vamos, lo que hicieron en la realidad). El problema que afrontarían en este caso es que el "tempo" operativo lo marcaría de forma mas acusada el enemigo.
Por otra parte, evidentemente habría que buscar nuevas rutas para la llegada de suministros al Sur (Camboya) y sería necesario el apoyo de los aliados en el aspecto político (fundamentalmente por parte de la URSS), para poner en la picota de la opinión pública internacional a la Administración Johnson por "escalar" la guerra invadiendo a un país "neutral"... y también en el aspecto militar, aunque dudo mucho que tanto la URSS como China (que podría ser la mas dispuesta a enviar tropas) prestaran apoyo directo, sino sólo material.
A este respecto... yo diría que los EEUU podrían considerar, a medida que avanzara la campaña, un cambio en su estrategia de bombardeos sobre el Norte: de ROLLING THUNDER (metódico, limitado, con numerosas "zonas libres") a algo mas parecido a LINEBACKER-I y -II. Particularmente interesante sería el minado del puerto de Haiphong: de cortarse esa vía de entrada de suministros, a sumar al corte de la Ruta... la cosa se pondría complicada para los comunistas.
En cuanto a la reacción internacional... estamos en 1967. La guerra ya era impopular en todo el mundo, pero creo que todavía no se había llegado a las cotas posteriores y lo que mas influiría en Johnson pienso que sería la opinión pública estadounidense (y la de Conkrite ).
En cuanto a próximos capítulos y personajes nuevos... tal vez se escape un poco del ámbito que quiere abarcar el autor, ¿pero no estaría bien tener a un personaje de las altas esferas norvietnamitas? Ya que en el bando norteamericano se enfoca la "gran estrategia" desde el punto de vista militar, desde el norvietnamita podría hacerse desde el punto de vista político, para mostrar las reacciones y decisiones de Hanoi tras el movimiento enemigo.
Un saludo.
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Hola Sergiopl, gracias por su aportación.
Comenzando por el final, me gusta la idea de introducir el punto de vista de Hanoi en el relato, tanto del punto de vista político, pero también militar y diplomático. Se podría en ese capítulo hablar de la reacción de Hanoi, pero también de la de China, la URSS e incluso la internacional y de los propios EEUU. Creo que el personaje principal podría ser Le Duan, Secretario General del Partido Comunista norvietnamita, y persona que asumía un control cada vez mayor a medida que el “tio Ho” iba perdiendo salud. Por supuesto, Ho Chi Minh también debería aparecer, así como Vo Nguyen Giap y Van Tien Dung como militares de alto rango.
-un ataque con todo lo que puedan reunir los comunistas contra la invasión,
- o este aumento de presión en todo el país, con una estrategia de desgaste contra el XXIV CE.
En el primer caso, seguramente sucedería lo que usted comenta, pero también supondría una presión muy elevada para las fuerzas aliadas, al final de una larga y peligrosa cadena logística. Si se pudiera mantener una fuerte presión durante bastante tiempo, creo que se podría poner a los norteamericanos y survietnamitas en un serio apuro, pero habría que ver si el NVA y el VC tenían “pulmones” para aguantar un tipo de combate así, y sacar ventaja de ello, o desfallecer en el intento. Un poco como Khe Shan pero a lo bestia.
En el segundo caso, efectivamente, todavía faltaban tres meses de preparativos para lanzar la ofensiva del Tet, por lo que sería muy prematuro y seguramente condenado al fracaso lanzar una ofensiva general en todo el país, y además con la ruta HCM cortada. Pero si estaba comenzando ofensivas a nivel de regimiento y batallón por parte de los comunistas, cuyo objetivo era atraer a las fuerzas aliadas lejos de las ciudades y de la costa. Mantener esos ataques y aumentar la actividad guerrillera en todo el país, con golpes mediáticos, como los que usted propone en Saigon, creo que también sería una estrategia acertada. Más lenta, pero más segura, sobre todo si se intensifica el tránsito de suministros por la ruta de Camboya a través del puerto de Sihanoukville, y se añaden ofensivas contra las bases logísticas norteamericanas a lo largo de la ruta 9 al sur de la DMZ, y algunos golpes fuertes, sobre todo contra los paracaidistas survietnamitas, en el extremos de la invasión y de la cadena logística, y que serían los que peor armados estarían. Seguramente, también en esta opción las bajas comunistas serían cuantiosas, pero creo que política y diplomáticamente, sería mejor al hacer ver que pese a la invasión del “neutral” Laos, los EEUU siguen sin poder ganar la guerra y los comunistas atacan donde y cuando quieren, al menos eso se podría hacer ver a la opinión pública durante un tiempo.
Saludos.
Comenzando por el final, me gusta la idea de introducir el punto de vista de Hanoi en el relato, tanto del punto de vista político, pero también militar y diplomático. Se podría en ese capítulo hablar de la reacción de Hanoi, pero también de la de China, la URSS e incluso la internacional y de los propios EEUU. Creo que el personaje principal podría ser Le Duan, Secretario General del Partido Comunista norvietnamita, y persona que asumía un control cada vez mayor a medida que el “tio Ho” iba perdiendo salud. Por supuesto, Ho Chi Minh también debería aparecer, así como Vo Nguyen Giap y Van Tien Dung como militares de alto rango.
Me apunto esto. Yo veo dos opciones principales:“Otra cosa es, por supuesto, la extensión de ese mini-Tet... que podría quedarse incluso en ese "aumento de la presión en todo Vietnam del Sur y actuar con una estrategia de desgaste contra el XXIV CE". Dificilmente podría llegar a ser una sombra del "Tet auténtico"... y el VC sufriría las consecuencias de semejante ofensiva poco planificada (aunque, tal vez, las consecuencias para el VC fueran menos graves en cuanto a pérdidas). Yo mantendría, eso si, las operaciones mas "mediáticas" (o sea, llevar la guerra a Saigón para impactar a los medios de comunicación estadounidenses).”
-un ataque con todo lo que puedan reunir los comunistas contra la invasión,
- o este aumento de presión en todo el país, con una estrategia de desgaste contra el XXIV CE.
En el primer caso, seguramente sucedería lo que usted comenta, pero también supondría una presión muy elevada para las fuerzas aliadas, al final de una larga y peligrosa cadena logística. Si se pudiera mantener una fuerte presión durante bastante tiempo, creo que se podría poner a los norteamericanos y survietnamitas en un serio apuro, pero habría que ver si el NVA y el VC tenían “pulmones” para aguantar un tipo de combate así, y sacar ventaja de ello, o desfallecer en el intento. Un poco como Khe Shan pero a lo bestia.
En el segundo caso, efectivamente, todavía faltaban tres meses de preparativos para lanzar la ofensiva del Tet, por lo que sería muy prematuro y seguramente condenado al fracaso lanzar una ofensiva general en todo el país, y además con la ruta HCM cortada. Pero si estaba comenzando ofensivas a nivel de regimiento y batallón por parte de los comunistas, cuyo objetivo era atraer a las fuerzas aliadas lejos de las ciudades y de la costa. Mantener esos ataques y aumentar la actividad guerrillera en todo el país, con golpes mediáticos, como los que usted propone en Saigon, creo que también sería una estrategia acertada. Más lenta, pero más segura, sobre todo si se intensifica el tránsito de suministros por la ruta de Camboya a través del puerto de Sihanoukville, y se añaden ofensivas contra las bases logísticas norteamericanas a lo largo de la ruta 9 al sur de la DMZ, y algunos golpes fuertes, sobre todo contra los paracaidistas survietnamitas, en el extremos de la invasión y de la cadena logística, y que serían los que peor armados estarían. Seguramente, también en esta opción las bajas comunistas serían cuantiosas, pero creo que política y diplomáticamente, sería mejor al hacer ver que pese a la invasión del “neutral” Laos, los EEUU siguen sin poder ganar la guerra y los comunistas atacan donde y cuando quieren, al menos eso se podría hacer ver a la opinión pública durante un tiempo.
En mi opinión, creo que la URSS solo ampliaría la ayuda material y amplificaría las quejas y denuncias de Hanoi a nivel internacional. China actuaría de forma muy parecida, pero hay que recordar, que para la fecha, tenía ya varios miles o decenas de miles de soldados chinos en Vietnam del Norte, manejando piezas de artillería antiaérea, o unidades de ingenieros para reparar vías férreas, puentes, etc… pero también armadas para repeler una invasión norteamericana del norte del país. Una opción, sobre todo si Hanoi escogiera la opción de intentar sacar a sus enemigos de Laos a toda costa, sería que Pekín enviara más soldados para sustituir a los norvietnamitas que marchasen a luchar a Laos, a pesar de las reticencias de parte del politburó norvietnamita de aumentar el número de tropas chinas en su país.“ aunque dudo mucho que tanto la URSS como China (que podría ser la mas dispuesta a enviar tropas) prestaran apoyo directo, sino sólo material.”
Concuerdo con usted en que de solicitar algo como LINEBACKER, debería ser más avanzada la campaña y dependiendo de cómo marchase esta. Si la invasión estuviera en serios aprietos, es muy posible que los mandos militares solicitasen algo así, además de refuerzos terrestres. Habría que ver a LBJ ante esa tesitura, pero no tengo nada claro que la apoyara, dada la forma de actuar de su administración, y ya que vería la invasión como algo extraordinario desde su punto de vista, aunque a lo mejor, pensaría… “de perdidos al rio”. Por otro lado, si la operación marchara medianamente bien, no creo que se solicitara o en caso de hacerlo, sería denegado casi con toda seguridad, al menos en mi opinión.“A este respecto... yo diría que los EEUU podrían considerar, a medida que avanzara la campaña, un cambio en su estrategia de bombardeos sobre el Norte: de ROLLING THUNDER (metódico, limitado, con numerosas "zonas libres") a algo mas parecido a LINEBACKER-I y -II. Particularmente interesante sería el minado del puerto de Haiphong: de cortarse esa vía de entrada de suministros, a sumar al corte de la Ruta... la cosa se pondría complicada para los comunistas.”
Seguramente la oposición a la guerra a nivel internacional crecería más todavía, pero como usted dice la opinión norteamericana sería la que afectaría a las decisiones de la administración norteamericana, y esta, mientras se le pudiese vende, como lo llevaban haciendo desde hacía unos meses, que se estaba ganando la guerra y que con la invasión de Laos, se aceleraba y aseguraba su final, es posible que mantuviese un apoyo relativo (creo que para la época rondaba el 50-50 de apoyos/rechazo) mientras llegasen buenas noticias del frente y no hubiera algún golpe de efecto político importante en contra.“En cuanto a la reacción internacional... estamos en 1967. La guerra ya era impopular en todo el mundo, pero creo que todavía no se había llegado a las cotas posteriores y lo que mas influiría en Johnson pienso que sería la opinión pública estadounidense (y la de Conkrite”
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
-
- General de Brigada
- Mensajes: 5506
- Registrado: 28 Sep 2009, 11:10
- Ubicación: España
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Hola a todos:
Tal vez en esa situación, si la batalla en Laos se enconaba, Johnson si aprobaría un "paquete" de blancos mas amplio en la zona de Hanoi y Haiphong (incluyendo el minado del puerto).
Pero tampoco creo que haga falta meter a un "hippie" en el elenco de personajes
Un saludo.
En realidad, de cara a escribir una historia entretenida, esa es la mejor opción. ¿Opciones de que los norvietnamitas intentaran algo así? Bueno... en el 68 si intentaron luchar cara a cara con los americanos en Khen Shan y en Hue. Tampoco es que sea imposible optar por esa alternativa. Quién sabe... tal vez entre los jerifaltes norvietnamitas también había delirios de grandeza y estuvieran deseando repetir Dien Bien Phu.En el primer caso, seguramente sucedería lo que usted comenta, pero también supondría una presión muy elevada para las fuerzas aliadas, al final de una larga y peligrosa cadena logística. Si se pudiera mantener una fuerte presión durante bastante tiempo, creo que se podría poner a los norteamericanos y survietnamitas en un serio apuro, pero habría que ver si el NVA y el VC tenían “pulmones” para aguantar un tipo de combate así, y sacar ventaja de ello, o desfallecer en el intento. Un poco como Khe Shan pero a lo bestia [...]
Hmmm... dándole vueltas... me empieza a gustar la idea de combinar ambas estrategias: empezar la presión en el Sur, con los golpes "mediáticos" y el hostigamiento a lo largo de la Ruta 9... mientras el NVA se prepara para una ofensiva contra las fuerzas desplegadas en Laos. Ese podría ser el punto álgido de la historia.aumentar la actividad guerrillera en todo el país, con golpes mediáticos, como los que usted propone en Saigon, creo que también sería una estrategia acertada. Más lenta, pero más segura, sobre todo si se intensifica el tránsito de suministros por la ruta de Camboya a través del puerto de Sihanoukville, y se añaden ofensivas contra las bases logísticas norteamericanas a lo largo de la ruta 9 al sur de la DMZ, y algunos golpes fuertes, sobre todo contra los paracaidistas survietnamitas, en el extremos de la invasión y de la cadena logística, y que serían los que peor armados estarían.
Es posible, me parece la opción mas realista. Todo depende también de hasta donde esté dispuesto a meterse el autor... porque si China interviene... la cosa puede acabar hasta en guerra nuclearUna opción, sobre todo si Hanoi escogiera la opción de intentar sacar a sus enemigos de Laos a toda costa, sería que Pekín enviara más soldados para sustituir a los norvietnamitas que marchasen a luchar a Laos, a pesar de las reticencias de parte del politburó norvietnamita de aumentar el número de tropas chinas en su país.
Yo creo que en el caso de que hubiera algún tipo de dificultades... se aprobaría una ampliación de los bombardeos. Mirándolo por encima en la Wiki... en el 66 se autorizó el bombardeo de blancos en Hanoi, fundamentalmente POL, y en el verano de 67 la cosa ya estaba tensa, con audiencias en el Comité de Servicios Armados del Senado en las que los "halcones" solicitaban una ampliación de los bombardeos en contra de la opinión de McNamara.Habría que ver a LBJ ante esa tesitura, pero no tengo nada claro que la apoyara, dada la forma de actuar de su administración, y ya que vería la invasión como algo extraordinario desde su punto de vista, aunque a lo mejor, pensaría… “de perdidos al rio”. Por otro lado, si la operación marchara medianamente bien, no creo que se solicitara o en caso de hacerlo, sería denegado casi con toda seguridad, al menos en mi opinión.
Tal vez en esa situación, si la batalla en Laos se enconaba, Johnson si aprobaría un "paquete" de blancos mas amplio en la zona de Hanoi y Haiphong (incluyendo el minado del puerto).
Incluso, al ver a sus chicos metidos en un fregado de cuidado, es posible que hubiera una subida inicial del apoyo, por patriotismo, aunque al llegar las malas noticias la facción anti-belicista podría ganar adeptos... esa sería, en realidad, otra "batalla".es posible que mantuviese un apoyo relativo (creo que para la época rondaba el 50-50 de apoyos/rechazo) mientras llegasen buenas noticias del frente y no hubiera algún golpe de efecto político importante en contra.
Pero tampoco creo que haga falta meter a un "hippie" en el elenco de personajes
Un saludo.
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Hola a todos,
Entre sus mandos había quien consideraba que la vía más rápida para terminar la guerra era una confrontación que uniera la guerra de guerrilas con ofensivas convencionales del NVA con el enemigo, principalmente con el ARVN. De la Wiki:
He believed the fundamentals of the conflict had not changed; the South Vietnamese regime's unpopularity remained its "Achilles' heel" and he continued to advocate a combination of guerrilla warfare and NVA offensives. The communist commanders in the South were to avoid large attacks on the Army of the Republic of Vietnam (ARVN), but instead focus on many small attacks to demoralize the enemy. Lê Duẩn believed that the key to victory was for the NVA had to keep the initiative.
https://en.wikipedia.org/wiki/L%C3%AA_D ... ietnam_War
Seguramente se daría una buena discusión entre los altos mandatarios norvietnamitas sobre la estrategia a seguir contra el ataque aliado (¿siguiente capitulo?). La posibilidad de lanzar un ataque contra toda la ofensiva requeriría de enormes números de tropas y suministros, aunque cabe la posibilidad que se escogiera atacar partes de las tropas enemigas, por ejemplo solo a los paracas survietnamitas, o a la TF Dean para cortar la base de la invasión, pero aún así requeriría de grandes formaciones si tenemos en cuenta que para Khe Sanh las dos divisiones del NVA casi triplicaban en número a los defensores, además del apoyo de otras dos divisiones cortando la ruta 9, y aún así no pudieron vencer a los Marines. Contra un Cuerpo de Ejercito de alrededor de 50-60,000 efectivos, harían falta una cantidad muy importante del total del NVA, y no creo que la victoria estuviese asegurada, pero si conseguían una victoria clara, bien podría tener un efecto similar a Din Bien Phu yterminar la guerra con condiciones ventajosas para Hanoi.
En realidad, de cara a escribir una historia entretenida, esa es la mejor opción. ¿Opciones de que los norvietnamitas intentaran algo así? Bueno... en el 68 si intentaron luchar cara a cara con los americanos en Khen Shan y en Hue. Tampoco es que sea imposible optar por esa alternativa. Quién sabe... tal vez entre los jerifaltes norvietnamitas también había delirios de grandeza y estuvieran deseando repetir Dien Bien Phu.
Entre sus mandos había quien consideraba que la vía más rápida para terminar la guerra era una confrontación que uniera la guerra de guerrilas con ofensivas convencionales del NVA con el enemigo, principalmente con el ARVN. De la Wiki:
He believed the fundamentals of the conflict had not changed; the South Vietnamese regime's unpopularity remained its "Achilles' heel" and he continued to advocate a combination of guerrilla warfare and NVA offensives. The communist commanders in the South were to avoid large attacks on the Army of the Republic of Vietnam (ARVN), but instead focus on many small attacks to demoralize the enemy. Lê Duẩn believed that the key to victory was for the NVA had to keep the initiative.
https://en.wikipedia.org/wiki/L%C3%AA_D ... ietnam_War
Seguramente se daría una buena discusión entre los altos mandatarios norvietnamitas sobre la estrategia a seguir contra el ataque aliado (¿siguiente capitulo?). La posibilidad de lanzar un ataque contra toda la ofensiva requeriría de enormes números de tropas y suministros, aunque cabe la posibilidad que se escogiera atacar partes de las tropas enemigas, por ejemplo solo a los paracas survietnamitas, o a la TF Dean para cortar la base de la invasión, pero aún así requeriría de grandes formaciones si tenemos en cuenta que para Khe Sanh las dos divisiones del NVA casi triplicaban en número a los defensores, además del apoyo de otras dos divisiones cortando la ruta 9, y aún así no pudieron vencer a los Marines. Contra un Cuerpo de Ejercito de alrededor de 50-60,000 efectivos, harían falta una cantidad muy importante del total del NVA, y no creo que la victoria estuviese asegurada, pero si conseguían una victoria clara, bien podría tener un efecto similar a Din Bien Phu yterminar la guerra con condiciones ventajosas para Hanoi.
Me gusta, me apunto a esa idea, a la espera de que otro forista plantee alguna otra opción.Hmmm... dándole vueltas... me empieza a gustar la idea de combinar ambas estrategias: empezar la presión en el Sur, con los golpes "mediáticos" y el hostigamiento a lo largo de la Ruta 9... mientras el NVA se prepara para una ofensiva contra las fuerzas desplegadas en Laos. Ese podría ser el punto álgido de la historia.
...los autores, no olvide que estoy tratando que ustedes se involucren en las ideas de por donde ha de ir el relato. Personalmente dudo mucho que Pekín fuera más allá de apoyo material y diplomático aumentado, y alguna unidad militar más par el norte del país. Su linea roja era la invasión de Vietnam del Norte para intervenir contra los EEUU, según sus declaraciones, pero incluso entre los mandos norteamericanos, se dudaba que si solo se trataba de una invasión limitada del sur de VdN, los chinos se implicaran en una guerra contra ellos. Pero si entre todos llegamos a la conclusión que China podría intervenir por Laos y que la cosa pasara a mayores, pues así haremos.Es posible, me parece la opción mas realista. Todo depende también de hasta donde esté dispuesto a meterse el autor... porque si China interviene... la cosa puede acabar hasta en guerra nuclear
Aunque no lo descarto, tengo mis dudas. Más opiniones serían bienvenidas.Tal vez en esa situación, si la batalla en Laos se enconaba, Johnson si aprobaría un "paquete" de blancos mas amplio en la zona de Hanoi y Haiphong (incluyendo el minado del puerto).
Seguramente la facción anti-guerra, con la mera invasión de Laos, subirían sus partidarios, pero como bien dice, si las noticias de una operación decisiva fueran buenas, al menos al principio, podría subir algo el apoyo a la guerra en la opinión publica norteamericana.Incluso, al ver a sus chicos metidos en un fregado de cuidado, es posible que hubiera una subida inicial del apoyo, por patriotismo, aunque al llegar las malas noticias la facción anti-belicista podría ganar adeptos... esa sería, en realidad, otra "batalla".
Todo es hablarlo...Pero tampoco creo que haga falta meter a un "hippie" en el elenco de personajes
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
-
- General de Brigada
- Mensajes: 5506
- Registrado: 28 Sep 2009, 11:10
- Ubicación: España
Un billete a Tchepone. Relato participativo.
Pues ya tenemos la "justificación"Entre sus mandos había quien consideraba que la vía más rápida para terminar la guerra era una confrontación que uniera la guerra de guerrilas con ofensivas convencionales del NVA con el enemigo, principalmente con el ARVN.
Yo lo metería ahí, aunque sea de forma breve, para tener todos los enfoques.Seguramente se daría una buena discusión entre los altos mandatarios norvietnamitas sobre la estrategia a seguir contra el ataque aliado (¿siguiente capitulo?).
Cierto... eso podría justificar empezar con el "mini-Tet" y luego un "in crescendo" de operaciones de hostigamiento contra las fuerzas desplegadas en Laos hasta que se inicie la ofensiva a gran escala.La posibilidad de lanzar un ataque contra toda la ofensiva requeriría de enormes números de tropas y suministros
Bueno... pero el grueso del trabajo lo llevara a cabo el señor flanker33, y tampoco vamos a saturarlo con personajes extra y obligándolo a terminar la historia en el NORAD...los autores, no olvide que estoy tratando que ustedes se involucren en las ideas de por donde ha de ir el relato.
Idea que se me ocurre... si en medio de la batalla terrestre los americanos decidieran finalmente lanzar una campaña aérea a gran escala contra el Norte, ¿podrían llegar a enviar regimientos de caza de refuerzo los chinos? Al estilo de los soviéticos en Corea, sin declararlo... ¿y los propios soviéticos? A Egipto los enviaron (tanto pilotos como fuerzas de defensa aérea).Personalmente dudo mucho que Pekín fuera más allá de apoyo material y diplomático aumentado, y alguna unidad militar más par el norte del país.
Hay quien dice que lo hicieron también en Vietnam, de hecho, pero entra en el terreno de las fantasías conspiranoicas, a falta de mejores pruebas que esto: https://answers.yahoo.com/question/inde ... 805AADUhE2
Voy a hacer "lobbying"Aunque no lo descarto, tengo mis dudas. Más opiniones serían bienvenidas.
Imagínese a esos senadores republicanos ante las cámaras... ¡o al propio Nixon!
- El Presidente no está haciendo todo lo que está en su mano para apoyar a nuestros muchachos cuando están luchando por la libertad en un país lejano... ¡¿cómo no emplear todo el poder de los Estados Unidos de América para apoyar a nuestras tropas una vez nos hemos lanzado a la batalla decisiva de la guerra?!
Si le apetece hacer una mención... podría ser a través de una carta de un hermano/a de uno de los soldados, que le narra la situación política y social en los EEUU, por ejemplo.Todo es hablarlo...
¿Quién está conectado?
Usuarios navegando por este Foro: Chechitar_1985, ClaudeBot [Bot] y 3 invitados