La Pugna Continuación de "El Visitante"

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
kaiser-1
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Mensaje por kaiser-1 »

Me parece que Schnellenberg espera un montón de disculpas :twisted: . Daos prisa, antes de que empieza la hora punta y circulen tranvías y autobuses, que son muy traicioneros :green:


- “El sueño de la razón produce monstruos”. Francisco de Goya.
Domper
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Mensaje por Domper »


Diario de Von Hoesslin

Las preocupaciones del mariscal no estaban desencaminadas, y como se temía, Halder y sus amigos conspiradores intentaron hacerse con el poder. El general Schellenberg, en vez de silenciar lo ocurrido en Verdún, hizo correr rumores según los cuales el mariscal estaba entre la vida y la muerte, y que Von Papen también había sido herido. La dirección del Reich descansaba, por tanto, en un joven arquitecto y en un aun más joven general de brigada. Dos jovenzuelos no podían aspirar a suceder al Führer y al Statthalter, y precisarían una mano firme que les guiase… No hará falta decir que había unos cuantos candidatos a mano firme.

Parecerá mentira, pero esas almas de cántaro cayeron en la misma trampa que había permitido a Schellenberg atrapar a Kaltenbrunner. Frenar a Halder fue incluso más sencillo que a Kaltenbrunner, porque el nazi era devoto de la fuerza bruta, y los militares, que creían en la jerarquía, pensaban que sus galones bastarían para proporcionarles el poder que ansiaban. Los mariscales Von Kluge, Reichenau y el general Halder se personaron en el Bendlerblock con una carta de Von Brauchitsch, según la cual Kluge pasaba a ser el nuevo jefe de las fuerzas armadas, Reichenau del ejército, y Halder iba a dirigir el Estado Mayor. Se encontraron con que les esperaba el general Schellenberg. Halder, muy ceremoniosamente, le entregó la carta del canciller y le dijo que le relevaba como jefe de los servicios de inteligencia. Nuestro amigo Walter, menos ceremoniosamente, tomó la carta y la rompió en trozos, ordenó a unos policías que esperaban en una dependencia anexa que detuviesen a los militares, y luego se carcajeó de los tres en la cara.

Al final solo pagó Halder las culpas del resto, siendo sometido a un consejo de guerra –secreto– que lo condenó por traición, lo degradó y lo confinó en una prisión militar. Cuando dos años después fue liberado le quedaban muy pocas ganas de conspirar. Von Kluge y Reichenau salieron del asunto con una pensión de retiro, un arresto domiciliario, y una severa advertencia. Fue verdaderamente triste que Reichenau la desoyese y acabase cayendo a las vías del U-Bahn.

La investigación también demostró que los conspiradores habían estado en contacto con varios industriales, entre los que destacaba Alfred Krupp. Los empresarios recelaban de las medidas de Speer y odiaban su política. A esos capitalistas les repugnaba tener que ceder “sus patentes” –que realmente eran de los alemanes– y les molestaban las intromisiones de Speer en sus negocios. Estaban disgustados porque el ministerio les estaba exigiendo racionalizar sus procesos productivos, y porque se estaban investigando los trapicheos mediante los cuales inflaban los precios. Todos esos ricachos preferían la derrota de Alemania a que disminuyesen sus beneficios. Que fue justamente lo que ocurrió, porque Speer, conociendo más que bien a los industriales germanos, supo golpearles donde más les dolía: impuso a los sospechosos una multa tremenda, equivalente a los beneficios de todo 1941, advirtiéndoles que si volvían a las andadas sus empresas serían confiscadas y ellos mismos se verían ante un consejo de guerra –el accidente de Reichenau les mostró que su sentencia podía llegar mediante un buen empujón–. También les dijo que les aplicaría la misma sanción si intentaban obstruir la política económica y armamentística del Reich con sus maquinaciones. Fue suficiente, y en lo sucesivo la industria alemana cesó sus interferencias y se dedicó a lo que mejor se le daba: fabricar armas y embolsarse suculentos beneficios.

No fue preciso hacer mucho más. Al ver lo ocurrido con Halder, Kluge y Reichenau, los demás mariscales, con Von Rundstedt a la cabeza, olieron de donde venía el viento y se apresuraron a mostrar su lealtad al régimen. Nuestro bien amado canciller se enfrentó a un verdadero escándalo cuando el Dagens Nyheter, un influyente diario sueco, publicó un informe según el cual Von Brauchitsch se había enriquecido amañando contratos para el ejército. El artículo citaba con pelos y señales como el venerable mariscal había aceptado que algunos fabricantes entregasen partidas de munición defectuosa a cambio de importantes “donativos”. El asunto no sería sino un escándalo más en Alemania –me duele decirlo, pero durante los reinados del Führer y el Statthalter la corrupción había cabalgado por mi patria– si no fuese porque esa munición defectuosa había sido causa de explosiones prematuras que habían matado por lo menos a un centenar de buenos soldados alemanes.

Una noticia de tal calibre no podía silenciarse, y los periódicos del Reich, a los que Schellenberg dio rienda suelta, se hicieron eco del escándalo a doble página. El delicado corazón del canciller no lo soportó, y agradeció a su dueño las preocupaciones que le daba con una angina de pecho que hubiese matado a un caballo. Von Brauchitsch sobrevivió –no era un caballo sino un burro–, pero quedó tan afectado que tuvo que ingresar en el hospital de la Charité, del que ya no saldría.



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urquhart
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Mensaje por urquhart »

Madrid, 1941

Y dígame estimado Finat... no cree que a pesar de que todos los indicios apuntan al General Weygand en los sucesos de Verdún, el instigador no fuera el tal Schellenberg

Execelencia, es difícil de asegurar, pero lo cierto es que los restos de la oposición militar al Triunvirato han desaparecido de la vida pública. En su ascenso los Triunviro liquidaron a la oposción de lo que quedaba del Partido tras el Gobierno Göring...

Entiendo, entiendo... aquí tuvimos que acabar con Hedilla y su cohorte... Fernández-Cuesta fue mucho más receptivo a la necesidad de la unificación de las fuerzas políticas dentro del Glorioso Movimiento... fijese estimado José, como en el Partido manda Fernández-Cuesta y en el Gobierno Serrano Suñer...

Comprenda Excelencia que el Triunvirato Alemán se asemeja más a la Junta Técnica del Estado... no hay un partido o Movimiento que lo sustente politicamente...

Pero cuenteme Don José, ¿cómo pudo producirse una reacción tan inmediata por parte de Schellenberg en Berlín? ¿Y una reacción tan torpe por parte de los militares descontentos?

Excelencia, no olvide que Schellenberg maneja todo el aparato de seguridad de Alemania; y cuenta con poderosos aliados... ha logrado postrar a la oligarquía industrial, a la par que a la facción más conservadora del Heer.

Finat, querido amigo, las facciones en el Ejército son un cáncer... monárquicos, falangistas, republicanos... solo la Divina Providencia quiso que nuestra Cruzada no fuera pasto de disputas internas, entre militares, una vez sometidos esos revoltosos joseantonianos... pero hay tiene Usted, Kindelán, Asensio, Yagüe, Esteban Infantes, Muñoz Grandes, Dávila... el mismísimo Queipo, como informa el tal López Guerrero, ahora que en Roma los Saboya parecen desfallecer... cualquiera de ellos podría tener veleidades de encabezar un golpe de Estado...

Excelencia, bajo su sabia guía y bajo la protección de Santa Teresa, dudo que nadie atreva a alzarse contra la espada más limpia de Europa...

Finat, vuelva de inmediato a Berlín... por cierto lequerica me dejó entrever que carece de contactos con el entramado de Schellenberg ...

Excelencia, la caida del Führer y del Stathaltter, ha supuesto la desaparición de muchos de los hombres proclives para con la Gloriosa Cruzada de Liberación Nacional...

Debería haber permanecido Eugenio Espinosa de los Monteros en Berlín, los alemanes proclives al Führer le odiaban... el bueno de Eugenio desaconsejaba permanentemente nuestra entrada en el conflcito anglo alemán, y que razón tenía...

Si su Excelencia no esta satisfecho con mi labor, ahora mismo puedo presentarle mi renuncia...

Finat, vuelva a Berlín... y vigile... carecemos de amigos... ahora más que nunca la Patria camina en solitario


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Mensaje por APVid »

Domper escribió:que creían en la jerarquía, pensaban que sus galones bastarían para proporcionarles el poder que ansiaban
Recuerdo que los rusos decían de los alemanes que si quisieran atentar contra una estación pagarían el billete. Aunque Reichenau tenía experiencia por la Noche de los Cuchillos Largos.
Domper escribió:Reichenau del ejército
Eso hubiera provocado una revuelta, los generales detestaban a Reichenau por su nazismo y el asunto Fritsch.

Curiosamente su cuñada Maria von Maltzan era una antinazi que ayudaba a personas a ocultarse o huir.

Domper escribió:entre los que destacaba Alfred Krupp.
Hay que quitar de delante también al Dr Porsche (simplemente suspenderlo de la dirección de sus fábricas) porque muchos de sus diseños :pena: ; y aún así lograba que se los fabricaran.

Domper escribió: del que ya no saldría.
Que pase el siguiente... Los alemanes van a un líder por año desde que empezó la guerra.


Domper
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Mensaje por Domper »

APVid escribió:
Domper escribió: del que ya no saldría.
Que pase el siguiente... Los alemanes van a un líder por año desde que empezó la guerra.
La verdad es que dirigir Alemania no está siendo bueno para la salud.

¿Quién será el próximo? Lo habrá, y ya he pensado quién. El que lo acierte ganará un papelito en la obra (que incluirá medallita y todo).

Se aceptan apuestas. Saludos



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Mensaje por Domper »


El problema francés también se resolvió con mayor facilidad de lo que pudiéramos esperar.

La situación legal francesa no era clara, ya que ningún jurista podía decir si la constitución de 1875 seguía vigente o si había sido derogada por la ley constitucional de julio de 1940. Si era la de 1875 la que seguía en vigor, el presidente tenía que ser elegido por la Asamblea Nacional, que no se había vuelto a reunir desde julio del 40, y que tampoco sabía si estaba disuelta o no. Si no estaba en vigor, contaban los decretos constitucionales, incluyendo varios que designaban como sucesor del Jefe del Estado al Presidente del Consejo. Suponiendo, claro está, que un Jefe de Estado pudiese promulgar por su cuenta decretos constitucionales. Pero al pobre Laval poco le importaba la vigencia de tales leyes, porque no le sería fácil suceder a Pétain estando en el depósito de cadáveres.

Normalmente el batiburrillo legal es ocasión para un hombre decidido, pero por fortuna gentes de esa especie no abundaban en el consejo de ministros francés. Aun así, mientras Pétain agonizaba, los dos hombres fuertes del gobierno, el general Weygand y el almirante Darlan, se preparaban para asaltar el poder: tan solo tenían que conseguir que el resto del gabinete les votase como para suceder a Laval para que, automáticamente, también sucediesen al viejo mariscal en la jefatura del Estado.

Ninguno de los dos nos convenía. El Almirante Darlan era un oportunista que durante su carrera se había arrimado al sol que más le calentaba: había sido izquierdista con Georges Leygues y Leon Blum, y ferviente partidario del renacimiento de Francia con Pétain. Mientras había utilizado las clásicas maniobras del político intrigante: difundir rumores, promocionar a sus amigos y relegar a sus enemigos. Casi lo único que sabíamos con seguridad era que odiaba a los ingleses: como buen marino francés, llevaba clavada la espina de Trafalgar –donde había perecido uno de sus antepasados–, y tras los ataques de Mazalquivir y Alejandría había sido el más firme partidario de declarar la guerra a los ingleses. Pero bajo su mandato la marina francesa apenas se había movido, y Von Papen sospechaba que Darlan nos odiaba incluso más que a los británicos. Weygand, con el que ya habíamos tratado, era peor todavía: todavía estaba resentido por la derrota de 1940 y en la conferencia de Metz ya había dejado claras sus ambiciones. Con él en la jefatura de Estado Francia acabaría por traicionarnos. Al menos se podrían haber peleado entre ellos, pero como quedaban dos puestos vacantes, les resultó facilísimo llegar a un acuerdo: Darlan sucedería a Pétain, y Weygand a Laval. Uno conseguía el prestigio de la jefatura del Estado, el otro, el poder efectivo, y todos contentos. Menos nosotros, claro, pues seguramente la Francia que dirigiesen Darlan y Weygand no sería nuestra amiga.

Por suerte –no sé si para nosotros o para los franceses–, el mariscal Pétain tuvo el detalle de demorar su cita con la parca: tras el atentado se le hizo una cura de urgencia que le mantuvo vivo hasta que llegó al hospital de Verdún. Allí se le extrajo una bala que se había alojado en su pulmón; pero para entonces su viejo organismo ya estaba irremisiblemente dañado, y el anciano mariscal no llegó a despertar. Pero durante los tres días que duró su agonía ni Darlan ni Weygand se movieron: el primero prefería que su toma del poder fuese lo más legal posible –dentro de la alegalidad que era la norma de la Francia de Vichy– y Weygand, que también había sido herido, aunque no de gravedad, no se decidió a actuar sin la ayuda de Darlan.

Aun así, yo creo que hubiésemos dejado que los acontecimientos siguiesen su curso, si no hubiese sido por las sospechas del general Schellenberg.



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urquhart
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Mensaje por urquhart »

Hola a todos,

Veamos Domper, con el NSDAP destruido/paralizado, la aristocracia militar prusiana sufriendo sobredosis de plomo o la novedosa enfermedad de Eisenbahnunfall, los junkers plegados a las directrices de Speer y el siempre sabio leben und leben lassen... y si nuestro amigo Schellenberg y los triunviros caen... solo quedan los marinos de la Kriegsmarine, tipos muy conservadores, apegados a las tradiciones (como Lansdorff), y en añorados de la Monarquía Imperial.... a ver si el Schlesien, se convierte en SMS Schlesien...


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Mensaje por Domper »

Que recuerde, no hay nadie de la marina en el gabinete de guerra. Están un militar, un diplomático de la vieja escuela, un tecnócrata pero que era hombre del partido, y un trepa.

Lo dicho ¿Quién será el sucesor en la cabeza del Reich?

Saludos



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Mensaje por kaiser-1 »

A riesgo de que la medalla sea póstuma diré que los tres... mientras duren las hostilidades.


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Mensaje por Domper »

Frío, frío, frío



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Mensaje por reytuerto »

Debería ser el trepa, ha acumulado el poder necesario... en el momento adecuado.


La verdad nos hara libres
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Mensaje por Urbano Calleja »

Si los tres se quieren seguir repartir el poder, malo poner a alguien fuerte.

Menos aún un trepa, y menos alguien odiado.

Se busca representante con buena fachada, buen talante y que se lleve medio bien con todos.

Saludos


"Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado". Arturo Pérez-Reverte
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Mensaje por Nobunaga »

A riesgo de acabar en alguna trinchera olvidada de Dios en el "Frente Arabigo", dire Albert Kesselring


Mi primer deber como Infante de Marina es estar permanentemente dispuesto a defender a España, y entregar si fuera preciso mi propia vida
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urquhart
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Mensaje por urquhart »

Hola a todos,

pero nadie de entre los 3 triunviros querrá a uno de ellos que pueda asumir la Jefatura del Reich y la Cancillería, aunque esta última parezca tripartita.

Está claro que Schellenberg es César, el del primer triunvirato, joven y con el menor poder aparente; Von Papen es Craso, poder blando, y Von Manstein es Pompeyo, con el supuesto poder militar.

Ya sabemos como acabó Craso, en Carras, víctima de su propia soberbia; y Von Papen ya había sido víctima de ésta durante el ascenso de AH; y Pompeyo sí, disponía de más fuerzas que César, pero como decían los romanos uno era la estrella que nacía, la otra era la que se apagaba.

Si nos fijamos en el segundo triunvirato, Von Papen es Lépido, ¿alguien lo recuerda?, y Schellenberg debe jugar el papel de Octavio; aunque no veo a Von Manstein como Marco Antonio...

Todo apunta que sea Schellenberg el hombre fuerte, pero Domper nos sorprenderá con un extraño acontecimiento que haga que al menos hará aprecer que todo se derrumbe. Hasta ahora los acontecimientos sonríen a Schellenberg.

Quien sabe, una victoria de las que luego se estudiarían como Victoria Clásica en Irak, pueden hacer que muchos se fijen en Erwin Rommel, militar destacado, amigo de Von Manstein, nazi a ratos, conservador en otros momentos, preocupado por sus hombres


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Mensaje por Domper »

Urbano Calleja escribió:Si los tres se quieren seguir repartir el poder, malo poner a alguien fuerte.

Menos aún un trepa, y menos alguien odiado.

Se busca representante con buena fachada, buen talante y que se lleve medio bien con todos.

Saludos
No es mala idea ¿Quién será?



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