La Pugna Continuación de "El Visitante"

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
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KL Albrecht Achilles
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Mensaje por KL Albrecht Achilles »

Domper escribió:Por lo que sé, las mujeres piloto norteamericanas o canadienses eran las que ya tenían licencia al iniciarse la guerra; no se formaron mujeres aviadoras durante la guerra.
Muchas de ellas al enterarse de la existencia de las WASP consiguieron su licencia con el proposito de unirse al programa, no tenian licencia para ello al comenzar la guerra, y luego eran entrenadas para pilotar las aeronaves militares.

http://www.npr.org/2010/03/09/123773525 ... -fly-girls

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Domper
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Mensaje por Domper »

Pero estamos hablando de aviadoras que se entrenaron por su cuenta, en un país que tenía tantísimos recursos que se podía permitir mantener la aviación civil en medio de una guerra.

En este escenario, aunque hay más combustible que en la realidad, no son mares de petróleo y conviene seguir mirando cada gota.

Saludos



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Mensaje por Domper »


Von Manstein proponía que ambos bandos nos comprometiésemos a dejar de lanzar bombas sobre las ciudades, ni tampoco atacaríamos objetivos que quedasen a menos de tres kilómetros de los cascos urbanos, salvo con aviones tácticos de gran puntería. Asimismo, ambos bandos nos obligaríamos a no establecer nuevas industrias en las ciudades, y a trasladar al campo las existentes, en la medida de lo posible. Todos entendíamos que las industrias necesitan encontrarse en las cercanías de las ciudades, en las que viven sus trabajadores. Algunas aglomeraciones, de hecho, no habían sido sino pueblecitos hasta que se instaló una factoría en sus cercanías. En cualquier caso esos tres kilómetros daban bastante resguardo a los civiles, y se podría intentar evacuar a los vecinos de los arrabales cercanos a las fábricas.

La propuesta consideraba que se podría considerar como “ciudad” las aglomeraciones urbanas con más de 100.000 habitantes en un radio de kilómetro y medio. Cada potencia propondría una lista de “ciudades” basada en la anterior definición, que podría incluir varias “ciudades” para cada localidad: significaba que Londres o Berlín estarían compuestas realmente de un mosaico de pequeñas “ciudades” que se solaparían unas con otras. Entendíamos que esa definición era favorable a los británicos, ya que su isla tiene una densidad de población muy elevada y en algunas regiones, especialmente en las cercanías de Londres, los suburbios de unas urbes enlazaban con los de las vecinas. Pero dada la escasa eficacia de los bombarderos de ciudades, el mariscal pensaba que la protección a los civiles debía recibir prioridad.

Como algunos objetivos estaban, por desgracia, íntimamente ligados a la vida urbana —como los puertos—, cada bando podría declarar cierto número de objetivos situados en las ciudades como blancos legítimos —se proponía que fuesen veinte en Inglaterra y treinta en Europa, pero se podría modificar de común acuerdo—, y los anunciaría públicamente. El otro bando intentaría evacuar a los civiles a al menos tres kilómetros de los objetivos lícitos.

Un codicilo prohibía expresamente los ataques contra ciudades, aunque fuesen objetivos lícitos, con armas particularmente letales, como los gases venenosos o los agentes infecciosos, pero también cualquier otra de tal naturaleza que pudiese desarrollarse en el futuro.

Evidentemente, los dirigentes poco escrupulosos se verían tentados a ocultar industrias en las ciudades declaradas como seguras. No podrían llevar una fundición al centro de Londres, pero sí instalaciones de menor tamaño como los talleres de montaje. Es más, en muchas urbes europeas —tanto británicas como paneuropeas— había grandes galerías comerciales cubiertas situadas en el centro de las ciudades, en las que se podrían esconder incluso fábricas de tanques o de aviones. Si no se tenía en cuenta dicha posibilidad, más bien antes que después algún bando utilizaría ese argumento para bombardear alguna ciudad segura, el otro bando respondería, y la salvaguardia para los civiles se iría a la porra. Por ello el mariscal proponía un sistema de inspecciones. Cada bando nombraría a una nación neutral —de las pocas que quedaban— como potencia protectora. Lo ideal sería que fuesen las de tradición neutral, como Suiza, pero sería aceptable que se escogiesen naciones neutrales más o menos amigas. Su uno de los contendientes sospechaba que se estaban efectuando actividades ligadas con el esfuerzo de guerra en una ciudad —entendiéndose como tales la fabricación en serie— podría pedir que equipos de inspectores lo comprobasen antes de una semana, y emitiese su veredicto. Si la sospecha fuese cierta, o si se impidiese la inspección, la ciudad sospechosa se convertiría en objetivo lícito. Sin embargo, para poder atacarlo había que incluir esa ciudad en la lista de objetivos lícitos —como un extra, no sustituyendo a los ya existentes— y habría que esperar quince días antes de poder bombardearla para permitir la evacuación.

El proyecto remitía a un tribunal internacional formado por agentes de las potencias protectoras cualquier reclamación sobre las “ciudades” declaradas por cada bando, la licitud de los objetivos, etcétera. Finalmente se establecía que las violaciones del tratado serían consideradas crímenes de guerra que podrían juzgarse en tribunales militares de la potencia perjudicada, no solo los dirigentes que las ordenasen sino los militares que participasen en ellas. En cualquier caso, las transgresiones de un bando no autorizarían a la otra potencia a cometer similares crímenes. En caso de violaciones reiteradas la otra potencia podría denunciar el tratado con una antelación de un mes antes de bombardear objetivos anteriormente declarados como seguros.

La propuesta satisfizo al gabinete. Especialmente a Von Papen, que dijo—: Si esto se acepta será tan importante como la convención de Ginebra sobre los prisioneros de guerra. Me adhiero por completo a la propuesta de Eric.

Speer y Schellenberg también asintieron.

—Ahora quedan los detalles. He pensado —dijo Von Manstein— que para que nuestros enemigos sepan que la oferta es seria la mejor forma de entregar el documento sería a través de algún embajador norteamericano. El de Suiza o, mejor aun, el de Suecia. Como potencia protectora supongo que Churchill preferirá a sus primos yanquis antes que los suecos o los suizos. En ese caso nosotros podríamos escoger a Argentina.

—¿Japón no? —preguntó Speer.

—No me fío de los nipones —dijo Von Manstein. Von Papen lo corroboró.

—Pues adelante. Franz, podrías ir pidiendo una cita con los norteamericanos —respondió Speer—. Posteriormente podríamos presentar el plan a la asamblea de la Unión Paneuropea para su aprobación.

Así se hizo. Usando como mediador al conde Folke Bernadotte, Von Papen consiguió reunirse con el embajador norteamericano en Estocolmo, que en un primer momento había rechazado recibir al ministro. Ya solo quedaba esperar la respuesta. Que fue inequívoca.

El veintisiete de noviembre una fuerza de más de 200 bombarderos ingleses atacó la ciudad de Colonia. Afortunadamente nos temíamos la reacción de Churchill y la defensa civil estaba sobre aviso. Solo perecieron cincuenta y tres alemanes (veintidós de ellos, niños), y fueron heridos otros noventa. A cambio, cayeron dieciséis bombarderos ingleses, y en ellos murieron por lo menos setenta aviadores. Pero no se trataba sopesar vidas en una báscula, sino del asesinato de civiles.



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KL Albrecht Achilles
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Mensaje por KL Albrecht Achilles »

Domper escribió:Pero estamos hablando de aviadoras que se entrenaron por su cuenta, en un país que tenía tantísimos recursos que se podía permitir mantener la aviación civil en medio de una guerra.

En este escenario, aunque hay más combustible que en la realidad, no son mares de petróleo y conviene seguir mirando cada gota.
Muy de acuerdo, sin embargo mi comentario lo hice por dijiste que "ya tenían licencia al iniciarse la guerra", cuando en realidad la mayoria de ellas consiguio su licencia de piloto civil al enterarse del programa WASP y asi poder formar parte de este.

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wilhelm
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Mensaje por wilhelm »

kaiser-1 escribió:Al parecer, y dado que ya había sobrevivido a una Tallboy en un ataque anterior, los alemanes situaron al Tirpitz sobre un banco de arena artificial que le hicieron a medida a su acorazado en Trondheim.
Desconocia el dato, por su puesto eso cambia las cosas. Gracias por la información.


APVid
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Mensaje por APVid »

KL Albrecht Achilles escribió:
Domper escribió:Pero estamos hablando de aviadoras que se entrenaron por su cuenta, en un país que tenía tantísimos recursos que se podía permitir mantener la aviación civil en medio de una guerra.

En este escenario, aunque hay más combustible que en la realidad, no son mares de petróleo y conviene seguir mirando cada gota.
Muy de acuerdo, sin embargo mi comentario lo hice por dijiste que "ya tenían licencia al iniciarse la guerra", cuando en realidad la mayoria de ellas consiguio su licencia de piloto civil al enterarse del programa WASP y asi poder formar parte de este.
Había pilotos alemanas que procedían de las escuelas de vuelo sin motor de Entreguerras, al igual que los pilotos de la Luftwaffe.


Domper
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Mensaje por Domper »

Pero pocas; además Alemania no tenía la misma necesidad de pilotos de "ferry" que los norteamericanos enviaban para eso a los garbanzos negros, como le ocurrió a Rudel.


Saludos



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—Nada. Me lo temía —dijo Von Papen.

—Yo también —respondió Schellenberg—. Pero ese tonto de Churchill no sabe lo que ha hecho.

—No te entiendo —respondió Von Papen.

El general Schellenberg adoptó esa expresión traviesa que empezábamos a conocer.

—Amigos míos, con los años que llevamos luchando con Churchill ya tendríamos que saber que es imposible razonar con él. Es igual que un toro, con el que no se puede hablar pero al que se puede guiar. Tan solo se trata de ofrecerle la muleta para llevarlo por donde queramos.

—Si dejas de hablar en clave igual te entiendo, Walter —respondió Von Papen.

—Recapitula lo ocurrido, Franz. Nosotros hemos hecho una propuesta humanitaria, y hemos utilizado un canal que no ofrecía ninguna duda ¿es así? Hemos conseguido implicar a los norteamericanos en una misión para aliviar la guerra y ¿qué ha ocurrido? Que el criminal Churchill ha respondido con bombas.

—Entiendo.

—Ya solo queda dar luz al asunto. Publicar lo ocurrido en periódicos de la Unión y en países neutrales, y esperar que lo hagan los norteamericanos, que no se podrán resistir a una historia como esta. Nosotros quedamos como un enemigo digno, Churchill como un asesino, y la diplomacia norteamericana, como unos tontos de los que los ingleses se han reído.

—Buena jugada —dijo Von Manstein—. Pero tenemos que responder a lo de Colonia.

—Desde luego —siguió Schellenberg—, pero habrá que hacerlo con tacto. Desencadenar catástrofes como la de Sheffield yo creo que nos perjudica más que nos ayuda. Propongo que nos atengamos a la propuesta que hicimos pero con modificaciones. Podríamos declarar una lista de objetivos, dando una semana para su evacuación. Luego entregamos a la diplomacia norteamericana la lista de blancos, y de paso la publicamos en nuestros periódicos. Cuando pasen unos días, los atacamos, intentando convertir las ciudades en campos de ruinas inhabitables, pero con pocas bajas civiles ¿Es eso posible, Eric?

—Creo que sí, Walter —dijo Von Manstein—. Tendré que consultarlo con Richthofen, pero hay combinaciones de bombas más letales que otras.

—Pues ya sabes. Planifica unos buenos bombardeos sobre Inglaterra, aunque guardando las formas.



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Relato de Franz Kinau

Harto de dar vueltas por la base conseguí que el médico me diese el alta —ayudó que una botella de coñac cambiase de manos— y me reincorporé a la unidad. Sustituí a mi pobre Friedrich por un novísimo Bf 109 F-7/B, que era casi igual que mi anterior F-6, pero que volvía al cañón de 20 mm —las quejas sobre el cañón de 15 mm inundaban los despachos— y también tenía instalaciones para lanzabombas o para poner cañones adicionales. El peso algo mayor se compensaba con un sistema de sobrepotencia con inyección de óxido nitroso y agua. Volaba tan bien como el F-6, pero tenía más mordiente.

El capitán Quasthoff me recibió con los brazos abiertos, aunque me dijo que, durante unos días, la escuadrilla no iba a participar en combates. No porque nos relevasen, aunque un descanso no nos hubiese venido mal, sino porque íbamos a probar una táctica nueva. El coronel Mölders había visto una nueva forma de combatir que usaban los españoles, y le había parecido tan buena que quería introducirla en la Luftwaffe. Volamos a Toulouse para aprovechar el mejor tiempo que suele hacer por esas latitudes. Ahí un instructor nos explicó la maniobra. Requería muchísima atención, y solo era apta para pilotos veteranos, pero mientras nos la contaba yo pensaba en cuantos ingleses podría haberme cargado de volar así. Hicimos unas cuantas pruebas y todo salió como decía el instructor: el “vuelo de Salvador” —por el nombre del piloto que la había inventado— era tan bueno como maniobra ofensiva como defensiva. Ya solo quedaba probarlo en combate.

Una semana después lo hicimos. La Luftwaffe estaba volviendo a sobrevolar Londres. Una misión muy difícil, porque la ciudad estaba rodeada de cañones antiaéreos pesados, y los cazas ingleses la defendían con determinación, hasta tal punto que se había decidido que, como en Birmingham, solo los Junkers 88 —con cargas reducidas ya que las bombas en soportes externos disminuían su velocidad— y los Dornier 217 participasen en esas batallas. Nuestra escuadrilla encabezó la operación: no íbamos a sobrevolar la capital inglesa, ni a escoltar a los bombarderos, sino que nos dirigiríamos a las zonas en las que se concentraban las formaciones de cazas ingleses. Quasthoff guio nuestros cuatro cazas hasta un punto justo al norte de Londres donde según los radiotelémetros de la costa belga se estaban reuniendo los británicos. Al poco de llegar vimos un gran número de aviones bajo nosotros: cazas Hurricane y Kittihawk que nos superaban ocho a uno. En condiciones normales hubiésemos rehuido el enfrentamiento, pero teníamos la ventaja de la altura, queríamos probar la nueva táctica, y además nuestra irrupción retrasaría a los ingleses lo suficiente como para que no pudiesen dar alcance a los bombarderos.

Caímos sobre ellos como rayos. No nos vieron llegar —teníamos el sol a nuestra espalda— y tomamos como objetivo un grupo de cuatro aviones. Cada caza escogió un blanco, y tres ingleses cayeron. Tomamos altura y repetimos el ataque: el capitán y yo conseguimos otra victoria cada uno. Íbamos a repetir la pasada cuando la otra pareja nos alertó de que era atacada. Inmediatamente emprendimos la maniobra defensiva, efectuando unas tijeras verticales en sentido contrario a las de los aviones atacados. El intruso —un Spitfire— cayó ante el cañón de Quasthoff. Tomamos altura, y repetimos el ataque, pero esta vez los ingleses nos evitaron. Bastaba con que nos viesen acercarnos para que se dispersasen, tratando de conseguir refugio entre las nubes.

Cuando el combustible empezó a escasear nos volvimos hacia la base. Tras aterrizar todo fueron felicitaciones: no solo habíamos derribado seis aviones sin sufrir ningún daño, sino que al dispersar una de esas grandes alas de cazas que usaban los ingleses, no habían podido atacar a los bombarderos. Que lo habían pasado mal ante los cañones antiaéreos, pero al menos no encontraron enemigos en el aire.



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De Globalpedia, la Enciclopedia Total

La Lista Papen fue una relación de objetivos militares situados en grandes ciudades británicas que se consideraban objetivos lícitos y que en lo sucesivo podrían ser atacados sin previo aviso. También establecía zonas seguras sobre las que no se efectuarían bombardeos, salvo los de precisión sobre objetivos militares comprobados. Se intentaría evitar que las formaciones de bombarderos sobrevolasen las zonas seguras para evitar bombardeos accidentales.

La lista fue publicada en periódicos de la Unión Paneuropea, de los que se hicieron eco los de países neutrales. Daba un plazo de una semana para que la población civil que viviese a menos de 2.000 metros de los objetivos fuese evacuada a zonas seguras. También se lanzaron miles de panfletos sobre las ciudades inglesas amenazadas.

La primera relación de objetivos estuvo circunscrita al área del Gran Londres y de la costa Este. En Londres los objetivos declarados se solapaban de tal forma que la mayor parte de la ciudad podía ser bombardeada. Como concesión a la población civil se señalaron como zonas seguras varios sectores, situados en buena parte en barrios al norte del Támesis. Posteriormente la lista Papen se fue alargando e incluyó las instalaciones portuarias y la mayor parte de las ciudades industriales de las Midlands, mientras que se señalaban como zonas seguras amplias regiones rurales. En esta segunda lista se incluyeron también objetivos que estaban en zonas anteriormente señaladas como seguras, aduciendo que estaban siendo utilizadas para propósitos militares.

En un primer momento tanto el gobierno como la población ignoraron las advertencias de los panfletos, considerándolas un truco propagandístico. Sin embargo hubo quien pensó que si los alemanes se atrevían a advertir sobre los que serían sus próximos objetivos, se debía a que la Luftwaffe había derrotado a la R.A.F. Tras los primeros bombardeos la moral ciudadana sufrió un duro golpe. La caída de folletos fue cada vez más temida, provocando abandonos en masa de las ciudades amenazadas.

Nueve días tras la publicación de la primera lista la aviación alemana efectuó el primer bombardeo sobre uno de los objetivos industriales londinenses. A plena luz del día una formación de 250 aviones lanzó 400 toneladas de bombas de alto explosivo sobre la gran estación ferroviaria de London Bridge, situada junto al famoso puente de Londres. En este ataque no se utilizaron bombas incendiarias, sino una combinación de minas aéreas (bombas de una tonelada con gran cantidad de explosivo) y de bombas perforantes de 100 y 250 kg, la mayor parte equipadas con espoletas retardadas, y que estallaron en las 48 horas siguientes al ataque, lo que disminuyó las bajas civiles pero dificultó la reparación de los daños por los equipos de protección civil.

Sin embargo el bombardeo causó gran cantidad de víctimas ya que el hospital Guy’s and St. Thomas, que se encontraba junto a la estación de tren, fue alcanzado por una decena de bombas de alto explosivo que hundieron los refugios antiaéreos. Aunque el gabinete de prensa británico intentó presentar las casi trescientas muertes como víctimas de la barbarie alemana, corrió el rumor de que el hospital no había sido evacuado por orden directa del Primer Ministro Churchill, extendiéndose el descontento. Tras un segundo ataque sobre Londres, esta vez contra el Arsenal de Woolwich, gran parte de los londinenses abandonaron las zonas de la ciudad cercanas a los objetivos, trasladándose a las declaradas por los alemanes como seguras.

Las principal de estas zonas era un espacio rectangular situado entre el parque Regent y el río Támesis, que incluía barrios populares como Pimlico, pero también los de clase alta de Chelsea y Mayfair, que se vieron inundados de refugiados procedentes de los barrios bajos del Este de Londres cercanos a objetivos industriales y portuarios declarados. Miles de “cockneys” acamparon en Hyde Park y Regent’s Park, u ocuparon edificios de Chelsea dañados el año anterior. La policía intentó desalojarlos o, cuando no era posible, quiso cobrar las rentas que exigían los propietarios, lo que causó varias algaradas.

Todavía creó mayor indignación popular el traslado a las “zonas seguras” de las defensas de la ciudad. Situar en zonas seguras las bases de bomberos y ambulancias era lícito, pero emplazar múltiples baterías antiaéreas en los principales parques de la zona segura iba contra el espíritu y la letra de la oferta alemana. Los alemanes advirtieron mediante octavillas del riesgo que corrían los londinenses antes de lanzar varios ataques con bombarderos en picado Junkers 88 contra las baterías antiaéreas. Por desgracia parte de las bombas cayeron sobre las instalaciones del Zoo de Londres, situado en Regent’s Park, que habían sido ocupadas por cientos de refugiados procedentes del East End. Aunque los refugios evitaron que las bajas civiles fuesen excesivas, tras el bombardeo una multitud exaltada se dirigió hacia el Mall, teniendo que ser dispersada por la policía, que llegó a disparar contra los manifestantes.



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Mensaje por APVid »

Domper escribió:Las principal de estas zonas era un espacio rectangular situado entre el parque Regent y el río Támesis, que incluía barrios populares como Pimlico, pero también los de clase alta de Chelsea y Mayfair, que se vieron inundados de refugiados procedentes de los barrios bajos del Este de Londres cercanos a objetivos industriales y portuarios declarados. Miles de “cockneys” acamparon en Hyde Park y Regent’s Park, u ocuparon edificios de Chelsea dañados el año anterior. La policía intentó desalojarlos o, cuando no era posible, quiso cobrar las rentas que exigían los propietarios, lo que causó varias algaradas.
Churchill está perdiendo el control de la situación en la isla.

Las clases bajas y altas le van a dar la espalda; y será dificil que la coalición gubernamental resista. Unas cuantas derrotas más y las voces en favor de la paz se multiplicarán.

Lo que hará Churchill es buscar un cabeza de turco y Leigh-Mallory tiene todos los boletos: tuvo que ver en la caída de Dowding y Park (este último podría ser restaurado en el puesto), fue el gran impulsor de la Gran Ala, y está fracasando en la defensa.
Es posible que intente restaurar su prestigio a lo Villeneuve lanzando a su Grupo al ataque posiblemente con el apoyo de Portal, que también se ve en el volcán.


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Mensaje por Domper »

Dos cuestiones:

– En la realidad hubo alguna algarada de este tipo durante el “Blitz” aunque de menor magnitud, ya que los barrios que más sufrieron los bombardeos fueron los populares del East End.

– Lo de la “gran ala” estaba muy bien, de hecho Galland también estuvo planeando algún ataque de ese tipo (hasta que sus recursos fueron dilapidados en Bodenplatte), pero sobre Inglaterra me parece una táctica muy difícil, debido al escaso tiempo de preaviso.

Saludos



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Domper escribió:– Lo de la “gran ala” estaba muy bien, de hecho Galland también estuvo planeando algún ataque de ese tipo (hasta que sus recursos fueron dilapidados en Bodenplatte), pero sobre Inglaterra me parece una táctica muy difícil, debido al escaso tiempo de preaviso.
Yo soy muy crítico con esa táctica, exige mucha coordinación, es lenta para agruparse y maniobrar, y es poco flexible. Y sus resultados fueron escasos.

Es útil si sabes con tiempo donde va a venir el enemigo y puedes presentarte con todas tus fuerzas. Si no es mejor la táctica anterior de desgastar al enemigo enviando escuadrillas sueltas (coordinadas) para debilitarlo.


De todas formas Leigh-Mallory y Portal en la LTU van a estar tambaleándose en sus sillas porque Churchill necesita culpables, y la única forma que pueden evitarlo es logrando un éxito importante, es decir pasar al ataque (y si recordamos la lucha en el Canal en 1942 contra los remanentes de la Luftwaffe el resultado no será bueno).


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Mensaje por Domper »

Capítulo 30

El escritor revisó las notas mientras escribía el mensaje. Había recibido instrucciones estrictas de atenerse al documento que se le había entregado.

El agente Ulpio ha conseguido ser trasladado al departamento de regiones ocupadas del RSHA. Ha informado que ha logrado ese destino ya que el departamento está siendo ampliado. Se están incorporando especialistas en lenguas de oriente medio e indostánicas, que están instruyendo a otros lingüistas en esas lenguas..

El agente Terencio informa de la constitución del LX Panzerkorps, formado por las recientemente organizadas divisiones panzer 25ª y 26ª, y de granaderos panzer 62ª y 89ª. El LX cuerpo va a ser trasladado a Yugoslavia y Rumania con el pretexto de afirmar los regímenes de los reyes Pablo de Yugoslavia y Miguel de Rumania, amenazados por círculos paneslavistas. Pero el motivo real, que según Terencio debe mantenerse en secreto, es prepararse para su traslado a Turquía e Irak. Terencio informa que ha hecho un amigo que llamaré Horacio. Horacio ha confiado a Terencio que se han realizado pedidos de pintura de color arena para el LX cuerpo.

Calvino no ha conseguido el traslado al RSHA. Informa que en la prisión de Plötzensee los prisioneros políticos están siendo liberados bajo vigilancia, o trasladados a otros centros de internamiento que están siendo construidos en el oeste de Alemania. Se le ha ofrecido el traslado a uno de esos centros que, al parecer, son de grandes dimensiones y requieren mucho personal. Según Calvino, se dice que esos centros son campos de prisioneros para las élites inglesas. Aunque no puede confirmar el rumor, se ha distribuido al personal un librito de frases en inglés.



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Según el último envío, debido al mal tiempo la mayor parte de las unidades de combate desplegadas en el Gobierno General y en Rumania habían sido trasladadas provisionalmente al sur de Alemania y a Yugoslavia. Tan solo habían quedado en la antigua Polonia algunas escuadrillas equipadas con modelos de cazas anticuados, de los que muchos estaban fuera de servicio y se utilizaban solo para la instrucción en tierra. Asimismo, el crudo invierno estaba dañando los campos de aviación, que no podían ser reparados ya que la maquinaria pesada estaba siendo enviada a los Balcanes. Tan solo se habían dejado en el Gobierno general máquinas antiguas, muchas de ellas averiadas, que se utilizaban para instruir a los equipos de mantenimiento.

También se indicaba que las factorías que fabricaban filtros para arena habían recibido pedidos extraordinarios. Algunos de esos filtros se estaban probando en los aviones dejados en el Gobierno General, para estudiar los problemas que conllevaba su instalación.



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