La Pugna Continuación de "El Visitante"
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La Pugna Continuación de "El Visitante"
Puede ser peor salir de noche, cuando los submarinos no pueden verse y no vuelan los aviones de reconocimiento.
Saludos
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Tu regere imperio fluctus Hispane memento
- JLVassallo
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La Pugna Continuación de "El Visitante"
Buen punto. Salir de día y de noche, tiene sus pros y contras. Acá dependiendo como les salga la caza compensaran las perdidas (en vidas y barcos). Encima hay que esperar hasta mañana. NOoooooooooooooooo!!!!!! jajajaja Que desesperante, uno quiere saber todo, como va lo de Portugal, lo de Medio Oriente, etc.Domper escribió:Puede ser peor salir de noche, cuando los submarinos no pueden verse y no vuelan los aviones de reconocimiento.
Saludos
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Que un submarino enemigo llegue a operar a pleno día tan cerca de un puerto propio, máxime cuando las medidas de seguridad se habrán incrementado con la llegada de visitantes, es un fallo garrafal. Y lo es hasta tal punto que sin duda los traseros de ambos almirantes/capitanes de navío (jefe de la escuadra y jefe del puerto), deben estar peligrando seriamente...
Ya estan tardando en llenar esa costa de hidros y aviones de reconocimiento, y los puertos de unidades antisubmarinas...
Ya estan tardando en llenar esa costa de hidros y aviones de reconocimiento, y los puertos de unidades antisubmarinas...
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
- urquhart
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Hola a todos,
los apuntes de GAspacher son acertados, pero el Armée de l?air quedó destrozado en la BAtalla de Francia, y con el Armisticio, todavía más.
Hasta la muerte de Adolf, la LTR y LTU son la misma; y creo que en el Norte de Africa las fuerzas aéreas tras el armisticio eran los pocos H75 y BAltimore que habían podido escamotear a las comisiones italo alemanas. Tras la entrada en guerra de Francia, lo poco potable que quedara se destinaría a la defensa de la metrópoli, y poco a poco con el rearme, se iría mejorando las unidades en las colonias/protectorados/ultramar.
Vemos como en la LTU el EdA ha usado de todo, He51 incluidos
los apuntes de GAspacher son acertados, pero el Armée de l?air quedó destrozado en la BAtalla de Francia, y con el Armisticio, todavía más.
Hasta la muerte de Adolf, la LTR y LTU son la misma; y creo que en el Norte de Africa las fuerzas aéreas tras el armisticio eran los pocos H75 y BAltimore que habían podido escamotear a las comisiones italo alemanas. Tras la entrada en guerra de Francia, lo poco potable que quedara se destinaría a la defensa de la metrópoli, y poco a poco con el rearme, se iría mejorando las unidades en las colonias/protectorados/ultramar.
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Tempus Fugit
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En la realidad los barcos de la Kriegsmarine tuvieron muchos "roces" con submarinos ingleses en aguas costeras.
Saludos
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Sin embargo el "crucifiquese" por la pifia es casi obligatorio
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Don Pedro Nieto Antúnez nos reunió para informarnos cuando estuvimos lejos de la costa, pues tenía la costumbre de ilustrarnos sobre la misión y los objetivos. Esta vez íbamos otra vez de caza, pero hacia las Azores. Los Condor alemanes de reconocimiento que operaban desde Jerez habían observado las costumbres de los herejes, digo los ingleses, que hasta a mí se me había pegado la mala costumbre de mezclar guerra y religión. Decía que los alemanes habían visto que cuando a los míster les apetecía acercarse a Lisboa daban un rodeo de padre y muy señor mío, señal del sano respeto que tenían a los submarinos y los aviones que salían desde Galicia. Los convoyes britones, en lugar de poner rumbo directo a Lisboa y aguantar lo que cayese, se iban hacia las Azores, y hasta que no veían las islas lusas no enfilaban el estuario del Tajo.
Nuestra agrupación iba a seguir hacia el noroeste, para pasar entre Madeira y el Cabo San Vicente, y luego seguir hacia las Azores, a ver si encontrábamos algo. El teniente Alvargonzález preguntó al capitán Nieto si los británicos tenían aviones en las Azores, porque en ese caso podrían detectarnos. Eso suponiendo que antes no lo hiciesen hidros salidos desde Funchal a los que el submarino enemigo tal vez hubiese alertado. A Don Pedro no le preocupó demasiado, al contrario: nos explicó que aunque el objetivo de la operación era atrapar algún convoy despistado, tampoco pasaba nada si hacíamos correr un poco a los barcos britones. Si nuestros cruceros daban mal los míster tendrían que mandar a sus buques de guerra a darnos caza, y no podrían dedicarse a escoltar los convoyes de Portugal, que dejaríamos al resto de las flotas del Pacto a huevo, como decían que ponían las bolas de billar al rey felón.
Si eso era lo que ansiaba el almirante Regalado se debió quedar contento, porque no mucho después, ya tras el ocaso, el RTM del Galicia avisó por un pequeño contacto a babor. No estaba muy lejos, a apenas siete mil metros. Aunque los españoles tengamos fama de acogedores, hay amistades que pueden ser molestas, sobre todo si se presentan sin avisar. Los cruceros viraron a estribor por si había torpedos en el agua, y fue tarea del Galicia espantar a nuestro nuevo compañero. Un proyectil iluminante desveló que el pelmazo era otro submarino, y un par de andanadas del quince bastaron para enseñarle buenas maneras. Creo que no le dimos, una pena, pero bastó para que el sumergible decidiese que si imitaba a los peces igual volvía a ver el sol, pero que si seguía haciendo el pato acabaría flotando igual que un lingote de plomo. El inglés se sumergió a toda prisa, y don Pedro ordenó cambiar el rumbo, que no era cosa de comernos un torpedo. Pero la aventurilla demostró que los míster sabían que habíamos vuelto al mar.
A la mañana siguiente el RTM descubrió otro moscón, pero de los que revolotean. Estuvo dando vueltas hasta que consiguió echarnos el ojo. Era un gran hidroavión Sunderland que empezó a seguirnos desde lejos del alcance de nuestros cañones. El cielo estaba cubierto pero por nubes altas, y no teníamos esperanzas de perder al hidro a no ser que se quedase sin gasolina. Vana esperanza, porque el RTM señaló un segundo contacto: otro hidro que acudía a relevar a su compadre. Peor todavía, un mensaje desde Cádiz nos avisó que un hidroavión nuestro había observado un grupo de cruceros a unas cien millas por nuestra proa. Contando con la demora que habría tenido el aviso, los barcos enemigos podrían estar justo bajo el horizonte, y si seguíamos con ese rumbo en pocos minutos estaríamos metidos en medio de una pelea en la que poco teníamos que ganar y mucho que perder.
Con tanta gente por ahí nosotros estábamos de más. El almirante ordenó rumbo sur y aumentar el régimen: ya que estábamos en el mar, antes de volver a puerto podríamos visitar alguna isla, no fuese que nos echasen de menos.
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Los hidros ingleses, que seguían rondándonos, debieron informar de nuestro cambio de rumbo, pues los cruceros ingleses hicieron lo propio. Esta vez nos enteramos con tiempo, porque a nuestros hidroaviones se había unido un Condor alemán que era otra cosa. Nuestros pobres aviadores, pilotando esos Zapatones —como se llamaba por aquí a los Heinkel 59— iban en cabinas abiertas, con un equipo de radio que debía ser el que construyó Marconi, y teníamos que esperar a que los hidros volviesen a la base para enterarnos de lo que habían visto. Los Condor tenían unos aparatos de radio que ni la RKO, aparte que últimamente andaban finos y sus informes no solo llegaban a tiempo, sino que estaban bastante acertados. Pero tampoco es que necesitásemos muchos mensajitos del Condor, porque el RTM de nuestro crucero detectaba un contacto que solo podía ser el avión alemán orbitando sobre los cruceros ingleses. Incluso se veían los reflejos del sol en los cristales del aparato, justo por encima del horizonte, mostrando que los sabuesos británicos nos seguían de cerca.
Dicen que cuando Dios aprieta, ahoga pero bien. Por si las dudas, lo dejó claro cuando el Hacedor escogió ese momento para que las máquinas del Trento dijesen basta. No del todo, que no quedó al garete, que eso solo le pasaba a los barcos alemanes, pero por lo que luego nos dijeron hubo un problema con la tubería de alta y se tuvo que bajar la presión de las calderas so pena que la conducción reventase. Con lámparas de señales el capitán Esposito informó al almirante de la avería: su buque solo podría mantener los 22 nudos. Los maquis hacían lo que podían, pero el capitán informó que iban a tardar dos o tres horas en aislar la pérdida.
Pocas opciones quedaban al almirante Regalado. Si disminuía la velocidad sería inevitable un enfrentamiento con los cruceros enemigos. Era un combate así el que menos le convenía: en esas aguas, detrás de los cruceros, podría llegar algún acorazado que finiquitase a cualquiera de nuestros barcos que quedase lisiado. Eso suponiendo que los aviadores no se hubiesen equivocado y les pareciese un crucero lo que realmente era un crucero de batalla. Pero el almirante tampoco podía abandonar al Trento, sobre el que caerían los ingleses como perros de presa. Es decir, que habría que combatir sí o sí, y puestos a pegar tiros, mejor sería poner nosotros las reglas. El almirante decidió que lo mejor sería un combate a larga distancia, en el que el alcance de sus cañones del veinte le diese ventaja, mientras cortaba la ‘T’ al perseguidor. Con esa idea en la cabeza mantuvo la formación en columna con los cruceros ligeros en cabeza —su intención era mantener tal distancia que no llegasen ni a entrar en combate—, e interpuso tres destructores entre los cruceros y el enemigo.
Pocos minutos tras el cambio de rumbo desde el Trieste se dio la voz de enemigo a la vista. Se tocó zafarrancho de combate y nos preparamos para la acción. Vimos como las torres de los cruceros pesados se orientaban por la aleta de estribor, y en seguida se divisaron desde el Galicia el humo y los palos de los barcos enemigos. El RTM los localizó también: cuatro contactos a 330º a 27.000 metros. Al menos los barcos contrarios parecían de tamaño similar a los nuestros: no había ningún letal crucero de batalla.
Los minutos fueron pasando mientras la distancia disminuía. 26.000 metros, 25.000, 24.000… El Galicia informaba al almirante del alcance y, cuando cayó a 21.000 metros, nuestros tres cruceros pesados abrieron fuego. Medio minuto después pudimos ver los piques de los proyectiles, que quedaron cortos. A esas alturas desde el Galicia ya se distinguía la fila de cruceros enemigos, aunque sin poder decir aun el tipo. Nuestros cruceros aun dispararon otras dos andanadas antes que pudiésemos ver fogonazos en la línea enemigo: ellos también habían abierto fuego, lo que quería decir que en la escuadra enemiga había al menos un crucero pesado.
Mentalmente contamos los segundos mientras apretábamos la mandíbula y nos preparábamos para lo peor. Al poco se levantaron a nuestra proa varios surtidores de agua, bien agrupados pero cortos: un crucero estaba disparando contra el Galicia. Seguramente nuestra nueva superestructura había hecho que nos confundiesen con un crucero pesado. Segundos después otro grupo de surtidores surgió cerca del Díaz, pero no hubo un tercero: al parecer el enemigo solo tenía dos cruceros pesados, por lo que el combate a larga distancia nos daba ventaja. Además, al haberse confundido disparando contra nosotros en vez de apuntar a los cruceros pesados, los ingleses estaban dando una magnífica ocasión a los nuestros para hacer puntería sin ser molestados. Excelente… siempre que un proyectil del veinte no atravesase nuestras finas planchas.
El almirante ordenó disparar al Galicia y al Díaz: nuestros proyectiles se perderían, pero mantendríamos la ficción de ser cruceros pesados, y el enemigo dejaría en paz al Canarias, al Trieste y al Trento, los barcos más valiosos de la escuadra. Nuestros tres cruceros pesados también siguieron tirando. Los italianos consiguieron centrar al enemigo a la tercera andanada, pero a mi modesto entender no fue por puntería sino porque sus proyectiles caían tan dispersos que acababan rodeando al enemigo pero sin darle. A cambio el Canarias, el mejor tirador del mundo, volvió a dar pruebas de su buen hacer. El crucero enemigo de cabeza se vio rodeado por los piques y poco después se vio una llamarada en su combés: primera sangre.
Justo entonces otra andanada enemiga nos cayó tan cerca que los piques se desplomaron sobre nuestra proa y escuché el repicar de la metralla sobre el metal. Don Pedro ordenó caer a estribor para descentrarse, y bien que hizo, porque la siguiente granizada inglesa cayó donde hubiésemos estado. El Canarias seguía tocando a su enemigo, pero era evidente que a nosotros no nos quedaba ni un padrenuestro antes de la andanada que nos despanzurraría. Pero entonces el almirante jugó su baza. A su orden, el Gravina empezó a lanzar una nube de humo que nos ocultó. Lo mismo hicieron el Galiano y el Churruca, y los proyectiles ingleses dejaron de caer.
Pero el Canarias no cesó su fuego. Nosotros, con el RTM, le dábamos las marcaciones y los alcances, y desde el Churruca corregían el tiro. En esas condiciones la puntería se resentía, pero aun así el crucero consiguió alcanzar a su enemigo que, luego supimos, se trataba del crucero pesado York, gemelo del Exeter que había luchado en el Mar del Plata. Eran barcos que compartían con los nuestros las deficiencias del blindaje, y un proyectil del veinte debió dejar sus máquinas para el arrastre, obligándole a abandonar el combate. El alcance ya era de solo 15.000 metros, suficiente para que los cañones del quince hiciesen oír su voz, pero eso era justo lo que no queríamos: si el enemigo tenía dos cruceros pesados, los otros dos serán “ligeros”, seguramente de esos tipos nuevos que llevaban cuatro torres triples y que disparaban como ametralladoras. El almirante ordenó que cayésemos al 150, mientras los destructores mantenían el rumbo anterior. Protegidos por la humareda pudimos dársela con queso a los ingleses, porque cuando pusimos la proa al 60 y salimos de la negra nube estábamos otra vez a 18.000 metros y habíamos vuelto a cruzar la ‘T’ al enemigo. Los cruceros pesados italianos volvieron a unirse al concierto, esta vez con total ventaja para nosotros, pues superábamos al enemigo tres a uno. El crucero enemigo que había sustituido al York en la cabeza de la fila enemiga —el Cumberland según se supo luego— se vio rodeado por surtidores. Más de un disparo acertó, porque poco después el crucero viró a estribor.
El brusco viraje del Cumberland desordenó la fila contraria. Los dos cruceros ligeros enemigos, que ahora pudimos ver que eran un Town y un Leander, tuvieron que maniobrar para evitarlo, poniéndose a tiro de nuestros cañones y consiguiendo alguna propinilla. Finalmente los tres cruceros ingleses nos enseñaron la popa para reagruparse. Por entonces, el Trento informó que había reparado parcialmente la avería y que podía dar veintiocho nudos. Don Francisco Regalado pensó que ya estaba bien, y aunque en el puente del Canarias le apremiaban para que persiguiese al enemigo, pensó que al valor debe ir unida la discreción y aprovechó la ocasión para romper el contacto. Quince minutos después los buques enemigos ya no estaban a la vista, y volvimos al rumbo sur. Bien hicimos, porque el Condor nos avisó de un nuevo avistamiento: no muy por detrás de los cruceros enemigos se movía una segunda agrupación enemiga en la que había un acorazado.
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Auguro un mal futuro a Regalado. Primero lo del Cervera y ahora una actitud prudente que puede ser confundida con facilidad con cobardía ante el enemigo..........
Si es que se lo ha puesto a huevo a sus enemigos
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A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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¿Y si el Trento tiene un fallo catastrófico en su propulsión y se queda al garete por perseguir a unos cruceros que se retirarían sobre sus unidades pesadas, como hiciera Beatty en Jutlandia? ¿O el Trieste? No sé cuanto tiempo se tardaría en dar remolque a un crucero pesado en alta mar (con la premura tras recibir el segundo mensaje que informaba de un bicharraco con cañones gordos acercándose). Por rematar a un crucero ¿arriesgas a toda la escuadra de Regalado? No merece la pena. Servidor piensa que el mejor sitio para que ondee la bandera pérfida es el fondo del mar, pero no merece la pena si baja acompañada de tres de las tuyas.
- “El sueño de la razón produce monstruos”. Francisco de Goya.
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Y si cae un meteorito y los acaba???
Tu explica en Madrid, Roma, o Berlín que dejaste escapar a un enemigo derrotado cuando tus buques estaban en perfecto estado...
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Prefiero la bronca a tener que explicar porqué perdí la flota cuando ya había cumplido mi misión, hacerme notar para distraer la atención inglesa del lío que se está montando al norte.
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¿Bronca? En la armada se hacían consejos de guerra por huir ante el enemigo, ahí tienes a Montojo y a Cervera y la diferencia de trato recibido
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Ya, pero después de perder un crucero ligero, y tener a otro baja durante meses y a un destructor haciéndose la cirugía estética tras pasar a ojo a un submarino, vete con el cuento de que has perdido el resto de la escuadra por atacar a un enemigo en retirada sin saber que hay "al otro lado de la colina". Presuponer que sólo hay esos cuatro cruceros y que me da tiempo a cazarlos (sin daños) antes de que el acorazado se aclare la garganta es mucho suponer. Y a los almirantes lo que les gusta es tener buques a flota (sin honra) que barcos hundidos (con honra), porque si pierdes al Canarias y al Galicia, a los dos Trieste, al Giussinano, y a los destructores y salvas el pellejo te van a juzgar fijo en un consejo de guerra por negligencia en el deber como poco.
Si te retiras, no sólo has forzado a una flotilla inglesa superior en potencia de fuego (sobre todo en 152 mm) a huir con el rabo entre las piernas, sino que trastocas del todo la estrategia inglesa, que ahora tendrá que preocuparse del probable rumbo de esos cruceros, volver a destacar acorazados junto a los convoyes (o un valioso portaaviones) y debilitar la escolta de los convoyes a Portugal, que ahora que se anima el cotarro van a necesitar cualquier cosa que flote y escoltarla bien.
Es preferible huir hoy y combatir mañana, que ajustaremos cuentas y hay muchas cuentas que ajustar...
Si te retiras, no sólo has forzado a una flotilla inglesa superior en potencia de fuego (sobre todo en 152 mm) a huir con el rabo entre las piernas, sino que trastocas del todo la estrategia inglesa, que ahora tendrá que preocuparse del probable rumbo de esos cruceros, volver a destacar acorazados junto a los convoyes (o un valioso portaaviones) y debilitar la escolta de los convoyes a Portugal, que ahora que se anima el cotarro van a necesitar cualquier cosa que flote y escoltarla bien.
Es preferible huir hoy y combatir mañana, que ajustaremos cuentas y hay muchas cuentas que ajustar...
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