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La Historia Militar española desde la antiguedad hasta hoy. Los Tercios, la Conquista, la Armada Invencible, las guerras coloniales y de Africa.
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urquhart
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Mensaje por urquhart »

ROMA, ITALIA

Diario de Galeazzo Ciano

Fue providencial que nuestros hombres en Tolón lograran comunicar con sus superiores la salida de aquellos buques entonces alemanes. También fue un acierto que Riccardi decidiera informar tanto a los Saboya como a mi suegro, y a mi persona. Evitaba así que el Duce pudiera hacer una interpretación interesada, en cualquiera de los sentidos.

Saber que los franceses de Argel habían desembarcado en Barcelona, fue otra información que nos ayudaba a construir el verdadero escenario de lo que estaba ocurriendo en España; aunque en este punto creo que si algo ocurre es ya en Francia.

Al informe de Tolón, debo sumar el de Burdeos; y si los franceses están desembarcando en Barcelona, tan cerca de la frontera, concluyo que la Luftwaffe no ha logrado hacerse con el control.

Sin olvidar los informes que llegan del Brenero... los trenes de Deustche Bahn que deberían cruzar la frontera, siempre tan puntuales, no solo sufren retrasos, es que no aparecen; y los que deben regresar a Alemania esperan turno en nuestro lado de la frontera.

Siempre intento sacar algo positivo de la información que recibo, y en esta ocasión, el logro es no depender exclusivamente de la que nos proporciona el Embajador español... porque de momento no podemos esperar nada de Berlín.

Creo que el Almirante Russo ha comprendido que una nueva victoria naval en aguas de Cerdeña, por pequeña que fuera, significaría una importante victoria política, a la par que militar... y correspondemos a Adolf, atacando a los franco británicos.


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Domper
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Mensaje por Domper »

Ocho horas después, el general Guderian no tenía dudas. La batalla de Hasparren iba a ser otra página gloriosa de la historia militar… española. Junto con las Navas, Ceriñola, Pavía, Otumba, Lepanto o Bailén. Y él, el creador del arma acorazada, sería recordado igual que Francisco I, el rey loco que lanzó sus caballeros a las bocas de los arcabuces..

La noche anterior Guderian se había sentido como un león enjaulado. La infantería no estaba consiguiendo mellar las defensas españolas, y las cacareadas divisiones de las Waffen SS habían vuelto con el rabo entre las piernas. Guderian tenía los dos mil y pico tanques de su panzergruppe en los valles de la Baja Navarra. Lógicamente, había sido imposible esconder tanto blindado, aunque el mariscal Sperrle le había dicho que no se preocupase, pues se iba a encargar de aniquilar a los pocos aviones españoles. Ni por asomo. La Luftwaffe había debido sufrir un golpe demoledor, porque no se había dejado ver en todo el día, y los tanques tuvieron que soportar bombardeos continuos. No había perdido demasiados blindados (aunque bastantes más de los que esperaba pues los aviones españoles usaban cohetes antitanque) pero la artillería y la infantería habían pasado un calvario.

Estaba preparando todo para aprovechar la ruptura que el próximo día tenía que lograr la infantería o, si no se conseguía, para empeñar parte de sus blindados en la ofensiva, cuando empezó a recibir informes extraños. Las comunicaciones seguían sin funcionar bien, pero entre los teléfonos de campaña y los mensajeros alguna idea se hacía. Pero Guderian había perdido el contacto con el decimosexto ejército, situado a su derecha, y un oficial de enlace llegó con la noticia que había movimientos de tropas en ese sector. Guderian envió a una patrulla, que volvió con una noticia tranquilizadora: eran soldados alemanes, que se retiraban tras un gran bombardeo español.

¿Retirarse por un bombardeo? ¿Oficiales que habían hecho su aprendizaje en Verdún? Estaba pasando algo más serio. Guderian ya estaba preparándose para lanzar un contrataque cuando recibió una orden de Von Runstedt según la cual debía dirigir su panzergruppe contra una posible penetración española en el sector de Ainhoa – Sara.

El general dispuso sus unidades para un contrataque inmediato. No podía dirigirse directamente hacia donde le in dicaba Von Runstedt, pues los valles se cerraban dejando solo algunas estrechas gargantas. Por ello en lugar de atacar hacia el oeste lo haría hacia el noroeste, con dos cuerpos de ejército, uno en dirección hacia Louhossoa y el río Nive, el otro, que estaba más al norte, hacia Hasparren. Mantendría un cuerpo más reducido en reserva. Sus tropas actuaron más que diligentemente, y a media mañana ya estaban moviéndose hacia sus objetivos: un cambio de frente que en situación normal hubiese llevado días, se había logrado en seis horas. Como era de esperar, el movimiento atrajo a los cazabombarderos españoles como las moscas a la miel, y se ensañaron con las columnas blindadas, contra las que usaron cohetes y bombas de gasolina que causaron sensibles pérdidas y bastantes retrasos. Aun así, a mediodía las vanguardias ya estaban a la vista de Hasparren y del Nive. Fue entonces cuando descubrió que el ejército alemán no podría ni soñar en vencer a uno más moderno.

El primer aviso se tuvo cuando blindados de las unidades de vanguardia empezaron a estallar uno tras otro. Helicópteros pequeños (esos aviones de hélice vertical) estaban disparando cohetes contra sus tanques. Pero a diferencia de lo que había visto previamente, se trataba de cohetes teledirigidos que acertaban a sus objetivos la más de las veces, a pesar de ser disparados desde lejos del alcance de la antiaérea. Al poco empezaron a llegar más cohetes dirigidos no ya de los helicópteros, sino disparados por vehículos ligeros enemigos que, de nuevo, se mantenían lejos de los Panzer: era como un guerrero que con una lanza luchase contra otro armado con un cuchillo de cocina.

Entonces aparecieron los tanques enemigos. Al parecer, no demasiados, entre uno y dos centenares, pero daba igual. Disparaban desde dos kilómetros de distancia unos proyectiles que atravesaban a los panzer de lado a lado. Los tanques españoles, además, no es que se mantuviesen a la defensiva, sino que tuvieron el descaro de atacarle: en Hasparren un batallón se había lanzado contra la 7ª panzer y la había aniquilado: ni los cañones de los nuevos Panzer IV eran capaces de dañar a los monstruos españoles (que fueron identificados como del modelo Leopardo, de sesenta toneladas según los desertores españoles), y los de los Panzer 38 apenas arañaban la pintura cuando llegaban a ponerse a tiro. Tras perder centenar y medio de tanques en menos de una hora, la séptima se había desmoronado y había empezado a replegarse. Lo mismo había ocurrido en Louhossoa. Pero a los Leopardo españoles no les bastó su éxito defensivo, y demostrando ser fieles discípulos de Napoleón, emprendieron una persecución a muerte, apoyados por helicópteros lanzacohetes y aviones. Los tanques pesados resultaron ser mucho más veloces que los panzer, dispersaron las retaguardias hasta que los dos cuerpos de vanguardia se disolvieron en el caos. Al cuerpo de reserva no le fue mucho mejor, y al ser recibir un ataque masivo se esfumó. . Guderian había visto como muchos de los tripulantes abandonaban los tanques y se rendían. Por la tarde un batallón de tanques había rodeado San Juan de Pie de Puerto por el este, mientras desde el valle del Baztán los españoles contratacaban también con helicópteros y blindados. No solo el panzergruppe 1 había sido destruido, sino que el decimoctavo ejército estaba a punto de ser cercado, y escapaba como podía por los caminos de montaña, acosado por aviones y helicópteros, tras abandonar todo el material.

El general consiguió ponerse en contacto con Von Runstedt usando una de las pocas líneas que aun funcionaban, y dio cuenta del desastre. No era el único: el decimosexto ejército también corría el riesgo de ser atrapado. Había dado la orden de retirada, aunque la destrucción de los puentes de Bayona significaba que también sería preciso dejar atrás todo el material pesado. A todos los efectos, el grupo de ejércitos oeste iba a dejar de existir en los próximos días.



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Mensaje por ferrolanoexiliado »

Domper, ¡ Enhorabuena ! :aplausos3: :aplausos3: :aplausos3:
Leo mucho y escribo poco en el Foro, pero me está gustando cada vez más tu relato. Reconozco que este relato de ¿ Ciencia Ficción ? muy muy dura no me atraía al principio. Sin embargo, paso a paso has estado ganando mi atención. Total, ¿ en los 80 los yanqueses no trasladaron un CVN al Pearl Harbour de 1941 ?; ¿ y hace 2 ó 3 temporadas no hubo en la TV una serie en la que al final los ET no teletransportaban todo un planeta a las cercanías de La Tierra ? Y se me olvidaba, los japos tb en los 80, ¿ no sufría una sección blindada toda una regresión espacio-temporal que era transportada al Japón medieval ?

Pues eso, que a imaginación no nos gane nadie.

Good job, Domper ! :thumbs:


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Mensaje por volador67 »

En el cuartel del Abwerr en Berlín al mayor Kroneun un escalofrío le recorrió la espalda. De pronto lo vio todo claro.....habían sido engañados.

Las poco informaciones que llegaban del frente indicaban que todo había salido mal, rematadamente mal. Hablaban de hordas de tanques que diezmaban divisiones panzer como si nada, de enjambres de aviones, de tormentas de fuego artilleras.....

El lo tenia claro, los "traidores" españoles eran en realidad agentes que habían engañado y manipulado. LO curioso es que aun seguían allí viviendo tranquilamente. No sabia si era valor o estupidez, pero le daba igual, estos tipos lo van a pagar muy caro y el pelotón de fusilamiento seria la menor de sus preocupaciones.

saludos
Última edición por volador67 el 05 Jun 2016, 04:06, editado 2 veces en total.


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El Templario
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Mensaje por El Templario »

La quinta compañía formaba la punta de lanza del 27 regimiento panzer disciplinario. Preparados para aprovechar las brechas abiertas por la infantería, el contraataque español los había dejado en una posición expuesta. Los continuos bombardeos de la aviación y la artillería dispersaron los regimientos de vanguardia, de forma que ahora eran ellos los que componían la primera línea alemana, y la última unidad medianamente organizada frente al poder hispano.
Las escaramuzas previas habían demostrado que su armamento nada tenía que hacer frente al moderno equipamiento español, prueba de ello eran los tres Panzer IV que, pese a su moderno cañón largo de 75mm, se encontraban reventados y humeantes a un lado del camino.
El capitán Stransky bajó de su kübelwagen y se encaró con los soldados de la compañía, sentados indiferentes, cubiertos por un bosquecillo de pinos, a una veintena de metros de sus carros.

- En pie, cerdos!! la patria necesita que sus hijos luchen por ella!!

Los soldados parecieron ignorar los gritos del oficial, tan solo el sargento Willie Beier se digno mirar con desgana al oficial recién llegado.

- Sargento!! haga que esos perros cobarde se muevan!!

Dos de los soldados de la unidad, el delgadísimo cabo Porta y el gigantón cabo Creutzfeldt, dejaron sus labores para mirar con descaro al recién llegado.
Stransky no podía creer lo que estaba viendo... el suboficial más delgado portaba una chistera amarilla en lugar de su gorro negro reglamentario, y en cuanto al otro enorme soldado, sobre su cara simiesca, portaba un bombín de color gris.

- Sargento, esos dos hombres contravienen en reglamento, esto no es el ejército de Pancho Villa, arréstelos inmediatamente!!

Otro de los soldados, bajito, con una mirada asesina, escupió a un lado al escuchar las palabras del oficial.

- Merde alors... dijo.

El capitán se lo quedó mirando fijamente...

- Perro... ¿qué has dicho?

El cabo de la chistera sonrió con una mueca.

- Le ha mandado al carajo, capitán.

- Cerdos, esto es cobardía e insubordinación, no descansaré hasta verlos a todos ante un pelotón de fusilamiento!!.

El gigantón del bombín se desperezó antes de hablar.

- Otro maldito prusiano amante de la quincalla que quiere ser un héroe...

- Cuádrense ante un oficial, bramó Stransky.

- Con su permiso, mi capitan, dijo el sargento Beier. - Pero nuestro comandante nos ha ordenado permanecer aquí hasta nueva orden.

- Cállese sargento, ahora yo estoy al mando, y no soporto que unos cobardes como ustedes busquen cualquier excusa para eludir al enemigo. Les ordeno que suban a sus carros y ataquen!!.

- Otro fan de Adolf que busca la gloria a costa de la sangre de sus hombres, dijo otro de los soldados, el cabo Gregor Martin.

Sólo uno de los hombres de la unidad, el cabo Heide, se levantó y cuadró ante el capitán.

- A sus órdenes, herr Hauptmann, estamos preparados para aplastar el orgullo ibérico!!.

El sargento Blom, un veterano de la Guerra Civil española, no pudo reprimir una carcajada, que fue acompañada por la del resto de miembros de la unidad.

El capitán Stransky, rojo de ira, llevó su mano hacia la funda de su pistola.

- Perros, yo os enseñaré...

No pudo terminar la frase... las ráfagas de cuatro MP-40 casi lo partieron por la mitad.

- Cerdo, dijo el cabo Porta, con su arma todavía humeante...

- Ven dulce muerte, ven, tarareaba el cabo Kalb, el de la mirada asesina.

Esto se va a poner feo... vámonos de aquí, dijo el sargento Beier.

A tus órdenes, viejo, dijo el cabo Creutzfeldt con una mueca, mientras cambiaba el cargador de su arma.

- Esto es de locos, dijo, después de vomitar, el más joven del grupo, el Fahnenjunker Hassel.

- Al infierno con todo, nos vamos!! y dejad de hacer locuras, no podemos ir matando oficiales así como así. - dijo el sargento Beier.

- Lo que tú digas, querido. replicó Porta, haciendo un cómico saludo con su chistera.


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Mensaje por Domper »

El bombero de Hitler… maldito fuese el que había acuñado ese término, pensaba el General der Panzertruppe Walter Model. Cuando el Führer se enteró del apodo por el que sería conocido, se entusiasmó pensando en que ya tenía a su hombre para las crisis, llevándole al mando del XXIV Cuerpo panzer. Su unidad había tenido la fortuna de estar en el flanco derecho del contrataque de Guderian y, aunque había sufrido importantes pérdidas en Hasparren, donde había perdido la mitad de sus tanques, el avance español hacia San Juan de Pie de Puerto lo había dejado a un lado y aunque sus unidades habían quedado vapuleadas, al menos aun conservaban cierto grado de cohesión. El cuerpo se estaba replegando hacia Orègue por las suaves colinas de la región, y ya no estaba siendo perseguido por los tanques. Eso no quería decir que los españoles le hubiesen olvidado: durante la noche había sido acosado por los aviones cañoneros, y el amanecer había traído a los cazabombarderos y a los helicópteros.

Con el día también había llegado una orden del Berlín: aunque las radios seguían sin funcional, las telegráficas funcionaban intermitentemente. Había recibido un telegrama con la orden del Führer por el cual Model era ascendido a Generaloberst y recibía el mando del grupo de ejércitos oeste. Se suponía que debía recomponer sus fuerzas para primero contener y luego derrotar el contrataque español.

Muy fácil de decir ¿hacerlo? Difícil o imposible. Por de pronto, los españoles estaban haciendo todo lo posible por dificultarle la tarea. Tenían aviones con algún sistema que bloqueaban las frecuencias que usaban las radios alemanas. Aparentemente, el sistema no funcionaba bien del todo, porque de vez en cuando quedaban bandas libres; ahora sabía que era un diabólico truco hispano, que tenían equipos dedicados a espiar los emisores y localizarlos, para luego finiquitarlos con una salva de artillería o un ataque aéreo. El general Von Küchler había perecido con toda su plana mayor cuando su puesto de mando en San Juan de Pie de Puerto había sido alcanzado por esas malditas bombas radioguiadas. Malo había sido perder a un general tan competente, pero lo realmente catastrófico había sido que el ejército había quedado sin órdenes durante un día clave. Model tampoco había conseguido ponerse en contacto con el general Buchs, al mando del amenazado sexto ejército en la costa. No sabía si también había caído ante el fuego español, o si simplemente se había quedado sin comunicaciones: aunque algunos puestos de mando se habían librado, sobre todo los de aquellos jefes que habían comprendido que los camiones de radio atraían bombas, y los habían separado de sus puestos, se habían perdido la mayoría de los citados camiones.

Con todo, el funcionamiento intermitente de teléfonos y telégrafos le había permitido a Model hacerse con alguna idea de la situación. Los españoles habían abierto una gran brecha entre los ejércitos dieciséis y dieciocho, de por lo menos quince kilómetros de anchura, y el fracaso de Guderian había demostrado que sería imposible cerrarla, pensasen lo que pensasen en Berlín. Si él no lo había logrado, con todo un grupo panzer a su disposición ¿qué esperaban que hiciese él?

Además la situación, que ya era mala el día anterior, estaba evolucionando rápidamente hacia una catástrofe. En la costa occidental el decimosexto ejército corría riesgo inmediato de ser destruido. La toma por los españolas de las colinas de Sara había convertido la faja costera cercana a San Juan de Luz en un campo de tiro. Pero la amenaza peor se estaba gestando al norte, en el Adour, donde el enemigo había conquistado una cabeza de puente y se estaba extendiendo por la orilla norte. Se habían visto patrullas españolas en las Landas y, por lo que sabía Model, solo quedaba libre la faja costera, y a saber por cuánto tiempo. Además todos los pasos sobre el Adour habían sido destruidos: primero los puentes de Bayona, luego los provisionales tendidos por los pontoneros. Al menos, el decimosexto no había quedado paralizado por la desaparición de Buchs y alguien, no sabía si el general o alguno de sus subordinados, había dado la orden de retirada. Afortunadamente el estuario del río estaba lleno de pequeñas embarcaciones, tanto de pesca como de recreo, que estaban rescatando a los soldados que conseguían llegar allí. De nuevo, algún mando con iniciativa, del que Model quería saber su nombre para conferirle mayores responsabilidades, había ordenado situar a ambas orillas toda la artillería antiaérea de la que disponía. Los cañones del ocho con ocho, tan ineficaces contra los aviones cohete y los tanques pesados, podían mantener a distancia a las patrullas españolas, y los automáticos del dos y de tres con siete bastaban para impedir que los helicópteros molestasen. Aun así, los aviones cohete estaban efectuando ataques constantes que habían causado sensibles pérdidas, y últimamente se estaban centrando en los antiaéreos. La próxima noche, cuando los aviones ametralladores enemigos volviesen y la antiaérea alemana poco pudiese hacer, se prometía terrible. Pero aunque el cruce del Adour funcionase, era solo parte del problema. Que los doscientos mil hombres desplegados en la faja costera pudiesen pasar iba a ser imposible. Los soldados habían tenido que abandonar todo el material pesado, y muchos no tenían ni sus fusiles. Más allá, les quedaba una penosa retirada por los arenales y pinares de las Landas, perseguidos por las aeronaves hispanas. Model, a pesar de su optimismo innato, no creía que se pudiese salvar más de un tercio del ejército, que tendría que ser reorganizado y rearmado.

Lo que no había esperado el general era que la catástrofe del decimosexto se estuviese reproduciendo en el otro flanco. El decimoctavo ejército, encargado de atravesar las montañas de Navarra, había quedado en situación muy comprometida tras la derrota de Guderian en Hasparren. Al menos tenía los caminos de montaña, y aunque fuese preciso abandonar parte del material, los hombres podrían salvarse… o eso creía hasta que los españoles se sacaron de la manga otra táctica milagrosa. Estaban empleando helicópteros pesados para hacerse con elevaciones situadas en la retaguardia de sus tropas, y los ligeros acosaban a las columnas en retirada. No tenía informes precisos, salvo que una columna de suministros había sido emboscada al sur de Larrau, una localidad situada bastante más al este. De gran parte de la línea fronteriza no tenía noticias salvo informes fragmentarios emitidos por radio.

Model se estaba imaginando lo que ocurría: los españoles estaban empleando el “envolvimiento vertical” que la Wehrmach había intentado sin fortuna en Noruega; la diferencia era que los helicópteros permitían asaltar puntos imposibles para los paracaidistas, y que las tropas llegaban organizadas y dispuestas para combatir independientemente. También sospechaba que todas las carreteras que podían permitir el repliegue del decimoctavo ejército habían sido cortadas. Pero no podía descartar que todo eso no fuese sino informes alarmistas sin base real. Ahora se enfrentaba a una decisión ingrata: si daba la orden de retirada sería preciso abandonar todo el material, y la retirada por sendas de montaña, con sus tropas perseguidas por los helicópteros, sería una pesadilla. El decimoctavo repetiría la catástrofe del decimosexto en la costa. Pero si el ejército se mantenía en sus posiciones podría ser aniquilado. Por ahora iba a tomar una posición intermedia: ordenaría a las unidades (a las que lo pudiesen recibir) que cesasen las operaciones ofensivas, que reconociesen las rutas de retirada en su retaguardia y, en caso de encontrarse con bloqueos, que intentasen abrirlos. De no ser posible, se prepararían para destruir el material pesado y replegarse por la montaña, aunque los mandos no deberían tomar esas decisiones por iniciativa propia.

Pero eso eran solo los flancos. Le quedaba otra crisis aun más espeluznante: el Adour. No tenía tropas al norte del río, y las vanguardias españolas podrían emprender una cabalgada que los llevase al Garona, y una vez allí, o cercar por completo los restos de sus tropas, o lanzarse hacia el este y cercar al grupo de ejércitos Este que, situado frente a Cataluña, no había tenido que soportar ningún contrataque. O incluso prescindir de esas acciones y lanzarse hacia parís, la frontera y llegar a Alemania. Sospechaba que esa era la intención inicial española, pero que el malhadado contrataque de Guderian y la subsiguiente derrota había dado la ocasión de aniquilar a las tropas cercanas a la frontera, por lo que los hispanos habían demorado el avance hasta el Garona.

Model pensaba tratar de aprovechar ese respiro. Iba a retirar lo que quedaba del primer grupo panzer para consolidar una línea entre Oloron, Orthez y Dax que al menos retrasase a los españoles, y luego intentar salvar a lo que quedaba del decimosexto y del decimoctavo.



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Mensaje por APVid »

CUARTEL GENERAL ALEMÁN EN PARIS (FRANCIA).

La situación era caótica, las comunicaciones con Berlín y con la frontera española estaban interferidas y eran casi nulas, los enlaces debían hacerse mediante soldados en motocicleta,... Pero algo estaba quedando claro: en el sur se había producido un desastre.

Y eso tenía consecuencias, las tropas alemanas estaban cada vez más nerviosas, y la población cada vez más desafecta; así pese a la presión de la Milicia y de la Gestapo cada vez más franceses pasaban a apoyar al gobierno de Argel y las FFI sumaban más y más voluntarios. Eso era desastroso porque las guerrillas estaban infestando la retaguardía alemana con ataques, golpes de mano, contra unidades aisladas y las líneas de comunicación.

Para colmo se rumoreaba un desembarco británico, algunos decían que repetirían la Historia de la otra línea de tiempo en Dieppe o en Normandía, otros decían que como eso era muy evidente el ataque sería en Calais o en Bretaña.

Sea como sea los alemanes no tenían claro donde desplegarse.


MILÁN (ITALIA)

Las noticias de los Pirineos habían eliminado las últimas resistencias de los mandos, la OPERACIÓN MARIUS estaba preparada y lista para ser desencadenada. Los camiones habían estado moviendo tropas y suministros, los hombres claves estaban alerta, las posiciones establecidas y las cargas preparadas.

Solo bastaba que llegase la orden de Roma, que muchos sospechaban que se daría tan pronto los españoles dejasen atrás el Garona o según algunos cuando se acercasen al Loira.


BUDAPEST (HUNGRÍA)

Lamentándolo el ministro informaba al embajador alemán del terrible choque en el Danubio que había hundido varios barcos en un punto clave, que obligaba a ralentizar la circulación unos días hasta que fuesen dragadas y se restableciese las comunicaciones.

Entendía las necesidades del transporte de petróleo y otros productos, pero poco se podía hacer hasta que se sacasen del fondo no fuera a provocar nuevos accidentes.


HANNOVER (ALEMANIA)

Von Greim sudaba, era incapaz de comunicarse aún con Berlín, con Göering o con el Führer, y la Luftwaffe había sido aniquilada y sus cadenas de mando en Alemania totalmente deshechas.

Lo peor es que la RAF, junto con los escuadrones polacos y franceses que operaban desde Inglaterra, estaban penetrando en masa por la brecha que los españoles habían abierto en el sistema defensivo.

Por fin había recibido una llamada desesperada de Speer, casi ordenándole, aunque no fuera militar, defender la producción de petróleo; pues en un solo día ocho plantas de hidrogenación, cinco refinerías, y diversos almacenes de combustible habían sido atacados de forma precisa por los aliados.

Sus bombardeos, a pesar de las limitaciones técnicas, habían aprovechado los agujeros para entrar y dañar las vitales reservas del Reich, con información precisa de donde estaba cada objetivo. Y sin ese combustible la Luftwaffe pronto quedaría paralizada.


SALON KITTY (BERLÍN)

-Madam Kitty, está semana no ha venido casi nadie.

-Chicas, me parece que hemos perdido muchos clientes, incluso nuestros patrocinadores están en silencio, ya visteis como han quedado los Ministerios.

-Los pocos que han venido han hablado mucho, pero no tenemos a quien mandar las cintas.

-Si lo sé, me parece que es mejor guardarlas por ahora, no creó que opinen muy distinto al resto de Berlín. Quizás deberíais aprender otros idiomas, puede que nos sean útiles en el futuro.

-¿Español o inglés?...


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Mensaje por urquhart »

LIVORNO, ITALIA

El debate ente los Almirantes Russo, Sansonetti, Aosta-Saboya y legnani había sido intenso. Legnani desconocía por completo la existencia de capacidad de teledetección por parte italiana. Como muchos otros, y como la prensa había hecho creer, consideraba que el encuentro nocturno entre los cruceros de Sansonetti y la flotilla de torpederos franceses en aguas sardas había sido fruto de la casualidad.

El descubrimiento a Legnani de las oportunidades que brindaba la teledetección italianas le abrían a comprender la Operación que se pondría en marcha.

Como en la anterior ocasión, el envío de un convoy a la costa oriental sarda, aún en manos de Italia, sería la pantalla para hacer salir al mar a loas divisiones de Sansonetti y de Legnani. Con intención de justificar que seis cruceros y una veintena de escoltas protegieran un convoy, éste estaría formado por un importante número de mercantes, buques de pasaje y transbordadores; muchos de ellos navegando con lastre para simular que transportaban suministros y materiales a las fuerzas en Cerdeña.

Contaban con la perenne presencia del reconocimiento español para mantener a los franco británicos distraídos sobre la verdadera misión italiana.

Legnani comprendía la necesidad de la misión, en todos sus ámbitos. Reforzar y suministrar a las fuerzas terrestres en Cerdeña, apoyar a éstas con el fuego de la artillería naval; y la más importante, intentar interceptar uno de los convoyes franceses entre Argel y Cagliari.

La División de Legnani, la VIII Divisione Incrociatori, con los Garibaldi y Duca de los Abruzzo, más el Muzio Attendolo, junto a la VII Squadriglia Cacciatorpediniere y XIII Squadriglia Cacciatorpediniere serían la escolta de proximidad del convoy; mientras que Sansonetti con su III Divisione Incrociatori y la XII Squadriglia Cacciatorpediniere daría cobertura a distancia.

Sansonetti contaría de nuevo con el torpedero Giacinto Carini equipado con un teledetector EC3; mientras que Legnani incorporaría al destructor Fuccilieri, dotado de la versión EC2; montada rapidameente en Livorno, a partir de los equipos almacenados en la Academia Naval, y destinados al mismo destructor en 1938.

Una vez arribado el Convoy a Cerdeña, con el anochecer, Legnani abandonaría la flota, y se dirigiría a la bahía de Cagliari donde debería destruir el mayor número posible de mercantes franco británicos. Como cobertura aérea se confiaría de nuevo en la Regia Aeronautica.

La salida de la Forza di Lavoro 22 se haría a la mar tan pronto el reconocimiento aéreo y los submarinos frente a aguas argelinas advirtieran de la salida del esperado convoy franco británico.

Legnani argumentó el poco tiempo para los preparativos, aunque Aosta-Saboya y Sansonetti le informaron que un convoy destino a Cerdeña estaba ya preparado, simplemente demoraría su salida a que Legnani estuviera listo y se pudieran reunir más mercantes. En cuanto al combustible no había de preocuparse, Zio Adolf les había hecho un generosos regalo... del que parecía haberse arrepentido; hacía dos días que no llegaban más trenes, pero las existencias serían suficientes.

Imagen

Destructor Fuccilieri, a la izquierda con la antena del EC 3 ter o Guffo; a la derecha con antena del sistema alemán FuMo 21/40 DG

Detalle de la antena del Guffo, en el destructor Fuccilieri:

http://pds25.egloos.com/pds/201601/28/6 ... 8a354d.jpg


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Mensaje por Domper »

Los españoles habían tenido la cortesía de poner a disposición del embajador Donovan y del asesor militar Wood un avión que lo llevó a la zona del conflicto. Se posó en Noáin, cerca de Pamplona, donde el militar tomó nota que no había ningún signo de daños; como tampoco los vio durante el viaje hacia el norte. Solo cuando llegaron a Elizondo, en el valle del Baztán, pudo ver algunos tejados dañados y marcas de metralla. El guía español le explicó que durante las primeras horas de la ofensiva los alemanes habían bombardeado el pueblo con cañones de largo alcance, hasta que la artillería y la aviación española acabaron con la molestia. Allí se reunieron con un grupo de asesores militares hispanoamericanos, a los que los españoles trataban con mimo. El grupo siguió su viaje hacia la frontera por una excelente carretera, envidia de las norteamericanas. Ocasionalmente se veía algún cráter pero el guía le insistió que no había ningún riesgo. Lo que sí encontraron fue un tráfico muy intenso, que ocupaba los dos carriles en dirección a la frontera.

—El principal problema con el que nos encontramos, inicialmente, fue que nuestra contraofensiva dependía de esta carretera, por lo que fue preciso mantener una estricta disciplina con el tráfico. Pero desde ayer quedaron libres los pasos fronterizos de Bera de Bidasoa y Etxalar y hemos establecido un circuito: los camiones cargados llegan por aquí, y vuelven por los otros dos pasos.

Al llegar a Dantxarinea las huellas del conflicto eran más que evidentes. La mayor parte de las casas estaban destruidas, y se encontraron con bastantes blindados destruidos. El guía detuvo el coche para que pudiesen examinarlos.

—Se trata de cazacarros Hornisse, que son vehículos construidos combinando chasis de Panzer IV con cañones antiaéreo del 88. Como verán, no les ha dado buen resultado. No fueron capaces ni siquiera de averiar ningún tanque, y todos fueron destruidos. Si lo desean les cederemos algún ejemplar para que lo estudien. Ese de allí —dijo señalando uno cercano— es el que está en mejo restado. Un proyectil atravesó el escudo frontal y mató o hirió a los tripulantes con esquirlas, pero el blindado no se incendió. Vengan conmigo si lo desean. No teman, los cadáveres ya han sido retirados.

Un grupo de prisioneros, vigilados por dos guardias civiles, movían unas bolsas blancas. Wood examinó no tanto el cazacarros sino las marcas del proyectil, que había atravesado limpiamente la coraza frontal. El impacto había sido tan violento que la placa se había abierto como una flor.

El viaje siguió. Una vez en Francia las huellas del combate eran mucho mayores: cráteres, restos de vehículos, blindados y cañones, y un olor a muerte opresivo. Las cuadrillas de enterradores seguían limpiando el campo, y una excavadora empujaba caballos muertos a una gran fosa.

Más adelante visitaron Hasparren, escenario del combate de tanques. Los españoles no mentían: el campo estaba plagado de restos, como juguetes arrojados por un gigante. Por primera vez pudo ver algunos blindados españoles que parecían intactos.

—Están solo averiados y están esperando ser recuperados y llevados a los talleres. Sobre los tanques alemanes, los tendrán a su disposición para estudiarlos. Incluso hemos encontrado bastantes tanques rusos T-34 y SU-152 que seguramente les serán interesantes.

El viaje prosiguió. Ahora e empezaron a cruzar con enormes columnas de prisioneros: decenas de miles, le parecieron a Wood. Luego inspeccionaron un aeródromo alemán junto a Peyrehorade. La base aérea parecía una chatarrería, sembrada de restos de aviones. El guía les dijo que tuviesen cuidado porque allí se habían usado bombas de racimo y podía haber munición sin estallar. Wood señaló que las pistas estaban muy dañadas, como si hubiesen caído centenares de pequeñas bombas: el español le dijo que eran los efectos de las bombas de racimo, usadas para bloquear las pistas.

El viaje siguió hasta Dax. Más alá, según les dijeron, aun quedaban grupos alemanes sueltos y era peligroso seguir sin escolta. Aunque sí les ofreció un baño de mar en una playa cercana. Wood entendió lo que significaba: los alemanes que pudieran quedar en Biarritz y Bayona estaban rodeados.

El militar fue pensando en su informe. Los españoles, con gran honestidad, le habían confesado que muchas de sus tácticas las habían aprendido de otros en su anterior línea temporal, entre ellos los norteamericanos o ¡los israelíes! ¿Imaginaba alguien a un judío con un tanque? Pues por lo visto eran maestros. Con todo, los hispanos habían modificado sus tácticas para hacerlas aun más eficaces.

Wood concluyó que lo publicado por la prensa española no faltaba ni en una coma a la realidad: Alemania había sufrido un desastre.



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Llanero
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Mensaje por Llanero »

Astilleros Barreras

La actividad de los astilleros seguía siendo frenética tras 1 año de arduos trabajos. Tras botar 3 de los nuevos BAM, en el plazo record de 1 año y entregarlos. Y comenzar a trabajar en los 3 siguientes, ahora de nuevo el Ministerio les encargaba una nueva remesa adicional. D. José el Presidente del Astillero estaba muy preocupado, entre los encargos de la Armada, los de Repsol y los de sus socios de Albacora no daba abasto y por lo que sabía el resto de varaderos y astilleros de Vigo trabajaban a ritmo frenético, Rodman, Cardama, Armón, Freire, Vulcano, Cies, Armada, Lagos….., todos trabajaban a tres turnos y últimamente se habían dado algunos rifi-rafes entre ellos por la contratación de operarios técnicos de todo tipo. Literalmente este “maná” en forma de contratos había vaciado de las colas del paro a todos ellos y ni incluso “robando” los técnicos a los pequeños varaderos y astilleros habían paliado el problema, solo se empezó a ver un poco la luz cuando contrataron a alumnos de F.P. de último año, realmente había resultado cómico ver a los Directores de personal de todos los astilleros salir de sus cómodos despachos y tener que mendigar y rogar a mozos de 17 años que se fueran a trabajar con ellos prometiéndoles el sol y la luna en forma de salarios dignos de un consejero delegado de banca, pero…, tal vez alguno de ellos podría echarle una mano con los BAM. De todos ellos solo Cardama, Freire y Armón tenían gradas y varaderos de más de 100 metros, y Cardama acababa de entregar un par de atuneros para Atunsa y media docena de remolcadores para el Ministerio. Les iba a proponer una Joint Venture con el permiso del Ministerio y cederles un par de BAM. Solo esperaba que sus socios de Albacora no pusieran el grito en el cielo.

Factoría León (Ex – PSA. Peugeot – Citroën)

D. Juan, el anterior director de la fábrica y ex - delegado de PSA en París, y otra vez director de la nueva León, no cabía en si de gozo. D. José el Presidente de Uro le acababa de llamar para decirle que en el Ministerio habían quedado muy contentos con los 6.000 Uro Vamtac y Vamtac TL entregados, tanto en la terminación de los vehículos como en su plazo de entrega, y para premiarle, le había encargado otros 6.000 Vamtac adicionales en distintos modelos y la producción de 2.000 RG31 Nyala. Al parecer el bueno de D.José había puesto el grito en el cielo aduciendo que no tenían experiencia en el RG 31 ni lineas de montaje libres en la factoría de Santiago ni en la de Pontecesures. Los del Ministerio debían ser unos cachondos de cuidado, porqué le dijeron que no se preocupase, que inmediatamente recibiría 3 RGs para así estudiarlos y copiarlos hasta el último tornillo y que esperaban que salieran tan buenos como los de la anterior remesa. Atribulado ante la consecuencia de una negativa a fabricarlos, D.José llamó inmediatamente a Vigo y cedió a la ex - factoría de PSA la segunda remesa de 6.000 Vamtac.


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urquhart
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Mensaje por urquhart »

ROMA, ITALIA

Diario el Conde Galeazzo Cianno
... la noticia la escuchamos no solo en Radio Exterior de España, también en la BBc y en France 1, la emisora al servicio de los desafectos a Vichy.

No sé que me sorprende más, si el hecho de que las fuerzas blindadas alemanas en el Pirineo occidental hayan sido literalmente destruídas, o que esta destrucción se haya producido en Hasparren... sinceramente, hace escasos 45 minutos no sabía donde estaba Hasparren. Varios oficiales han buscado en los mapas que disponemos de España, y no encontraron nada... por fin un nervisios Tenente de servicio en el Palazzo Venezia, ha encontrado la dichosa localidad... está en Francia... el Duce, Riccardi, Badoglio, y yo mismo nos hemos quedado helados...
Imagen
Adjunto el mapa en mi diario, quiero que si alguien algún día llega a leerlo pueda comprender mucho mejor las decisiones que tomamos.

A pesar de la sorprendente noticia, el Duce no ha caído en la innacción... ha sido la primera noticia que he tenido, pero ha ordenado a Badoglio que siga con los preparativos de Marius. Al momento ha contactado con el Príncipe Umberto... tengo la sensación que se ha mostrado totalmente de acuerdo con mi suegro.

La valoración, en la que hemos coincidido los cuatro, es ni más ni menos que en las primeras horas la Luftwaffe ha sido aplastada, cuando no aniquilada; la ofensiva alemana no solo ha fracasado en sus objetivos, sino que ha llevado a un contraataque español, penetrando en el dispositivo alemán, dislocandolo, y un intento alemán de frenar el contra ataque ha sido paralizado, con pérdidas inasumibles para la Werhmacht. Badoglio discrepa en este último punto, y en su opinión, no cree que los alemanes hayan perdido su masa de maniobra, lo cree imposible, y que simplemente busquen que los españoles alarguen sus líneas para asestarles un golpe definitivo; aunque debe reconocer que la ofensiva como tal ha fracasado; y sí, la iniciativa al menos en los Pirineos Occidentales está ahora en manos españolas.

Ni el Duce, ni Ricardi, ni yo mismo compartimos este punto de vista. De todos modos, la situación aconseja seguir mostrando cierto grado de cooperación con los alemanes, hasta que se cumplan en mi opinión dos condiciones; esclarecer lo sucedido y finalizar los preparativos de Marius.

Mañana el tal Vázquez se reune con el Príncipe Umberto, como es habitual. El Reino de España presta atención a los Saboya, e ignora en la medida de las posibilidades que ofrece la Diplomacia al Gobierno del Duce... El Príncipe vuelve a mostrar su cercanía con Amión, y tiene intención de hacerlo Lugarteniente del Reino... tal vez la primera escena del próximo acto de esta tragicomedia en la que nos hemos visto envueltos desde Munich sea que la Corona cambia de testa...

Mañana será otro día...


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Mensaje por Domper »

—Señor Scoppa, comprendo lo inoportuno que pueda resultarle que le pida una cita con tanta premura, pero es que la situación lo demanda. Es lamentable que dos naciones que debieran ser hermanas se vean abocadas a una guerra fratricida por las ambiciones desmedidas de los dictadores.

Scoppa, embajador italiano en Lisboa, apreció que el embajador había hablado de “dictadores” y no “dictador”. La hostilidad del nuevo régimen español contra Mussolini era manifiesta: no solo les repugnaba todo lo que oliese a dictadura, sino que el fascismo mussoliniano parecía haberse ganado un lugar en los odios de la coalición de partidos del gobierno hispano, solo un paso detrás de Hitler.

—Mi gobierno ve cada vez con más pesimismo las posibilidades de evitar un conflicto. A pesar de los lazos que unen a nuestras naciones, y aunque el Reino de Italia no haya participado en la agresión hitleriana contra mi patria, el gobierno español se encuentra en una situación muy comprometida ante sus nuevos aliados, que al mismo tiempo que contra Hitler luchan en África y Cerdeña contra el régimen fascista. Ni Inglaterra ni Francia entienden que España pueda mantener relaciones cordiales contra una potencia agresora. A fuer de ser sincero, lo mismo cree la nación española, que cree que el fascismo mussoliniano se ha unido a Hitler en una guerra de agresión con el único objetivo de arrebatar territorios y colonias de otras naciones. Aunque yo personalmente pueda entender que Italia envidie el imperio colonial inglés o francés, y que esos imperios puedan ser para las colonias tan opresivos o más que el fascismo, la línea que dirige la política española es favorecer la emancipación de los pueblos, y no la sustitución de un opresor por otro.

Scoppa esperó a que el español terminase. No era habitual que un embajador utilizase términos tan duros: normalmente solo se empleaban en caso de conflicto inminente. Hasta ahora el diplomático español había presentado advertencias en términos firmes, pero esto equivalía casi a una declaración de guerra. Scoppa adivinaba el motivo: hasta ahora España había preferido no buscarse demasiados enemigos, aunque el asunto de Stalin había sido un tanto incongruente; según se había rumoreado, estaba preparando una nueva purga y eso había decidido a los hispanos. Aunque tal vez hubiese sido también una manera de advertir a Hitler.

Pero ahora España tenía las manos libres. Al parecer habían logrado una gran victoria sobre los alemanes. Los periódicos lisboetas se habían hecho eco de los sucesos de los últimos días. En el plano político, el Parlamento español había declarado la guerra. No a Alemania, sino al partido nazi. Scoppa creía que era una jugada inteligente: dejaba la puerta abierta para que el pueblo alemán, el ejército o quien fuese se librase de esos malnacidos que estaban llevando a Europa, y con ella a Alemania e Italia, a la ruina: el embajador ya había leído historias de lo que iba a suceder (o hubiese sucedido de no mediar el salto temporal) con los dos países. En una visita previa, un delegado español le había entregado un abultado paquete que contaba la historia del exterminio de judíos gitanos y eslavos.

De hecho, la declaración de guerra indicaba que España solo negociaría tras la vuelta del statu quo de 1931, es decir, implicaba la vuelta de Alemania a sus fronteras de Versalles, el desarme del ejército, la restauración de Polonia y Checoslovaquia, y la disolución del partido nazi, cuyos miembros deberían dar cuenta ante los tribunales de sus fechorías. Más ominosamente, el texto de la declaración también indicaba que España consideraría como enemigas a las naciones que apoyasen a la Alemania nazi, declaración que apuntaba directamente a naciones como Italia, Hungría y Rumania. Scoppa tenía noticias de un ultimátum presentado ante Bucarest: si no cesaban inmediatamente los envíos de petróleo, las instalaciones petroquímicas serían objeto de ataques aéreos.

Además parecía que la amenaza no era vana. Si tenía que creer los partes de guerra españoles, su ejército había conseguido una victoria que dejaba chiquita la de Cannas. El contrataque de Dantxarinea de cuatro días antes había dividido el ejército alemán y había cercado a un gran contingente en la costa, donde se estaban produciendo rendiciones en masa. Algo parecido estaba produciéndose a lo largo de la cadena Pirenaica, donde según los partes el frente alemán se estaba desmoronando y los españoles estaban empezando la persecución. El nuevo jefe alemán, el general Model, intentaba mantenerse en el sur de Francia, pero los partes hablaban de la caída de Mont-de-Marsan en manos españolas. Cuando localizó la ciudad en un mapa Scoppa empezó a entender la catástrofe que estaba sufriendo el ejército alemán: los tanques españoles estaban avanzando más rápidamente de lo que podían retirarse los infantes alemanes, y si Model no conseguía estabilizar el frente, algo que no le sería fácil, gran parte del ejército alemán sería destruido. Si no lo estaba siendo ya: los periódicos publicaban relatos de corresponsales y fotografías que hablaban de inmensas columnas de prisioneros que eran alojados en cercados. En un cine de Lisboa habían proyectado una película que mostraba la destrucción de la flota alemana, los bombardeos de Berlín y los ataques con bombas radioguiadas.

—Señor embajador —siguió el español—, como le he expresado, mi país se va a ver obligado solicitar al Reino de Italia que cese las operaciones militares contra sus aliados. De no recibir respuesta en este sentido antes de mañana a las seis de la tarde, nos veremos obligados a tomar medidas que pueden causar consecuencias no deseadas de las que declina toda responsabilidad.



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Mensaje por APVid »

CUARTEL GENERAL ITALIANO EN ROMA (ITALIA)

El general Bastico repasaba el estado de fuerzas previsto y disponible.

Tras los reveses en África y los datos del futuro el Regio Esercito se había reorganizado en unidades de verdad y bien equipadas, podía contar con una fuerza de 25 divisiones de infantería, 2 acorazadas, 2 motorizadas y 5 alpinas, todas ellas a plenos efectivos (y no las binarias de Mussolini), la artillería más moderna y a falta de carros modernos, cazacarros. Aparte la 44 división resistía en Cerdeña y un conglomerado en África.
Aunque sabía que las islas Pelagias y su guarnición iban a capitular por hambre en pocos días.

¿Sería suficiente para FABIUS y MARIUS? No lo sabía y para colmo había tenido que aprobar el refuerzo a Cerdeña, bueno que fuera el canto del cisne de la Armada, apenas quedaba carburante para poco más.


PLANTA KIROV (URSS)

Camaradas diseñadores, los datos de Francia indican que los españoles cuentan con carros de 60 tn que han arrollado a los alemanes, por lo que por orden del Soviet Supremo se suspende toda la fabricación de carros dando prioridad a la producción en serie de KV2, KV3, KV4 y KV5, además del T-100. Y deben elaborar nuevos diseños de carros súper pesados.


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Mensaje por Llanero »

Grupo de Vigilancia de la F75

Con un suspiro, D. Andrés Vila, Comandante de la Fragata Extremadura, veía desde el puente de mando como se alejaba el Bam Huracán con rumbo hacia Palma de Mallorca. Tras recoger a los muertos y supervivientes del torpedeamiento del SS Ville Du Havre y prestarles los primeros servicios médicos y estabilizar a los casos más graves, se había decidido ante su gran número trasladarlos a Palma, para así poder realizar las correspondientes intervenciones a los pacientes de mayor gravedad. Quedaba tan solo en compañía del Temerario, otro de los nuevos Bam recientemente dado de alta en las listas de la Armada. Auxiliados los náufragos del malhadado carguero francés, se había decidido continuar con la misión original de vigilancia, pero desde Madrid les habían ordenado variar el rumbo hacia el golfo de León. Al parecer se había detectado mediante aviones de reconocimiento y satélites la salida al mar de un gran número de buques desde el puerto francés de Tolón. Temiéndose por parte la Armada que tratasen de prestar apoyo artillero al intento de invasión alemán y estando el Ejército del Aire totalmente volcado en la contraofensiva sobre Las Landas, y resto de Aquitania y con las F100 y Santa Marias ocupadas en defender los nucleos urbanos de la cornisa Cantábrica y Cataluña, solo en ellos recaía la misión de proteger las costas Gerundenses de enemigos provenientes de mar adentro.


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La pesadilla acabó cuando ni siquiera estaban a la vista de Arcachon.

El 388 regimiento de infantería había participado en dos intentos de cruce del Bidasoa que se habían saldado con severas pérdidas. Los morteros españoles habían castigado a los pelotones que llevaban los botes de asalto, y una sección que consiguió cruzar el río fue destruida por un contrataque español con tanques. El coronel Liska pereció cuando un cohete dirigido alcanzó su refugio. Tras el fracaso, el regimiento había sido relevado mientras se preparaba para nuevos asaltos, cuando llegó la noticia de la contraofensiva española. A la unidad se le encomendó dirigirse a Biarritz para guarnecer las playas, pues corría el rumor que los ingleses estaban preparando un desembarco. Llegaron y cavaron unos pocos pozos de tirador, en los que emplazaron las pocas ametralladoras que quedaban. Pero el enemigo no se presentó. A sus espaldas, las columnas cada vez más nutridas de soldados que se aglomeraban en las carreteras que llevaban a Bayona se habían convertido en objetivo de los cazabombarderos.

A la tercera noche llegó la orden de retirarse al otro lado del Adour. El mayor Schreiter, que había sustituido a Liska, decidió que Bayona se había convertido en un gigantesco tapón y, por su cuenta, ordenó a sus tropas que en lugar de moverse por la carretera lo hiciesen por la playa. La marcha por el arenal fue incómoda pero segura, y cuando llegaron a la embocadura del estuario encontraron un par de chalanas abandonadas en la orilla, que consiguieron poner a flote; remando con maderos y las culatas de los rifles, las embarcaciones hicieron cuatro viajes, hasta que atrajeron la atención de los cazabombarderos españoles. La barcaza que llevaba al mayor se esfumó en una bola de fuego y humo. En la orilla norte, el capitán Bleimeyer tomó el mando de las dos compañías que habían conseguido cruzar.

Bleimeyer estaba esperando el paso del resto del regimiento, cuando los proyectiles empezaron a caer sobre la playa. Con sus prismáticos pudo ver las distintivas siluetas de dos cruceros pesados ingleses. El capitán ordenó a sus tropas alejarse del estuario. Se refugiaron en los pinares que cubrían las dunas cercanas a la playa, ocupados ya por miles de soldados que por otros puntos habían cruzado el Adour. El capitán intentó encontrar algún mando al que reportarse, pero solo encontró a un coronel, un tal Thaler, que estaba conmocionado por lo ocurrido. Estaba hablando con él cuando la multitud se agitó, como un hormiguero cuando un niño introduce una ramita: corría el rumos que los españoles habían desembarcado tropas a su espalda, y todo el mundo empezó a correr. El coronel, antes de escapar en su coche de mando, le dijo a Bleimeyer que el ejército se estaba retirando al norte del Garona.

El capitán organizó a sus soldados en una columna y marchó hacia el norte por el arenal, aprovechando que el bombardeo había acabado: el terreno abierto ayudaba a que sus feldgraus pusiesen distancia. Pero al atardecer un avión empezó a rodearlos, y en cuanto oscureció oyeron ruido de motores: uno de los aparatos cañoneros españoles, que recorría la playa buscando rezagados. Los soldados se refugiaron en los pinares para esperar al amanecer. Pero lo que trajo la aurora fue una patrulla de la Feldgendarmería que exigió a Bleimeyer la orden escrita que le permitía abandonar su puesto; como no pudo presentarla lo colgaron de un pino.

Los gendarmes obligaron a los soldados a volver a la playa para acabar trincheras, mientras los vigilaban para que nadie escapase; pero la actividad llamó la atención de otro avión español, y minutos después el crucero pesado Kent acabó con los gendarmes y la mitad de los supervivientes. El teniente Dott se hizo cargo del mando y ordenó seguir hacia el norte. Bien hizo, porque horas después escucharon a sus espaldas el sonido de las armas automáticas, que señalaban que la bolsa se había cerrado.

La marcha se hizo cada vez más penosa. Los pocos pueblos ondeaban banderas francesas, y los alemanes pudieron ver aeronaves de hélice vertical que se posaban en ellos, por lo que prefirieron mantenerse alejados. No había granjas ni encontraban comida; cazaron algunas aves acuáticas, pero tenían poca carne, correosa y de sabor a pescado. Encontraron canales y lagunas, pero con agua salobre. Cada vez más debilitados por el hambre y la sed, Dott no pudo evitar que cuando por fin encontraron una aldea los hombres la saqueasen. La orgía pasó del robo a la violación y el asesinato; el teniente no conseguía contener a sus hombres, y tan solo pudo reunir a un puñado de hombres. El resto siguieron “divirtiéndose” hasta que una compañía de fusileros navales franceses transportada en helicópteros los rodeó y, al ver lo que habían hecho con los pueblerinos, fusiló a los rezagados.

Reducida a poco más de una sección, Dott azuzó a la columna, moviéndose por los caminos madereros que había en los bosques de las Landas y ocultándose cada vez que escuchaban un motor, fuese de avión, helicóptero o coche. Atravesaron el arroyo de Mimizan durante la noche, a pesar de la marea alta; ahí quedaron los que no sabían nadar. Ya solo un pelotón mantuvo la marcha, por la franja entre las dunas costeras y las lagunas. Ya solo quedaba un obstáculo antes de Arcachon: la estación balnearia de Biscarrose, que casi cerraba el paso entre las lagunas y el mar. Estaban rodeando los arrabales cuando llegó una patrulla de coches blindados, de un extraño modelo ancho y bajo característicamente español. Dott disparó su pistola para intentar que sus hombres combatiesen, pero uno de sus cansados fusileros le disparó por la espalda antes de levantar las manos.



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