LA FRACTURA

La Historia Militar española desde la antiguedad hasta hoy. Los Tercios, la Conquista, la Armada Invencible, las guerras coloniales y de Africa.
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urquhart
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Mensaje por urquhart »

RENANIA, ALEMANIA

Alguien había incurrido en un gravísimo error. Allí no estaba Konrad Adenauer desde hacía meses. Para colmo de males, Gracián había aterrizado en el patio de una escuela que hacía las veces de centro de entrenamiento de las Hitler Judgen; y había sido abatido.

La misión pasaba a aintentar recuperar el cuerpo de Gracián, o mejor dicho, el equipo de Gracián. ABatir a los guardias fue labor sencila, así como cortar cualquier comunicación de la escuela con el exterior, aunque a buen seguro otras unidades alemanas ya se dirigían hacia allí. Faltaban 20 minutos para la extracción, y el equipo Beta ya había aseguerado el prado donde el C295S debía recogerles.

Disponían de 10 minutos para hacerse con el cuerpo de Gracián. Combatir en el interior de la Escuela se prolongaba en demasía, aquellos adoslescentes estaban fanatizados hasta límites insospechados, y no tenían miedo a la muerte. Ni siquiera luchar en la más absoluta oscuridad reducía su valor, o mejor dicho, osadía.

Lope había localizado donde tenían el cuerpo, y los Hj podrían ser jovenes e inexpertos, pero no su intructor... sabía lo que querían los españoles, y lucharía hasta el final con la única intención de obtener tiempo hasta la llegada de refuerzos

Imposible, así que tomó la única decisión posible:

Culebra a Aguila. Objetivo señalizado en 60 segundos.

Aguila a Culebra, 60 segundos desde ya. Aguila a Azor, objetivo iluminado en 55 segundos.Confirme

Tena Ilumine

Azor a Aguila, paquetes armados. Entrega en 5, 4, 3, 2 1...


Dos BGP-2000 iniciaban su último viaje

Culebra a Aguila, aborten, 3 de mis hombres siguen allí...

Aguila a Culebra, entrega efectuada, repito, entrega efectuada


Tempus Fugit
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urquhart
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Mensaje por urquhart »

RENANIA, ALEMANIA

Aquello era demencial; los miembros de las SS, la SD y la Gestapo habían decidido que los españoles habían atacado la Escuela de las Hitler Judgen de forma deliberada; en un intento de desmoralizar a los jóvenes alemanes.

Kurt Matthaus, Inspector de la Kriminal Polizei, o Kripo, estaba en total desacuerdo. Nadie enviaría un commando simplemente para desturir una Escuela de las HJ en una de las últimas zonas rurales de Renania. Si querían destruir la moral de los alemanes, no hacía falta bombardear aquel edificio... después de todo, sin luz, agua corriente, con el tráfico ferroviario a punto de colapsar y sin una gota de gasolina, a ningún renano le importaría lo más mínimo la destrucción de una Escuela... las clases habían sido suspendidas... Desde hacía dos semanas, los renanos, como la mayoría de alemanes, habían dejado de recibir los paquetes con viandas francesas tan habituales desde verano de 1940; solo recibían los fatídicos telegramas que comunicaban la desparición de los hijos, padres, hermanos, esposos. Algunas estafetas de correos habían colapsado ante el aluvión de telegramas... hasta que el Führer ordenó que se dejaran de comunicar.

Junto a los cuerpos de los jóvenes de las HJ, estaban los cadáveres de tres commandos; solo uno, o lo que quedaba de él mostraba heridas de bala; mortales; mientras que los otros dos sin ningún tipo de dudas habían sido víctimas de la gran explosión que había pulverizado la Escuela.

La investigación de los acólitos del régimen, había sido chapucera, como siempre que no disponían de un prisionero al que golpear y obtener información. No habían reparado en que 3 de los chavales, habían sido abatidos por disparos de francotirador; mucho antes de la explosión, ya que sus cuerpos no presentaban las consecuencias de aquélla. Matthaus preguntó a los cachorros del NSDAP donde habían encontrado los cadáveres, antes de apilarlos; pero no obtuvo una respuesta concreta; solo que las ordenes eran retirar los cadáveres de la vista de curiosos... elemental; ocultar la verdad...

No le daban acceso a ver los equipos, o lo que quedaba de los equipos españoles; aunuqe supo que se trataba de un amasijo de piezas inconexas, cables, y alguna lente... los restos de las armas parecían ser alguna versión futurista de subfusil.

Sin más pruebas o indicios que examinar, Kurt debía realizar una investigación basada en suposiciones... Un commando con esa capacidad de destrucción, sin duda buscaba un objetivo de interés nmilitar... ¿cuál? Allí alrededor no había nada, y lo poco que había, ya había sido literalmente pulverizado.... La única industria, por llamarle de algún modo de las proximidades que quedaba en píe era la Brauerei; cerrada pues la cebada acumulada había sido requisada para alimentar los caballos del Heer... la base de la Luftwaffe, estaba intacta, pero hacía al menos una semana que no veía u oía movimiento de aviones... propios, kurs.


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Mensaje por Domper »

Poco iba a durar la estancia en Bergerac, porque se estaba preparando nuevo alojamiento a la escuadrilla, más cercano a la actual zona de operaciones. Pues los pasos sobre el Alliers y el Loira estaban a casi trescientos kilómetros de Bergerac, una hora de ida y otra de vuelta. Aun así el mando pretendía que prestasen el mismo apoyo que durante el verano, a pesar de los días cortos y el mal tiempo.

Al menos había suficiente aviones. En Bergerac se estacionaban cincuenta Halcones, cuarenta Hurricanes y treinta Warhawk, por lo que se pudo tener media docena de aviones orbitando continuamente sobre los puentes asaltados por los paracaidistas. En la primera misión, Santamaría había bombardeado una columna de soldados que se dirigía hacia Decize. Ahora tenía que permanecer sobre Moulins a la espera de que se pidiesen sus servicios.

El avión llevaba una carga relativamente ligera: solo cuatro lanzacohetes de 70 mm. Pero con esos 28 cohetes, y luego con la munición de sus cañones, podía hacer mucha pupa. Lo único malo que tenía esa combinación de armas era que requería volar bajo para dispararlas, exponiéndose a la artillería antiaérea. No es que el capitán Santamaría le tuviese demasiado miedo; hasta ahora solo se habían perdido tres aviones, siempre por daños en el vulnerable circuito de refrigeración; el puñetero sistema estaba en la panza del aparato, esperando alguna bala que lo rompiese. Cuando eso ocurría, la refrigeración se iba al cuerno, y el motor se gripaba sobre la marcha; lo único que tenía de bueno ese tipo de averías era que daba algunos minutos para salir por pies y saltar, o incluso tomar tierra, en zona propia. El mando les había repetido una y mil veces que no se la jugasen: los pilotos valían mucho más que los Chirris, que salían de las fábricas como churros (nunca mejor dicho). Era lo que habían hecho los tres compañeros, eyectarse en cuanto estuvieron en zona segura. No es que fuese un placer, pero como abandonar un Chirri no era como saltar de un reactor, la carga era un poco menos potente y ninguno había quedado con vértebras aplastadas ni ningún otro de los achaques típicos de los miembros del “club del salto”, asociación extraoficial que tras casi tres meses de combates ya contaba con bastantes adeptos.

A la escuadrilla habían llegado unos cuantos Halcón C.17B, que era una versión mejorada que además de llevar un motor León con turbocompresor, bastante más agradable de pilotar, contaban con una placa blindada en el suelo que proporcionaba alguna protección. Siempre que les disparasen con escopetas de feria o pistolas del 22, que a Santamaría le parecía que tan poco acero de mucho no iba a proteger.

Pero por ahora lo que tocaba era centrarse en el trabajo. La pareja de Ramírez había atacado algunas concentraciones alemanas cerca de Moulins, pero ahora el lío se estaba centrando en Decize, donde la brigada “Huesca” de la división Aragón se había hecho con tres puentes clave en la confluencia de los ríos Loira y Arón. Al capitán el Loira aun le sonaba, pero jamás de los jamases había oído hablas del Allier o del Arón, que a pesar de ser pequeños afluentes llevaban casi tanta agua como el Ebro, que ya es decir.

A los alemanes, obviamente, no les había gustado que los montañeros españoles se hubiesen plantado en sus queridos puentecitos, y ahora se habían empeñado en deshauciarlos. Eso sí, como no les acompañase la gendarmería… porque los intentos de la mañana habían sido de risa. Un tanquecito por aquí, unas patrullitas por allá. Más difícil había sido localizar objetivos que destruirlos. Aunque parecía que ahora estaban haciendo un intento más en serio, y parecía que importantes concentraciones de tropas se estaban dirigiendo hacia Decize. Era de esperar que una brigada fuese capaz de aguantar cualquier cosa que les echasen encima los alemanes, pero una pelea a cara perro con fusiles y pistolas acabaría siendo sangrienta, y era política del “Chef” ahorrar vidas. Sobre todo las españolas y las de los aliados, obviamente, pues las alemanas le merecían menos consideración.

Tarea de los aviones era impedir que los teutones incordiasen a los nuevos inquilinos de Decize. Algo que no estaba resultando demasiado difícil, porque los alemanes, que no se temían un asalto en esa zona, y menos aun tan audaz, apenas tenían reservas. Tan solo algunas unidades de segunda fila para dar miedo a los escasos resistentes, y que solo tenían unos pocos fusiles. Un cero a la izquierda. No demasiado lejos, en Chalons, había una gran masa alemana: los restos del grupo de ejércitos Pirineos que se estaban retirando procedentes del sur de Francia. Tras semanas de bombardeos apenas les quedaban vehículos, y como los trenes no funcionaban, tenían que moverse como los granaderos de Napoleón. Les costaría dos o tres días recorrer los cien kilómetros hasta Decize. Poco miedo.

Pero algunos teutones con iniciativa habían conseguido reunir bastantes coches y camiones, que cargaban hasta el techo con soldados y mandaban hacia Decize, acompañados por los los pocos panzer que quedaban por allí. Eran el objetivo de Santamaría.

Se habían creado tres anillos de defensa. El más interno correspondía a los helicópteros: una docena de HA.26 que proporcionaban apoyo directo a las tropas. El anillo más lejano era tarea para aviones de altas prestaciones: los cazabombarderos C.19 (pues los EF-18 y los Typhoon apenas se empleaban ya) y bombarderos Boeing. Tres Pericos habían efectuado un bombardeo de saturación en las afueras de Chalons que por lo visto había dejado a los alemanes con más miedo que alma. Los otros Boeing lanzaban sus bombas desde alturas mucho más bajas de lo habitual, obligando a los del suelo a agachar las cabezas, y guiaban a los cazabombarderos.

El anillo intermedio era tarea de los Chirris y del resto de las antiguallas, es decir, los Hurricanes y los P-40 de los aliados. Orbitaban sobre Decize hasta que los Air Tractor o los Texán les llamaban, o efectuaban reconocimientos armados por las carreteras. Que era lo que estaban haciendo Santamaría y Ramírez, su punto, por la carretera entre Luzy y Autun. Una estrecha cinta de asfalto (vaya porquería de carreteras) que zigzagueaba entre los campos de cultivo.

—Pedro, veo brillos a lo lejos. A las once —dijo Ramírez por la radio.

—Serán boches con sus hebillas pulidas. Vamos a sorprenderlos. Chirri ocho a Atalaya cuatro, una columna alemana a cinco kilómetros al noreste de Luzy. Atacamos.

Los aviones efectuaron un rodeo por el sur y descendieron. Entonces quitaron los seguros de los cohetes y de los cañones. Pasaron sorbe una suave colina boscosa, casi tocando las ramas más altas, y vieron entonces un montón de coches y camiones, los últimos de colores vivos y los primeros negros, mostrando su origen civil. Los aviones giraron para alinearse con la columna y dispararon sus cohetes. Luego describieron un giro, para efectuar una pasada con los cañones.

—Javi —dijo Santamaría a Ramírez—, pasa algo raro. Los boches están de pie a los lados de la carretera. No voy a disparar.

Los aviones pasaron como relámpagos, viendo a cientos de soldados con uniformes grises, de pie a los lados de la carretera, sin armas, y con las manos sobre la cabeza. (1)

—¡Pedro, se están rindiendo! ¿Qué hacemos con ellos?


(1) Sucesos similares se han dado en varios conflictos, al menos en Corea y en Kuwait.



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Domper
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Mensaje por Domper »

El “Chef” recibía las noticias sobre los avances con satisfacción. Estaba yendo todo mejor que bien. Los puentes de Moulins y Decize habían caído sin demasiadas dificultades, y las divisiones Guzmán el Bueno y Galicia estaban quemando etapas en su carrera para conectar con los paracaidistas. La Galicia había cruzado la cadena de los Puys sin encontrar oposición, y había entrado en Clermont-Ferrand poco antes de la noche. La Guzmán el Bueno había llegado a Montluçon. El avance no se iba a detener por la noche. Las unidades que habían protagonizado la ofensiva diurna se detendrían para descansar y revisar sus máquinas, pero otras las relevarían. Pues por los interrogatorios a los prisioneros se sabía que a los alemanes les desconcertaban las ofensivas nocturnas españolas.

García Martín también se retiró a descansar. Desde su puesto de mando en Toulouse poco podía modificar el curso de los acontecimientos, y seguir al pie del cañón (mejor dicho, de la radio) solo serviría para agotarse y cometer errores. Así que se tumbó en una litera donde durmió como un niño.

Un asistente le despertó a las seis de la mañana con una taza de café con leche, que el general bebió de un trago. Luego preguntó al oficial de guardia sobre lo ocurrido durante la noche.

—Buenas noticias. Una compañía de reconocimiento de la Guzmán ha conseguido enlazar con Moulins y sigue ahora hacia Decize. Las avanzadas de la Galicia han llegado a Vichy, y se han encontrado con que los partisanos ya la habían liberado. Además los alemanes habían olvidado volar los puentes. La Galicia va a reiniciar el avance hacia el Loira inmediatamente, hacia Bourbon-¬Lancy.

El general asintió. En esa localidad había un puente que había considerado tomar también con los helicópteros, pero que finalmente había dejado de lado para concentrarse en los más valiosos de Decize. Pero si los de la Galicia se daban prisa, igual tenían suerte. Si no lo tomaban, debían seguir por la margen izquierda del Loira hasta llegar a Decize, y allí cruzar el río.

—Gracias, comandante Fernández ¿Cómo le van las cosas a la Huesca en Decize?

—Bien, mi general. Ayer a última hora sufrieron un ataque que rechazaron con facilidad, y luego la noche ha sido tranquila. El general Bartual pide permiso para enviar patrullas en persecución de los alemanes.

—Un poco lanzado es ese hombre. Mejor que espere a los tanques.

—Mi general, hay algo más. Tenemos varios informes del Ejército del Aire. Hablan de grandes masas de alemanes que han tirado sus armas y que se dirigen con las manos en la cabeza hacia nuestras posiciones. Helicópteros y aviones los vigilan mientras se acercan hacia nuestras posiciones para entregarse.

—¿Se han rendido a los aviones? ¿Está confirmado ese informe? —preguntó el Chef.

—Sí, mi general. Además no ha ocurrido en un único punto sino en varios. Al menos, en Luzy, en Rouy y en Lapalisse —fue señalando los puntos en el mapa—. También se han observado muchas posiciones alemanas abandonadas, con sus antiguos ocupantes escapando hacia el norte.

—¿Es un hecho aislado o se repite?

—Se repite, mi general. Parece que los alemanes, en lugar de combatir como en Muret, están escapando, montando en lo primero que encuentran.

—¿A pesar de las órdenes de Hitler de resistir? Vaya.

García Martín estudió el mapa. Los planes iniciales preveían que debía proseguir el ataque desde Limoges hacia el Loira. Al mismo tiempo, tras tomar los puentes del Alliers y del Loira, una división iba amagar hacia Chalons, para distraer a los alemanes, pero el principal ataque se produciría hacia el norte, hasta llegar al Sena, y luego a París y hacia la costa. Así esperaba poder atrapar a los alemanes que defendían la línea del Loira, ya que los informes indicaban que estaban muy escasos de vehículos y combustible, y sus tropas motorizadas podrían situarse a su espalda. Pero era planes que tenían en cuenta que los alemanes se mantuviesen en sus posiciones y las defendiesen. Sin embargo, si la moral alemana estaba en un punto tan bajo, todo cambiaba.

García Martín fue pensando mentalmente las unidades con las que disponía. En el flanco izquierdo los ingleses se movían siguiendo la costa, aunque a paso bastante cansino. En Limoges tenía a las divisiones Castillejos y Extremadura, y atacando hacia el Loira, a la Guzmán y a la Galicia. El flanco derecho estaba cubierto por las fuerzas francesas, que estaban presionando al grupo de ejércitos alemán Pirineos, que seguía en el valle del Ródano e incluso mantenía Marsella, Tolón y Niza.

Además de las fuerzas en línea, García Martín contaba con la potente división acorazada Guadarrama, que inicialmente había pensado emplear en el Loira. Más la división polivalente San Marcial, que acababa de organizarse. También podía contar con la brigada Alfonso XIII de la Legión (que ya casi se había expandido al tamaño de una división) y con la aerotransportada Almogávares. También tenía dos unidades no españolas: la primera de franceses libres, y la primera acorazada polaca. Aunque aun no estaba preparada del todo, había sido trasladada a Francia por si era preciso usarla.

—Perales, vamos a jugárnosla —le dijo al coronel que era su jefe de Estado Mayor.

—¿Qué quiere decir, mi general?

—Quiero decir que ya hemos derrotado a los alemanes. Ahora están escapando, amedrentados por nuestros tanques y nuestros aviones. Es nuestra ocasión para destruirlos.

El coronel Perales pensó un momento antes de responder—. Mi general, creo que podríamos ampliar nuestra ofensiva, dirigiéndonos también por el Loira hacia Orleans y así presionar más a los alemanes. Podríamos emplear allí la Guadarrama y la San Marcial…

—No, no. Hay que ser más ambicioso. Tenemos a los alemanes desmoralizarlos y huyendo. Si intentamos cercarlos, las pinzas se cerrarán en el vacío, porque el enemigo está escapando a todo correr. NO es el momento de fintas sino de una persecución a muerte, a ver quién corre más: si ellos andando o nosotros con motores. Prepare las órdenes. Vamos a lanzar una ofensiva general, con cuatro frentes principales. Los ingleses tendrán que acelerar para aislar Bretaña y llegar al Sena. A ver si tenemos suerte y pueden capturar Le Havre. En el centro, la San Marcial se unirá a la Extremadura y a la Castillejos, y todas juntas seguirán hacia Orleans. En el Loira, la Galicia y la Guzmán seguirán hacia París y luego hacia la frontera belga. Además, la Guadarrama, los polacos y los franceses libres se dirigirán desde Clermont hacia Chalons para cruzar el Saona, y luego tienen que pasar por el hueco de Belfort hasta llegar al Rin. Usaremos los paracaidistas y los legionarios como reserva y, según como vayan las cosas, para tomar pasos ante nuestro avance. Señores, vamos hacia Bélgica y el Rin.

—Mi general, si nos lanzamos hacia adelante con todo lo que tenemos va a ser muy difícil sostener el avance.

—Esa será su tarea. Si más adelante nos quedamos sin suministros, iremos retirando divisiones de la persecución, pero no vamos a parar hasta Alemania. Ustedes saben cuánto me gusta la cocina ¿verdad? ¡Pues vamos a hacer un buen picadillo con los ejércitos de Hitler!



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ferrolanoexiliado
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Mensaje por ferrolanoexiliado »

Ummm, no he visto los mapas y, evidentemente, es muy diferente a Market Garden. Pero, ¡ espero que no sea nuestro Monty !

:horse:


APVid
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Mensaje por APVid »

ESTADOS UNIDOS.

La MPAA tenía un problema, las acciones de los inversores y productores españoles estaban a punto de matar al Código Hayes si se producía cine en EE.UU. El hecho de tener 80 años de cine a sus espaldas les daba el margen de la experiencia y de la disponibilidad de películas. El público empezaba a querer ver películas en mejor calidad que las que se producían en EE.UU. y esa competencia les estaba dañando si se aferraban a los códigos morales.

Además las redes de distribución tradicionales se venían abajo ante una nueva política comercial que incluía emisiones televisivas, logrando atraer al gran público con concursos, series,... (algunas desde la perspectiva española con décadas de antigüedad); y las grandes productoras (aunque varias ya estaban bajo control de inversores españoles) se enfrentaban a una serie competencia de las más pequeñas pero efectivas españolas.

Lo mismo sucedía con el mérito, actores y directores que en este momento no decían nada recibían buenas ofertas para películas y series.

El cambio estaba también llegando a los medios de comunicación, los poderosos barones de la prensa veían como empresas vinculadas a los españoles se apoderaban de radios y periódicos, y ante todo de la publicidad, un enorme negocio que creía desmesuradamente con técnicas y fórmulas inimaginables años antes.

Todo ello daba a diversos fondos estatales españoles una poderosa posición para influir en la sociedad estadounidense.


Domper
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Mensaje por Domper »

La San Marcial era, paradójicamente, la última división española en incorporarse a las operaciones en Francia. Siendo una de las dos divisiones anteriores a las fracturas, sus brigadas habían sido expandidas al tamaño de divisiones, siendo sustituidas en la San Marcial por otras de nueva formación, las Cerdeña, Nápoles y Sicilia, que heredaban sus nombres de los Tercios Viejos del siglo XVI. Estas unidades estaban equipadas con una mezcla de material nuevo y viejo: su regimiento acorazado, el antiguo regimiento de caballería Alcántara (procedente de la guarnición de Melilla, ahora reducida de tamaño) estaba equipado con tanques Lince C, pero las unidades mecanizadas empleaban el fiable pero obsoleto M113, y la artillería autopropulsada empleaba obuses norteamericanos en chasis de Farnesios.

Entre el equipo de la San Marcial figuraba la última incorporación al arsenal español: el blindado Valdivia, la versión española del MOVAG Piranha que cuando se produjo la Fractura se estaba considerando fabricar. En cuanto pasase la emergencia el Valdivia estaba destinado a sustituir a los BMR y a los VEC, que a su vez serían cedidos a países aliados. Por ello existía en dos versiones: una de transporte, con un montaje con ametralladora de 12,7 mm o lanzagranadas (que se podía manejar desde el interior del blindado), y otra de reconocimiento con torre armada con cañón de 20 mm. Vehículos de ambas versiones habían llegado al renacido regimiento Jaén, ahora una unidad de caballería blindada que reconocía el terreno por delante de la división.

La compañía de reconocimiento del regimiento de caballería acorazada Taxdir disponía, además de los Valdivia, de blindados Nyala, todoterrenos VAMTAC, e incluso tenía un pelotón con motocicletas todoterreno. La tarea de la compañía no era fácil, pues al moverse por delante de la división era la que con mayor probabilidad se encontraría con fuerzas enemigas. De hecho, lo estaba haciendo, y en grandes cantidades: pero se trataba de columnas de desmoralizados y agotados soldados alemanes, que tras ser bombardeados por los cazabombarderos y los helicópteros que precedían a las avanzadas, casi se alegraban de ver pasar a los españoles.

Las órdenes de la unidad era avanzar lo más rápidamente posible, incluso incurriendo algunos riesgos, y por ello no podían detenerse para vigilar a los primero cientos y luego miles de alemanes que se rendían. Para que los prisioneros no demorasen el avance, tras las avanzadas de la San Marcial había patrullas mixtas formadas por agentes de la Guardia Civil y por gendarmes franceses, que conducían a los capturados hasta los campos de prisioneros provisionales que se estaban creando, vigilados en parte por estas fuerzas mixtas, en parte por milicianos de las FFI a los que se les advertía severamente contra el maltrato a los prisioneros. Los escalones sanitarios avanzados trataban a los heridos y a los enfermos, preparando su posterior evacuación.

El avance era rápido pero no alocado. Ante las divisiones españolas volaban aviones de reconocimiento Texán y Air Tractor, que no solo observaban los puntos sospechosos, sino que lanzaban octavillas en las que se animaba a la población francesa a que delatase la posición de los alemanes: tenían que extender trapos o mantas de colores en el suelo, y blancas si el terreno estaba despejado. Esas octavillas incluían un mensaje en alemán: si los soldados en retirada maltrataban a los civiles franceses, incluyendo a aquellos que desplegasen trapos o banderas, serían juzgados sumariamente. También se indicaba que si una unidad alemana usaba los trapos blancos (escogido el color porque implicaba la rendición) para ocultarse, luego no se admitiría la capitulación.

Tras los aviones volaban helicópteros HR.30, que eran versiones con armamento ligero de los AS 350 Ecureuil, que observaban los puntos sospechosos. Si el terreno parecía despejado, una sección (que contaba con vehículos ligeros y blindados) avanzaba, mientras la otra se preparaba para proporcionar apoyo. Si se sospechaba de la presencia del enemigo, patrullas a pie o en motocicletas inspeccionaban el lugar. Cuando había resistencia la compañía la rodeaba: su misión no era combatir sino explorar; serían los tanques y la infantería los que redujesen al enemigo.

La San Marcial se había incorporado al avance el Châteroux, a mitad camino de Orleans, y solo esporádicamente encontraba resistencia; el principal problema lo planteaban los prisioneros y sobre todo su protección contra los vengativos franceses. Tan solo había tenido que combatir para forzar el paso del río Le Chef, uno de esos riachuelos franceses que luego resultaban ser anchos y profundos, pero los civiles habían conducido a los españoles hasta un puente que seguía intacto, mediante el cual habían rodeado a los defensores. Con infantería española a su espalda, y enfrentados a los tanques Lince, depusieron las armas tras un corto enfrentamiento, más por salvar el honor que por tener ánimo de resistir.

Ya solo quedaban treinta kilómetros hasta Blois con su famoso castillo. La compañía de reconocimiento esperaba cubrirlos en unas horas, cuando un grupo de civiles hicieron señas a los españoles.

—Messieurs les soldaos espagnols, avons besoin de nous rejoinder.

—¿Qué pasa, Paco? —preguntó el capitán al mando al intérprete.

—Esos tipos dicen que les sigamos.

—Pregúntales qué pasa.

—Qu'est-ce qui se passe? Pourquoi avons-nous besoin? Il y a ici Allemands?

—Les boches brûlent le village! Ils tuen des gents!

—Capitán, este hombre dice que los alemanes están matando gente y quemando las casas.

Para confirmarlo, se podía ver hacia el oeste una cercana columna de humo. Justo entonces llegó un aviso.

—Ardilla seis —era el indicativo de un helicóptero— a Taxdir dos, hay actividad alemana en Fougères-sur-Bièvre. Parece que están quemando el pueblo.

—¡Vamos allá!

La compañía, olvidando toda precaución, se lanzó por la carretera en dirección a la cada vez mayor humareda. Pasó por una aldea en la que pudieron ver cadáveres tirados en las cunetas. No eran soldados, sino civiles, incluyendo mujeres y hasta niños. Los conductores de los blindados, con los dientes prietos, aceleraron al máximo. Dos minutos después entraron en el pueblo por una carretera que serpenteaba. En una revuelta, desde uno de los VAMTAC vieron unos alemanes que llevaban una lata de gasolina. Una ráfaga acabó con ellos. Poco más allá estaba la iglesia, cuyo tejado ardía. Varios alemanes que disparaban a las mujeres que intentaban escapar. Los germanos habían escuchado las ráfagas, pero pensaban que eran fusilamientos; por eso les sorprendió la arremetida de los blindados. Un Valdivia se lanzó contra ellos y los atropelló; dos soldados que corrían fueron ametrallados.

La compañía española invirtió las tornas; lo que había sido una caza e civiles franceses se convirtió en una caza de alemanes. El furor impidió cualquier piedad: los heridos eran rematados atropellados por los blindados, o aplastados contra las paredes. Solo se aceptó la rendición de una docena de soldados que resistían en la escuela: se les amenazó con quemarlos vivos si tocaban a los niños que mantenían como rehenes. Los soldados salieron con las manos en alto, pero no fueron tratados como prisioneros: criminales atrapados in fraganti, fueron entregados a las autoridades francesas: el alcalde y dos gendarmes que aun seguían vivos, que prometieron mantenerlos con vida mientras esperaban el proceso.



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APVid
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Mensaje por APVid »

MINISTERIO DE CULTURA ESPAÑA.

A pesar de la guerra, las Facultades de Historia españolas estaban desbordadas no solo por las peticiones del Ministerio de Defensa de los expertos en la 2ª GM, sino por peticiones de personal cualificado en arqueología.

Ciertamente se había clasificado la ubicación los hallazgos en territorios en guerra para evitar saqueos, lo que impedía por ejemplo empezar a desenterrar el Ejército de Terracota, pero en otros lugares se había enviado personal para colaborar con los estudiosos del lugar e indicarles como y donde realizar una excavación con las mejores técnicas modernas, para evitar errores y preservar el mayor número de restos. Así Lucy y otras especies de homínidos habían salido a la luz con cuidado y eficiencia, se excavaban decenas de tumbas egipcias, ciudades en Mesopotamia (aprovechando la calma en la región),... Las lenguas descifradas como el lineal B o el maya se compartían con los estudiosos.

Pero también había un interés para España, así uno a uno los barcos hundidos cuyo paradero era conocido fueron explorados por la Administración, recuperando sus tesoros.


MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE

Mientras se trazaban las ideas para un Protocolo mundial contra la contaminación, y que con datos como la Gran Niebla de 1952, servirían para atraer a las naciones a él. Por otro lado se iniciaba con biologos y colaboración con otros países planes para salvar especies futuramente extintas cuya situación ya se conocía.


ANKARA (TURQUÍA)

Las negociaciones seguían con España, está quería algunos cambios en el país para evitar problemas en el futuro tanto nacionales como con las minorías.

Había sido una buena baza que España entregara los datos precisos de donde ocurrirían terremotos en el futuro proximo, medida que había permitido por ejemplo a México estar listo para el terremoto de Colima y reducir de 90 a 3 el número de muertos y a menos de 100 el de edificios destruidos.


Domper
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Mensaje por Domper »

—No hay ninguna duda ni de lo ocurrido ni de la autoría. Los asesinos pertenecían a la división SS Das Reich, que se estaba retirando tras ser derrotada en Montauban dejando un rastro de cadáveres.

—Gracias, comandante Fernández —el asunto había sido considerado lo suficientemente grave para que García Martín enviase a uno de sus ayudantes a informar al Presidente del Gobierno— ¿Se sabe cuántas son las víctimas?

—En Fougeres se han encontrado doscientos treinta y un cuerpos—repuso el oficial—, incluyendo los de sesenta niños. Pero los SS ya habían cometido atrocidades en lugares cercanos. En la aldea de Feings, que está al lado de Fougeres, había ciento quince víctimas. Cerca de Limoges hemos encontrado una fosa común con doscientos cadáveres. Calculamos que han asesinado a un millar de civiles franceses como mínimo, de los que doscientos o trescientos son niños. En Fougeres hemos encontrado hasta a niños de pecho con la cabeza aplastada a culatazos.

—Ya sabíamos a quién nos enfrentábamos —dijo el presidente Samitier—, pero ver las pruebas de la barbarie y no poder impedirlo resulta frstrante ¿Se han recogido pruebas de lo ocurrido?

—Sí, señor presidente. Un equipo de forenses está trabajando en Feings y otro ha debido llegar ya a Fougeres. Están identificando los cadáveres y determinando las causas de defunción. Además se ha permitido el acceso a la prensa acreditada. El general ha tomado la decisión sin consultar, pero consideró que cuanto antes llegasen los periodistas, menos posibilidades habría de que los alemanes negasen lo ocurrido. Incluso hemos tenido la fortuna, por llamarlo de alguna manera, de que un corresponsal de prensa acompañase a la compañía de reconocimiento que fue la primera en llegar al lugar. Ese periodista ha filmado los hechos.

—NO sé si eso será bueno ¿no se excederían nuestros hombres?

—No, o no mucho, señor presidente. Los soldados de la compañía habían sido aleccionados antes del combate para que se comportasen pues iban a tener la compañía de la prensa. Aun así, estoy seguro que al ver la masacre no se andarían con florituras, pero lo que pudiese ocurrir no fue grabado por el corresponsal, seguramente no por no haberlo visto, sino por no querer hacerlo. Según se me ha informado, ese periodista estaba aun más enfadado que nuestros soldados, y exigía que la historia saliese a la luz cuanto antes.

—Saldrá a la luz. No voy a permitir que se oculte nada —tras los sucesos del 11-M y de Cartagena, se era muy cuidadoso con el trato a la prensa—. Otra cuestión ¿Tenemos la seguridad de que fueron los SS los autores?

—Sí, presidente. Aunque la compañía de reconocimiento acabó con casi todos…

—¿A cuántos mataron?

—Por lo menos a cuarenta. No hubo heridos, pero han capturado a unos cuantos que han dejado bajo la custodia de las autoridades francesas. Las insignias que llevaban eran de la Das Reich, e incluso un oficial exigió que se le tratase como prisionero de guerra, presentando una chapa de identificación.

—¡Vaya descaro!

—Eso pensaron los gendarmes franceses. Lamento tener que decirle que ese oficial falleció de sus heridas —dijo con una sonrisa amarga.

—¿No decía que no se capturaron heridos?

—De alguna manera se arrancó las unas y se sacó los ojos intentando escapar. O eso dijeron los franceses. No se preocupe, no fue cosa de nuestras tropas. Con el calor del combate no tuvieron piedad, pero luego han sido un modelo de corrección con los prisioneros. Aunque sin amabilidades, se lo aseguro.

—¿No hubiese sido mejor que hubiésemos custodiado nosotros a los SS? —preguntó el presidente Samitier.

—Ni se llegó a plantear la cuestión. La compañía tenía órdenes de dejar a los presos vigilados por los gendarmes, y eso hizo. El general piensa que fue lo mejor. Recuerde que en España se ha abolido la pena de muerte, pero en Francia sigue vigente.

—Tiene razón. La cuestión de los juicios a los nazis ya se había planteado, y habíamos decidido que no sería conveniente reintroducir en España la pena de muerte, pues ya estamos encontrando bastante oposición con el programa nuclear. Se decidió que lo mejor era que los nazis se enfrentasen a los tribunales de los países donde cometieron sus crímenes, que serán menos indulgentes que los nuestros.

Ese mismo día la televisión española mostraba las grabaciones de la matanza. Al día siguiente fueron portada en medio mundo.



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El coche estaba esperando en un cruce cuando dos agentes de paisano abrieron las puertas y subieron, uno junto al conductor, otro al lado del pasajero.

—Será mejor que se ponga en marcha —dijo uno de ellos al conductor—. Siga por esa calle.

—¿Qué ocurre? ¡Soy un diplomático protegido por las leyes internacionales! —gritó Hans Thomsen, encargado de negocios de Alemania en Washington.
—En seguida lo sabrá.

Los agentes obligaron a que el vehículo se detuviese en el patio de atrás de una casa que tenía las ventanas cerradas. Hicieron bajar al diplomático y lo condujeron al edificio. Allí le esperaban dos hombres, uno con ropas a la moda, otro al que el extraño corte de su traje delataba como español.

—Gracias, agentes.

—¡Esto es un atropello! —gritó Thomsen.

—Serénese, por favor—le dijo el español en un inglés perfecto—. Si estos señores le han acompañado hasta aquí es porque va a ser la única manera de que podamos tener una conversación tranquila. Serán solo unos minutos. Luego le dejaremos salir.

—Protestaré ante el gobierno norteamericano. Tengo inmunidad diplomática y al detenerme están cometiendo un delito federal. Esta misma tarde el FBI les va a pedir explicaciones.

El español se echó a reír, y con un gesto de la cabeza pidió a su compañero que tomase la palabra. Este pidió al agente que se acercase y que mostrase su identificación: pertenecía al FBI.

—Señor Thomsen, como le supongo buen conocedor de la política norteamericana, no le extrañará que las autoridades federales se hayan puesto a nuestra disposición— siguió el español.

—¡Organizaré un escándalo!

—¡Calle de una vez! Es la única manera de que usted y yo podamos tener una reunión tranquila. Pero si lo prefiere, ahí tiene la puerta ¿Verdad, señor Smith, que nadie se lo impedirá?

—Desde luego —dijo el acompañante del español—. El señor puede salir cuando quiera. Pero si prefiere hacerlo, tendrá que venir conmigo al Departamento de Estado, pues el señor Hull quiere hacerle unas cuestiones sobre lo ocurrido anteayer en Francia.

—Todo eso que ha salido en los periódicos no es más que una patraña.

—¿Patraña? —dijo el agente—. No es lo que cree el señor Hull. Por su bien y el de su país, le pido que hable con mi acompañante. No le cuesta nada.

El alemán entonces se dirigió al español—: Es una reunión muy irregular, señor…

—Puede llamarme García. Mi compañero, como ya ha escuchado, es el señor “Smith”.

—¿Qué es lo que quiere?

—Señor Thomsen, espero que esté al tanto de lo que está ocurriendo en Francia ¿leyó los periódicos de ayer? Hablan del comportamiento de las tropas de su país.

—Mentiras.

—¿Mentiras? Le agradecería que revise este informe.

El español entregó al alemán una carpeta. Contenía decenas de fotografías: de niños muertos, asesinados a balazos, o quemados vivos. También mostraban imágenes de un pueblo en ruinas, lleno de soldados españoles y franceses. Luego le enseñó una foto de un hombre rubio (las fotos eran en color) que vestía los restos de un uniforme alemán.

—Se trata del Obersturmbannführer Adolf Diekmann, que fue capturado en Fougères-sur-Bièvre, el lugar donde se cometió la matanza. No se esfuerce en negarlo: tenemos testigos y hasta una película. Esa persona repugnante es el responsable de al menos trescientos asesinatos de civiles. Es lamentable, pero esos crímenes no han sido hechos aislados. Los ejércitos nazis están dejando en su retirada un rastro de cadáveres.

El encargado intentó protestar, pero “García” le interrumpió.

—Señor Thomsen, ahorre saliva que no estamos ante la prensa. Esto que le estoy mostrando no es sino un ejemplo. Tenemos pruebas abrumadoras de los desmanes que sus ejércitos están cometiendo. No creo que a estas alturas le extrañe, tras haber tenido a Hitler y su camarilla pregonando el odio durante años.

—¿Qué quiere de mí? No voy a traicionar a Alemania —Hans Thomsen había sido tentado por el almirante Souers, director de la oficina de inteligencia naval.

—Señor Thomsen, no me hable de traiciones. Son sus amos nazis los que están traicionando a Alemania, y usted, acatando sus órdenes, se convierte en su cómplice. Pero no he venido aquí para intentar que cambie de bando. Eso es algo suyo y de su conciencia. Aunque le recuerdo que mi gobierno ya advirtió en su día que, habiendo pruebas de los crímenes de Hitler y de sus lacayos, consideraría responsables a todos aquellos que colaboraron con ellos. Ahora le protege la inmunidad diplomática, pero cuando Alemania sea derrotada, que será pronto, tendrá que enfrentarse a la justicia. Pero no venía por ello. Tan solo deseo que transmita a su gobierno un aviso.

Señal de lo impresionado que estaba el diplomático fue que no discutió los duros apelativos con los que “García” se refería al gobierno alemán. Tal vez aun hubiese alguna esperanza con Thomsen, pensaron los norteamericanos. El diplomático alemán preguntó por la advertencia.

—¿Qué aviso? ¿No será otra balandronada?

“García” sonrió amargamente—. No, no se trata de un farol, sino una desgracia que va a caer sobre su país. Por favor, mire estas fotos —le entregó unas imágenes de una ciudad arrasada, con sus edificios convertidos en fachadas ennegrecidas— ¿Reconoce el lugar?

—¿Cómo voy a hacerlo?

—Tiene razón. Esto es lo que conseguirá Hitler para su país: que nadie pueda reconocerlo. Estas fotografías, en concreto, corresponden a una pequeña ciudad cercana a Baden, Phorzheim, que sufrió una catástrofe en la anterior línea temporal. Fue bombardeada en 1945, quedando reducida a escombros, y pereciendo la quinta parte de sus ciudadanos.

El alemán no podía apartar la vista de las fotografías. Primero eran de las ruinas, luego de cadáveres abrasados y de fosas comunes.

—Esto es lo que los asesinos a los que usted sirve van a conseguir para Alemania. Hasta ahora las fuerzas armadas españolas se habían abstenido de realizar ataques indiscriminados, pero resulta evidente que los criminales que dirigen su país no tienen el más mínimo respeto por la vida humana, y tampoco atienden a las advertencias. Esa camarilla solo se mantiene en el poder gracias al apoyo de los alemanes, que a partir de ahora también van a tener que pagar. No con sus vidas sino con sus propiedades. Porque, al contrario de lo que hicieron ustedes con Varsovia o Rotterdam, mi país va a permitir que los civiles puedan escapar.

“García” siguió.

—Salvar las vidas de inocentes, de los hijos de esos alemanes que todavía siguen apoyando a Hitler, es el motivo por el que reciben este aviso. Le recomiendo que indique a su gobierno que se apresure a evacuar la ciudad, pues dentro de cuarenta horas será destruida. No pierda tiempo: saquen de ese lugar a todo el mundo. Pero no olviden evacuar también a los trabajadores esclavos y a las personas que ustedes llaman “subhombres” Porque si no lo hacen, o si se les ocurre intentar proteger a Phorzheim con “escudos humanos” llevando presos, será otra ciudad alemana, mucho más poblada, la que sufrirá el ataque, esta vez sin previa advertencia. Por lo demás, nos importa muy poco lo que hagan: como si quieren llevar toda la artillería antiaérea de Alemania. Para acabar, recuérdele a Hitler y a sus esbirros que lo de esa desgraciada ciudad va a ser solo una advertencia. Cada vez que se repita algo como lo de Fougeres, una ciudad alemana será devastada.

Una vez el alemán volvió a su coche, el español habló un momento con “Smith”.

—TRnasmita al señor Hull y al señor Hoover, y al presidente, como no, el agradecimiento de mi país por la ayuda que nos están prestando. Hasta ahora ha sido imposible conseguir que los nazis se comporten como seres humanos. Vamos a ver si la destrucción de sus ciudades lo consigue. Pero España no quiere ser recordada como una asesina de niños, y por eso agradecemos que nos hayan ayudado a advertir a los nazis de lo que va a ocurrir.



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Al mismo tiempo que el encargado de negocios recibía el aviso, un BR.23B lanzaba ocho bombas guiadas que destruyeron las líneas férreas que entraban y salían de Phorzheim: los nazis no podrían usar los trenes para llenar la ciudad de judíos. Luego empezaron los sobrevuelos de reactores. Unos lanzaban octavillas que avisaban de la inminente destrucción de la ciudad, indicando los motivos. Otros vigilaban las rutas de acceso a la ciudad, para asegurarse que no llegasen columnas de prisioneros.

Cuando a Phorzheim solo le quedaban veinte horas se suspendieron las operaciones sobre Alemania. Solo unos pocos CRJ y EJ-195 siguieron con los vuelos de reconocimiento y con los lanzamientos de octavillas, en las que se relataba lo ocurrido en Francia, que Phorzheim iba a ser destruida, y que Hitler era incapaz de defender a su patria. Mientras, en Barajas y en Torrejón de Ardoz un centenar de aviones cargaban las bombas con las que iban a efectuar el ataque: Tritones y Pericos (Boeing 737 de patrulla marítima o de bombardeo), y la mayor parte de los Boeing 737 y de Airbus 320 y 330 convertidos en bombarderos. Solo unos pocos cargaban bombas guiadas por láser. En el resto se cargaban unas bombas especiales que se habían fabricado esperando no tener que emplearlas nunca: bombas de racimo con submuniciones incendiarias. En Zaragoza, una veintena de aviones de transporte cargaban con otros artefactos de grandes dimensiones.

Cuando anocheció, cuando a Phorzheim aun le quedaban dos horas, la aviación española comenzó sus operaciones. Como era de esperar, la Luftwaffe había reunido cerca de la ciudad a sus cazas nocturnos, confiando en que atacando en picado podrían derribar a algún avión español. Pero los primeros en llegar fueron dos Airbus A319E Atalaya, que con sus potentes radares guiaron a los cazas españoles que masacraron a los aparatos alemanes. Luego permanecieron sobre la ciudad, para dirigir a la columna de aviones que ya estaba sobrevolando Francia con destino a la desgraciada ciudad.

A las cuarenta horas justas del aviso en la ciudad se oyó el ruido de motores de aviones, y cuatro CRJ empezaron a lanzar bengalas sobre la ciudad. Decenas de reflectores los buscaron, mientras las baterías antiaéreas traídas a toda prisa empezaban a disparar. Pero no hicieron sino delatarse: más arriba esperaban cuatro A330 que con sus bombas guiadas destruyeron primero las baterías antiaéreas, luego los reflectores. Mientras los CRJ siguieron iluminando los tejados.

Los reflectores se apagaron y los cañones callaron: la mayor parte, destruidos, los pocos que quedaban temiendo delatarse. Entonces se empezó a escuchar un ruido como el de un enjambre de avispas: decenas de aviones que se acercaban. El ataque lo inició uno de los C-17 encontrados en Morón el que pasó sobre el centro de la ciudad, que lanzó cuatro bombas: grandes ingenios termobáricos de cuatro toneladas, que al estallar reventaron las ventanas y arrancaron los tejados de la mayor parte del centro. Fue seguido de ocho C-130 y doce C-295, que lanzaron ingenios el mismo tipo, que deshicieron tejados, reventaron fachadas y rompieron las conducciones. Luego llegaron los bombarderos. Guiados por los Atalaya, pasó uno cada treinta segundos, lanzando sus cargas que se abrían poco después. Miles de pequeñas bombas cayeron sobre el interior de las casas, cuyos tejados habían sido arrancados, iniciando un gran incendio. Cuando los aviones se alejaron el centro de la ciudad era una hoguera.



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Mensaje por urquhart »

ROMA, ITALIA

Sí señores, los españoles han destruido por completo la ciudad alemana de Phorzheim. Su absoluta superioridad aérea es incuestionable. Sin duda acertamos al retirarnos de la contienda.

Retirarnos, retirarnos, lo que se dice retirarnos...

Si lo dice por los sucesos de la Riviera, considere el Señor Ministro que hemos respondido a una agresión alemana contra nuestro territorio.

Agresión facilitada por el cretino del Comandante Francés, obviamente influido por nuestros servicios de inteligencia...

Este punto era del todo necesario, de igual modo que la voladura del Brenero.

Una voladura que en un futuro podrá considerarse innecesaria.

Tranquilicese Señor Ministro... los acuerdos bilaterales con España, y concretamente los referidos a las futuras vías de comunicación europeas, destinaran fondos adecuados para la reapertura y modernización del túnel.

¿Reabrir el túnel? ¿Con Alemania?

No, con Alemania no, con la futura República de Austria. El Embajador Vázquez me informa que España ha logrado reunir algunos disidentes austriacos, entre ellos un antiguo conocido nuestro, Georg Ludwig Von Trapp, formalizando un proto gobierno democrático.

¿Sin intervención interior?

Los españoles no desean aumentar los peligros a los que están sometidos los antiguos dirigentes democristianos y socialistas. Sabemos lo que les ocurrió a muchos cuando les dimos la espalda. Según nuestros datos70 mil austriacos fueron detenidos, deportados o directamente asesinados.

Señor Presidente... ¿porqué no reconocer a ese Gobierno?

De momento nadie lo ha hecho, ni siquiera España... aunque sería una importante baza de cara al futuro. ¿Qué consecuencias podría tener?

Militares pocas, casi nulas, de ser ciertas las cifras del desastre alemán en Francia. La Luftwaffe, lo que quede de ella, podría intentar algún ataque de represalia. La Regia Aeronautica podrá defender las ciudades industriales del norte.

De ser así tendríamos el casus belli que ni el incidente Adrian ni la voladura del Brenero nos han ofrecido.

Podríamos solicitar ayuda técnica a España

No, señores, de momento no. Aumenten las defensas de las ciudades que posiblemente fueran objeto de ataque alemán. Creo que disponemos de algún sistema de teledetección embarcado en buques de la Regia Marina. ¿hay opciones de contar con algún artilugio terrestre?

Señor Presidente, en la Galileo hay dos unidades casi finalizadas; es cuestión de destinarlas a la Aeronautica, aunque los técnicos deberán ser de la Marina.


Sea. Tan pronto dispongamos de los medios de defensa, reconoceremos al gobierno de Von Trapp como legítimo.


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Mensaje por urquhart »

SEDE DE LA GALILEO, ITALIA

Varios miembros de Superaereo visitaban las instalaciones de la Galileo, una de las empresas que fabricaban el Teledetector EC.3, o Guffo (Buho). La sorpresa fue mayúscula cuando los ingenieros de la empresa comunicaron que las necesidades de la Regia Aeronautica de un teledetector de base terrestre, ya estaban cubiertas. Uno de los EC.3 recién finalizados se encontraba en pruebas en Pratica di Mare, cerca de Roma; en una instalación de caracter terrestre (1)

También supieron de los intentos de realizar una versión aerotransportada del teledetector, tras los indicios de su existencia en Alemania, Reino Unido y España-



(1) La versión terrestre del EC.3, denominada Folaga, existió a partir de primavera de 1942. La versión aerotransportada, aparecería en fechas cercanas al Armisticio.

Para saber más: http://www.ilduce.net/radar.htm

Lamentablemente todas las imágenes que puedo obtener del radar Folaga no son patas para el FMG. Os invito a verlas mediante vuestro buscador.


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Mensaje por Domper »


Las mañanas de Ferrera. Onda Uno.

—Tenemos hoy con nosotros al Presidente del Gobierno, Don Eduardo Samitier Repáraz, que va ha podido encontrar un hueco en su apretada agenda para departir con nosotros.

—Siempre es un placer hablar con usted, señor Ferrera.

—Señor presidente, tengo que preguntarle por el tema candente de la semana ¿Qué llevó a su gobierno a ordenar la destrucción de una ciudad alemana? Ayer en el Parlamento ya contestó a las preguntas de los señores diputados, pero le agradecería que explicase a nuestros oyentes los motivos de tal decisión. Algunas voces recordaron el asesinato de Stalin, que aun crea polémica.

—Siempre estaré dispuesto a explicar a la ciudadanía las consideraciones que llevan al gobierno a tomar una u otra decisión. Sabe que mi política en una hora tan crítica es de transparencia. No siempre es posible explicar todo, pues como podrá suponer en medio de un conflicto en el que las vidas de nuestros militares están en juego, no podemos proporcionar información al enemigo.

—Desde luego, señor presidente.

—En primer lugar, y antes de entrar en la principal cuestión que usted me plantea, desearía hacer una puntualización. Al hablar del “asesinato” de Stalin está empleando la terminología con la que ciertos grupos de la oposición, por desgracia demasiado afines a cierta ideología totalitaria, tratan de denigrar las acciones de nuestras fuerzas armadas. Al hablar de asesinato quieren que la gente piense en un criminal que alevosamente dispara contra un ciudadano inocente. Stalin no era un ciudadano inocente, sino un criminal causante de la muerte de varios millones de personas, crimen del que no hay ninguna duda pues hasta los reconocieron las autoridades soviéticas en la anterior línea temporal. Había pruebas de que estaba preparando una nueva oleada de asesinatos, que se produjeron en la anterior línea temporal. No hará falta que le señale que la Guardia Civil no podía ir a Moscú a detener a ese asesino ¿qué otras alternativas había sino atacarle? Me permito recordarle que los mismos que criticaron ese ataque ahora están diciendo que debía haberse hecho lo mismo con Hitler.

—Es una cuestión interesante ¿podría explicarme por qué no fue el criminal alemán el objetivo?

—Ha sido una cuestión que consideraciones militares me han obligado a mantener en secreto, pero que ahora puedo relatar. Casi inmediatamente tras la Fractura se organizó una escuadrilla de bombarderos cuya principal misión era matar, fíjese que no sigo “asesinar” sino que más bien sería una ejecución.

—Extrajudicial.

—Desde luego, pero la única manera de llevarlo ante un tribunal sería permitir que asesinase antes a millones de judíos y otras víctimas inocentes. Por eso la escuadrilla que he citado ha estado preparando su ataque contra Hitler durante meses. Pero por desgracia, el dictador alemán ha estado cambiando continuamente de posición. Al parecer varios traidores neonazis españoles le previnieron contra un ataque de este tipo, y Hitler no solo ha cambiado continuamente de residencia, sino que está utilizando dobles para intentar engañarnos sobre sus movimientos. Aun así, en cuanto los alemanes atacaron alevosamente a nuestro país la citada escuadrilla lanzó un ataque sobre el búnker de la cancillería en Berlín, donde seguramente se encontraría, dirigiendo las operaciones militares. No puedo darle muchos más datos, pero parece que nuestros aviones fallaron por muy poco.

—Una lástima.

—Desde luego. Pero le repito lo que antes decía: ha sido una pena fallar con Hitler, pero parece que hacer lo mismo con Stalin, el peor asesino del siglo XX; es para algunos un crimen. Imagine mi opinión sobre tal inconsecuencia.

—Queda clara su posición. Pasemos al tema que nos ocupa ¿Cuáles fueron los motivos para destruir esa ciudad alemana?

—No ha sido una decisión sencilla. Desde la Fractura mi gobierno ha intentado, por todos los medios posibles, impedir el genocidio: hemos admitido a millones de refugiados a pesar del sacrificio que ha supuesto para nuestra sociedad; tengo el placer de decir que decenas de miles de esos refugiados, de esos “subhombres” según los nazis, están luchando en nuestros ejércitos con singular valentía. Hemos hecho advertencias repetidas tanto a diplomáticos como a militares alemanes, avisando que si cometían tropelías no quedarían impunes. Advertencias que han fracasado. Ya conoce lo que ha ocurrido en Francia. Lamento tener que decir que no ha sido un hecho aislado. Como expuse ayer en el Parlamento, aunque los nazis se habían contenido hasta ahora, al mismo tiempo que atacaban en los Pirineos empezaron los asesinatos masivos de judíos, gitanos y otras minorías. Nuestros aviones de reconocimiento han descubierto que se están enviando trenes cargados de esas pobres víctimas hacia lugares apartados, donde son asesinadas y enterradas en fosas comunes.

—¿No hubiese sido mejor destruir las cámaras de gas?

—Desde luego, señor Ferrera, si existiesen. Pero las cámaras de gas aun no se han construido en esta línea temporal. Los campos de Belzec, Sobibor, Treblinka y Majdanek aun no existen, y Auschwitz todavía es solo un campo de concentración. Los bombarderos españoles han atacado las líneas ferroviarias que condicen a ellos y a los alemanes les va a resultar imposible mover trenes cargados de víctimas. Pero eso no les impide matar. No lo hacen con gas, pero sí a tiros. No conocemos la cifra de víctimas pero, a tenor de las fotografías aéreas de fosas comunes, y según algunos testimonios, son decenas de miles.

—Es terrible.

—Desde luego que es terrible, y es algo que mi gobierno no puede tolerar. Hasta ahora las advertencias verbales han sido inútiles ¿Qué otras alternativas nos quedaban, aparte de seguir con las operaciones militares?

—No lo sé, tal vez se podría haber atacado alguna ciudad relacionada con los campos de concentración, como señaló ayer el señor Orilla en el Parlamento.

—Le respondo lo mismo que ayer: esas ciudades eran precisamente las que no podíamos atacar. Atacar una ciudad sin advertencia previa es algo que las Fuerzas Armadas españolas no van a hacer. Pero si los nazis tienen un aviso de ese tipo, llenarán el objetivo de judíos, esperando que nosotros seamos los asesinos. Precisamente, uno de los motivos para la elección de la ciudad era que estaba alejada de campos como el de Dachau. También lo fue que en esa localidad, al no ser un centro fabril, apenas había trabajadores esclavos, que seguramente los nazis no hubiesen evacuado.

—Pero eso significa que se bombardeó una ciudad inocente.

—Señor Ferrera, le ruego que no emplee la terminología de esos partidos que creen tener la superioridad moral. Lejos de mi sugerir que Phorzheim fuese culpable de nada. Pero entre los motivos que nos indujeron a seleccionarla, aparte de no haber ni campos de concentración ni grandes fábricas cercanas, estaba el de ser una localidad pequeña y fácil de evacuar, y sobre todo que se estuviese convirtiendo en un punto clave de producción de materia militar.

—No entiendo lo que me dice. Según lo que pone en las enciclopedias, Phorzheim se dedicaba a la joyería y a la relojería.

—Desde luego, pero solo en tiempos de paz. Recuerde que una joyería es un taller de precisión, y que las espoletas de tiempo que usa el ejército alemán son de relojería. Esa ciudad estaba llena de talleres en los que se confeccionaban espoletas de todo tipo, pero no en factorías de las afueras, sino en los locales del centro de la ciudad. Destruyéndolos no solo advertimos a los alemanes de las consecuencias de sus actos, sino que destruimos un centro clave en el esfuerzo de guerra alemán (1).

(1): Es cierto. Phorzheim destacaba por sus joyerías y relojerías, siendo uno de los puntos principales de Alemania dedicados a era tarea (no tanto como Suiza pero en esa línea) y, como es obvio, durante la SGM siguió dedicándose a lo mismo. Pero como la demanda de sortijas o de relojes de pulsera no era grande, se dedicaron a otros artefactos de precisión.



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El comandante Marcos pensaba que montar en el Flecha tras haber pilotado un Typhoon era como dejar una Harley para conducir un Vespino. Aunque al menos era de los afortunados de seguir pilotando reactores. Pues los potentes Typhoon de la escuadrilla estaban en su mayoría aparcados en Morón, esperando unos repuestos que a saber cuándo llegarían.

Al menos el grupo se había librado de ser reequipado con los Chirris, y había recibido unos preciosos F-5, mejor dicho, C.19A Flecha, recién salidos de la fábrica. Además llevaban motores J85, digo J1, que ya eran medianamente fiable, y uno podía montarse en esos aviones sin tener que pensar en si podrías volver o no a la base.

Además el F-5 siempre había sido una delicia. Un avión de piloto, si alguna vez lo ha habido, tan ágil que en combate evolucionante podía rivalizar con los EF-18 e incluso con los Typhoon y al mismo tiempo tan noble que resultaba casi imposible meterlo en barrena. Su principal carencia era la electrónica y la carencia de misiles de largo alcance; porque el F-5 tenía los equipos justos para volar sin perderse, y se necesitaba la dirección desde tierra o desde radares aerotransportados (más bastante suerte) para poder efectuar intercepciones sin visibilidad. Tampoco ayudaba el estar limitado a los Sidewinder Juli, o Banderilla 2, como llamaban a la versión nacional. Los dichosos misiles tenían dificultades para blocarse con las emisiones de los motores de los cazas, y la escuadrilla los usaba ahora casi exclusivamente contra polimotores; a los cazas o se les ignoraba, o se les daba caza (valga la redundancia) mediante el armamento interno.

También era un incordio que el F-5 fuese un avión de patas cortas. Aunque la escuadrilla había sido trasladada a la base aérea de Blagnac, cerca de Toulouse (cuya pista había sido ampliada y reforzada), en buena parte de las misiones era necesario repostar en vuelo. Menos mal que los Flecha salían de fábrica con la sonda, aunque afease las bonitas líneas del avión, y que el Ejército del Aire había modificado un buen número de A330 para esa misión. La tarea de los “Repsol” era oscura pero imprescindible.

La carencia cada vez mayor de repuestos estaba atando a tierra a las unidades con EF-18 y con Typhoon: ahora se usaban casi exclusivamente como interceptores nocturnos, e incluso en esa misión estaban siendo sustituidos por los aviones de hélice Águila y por los reactores Gladio. Cuando se recibiesen los primeros C.19C, que llevaban radar, otro gallo cantaría; pero por ahora los F-5 operaban casi exclusivamente de día, en misiones que eran un aburrimiento: las de superioridad aérea se limitaban a largas patrullas porque los alemanes, por fin, habían descubierto que los Airbus Atalaya los detectaban nada más que despegar enviando contra ellos a un reactor, y ya no se atrevían a asomar el morro. Marcos, cuando pilotaba Typhoon, había derribado a trece alemanes, diez en los primeros dos días. Al menos ya era un as. Pero luego con el Flecha solo había derribado otros cuatro, y ya llevaba un mes sin ver un alemán en el aire.

Las misiones de ataque no eran mucho más divertidas, pues todo era llegar a una zona, escoger un blanco y tirarle un misil. Las órdenes eran de no efectuar ataques rasantes salvo si había tropas propias implicadas, y eso no se daba prácticamente nunca. Pues las misiones de asalto se estaban reservando a los Chirris, que salían de las fábricas como churros. Los F-5 habitualmente se mantenían a más de cuatro mil pies, fuera del alcance de la antiaérea y de la fusilería. Antes el límite había estado en ocho mil pies, pero se había visto que era seguro bajar un poco más. Unas veces se tiraban bombas tontas a bases alemanas que ya parecían la Luna de tantos cráteres. Las otras, se empleaban armas guiadas, sobre todo los misiles Maverick, a un ritmo tan rápido que ya habían gastado los que había en el arsenal; menos mal que también empezaba a salir de las fábricas una copia. Marcos se imaginaba que España se estaba convirtiendo en una inmensa factoría de armamento, algo que no tenía que estar gustando mucho a los pacifistas. Pues había quiénes pensaban que se podía negociar la paz con Hitler. Menos mal que esos ilusos no tenían ni voz ni voto en el gobierno.

Pero la misión de hoy iba a ser diferente, y habían tenido que entrenarse a fondo para que saliese bien. Ocho F-5 despegaron de Blagnac, sin armamento externo y llevando depósitos de combustible en las puntas de las alas. Los aviones siguieron hacia el norte hasta sobrevolar una gran ciudad, con unas avenidas que formaban unas inconfundibles estrellas: París. Los aparatos descendieron e hicieron una primera pasada sobre el Arco del Triunfo y los Campos Elíseos. Luego se separaron en dos grupos y encendieron los generadores de humo: formaron las banderas española y francesa, que se entrelazaron en el cielo.



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