LA FRACTURA

La Historia Militar española desde la antiguedad hasta hoy. Los Tercios, la Conquista, la Armada Invencible, las guerras coloniales y de Africa.
Domper
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Roca, JA. La Segunda Batalla de las Ardenas. HRM Ediciones. Zaragoza (2012 dF).

En el flanco izquierdo alemán, al este de Luxemburgo, la ofensiva alemana apenas consiguió progresos. El terreno era más abrupto que en el sector occidental, y había menos vías de comunicación. Además la nevada fue de intensidad muy superior: en algunos puntos llegaron a caer más de 120 cm de nieve, que el viento acumuló en ventisqueros infranqueables. En estas condiciones imposibles, el ataque del Tercer Ejército SS tuvo que retrasarse hasta el amanecer, cuando la primera división francesa ya estaba alerta. El fuego de la artillería alemana resultó completamente ineficaz: no solo por la gran capa de nieve, sino porque disparó sobre las posiciones que los eslovacos habían dejado dos días antes a los franceses. La división francesa no las había ocupado sino que solo había establecido una cadena de puestos de vigilancia, que los germanos no conocían y que no fueron bombardeados. La artillería francesa, por el contrario, causó pérdidas muy importantes a los atacantes. Estaba equipada con cañones de 105 y 155 mm de origen norteamericano, bastantes de ellos en montajes autopropulsados por lo que sus sirvientes padecieron menos las bajas temperaturas. Sus proyectiles empleaban espoletas de proximidad que no se afectaban por la nieve. Las direcciones de tiro eran modernas permitiendo controlar el fuego de todas las baterías, con procedimientos como el “time on target” que resultaron mortales contra las fuerzas alemanas. Se disponía también de algunos radares de contrabatería de origen español. Gracias a estos medios la artillería alemana quedó fuera de combate tras un corto intercambio. Posteriormente las baterías francesas dispararon contra los puntos de partida de la infantería que intentaba abrirse camino en el manto blanco. La capa de nieve era tan profunda que era preciso que los hombres abriesen huella, formando zanjas de un metro de profundidad o incluso más, que resultaron fácil objetivo para las armas francesas. Además el general Legentilhomme, considerando que las pésimas condiciones meteorológicas iban a hacer imposibles los movimientos por los bosques, no intentó mantener una línea continua, sino que formó varios grupos de combate que bloquearon las escasas comunicaciones. A mediodía los alemanes habían avanzado menos de cinco kilómetros, y sus carros de combate seguían en la retaguardia, atascados en la nieve.

La gran nevada estaba causando serias dificultades de abastecimiento a los alemanes. Los franceses, que disponían de gran cantidad de vehículos de origen norteamericano y español, bastantes de ellos con hojas empujadoras, pudieron mantener un flujo más o menos constante de suministros y municiones. Pero los alemanes dependían casi por completo del transporte hipomóvil, y los caballos, hundidos hasta los corvejones en la nieve, no podían arrastrar los pesados carromatos cargados de combustible y municiones. Muchos de los animales murieron, atrapados en la nieve o por enfermedades causadas por el frío; la pérdida de gran parte de su cabaña complicó los abastecimientos del Tercer Ejército SS en las operaciones subsiguientes.

A media mañana se produjeron algunos enfrentamientos entre infantes alemanes y blindados franceses, aunque la mayor parte de las bajas no las causaron las armas sino el frío, afectando más a los alemanes, que se movían a pie y trataban de atacar. De nuevo, la artillería francesa resultó muy efectiva y detuvo a los atacantes. Hasta mediodía no participaron los carros de combate alemanes. Como en el caso de la división polaca, los batallones de carros de Legentilhomme tenían una proporción importante de Sherman con cañón SB75 (uno de cada tres tanques)que podía batir a los carros alemanes. Disparando desde posiciones preparadas, rechazaron los ataques con escasas bajas. Al día siguiente se reprodujeron los enfrentamientos entre tanques; la división francesa perdió 25 blindados (incluyendo diecisiete Sherman), pero los alemanes unos doscientos, aunque la mayoría no por daños en combate, sino por tener que ser abandonados al resbalar fuera de los caminos, por averías mecánicas causadas por el frío, o al carecer de combustible.

La afortunada resistencia de la división francesa (en lo que posteriormente fue llamada la batalla de Contern) trastocó los planes germanos, según los cuales Luxemburgo debiera haber sido rodeado a lo largo del primer día. También hizo que los atacantes no pudiesen aprovechar el pánico que sufrió la Primera División Rápida eslovaca, situada a su izquierda. Aunque según los planes iniciales la división francesa tenía que actuar como los polacos, cediendo terreno poco a poco, Legentilhomme indicó al general García Martín que podía seguir resistiendo en las posiciones iniciales con facilidad. García Martín aprobó la sugerencia, reforzando a los franceses con la división polivalente Urgell. En las siguientes tres días se repitieron los ataques contra la línea franco española, que fueron rechazados con facilidad. Al no ser considerada necesaria la intervención de la división pesada Extremadura, fue asignada al cuerpo pesado y trasladada a Luxemburgo, a medida que lo permitían las condiciones meteorológicas, e incorporada al cuerpo acorazado, acompañando a las divisiones Guadarrama y Guzmán el Bueno, que ya estaban llegando a la ciudad ducal.

La victoria de Contern, en la que una división francesa sin apoyo había sido capaz de derrotar a un enemigo seis veces superior, fue magnificada por la historiografía oficial francesa, que la consideró una revancha de las derrotas de 1940. Llegó a ser comparada con batallas como las de Austerlitz, Solferino o el Marne. En la localidad Contern (que dio nombre a la batalla), donde el Primer Regimiento de Fusileros Marinos rechazó los ataques de la 38ª división SS de granaderos panzer Nibelungen, un monolito recuerda la gesta francesa.



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A Michal se le estaban helando las pestañas. A pesar del magnífico equipo de abrigo que tenía: un “anorak”, es decir, una especie de tabardo, que era a la vez impermeable y caliente; un pantalón acolchado, botas impermeables, gorro, guantes, mascarilla de protección facial, gafas. A pesar de todo eso la nariz y los dedos se le helaban; compadecía a los pobres diablos que tenía enfrente.

Los cabr**** de eslovacos habían hecho la “espantá”, como decían sus compañeros españoles, y la división había tenido que correr a cubrir sus posiciones. Por suerte la carrerita no había afectado a la compañía de Michal, que seguía cubriendo la misma colina. Pero la elevación al sur, detrás de las posiciones, había quedado sin apenas vigilancia. También el pelotón de cañones de su hermana Rachel había tenido que salir a tapar el agujero que habían dejado los centroeuropeos.

El primer día de la batalla había pasado con pena por el dichoso frío pero sin gloria. Los alemanes apenas se habían dejado ver. A lo sumo, algún morterazo, pero al ver que las bombas quedaban enterradas en la nieve y nadie se enteraba si estallaban, habían dejado de disparar. Mejor, porque la nevada había sido tal que las posiciones de la sección habían quedado enterradas, y había sido preciso cavar agujeros en la nieve. Los habían regado abundantemente para formar bloques de hielo que pudiesen detener las balas, pero los pozos no eran como los excelentes blocaos que ahora estaban bajo un metro y pico de capa blanca.

Además volvía a nevar, y no se veía ni un pimiento. Aunque, bien pensado ¿es que los pimientos son fáciles de ver? Michal no entendía las expresiones hispanas. La cuestión era que apenas se veía a unos metros, y podía colarse la caravana de un circo sin que nadie se enterase. La compañía basaba la vigilancia más que en ojos y oídos, en los cables enterrados que activaban cargas explosivas…

¡BOOM!

Un fogonazo abrió las sombras a su derecha. Michal se levantó un poco y preparó una bomba de mano. Ya había dado órdenes a sus soldados: pensárselo tres veces antes de disparar, porque los fogonazos de los tiros descubren la posición; de noche o con niebla, y para combatir a corta distancia, lo mejor eran las bombas de mano, que no delataban a su lanzador. Entonces Michal creyó ver una sombra delante. El sargento se quedó rígido mientras intentaba divisar algo, rezando para que no le viesen; esperaba que el sobretodo blanco que llevaba le ocultase. Entonces empezó a ver a los atacantes, que iban con ropas oscuras. Estaban lo suficientemente cerca: tomó una granada defensiva, tiró de la lengüeta del seguro y contó hasta dos antes de lanzarla: era una práctica peligrosa, pero así el artefacto estallaría en el aire y sería más efectivo. Nada más tirarla, Michal se agachó —las granadas defensivas pueden afectar al lanzador— hasta que escuchó un estampido y luego unos gemidos. No se confió y tiró otras dos bombas. Luego pidió fuego de apoyo.

Cuatro minutos después se escuchó un ruido como el que hace un tren que se acerca, y a un centenar de metros se produjo una gran explosión, y luego otra, y otra. Tras el corto bombardeo, atisbó el campo: vio una silueta que trataba de escapar, y le disparó tres veces con su CETME. Se escucharon disparos aislados, y nada más.

Michal esperó otro asalto, pero no se produjo. Por lo visto el enfrentamiento había sido solo un tanteo. Cuando oscureció, recorrió la línea para mantener atentos a los centinelas, y luego se retiró al refugio excavado en la nieve en el que iba a intentar pasar la noche.



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LA CARRERA
La reconstrucción de la Sociedad Digital - 1940 y 1941 pF.


En febrero de 1941 la planta de procesadores de Tres Cantos estaba ya en funcionamiento, las dificultades no habían sido menores, pero sus robots producían ya procesadores a escala industrial, al punto de que no se utilizaría la planta a su máxima capacidad durante mucho tiempo.

Las necesidades del momento orbitaban en torno al mantenimiento de la producción de los sistemas críticos de defensa sobre los que ya se venía trabajando, que gracias a la arquitectura COTS que se había ya establecido como sistema preferente para sistemas militares, eran a estas alturas extremadamente fáciles de atender, sistemas críticos eran las consolas CONAM, WECDIS y FITS... los sistemas de simulación SIMACA, SIMAF y los variados sistemas de simulación aerea y de vehículos terrestres, incluídos los simuladores de duelo, los sistemas LIMPRO, CRETA, OPENLINK, los sistemas aereos AMS y GLU, FLIR-IRST, sistemas optrónicos como CENTINELA, CENTIMAR, ALACRÁN, los sistemas de automatización de plataformas navales y de control de armas como DORNA y SKYDOOR... etc.

Asimismo debió prepararse la producción a gran escala de microcontroladores, para diversos usos, inicialmente para la industria automotriz, puesto que se pretendía iniciar la producción de motores de explosión a gran escala y sobre todo para sistemas de guiado de armamento, tanto para equipos de control como fungibles, que prometían grandes necesidades de producción y la capacidad sería necesaria para desarrollos futuros.

Para cubrir todas las necesidades bastaban unas pocas variedades de nucleos, empezando por los RISC de las familias Motorola 68k, y nucleos ARM de 4, 8, 16 y 32 bits que bastarían para casi todas las necesidades.

Se inició también la fabricación de una arquitectura CISC, debido principalmente a que buena parte de los sistemas sofisticados de control de plataforma o armas, estaban diseñados para utilizar como sistemas de visualización y presentación ordenadores personales o tabletas con arquitectura estandar, por lo que entró en producción de forma inicial una serie de nucleos AMD64 de 45 nanómetros, lo que permitía además poner a punto los sistemas de frabricación destinados a la informática de consumo civil.

Desde luego, la filosofía COTS "Commercial Off-The-Shelf", adoptada años antes para la producción de sistemas militares se había demostrado un gran acierto en la extraña situación que había obligado al país a construir un ecosistema tecnológico completo, pues permitió poner a punto la futura industria civil al mismo tiempo que se atendían las urgentes necesidades militares. Los recursos invertidos habían sido enormes, más de 150.000 millones de Euros de octubre de 1940 hasta febrero de 1941, pero la fase de amortización había comenzado.

Otra cosa estaban siendo las necesidades de minerales estratégicos, puesto que se estaban consumiento las reservas de minerales y tierras raras a gran velocidad, y, en 1941 ni siquiera se extraían gran parte de las tierras raras que eran vitales en la microelectrónica del siglo XXI. En España existían grandes yacimientos que a priori no lo parecerían, como los grandes vertederos de escorias o balsas mineras, su puesta en explotación, que habría sido prohibitiva antes de la fractura, era ahora perentoria, y por ello se invirtieron ingentes recursos en poner a punto la infraestructura y la tecnología necesaria.


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CASA ROSADA
Enero de 1942


Hace ya unos minutos que los representantes españoles han abandonado el despacho del presidente Ortíz.

- ¿En qué cree que afecta esta nueva situación a nuestra cumbre con el gobierno chileno?, Señor presidente. -Preguntó el Ministro de Relaciones Exteriores.-

- Pues no lo sé, Don Julio, pensemos. ¿Necesita España la ayuda militar chilena?

- España ni siquiera ha realizado una movilización parcial, solo han aumentado su ejercito de paz con voluntarios, suponemos que consideran a su reserva movilizable mucho más valiosa como mano de obra cualificada en la tecnología de su época. La cuestión debería ser, ¿qué esperan los chilenos de nosotros?. - Argumentó el ministro de Marina -

- Si es cierto que pretenden implicarse en ayuda de España, es obvio, lo único que pueden querer de nosotros son garantías.

- ¿En qué clase de garantías está pensando?. - Inquirió el Ministro de Marina -

- ¿No es evidente?.

- ¿No querrán, más bien, arrastrarnos con ellos?- Preguntó el ministro de Marina nuevamente -

- Lo quieran o no, tal vez no tengamos opción.

- ¿Como dice?. - Preguntó sobresaltado el Presidente.

- Excelencias, si el ejercito de Chile participa en la guerra europea al lado de los españoles, recibirán equipamiento y entrenamiento de la mayor potencia militar que existe... imaginense ustedes a un ejercito de 1850 recibiendo material y doctrina de uno de los beligerantes de 1916...

- ¿Entregarían material moderno a los chilenos?.

- Se lo han entregado a los polacos...


Domper
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Los tanques Lince y los blindados Farnesio de la compañía del teniente Torres habían quedado casi cubiertos de nieve. Las tripulaciones, de vez en cuando, salían y limpiaban la capa que había caído sobre los blindados, a pesar de lo cual apenas eran visibles: habían aplicado una capa de pintura gris clara lavable con aerosoles a la que se adhería el hielo. La red de camuflaje, helada, contribuía más a la ilusión. Cuando cesó la nevada y aumentó la visibilidad, los Lince, desplegados a ambos lados de la carretera, resultaban prácticamente invisibles. Los cercanos bosques tenían un color gris pálido, denotando que los árboles estaban cargados de nieve. Solo la carretera, que era recorrida regularmente por las quitanieves, destacaba como un surco en la sábana blanca.

Entonces el teniente vio llegar un grupo de soldados por la carretera. Torres ordenó que se preparasen tanto los carros como los blindados. Pero los que llegaban no parecían atacantes sino refugiados. El cabo al mando del control en la ruta le avisó por la radio.

—Mi teniente, por sus insignias son eslovacos, y corren con más miedo que alma. Muchos no llevan ni armas. Solo dicen “Nemec, nemec, esmert” y no tengo ni idea de lo que quiere decir ¿Quiere que los detenga y se los envíe?

—García, oblígueles a que dejen sus armas y luego déjeles seguir. No quiero que delaten nuestra posición. Cuida que no sean alemanes disfrazados, y si alguno te ofrece dudas ya sabes, matarile.

Como confirmando el augurio, a los eslovacos les seguían varios blindados de la sección de reconocimiento. Dos de ellos se movían sobre las llantas, con los neumáticos destrozados. El teniente habló con el sargento que mandaba la sección.

—Teniente, esos capu**** se han cagado, han dejado pasar a los alemanes y nos han dejado en bolas. Tienen a los alemanes a cinco mil metros. Infantería y tanques, al menos cuarenta.

El teniente llamó al comandante Domínguez, el jefe del batallón, para informarle. Este le respondió:

—Teniente Torres, los eslovacos se han desmoronado. Los alemanes han tomado Bastogne y se dirigen hacia nosotros desde el noroeste para intentar cercar a los polacos. El regimiento va a mantener abierta la retirada de nuestros aliados.

—¿Puedo solicitar algún apoyo?

—Puede pedir artillería pero no se exceda. No tendremos apoyo aéreo. Aunque ha llegado uno de los nuevos blindados de dirección de tiro, con este tiempo la aviación no puede volar.

La señal de un aviso por otro canal se iluminó. El teniente escuchó el mensaje.

—Azul cinco. Veo movimiento al frente. Infantería a dos mil metros.

El teniente informó al mando, pero le ordenaron que no disparase si no atacaban. Al poco él mismo pudo ver a los alemanes: unos puntitos negros en medio de la gran extensión blanca, moviéndose en filas: en la nieve profunda era tan fatigoso avanzar que los soldados tenían que turnarse abriendo huella a sus camaradas. Aun estaban lejos y les costaría llegar, pues moverse por la nieve profunda era penoso. Entonces vio por los campos unas siluetas más altas. A Torres le costó identificarlas, pero por fin lo consiguió: caballería. La sensación de extrañeza que le afectaba desde que se produjo la Fractura se acentuó: ya solo faltaba Buffalo Bill. O el Mio Cid ¿Traerían catapultas?

Pero los jinetes cada vez estaban más cerca. El teniente comprendió que esos anacrónicos combatientes resultaban más peligrosos que una unidad de reconocimiento convencional porque la nieve les afectaba menos. Aunque los caballos se hundían hasta el pecho, parecía que a los jinetes les importaba poco la vida de las pobres bestias; algo normal porque, por lo que se sabía, los alemanes habían arramblado con el ganado equino de media Europa para suplir su falta de mecanización. El teniente llamó al mayor, que le dijo que en esos momentos no podría tener apoyo artillero y le dio autorización para disparar.

La torre del tanque giró poco a poco, y la ametralladora coaxial disparó una ráfaga que abatió a los dos primeros exploradores. Otros dos intentaron escapar cabalgando por la profunda nieve pero una segunda ráfaga los derribó. Pero otros jinetes saltaron a tierra y consiguieron resguardarse antes que las balas matasen a los caballos. Al teniente no le gustaba matar a esos animales, pero la caballería sin caballos se convertía en algo menos que inútil. Lo malo era que al disparar había revelado su posición. Aun así, paso casi una hora hasta que empezaron a caer morterazos. La nieve estaba blanda, y las granadas se hundían antes de estallar, levantando surtidores blancos. Además las bombas caían muy desviadas y a Torres no le preocuparon. Al poco escuchó el fuego de la artillería tras él, y los morteros enemigos dejaron de disparar. El teniente agradeció mentalmente a los radares de contrabatería que estaban dejando a los alemanes sin apoyo.

Poco a poco, los infantes enemigos se estaban acercando. Entonces empezó a nevar y la visibilidad se redujo a unos metros. Torres miró por la cámara térmica, pero tampoco se apreciaba nada. Abrió la escotilla y asomó la cabeza, oteando con cuidado; mucho no distinguía, pero más que con los visores. Tomó el interfono.

—Todos los tanques con la escotilla abierta. Abran fuego si divisan al enemigo.

Intentando ver algo, Torres recordaba la expresión de los exploradores antárticos: era como moverse dentro de una pelota de ping pong. Entonces vio unos fogonazos a la izquierda.

—Azul tres, estoy combatiendo con infantería.

Siguió viendo destellos y al poco pudo divisar sombras ante él. Estaban muy cerca; Torres ordenó al apuntador que los contuviese con la ametralladora coaxial, mientras él disparaba a otros soldados con la suya. Entonces brilló una llamarada a la izquierda y vio llegar a una especie de “Chupa Chups” gigante que llegaba culebreando, y que rebotó contra el lateral de la torre. El teniente maldijo, disparó una ráfaga en esa dirección, y dio orden al conductor de retroceder. Otros tanques hicieron lo mismo: tenían a los infantes enemigos demasiado cerca.

Los Lince eran del modelo 2, con motor sobrealimentado, y se habían colocado en las orugas ganchos para la nieve. Por eso, cuando los conductores desembragaron, los tanques casi saltaron hacia atrás. Con sus cincuenta y cinco toneladas abrían fosos en la nieve blanda, siguiendo unas varillas que se habían plantado para guiarles. Pasaron por los huecos de la siguiente línea de setos, y luego se distribuyeron tras ella, en los fosos que se habían excavado previamente y que estaban marcados con pequeños banderines. Desde ellos, los carros solo mostraban la torre, y tenían buenos campos de tiro. La retirada fue cubierta por las armas de la infantería y los cañones automáticos de los Farnesios, que disparaban a ciegas para obligar a los alemanes a cubrirse. Una vez completado el salto atrás de los tanques, fue la infantería, montada en los blindados, la que se situó tras los tanques: los Panzerfaust, ineficaces contra los Lince, resultaban más peligrosos para los blindados.

En ese momento amainó la nevada y la visibilidad, repentinamente, aumentó a cientos de metros. Los soldados alemanes resultaron visibles como hormigas negras en un mantel blanco. Pero detrás había una línea de tanques.

El carro de Torres resonó como un gong cuando un proyectil lo alcanzó. El teniente se estremeció al notar la sacudida, pero dentro no había humo ni olía a quemado, y todo parecía funcionar. Un segundo proyectil rebotó contra la parte superior del escudo, y un tercero se enterró en el seto que le protegía parcialmente. Entonces el teniente vio al enemigo que le disparaba: un Panzer IV.

—Blanco tanque a la una, distancia ochocientos, perforante.

A esa distancia no era preciso modificar el alcance, que ya estaba regulado para mil metros. El apuntador situó al Panzer en su retículo y disparó. El proyectil de alta velocidad levantó una nube blanca tras el tanque alemán. Torres pensó que el tirador había fallado y le iba a ordenar volver a disparar, cuando vio que los tripulantes del Panzer saltaban y casi en el mismo momento la torre saltaba por los aires: el proyectil había atravesado al Pz IV de lado a lado, incendiando sus municiones. Otros dos tanques germanos volaron antes que Torres pudiese volver a apuntar: vio como el motor de uno de ellos salía disparado, arrancado por un proyectil. Mientras el apuntador del teniente seleccionó otro tanque, al que destruyó también al primer disparo, y luego otro más. Uno a uno, los panzer se incendiaron. Trataron de volver hacia atrás pero, en campo abierto y a tan corta distancia, fueron masacrados por los cañones de 105 mm de los Lince. Estos estaban bien protegidos y su espesa coraza frontal era impenetrable para los cañones de 75 mm alemanes: aunque cuatro fueron alcanzados ninguno quedó fuera de combate. Una vez estuvieron ardiendo todos los panzer, los Lince empezaron a disparar contra los infantes que los acompañaban.

—Compañía, adelante, vamos a acabar con esos gaznápiros.

Los tanques volvieron a moverse. Pasaron por los huecos abiertos en el seto y recorrieron la campiña, seguidos por los Farnesios. Las ametralladoras barrían a los infantes hasta que la mayoría de los alemanes se irguieron con las manos en alto. Torres informó a su superior.

—Torres a Domínguez. He rechazado un ataque de una compañía acorazada y estoy contratacando.

—Entendido. Proceda.

La compañía siguió adelante: una línea de Lince, separados por unas decenas de metros, y los Farnesios detrás, vigilando los flancos y escoltando a los tanques. Se disparó algún Panzerfaust, pero en campo abierto resultaba casi inútil. Cañones y ametralladoras acabaron con los tiradores, y los demás enemigos se escondieron o se rindieron. Al poco la compañía llegó a la suave colina que había ante ellos y la rebasó, para encontrarse con que el terreno al otro lado estaba lleno de tanques.

—¡La leche! Torres a Domínguez, me he encontrado con un regimiento con tanques pesados.

Los alemanes estaban tan sorprendidos como los españoles, pero estos últimos eran veteranos, sus tanques eran más modernos y tenían mejores procedimientos de fuego. Los Lince volvieron sus torres y dispararon casi instantáneamente, sin molestarse en ajustar el alcance: los proyectiles de muy alta velocidad cayeron tan poco que era como apuntar con un fusil. Cinco panzer volaron, y otros seis tras la segunda andanada. Luego Torres ordenó retirarse y la compañía volvió a la posición inicial.

Los carros pesados alemanes se lanzaron en su persecución y estaban empezando a rebasar la colina cuando de las líneas españolas surgieron varios puntos blancos que a velocidad engañosamente lenta se dirigieron hacia ellos. Los misiles alcanzaron a tres Tiger y dos Panzer IV. Luego volvieron a disparar los tanques.

—Domínguez a Torres, informe.

—Comandante, estoy de nuevo en mis líneas. He rechazado un nuevo ataque de tanques pesados. Solicito fuego de artillería sobre la cota 243 —dijo viendo que los infantes alemanes volvían a la carga.

Al poco los proyectiles de 155 mm diezmaron a los infantes. Los panzer intentaron un nuevo ataque para caer de nuevo bajo el fuego de Torres.

—Torres a Domínguez, necesito munición. Nos quedan diez disparos por tanque.

—La tendrá en treinta minutos ¿podrá esperar mientras?

—No, mi comandante.

—Retírese hasta la siguiente posición.

La artillería española cambió de objetivo para separar a los panzer de los infantes. Los carros españoles se retiraron y los alemanes intentaron perseguirlos, pero recibieron fuego de misiles y se detuvieron. Entonces volvió a nevar.



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Un área de servicio cualquiera.
En una autopista cualquiera.


- ¡La virgen!¡Vaya noche de invierno has elegido macho! - Dijo Santiago Fortes mientras se sentaba frente a Pedro.

- En serio Santi, nunca sabré si eres un figura o en realidad eres tan idiota como pareces...

- Yo también te quiero, Pedro, te veo de buen humor para llevar esas ojeras tan grandes.

- Hemos terminado de revisar tus manuscritos y cotejado con la información actual que tenemos.

-¿Y bien?.

- Son todos probablemente auténticos, no hay artefactos ni inconsistencias... algún expediente que está abierto ha confirmado fechas y localizaciones...

- ¿Y a partir de ahora?.

- A partir de ahora no me vas a volver a ver, tu departamento va a recibir tareas auxiliares.

- ¿A que te refieres?.

- Vas a entrevistar a las personas de interés y a aquellos a quienes se necesite contactar o comprobar, o captar... siempre dentro de las atribuciones creíbles de tu ministerio, claro.

- Enviarás enlace, supongo.

- Pues claro.

- ¿Conocido?.

- Mendoza...

- ¿Estás de coña?, ¿No sabes que se le puede ir la pinza?.

- Claro que estoy de coña, te lo has tomado con mucha tranquilidad, el se alteró mucho más cuando supo que el papeleo venía de tí.

- ¿Y por qué se lo has dicho?, dejalo, es igual.

- Se iba a enterar igual, además ya en la reunión preliminar le olía a chamusquina, reconocelo, esto es demasiado de tu estilo... normal que Mendoza oliera tu perfume..

- Bueno, ¿has dicho que esta es la última vez que nos vemos en persona por este tema?...

- Es la última vez que nos vemos en persona hasta que leas mi esquela, cabrón, que no quiero otra movida de las tuyas.

- Pues en ese caso, estamos en un bar, y fuera está la noche, el invierno y la puñetera estepa de Burgos... así que a beber...


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Domper, L; Auset A; Bistuer M. Historia de la Fractura. HRM Ediciones. Zaragoza (2016 dF).

El Primer Ejército SS estaba siendo contenido por la Primera División Acorazada polaca, pero el hundimiento de la división eslovaca abrió una brecha de casi veinte kilómetros en el frente aliado. Bastogne, símbolo de la resistencia de la anterior batalla de las Ardenas, cayó a las pocas horas del inicio de la ofensiva alemana, abriendo una brecha por la que penetró el Segundo Ejército SS. La división acorazada polaca, con su flanco derecho expuesto, quedó en posición muy comprometida, e incluso pareció que quedaba abierto el paso hacia los ríos Semois y Mosa.

Afortunadamente el general Maczek, al mando de la división polaca, desconfiaba de la capacidad de resistencia de los eslovacos. Aunque el general eslovaco Golian no permitió ser relevado por los polacos (lo que permitió que Maczek defendiese un frente más estrecho), Maczek había desplegado su batallón de tanques Rýs (Lince 1) en su flanco derecho. Al hundirse el frente, el batallón libró un afortunado combate de retaguardia que permitió que la división se retirase en buen orden hasta Neufchâteau, aunque a costa de abrirse una brecha aun mayor.

A pesar de su éxito en Bastogne los alemanes se estaban enfrentando a serios problemas. La nevada había hecho muy difícil el movimiento campo a través, y las escasas vías de comunicación quedaron colapsadas. Se produjo un enorme atasco de tráfico entre Houffalize y Bastogne que hubiese podido ser un objetivo muy rentable para la aviación española. De hecho, los planes contemplaban ataques contra esa carretera, pero el pésimo tiempo impidió los vuelos tanto de la aviación táctica como de la estratégica: esta estaba compuesta por aviones de línea modificados, cuya aerodinámica quedaba muy afectada por la necesidad de llevar armamento externo. Aun así se envió una misión contra la carretera de cuatro Boeing 737, pero dos tuvieron que volverse, otro lanzó sus bombas sobre un objetivo secundario, y el cuarto se perdió: al parecer sufrió la ruptura de un ala a causa de las fuertes corrientes. Tras el fracaso de la misión se decidió esperar a la mejoría del tiempo, y la aviación estratégica cambio sus objetivos por los industriales del sur de Alemania y Austria, donde el tiempo era mejor.

El colapso en las comunicaciones alemanas permitió que el Segundo Cuerpo Mecanizado español tomase posiciones entre Neufchâteau y Leglise, en uno de los pocos terrenos abiertos de las Ardenas que permitían las operaciones de carros de combate. El Segundo Cuerpo era una formación muy poderosa, que reunía a tres divisiones polivalentes (San Marcial, Castillejos y Galicia) y a unidades de apoyo. El cuerpo disponía de algo más de cuatrocientos tanques: ciento veinte M60, ochenta Lince 1 y doscientos Lince 2. Eran apoyados por un millar de vehículos blindados: la mayoría M113, algunos modificados como vehículos de combate de infantería, Farnesios, Piraña y VAMTAC. El cuerpo tenía, además de la artillería remolcada, autopropulsados Almagro (obuses M114 basados en chasis Farnesio) y Orellana (similares a los Almagro peso sobre chasis M3 norteamericano).

Según los planes iniciales, el cuerpo debía permanecer en reserva mientras la división polaca retrasaba y desgastaba a los atacantes, para intervenir el tercer día de la batalla, una vez se hubiese producido el contrataque del cuerpo pesado que debía partir desde Luxemburgo. Pero la crisis causada por el derrumbamiento eslovaco trastocó los planes y adelantó veinticuatro horas su participación. La división San Marcial se desplegó ante Neufchâteau y la Castillejos en Leglise, quedando la Galicia como reserva.

El ataque alemán principal se produjo en las cercanías de Leglise, donde atacaron la 21 división SS Lutzow (que tenía una moral muy elevada tras su victoria de Mageret), la 9ª División Panzer SS Hohestaufen y la 100ª brigada panzer SS, una de las dos brigadas alemanas equipadas con tanques pesados. La 100ª brigada contaba con cincuenta Tiger I, veinte SU-152 y treinta Sturmtiger, aunque solo parte había llegado a Leglise; el resto había quedado en las cunetas tras sufrir averías. En total, los atacantes emplearon unos trescientos tanques en Leglise, que se enfrentaron a los ciento veinte de la Castillejos (Linces de ambos tipos).

El tiempo fue variable. Hubo cortas fases de mejoría, aunque no lo suficiente para permitir la intervención de los medios aéreos, alternando con nevadas. Estas no fueron tan intensas como las del día anterior, pero redujeron la visibilidad a unos metros. En esas condiciones la infantería alemana podía acercarse a los carros españoles, pero la capa caída el día anterior dificultó tanto los movimientos que hubo escasos combates a corta distancia. Durante los cortos periodos de mayor visibilidad las armas automáticas y la artillería española rechazaron a los atacantes.

Fueron los carros de combate los que decidieron el combate. Los tanques ligeros y medios de la Hohestaufen fueron rechazados con importantes pérdidas, por lo que fue precisa la participación de la 100ª brigada. Pero esta fue sorprendida por un contrataque del regimiento acorazado Pavía, y en un corto combate la mitad de los carros pesados fueron destruidos, a cambio de solo tres españoles. A pesar de las esperanzas alemanas, los cañones de 88 mm no eran capaces de perforar la coraza de los Lince. Los navales de 105 y 128 mm solo lo lograron en contadas ocasiones, aunque los últimos dejaron fuera de combate a varios vehículos simplemente por los efectos del impacto. Un ataque subsiguiente de la 100ª brigada fue rechazado por una combinación de tanques y de misiles contracarro. Estos últimos ya eran conocidos por los alemanes, pero no esperaban que pudiesen perforar la pesada coraza de los Sturmtiger.

Tras el fracaso de los carros de combate, la infantería intentó varios asaltos que resultaron muy costosos y que lograron escasos resultados, ya que los blindados españoles rehuían los encuentros a corta distancia, y en su lugar cedían terreno para luego contratacar. Al día siguiente se reprodujeron combates con tónica parecida. Se repitieron los asaltos, unos con tanques, otros con infantería y pocos coordinados, que apenas consiguieron ganar unos miles de metros a un coste muy elevado. Por la tarde un contrataque realizado por el regimiento de Húsares de la Princesa (realmente una unidad acorazada) causó una desbandada alemana. La división emprendió un contrataque general, que prosiguió tras el anochecer. Esa noche las temperaturas bajaron (se registraron diecisiete grados negativos en la cercana Luxemburgo) pero cesó de nevar; en esas condiciones los visores térmicos de los vehículos españoles daban gran ventaja. Las líneas alemanas fueron arrolladas, y el contrataque español se extendió a la izquierda, donde la división San Marcial también había conseguido detener a los alemanes cerca de Neufchâteau. Al amanecer del día siguiente la división Castillejos recuperó Bastogne. La división Galicia, que estaba en reserva, se incorporó a la ofensiva, así como la primera polaca. Un nuevo empeoramiento y las peores comunicaciones limitaron el alcance de la contraofensiva, que se detuvo en Houffalize, pero durante el avance los aliados capturaron gran cantidad de prisioneros y de material.

El contrataque español derrotó la operación Carolus. A pesar de las esperanzas que se habían depositado en el Primer Grupo de Ejércitos SS, su desempeño fue peor que el de las unidades del ejército: su asalto había sido rechazado con facilidad, no había sabido aprovechar la ocasión que le dio el hundimiento eslovaco para rodear a los polacos, ni tampoco contener el contrataque español. Durante las operaciones las unidades de las SS, que eran formaciones improvisadas y escasas de mandos veteranos, habían sufrido pérdidas muy serias. Un hecho alarmante fue que muchas unidades habían depuesto las armas ante pequeños contrataques. Este comportamiento, muy diferente al de las Waffen SS de la anterior línea temporal, se debía a que las divisiones habían sido formadas con reclutas que habían sido asignados a las SS, y no por voluntarios adoctrinados. El mal tiempo, combinado con el deficiente equipo, causaron tal sufrimiento a los soldados que la moral se hundió. La mayoría pensaba que la guerra estaba perdida y no deseaban perecer en una operación sin posibilidades.

Al mismo tiempo que los tanques de la división Galicia alcanzaban Houffalize, los meteorólogos, estudiando los últimos datos, pronosticaron que era probable que en cuarenta y ocho horas se produjese una mejoría del tiempo. Aunque se mantendrían las temperaturas bajas, los cielos estarían despejados durante cuarenta y ocho horas.



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Domper, L; Auset A; Bistuer M. Historia de la Fractura. HRM Ediciones. Zaragoza (2016 dF).

El planteamiento de la operación Carolus resultaba contradictorio en una cuestión clave: el dominio del espacio aéreo.

La casi invulnerabilidad de los tanques españoles a las armas germanas estaba recibiendo gran protagonismo, y había captado la atención de Hitler, siempre interesado en cuestiones técnicas relacionadas con los carros de combate. Por insistencia del dictador se inició la producción del tanque Tiger antes de que estuviese preparado, y se había diseñado a toda prisa el cazacarros pesado Sturmtiger. La puesta en servicio apresurada llevó a tal tasa de averías que los hizo casi inútiles. Además, en las contadas ocasiones en las que se enfrentaron a blindados aliados, demostraron no ser más efectivo que los Panzer IV y Hornisse. Aparte que la construcción urgente de estos blindados no solo absorbió recursos escasos, sino que trastornó las cadenas de montaje, ya muy afectadas por los bombardeos aéreos, y a partir de enero cesó caso por completo la producción de carros de combate alemanes.

Sin embargo el máximo temor del mariscal Schörner estaba en la aviación aliada, no solo la de ala fija sino también los helicópteros. Además durante la detención de las operaciones en la frontera francoalemana los aliados habían preparado varias bases aéreas desde las que ya podían operar aparatos a reacción. En enero de 1942, los aliados tenían en Francia ciento cincuenta reactores (ochenta C.19A y C.19B, sesenta C-101 y doce C.21 Gladio), y novecientos cazabombarderos de hélice (trescientos veinte Halcón y Águila, el resto Hurricane, Warhawk y algunos Mustang). Podían ser apoyados, además, por los F-18 y Typhoon que aun seguían en servicio (unos cuarenta) y por los aviones de línea convertidos en bombarderos, varios de los cuales habían sido equipados con sistemas electrónicos que permitían el lanzamiento de bombas guiadas por señales de estaciones terrestres que sustituían al desaparecido GPS.

El temor de Schörner a la aviación le había llevado a recomendar que Carolus fuese precedida de un ataque por sorpresa a las bases aéreas en Francia. Pero Hitler, sabedor del fracaso de Bodenplatte (el ataque de la Luftwaffe a las bases aliadas durante la Batalla de las Ardenas de la anterior línea temporal) prefirió que la ofensiva se lanzase con mal tiempo. Esperaba que los aviones que trabajosamente había estado reuniendo la Luftwaffe se usasen contra los tanques españoles, creyendo que al operar desde pistas en Alemania no les afectaría el temporal. Las bases aliadas debían ser atacadas por comandos infiltrados (operación Mantikor). Pero el cálculo fue errado: el temporal de nieve fue más intenso de lo esperado e impidió la actuación de la aviación de los dos bandos, y los comandos fracasaron.

El día veinte de enero los meteorólogos alemanes informaron al OKW que las informaciones procedentes de estaciones meteorológicas automáticas en el Ártico y Groenlandia, así como las observaciones de submarinos en el Mar de Noruega, parecían indicar que se iba a producir una mejoría del tiempo mucho antes de lo esperado. Eso significaría, por una parte, que el Primer Grupo de Ejércitos SS, que estaba siendo acosado por un contrataque español, sufriese también ataques aéreos. Por otra, los aparatos que la Luftwaffe había trasladado a Renania y Holanda corrían el riesgo de ser destruidos. Solo había dos opciones: retirar los aviones a Alemania, abandonando al ejército (opción que Hitler rechazó) o atacar las bases aliadas. De tal manera que Alemania iba a repetir una operación similar a la fracasada Bodenplatte de la anterior línea temporal, en condiciones aun peores.



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PALACIO DE LA MONCLOA
Enero de 1942


- Y esa es, en resumen, la propuesta que han dejado caer a nuestro embajador.
- Es algo inesperado, desde luego.
- Bueno, ya ve que se trata de una especie de "participo pero no entro".
- Claro, es evidente, sin embargo, ¿lo necesitamos realmente?.
- Es una buena pregunta.
- Supongo que el gobierno no ha insinuado en ningún momento que requiere un compromiso militar para continuar la colaboración sanitaria y técnica.
- Por supuesto que no.
- Bien, de todos modos, ya saben que la decisión es suya, Señor Presidente, ¿Que dice la Junta?
- Pues reconocen que sería una ayuda muy bienvenida, no nos sobran los efectivos pero no deseamos recurrir a una movilización.
- Los aliados tienen fuerzas numerosas.
- Pero no están equipados ni integrados con arreglo a nuestros requerimientos, la interoperación con ellos es relativamente complicada, un par de divisiones "voluntarias" equipadas por nosotros y encuadradas en la estructura de mando de nuestras FAS son otra cosa, además de la facilidad del idioma.
- Bien, de todos modos, la decisión final supongo dependerá del resultado de la cumbre con los argentinos, ¿no es cierto?.
- Así es, la verdad es que estamos un poco desorientados, no estamos muy seguros de como reaccionará el gobierno argentino.
- El presidente Ortíz estaba muy agradecido con nuestra ayuda.
- No es para menos, se estaba quedando ciego y prácticamente estaba moribundo, con el vicepresidente Castillo maniobrando ante sus narices para dar marcha atrás y destruir el resultado de sus esfuerzos por acabar con el fraude patriótico.
- Tienen un asunto pendiente por el "Ariostazo", ¿no es cierto?.
- Sí, Argentina dió asilo a Ibañez de Campo, supongo que el tema estará en la agenda chilena.
- Es decir, suponemos que Chile quiere garantías de que Argentina no pueda aprovecharse de su implicación en nuestra ayuda para alterar el equilibrio del cono sur.
- Suponemos, la verdad es que no sabemos muy bien a qué atenernos, ambos gobiernos han recibido muy bien la propuesta del Tratado Antártico y estábamos apreciando una actitud muy constructiva en todos los ámbitos.
- En ese caso habrá que tratar de aclarar todo aquello que sea importante cara a cara, ¿están seguros de que es buena idea que yo esté presente en la videoconferencia?.
- Por supuesto, Majestad,usted es el Capitán General y el Jefe de Estado.
- Si usted lo dice, estoy a disposición, si basta con mi presencia en la sala de teleconferencia allí estaré.
Última edición por cornes el 09 Sep 2016, 13:29, editado 1 vez en total.


Domper
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Durante las treinta y seis horas que quedaban hasta la anunciada mejoría del tiempo, los mecánicos y armeros alemanes prepararon los aviones para la operación. En total la Luftwaffe había conseguido reunir unos setecientos aviones, de los que trescientos eran cazas Bf 109 y Bf 110, que fueron equipados casi todos con lanzabombas. Había doscientos bombarderos en picado Ju 87 Stuka, y el resto eran bombarderos, casi todos Ju 88.

Puede sorprender el reducido número de aparatos disponibles, comparado con el empleado en la invasión de la URSS en la anterior línea temporal. Pero la principal limitación de la Luftwaffe no estaba ya en el número de aviones (aunque los ataques aéreos, sobre todo a las instalaciones eléctricas de las que dependía la producción de aluminio, habían hecho caer la producción) sino por la falta casi total de combustible. Los bombardeos de las factorías de petróleo sintético, el cese de las exportaciones rumanas de fuel, y el bloqueo del Danubio (por donde llegaba el petróleo que enviaba la URSS) habían obligado a depender de las reservas que, en enero de 1942, estaban prácticamente agotadas. El escaso combustible disponible era el enviado en tren desde Rusia, ya que el Danubio seguía cerrado, y los hielos bloqueaban la navegación por el Báltico. Incluso ese escaso combustible tenía dificultades para llegar a sus usuarios tras la destrucción de buen número de puentes y viaductos ferroviarios por toda Alemania. Careciendo de fuel, la Luftwaffe se había visto obligada a suspender el entrenamiento de nuevos pilotos, y tan solo había podido desplegar en el frente francés una fracción de sus aviones.

Los aviones fueron reunidos en bases situadas en Holanda y Renania con el máximo secreto. Se prohibió el empleo de la radio: aunque se creía que la cifra empleada aun era segura, se temía que los mensajes interceptados, aunque no se descifrasen, pudiesen descubrir los preparativos alemanes. El mal tiempo ayudó a los preparativos al dificultar el reconocimiento aéreo, aunque también fue causa de muchos accidentes durante los traslados. Cuando llegaban a las bases, los aviones eran dispersados y ocultados. Además, como los alemanes sabían que los españoles empleaban radares aerotransportados, se utilizaron aviones ligeros para intentar disimular los traslados: avionetas que eran llevadas al oeste en tren o incluso en carromatos (pues no había gasolina para camiones) y volvían volando, lanzando “chaff” para simular que eran grandes formaciones.

Mientras los alemanes preparaban su ataque contra las bases, los aliados se estaban disponiendo para la segunda fase de la batalla. El contrataque del Segundo Cuerpo Mecanizado español, que había llegado a Houffalize, había creado una brecha en el dispositivo alemán. Aunque García Martín hubiese preferido una gran operación de cerco como las que había realizado en Francia, sabía que la anunciada mejoría del tiempo iba a ser de corta duración, de no más de 48 horas: los meteorólogos españoles disponían de más observaciones y mejores medios que sus contrapartes alemanes, por lo que podían hacer predicciones más precisas. Con un plazo de tiempo tan corto, era improbable que se pudiese copar a los alemanes. En su lugar, García Martín prefirió apoyar el contrataque con el Primer Cuerpo Pesado, formado por las divisiones Guadarrama y Guzmán el Bueno, a las que se había unido la Extremadura. La intención del general era bloquear las vías de comunicación mediante la aviación táctica y los helicópteros, mientras presionaba con dos cuerpos de ejército (con un total de siete divisiones). Esperaba que, como mínimo, los alemanes tuviesen que abandonar la mayor parte de su material, aunque también pensaba que podría capturar a gran número de refugiados que iban a tener que internarse en los bosques. Para ello, segundo cuerpo mecanizado seguiría su avance hacia el norte, en dirección a Sprimont y luego Eupen, mientras el cuerpo pesado proseguiría por el corredor que desde Houffalize conduce a Bütgenbach pasando por St. Vith. En la Batalla de las Ardenas de la anterior línea temporal, fue ese espacio, bastante abierto, el que permitió el avance rápido alemán hacia el Mosa. Entre los dos cuerpos quedaría la amplia zona boscosa de Spa; si los alemanes no se retiraban de ella, las unidades españolas procederían a limpiar el saliente cuando el tiempo empeorase.

Sin embargo, mientras preparaba la ofensiva, el general García Martín había ordenado a sus subordinados que estudiasen la batalla de las Ardenas de la anterior línea temporal, pensando que en esta ocasión los alemanes intentarían evitar los errores que cometieron entonces. En esa anterior batalla, La Luftwaffe había lanzado un ataque aéreo masivo contra los aeródromos aliados en Bélgica: la operación Bodenplatte que, aunque fracasó, causó importantes pérdidas a los angloamericanos. Parecía improbable que en esta ocasión la Luftwaffe se arriesgase a un intento similar. Pero en los días previos a la ofensiva hubo datos alarmantes. En las cortas fases de mejoría del tiempo, los radares aerotransportados Atalaya habían detectado los vuelos de ida y vuelta. Los radares de los Atalaya eran capaces de diferenciar entre aviones y los señuelos, y que los alemanes utilizasen aviones para lanzarlos (volando siempre hacia el este), a pesar del pésimo tiempo, cuando en otros escenarios la actividad aérea era casi nula, llamó la atención de los analistas. Se realizaron reconocimientos aéreos sobre las bases alemanas más occidentales, que no consiguieron localizar los aviones que se habían trasladado, pero sí que las pistas habían sido limpiadas. Otro detalle alarmante fue la desaparición casi absoluta de los mensajes de la Luftwaffe. Estos eran seguidos con especial interés, pues la fuerza aérea alemana era muy laxa con los procedimientos de seguridad en las comunicaciones, y las comunicaciones radiales que aun seguía empleando a gran escala no solo daban indicios sobre las intenciones germanas, sino que permitían romper las cifras del ejército y la marina, más seguras. Pero cuando los alemanes empezaron a preparar el ataque aéreo, dejaron de utilizar la radio: la premura con la que se preparó la ofensiva no les permitió preparar mensajes falsos que mantuviesen el ritmo normal.

Sospechando que la Luftwaffe estaba acumulando aviones en las cercanías de las Ardenas, se enviaron varios vuelos de reconocimiento a baja cota. Fueron operaciones muy peligrosas y se perdieron dos C.19 en accidentes, pero una serie de imágenes de infrarrojos tomadas sobre Saint-Trond detectó gran actividad y varios aviones con los motores encendidos.

Aun así ni el general García Martín ni su subordinado el general Rodríguez, al mando de las fuerzas aéreas, creyeron que los alemanes iban a lanzar un ataque general. En todo caso, pensaron que intentarían incursiones en vuelo rasante con algunos aviones, y que el resto se reservaban para emplearlos contra los helicópteros o, en todo caso, contra los aviones tácticos. Aun así, era una amenaza suficientemente seria como para modificar el planteamiento de las operaciones, y se decidió iniciarlas con ataques aéreos contra las bases avanzadas alemanas. Estos ataques se iniciarían durante la noche, en cuanto empezase a mejorar el tiempo, mediante bombarderos de largo alcance (aviones de línea convertidos), varios de los cuales habían sido equipados con dispositivos que permitían lanzar bombas radioguiadas que permitían operar con malas condiciones meteorológicas, y con los pocos C.19BM capacitados para efectuar ataques todo tiempo. Al amanecer, la aviación táctica continuaría los ataques antes de centrarse en las vías de comunicación. También se ordenó que se reforzase el dispositivo de vigilancia y las patrullas de combate.

Así pues, la noche del 21 al 22 de enero ambas fuerzas aéreas, sin saberlo, se estaban preparando para efectuar la misma operación.



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Un área de servicio cualquiera.
En una autopista cualquiera.


- Buenas noches.. - Dijo el pimer Guardia al entrar por la puerta-

- Buenas noches, señores. -dijo el camarero-

Los cuatro Guardias civiles, entraron sacudiendo sus abrigos, tras pedir café, dos de ellos se dirigieron a la única mesa ocupada por dos clientes que charlaban y bebían animadamente.

- Buenas noches, caballeros.

- Buenas noches, señor guardia - Respondió Santiago-

- Buenas - Respondió secamente Pedro-

- ¿Me muestran sus documentos de identidad?.

- Claro, aquí tiene.

- Tiene usted su domicilio en La Coruña según indica su DNI, señor Santiago.

- Sí...

- Está muy lejos de casa.

- ¡Vaya si es lejos!, por aquí debió perder Cristo las chanclas...

- Estas son las tierras del Cid, señor. - Dijo el guardia con tono de desaprobación, pues notaba que su interlocutor estaba ligeramente borracho-

- Y le extrañará que se largase de aquí a conquistar Valencia...

- Y usted tiene su domicilio en Madrid, según figura en su DNI.

- Y el trabajo... que ahí no lo pone, pero paso más tiempo en la mazmorra que en la dirección que usted puede ver ahí... -Respondió Pedro-

- ¿Y que hace aquí?

- Pues voy de camino a Ferrol por trabajo pero tengo que parar en Burgos mañana..

- Y ¿Se encuentra con alguien de Coruña camino a Ferrol en Burgos?.

- Yo venía de camino a Madrid, hemos quedado en el camino.

- A ver, agente, al tener que ir a Ferrol, avisé a mi amigo, para vernos aprovechando el viaje, pero el estaba ya de camino, así que... - Intervino Pedro-

- ¿Se llamaron ustedes?.

- Por SMS, agente. - Dijo Santiago-

- ¿Pueden enseñarmelos?.

- Si tiene que ser...´- Dijo Pedro dejando su teléfono sobre la mesa-

- Aquí tiene. - Dijo Santiago entregando el suyo al guardia con la conversación SMS abierta-.

El guardia leyó los mensajes, la secuencia era sencilla, Pedro avisa de que se desplaza a Galicia y quiere quedar a tomar unas copas, Santiago responde indicando que se está preparando para salir hacia Madrid para ir "al Ministerio" y despues se van intercambiando mensajes durante el trayecto para quedar en un punto intermedio. Se podía intuir que eran viejos amigos.

- Claro, perdonen caballeros, y no beban mucho más, que la noche está complicada para conducir.

- No vamos a ninguna parte esta noche, ya hemos pedido habitaciónes en el motel. - Respondió Santiago-

- Buenas noches, respondió el Guardia.

Cuando se reunieron de nuevo los guardias, uno de ellos salió del bar hacia el motel, obviamente pretendía comprobar que estuviesen efectivamente pedidas las habitaciones.

20 minutos despues se fueron, durante los cuales Santiago y Pedro deron cuenta de otro cubata y pidieron al camarero que dejase en la mesa una cubitera y las botellas de vodka y de ginebra que se estaban pinplando.

- ¿Cuantas veces has visto a dos parejas de la Guardia Civil compartiendo coche?. - Preguntó Santiago-

- No se, pero a mi me ha extrañado más que todos llevasen la misma Glock 36 de cargador estrecho, eso sí que no puede ser casual.

- Bueno, bebamos un poco más.

- La verdad, no puedo creer que sigas bebiendo el mismo veneno que te tragabas en la facultad. - Dijo Pedro-

- Ginebra de fabricación nacional, Pedro.

Bueno, esto tiene que dar el pego, no hay nada más natural que dos viejos compañeros mamandose en un bar, pensó Santiago para sus adentros, seguro de que Pedro estaba cavilando como podría controlar la operación de vigilancia a la que evidentemente le estaban sometiendo.
Última edición por cornes el 09 Sep 2016, 17:53, editado 1 vez en total.


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COMPLEJO FABRIL DE CASA
San Pablo Sur.
Sevilla.
Enero de 1942.


La última línea de montaje del C19B había finalizado la última célula del venerable F5/C19 esa misma mañana, esta última línea sería mantenida únicamente por un tiempo para reconstrucciones y revisiones de células en servicio, las demás ya habían sido progresivamente convertidas a la producción de los C19 C y D, mucho más capaz.

Ahora tocaba pasar a otra cosa, un proyecto de baja prioridad que había estado en el congelador muchos meses, el proyecto PEGASO.
Era nada más y nada menos que el proyecto que inicialmente se ideó con la intención de reproducir el turbofán Rolls Royce Pegasus 11-61 y el AV8B Harrier II de la armada.

Claro que la idea inicial de calcar motor y avión ya no era considerada ideal, el asuntillo de las patentes y la constatación de que la simple replicación de los sistemas no era la opción más rentable desde el punto de vista técnico y económico había introducido numerosos cambios y en realidad había convertido el proyecto en un requerimiento de desarrollo de un avión equivalente al Harrier.

La necesidad de este era evidente, por una parte, los Harrier II actuales iban a dejar de ser operativos en un plazo breve de tiempo, y los helicopteros no eran un sustituto apropiado para operar desde portaaviones ligeros y buques de desembarco o de proyección, una aeronave como el AV8B Harrier II era un avión polivalente de primera categoría en esta nueva época, cuyas aplicaciones no solo serían navales, sin ir más lejos, con todas sus limitaciones, hasta el C101 estaba resultando más que útil como avión de ataque y caza ligero.

Los equipos de diseño de motores ya se encontraban más relajados al haber terminado los programas de urgencia de los J1, J4 y TF731 y hubo quien planteó un desarrollo del EF200 con toberas vectoriales, sin embargo el EF200, a pesar de ser más ligero y menos voluminoso, tenía un empuje mucho menor que el motor Pegasus, y una célula que quisiera ser de las dimensiones del Harrier y VTOL no se adaptaría bien a una doble motorización, por no hablar de las dificultades de dirigir el empuje axial coordinado de un par de motores, podría haber tenido sentido el desarrollo para aviones muy ligeros, pero no para una aeronave de combate.

El problema de la célula también era complejo, la copia directa del diseño de Hawker supondría, además del pago de la licencia, la puesta en marcha de líneas de producción de una nueva célula sobre la que no se tenía experiencia previa, aunque por otra parte, el diseño de una nueva célula sería prohibitivo en cuanto a tiempo necesario, sin tener en cuenta los recursos que habrían de ser empleados y los problemas que con toda seguridad se descubrirían durante el desarrollo, que podrían alargar años el programa.

Una posible solución llegó de una parte del equipo que había participado en la modificación del perfil alar del C101, que habían llevado a cabo los estudios preliminares de un rediseño de la célula del aviojet, y pasaba por realizar la modificación de la célula del C101 con el ala de nuevo perfil, pero en posición alta y con la superficie alar aumentada hasta los 23 metros, la longitud ligeramente aumentada y el tren de aterrizaje rediseñado desplazado al fuselaje central, al estilo del bien conocido del F18.

Sobre el papel no solo era posible, sino que parte del trabajo de diseño ya estaba terminado, había sido la propuesta de rediseño del C101 para actualizarlo, que fue descartado por el coste que supondría. Pero podría ser aplicable al programa PEGASO, puesto que las dimensiones del motor Pegasus y el Garret del 101 eran similares, la célula podía ser construida para aceptar cualquiera de los motores con muy pocas adaptaciones, con lo que el programa, de ser aceptado y llevado a cabo, actualizaría el avión de entrenamiento avanzado y ataque ligero del Ejercito del Aire además de proporcionar el aparato VTOL tan necesario para la armada.

En cuanto al motor, dado que el desarrollo a partir de cualquiera de los modelos en producción no era factible, por carecer de empuje unitario suficiente, parecía más sensato basarse en el Bristol Siddeley BS100, desarrollo del Pegasus que, además de entregar una potencia superior a la del Pegasus 11-61, incorporaba posquemador, sin embargo, la falta de ejemplares que examinar lo desaconsejaba, al menos inicialmente, pues la existencia de motores Pegaso permitiría acelerar mucho el desarrollo de una variante directamente basada en él.

En fin, el departamento inciaría el estudio completo de diseño y del programa industrial de la célula, y se encargaría a ITP el estudio del motor Pegaso y el diseño de un programa de fabricación de una copia o de un desarrollo basado en él, sabíamos que ya se habían realizado algunos trabajos preliminares, solo había que ver hasta donde habían llegado.


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COMPLEJO FABRIL DE CASA
Enero de 1942.


Por sorprendente que pudiera parecer, el proyecto fue aprobado inmediatamente, menos de 72 horas de tramitación, es más, por lo visto el primer proyecto que respondiera al requerimiento estaba automáticamente "pre-aprobado" y los fondos ya estaban reservados para su asignación inmediata, puesto que su baja prioridad no tenía que ver con la falta de necesidad ni de fondos, sino con la falta de capacidad técnica e industrial para acometer muchos proyectos simultaneos, por lo que ahora, liberados los recursos tras finalizar los proyectos más urgentes, el Pegasus pasaba a la lista.

La Armada lo necesitaba desesperadamente, y los Ejercitos del Aire y de Tierra, tras las dificultades experimentadas con las bases en Francia, deseaban disponer de un reactor de apoyo STOL o VSTOL que pudiera operar cerca de la zona de operaciones con requerimientos de instalaciones similares e incluso inferiores a los que necesitaban los aviones de hélice.

La Armada solicitó asignar la prioridad en el proyecto a la copia del motor Rolls Royce Pegasus 11-61, puesto que deseaban contar con repuestos y motores lo antes posible para mantener en servicio la cada vez más exigua flota de Harrier y no esperaban un desarrollo rápido de una célula distinta.

ITP por su parte, estaba confiada tras su experiencia en el último año, dado que el motor Pegasus original tenía un proceso de fabricación prácticamente artesanal y su especialidad era precisamente la fabricación de piezas y componentes, confiaban en poder reproducir con relativa rapidez los componentes de la turbina, en cuanto a su ensamblaje y ajuste, advirtieron que necesitarían meses de pruebas, dado que se trataba de un motor muy particular en el que la fiabilidad debía ser especialmente buena, ya que, entre otras cosas, debía lidiar con variaciones en el flujo de aire por los cambios bruscos de velocidad que una aeronave VTOL realiza y el problema crítico de la refrigeración en los tiempos de vuelo estacionario requería de la máquina unas resistencias y una calidad de manufactura excelentes. Aún así, aseguraron estar en condiciones de tener 3 prototipos de pruebas funcionales en 5 meses.

Por nuestra parte, nos habíamos apropiado durante un tiempo la línea 1 de ensamblaje de células de Mirlo de la nave de Tablada y de una de las unidades de estructuras composites, que no tenía carga de trabajo al haberse aumentado la capacidad y sin embargo reducirse la velocidad de producción de células de A400.

La intención era fabricar la nueva ala y la sección de cola, así como otras partes menores del fuselaje y la estructura, en material compuesto, aligerando todavía más la célula del Mirlo con el objetivo de conseguir margen para aumentar su protección pasiva, basandonos en dos diseños estudiados, ambos de flecha mucho más acusada que el ala baja del C101. Una, un diseño muy similar al ala del Harrier que había sido estudiado en un proyecto descartado de la antigua CASA, y otro, una ligera modificación del diseño propuesto para la actualización del C101, con flecha ligeramente menos acusada que el Harrier.

Las estructuras de las alas de composite, integrarían en su diseño los ductos sopladores necesarios para controlar el aparato en las operaciones VTOL y el vuelo estacionario, y el equipo de ingeniería de vuelo debía diseñar el sistema automatizado de control de vuelo y estabilidad que pretendíamos llegara a convertir al aparato en mucho más seguro que el Harrier actual, fijando como objetivo que el sistema de control pudiese incluso llegar a contrarrestar el peligrosísimo empuje aerodinámico del viento lateral en las operaciones estacionarias.

Además de un motor Pegaso averiado, se recibió uno de los EAV-8B de Rota en condiciones de vuelo pero no apto para servicio operativo.

Con eso, inmediatamente se comenzó con el estudio de los flujos de control sobre el Harrier y se inició, tras las pruebas de los modelos a escala y ensayos en simuladores realizados en menos de una semana, la construcción de las células de que servirían para probar el control de estabilidad estacionaria por medio de los conductos sopladores y diseñar su sistema de control de vuelo electrónico, gracias a que se podía ensayar la célula con un motor completo que, aunque averiado, permitía probar la célula con una distribución de pesos completa, para cuando estuviesen listos los motores de pruebas, en junio de 1942, se esperaba que estuviesen listas las células de los prototipos y los sistemas de control de vuelo.


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CASA C 103 Aguilucho.

El desarrollo del CASA C 103, en la designación tradicional de CASA, siendo el primer dígito la referencia al nº de motores, 1, y los dos siguientes correspondientes al tercer aparato monomotor desarrollado y segundo construido por CASA, comenzó en enero de 1942 al presentar un proyecto en respuesta al requerimiento de una copia o sustituto del Harrier EAV8B+ Harrier II de la Armada Española.

La propuesta de CASA se basó en el proyecto que inicialmente pretendía modernizar el Aviojet CASA C 101, pero que finalmente derivó en un rediseño completo de la célula y de su proceso constructivo, con el objetivo de proporcionar al mismo tiempo, un sustituto del Harrier y otro convencional del Mirlo para entrenamiento y ataque ligero, abaratando el coste del programa y unificando plataformas aviónica y logística.

A requerimiento de la Armada, el proyecto debía copiar directamente el motor Rolls Royce Pegasus 11-61, lo que a la postre resultó todo un acierto, pues pese a que la copia de los componentes independientes no revistió especial dificultad, resultó especialmente delicado el proceso de montaje y programación de los motores completos para alcanzar los requerimientos operativos, que habría requerido mucho más tiempo del estimado si se hubiese comenzado un desarrollo derivado. Simultaneamente, se acometió la transición paulatina de la fabricación de los motores Garret TFE731-2 a las versiones 5BR de más de 4.600 libras de empuje, que eran más apropiadas para remotorizar los aviones como los Falcon 900 del ejército y parte de la flota de aviones ejecutivos presentes en España.

Los primeros trabajos importantes sobre la nueva célula, fueron los relativos al control del aparato en las operaciones de vuelo estacionario y VTOL, el control de los conductos sopladores que estabilizaban y permitían maniobrar la nave, que de lo contrario sería inestable, imposible de maniobrar y se estrellaría cada vez que perdiese la sustentación aerodinámica, dichos trabajos fueron complejos y condujeron a un rediseño del sistema de soplado más complejo que el del Harrier original, dado que la informática moderna permitía diseñar un sistema de control de estabilidad más complejo y totalmente automático integrado en una centralita fly-by-wire, las salidas de estabilización se aumentaron, y pasaron de ser cuatro principales en los extremos alares, morro y cola, a ser una combinación de estabilizadores de soplado repartidos entre los extremos alares, morro, cola, y superficies de sustentación.

Aún así, la primera versión en volar fue la convencional, con motor TFE731-2, que gracias a la nueva ala en flecha mejoró notablemente sus prestaciones, que aumentaron significativamente al incorporar la nueva motorización TFE731-5BR de 4750 libras de empuje, que permitió el lujo de utilizar los conductos sopladores diseñados para la versión VTOL aprovechando la sobrepotencia del motor para incorporar las captaciónes de flujo para el soplado tras la turbina de baja presión del reactor.

Esta novedad conseguía unas condiciones de manejo y maniobrabilidad a velocidades bajas y medias sin parangón gracias a la centralita de vuelo fly-by-wire y el diseño vectorial de parte de las salidas de soplado, lo que le proporcionaba unas características ideales como aparato de apoyo cercano, que además, gracias al ligero aumento de envergadura y a la utilización del espacio diseñado para la estiba del agua de refrigeración para la versión con motor Pegasus como depósito extra de combustible, superaba la extraordinaria autonomía de 7 horas de vuelo y 5.000 millas de alcance del C 101 original y con un techo de servicio de 13.700 metros gracias a su mayor superficie alar y a la potencia extra del motor 5BR.

El Ejercito del Aire se mostró muy satisfecho con las características de la versión convencional, que presentaba además unas muy interesantes carácterísticas STOL, y un tren de aterrizaje muy robusto que permitía operar sobre pistas semipreparadas, que en la versión VTOL perderían las ruedas exteriores y necesitarían un juego de ruedas auxiliares en cerca de los extremos alares, así que solicitó que se acelerase todo lo posible la versión de producción para sustituir al C 101.

Resultaba un aparato caro en origen debido al alto coste de desarrollo, pero tenía un bajo coste de operación, y se esperaba que su polivalencia abaratase su producción gracias una larga vida operativa.

Las series iniciales entrarían en producción en noviembre de 1942, con las denominaciones CASA C 103A1 la versión monoplaza, CASA C 103A2 la versión biplaza de entrenamiento básico y CASA C 103AT2 la versión multiproposito biplaza todotiempo.

La versión VSTOL del C 103 con motor Pegasus, el C 103B, tuvo un desarrollo más accidentado, si bien, la experiencia ganada en el C 103A fue beneficiosa para poner a punto el sistema de control de vuelo estacionario, que dio innumerables problemas y provocó no pocos accidentes.

Para empezar, la copia inicial del motor Pegasus resultó problemática a bajas velocidades y en vuelo estacionario, de forma parecida a las primeras versiones probadas por la Hawker Sideley, tendían a recalentarse excesivamente y podían llegar a incendiarse al pararse, si no se utilizaba un sistema de refrigeración auxiliar, finalmente, tras un arduo trabajo, se decidió solucionar el problema mediante una APU, unidad de potencia auxiliar que,sustituyendo al depósito de agua y al sistema de refrigeración de agua, tenía como misión principal accionar un depresor que debía absorver aire a través de las tomas auxiliares laterales de las toberas y una toma auxiliar bajo el freno aerodinámico dorsal, e inyectarlo dentro de las toberas, manteniendo un flujo de aire incluso en vuelo estacionario que evitaba el sobrecalentamiento del motor. Aún así, se incorporó un sistema de refrigeración de emergencia, consistente en un sistema de gas presurizado que se expandiría dentro de la cámara de baja presión para refrigerar el motor si fuera necesario proporcionando tres minutos de refrigeración a régimen normal del motor.

El control de vuelo estacionario y despegue y aterrizaje vertical resultó también más complejo de lo esperado, y resultó peligroso cuando se utilizaba con carga media, hasta el punto de que el aparato entro en servicio con la prohibición de realizar despegues y aterrizajes con cualquier carga externa y con más del 70% de carga interna.

Aún así, la carrera de despeque a plena carga con las toberas en posición de carrera de despeque corta, o STOL,era de menos de 80 metros, pudiendo apontar a muy baja velocidad y detenerse en menos de 40 metros, lo que lo convertía en perfectamente válido para operar desde portaaviones ligeros y la armada le dio el visto bueno en octubre de 1942, entrando en producción una preserie de 22 aparatos entre enero y marzo de 1943 y la primera serie comenzó a salir de las líneas en marzo y a entrar en servicio en junio de 1943 sustituyendo a los 6 prototipos supervivientes de los 9 construidos y sustituyendo a los 20 aparatos de preserie supervivientes, tras haberse perdido dos en accidentes y apoyando y finalmente sustituyendo a los 5 gastados EAV8B Harrier II supervivientes.

La entrada en servicio se produjo bajo las denominaciones CASA C 103B1 la versión monoplaza, CASA C 103B2 la versión biplaza básica que también debía servir como entrenador, y CASA C 103BT2 la versión biplaza polivalente todotiempo.

las prestaciones resultaron ampliamente superiores a las del C 103A, que si este tenía una velocidad máxima operativa de 955 kilometros por hora, la versión con motor Pegaso alcanzaba los 1180 kilómetros por hora, y un alcance de más de 3.000 kilometros o más de 3 horas de vuelo, aunque en cuanto a carga bélica ambas versiones podían alcanzar cargas máximas respetables, con gran ventaja para la versión VSTOL debido a la mayor potencia de su motor Pegaso, 3.300 kilogramos el C 103A y 6.900 kilogramos el C 103B. Unas prestaciones que hicieron que el Ejercito del Aire también adquiriese parte de la producción del C 103B1 para emplearlo como avión de apoyo cercano.

El armamento interno de ambas versiones, C 103A y B, era de dos cañones de 20 mm en dos semigóndolas ventrales que también servían como puntos de anclaje de cargas externas.

El desarrollo continuó, no siendo hasta abril de 1944 que los sistemas de control de vuelo finalmente estuvieron tan desarrollados que permitieron no solo el aterrizaje y despegue vertical del avión con hasta un 45% de la carga bélica máxima, sino que incluso se había llegado a conseguir el objetivo de que el sistema de control de vuelo estacionario podía corregir el empuje aerodinamico lateral de vientos ligeros y mover automáticamente la aeronave para evitar la entrada en pérdida en caso de superar la capacidad de compensación por empuje, convirtiendo al aparato en una de la aeronaves más seguras en vuelo.

La experiencia obtenida permitió acometer diversos estudios complementarios que abrirían camino para posteriores desarrollos, de los que se habían iniciado pruebas conceptuales y de diseño de una nueva célula mucho más avanzada, que tal vez llegase a ver la luz dentro de muchos años, puesto que a los C 103 parecía esperarles una larga vida operativa.

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C 103A
Motor: Garret TFE731-5
Empuje: 21 kN
Peso en vacío: 3.700 kg
Peso cargado: 5.100 kg
Peso máximo al despegue: 8.400 kg
Velocidad máxima: 955 kilometros por hora.
Alcance: 5.000 km
Techo de vuelo: 13.700 metros.

Armamento:
2 cañones de 20 mm con 100 proyectiles cada uno.
3.300 kgs de armamento en 6 pilones subalares y 2 ventrales.

C 103B
Motor: PEGASO
Empuje: 105 kN
Peso en vacío: 5.200 kg
Peso cargado: 7.100 kg
Peso máximo al despegue: 14.000 kg
Velocidad máxima: 1.180 kilometros por hora.
Alcance: 3.000 km
Techo de vuelo: 11.000 metros.

Armamento:
2 cañones de 20 mm con 100 proyectiles cada uno.
6.900 kgs de armamento en 6 pilones subalares y 2 ventrales.


cornes
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LA FRACTURA

Mensaje por cornes »

CASA C203 Gavilán

Una vez en servicio, el C 103A resultó un excelente avión de ataque, aunque para el Ejercito del Aire y el Ejercito de Tierra mostraba limitaciones para la operación de forma intensiva en ese rol.

Por una parte, su carga bélica, aunque importante, era sensiblemente inferior a la prevista para la versión B con motor Pegaso, por lo que, pese a su ámplia autonomia de vuelo no ofrecería a medio plazo ventajas significativas mas allá de su bajo coste de operación gracias a la fiabilidad y facilidad de mantenimiento del motor TFE731.

Por otra parte, al ser un monomotor, se le considero excesivamente vulnerable a los daños de combate, pese a estar aceptablemente protegido, se observó que la artillería antiaerea podía anticipar su aproximación y por tanto tendía a recibir más daños por fuego terrestre que los reactores de ataque más veloces como el C 19. Por ello, el Ejército del Aire solicitó el estudio de una versión especializada de ataque a tierra con doble motorización y con una protección aumentada, CASA se puso a la tarea.

Aunque en el área de ingeniería se prefería adaptar motores de menor sección como el EF200, que permitirían su acomodo sin apenas mofificaciones en la célula, el Ejercito del Aire deseaba el TFE731 por su facilidad de mantenimiento y bajo coste, el EF200 sería mucho más exigente y constituía un desperdicio de potencia en una célula que no podía utilizarla.

Por lo tanto, el equipo de desarrollo del C 103 debió iniciar una nueva modificación de la célula, esta vez interna, con el fin de acomodar dos turbofan de 130 centímetros de diámetro cada uno sobre una montura pensada para un solo motor, podría parecer trivial, pero esa necesidad de espacio obligaba a modificar gran parte de la estructura central del aparato y la distribución de pesos, incluída la supresión de parte de los depósitos de combustible.

Por suerte, las grandes tomas de aire diseñadas en origen para alimentar al motor Pegaso, permitían mantener la sección frontal intacta, necesitandose tan solo una modificación de la sección central del fuselaje para acomodo de los motores y la redistribución de los sistemas de alimentación de combustible y los depósitos, que verían su capacidad sensiblemente reducida.
Asimismo se incluyó blindaje extra, incluída una plancha de blindaje de acero que debía separar los compartimentos de ambos motores y blindar su "suelo", solución que tan buen resultado había dado en el rocoso Sujoi 25 diseñado por los soviéticos, y el refuerzo de la bañera de fibra y kevlar que rodeaba toda la cabina del piloto aumentando su grosor y añadiendo un paquete de blindaje cerámico bajo la misma.

En un tiempo relativamente breve, el prototipo del nuevo CASA C 203 Gavilán, con dos motores TFE731-5, que le daban un empuje de 9.500 libras aumentando de forma ostensible sus prestaciones, tras una serie de pruebas que debían ajustar su sistema informático de control de vuelo fly-by-wire, entró en la fase de producción con una preserie que causó excelente impresión en el Ejército del Aire, que ordenó su producción inmediata, comenzando esta en febrero de 1943.

Código: Seleccionar todo

CASA C203 Gavilán
Motor: 2 Garret TFE731-5
Empuje: 42 kN
Peso en vacío: 4.700 kg
Peso cargado: 5.900 kg
Peso máximo al despegue: 11.000 kg
Velocidad máxima: 1090 kilometros por hora.
Alcance: 1.900 km
Techo de vuelo: 12.700 metros.

Armamento:
2 cañones de 20 mm con 150 proyectiles cada uno.
5.100 kgs de armamento en 8 pilones subalares y 4 ventrales.


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