Real Alcázar de Madrid. Junio de 1630.
Espínola en su recién nombrado puesto como Consejero de la Guerra peleaba con los legajos con la misma determinación que contra sus enemigos físicos. Pero sin duda era mas aburrido, mas difícil pero mas aburrido.
Las unidades que se iban a necesitar estaban claras, pero él quería ir un paso mas allá. La guerra estaba cambiando. Los ejércitos eran mas grandes, mas pesados, mas voluminosos. Y no parecía que eso fuera a cambiar, al menos por los enemigos de España. Por lo tanto si querían igualarlos debían buscar algo para compensar la superioridad numérica, que no podía ser mas que la evolución técnica y táctica.
Ya se imaginaba a los nobles y a los soldados viejos, "el valor del soldado español podría hacer frente a cualquier enemigo", "no necesitamos nuevas armas, solo alguien a quien atacar"...incluso el Rey, tan celoso de sus soldados españoles podría fruncir el ceño.
Su propuesta iba en el sentido de reducir el tamaño de los Tercios a 1.000 hombres, dividido en 2 batallones de 500. Cada batallón, o a al menos uno incluiría una compañía de "granaderos", habida cuenta de la eficacia que había comprobado en persona en Flandes creía que podría sacarle partido, aunque solo fuera en asedios. Y además incluir un destacamento de caballería, 2 escuadrones a 150 soldados. Incluso sopesaba la posibilidad de incluir alguna pieza de artillería ligera. Pero eso debería hablarlo con alguien que entendiera de fundiciones y semejantes. Le habían llegado a sus oídos que en algún país nórdico se intentaba algo similar pero hechos de cuero...Imposible seguramente.
Sabía que todo eso costaría dinero, pero si reducía el número de soldados aumentando su potencia, compensaría ese gasto.
El arma debería ser para todos los infantes la misma, el mosquete, que algunos ya llamaban fusil, armado de un chuzo en la punta. Muchos lamentarían la pérdida de la pica, "la reina de las batallas", pero les retaba a que aguantaran con la pica una descarga de mosquetes a corta distancia y luego aguantaran una carga con los chuzos de punta.
La caballería...tenía que homogeneizarla. Pistolas y sable. Y algunos mosqueteros a caballo, debería mirar la posibilidad de acortarles ese arma.
Esa al menos debía ser la organización del "ejército de maniobra". Las guarniciones podrían equiparse con arcabuces, mosquetes y picas, pues no creía que hubiera dinero para todos equipados.
Ya se había creado la primera unidad de este tipo. Se encontraba ahora mismo en las afueras de la Villa y Corte. La instrucción marchaba a ritmos acelerados. Para vencer gran parte de las suspicacias de la nobleza, el mando como Maestre de Campo se le había concedido al hermano del Rey. Fernando de Austria. Por muy cardenal que fuese le gustaba demasiado el plomo y el acero.
El mando era suyo, al menos de manera teórica. El joven tenía cabeza, y los veteranos que había puesto a su lado como
Capitanes, eran mas consejeros que otra cosa. Había que formar a los jefes igual que a los soldados, y para ello pensaba abrir una academia donde estudiar poliorcética, matemáticas, artillería, pero también el uso de la infantería y la caballería.