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La Historia Militar española desde la antiguedad hasta hoy. Los Tercios, la Conquista, la Armada Invencible, las guerras coloniales y de Africa.
Domper
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A la misma hora el submarino S-92 Orca, que navegaba a cota periscópica a pocas millas de la costa, emergió y encendió un radiofaro y una baliza estroboscópica; a esa misma hora el grupo de operaciones situado en el borde del cráter del volcán Apoyeque volvió a sus equipos y los conectó. No iban a ser las únicas ayudas a la navegación: para las aeronaves procedentes del norte, un Atalaya que había salido de Boca del Río vigilaría posibles desvíos. Los radares de la flota y los del Centella AEW harían el mismo papel para la fuerza sur.

Al mismo tiempo que despegaban los helicópteros, de la base aérea de Cozumel habían partido seis C-130 que llevaban la Primer Batallón de Fusileros Paracaidistas del ejército mexicano. Tanto soldados como mandos estaban orgullosos: tras meses de prácticas desde C-53, iban a efectuar el primer salto de combate en el Nuevo Continente. Eran escoltados por doce cazas CASA Águila con escarapelas verdes, blancas y rojas. Ya estaban lejos los C-130 cuando despegaron cuatro C-19C. Como en el caso de los Gladio, su participación no era imprescindible pero además de su utilidad disuasoria era una cuestión de prestigio. Como la distancia era grande incluso volando solo con armamento interno y depósitos adicionales, repostaron en vuelo de un TK.27.

Aunque los sistemas inerciales hubiesen bastado para guiar a las aeronaves, los radiofaros servirían como apoyo. La fuerza sur pasó sobre el Orca antes de dirigirse al volcán Apoyeque; se mantendría por debajo de los cuatro mil pies para evitar colisiones aéreas. Los aparatos procedentes de Cozumel se dirigieron directamente al volcán, volando a ocho mil pies. Aunque los primeros en llegar fueron los C.19C. Por entonces empezaba a clarear y podían verse los edificios de la ciudad en la orilla del lago. La formación de C.19 se dividió en dos parejas. Una pareja se dirigió hacia el aeropuerto, y la otra puso rumbo a la colina donde se encontraba el palacio.

Mientras, desde uno de los helicópteros empezó a atronar la música. No era sensato alertar al contrario, pero solo iban a darle unos segundos. Además el coronel Santibáñez, que estaba al mando del contingente naval, era un cinéfilo, y a sus soldados les gustaba. Los trepidantes sones de la cabalgata se extendieron por el lago.



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FalcoX
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Belchertown Massachusetts

Diario de Nathaniel Higgs Jr.

Todavía tengo el estómago revuelto, hay que estar hecho de una pasta especial para soportar el hedor y la visión de los cadáveres putrefactos, por no hablar de tocarlos.

¡Dios Santo, me estoy estremeciendo solo con recordarlo!, esos dos españoles que siempre están envueltos en monos de celuloide y el bruto de Smith estaban bromeando sobre los muertos y chapoteando con sus calzas en los fluídos del suelo mientras los demás estábamos vomitando, Carlton, que fue el primero en bajar al sótano y fue quien levantó las mantas que cubrían los cadáveres tuvo que visitar al doctor, no ha vuelto, pero el supervisor ha llamado para decirme que no podré contar con él durante unos días.

Y también para decirme que todos ibamos a recibir la visita de un loquero, ¡¿pero qué diablos?!, me ha ordenado retirar sus 38 a mis hombres y guardarlos bajo llave en la caja fuerte del hotel, y eso no es todo, ¡Nos ha ordenado no beber alcohol hasta que nos examinasen!... ¿Qué está pasando?, he intentado protestar, pero se ha enfadado y ha dicho que es por nuestro bien, que nos pasamos el día con un 38 en la sobaquera y llevamos semanas trabajando lejos de nuestras familias y no quiere disgustos.

Estoy seguro de que es cosa de los españoles, todos mis compañeros son hombres hechos y derechos, ¿se creen que no pueden soportar la visión de un par de fiambres?, ¿o que no pueden soportar estar unos días sin ver a sus hijos o a sus esposas?, ¡trabajo con hombres, no con nenazas!, porque si los loqueros tienen que mirar a alguien, ¿por qué no miran a los españoles?, o a Smith, que despues de esta mañana sí que tengo claro que no pueden ser normales.

Los cadáveres, que podrían ser los de Duane Simpson y Seamus McDonald, estaban en un sótano de Mapple street, según los españoles llevaban allí semanas, los vecinos y transeúntes se habían quejado del hedor y un par de chiquillos consiguieron colarse a través de uno de los respiraderos del sótano para descubrir que había un cadaver pudriendose bajo unas mantas.

Cuando los bomberos voluntarios y la policía local entraron en el sótano, comprobaron que eran dos los cadáveres y encontraron la billetera de uno de ellos en una chaqueta tirada en suelo, tenía una chequera y una tarjeta de inmigración a nombre de Seamus McDonald por lo que, estando vigente una órden federal de búsqueda contra él y sus dos compañeros del almacen de la Springfield Armory, estuvieron encantados de llamar inmediatamente al FBI y quitarse de encima el problema sin tocar siquiera los cadáveres.

Y no me extraña, el sótano, a pesar de que había sido aireado, hedía con una intensidad tal que revolvía los estómagos, los cuerpos estaban tapados por unas mantas que estaban en parte empapadas de sangre y fluídos, que habían estado pudriendose durante semanas... los cuerpos eran otra imagen de pesadilla, parte de la piel que se veía estaba como acartonada, mientras otras partes estaban como brillantes y de aspecto pegajoso, aunque lo más horrible era el amasijo de vísceras putrefactas y gusanos, puesto que habían sido destripados.

Los españoles no supieron decir si ocurrió despues de ser estrangulados o mientras se lo hacían, todo apunta a que se lo habían hecho atados a las sillas que estaban junto a los cuerpos.

Ahora solo faltaba Magnus Olafsen, cabía la posibilidad de que estuviese implicado en el asesinado de sus compañeros de trabajo, aunque evidentemente no habría podido hacerlo solo, Duane Simpson y Seamus McDonald eran dos hombres jóvenes y fornidos, mientras Olafsen, a pesar de que su nombre podría despertar en la imaginación la imagen de un héroe nórdico, era un hombrecillo de apenas sesenta y tres pulgadas de altura, frente a Seamus McDonald, que como muchos inmigrantes irlandeses pobres pero fortachones, era un campeón de boxeo irlandés que podría haber matado a Magnus Olafsen de un gancho, no tenía ninguna oportunidad, y no era necesario ser uno de los especialistas españoles para deducir que el estado de los nudillos del cadáver que parecía corresponder con el irlandés probaba que se había defendido con extrema violencia justo antes de su muerte. En unos meses sabremos qué han podido averiguar los españoles de aquella carnicería, yo por mi parte he tenido que levantarme a vomitar de nuevo.

Final del día.
-------------

¡Maldita sea!, ¡Son las cuatro de la madrugada!, no podía dormir, pero Tommy Crabbs ha venido a mi, ¡llorando!... he recorrido las habitaciones y ninguno de mis hombres podía pegar ojo, salvo Blackwell que se había derrumbado, claramente borracho como una cuba en el suelo de habitación, y Smith, que dormía pierna suelta, el muy bastardo, pensé en aquel momento, pero despues visitó una a una las habitaciones conmigo, es curioso, yo no lo sabía, pero había sido marine y había estado en Filipinas, Nicaragua y Haití, pero nunca había hablado de ello, su carácter solitario y taciturno nunca nos habría parecido propio de un feroz marine, nos dijo a todos que debíamos tranquilizarnos, el ya había pasado por eso y sabía que lo superaríamos.

Sin embargo, al volver a mi habitación me dijo que había llevado las escopetas de los coches al cuartel de bomberos de Main Street, me confesó que había visto que no todos los hombres son capaces de encajar la visión de la putrefacción y la muerte, pero el tiempo ayudaba, ¡maldito bastardo!, ¡no me ha tranquilizado en absoluto!, no puedo pegar ojo, ¿qué diablos ha visto ese hombre para poder dormir como un tronco después de lo de hoy?...


cornes
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Sevilla
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- Bien, estamos de enhorabuena chavales, la evaluación es favorable y nos contratan 2 nuevos prototipos y 10 aparatos de preproducción.

- ¿Y cual es la mala noticia? que ya nos conocemos...

- Hay una lista de modificaciones que no son negociables, a saber:

1- "Las palas de rotor de aluminio del *Kamov32* (*sic) blabla, blablá, buena resistencia a torsión y la flexión, blabla... se teme que el material sea susceptible de sufrir microfracturas, las palas de producción deberán ser de materiales compuestos, que han probado un excelente rendimiento y durabilidad en el modelo original", es decir, quieren las palas de fibra de carbono con largueros de vidrio y relleno de nomex con amortiguador de vibraciones de los originales, no hay mucho problema porque ya tenemos dos juegos fabricados. Además los de Gamesa nos están dando la brasa para fabricarnos las palas a destajo, el amortiguador de vibraciones los de Delphi lo han clavado, nunca mejor dicho porque es caro de morirse, pero es lo que hay...así que aquí ningún problema.

2- "La transmisión del *Kamov32* (*sic) se ha desempeñado de forma satisfactoria, blabla, blabla... se han cambiado las aleaciones originales se requiere la preparación de cuatro conjuntos rotores para pruebas estrictas de resistencia al esfuerzo y durabilidad", es decir, que quieren pagarnos por jugar con unas transmisiones a ver lo que hace falta para romperlas... estos quieren jugar sobre seguro.

3- "Se advierte que ciertos elementos de los *Kamov32* (*sic) originales, blabla.., las APUs... la bomba de achique alojada en el carenado superior... el mecanismo de plegado automático de las palas... el sistema de ventilación forzado de la cabina, no deben reservarse para versiones especiales, deben formar parte de la versión básica de alcanzar la fase de producción en serie con el fin de abaratar la producción global de todas las series especiales gracias a economías de escala, así como de facilitar la interoperabilidad de la flota, lo que repercutiría favorablemente en los costes operativos del *Kamov32* (*sic)."

Y blabla, blabla, unas cuantas cosas más que no tienen importancia y ya las leereis, ¿qué decís?.


- Que no debímos reducir "la boina".

- Muy cierto, ahora hay que volver a ampliar ese carenado y diseñar toda la instalación dentro...

- Para la APU ¿Qué vamos a usar?... ya lo vimos antes y lo que hay potente y compacto es demasiado pesado o demasiado caro para meterlo en ese carenado y encima hay que darse tortas por ellas, que se las quedan casi todas los tanques o los reactores, va a salir por un ojo de la cara si hay que copiar las APUs originales.

- Turbomeca nos va a fabricar el Oredón, van a fabricar el Turbomeca Pimené como rosquillas para APUs y GPUs, es un juguetito, un metro diez por 40 centímetros y menos de 85 kilos con alternador y todo y nos va a dar hasta más de 100 KVA, barato, sencillo y fiable como el motor de una mobilette, con eso se puede iluminar la feria de abril.

- Pues el mecanismo de plegado no es problema, el que hicimos para los primeros EL-10, está fusilado tal cual del original, será más caro pero el cliente manda.

- A mi lo que me escalda es que todo Dios tiene el "Kamov" en la boca siempre.

- Es verdad, que si los helicópteros son los "Kamov", que si somos "La Kamov", en la Armada llaman Kamov a los pequeñitos, los sudamericanos también, los de la Guardia Civil y la policía también, "los Kamov" o "los de La Kamov".. si hasta en los papeles oficiales...

- Sí, en eso va a haber novedades, los jefes llevan tiempo con la historia, pero ya vereis, va a haber novedades.

- Cuenta, cuenta, que siempre haces lo mismo, seguro que ya está decidido y nos haces esperar al correo de la empresa..

- Vale, pero que no se sepa, eh.

- Siempre lo mismo, no eres más interesante por hacernos esto, que lo sepas...

- ¡Que me lo callo!.

- ¡Venga, leñe, ya!..

- Vale, han solicitado el registro de la marca, se va a cambiar el nombre a la empresa y los nominales de los modelos.

- ¿Cambiar?.. ¿Y a qué nombre se cambia?.

- A ver, ¿de qué estamos hablando?, ¿cual va a ser?..

- ¿Kamov?..

- Veis como vosotros podeis... ya sabía yo que los aeronáuticos no erais tan lelos..

- ¡Vete al peo!.. ¡Kamov dice el tio!.. industrial de las narices...

- ¡Que es en serio!.

- Ya...

- ¡Ondiá!, ¡Es verdad!

- ¿Verdad el qué?.

- ¡Aquí!, mira, en la web de la OEPM, "En vigor: publicación de concesion".

- ¿En la web?... ¿Y tú desde cuando tienes internet en tu puesto?.

- ¡ahí va!.

- ¡Toma ya!, ¡Este se la carga!, ¡Se admiten apuestaas!...

- ¡Halaa!, ¡apuestas dice!, ¡Cenizo, que eres un cenizo!...

- Sois una banda, tened cuidado con lo que haceis que os pueden canear por tonterías con los terminales, ¡que es cuestión de seguridad, coñ*!. Y el cenizo va a pagar las cañas al salir que hoy no hay horas extra, ¿quién está en contra?.

- Nadie hombre, que se merece pagarnos unas cañitas..

- ¡Mira el aprovechado!

- Ya veo, pues hoy, no hay horas, son las siete así que a recoger y vamos a celebrar que tenemos curro para otro año por lo menos, y si ganamos el contrato los más inútiles igual os jubilais aquí... a partir de mañana lo vais a flipar.

- ¿Por qué?, ¿Hay más cosas?.

- Sí, ya vereis, primero van a venir por fin los turboejes para el pequeñito, que lo quieren para ayer, y además creo que se van a hacer los Piasecky en América, pero a nosotros el ministerio por lo visto nos quiere pagar los prototipos del Chinook, vamos a hacer más horas que el palo del sereno...


Domper
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En la loma de Tiscapa apenas había actividad. Solo estaban despiertos los guardias y el servicio, que intentaba hacer el menor ruido posible mientras limpiaban los salones del Palacio de la Curva en los que pocas horas antes se había celebrado una fastuosa fiesta. Que había quedado un tanto deslucida pues el invitado principal, el recién llegado embajador estadounidense Breckinridge Long, que había sustituido a Thomas E. Whelan, había excusado su asistencia. Un cambio que no había gustado en Managua dadas las excelentes relaciones entre el general de la Guardia Nacional y el norteamericano, incluso tras la retirada de los instructores del US Army por insistencia de los malditos españoles, que no se les había perdido nada en ese rincón del mundo. La ausencia no había ayudado al humor de Tacho, que basaba en la amistad norteamericana su poder, aunque unas cuantas libaciones lo habían calmado y a las siete de la mañana en el dormitorio solo se oían los ronquidos del general.

Un guardia empezó a escuchar un rumor procedente del norte, del lago. No sabía identificarlo pero le parecía como una mezcla de música y de máquinas. Miró hacia allí y logró atisbar en la media luz del amanecer una nube de puntos, y acercándose rápidamente, otros dos más grandes, que dejaban una estela blanca. No sabía qué hacer, si tomar su fisil o si llamar al cabo, cuando un tremendo sonido le hizo tirarse al suelo.

Los dos Flecha habían sobrepasado la formación de helicópteros por su derecha. Durante la preparación de la operación los pilotos habían visto múltiples imágenes, bastantes tomadas en los días previos desde aparatos de reconocimiento que se movían a alta cota, y otras por agentes norteamericanos, y no les costó distinguir la distintiva colina donde se alzaban los palacios. Un aparato escogió el de la Loma, el otro el de la derecha, llamado de la Curva (simplemente por una curva en el camino de acceso al palacio presidencial) y encendieron los posquemadores. Pasaron a velocidad supersónica apenas a veinte metros sobre los tejados. La onda de choque reventó los cristales de los dos palacios, y hasta cayeron algunas puertas. Los guardias, creyendo que les habían lanzado una bomba, se tiraron al suelo, desconcertados. El personal del palacio quedó paralizado y algunos fueron heridos por los fragmentos.

En el dormitorio, el boom sónico sonó con intensidad capaz de despertar a un muerto aunque estuviese sumido en niebla alcohólica. El general se levantó pero no saltó de la cama: estaba muy reciente el terremoto del treinta y uno y nadie en su sano juicio corre descalzo por una habitación llena de cristales rotos. Notó que la cama vibraba: efectivamente debía ser la tierra moviéndose otra vez. Aunque los oídos le pitaban y apenas podía escuchar nada, le parecía oír un ruido que parecía mezcla de silbidos, redoble de tambor y ¿la música de una ópera alemana? ¿tan borracho estaba? Palpando con cuidado tomó las zapatillas y se movió hacia el balcón: su dintel era uno de los puntos más seguros durante un movimiento sísmico. Pero fuera no vio la nube de polvo que imaginaba, sino unas aeronaves del tamaño de buses que se posaban en la explanada, dejando salir torrentes de soldados. Pensó que si quería escapar, sería cuestión de segundos… o ni eso; porque una de las aeronaves se situó frente al balcón. En la puerta lateral un soldado, que manejaba una ametralladora enorme, le apuntó, mientras otro hacía señas. Anastasio Somoza levantó las manos.



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Los otros dos Flecha hicieron una pasada a velocidad supersónica sobre el aeropuerto, y luego orbitaron, prestos a intervenir, mientras los Hércules pasaban a mil pies dejando caer a los paracaidistas. Al mismo tiempo los Águila bajaron a mil pies preparados para suprimir las defensas antiaéreas. Pero no las había, o nadie tuvo ánimo para usarlas. Los soldados se extendieron por la base, ocupando la torre de control y el caserón empleado por la recién nacida fuerza aérea. También vigilaron los aviones, uno de los motivos que habían hecho conveniente la intervención de los reactores: hasta dos meses antes la fuerza aérea nicaragüense estaba formada por un par de obsoletos biplanos, pero de repente se había llegado la presencia en Managua de una docena de cazas monoplanos. Tras ser descubiertos en una fotografía aérea, costó bastante identificarlos al tratarse de un modelo realmente extraño: Curtiss-Wright CW-21 Demon, cazas ligeros pero de prestaciones razonablemente buenas y que suponían una amenaza para los helicópteros. Pero eran blancos de feria ante los Tornado, los Águila y desde luego ante los Flecha. Con todo, los aparatos estaban estacionados y nadie intentó acercarse a las máquinas.

Con pocos minutos de retraso llegaron otros invitados: una formación de aviones Tornado y Dauntless, procedente del portaaviones Hornet, que navegaba casi a la vista de la costa oriental nicaragüense. Los partidarios de Somoza se alegraron al ver que su aliado acudía para rescatarlos; pero los aparatos formaron junto a los españoles y mexicanos. Estados Unidos había abandonado a su lacayo.

Una vez consolidado el aeródromo, los soldados procedieron a clasificar a los prisioneros. Enseguida les llamó a atención que muchos de ellos eran altos y de tez clara, alguno de aspecto casi nórdico. Demasiados para ser solo instructores; el mayor Urdaneta, al mando de los paracaidistas, sospecho que eran de mercenarios encargados de pilotar los cazas. Cuando se les interrogó, apenas farfullaron en español algunas protestas, pero gritaron en inglés que querían hablar con el embajador norteamericano. Los paracaidistas, tras registrarlos (a más de uno encontraron pistolas) los reunieron en una sala; luego serían identificados, pero primero había que asegurar la ciudad.

En las siguientes horas los C-130, empleando el aeródromo tomado por los paracaidistas, llevaron otro batallón mexicano y seis VAMTAC. Esa misma mañana tres A400M transportaron un batallón venezolano. Mientras comenzó la ocupación de la ciudad. El esquema era sencillo: un potente emisor radiofónico anunció la caída de Somoza y ordenaba a la Guardia Nacional y a las milicias particulares deponer las armas y entregarse. Grupos de vehículos (VAMTAC y luego también camiones civiles) provistos de altavoces transportaban a patrullas de la Unión Iberoamericana que aceptaban las capitulaciones. En la capital solo se produjeron enfrentamientos en la antigua escuela militar apodada Momotombo: un grupo de instructores intentó resistir, hasta que el edificio fue alcanzado por cohetes disparados por dos Avispa. Los rendidos eran en su mayoría anglosajones y el registro de la escuela permitió hallar importantes cantidades de armamento de infantería moderno.



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Descabezado el régimen, quedaba la limpieza del resto de Nicaragua. Una segunda operación aerotransportada liberó la pequeña localidad de Bluefields, a donde las lanchas de desembarco llevaron vehículos adicionales. Las patrullas, a veces en coches todoterreno —por donde existían carreteras— o mediante helicópteros, recorrieron el resto del país. La Guardia Nacional de las ciudades Masaya y de León se rindió al día siguiente, y a las cuarenta y ocho horas del asalto la mayor parte del país estaba en calma. Mejor, porque el vicealmirante Leñanza acababa de recibir un mensaje urgente según el cual solo podría permanecer en el Caribe dos días más antes de volver a volver con sus aeronaves a aguas españolas.

Amanecía el tercer día cuando un grupo de campesinos, con expresión contrita, se presentó ante una patrulla de infantería de marina española que ya estaba recogiendo sus equipos.

—Buenas señor excelencia don soldado, necesitamos auxilio porque los guardias de la fruis están dando blanca a los chavalos tal como chanchos.

Costó un tiempo entenderse pero al fin lo consiguieron. En una localidad perdida llamada Rama, los lugareños, hartos de exacciones, habían asediado a un grupo de “vigilantes” que protegían la plantación de palma de la United Fruit. Los mercenarios habían respondido como siempre habían hecho: violentamente. Un grupo había salido y, tras dispersar a los campesinos a tiros, había reunido a los jóvenes de una aldea cercana. A los varones los encerraron en una cabaña a la que prendieron fuego; se habían quedado con las chicas que debían ser prenda de buena conducta de los vecinos. Tenían que proporcionarles comida y canoas con las que descender por el río Escondido hasta la costa, donde pensaban hacerse con pesqueros para llegar hasta la cercana Costa Rica.

La noticia llegó inmediatamente al mando. A bordo del Juan Carlos I el general Cabezo, al frente de las fuerzas de tierra de la operación, y tras conferenciar con Leñanza y Pinato, tomó una decisión inmediata. Ocho HM.36 y dos Avispas partieron hacia la población, escoltados por cuatro cazas Tornado. Las aeronaves al no encontrar sitio abierto, se mantuvieron en suspensión a un metro de altura mientras los soldados saltaban. Pero unos lugareños indicaron que el suceso se había producido al norte, a unos tres kilómetros, cerca de un lugar llamado Oscar Brenes. Los soldados volvieron a subir a los helicópteros que al poco se posaron junto a una estancia.

Inmediatamente salió un hombre agitando una camiseta blanca a modo de bandera. Era alto, rubio y sus ojos azules claros denotaban su origen incluso antes que empezase a hablar.

—I need to talk to the commanding officer.

—Soy yo —dijo un capitán—. Desembucha.

El anglosajón debía entender algo porque respondió.

—We are guardians of the plantation and some outlaws have attacked us. We need help.

—¿Dónde coñ* tenéis a las muchachas?

—What girls?

Entonces se escuchó un grito femenino. El capitán tomó su fusil (no llevaba pistola para no identificarse claramente ante el enemigo) y golpeó con su culata el abdomen del emisario, que tuvo que arrodillarse.
—Sois basura humana. Si queréis salir vivos soltad inmediatamente a las chicas —dijo apoyando el cañón del arma en la frente del vigilante. —Otro soldado levantó al anglosajón de un tirón en el brazo mientras el capitán seguía—: Tenéis cinco minutos.

—You are not gentlemen.

—Ni gentelmanes ni leches. Corre si no quieres quedarte sin huevos —respondió el capitán apuntando su fusil hacia el bajo vientre del mensajero.

El hombre volvió a la estancia, pero apenas había pasado la puerta cuando el oficial recibió un aviso.

—Capitán, dicen desde el Atalaya que esos cabrones están emitiendo por radio a toda potencia.

—A tomar viento con esos yanquis.

Los infantes de marina, sin previo aviso, empezaron a disparar para cubrir la aproximación de un pelotón. Al llegar, lanzaron bombas de humo y en cuanto estallaron entraron por puertas y ventanas. Se escucharon algunos disparos y luego un sargento salió del caserón.

—¿Alguna baja?

—Sólo Pérez que tiene un rasguño en el brazo. Pero menos mal de los chalecos —dijo mostrando la melladura en el suyo, donde habían descargado un revólver.

Entonces también salieron dos soldados que intentaban ayudar a una joven, casi una niña.

—Esos malnacidos las estaban violando.

—¿Hay prisioneros?

—Solo cuatro.

—¿Bajas enemigas?

—Hemos contado doce.

El capitán entró en la estancia donde olía a sangre y miedo. Tres muchachas semidesnudas lloraban, y a su lado estaban dos cadáveres; el oficial vio que los dos caídos tenían un impacto en los genitales. En otras dos habitaciones encontró espectáculos similares. Pero en la cuarta estaba el premio gordo. Un hombre estaba caído sobre una mesa, sangrando por el cuello; aun empuñaba un revólver. Dispersos por el suelo había hojas llenas de números.

—¡Sargento!

—A sus órdenes.

—Quiero que se encargue personalmente de custodiar esta habitación. Nadie podrá entrar hasta que llegue personal de inteligencia y sobre todo, que a nadie se le ocurra tocar un papel ¿Dónde están los prisioneros?

—Los he sacado fuera.

Tres de los capturados sangraban por heridas y no se podían mantener de pie. Solo el emisario estaba incólume, y no dejaba de protestar.

—You are in a plantation of my company helping the bandits. Must treat us like prisoners of war

—Prisioneros de guerra dice ¿usted lleva uniforme? Me parece que la Convención de Ginebra no le ampara. Aunque tal vez tenga razón y deba liberarle —dijo con sonrisa aviesa el oficial español.

El prisionero miró y vio como los nicas empezaban a aglomerarse. Uno llevaba una garrafa de queroseno.

—You have to protect us!

—Igual que hicisteis con esas niñas. Mire, usted deberá elegir. Si quiere quedarse con nosotros tendrá una charla con un compañero.

—Will they respect our lives?

—Les garantizo que llegarán vivos a un juzgado para conocer lo que las leyes nicaragüenses dicen sobre la violación y el asesinato. Pero si no le parece bien, estoy dispuesto a dejarle ir ahora mismo. Estos amigos suyos —dijo señalando a los nicas— le esperan.



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Ciudad de Panamá
Barrio de la Exposición
Plaza de Cervantes
Embajada Española


Otra mañana calurosa y húmeda en Panamá, había lloviznado pero seguían a 27 grados y el trasiego de personas por los soportales y las escaleras del edificio de la embajada era el habitual, tanta gente subiendo por las escaleras para acercarse a las ventanillas de información que se habían habilitado en las dos puertas laterales de los arcos, la entrada principal orientada hacia el parque, que tras la escalera consistía en tres arcos de piedra con unas bonitas cancelas de reja que se abrían todas las mañanas para dar acceso a la puerta principal de la embajada.

Imagen

Cuando la nueva administración se hizo cargo, actualizó la embajada y comenzó a poder ofrecer los servicios normales, el trasiego de personas que solicitaban información hizo necesario atender las peticiones en el exterior, en las ventanillas colocadas en los soportales de los arcos de entrega se hacía un cribado, se atendía directamente la consulta o directamente se daba cita.

Se había hecho así en parte por imposición del servicio de seguridad de la embajada, por llamarlo de alguna forma, pues eran cuatro guardias civiles que veían su jubilación en el horizonte y un par de policías nacionales más jovencitos que rotaban con frecuencia. El caso es que no podían dar abasto a "controlar" a la cantidad de personas que entraban por las puertas, ya que los primeros meses entraban incluso chicuelos a curiosear y personas humildes a pedir, así que el gran recibidor de aquella embajada era un caos que bien podría, junto con el clima, poner en peligro la vida de aquéllos diligentes números del Benemérito Cuerpo, pero por un síncope o una angina de pecho, por lo que habían exigido que Recepción e Información estuvieran estuvieran en ventanillas de cara al exterior.

De un tiempo a esta parte, gracias a que se había extendido por la ciudad la noticia de que en la embajada se ofrecían servicios como las legitimaciones de firmas o compulsas y se disponía de registros como el "Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación" y muchos archivos históricos de la administración española de varios siglos completamente digitalizados, había un trasiego constante de personas, y a las 11 de la mañana unas 20 personas se apelotonaban en el soportal esperando a hacer sus consultas o solicitudes en las ventanillas.

Cuando el cabo Serafín, agobiado como estaba por el calor húmedo de la mañana, se fijó en las cuatro indias, con sus coloridos vestidos y el paño en la cabeza que estaban subiendo las escaleras con un pesado cajón de madera se quedó mirando sin saber mucho qué decir, hasta que las mujeres llegaron al último escalón y se acercó.

- Buenos días, señoras, ¿A donde creen que van con esa caja?.

A lo que la señora que agarraba el cajón por la derecha solo acertó a decir:

- Embajador, embajador - Señalando la caja que sostenía con su mano derecha.

- ¡Hay la virgen!, señoras, ¿no hablan ustedes español?.

- Síi, embajador, esto, señor embajador.

- ¡Mecagüen la leche!, no hay día sin folklore... - Se llevó la mano al hombro y pulsó su intercomunidador - Morral, ven a la puerta, anda.

- Señor, señor.

- Dígame, señora.

- Embajadaor, esto es p´ambajador.

- Morral, ¡Baja coñ*!, y traete al Castillo, que hay aquí unas señoras de estas de la pañueleta roja.

- Señor, señor..

- Espere un momento, señora, que ahora viene un compañero... ¡Morral, bajas o no!... sí.. ngobe no, gunas o kunas o como se diga, las de los bordados, que te traigas a Castillo hombre.

- Señor, hora, señor.

- Espérese un momento, señora.

Las cuatro mujeres, cansadas de sostener el cajón, por lo visto bastante pesado, intentaron posarlo en la escalera, aunque al soltarlo no se quedó quieto, sinó que se escurrió escalones abajo, pero apenas tuvieron tiempo de darse cuenta, nada más golpear el tercer escalón se produjo una violenta explosión que despedazó a las mujeres y a todos aquellos que se encontraban en los alrededores de las escaleras de entrada, proyectando sus restos junto con fragmentos de metralla y madera del cajón, contra el edificio y contra el parque, alcanzando a más transeuntes, la explosión fue tan violenta que destrozó el soporte de piedra de uno de los arcos de la entrada a la embajada, proyectando los fragmentos de piedra, grandes y pequeños al interior del edificio donde provocó más víctimas.

No quedaba nadie en pié en la destrozada fachada de la embajada, ni en la mayor parte del parque que fue barrido por la metralla y fragmentos que habían alcanzado también las avenidas perú y cuba alcanzando a más personas, los muertos eran muchos, los heridos muchos más, apenas quedó nada reconocible del cabo Serafín Thomas García.
Última edición por cornes el 14 Feb 2017, 16:24, editado 1 vez en total.


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El Castillo de Bellver, el antiguo Grande Spagna de las líneas Grimaldi, no era un buque demasiado grande para el siglo XXI, y por dimensiones no había destacado en el puerto de Nueva York, acostumbrado a recibir buques de pasaje que duplicaban el desplazamiento —aunque todos sabían que los transatlánticos tenían los días contados—. Pero las extrañas líneas del barco y su capacidad de cargar cientos de vehículos sí habían llamado poderosamente la atención, al ver como en sus entrañas —que habían sido reforzadas— desaparecían dos centenares de tanques M4 y otro de blindados M39. En las cubiertas superiores se estibó una carga a la vez más ligera y más valiosa: sesenta aviones Beechcraft Mentor y cuarenta North American Troján, que habían embarcado en cajones montados en remolques.

Igual que el M39, los dos aparatos se habían empezado a construir adelantándose bastantes años a la anterior línea temporal, y en los tres casos había sido debido a las demandas españolas. Respecto al M39, el conocimiento de la importancia del blindaje en la lucha antitanque había hecho que los proyectos de cazacarros fuesen abandonados —y de paso, que el general Lesley McNair fuese enviado a mandar osos a Alaska—, siendo sustituidos en las líneas de producción por vehículos de transporte de tropas. El M39 se diferenciaba bastante del M18 original, pues además de coraza reforzada tenía motor delantero, permitiendo que los soldados embarcasen por un portón posterior.

Más importantes que el M39 eran los dos nuevos modelos de aviones. A fin de cuentas en España se estaban produciendo transportes acorazados superiores al norteamericano, que sería destinado a reforzar las unidades ya equipadas con el M4 Súper Sherman. Pero los dos nuevos entrenadores suponían un salto cualitativo en la producción norteamericana, sobre todo por incorporar un tren triciclo anterior. El motivo era lógico: aunque el Ejército del Aire había empleado un buen número de avionetas Piper Cub y de entrenadores North American Texán, había sido para facilitar la transformación de los pilotos procedentes de la aviación civil para volar el cazabombardero Halcón, que tenía el mismo tren de aterrizaje. Además un buen número de Texán habían sido empleados como controladores aéreos avanzados, pero en los combates con Alemania había mostrado sus limitaciones: resultaba vulnerable a las armas antiaéreas, incluso a las ligeras, y la limitada potencia de su motor impedía instalar un asiento eyector.

En España se habían ofertado centenares de plazas de pilotos de complemento, empleando tanto los Pillán del Ejército del Aire —por desgracia disponibles en número muy escaso— como aparatos procedentes de aeroclubs. Se necesitaba un avión con el que estandarizar la producción, a ser posible de características similares al Pillán, que se consideraba una aeronave óptima para la escuela. Era requisito indispensable el tren triciclo anterior, ya que la intención del Ejército era transferir los Halcón a naciones aliadas, y si los nuevos pilotos se formaban con aparatos de tren posterior, como el citado Texán, cierto número fracasaría en la transición al otro tipo. Por otra parte, construir una avioneta de ese tipo no sería difícil para la industria aeronáutica española, pues en el siglo XXI había varios fabricantes que diseñaban y fabricaban aviones ligeros, pero las demandas de aviones y helicópteros de combate no dejaban espacio para los de escuela. Afortunadamente el diseño de un reemplazo no fue difícil: bastó con enviar a Beech, que ya había iniciado los estudios de la avioneta que hubiera debido llegar a ser la muy exitosa Bonanza, un T-34 Mentor procedente del Museo de Cuatro Vientos. La nueva Mentor se consideraba un aparato óptimo para la instrucción y en un futuro podría ser propulsado por un turbohélice para disminuir aun más los costes de operación.

Más problemático había sido el Troján. España no pensaba emplearlos como entrenadores —entre los Pillán, Mentor, Aviojet y los Milano que se estaban empezando a producir tenía sus necesidades cubiertas— sino como sustitutos del Texán en misiones de observación, y se deseaba que el aparato pudiese ser equipado con asiento eyectable, placas de blindaje, y que además tuviese capacidad para llevar contenedores con ametralladoras, cohetes, bombas de caída libre o incendiarias. North American había precisado la colaboración de Grumman, que estaba produciendo el Haro Tornado bajo licencia, y finalmente el XA-27B Trojan había volado el 22 de enero de 1942. En junio se habían entregado los primeros ejemplares de serie, que estaban propulsados por radiales Wright R-2600-84 (inicialmente destinados al B-25 Mitchell, aparato descartado a favor del más avanzado B-28). El Trojan había resultado tener mejores prestaciones que el Douglas Dauntless e incluso que el Curtiss Helldiver, por lo que la US Navy se había interesado por una versión embarcada del aparato.



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Navantia
San Fernando
Cádiz



En la gran nave de San Fernando destinada al armado de anillos de estructuras de aluminio varios equipos de obreros recibían las últimas instrucciones antes de comenzar a colocar el andamiaje y ajustar las plataformas necesarias para las nuevas secciones.

La gran nave de más de 4.000 metros cuadrados era una de las instalaciones construidas por la entones Bazán a principios de los años 90 realizando una gran inversión en medios y formación para dotarse de la capacidad de realizar construcciones en aluminio mediante el plan MESTRAL, que era el acronimo de "Monohull Excellent Seakeeping Transport and Leisure Ship" que fueron punteras en Europa durante una década, y que sirvieron para botar una serie de fast ferrys pioneros a nivel mundial, como el Albayzin y el Almudaina, buques monocasco de aluminio de excelentes características y que podían alcanzar velocidades de hasta 40 nudos con unas potencias propulsoras sorprendentemente reducidas.

La construcción en aluminio es problemática en muchos aspectos, supone ciertos problemas que el acero no tiene y complica los cálculos estructurales, pero a cambio su densidad, de 2,70 Kg/cm3 es un tercio de la del acero proporcionando además una mayor rigidez, permitiendo una mayor ligereza de construcciones estructurales que la debida exclusivamente al menor peso del material, con lo que las ventajas en construcción naval son evidentes siempre y cuando se pueda hacer frente a los desafíos de su utilización, que fue lo que Bazán hizo en los 90, de la misma forma que realizó una gran inversión en instalaciones y formación para realizar construcciones en PRFV para la construcción de la clase Segura.

Sin embargo todo aquel esfuerzo no pudo ser amortizado, se construyeron 7 buques MESTRAL pero, a pesar de sus bondades, los diseños multicasco fabricados en astilleros australianos resultaron más atractivos para las navieras debido la gran versatilidad de sus enormes cubiertas rodadas, era una espina que se quedó clavada en Cádiz y que ahora tal vez pudieran quitarse.
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Gran parte de los obreros allí presentes se habían formado en aquella reconversión y veían con agrado la recuperación para el trabajo en aluminio de las instalaciones, no era ninguna broma, las gradas, las plataformas móviles o las grúas puente hasta cierto punto podían tener aprovechamiento en otros usos, pero los enormes y carisimos equipos especializados como los sistemas de ventilación forzada y de vacío pedían al menos un intento de aprovechar su existencia.

La ocasión era propicia, era necesario compensar a las navieras a las que se habían militarizado sus navíos y debían mantenerse las líneas regulares no solo con las islas y las ciudades autónomas, sino que también debían atenderse algunas rutas con el norte de África, Francia, Italia y Reino Unido, por no hablar de las trasatlanticas, que de momento se apoyaban en parte de la flota militarizada.

Las necesidades de las líneas con las islas y el norte de África ya no eran las de antes de la fractura, ahora la transmediterranea necesitaría buques más pequeños, pues el volumen de vehículos era muy inferior y más rápidos, para poder aumentar las frecuencias. En ese escenario, los Fast Ferrys monocasco de V profunda clase Albayzin eran buques muy apropiados, no en vano transmediterranea continuaba operando muy satisfactoriamente el Alcántara y en la situación actual estaba muy interesada en nuevas unidades, con capacidades de unos 80 vehículos entre 400 y 500 pasajeros.

A las navieras les interesaba en la situación actual recibir sus compensaciones en buques terminados, pues una compensación monetaria no solucionaba sus problemas, estando como estaban la mayor parte de los astilleros muy ocupados, conseguir buques les sería por un lado probablemente muy caro y sin ninguna duda demasiado lento, sin embargo, Navantia, como había demostrado con el programa MESTRAL, podría botar un ferry de la clase en cuatro meses y finalizarlo para entrega en menos de seis, ninguna de las armadoras podía conseguir buques equivalentes en esos plazos por su cuenta, ni en el triple de tiempo.

Se había puesto a punto el personal y las instalaciones construyendo una serie de seis pequeñas lanchas patrulleras de entre 20 y 45 metros y seis pequeños transbordadores fluviales de 20 metros que serían utilizados en Europa mientras no se recuperasen los puentes afectados por la guerra.

Ahora se comenzaría a construir las estructuras de los ferrys, y para no restar espacio a los programas de construcciones para la armada y a las reparaciones y conversiones en curso, se acababan de limpiar las gradas de los viejos astilleros de Matagorda, cuyo dique del siglo XIX y naves de talleres habían sido convertidos en museo, el dique estaba en perfecto estado, las gradas en cambio habían necesitado una buena limpieza y reacondicionamiento y las viejas grúas "Zorroza", "Macosa" y Cigüeña" simplemente fueron apartadas, como piezas de museo que eran, para hacer sitio y acondicionar las plataformas de rodaje de las gruas móviles pesadas de entre 100 y 400 toneladas que darían servicio a las gradas.
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Las secciones iban a ser transportadas desde San Fernando hasta Puerto Real en una gabarra-grúa de transporte construida para la ocasión con dos potentes grúas telescópicas, de esa forma podían construirse tres unidades simultáneamente, dos en las gradas y una en el dique de Matagorda.

Si fuera necesario incluso se habían desarrollado planes para crear un dique seco provisional en el muelle contiguo a las gradas de Matagorda, cerrándolo con una compuerta flotante inundable reutilizable, requeriría dragar, nivelar y reforzar el fondo para soportar el peso de las construcciones, pero el coste sería una pequeña fracción del de las cuatro unidades que podrían construirse simultáneamente en dicho dique, aunque era poco probable que fuera necesario.

La botadura de las tres primeras unidades de ferrys MESTRAL, de 96 metros de eslora y 16 de manga se realizaría antes de diciembre, a continuación entraría en grada siguiente serie, de características equivalentes al HSC Silvia Ana L, de 125 metros de eslora y 19 de manga, doblando en desplazamiento y capacidad a los Albayzin-Almudaina.

Más adelante, cuando se pudiera dedicar tiempo a nuevos diseños, incluso podrían construirse configuraciones catamarán o trimarán, que con su gran capacidad de carga rodada voluminosa eran muy flexibles, como lo estaban siendo los ferrys Millenium de Incat.


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Ciudad de Panamá

Diario de Nathaniel Higgs Jr.

Después de los dos días de descanso en casa que se me ordenó tomarme tras la entrevista con los doctores, en los que dormí como nunca, supongo que gracias a la medicación que me indicaron debería ingerir todas las noches durante una semana, volvimos a nuestra oficina de Nueva York, actividad y normalidad, me habían dicho los doctores.

Por una parte resultaba gratificante comprobar que nuestros superiores se preocupaban por nuestro bienestar, por otra, resulta casi ofensiva la insistencia que aprecié en los doctores remachando una y otra vez mi entereza, dudo que fuera su intención, pero me han hecho dudar.

Pero eso son solo menudencias, porque no he tenido tiempo para detenerme a escribir estas líneas hasta ahora, pues mientras estaba con el papeleo recibí la llamada, sería mediodía, había habido una explosión en la embajada española en Panamá, ¡nos enviaban allí!... no podía dar crédito a lo que oía, debíamos estar esa tarde en el aeródromo de La Guardia para embarcar en un avión español, era realmente sorprendente, pero solo podía hacer una cosa, obedecer.

Nos habían enviado a mi, a Smith a Crabbs y a Coulson, junto con cuatro españoles, tres de ellos eran técnicos, a dos los habían traído en avión desde tan lejos como San Luís, ¡la mitad de los técnicos que los españoles habían enviado a los Estados Unidos eran enviados a Panamá!, eran los hombres de las fundas de celuloide, así que el asunto de Panamá era importante de verdad.

El otro hombre, llamado Carlos Bermó, era algún tipo de experto en química, ninguno de ellos estaba muy hablador, como tampoco lo estuvímos nosotros cuando vimos llegar el avión, al parecer era un "Atlas 400", ¡que venía directamente de centroamerica!, ¡Por Diós Santo!, ¡Era más grande que una casa enorme!.

Subimos por una rampa trasera en el avión, por donde los españoles también cargaron varios bultos, material de los especialistas como después vería, y nos sentamos en una especie de camastros de tiras de lona, nos ataron con unos arneses, pero yo no habría necesitado sujeción, estaba aferrado a los asideros como si de ello dependiese mi vida, la sensación era extraña, sabiendo que por lo visto estábamos volando a más de cuatrocientas millas por hora.

Aterrizamos en lo que nos dijeron que era un aeródromo en Nicaragüa, que para mi sorpresa estaba bajo el control de tropas españolas, mexicanas, venezolanas, argentinas, que acababan de derrocar a Somoza, Smith estaba todavía más sorprendido que yo, pero igual de sorprendente resultaba que habíamos llegado en menos de cinco horas, eran las 10 menos veinte.

Allí subimos a otros dos aparatos, en el tiempo que necesitamos para aliviarnos y traspasar los bultos, eran dos "helicópteros", tenían dos hélices verticales, una encima de otra, les llamaron "Camov", y volaban como el viento, me sorprendió que volasen de noche, pero así lo hicieron, gracias a que volaron guiados por otros aviones y por barcos desde lejos.

Eran aproximadamente las dos de la madrugada cuando los helicópteros se posaron, y lo hicimos directamente en la ciudad, en un parque iluminado, a poco más de 100 metros del lugar de la explosión.

En el lugar donde había explotado la bomba, a las puertas de la embajada, los españoles habían pedido a las autoridades panameñas acordonar y proteger la zona, habían montado unas grandes carpas para evitar que la lluvia lavase los restos, se habían llevado los cadáveres y los restos humanos, pero permanecían los restos de sangre y fragmentos, pero sobre todo un olor penetrante que no se cómo describir, acre y dulzón a la vez, resultaba extraño.

Los españoles se pusieron a trabajar de inmediato con varios compañeros que les esperaban, el lugar estaba muy iluminado por un buen número de lámparas y los técnicos llevaban las suyas propias portátiles, que parecen emitir en otras longitudes de luz para, según ellos, poder ver restos de ciertos compuestos.

A nosotros nos llevaron alrededor de la carpa hacia un acceso lateral de la embajada española, allí nos esperaban unos funcionarios españoles y hemos tenido una conversación con un tal Santiago Fortes, me ha parecido un hombre interesante, estoy deseando trabajar con él, mañana tenemos trabajo aquí, pero nos iremos a España con todas las muestras que los técnicos puedan reunir en la flota de la Armada Española.

Quiero estar descansado para mañana, estoy seguro de que va a ser un día duro, la explosión ha sido fuerte y hubo muchas víctimas inocentes, los españoles quieren llegar al fondo de esto rápido y bien, espero estar a la altura.


Domper
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Mensaje por Domper »


Había sido una patata caliente que pasaba de una mano a otra. Primero CASA había dicho que estaba tan saturada que le resultaría imposible atender el encargo de reproducir el viejo reactor Hispano Saeta. Luego Nova lo había postergado mientras trabajaba en sus reactores Gladio y Alfanje, hasta que pudo transferirlo a Alestis, que prefirió decantarse por desarrollar un avión de asalto y embarcado, el Centella. El programa del Saeta debiera haber quedado durmiendo el sueño de los justos, pero algún burócrata del Ministerio actuando por su cuenta y riesgo —por extraño que parezca, hay emprendedores hasta en la Función Pública— decidió que si el proyecto había sido aprobado y tenía financiación, habrá que sacarlo adelante. Aprovechando que con la urgencia del salto temporal estaba todo manga por hombro, se las había apañado para conseguir que Alestis pasase el proyecto a algún otro incauto.

Esta vez el burócrata se aseguró de que el puro le cayese a una empresa pequeña que no pudiese quitárselo de encima. Tecnamair era una factoría casi familiar que poco antes del salto temporal había comenzado la construcción de aviones ligeros de patente italiana, pero que se había quedado sin trabajo. A lo sumo podría conseguir algún contratillo de mantenimiento, y con mucha suerte. Por eso para Don José Buisán, el director gerente —y propietario— de Tecnamair el encargo fue como un premio de la Lotería. Además, cuando los ingenieros revisaron la documentación, vieron que estaba al alcance de sus capacidades: el Hispano Saeta, aunque era un reactor, empleaba la célula de un avión de entrenamiento —el Hispano Triana, un buen avión que fracasó por la competencia de los Texán de la ayuda norteamericana— y además, siendo un aparato diseñado en la desfalleciente España de los años cincuenta, no tenía elementos tecnológicos extraños. El principal problema era la planta motriz, porque los reactores no se podían comprar en la ferretería de la esquina, ni siquiera en el Leroy-Merlín; pero incluso en eso tuvieron suerte, porque el Saeta llevaba los motores en el morro —era de los poquísimos reactores con esa configuración— y eran unos Turbomeca Marboré de compresor centrífugo de gran diámetro. Sustituir esos reactores por algún otro modelo no sería muy difícil, e incluso cabrían los potentes y eficientes J85; lo único que no entraba era un turbofán. Mejor aun, cuando el diseño de la célula estaba casi completo y habían empezado a trabajar con los motores —se habían decidido por el J3, versión sin posquemador del J85, aun a sabiendas de la gran demanda de ese modelo—, supieron que CNC Bárcenas había reproducido el viejo Turbomeca Marboré. Había sido más como ejercicio de diseño o para su empleo en misiles, pero un delegado de C.A.G. —el primo Licer, que se le daba bien lo de negociar— corrió primero a Valdepeñas y luego a Valladolid para que se lo fabricasen. Así resultó que en diciembre de 1941, año y medio tras la Fractura, Lindar —nuevo nombre de la empresa que siguiendo las indicaciones del Ministerio había españolizado el nombre— había finalizado el prototipo del nuevo Saeta. El aparato tenía ciertas diferencias del original, especialmente por el empleo de materiales compuestos que aligeraban la estructura, pero en general sus características eran muy parecidas. En proyecto estaba una versión de ataque similar al Súper Saeta.

El primer vuelo del Lindar Saeta se efectuó desde la base aérea de Huesca, donde se terminó el montaje de la célula que se había llevado en camión: la base de Zaragoza estaba sobrecargada y la pista de Villanueva de Gállego aun estaba siendo alargada. No presentó defectos importantes aunque tampoco mostró prestaciones impresionantes, algo que nunca había sido cualidad del Saeta; además pasó tan desapercibido como poco impresionados quedaron en el Ministerio. El aparato era mejor que el Halcón, desde luego, pero como cazabombardero resultaba inferior al Gladio o al Alfanje —ni qué decir del Flecha— y para entrenamiento el Milano y el Aviojet bastaban. Además no había lugar para el Saeta en las líneas de montaje, y Lindar apenas tenía capacidad propia. Desde el Ministerio se agradeció a Lindar el empeño, se abonaron los gastos y una pequeña bonificación, y se le dijo que se llevase el muermo a otra parte.

Eso significaba que Lindar volvería a ser apenas un taller en Villanueva de Gállego, intentando colocar en el mercado alguna avioneta mientras competía en desventaja con los grandes que además gozaban del favor oficial. Pero bueno era Don José para aceptar tal dictamen. Él mismo fue a Madrid y tras hacer bastantes antesalas y hasta pegar algunos gritos, consiguió autorización para buscarse la vida allende la muga. Tres días después estaba en Courbevoie, cerca de París, negociando con otro emprendedor. Un pionero de la aviación que acababa de volver de Alemania, donde había estado internado por negarse a colaborar con Vichy o los nazis, y que veía que l’Armée de l’Air no estaba interesada en los cazas MB.157, mucho menos en los bombarderos MB.175, y que ni al Languedoc, su avión de transporte, se le ofrecían horizontes despejados. Construir el primer reactor de Francia le permitiría relanzar su empresa incluso antes de lo que pensaba. Aunque fuese con un diseño extranjero que por esos caprichos del destino iba a llevar un motor francés pasado por el salto temporal español.

Marcel Ferdinand Bloch, ahora conocido como Marcel Dassault, selló con un apretón de manos el compromiso. Lindar produciría la estructura en materiales compuestos. SENER —también encargada de la instrumentación de los Troján— construiría la cabina y proporcionaría los sistemas electrónicos. FASA primero y luego Turbomeca proporcionarían los motores, y Dassault se encargaría del recubrimiento metálico, el armamento, y del montaje final. Se esperaba que el primer Dassault-Lindar Saeta fuese entregado en menos de seis meses.

Cuando Buisán volvió a Villanueva se llevó una sorpresa en forma de dos funcionarios del Ministerio acompañados por un coronel del Ejército del Aire.

—¿Don José Buisán? ¿Es usted el director de Lindar S.L.?

—Sí, soy yo ¿Qué desean?

—Según estos documentos su empresa ha llegado a un acuerdo con los franceses.

—Tengo la preceptiva autorización de Madrid.

—Sí, lo sabemos. No se preocupe por ello. El motivo que nos trae es otro. Al Ejército del Aire le está interesando la versión de ataque de su aparato.

Al empresario le brillaron los ojos— ¿De cuántos ejemplares estamos hablando? ¿Tal vez un centenar? —dijo esperando no exagerar.

—Algunos más ¿Podrían ser mil?

En la factoría Haro de Portonovo otra delegación propuso que estudiasen la transformación de su cadena de montaje, que ya no tenía más pedidos de cazas Tornado pues se estaban produciendo por la Grumman, para producir cazabombarderos Saeta.



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En vuelo sobre el Atlántico

Diario de Nathaniel Higgs Jr.

Escribo a bordo del Atlas 400 sobre el Océano Atlántico, tras las primeras dos horas me he relajado. Esperaba ir a España en uno de los barcos de la Armada Española, pero no, era un avión lo que nos tenían reservado, parece que el tiempo es oro.

Vuelan con nosotros también los dos funcionarios de la Dirección de Inteligencia Secreta del Departamento de Estado que habían sido asignados a la verificación de la "cadena de custodia" de las pruebas, más o menos igual que nosotros, aunque ellos ya estaban en Panamá cuando se produjo la explosión.

Estoy cansado, apenas dormimos tres horas y media después de llegar a la embajada española, por eso aprovecho este momento antes de que el sueño me doblegue definitivamente.

En cuanto nos levantamos de los jergones que nos habían colocado en una sala de la primera planta de la embajada, nos aseamos con rapidez y nos llevaron a la carpa, allí los técnicos seguían trabajando, pero ya habían señalizado casi todas las muestras que iban a tomar y otros hombres fotografiaban y grababan desde cualquier ángulo todos los objetos y lugares que los técnicos les señalaban, los agentes del Servicio de Inteligencia del Departamento de Estado se retiraron a descansar cuando nosotros estábamos allí, éramos su relevo.

Mientras tanto nos explicaron la situación, varias cámaras estaban grabando continuamente el lugar para garantizar la limpieza de la toma de muestras, además nosotros teníamos la tarea de servir como garantía adicional de la cadena de custodia y análisis, lo que me ha llevado a pensar que los españoles no están descartando ninguna posibilidad, pero además íbamos a participar en la investigación, o al menos tendríamos acceso a las evidencias.

Dejando a Smith en la zona de la explosión, nos llevaron a la embajada, donde nos mostraron las imágenes de las cámaras de seguridad de la embajada, las cámaras de la fachada principal quedaron destruidas en la explosión, salvo una, pero grabaron la escena, cuatro mujeres indígenas habían llegado por el parque transportando un gran cajón en un carrillo, y pretendieron subirlo a la embajada por las escaleras, en las que les salió al paso un policía de la embajada. Parece que la caja era pesada y las mujeres intentaron posarla para descansar, pero algo ocurrió, porque esta se les escurrió e hizo explosión...

Las imágenes eran de buena calidad, las mujeres llevaban los característicos vestidos de la etnia kuna y por lo visto se estaba tratando de identificarlas, la comunidad no podía ser grande, creían que podría tratarse de mujeres que habrían acudido a uno de los mercados desde sus pueblos de origen, eso suponiendo que realmente fuesen kunas y no estuviesen disfrazadas... yo personalmente opino que la bomba pudo haber explotado accidentalmente, no tendría sentido el tiempo que dedicaron a hablar con el policía si lo que deseasen fuese volarse en pedazos a si mismas, cosa que por si misma no tenía sentido alguno pero por lo visto ocurría en el mundo del futuro de los españoles. Eso me recordó a los guerreros juramentados filipinos, que se sacrificaban a si mismos intencionadamente.

En cuanto al lugar, la embajada española era realmente una legación diplomática bastante particular, y no es que yo sea ninguna clase de experto, pero los hombres del Departamento de Estado eran de mi misma opinión, pues, a pesar de que los españoles nos habían comentado que lo habitual era que las embajadas contasen con ciertas medidas de seguridad, consideraban Panamá como un lugar totalmente seguro y puesto que el edificio era propiedad del estado panameño, no realizaron más reformas que las estrictamente necesarias para su trabajo y confort, parecía evidente que tener su embajada abierta con un museo de acceso público y proporcionando servicios no era demasiado sensato. Con todo, el principal problema parecía su localización y el propio edificio en sí mismo.

Era un pabellón de la Exposición de Panamá, que, construido como Pabellón de España después había sido arrendado a esta por 100 años como legación diplomática, y allí habían colocado los españoles sus servicios consulares, diplomáticos y ¡hasta un museo!... estaba integrado en un parque público, por su fachada, y a pie de calle por dos de sus lados, y no solo eso, tenía ventanas a pie de calle por una calle y también por la fachada hacia el parque, enrejadas, pero ventanas a nivel del suelo.

Sus ventanas de la primera planta no tenían ni una sola reja, y sobre todo, su amplia entrada cara al parque daba directamente a un enorme recibidor, no quiero imaginarme lo que hubiera ocurrido de haber explotado la bomba en el interior de aquella enorme caja de piedra, habría volado la embajada entera. Pero es que si alguien quisiese atacar la embajada podria simplemente romper un cristal y arrojar una bomba en su interior, o un líquido incendiario, o una simple antorcha... sin que pudieran impedirselo.

Me han mostrado que los españoles, en otros lugares, establecen siempre un control de acceso antes de la entrada de sus edificios, el control es mínimo, uno o dos guardias que comprueban que las personas no porten nada sospechoso y además responden consultas, más o menos la labor del policía que aparece en la grabación hablando con las mujeres en la escalera, pero aquí, en el parque, los guardias españoles estaban en la puerta, puesto al terminar las escaleras se encontraba un parque público.

El museo es lo más curioso, pues en las horas de apertura el acceso a él es publico, aunque pagando una simbólica entrada y en cambio gratuíto para niños o estudiants, sí que es curioso, pero poco conveniente en una embajada.

Cuando volvimos junto a Smith continuaban las tomas de muestras, todas ellas meticulosamente etiquetadas y guardadas en cajas selladas de cuyo registro nos entregaban copia cada vez que se procesaba una, y a Coulson le tocó el primer turno en el depósito donde almacenaron estas, en compañía de un funcionario español y un agente de policía panameño, por la tarde todo había terminado, los técnicos permanecerían allí durante las labores de limpieza de los próximos días por si pudieran considerar relevante tomar más muestras, para la policía panameña junto con agentes españoles quedaba la labor de identificar a las mujeres.

A nosotros, despues de permitirnos asearnos a conciencia, nos volvieron a trasladar, junto con las muestras, a Nicaragüa para embarcar en este avión, básicamente estamos atados a estas cajas de muestras, pero ahora que estoy más relajado en el vuelo, supongo que el cansancio habrá contribuído a ello, fantaseo con lo que me encontraré en España al bajar del avión, nunca he sido aficionado a las revistas de ficción futurista, pero estoy realmente intrigado, sobre todo por las increíbles pruebas que pueden querer hacer a todas estas muestras.

Supongo que no tardaremos mucho en aterrizar en Azores, despues, España.


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Xenophonte
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Mensaje por Xenophonte »

Informe a pedido de supervisión operaciones para evaluar las informaciones recibidas de la fuente BK
Antecedentes:
Tal y como se suponía la fuente continua con su costumbre de escribir en su diario personal no solo sus opiniones personales,( las cuales lo comprometerían en caso de conocerse) sino también hechos y un resumen detallado de las reuniones a las que asiste o convoca (para las transcripciones ver fuente Z).
Los operativos en el lugar han logrado acceso a su contenido (ver reporte post acción B2).
La importancia del sujeto, radica en que por su posición y jerarquía, su acceso es casi total y en consecuencia es una fuente invalorable.
Tras recibir el pedido de ‘Habano’ fue el encargado de coordinar y organizar las reuniones y en base a los informes y conclusiones derivados de ellos asesorar a ‘Habano’ para reelaborar la política de defensa ante los desafíos, oportunidades y peligros para la posición del Imperio a causa de la Fracture’… Para un análisis más detallado de las recomendaciones militares, ver parte b.

También tuvo conocimiento de las conclusiones de las comisiones interministeriales… sobre política colonial/imperial (anexo C), recomendaciones en política exterior (anexo A) y sobre la situación Palestina/’cuestión Judía (anexo B).

Continuara...


''Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana" J. Artigas.
''El ladrón piensa que todos son de su condición'':refrán popular Castellano.
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- ¿Y no tenemos ningun indicio?

- Es pronto para decir nada, los españoles no han declarado nada todavía.

- 46 muertos y más de 100 heridos, una masacre... ¿podrían ser hombres de Somoza?

- Me parece demasiado improbable, los pocos incondicionales que Somoza tuviera habrían intentado atacar a las fuerzas de intervención. - Respondió el Secretario de Guerra.

- ¿Teme que nos afecte por haber participado en la Operación Libertad? - Preguntó el Vicepresidente.

- No, temo muchas cosas, pero no se trata de eso, solo intento encontrarle sentido, entonces ¿es cierto que ataques de esta clase son característicos del tipo de "guerra asimétrica" que existiría en la época de los españoles?.

- Sí Señor, tal como hemos relatado, ese es el tipo de acción que concuerda con la clase de enfrentamiento entre fuerzas con una diferencia abismal en medios y capacidades para la que las Fuerzas Armadas Españolas estaban preparadas en su época, en las que la fuerza inferior, o bien es irregular desde el ininicio del enfrentamiento, o bien acaba reducida a esa condición tras los primeros contactos y decide continuar la lucha por medios "asimétricos". - Indicó el Secretario de Guerra -

- Pero... hace años, durante las guerras bananeras, los Marines ya se habían enfrentado a fuerzas abismalmente inferiores, y los insurgentes, aunque en forma de guerrillas y sin ocupar permanentemente el terreno, se enfrentaban y disputaban el control del territorio y las rutas a los soldados...

- Sí, señor, pero en el siglo XXI el paradigma parece haber cambiado y el desequilibrio entre un ejército moderno y organizado y otro anticuado o mál organizado parece haberse convertido en insalvable. El ejemplo lo hemos visto con la Wehrmach, que había arrollado a franceses y británicos deslumbrando al mundo y fue barrida por los españoles, que ni siquiera tenían superioridad numérica. O en la Royal Navy, que perdió dos destructores a manos de lo que para los españoles ni siquiera es una unidad de guerra, que llaman "Patrullero de altura".

- Entiendo, ¿podemos ayudarles en algo?.

- Han solicitado algunos agentes, - Respondió el Secretario de Estado Hull - tanto de mi departamento como del FBI que ya habían trabajado con ellos, están colaborando en la investigación.

- Así que va a ser una investigación conjunta.

- Sí.

- En dos días se celebrará un funeral de estado por las víctimas, me gustaría que me acompañaran el Vicepresidente y el Secretario de Estado.

- Por supuesto. - Respondió Wallace -

- Claro. - Respondío Hull -


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