Crisis. El Visitante, tercera parte

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
Domper
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Crisis. El Visitante, tercera parte

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Tras la colación el coronel general pidió al regente que le acompañase a unas naves algo apartadas.

—Alteza —dijo el coronel general Guderian mientras se acercaban—, por impresionante que parezca el Tiger es solo una medida provisional. A su experto ojo no habrán escapado sus importantes defectos.

El regente era zorro viejo y no quiso ponerse en evidencia al responder— Algunos detalles me han chocado, desde luego—contestó—. Por eso quería escuchar las propuestas de mejora que seguramente ya habrá hecho —dijo devolviendo la pelota al tejado de Guderian.

—Claro, Alteza. El Tiger es una soberbia máquina pero creo que puede ser perfeccionada. Respecto al armamento, una serie de problemas técnicos han impedido que se montase el cañón que se inicialmente había escogido, pero ya se han solventado —eufemismo para decir que se había defenestrado a Porsche— y la siguiente versión montará en lugar de esta torre otra de diseño Henschel con el cañón Flak 41 o alguno similar. También se va a modificar el blindaje, porque esas placas verticales, aunque muy resistentes, no son tan buenas como una oblicua. En lugar de ese frontal escalonado, el futuro Tiger llevará una placa inclinada. También se está trabajando en el motor, que por desgracia es demasiado propenso a las averías, y rediseñando la transmisión. Aunque más importante aun va a ser rediseñar los elementos del Tiger para facilitar su producción en serie. Actualmente los Tiger se construyen con procesos casi artesanales, lo que no solo eleva su precio sino que impide aumentar la producción. Por ahora la fabricación va a ritmo muy lento, apenas veinticinco unidades al mes, y ya podrá imaginar lo que el canciller Speer piensa de eso.

—Sí, coronel general, el doctor Speer ya me estuvo relatando las dificultades que ha tenido con la industria.

—Es una cuestión de gran importancia, porque a este paso solo se podrán equipar unas pocas unidades, e incluso resultará difícil reemplazar las pérdidas. De ahí la urgencia que hay en rediseñar el tanque aunque apenas haya entrado en servicio. Esperamos que la nueva versión del Tiger sustituya a la actual a finales de este año.

—Me alegra oírlo, coronel general. Pero supongo que no me habrá traído hasta este rincón apartado solo para hablarme de esos nuevos Tiger.

—Desde luego que no, Alteza. Le traigo para que pueda ver el futuro puño de acero de la panzerwaffe.

La nave estaba custodiada, denotando la importancia de su contenido. Pasamos a su interior, iluminado por unas claraboyas, y vimos decenas de blindados de tipos diversos. Los inspeccionamos mientras el general Guderian explicaba al regente las características de cada uno. El primero fue un blindado con ocho ruedas.

—Alteza, está viendo el SdKfz 234/1. Está destinado a sustituir los blindados de ruedas del Pacto. Aunque se trata de un vehículo algo complejo y caro, las pruebas son prometedoras, y en las maniobras ya ha visto lo importante que es el reconocimiento. El SdKfz 234 debe ser el primero de una familia que incluya blindados de reconocimiento, de apoyo y transportes de tropas. De todas maneras, tenemos intención de complementarlos con vehículos más ligeros y más baratos. Por ahora será con el SdKfz 222, pero planeamos sustituirlo por algún blindado aun más sencillo, aunque todavía no se ha decidido el modelo.

Luego nos enseñó otros dos blindados de reducidas dimensiones. Parecían a medio hacer pues tenían el aspecto de cajas con orugas. El regense te extrañó al verlos y preguntó—. Esos dos de ahí ¿están sin terminar? No veo que lleven armas.

—Es que no se trata de tanques sino de transportes blindados —respondió Guderian—. Si algo hemos aprendido tanto en esta escuela como en los combates de África y Oriente es que los tanques no pueden operar sin infantería que los apoye. Pero los soldados no consiguen seguirlos a pie, y tampoco pueden moverse por el campo de batalla en coches o camiones sin protección. De ahí que necesitemos transportes acorazados y en cantidad, aunque sea a costa de disminuir la producción de tanques. Hasta ahora estábamos empleando semiorugas para las misiones auxiliares como el transporte, el reconocimiento, la recuperación y muchas más. Pero un análisis de costos ha mostrado que los semiorugas son más complejos, frágiles y caros que los blindados de cadenas. Hemos solicitado a la industria que presente propuestas, y aquí las tiene. Este —dijo refiriéndose al primero— es francés, el Lorraine 41. Detrás está el prototipo de BMM, el Kätzchen. Verá que son muy parecidos pero mecánicamente el checo es mejor. Lo curioso es que franceses e italianos prefieren el Lorraine, pues dicen que es más fácil de reparar. Supongo que acabaremos construyendo los dos.

Luego pasamos a ver la artillería autopropulsada. Al regente le extrañó que se invirtiese tiempo y dinero en ella—. General, me acaba de decir que no tienen suficientes tanques para la infantería, y ahora me muestra estos que solo sirven para llevar cañones ¿no es más fácil remolcarlos con un camión?

—Alteza, la importancia de la movilidad de la artillería también la hemos aprendido en Oriente. En Suez, por ejemplo, tuvimos muchos problemas para desplazarla a la cabeza de puente porque las rutas estaban batidas por los ingleses. Aunque la mayor parte de nuestros cañones seguirán siendo remolcados, las formaciones acorazadas necesitan algunos que puedan moverse con ellas.

—Si usted lo dice, será así. Reconozco que mis conocimientos militares siguen anclados en 1918 ¿Eso de ahí es un obús del diez y medio?

—Efectivamente, alteza. Este modelo está basado en el Panzer II, pero no me termina de gustar. Funciona muy bien, pero el modelo II ya no se fabrica pues es demasiado limitado incluso para el reconocimiento. Los chasis disponibles los estamos empleando para estos cañones autopropulsados, pero implica mantener abierta una línea de producción adicional, y complica el mantenimiento. He solicitado que se presenten prototipos basados en el Panzer III y en el cañón autopropulsado Marder, que comparte muchos elementos con el Kätzchen. Mire, ahí tiene un Marder.

Estaba señalando a un blindado que era una especie de tanque pequeño con una alta casamata en la parte posterior.

—Es un Marder III J, o Tejón, como lo llaman los españoles. Se trata de un cañón antitanque autopropulsado; ya le conté que aquí en Bromberg se ha comprobado el gran valor de las armas contracarro, pero son muy engorrosas porque los nuevos desarrollos de carros de combate requieren cañones potentes pero muy pesados, que son difíciles de mover y además resultan vulnerables a la infantería o a la artillería. Con el Marder podemos desplegar cañones antitanque potentes con mayor seguridad. Nuestros aliados españoles tienen al Tejón en gran aprecio, pero echaban en falta un techo que protegiese de la metralla, que hemos incorporado en esta versión. Nuestro ejército también los emplea, pero solo de manera provisional, hasta que tengamos suficientes StuG.

—Sí, ya he visto los StuG en los reportajes de la batalla de Suez. Pero este de aquí —dijo Von Lettow señalando a un blindado que estaba tras el Marder— no es como el de las fotos.

—Alteza, es que se trata del novísimo modelo G. Lleva un cañón Kwk 40 que sirve al mismo tiempo para apoyo y como antitanque, y además se ha rediseñado el frontal con esa placa inclinada continua. Este modelo ya se está distribuyendo a las tropas, aprovechando que el Panzer III se ha dejado de fabricar y pod3emos dedicar todos los chasis a este tipo. Me gustaría tener suficientes StuG para dotar a todas las divisiones de infantería, pero no va a ser posible antes de dos o tres años. Mientras vamos a tener que seguir empleando los Marder. No estarán solos ¿Ve ese otro blindado? —se refería a otro de grandes dimensiones con un gran cañón—. Es un Nashorn, el mayor de nuestros cañones autopropulsados. Deriva del Panzer IV y lleva el cañón Flak 41, el más potente de nuestro inventario. Ese cañón puede acabar con cualquier enemigo a tres kilómetros de distancia, pero la versión remolcada es demasiado pesada. Montándolo en el Hornisse conseguimos que pueda moverse al ritmo de los demás panzer. Verá que la superestructura está abierta, pero es que los planes son emplear estos cazacarros como armas de largo alcance, combinándolos con los más pequeños pero mejor protegidos Marder y StuG. El único problema que vamos a tener con el Hornisse es que la barcaza también se va a emplear para un obús autopropulsado de quince centímetros. Mi intención es que en un futuro esta barcaza solo se emplee para la artillería, y montar el Flak 41 en cazacarros mejorados. Por desgracia aun no están preparados los prototipos y no voy a poder enseñárselos.

Aun vimos más blindados. Uno se parecía al Marder pero montaba cañones antiaéreos; Guderian nos dijo que el chasis del Marder, es decir, el del Panzer 38, era tan bueno que resultaba ideal para construir vehículos auxiliares. Incluso había recomendado que se abriesen más líneas de producción en otros países de la Unión Europea. Más allá estaba otro tanque sin torre, obviamente un Panzer IV por la suspensión, que llevaba una gran hoja excavadora, grúas y cables. Por las maniobras ya sabíamos de su utilidad.

Nos llamó la atención que también había una gran plataforma con ruedas. Fue entonces Von Senger quién la describió. Nos dijo que al principio habían tenido problemas para traer los prototipos a la escuela, ya que la estación del ferrocarril estaba a varios kilómetros, y los nuevos tanques eran demasiado grandes para los camiones portacarros existentes. Construir una plataforma remolcada que pudiese llevar cargas pesadas había sido trivial para la industria. Esos remolques habían resultado tan útiles que Tatra había empezado la producción en serie, pues no solo permitían transportar tanques por donde no hubiese ferrocarriles, sino que eran muy prácticos para otras tareas. Por ejemplo, podían ser cargados de la misma manera que un vagón de tren, y el camión tractor, en lugar de esperar a que lo descargasen, podía dejarlo e ir a por otro remolque. Venía a ser una especie de ferrocarril terrestre de valor obvio para los veteranos de África como el regente y yo.

A esas alturas se me hacía la boca agua viendo el futuro de la Panzerwaffe, pero veía que el regente se estaba fatigado de ver tanto modelo y de escuchar las explicaciones. Al llegar al final de la nave preguntó—. Tengo una duda, coronel general ¿Qué hacen todos estos blindados en la escuela?

Guderian sonrió y respondió—. No tiene mal ojo, Alteza. Los prototipos se prueban en el polígono de Kummersdorf, pero he conseguido que luego los envíen aquí para que lo manejen los profesores; a ellos se les da mucho mejor “torturar” a los cachivaches mecánicos, y han propuesto bastantes mejoras, como las cúpulas blindadas o las ametralladoras de defensa para los cazacarros.

El coronel general pidió al regente que le dedicase unos minutos más. Pasamos a una nave aledaña, más pequeña y aun más vigilada. Ahí tres tanques nos esperaban. Uno era el Tiger, que ya conocíamos.

—El teniente coronel Koertig los ha usado magistralmente, pero los profesores quedaron menos satisfechos. Demasiado pesados y muy lentos, dijeron. Espero que la nueva versión solucione esos inconvenientes. Pero quería enseñarle esos otros dos carros de combate.

El que estaba más cerca llevaba la torre del Panzer IV en una barcaza muy baja. Guderian explicó al regente que se trataba del nuevo Jaguar.

—Se trata del prototipo que presentó un consorcio italoalemán al concurso para sustituir al Panzer IV. Aunque no ganó, los italianos y los franceses quieren fabricarlo para ellos. Lo interesante es el bajo perfil del carro porque lleva el motor en disposición transversal. No le extrañe ver esa torre, pues no será la definitiva. El Jaguar incorporará la misma que ese otro. —Dijo el coronel general señalando al último tanque. Era algo más pequeño que el Tiger. La barcaza se parecía pero llevaba el glacis inclinado. La torre, troncopiramidal, montaba un cañón de grandes dimensiones.

—Alteza— dijo señalando al primero—, este es el prototipo del tanque que reemplazará a los demás carros del combate del ejército, exceptuando a los Tiger. Le presento al Panther.



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En esta galería estoy incluyendo imágenes. Algunos personales,la mayoría, excelentes dibujos de ReyTuerto.

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Os animo a poner comentarios y sugerencias.

Saludos



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Con dibujos de ReyTuerto y algunos (pocos) míos.

Saludos



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Panzer V Panther

El Panther es el nombre común de un carro de combate utilizado por el ejército alemán durante la Guerra de Supremacía y que entró en servicio en 1942. Su designación oficial fue Sd.Kfz. 171 Panzerkampfwagen V Panther. Fue un desarrollo del Panzer IV destinado a reemplazar a los tanques más antiguos Panzer III y Panzer IV, y que debía poder contrarrestar los tanques pesados soviéticos KV. Junto con el Panzer VI Tiger formó el núcleo de las fuerzas acorazadas alemanas en 1943 y 1944, hasta que suplementado por el Panzer VII Jaguar.

El Panther tenía una barcaza derivada de la del Panzer IV pero de mayores dimensiones. La suspensión se había mejorado y llevaba un motor de gran potencia, siendo más rápido que su antecesor, y a pesar de sus problemas mecánicos resultó más fiable que el Tiger. La protección frontal mejorada lo hacía inmune a la mayoría de los cañones enemigos, mientras que con su potente y preciso cañón Kwk 42 de 75L70 podía derrotar cualquier tanque enemigo, incluso a los pesados, hasta 1.500 metros, y a los tanques medios como el T-34M o el Sherman a cualquier distancia de combate. Como desventajas, además de las dificultades mecánicas que padeció, el anticuado diseño del chasis del Panther limitaba su capacidad de desarrollo, la protección lateral era escasa, y la situación algo adelantada de la torre desgastaba la suspensión delantera y limitaba la movilidad.

Desarrollo y producción

El Panther fue la respuesta directa al tanque soviético KV-1, al que los alemanes tuvieron acceso tras la deserción de varios ejemplares a Prusia Oriental. El mariscal Von Manstein, muy preocupado por las características de los nuevos tanques rusos, urgió a que se desarrollase un reemplazo de los Panzer III y IV. Se convocó un concurso internacional para el desarrollo de un carro que entre otras características debía llevar una coraza oblicua similar a la del KV-1, montar un cañón de 7,5 cm de alta velocidad, y no debía sobrepasar las 32 toneladas de peso.


Skoda concursó con el Panzer 41 (VK 30.01), basado en el Panzer 38 pero con chasis de mayores dimensiones y suspensión por barras de torsión. El consorcio Fiat-Ansaldo presentó una propuesta revolucionaria, el tanque Jaguar, con motor transversal. Daimler Benz presentó el VK 30.03, basado en el tipo 34, otro tanque soviético que se acababa de conocer. Alkett concursó con un desarrollo del Panzer IV, el VK 30.04. Henschel presentó el VK 30.05 y Porsche el VK 30.06; ambos eran versiones aligeradas del tanque pesado Tiger.

La propuesta de Skoda fue rechazada al ser considerada insuficiente y no mejor que el Panzer IV. Las de Henschel y Porsche también lo fueron por considerarse anticuadas, mal protegidas (pues eran carros de grandes dimensiones habiendo sido preciso adelgazar su coraza) y en el caso de la de Porsche, por conservar el sistema de transmisión eléctrica que ya se había descartado para el Tiger por ser demasiado complejo y requerir grandes cantidades de cobre.

Los otros tres prototipos (construidos con acero dulce para acortar plazos) fueron probados Kummersdorf y rindieron bien, siendo el mejor en conjunto el Jaguar, a pesar de los serios problemas que tuvo con el motor. Sin embargo el ejército alemán rechazó equiparse con un carro que consideró inmaduro, aunque parece en la decisión pesó que fuese un diseño italiano. Finalmente fue escogido el VK 30.04 de Alkett, no tanto por sus características sino porque al conservar elementos comunes con el Panzer IV la producción podría iniciarse casi inmediatamente en las mismas cadenas de montaje. El nuevo tanque sería llamado Panzer V Panther. Aparte, el Jaguar fue considerado tan prometedor que también seleccionado para ser producido en Francia e Italia. El VK 30.03 de Daimler Benz fue considerado el peor de los tres y fue descartado; el prototipo se conserva en el museo de medios acorazados de Kummersdorf.

El Panzer V llevó la torre inicialmente desarrollada por Rheinmetall para el VK 45.01(H) (que finalmente fue desarrollado como Panzer VI Tiger), pero en posición ligeramente adelantada. Las primeras unidades estuvieron armadas con el cañón 75L48, que fue sustituido por el 75L70 a partir del ejemplar número 32. Los vehículos de preserie estuvieron disponibles en marzo de 1942, y los primeros de serie, ya con el cañón de 75 largo, entraron en combate en las cercanías de Kiev en septiembre de 1942.

Producción

Como el Panther compartía muchos componentes con el Panzer IV se esperaba que empezase a fabricarse inmediatamente, pero la introducción de algunos cambios causó un retraso de dos meses respecto a las previsiones. Solo a partir de marzo de 1942 pudo sustituir al Panzer IV en las cadenas de montaje. La gran demanda hizo que también fuese fabricado por MAN en Essen, Daimler-Benz en Berlín, Maschinenfabrik Niedersachsen en Hanover, y Henschel & Sohn en St. Valentin. El objetivo inicial de producción fue de 500 unidades al mes, aumentadas posteriormente a 750, aunque esta cifra nunca fue alcanzada, en parte por el cambio de la política del ejército que dio mayor importancia a la fabricación de piezas de repuesto. En 1943 la media fue de 427 unidades al mes, que llegaron a 615 en los primeros meses de 1944. A partir de entonces el Panther empezó a ser sustituido por el tanque Jaguar, aunque la producción se mantuvo a bajo ritmo hasta 1947 y se mantuvo en servicio durante varios años más. La gran demanda obligó a subcontratar ciertos componentes a factorías de otros estados de la Unión Paneuropea. Por desgracia algunas piezas no cumplían los estándares de producción, especialmente las fabricadas en Hungría o en Eslovaquia, y fueron frecuente causa de averías.

El nuevo tanque estaba diseñado expresamente para la producción en masa, y el coste de cada unidad fue un 5% inferior al de su predecesor, requiriendo también menos materias primas y solo las dos terceras partes de horas de trabajo. Su precio fue de 97.300 RM (excluyendo la radio y el armamento), que pueden compararse con los 82.500 RM del StuG, 96.200 del Panzer III, 103.500 del Panzer IV, 112.300 del Jaguar o 250.800 RM del Tiger. Por tanto, el Panther fue uno de los vehículos alemanes con mejor relación coste-efectividad. En todo caso, al comparar los precios hay que considerar que la producción del Panther se benefició de las medidas de reorganización industrial de Albert Speer. En 1943 las cadenas de montaje alemanas ya se acercaban a la eficiencia de las norteamericanas y el precio unitario de los vehículos disminuyó todavía más, aunque lo mismo ocurrió con el competidos del Panther, el Jaguar.

Aunque Alkett presentó propuestas para construir un Panther mejorado que solucionase las principales deficiencias del carro, por entonces el ejército alemán había decidido que el Jaguar tenía mejor rendimiento y mayor capacidad de desarrollo. El Jaguar fue sustituyendo al Panther en las diferentes cadenas de montaje y tan solo se mantuvo en la de Maschinenfabrik Niedersachsen en Hannover, hasta que en 1947 fue sustituido por el Panther II, un diseño completamente nuevo.

Características

Los Panther llevaban el motor Maybach HL 210 de gasolina, que desarrollaba 480 Kw a 3.000 rpm. La disponibilidad a partir de 1943 de gasolina de mayor octanaje permitió sustituirlo por el HL 210 P30, de 520 Kw, que también incorporaba un filtro de aire mejorado. El motor HL 210 era un motor V12 muy compacto, con mínimo espacio entre cilindros. Para reducir el tamaño del motor, las bancadas de cilindros estaban desalineadas, disposición causó muchas vibraciones y gran desgaste de las bielas hasta que se solucionó con elementos compensadores. La autonomía era de 230 km.

Inicialmente el compartimento del motor era estanco para facilitar el vadeo, pero causó serios problemas de refrigeración. Otro importante defecto de las primeras series era que las conducciones de combustible no estaban bien aisladas y tenían fugas. Los vapores de combustible se acumulaban en el pobremente ventilado compartimento del motor pudiendo inflamarse, por lo que a partir de la unidad 150 se renunció a la estanqueidad. Además se mejoró el sistema de refrigeración, se rediseñaron las conducciones, y se instaló un tabique cortafuegos que impedía que los incendios del motor se extendiesen a la cámara de combate. La fiabilidad del motor mejoró con el tiempo, pasando de 850 km en las primeras series (intervalo medio sin averías mayores) a 1.500 km en 1943 y 2.500 km en 1944.

Las cadenas del Panther eran un 50% más anchas que las del Panzer IV: unido a la mayor longitud hicieron que la presión sobre el terreno fuese un 20% inferior, a pesar del mayor peso. Tenía una rueda dentada propulsora posterior, tres rodillos de retorno, y ocho pares de ruedas de acero intercaladas recubiertas de caucho artificial: el llamado diseño Schachtellaufwerk o FAMO, utilizado también por el tanque pesado Tiger y por los semiorugas Sd.Kfz 250 y 251. Un sistema de doble barra de torsión, ideado por el profesor Ernst Lehr, daba amplia carrera a las ruedas, permitiendo que la marcha fuese confortable incluso por terreno quebrado. Sin embargo el peso combinado del cañón y de la torre desgastaba rápidamente los rodillos frontales. Fueron sustituidos por otros de acero y se instalaron barras de torsión reforzadas, pero el problema no llegó a solucionarse por completo. Las dobles barras de torsión, por otra parte, requerían espacio bajo el motor y bajo la cesta de la torre, lo que elevó la altura de la barcaza y por tanto la total del tanque. Al estar cercanas al suelo eran vulnerables a las explosiones de minas, siendo habitual que los tanques así averiados tuviesen que ser trasladados a la factoría para retirar el suelo y reconstruir las barras de torsión dañadas. Otro problema era que las ruedas intercaladas se bloqueaban con facilidad por el barro o la nieve. El mantenimiento del sistema era laborioso: para sustituir una rueda interior no solo era preciso extraer la de eje dañado sino también las de los contiguos. Posteriormente se consideró que la suspensión del tanque Jaguar, similar pero sin ruedas intercaladas, que era marginalmente menos efectiva todo terreno y requería aceros especiales, suponía en conjunto mejor elección.

El Panther llevaba una caja de cambios semiautomática de siete velocidades AK 7-200 Synchromesh, diseñada por Zahnradfabrik Friedrichshafen (ZF), y una dirección de palancas. Aunque el Panther podía pivotar sobre el terreno, se desaconsejaba porque causaba gran desgaste en la transmisión y en las cadenas. Para evitar fallos, se recomendaba cambiar a la marcha adecuada antes de cada giro. La fiabilidad del conjunto de transmisión y dirección era mediocre, inferior a la del Panzer IV y poco mejor que la del Tiger por haber sido simplificado excesivamente para facilitar la producción en serie. Como promedio, la vida media entre fallos de la transmisión era inferior a 500 km. La necesidad de repararla o incluso de sustituirla hacía que la disponibilidad del Panther raramente fuese superior al 60%. El entrenamiento de los conductores disminuyó la tasa de averías, pero siempre fue un tanque que necesitaba ser manejado con delicadeza por conductores experimentados. Se intentó solucionar el problema sustituyendo la transmisión ZF por la Lancia del Jaguar, pero para ello era preciso rediseñar la transmisión italiana. Dadas las otras limitaciones del Panther, se decidió no hacer modificaciones, y en su lugar adquirir más tanques Jaguar.

La protección del Panther era un 70% superior a la del Panzer IV, especialmente por haberse adoptado una coraza frontal oblicua que incrementaba en un 40% la resistencia para el mismo grosor, y por el aumento del espesor de la placa frontal. En un primer momento se consideró utilizar en el Panther el mismo concepto que en el Tiger, en el que la protección lateral y posterior era casi igual a la frontal. Sin embargo los análisis de carros dañados en combate demostraron que el 90% de los impactos se producía en el frontal de la torre y en la parte superior del glacis, por lo que resultaba más eficiente mejorar la protección frontal que la lateral; una táctica cuidadosa debía evitar exponer los vulnerables flancos. En las unidades de preserie la coraza era de acero endurecido pero se prescindió de dicha característica en las versiones de serie ya que en esa época era común la utilización de proyectiles perforantes de capacete, que anulaba los beneficios de la superficie endurecida. La placa frontal tenía un espesor de 70 mm y una inclinación de 55º, siendo equivalente a una placa vertical de 110 mm. Estaba machihembrada además de soldada a las placas laterales para impedir que impactos no penetrantes de proyectiles pesados la hundiesen. La protección lateral y posterior era menor, entre 40 y 50 mm. La superior era de solo 15 mm, y la presencia de las rejillas de los ventiladores la hacía vulnerable a ataques aéreos. Se ha criticado la relativa debilidad del blindaje lateral y superior, pero era similar o superior al de otros tanques coetáneos como el T-34 o el M4 Sherman. Algunas dotaciones soldaban en el frontal y en los laterales placas de acero, elementos de repuesto como ruedas o eslabones de cadena, o colocaban sacos de arena. La práctica fue proscrita porque además de ser poco efectiva (salvo contra cargas huecas) el aumento de peso dañaba la transmisión.

La protección se complementaba con cajas de almacenamiento interno de la munición de doble puerta resistentes a las deflagraciones. Estaban situadas en la barcaza, en las zonas menos expuestas. Aunque al ser propulsado por gasolina el Panther se incendiaba con relativa facilidad, esos fuegos eran lentos y permitían el escape de las dotaciones. Los incendios de propelente, de resultados catastróficos, eran poco comunes. Disminuyeron todavía más cuando se instalaron extintores automático activados por células fotoeléctricas y sensores de presión, sistema que resultó tan efectivo que se colocó en otros carros de combate del Pacto de Aquisgrán.

El Panther adoptaba con escasas modificaciones la torre diseñada por Rheinmetall para el Tiger y que no había podido montarse en ese tanque por limitaciones del anillo. El escudo frontal estaba formado por una placa redondeada de 100 mm de espesor, cuya forma creaba una trampa para proyectiles ya que los redirigía al techo del glacis. Se consideró sustituirla por un montaje similar al del tanque Jaguar, pero finalmente el Panther mantuvo la placa redondeada durante toda su carrera, aunque la versión final Panther E tenía un reborde inferior que disminuía el riesgo de los rebotes. La torre se movía con un motor hidráulico, pero solo alcanzaba la velocidad de giro máxima con el motor principal a altas revoluciones. Había un sistema manual auxiliar con ajuste fino para la puntería. La torre llevaba una cúpula para el comandante de siete periscopios que ofrecía una visión de 360º, que resultó tan útil que fue incorporada en el resto de los tanques del Pacto.

El armamento principal era un cañón Rheinmetall-Borsig 7,5 cm KwK 42 (L70) con mecanismo semiautomático de eyección de cartuchos. Se transportaban 62 disparos que aumentaron a 77 en la versión E, que prescindía del ametrallador. Aunque el calibre de 75 mm era habitual en los carros de combate, el Kwk 42 usaba cargas de gran tamaño, que junto con el largo tubo proporcionaban gran velocidad inicial y excelentes capacidades perforantes, superiores a las del Kwk 36 de 88 mm del Tiger. La trayectoria era muy tensa, facilitando la puntería, y tenía escasa dispersión. Inicialmente se distribuyó munición de tres tipos: Panzergranate 39/42 (perforante - explosivo de capacete), Sprenggranate 43 (de alto explosivo) y Panzergranate 40 (de núcleo perforante y envuelta rígida, similar al HVAP norteamericano). Con estos últimos proyectiles el cañón podía perforar incluso la coraza frontal del tanque pesado M29 norteamericano, aunque las dotaciones preferían el uso del Pzgr. 39/42 por causar mayor efecto en el interior de los tanques enemigos. También se distribuyeron proyectiles incendiarios-fumígenos, y al final de la guerra los proyectiles de alto explosivo fueron sustituidos por los Granate 44 de carga hueca, que conservando la efectividad contra la infantería tenían una apreciable capacidad antitanque.

El armamento se complementaba con dos ametralladoras MG34, una coaxial y otra en el glacis. En la versión E esta última fue retirada para ampliar el espacio de almacenamiento de munición. Muchos Panther llevaron una MG42 en la escotilla del jefe del carro para defensa antiaérea, e incluso algunos llevaron otra ametralladora adicional para el cargador. Gran parte de los carros contaron también con una pistola lanzahumos de 47 mm, instalada en el techo de la torre y que se manejaba desde el interior, y que podía disparar bombas antipersonal para defensa cercana.

Partiendo del Panther se preparó un cazacarros con cañón de 88L71, el Jagdpanther. Considerado inferior al Jagdjaguar, se fabricaron pocos. La necesidad de un blindado capaz de recuperar a carros pesados que tuviese más capacidad que en Bergepanzer IV hizo que se desarrollase el Bergepanther, armado solo con una ametralladora para autodefensa y que tenía grúa, gancho de remolque y cajas de almacenamiento para repuestos.

Uso en combate

Los primeros Panther fueron entregados al Panzer Abteilung 601 en Junio de 1942. Este batallón, así como los posteriormente creados 602 y 603, fueron unidades de conversión para adiestrar a las dotaciones sobre sus nuevos tanques. Operaron con la versión A (armada con el cañón de 75L48), mecánicamente deficiente y que no se consideraba apta para el combate.

El 8ª Panzer Regiment de la 8ª Panzerdivision fue la primera formación de combate en ser equipada con Panther en septiembre de 1941, y los utilizó por primera vez en la batalla de Lochwiza, en las cercanías de Kiev. Estas unidades eran de la versión A1, armadas ya con el Kwk 42 de 75L70. Sin embargo aun no eran vehículos maduros y sufrieron una alta tasa de averías. Aunque solo se perdieron tres en combate, otros ocho fueron destruidos por incendios debidos a problemas mecánicos.

A partir de enero de 1943 el ejército alemán empleó un número creciente de Panther, y a pesar de los problemas mecánicos la combinación de potente armamento y buena protección consiguió excelentes resultados. En el verano de 1943 el Panther era el tanque más numeroso del ejército alemán y se distinguió en las batallas de Jarkov y Stalingrado. Sin embargo mostró también sus limitaciones: a la escasa fiabilidad mecánica se unía el peso del blindaje frontal y el largo cañón, que sobrecargaban la suspensión delantera y limitaban la movilidad todo terreno. Además el tanque estaba sobrecargado y no podía aceptar mejoras en el armamento o la protección. La panzerwaffe prefería el Jaguar, que con el mismo armamento y similar protección era más ágil y tenía un perfil más bajo. Tras una valoración detenida, se decidió sustituir el Panther por el Jaguar, cerrándose las líneas de producción en el otoño de 1944, salvo en Hanover . A medida que se entregaban más tanques Jaguar los socios de la Unión Europea recibieron tanques Panther dados de baja por el ejército alemán. Este retiró sus últimos Panther de las unidades de primera línea en 1947, pero un número importante permaneció en servicio en los ejércitos yugoslavo y húngaro.

Respuesta aliada
Las cualidades del Panther y su presencia en gran número tuvieron hondo impacto en las potencias aliadas. La URSS descubrió que el cañón de 76 mm que montaban los tanques KV, T-34 y T-34M era ineficaz contra la coraza frontal, mientras que el Kwk 42 alemán podía batir a los tanques soviéticos a cualquier distancia. Como medida de emergencia varios chasis de tanques T-34 y KV fueron convertidos en autopropulsados, montando obuses de campaña de 122 y 152 mm. Esas armas eran capaces de dejar fuera de combate a un Panther, pero solo un pequeño número de SU-122 y SU-152 habían sido construidos cuando se libraron las grandes batallas de tanques del verano de 1943. También se construyeron dos centenares de tanques T-34-57, equipados con un cañón antitanque ZIS de altas prestaciones, pero solo eran efectivos contra el Panther a corta distancia. El único cañón eficaz contra el Panther a mayores distancias era el antiaéreo de 85 mm, que fue seleccionado para los siguientes desarrollos rusos: en octubre de 1943 se inició la producción del tanque KV-85, y en enero de 1944 se fabricaron los primeros SU-85 y T-34BM. Peroo la mayor parte de los tanques en servicio siguieron siendo T-34 y T-34M, cuyo armamento no había llegado a potenciarse, y que eran muy inferiores a los tanques del Pacto.

El ejército norteamericano se enfrentó por primera vez con tanques Panther en febrero de 1943, en los combates de Dahla. Los tanques M3 que utilizaba no podían compararse a los Panther, e incluso el nuevo M4 solo podía combatirlos a corta distancia. Ni siquiera el cañón de 76 mm que armaba al tanque pesado M6 (y que también equipó al M4 desde mediados de 1944) podía perforar la coraza frontal del Panther a más de 500 metros. Tan solo en noviembre de 1944, con la entrada en servicio en pequeña escala del tanque medio M26, los norteamericanos tuvieron un tanque comparable al Panther.

Siguiendo la doctrina propugnada por el general McNair, los norteamericanos también construyeron cañones autopropulsados. A diferencia de los alemanes no llevaban el armamento en casamata, sino que eran muy similares a los tanques aunque con menor blindaje, torres sin techo y cañón algo más potente. Se pretendía que se enfrentasen a los tanques alemanes, y que los carros convencionales se empleasen contra la infantería. Esa teoría demostró estar equivocada: tanto el M10 como el M18 llevaban el cañón de 76 mm poco efectivo contra los Panther, y su escasa coraza los hizo muy vulnerables. En septiembre de 1944 se recibieron los primeros M36, que eran autopropulsados M10 (a su vez derivados del tanque medio M4) con cañón de 90 mm. En potencia de fuego eran comparables a los Panther, pero el blindaje seguía siendo deficiente.

Como medida de emergencia para conseguir un carro de combate capaz de superar a los nuevos tanques del Pacto, el ejército norteamericano reinició el desarrollo del tanque pesado M6, equipándolo con un cañón de 90 mm. El M6A2E1 rivalizaba por peso con el Tiger I, al que recordaba vagamente por su frontal escalonado. Como llevaba el mismo conjunto de motor y transmisión que el tanque medio M4 pero pesando casi el doble, no solo fueron muy lentos sino también muy propensos a las averías. La coraza seguía siendo inadecuada contra los cañones de 8,8 cm que por entonces llevaban no solo los Tiger sino también los Jagdjaguar y Jaguar, o contra los antitanques sin retroceso de 10,5 cm. Los pocos ejemplares empleados en combate dieron mal resultado y el desarrollo del M6A2 fue abandonado. También se diseñó un tanque pesado derivado del M26. Este vehículo, el M29, que solo participó en las fases finales de la Guerra de Supremacía, fue casi tan problemático como el M6A2. En la práctica el ejército de los Estados Unidos no dispuso durante la guerra de tanques comparables a los del Pacto.

Versiones

Panther A: 50 unidades de preserie con coraza de acero endurecido. Panther A1: 120 unidades, similares al Panther A y cúpula panorámica. Panther A2: con mejoras en el sistema de refrigeración: 320 unidades.

Panther B: versión experimental con cañón de 88L71, no construida en serie.

Panther C: la primera versión considerada apta para el combate, con torre Krupp y cañón de 75L71. 3.760 unidades.

Panther D: similar a la C, con mejoras en la transmisión y en la refrigeración. 5.400 unidades.

Panther E: versión final, sin ametrallador frontal, escudo de la torre mejorado y más capacidad de munición. 2.300 unidades.

Panther F: con frontal de la torre rediseñado y con transmisión Ansaldo AM-15 semiautomática. No construido.

Bergepanther: tanques Panther A convertidos en vehículos de recuperación (210 unidades), y Panther D y E de nueva construcción (230).

Jagdpanther: cazacarros con cañón de 88L71 en casamata, basado en el Panther C. 220 unidades.

Producción total: Panther: 12.050. Jadgpanther: 220.

Especificaciones (Panther D)

Tipo: carro de combate medio.

Servicio: 1942 -1947 (Alemania). 1943 — 1958 (Pacto de Aquisgrán).

Usuarios: Alemania, Hungría, Eslovaquia, Yugoslavia, Finlandia, Rumania, Ucrania, Suecia, Turquía, Irak, Irán, China.

Diseñador: Alkett.

Diseño/: 1941.

Producido: 1941 - 1947.

Peso: 38,2 Tn. 39 Tn (Jagdpanther).

Longitud: 6,2 m (sin contar el cañón). 9,1 m (con cañón).

Ancho: 3,02 m.

Altura: 2,91 m.

Tripulación: 5 hombres. Panther E: 4 hombres.

Blindaje: 110 mm.

Armamento: Cañón KwK 42 75L70. Dos o tres ametralladoras MG34 de 7,92 mm.

Motor: Maybach HL210 de gasolina 410 Kw.

Relación Peso/Potencia: 8,4 Kw/Tn

Transmisión: ZF de siete velocidades adelante y dos detrás.

Suspensión: Barras de torsión.

Altura sobre el suelo: 460 mm.

Combustible: 420 litros.

Autonomía: 190 km.

Velocidad: 48 km/h.

Última edición por Domper el 03 Ago 2017, 11:35, editado 2 veces en total.



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De propina...

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Saludos



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Capítulo 15

Tu amigo tiene un amigo, y el amigo de tu amigo tiene otro amigo; por consiguiente sé discreto

Talmud


Nicole, te añoro pero te quiero lejos de mí. Me muero de ganas de acariciarte, de recorrer tus suaves curvas con mis manos, de hacerte vibrar entre mis brazos. Suspiro por tomar a Marcel, lanzarlo al cielo y escuchar sus risas. Pero no quiero veros en Berlín. Los ingleses ya no molestan nuestras noches, pero temo que sean aviones con la estrella roja los que lleguen en cualquier momento para sembrar la muerte en esas calles en las que nos amamos.

No sé por qué estoy tan preocupado, pues los agentes enemigos no han cambiado su comportamiento. Jansen se mantiene a la espera. Jens sigue llevando paquetes, y Johan recibe los mensajes que supuestamente son de Jutta y de Julius pero que redactamos nosotros. Joli, con puntualidad propia de la patria que quería traicionar, nos entrega los envíos que por sus manos pasan; sabe que si no me obedece no volverá a ver a Elsa. No, Nicole, no temas por la niña, que no corre más peligro que Marcel o que tantas otras criaturas alemanas ¿Te acuerdas de los Lemann, de cuánto deseaban un niño? Ahora disfrutan con Elsa. Joli no lo sabe, pero cuando la operación acabe le quitaré a la niña. En el hogar de Karolin y de Ulrich crecerá como una muchacha feliz, mejor que en un lupanar donde anida la traición.

Nicole, no es nada concreto, pero me siento como el gato al que los pelos se le erizan cuando se acerca la tormenta. Durante muchos meses los espías soviéticos han hurgado en nuestra patria, robando secretos e introduciendo armas. Pero desde estas navidades que he pasado sin ti han estado tranquilos. Solo intercambian mensajes de rutina, confidencias sin valor. Últimamente ni siquiera Jens envía paquetes a sus dudosos amigos. Es como si hubiesen desistido. Pero también puede ser que la trampa ya esté montada, y solo esté esperando a que un ratón imprudente meta el hocico.

Nicole, te deseo, te adoro tanto que te quiero lejos de mí.



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Gerard secó la tinta, dobló la cuartilla y la introdujo en un sobre que dejó en una bandeja. Sería un hombre de confianza quien la llevase al general Schellenberg, que se encargaría de entregarla. Tras leerla la misiva, obviamente; por eso Gerard ni se había molestado en cerrarla. Por el mismo canal le llegaban las letras de Nicole, que tanta añoranza le producían al leerlas. Esas notas eran el único lazo que les unía, ya que el general pensaba que reteniendo a su esposa en esa aldea de los Alpes le tenía amarrado.

Bastante tenía Gerard con seguir vivo tras su no muerte, pues el tipo de secretos que conocía se guardan mejor con los testigos bajo tierra. Pero el general solo había simulado su muerte. También había apartado a su familia, que se reducía a su esposa Nicole y al pequeño Marcel, para protegerla de las bombas. En esa fase de la guerra la R.A.F. visitaba con regularidad Berlín, y aunque los daños que causaba no pasaban de picotazos, el policía se sentía más tranquilo con sus dos allegados lejos. Pero ahora ya habían pasado meses y los bombarderos ingleses ya no estaban molestando los sueños alemanes. Aun así, entendía que a Schellenberg no le gustase que se viese a Nicole y a Marcel por Berlín, o habría quien recordase que Gerard había sido la mano derecha del finado Nebe. Pero ¿por qué el general no le permitía visitarlos? ¿Por qué le ocultaba dónde los había llevado? Las cartas de Nicole demasiadas veces llegaban recortadas, obviamente para que no delatase dónde la retenían. Sería en una jaula de oro, pero con barrotes.

No se necesitaban las células grises de Monsieur Poirot para deducir que Schellenberg los utilizaba como rehenes. Si el general le había permitido vivir esa por considerarlo demasiado valioso, y reteniendo a Marcel y a Nicole se aseguraba su silencio. Incluso su colaboración. Aunque así Schellenberg demostraba no entender que alguien sirviese a la Patria por devoción y no por interés.

Mirando el sobre, el antiguo policía hasta se permitió una leve sonrisa al pensar que Schellenberg se había pasado de listo. Lo malo de atenazar presas inteligentes es que pueden deslizarse entre las garras. Para el policía que había resuelto el asesinato de Hitler, que disponía de los vastos recursos de la Central, encontrar a su familia había sido trivial. El principal inconveniente era borrar cualquier rastro, pues Gerard estaba seguro de que entre sus hombres habría bastantes que realmente rendirían cuentas ante el general. La captura de Joli, la prostituta que actuaba como estafeta de los rusos, le dio una ocasión de oro, al darle pretexto para buscar a otras mujeres que hiciesen lo mismo. Para descubrirlas se ayudó del servicio de inteligencia más numeroso y eficiente del mundo: la gente. Que es cotilla y más en tiempos de guerra, ya que en cualquier rincón hay alguna arpía que goza espiando y denunciando a sus vecinos. Sobre todo su al pueblo acaba de llegar una mujer atractiva de la que no sabe nada. Gerard había ordenado que se confeccionasen fichas con esas denuncias, escogiendo las que se refiriesen a sospechosas que viviesen cerca de zonas industriales y de estaciones de tren. Ordenó que se descartasen las sospechosas que residiesen en las montañas pues en ellas hay pocos trenes y menos fábricas.

Mientras, el antiguo policía había tomado el hábito de entretener sus ratos de soledad bajando al sótano de las máquinas de contabilidad. Allí llenaba esas interminables veladas sin Nicole. En esas horas solitarias se esforzó en aprender como trabajaban las máquinas clasificando una y otra vez las fichas descartadas en otras investigaciones. Unas veces cribó las relacionadas con importadores de muebles, otras las de sospechosos de contrabando. Hizo decenas de búsquedas fútiles que desviasen la atención de la única que realmente le importaba: la de mujeres denunciadas. Separó las fichas de mujeres solas de las que tuviesen pareja, de las que tuviesen niñas y finalmente de las que cuidasen a niños pequeños. Suponía que una guapa berlinesa no pasaría desapercibida y, efectivamente, Nicole ya había atraído la atención de dos brujas. No anotó nada, pues no le hacía falta, y siguió haciendo búsquedas sin sentido. Pero con la alegría de saber dónde estaba su familia y que podría rescatarla cuando quisiese.

Pero por ahora iba a esperar. No mentía a Nicole cuando le decía que sentía algo en los huesos. Los rusos habían estado infiltrando agentes durante meses, estaban enviando armas por medio país, y de repente se habían quedado tranquilos, conformándose con las migajas de información sus espías mandaban. Gerard se sentía como la araña en el centro de la red, que sentía como las pobres moscas presas en su trama se agitaban. Pero ahora se habían detenido y apenas se removían. La araña buscaba la causa, que aun no conocía pero que imaginaba. El antiguo policía pensaba que los rusos ya lo habían dispuesto todo, y que ahora preferían pasar desapercibidos hasta que llegase el momento de dar su golpe.

Había prevenido a Schellenberg pero no le había hecho mucho caso. Para un disoluto como el general sus placeres siempre primaban sobre el deber, y más ahora que entretenía sus horas con esa modista que había hecho venir desde París. La pareja, cliente habitual de los peores tugurios, era al mismo tiempo la comidilla y el escándalo berlinés. A Gerard no le agradaba que el corazón del espionaje alemán bebiese por los ojos de una francesita. Esperaba que esa mujer no trabajase para otros servicios; pero ni por asomo se le ocurriría investigarla. Pues no quería provocar la ira del general. Al menos, no por ahora.

El policía pensó en acudir con lo que sabía a cualquier otro miembro del gabinete, pero los años y la experiencia le habían hecho prudente. Además ¿qué podría decirles? Se imaginaba contándole al canciller Speer: «Mire, soy una persona que no existe porque Schellenberg simuló mi muerte cuando asesinó a Nebe, pues sabíamos quién preparó la muerte de Goering. Dirijo una agencia secreta, tan secreta que ni usted ni nadie saben de ella, con la que les acecho a ustedes y además controlo al espionaje soviético en Alemania». Lo menos que le podría pasar era que no le creyesen y que acabase en el frenopático. Peor aun, podrían creerle ¿dónde acabaría entonces? ¿y Nicole?

No, iba a seguir con sus investigaciones. Seguiría desvelando las tramas de las redes soviéticas en Alemania hasta saber cuáles eran sus intenciones. Pero no olvidaba que en cualquier juego había dos jugadores, y no le bastaba con saber cuáles eran las cartas de los rusos. Necesitaba saber qué tramaba Schellenberg.



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Gerard conocía demasiado al general como para creer que la francesa le hubiese cautivado. Mujeres tenía todas las que pudiese desear, y dudaba mucho que una fémina más que entrada en años fuese capaz de cautivarle, por mucho gusto que tuviese al vestir o muy interesante que fuese su conversación. A Schellenberg le atraía la inteligencia siempre que estuviese enfundada en un bonito envoltorio, nuevecito, y adecuadamente mullido ahí donde se necesitaba. Algo por lo que no destacaba la modista, que estaba bastante ajada y era casi tan plana como sus vestidos. Además de ser famosa por sus inclinaciones que no se decantaban hacia los pantalones, ni siquiera por los de uniforme. Podría ser el del general un amor platónico, pero sus gustos, hasta ahora, habían estado más cerca de la carne que de la filosofía. Al antiguo policía le parecía que el asunto, sin descartar que hubiese cierta amistad entre los tortolitos, olía a tapadera. Escandalizando a la sociedad berlinesa Schellenberg conseguía disimular otras actividades menos confesables. Por un momento incluso pensó que el general también sentía la llamada de la homosexualidad, hasta que recordó que en su estela quedaban decenas de corazones rotos y, si había que creer a las maledicencias, más de un niño sin padre. No por nada el general mantenía unos cuantos apartamentos en Berlín más que dispuestos a citas rápidas. Gerard no sabía qué asunto podía ser ese que interesase a Schellenberg más que el sexo. Fue entonces cuando el ex policía quedó como deslumbrado por un relámpago y lo entendió todo. También comprendió que a partir de ahora iba a ser Schellenberg uno de los objetivos de la Central.

El general, a pesar de su astucia, también cometía errores. El primero había sido agarrarle por el cuello. Gerard le hubiese servido por devoción y por amor a la Patria, pero chantajeándolo lo había convertido en un enemigo. Ahora que sabía dónde estaba Nicole, la presa se había aflojado sin que el amo supiese que el títere podía actuar por su cuenta. Schellenberg había cometido otro error cuando dejó que se le pusiese protección. Gerard decidió que su jefe estaba ante un peligro mucho más grave del que pensaba y que iba a necesitar más guardaespaldas. Iban a ser sus mejores hombres y mujeres, y tan discretos que ni llegaría a verlos.

Satisfecho tras haber tomado una decisión, Gerard Wiessler volvió a su tarea principal, que era proteger a la Patria. Y la amenaza inminente para Alemania estaba en las llanuras más allá de Polonia, en las que tanques y aviones se acumulaban en tal número que saltando de uno en otro podría ir del Báltico a los Cárpatos sin pisar el suelo. El policía no podía infiltrar agentes ni ordenar reconocimientos aéreos. Pero podía y debía manejar a los espías soviéticos en Alemania. Empezando por Johan, el agente residente ruso, y por Joachim, su subordinado. Ambos pertenecían al personal diplomático de la embajada soviética y por tanto eran intocables. Una lástima porque a Gerard le hubiese apetecido tener una conversación privada con Johan. Una charla en un sótano, sin más ayuda que una lámpara, unas esposas, y los sonidos de golpes y aullidos procedentes de otras celdas, bastaban para soltar las lenguas más firmes. Gerard sonrió al pensar en el último de esos interrogatorios; su interlocutor era un agente durmiente que Joachim había activado, y se derrumbó sin saber que quiénes gritaban en el cuarto de al lado eran un par de actores fracasados que ahora trabajaban para la Central.

Johan ya no necesitaba el contacto personal con sus agentes. Los operadores de radio que les había enviado —la mayor parte de los cuales estaban ahora en las mazmorras de la Central— le aliviaban de esa comprometida tarea. El diplomático ruso, sin embargo, proseguía con su rutina, y seguía saliendo a pasear, pero de manera aparentemente inocente. Hasta que hizo algo que alarmó a la araña que controlaba la red: volvió a desplegar una intensísima actividad cervecera. Visitaba antros por todo Berlín y entre jarra y jarra dejaba paquetes para sus espías. Que corriese tal riesgo era inusitado; algo muy valioso debían contener. No necesitó recogerlos: sabía que el destinado a Jutta llegaría sus manos enseguida. Cuando lo abrió no pudo retener un silbido de asombro. No había códigos, ni armas, ni venenos, ni sistemas exóticos de comunicación. Solo dinero y joyas: un gran fajo de billetes usados, y una bolsita con alhajas de oro, brillantes y perlas. Miles de marcos, una pequeña fortuna. Los gobiernos son famosos por malgastar caudales, pero para la Unión Soviética, paria internacional por antonomasia, las divisas y los metales preciosos eran enormemente valiosos. Ahora Johan y Joachim los estaban distribuyendo a manos llenas. Gerard sabía lo que semejantes cantidades significaban para un espía: algo con lo que comprar voluntades y una herramienta con la que desaparecer. Para un agente el dinero era como el paracaídas para los aviadores. Aunque la cuestión que quedaba abierta era otra ¿por qué ahora?



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Cañonero antisubmarino clase Noya

Cañoneros antisubmarinos clase Noya

Los cañoneros de la clase Noya (posteriormente redenominados cor-betas) fueron construidos para la Armada Española y para la Kriegsmarine partiendo de un diseño de los astilleros Echevarrieta, a su vez lejanamente inspirado en la clase Flower británica, de la que se habían podido estudiar las unidades en construcción en astilleros franceses. Tenían un casco de mayor tamaño que las hizo más marineras. Las superestructuras eran muy diferentes a las de los barcos ingleses y recordaban a las corbetas italianas de la clase Gabbiano. Aunque según el diseño los Noya debían ser propulsados por un motor diésel MAN, dificultades con el suministro llevaron a que muchas unidades recibiesen una planta de vapor de triple expansión.

Inicialmente los Noya estaban armados con un cañón de 10,5 cm y seis de dos cm en montajes dobles, dos varaderos para cargas de profundidad y un lanzacohetes antisubmarino. Posteriormente en muchos se sustituyó el cañón de 10,5 cm por dos antiaéreos de 3,7 cm. Disponían de hidrófonos, un sonotelémetro de casco, y a partir de mediados de 1942 fueron equipados con radiotelémetro.
Los Noya sustituyeron en las misiones de vigilancia costera y de es-colta a los «bous» o pesqueros de altura militarizados, que a pesar de su buen desempeño en la Guerra Civil Española dieron mal resultado en la Guerra de Supremacía. Los Noya resultaron ser buques resistentes, muy marineros y gracias a su potente armamento, temidos por los submarinos aliados. Sin embargo, su limitada velocidad los relegaba a la protección de convoyes lentos y les impedía dar caza a los sumergibles en superficie. Aun así rindieron meritorios servicios en la vigilancia de las costas españolas y del estrecho de Gibraltar. A medida que se dispuso de buques de mejores características fueron empleadas en otras misiones como la lucha contra minas o el rescate.

La Kriegsmarine solicitó 24 unidades para la protección de sus bases, adquiriendo posteriormente otras 12 al ser consideradas más eficaces que las corbetas italianas de la clase Gabbiano o los Flottentorpedoboot. Se perdieron nueve unidades. Del resto, ocho fueron transferidas a Finlandia al finalizar la guerra y el resto, empleadas como patrulleros durante un decenio.

El Moguer fue construido por los astilleros Echevarrieta en Bilbao y entregado a la Armada en septiembre de 1942. Operó con las fuerzas de vigilancia del Estrecho y a partir de 1944, como buque de salvamento. En 1946 fue retirado y fue desguazado al año siguiente.

Características

Longitud: 60 m (en la flotación).

Manga: 9,4 m.

Calado: 2,7 m.

Desplazamiento: 1.025 Tn a plena carga.

Propulsión: 1 motor diésel MAN, 2.500 HP, una hélice.

Velocidad: 16 nudos.

Autonomía: 4.000 millas náuticas a 12 nudos.

Dotación: 57 hombres.

Armamento: Original: 1 cañón de 10,5 cm, 6 de 2 cm. 2 varaderos de cargas de profundidad con 20 cargas. Modificado: 2 cañones de 3,7 cm, 4 cañones de 2 cm. Un lanzacohetes antisubmarino. 2 varaderos de cargas de profundidad con 24 cargas.



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Patrulleros antisubmarinos clase Urgull

Patrulleros antisubmarinos clase Urgull

La clase de patrulleros Urgull fue construida para la Armada Española durante la primera fase de la Guerra de Supremacía para complementar a otras unidades antisubmarinas. Llevaron nombre de colinas y sierras próximas al mar.

Tenían casco de pesquero de altura con casco de madera y, depen-diendo del astillero donde habían sido construidos, había pequeñas diferencias. La carencia de madera curada hizo que las últimas unidades se construyeron de acero; estos últimas tenían diferencias menores. Aunque estaba previsto equiparlos con motores diésel, muchas unidades llevaron otros de gasolina procedentes de pesqueros, que les daban prestaciones inferiores. El armamento también era variable dependiendo de las existencias en almacenes y en buques desmilitarizados. En muchas unidades tuvo que ser aligerado para mejorar su comportamiento con mala mar, y a finales de la guerra consistía solo en ametralladoras y cañones ligeros, más armas antisubmarinas.

Los Urgull actuaron en misiones de vigilancia, antisubmarina costera y, las unidades con casco de madera, en la guerra contra minas. Al finalizar el conflicto muchos fueron convertidos en pesqueros, otros desguazados, y algunos conservados como patrulleros.
El Monte del Toro fue una unidad de la primera serie, construido en Tarragona. Actuó en aguas del Estrecho de Gibraltar. Tras la guerra fue convertido en pesquero, pero en 1967 fue adquirido por una fundación privada y restaurado a su estado original. Actualmente se conserva en el Arsenal de Cartagena.

El Sierra Helada pertenece a la subclase Tibidabo de casco de acero. Entregado avanzada la guerra, operó en las costas gallegas y en la vigilancia de la base naval de Vigo. Posteriormente tuvo una larga carrera como patrullero de vigilancia aduanera, siendo retirado en los años sesenta.

Características (Monte del Toro)

Longitud: 32 m (en la flotación).

Manga: 5,7 m.

Calado: 1,95 m.

Desplazamiento: 211 Tn (a plena carga).

Propulsión: 1 motor diésel MAN, 400 HP, una hélice.

Velocidad: 11,5 nudos.

Autonomía: 1.000 millas náuticas a 12 nudos.

Dotación: 29 hombres.

Armamento: 1 cañón de 10,2 cm, dos cañones de 2 cm. Un varadero de cargas de profundidad con 20 cargas (1941). Dos cañones de 2 cm, dos ametralladoras y un lanzacohetes antisubmarino (1944).



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No puedo cambiarlo ya, pero donde ponía «veinte cargas» sustitúyase por «seis cargas».

Saludos



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Gerard no sabía si Jansen también había sido destinatario de otro de esos paquetitos. No solo Johan, hasta Joachim se estaba haciendo cada vez más cauto y lo habían perdido unas cuantas veces. En cualquiera de esas ocasiones habrían podido dejarle un envío.

Mantener la vigilancia sobre Jansen estaba siendo enervante. Era un policía, igual que lo había sido Gerard, y conocía todos los trucos. No era raro que cuando salía de casa se parase ante un escaparate y comprobase en el reflejo si alguien le seguía. Hasta tenía un reloj de cadena que miraba frecuentemente: un par de veces destelló, mostrando que Jansen había colocado un espejito de tocador para investigar a los otros viandantes. Era frecuente que el traidor entrase en locales con dos salidas, o que nada más entrar en alguna tienda se diese la vuelta y saliese, intentando sorprender a posibles seguidores. El U-Bahn le resultaba especialmente útil y en la Central se estaban haciendo famosos los cambios de vagón de Jansen en el último momento. Siempre parecían casuales, demostrando que sabía que intentar eludir a un seguidor podía ser el mejor indicio de traición.

La vigilancia de Jansen era a la vez costosa y arriesgada, porque un desliz podría llevar al traste la operación. Gerard consideró detenerlo, pero temió que alguien tan astuto tuviese preparado algún sistema para alertar a los soviéticos. Por otra parte, dejar de seguir a un agente tan peligroso era una locura. Finalmente decidió encomendar a mujeres la vigilancia. Bien venerables matronas que con su bolsa iban a hacer la compra diaria, bien jovencitas empujando carritos de niños. Mujeres como tantas otras que poblaban las calles berlinesas y que no llamaban la atención aunque se las encontrara una y otra vez en los mismos sitios. Pero ese método no permitía seguir al traidor, y solo servía para controlar la residencia o la comisaría donde Jansen prestaba servicio. Tan desconfiado era el policía renegado que había llegado a investigar en los archivos policiales quiénes eran esas vecinas; a Gerard no le preocupó porque tenían una leyenda a prueba de bomba: la había escrito él.

No pudiendo vigilar de cerca las andanzas de un espía tan alerta y desconfiado había sido preciso recurrir a observadores equipados con prismáticos, que seguían a Jansen desde apartamentos o azoteas. Establecer esos observatorios había sido complejo ya que precisaban una línea telefónica directa. Gerard esperaba nadie investigase por qué en ese vecindario tantos pisos habían tenido averías de teléfono. Aunque, bien pensado, era la Central la encargada de vigilar ese tipo de coincidencias.

Mal que bien pudo adivinar por dónde se movía Jansen. La primera sorpresa fue que no era el único policía implicado. Otro agente, al que Gerard pasó a llamar Jelto, resultó no solo ser amigo de Jansen, sino que sus andanzas coincidieron un par de veces con las de Joachim en una llamativa casualidad. Jelto, además de policía, era un aficionado a las largas caminatas que emprendía con otro amigo, Janosch. Jelto y Janosch, a veces con Jansen, visitaban con frecuencia los bosques cercanos a Berlín, incluyendo el de Schirknitzberg. Que Gerard recordaba por ser en el que los guardabosques habían encontrado marcas de disparos.

Un día Jansen cambió su costumbre y al acabar su turno en la comisaría no volvió a su casa. Gerard ordenó que no se le siguiese aunque suspiraba por saber qué pretendía. La fortuna le sonrió cuando otro agente reconoció al traidor en la Chausseestrasse. Lo malo era que ese hombre no estaba allí para vigilar a Jansen, sino por ser parte del equipo de protección de Schellenberg, cuyos hábitos nocturnos lo llevaban con frecuencia hasta los cabarets de esa calle. Jansen había entrado en un edificio de apartamentos, donde estuvo un rato antes de salir y dirigirse al U-Bahn. Con los medios de la Central, apenas dos horas después se sabía que uno de los pisos había sido alquilado por un tal Jirko, otro elemento que ya constaba en los archivos por su pasado en movimientos obreros. Por si quedaba alguna duda, resultó que al día siguiente Jirko —al que obviamente le habían puesto una cola— se juntó con Jelto para tomar unas cervezas. Gracias al cielo, mientras que Jansen era un zorro viejo al que costaba Dios y ayuda controlar, Jelto tenía costumbres de vividor, era aficionado a tomar alguna que otra jarra, o mejor dicho muchas, pues podría acabar con la producción cervecera de media Sajonia. Cuando estaba animadillo controlaba bastante peor su entorno. Un regalo para la Central que le llevó a conocer aun a más individuos que no tenía fichados.

Además de poner bajo vigilancia a Jelto y a Jirko, Gerard ordenó que se estableciese un puesto más de vigilancia en esa calle. Un bonito departamento, con un magnífico ventanal con vistas a la madriguera de las ratas. Dos hombres, apostados con un telescopio oculto tras unos visillos, controlaban la calle. Eran agentes cuidadosamente escogidos, de los mejores de la unidad. Pues no solo iban a vigilar ese nido de espías.



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Tras el paréntesis vacacional, una imagen:

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KGS Graf Zeppelin

Aunque varias potencias se habían equipado con portaaviones en el periodo de entreguerras, generalmente eran considerados buques auxilia-res, destinados a la exploración y a la protección de los buques de batalla (los acorazados) y no como buques capitales en sí mismos. El Grossadmiral Raeder, que dirigió la reconstrucción de la Kriegsmarine en los años treinta, compartía la opinión. Además proponía una estrategia según la cual la marina alemana no disputaría el dominio del mar a los británicos, sino que lo negaría empleando cruceros de superficie y submarinos. Los portaaviones, que debido a las necesidades de combustible para su fuerza aérea tenían autonomía limitada, no entraban en sus planes. Sin embargo, ya que varias potencias habían decidido construir portaaviones, finalmente solicitó dos unidades. En 1935 se aprobó la construcción del Flugzeugträger «A», posteriormente bautizado Graf Zeppelin en honor del inventor de principios de siglo. Sin embargo, la inexperiencia dela Kriegsmarine hizo que el diseño fuese muy ineficiente, con características propias de buques un decenio anteriores (como la potente batería de superficie) y sobre todo el complejo e ineficiente sistema de lanzamiento de aviones, con una catapulta de gran longitud y carritos especiales para cada modelo.

En diciembre de 1938 fue botado, y cuando se desencadenó la guerra de supremacía estaba completo en un 85%. La escasez de acero y el escaso interés de Raeder hicieron que las obras se ralentizasen, y se suspendiesen tras la conquista de Noruega, ante la necesidad de buques ligeros. Sin embargo, el almirante Marschall, que había sustituido a Raeder por Marschall en julio de 1941, consideraba que los portaaviones podrían tener un papel relevante. El ataque realizado por los aviones del portaaviones inglés Ark Royal contra el Scharnhorst, y sobre todo el papel de las unidades inglesas en la batalla de San Vicente, hicieron que se reemprendiesen las obras. Se buscó la colaboración japonesa, y siguiendo su consejo se sustituyó el sistema de lanzamiento y de recogida por uno más sencillo similar al del Akagi. Asimismo se retiró la batería de superficie colocando en su lugar armas antiaéreas adicionales.

El Graf Zeppelin fue entregado en diciembre de 1942, e inició las operaciones aéreas en febrero, solo cuatro después que desde el Putziger un Arado 96 DM apontase y despegase por primera vez en la Kriegsmarine. Sin embargo, la pérdida del Frisches (un portaaviones auxiliar gemelo del Putziger) el 14 de febrero tras un accidente de un avión hizo que Marschall ordenase la suspensión de las pruebas mientras se investigaban las causas. En marzo se reanudaron y aunque en el Graf Zeppelin también se produjeron varios accidentes, ninguno tuvo consecuencias graves para el buque. Pero cuando el buque se trasladaba a Kiel para recibir sus primeros aviones de combate, fue gravemente dañado por la explosión de una mina magnética que abrió una gran brecha en el casco. Fue preciso embarrancar el buque para evitar su pérdida, pero se produjeron daños adicionales y el casco quedó deformado. Aunque fue reparado y volvió a la Kriegsmarine en abril de 1943, la velocidad del buque había quedado limitada a 21 nudos y tan solo puso ser empleado para la instrucción, operando casi exclusivamente con los entrenadores Arado 96 DM y Fieseler 168 BM.



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Domper
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Crisis. El Visitante, tercera parte

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Otro barquito, cortesía de ReyTuerto

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Clase Hindenburg

Los portaaviones ligeros de la clase Hindenburg fueron construidos por la Kriegsmarine durante la Guerra de Supremacía, y empleados durante las fases finales del conflicto y en los primeros años de la posguerra. Llevaron nombres de grandes personajes (políticos y militares) alemanes; aunque la primera unidad debiera haberse llamado Adolf Hitler, tras la muerte de su sucesor Goering fue bautizada Hindenburg, en honor del mariscal y posterior presidente de la república alemana.

El primer portaaviones de la Kriegsmarine fue el Graf Zeppelin, en-tregado en febrero de 1941. Pero no solo era un buque defectuoso debido a la inexperiencia alemana en este tipo de unidades, sino que los graves causados por una mina impidieron emplearlo en acciones bélicas y solo pudo ser empleado para la instrucción. Por entonces, la marina alemana había comprendido que en la aviación naval estaba el futuro de la guerra marítima, por lo que se estaban modificando buques mercantes como portaaviones auxiliares (programa Hilfsflugzeugträger 40). Pero se trataba de barcos de características mediocres que no podían enfrentarse a los portaaviones de flota aliados. Se consideró imprescindible proveerse con buques similares a los enemigos. Dio mayor impulso al programa la consideración de que los portaaviones eran unidades más adecuadas que los acorazados para el crecimiento de la flota, al no requerir materiales especiales como grandes blindajes o cañones pesados.

Por orden del almirante Marschall, en 1940 se habían iniciado los estudios para la construcción de portaaviones para la Kriegsmarine. Se consideraron varias opciones, incluyendo buques muy ligeros de apenas seis mil toneladas que probablemente hubiesen sido inadecuados. Finalmente se había decidido construir un diseño derivado del Graf Zeppelin, a pesar de sus obvias eficiencias. Pero en esa fase del conflicto, y a pesar de las malas relaciones entre Japón y Alemania, la Kriegsmarine mantenía estrechas relaciones con su equivalente nipona, y gracias a su asistencia pudo emprenderse la construcción de unidades derivadas de los proyectos nipones G-15 (un portaaviones pesado mejora del Taiho, equivalente a los Indomitable británicos o los Essex norteamericanos) y G-16. Este último, una mejora del portaaviones ligero Soryu, estaba ideado para su construcción rápida en gradas aptas para cruceros o buques de pasaje.

Las unidades alemanas, sin embargo, tenían importantes diferencias con las japonesas, en parte debidas a las diferentes técnicas constructivas (por ejemplo, el casco derivaba de los de cruceros dela preguerra) y en parte gracias a la experiencia adquirida con los portaaviones auxiliares y mediante el estudio de otros buques (los portaaviones franceses clase Joffre, o los restos del inglés Eagle, abandonado en Alejandría). Entre las más llamativas estaba el puente de mando de mayores dimensiones con chimenea vertical (la oblicua japonesa se consideró más compleja y además las pruebas con modelos mostraron que no era necesaria). La proa era cerrada, como la del japonés Taiho, al ser más adecuada para las tormentosas aguas del Atlántico Norte. El hangar no era interior como en los barcos japoneses; esta disposición, que había sido escogida para facilitar su construcción, permitió construir aperturas para la ventilación forzada y combatir los fuegos, medida considerada necesaria tras la pérdida del portaaviones auxiliar Frisches por un incendio secundario a un accidente. Otra modificación de gran calado, hecha durante la construcción, fue la adopción de una cubierta de vuelo oblicua que hacía más seguras las operaciones aéreas. Como en los Unryu, se había previsto que se pudiesen instalar diversos tipos de plantas motrices; las dos primeras unidades (Hindenburg y Moltke) llevaron las plantas motrices destinadas a cruceros de la clase Stadt, limitando su velocidad a 29 nudos; las siguientes recibieron plantas de mayor potencia que les permitieron alcanzar los 31 nudos. El armamento inicialmente estaba compuesto por cañones antiaé-reos de 10,5 y 3,7 cm, pero en las cuatro últimas unidades fue sustituido por una batería de cañones automáticos de 7,5 cm. El equipo electrónico era muy completo e incluía radiotelémetros de exploración, de dirección de aeronaves, de tiro, y sistemas de escucha e interferencia. El Derfflinger y el Mackensen llevaron también hidrófonos y sonotelémetros de detección submarina. La clase había sido diseñada para facilitar su construcción rápida y recibió máxima prioridad. Las dificultades encontradas y los cambios de diseño hicieron que la entrega del Hindenburg, cuya quilla se había puesto en junio de 1941, se demorase hasta diciembre de 1943. El tiempo medio de construcción de las restantes unidades fue de veintitrés meses, aunque se consiguió terminar la cuarta (el Yorck) en solo diecinueve.

La recepción de estos buques permitió la rápida expansión de la fuerza aeronaval alemana suponiendo una seria amenaza para la norteamericana, y jugando un papel capital en la resolución del conflicto bélico. Por desgracia el pequeño tamaño las hizo vulnerables y tres (Goeben, Graf Spee y Tegetthoff) se perdieron. Otros dos (Moltke y Yorck) sufrieron daños graves que obligaron a su retirada. De los siete supervivientes, el Hindenburg, menos potente y en peor estado, fue desguazado al finalizar el conflicto. Al ser demasiado pequeños pequeños para operar con reactores de altas prestaciones, la Kriegsmarine solo conservó las dos últimas unidades como portaaviones antisubmarinos, pasando los otros cuatro a la reserva y posteriormente transferidos a marinas aliadas.

Características (Mackensen):

Desplazamiento: 19.320 Tn estándar.

Longitud: 231,19 m (en la flotación). Manga: 22 m. Calado: 7,92 m.

Propulsión: 8 calderas Rateau-Bretagne y turbinas engranadas Wagner, con 160.000 HP Velocidad: 32 nudos.

Autonomía: 6.500 millas náuticas a 18 nudos.

Dotación: 1.415.

Armamento: 12 cañones automáticos Breda de 7,5 cm. Un lanza-cohetes antisubmarino.

Coraza: cubierta del hangar: 3 cm.

Grupo aéreo: 50 aeronaves (en 1945, 24 Fw 190, 16 Ju 287, 6 Fi 168, 4 Fa 223).



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Una rectificación importante:
Cortesía, no. Placer y privilegio :thumbs: !


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