Expreso Báltico
- flanker33
- Teniente Coronel
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- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Expreso Báltico
Buenas a todos,
Aquí vuelvo a la carga con un nuevo relato, en esta ocasión sobre un hipotético conflicto en un futuro muy cercano, entre Rusia y la OTAN en las repúblicas Bálticas, que espero que os guste y anime el debate sobre el tema.
Lo primero que quiero decir, es que la posibilidad de este conflicto, personalmente la considero muy remota. Antes de comenzar a escribirlo, hubiera dicho que era del 1% o menos. Ahora, con algo más de información, diría que del 3-5%, es decir, muy, muy poco probable, pero no imposible del todo. En el relato expongo un motivo por el que podría llegar a darse, aunque que podría haber otros.
Lo segundo, es lo complicado y difícil de recabar información veraz y actualizada de este tema, ya que algunas cosas van cambiando en cuestión de meses, por ejemplo, la 34ª Brigada de Caballería polaca que es donde operan los Leo2A5 polacos, pero están en periodo de transferirlos a la 1ª Brigada Acorazada, o lo complicado hasta no hace mucho que era saber cuál iba a ser la unidad italiana que liderase la VJTF para el 2018, etc… por no decir nada de los despliegues, Ordenes de batalla, unidades y armamento ruso que también ha variado desde que comencé a escribir este relato y lo difícil de obtener información y datos de ese lado.
Por último, comentar que ni soy rusofobo ni anti-OTAN, ni nada de eso, así que no se vea más que un relato con el ánimo de entretener y fomentar el debate sobre cómo podría desarrollarse un conflicto de esa envergadura. Por supuesto, es una visión personal y subjetiva, y podrá haber tantas opiniones al respecto como foristas intervengan o lean el relato. Si hay fallos o errores, son míos, por haberme equivocado (seguramente habrá varios gazapos) en la escritura, o por no tener toda la información o hacer suposiciones, etc… pero quiero agradecer a quienes me han ayudado en el relato (todavía inacabado) por su tiempo y paciencia.
Coloco este relato en el tema de “Arte militar” (aunque obviamente diste mucho de ser algo parecido a arte), porque en el de “Guerras y conflictos modernos”, hay algunos foristas que tienen problemas para postear y en los dos últimos que subí allí, fueron varios los MP que tuve de ellos sobre los temas tratados, y creo que es mejor que se puedan expresar en el hilo directamente para mejorar el tema.
Así, sin más, espero que se animen a leerlo y a participar con sus comentarios y a fomentar el debate sobre este tema. Saludos.
Aquí vuelvo a la carga con un nuevo relato, en esta ocasión sobre un hipotético conflicto en un futuro muy cercano, entre Rusia y la OTAN en las repúblicas Bálticas, que espero que os guste y anime el debate sobre el tema.
Lo primero que quiero decir, es que la posibilidad de este conflicto, personalmente la considero muy remota. Antes de comenzar a escribirlo, hubiera dicho que era del 1% o menos. Ahora, con algo más de información, diría que del 3-5%, es decir, muy, muy poco probable, pero no imposible del todo. En el relato expongo un motivo por el que podría llegar a darse, aunque que podría haber otros.
Lo segundo, es lo complicado y difícil de recabar información veraz y actualizada de este tema, ya que algunas cosas van cambiando en cuestión de meses, por ejemplo, la 34ª Brigada de Caballería polaca que es donde operan los Leo2A5 polacos, pero están en periodo de transferirlos a la 1ª Brigada Acorazada, o lo complicado hasta no hace mucho que era saber cuál iba a ser la unidad italiana que liderase la VJTF para el 2018, etc… por no decir nada de los despliegues, Ordenes de batalla, unidades y armamento ruso que también ha variado desde que comencé a escribir este relato y lo difícil de obtener información y datos de ese lado.
Por último, comentar que ni soy rusofobo ni anti-OTAN, ni nada de eso, así que no se vea más que un relato con el ánimo de entretener y fomentar el debate sobre cómo podría desarrollarse un conflicto de esa envergadura. Por supuesto, es una visión personal y subjetiva, y podrá haber tantas opiniones al respecto como foristas intervengan o lean el relato. Si hay fallos o errores, son míos, por haberme equivocado (seguramente habrá varios gazapos) en la escritura, o por no tener toda la información o hacer suposiciones, etc… pero quiero agradecer a quienes me han ayudado en el relato (todavía inacabado) por su tiempo y paciencia.
Coloco este relato en el tema de “Arte militar” (aunque obviamente diste mucho de ser algo parecido a arte), porque en el de “Guerras y conflictos modernos”, hay algunos foristas que tienen problemas para postear y en los dos últimos que subí allí, fueron varios los MP que tuve de ellos sobre los temas tratados, y creo que es mejor que se puedan expresar en el hilo directamente para mejorar el tema.
Así, sin más, espero que se animen a leerlo y a participar con sus comentarios y a fomentar el debate sobre este tema. Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
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Expreso Báltico
23 de enero 2018. 23:40 hora local. Sureste de Estonia, no muy lejos de la ciudad de Voru.
En medio de la capa de nieve que cubría aquel paraje, a cinco grados bajo cero y cayendo una ligera nevada, el silencio era casi absoluto a su alrededor, tan solo roto por algún ocasional ruido propio de los bosques estonios. Sus ojos cansados observaban la estrellada y gélida noche que se vislumbraba a través de la copa de los árboles de aquel espeso bosque. Desde niño, a Hendrik Rein le había gustado observar el cielo nocturno, pero solía hacerlo en verano o desde la ventana de su casa, y no en pleno invierno, acurrucado en el arenoso y frió fondo del pozo de tirador que había cavado aquella misma tarde, y medio congelado a pesar de todas las capas de ropa térmica que vestía y el poncho blanco con el que se cubría. Miró el reloj. Ya era tarde y debía tratar de dormir un poco, pero el cansancio, los pensamientos y los recuerdos que se amontonaban en su cabeza, que no paraban de ir y venir, hacían que conciliar el sueño en aquella situación fuera poco menos que imposible. Así que, mirando las estrellas, lo cual solía relajarle, trató de poner algo de orden en su cabeza, y comenzó a pensar en la sucesión de acontecimientos que le habían hecho llegar a aquella situación.
Lo primero que le vino a la mente a Hendrik fue cuando hacía ya dos meses, sus padres le invitaron a comer en su casa de la pequeña aldea de Väimela, apenas a 4 km al norte de Voru, donde él residía. Recordaba que estaba siendo una agradable tarde cerca de la chimenea hasta que en las noticias de la televisión pública comenzaron a informar de una operación de las fuerzas de seguridad estonias, que había permitido detener a una red de espías rusos en el país, principalmente en la ciudad de Narva, fronteriza con Rusia, y en la capital Tallin. Las informaciones hablaban de que dicha red estaba tratando de infiltrarse en las altas esferas de la política, los servicios de inteligencia y las fuerzas armadas del país, además de enviar información sobre el despliegue militar del ejército estonio y de la OTAN en el país. Como consecuencia de la operación, habían sido arrestadas una docena de personas, incluidos algunos agentes dobles estonios, y se había procedido a expulsar a varios diplomáticos rusos además de emitir una contundente nota de protesta ante las autoridades de Moscú. La presentadora siguió explicando que Rusia había rechazado todas las acusaciones y criticaba la decisión del gobierno estonio y anunciaba represalias diplomáticas análogas, y volvía a recordar la situación de los ruso parlantes en Estonia y en las Repúblicas Bálticas en general.
Cuando Hendrik regreso a su pequeño apartamento en Voru, la impresión que se llevó de lo que había hablado con sus padres del asunto era que aquello podía ser un tema grave, pero que seguramente acabaría en nada dentro de unas días o semanas. Así que siguió con su ajetreada vida de camarero en un café local durante el día y estudiante para el acceso a la universidad de noche. Hasta que menos de dos semanas después, a primeros de diciembre del año anterior, estando en casa remoloneando por la mañana en su día libre, leyó en internet las primeras informaciones de lo que luego se conocería como el “Russianleaks”. Recordó como si fuera aquel mismo instante la sensación que le produjo leer las acusaciones y las pruebas que se habían filtrado a numerosos medios de comunicación internacionales, tanto en occidente como de Asía, o incluso a los medios no afines al gobierno, en la propia Rusia.
Aquello que en pocas horas se convirtió en un escándalo enorme para el Presidente Putin y su gobierno, no dejaba de llegar en un momento muy delicado para él, con el gigantesco país vecino ya inmerso en plena pre-campaña electoral de las próximas elecciones presidenciales de marzo. Aquel era un asunto que podía dañar de forma importante al Presidente y a sus aspiraciones electorales. Los documentos filtrados, hablaban de la connivencia de miembros de su gobierno con la mafia rusa en asuntos de lo más turbio, incluso en el reparto de fondos destinados a orfanatos del país entre mafiosos y miembros del gobierno, del saqueo de los fondos para veteranos de guerra o de oscuras cuentas en paraísos fiscales con ingresos provenientes del crimen organizado entre las primeras revelaciones. Pero durante las horas y días siguientes, no dejaron de filtrarse documentos muy comprometedores para Moscú, como pruebas irrefutables de la participación del Kremlin en el asesinato del líder opositor Boris Nemtsov, de la participación o al menos la permisividad del FSB en las bombas que explotaron en Moscú como preludio a la segunda guerra de Chechenia en el año 99, de la implicación rusa en la guerra de Ucrania, de listados de fallecidos en Siria y Ucrania no reconocidos por las autoridades rusas, de la participación de los servicios de inteligencia en los ciberataques detrás de varios procesos electorales de países occidentales, buscando influir en su resultado o incluso de escándalos sexuales de miembros del Gobierno. En definitiva, el “Russianleaks” había dado como resultado una caída de la popularidad del Presidente Putin de al menos 30 puntos en pocos días, además de un aumento de las manifestaciones en Moscú contrarias a la guerra de Ucrania y a la política de Putin en general. Pero pese a todo, y aunque seguía manteniendo una popularidad relativamente alta y los sondeos le daban como ganador de las elecciones, aunque por un margen bastante más ajustado de lo esperado antes del “Russianleaks”, los expertos teorizaban con el miedo del Presidente ruso y de su gabinete, a que tras las filtraciones estuvieran los servicios de inteligencia occidentales, que por supuesto ya habían sido acusados por Moscú de orquestar aquella “abyecta campaña de difamación”, y que el propósito no fuera otro que montar otra “revolución naranja” como la ocurrida en Kiev años atrás, pero esta vez en Moscú, para deponer su gobierno, y sustituirlo por algún opositor más cercano a occidente.
Así, en aquel enrarecido ambiente internacional, que tan de cerca tocaba a su pequeño país, Hendrik continuaba su vida, cada vez con más conversaciones e incluso acaloradas discusiones para el temperamento estonio, sobre el tema ruso y su influencia para ellos. Y fue tras las festividades navideñas, en concreto el martes 16 de enero, y después de salir de trabajar cuando se hallaba reunido con algunos amigos para tomar unas cervezas, el momento en que la televisión informaban sobre las manifestaciones que estaban teniendo lugar en la ciudad estonia de Narva, donde los rusofonos, que eran más del 80% de la población, demandaban la inmediata puesta en libertad de los detenidos acusados de ser espías el pasado mes de noviembre. En ese momento de la noche, en el bosque, y pese al frío que sentía, era donde su mente decidió que fue el punto donde todo se descontroló en aquella concatenación de elementos. Las manifestaciones en Narva no terminaron pacíficamente, y al anochecer, tras graves disturbios, los manifestantes tomaron al asalto el ayuntamiento de la ciudad y rodearon la comisaría de policía principal. Durante toda la noche siguieron los altercados y Hendrik recordó haberse despertado al día siguiente con la noticia de que refuerzos policiales llegados de otros puntos del país, habían logrado reconducir la situación y liberar tanto la comisaría como el ayuntamiento, pero las imágenes que mostraba la televisión eran tremendas. Contenedores de basura cruzados en las calles, coches ardiendo, escaparates rotos, hospitales repletos de gente sangrando, incluso se hablaba de algún muerto, pero sin confirmar todavía. Ojalá aquello hubiese parado ahí…
Pero no fue así, y lo que más asustó a Hendrik y al país entero, fue cuando dos días después por la mañana, las televisiones que emitían ahora noticias a casi todas las horas, informaban de una importante escalada en la ya denominada “crisis de Narva”. Algunas imágenes borrosas y desde bastante distancia parecían mostrar personas uniformadas y equipadas con armas de guerra en las calles de Narva, a donde los incidentes y las manifestaciones habían vuelto aquella madrugada. Algunas imágenes posteriores mostraban hombres que algunos comenzaron a llamar de nuevo “los amables hombrecillos verdes”, en recuerdo a los soldados rusos que aparecieron sin insignias durante las primeras horas y días de la ocupación rusa de Crimea en 2014. Pero aquellos hombres eran algo diferentes, para empezar, no eran nada amables, y tampoco llevaban un casco ni los correajes o armas típicas del ejército ruso, sino más bien gorros de lana o para la nieve con grandes orejeras y una gran variedad de uniformes y armas largas, dando más el aspecto de una milicia que de un ejército regular. Efectivamente, poco después, y a través de una supuesta “Junta de Defensa Popular de Narva”, se anunciaba la presencia de sus milicianos en las calles para proteger a sus ciudadanos de “la agresión de la OTAN y de las autoridades estonias a su pueblo”. Desde luego, aquella nueva situación supuso la subida de varios grados en la ya extremadamente tensa situación entre Tallín y Moscú, ya que el Servicio Interno de Seguridad, o KAPO por sus siglas en estonio, acusó directamente a Rusia de estar tras aquellos supuestos milicianos, y los identificó inmediatamente como soldados Spetsnatz rusos disfrazados. En Narva y en algunos pueblos cercanos, comenzaron a producirse tiroteos con los agentes de policía, la cual no estaba preparada para este tipo de situaciones y se tuvo que recurrir a las tropas de la 1ª Brigada del Ejército para reconducir la situación a favor de las autoridades estonias.
Hendrik recordó con gran temor, pero también con gran responsabilidad, cuando en un boletín especial ya por la tarde de aquel mismo día, la Presidenta del país, Kersti Kaljulaid, anunció la movilización de los reservistas de las Fuerzas de Defensa Estonias y pedía la unidad del país y la ayuda de sus aliados de la OTAN y la Unión Europea ante lo que calificó como “brutal e injustificada agresión rusa”. Hendrik, que había terminado su servicio militar obligatorio apenas seis meses antes, estaba entre los llamados de nuevo a filas para completar las unidades operativas y crear nuevas formaciones, principalmente en el Ejército de tierra. Así que, a partir de ese momento, la vida del joven Hendrik Rein pareció volverse loca por la increíble velocidad que tomaron los acontecimientos y de cómo le afectaron a él.
Esa misma noche, y tras despedirse de su familia, novia y amigos, y cargado con una mochila con algunas pertenencias, se personó en la base militar de Taara, en la salida sur de Voru, donde tenía su sede el batallón de infantería “Kuperjanov” y donde había realizado su servicio militar. A partir de ahí, todo fueron prisas. Recordaba cómo le dieron su nuevo uniforme de invierno, equipo de combate, raciones de campaña para un par de días y su fusil AK4 con varios cargadores, todo mientras veía durante toda la noche salir camiones cargados de los soldados del Batallón como si fueran a unas maniobras, solo que aquella vez parecía incluso más serio, como si fueran a la guerra…
Al día siguiente, el 20 de enero, seguían llegando más reservistas y en pocas horas ya se había cubierto casi el 90% de las plazas que podía manejar una instalación como aquella. Los encuadraron en pelotones y secciones por la mañana, y por la tarde, ya había compañías casi enteras. Mientras, a los soldados les seguían llegando rumores o información de lo que sucedía en Narva y sus alrededores. Se hablaba de combates en la ciudad entre tropas de la 1ª Brigada y los supuestos milicianos, mientras que, al otro lado de la frontera, las fuerzas del 6ª Ejército ruso se estaban desplegando a toda prisa. La situación parecía más grave a cada minuto que pasaba y cada noticia era peor que la anterior. Ya bien entrada la noche, sus mandos informaron a Hendrik y sus colegas, que el 3ª Batallón de la 2ª Brigada de infantería del que ahora formaban parte, quedaría constituido por la mañana del día siguiente y debían estar listos para desplegarse en cualquier momento. Efectivamente, la actividad en la Base de Taara al día siguiente seguía siendo frenética, y los elementos de mando y de apoyo la 2ª Brigada llegados desde Luunja no hacían si no elevar ese ritmo, que no cesaba ni por un minuto ante el cariz que tomaban los acontecimientos, minuto a minuto. Ante la falta de teléfonos móviles e internet entre los soldados, por estrictas medidas de seguridad, los pequeños aparatos de radio se habían tornado en imprescindibles para seguir la “crisis de Narva”, que seguía extendiéndose y ahora ya llegaba a algunas zonas fronterizas de Letonia, donde pueblos enteros se manifestaban y rechazaban la autoridad de Riga, e incluso se producían manifestaciones en las calles de la capital de uno y otro signo. Letonia también había declarado la movilización unos días atrás, y ahora sus tropas estaban casi a punto para desplegarse en el campo o en la defensa de la capital. En Estonia, la 2ª Brigada quedó operativa al completo a medio día, con la misión de defender la parte meridional de la frontera, al sur de los lagos Peipus y Pskov. Quizás el principal y más preocupante acontecimiento del día fue el bombardeo de soldados de la 1ª Brigada en el interior de Narva por fuerzas de artillería provenientes del otro lado de la frontera, en Rusia, lo que por supuesto fue negado por el Ejército ruso inmediatamente.
Hendrik y sus compañeros pasaban el día, mientras aguardaban órdenes de desplegarse y se ocupaban de poner a punto los vehículos, las armas y el material para mantener al batallón en el campo durante varios días. En un ambiente así, los rumores se extendían como la pólvora entre los jóvenes soldados. Algunos decían que la OTAN estaba enviando tanques desde Polonia y Alemania, mientras que otros aseguraban que los rusos se iban a retirar de la frontera y que ya había un acuerdo para salvar la situación y que se anunciaría en unas horas, quizás esperanzados por las frenéticas conversaciones que se estaban llevando a cabo entre Rusia y la OTAN en Viena. Por supuesto también había algunas bastante descabelladas como que los rusos iban a lanzar un arma nuclear táctica sobre el cuartel y terminar con toda la Brigada, o que los aliados de la OTAN habían cedido ante Moscú y entregado las Repúblicas Bálticas al enemigo. Al final, el día transcurrió entre trabajos, prisas, noticias y rumores, pero no llegaron a salir de la base. Lo siguiente que vino a su mente en aquel agujero helado fue como el día anterior, el lunes día 22 de enero, fue uno de los más importantes en la crisis, ya que por la mañana temprano, y mientras desayunaban en el comedor, en la televisión apareció el Secretario General de la OTAN con un discurso cargado de tensión y fuerte retórica anti rusa. Pero a nadie se le escapó que lo más importante que quiso transmitir el político fue el ultimátum que lanzó a las autoridades rusas para que cesaran los bombardeos sobre territorio estonio y retirase sus fuerzas de la ciudad de Narva así como de cualquier otro territorio de Estonia y Letonia, y que acompañó con la presentación ante la prensa internacional de solidas pruebas de la presencia de fuerzas rusas en territorio de la OTAN. Si sus exigencias no se cumplían en un plazo de 24 horas, la Alianza tomaría las medidas que considerase oportunas para asegurar la seguridad de los civiles y de sus soldados. Aquello parecía ir encaminado a un choque de trenes en toda regla.
Hendrik recordaba como en aquel momento recapacitó sobre el porqué los rusos estaban haciendo lo que hacían, y lo comentó con su amigo Jaak Lindpere, un apasionado de los deportes de aventuras al que había conocido en su servicio militar, y al que habían asignado la ametralladora MG-3 de su pelotón. Jaak, opinaba que los rusos no se habían vuelto locos y no irían a la guerra por unos pocos miles de rusofonos que ni siquiera en su totalidad querían volver con Moscú, ya que su apoyo era mucho menor que en Crimea o en el este de Ucrania, y que todo era a causa de la política interior rusa. Hendrik estuvo de acuerdo, y comentó el importante impacto que había tenido el “Russianleaks” en el Presidente Putin, en su imagen y en el miedo a una “revolución naranja”. Quizás todo aquello había hecho pensar al Presidente ruso en una huida hacia delante, envolviéndose en la bandera del patriotismo y de su imagen de hombre fuerte e invencible para salir del apuro. Lo que no tenía tan claro era que lo rusos no fueran a hacer algo más agresivo o arriesgado que la actual escalada de tensión con la OTAN. Hendrik no descartaba que al final lanzaran un ataque para hacerse con el control de Narva y sus alrededores, y luego presentar una política de hechos consumados ante el mundo. La discusión se interrumpió cuando el sargento Kaljurand, su superior directo, ordenó volver a la compañía a las tareas de poner el batallón a punto, aunque ya lo estuviera con creces.
El miedo, conforme pasaban las horas y los rusos mantenían silencio sobre el ultimátum de la OTAN, iba en aumento. Todo el país, Europa y el mundo, contenía la respiración en espera de noticias. Mientras, Lituania también había completado la movilización de su Ejército y de sus reservistas. Ya al final del día, un portavoz del Ministerio de Defensa ruso compareció en rueda de prensa para anunciar la llegada del 1ª Ejército de Tanques de la Guardia ruso a las cercanías de la frontera con Estonia y Letonia, además de para rechazar el ultimátum del Secretario General de la OTAN y advertir de las represalias que tomarían sus fuerzas si se atacaba un solo centímetro de suelo ruso. Hendrik se acostó en la litera de su barracón con autentico miedo por su futuro, el de su familia y el de su país aquella noche. Apenas durmió, ya fuera por la tensión o porque fueron despertados a las 3 de la mañana. Su mente y su cuerpo apenas descansaron nada, y el día iba a ser muy largo. El joven estonio recordaba ya que esa misma madrugada, sobre las 4:30, los hombres del 3º batallón comenzaron a salir de Taara en camiones y se dirigieron al sureste. Los tres camiones Unimog 1300 con las luces camufladas que transportaban a la sección de Hendrik, pronto se detuvieron en una intersección de caminos. Allí hicieron bajar a los hombres, y cuando todavía no había salido el sol, ni sabían dónde se encontraban, les ordenaron comenzar a cavar posiciones defensivas y descargar el equipo de los camiones. Así estuvieron hasta media mañana, cuando llegaron contra órdenes. Aquel lugar iba a ser ocupado por soldados de la Liga de Defensa Estonia, un cuerpo pseudomilitar, a medio camino entre una formación militar y otra de protección civil, pero que en caso de guerra tenía como misión principal apoyar al Ejercito estonio en la protección de su territorio.
Así pues, volvieron a cargar los camiones de equipo y salieron de allí. Los llevaron a otro lugar en uno de los frondosos bosques del sur del país, con un pequeño prado a un lado, y de una granja al otro. Fue allí, y tras descargar de nuevo el armamento y equipo, y mientras comían algo, cuando el Sargento Kaljurand informó a su pelotón que la OTAN había respondido con fuego de contrabatería a un bombardeo desde territorio ruso en Narva. Todos se quedaron callados por unos instantes, sin saber muy bien que decir, porque aún por esperado, no dejaba de ser un hecho gravísimo que seguramente había cruzado un punto de no retorno en aquella crisis, y quizás por eso comprendieron porque el batallón y la Brigada entera estaban tomando posiciones defensivas cerca de la frontera rusa en aquellos mismos momentos. Por contra, y como parte de las buenas noticias, se les informó que una Brigada entera de paracaidistas norteamericanos había llegado esa misma mañana a Tallín y se habían unido al batallón de la OTAN liderado por los británicos, para la defensa de la capital estonia. Otra buena noticia fue que tropas polacas y norteamericanas se agrupaban en la frontera polaco-lituana. Eran noticias esperanzadoras sin duda, ya que parecía que sus amigos y aliados no se habían olvidado de su país, y estaban dispuesto a luchar por ellos si como ahora todo parecía indicar, los rusos los atacaban y estallaba la guerra. Durante la tarde estuvieron cavando hoyos de tirador y trincheras, almacenando munición de todos los calibres, ocultando los camiones unos cientos de metros tras sus posiciones, preparando el campo de tiro de las ametralladoras, situando en posición el cañón sin retroceso de 90 mm que tenía en dotación su sección, colocando explosivos improvisados (IEDs), de los que el Sargento Kaljurand era un experto a raíz de su experiencia en Afganistán unos años antes, o plantando minas anticarro y trampas caza-bobos en el bosque y carretera que tenían frente a ellos. Al final, ya de noche y tras consumir unas raciones frías a modo de cena, el Teniente Sokk, su jefe de sección, les dirigió unas palabras sobre lo que podía suceder en las horas o días siguientes, pero a pesar de que trato de estar inspirador y transmitir calma, todo el mundo había podido ver que el joven Teniente estaba tan nervioso o más que el resto.
Y de repente Hendrik volvió a la realidad de aquel momento, su mente ya estaba en orden, más calmada y consciente de que hacía allí, y aunque su futuro no pareciera muy halagüeño, al menos estaba en paz consigo mismo. Al fin se dio cuenta por su reloj que habían cambiado de día, ya era 24 de enero. Cerró los ojos y poco a poco fue cayendo en brazos de Morfeo, pensando que estaba listo para lo que viniese... aunque en aquel momento todavía no sabía lo equivocado que podía estar.
Unas horas de sueño incomodo después, cerca de las seis de la mañana, se despertó sobresaltado por un ruido extraño y sobrecogedor. Se incorporó de inmediato desde el fondo de su agujero de tirador, y pudo ver hacia el este todo el horizonte iluminado, y a los pocos segundos la tierra comenzó a temblar como si de un terremoto se tratase. Miró hacia sus compañeros y vio reflejado en sus caras la misma sensación de miedo que debía tener él. Se le puso un nudo en el estómago y una fuerte presión se apoderó de su pecho. Aquello que tanto temían había comenzado, y era muy real…
En medio de la capa de nieve que cubría aquel paraje, a cinco grados bajo cero y cayendo una ligera nevada, el silencio era casi absoluto a su alrededor, tan solo roto por algún ocasional ruido propio de los bosques estonios. Sus ojos cansados observaban la estrellada y gélida noche que se vislumbraba a través de la copa de los árboles de aquel espeso bosque. Desde niño, a Hendrik Rein le había gustado observar el cielo nocturno, pero solía hacerlo en verano o desde la ventana de su casa, y no en pleno invierno, acurrucado en el arenoso y frió fondo del pozo de tirador que había cavado aquella misma tarde, y medio congelado a pesar de todas las capas de ropa térmica que vestía y el poncho blanco con el que se cubría. Miró el reloj. Ya era tarde y debía tratar de dormir un poco, pero el cansancio, los pensamientos y los recuerdos que se amontonaban en su cabeza, que no paraban de ir y venir, hacían que conciliar el sueño en aquella situación fuera poco menos que imposible. Así que, mirando las estrellas, lo cual solía relajarle, trató de poner algo de orden en su cabeza, y comenzó a pensar en la sucesión de acontecimientos que le habían hecho llegar a aquella situación.
Lo primero que le vino a la mente a Hendrik fue cuando hacía ya dos meses, sus padres le invitaron a comer en su casa de la pequeña aldea de Väimela, apenas a 4 km al norte de Voru, donde él residía. Recordaba que estaba siendo una agradable tarde cerca de la chimenea hasta que en las noticias de la televisión pública comenzaron a informar de una operación de las fuerzas de seguridad estonias, que había permitido detener a una red de espías rusos en el país, principalmente en la ciudad de Narva, fronteriza con Rusia, y en la capital Tallin. Las informaciones hablaban de que dicha red estaba tratando de infiltrarse en las altas esferas de la política, los servicios de inteligencia y las fuerzas armadas del país, además de enviar información sobre el despliegue militar del ejército estonio y de la OTAN en el país. Como consecuencia de la operación, habían sido arrestadas una docena de personas, incluidos algunos agentes dobles estonios, y se había procedido a expulsar a varios diplomáticos rusos además de emitir una contundente nota de protesta ante las autoridades de Moscú. La presentadora siguió explicando que Rusia había rechazado todas las acusaciones y criticaba la decisión del gobierno estonio y anunciaba represalias diplomáticas análogas, y volvía a recordar la situación de los ruso parlantes en Estonia y en las Repúblicas Bálticas en general.
Cuando Hendrik regreso a su pequeño apartamento en Voru, la impresión que se llevó de lo que había hablado con sus padres del asunto era que aquello podía ser un tema grave, pero que seguramente acabaría en nada dentro de unas días o semanas. Así que siguió con su ajetreada vida de camarero en un café local durante el día y estudiante para el acceso a la universidad de noche. Hasta que menos de dos semanas después, a primeros de diciembre del año anterior, estando en casa remoloneando por la mañana en su día libre, leyó en internet las primeras informaciones de lo que luego se conocería como el “Russianleaks”. Recordó como si fuera aquel mismo instante la sensación que le produjo leer las acusaciones y las pruebas que se habían filtrado a numerosos medios de comunicación internacionales, tanto en occidente como de Asía, o incluso a los medios no afines al gobierno, en la propia Rusia.
Aquello que en pocas horas se convirtió en un escándalo enorme para el Presidente Putin y su gobierno, no dejaba de llegar en un momento muy delicado para él, con el gigantesco país vecino ya inmerso en plena pre-campaña electoral de las próximas elecciones presidenciales de marzo. Aquel era un asunto que podía dañar de forma importante al Presidente y a sus aspiraciones electorales. Los documentos filtrados, hablaban de la connivencia de miembros de su gobierno con la mafia rusa en asuntos de lo más turbio, incluso en el reparto de fondos destinados a orfanatos del país entre mafiosos y miembros del gobierno, del saqueo de los fondos para veteranos de guerra o de oscuras cuentas en paraísos fiscales con ingresos provenientes del crimen organizado entre las primeras revelaciones. Pero durante las horas y días siguientes, no dejaron de filtrarse documentos muy comprometedores para Moscú, como pruebas irrefutables de la participación del Kremlin en el asesinato del líder opositor Boris Nemtsov, de la participación o al menos la permisividad del FSB en las bombas que explotaron en Moscú como preludio a la segunda guerra de Chechenia en el año 99, de la implicación rusa en la guerra de Ucrania, de listados de fallecidos en Siria y Ucrania no reconocidos por las autoridades rusas, de la participación de los servicios de inteligencia en los ciberataques detrás de varios procesos electorales de países occidentales, buscando influir en su resultado o incluso de escándalos sexuales de miembros del Gobierno. En definitiva, el “Russianleaks” había dado como resultado una caída de la popularidad del Presidente Putin de al menos 30 puntos en pocos días, además de un aumento de las manifestaciones en Moscú contrarias a la guerra de Ucrania y a la política de Putin en general. Pero pese a todo, y aunque seguía manteniendo una popularidad relativamente alta y los sondeos le daban como ganador de las elecciones, aunque por un margen bastante más ajustado de lo esperado antes del “Russianleaks”, los expertos teorizaban con el miedo del Presidente ruso y de su gabinete, a que tras las filtraciones estuvieran los servicios de inteligencia occidentales, que por supuesto ya habían sido acusados por Moscú de orquestar aquella “abyecta campaña de difamación”, y que el propósito no fuera otro que montar otra “revolución naranja” como la ocurrida en Kiev años atrás, pero esta vez en Moscú, para deponer su gobierno, y sustituirlo por algún opositor más cercano a occidente.
Así, en aquel enrarecido ambiente internacional, que tan de cerca tocaba a su pequeño país, Hendrik continuaba su vida, cada vez con más conversaciones e incluso acaloradas discusiones para el temperamento estonio, sobre el tema ruso y su influencia para ellos. Y fue tras las festividades navideñas, en concreto el martes 16 de enero, y después de salir de trabajar cuando se hallaba reunido con algunos amigos para tomar unas cervezas, el momento en que la televisión informaban sobre las manifestaciones que estaban teniendo lugar en la ciudad estonia de Narva, donde los rusofonos, que eran más del 80% de la población, demandaban la inmediata puesta en libertad de los detenidos acusados de ser espías el pasado mes de noviembre. En ese momento de la noche, en el bosque, y pese al frío que sentía, era donde su mente decidió que fue el punto donde todo se descontroló en aquella concatenación de elementos. Las manifestaciones en Narva no terminaron pacíficamente, y al anochecer, tras graves disturbios, los manifestantes tomaron al asalto el ayuntamiento de la ciudad y rodearon la comisaría de policía principal. Durante toda la noche siguieron los altercados y Hendrik recordó haberse despertado al día siguiente con la noticia de que refuerzos policiales llegados de otros puntos del país, habían logrado reconducir la situación y liberar tanto la comisaría como el ayuntamiento, pero las imágenes que mostraba la televisión eran tremendas. Contenedores de basura cruzados en las calles, coches ardiendo, escaparates rotos, hospitales repletos de gente sangrando, incluso se hablaba de algún muerto, pero sin confirmar todavía. Ojalá aquello hubiese parado ahí…
Pero no fue así, y lo que más asustó a Hendrik y al país entero, fue cuando dos días después por la mañana, las televisiones que emitían ahora noticias a casi todas las horas, informaban de una importante escalada en la ya denominada “crisis de Narva”. Algunas imágenes borrosas y desde bastante distancia parecían mostrar personas uniformadas y equipadas con armas de guerra en las calles de Narva, a donde los incidentes y las manifestaciones habían vuelto aquella madrugada. Algunas imágenes posteriores mostraban hombres que algunos comenzaron a llamar de nuevo “los amables hombrecillos verdes”, en recuerdo a los soldados rusos que aparecieron sin insignias durante las primeras horas y días de la ocupación rusa de Crimea en 2014. Pero aquellos hombres eran algo diferentes, para empezar, no eran nada amables, y tampoco llevaban un casco ni los correajes o armas típicas del ejército ruso, sino más bien gorros de lana o para la nieve con grandes orejeras y una gran variedad de uniformes y armas largas, dando más el aspecto de una milicia que de un ejército regular. Efectivamente, poco después, y a través de una supuesta “Junta de Defensa Popular de Narva”, se anunciaba la presencia de sus milicianos en las calles para proteger a sus ciudadanos de “la agresión de la OTAN y de las autoridades estonias a su pueblo”. Desde luego, aquella nueva situación supuso la subida de varios grados en la ya extremadamente tensa situación entre Tallín y Moscú, ya que el Servicio Interno de Seguridad, o KAPO por sus siglas en estonio, acusó directamente a Rusia de estar tras aquellos supuestos milicianos, y los identificó inmediatamente como soldados Spetsnatz rusos disfrazados. En Narva y en algunos pueblos cercanos, comenzaron a producirse tiroteos con los agentes de policía, la cual no estaba preparada para este tipo de situaciones y se tuvo que recurrir a las tropas de la 1ª Brigada del Ejército para reconducir la situación a favor de las autoridades estonias.
Hendrik recordó con gran temor, pero también con gran responsabilidad, cuando en un boletín especial ya por la tarde de aquel mismo día, la Presidenta del país, Kersti Kaljulaid, anunció la movilización de los reservistas de las Fuerzas de Defensa Estonias y pedía la unidad del país y la ayuda de sus aliados de la OTAN y la Unión Europea ante lo que calificó como “brutal e injustificada agresión rusa”. Hendrik, que había terminado su servicio militar obligatorio apenas seis meses antes, estaba entre los llamados de nuevo a filas para completar las unidades operativas y crear nuevas formaciones, principalmente en el Ejército de tierra. Así que, a partir de ese momento, la vida del joven Hendrik Rein pareció volverse loca por la increíble velocidad que tomaron los acontecimientos y de cómo le afectaron a él.
Esa misma noche, y tras despedirse de su familia, novia y amigos, y cargado con una mochila con algunas pertenencias, se personó en la base militar de Taara, en la salida sur de Voru, donde tenía su sede el batallón de infantería “Kuperjanov” y donde había realizado su servicio militar. A partir de ahí, todo fueron prisas. Recordaba cómo le dieron su nuevo uniforme de invierno, equipo de combate, raciones de campaña para un par de días y su fusil AK4 con varios cargadores, todo mientras veía durante toda la noche salir camiones cargados de los soldados del Batallón como si fueran a unas maniobras, solo que aquella vez parecía incluso más serio, como si fueran a la guerra…
Al día siguiente, el 20 de enero, seguían llegando más reservistas y en pocas horas ya se había cubierto casi el 90% de las plazas que podía manejar una instalación como aquella. Los encuadraron en pelotones y secciones por la mañana, y por la tarde, ya había compañías casi enteras. Mientras, a los soldados les seguían llegando rumores o información de lo que sucedía en Narva y sus alrededores. Se hablaba de combates en la ciudad entre tropas de la 1ª Brigada y los supuestos milicianos, mientras que, al otro lado de la frontera, las fuerzas del 6ª Ejército ruso se estaban desplegando a toda prisa. La situación parecía más grave a cada minuto que pasaba y cada noticia era peor que la anterior. Ya bien entrada la noche, sus mandos informaron a Hendrik y sus colegas, que el 3ª Batallón de la 2ª Brigada de infantería del que ahora formaban parte, quedaría constituido por la mañana del día siguiente y debían estar listos para desplegarse en cualquier momento. Efectivamente, la actividad en la Base de Taara al día siguiente seguía siendo frenética, y los elementos de mando y de apoyo la 2ª Brigada llegados desde Luunja no hacían si no elevar ese ritmo, que no cesaba ni por un minuto ante el cariz que tomaban los acontecimientos, minuto a minuto. Ante la falta de teléfonos móviles e internet entre los soldados, por estrictas medidas de seguridad, los pequeños aparatos de radio se habían tornado en imprescindibles para seguir la “crisis de Narva”, que seguía extendiéndose y ahora ya llegaba a algunas zonas fronterizas de Letonia, donde pueblos enteros se manifestaban y rechazaban la autoridad de Riga, e incluso se producían manifestaciones en las calles de la capital de uno y otro signo. Letonia también había declarado la movilización unos días atrás, y ahora sus tropas estaban casi a punto para desplegarse en el campo o en la defensa de la capital. En Estonia, la 2ª Brigada quedó operativa al completo a medio día, con la misión de defender la parte meridional de la frontera, al sur de los lagos Peipus y Pskov. Quizás el principal y más preocupante acontecimiento del día fue el bombardeo de soldados de la 1ª Brigada en el interior de Narva por fuerzas de artillería provenientes del otro lado de la frontera, en Rusia, lo que por supuesto fue negado por el Ejército ruso inmediatamente.
Hendrik y sus compañeros pasaban el día, mientras aguardaban órdenes de desplegarse y se ocupaban de poner a punto los vehículos, las armas y el material para mantener al batallón en el campo durante varios días. En un ambiente así, los rumores se extendían como la pólvora entre los jóvenes soldados. Algunos decían que la OTAN estaba enviando tanques desde Polonia y Alemania, mientras que otros aseguraban que los rusos se iban a retirar de la frontera y que ya había un acuerdo para salvar la situación y que se anunciaría en unas horas, quizás esperanzados por las frenéticas conversaciones que se estaban llevando a cabo entre Rusia y la OTAN en Viena. Por supuesto también había algunas bastante descabelladas como que los rusos iban a lanzar un arma nuclear táctica sobre el cuartel y terminar con toda la Brigada, o que los aliados de la OTAN habían cedido ante Moscú y entregado las Repúblicas Bálticas al enemigo. Al final, el día transcurrió entre trabajos, prisas, noticias y rumores, pero no llegaron a salir de la base. Lo siguiente que vino a su mente en aquel agujero helado fue como el día anterior, el lunes día 22 de enero, fue uno de los más importantes en la crisis, ya que por la mañana temprano, y mientras desayunaban en el comedor, en la televisión apareció el Secretario General de la OTAN con un discurso cargado de tensión y fuerte retórica anti rusa. Pero a nadie se le escapó que lo más importante que quiso transmitir el político fue el ultimátum que lanzó a las autoridades rusas para que cesaran los bombardeos sobre territorio estonio y retirase sus fuerzas de la ciudad de Narva así como de cualquier otro territorio de Estonia y Letonia, y que acompañó con la presentación ante la prensa internacional de solidas pruebas de la presencia de fuerzas rusas en territorio de la OTAN. Si sus exigencias no se cumplían en un plazo de 24 horas, la Alianza tomaría las medidas que considerase oportunas para asegurar la seguridad de los civiles y de sus soldados. Aquello parecía ir encaminado a un choque de trenes en toda regla.
Hendrik recordaba como en aquel momento recapacitó sobre el porqué los rusos estaban haciendo lo que hacían, y lo comentó con su amigo Jaak Lindpere, un apasionado de los deportes de aventuras al que había conocido en su servicio militar, y al que habían asignado la ametralladora MG-3 de su pelotón. Jaak, opinaba que los rusos no se habían vuelto locos y no irían a la guerra por unos pocos miles de rusofonos que ni siquiera en su totalidad querían volver con Moscú, ya que su apoyo era mucho menor que en Crimea o en el este de Ucrania, y que todo era a causa de la política interior rusa. Hendrik estuvo de acuerdo, y comentó el importante impacto que había tenido el “Russianleaks” en el Presidente Putin, en su imagen y en el miedo a una “revolución naranja”. Quizás todo aquello había hecho pensar al Presidente ruso en una huida hacia delante, envolviéndose en la bandera del patriotismo y de su imagen de hombre fuerte e invencible para salir del apuro. Lo que no tenía tan claro era que lo rusos no fueran a hacer algo más agresivo o arriesgado que la actual escalada de tensión con la OTAN. Hendrik no descartaba que al final lanzaran un ataque para hacerse con el control de Narva y sus alrededores, y luego presentar una política de hechos consumados ante el mundo. La discusión se interrumpió cuando el sargento Kaljurand, su superior directo, ordenó volver a la compañía a las tareas de poner el batallón a punto, aunque ya lo estuviera con creces.
El miedo, conforme pasaban las horas y los rusos mantenían silencio sobre el ultimátum de la OTAN, iba en aumento. Todo el país, Europa y el mundo, contenía la respiración en espera de noticias. Mientras, Lituania también había completado la movilización de su Ejército y de sus reservistas. Ya al final del día, un portavoz del Ministerio de Defensa ruso compareció en rueda de prensa para anunciar la llegada del 1ª Ejército de Tanques de la Guardia ruso a las cercanías de la frontera con Estonia y Letonia, además de para rechazar el ultimátum del Secretario General de la OTAN y advertir de las represalias que tomarían sus fuerzas si se atacaba un solo centímetro de suelo ruso. Hendrik se acostó en la litera de su barracón con autentico miedo por su futuro, el de su familia y el de su país aquella noche. Apenas durmió, ya fuera por la tensión o porque fueron despertados a las 3 de la mañana. Su mente y su cuerpo apenas descansaron nada, y el día iba a ser muy largo. El joven estonio recordaba ya que esa misma madrugada, sobre las 4:30, los hombres del 3º batallón comenzaron a salir de Taara en camiones y se dirigieron al sureste. Los tres camiones Unimog 1300 con las luces camufladas que transportaban a la sección de Hendrik, pronto se detuvieron en una intersección de caminos. Allí hicieron bajar a los hombres, y cuando todavía no había salido el sol, ni sabían dónde se encontraban, les ordenaron comenzar a cavar posiciones defensivas y descargar el equipo de los camiones. Así estuvieron hasta media mañana, cuando llegaron contra órdenes. Aquel lugar iba a ser ocupado por soldados de la Liga de Defensa Estonia, un cuerpo pseudomilitar, a medio camino entre una formación militar y otra de protección civil, pero que en caso de guerra tenía como misión principal apoyar al Ejercito estonio en la protección de su territorio.
Así pues, volvieron a cargar los camiones de equipo y salieron de allí. Los llevaron a otro lugar en uno de los frondosos bosques del sur del país, con un pequeño prado a un lado, y de una granja al otro. Fue allí, y tras descargar de nuevo el armamento y equipo, y mientras comían algo, cuando el Sargento Kaljurand informó a su pelotón que la OTAN había respondido con fuego de contrabatería a un bombardeo desde territorio ruso en Narva. Todos se quedaron callados por unos instantes, sin saber muy bien que decir, porque aún por esperado, no dejaba de ser un hecho gravísimo que seguramente había cruzado un punto de no retorno en aquella crisis, y quizás por eso comprendieron porque el batallón y la Brigada entera estaban tomando posiciones defensivas cerca de la frontera rusa en aquellos mismos momentos. Por contra, y como parte de las buenas noticias, se les informó que una Brigada entera de paracaidistas norteamericanos había llegado esa misma mañana a Tallín y se habían unido al batallón de la OTAN liderado por los británicos, para la defensa de la capital estonia. Otra buena noticia fue que tropas polacas y norteamericanas se agrupaban en la frontera polaco-lituana. Eran noticias esperanzadoras sin duda, ya que parecía que sus amigos y aliados no se habían olvidado de su país, y estaban dispuesto a luchar por ellos si como ahora todo parecía indicar, los rusos los atacaban y estallaba la guerra. Durante la tarde estuvieron cavando hoyos de tirador y trincheras, almacenando munición de todos los calibres, ocultando los camiones unos cientos de metros tras sus posiciones, preparando el campo de tiro de las ametralladoras, situando en posición el cañón sin retroceso de 90 mm que tenía en dotación su sección, colocando explosivos improvisados (IEDs), de los que el Sargento Kaljurand era un experto a raíz de su experiencia en Afganistán unos años antes, o plantando minas anticarro y trampas caza-bobos en el bosque y carretera que tenían frente a ellos. Al final, ya de noche y tras consumir unas raciones frías a modo de cena, el Teniente Sokk, su jefe de sección, les dirigió unas palabras sobre lo que podía suceder en las horas o días siguientes, pero a pesar de que trato de estar inspirador y transmitir calma, todo el mundo había podido ver que el joven Teniente estaba tan nervioso o más que el resto.
Y de repente Hendrik volvió a la realidad de aquel momento, su mente ya estaba en orden, más calmada y consciente de que hacía allí, y aunque su futuro no pareciera muy halagüeño, al menos estaba en paz consigo mismo. Al fin se dio cuenta por su reloj que habían cambiado de día, ya era 24 de enero. Cerró los ojos y poco a poco fue cayendo en brazos de Morfeo, pensando que estaba listo para lo que viniese... aunque en aquel momento todavía no sabía lo equivocado que podía estar.
Unas horas de sueño incomodo después, cerca de las seis de la mañana, se despertó sobresaltado por un ruido extraño y sobrecogedor. Se incorporó de inmediato desde el fondo de su agujero de tirador, y pudo ver hacia el este todo el horizonte iluminado, y a los pocos segundos la tierra comenzó a temblar como si de un terremoto se tratase. Miró hacia sus compañeros y vio reflejado en sus caras la misma sensación de miedo que debía tener él. Se le puso un nudo en el estómago y una fuerte presión se apoderó de su pecho. Aquello que tanto temían había comenzado, y era muy real…
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Expreso Báltico
24 de enero 2018. 05:45 hora local. Mar Báltico, a 20 millas náuticas al sur de la isla de Bornholm.
- ¿Un café, Capitán? – le preguntó un marinero que acababa de entrar en el puente de mando con una bandeja, un termo de café y varios bollos recién hechos en la cocina del buque.
- Gracias – dijo sirviéndose una taza y cogiendo un bollo que mordisqueó sin mucho afán, mientras su mente repasaba mil cosas, sentado en su sillón de mando.
El Capitán de Fragata Rafael Martín Palacios, con la cabeza bien poblada de canas, pero con una complexión delgada, un rostro fino y facciones afables, parecía más joven de a lo que sus 54 años debería parecer. Veterano marino, había navegado por todo el mundo, comandado varios buques y había tenido algunos destinos en tierra, que también aprovechó para formarse en los cursos más prestigiosos de la OTAN y los EEUU, convirtiéndose en uno de los mejores comandantes que la Armada Española podía tener al frente de uno de sus más poderosos buques, la fragata F-103 “Blas de Lezo”. Así que aquella madrugada, y cuando hacía ya más de siete horas que habían dejado atrás los estrechos daneses y una bonita vista nocturna de la ciudad de Copenhague, el Capitán se encontraba en el puente de la fragata comprobando que todo marchaba como debía hacerlo, y dando un último vistazo antes de dirigirse al Centro de Información y Combate (CIC) de la fragata.
-Darío, voy a ir al CIC, te quedas al mando del puente – le dijo al Oficial del Puente, el Teniente de Navío Ortega.
-A la orden mi Comandante.
-Manteneos alerta que ya estamos entrando en aguas peligrosas – dijo mientras se levantaba y dejaba la taza y el bollo a medio comer en la bandeja.
-Descuide, mis chicos estarán alerta.
-Hasta luego, buena guardia – dijo despidiéndose de los presentes en el puente.
Martín miró por última vez a donde apenas se vislumbraba la silueta de los otros buques de la formación naval de la que formaban parte, el Grupo Naval Permanente de la OTAN número 1 o SNMG-1, y que ahora navegaban en dirección al mar Báltico, con destino a las costas estonias, con la misión de mostrar el pabellón y la determinación de la OTAN en la crisis que la Alianza y sus miembros más orientales, sostenían con Rusia en aquellos gélidos días de invierno.
Tras caminar por los pasillos y cruzarse con varios marineros, llegó al CIC, y al entrar, uno de los marineros anunció en voz alta “Comandante en el CIC”. “Continuad” fue su respuesta, mientras saludaba a su segundo, el Capitán de Corbeta Juan Arcos, que se encontraba al cargo del CIC hasta su llegada.
- ¿Qué tal todo por aquí Segundo?
-Todo tranquilo de momento – dijo mientras se acercaban a las grandes pantallas que tenía delante la Teniente de Navío Elena Duran, la Oficial de Acción Táctica (TAO) del buque. – Seguimos en formación con nuestros amigos y bajo la cobertura del E-2 y de los dos Tifones de la RAF. No hay nada más en el aire cerca nuestro aparte de nuestros helicópteros, y el tráfico aéreo civil en el Báltico está bajo mínimos, y el naval tres cuartos de lo mismo.
- ¿Actividad rusa?
-Tenemos al SAG (Grupo de Acción de Superficie) que salió de Kaliningrado hace unas horas en demora 0-6-8 y a poco más de 110 millas…estamos dentro del alcance de sus misiles. Nada respecto a sus submarinos, y en el aire tienen un par de helicópteros que nos están “iluminando” con sus radares y un Il-38 antisubmarino a unas millas al sur de la isla sueca de Gotland.
- A ver qué hacen … – dijo con preocupación - la última información de inteligencia dice que la situación es muy complicada, ya sabes, el bombardeo de territorio ruso por parte de la artillería de los estonios y todo eso.
-Creo que intentarán devolverles la pelota con otro ataque de artillería o una acción limitada en Narva, no creo que se atrevan a nada más. Los buques rusos se acercarán y nos controlarán durante nuestra navegación, pero si en tierra hay tiros, vamos a estar muy cerca de esos buques como decidan hacer algo.
-Lo se…bueno, ahora ve a descansar un poco, ya me quedo yo aquí.
-De acuerdo, iré a comer algo al comedor, que anoche no cené nada. Si no ordena nada más…
-Nada Juan, puedes irte.
Y mientras el Capitán Arcos salía del CIC, el comandante del buque se quedó mirando las pantallas del TAO. En ella, y gracias al enlace de datos seguro que le unía con el resto de buques y sobre todo con el E-2 Hawkeye del recién llegado portaviones “Truman” (que navegaba en el Mar del Norte), y que volaba 100 millas al oeste de su posición, podía controlar todo lo que se movía en el mar y en los cielos. La propia SNMG-1, que actuaba ahora como componente marítimo de la Fuerza de Tareas Combinadas de Muy Alta Disponibilidad de la OTAN (VJTF), y que respondía a la designación para aquella misión de Joint Task Force 18 (JTF-18), estaba formada por seis de los mejores buques que navegaban en las Armadas de los países miembros de la Alianza. Unas millas por delante, y formando una primera cortina defensiva, marchaban, de norte a sur, la fragata danesa F363 “Niels Juel”, la alemana F-220 “Hamburg” y la holandesa F-803 “Tromp”. Siguiéndolas, y en una segunda cortina defensiva, igualmente de norte a sur, la F-103 “Blas de Lezo”, el destructor norteamericano DDG72 “Mahan”, que actuaba como buque insignia, y el destructor británico D34 “Diamond”.
Navegaba aquella noche la JTF-18 en Situación III, con sus sistemas defensivos listos y a una velocidad de 15 nudos con rumbo 065º. Dos de sus helicópteros surcaban el aire por delante del grupo, buscando submarinos, y un avión de patrulla marítima Bryza de la Armada polaca seguía con su radar desde una distancia segura al SAG ruso. Dicho grupo estaba compuesto por dos grandes buques, que los equipos ESM habían clasificado por las emisiones de sus radares, como los dos destructores tipo Sovremenny que tenía la Flota rusa del Báltico, aunque uno debía haber vuelto de la reserva hacía poco, ya que se le suponía en mantenimiento o reserva. Los otros cinco buques del SAG ruso eran más pequeños en las pantallas del radar, posiblemente algunas de las modernas corvetas Steregushchy y Buyan-M, que contaban con potentes misiles anti-buque. De sus submarinos convencionales no se tenía noticia, aunque se sabía que los dos SSK que habían llegado días atrás desde la flota del Norte, se debían encontrar en aguas del Báltico oriental, mientras que los dos SSK de la flota del Báltico, no se sabía absolutamente nada desde hacía bastantes días, cuando se habían hecho a la mar desde su base de Kronstadt.
En la pantalla pudo ver al E-2, a los 2 Tifones de la RAF que orbitaban entre el AWACS y sus buques, y cerca de las costas polacas, ligeramente al oeste de la salida del golfo de Gdansk, al grupo naval que formaban las fragatas Generał Kazimierz Pułaski y Generał Tadeusz Kościuszko del tipo OH Perry, y tres patrulleras lanzamisiles de la clase Orkan. Y aunque no podía verlos, sabía que debía haber en tierras polacas algunas baterías de misiles costeros NSM, con los que podrían contar si las cosas se ponían feas…lo que esperaba con todo su corazón que no sucediese.
-Comandante, el “Mahan” acaba de rebotarnos esto desde Northwood – le dijo el oficial de comunicaciones, refiriéndose al Mando Naval Aliado situado en dicha localidad británica.
-Gracias – respondió mientras recogía la hoja que acababa de escupir la impresora, para acto seguido sentarse en su silla elevada al final del CIC, desde la que dominaba todos los puestos de la sala, y leer la nota.
“De: MARCOM - Northwood
Para: Comandante JTF-18
--Detectado despliegue masivo de aviones de combate en la zona occidental de Rusia, y avance de unidades terrestres rusas hacia la frontera de Estonia y Letonia. Posible inicio de las hostilidades en breve. Siguen vigentes las reglas de combate, no disparen a ningún objetivo ruso si no son atacados antes. SACEUR no quiere que la OTAN sea la responsable de iniciar un conflicto, pero respondan con firmeza si son agredidos. Recomiendo condición I. Buena suerte”
Martín se reclinó sobre su asiento a la vez que cerraba los ojos un momento… “pues al final va a pasar…por muy increíble que parezca” pensaba para sus adentros. Pero otra vez el oficial de comunicaciones se dirigió a él.
-Mensaje del “Mahan” Comandante. Pasamos a Situación I, repito, pasamos a Situación I.
-De acuerdo. Toque a zafarrancho de combate. Quiero a todo el mundo en sus puestos ya. Esto parece que va en serio, manteneos concentrados – dijo a los presentes en el CIC.
Y mientras resonaba por todo el buque el estridente sonido de la sirena que anunciaba el zafarrancho de combate, el Capitán Martín se acercó a la oficial Elena Duran, la cual le recordaba a mucho a su hija mayor, estudiante de derecho en Madrid, y que ahora seguramente se habría levantado temprano para preparar algún examen. Sacó aquella idea de su cabeza, pensar en sus seres queridos en esa situación no le ayudaría en absoluto.
- ¿Estás preparada para lo que puede venir Elena?
-Más que nunca. Todo bajo control – dijo mientras trataba de calmar los nervios que se intentaban apoderar de la boca de su estómago, tras saber que en pocos minutos podría estar luchando por su vida, y por la de toda la dotación, ya que sobre ella recaía gran parte de la responsabilidad en un combate naval.
-Me dijo una vez que había jugado al balonmano en el instituto ¿verdad?
-Si … - dijo Elena sin saber muy bien a que venía aquello ahora.
-Pues esto es muy parecido. Antes del partido tienes nervios, es normal, pero cuando sales a la pista y juegas, te concentras y tratas de hacerlo lo mejor posible…así que tranquila, sé que lo harás bien.
-Gracias mi Comandante…lo haré –respondió con renovada confianza tras las palabras de su superior.
En ese momento, y a la carrera, entró el Capitán Arcos de nuevo en el CIC.
- ¿Qué ocurre? – preguntó.
-Parece que los rusos se han vuelto locos o están tensando demasiado la cuerda… el “Mahan” ha decretado Condición I – y le pasó la hoja que todavía tenía en sus manos.
-Joder…esto no tiene buena pinta…
-Lo sé. De momento vamos a actuar como si esos cabrones nos fueran a atacar. Quiero todos los sistemas operativos al 100%, y comunícate con el puente, vamos a tener que movernos rápido a una formación más defensiva como de verdad nos ataquen.
-A sus órdenes – respondió mientras se retiraba a verificar el estado de los sistemas y comunicarse con el oficial del puente.
Unos minutos después, y cuando el reloj apenas marcaba las seis y un minuto de la mañana, la teniente Durán dio la temida noticia en voz alta.
-Tenemos trazas radar volando muy bajo saliendo desde Kaliningrado hacia el mar… posibles misiles SSC-5 en el aire…rumbo noroeste, saliendo del golfo de Gdnask.
- ¿Cuantos son? – preguntó con voz fría el capitán, que se había sentado de nuevo en su silla.
-Treinta…treinta y cuatro localiza el radar del E-2. Velocidad más de mach 2… los primeros están girando hacia rumbo oeste-sur-oeste… ¡se dirigen hacia nosotros!
-Apartémonos un poco del “Mahan” y de la “Niels Juel”, busquemos un buen ángulo de fuego para nuestros misiles y presentémosle un blanco pequeño a los suyos – le dijo a su segundo.
-Mi Comandante, los buques rusos están fuera del alcance de nuestros Harpoon – advirtió el TAO.
- Solo los SM-6 del “Mahan” podrían atacarlo en modo SSM, pero supongo que su comandante los dejará para derribar misiles. O eso haría yo...
Y efectivamente, el destructor estadounidense, estaba comenzando a disparar sus misiles de largo alcance SM-6, guiados por el E-2, para aprovechar todo el alcance de aquellos misiles y las posibilidades de guerra en red que el sistema NIFC-CA permitía. Mientras, los misiles rusos estaban dividiéndose en dos grupos, uno al norte y otro al sur del SAG enemigo, que ya podía considerarse así, cuando La Teniente Durán volvió a informar al CIC de lo que aparecía en sus pantallas.
-Los buques rusos están disparando misiles…múltiples contactos a baja cota… velocidad supersónica…estimo misiles SS-N-22 y SS-N-27…el sistema cuenta 40 de ellos dirigiéndose hacia nosotros…demora 0-7-2… en total tenemos 74 misiles que convergen hacia nosotros…y 16 más acaban de disparar… rumbo sur-sureste, velocidad subsónica…posibles SS-N-25 dirigiéndose hacia la flotilla polaca.
-Están lanzando todo lo que tienen…listos para disparar en cuanto esos misiles estén a nuestro alcance, vamos a tener poco tiempo a la velocidad que vienen. Conecten el “Aldebarán” – dijo refiriéndose al sistema de guerra electrónica.
-A la orden. El “Mahan” está asignando sectores de tiro – dijo informando de las decisiones que el oficial de guerra antiaérea de toda la JTF18 tomaba desde el destructor estadounidense – Ya tenemos el nuestro. Paso el sistema a automático.
-Bien TAO, siga informando. Oficial de comunicaciones, mande un mensaje al Cuartel General de la Armada en Madrid, seguro que quieren saber en lo que estamos metidos…
-…mi Comandante, los polacos están devolviendo el fuego. Dieciséis misiles Rbs15 salen de sus patrulleras…y 12 más de algún punto de su costa…misiles costeros NSM supongo.
-Los primeros misiles americanos están derribando enemigos – dijo el Capitán Arcos sin poder contenerse.
-Y han llamado a los Tifones…están lanzando sus Meteor contra los misiles enemigos.
-Buena idea, algunos derribarán – dijo el Comandante del buque.
Mientras, los segundos parecían pasar muy despacio, pero los misiles aliados iban consiguiendo derribos. Los primeros 16 SM-6 lograron derribar 11 enemigos, y los 8 Meteor de los cazas, 4 más. Todavía quedaban 59.
-Están cayendo como moscas… - dijo el Capitán Arcos – El puente informa que estamos en buena posición respecto a los demás buques de la formación y con angulo de tiro adecuado.
-Lo buques de vanguardia comienzan a disparar sus SAM,s Capitán – informó Durán. – Estarán a nuestro alcance en 4…3...2… el sistema está disparando misiles interceptores.
Los misiles enemigos estaban ahora a poco más de 20 millas de la “Blas de Lezo” cuando el sistema AEGIS comenzó a disparar misiles SM-2 desde los pozos de proa del sistema Mk41 VLS, como todos los buques de la JTF-18. Incluso en la oscuridad de la noche, era un espectáculo sobrecogedor ver las llamaradas de salida y las largas estelas de humo que no dejaban de salir de los buques hacia el cielo y que se alejaban varias millas, para luego volver a caer con mortífera precisión sobre los misiles rusos.
-Mi Comandante, los polacos están disparando SAM,s a los SS-N-25 pero no logran derribar demasiados, solo dos de momento.
A Martín no le extraño demasiado, y dio gracias a que no fuera una de las Fragatas clase Santa María de la Armada la que estuviera en aquellas aguas esa noche, ya que eran buques muy parecidos a las dos fragatas polacas y armadas con los mismos misiles SM-1 con una capacidad antimisil mucho más reducida que los misiles que llevaban la clase F-100.
-Otro derribado…parece que han desviado uno… otro más derribado, posiblemente por su CIWS (sistema de defensa puntual) … ¡Dios mío…están impactando en las fragatas polacas! ¡Múltiples impactos en ambas!
Sin poder aguantar más, el Comandante se levantó y se dirigió al puesto del TAO para ver aquello más de cerca. Efectivamente, parecía que las fragatas polacas habían sido alcanzadas por varios misiles, lo que significaba que estaban condenadas…pero al menos las tres patrulleras habían logrado sobrevivir. Aquellos buques y marineros, posiblemente fueran las primeras bajas de la guerra, o al menos en el mar. Pero no tuvieron tiempo para pensar en ello demasiado, los misiles enemigos estarían sobre ellos en unos segundos.
“41…35…27…19…11” Martín contaba los misiles agresores que quedaban en el aire a medida que iban siendo derribados los demás. Los modernos sistemas antiaéreos de aquellos costosos y modernos buques, estaban justificando su precio, y daban cuenta de los atacantes a toda velocidad. Entre los 6 buques, lanzaban una gran cantidad de SAM,s simultáneamente, que convergían sobre los atacantes y los derribaban a buen ritmo. En el CIC, y ante la imposibilidad de intervenir, la tensa espera se hacía casi insoportable, mientras se concentraban en contar el número de derribos conseguidos.
-Alguno va a pasar – dijo con preocupación la TAO – Cañones en posición…lancen los señuelos.
-De momento ninguno se ha fijado en nosotros – dijo el segundo.
-Seis misiles parece que están a punto de traspasar la cortina de SAM,s. El primero se dirige a la fragata danesa…justo delante de nosotros…el misil se desvía hacia el norte…parece que se ha dejado engañar por los señuelos.
El Capitán Martín vio como otra traza desaparecía destruida por el último de los SAM,s, mientras que los sistemas CIWS se activaban. El RAM de la “Hamburg” disparó varias veces y consiguiendo derribar a dos SS-N-22, mientras que la “Tromp”, tras un par de ráfagas, logró otro derribo con su Goalkeeper a media milla de distancia, a la vez que el último de los misiles se estrellaba contra el mar cerca de ella debido a los señuelos. Pero la fragata holandesa, pese a haberse salvado, recibió algunas esquirlas del misil que habían abatido tan cerca, así como del impacto cercano del otro proyectil, causando daños leves en el buque.
-Se acabó – dijo aliviada Elena – no quedan más misiles atacantes en el aire.
-Buen trabajo – dijo en voz alta Martín. – Vamos a mantenernos en alerta, puede que esto no haya terminado todavía.
-Mi Comandante, los misiles polacos están llegando a su objetivo.
-Veamos que hacen ahora los rusos.
En la pantalla aparecían los 28 misiles polacos llegando al SAG enemigo, y los SAM,s que estos disparaban contra ellos. Tras unos segundos, lograron derribar a 15 de ellos, mientras que los otros 13 se acercaban a corta distancia. Sus defensas de punto y los señuelos dieron cuenta de cuatro más, pero 9 de ellos lograron varios impactos. Los dos destructores fueron alcanzados por 3 y 4 misiles respectivamente, y una Buyan-M y una Steregushchy por un misil cada una. Al poco tiempo estas últimas desaparecieron de la pantalla del radar, mientras que los dos Sovremenny luchaban desesperadamente por sobrevivir, pero sin demasiadas esperanzas. Ambos estaban ardiendo de proa a popa y múltiples explosiones secundarias se sucedían a lo largo y ancho de los buques. Su destino parecía sellado.
-Eso ha estado bien. Buen contraataque, al menos han vengado a sus marinos – dijo Martín.
-Aunque todavía quedan tres de esas malditas corbetas.
-Pero ya no tienen misiles, no son una amenaza.
-Mi Comandante, los polacos parece que no quieren dejarlas escapar…hay otra docena de misiles saliendo de sus costas.
-Bien por ellos, a ver si las mandan todas al fondo del mar.
En menos de cuatro minutos, los misiles NSM recorrieron las casi 50 millas que los separaban de las corbetas rusas, y estás, con pocos o ningún sistema defensivo que oponerles y a pesar de lograr deshacerse de un par de los atacantes, fueron alcanzadas una tras otra. El SAG ruso desaparecido por completo de las aguas del Báltico algunos minutos después. En el CIC se oyeron algunos aplausos y gritos contenidos de alegría. Acababan de luchar y sobrevivir en su primera batalla…pero la Teniente Durán, sintiéndolo en el alma, tuvo que interrumpir aquel regocijo general.
-Múltiples contactos saliendo desde Kaliningrado…Comandante.
-Lo veo… ¿más misiles?
-No lo parecen…por su perfil de vuelo y velocidad, diría que son aviones de combate. Y se dirigen hacia el Báltico.
Diez minutos después, y mientras controlaba a los 6 aviones que habían salido desde el enclave ruso, y que ahora orbitaban a unas 40 millas al noroeste de las costas de Kaliningrado, Elena volvió a informar.
-Tenemos nuevos contactos.
-Parece que ahora hay un segundo grupo… - dijo el Capitán Martín mientras se apoyaba en el respaldo del asiento del TAO para ver aquello más de cerca.
-Si mi Comandante. El primero sigue orbitando …emisiones de radar coincidentes con cazas Su-27. El segundo está virando hacia nuestra posición rápidamente…su radar nos está buscando…son Su-30.
-Centrémonos en el segundo. ¿Dónde está nuestra cobertura aérea? – Quiso saber el Comandante.
-Tendremos a un par de F-16 daneses en cinco minutos sobre nosotros.
-¿Y los tifones alemanes?
-Creo que tienen sus propios problemas, ahora mismo hay un ataque aéreo masivo en curso sobre los estados bálticos y Polonia.
- ¡Mierda! Estos cabrones la están liando a lo grande.
-El “Mahan” está guiando a los F-16 contra el segundo grupo de aviones enemigos…contamos 10 contactos en total.
Los cazabombarderos rusos tardaron casi catorce minutos en estar en posición de lanzar sus misiles AS-17 contra la JTF-18, pero los F-16 daneses pudieron dispararles antes sus 8 misiles AMRAAM,s, a máxima distancia, logrando abatir a 3 de ellos, y aunque trataron de acercarse más, los rusos, tras disparar sus misiles, dieron media vuelta y se retiraban a toda velocidad, hacia la seguridad de la cobertura SAM que les proporcionaban los SAM,s SA-20 y SA-21 desplegados en Kaliningrado.
-Empezamos de nuevo…28 misiles en nuestra dirección – anuncio el TAO.
-Esto casi parece fácil comparado con lo de antes – dijo Arcos.
-Bueno, no cante victoria todavía Capitán… tenemos 36 misiles saliendo de nuevo de las costas rusas de Kaliningrado…joder – se le escapó por lo bajo a Elena.
-Han recargado sus baterías costeras...de acuerdo, allá vamos… 64 misiles…oficial de armamento, ¿cuántos nos quedan a nosotros?
-16 SM-2 y 20 ESSM en los pozos mi Comandante – respondió este.
-…creo que tendremos suficientes. Todos preparados.
En ese segundo ataque, el personal del CIC parecía ahora más fastidiado que nerviosos. Y si antes lo habían hecho bien, ahora no cabía esperar menos.
-Comandante, el Cuartel General de la Armada pide un informe de la situación – dijo el oficial de comunicaciones.
-…dígales que hemos rechazado un ataque y que nos estamos enfrentando a un segundo. Si salimos de esta les avisaremos, y si no, lo sabrán…
-Sectores de tiro asignados. Sistema en automático – dijo Duran.
De nuevo dio comienzo la macabra danza de los misiles volando de un lado a otro a la vez que los SAM,s se alejaban en dirección a los atacantes. Primero a los AS-17 y luego los SS-C-5, los SM-2, los ESSM y los SeaViper daban buena cuenta de ellos, uno tras otro sin pausa. En general se lanzaban dos SAM,s contra cada misil atacante, aunque alguno de ellos, que tenía mucha suerte, necesitaba más. Los AS-17 fueron abatidos relativamente lejos, pero los SS-C-5 se acercaron más. Al final solo dos de ellos lograron acercarse lo suficiente como para temer por la seguridad de la “Hamburg” en la que se habían centrado, pero uno fue desviado por las contramedidas, y el último derribado por un ESSM de la “Blas de Lezo”.
-Todos los misiles enemigos derribados mi Comandante – dijo ahora en frio tono profesional la Teniente Elena Duran, que parecía haber aumentado su confianza.
-Excelente resultado damas y caballeros, un gran trabajo, estoy orgulloso de ustedes. Estos rusos no van a poder tocarnos ni un pelo – dijo agradecido y casi eufórico el Capitán Martín, mientras se estrechaban algunas manos y se daban algunos abrazos. – Juan, informa a la tripulación de lo que ha sucedido, necesitan saber algo y que sepan que todo está bien…
- ¡Mi Comandante! ...no es posible… otra alerta de ataque desde el “Mahan”… - gritó Durán.
- ¿Qué? …es que todavía les quedan más misiles a esos cabrones. ¿Dónde están? No veo ninguna amenaza…
-Aquí – dijo el TAO indicando casi en el extremo de la pantalla de presentación de datos – múltiples contactos… 20 aviones volando alto y muy rápido…blancos grandes.
- ¿Qué son?
-Si tuviera que apostar, diría que bombarderos Backfire.
-Joder, eso no son buenas noticias…Juan deja lo de informar a la tripulación para más tarde, parece que esto no ha terminado todavía.
-Al menos parece que no están logrando coordinar un solo ataque masivo – dijo Arcos.
“Gracias a Dios”, pensó el Comandante, porque si todo aquel poderío aeronaval hubiera convergido de una sola vez sobre sobre la JTF-18 el resultado seguramente sería muy diferente. Tras unos minutos de espera, Elena volvió a informar.
-Tenemos un radar “Down Beat” con demora 0-3-9…confirmo al menos un aparato Tu-22 Backfire. Distancia 1-9-0 millas, rumbo 2-3-0 grados.
-El avión de reconocimiento…detrás vendrán los bombarderos – dijo el Capitán Martín. – Esperemos al menos 2 misiles por aparato… de 38 a 40 misiles más…es que no se les agotan los misiles a estos hijos de … - Martín se contuvo, era de la opinión que no estaba bien que un Comandante de la Armada Española utilizara un lenguaje tan soez, aunque la verdad es que nunca había estado sometido a la presión de un combate real como aquel.
Efectivamente, poco después, los bombarderos rusos comenzaron a lanzar sus misiles, dos por aparato hasta un total de 38. Los nuevos misiles Kh-32 que estaban lanzando, un derivado de los Kh-22 (AS-4 en código OTAN), eran unas malas bestias. Primero se elevaban hasta casi los 40.000 metros mientras volaban casi a Mach 5, para luego ir descendiendo en busca de su blanco, en lo que se asemejaba mucho a un tiro parabólico. En cualquier caso, mientras volaba tan alto estaba fuera del alcance de los SAM,s de los buques de la OTAN. Así que tuvieron que esperar a que empezase su descenso para comenzar a disparar. Otra vez los buques aliados quedaron cubiertos de humo al salir los misiles de sus pozos. Primero los 16 SM-6 que le quedaban al “Mahan”, y luego los SM-2, seguidos de los ESSM, se elevaban al cielo en busca de los Kh-32.
-Esta vez no son derribados tan rápido – observó el Comandante, que comenzaba a ponerse algo nervioso.
-No, nuestros misiles no están siendo tan efectivos esta vez… - corroboró el Capitán Arcos a su lado – puede que se cuele alguno.
-Son muy rápidos – comentó el TAO.
A pesar de todo, los misiles rusos eran abatidos uno a uno, y su número descendía. Pero Arcos tuvo razón y alguno se coló a las defensa de los SAM,s. La “Hamburg”, por no se sabía ya cuántas veces aquella madrugada, logró desviar uno de los misiles que se dirigían hacia ella. Desde luego era un buque afortunado.
- ¡Uno se ha fijado en nosotros! ¡Cinco...cuatro…menos de tres millas! ¡Casi lo tenemos encima!
-Como ese último ESSM no le acierte estamos bien jodidos – dijo Arcos, mientras el Capitán Martín apretaba con fuerza el respaldo de la silla del TAO.
-… ¡Derribado! – grito llena de alegría Elena Durán. – Menos mal, lo teníamos casi encima nuestro.
- ¿Alguno más? – quiso asegurarse el Comandante, tratando de ocultar la tensión de su voz.
-No hacia nuestro buque…pero van tres a por el “Mahan” y uno a por la “Tromp”.
- Cámara hacia el “Mahan” – ordenó el Capitán al sargento que operaba el sistema optrónico DORNA
Fuera, el primer Kh-32 llegó primero a la fragata holandesa, que esta vez no pudo hacer nada, recibiendo el impacto directo del misil ruso, y haciendo que saltase en el aire cuando los 630 kg de alto explosivo detonaron en el interior del buque. Y casi sin solución de continuidad, los tres restantes se abalanzaban sobre el destructor norteamericano. Uno cayó al mar muy cerca del buque, quizás desviado pro las contramedidas, quizás por un error del propio misil, pero los otros dos alcanzaron al “Mahan” a proa y popa respectivamente, sacudiendo el buque con dos tremendas explosiones, que reventaron al buque desde dentro. Incluso dentro del CIC de la “Blas de Lezo”, y pese a la distancia se sintió el efecto de la onda expansiva.
-¡Diossss…! – dijo Martín al ver aquello por la pantalla del DORNA. – Lo han destrozado...se va a hundir en un momento.
-La “Tromp” también ha sido alcanzada. Vamos a tener muchos marineros en el agua – comentó Arcos. – Comandante, recomiendo prepararnos para operaciones de rescate.
-Sí, ve preparándolo todo, pero no comenzaremos hasta que estemos seguros que no hay nada más ahí arriba. Vamos a esperar unos minutos, los que tardemos en preparar a los equipos de rescate. Coordínalo tu Juan y avísame cuando esté listo.
-A la orden – dijo mientras salía del CIC el segundo para cumplir las instrucciones de su superior.
-Mi Comandante… - dijo en voz baja la Teniente Durán - … ¿cree que se habrá salvado alguien del “Mahan”?
-Pocos…muy pocos. Alguno más de la “Tromp”, pero tampoco demasiados.
- ¿Al final hemos perdido?
-Bueno, seguimos vivos, y con cuatro buques a flote todavía, pero hemos perdido dos buques, incluido a nuestro mejor buque antiaéreo y apenas nos quedan misiles. No sobreviviremos a otro ataque. Debemos retirarnos.
- ¿Quién tiene ahora el mando de la flotilla? – preguntó el oficial de comunicaciones.
-El “Diamond”. Comunícale nuestro estado y dígale que con su permiso en breve iniciaremos operaciones de rescate con lo que queda del “Mahan”. Solicita instrucciones también, a ver que quiere hacer el Capitán Burrow….ahhhh y mande después otro informe a Madrid con lo ocurrido.
Minutos después, y tras comprobar que no había ninguna amenaza contra la JTF-18, el “Diamond” autorizó el comienzo de las operaciones de rescate de los buques que se habían ido a pique. Por suerte, ya no hubo más ataques contra los buques aliados, y estos pudieron concentrarse en rescatar a los pocos marinos que habían sobrevivido en los dos buques. La operación duró bastante, y ya el sol había salido hacía rato cuando por fin pudieron darse por concluida. De los casi 500 hombres y mujeres que componían la dotación de los dos buques hundidos, apenas se pudieron rescatar a un centenar, dos tercios de ellos holandeses y el resto norteamericanos. Fue una gran pérdida para la OTAN, que acababa de librar la primera batalla aeronaval de su historia y nadie podía decir que la hubieran ganado. La formación puso rumbo a la base naval alemana de Wilhelmshaven para reponer sus misiles y reunirse con algún buque que reforzase la JTF-18. Incluso en el mejor de los casos, al menos durante varios días, no podría regresar a las aguas del Báltico.
- ¿Un café, Capitán? – le preguntó un marinero que acababa de entrar en el puente de mando con una bandeja, un termo de café y varios bollos recién hechos en la cocina del buque.
- Gracias – dijo sirviéndose una taza y cogiendo un bollo que mordisqueó sin mucho afán, mientras su mente repasaba mil cosas, sentado en su sillón de mando.
El Capitán de Fragata Rafael Martín Palacios, con la cabeza bien poblada de canas, pero con una complexión delgada, un rostro fino y facciones afables, parecía más joven de a lo que sus 54 años debería parecer. Veterano marino, había navegado por todo el mundo, comandado varios buques y había tenido algunos destinos en tierra, que también aprovechó para formarse en los cursos más prestigiosos de la OTAN y los EEUU, convirtiéndose en uno de los mejores comandantes que la Armada Española podía tener al frente de uno de sus más poderosos buques, la fragata F-103 “Blas de Lezo”. Así que aquella madrugada, y cuando hacía ya más de siete horas que habían dejado atrás los estrechos daneses y una bonita vista nocturna de la ciudad de Copenhague, el Capitán se encontraba en el puente de la fragata comprobando que todo marchaba como debía hacerlo, y dando un último vistazo antes de dirigirse al Centro de Información y Combate (CIC) de la fragata.
-Darío, voy a ir al CIC, te quedas al mando del puente – le dijo al Oficial del Puente, el Teniente de Navío Ortega.
-A la orden mi Comandante.
-Manteneos alerta que ya estamos entrando en aguas peligrosas – dijo mientras se levantaba y dejaba la taza y el bollo a medio comer en la bandeja.
-Descuide, mis chicos estarán alerta.
-Hasta luego, buena guardia – dijo despidiéndose de los presentes en el puente.
Martín miró por última vez a donde apenas se vislumbraba la silueta de los otros buques de la formación naval de la que formaban parte, el Grupo Naval Permanente de la OTAN número 1 o SNMG-1, y que ahora navegaban en dirección al mar Báltico, con destino a las costas estonias, con la misión de mostrar el pabellón y la determinación de la OTAN en la crisis que la Alianza y sus miembros más orientales, sostenían con Rusia en aquellos gélidos días de invierno.
Tras caminar por los pasillos y cruzarse con varios marineros, llegó al CIC, y al entrar, uno de los marineros anunció en voz alta “Comandante en el CIC”. “Continuad” fue su respuesta, mientras saludaba a su segundo, el Capitán de Corbeta Juan Arcos, que se encontraba al cargo del CIC hasta su llegada.
- ¿Qué tal todo por aquí Segundo?
-Todo tranquilo de momento – dijo mientras se acercaban a las grandes pantallas que tenía delante la Teniente de Navío Elena Duran, la Oficial de Acción Táctica (TAO) del buque. – Seguimos en formación con nuestros amigos y bajo la cobertura del E-2 y de los dos Tifones de la RAF. No hay nada más en el aire cerca nuestro aparte de nuestros helicópteros, y el tráfico aéreo civil en el Báltico está bajo mínimos, y el naval tres cuartos de lo mismo.
- ¿Actividad rusa?
-Tenemos al SAG (Grupo de Acción de Superficie) que salió de Kaliningrado hace unas horas en demora 0-6-8 y a poco más de 110 millas…estamos dentro del alcance de sus misiles. Nada respecto a sus submarinos, y en el aire tienen un par de helicópteros que nos están “iluminando” con sus radares y un Il-38 antisubmarino a unas millas al sur de la isla sueca de Gotland.
- A ver qué hacen … – dijo con preocupación - la última información de inteligencia dice que la situación es muy complicada, ya sabes, el bombardeo de territorio ruso por parte de la artillería de los estonios y todo eso.
-Creo que intentarán devolverles la pelota con otro ataque de artillería o una acción limitada en Narva, no creo que se atrevan a nada más. Los buques rusos se acercarán y nos controlarán durante nuestra navegación, pero si en tierra hay tiros, vamos a estar muy cerca de esos buques como decidan hacer algo.
-Lo se…bueno, ahora ve a descansar un poco, ya me quedo yo aquí.
-De acuerdo, iré a comer algo al comedor, que anoche no cené nada. Si no ordena nada más…
-Nada Juan, puedes irte.
Y mientras el Capitán Arcos salía del CIC, el comandante del buque se quedó mirando las pantallas del TAO. En ella, y gracias al enlace de datos seguro que le unía con el resto de buques y sobre todo con el E-2 Hawkeye del recién llegado portaviones “Truman” (que navegaba en el Mar del Norte), y que volaba 100 millas al oeste de su posición, podía controlar todo lo que se movía en el mar y en los cielos. La propia SNMG-1, que actuaba ahora como componente marítimo de la Fuerza de Tareas Combinadas de Muy Alta Disponibilidad de la OTAN (VJTF), y que respondía a la designación para aquella misión de Joint Task Force 18 (JTF-18), estaba formada por seis de los mejores buques que navegaban en las Armadas de los países miembros de la Alianza. Unas millas por delante, y formando una primera cortina defensiva, marchaban, de norte a sur, la fragata danesa F363 “Niels Juel”, la alemana F-220 “Hamburg” y la holandesa F-803 “Tromp”. Siguiéndolas, y en una segunda cortina defensiva, igualmente de norte a sur, la F-103 “Blas de Lezo”, el destructor norteamericano DDG72 “Mahan”, que actuaba como buque insignia, y el destructor británico D34 “Diamond”.
Navegaba aquella noche la JTF-18 en Situación III, con sus sistemas defensivos listos y a una velocidad de 15 nudos con rumbo 065º. Dos de sus helicópteros surcaban el aire por delante del grupo, buscando submarinos, y un avión de patrulla marítima Bryza de la Armada polaca seguía con su radar desde una distancia segura al SAG ruso. Dicho grupo estaba compuesto por dos grandes buques, que los equipos ESM habían clasificado por las emisiones de sus radares, como los dos destructores tipo Sovremenny que tenía la Flota rusa del Báltico, aunque uno debía haber vuelto de la reserva hacía poco, ya que se le suponía en mantenimiento o reserva. Los otros cinco buques del SAG ruso eran más pequeños en las pantallas del radar, posiblemente algunas de las modernas corvetas Steregushchy y Buyan-M, que contaban con potentes misiles anti-buque. De sus submarinos convencionales no se tenía noticia, aunque se sabía que los dos SSK que habían llegado días atrás desde la flota del Norte, se debían encontrar en aguas del Báltico oriental, mientras que los dos SSK de la flota del Báltico, no se sabía absolutamente nada desde hacía bastantes días, cuando se habían hecho a la mar desde su base de Kronstadt.
En la pantalla pudo ver al E-2, a los 2 Tifones de la RAF que orbitaban entre el AWACS y sus buques, y cerca de las costas polacas, ligeramente al oeste de la salida del golfo de Gdansk, al grupo naval que formaban las fragatas Generał Kazimierz Pułaski y Generał Tadeusz Kościuszko del tipo OH Perry, y tres patrulleras lanzamisiles de la clase Orkan. Y aunque no podía verlos, sabía que debía haber en tierras polacas algunas baterías de misiles costeros NSM, con los que podrían contar si las cosas se ponían feas…lo que esperaba con todo su corazón que no sucediese.
-Comandante, el “Mahan” acaba de rebotarnos esto desde Northwood – le dijo el oficial de comunicaciones, refiriéndose al Mando Naval Aliado situado en dicha localidad británica.
-Gracias – respondió mientras recogía la hoja que acababa de escupir la impresora, para acto seguido sentarse en su silla elevada al final del CIC, desde la que dominaba todos los puestos de la sala, y leer la nota.
“De: MARCOM - Northwood
Para: Comandante JTF-18
--Detectado despliegue masivo de aviones de combate en la zona occidental de Rusia, y avance de unidades terrestres rusas hacia la frontera de Estonia y Letonia. Posible inicio de las hostilidades en breve. Siguen vigentes las reglas de combate, no disparen a ningún objetivo ruso si no son atacados antes. SACEUR no quiere que la OTAN sea la responsable de iniciar un conflicto, pero respondan con firmeza si son agredidos. Recomiendo condición I. Buena suerte”
Martín se reclinó sobre su asiento a la vez que cerraba los ojos un momento… “pues al final va a pasar…por muy increíble que parezca” pensaba para sus adentros. Pero otra vez el oficial de comunicaciones se dirigió a él.
-Mensaje del “Mahan” Comandante. Pasamos a Situación I, repito, pasamos a Situación I.
-De acuerdo. Toque a zafarrancho de combate. Quiero a todo el mundo en sus puestos ya. Esto parece que va en serio, manteneos concentrados – dijo a los presentes en el CIC.
Y mientras resonaba por todo el buque el estridente sonido de la sirena que anunciaba el zafarrancho de combate, el Capitán Martín se acercó a la oficial Elena Duran, la cual le recordaba a mucho a su hija mayor, estudiante de derecho en Madrid, y que ahora seguramente se habría levantado temprano para preparar algún examen. Sacó aquella idea de su cabeza, pensar en sus seres queridos en esa situación no le ayudaría en absoluto.
- ¿Estás preparada para lo que puede venir Elena?
-Más que nunca. Todo bajo control – dijo mientras trataba de calmar los nervios que se intentaban apoderar de la boca de su estómago, tras saber que en pocos minutos podría estar luchando por su vida, y por la de toda la dotación, ya que sobre ella recaía gran parte de la responsabilidad en un combate naval.
-Me dijo una vez que había jugado al balonmano en el instituto ¿verdad?
-Si … - dijo Elena sin saber muy bien a que venía aquello ahora.
-Pues esto es muy parecido. Antes del partido tienes nervios, es normal, pero cuando sales a la pista y juegas, te concentras y tratas de hacerlo lo mejor posible…así que tranquila, sé que lo harás bien.
-Gracias mi Comandante…lo haré –respondió con renovada confianza tras las palabras de su superior.
En ese momento, y a la carrera, entró el Capitán Arcos de nuevo en el CIC.
- ¿Qué ocurre? – preguntó.
-Parece que los rusos se han vuelto locos o están tensando demasiado la cuerda… el “Mahan” ha decretado Condición I – y le pasó la hoja que todavía tenía en sus manos.
-Joder…esto no tiene buena pinta…
-Lo sé. De momento vamos a actuar como si esos cabrones nos fueran a atacar. Quiero todos los sistemas operativos al 100%, y comunícate con el puente, vamos a tener que movernos rápido a una formación más defensiva como de verdad nos ataquen.
-A sus órdenes – respondió mientras se retiraba a verificar el estado de los sistemas y comunicarse con el oficial del puente.
Unos minutos después, y cuando el reloj apenas marcaba las seis y un minuto de la mañana, la teniente Durán dio la temida noticia en voz alta.
-Tenemos trazas radar volando muy bajo saliendo desde Kaliningrado hacia el mar… posibles misiles SSC-5 en el aire…rumbo noroeste, saliendo del golfo de Gdnask.
- ¿Cuantos son? – preguntó con voz fría el capitán, que se había sentado de nuevo en su silla.
-Treinta…treinta y cuatro localiza el radar del E-2. Velocidad más de mach 2… los primeros están girando hacia rumbo oeste-sur-oeste… ¡se dirigen hacia nosotros!
-Apartémonos un poco del “Mahan” y de la “Niels Juel”, busquemos un buen ángulo de fuego para nuestros misiles y presentémosle un blanco pequeño a los suyos – le dijo a su segundo.
-Mi Comandante, los buques rusos están fuera del alcance de nuestros Harpoon – advirtió el TAO.
- Solo los SM-6 del “Mahan” podrían atacarlo en modo SSM, pero supongo que su comandante los dejará para derribar misiles. O eso haría yo...
Y efectivamente, el destructor estadounidense, estaba comenzando a disparar sus misiles de largo alcance SM-6, guiados por el E-2, para aprovechar todo el alcance de aquellos misiles y las posibilidades de guerra en red que el sistema NIFC-CA permitía. Mientras, los misiles rusos estaban dividiéndose en dos grupos, uno al norte y otro al sur del SAG enemigo, que ya podía considerarse así, cuando La Teniente Durán volvió a informar al CIC de lo que aparecía en sus pantallas.
-Los buques rusos están disparando misiles…múltiples contactos a baja cota… velocidad supersónica…estimo misiles SS-N-22 y SS-N-27…el sistema cuenta 40 de ellos dirigiéndose hacia nosotros…demora 0-7-2… en total tenemos 74 misiles que convergen hacia nosotros…y 16 más acaban de disparar… rumbo sur-sureste, velocidad subsónica…posibles SS-N-25 dirigiéndose hacia la flotilla polaca.
-Están lanzando todo lo que tienen…listos para disparar en cuanto esos misiles estén a nuestro alcance, vamos a tener poco tiempo a la velocidad que vienen. Conecten el “Aldebarán” – dijo refiriéndose al sistema de guerra electrónica.
-A la orden. El “Mahan” está asignando sectores de tiro – dijo informando de las decisiones que el oficial de guerra antiaérea de toda la JTF18 tomaba desde el destructor estadounidense – Ya tenemos el nuestro. Paso el sistema a automático.
-Bien TAO, siga informando. Oficial de comunicaciones, mande un mensaje al Cuartel General de la Armada en Madrid, seguro que quieren saber en lo que estamos metidos…
-…mi Comandante, los polacos están devolviendo el fuego. Dieciséis misiles Rbs15 salen de sus patrulleras…y 12 más de algún punto de su costa…misiles costeros NSM supongo.
-Los primeros misiles americanos están derribando enemigos – dijo el Capitán Arcos sin poder contenerse.
-Y han llamado a los Tifones…están lanzando sus Meteor contra los misiles enemigos.
-Buena idea, algunos derribarán – dijo el Comandante del buque.
Mientras, los segundos parecían pasar muy despacio, pero los misiles aliados iban consiguiendo derribos. Los primeros 16 SM-6 lograron derribar 11 enemigos, y los 8 Meteor de los cazas, 4 más. Todavía quedaban 59.
-Están cayendo como moscas… - dijo el Capitán Arcos – El puente informa que estamos en buena posición respecto a los demás buques de la formación y con angulo de tiro adecuado.
-Lo buques de vanguardia comienzan a disparar sus SAM,s Capitán – informó Durán. – Estarán a nuestro alcance en 4…3...2… el sistema está disparando misiles interceptores.
Los misiles enemigos estaban ahora a poco más de 20 millas de la “Blas de Lezo” cuando el sistema AEGIS comenzó a disparar misiles SM-2 desde los pozos de proa del sistema Mk41 VLS, como todos los buques de la JTF-18. Incluso en la oscuridad de la noche, era un espectáculo sobrecogedor ver las llamaradas de salida y las largas estelas de humo que no dejaban de salir de los buques hacia el cielo y que se alejaban varias millas, para luego volver a caer con mortífera precisión sobre los misiles rusos.
-Mi Comandante, los polacos están disparando SAM,s a los SS-N-25 pero no logran derribar demasiados, solo dos de momento.
A Martín no le extraño demasiado, y dio gracias a que no fuera una de las Fragatas clase Santa María de la Armada la que estuviera en aquellas aguas esa noche, ya que eran buques muy parecidos a las dos fragatas polacas y armadas con los mismos misiles SM-1 con una capacidad antimisil mucho más reducida que los misiles que llevaban la clase F-100.
-Otro derribado…parece que han desviado uno… otro más derribado, posiblemente por su CIWS (sistema de defensa puntual) … ¡Dios mío…están impactando en las fragatas polacas! ¡Múltiples impactos en ambas!
Sin poder aguantar más, el Comandante se levantó y se dirigió al puesto del TAO para ver aquello más de cerca. Efectivamente, parecía que las fragatas polacas habían sido alcanzadas por varios misiles, lo que significaba que estaban condenadas…pero al menos las tres patrulleras habían logrado sobrevivir. Aquellos buques y marineros, posiblemente fueran las primeras bajas de la guerra, o al menos en el mar. Pero no tuvieron tiempo para pensar en ello demasiado, los misiles enemigos estarían sobre ellos en unos segundos.
“41…35…27…19…11” Martín contaba los misiles agresores que quedaban en el aire a medida que iban siendo derribados los demás. Los modernos sistemas antiaéreos de aquellos costosos y modernos buques, estaban justificando su precio, y daban cuenta de los atacantes a toda velocidad. Entre los 6 buques, lanzaban una gran cantidad de SAM,s simultáneamente, que convergían sobre los atacantes y los derribaban a buen ritmo. En el CIC, y ante la imposibilidad de intervenir, la tensa espera se hacía casi insoportable, mientras se concentraban en contar el número de derribos conseguidos.
-Alguno va a pasar – dijo con preocupación la TAO – Cañones en posición…lancen los señuelos.
-De momento ninguno se ha fijado en nosotros – dijo el segundo.
-Seis misiles parece que están a punto de traspasar la cortina de SAM,s. El primero se dirige a la fragata danesa…justo delante de nosotros…el misil se desvía hacia el norte…parece que se ha dejado engañar por los señuelos.
El Capitán Martín vio como otra traza desaparecía destruida por el último de los SAM,s, mientras que los sistemas CIWS se activaban. El RAM de la “Hamburg” disparó varias veces y consiguiendo derribar a dos SS-N-22, mientras que la “Tromp”, tras un par de ráfagas, logró otro derribo con su Goalkeeper a media milla de distancia, a la vez que el último de los misiles se estrellaba contra el mar cerca de ella debido a los señuelos. Pero la fragata holandesa, pese a haberse salvado, recibió algunas esquirlas del misil que habían abatido tan cerca, así como del impacto cercano del otro proyectil, causando daños leves en el buque.
-Se acabó – dijo aliviada Elena – no quedan más misiles atacantes en el aire.
-Buen trabajo – dijo en voz alta Martín. – Vamos a mantenernos en alerta, puede que esto no haya terminado todavía.
-Mi Comandante, los misiles polacos están llegando a su objetivo.
-Veamos que hacen ahora los rusos.
En la pantalla aparecían los 28 misiles polacos llegando al SAG enemigo, y los SAM,s que estos disparaban contra ellos. Tras unos segundos, lograron derribar a 15 de ellos, mientras que los otros 13 se acercaban a corta distancia. Sus defensas de punto y los señuelos dieron cuenta de cuatro más, pero 9 de ellos lograron varios impactos. Los dos destructores fueron alcanzados por 3 y 4 misiles respectivamente, y una Buyan-M y una Steregushchy por un misil cada una. Al poco tiempo estas últimas desaparecieron de la pantalla del radar, mientras que los dos Sovremenny luchaban desesperadamente por sobrevivir, pero sin demasiadas esperanzas. Ambos estaban ardiendo de proa a popa y múltiples explosiones secundarias se sucedían a lo largo y ancho de los buques. Su destino parecía sellado.
-Eso ha estado bien. Buen contraataque, al menos han vengado a sus marinos – dijo Martín.
-Aunque todavía quedan tres de esas malditas corbetas.
-Pero ya no tienen misiles, no son una amenaza.
-Mi Comandante, los polacos parece que no quieren dejarlas escapar…hay otra docena de misiles saliendo de sus costas.
-Bien por ellos, a ver si las mandan todas al fondo del mar.
En menos de cuatro minutos, los misiles NSM recorrieron las casi 50 millas que los separaban de las corbetas rusas, y estás, con pocos o ningún sistema defensivo que oponerles y a pesar de lograr deshacerse de un par de los atacantes, fueron alcanzadas una tras otra. El SAG ruso desaparecido por completo de las aguas del Báltico algunos minutos después. En el CIC se oyeron algunos aplausos y gritos contenidos de alegría. Acababan de luchar y sobrevivir en su primera batalla…pero la Teniente Durán, sintiéndolo en el alma, tuvo que interrumpir aquel regocijo general.
-Múltiples contactos saliendo desde Kaliningrado…Comandante.
-Lo veo… ¿más misiles?
-No lo parecen…por su perfil de vuelo y velocidad, diría que son aviones de combate. Y se dirigen hacia el Báltico.
Diez minutos después, y mientras controlaba a los 6 aviones que habían salido desde el enclave ruso, y que ahora orbitaban a unas 40 millas al noroeste de las costas de Kaliningrado, Elena volvió a informar.
-Tenemos nuevos contactos.
-Parece que ahora hay un segundo grupo… - dijo el Capitán Martín mientras se apoyaba en el respaldo del asiento del TAO para ver aquello más de cerca.
-Si mi Comandante. El primero sigue orbitando …emisiones de radar coincidentes con cazas Su-27. El segundo está virando hacia nuestra posición rápidamente…su radar nos está buscando…son Su-30.
-Centrémonos en el segundo. ¿Dónde está nuestra cobertura aérea? – Quiso saber el Comandante.
-Tendremos a un par de F-16 daneses en cinco minutos sobre nosotros.
-¿Y los tifones alemanes?
-Creo que tienen sus propios problemas, ahora mismo hay un ataque aéreo masivo en curso sobre los estados bálticos y Polonia.
- ¡Mierda! Estos cabrones la están liando a lo grande.
-El “Mahan” está guiando a los F-16 contra el segundo grupo de aviones enemigos…contamos 10 contactos en total.
Los cazabombarderos rusos tardaron casi catorce minutos en estar en posición de lanzar sus misiles AS-17 contra la JTF-18, pero los F-16 daneses pudieron dispararles antes sus 8 misiles AMRAAM,s, a máxima distancia, logrando abatir a 3 de ellos, y aunque trataron de acercarse más, los rusos, tras disparar sus misiles, dieron media vuelta y se retiraban a toda velocidad, hacia la seguridad de la cobertura SAM que les proporcionaban los SAM,s SA-20 y SA-21 desplegados en Kaliningrado.
-Empezamos de nuevo…28 misiles en nuestra dirección – anuncio el TAO.
-Esto casi parece fácil comparado con lo de antes – dijo Arcos.
-Bueno, no cante victoria todavía Capitán… tenemos 36 misiles saliendo de nuevo de las costas rusas de Kaliningrado…joder – se le escapó por lo bajo a Elena.
-Han recargado sus baterías costeras...de acuerdo, allá vamos… 64 misiles…oficial de armamento, ¿cuántos nos quedan a nosotros?
-16 SM-2 y 20 ESSM en los pozos mi Comandante – respondió este.
-…creo que tendremos suficientes. Todos preparados.
En ese segundo ataque, el personal del CIC parecía ahora más fastidiado que nerviosos. Y si antes lo habían hecho bien, ahora no cabía esperar menos.
-Comandante, el Cuartel General de la Armada pide un informe de la situación – dijo el oficial de comunicaciones.
-…dígales que hemos rechazado un ataque y que nos estamos enfrentando a un segundo. Si salimos de esta les avisaremos, y si no, lo sabrán…
-Sectores de tiro asignados. Sistema en automático – dijo Duran.
De nuevo dio comienzo la macabra danza de los misiles volando de un lado a otro a la vez que los SAM,s se alejaban en dirección a los atacantes. Primero a los AS-17 y luego los SS-C-5, los SM-2, los ESSM y los SeaViper daban buena cuenta de ellos, uno tras otro sin pausa. En general se lanzaban dos SAM,s contra cada misil atacante, aunque alguno de ellos, que tenía mucha suerte, necesitaba más. Los AS-17 fueron abatidos relativamente lejos, pero los SS-C-5 se acercaron más. Al final solo dos de ellos lograron acercarse lo suficiente como para temer por la seguridad de la “Hamburg” en la que se habían centrado, pero uno fue desviado por las contramedidas, y el último derribado por un ESSM de la “Blas de Lezo”.
-Todos los misiles enemigos derribados mi Comandante – dijo ahora en frio tono profesional la Teniente Elena Duran, que parecía haber aumentado su confianza.
-Excelente resultado damas y caballeros, un gran trabajo, estoy orgulloso de ustedes. Estos rusos no van a poder tocarnos ni un pelo – dijo agradecido y casi eufórico el Capitán Martín, mientras se estrechaban algunas manos y se daban algunos abrazos. – Juan, informa a la tripulación de lo que ha sucedido, necesitan saber algo y que sepan que todo está bien…
- ¡Mi Comandante! ...no es posible… otra alerta de ataque desde el “Mahan”… - gritó Durán.
- ¿Qué? …es que todavía les quedan más misiles a esos cabrones. ¿Dónde están? No veo ninguna amenaza…
-Aquí – dijo el TAO indicando casi en el extremo de la pantalla de presentación de datos – múltiples contactos… 20 aviones volando alto y muy rápido…blancos grandes.
- ¿Qué son?
-Si tuviera que apostar, diría que bombarderos Backfire.
-Joder, eso no son buenas noticias…Juan deja lo de informar a la tripulación para más tarde, parece que esto no ha terminado todavía.
-Al menos parece que no están logrando coordinar un solo ataque masivo – dijo Arcos.
“Gracias a Dios”, pensó el Comandante, porque si todo aquel poderío aeronaval hubiera convergido de una sola vez sobre sobre la JTF-18 el resultado seguramente sería muy diferente. Tras unos minutos de espera, Elena volvió a informar.
-Tenemos un radar “Down Beat” con demora 0-3-9…confirmo al menos un aparato Tu-22 Backfire. Distancia 1-9-0 millas, rumbo 2-3-0 grados.
-El avión de reconocimiento…detrás vendrán los bombarderos – dijo el Capitán Martín. – Esperemos al menos 2 misiles por aparato… de 38 a 40 misiles más…es que no se les agotan los misiles a estos hijos de … - Martín se contuvo, era de la opinión que no estaba bien que un Comandante de la Armada Española utilizara un lenguaje tan soez, aunque la verdad es que nunca había estado sometido a la presión de un combate real como aquel.
Efectivamente, poco después, los bombarderos rusos comenzaron a lanzar sus misiles, dos por aparato hasta un total de 38. Los nuevos misiles Kh-32 que estaban lanzando, un derivado de los Kh-22 (AS-4 en código OTAN), eran unas malas bestias. Primero se elevaban hasta casi los 40.000 metros mientras volaban casi a Mach 5, para luego ir descendiendo en busca de su blanco, en lo que se asemejaba mucho a un tiro parabólico. En cualquier caso, mientras volaba tan alto estaba fuera del alcance de los SAM,s de los buques de la OTAN. Así que tuvieron que esperar a que empezase su descenso para comenzar a disparar. Otra vez los buques aliados quedaron cubiertos de humo al salir los misiles de sus pozos. Primero los 16 SM-6 que le quedaban al “Mahan”, y luego los SM-2, seguidos de los ESSM, se elevaban al cielo en busca de los Kh-32.
-Esta vez no son derribados tan rápido – observó el Comandante, que comenzaba a ponerse algo nervioso.
-No, nuestros misiles no están siendo tan efectivos esta vez… - corroboró el Capitán Arcos a su lado – puede que se cuele alguno.
-Son muy rápidos – comentó el TAO.
A pesar de todo, los misiles rusos eran abatidos uno a uno, y su número descendía. Pero Arcos tuvo razón y alguno se coló a las defensa de los SAM,s. La “Hamburg”, por no se sabía ya cuántas veces aquella madrugada, logró desviar uno de los misiles que se dirigían hacia ella. Desde luego era un buque afortunado.
- ¡Uno se ha fijado en nosotros! ¡Cinco...cuatro…menos de tres millas! ¡Casi lo tenemos encima!
-Como ese último ESSM no le acierte estamos bien jodidos – dijo Arcos, mientras el Capitán Martín apretaba con fuerza el respaldo de la silla del TAO.
-… ¡Derribado! – grito llena de alegría Elena Durán. – Menos mal, lo teníamos casi encima nuestro.
- ¿Alguno más? – quiso asegurarse el Comandante, tratando de ocultar la tensión de su voz.
-No hacia nuestro buque…pero van tres a por el “Mahan” y uno a por la “Tromp”.
- Cámara hacia el “Mahan” – ordenó el Capitán al sargento que operaba el sistema optrónico DORNA
Fuera, el primer Kh-32 llegó primero a la fragata holandesa, que esta vez no pudo hacer nada, recibiendo el impacto directo del misil ruso, y haciendo que saltase en el aire cuando los 630 kg de alto explosivo detonaron en el interior del buque. Y casi sin solución de continuidad, los tres restantes se abalanzaban sobre el destructor norteamericano. Uno cayó al mar muy cerca del buque, quizás desviado pro las contramedidas, quizás por un error del propio misil, pero los otros dos alcanzaron al “Mahan” a proa y popa respectivamente, sacudiendo el buque con dos tremendas explosiones, que reventaron al buque desde dentro. Incluso dentro del CIC de la “Blas de Lezo”, y pese a la distancia se sintió el efecto de la onda expansiva.
-¡Diossss…! – dijo Martín al ver aquello por la pantalla del DORNA. – Lo han destrozado...se va a hundir en un momento.
-La “Tromp” también ha sido alcanzada. Vamos a tener muchos marineros en el agua – comentó Arcos. – Comandante, recomiendo prepararnos para operaciones de rescate.
-Sí, ve preparándolo todo, pero no comenzaremos hasta que estemos seguros que no hay nada más ahí arriba. Vamos a esperar unos minutos, los que tardemos en preparar a los equipos de rescate. Coordínalo tu Juan y avísame cuando esté listo.
-A la orden – dijo mientras salía del CIC el segundo para cumplir las instrucciones de su superior.
-Mi Comandante… - dijo en voz baja la Teniente Durán - … ¿cree que se habrá salvado alguien del “Mahan”?
-Pocos…muy pocos. Alguno más de la “Tromp”, pero tampoco demasiados.
- ¿Al final hemos perdido?
-Bueno, seguimos vivos, y con cuatro buques a flote todavía, pero hemos perdido dos buques, incluido a nuestro mejor buque antiaéreo y apenas nos quedan misiles. No sobreviviremos a otro ataque. Debemos retirarnos.
- ¿Quién tiene ahora el mando de la flotilla? – preguntó el oficial de comunicaciones.
-El “Diamond”. Comunícale nuestro estado y dígale que con su permiso en breve iniciaremos operaciones de rescate con lo que queda del “Mahan”. Solicita instrucciones también, a ver que quiere hacer el Capitán Burrow….ahhhh y mande después otro informe a Madrid con lo ocurrido.
Minutos después, y tras comprobar que no había ninguna amenaza contra la JTF-18, el “Diamond” autorizó el comienzo de las operaciones de rescate de los buques que se habían ido a pique. Por suerte, ya no hubo más ataques contra los buques aliados, y estos pudieron concentrarse en rescatar a los pocos marinos que habían sobrevivido en los dos buques. La operación duró bastante, y ya el sol había salido hacía rato cuando por fin pudieron darse por concluida. De los casi 500 hombres y mujeres que componían la dotación de los dos buques hundidos, apenas se pudieron rescatar a un centenar, dos tercios de ellos holandeses y el resto norteamericanos. Fue una gran pérdida para la OTAN, que acababa de librar la primera batalla aeronaval de su historia y nadie podía decir que la hubieran ganado. La formación puso rumbo a la base naval alemana de Wilhelmshaven para reponer sus misiles y reunirse con algún buque que reforzase la JTF-18. Incluso en el mejor de los casos, al menos durante varios días, no podría regresar a las aguas del Báltico.
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La que ha liado Putin
La verdad es que el Báltico es un estanque con pretensiones, y cualquier formación naval lo pasaría muy mal en caso de guerra para intentar sobrevivir en su interior... si no es con una cobertura aérea impresionante y contando con una capacidad antimisiles considerable (y con muchos misiles para hacer frente a la saturación).
La verdad es que el Báltico es un estanque con pretensiones, y cualquier formación naval lo pasaría muy mal en caso de guerra para intentar sobrevivir en su interior... si no es con una cobertura aérea impresionante y contando con una capacidad antimisiles considerable (y con muchos misiles para hacer frente a la saturación).
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La verdad es que yo me esperaba una efectividad mayor de los rusos. Al fin y al cabo llevan más de sesenta años planeando cómo atacar a las naves de la OTAN, cierto es que algo menos con el uso de misiles en sus bombarderos. Lo que sí me ha sorprendido ha sido el uso de Tu-22 para reconocimiento, que creo que es tarea de los veteranos Tu-95. Eso sí, la ausencia de los submarinos es sospechosa, porque creo que los rusos habrían realizado un ataque de saturación con todo, combinando ataques de misiles desde la costa, buques, aviones y ataques con torpedos cuando los buques están atendiendo a los misiles.
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24 de enero 2018. 05:58 hora local. En los cielos, en las inmediaciones de la frontera entre Rusia y Letonia.
Incluso en la oscuridad de la noche, el despliegue que el Mayor Oleg Sergun podía divisar desde su cabina era espectacular. Volando en su flamante montura, uno de los nuevo Sukhoi 35S, y equipado con gafas de visión nocturna, el veterano piloto y comandante del segundo escuadrón del 23º Regimiento de Cazas, sentía orgullo ante el poderío aéreo que su país estaba desplegando aquella noche, para la que sin duda era la operación más importante que Rusia llevaba a cabo desde la Segunda Guerra Mundial, y que bien podía estar a punto de desencadenar una Tercera.
Alrededor de Oleg volaban en tres patrullas de cuatro aparatos, el resto de los cazas de su escuadrón, todos ellos Su-35, y que habían sido desplegados hacía unos días, desde el 11ª Ejército Aéreo en el este del país, cerca de las costas del Pacífico norte, hasta su nueva base en Krechevitsy, cerca de Novgorod, y que ahora reforzaban, como muchos otros escuadrones traídos de todas partes del país, al 6º Ejercito Aéreo del Distrito Militar Oeste. Más allá de los aparatos de su escuadrón, y en el neblinoso y frio cielo nocturno, otro escuadrón de Su-27 los acompañaba, ambos con la misión de realizar un barrido de cazas a favor de la fuerza de ataque que les seguía unos kilómetros por detrás y a diferentes alturas. Esta estaba formada por otro escuadrón de Su-27 para escolta cercana y tres escuadrones de ataque, uno con cazabombarderos Su-24 equipados con misiles antirradar Kh-31 para atacar principalmente los radares de las baterías de misiles SAM Patriot desplegados por Alemania y EEUU en Polonia, y otros dos con Su-34, armados con bombas y misiles guiados para atacar varios puentes sobre los ríos Vistula y Oder, además de un par de aviones del mismo tipo equipados con el nuevo pod de contramedidas electrónicas ofensivas para proteger a todo el grupo de ataque. En conjunto algo más de 60 aviones de combate, y aquello era solo el principio. Ocultos por la noche y en la distancia, otros 60 aviones más, de seis escuadrones adicionales (uno de Su-30, otro de MiG-29, tres de Su-25 y uno de Su-24) estaban a punto de adentrarse en las repúblicas bálticas para proporcionar defensa aérea y atacar objetivos tácticos de las fuerzas armadas de aquellos tres países. Además, dos escuadrones dotados con cazabombarderos Su-27, Su-30 y Su-24 desplegados en Kaliningrado, ofrecían protección al enclave y otra opción más de ataque contra la flota de la OTAN desplegada en el mar Báltico.
Y al final del todo, casi 50 bombarderos Tu-22M3 esperaban su turno para lanzar sus misiles Kh-22 contra las cinco bases aéreas polacas que albergan cazabombarderos, y que ya estaban a punto de recibir la visita de los misiles Iskander con cabezas de racimo y termobáricas que habían sido lanzados los primeros de todos desde Kaliningrado, además de los 8 Tu-160 que ya regresaban a su base en Engels, tras lanzar casi un centenar de misiles de crucero furtivos Kh-101, que ahora se dirigían a apenas 30 metros de altura y a varios kilómetros por delante de los cazas del Mayor Sergun, hacia más de dos docenas de blancos, como centros de mando y control (C2), estaciones de radar y nudos ferroviarios a lo largo y ancho de los tres estados bálticos y de Polonia. En total, unos doscientos aviones y numerosas docenas de misiles de crucero y balísticos participando en un ataque nocturno coordinado desde numerosas bases aéreas en el oeste del país, que pretendía destruir y dañar una buena parte de las capacidades de mando y control, de combate aéreo, de reconocimiento y de transporte de la OTAN en su flanco noreste, para que la invasión que el Ejército ruso estaba a punto de lanzar en aquellos mismos instantes, gozase de superioridad aérea y no fuese molestada por el poder aéreo enemigo, así como retrasar la llegada de nuevas fuerzas terrestres de la OTAN al Teatro de Operaciones.
Oleg volvió a concentrarse tras notar que de repente, en su sistema de alertas, el radar de detección aérea AN/FPS 117 con que contaba Estonia acaba de dejar de emitir, mientras segundos después, dos radares más en territorio letón hacían lo mismo. Bajo la máscara de oxígeno, el Mayor sonrió, viendo los primeros efectos prácticos del ataque ruso, al comenzar a llegar los misiles de cruceros a sus objetivos. Lo siguiente fue ver como ocho cazas MiG-31 “Foxhound”, que tras haber repostado, dejaban su rastro en la oscuridad de la noche por encima de ellos, volando muy alto y a más de Mach 2. Armados con misiles de largo alcance R-37, se adentraban en el espacio aéreo enemigo en busca de los preciados aviones AWACS de la OTAN. Su misión era sin duda muy arriesgada, pero eran los mejores aviones que disponía la Fuerza Aérea para ello. Y aún pudo oír Oleg por radio como se autorizaba a dos escuadrones de cazas, uno de Su-30 y otro de MiG-29 a adentrarse en el espacio aéreo de los estados bálticos para derribar a las dos patrullas aéreas de combate (CAP) que orbitaban sobre Estonia y Lituania, y despejar el camino para las siguientes formaciones de ataque. Mientras en tierra, dos equipos de “Spetsnatzs” atacaban las Bases Aéreas de Ämari en Estonia y de Zokniai/Šiauliai en Lituania, para impedir que más aviones de la llamada “policía aérea” de la OTAN en el Báltico pudieran despegar a enfrentarse a los aviones rusos.
La formación de ataque de Oleg, recibió instantes después la autorización desde el avión A-50 de alerta y control que coordinaba la operación unos 75 kilómetros por detrás de ellos, y cuyo radar abarcaba hasta la frontera lituana-polaca. Entonces todo el grupo de ataque se puso en marcha. Los dos escuadrones de cazas marchaban por delante, con uno de los Su-34 con sus equipos ECM ofensivos (OECM) y un par de Su-24 con misiles antirradar cerca de ellos. Apenas habían entrado en el espacio aéreo letón cuando los radares lituanos también desaparecieron de su pantalla, y por la radio se informaba de los primeros combates aéreos contra los cazas de la OTAN que defendían los cielos bálticos. La cosa marchaba bien.
El Mayor Oleg Sergun era un veterano piloto, con miles de horas de vuelo, que había iniciado su carrera en los difíciles tiempos para las fuerzas armadas rusas acaecidos tras la caída de la Unión Soviética. Sus primeros años fueron duros, ya que escaseaba el dinero, se volaba poco y los niveles de seguridad habían descendió bastante. No obstante, su entusiasmo, pasión y natural predisposición para el vuelo, especialmente en combates aéreos, le hicieron progresar pese a las dificultades, y cuando llegaron los buenos tiempos para las Fuerzas Armadas rusas en general y para la Fuerza Aérea en particular, él siempre estuvo en vanguardia, ya fuera volando nuevos prototipos, participando en misiones de combate sobre Georgia o Siria, o incluso durante unos meses, siendo un orgulloso miembro de los “Caballeros rusos”, el famoso equipo acrobático que hacía la delicia de los espectadores de festivales aéreos por medio mundo con sus espectaculares maniobras. De ese destino, todavía mantenía su sobrenombre, “El Caballero Negro”, ya que tal era el dibujo que bajo la carlinga de su Su-27 había hecho imprimir, un caballero medieval pintado en negro lanzado al galope y con la lanza lista para embestir, y que ahora también lucía en su actual montura. Oleg era jefe de ese escuadrón desde hacía tiempo y conocía bien a sus hombres. Estaba seguro que eran de los mejores pilotos de Rusia, y tenía gran confianza en que con ellos y sus fabulosos aviones, podrían enfrentarse incluso a lo mejor que el enemigo pudiera oponerles.
Y mientras aquellos hombres y sus aviones avanzaban hacia los cielos polacos, los misiles rusos seguían cayendo sobre sus objetivos. Los Iskander habían clavado en tierra a los F-16 y MiG-29 polacos que se suponía debían defender su espacio aéreo, sembrando de minas y cráteres las calles de acceso y la pista principal de las Bases Aéreas de Poznan, Lask, Swidwin, Malbork y Mińsk Mazowiecki, así como destruyendo algunos cazas que se preparaban para rodar por la pista cuando fueron cazados. También las seis estaciones fijas de radar polacas fueron destruidas al llegar los Kh-101 que estaban asignados a ellas, y varias grandes estaciones y nudos ferroviarios en Polonia y Lituania estaban siendo castigados por dichos misiles. Pero los más importantes fueron aquellos que con cabeza de guerra de penetración, impactaron sobre los bunkers de mando y control de las Fuerzas Aéreas de Polonia y los situados en Estonia y Lituania, dejando algunos de ellos en bastante mal estado para cumplir su misión de coordinar la batalla aérea sobre sus países, quedando así gran parte de esa responsabilidad en manos de los dos E-3 que patrullaban los cielos polacos, uno situado a pocos kilómetros al sur de Varsovia, y otro en la frontera germano-polaca, cerca de Berlín, pero que ahora se retiraban hacia el oeste mientras luchaban por sus vidas.
Cuando el escuadrón de Oleg ya cruzaba los cielos lituanos, el controlador del A-50 informaba que los MiG-31 habían encontrado oposición aérea enemiga y que cazas de la OTAN estaban disparando sobre ellos. No dio más información hasta que pocos minutos después, comunicó el derribo de un E-3 enemigo sin especificar cual, pero Oleg pudo ver en su sistema de alerta radar que las emisiones del AWACS más cercano, el situado cerca de Varsovia, había desaparecido. Sin duda la combinación de los MiG-31 volando a alta cota, gran velocidad, con un poderoso radar y misiles de muy largo alcance R-37 disparados a más de 300 km, habían logrado derribar a uno de los valiosísimos aparatos enemigos. Pero de lo que no informó el controlador del A-50 fue que el costo de dicho derribo había sido muy alto, ya que, de los ocho cazas rusos, cuatro dirigidos contra cada E-3, solo habían regresado 2, los que habían tenido la oportunidad de derribar el E-3 situado más al sur. Los MiG que se dirigieron al AWACS más lejano, fueron derribados antes de poder lanzar sus misiles por dos Tifones alemanes que lo protegían y habían logrado interceptar a los rusos en su aproximación al blanco, mientras que los “Foxhound” que se dirigían hacia el del sur de Varsovia, uno fue abatido por dos F-16 polacos que patrullaban cerca del mismo, mientras que el otro fue destruido por un misil Patriot.
Pese a los daños sufridos por la OTAN en sus centros de mando y control, radares y AWACS, los dos F-16 y los dos Tifones que habían combatido a los MiG y que se habían quedado sin misiles de guiado radar, y a los que se habían unido cuatro Tifones germanos, dos F-22 norteamericanos y un EA-18G de guerra electrónica, que estaban en alerta y llegados desde sus bases en Alemania, fueron dirigidos correctamente por el E-3 contra los aparatos rusos que acababan de entrar en espacio aéreo polaco. Las baterías SAM de misiles Patriot tenían graves problemas para fijar los blancos debido a las interferencias de los equipos ECM y a los misiles antirradar que ya estaban disparando los Su-24 contra ellas, así que fueron los cazas aliados los que tenían la responsabilidad de parar a los rusos. Minutos antes, y tratando de aprovechar la confusión tras la pérdida momentánea de parte de la red C2 y de bastante cobertura radarica, el Mayor Sergun, como jefe de la formación de cazas de vanguardia, ordenó al escuadrón de Su-27 que se adelantasen unos 30 kilómetros y al Su-34 OECM y a los Su-24 con Kh-31, colocarse a medio camino entre sus cazas y el grupo de ataque, que seguía tras ellos a otros 40 kilómetros.
Sergun seguía de cerca los acontecimientos, mediante su radar, a través del A-50 que volaba tras ellos a una distancia prudencial y por la información que por la radio trasmitía el escuadrón avanzado. Pocos minutos después, los cazas occidentales convergían contra el escuadrón ruso de Su-27. El Mayor sabía que aquella táctica era algo cruel con sus compañeros que se llevarían la peor parte del ataque enemigo, mientras dejaba relativamente intacto su escuadrón para poder tomar cumplida venganza acto seguido, pero era necesario para enfrentarse a aquellos aviones tan avanzados que tenía el enemigo. Escuchó por radio como sus camaradas eran detectados por un radar Captor de los Tifones alemanes, mientras que ellos hacían lo propio poco después con hasta 8 contactos. De repente empezaron las advertencias por la radio, y los misiles enemigos comenzaron a volar. A unos 125 kilómetros, los Tifones lanzaron todos sus misiles Meteor contra los Su-27, mientras que estos trataban de acercarse y sobrevivir lo suficiente como para poder disparar sus misiles R-27 de largo alcance. Los misiles europeos tuvieron un elevado porcentaje de acierto, y seis de los cazas rusos fueron derribados, abatiendo en unos pocos segundos a la mitad del escuadrón. Pero estos ya habían logrado colocarse a distancia de disparo, y no tardaron en responder. Ahora eran los cazas alemanes y polacos los que trataban por todos los medios de evitar los misiles aire-aire, pero al final, dos aparatos, un Tifón y un F-16 fueron abatidos. El resto de cazas enemigos seguían acercándose para llegar a corta distancia y poder así disparar sus misiles Iris y Sidewinder. Ocho cazas de la OTAN se acercaban para combatir contra los seis Su-27 supervivientes. De repente, de la nada salió otra andanada de misiles que logró derribar a un par más de Sukhois.
Aquel fue el momento en que el Mayor Sergun decidió actuar. Guiado por el controlador del A-50, dirigió una escuadrilla con la mitad de su escuadrón, y bajo su mando, hacia la dirección de donde habían salido aquellos últimos misiles, mientras que la otra mitad reforzaba a los Su-27 para un combate más ventajoso de 10 aparatos rusos contra 8 enemigos. El Mayor manipuló los mandos de su moderno radar Irbis para ajustar el haz y el alcance de su emisión, tratando de sobrepasar las ECM del EA-18G, pero antes de que pudiera localizar nada, las luces de su alertador de amenazas se encendieron intermitentemente. Parecía que un radar, que el sistema identificaba como un AN/APG-77 de un F-22 norteamericano, acababa de iluminarlo, para acto seguido, ver en la pantalla como dos misiles AMRAAM volaban hacia él con aviesas intenciones.
- ¡Misiles enemigos! ¡Misiles enemigos desde el sureste! – gritó otro de los pilotos de la escuadrilla de Sergún hacia el que también se dirigían otro misil.
- ¡Romped, romped! - ordenó el Mayor mientras maniobraba tratando de despistar a los misiles enemigos.
Movió con destreza y seguridad sus palancas de mando y potencia, en una serie de movimientos bien aprendidos y practicados durante años para evitar los misiles enemigos, que le hicieron soportar un elevado número de fuerzas G, mientras su traje se inflaba y seguía permitiendo el envío de sangre a su cerebro para no perder la consciencia. Al final, en una combinación de dichas maniobras defensivas, de contramedidas electrónicas a plena potencia (ECM), tanto del propio Su-35 como las OECM del Su-34 que volaba unos kilómetros por detrás, y lanzamiento de tiras de chaffs, lograron confundir a los dos AMRAAMs, y Sergún pudo volver a respirar tras nivelar su avión con el morro apuntando en la dirección desde donde había sido atacado. Pero el otro piloto al que perseguían los misiles no tuvo tanta suerte, y acabó muriendo en una gran explosión producida por el combustible de su caza al ser alcanzado por el misil. Oleg, contuvo la rabia al ver caer la bola de fuego en que se había convertido su compañero, y mantuvo la frialdad para seguir actuando profesionalmente. Volvió a concentrarse en encontrar a los responsables de aquello, y de repente, a unos 75 kilómetros detecto cuatro trazas que un momento antes no estaban allí.
-Tengo cuatro objetivos en el radar. Quince grados a la izquierda. 72 kilómetros de distancia, mil metros por debajo – informó por radio al resto de su escuadrilla y al A-50.
-Recibido – fueron contestando los 4 pilotos restantes de su escuadrilla.
-Tengo blocado a uno de ellos. Disparo – anunció el joven capitán Aleksandr Solomatin, punto y amigo personal del Mayor.
-Fuego sobre el enemigo cuando tengan capacidad de tiro – ordenó Sergun al resto de pilotos, mientras el mismo trataba de fijar un blanco y disparar. Al final lo consiguió, apretó el botón del lanzamiento de armas de su palanca de mando dos veces, y acto seguido dos misiles R-77 de guiado activo salieron despedidos de sus rieles.
Pero el enemigo no se estuvo de brazos cruzados, y lanzó más misiles sobre la escuadrilla rusa.
- ¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Misiles enemigos en el aire! – gritó de nuevo uno de los pilotos rusos.
- ¡Evadan los misiles y cierren distancia! ¡Vamos a cazar a esos malnacidos de una vez! – aullaba por la radio Sergun, mientras comprobaba que ninguno de los misiles estaba dirigido contra él.
Volvieron las macabras maniobras de los cazas tratando de evitar las armas enemigas, y esta vez, todos los misiles americanos y los del Capitán Solomatin fallaron sus objetivos, pero los R-77 de Oleg lograron derribar a un Raptor. Era la primera victoria aérea en toda la carrera del veterano piloto, y lo hacía contra el mejor avión de caza que el enemigo podía oponerle. Una repentina sensación de euforia lo embargo, pero se repuso inmediatamente, tratando de no perder el control y cometer errores que le podían costar la vida. En total no había pasado de un minuto todo aquel encuentro, pero a él le había parecido una eternidad, y sentía el sudor correr por su espalda.
Ahora los radares Irbis de la escuadrilla del Mayor ya solo detectaban a un F-22 que se retiraba a toda velocidad, y que hacía casi imposible que volviese a entrar dentro de la zona de impacto de los R-77, así que el Mayor ordenó al resto de su escuadrilla que giraran para dirigirse hacia donde seguían luchando los demás cazas contra los aparatos enemigos en lo que desde la distancia parecía un extraño y gran ovillo, con estelas de condensación de los aviones, y de humo de los misiles, girando en extrañas y caprichosas formas, buscándose unas a otras. Pudo ver una explosión, pero no supo que fue uno de sus Su-35 abatidos hasta que lo anunciaron por la radio. Respirando profundo otra vez, y manipuló los instrumentos de sus mandos de control para seleccionar el misil R-73 en su panel de armamento, mientras su radar en combinación con el sensor infrarrojo de su aparato, trataban de identificar un blanco para los misiles.
Antes de que eso sucediera, otra explosión centró su atención, y esta vez sí pudo sonreír, ya que vio con claridad que aquel avión solo tenía una deriva y él sabía que todos sus cazas tenían doble deriva, así que debía ser con absoluta certeza, un aparato enemigo. Animado de nuevo, logró identificar a un avión enemigo que se apartaba ligeramente del “ovillo”, y tras blocarlo con el radar, el sistema trataba de ofrecerle en el visor de su casco los mejores parámetros de tiro. El caza de la OTAN, un Tifón alemán, se dio por aludido y comenzó a maniobrar violentamente tratando de evitar al caza ruso y colocarse a su vez en posición de disparo. Pero la inicial posición ventajosa del Su-35 y las posibilidades de disparar “fuera de límites” del conjunto entre su casco Shchel-3UM y el misil R-73, le permitió a Oleg lanzar un misil infrarrojo primero. Misil que ya no perdería el objetivo, y que con obstinada persistencia siguió hasta que la espoleta de proximidad hizo detonar el misil cerca de las toberas del Tifón, causándole graves daños, y haciendo que comenzara a descender en picado, dejando tras de sí una oscura cortina de humo. Instantes después, Oleg observó un paracaídas. Con relativa indiferencia ante aquel hecho, y más animado por lo que era su segunda victoria en aquella misión. maniobró de nuevo su caza para unirse al combate. Pero de repente, el cielo parecía relativamente despejado. Miró a uno y otro lado, tratando de ver en la oscuridad y entre las nubes que ahora comenzaban a cubrir el cielo, para localizar más aparatos enemigos, pero no pudo ver más que un par de cazas de doble deriva que se retiraban hacia el noreste. El Mayor iba a bramar por radio por la retirada no autorizada de aquellos pilotos, cuando escucho las instrucciones del controlador del AWACS ruso que ordenaban regresan a sus bases a los dos escuadrones de caza. Un tanto confuso ante las ordenes, habló con el A-50, y este le confirmó la orden de regreso. Mientras ellos luchaban con los cazas enemigos, los Su-34 de ataque se habían colado entre las defensas enemigas y estaban atacando sus objetivos bajo la cobertura del tercer escuadrón de cazas. Así que, ante las pérdidas sufridas por los escuadrones que comandaba Sergun – 9 Su-27 y 4 Su-35 según supo después - y el escaso número de misiles que les quedaban a la mayoría de aparatos, el comandante de la misión desde el A-50, ordenó el regreso cuando se hizo patente que los cazas enemigos, comenzaban a hacer lo propio.
Durante el viaje de regreso, los cazas rusos se reunieron de nuevo y formaron una sola formación de 11 aparatos, con unos pocos Su-24 que habían gastado ya sus misiles marchando por delante de ellos. Sobrevolaron los cielos de las repúblicas bálticas sin mayor contratiempo, ya que los cazas enemigos habían sido destruidos en el aire o en tierra, y sin cobertura radar y a la altura que volaban, estaban fuera del alcance de los pocos misiles antiaéreos que las Fuerzas Armadas de esos países podían lanzarles. Cuando finalmente y con los primeros rayos de sol, tomaron tierra y se reunieron los pilotos rusos, estos tenían una mezcla de emociones. Por un lado estaban contentos por haber logrado cumplir con su misión y derribar 6 cazas enemigos, incluido uno de sus “invencibles” F-22, 3 Tifones y dos F-16 pero, por otro lado, habían perdido 13 cazas propios, con la muerte confirmada de al menos 5 pilotos y solo dos paracaídas observados, el resto estaban desaparecidos mientras no se demostrara otra cosa. Pero en el mejor de los casos, y con casi toda seguridad, serían prisioneros del enemigo durante una buena temporada.
Más tarde, cuando terminaron de desayunar algo, y durante la reunión post-misión, el Coronel al mando de la base aérea les informó que el grupo de ataque había logrado un gran éxito contra sus objetivos, y así, varias baterías de misiles enemigas habían sido alcanzadas, numerosos puentes sobre los ríos más importantes de Polonia habían sido destruidos o gravemente dañados, lo que complicaría y retrasaría el envió de fuerzas terrestres enemigas a los países bálticos, y por último también había sido puesto fuera de juego el sistema de defensa antimisil que la OTAN, su famoso y polémico “escudo antimisiles”, y que estaba a punto de entrar en funcionamiento en Redzikowo. Al menos, los pilotos de caza sintieron que sus pérdidas no habían sido en vano, pero Oleg pensó para sí, que, si querían seguir teniendo éxito en próximas misiones, tendrían que ajustar sus tácticas, ya que no podían seguir permitiéndose ese número de bajas entre sus filas. Finalmente, tras la reunión, se permitieron un par de horas de sueño para estar en condiciones para la misión que les esperaba por la tarde y que ya estaba planeada. Y es que la recién comenzada guerra, no iba a detenerse porque ellos estuvieran cansados. Ahora el conflicto tenía inercia propia e iba a consumir miles y miles de vidas, y las de aquellos pilotos no habían sido las primeras, y tampoco serían las últimas.
24 de enero 2018. 13:32 hora local. Cerca de los estrechos daneses, bajo el mar…
La paciencia era posiblemente la mejor de las virtudes para un submarinista, y Andrey Karasev, comandante del submarino convencional B-806 Dmitrov, del proyecto 877EKM, conocido en Occidente como clase Kilo, tenía de sobra. Era un hombre paciente y metódico, y al mando de un silencioso submarino, en aquellas aguas confinadas, dichas virtudes lo hacían más peligroso todavía. Karasev, alto para ser submarinista, bien parecido y algo arrogante, parecía muy joven para ser comandante de un submarino, pero su pericia profesional y liderazgo, además de unos buenos contactos familiares, ya que su tío era un alto mando de la Armada rusa que servía en el Cuartel General de Moscú, siempre le habían facilitado su carrera, y le habían allanado ahora el camino hasta su primer destino como comandante de submarino a la edad de apenas 33 años.
Karasev llevaba al mando del “Dmitrov” apenas unos pocos meses, tras la vuelta al servicio activo del submarino que había sido sometido a un extenso programa de mantenimiento y a uno más discreto de modernización, para que pudiera operar durante unos años más. El Comandante había podido escoger a algunos miembros de su tripulación, entre ellos, a su segundo, el Capitán de Tercera clase Dmitry Chayko, otro joven y brillante oficial del arma submarina. Ambos formaban un buen equipo desde los tiempos de la academia naval y Karasev no tuvo dudas al escogerlo para el puesto. Ahora había llegado la hora de demostrar que su tío no se equivocaba con él y que la Patria estaría bien defendida con su mando de aquel submarino.
-Capitán, tenemos a la flota enemiga. Marcación 0-8-0, distancia 12.900 metros, rumbo 3-2-5, velocidad 14 nudos. ¿Seguimos ocultos? – quiso saber el oficial táctico del “Dmitrov”
-Si…será mejor no relevar nuestra posición, una aproximación carece de sentido en las circunstancias actuales. Van directos a nuestras minas, y todavía los cazaminas daneses no las han localizado. Con un poco de suerte alguna de ellas tendrán un buen blanco. Mantenga profundidad y sigamos a 3 nudos. Cambie a rumbo 1-1-5. – ordenó mientras Chayko asentía con la cabeza al otro lado de la mesa de mapas.
-A la orden.
Karasev sabía que podía ser tildado de poco agresivo, incluso de cobarde una vez se supiera su decisión por sus superiores, sobre todo si las minas no lograban nada, pero con una carga de batería muy baja, de apenas el 30%, no podía intentar un ataque contra un grupo de cuatro buques dotados con helicópteros antisubmarinos, y además en las cercanías de la costa danesas, donde varios buques antisubmarinos, aviones de patrulla y más helicópteros, lo buscaban a él y a su submarino mellizo el “Vyborg”, que también navegaba por aquellas aguas minando los accesos a los estrechos daneses, este entre Dinamarca y Alemania, mientras que ellos lo habían hecho entre Dinamarca y Suecia. Ahora era el momento de salir de allí y no tentar más a la suerte, no tenía ninguna simpatía por los “kamikazes”. De todas maneras, aquel grupo naval enemigo no era una amenaza inmediata para la flota rusa del Báltico, ya que según le habían informado un poco antes en una comunicación por satélite, dos de sus buques habían sido hundidos y el resto se retiraba tras una gran batalla aeronaval.
- ¿Qué vamos a hacer ahora Andrey? – le preguntó su segundo al mando con cierta familiaridad.
-Vamos a retirarnos hasta cerca de las costas de Kaliningrado y patrullaremos la zona durante unos días más. Luego esperaremos órdenes del Cuartel General.
-Con la carga de torpedos que llevamos, no podremos combatir demasiado tiempo.
-Lo sé – dijo el Capitán del buque, que al haber tenido que cargar con 8 minas, el número de torpedos en sus pañoles se había visto reducido en un tercio y solo tenían 8 torpedos tipo 53-65 antibuque y otros 4 TEST-71M antisubmarinos. – No es demasiado, pero podremos mandar al fondo del mar a algunos enemigos antes de regresar a rearmarnos.
Ambos amigos estuvieron de acuerdo, y siguieron estudiando los mapas batimétricos de la zona por la que navegaban. Poco después, y desde la lejanía, en el sonar del “Dmitrov” se escuchó una detonación cerca de donde habían dejado sus minas de profundidad MDM-6, y aunque Karasev y Chayko no lo pudieron saber entonces, el destructor de su Graciosa Majestad D34 “Diamond” acababa de saltar por los aires al detonar la tonelada de explosivos de la mina a escasos metros bajo su casco. Poco después el mando de la JTF-18 volvía a cambiar de buque, recayendo esta vez sobre el Capitán de Fragata Rafael Martín Palacios, a bordo de la F-103 “Blas de Lezo”. La pérdida del destructor británico iba a marcar fuertemente la estrategia naval en el Báltico de la OTAN en los siguientes días y semanas, ya que la amenaza de las minas y de submarinos como el “Dmitrov”, limitaban todavía más la capacidad de maniobra e intervención en ese mar para las fuerzas navales de la OTAN.
Incluso en la oscuridad de la noche, el despliegue que el Mayor Oleg Sergun podía divisar desde su cabina era espectacular. Volando en su flamante montura, uno de los nuevo Sukhoi 35S, y equipado con gafas de visión nocturna, el veterano piloto y comandante del segundo escuadrón del 23º Regimiento de Cazas, sentía orgullo ante el poderío aéreo que su país estaba desplegando aquella noche, para la que sin duda era la operación más importante que Rusia llevaba a cabo desde la Segunda Guerra Mundial, y que bien podía estar a punto de desencadenar una Tercera.
Alrededor de Oleg volaban en tres patrullas de cuatro aparatos, el resto de los cazas de su escuadrón, todos ellos Su-35, y que habían sido desplegados hacía unos días, desde el 11ª Ejército Aéreo en el este del país, cerca de las costas del Pacífico norte, hasta su nueva base en Krechevitsy, cerca de Novgorod, y que ahora reforzaban, como muchos otros escuadrones traídos de todas partes del país, al 6º Ejercito Aéreo del Distrito Militar Oeste. Más allá de los aparatos de su escuadrón, y en el neblinoso y frio cielo nocturno, otro escuadrón de Su-27 los acompañaba, ambos con la misión de realizar un barrido de cazas a favor de la fuerza de ataque que les seguía unos kilómetros por detrás y a diferentes alturas. Esta estaba formada por otro escuadrón de Su-27 para escolta cercana y tres escuadrones de ataque, uno con cazabombarderos Su-24 equipados con misiles antirradar Kh-31 para atacar principalmente los radares de las baterías de misiles SAM Patriot desplegados por Alemania y EEUU en Polonia, y otros dos con Su-34, armados con bombas y misiles guiados para atacar varios puentes sobre los ríos Vistula y Oder, además de un par de aviones del mismo tipo equipados con el nuevo pod de contramedidas electrónicas ofensivas para proteger a todo el grupo de ataque. En conjunto algo más de 60 aviones de combate, y aquello era solo el principio. Ocultos por la noche y en la distancia, otros 60 aviones más, de seis escuadrones adicionales (uno de Su-30, otro de MiG-29, tres de Su-25 y uno de Su-24) estaban a punto de adentrarse en las repúblicas bálticas para proporcionar defensa aérea y atacar objetivos tácticos de las fuerzas armadas de aquellos tres países. Además, dos escuadrones dotados con cazabombarderos Su-27, Su-30 y Su-24 desplegados en Kaliningrado, ofrecían protección al enclave y otra opción más de ataque contra la flota de la OTAN desplegada en el mar Báltico.
Y al final del todo, casi 50 bombarderos Tu-22M3 esperaban su turno para lanzar sus misiles Kh-22 contra las cinco bases aéreas polacas que albergan cazabombarderos, y que ya estaban a punto de recibir la visita de los misiles Iskander con cabezas de racimo y termobáricas que habían sido lanzados los primeros de todos desde Kaliningrado, además de los 8 Tu-160 que ya regresaban a su base en Engels, tras lanzar casi un centenar de misiles de crucero furtivos Kh-101, que ahora se dirigían a apenas 30 metros de altura y a varios kilómetros por delante de los cazas del Mayor Sergun, hacia más de dos docenas de blancos, como centros de mando y control (C2), estaciones de radar y nudos ferroviarios a lo largo y ancho de los tres estados bálticos y de Polonia. En total, unos doscientos aviones y numerosas docenas de misiles de crucero y balísticos participando en un ataque nocturno coordinado desde numerosas bases aéreas en el oeste del país, que pretendía destruir y dañar una buena parte de las capacidades de mando y control, de combate aéreo, de reconocimiento y de transporte de la OTAN en su flanco noreste, para que la invasión que el Ejército ruso estaba a punto de lanzar en aquellos mismos instantes, gozase de superioridad aérea y no fuese molestada por el poder aéreo enemigo, así como retrasar la llegada de nuevas fuerzas terrestres de la OTAN al Teatro de Operaciones.
Oleg volvió a concentrarse tras notar que de repente, en su sistema de alertas, el radar de detección aérea AN/FPS 117 con que contaba Estonia acaba de dejar de emitir, mientras segundos después, dos radares más en territorio letón hacían lo mismo. Bajo la máscara de oxígeno, el Mayor sonrió, viendo los primeros efectos prácticos del ataque ruso, al comenzar a llegar los misiles de cruceros a sus objetivos. Lo siguiente fue ver como ocho cazas MiG-31 “Foxhound”, que tras haber repostado, dejaban su rastro en la oscuridad de la noche por encima de ellos, volando muy alto y a más de Mach 2. Armados con misiles de largo alcance R-37, se adentraban en el espacio aéreo enemigo en busca de los preciados aviones AWACS de la OTAN. Su misión era sin duda muy arriesgada, pero eran los mejores aviones que disponía la Fuerza Aérea para ello. Y aún pudo oír Oleg por radio como se autorizaba a dos escuadrones de cazas, uno de Su-30 y otro de MiG-29 a adentrarse en el espacio aéreo de los estados bálticos para derribar a las dos patrullas aéreas de combate (CAP) que orbitaban sobre Estonia y Lituania, y despejar el camino para las siguientes formaciones de ataque. Mientras en tierra, dos equipos de “Spetsnatzs” atacaban las Bases Aéreas de Ämari en Estonia y de Zokniai/Šiauliai en Lituania, para impedir que más aviones de la llamada “policía aérea” de la OTAN en el Báltico pudieran despegar a enfrentarse a los aviones rusos.
La formación de ataque de Oleg, recibió instantes después la autorización desde el avión A-50 de alerta y control que coordinaba la operación unos 75 kilómetros por detrás de ellos, y cuyo radar abarcaba hasta la frontera lituana-polaca. Entonces todo el grupo de ataque se puso en marcha. Los dos escuadrones de cazas marchaban por delante, con uno de los Su-34 con sus equipos ECM ofensivos (OECM) y un par de Su-24 con misiles antirradar cerca de ellos. Apenas habían entrado en el espacio aéreo letón cuando los radares lituanos también desaparecieron de su pantalla, y por la radio se informaba de los primeros combates aéreos contra los cazas de la OTAN que defendían los cielos bálticos. La cosa marchaba bien.
El Mayor Oleg Sergun era un veterano piloto, con miles de horas de vuelo, que había iniciado su carrera en los difíciles tiempos para las fuerzas armadas rusas acaecidos tras la caída de la Unión Soviética. Sus primeros años fueron duros, ya que escaseaba el dinero, se volaba poco y los niveles de seguridad habían descendió bastante. No obstante, su entusiasmo, pasión y natural predisposición para el vuelo, especialmente en combates aéreos, le hicieron progresar pese a las dificultades, y cuando llegaron los buenos tiempos para las Fuerzas Armadas rusas en general y para la Fuerza Aérea en particular, él siempre estuvo en vanguardia, ya fuera volando nuevos prototipos, participando en misiones de combate sobre Georgia o Siria, o incluso durante unos meses, siendo un orgulloso miembro de los “Caballeros rusos”, el famoso equipo acrobático que hacía la delicia de los espectadores de festivales aéreos por medio mundo con sus espectaculares maniobras. De ese destino, todavía mantenía su sobrenombre, “El Caballero Negro”, ya que tal era el dibujo que bajo la carlinga de su Su-27 había hecho imprimir, un caballero medieval pintado en negro lanzado al galope y con la lanza lista para embestir, y que ahora también lucía en su actual montura. Oleg era jefe de ese escuadrón desde hacía tiempo y conocía bien a sus hombres. Estaba seguro que eran de los mejores pilotos de Rusia, y tenía gran confianza en que con ellos y sus fabulosos aviones, podrían enfrentarse incluso a lo mejor que el enemigo pudiera oponerles.
Y mientras aquellos hombres y sus aviones avanzaban hacia los cielos polacos, los misiles rusos seguían cayendo sobre sus objetivos. Los Iskander habían clavado en tierra a los F-16 y MiG-29 polacos que se suponía debían defender su espacio aéreo, sembrando de minas y cráteres las calles de acceso y la pista principal de las Bases Aéreas de Poznan, Lask, Swidwin, Malbork y Mińsk Mazowiecki, así como destruyendo algunos cazas que se preparaban para rodar por la pista cuando fueron cazados. También las seis estaciones fijas de radar polacas fueron destruidas al llegar los Kh-101 que estaban asignados a ellas, y varias grandes estaciones y nudos ferroviarios en Polonia y Lituania estaban siendo castigados por dichos misiles. Pero los más importantes fueron aquellos que con cabeza de guerra de penetración, impactaron sobre los bunkers de mando y control de las Fuerzas Aéreas de Polonia y los situados en Estonia y Lituania, dejando algunos de ellos en bastante mal estado para cumplir su misión de coordinar la batalla aérea sobre sus países, quedando así gran parte de esa responsabilidad en manos de los dos E-3 que patrullaban los cielos polacos, uno situado a pocos kilómetros al sur de Varsovia, y otro en la frontera germano-polaca, cerca de Berlín, pero que ahora se retiraban hacia el oeste mientras luchaban por sus vidas.
Cuando el escuadrón de Oleg ya cruzaba los cielos lituanos, el controlador del A-50 informaba que los MiG-31 habían encontrado oposición aérea enemiga y que cazas de la OTAN estaban disparando sobre ellos. No dio más información hasta que pocos minutos después, comunicó el derribo de un E-3 enemigo sin especificar cual, pero Oleg pudo ver en su sistema de alerta radar que las emisiones del AWACS más cercano, el situado cerca de Varsovia, había desaparecido. Sin duda la combinación de los MiG-31 volando a alta cota, gran velocidad, con un poderoso radar y misiles de muy largo alcance R-37 disparados a más de 300 km, habían logrado derribar a uno de los valiosísimos aparatos enemigos. Pero de lo que no informó el controlador del A-50 fue que el costo de dicho derribo había sido muy alto, ya que, de los ocho cazas rusos, cuatro dirigidos contra cada E-3, solo habían regresado 2, los que habían tenido la oportunidad de derribar el E-3 situado más al sur. Los MiG que se dirigieron al AWACS más lejano, fueron derribados antes de poder lanzar sus misiles por dos Tifones alemanes que lo protegían y habían logrado interceptar a los rusos en su aproximación al blanco, mientras que los “Foxhound” que se dirigían hacia el del sur de Varsovia, uno fue abatido por dos F-16 polacos que patrullaban cerca del mismo, mientras que el otro fue destruido por un misil Patriot.
Pese a los daños sufridos por la OTAN en sus centros de mando y control, radares y AWACS, los dos F-16 y los dos Tifones que habían combatido a los MiG y que se habían quedado sin misiles de guiado radar, y a los que se habían unido cuatro Tifones germanos, dos F-22 norteamericanos y un EA-18G de guerra electrónica, que estaban en alerta y llegados desde sus bases en Alemania, fueron dirigidos correctamente por el E-3 contra los aparatos rusos que acababan de entrar en espacio aéreo polaco. Las baterías SAM de misiles Patriot tenían graves problemas para fijar los blancos debido a las interferencias de los equipos ECM y a los misiles antirradar que ya estaban disparando los Su-24 contra ellas, así que fueron los cazas aliados los que tenían la responsabilidad de parar a los rusos. Minutos antes, y tratando de aprovechar la confusión tras la pérdida momentánea de parte de la red C2 y de bastante cobertura radarica, el Mayor Sergun, como jefe de la formación de cazas de vanguardia, ordenó al escuadrón de Su-27 que se adelantasen unos 30 kilómetros y al Su-34 OECM y a los Su-24 con Kh-31, colocarse a medio camino entre sus cazas y el grupo de ataque, que seguía tras ellos a otros 40 kilómetros.
Sergun seguía de cerca los acontecimientos, mediante su radar, a través del A-50 que volaba tras ellos a una distancia prudencial y por la información que por la radio trasmitía el escuadrón avanzado. Pocos minutos después, los cazas occidentales convergían contra el escuadrón ruso de Su-27. El Mayor sabía que aquella táctica era algo cruel con sus compañeros que se llevarían la peor parte del ataque enemigo, mientras dejaba relativamente intacto su escuadrón para poder tomar cumplida venganza acto seguido, pero era necesario para enfrentarse a aquellos aviones tan avanzados que tenía el enemigo. Escuchó por radio como sus camaradas eran detectados por un radar Captor de los Tifones alemanes, mientras que ellos hacían lo propio poco después con hasta 8 contactos. De repente empezaron las advertencias por la radio, y los misiles enemigos comenzaron a volar. A unos 125 kilómetros, los Tifones lanzaron todos sus misiles Meteor contra los Su-27, mientras que estos trataban de acercarse y sobrevivir lo suficiente como para poder disparar sus misiles R-27 de largo alcance. Los misiles europeos tuvieron un elevado porcentaje de acierto, y seis de los cazas rusos fueron derribados, abatiendo en unos pocos segundos a la mitad del escuadrón. Pero estos ya habían logrado colocarse a distancia de disparo, y no tardaron en responder. Ahora eran los cazas alemanes y polacos los que trataban por todos los medios de evitar los misiles aire-aire, pero al final, dos aparatos, un Tifón y un F-16 fueron abatidos. El resto de cazas enemigos seguían acercándose para llegar a corta distancia y poder así disparar sus misiles Iris y Sidewinder. Ocho cazas de la OTAN se acercaban para combatir contra los seis Su-27 supervivientes. De repente, de la nada salió otra andanada de misiles que logró derribar a un par más de Sukhois.
Aquel fue el momento en que el Mayor Sergun decidió actuar. Guiado por el controlador del A-50, dirigió una escuadrilla con la mitad de su escuadrón, y bajo su mando, hacia la dirección de donde habían salido aquellos últimos misiles, mientras que la otra mitad reforzaba a los Su-27 para un combate más ventajoso de 10 aparatos rusos contra 8 enemigos. El Mayor manipuló los mandos de su moderno radar Irbis para ajustar el haz y el alcance de su emisión, tratando de sobrepasar las ECM del EA-18G, pero antes de que pudiera localizar nada, las luces de su alertador de amenazas se encendieron intermitentemente. Parecía que un radar, que el sistema identificaba como un AN/APG-77 de un F-22 norteamericano, acababa de iluminarlo, para acto seguido, ver en la pantalla como dos misiles AMRAAM volaban hacia él con aviesas intenciones.
- ¡Misiles enemigos! ¡Misiles enemigos desde el sureste! – gritó otro de los pilotos de la escuadrilla de Sergún hacia el que también se dirigían otro misil.
- ¡Romped, romped! - ordenó el Mayor mientras maniobraba tratando de despistar a los misiles enemigos.
Movió con destreza y seguridad sus palancas de mando y potencia, en una serie de movimientos bien aprendidos y practicados durante años para evitar los misiles enemigos, que le hicieron soportar un elevado número de fuerzas G, mientras su traje se inflaba y seguía permitiendo el envío de sangre a su cerebro para no perder la consciencia. Al final, en una combinación de dichas maniobras defensivas, de contramedidas electrónicas a plena potencia (ECM), tanto del propio Su-35 como las OECM del Su-34 que volaba unos kilómetros por detrás, y lanzamiento de tiras de chaffs, lograron confundir a los dos AMRAAMs, y Sergún pudo volver a respirar tras nivelar su avión con el morro apuntando en la dirección desde donde había sido atacado. Pero el otro piloto al que perseguían los misiles no tuvo tanta suerte, y acabó muriendo en una gran explosión producida por el combustible de su caza al ser alcanzado por el misil. Oleg, contuvo la rabia al ver caer la bola de fuego en que se había convertido su compañero, y mantuvo la frialdad para seguir actuando profesionalmente. Volvió a concentrarse en encontrar a los responsables de aquello, y de repente, a unos 75 kilómetros detecto cuatro trazas que un momento antes no estaban allí.
-Tengo cuatro objetivos en el radar. Quince grados a la izquierda. 72 kilómetros de distancia, mil metros por debajo – informó por radio al resto de su escuadrilla y al A-50.
-Recibido – fueron contestando los 4 pilotos restantes de su escuadrilla.
-Tengo blocado a uno de ellos. Disparo – anunció el joven capitán Aleksandr Solomatin, punto y amigo personal del Mayor.
-Fuego sobre el enemigo cuando tengan capacidad de tiro – ordenó Sergun al resto de pilotos, mientras el mismo trataba de fijar un blanco y disparar. Al final lo consiguió, apretó el botón del lanzamiento de armas de su palanca de mando dos veces, y acto seguido dos misiles R-77 de guiado activo salieron despedidos de sus rieles.
Pero el enemigo no se estuvo de brazos cruzados, y lanzó más misiles sobre la escuadrilla rusa.
- ¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Misiles enemigos en el aire! – gritó de nuevo uno de los pilotos rusos.
- ¡Evadan los misiles y cierren distancia! ¡Vamos a cazar a esos malnacidos de una vez! – aullaba por la radio Sergun, mientras comprobaba que ninguno de los misiles estaba dirigido contra él.
Volvieron las macabras maniobras de los cazas tratando de evitar las armas enemigas, y esta vez, todos los misiles americanos y los del Capitán Solomatin fallaron sus objetivos, pero los R-77 de Oleg lograron derribar a un Raptor. Era la primera victoria aérea en toda la carrera del veterano piloto, y lo hacía contra el mejor avión de caza que el enemigo podía oponerle. Una repentina sensación de euforia lo embargo, pero se repuso inmediatamente, tratando de no perder el control y cometer errores que le podían costar la vida. En total no había pasado de un minuto todo aquel encuentro, pero a él le había parecido una eternidad, y sentía el sudor correr por su espalda.
Ahora los radares Irbis de la escuadrilla del Mayor ya solo detectaban a un F-22 que se retiraba a toda velocidad, y que hacía casi imposible que volviese a entrar dentro de la zona de impacto de los R-77, así que el Mayor ordenó al resto de su escuadrilla que giraran para dirigirse hacia donde seguían luchando los demás cazas contra los aparatos enemigos en lo que desde la distancia parecía un extraño y gran ovillo, con estelas de condensación de los aviones, y de humo de los misiles, girando en extrañas y caprichosas formas, buscándose unas a otras. Pudo ver una explosión, pero no supo que fue uno de sus Su-35 abatidos hasta que lo anunciaron por la radio. Respirando profundo otra vez, y manipuló los instrumentos de sus mandos de control para seleccionar el misil R-73 en su panel de armamento, mientras su radar en combinación con el sensor infrarrojo de su aparato, trataban de identificar un blanco para los misiles.
Antes de que eso sucediera, otra explosión centró su atención, y esta vez sí pudo sonreír, ya que vio con claridad que aquel avión solo tenía una deriva y él sabía que todos sus cazas tenían doble deriva, así que debía ser con absoluta certeza, un aparato enemigo. Animado de nuevo, logró identificar a un avión enemigo que se apartaba ligeramente del “ovillo”, y tras blocarlo con el radar, el sistema trataba de ofrecerle en el visor de su casco los mejores parámetros de tiro. El caza de la OTAN, un Tifón alemán, se dio por aludido y comenzó a maniobrar violentamente tratando de evitar al caza ruso y colocarse a su vez en posición de disparo. Pero la inicial posición ventajosa del Su-35 y las posibilidades de disparar “fuera de límites” del conjunto entre su casco Shchel-3UM y el misil R-73, le permitió a Oleg lanzar un misil infrarrojo primero. Misil que ya no perdería el objetivo, y que con obstinada persistencia siguió hasta que la espoleta de proximidad hizo detonar el misil cerca de las toberas del Tifón, causándole graves daños, y haciendo que comenzara a descender en picado, dejando tras de sí una oscura cortina de humo. Instantes después, Oleg observó un paracaídas. Con relativa indiferencia ante aquel hecho, y más animado por lo que era su segunda victoria en aquella misión. maniobró de nuevo su caza para unirse al combate. Pero de repente, el cielo parecía relativamente despejado. Miró a uno y otro lado, tratando de ver en la oscuridad y entre las nubes que ahora comenzaban a cubrir el cielo, para localizar más aparatos enemigos, pero no pudo ver más que un par de cazas de doble deriva que se retiraban hacia el noreste. El Mayor iba a bramar por radio por la retirada no autorizada de aquellos pilotos, cuando escucho las instrucciones del controlador del AWACS ruso que ordenaban regresan a sus bases a los dos escuadrones de caza. Un tanto confuso ante las ordenes, habló con el A-50, y este le confirmó la orden de regreso. Mientras ellos luchaban con los cazas enemigos, los Su-34 de ataque se habían colado entre las defensas enemigas y estaban atacando sus objetivos bajo la cobertura del tercer escuadrón de cazas. Así que, ante las pérdidas sufridas por los escuadrones que comandaba Sergun – 9 Su-27 y 4 Su-35 según supo después - y el escaso número de misiles que les quedaban a la mayoría de aparatos, el comandante de la misión desde el A-50, ordenó el regreso cuando se hizo patente que los cazas enemigos, comenzaban a hacer lo propio.
Durante el viaje de regreso, los cazas rusos se reunieron de nuevo y formaron una sola formación de 11 aparatos, con unos pocos Su-24 que habían gastado ya sus misiles marchando por delante de ellos. Sobrevolaron los cielos de las repúblicas bálticas sin mayor contratiempo, ya que los cazas enemigos habían sido destruidos en el aire o en tierra, y sin cobertura radar y a la altura que volaban, estaban fuera del alcance de los pocos misiles antiaéreos que las Fuerzas Armadas de esos países podían lanzarles. Cuando finalmente y con los primeros rayos de sol, tomaron tierra y se reunieron los pilotos rusos, estos tenían una mezcla de emociones. Por un lado estaban contentos por haber logrado cumplir con su misión y derribar 6 cazas enemigos, incluido uno de sus “invencibles” F-22, 3 Tifones y dos F-16 pero, por otro lado, habían perdido 13 cazas propios, con la muerte confirmada de al menos 5 pilotos y solo dos paracaídas observados, el resto estaban desaparecidos mientras no se demostrara otra cosa. Pero en el mejor de los casos, y con casi toda seguridad, serían prisioneros del enemigo durante una buena temporada.
Más tarde, cuando terminaron de desayunar algo, y durante la reunión post-misión, el Coronel al mando de la base aérea les informó que el grupo de ataque había logrado un gran éxito contra sus objetivos, y así, varias baterías de misiles enemigas habían sido alcanzadas, numerosos puentes sobre los ríos más importantes de Polonia habían sido destruidos o gravemente dañados, lo que complicaría y retrasaría el envió de fuerzas terrestres enemigas a los países bálticos, y por último también había sido puesto fuera de juego el sistema de defensa antimisil que la OTAN, su famoso y polémico “escudo antimisiles”, y que estaba a punto de entrar en funcionamiento en Redzikowo. Al menos, los pilotos de caza sintieron que sus pérdidas no habían sido en vano, pero Oleg pensó para sí, que, si querían seguir teniendo éxito en próximas misiones, tendrían que ajustar sus tácticas, ya que no podían seguir permitiéndose ese número de bajas entre sus filas. Finalmente, tras la reunión, se permitieron un par de horas de sueño para estar en condiciones para la misión que les esperaba por la tarde y que ya estaba planeada. Y es que la recién comenzada guerra, no iba a detenerse porque ellos estuvieran cansados. Ahora el conflicto tenía inercia propia e iba a consumir miles y miles de vidas, y las de aquellos pilotos no habían sido las primeras, y tampoco serían las últimas.
24 de enero 2018. 13:32 hora local. Cerca de los estrechos daneses, bajo el mar…
La paciencia era posiblemente la mejor de las virtudes para un submarinista, y Andrey Karasev, comandante del submarino convencional B-806 Dmitrov, del proyecto 877EKM, conocido en Occidente como clase Kilo, tenía de sobra. Era un hombre paciente y metódico, y al mando de un silencioso submarino, en aquellas aguas confinadas, dichas virtudes lo hacían más peligroso todavía. Karasev, alto para ser submarinista, bien parecido y algo arrogante, parecía muy joven para ser comandante de un submarino, pero su pericia profesional y liderazgo, además de unos buenos contactos familiares, ya que su tío era un alto mando de la Armada rusa que servía en el Cuartel General de Moscú, siempre le habían facilitado su carrera, y le habían allanado ahora el camino hasta su primer destino como comandante de submarino a la edad de apenas 33 años.
Karasev llevaba al mando del “Dmitrov” apenas unos pocos meses, tras la vuelta al servicio activo del submarino que había sido sometido a un extenso programa de mantenimiento y a uno más discreto de modernización, para que pudiera operar durante unos años más. El Comandante había podido escoger a algunos miembros de su tripulación, entre ellos, a su segundo, el Capitán de Tercera clase Dmitry Chayko, otro joven y brillante oficial del arma submarina. Ambos formaban un buen equipo desde los tiempos de la academia naval y Karasev no tuvo dudas al escogerlo para el puesto. Ahora había llegado la hora de demostrar que su tío no se equivocaba con él y que la Patria estaría bien defendida con su mando de aquel submarino.
-Capitán, tenemos a la flota enemiga. Marcación 0-8-0, distancia 12.900 metros, rumbo 3-2-5, velocidad 14 nudos. ¿Seguimos ocultos? – quiso saber el oficial táctico del “Dmitrov”
-Si…será mejor no relevar nuestra posición, una aproximación carece de sentido en las circunstancias actuales. Van directos a nuestras minas, y todavía los cazaminas daneses no las han localizado. Con un poco de suerte alguna de ellas tendrán un buen blanco. Mantenga profundidad y sigamos a 3 nudos. Cambie a rumbo 1-1-5. – ordenó mientras Chayko asentía con la cabeza al otro lado de la mesa de mapas.
-A la orden.
Karasev sabía que podía ser tildado de poco agresivo, incluso de cobarde una vez se supiera su decisión por sus superiores, sobre todo si las minas no lograban nada, pero con una carga de batería muy baja, de apenas el 30%, no podía intentar un ataque contra un grupo de cuatro buques dotados con helicópteros antisubmarinos, y además en las cercanías de la costa danesas, donde varios buques antisubmarinos, aviones de patrulla y más helicópteros, lo buscaban a él y a su submarino mellizo el “Vyborg”, que también navegaba por aquellas aguas minando los accesos a los estrechos daneses, este entre Dinamarca y Alemania, mientras que ellos lo habían hecho entre Dinamarca y Suecia. Ahora era el momento de salir de allí y no tentar más a la suerte, no tenía ninguna simpatía por los “kamikazes”. De todas maneras, aquel grupo naval enemigo no era una amenaza inmediata para la flota rusa del Báltico, ya que según le habían informado un poco antes en una comunicación por satélite, dos de sus buques habían sido hundidos y el resto se retiraba tras una gran batalla aeronaval.
- ¿Qué vamos a hacer ahora Andrey? – le preguntó su segundo al mando con cierta familiaridad.
-Vamos a retirarnos hasta cerca de las costas de Kaliningrado y patrullaremos la zona durante unos días más. Luego esperaremos órdenes del Cuartel General.
-Con la carga de torpedos que llevamos, no podremos combatir demasiado tiempo.
-Lo sé – dijo el Capitán del buque, que al haber tenido que cargar con 8 minas, el número de torpedos en sus pañoles se había visto reducido en un tercio y solo tenían 8 torpedos tipo 53-65 antibuque y otros 4 TEST-71M antisubmarinos. – No es demasiado, pero podremos mandar al fondo del mar a algunos enemigos antes de regresar a rearmarnos.
Ambos amigos estuvieron de acuerdo, y siguieron estudiando los mapas batimétricos de la zona por la que navegaban. Poco después, y desde la lejanía, en el sonar del “Dmitrov” se escuchó una detonación cerca de donde habían dejado sus minas de profundidad MDM-6, y aunque Karasev y Chayko no lo pudieron saber entonces, el destructor de su Graciosa Majestad D34 “Diamond” acababa de saltar por los aires al detonar la tonelada de explosivos de la mina a escasos metros bajo su casco. Poco después el mando de la JTF-18 volvía a cambiar de buque, recayendo esta vez sobre el Capitán de Fragata Rafael Martín Palacios, a bordo de la F-103 “Blas de Lezo”. La pérdida del destructor británico iba a marcar fuertemente la estrategia naval en el Báltico de la OTAN en los siguientes días y semanas, ya que la amenaza de las minas y de submarinos como el “Dmitrov”, limitaban todavía más la capacidad de maniobra e intervención en ese mar para las fuerzas navales de la OTAN.
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Expreso Báltico
24 de enero 2018. 18:12 hora local. Cuartel General del Cuerpo Multinacional Nordeste de la OTAN, Szczecin, Polonia.
Hacía poco que los bomberos habían logrado extinguir los incendios que se habían cebado con buena parte del complejo del Cuartel General del Cuerpo Multinacional Nordeste de la OTAN en Szczecin (MNC NE por sus siglas en inglés), pero las columnas de humo todavía eran visibles desde varios kilómetros a la redonda. Que aquel cuartel militar estuviera situado en medio de un barrio residencial a las afueras de la ciudad polaca, no había sido impedimento para que la fuerza aérea rusa lanzase contra él aquella misma mañana tres misiles de crucero. Dos de aquellos proyectiles llevaban cabezas de guerra de alto explosivo y provocaron graves daños en varios edificios del cuartel, pero uno de ellos que portaba submuniciones, y pese a la gran precisión de aquellas armas, cayó algo más lejos de su objetivo y acabo dañando varios edificios residenciales aledaños a las instalaciones militares, provocando más de un centenar de bajas civiles.
A pesar de todo, dentro del Cuartel General del MNC NE la actividad seguía, tratando de sobreponerse a las dificultades. En una sala subterránea, y protegida por grueso hormigón, el centro de mando era un hervidero de actividad. Y no era para menos, ya que, desde hacía apenas 12 horas, las fuerzas armadas rusas habían lanzado una ofensiva por tierra, mar y aire contra Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, además de las fuerzas navales de la OTAN en el mar Báltico. El Comandante en Jefe de las Fuerzas de la OTAN en Europa, el SACEUR, había ordenado al MNC NE tomar la responsabilidad de comandar las fuerzas de la Alianza en aquel Teatro de Operaciones y el nuevo responsable del Cuerpo era el General danés Henrik Knudsen, hasta aquella misma mañana segundo al mando del mismo, ascendido a su jefatura tras las graves heridas provocadas por el ataque de los misiles rusos al General alemán que ostentaba el mando. Knudsen debía responder tan pronto como pudiera ante una situación así, daba igual si en el exterior las llamas habían campado a sus anchas durante casi todo el día y los bomberos no paraban de luchar para extinguirlas lo antes posible. Había comenzado una guerra y no había tiempo para lamentaciones. Mientras hubiera personal disponible y las comunicaciones siguieran funcionando, aunque fuera de forma precaria, la responsabilidad del General Knudsen era la de poner a las fuerzas que iban a estar bajo su mando en pie de guerra y plantar cara al enemigo…aunque eso era más bien bastante difícil por el momento.
Knudsen, un recio militar de tez clara y rasurada barba, a sus 56 años de edad era un experto en tanques e infantería mecanizada, con experiencia internacional en los Balcanes, buenos contactos en el ejército norteamericano y mando sobre tropas, desde secciones a brigadas, y desde hacía poco más de dos meses el segundo al mando del MNC NE, tras sustituir al General polaco Krol. No llevaba demasiado tiempo en su puesto, pero era un hombre enérgico y en poco tiempo se había puesto al día de sus deberes y obligaciones, aunque con la tarea que ahora se le encomendaba, una enorme responsabilidad recaía también sobre sus hombros. Y de su éxito o fracaso, dependerían una gran cantidad de vidas, por no hablar del futuro de varios países y de la mismísima Alianza Atlántica.
En aquel momento, Knudsen, junto a su Jefe de Estado Mayor, el General alemán Hans Vollmer, que también desde aquella misma mañana compaginaba su cargo con el de segundo al mando, se encontraban en una reunión con sus oficiales de Estado Mayor, en especial con los de inteligencia, operaciones, logística, comunicaciones y apoyo aéreo. En la sala de situación, los oficiales y sus ayudantes se aprestaron a presentar los datos de los que disponían para tratar de poner un poco de orden en todo aquello y tomar algunas decisiones. El General Knudsen inició la reunión.
-Bien señores, todos sabemos por qué estamos aquí, así que no perdamos más tiempo. Anatol ¿tenemos ya comunicaciones? – preguntó al oficial polaco responsable.
-Más o menos. Hemos puesto en servicio buena parte de los sistemas auxiliares y ahora tenemos algo semejante a un buen sistema de comunicaciones, pero todavía no está completo. De momento tenemos contacto sólido con SACEUR en Mons y con el Mando de Fuerzas Aliadas en Brunssum, y algo más precario con el Mando Aéreo en Ramstein. Con los mandos polacos todavía nada, parece que les han dado bien duro, pero seguimos con ello.
-Está bien, seguid trabajando en ello, no podemos estar incomunicados por mucho más tiempo si queremos ser efectivos.
-Hacemos todo lo que podemos, General – dijo algo agobiado el oficial.
-De acuerdo. Avancemos, Manfred – señaló al responsable de inteligencia – ¿que nos puedes contar en estos momentos?
-Pues ya tenemos algo más de información gracias al personal del SHAPE (Cuartel General Supremo Aliado en Europa). Huelga decir que esta madrugada, los rusos han lanzado operaciones ofensivas contra la OTAN en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia. Parece que lo han llamado “Operación Expreso Báltico”. Según ellos, y cito textualmente de su comunicado de prensa, porque es algo extenso: “En el día de hoy, y como respuesta a las criminales acciones de la OTAN contra territorio soberano de la Federación Rusa, así como para proteger los derechos y las vidas de la población de ascendencia rusa y ruso parlante que viven en Estonia, Letonia y Lituania, de la agresión de sus propios gobiernos, las Fuerzas Armadas rusas se han visto obligadas a iniciar operaciones de combate limitadas para tomar justa represalia, así como para garantizar la seguridad de la población de origen ruso en dichos estados. No obstante, dicha acción no es un ataque contra todos los estados de la OTAN, sino contra aquellos que han atentado contra el sagrado suelo ruso y contra la población rusa que vive fuera de sus fronteras. Rusia no desea una confrontación a gran escala, y una vez concluya sus operaciones en las Repúblicas Bálticas, restaurando la democracia y los derechos de todos los ciudadanos de dichos estados, y en cuanto se den las circunstancias necesarias, las tropas rusas regresaran a sus cuarteles. Sin embargo, ante la posibilidad de que la OTAN siga con su escalada militarista y se oponga por la fuerza a nuestra operación de restablecer la democracia en las Repúblicas Bálticas, la Federación Rusa se reserva el derecho para tomar las medidas oportunas, que podrían no atenerse a una operación limitada como la que está en marcha.”
-Así, sin despeinarse ni nada – comentó en tono despectivo el General Vollmer.
-Dejando atrás la propaganda, ¿qué están haciendo los rusos? – dijo impaciente Knudsen.
-Han “abierto fuego” con un ciberataque a varias infraestructuras críticas de los países bálticos, como subsistemas de la red eléctrica, de gestión de tráfico aéreo y terrestre, además de dejar sus emisoras de televisión en negro y sus redes de telefonía e internet mudas. En el aspecto militar más tradicional, una de sus primeras acciones ha sido atacar a nuestras fuerzas navales en el Mar Báltico. Nuestra fuerza de cazaminas ha sufrido un duro castigo y tenemos varios buques hundidos, pero al menos, justo ayer, unos P-3 alemanes lograron minar de forma defensiva varios puntos de las costas estonias y letonas susceptibles de ser puntos de desembarco anfibios para los rusos, y parece que ello ha tenido consecuencias para sus operaciones, pero sobre esto volveré más tarde. Por otro lado, la flota de superficie rusa, con apoyo de baterías costeras de misiles, cazabombarderos y bombarderos pesados, han atacado a la flota polaca y a la agrupación naval permanente de la OTAN con muy malos resultados para nosotros. Dos fragatas polacas, una holandesa y un destructor norteamericano has sido hundidos, pese a una gran defensa por su parte, y de camino a la base naval de Wilhelmshaven, un destructor británico se ha ido a pique por la acción de una mina…ya se podrán imaginar el lio que hay ahora mismo en la navegación por esos estrechos. En definitiva, muy malas noticias, que solo se ven mejoradas en algo por que los polacos han conseguido hundir el grupo naval principal enemigo, mandando al infierno a dos destructores y cinco corbetas. Ahora solo tenemos algunas corbetas y patrulleros propios, además de unos pocos submarinos convencionales en aguas del Báltico, y tardaremos unos cuantos días en volver a tener un grupo naval potente allí, ya que el Grupo de Combate del portaviones “Truman” no tienen pensado adentrarse en esas aguas.
-Y con razón, visto lo visto – apostilló el oficial de operaciones.
-De momento en el Báltico hemos quedado en tablas y la lucha va a ser sobre todo submarina.
- ¿Y cómo nos ha afectado su ofensiva aérea? – preguntó el jefe del Estado Mayor.
-Pues bastante, como ya hemos podido ver aquí. En el plano estratégico han lanzado un ataque masivo con cazabombarderos, misiles aéreos de crucero y superficie-superficie. Sus objetivos han sido principalmente bases aéreas en los estados bálticos y Polonia, aunque las bases aéreas en Estonia y Lituania, han sufrido muy poco daño, y quizás eso nos adelante que quieran operarlas tras su ocupación, no así con las bases polacas o lituanas, lo que parece también indicar que con las bases en Kaliningrado tienen suficiente, y que, a tenor de lo dicho en su comunicado de prensa, no piensan internarse en Polonia. Los centros de mando y control, como este y otros, han sido sus objetivos primarios, así como los nudos de comunicación, como puentes o nudos ferroviarios, además de baterías de misiles SAM y el sistema de defensa antimisiles balísticos de Redzikowo. En el plano táctico, sus aviones y helicópteros de ataque se están cebando con las tropas de tierra en Estonia y Letonia.
- ¿Bajas?
-Parece que han conseguido buena parte de sus objetivos, pero todavía no puedo ofrecerle datos concretos, aunque al menos diría que han sufrido bastantes bajas entre sus aviones de caza y ataque. Podría ser, que hayan tenido el doble que las nuestras en el aire, aunque esa proporción se equilibra un poco más si contamos nuestras perdidas en las bases aéreas, sobre todo en las polacas.
- ¿Podemos contar con esas bases aéreas?
-Por el momento no, han sido muy castigadas, pero están trabajando en recuperar al menos las de los F-16 en Poznan y en Lask. Quizás en 24 horas o menos vuelvan a estar operativas. El resto tardarán algo más. Mientras los aviones de combate polacos están atrapados en esas bases.
- ¿Y qué hay del resto de fuerzas?
-Los cazas que operaban bajo la misión de la policía aérea del Báltico en Estonia y Lituania han sido destruidos, pero las bases en Alemania o Dinamarca no han sido atacadas. Suponemos que es el intento de los rusos por contener el conflicto y crear división entre los países miembros.
-Pues van muy equivocados si piensan que nos vamos a dividir ante una agresión así – dijo en voz alta Anatol, teniendo claro que su gobierno no iba a echarse atrás, siempre y cuando tuviera el apoyo de los gobiernos importantes de la alianza. Desgraciadamente, en las semanas y días previos al ataque ruso, durante la crisis de Narva, algunos miembros de la OTAN habían mostrado muy poco interés por el conflicto y por mostrar su decidido apoyo al gobierno estonio, lo que hacía presagiar que incluso en aquellas circunstancias, la unión de la alianza sería un tema delicado.
-Esperemos que nuestros políticos estén a la altura – dijo el General Vollmer, sabiendo que a aquella misma hora estaba reunido en Bruselas en sesión de emergencia el Consejo Atlántico, para tomar decisiones difíciles.
-Por lo demás, esperamos que en breve comiencen a llegar refuerzos de la USAF a Europa, quizás mañana lleguen los primeros escuadrones. Además, otros países de la alianza están pensando en enviar contingentes aéreos, esperemos que no tarden demasiado.
-De acuerdo, ¿y como van las cosas en tierra?
-Las fuerzas rusas del 6ª Ejército entraron esta mañana en Estonia a través de su frontera común, produciéndose una feroz lucha en Narva, mientras por el sur avanzan a buen ritmo. Y lo que parece al menos un regimiento de paracaidistas, ha sido aerotransportada por aviones y helicópteros a un punto al oeste de Tallin, cerca de la costa. Y aquí es donde recuerdo lo del minado de las costas estonias, ya que parece que la brigada de infantería naval rusa que debía haber desembarcado en esa zona, una playa a unos 15 km al oeste de la capital, no ha podido hacerlo por la presencia de las minas. En estos momentos sus buques cazaminas están abriendo un paso, que permita su desembarco y unirse a los paracaidistas.
- ¿Y estamos haciendo algo para impedírselo?
-De momento nada. Están muy al este, y bajo la cobertura de los cazas y sistemas antiaéreos enemigos. No parece que SACEUR quiera arriesgarse a un ataque aéreo tan peligroso. Y nuestros submarinos están demasiado lejos como para llegar a tiempo.
-Maldita sea… ¿y las tropas estonias…y la brigada de la 82º Aerotransportada norteamericana que llegó ayer a Tallin?
-De momento el gobierno estonio a pedido a SACEUR que deje en Tallin para la defensa de la capital, tanto a los paracaidistas como a la 3º Brigada estonia y algunos reservistas. Son una buena fuerza para defender la ciudad, pero deben temer que salgan de la capital y se empantanen en una lucha contra los rusos al oeste de la ciudad y mientras esta quede desprotegida para otro asalto aerotransportado o para las fuerzas rusas que lleguen desde el este. SACEUR ha accedido a ello. – El Coronel Manfred se acercó al mapa que ocupaba toda una pared de la sala y siguió explicándose. – En general, esperamos que las fuerzas estonias en el resto del país puedan aguantar de 24 a 48 horas, después es muy posible que tengan que capitular ante la mayor potencia de fuego y capacidad de maniobra de los rusos. De hecho, la 4ª Brigada de su ejército y muchos reservistas están dispersándose por los bosques pensando ya en la resistencia ante la ocupación enemiga.
- ¿Y qué hacen los rusos en Letonia?
-Están empujando con una potente fuerza mecanizada en dos ejes. Uno en dirección a la capital, y otro en dirección a la frontera lituana, este último con muy poca oposición, y que a estas horas es posible que incluso ya hayan cruzado la frontera con ese país. Pensamos que ese ataque tiene el objetivo de invadir y ocupar toda Lituania. Respecto a los letones, su brigada regular está tratando de retrasar a los rusos a lo largo de la carretera que los lleva hacia Riga, mientras que otra brigada de reservistas se prepara para la defensa de la capital, pero el resto de fuerzas se están preparando para la lucha de guerrillas que esperan para los próximos días y semanas como poco.
- ¿A qué fuerzas nos enfrentamos? – preguntó Vollmer.
-En Estonia, el 6º Ejército ruso parece que está utilizando a sus Brigadas motorizadas 25ª y 128º, además de una división paracaidista sin identificar, la 336ª Brigada de infantería naval, la 2ª Brigada Spetsnatz y al menos una brigada de artillería, además de unidades antiaéreas y de helicópteros de ataque con base en Pskov. En Letonia, los rusos parece que están utilizando el grueso del 1ª Ejercito de Tanques de la Guardia, la unidad de élite mecanizada del Distrito Militar del Oeste. Hemos detectado a la 2ª División Motorizada y a la 27ª Brigada Motorizada en dirección a Riga, mientras que la 4ª División de Tanques y la 6ª Brigada de Tanques se dirigen hacia Lituania. Además hay elementos de Spetsnatz, y unidades de artillería y SAM,s que los acompañan en ambos ejes, e informes sin confirmar, dicen que tras las fuerzas que se dirigen a Lituania, marchan vehículos BMD-2 y BMD-3 utilizados por los paracaidistas rusos.
-Desde luego es una invasión a gran escala. Están empleando prácticamente todos los recursos del Distrito Militar Oeste, excepto su 20º Ejercito – dijo Knudsen.
-General, es posible que parte de las fuerzas de ese Ejército ruso estén en alerta o trasladándose al Teatro de Operaciones, según otros informes. Puede que formen su segundo escalón, tras la oleada inicial.
-Es posible, si dejan congelado en conflicto en Ucrania o lo dejan totalmente a cargo del 8º Ejército, es lo más lógico.
-Sea como fuere, es evidente que nuestros aliados bálticos no van a poder resistir mucho, como dije anteriormente, de 24 a 48 horas a partir de este momento, y eso siendo optimistas – concluyo el Coronel Manfred mientras tomaba asiento de nuevo.
-Estoy de acuerdo. Ahora vamos a centrarnos en lo que podemos hacer nosotros. ¿Cómo va nuestra movilización Coronel Barden? – preguntó al oficial de operaciones de su Estado Mayor.
El menudo Coronel norteamericano Jason Barden repartió unos folios a los presentes con información sobre el despliegue del MNC NE, mientras se ajustaba las gafas y comenzaba a hablar.
-General… caballeros - dijo en tono educado y solemne – sobre el estado en que opera este Cuartel General, no hace falta que les diga nada más, ya lo ven ustedes mismos. Esperamos recuperar nuestra capacidad de mando efectiva, o algo parecido esta noche, quizás mañana por la mañana. Respecto a las fuerzas que SACEUR nos ha asignado, comentarles que ya hay desplegados aquí en Polonia, cerca de Suwalki, a escasa distancia de la frontera con Lituania, dos tercios de la Brigada “Punta de Lanza”, la VJTF de la OTAN, y esperamos que este completa mañana por la mañana y operativa a media noche. Respecto al 2º Regimiento de Caballería estadounidense, se dirige en estos momentos a la misma zona y llegara también mañana a medio día. La 1ª Brigada de la 1ª División de Caballería norteamericana está reuniendo todas sus fuerzas cerca de Zagan, y mañana saldrán hacia la frontera lituana.
- ¿Y las fuerzas polacas?
-De momento SACEUR solo nos ha asignado la 16ª División Mecanizada. Todas sus brigadas, excepto la 1ª Acorazada que sigue acantonada en Varsovia por si acaso a los rusos se le ocurre alguna locura, están ocupando sus posiciones defensivas para tiempo de guerra en la frontera con Kaliningrado. Ahí tenemos una sólida defensa, ya que los rusos solo mantienen en ese enclave un par de Brigadas motorizadas. “Off the record” también me han comentado que es posible que pongan a nuestra disposición la 34ª Brigada de Caballería Acorazada polaca, que gracias a la alerta de hace unos días y a la orden de trasladarla hacia el este, está ya cerca de Suwalki la mitad de la misma, además de la 20ª Brigada de Infantería Acorazada británica y quizás, alguna Brigada adicional alemana. Por otro lado, también nos han informado que alguna Brigada de la 12ª División Mecanizada polaca, se va a desplegar cerca de la frontera con Bielorrusia junto a la 21ª Brigada de Fusileros. Espero tener más información en breve, ya les mantendré al corriente.
- ¿Hay algún indicio que los rusos estén utilizando ese país para atacarnos a través de él?
-Parece que no, y Minsk ha dicho que se mantiene neutral en este conflicto, pese a que muestras sus simpatías con la causa de la población rusa en los países bálticos.
-Pues – interrumpió el Coronel Manfred – tenemos información de emisiones de radar de un AWACS ruso desde los cielos bielorrusos, así que tendremos que vigilarlos igualmente.
-Así es. Y por eso, los polacos están trasladando fuerzas en estos momentos a esas posiciones.
-Parece que va a haber mucho tráfico de oeste a este en las próximas horas y días… - comentó el General Vollmer – y los daños en los puentes y las vías férreas, seguramente hará que la llegada de esas tropas se retrase más todavía…no vamos a poder hacer nada por ayudarlos…
-En todo caso, con la Brigada “Punta de Lanza” y el 2º Regimiento de Caballería norteamericano, quiero que tengas preparado algún plan de contingencia para ayudar a los lituanos llegado el caso – ordenó al Coronel Barden el Comandante del Cuerpo, aunque no le gustaba nada una intervención con tan escasa fuerzas ante una poderosa fuerza de tanques enemiga.
-Así lo hare General. Está noche tendré un borrador del mismo.
-Ahora quiero que iniciemos los preparativos para trasladar el Cuartel General Avanzado a algún punto entre Varsovia y la frontera lituana, adecuado para ejercer el control de nuestras fuerzas, y debe ser lo antes posible ¿entendido?
-Perfectamente. Buscaremos el mejor sitio y creo que mañana por la tarde o por la noche a más tardar podremos tener ese Cuartel General Avanzado montado, y operativo solo unas horas después.
-Excelente…bien, creo que por el momento es suficiente. Todos tenemos mucho trabajo que hacer y ahora que estamos al día de casi todo y sabemos cómo hacerlo, pongámonos a ello. Dependiendo de cómo evolucione la situación, convocaré otra reunión esta medianoche. Gracias por su ayuda a todos.
Y levantándose, los altos oficiales y sus ayudantes fueron abandonando la sala de situación comentando cosas entre ellos mientras se dirigían a sus puestos. El General Vollmer se quedó un momento para hablar con su superior.
- ¿Quieres que yo controle el Cuartel General Avanzado? – le preguntó.
-No, tú te quedarás aquí. Todavía eres jefe del Estado Mayor, y necesito a alguien de tu valía en este puesto coordinando todo esto y por si a mí me sucede algo. Iré yo, me apetece dar una vuelta por el campo… - dijo permitiéndose una ligera sonrisa.
Los dos generales salieron y siguieron con sus obligaciones, que consistían sobre todo en tener el MNC NE puesto a punto cuanto antes, para cumplir la misión que les había asignado SACEUR y que posiblemente fuera la de mayor responsabilidad de un mando de la OTAN desde su creación. Iban a ser días muy difíciles para ambos hombres.
Hacía poco que los bomberos habían logrado extinguir los incendios que se habían cebado con buena parte del complejo del Cuartel General del Cuerpo Multinacional Nordeste de la OTAN en Szczecin (MNC NE por sus siglas en inglés), pero las columnas de humo todavía eran visibles desde varios kilómetros a la redonda. Que aquel cuartel militar estuviera situado en medio de un barrio residencial a las afueras de la ciudad polaca, no había sido impedimento para que la fuerza aérea rusa lanzase contra él aquella misma mañana tres misiles de crucero. Dos de aquellos proyectiles llevaban cabezas de guerra de alto explosivo y provocaron graves daños en varios edificios del cuartel, pero uno de ellos que portaba submuniciones, y pese a la gran precisión de aquellas armas, cayó algo más lejos de su objetivo y acabo dañando varios edificios residenciales aledaños a las instalaciones militares, provocando más de un centenar de bajas civiles.
A pesar de todo, dentro del Cuartel General del MNC NE la actividad seguía, tratando de sobreponerse a las dificultades. En una sala subterránea, y protegida por grueso hormigón, el centro de mando era un hervidero de actividad. Y no era para menos, ya que, desde hacía apenas 12 horas, las fuerzas armadas rusas habían lanzado una ofensiva por tierra, mar y aire contra Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, además de las fuerzas navales de la OTAN en el mar Báltico. El Comandante en Jefe de las Fuerzas de la OTAN en Europa, el SACEUR, había ordenado al MNC NE tomar la responsabilidad de comandar las fuerzas de la Alianza en aquel Teatro de Operaciones y el nuevo responsable del Cuerpo era el General danés Henrik Knudsen, hasta aquella misma mañana segundo al mando del mismo, ascendido a su jefatura tras las graves heridas provocadas por el ataque de los misiles rusos al General alemán que ostentaba el mando. Knudsen debía responder tan pronto como pudiera ante una situación así, daba igual si en el exterior las llamas habían campado a sus anchas durante casi todo el día y los bomberos no paraban de luchar para extinguirlas lo antes posible. Había comenzado una guerra y no había tiempo para lamentaciones. Mientras hubiera personal disponible y las comunicaciones siguieran funcionando, aunque fuera de forma precaria, la responsabilidad del General Knudsen era la de poner a las fuerzas que iban a estar bajo su mando en pie de guerra y plantar cara al enemigo…aunque eso era más bien bastante difícil por el momento.
Knudsen, un recio militar de tez clara y rasurada barba, a sus 56 años de edad era un experto en tanques e infantería mecanizada, con experiencia internacional en los Balcanes, buenos contactos en el ejército norteamericano y mando sobre tropas, desde secciones a brigadas, y desde hacía poco más de dos meses el segundo al mando del MNC NE, tras sustituir al General polaco Krol. No llevaba demasiado tiempo en su puesto, pero era un hombre enérgico y en poco tiempo se había puesto al día de sus deberes y obligaciones, aunque con la tarea que ahora se le encomendaba, una enorme responsabilidad recaía también sobre sus hombros. Y de su éxito o fracaso, dependerían una gran cantidad de vidas, por no hablar del futuro de varios países y de la mismísima Alianza Atlántica.
En aquel momento, Knudsen, junto a su Jefe de Estado Mayor, el General alemán Hans Vollmer, que también desde aquella misma mañana compaginaba su cargo con el de segundo al mando, se encontraban en una reunión con sus oficiales de Estado Mayor, en especial con los de inteligencia, operaciones, logística, comunicaciones y apoyo aéreo. En la sala de situación, los oficiales y sus ayudantes se aprestaron a presentar los datos de los que disponían para tratar de poner un poco de orden en todo aquello y tomar algunas decisiones. El General Knudsen inició la reunión.
-Bien señores, todos sabemos por qué estamos aquí, así que no perdamos más tiempo. Anatol ¿tenemos ya comunicaciones? – preguntó al oficial polaco responsable.
-Más o menos. Hemos puesto en servicio buena parte de los sistemas auxiliares y ahora tenemos algo semejante a un buen sistema de comunicaciones, pero todavía no está completo. De momento tenemos contacto sólido con SACEUR en Mons y con el Mando de Fuerzas Aliadas en Brunssum, y algo más precario con el Mando Aéreo en Ramstein. Con los mandos polacos todavía nada, parece que les han dado bien duro, pero seguimos con ello.
-Está bien, seguid trabajando en ello, no podemos estar incomunicados por mucho más tiempo si queremos ser efectivos.
-Hacemos todo lo que podemos, General – dijo algo agobiado el oficial.
-De acuerdo. Avancemos, Manfred – señaló al responsable de inteligencia – ¿que nos puedes contar en estos momentos?
-Pues ya tenemos algo más de información gracias al personal del SHAPE (Cuartel General Supremo Aliado en Europa). Huelga decir que esta madrugada, los rusos han lanzado operaciones ofensivas contra la OTAN en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia. Parece que lo han llamado “Operación Expreso Báltico”. Según ellos, y cito textualmente de su comunicado de prensa, porque es algo extenso: “En el día de hoy, y como respuesta a las criminales acciones de la OTAN contra territorio soberano de la Federación Rusa, así como para proteger los derechos y las vidas de la población de ascendencia rusa y ruso parlante que viven en Estonia, Letonia y Lituania, de la agresión de sus propios gobiernos, las Fuerzas Armadas rusas se han visto obligadas a iniciar operaciones de combate limitadas para tomar justa represalia, así como para garantizar la seguridad de la población de origen ruso en dichos estados. No obstante, dicha acción no es un ataque contra todos los estados de la OTAN, sino contra aquellos que han atentado contra el sagrado suelo ruso y contra la población rusa que vive fuera de sus fronteras. Rusia no desea una confrontación a gran escala, y una vez concluya sus operaciones en las Repúblicas Bálticas, restaurando la democracia y los derechos de todos los ciudadanos de dichos estados, y en cuanto se den las circunstancias necesarias, las tropas rusas regresaran a sus cuarteles. Sin embargo, ante la posibilidad de que la OTAN siga con su escalada militarista y se oponga por la fuerza a nuestra operación de restablecer la democracia en las Repúblicas Bálticas, la Federación Rusa se reserva el derecho para tomar las medidas oportunas, que podrían no atenerse a una operación limitada como la que está en marcha.”
-Así, sin despeinarse ni nada – comentó en tono despectivo el General Vollmer.
-Dejando atrás la propaganda, ¿qué están haciendo los rusos? – dijo impaciente Knudsen.
-Han “abierto fuego” con un ciberataque a varias infraestructuras críticas de los países bálticos, como subsistemas de la red eléctrica, de gestión de tráfico aéreo y terrestre, además de dejar sus emisoras de televisión en negro y sus redes de telefonía e internet mudas. En el aspecto militar más tradicional, una de sus primeras acciones ha sido atacar a nuestras fuerzas navales en el Mar Báltico. Nuestra fuerza de cazaminas ha sufrido un duro castigo y tenemos varios buques hundidos, pero al menos, justo ayer, unos P-3 alemanes lograron minar de forma defensiva varios puntos de las costas estonias y letonas susceptibles de ser puntos de desembarco anfibios para los rusos, y parece que ello ha tenido consecuencias para sus operaciones, pero sobre esto volveré más tarde. Por otro lado, la flota de superficie rusa, con apoyo de baterías costeras de misiles, cazabombarderos y bombarderos pesados, han atacado a la flota polaca y a la agrupación naval permanente de la OTAN con muy malos resultados para nosotros. Dos fragatas polacas, una holandesa y un destructor norteamericano has sido hundidos, pese a una gran defensa por su parte, y de camino a la base naval de Wilhelmshaven, un destructor británico se ha ido a pique por la acción de una mina…ya se podrán imaginar el lio que hay ahora mismo en la navegación por esos estrechos. En definitiva, muy malas noticias, que solo se ven mejoradas en algo por que los polacos han conseguido hundir el grupo naval principal enemigo, mandando al infierno a dos destructores y cinco corbetas. Ahora solo tenemos algunas corbetas y patrulleros propios, además de unos pocos submarinos convencionales en aguas del Báltico, y tardaremos unos cuantos días en volver a tener un grupo naval potente allí, ya que el Grupo de Combate del portaviones “Truman” no tienen pensado adentrarse en esas aguas.
-Y con razón, visto lo visto – apostilló el oficial de operaciones.
-De momento en el Báltico hemos quedado en tablas y la lucha va a ser sobre todo submarina.
- ¿Y cómo nos ha afectado su ofensiva aérea? – preguntó el jefe del Estado Mayor.
-Pues bastante, como ya hemos podido ver aquí. En el plano estratégico han lanzado un ataque masivo con cazabombarderos, misiles aéreos de crucero y superficie-superficie. Sus objetivos han sido principalmente bases aéreas en los estados bálticos y Polonia, aunque las bases aéreas en Estonia y Lituania, han sufrido muy poco daño, y quizás eso nos adelante que quieran operarlas tras su ocupación, no así con las bases polacas o lituanas, lo que parece también indicar que con las bases en Kaliningrado tienen suficiente, y que, a tenor de lo dicho en su comunicado de prensa, no piensan internarse en Polonia. Los centros de mando y control, como este y otros, han sido sus objetivos primarios, así como los nudos de comunicación, como puentes o nudos ferroviarios, además de baterías de misiles SAM y el sistema de defensa antimisiles balísticos de Redzikowo. En el plano táctico, sus aviones y helicópteros de ataque se están cebando con las tropas de tierra en Estonia y Letonia.
- ¿Bajas?
-Parece que han conseguido buena parte de sus objetivos, pero todavía no puedo ofrecerle datos concretos, aunque al menos diría que han sufrido bastantes bajas entre sus aviones de caza y ataque. Podría ser, que hayan tenido el doble que las nuestras en el aire, aunque esa proporción se equilibra un poco más si contamos nuestras perdidas en las bases aéreas, sobre todo en las polacas.
- ¿Podemos contar con esas bases aéreas?
-Por el momento no, han sido muy castigadas, pero están trabajando en recuperar al menos las de los F-16 en Poznan y en Lask. Quizás en 24 horas o menos vuelvan a estar operativas. El resto tardarán algo más. Mientras los aviones de combate polacos están atrapados en esas bases.
- ¿Y qué hay del resto de fuerzas?
-Los cazas que operaban bajo la misión de la policía aérea del Báltico en Estonia y Lituania han sido destruidos, pero las bases en Alemania o Dinamarca no han sido atacadas. Suponemos que es el intento de los rusos por contener el conflicto y crear división entre los países miembros.
-Pues van muy equivocados si piensan que nos vamos a dividir ante una agresión así – dijo en voz alta Anatol, teniendo claro que su gobierno no iba a echarse atrás, siempre y cuando tuviera el apoyo de los gobiernos importantes de la alianza. Desgraciadamente, en las semanas y días previos al ataque ruso, durante la crisis de Narva, algunos miembros de la OTAN habían mostrado muy poco interés por el conflicto y por mostrar su decidido apoyo al gobierno estonio, lo que hacía presagiar que incluso en aquellas circunstancias, la unión de la alianza sería un tema delicado.
-Esperemos que nuestros políticos estén a la altura – dijo el General Vollmer, sabiendo que a aquella misma hora estaba reunido en Bruselas en sesión de emergencia el Consejo Atlántico, para tomar decisiones difíciles.
-Por lo demás, esperamos que en breve comiencen a llegar refuerzos de la USAF a Europa, quizás mañana lleguen los primeros escuadrones. Además, otros países de la alianza están pensando en enviar contingentes aéreos, esperemos que no tarden demasiado.
-De acuerdo, ¿y como van las cosas en tierra?
-Las fuerzas rusas del 6ª Ejército entraron esta mañana en Estonia a través de su frontera común, produciéndose una feroz lucha en Narva, mientras por el sur avanzan a buen ritmo. Y lo que parece al menos un regimiento de paracaidistas, ha sido aerotransportada por aviones y helicópteros a un punto al oeste de Tallin, cerca de la costa. Y aquí es donde recuerdo lo del minado de las costas estonias, ya que parece que la brigada de infantería naval rusa que debía haber desembarcado en esa zona, una playa a unos 15 km al oeste de la capital, no ha podido hacerlo por la presencia de las minas. En estos momentos sus buques cazaminas están abriendo un paso, que permita su desembarco y unirse a los paracaidistas.
- ¿Y estamos haciendo algo para impedírselo?
-De momento nada. Están muy al este, y bajo la cobertura de los cazas y sistemas antiaéreos enemigos. No parece que SACEUR quiera arriesgarse a un ataque aéreo tan peligroso. Y nuestros submarinos están demasiado lejos como para llegar a tiempo.
-Maldita sea… ¿y las tropas estonias…y la brigada de la 82º Aerotransportada norteamericana que llegó ayer a Tallin?
-De momento el gobierno estonio a pedido a SACEUR que deje en Tallin para la defensa de la capital, tanto a los paracaidistas como a la 3º Brigada estonia y algunos reservistas. Son una buena fuerza para defender la ciudad, pero deben temer que salgan de la capital y se empantanen en una lucha contra los rusos al oeste de la ciudad y mientras esta quede desprotegida para otro asalto aerotransportado o para las fuerzas rusas que lleguen desde el este. SACEUR ha accedido a ello. – El Coronel Manfred se acercó al mapa que ocupaba toda una pared de la sala y siguió explicándose. – En general, esperamos que las fuerzas estonias en el resto del país puedan aguantar de 24 a 48 horas, después es muy posible que tengan que capitular ante la mayor potencia de fuego y capacidad de maniobra de los rusos. De hecho, la 4ª Brigada de su ejército y muchos reservistas están dispersándose por los bosques pensando ya en la resistencia ante la ocupación enemiga.
- ¿Y qué hacen los rusos en Letonia?
-Están empujando con una potente fuerza mecanizada en dos ejes. Uno en dirección a la capital, y otro en dirección a la frontera lituana, este último con muy poca oposición, y que a estas horas es posible que incluso ya hayan cruzado la frontera con ese país. Pensamos que ese ataque tiene el objetivo de invadir y ocupar toda Lituania. Respecto a los letones, su brigada regular está tratando de retrasar a los rusos a lo largo de la carretera que los lleva hacia Riga, mientras que otra brigada de reservistas se prepara para la defensa de la capital, pero el resto de fuerzas se están preparando para la lucha de guerrillas que esperan para los próximos días y semanas como poco.
- ¿A qué fuerzas nos enfrentamos? – preguntó Vollmer.
-En Estonia, el 6º Ejército ruso parece que está utilizando a sus Brigadas motorizadas 25ª y 128º, además de una división paracaidista sin identificar, la 336ª Brigada de infantería naval, la 2ª Brigada Spetsnatz y al menos una brigada de artillería, además de unidades antiaéreas y de helicópteros de ataque con base en Pskov. En Letonia, los rusos parece que están utilizando el grueso del 1ª Ejercito de Tanques de la Guardia, la unidad de élite mecanizada del Distrito Militar del Oeste. Hemos detectado a la 2ª División Motorizada y a la 27ª Brigada Motorizada en dirección a Riga, mientras que la 4ª División de Tanques y la 6ª Brigada de Tanques se dirigen hacia Lituania. Además hay elementos de Spetsnatz, y unidades de artillería y SAM,s que los acompañan en ambos ejes, e informes sin confirmar, dicen que tras las fuerzas que se dirigen a Lituania, marchan vehículos BMD-2 y BMD-3 utilizados por los paracaidistas rusos.
-Desde luego es una invasión a gran escala. Están empleando prácticamente todos los recursos del Distrito Militar Oeste, excepto su 20º Ejercito – dijo Knudsen.
-General, es posible que parte de las fuerzas de ese Ejército ruso estén en alerta o trasladándose al Teatro de Operaciones, según otros informes. Puede que formen su segundo escalón, tras la oleada inicial.
-Es posible, si dejan congelado en conflicto en Ucrania o lo dejan totalmente a cargo del 8º Ejército, es lo más lógico.
-Sea como fuere, es evidente que nuestros aliados bálticos no van a poder resistir mucho, como dije anteriormente, de 24 a 48 horas a partir de este momento, y eso siendo optimistas – concluyo el Coronel Manfred mientras tomaba asiento de nuevo.
-Estoy de acuerdo. Ahora vamos a centrarnos en lo que podemos hacer nosotros. ¿Cómo va nuestra movilización Coronel Barden? – preguntó al oficial de operaciones de su Estado Mayor.
El menudo Coronel norteamericano Jason Barden repartió unos folios a los presentes con información sobre el despliegue del MNC NE, mientras se ajustaba las gafas y comenzaba a hablar.
-General… caballeros - dijo en tono educado y solemne – sobre el estado en que opera este Cuartel General, no hace falta que les diga nada más, ya lo ven ustedes mismos. Esperamos recuperar nuestra capacidad de mando efectiva, o algo parecido esta noche, quizás mañana por la mañana. Respecto a las fuerzas que SACEUR nos ha asignado, comentarles que ya hay desplegados aquí en Polonia, cerca de Suwalki, a escasa distancia de la frontera con Lituania, dos tercios de la Brigada “Punta de Lanza”, la VJTF de la OTAN, y esperamos que este completa mañana por la mañana y operativa a media noche. Respecto al 2º Regimiento de Caballería estadounidense, se dirige en estos momentos a la misma zona y llegara también mañana a medio día. La 1ª Brigada de la 1ª División de Caballería norteamericana está reuniendo todas sus fuerzas cerca de Zagan, y mañana saldrán hacia la frontera lituana.
- ¿Y las fuerzas polacas?
-De momento SACEUR solo nos ha asignado la 16ª División Mecanizada. Todas sus brigadas, excepto la 1ª Acorazada que sigue acantonada en Varsovia por si acaso a los rusos se le ocurre alguna locura, están ocupando sus posiciones defensivas para tiempo de guerra en la frontera con Kaliningrado. Ahí tenemos una sólida defensa, ya que los rusos solo mantienen en ese enclave un par de Brigadas motorizadas. “Off the record” también me han comentado que es posible que pongan a nuestra disposición la 34ª Brigada de Caballería Acorazada polaca, que gracias a la alerta de hace unos días y a la orden de trasladarla hacia el este, está ya cerca de Suwalki la mitad de la misma, además de la 20ª Brigada de Infantería Acorazada británica y quizás, alguna Brigada adicional alemana. Por otro lado, también nos han informado que alguna Brigada de la 12ª División Mecanizada polaca, se va a desplegar cerca de la frontera con Bielorrusia junto a la 21ª Brigada de Fusileros. Espero tener más información en breve, ya les mantendré al corriente.
- ¿Hay algún indicio que los rusos estén utilizando ese país para atacarnos a través de él?
-Parece que no, y Minsk ha dicho que se mantiene neutral en este conflicto, pese a que muestras sus simpatías con la causa de la población rusa en los países bálticos.
-Pues – interrumpió el Coronel Manfred – tenemos información de emisiones de radar de un AWACS ruso desde los cielos bielorrusos, así que tendremos que vigilarlos igualmente.
-Así es. Y por eso, los polacos están trasladando fuerzas en estos momentos a esas posiciones.
-Parece que va a haber mucho tráfico de oeste a este en las próximas horas y días… - comentó el General Vollmer – y los daños en los puentes y las vías férreas, seguramente hará que la llegada de esas tropas se retrase más todavía…no vamos a poder hacer nada por ayudarlos…
-En todo caso, con la Brigada “Punta de Lanza” y el 2º Regimiento de Caballería norteamericano, quiero que tengas preparado algún plan de contingencia para ayudar a los lituanos llegado el caso – ordenó al Coronel Barden el Comandante del Cuerpo, aunque no le gustaba nada una intervención con tan escasa fuerzas ante una poderosa fuerza de tanques enemiga.
-Así lo hare General. Está noche tendré un borrador del mismo.
-Ahora quiero que iniciemos los preparativos para trasladar el Cuartel General Avanzado a algún punto entre Varsovia y la frontera lituana, adecuado para ejercer el control de nuestras fuerzas, y debe ser lo antes posible ¿entendido?
-Perfectamente. Buscaremos el mejor sitio y creo que mañana por la tarde o por la noche a más tardar podremos tener ese Cuartel General Avanzado montado, y operativo solo unas horas después.
-Excelente…bien, creo que por el momento es suficiente. Todos tenemos mucho trabajo que hacer y ahora que estamos al día de casi todo y sabemos cómo hacerlo, pongámonos a ello. Dependiendo de cómo evolucione la situación, convocaré otra reunión esta medianoche. Gracias por su ayuda a todos.
Y levantándose, los altos oficiales y sus ayudantes fueron abandonando la sala de situación comentando cosas entre ellos mientras se dirigían a sus puestos. El General Vollmer se quedó un momento para hablar con su superior.
- ¿Quieres que yo controle el Cuartel General Avanzado? – le preguntó.
-No, tú te quedarás aquí. Todavía eres jefe del Estado Mayor, y necesito a alguien de tu valía en este puesto coordinando todo esto y por si a mí me sucede algo. Iré yo, me apetece dar una vuelta por el campo… - dijo permitiéndose una ligera sonrisa.
Los dos generales salieron y siguieron con sus obligaciones, que consistían sobre todo en tener el MNC NE puesto a punto cuanto antes, para cumplir la misión que les había asignado SACEUR y que posiblemente fuera la de mayor responsabilidad de un mando de la OTAN desde su creación. Iban a ser días muy difíciles para ambos hombres.
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Expreso Báltico
24 de enero 2018. 18:22 hora local. Sobre los cielos del sur de Polonia, cerca de Breslavia.
Tras accionar los mandos para recoger la sonda de reabastecimiento en vuelo, el Teniente Alan “Póker” Polster giró la palanca de mando y viró con su caza para colocarse en posición de punto con el líder del escuadrón VMFA-251 “Thunderbolts”, el Teniente Coronel Mike “Homer” Hessman. Subió el visor solar de su caso, ya que por el horizonte desaparecían los últimos rayos de sol mientras las nubes ganaban terreno, y miró a su alrededor para comprobar la situación. Observó cómo los 10 F-18C del escuadrón de Marines que volaban aquella tarde, habían terminado de repostar de sendos KC-130J, y comenzaban un circuito de espera orbitando unas millas al sureste de Breslavia. El traslado de aquellos cazabombarderos unos días atrás hasta la Base Aérea de Caslav, en la republica Checa, había formado parte de las medidas de disuasión y unidad de la OTAN durante la crisis de Narva, y que pese a demostrarse ahora ineficaces en su objetivo, estaban permitiendo reaccionar con rapidez ante la agresión rusa, haciendo justo honor a la reputación del cuerpo de Marines como unidad de respuesta rápida de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.
Mientras bajaba la temperatura en el exterior y comenzaba a caer una ligera llovizna sobre su parabrisas, Polster se colocó en la posición que les correspondía, y escucho como el líder del escuadrón ordenaba mantener la formación a la espera de recibir luz verde para proceder hacia su objetivo. El joven Teniente, un californiano, de abuelo austriaco, estrella del equipo de futbol de su instituto, gran jugador de póker, con un subido moreno de playa y pelo rubio teñido, estaba algo nervioso… y no era para menos. Casi todos sus compañeros de escuadrón, habían participado en misiones de combate reales, sobre todo bombardeando a los terroristas islámicos en Siria o Irak, pero también atacando posiciones de los talibanes en Afganistán. En realidad, eran misiones de poco peligro, ante la escasa o nula oposición de cazas o defensa aérea enemiga, pero siempre existía cierto riesgo, y al menos, hacía que aquellos pilotos ya tuvieran un cierto instinto para aquel tipo de situaciones y estuvieran más calmados que él. “Póker” Polster con poco más de 300 horas de vuelo, y casi dos años de servicio en el escuadrón, era el más novato del mismo, y el Teniente Coronel Hessman (apodado “Homer” por su parecido físico con el personaje de los Simpson), había optado por colocarlo como su punto para guiarlo y tenerlo cerca en su primera misión de combate. “Y vaya estreno que voy a tener”, pensaba para si mismo el Teniente, mientras sopesaba que estaban a punto de atacar uno de los lugares mejor defendidos del mundo contra un ataque aéreo, el enclave ruso de Kaliningrado, la antigua ciudad teutona de Konigsberg, que, con su sofisticado sistema de defensa aérea integrado era una pesadilla para cualquier fuerza aérea atacante. Aunque al menos tenía la confianza de haber participado en un ejercicio “Red Flag” y en un “Air Wing Fallon”, que, en opinión de alguno de los pilotos veteranos del escuadrón, eran más exigentes que las misiones de combate reales que habían volado ellos.
En el “briefing” previo a la misión, bautizada como “Llamarada Intrépida”, se les había instruido someramente sobre lo complejo, importante y difícil de la operación en su conjunto antes de pasar a los detalles que más les incumbían a ellos. Así, mientras observaba como se iba oscureciendo el cielo polaco y controlaba los indicadores de su F-18 en las pantallas multifunción, Polster repasaba todo aquello. El ataque se dividiría en tres ejes, uno contra la base aérea de Chernyakhovsk, cerca de la ciudad de Kalinigrado y hogar de un escuadrón de cazas Su-27, otro contra la base naval de Baltiysk, donde tenía su sede buena parte de la flota rusa del mar Báltico, y finalmente, el último ataque contra la base aérea de Chkalovsk, donde los Su-30 aguardaban con sus temibles misiles para volver a atacar a la flota de la Alianza Atlántica si tenían oportunidad. Pero en sí, y pese a su importancia, no eran estos sino objetivos secundarios y el modo de hacer que los auténticos objetivos primarios de “Llamarada Intrépida” salieran a la luz, los dos batallones del sistema de defensa aérea SA-21 Growler (o S-400 como los habían bautizado los rusos) y los seis batallones de SA-20 Gargoyle ( o S-300), con sus sofisticados radares de exploración y de control de fuego, centros de mando y lanzadores de misiles móviles, y donde los F-18 serían en mayor parte los responsable de su destrucción.
Ante un objetivo tan difícil y peligroso, el ataque no podía por menos que ser igualmente complejo y arriesgado. Cada uno de los tres “paquetes” de ataque, tendrían una formación similar, y se componían cada uno de 4 F-22 que irían por delante, volando bajo y con 8 bombas GBU-39 por aparato. Poco después los seguirían una mezcla de drones señuelos y misiles de crucero que habrían sido disparados a más de 200 millas. Los 40 señuelos MALD (y su variante de guerra electrónica, el MALD-J, capaz de, no solo ofrecer un blanco simulado a los radares enemigos, sino también de crear interferencias en ellos) lanzados desde 2 bombarderos B-52 volarían junto a 72 UGM-109D y E Tomahawk con cabezas de guerra de submuniciones y de alto explosivo respectivamente, lanzados desde el SSGN-728 Florida, un antiguo SSBN clase Ohio reconvertido a lanzador de misiles de crucero, y desde cuatro destructores del grupo de escolta del portaaviones USS “Harry S. Trumman”, que navegaban por las aguas del Mar del Norte, contra las bases aéreas de Chernyakhovsk y Chkalovsk (72 por objetivo), mientras que contra la base naval de Baltiysk, 3 B-1B Lancer dispararían también 72 misiles JASSM. La idea era que los señuelos y los misiles de crucero encendieran las alarmas rusas y activasen sus radares y misiles, comenzando a disparar contra los atacantes, pero sin haber descubierto todavía a los F-22. Estos, basándose en su elevado grado de furtividad y su perfil de vuelo, solo se elevarían en el último momento, a menos de 20 millas de sus objetivos, y lanzarían sus 32 bombas contra cada objetivo, las bases rusas. Tras el lanzamiento, y en previsión de que los Su-27 hubieran salido “de caza”, los F-22 los detectarían con sus potentes radares, y lanzarían sus misiles AMRAAM sobre ellos, para acto seguido dar media vuelta, cubriendo su salida de la zona de peligro de Flankers vengativos que los persiguiesen, por baterías de misiles Patriot ubicadas estratégicamente para derribar a los cazas rusos que se internasen en Polonia, así como por otros cazas de la alianza que volarían no demasiado lejos de allí.
Por tanto, y tras el lanzamiento de las GBU-39, los SAM rusos deberían responder ante la nueva amenaza atacando las bombas planeadoras, que a casi 500 nudos se dirigirían a sus objetivos, saturando las defensas aéreas enemigas. Entonces, mientras los radares y misiles rusos lucharían desesperadamente por defender las bases, sus posiciones serían identificadas desde el espacio por satélites SBIRS y desde el cielo por UAV,s furtivos RQ-180, que transmitirían sus datos en tiempo real. Entonces, una batería de misiles norteamericanos ATACMS dotados de cabeza de guerra con submuniciones, atacaría, y previsiblemente destruiría uno de los batallones de SA-21, mientras que el otro batallón de SA-21, y los SA-20, serían atacados por los grupos de 10 F-18, 2 de ellos provenientes del portaviones USS “Harry S. Trumman” y otro de los Marines desde la base aérea de Caslav (¡su escuadrón!) que acompañaban a cada “paquete” de ataque, primero lanzando misiles HARM contra los radares, y luego con armas AGM-154 JSOW sobre los vehículos de mando y lanzadores de misiles.
En este punto, se suponía que las defensas aéreas rusas habrían sido desbordadas ante un ataque de saturación tan masivo, y diezmadas por la acción de los ATACMS y los cazabombarderos norteamericanos. Acto seguido, y dependiendo de la evaluación de daños producidos, que informasen los RQ-180 y satélites de observación KH-11, tres B-52 lanzarían otros 60 misiles JASSM en total, para terminar la tarea de destrucción de las bases, y/o para destruir otros objetivos importantes como radares de alerta temprana fijos, nudos de comunicaciones, depósitos de armamento o estaciones eléctricas. Por último, otros dos bombarderos furtivos B-2, se internarían en la ahora destrozada red de defensa aérea rusa, y lanzarían un ataque con bombas de penetración masivas MOP, contra el principal y más protegido bunker ruso en Kaliningrado, mientras otros dos lanzarían varias docenas de bombas JDAM a una gran variedad de objetivos estratégicos y tácticos.
Además, y para apoyar la operación “Llamarada Intrépida”, que básicamente era una misión norteamericana conjunta entre la USAF y la US Navy/USMC, habría algunos EA-18G Prowler orbitando cerca de los límites del alcance de los radares de exploración rusos para degradar su alcance y efectividad, así como cazas F-15 y F-16 de la USAF y Typhoons de la RAF y la Luftwaffe, que proporcionarían cobertura aérea sobre el frente de batalla aérea y escolta cercana a los atacantes, por si aparecían más cazas rusos que no estuvieran invitados a la fiesta. Por supuesto, todo ello acompañado de un buen número de aviones AWACS, cisternas, ELINT y SIGINT de varios países de la Alianza Atlántica.
Si todo funcionaba como debería ser, se suponían unas pérdidas escasas en aviones de combate, aunque elevadas en misiles de crucero. Sea como fuere, si se destruía una buena parte del sistema integrado de defensa aérea de Kaliningrado, sería una misión exitosa, ya que destruir dicho sistema era condición “sine qua non” para ganar, o al menos no perder, el recién iniciado conflicto. Y la OTAN no tenía intención alguna de perder la guerra más importante de su historia, y mucho menos contra su tradicional y potente enemigo.
-Aquí Titán Líder a escuadrón – dijo el Teniente Coronel Hessman – tenemos luz verde. Procediendo hacia IP (punto de inicio). Síganme.
-Titán 1-2 Roger – contesto “Póker”, mientras se colocaba las gafas de visión nocturna y seguía a su líder. El resto del escuadrón respondió a su vez, y se posicionó en formación de nuevo.
Los F-18C viraron a rumbo 0-3-5 y mantenían 480 nudos de velocidad, mientras comenzaban un suave descenso para mantenerse por debajo de los dos radares de exploración rusos 91N6E “Big Bird” que estaban buscando objetivos en los cielos polacos desde Kalinigrado, interferidos por los EA-18G. El sistema SA-21 en teoría tenía misiles con un alcance máximo de 400 km y capacidad para atacar a blancos que emitieran contramedidas electrónicas con su capacidad Home-on-Jam (HOJ) que se guiaba precisamente por dichas emisiones, así que por eso aquellos sofisticados aparatos se mantenían fuera de su radio de acción, aunque significase que la efectividad de sus interferencias fuera menor.
Sus primos, los Hornet del escuadrón VMFA-251 volaban cada vez más bajo, primero 12000 pies, luego 4000, y finalmente, poco más de 500 pies, para mantenerse lo más ocultos posible, pese a las turbulencias y la lluvia que ahora sacudían a los aviones. Al poco, “Homer” recibió información del E-3 que coordinaba el ataque de su escuadrón y la trasladó a sus pilotos.
-Atención Titanes, “Ojo Nocturno” informa de la presencia de emisiones de un A-50 Mainstay sobre Lituania…estamos entrando en su zona de incertidumbre y en breve en su zona de detección. Manteneos atentos.
- “Roger” – fue la respuesta unánime.
-Mirad detrás, tenemos escolta alemana, que considerados…y allí delante… – dijo por la radio el Mayor Jonathan “Nuke” Niese, segundo al mando del escuadrón y poseedor de un explosivo carácter – parecen las toberas de nuestros misiles de crucero…”Homer”, ¿no estamos demasiado cerca?
-Negativo, seguid en formación. Corto – dijo tajante el líder del escuadrón.
Pero al poco el Teniente Coronel Hessman tuvo de volver a hablar a sus hombres.
- “Mangosta”, repito, “mangosta” – anunciando con aquella palabra clave el inicio del lanzamiento de misiles SAM contra los señuelos MALD y los misiles JASSM que volaban entre 40 y 10 millas por delante de ellos. – Estamos en PI, vamos a descender un poco más…bajamos a 300 pies…cuidado marines que esto comienza a ponerse feo.
Mientras, el oficial ruso encargado de la coordinación de la defensa aérea y antiaérea rusa de Kaliningrado, estaba atareadísimo tratando de responder al ataque que la OTAN había puesto en marcha y que en aquellos momentos aparecía en las pantallas de su puesto de mando. Cuando comenzaron las primeras emisiones de contramedidas electrónicas (ECM) supuso que algo iba a pasar antes o después, y no tardaron mucho sus radares en detectar la presencia de lo que parecía un ataque masivo de misiles de crucero acompañado de aparatos con OECM de escolta, seguramente dividido en tres ejes, y que en esos momentos se dirigían hacia ellos. Tan pronto como estuvo convencido de lo que veía y confirmado por al menos dos radares, y ante la imposibilidad de decidir si era un ataque con señuelos o real, dio orden a sus cazas Su-27 de despegar desde Chernyakhovsk, y a los batallones de misiles antiaéreos S-400 y S-300 que comenzaran a derribarlos. También los sistemas TOR de corto alcance, apoyarían a sus hermanos mayores cuando los proyectiles enemigos estuvieran más cerca de sus fronteras. El único problema es que no recibiría más apoyo de cazas, ya que, en el ataque inicial ruso se habían perdido bastantes aparatos, además se necesitaban de cuatro escuadrones para mantener una presencia constante de patrullas aéreas de combate sobre las repúblicas bálticas y escolta del AWACS, que no iban a moverse de sus posiciones, y por último, se hacía muy difícil que pudiesen llegar a tiempo otros cazas desde el interior de bases rusas en el tiempo que durase el ataque aéreo enemigo. Incluso, en un escenario tan confinado, con tantos misiles antiaéreos y con tantas contramedidas, podría haber sido contraproducente para sus intereses la presencia de más cazas rusos, así que el oficial pensaba que solo con sus sistemas defensivos, que no solo eran lo mejor con lo que su país podía responder al ataque, sino seguramente de los mejores de todo el mundo, tenía confianza en sus posibilidades para salir airoso de situación.
Pero en cuanto los primeros SA-20/21 comenzaron a llegar y a interceptar a los MALD y a los misiles de crucero, las tres escuadrillas de F-22 que los precedían ascendieron todas a la vez, algunas de ellas dentro de las fronteras rusas, a escasas 18 millas de sus objetivos, y que, para sorpresa rusa no habían sido detectadas, y sus aviones se desprendieron lo antes posible de sus bombas planeadores, ya que no les hacía mucha gracia que fueran “pintados” por los radares rusos al tener abiertas sus bodegas de armamento y aumentar en gran medida su firma radárica. Tras ello, comenzaron a buscar cazas enemigos con sus sensores.
Los asombrados oficiales rusos ordenaron rápidamente a sus Su-27 que los abatiesen, pero fueron los F-22 los que dispararon primero sus misiles AMRAAM, y lograron derribar 6 de los 10 Flankers que habían despegado, mientras que los supervivientes, enfurecidos, se dirigieron hacia los F-22 que ya iniciaban la huida con su recuperada furtividad, logrando localizar a dos de ellos con sus IRST, y derribarlos con tres misiles aire-aire AA-11 a corta distancia, pero al intentar perseguir al resto hacia el interior de Polonia, uno de ellos fue abatido por dos misiles Patriot, dando inmediatamente la vuelta los tres restantes, y centrándose en intentar derribar los misiles que se acercaban a su base y que amenazaban con destruirla.
El escuadrón “Thunderbolt” estaba ahora a poco más de 60 millas de distancia de la base aérea de Chkalovsk, aguardando para poder realizar su ataque principal. Y es que desde satélites SBIRS y dos UAV,s furtivos RQ-180, se había estado monitorizando los lanzamientos de los SAM rusos, las posiciones de los radares de control de fuego y los centros de mando móviles, así como de sus posibles movimientos. Esa información había sido enviada en tiempo real a AIRCOM, el centro de mando aéreo de la OTAN en Ramstein, y desde allí a los AWACS que coordinaban la misión. Por último, estos pasaron la posición de los objetivos a los cazabombarderos para que acabasen con ellos.
En general, los SAM,s rusos estaban realizando un buen trabajo y los derribos se contaban por docenas. Aproximadamente costaba un misil y medio por cada derribo, y los rusos tenían muchos misiles. Pero también eran muchos los misiles y drones señuelos que avanzaban hacia las bases rusas, y la súbita aparición de las 96 GBU-39 no ayudó en nada a la defensa aérea rusa. Incluso con la entrada en acción de los sistemas SA-15, los rusos no daban abasto a derribar la enorme cantidad de atacantes, y al final fue obvio para todos que iban a ser saturados y superados por el ataque de la OTAN. Y fue en ese momento, cuando “Ojo Nocturno” ordenó a los F-18 y a los ATACMS que actuasen.
-Aquí Titán Líder. Es nuestra hora, vamos allá muchachos… “Nuke” encárgate con los chicos del “Big Bird” más al este, ese es para el escuadrón. “Póker” y yo guardaremos nuestros HARM para algún objetivo amenazante.
-Roger. Vamos al lio muchachos, ¡os quiero pegados a mi cul* ya! – respondió el número 2.
Y mientras los 8 Hornets se elevaban, adquirían sus objetivos y preparaban el lanzamiento de sus misiles, Polster no dejaba de sentirse preocupado por todas aquellas emisiones de radar y de misiles antiaéreos que había en el aire. De momento todo funcionaba como estaba previsto en “Llamarada Intrépida”, pero la distancia con la frontera era cada vez más corta, y los F-18 ya estaban muy dentro del alcance de los SAM enemigos. Volvió a mirar la pantalla de sus RWR y no vio nada que fuera dirigido hacia él, lo cual lo tranquilizo un poco. Para tratar de evitar aquellos nervios, se centró en preparar sus dos misiles antirradar para poder dispararlos en cuanto tuvieran un blanco que valiese la pena.
-“Magnum” – anunció “Nuke” Niese por radio al disparar sus HARM.
-“Magnum” – repitieron uno tras otro el resto de pilotos mientras los 16 misiles se desprendían de sus cazabombarderos y se dirigían hacia su objetivo a toda velocidad.
Algunas millas más al noroeste de su posición, una batería de misiles ATACMS lanzaba también una andanada de sus misiles con cabeza de submuniciones hacia la batería de SA-21 que protegía la base aérea de Chernyakhovsk. En esos momentos, los primeros Tomahawk, JASSM y GBU-39 comenzaban a llegar a sus objetivos. Pese a las interferencias que los rusos estaban utilizando para bloquear la señal de GPS de los sistemas de guiado de los misiles, la robustez y la potencia de los GPS “anti-jamming”, unidos al sistema alternativo de navegación inercial y la guía terminal por imágenes de infrarrojos con sistema de reconocimiento automáticos en la mayoría de los misiles, hizo que los proyectiles aliados sufrieran muy poco a causa de las contramedidas rusas.
El peor parado de los objetivos rusos fue la base naval de Baltiysk, que solo contaba con dos batallones de SA-20 y unos pocos SA-15, y que fue arrasada casi en su totalidad, con enormes llamaradas que iluminaban la noche y columnas de humo que se elevaban al cielo. Las dos bases aéreas, por su tamaño y protección, además de mejor defendidas con un batallón de SA-21 y dos de SA-20 más algunos SA-15 de apoyo, e incluso con sistemas de muy corto alcance SA-22 específicamente dedicados a defender los batallones de SA-21, lograron salir mejor paradas, aunque también sufrieron daños importantes cuando los Tomahawk sembraron de submuniciones las pistas de despegue, rodaje, y los aledaños a los refugios de los cazas, además de alcanzar con cabezas de alto explosivo y penetradoras la torre de control, varios depósitos de combustible y armamento, así como alguno de aquellos refugios y otros edificios. Además, algunos JASSM que habiendo destruido sus predecesores los objetivo fijados para ellos, y haciendo gala de su capacidad de reataque gracias a su sistema automático de adquisición de objetivos, lograron destruir tres lanzadores de una batería de SA-20 así como su radar de control de fuego.
Por su parte, los F-18 también habían cumplido su objetivo, y pese a que apenas uno o dos misiles lograron sobrepasar las defensas rusas, ahora los dos radares “Big Bird” eran chatarra humeante, y los defensores solo podían confiar en su AWACS A-50 para responder a los cazas de la OTAN…ya que el ataque todavía no había terminado. Ahora llegaba el turno de los sistemas antiaéreo SA-20 y 21, objetivo primario de “Llamarada Intrépida”, y los “Thunderbolts” volvían a escena.
-Bien marines, “Ojo Nocturno” nos ha pasado las coordenadas de nuestros objetivos y las tenemos marcadas. Vamos a por ellos. “Nuke” vosotros id a por los TEL, yo me encargo de los puestos de mando, y “Póker”, te dejo el radar de control de fuego del SA-21, luego iremos a por el SA-20.
-Roger – respondió Polster, que se apresuró a priorizar el radar para sus misiles HARM, y tan pronto como tuvo luz verde del sistema, lanzó ambos misiles. – “Magnum”…”magnum” – anunció con algo de retraso.
-En camino – se oyó por la radio conforme las JSOW de los F-18 se soltaban de las alas y se dirigían a sus objetivos, hacia 16 de los 20 TEL que había alrededor de la base aérea de Chkalovsk.
Pero de repente alguien gritó “¡Misiles, tenemos SAM,s en el aire hacia nosotros”. Los rusos seguían disparando con los pocos misiles que les quedaba, ya que no estaban dispuestos a aceptar una derrota, así como así. En respuesta, “Homer” lanzó los últimos HARM del escuadrón hacia el radar de control de fuego del batallón de SA-20 que los había “iluminado”, tratando de entorpecer su labor, y a ser posible, destruyéndolo para que fuera la última andanada que lanzasen.
-¡Titanes, romped, romped! ¡Misiles al frente! – ordenó “Homer” y los F-18 rompieron la formación, tratando de tener espacio para maniobrar y quitarse de encima los SA-20 que se les acercaban. Uno de ellos se fijó en el Teniente Polster, y este comenzó a escuchar el estridente sonido de su alertador de amenazas, advirtiéndole del SAM. “Póker” comenzó a realizar fuertes virajes, mientras se colocaba en un ángulo perpendicular a la trayectoria del misil, al que todavía no podía ver en la oscuridad de la noche, ni siquiera la llamarada de su tobera…pero sabía que estaba ahí y se acercaba muy deprisa. Verificó que las contramedidas electrónicas estuvieran funcionando y dejó en automático el lanzamiento de los chaffs.
-“Titan 1-2”…“Póker”, tienes uno que va hacia a ti, ¡gira, gira! – le dijo Hessman por radio.
-¡Evadiendo, evadiendo! – se oyó gritar así mismo, mientras tiraba con fuerza de la palanca de mando, su traje anti-g se hinchaba y giraba la cabeza desesperadamente tratando de encontrar el misil enemigo.
Y cuando comenzaba a perder algo de visión por los G soportados y mantenidos durante demasiado tiempo, apareció por delante de su cabina una pequeña columna de humo unido a un penacho de fuego que pasó a la velocidad del rayo, y que se alejaba de él. “Dios mío, que sea ese”, pensó mientras trataba de recuperarse de la maniobra y hacerse de nuevo con la situación. Respiró algo más aliviado al darse cuenta que la señal acústica de amenaza había dejado de sonar… “menos mal, menos mal”.
Pero los acontecimientos sucedían a toda velocidad, y mientras recuperaba el aliento, escuchó por radio como otro de los “Titanes” estaba en apuros.
-…¡”Nuke”, misil a tus siete…cuidado! – le gritó “Homer”.
-¡Gira maldito cacharro…! – llegó a decir el Mayor, mientras encabritaba su aparato y este no dejaba de lanzar tiras de “chaff”.
Pero para cuando Polster, en la oscuridad, logró localizar visualmente, el F-18 del Mayor Niese no era más que una gran bola de fuego, ya que el último de los SA-20 disparados había logrado un impacto directo en su aparato. No había ningún paracaídas, no había tenido tiempo de saltar antes de que su caza explotara en mil pedazos.
-¡Maldita sea…joder, joder, joder…! – escupió por su boca el comandante del escuadrón, a la vez que verificaba que no había más amenazas cercanas - ¿Todos los demás estáis bien? ¿” Póker”?
-De una pieza…por poco, pero de una pieza.
-Vale, nos largamos de aquí, virad a 2-2-0, máxima velocidad y vuelo rasante…seguidme, no quiero que nos vuelvan a coger esos cabrones – ordenó el Teniente Coronel, que viendo que ya habían lanzado todas sus armas (solo quedaban los 2 AGM-154 de “Poker” bajo las alas del escuadrón) y no queriendo tentar más a la suerte tras haber cumplido con su misión, no veía motivos para seguir allí ofreciendo un blanco para los SAM,s enemigos. No pudo hacer una valoración de daños, pero aquello ya le importaba una mierda. Acababa de perder a un amigo de muchos años, y su “pupilo” había estado a punto de seguir su suerte, así que mejor dejar esa tarea para otros, ellos habían cumplido por hoy.
En el camino de vuelta pudieron vislumbrar un grupo de misiles JASSM que lanzados por un B-52 se disponía a rematar algunos “flecos” dejados por el ataque principal. Y más lejos, e invisibles en la noche y a los radares, 2 B-2 armados con bombas MOP, se dirigían a rematar la tarea, atacando el bunker subterráneo de mando y control de la defensa aérea en Kaliningrado, donde el consternado oficial ruso al mando de la defensa aérea, todavía no sabía lo que se le venía encima, mientras se preguntaba cómo podían haber recibido tal castigo con las impresionantes defensas antiaéreas que tenía bajo su mando, y se preocupaba por el destino de sus compatriotas muertos o heridos allí fuera, y el del suyo profesional, sin saber lo poco que le quedaba. Además, otros dos bombarderos furtivos estaban a punto de lanzar 160 GBU-38 JDAM contra múltiples objetivos para aumentar el daño y la confusión entre los rusos, que aquella noche se estaban llevando “un buen recuerdo”, cortesía del potencial aéreo aliado.
No muy lejos de la frontera con la republica checa, y ya lejos de la zona de peligro, los “Thunderbolts” ascendieron para encontrarse de nuevo con los aviones cisternas que les trasvasaron el combustible necesario para regresar con tranquilidad a la Base Aérea de Caslav. Mientras, y gracias a los satélites y los RQ-180, se pudo comprobar que entre los ATACMS y los 30 F-18 que atacaron las defensas aéreas, lograron un grado de éxito bastante elevado, destruyendo aproximadamente las tres cuartas partes de los vehículos TEL y puestos de mando de los batallones de los SA-20 y SA-21, además de todos menos dos de los radares de control de fuego, y los dos grandes radares de exploración “Big Bird”. Así que cuando Hessman, Polster y los demás aterrizaron en Caslav, y pese a la tristeza y la amargura por haber perdido a uno de los veteranos pilotos del escuadrón, al menos recibieron buenas noticias respecto al éxito de su misión, lo que los consoló en cierta medida. Pensaron que una gran parte de la defensa aérea rusa estaba destruida y ya no supondría un problema serio, lo que haría más fáciles los próximos ataques contra los rusos. Por su parte, supieron que entre las bajas propias se contaban 2 de los avanzados cazas F-22 (e iban 3 en el primer día de guerra) y cinco F-18 (el de “Nuke” y cuatro del “Trumman”). Se podría decir que era un buen resultado, y que el ataque había sido un éxito, pero para los que habían perdido a un compañero, aquello era difícil de aceptar.
Y si hubieran sabido que los rusos habían enviado en secreto unas semanas antes un batallón de SA-21 y dos de SA-20 adicionales, que no habían sido usados aquella noche, manteniéndolos en reserva, y que en unión a los vehículos supervivientes que podrían integrarse en esos batallones, más los SA-15, todavía podían hacer plantear una defensa peligrosa, la confianza en el éxito de su ataque no hubiera sido tanta.
Tras accionar los mandos para recoger la sonda de reabastecimiento en vuelo, el Teniente Alan “Póker” Polster giró la palanca de mando y viró con su caza para colocarse en posición de punto con el líder del escuadrón VMFA-251 “Thunderbolts”, el Teniente Coronel Mike “Homer” Hessman. Subió el visor solar de su caso, ya que por el horizonte desaparecían los últimos rayos de sol mientras las nubes ganaban terreno, y miró a su alrededor para comprobar la situación. Observó cómo los 10 F-18C del escuadrón de Marines que volaban aquella tarde, habían terminado de repostar de sendos KC-130J, y comenzaban un circuito de espera orbitando unas millas al sureste de Breslavia. El traslado de aquellos cazabombarderos unos días atrás hasta la Base Aérea de Caslav, en la republica Checa, había formado parte de las medidas de disuasión y unidad de la OTAN durante la crisis de Narva, y que pese a demostrarse ahora ineficaces en su objetivo, estaban permitiendo reaccionar con rapidez ante la agresión rusa, haciendo justo honor a la reputación del cuerpo de Marines como unidad de respuesta rápida de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.
Mientras bajaba la temperatura en el exterior y comenzaba a caer una ligera llovizna sobre su parabrisas, Polster se colocó en la posición que les correspondía, y escucho como el líder del escuadrón ordenaba mantener la formación a la espera de recibir luz verde para proceder hacia su objetivo. El joven Teniente, un californiano, de abuelo austriaco, estrella del equipo de futbol de su instituto, gran jugador de póker, con un subido moreno de playa y pelo rubio teñido, estaba algo nervioso… y no era para menos. Casi todos sus compañeros de escuadrón, habían participado en misiones de combate reales, sobre todo bombardeando a los terroristas islámicos en Siria o Irak, pero también atacando posiciones de los talibanes en Afganistán. En realidad, eran misiones de poco peligro, ante la escasa o nula oposición de cazas o defensa aérea enemiga, pero siempre existía cierto riesgo, y al menos, hacía que aquellos pilotos ya tuvieran un cierto instinto para aquel tipo de situaciones y estuvieran más calmados que él. “Póker” Polster con poco más de 300 horas de vuelo, y casi dos años de servicio en el escuadrón, era el más novato del mismo, y el Teniente Coronel Hessman (apodado “Homer” por su parecido físico con el personaje de los Simpson), había optado por colocarlo como su punto para guiarlo y tenerlo cerca en su primera misión de combate. “Y vaya estreno que voy a tener”, pensaba para si mismo el Teniente, mientras sopesaba que estaban a punto de atacar uno de los lugares mejor defendidos del mundo contra un ataque aéreo, el enclave ruso de Kaliningrado, la antigua ciudad teutona de Konigsberg, que, con su sofisticado sistema de defensa aérea integrado era una pesadilla para cualquier fuerza aérea atacante. Aunque al menos tenía la confianza de haber participado en un ejercicio “Red Flag” y en un “Air Wing Fallon”, que, en opinión de alguno de los pilotos veteranos del escuadrón, eran más exigentes que las misiones de combate reales que habían volado ellos.
En el “briefing” previo a la misión, bautizada como “Llamarada Intrépida”, se les había instruido someramente sobre lo complejo, importante y difícil de la operación en su conjunto antes de pasar a los detalles que más les incumbían a ellos. Así, mientras observaba como se iba oscureciendo el cielo polaco y controlaba los indicadores de su F-18 en las pantallas multifunción, Polster repasaba todo aquello. El ataque se dividiría en tres ejes, uno contra la base aérea de Chernyakhovsk, cerca de la ciudad de Kalinigrado y hogar de un escuadrón de cazas Su-27, otro contra la base naval de Baltiysk, donde tenía su sede buena parte de la flota rusa del mar Báltico, y finalmente, el último ataque contra la base aérea de Chkalovsk, donde los Su-30 aguardaban con sus temibles misiles para volver a atacar a la flota de la Alianza Atlántica si tenían oportunidad. Pero en sí, y pese a su importancia, no eran estos sino objetivos secundarios y el modo de hacer que los auténticos objetivos primarios de “Llamarada Intrépida” salieran a la luz, los dos batallones del sistema de defensa aérea SA-21 Growler (o S-400 como los habían bautizado los rusos) y los seis batallones de SA-20 Gargoyle ( o S-300), con sus sofisticados radares de exploración y de control de fuego, centros de mando y lanzadores de misiles móviles, y donde los F-18 serían en mayor parte los responsable de su destrucción.
Ante un objetivo tan difícil y peligroso, el ataque no podía por menos que ser igualmente complejo y arriesgado. Cada uno de los tres “paquetes” de ataque, tendrían una formación similar, y se componían cada uno de 4 F-22 que irían por delante, volando bajo y con 8 bombas GBU-39 por aparato. Poco después los seguirían una mezcla de drones señuelos y misiles de crucero que habrían sido disparados a más de 200 millas. Los 40 señuelos MALD (y su variante de guerra electrónica, el MALD-J, capaz de, no solo ofrecer un blanco simulado a los radares enemigos, sino también de crear interferencias en ellos) lanzados desde 2 bombarderos B-52 volarían junto a 72 UGM-109D y E Tomahawk con cabezas de guerra de submuniciones y de alto explosivo respectivamente, lanzados desde el SSGN-728 Florida, un antiguo SSBN clase Ohio reconvertido a lanzador de misiles de crucero, y desde cuatro destructores del grupo de escolta del portaaviones USS “Harry S. Trumman”, que navegaban por las aguas del Mar del Norte, contra las bases aéreas de Chernyakhovsk y Chkalovsk (72 por objetivo), mientras que contra la base naval de Baltiysk, 3 B-1B Lancer dispararían también 72 misiles JASSM. La idea era que los señuelos y los misiles de crucero encendieran las alarmas rusas y activasen sus radares y misiles, comenzando a disparar contra los atacantes, pero sin haber descubierto todavía a los F-22. Estos, basándose en su elevado grado de furtividad y su perfil de vuelo, solo se elevarían en el último momento, a menos de 20 millas de sus objetivos, y lanzarían sus 32 bombas contra cada objetivo, las bases rusas. Tras el lanzamiento, y en previsión de que los Su-27 hubieran salido “de caza”, los F-22 los detectarían con sus potentes radares, y lanzarían sus misiles AMRAAM sobre ellos, para acto seguido dar media vuelta, cubriendo su salida de la zona de peligro de Flankers vengativos que los persiguiesen, por baterías de misiles Patriot ubicadas estratégicamente para derribar a los cazas rusos que se internasen en Polonia, así como por otros cazas de la alianza que volarían no demasiado lejos de allí.
Por tanto, y tras el lanzamiento de las GBU-39, los SAM rusos deberían responder ante la nueva amenaza atacando las bombas planeadoras, que a casi 500 nudos se dirigirían a sus objetivos, saturando las defensas aéreas enemigas. Entonces, mientras los radares y misiles rusos lucharían desesperadamente por defender las bases, sus posiciones serían identificadas desde el espacio por satélites SBIRS y desde el cielo por UAV,s furtivos RQ-180, que transmitirían sus datos en tiempo real. Entonces, una batería de misiles norteamericanos ATACMS dotados de cabeza de guerra con submuniciones, atacaría, y previsiblemente destruiría uno de los batallones de SA-21, mientras que el otro batallón de SA-21, y los SA-20, serían atacados por los grupos de 10 F-18, 2 de ellos provenientes del portaviones USS “Harry S. Trumman” y otro de los Marines desde la base aérea de Caslav (¡su escuadrón!) que acompañaban a cada “paquete” de ataque, primero lanzando misiles HARM contra los radares, y luego con armas AGM-154 JSOW sobre los vehículos de mando y lanzadores de misiles.
En este punto, se suponía que las defensas aéreas rusas habrían sido desbordadas ante un ataque de saturación tan masivo, y diezmadas por la acción de los ATACMS y los cazabombarderos norteamericanos. Acto seguido, y dependiendo de la evaluación de daños producidos, que informasen los RQ-180 y satélites de observación KH-11, tres B-52 lanzarían otros 60 misiles JASSM en total, para terminar la tarea de destrucción de las bases, y/o para destruir otros objetivos importantes como radares de alerta temprana fijos, nudos de comunicaciones, depósitos de armamento o estaciones eléctricas. Por último, otros dos bombarderos furtivos B-2, se internarían en la ahora destrozada red de defensa aérea rusa, y lanzarían un ataque con bombas de penetración masivas MOP, contra el principal y más protegido bunker ruso en Kaliningrado, mientras otros dos lanzarían varias docenas de bombas JDAM a una gran variedad de objetivos estratégicos y tácticos.
Además, y para apoyar la operación “Llamarada Intrépida”, que básicamente era una misión norteamericana conjunta entre la USAF y la US Navy/USMC, habría algunos EA-18G Prowler orbitando cerca de los límites del alcance de los radares de exploración rusos para degradar su alcance y efectividad, así como cazas F-15 y F-16 de la USAF y Typhoons de la RAF y la Luftwaffe, que proporcionarían cobertura aérea sobre el frente de batalla aérea y escolta cercana a los atacantes, por si aparecían más cazas rusos que no estuvieran invitados a la fiesta. Por supuesto, todo ello acompañado de un buen número de aviones AWACS, cisternas, ELINT y SIGINT de varios países de la Alianza Atlántica.
Si todo funcionaba como debería ser, se suponían unas pérdidas escasas en aviones de combate, aunque elevadas en misiles de crucero. Sea como fuere, si se destruía una buena parte del sistema integrado de defensa aérea de Kaliningrado, sería una misión exitosa, ya que destruir dicho sistema era condición “sine qua non” para ganar, o al menos no perder, el recién iniciado conflicto. Y la OTAN no tenía intención alguna de perder la guerra más importante de su historia, y mucho menos contra su tradicional y potente enemigo.
-Aquí Titán Líder a escuadrón – dijo el Teniente Coronel Hessman – tenemos luz verde. Procediendo hacia IP (punto de inicio). Síganme.
-Titán 1-2 Roger – contesto “Póker”, mientras se colocaba las gafas de visión nocturna y seguía a su líder. El resto del escuadrón respondió a su vez, y se posicionó en formación de nuevo.
Los F-18C viraron a rumbo 0-3-5 y mantenían 480 nudos de velocidad, mientras comenzaban un suave descenso para mantenerse por debajo de los dos radares de exploración rusos 91N6E “Big Bird” que estaban buscando objetivos en los cielos polacos desde Kalinigrado, interferidos por los EA-18G. El sistema SA-21 en teoría tenía misiles con un alcance máximo de 400 km y capacidad para atacar a blancos que emitieran contramedidas electrónicas con su capacidad Home-on-Jam (HOJ) que se guiaba precisamente por dichas emisiones, así que por eso aquellos sofisticados aparatos se mantenían fuera de su radio de acción, aunque significase que la efectividad de sus interferencias fuera menor.
Sus primos, los Hornet del escuadrón VMFA-251 volaban cada vez más bajo, primero 12000 pies, luego 4000, y finalmente, poco más de 500 pies, para mantenerse lo más ocultos posible, pese a las turbulencias y la lluvia que ahora sacudían a los aviones. Al poco, “Homer” recibió información del E-3 que coordinaba el ataque de su escuadrón y la trasladó a sus pilotos.
-Atención Titanes, “Ojo Nocturno” informa de la presencia de emisiones de un A-50 Mainstay sobre Lituania…estamos entrando en su zona de incertidumbre y en breve en su zona de detección. Manteneos atentos.
- “Roger” – fue la respuesta unánime.
-Mirad detrás, tenemos escolta alemana, que considerados…y allí delante… – dijo por la radio el Mayor Jonathan “Nuke” Niese, segundo al mando del escuadrón y poseedor de un explosivo carácter – parecen las toberas de nuestros misiles de crucero…”Homer”, ¿no estamos demasiado cerca?
-Negativo, seguid en formación. Corto – dijo tajante el líder del escuadrón.
Pero al poco el Teniente Coronel Hessman tuvo de volver a hablar a sus hombres.
- “Mangosta”, repito, “mangosta” – anunciando con aquella palabra clave el inicio del lanzamiento de misiles SAM contra los señuelos MALD y los misiles JASSM que volaban entre 40 y 10 millas por delante de ellos. – Estamos en PI, vamos a descender un poco más…bajamos a 300 pies…cuidado marines que esto comienza a ponerse feo.
Mientras, el oficial ruso encargado de la coordinación de la defensa aérea y antiaérea rusa de Kaliningrado, estaba atareadísimo tratando de responder al ataque que la OTAN había puesto en marcha y que en aquellos momentos aparecía en las pantallas de su puesto de mando. Cuando comenzaron las primeras emisiones de contramedidas electrónicas (ECM) supuso que algo iba a pasar antes o después, y no tardaron mucho sus radares en detectar la presencia de lo que parecía un ataque masivo de misiles de crucero acompañado de aparatos con OECM de escolta, seguramente dividido en tres ejes, y que en esos momentos se dirigían hacia ellos. Tan pronto como estuvo convencido de lo que veía y confirmado por al menos dos radares, y ante la imposibilidad de decidir si era un ataque con señuelos o real, dio orden a sus cazas Su-27 de despegar desde Chernyakhovsk, y a los batallones de misiles antiaéreos S-400 y S-300 que comenzaran a derribarlos. También los sistemas TOR de corto alcance, apoyarían a sus hermanos mayores cuando los proyectiles enemigos estuvieran más cerca de sus fronteras. El único problema es que no recibiría más apoyo de cazas, ya que, en el ataque inicial ruso se habían perdido bastantes aparatos, además se necesitaban de cuatro escuadrones para mantener una presencia constante de patrullas aéreas de combate sobre las repúblicas bálticas y escolta del AWACS, que no iban a moverse de sus posiciones, y por último, se hacía muy difícil que pudiesen llegar a tiempo otros cazas desde el interior de bases rusas en el tiempo que durase el ataque aéreo enemigo. Incluso, en un escenario tan confinado, con tantos misiles antiaéreos y con tantas contramedidas, podría haber sido contraproducente para sus intereses la presencia de más cazas rusos, así que el oficial pensaba que solo con sus sistemas defensivos, que no solo eran lo mejor con lo que su país podía responder al ataque, sino seguramente de los mejores de todo el mundo, tenía confianza en sus posibilidades para salir airoso de situación.
Pero en cuanto los primeros SA-20/21 comenzaron a llegar y a interceptar a los MALD y a los misiles de crucero, las tres escuadrillas de F-22 que los precedían ascendieron todas a la vez, algunas de ellas dentro de las fronteras rusas, a escasas 18 millas de sus objetivos, y que, para sorpresa rusa no habían sido detectadas, y sus aviones se desprendieron lo antes posible de sus bombas planeadores, ya que no les hacía mucha gracia que fueran “pintados” por los radares rusos al tener abiertas sus bodegas de armamento y aumentar en gran medida su firma radárica. Tras ello, comenzaron a buscar cazas enemigos con sus sensores.
Los asombrados oficiales rusos ordenaron rápidamente a sus Su-27 que los abatiesen, pero fueron los F-22 los que dispararon primero sus misiles AMRAAM, y lograron derribar 6 de los 10 Flankers que habían despegado, mientras que los supervivientes, enfurecidos, se dirigieron hacia los F-22 que ya iniciaban la huida con su recuperada furtividad, logrando localizar a dos de ellos con sus IRST, y derribarlos con tres misiles aire-aire AA-11 a corta distancia, pero al intentar perseguir al resto hacia el interior de Polonia, uno de ellos fue abatido por dos misiles Patriot, dando inmediatamente la vuelta los tres restantes, y centrándose en intentar derribar los misiles que se acercaban a su base y que amenazaban con destruirla.
El escuadrón “Thunderbolt” estaba ahora a poco más de 60 millas de distancia de la base aérea de Chkalovsk, aguardando para poder realizar su ataque principal. Y es que desde satélites SBIRS y dos UAV,s furtivos RQ-180, se había estado monitorizando los lanzamientos de los SAM rusos, las posiciones de los radares de control de fuego y los centros de mando móviles, así como de sus posibles movimientos. Esa información había sido enviada en tiempo real a AIRCOM, el centro de mando aéreo de la OTAN en Ramstein, y desde allí a los AWACS que coordinaban la misión. Por último, estos pasaron la posición de los objetivos a los cazabombarderos para que acabasen con ellos.
En general, los SAM,s rusos estaban realizando un buen trabajo y los derribos se contaban por docenas. Aproximadamente costaba un misil y medio por cada derribo, y los rusos tenían muchos misiles. Pero también eran muchos los misiles y drones señuelos que avanzaban hacia las bases rusas, y la súbita aparición de las 96 GBU-39 no ayudó en nada a la defensa aérea rusa. Incluso con la entrada en acción de los sistemas SA-15, los rusos no daban abasto a derribar la enorme cantidad de atacantes, y al final fue obvio para todos que iban a ser saturados y superados por el ataque de la OTAN. Y fue en ese momento, cuando “Ojo Nocturno” ordenó a los F-18 y a los ATACMS que actuasen.
-Aquí Titán Líder. Es nuestra hora, vamos allá muchachos… “Nuke” encárgate con los chicos del “Big Bird” más al este, ese es para el escuadrón. “Póker” y yo guardaremos nuestros HARM para algún objetivo amenazante.
-Roger. Vamos al lio muchachos, ¡os quiero pegados a mi cul* ya! – respondió el número 2.
Y mientras los 8 Hornets se elevaban, adquirían sus objetivos y preparaban el lanzamiento de sus misiles, Polster no dejaba de sentirse preocupado por todas aquellas emisiones de radar y de misiles antiaéreos que había en el aire. De momento todo funcionaba como estaba previsto en “Llamarada Intrépida”, pero la distancia con la frontera era cada vez más corta, y los F-18 ya estaban muy dentro del alcance de los SAM enemigos. Volvió a mirar la pantalla de sus RWR y no vio nada que fuera dirigido hacia él, lo cual lo tranquilizo un poco. Para tratar de evitar aquellos nervios, se centró en preparar sus dos misiles antirradar para poder dispararlos en cuanto tuvieran un blanco que valiese la pena.
-“Magnum” – anunció “Nuke” Niese por radio al disparar sus HARM.
-“Magnum” – repitieron uno tras otro el resto de pilotos mientras los 16 misiles se desprendían de sus cazabombarderos y se dirigían hacia su objetivo a toda velocidad.
Algunas millas más al noroeste de su posición, una batería de misiles ATACMS lanzaba también una andanada de sus misiles con cabeza de submuniciones hacia la batería de SA-21 que protegía la base aérea de Chernyakhovsk. En esos momentos, los primeros Tomahawk, JASSM y GBU-39 comenzaban a llegar a sus objetivos. Pese a las interferencias que los rusos estaban utilizando para bloquear la señal de GPS de los sistemas de guiado de los misiles, la robustez y la potencia de los GPS “anti-jamming”, unidos al sistema alternativo de navegación inercial y la guía terminal por imágenes de infrarrojos con sistema de reconocimiento automáticos en la mayoría de los misiles, hizo que los proyectiles aliados sufrieran muy poco a causa de las contramedidas rusas.
El peor parado de los objetivos rusos fue la base naval de Baltiysk, que solo contaba con dos batallones de SA-20 y unos pocos SA-15, y que fue arrasada casi en su totalidad, con enormes llamaradas que iluminaban la noche y columnas de humo que se elevaban al cielo. Las dos bases aéreas, por su tamaño y protección, además de mejor defendidas con un batallón de SA-21 y dos de SA-20 más algunos SA-15 de apoyo, e incluso con sistemas de muy corto alcance SA-22 específicamente dedicados a defender los batallones de SA-21, lograron salir mejor paradas, aunque también sufrieron daños importantes cuando los Tomahawk sembraron de submuniciones las pistas de despegue, rodaje, y los aledaños a los refugios de los cazas, además de alcanzar con cabezas de alto explosivo y penetradoras la torre de control, varios depósitos de combustible y armamento, así como alguno de aquellos refugios y otros edificios. Además, algunos JASSM que habiendo destruido sus predecesores los objetivo fijados para ellos, y haciendo gala de su capacidad de reataque gracias a su sistema automático de adquisición de objetivos, lograron destruir tres lanzadores de una batería de SA-20 así como su radar de control de fuego.
Por su parte, los F-18 también habían cumplido su objetivo, y pese a que apenas uno o dos misiles lograron sobrepasar las defensas rusas, ahora los dos radares “Big Bird” eran chatarra humeante, y los defensores solo podían confiar en su AWACS A-50 para responder a los cazas de la OTAN…ya que el ataque todavía no había terminado. Ahora llegaba el turno de los sistemas antiaéreo SA-20 y 21, objetivo primario de “Llamarada Intrépida”, y los “Thunderbolts” volvían a escena.
-Bien marines, “Ojo Nocturno” nos ha pasado las coordenadas de nuestros objetivos y las tenemos marcadas. Vamos a por ellos. “Nuke” vosotros id a por los TEL, yo me encargo de los puestos de mando, y “Póker”, te dejo el radar de control de fuego del SA-21, luego iremos a por el SA-20.
-Roger – respondió Polster, que se apresuró a priorizar el radar para sus misiles HARM, y tan pronto como tuvo luz verde del sistema, lanzó ambos misiles. – “Magnum”…”magnum” – anunció con algo de retraso.
-En camino – se oyó por la radio conforme las JSOW de los F-18 se soltaban de las alas y se dirigían a sus objetivos, hacia 16 de los 20 TEL que había alrededor de la base aérea de Chkalovsk.
Pero de repente alguien gritó “¡Misiles, tenemos SAM,s en el aire hacia nosotros”. Los rusos seguían disparando con los pocos misiles que les quedaba, ya que no estaban dispuestos a aceptar una derrota, así como así. En respuesta, “Homer” lanzó los últimos HARM del escuadrón hacia el radar de control de fuego del batallón de SA-20 que los había “iluminado”, tratando de entorpecer su labor, y a ser posible, destruyéndolo para que fuera la última andanada que lanzasen.
-¡Titanes, romped, romped! ¡Misiles al frente! – ordenó “Homer” y los F-18 rompieron la formación, tratando de tener espacio para maniobrar y quitarse de encima los SA-20 que se les acercaban. Uno de ellos se fijó en el Teniente Polster, y este comenzó a escuchar el estridente sonido de su alertador de amenazas, advirtiéndole del SAM. “Póker” comenzó a realizar fuertes virajes, mientras se colocaba en un ángulo perpendicular a la trayectoria del misil, al que todavía no podía ver en la oscuridad de la noche, ni siquiera la llamarada de su tobera…pero sabía que estaba ahí y se acercaba muy deprisa. Verificó que las contramedidas electrónicas estuvieran funcionando y dejó en automático el lanzamiento de los chaffs.
-“Titan 1-2”…“Póker”, tienes uno que va hacia a ti, ¡gira, gira! – le dijo Hessman por radio.
-¡Evadiendo, evadiendo! – se oyó gritar así mismo, mientras tiraba con fuerza de la palanca de mando, su traje anti-g se hinchaba y giraba la cabeza desesperadamente tratando de encontrar el misil enemigo.
Y cuando comenzaba a perder algo de visión por los G soportados y mantenidos durante demasiado tiempo, apareció por delante de su cabina una pequeña columna de humo unido a un penacho de fuego que pasó a la velocidad del rayo, y que se alejaba de él. “Dios mío, que sea ese”, pensó mientras trataba de recuperarse de la maniobra y hacerse de nuevo con la situación. Respiró algo más aliviado al darse cuenta que la señal acústica de amenaza había dejado de sonar… “menos mal, menos mal”.
Pero los acontecimientos sucedían a toda velocidad, y mientras recuperaba el aliento, escuchó por radio como otro de los “Titanes” estaba en apuros.
-…¡”Nuke”, misil a tus siete…cuidado! – le gritó “Homer”.
-¡Gira maldito cacharro…! – llegó a decir el Mayor, mientras encabritaba su aparato y este no dejaba de lanzar tiras de “chaff”.
Pero para cuando Polster, en la oscuridad, logró localizar visualmente, el F-18 del Mayor Niese no era más que una gran bola de fuego, ya que el último de los SA-20 disparados había logrado un impacto directo en su aparato. No había ningún paracaídas, no había tenido tiempo de saltar antes de que su caza explotara en mil pedazos.
-¡Maldita sea…joder, joder, joder…! – escupió por su boca el comandante del escuadrón, a la vez que verificaba que no había más amenazas cercanas - ¿Todos los demás estáis bien? ¿” Póker”?
-De una pieza…por poco, pero de una pieza.
-Vale, nos largamos de aquí, virad a 2-2-0, máxima velocidad y vuelo rasante…seguidme, no quiero que nos vuelvan a coger esos cabrones – ordenó el Teniente Coronel, que viendo que ya habían lanzado todas sus armas (solo quedaban los 2 AGM-154 de “Poker” bajo las alas del escuadrón) y no queriendo tentar más a la suerte tras haber cumplido con su misión, no veía motivos para seguir allí ofreciendo un blanco para los SAM,s enemigos. No pudo hacer una valoración de daños, pero aquello ya le importaba una mierda. Acababa de perder a un amigo de muchos años, y su “pupilo” había estado a punto de seguir su suerte, así que mejor dejar esa tarea para otros, ellos habían cumplido por hoy.
En el camino de vuelta pudieron vislumbrar un grupo de misiles JASSM que lanzados por un B-52 se disponía a rematar algunos “flecos” dejados por el ataque principal. Y más lejos, e invisibles en la noche y a los radares, 2 B-2 armados con bombas MOP, se dirigían a rematar la tarea, atacando el bunker subterráneo de mando y control de la defensa aérea en Kaliningrado, donde el consternado oficial ruso al mando de la defensa aérea, todavía no sabía lo que se le venía encima, mientras se preguntaba cómo podían haber recibido tal castigo con las impresionantes defensas antiaéreas que tenía bajo su mando, y se preocupaba por el destino de sus compatriotas muertos o heridos allí fuera, y el del suyo profesional, sin saber lo poco que le quedaba. Además, otros dos bombarderos furtivos estaban a punto de lanzar 160 GBU-38 JDAM contra múltiples objetivos para aumentar el daño y la confusión entre los rusos, que aquella noche se estaban llevando “un buen recuerdo”, cortesía del potencial aéreo aliado.
No muy lejos de la frontera con la republica checa, y ya lejos de la zona de peligro, los “Thunderbolts” ascendieron para encontrarse de nuevo con los aviones cisternas que les trasvasaron el combustible necesario para regresar con tranquilidad a la Base Aérea de Caslav. Mientras, y gracias a los satélites y los RQ-180, se pudo comprobar que entre los ATACMS y los 30 F-18 que atacaron las defensas aéreas, lograron un grado de éxito bastante elevado, destruyendo aproximadamente las tres cuartas partes de los vehículos TEL y puestos de mando de los batallones de los SA-20 y SA-21, además de todos menos dos de los radares de control de fuego, y los dos grandes radares de exploración “Big Bird”. Así que cuando Hessman, Polster y los demás aterrizaron en Caslav, y pese a la tristeza y la amargura por haber perdido a uno de los veteranos pilotos del escuadrón, al menos recibieron buenas noticias respecto al éxito de su misión, lo que los consoló en cierta medida. Pensaron que una gran parte de la defensa aérea rusa estaba destruida y ya no supondría un problema serio, lo que haría más fáciles los próximos ataques contra los rusos. Por su parte, supieron que entre las bajas propias se contaban 2 de los avanzados cazas F-22 (e iban 3 en el primer día de guerra) y cinco F-18 (el de “Nuke” y cuatro del “Trumman”). Se podría decir que era un buen resultado, y que el ataque había sido un éxito, pero para los que habían perdido a un compañero, aquello era difícil de aceptar.
Y si hubieran sabido que los rusos habían enviado en secreto unas semanas antes un batallón de SA-21 y dos de SA-20 adicionales, que no habían sido usados aquella noche, manteniéndolos en reserva, y que en unión a los vehículos supervivientes que podrían integrarse en esos batallones, más los SA-15, todavía podían hacer plantear una defensa peligrosa, la confianza en el éxito de su ataque no hubiera sido tanta.
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Expreso Báltico
25 de enero 2018. 07:37 hora local. Valga, Estonia.
En medio de la ventisca y la nevada que caía desde hacía horas, Hendrik Rein, su amigo Jaak Lindpere y su nuevo compañero Igor Baranov, un voluntario rusofono de Vöru de la Liga de Defensa Estonia, regresaban resoplando, medio muertos de frio y de cansancio, a la protección de algunas de las edificaciones evacuadas por los civiles y ocupadas por los soldados estonios, en la fronteriza ciudad de Valga. Tras dos horas de guardia junto a la vía de tren, Baranov se despidió de sus compañeros sin mucho afán y dirigió a un cobertizo donde estaban alguno de sus compañeros de la Liga, mientras que Hendrik y Jaak entraron en una casa de madera donde se había resguardado su sección. Dieron novedades al Sargento Martin Kaljurand, para acto seguido, entrar en una de las habitaciones de la planta baja y acomodarse sobre una gruesa alfombra extendida en el suelo, y tender sus sacos de dormir. Cuando Hendrik iba a meterse en el saco, tropezó su mirada con el reflejo de alguien desconocido en el espejo de un viejo armario que había frente a él. Comprobó, no sin algo de estupefacción, que era su propia imagen la que observaba, y fue entonces cuando tuvo consciencia del lamentable aspecto que tenía en aquellos momentos. Su traje de camuflaje, antes blanco, ahora marrón por el barro y negro de suciedad, con barba de dos días en su antes inmaculada cara, y, sobre todo, sus ojos inyectados en sangre por el cansancio y la falta de sueño, le daban el aspecto más de un vagabundo o un alcohólico que el de un soldado. No tenía muchas ganas de pensar en ello, pero estaba claro que en muchas de las películas bélicas de Hollywood que a él le gustaba ver, los soldados parecían más modelos con trajes impolutos que combatientes de verdad, …también muchas de las cosas que se decían sobre la gloria, el glamour y la épica de la guerra, ahora le parecían conceptos totalmente absurdos, y eso que tan solo habían pasado poco más de 24 horas desde el comienzo de la misma, y ya deseaba con todas sus fuerzas que terminara cuanto antes.
Finalmente, Hendrik se recostó al lado de Jaak, y ambos cerraron los ojos sin mediar palabra alguna. El deportista, más acostumbrado al esfuerzo físico y a dormir en cualquier lugar que su compañero de armas, comenzó a roncar al poco, pero Hendrik no podía conciliar el sueño, y las imágenes se agolpaban en su mente, mientras apretaba los dientes y los ojos. Su mente comenzó a rememorar como hacía poco más de un día, cuando el fuego de artillería rusa lo despertó de forma abrupta, tuvo la peor sensación de su vida, la guerra había comenzado, la pesadilla se había vuelto real…
…el fuego de artillería al principio sonaba lejano, pero al poco y cuando todos estaban en sus puestos tratando de disimular su nerviosismo como mejor podían, alguien oyó por encima de ellos el sonido de lo que parecía un dron, pero que no se podía ver en la oscuridad. Pocos minutos después, Hendrik y el resto de su sección comenzaron a soportar el que era su primer bombardeo. Gruesos proyectiles de 122 y 152 mm comenzaron a caer a su alrededor y sobre ellos…y su efecto fue devastador. Los gritos de muchos de sus jóvenes compañeros, el ver a uno de ellos volar por los aires a causa de un impacto directo sobre su posición o como a el mismo se le soltó el esfínter de la tensión y se orinó en los pantalones, le produjo una sensación absolutamente terrible. Nadie estaba preparado para algo así, y por mucho que quisiera servir a su país y no quedar como un cobarde delante de sus compañeros, lo único en que pensaba era en salir de allí corriendo y librarse de aquellas espantosas explosiones. Solo el agarrotamiento de sus músculos por la tensión, y la seguridad de que si se levantaba un solo centímetro del suelo sería barrido por la metralla, le impidió hacerlo.
Tras unos minutos que parecieron horas, aquello terminó por fin. Tras el bombardeo, la sección del Teniente Sokk estaba en shock, y costó varios minutos más que aquellos jóvenes pudieran recuperarse, en gran parte gracias a la actitud del Sargento Martin Kaljurand, que era el militar más experimentado y con experiencia en algunos combates en Afganistán. Al final, tras evacuar a las bajas del bombardeo, y justo cuando se oía el rumor de motores de vehículos llegando desde el este por la carretera, la sección estuvo medianamente preparada para combatir, una vez recuperados del shock inicial. El encuentro fue rápido y violento. Los soldados estonios no lucharon mal al principio y se cobraron como víctimas, y gracias al CSR y al lanzagranadas C-90, un BRDM-2M y un BTR-80 de las fuerzas rusas de reconocimiento. Aquello hizo que la confianza de los soldados estonios se recuperará casi por completo y se oyeran los primeros gritos de euforia que disipaban en parte la tensión. Pero aquello duró poco, ya que no tardó mucho en aparecer un enorme tanque T-72B precedido de un ligero temblor de tierra, que asustó bastante a los defensores…y con razón. El tanque, nada más aparecer en el campo visual de los estonios, destruyó con su primer disparo el cañón CSR, matando a su dotación, para acto seguido comenzar a barrer sus posiciones con fuego de ametralladora mientras recargaba el cañón y disparaba una y otra vez. Los soldados estonios comenzaron a flojear al comprobar que no podían hacer nada contra aquella bestia, y que sus bajas se iban acumulando una tras otra. Pronto uno de ellos salió corriendo en dirección contraria al tanque ruso, que seguía escupiendo fuego, y poco después, y sin mediar orden de retirada alguna, comenzaron a seguirlo varios más, incluido el propio Teniente Sokk, que no tuvo mucha suerte ya que a los pocos metros yacía muerto en el suelo con dos proyectiles de 7,62 mm que le habían alcanzado por la espalda. El Sargento Martin trató entonces de poner orden, pero era demasiado tarde, la espantada era general, y solo Hendrik, Jaak y el propio Sargento seguían plantando cara a los rusos. Pero era absurdo continuar allí. Las balas de la MG-3 de Jaak rebotaban sobre la coraza del T-72 y Hendrik no había disparado ni un solo tiro con su AK4 todavía, y hacerlo contra un tanque no tenía sentido alguno. Así que el Sargento les ordenó salir de allí, mientras él era el último en abandonar la posición. Hendrik y Jaak salieron agachados y a la carrera, cubriéndose entre los árboles, avanzando con dificultad entre la nieve. Al poco escucharon grandes explosiones en la zona que acaban de abandonar… “los IED que había preparado el Sargento, por eso debía haberse quedado…este tío los tiene bien puestos”, pensó Hendrik.
Unos metros más adelante vieron regresar a uno de los camiones con los que se habían evacuado las bajas del bombardeo artillero a retaguardia, y le hicieron señas para que los vieran. Se identificaron y subieron detrás, no sin antes advertir al soldado que conducía el camión que faltaba por llegar el Sargento Kaljurand y que esperase unos minutos. Vieron que dentro del camión estaban algunos de sus compañeros que habían salido corriendo minutos antes, con las cabezas gachas, pero nadie dijo nada. Mientras el vehículo realizaba maniobras para salir hacia oeste, llegó por fin el Sargento a la carrera, se subió a la cabina y dio la orden de partir. “Sácanos de aquí de una puta vez…que no van a tardar en venir más” …se oyó en la parte trasera.
Al poco, el Sargento logró reunir en una pequeña granja donde se había agrupado el resto de los supervivientes de la que ahora era “su” sección, y que no se habían encontrado con el camión en su huida campo a través. Hizo un rápido recuento, y vio que solo quedaban 22 hombres indemnes de los 36 que formaban la sección apenas hacia un rato. Seis habían muerto, incluyendo a su oficial al mando, y ocho más estaban heridos, casi todos en el bombardeo artillero, de los que seis ya habían sido evacuados a un puesto de primeros auxilios, pero aún tenían consigo dos hombres heridos que debían recibir atención médica. Estos y algunos hombres más se subieron al camión, mientras que el Sargento y algunos otros, “confiscaron” un Toyota Land Cruiser de 7 plazas que tenía el dueño de la granja, que tuvo que ceder a regañadientes, a la vez que él y su familia se subían a un monovolumen con sus pertenencias más preciadas y se marchaban hacia el oeste a toda velocidad.
El resto de la mañana, y tras dejar a los heridos en un puesto médico civil cercano, la pasaron yendo de un lado a otro, tratando de encontrar alguna unidad a la que unirse y no quedarse embotellados en los atascos de tráfico que comenzaban a colapsar las carreteras con refugiados civiles que huían de los combates y de los rusos, pero la situación era caótica en toda aquella región. Nadie sabía muy bien donde estaban los rusos y donde las líneas propias. Al final, ya a media tarde, y tras cruzar los bosques del parque nacional de Karula en dirección oeste, encontraron a un Capitán de la Liga de Defensa Estonia (LDE) que estaba reuniendo a soldados que retrocedían por carretera, uniéndolos a los suyos, y tratando de montar la defensa perimetral de un importante cruce de carreteras, en la aldea de Lüllemäe. La sección de Kaljurand se integró en aquella pequeña formación ad hoc, que no debía pasar de los 200 efectivos, y comenzaron a ayudar en la evacuación de los civiles de la aldea, mientras otros soldados preparaban posiciones defensivas.
Pero pese a la buena labor de aquel oficial, y a que incluso contaban con algunas armas de apoyo como morteros de 81 mm y cañones sin retroceso, aquella posición tampoco aguanto demasiado. Estaba comenzando a oscurecer cuando dos aviones rusos Su-25 la sobrevolaron en una primera pasada, para luego, y pese a los esfuerzos en camuflarse que habían hecho los soldados estonios, identificar la presencia de un número apreciable de tropas enemigas, que, a juicio de aquellos pilotos, valía la pena gastar su munición en ellos. Los dos cazabombarderos se alejaron un poco, antes de realizar un viraje cerrado, apuntar su morro contra el suelo y comenzar a disparar 8 enormes cohetes S-24 de 240 mm, de los que la mitad impactaron dentro de las posiciones estonias, causando varias bajas. Luego los aparatos rusos, volvieron a alejarse y tomar algo de altura, ante la impotencia de los estonios que veían como no podían hacer nada contra aquellos aviones enemigos, y algunos recordaron que no habían visto en el cielo un solo avión de la OTAN en todo el día. Los Su-25 volvieron a la carga y esta vez soltaron otras 8 bombas FAB-500 que, entre grandes deflagraciones, aumentaron los daños causados a los defensores. Y como última acción, los Su-25 regresaron otra vez para ametrallar a los estonios con sus cañones de 30 mm.
Cuando los cazabombarderos rusos desaparecieron del cielo, y el sol estaba ya ocultándose, los estonios comenzaron a reorganizarse, evacuando las bajas y preparándose otra vez para un ataque por tierra que parecía inminente. Pero al cabo de un rato, lo que tuvieron fue un nuevo ataque aéreo. Esta vez, y con la caída de la noche, ni llegaron a ver a quien los atacó, pero el ruido de los rotores desde la lejanía les hacía pensar en helicópteros de ataque. Entonces, una andanada tras otra de cohetes de 80 mm se abatió sobre los defensores, causando de nuevo graves pérdidas entre los mismos. Entre la confusión del ataque, los soldados estonios no acertaron a ver como no muy lejos de allí, a menos de un kilómetro hacia el nordeste, en el claro de un bosque, tres helicópteros Mi-8 descargaban casi 60 soldados Spetsnaz de las fuerzas especiales rusas, y en cuanto los otros 3 Hip que estaban disparando a los estonios agotaron sus cohetes, fueron sustituidos por estos. A su vez, esos 3 helicópteros que habían atacado la aldea, se desplazaron hacia el sur y dejaron a unos 700 metros de allí a otros 60 comandos rusos, antes de retirarse, los 6 Mi-8 con los alveolos de sus lanzacohetes vacíos.
Cuando todavía no se había disipado el humo de las explosiones, ni acallado los gritos de los heridos, comenzaron a oírse disparos de armas automáticas ligeras en la lejanía. Hendrik y Jaak se miraron sorprendidos, los rusos ya estaban allí y ni se habían dado cuenta. Los soldados de su sección estaban cerca del cruce, en el centro de las posiciones defensivas, fortificando un pequeño centro comercial que haría de último bastión defensivo junto al cruce de carreteras. Ambos cogieron sus armas y se apostaron al lado de un ventanal con su mirada puesta hacia el sur, que era donde se oían los disparos más cerca. Los dos tenían un nudo en el estómago y sus manos temblaban ligeramente. Pero de nuevo, Hendrik tampoco disparó un solo cartucho en aquella ocasión. Los defensores habían sufrido bastantes bajas en los ataques aéreos y no habían conseguido reorganizarse todavía, cuando varios de los mejores soldados del ejército ruso estaban atacando desde los flancos de los defensores, y haciendo picadillo a los reservistas y voluntarios estonios que trataban de defenderse como podían. El Capitán al mando, pronto se dio cuenta de aquello y ordenó abandonar la posición antes de perder a todos sus hombres, ya se reorganizarían en otro punto algo más alejado... si los rusos les dejaban. Los soldados estonios comenzaron a retirarse, esta vez ordenadamente, y fueron subiendo a los vehículos que les aguardaban a poca distancia de allí, mientras algunos protegían la retaguardia disparando con todo lo que tenían, para tratar de mantener a los rusos lo más alejados posible. Los 19 hombres del Sargento Kaljurand que quedaban sanos (los cuerpos de dos fallecidos y un herido grave se quedaron en el centro comercial), volvieron a meterse en el camión y en el Toyota, que por un milagro no habían recibido ningún impacto durante los ataques aéreos, y salieron de allí lo antes posible. De nuevo los hombres del Sargento Kaljurand veían derrumbarse la defensa de su posición sin haber podido hacer nada al respecto, y esta vez la frustración y la rabia se hacían patente en sus rostros. Aquello no podía seguir así, se decían por lo bajo unos a otros, mientras se alejaban de la aldea de Lüllemäe, de nuevo hacia el oeste. En aquel sector y en menos de 24 horas, ya se habían retirado casi 70 kilómetros.
El oficial ordenó marchar hacia la ciudad fronteriza de Valga, distante poco más de 20 km, donde se estaba reuniendo otro contingente de soldados, este más importante todavía, quizás incluso 500 hombres o más, que tratarían de frenar a los rusos allí. Valga era un importante nudo de comunicaciones del sur de Estonia, tanto por las carreteras que entraban y salían de ella, como por la vía férrea que la unía al resto del país y con la capital letona de Riga, y merecía la pena defenderla, además de tratar de retrasar lo máximo posible a los rusos para que sus aliados de la OTAN pudieran llegar a ayudarlos…o al menos eso esperaban ellos.
Cuando al fin llegaron a Valga, siendo ya noche cerrada, tras reorganizarse un poco, fueron enviados a varios puntos para reforzar la defensa de la ciudad. A los hombres del Sargento Kaljurand los destinaron a un kilómetro al sur de la estación de tren, con las vías del mismo como línea del frente, y muy cerca de la frontera con Letonia. Kaljurand había unido de nuevo a Jaak con Hendrik, y a un voluntario de la LDE que hacía de municionador para la MG-3, el tal Igor Baranov, un rusofono de Voru que se les había unido en la retirada de Lüllemäe. Así que, por fin, y tras pasar la noche entre gélidas guardias y descansos incómodamente cortos, ahora que habían terminado la última guardia de la noche, por fin podían descansar un par de horas al abrigo de aquella casa ocupada.
Allí estaban en aquel momento. Por fin, tras todos aquellos recuerdos, Hendrik Rein logró conciliar el sueño, aunque su mente parecía dispuesta a no darle tregua alguna, y las pesadillas sobre retiradas interminables, la impotencia ante el enemigo y los compañeros de armas mutilados se agolpaban en su cabeza. Pese a todo, tal era el cansancio que tenía, que siguió durmiendo durante un rato más. Al final, fueron de nuevo las explosiones de la artillería enemiga las que lo sacaron de sus pesadillas, bañado en sudor frio. Cuando se incorporó pudo intuir que no eran explosiones cercanas y en cuanto agudizó un poco más el oído, comprobó que parecían venir del sur, de Letonia, de la ciudad hermana de Valka, al otro lado de la frontera. No era un problema inmediato para él, así que se relajó un poco. Se incorporó mientras veía a Jaak como dormía a pierna suelta y salió de la habitación. Se dispuso a desayunar en la cocina con algo de lo que le quedaba en su mochila. Preparó un poco de leche en polvo con café y algunas insípidas galletas, y mientras lo tomaba sin apenas ganas, llegó el Sargento a toda velocidad.
-Hendrik, despierta a Jaak y ve a por Baranov, tenemos que ir a retaguardia, parece que los rusos podrían entrar por Valka en la ciudad y tenemos que reforzar a los policías que vigilan el paso fronterizo no muy lejos de aquí… ¡vamos espabila, deprisa! Nos vemos en la parte trasera de la casa, yo voy a por el coche y a por un par de C-90… ¡Cabo Tamm! …te vas a quedar al mando hasta que vuelva… - le oyó decir a Kaljurand.
-A sus órdenes Sargento – dijo precipitadamente Hendrik, mientras salía de la cocina a la carrera.
En pocos minutos estaban los tres soldados con su equipo y armamento, subiéndose en el Toyota conducido por el Sargento y marchando hacia donde les habían ordenado.
-Vamos a observar a ver cómo está la situación, y a lo mejor tenemos que entrar en territorio letón para ello. Luego informamos al comandante de la guarnición, y si es necesario enviará refuerzos… vamos en misión de reconocimiento ¿entendido?
-Si Sargento – respondió Jaak a modo de portavoz de sus compañeros.
Al poco de salir, comenzaron a oír caer proyectiles a su espalda. Ahora los rusos estaban castigando sus propias posiciones y en breve, seguramente comenzaría un ataque contra Valga. No les gustaba abandonar a sus compañeros en aquellas circunstancias, y mucho menos al Sargento, pero tenían sus órdenes y debía cumplirlas.
Casi diez minutos después, y tras callejear un poco por la ciudad siguiendo las indicaciones del antiguo puesto fronterizo y la ciudad de Valka, llegaron al aparcamiento de un supermercado cercano a la frontera, donde una docena de policías, armados con escopetas, subfusiles y algún AK4 que seguramente habría salido de los arsenales del Ejército, estaban hablando con unos militares de la OTAN. En el vehículo, con una ametralladora pesada sobre el techo y parecido a un Humvee, se encontraban algunos soldados de la OTAN. El vehículo enarbolaba la bandera de la Alianza en una antena, y otra parecida a la bandera letona en la otra, pero la franja del medio era más ancha, y amarilla en vez de blanca. Aparcaron junto a ellos, bajaron del coche, y el Sargento se dirigió hacia el que parecía estar al mando de los policías para conseguir algo de información. Tras hablar con ellos unos minutos, regreso junto a sus hombres y les dijo:
-Vale, atendedme. Los de allí son soldados españoles del contingente de la OTAN en Letonia que estaban luchando en Valka, pero dicen que la situación allí es insostenible, y han retrocedido hasta aquí para avisarnos. Dicen que los rusos no tardarán mucho en llegar. Quedan algunas fuerzas de los suyos con blindados cubriendo la retirada, pero detrás de ellos ya solo cabe esperar a los rusos. Y si nos pillán por la espalda, destrozaran toda nuestra defensa aquí ¿comprendéis?
-Si Sargento, pero ¿qué podemos hacer nosotros si los rusos están haciendo retroceder a gente con vehículos blindados? – quiso saber Hendrik.
-Nuestro trabajo, defender nuestro país…pero ahora voy a llamar al mando a dar novedades y pedir refuerzos urgentes. Estos policías conocen esta zona y nos ayudaran a buscar posiciones defensivas, id con aquel de allí – dijo indicando a un policía alto con bigote. – Los españoles y el resto de los que vengan de Valka también se nos unirán. Debemos detenerlos aquí para ganar tiempo a que envíen refuerzos.
-Pero Sargento, el enemigo parece que está atacando también nuestras posiciones en Valga… - dijo Igor - ¿y si no pueden enviarnos refuerzos? – el Sargento se quedó mirándolo inexpresivo, se encogió de hombros y se marchó en busca de su radio.
El policía bigotudo de casi dos metros de altura los guio hacia una ventana en lo alto de una nave agrícola, desde donde podían cubrir la salida de la calle principal que llegaba desde Valka, y defender el flanco izquierdo de la posición, por si los rusos giraban hacia allí. Mientras, los policías y los soldados del “Humvee”, se refugiaban en el supermercado y protegían el flanco derecho. Si los rusos pasaban por entre los dos, estarían en un fuego cruzado, aunque aquello no era más que un parche que no duraría dos segundos contra un ataque ruso si no recibían refuerzos y pronto. Al menos esperaba que los españoles y letones que se retirasen fueran bastantes para hacerse fuertes allí. Hendrik miró su fusil de asalto, teniendo la sensación de que esta vez si iba a hacer uso de él, mientras el plomizo cielo matinal comenzaba a escampar un poco la nieve, que se convertía en fina lluvia. Al poco llegó el Sargento con el Toyota, el cual aparco en la parte de atrás de la nave, y subió donde se encontraban ellos.
-Vale muchachos, tengo malas y buenas noticias – dijo mientras se acercaba. – Los rusos efectivamente han lanzado un ataque contra nuestras posiciones a lo largo de la carretera principal y están intentando tomar la estación de trenes, así que no quedan muchas reservas para enviarnos, pero al menos, el comandante ha visto la gravedad de la situación aquí y a los pocos hombres disponibles ya ha dado órdenes de que se dejen caer por aquí.
- ¿Son muchos? – preguntó Baranov.
-Ni idea, pero espero que sí. Necesitaríamos por lo menos una compañía, armas antitanque y morteros, pero si viene al menos una sección, con ametralladoras y algún lanzagranadas, ya me doy por contento…venga, vale ya de esto, ahora prestad atención. Igor y Jaak os quedáis aquí con la MG, Hendrik y yo estaremos abajo, en la puerta frontal y en la lateral, cubriéndoos por si alguien se acerca demasiado. El coche está en la parte de atrás, a mi orden salís pitando de aquí y nos vemos en el vehículo, para intentar cruzar el puentecillo ese de ahí atrás sobre el rio, y ya vemos si podemos seguir luchando desde la otra orilla o a donde vamos ¿entendido?
-Si mi sargento –respondió Jaak.
Durante unos minutos todo estuvo tranquilo, mientras trataban de dominar los nervios y escuchaban las lejanas explosiones y el caer de la lluvia sobre la uralita del tejado. Pero de pronto aquello cambió. Una explosión más cercana, luego otra, y otra más. Pronto vieron una columna de humo elevarse desde Valka, no muy lejos de allí. Luego el repiqueteo de armas automáticas, que iba creciendo en potencia conforme sus proyectiles se disparaban más cerca del puesto fronterizo. De repente vieron salir un camión lleno de tropas letonas, seguido de un blindado con la bandera española y de la OTAN en su parte superior, con la torreta girada hacia atrás y disparando ráfagas cortas con su cañón, y por último otro “Humvee” español con un lanzagranadas automático que hacía lo propio contra los rusos que les perseguían. El blindado giró hacia la posición de Hendrik, mientras que el camión y “esa especie de Humvee” lo hacían hacia el supermercado. El Sargento Kaljurand salió a la carretera y les hizo señas al blindado para advertirles que había tropas amigas allí. Estos al verlo, giraron abandonando la calle y se adentraron en la hierba que rodeaba toda la nave, situando el vehículo en una de las esquinas de la misma, colocándose dando su parte frontal a por donde vendrían los rusos, pero con buena parte de su vehículo cubierto por la propia nave.
El Sargento, que hablaba inglés bastante bien se comunicó con los integrantes del blindado español, un VCI Pizarro, y al regresar, le dijo a Hendrik que aquellos eran todos los defensores de Valka que podrían esperar, y que a aquellos españoles tampoco les había gustado nada que apenas hubiera nadie para defender esa posición, y que como no llegara alguien más, deberían seguir retirándose. Tampoco le supieron concretar cuantos rusos les perseguían, pero no eran pocos precisamente. Al joven soldado se le hizo un nudo en el estómago… otra vez. Aquello era de locos, siempre estaban sobrepasados en efectivos y potencia de fuego, así no habría manera de defender su país, como no llegaran más fuerzas de la OTAN y rápido, iban a ser derrotados irremediablemente, y más pronto que tarde.
Pero justo en ese momento, un par de camiones llegaban desde el otro lado del puente. Uno se quedó allí y sus soldados desembarcaron para defender el extremo más alejado del mismo, mientras que el otro camión desembarcó a los nueve hombres que transportaba al lado de la nave agrícola, y estos, tras hablar un momento con Kaljurand, se dirigieron a ocupar un edificio de antiguas adunas en el puesto fronterizo, al otro lado de la calle donde estaba Hendrik y sus compañeros, y desde el que se dominaba la calle de acceso a Valga, por donde debían llegar los rusos. Los dos camiones se retiraron unos cientos de metros a retaguardia, tratando de ponerse a salvo, mientras Hendrik vio que al supermercado llegaba otro camión. Aquello parecía que fueran todos los refuerzos que cabían esperar. Ya no había de donde sacar más fuerzas en la ciudad, así que un puñado de policías y un grupo de soldados de tres países diferentes con un solo blindado y sin apenas armas pesada, debían hacer frente a solo Dios sabe cuántos soldados y tanques rusos que llegarían en cualquier momento. Hendrik tragó saliva y montó su arma. Al menos esperaba que si tenía que morir allí, pudiera llevarse a algunos rusos por delante y estrenar su veterano fusil. Fuera, la lluvia comenzaba a arreciar, y en pocos segundos comenzó a caer un pequeño diluvio sobre aquella zona.
Los soldados que acababan de ocupar el edificio de aduanas fueron los primeros en ver al enemigo y abrir fuego. El retumbar de los disparos ganó decibelios y pronto Hendrik pudo ver como las trazadoras de grueso calibre rebotaban en el edificio y otras se perdían a sus lados, acercándose a la nave donde ellos se protegían. Aquello no duró mucho, y a los pocos minutos, los soldados estonios se retiraban a la carrera y se cobijaban en la nave agrícola. Solo quedaban siete de ellos.
- ¡Son muchos...un jodido montón de rusos, y tienen un par de blindados! Hemos inutilizado uno, pero el otro nos ha hecho polvo. He perdido dos hombres allí, y tengo un herido conmigo, necesito evacuarlo – informó el cabo al mando de aquel pelotón.
-Por la parte de atrás, intente llevarlo al otro lado del puente – le dijo Kaljurand, a la vez que le señalaba hacia dónde ir.
Y mientras el cabo ordenaba a uno de sus hombres cumplir con aquella tarea, comenzaron los primeros disparos desde el supermercado hacia los rusos que ocupaban el edificio de aduanas. Estos pronto devolvieron el fuego y comenzaron a atacar al blindado español del que veían parte asomando por la esquina de la nave agrícola. Estos contestaron, y cuando un grupo de rusos intentaba aproximarse por un pequeño bosquecillo tras el edificio de aduanas, fueron cazados por la ametralladora de Jaak que los barrió con un par de ráfagas. “Joder con el deportista, que bien dispara”, pensó Hendrik tras ver caer a casi media docena de rusos en un momento. Entonces, con decisión recobrada, se llevó el fusil al hombro y comenzó a disparar contra una de las ventanas desde donde los rusos abrían fuego. Solo podía ver el fogonazo del arma enemiga cuando disparaba y los efectos de sus propios proyectiles cuando impactaban alrededor de la ventana, pero creyó ver que algunos de ellos se colaban dentro, aunque no averiguo si acabó con el soldado ruso o no. Estos también ocuparon una pequeña cabaña frente al edificio de aduanas, más cerca del supermercado y trataban de avanzar, pero el fuego cruzado de momento los contenía.
El tiroteo crecía en intensidad, y no tardó en aparecer un blindado ruso por la calle, y no venía solo, ya que otro más apareció a su lado, campo a través, cerca del supermercado. Eran dos BMP-2 que Hendrik había reconocido gracias al curso sobre identificación de material ruso que había dado en el servicio militar. Avanzaban ambos disparando su cañón de 30 mm, la ametralladora coaxial de la torreta y con algunos soldados lo hacían desde el interior del mismo gracias a sus troneras laterales. Más soldados rusos le seguían a pie, protegiéndose tras ellos del fuego enemigo. Había que hacer algo pronto o aquellos soldados ocuparían y sobrepasarían las posiciones defensivas estonias. Entonces, el BMP más cercano pareció fijarse en el blindado español, pero cuando intentaba encararlo, el Sargento Kaljurand disparó con uno de los C-90 que había traído contra el vehículo ruso, acertando en su fino blindado lateral, destrozándolo por completo y matando a sus ocupantes. A su vez, el Pizarro lanzó una larga ráfaga contra el segundo BMP, al que abrió de lado a lado como a una lata de sardinas, antes de que este se detuviera, se abrieran los portones traseros y algunos de sus ocupantes pudieran escapar por ellos. Los soldados de infantería enemigos trataron de seguir avanzando. “Te tengo cabrón” mascullo entre diente Hendrik cuando disparó y acabó con la vida de un soldado ruso que buscaba refugio tras el tronco de un árbol a menos de 50 metros y que terminó con una gran mancha de sangre a la altura del abdomen en su blanco uniforme de camuflaje. En ese momento, con la adrenalina por las nubes, Hendrik no tuvo emoción alguna, y solo horas después se daría cuenta que había acabado con una vida humana.
El cañón de 30 mm del blindado y la ametralladora de Jaak e Igor no dejaban de disparar, y desde el supermercado parecían capaces de contener a los atacantes con las dos ametralladoras pesadas y el lanzagranadas automático de los “Humvee”. El fuego de los defensores se recrudeció y los soldados rusos, sin el apoyo de sus blindados, comenzaron a retirarse hacia Valka, mientras cubrían su retirada con granadas de humo. Y aunque el intercambio de fuego de armas automáticas continuo durante unos minutos más, parecía, que, por algún tipo de milagro, estaban a punto de conseguir sostener aquella posición.
De pronto, el fuego enemigo cesó. Hendrik miró al Sargento exultante, por fin habían conseguido detener a los rusos, y él había disparado su arma y acabado con algún soldado enemigo. Pero Kaljurand no le devolvió la mirada triunfal, sino más bien todo lo contrario.
-Ahora vienen los problemas de verdad – le dijo con cara de preocupación.
- ¿Pero que dice Sargento? Si los estamos conteniendo y ahora al menos podemos devolver el fuego.
-No te emociones. Eso no era más que una avanzadilla. Ahora comenzarán con el bombardeo.
- ¿Otra vez? ¿Es que no saben pelear de otra manera? Malditos cobardes.
- ¿Acaso no haríamos nosotros lo mismo si tuviéramos artillería? – ante lo cual el joven estonio no pudo por menos que asentir apesadumbrado.
Un par de minutos después comenzaban a llover proyectiles de grueso calibre, quizás morteros de 120 mm o quizás obuses de 122 mm…daba igual, los proyectiles se estaban concentrando alrededor del supermercado y de la nave agrícola, dejando claro que estaban siendo guiados desde alguna posición enemiga que tenía a la vista a los defensores. Pronto comenzaron a caer con mayor precisión y fue evidente que la posición era insostenible. Las edificaciones fueron machacadas sin piedad, mientras los defensores corrían de un lado a otro, tratando de salir de allí mientras otros se guarecían como podían. Con fuerzas de tres países y sin tiempo de haber establecido una cadena de mando, ni siquiera de comunicaciones efectiva, cuando el Sargento Kaljurand vio retroceder a algunos de los soldados que defendían el supermercado, no se lo pensó dos veces. Si se quedaban allí esperando una orden de retirada iban a morir para nada.
-Hendrik, rápido, al coche…yo voy a avisar a los de arriba. Tenemos que irnos de aquí, avisa al cabo y que se marchen también. Nos agrupamos en el otro lado del puente… ¡vamos!
- ¡Voy Sargento!
Hendrik trató de transmitir las ordenes al cabo de nombre desconocido, pero este y sus hombres ya estaban corriendo hacia el puente bajo la lluvia. Él salió de la nave por la parte de atrás, a la carrera y con la cabeza gacha, pero cuando llegó al Toyota, este estaba destrozado por el impacto cercano de uno de los proyectiles de artillería que todavía seguían cayendo. Se resguardo junto a un trozo del muro de piedra de la parte trasera de la nave, mientras la lluvia y los escombros que arrojaban las explosiones caían sobre él. De pronto vio a uno de los soldados españoles, que desde desde el interior del blindado con los portones traseros abiertos, le hacía señas para que entrase en él. Hendrik espero otra explosión y salió corriendo hacia allí, el español había tenido una gran idea y no pensaba desperdiciar semejante invitación. A la carrera entró en el interior del compartimento de tropa y el español lo detuvo y lo sentó en uno de los asientos laterales, mientras Hendrik intentaba recuperar la respiración. El Pizarro le pareció el mejor sitio del mundo en aquel momento, pero no podía relajarse, el Sargento y los demás no habían regresado, y debía decírselo al español, no sabiendo muy bien como, por que su inglés no era muy bueno, por no hablar de su español, pero no hizo falta ya que sus tres compañeros de armas entraron en tropel en el vehículo, casi arrollándolo, segundos después. Jaak e Igor llevaban al Sargento entre los dos, parecía herido.
Sin apenas tiempo para intercambiar palabras, los portones se cerraron y el Pizarro comenzó a moverse. Con su motor rugiendo, dio marcha atrás, y luego giró para encarar el puente, hacia el que avanzó a gran velocidad. En el interior, los estonios se encogían al escuchar las esquirlas de los proyectiles de artillería golpear las paredes del blindaje exterior del vehículo, mientras trataban de averiguar el estado de su Sargento. El blindado pronto cruzo el rio mientras marchaba con la torreta girada hacia donde debían aparecer los rusos, y dejaba atrás gran parte de los proyectiles de artillería. Hendrik y sus compañeros ni siquiera se dieron cuenta que el blindado no se detuvo al otro lado del puente tal y como había dicho el Sargento, ya que trataban de hacerlo volver en sí, porque no lograban encontrar ninguna herida, y el Pizarro siguió retrocediendo, y pronto se encontraban en la parte oeste de la ciudad, en la carretera nacional 3 que unía Valga con Tartu, hacia el norte. Cuando Kaljurand recobro el conocimiento tras la conmoción sufrida por la onda expansiva de una explosión cercana, el blindado español estaba en las afueras de Valga, y en medio de un gran atasco de tráfico, tanto civil como militar que huía de los combates o se retiraba.
Hendrik, ante el estado todavía conmocionado de su superior, trato de hacerse entender con los españoles, para preguntarles que pasaba, donde estaban y porque no volvían a la lucha. De lo poco que pudo entender fue que la ciudad estaba a punto de caer y tenían órdenes de retirarse, aunque no entendió hasta donde, si es que acaso lo sabían ellos mismos. De pronto, los españoles se pusieron muy nerviosos, y acto seguido metieron el blindado campo a través, arrollando vegetación y arbustos a su paso, y se resguardaron en un bosque cercano, tratando de ocultarse.
- ¡Enemy bombers!¡Enemy bombers! – dijo uno de ellos a Jaak, mientras hacía señas con el dedo hacia arriba.
En pocos segundos escucharon detonaciones en las cercanías. Con toda seguridad estaban bombardeando la columna de vehículos que abandonaba Valga, y tendrían mucha suerte si no los descubrían a ellos también. El Sargento ya más lúcido preguntó a Igor que pasaba y este le puso al corriente de forma escueta, mientras las explosiones se sucedían a un par de centenares de metros. Al final, estas cesaron y parecía que el peligro había pasado. El blindado se puso en marcha, esta vez campo a través, evitando las carreteras, al menos las principales. En poco tiempo, estaba atravesando los nevados campos estonios lejos de aglomeraciones y de otras tropas de la Alianza Atlántica, intentado averiguar dónde estaban y hacia donde debían dirigirse, lo cual resultaba difícil, porque no podían situarse con certeza ni recibir instrucciones, al haber sido dañado su GPS y destruida su antena de radio durante los combates de aquella mañana.
Pasado el mediodía, los cuatro españoles y los cuatro estonios se encontraban perdidos e incomunicados en alguna parte del sur de Estonia… ¿o habían cruzado a Letonia sin darse cuenta? Poco importaba eso ya, lo único importante era que habían sobrevivido, pese a encajar otra derrota, y que debían encontrar algún sitio donde reagruparse pronto, o se verían aislados y a merced de las superiores fuerzas rusas si volvían a encontrarse con ellas, cosa bastante probable. Aquellos ocho soldados de la OTAN estaban tremendamente cansados, pero lo peor era que estaban luchando en un conflicto desesperado que no tenía visos de reconducirse, y como otros muchos soldados a lo largo de la historia de la guerra, luchaban en una batalla sin esperanza donde parecía que su único destino era morir o ser capturado…en definitiva, ser derrotados sin remedio.
Al menos la lluvia había cesado, y unos tímidos rayos de sol parecían querer abrirse paso entre las nubes.
En medio de la ventisca y la nevada que caía desde hacía horas, Hendrik Rein, su amigo Jaak Lindpere y su nuevo compañero Igor Baranov, un voluntario rusofono de Vöru de la Liga de Defensa Estonia, regresaban resoplando, medio muertos de frio y de cansancio, a la protección de algunas de las edificaciones evacuadas por los civiles y ocupadas por los soldados estonios, en la fronteriza ciudad de Valga. Tras dos horas de guardia junto a la vía de tren, Baranov se despidió de sus compañeros sin mucho afán y dirigió a un cobertizo donde estaban alguno de sus compañeros de la Liga, mientras que Hendrik y Jaak entraron en una casa de madera donde se había resguardado su sección. Dieron novedades al Sargento Martin Kaljurand, para acto seguido, entrar en una de las habitaciones de la planta baja y acomodarse sobre una gruesa alfombra extendida en el suelo, y tender sus sacos de dormir. Cuando Hendrik iba a meterse en el saco, tropezó su mirada con el reflejo de alguien desconocido en el espejo de un viejo armario que había frente a él. Comprobó, no sin algo de estupefacción, que era su propia imagen la que observaba, y fue entonces cuando tuvo consciencia del lamentable aspecto que tenía en aquellos momentos. Su traje de camuflaje, antes blanco, ahora marrón por el barro y negro de suciedad, con barba de dos días en su antes inmaculada cara, y, sobre todo, sus ojos inyectados en sangre por el cansancio y la falta de sueño, le daban el aspecto más de un vagabundo o un alcohólico que el de un soldado. No tenía muchas ganas de pensar en ello, pero estaba claro que en muchas de las películas bélicas de Hollywood que a él le gustaba ver, los soldados parecían más modelos con trajes impolutos que combatientes de verdad, …también muchas de las cosas que se decían sobre la gloria, el glamour y la épica de la guerra, ahora le parecían conceptos totalmente absurdos, y eso que tan solo habían pasado poco más de 24 horas desde el comienzo de la misma, y ya deseaba con todas sus fuerzas que terminara cuanto antes.
Finalmente, Hendrik se recostó al lado de Jaak, y ambos cerraron los ojos sin mediar palabra alguna. El deportista, más acostumbrado al esfuerzo físico y a dormir en cualquier lugar que su compañero de armas, comenzó a roncar al poco, pero Hendrik no podía conciliar el sueño, y las imágenes se agolpaban en su mente, mientras apretaba los dientes y los ojos. Su mente comenzó a rememorar como hacía poco más de un día, cuando el fuego de artillería rusa lo despertó de forma abrupta, tuvo la peor sensación de su vida, la guerra había comenzado, la pesadilla se había vuelto real…
…el fuego de artillería al principio sonaba lejano, pero al poco y cuando todos estaban en sus puestos tratando de disimular su nerviosismo como mejor podían, alguien oyó por encima de ellos el sonido de lo que parecía un dron, pero que no se podía ver en la oscuridad. Pocos minutos después, Hendrik y el resto de su sección comenzaron a soportar el que era su primer bombardeo. Gruesos proyectiles de 122 y 152 mm comenzaron a caer a su alrededor y sobre ellos…y su efecto fue devastador. Los gritos de muchos de sus jóvenes compañeros, el ver a uno de ellos volar por los aires a causa de un impacto directo sobre su posición o como a el mismo se le soltó el esfínter de la tensión y se orinó en los pantalones, le produjo una sensación absolutamente terrible. Nadie estaba preparado para algo así, y por mucho que quisiera servir a su país y no quedar como un cobarde delante de sus compañeros, lo único en que pensaba era en salir de allí corriendo y librarse de aquellas espantosas explosiones. Solo el agarrotamiento de sus músculos por la tensión, y la seguridad de que si se levantaba un solo centímetro del suelo sería barrido por la metralla, le impidió hacerlo.
Tras unos minutos que parecieron horas, aquello terminó por fin. Tras el bombardeo, la sección del Teniente Sokk estaba en shock, y costó varios minutos más que aquellos jóvenes pudieran recuperarse, en gran parte gracias a la actitud del Sargento Martin Kaljurand, que era el militar más experimentado y con experiencia en algunos combates en Afganistán. Al final, tras evacuar a las bajas del bombardeo, y justo cuando se oía el rumor de motores de vehículos llegando desde el este por la carretera, la sección estuvo medianamente preparada para combatir, una vez recuperados del shock inicial. El encuentro fue rápido y violento. Los soldados estonios no lucharon mal al principio y se cobraron como víctimas, y gracias al CSR y al lanzagranadas C-90, un BRDM-2M y un BTR-80 de las fuerzas rusas de reconocimiento. Aquello hizo que la confianza de los soldados estonios se recuperará casi por completo y se oyeran los primeros gritos de euforia que disipaban en parte la tensión. Pero aquello duró poco, ya que no tardó mucho en aparecer un enorme tanque T-72B precedido de un ligero temblor de tierra, que asustó bastante a los defensores…y con razón. El tanque, nada más aparecer en el campo visual de los estonios, destruyó con su primer disparo el cañón CSR, matando a su dotación, para acto seguido comenzar a barrer sus posiciones con fuego de ametralladora mientras recargaba el cañón y disparaba una y otra vez. Los soldados estonios comenzaron a flojear al comprobar que no podían hacer nada contra aquella bestia, y que sus bajas se iban acumulando una tras otra. Pronto uno de ellos salió corriendo en dirección contraria al tanque ruso, que seguía escupiendo fuego, y poco después, y sin mediar orden de retirada alguna, comenzaron a seguirlo varios más, incluido el propio Teniente Sokk, que no tuvo mucha suerte ya que a los pocos metros yacía muerto en el suelo con dos proyectiles de 7,62 mm que le habían alcanzado por la espalda. El Sargento Martin trató entonces de poner orden, pero era demasiado tarde, la espantada era general, y solo Hendrik, Jaak y el propio Sargento seguían plantando cara a los rusos. Pero era absurdo continuar allí. Las balas de la MG-3 de Jaak rebotaban sobre la coraza del T-72 y Hendrik no había disparado ni un solo tiro con su AK4 todavía, y hacerlo contra un tanque no tenía sentido alguno. Así que el Sargento les ordenó salir de allí, mientras él era el último en abandonar la posición. Hendrik y Jaak salieron agachados y a la carrera, cubriéndose entre los árboles, avanzando con dificultad entre la nieve. Al poco escucharon grandes explosiones en la zona que acaban de abandonar… “los IED que había preparado el Sargento, por eso debía haberse quedado…este tío los tiene bien puestos”, pensó Hendrik.
Unos metros más adelante vieron regresar a uno de los camiones con los que se habían evacuado las bajas del bombardeo artillero a retaguardia, y le hicieron señas para que los vieran. Se identificaron y subieron detrás, no sin antes advertir al soldado que conducía el camión que faltaba por llegar el Sargento Kaljurand y que esperase unos minutos. Vieron que dentro del camión estaban algunos de sus compañeros que habían salido corriendo minutos antes, con las cabezas gachas, pero nadie dijo nada. Mientras el vehículo realizaba maniobras para salir hacia oeste, llegó por fin el Sargento a la carrera, se subió a la cabina y dio la orden de partir. “Sácanos de aquí de una puta vez…que no van a tardar en venir más” …se oyó en la parte trasera.
Al poco, el Sargento logró reunir en una pequeña granja donde se había agrupado el resto de los supervivientes de la que ahora era “su” sección, y que no se habían encontrado con el camión en su huida campo a través. Hizo un rápido recuento, y vio que solo quedaban 22 hombres indemnes de los 36 que formaban la sección apenas hacia un rato. Seis habían muerto, incluyendo a su oficial al mando, y ocho más estaban heridos, casi todos en el bombardeo artillero, de los que seis ya habían sido evacuados a un puesto de primeros auxilios, pero aún tenían consigo dos hombres heridos que debían recibir atención médica. Estos y algunos hombres más se subieron al camión, mientras que el Sargento y algunos otros, “confiscaron” un Toyota Land Cruiser de 7 plazas que tenía el dueño de la granja, que tuvo que ceder a regañadientes, a la vez que él y su familia se subían a un monovolumen con sus pertenencias más preciadas y se marchaban hacia el oeste a toda velocidad.
El resto de la mañana, y tras dejar a los heridos en un puesto médico civil cercano, la pasaron yendo de un lado a otro, tratando de encontrar alguna unidad a la que unirse y no quedarse embotellados en los atascos de tráfico que comenzaban a colapsar las carreteras con refugiados civiles que huían de los combates y de los rusos, pero la situación era caótica en toda aquella región. Nadie sabía muy bien donde estaban los rusos y donde las líneas propias. Al final, ya a media tarde, y tras cruzar los bosques del parque nacional de Karula en dirección oeste, encontraron a un Capitán de la Liga de Defensa Estonia (LDE) que estaba reuniendo a soldados que retrocedían por carretera, uniéndolos a los suyos, y tratando de montar la defensa perimetral de un importante cruce de carreteras, en la aldea de Lüllemäe. La sección de Kaljurand se integró en aquella pequeña formación ad hoc, que no debía pasar de los 200 efectivos, y comenzaron a ayudar en la evacuación de los civiles de la aldea, mientras otros soldados preparaban posiciones defensivas.
Pero pese a la buena labor de aquel oficial, y a que incluso contaban con algunas armas de apoyo como morteros de 81 mm y cañones sin retroceso, aquella posición tampoco aguanto demasiado. Estaba comenzando a oscurecer cuando dos aviones rusos Su-25 la sobrevolaron en una primera pasada, para luego, y pese a los esfuerzos en camuflarse que habían hecho los soldados estonios, identificar la presencia de un número apreciable de tropas enemigas, que, a juicio de aquellos pilotos, valía la pena gastar su munición en ellos. Los dos cazabombarderos se alejaron un poco, antes de realizar un viraje cerrado, apuntar su morro contra el suelo y comenzar a disparar 8 enormes cohetes S-24 de 240 mm, de los que la mitad impactaron dentro de las posiciones estonias, causando varias bajas. Luego los aparatos rusos, volvieron a alejarse y tomar algo de altura, ante la impotencia de los estonios que veían como no podían hacer nada contra aquellos aviones enemigos, y algunos recordaron que no habían visto en el cielo un solo avión de la OTAN en todo el día. Los Su-25 volvieron a la carga y esta vez soltaron otras 8 bombas FAB-500 que, entre grandes deflagraciones, aumentaron los daños causados a los defensores. Y como última acción, los Su-25 regresaron otra vez para ametrallar a los estonios con sus cañones de 30 mm.
Cuando los cazabombarderos rusos desaparecieron del cielo, y el sol estaba ya ocultándose, los estonios comenzaron a reorganizarse, evacuando las bajas y preparándose otra vez para un ataque por tierra que parecía inminente. Pero al cabo de un rato, lo que tuvieron fue un nuevo ataque aéreo. Esta vez, y con la caída de la noche, ni llegaron a ver a quien los atacó, pero el ruido de los rotores desde la lejanía les hacía pensar en helicópteros de ataque. Entonces, una andanada tras otra de cohetes de 80 mm se abatió sobre los defensores, causando de nuevo graves pérdidas entre los mismos. Entre la confusión del ataque, los soldados estonios no acertaron a ver como no muy lejos de allí, a menos de un kilómetro hacia el nordeste, en el claro de un bosque, tres helicópteros Mi-8 descargaban casi 60 soldados Spetsnaz de las fuerzas especiales rusas, y en cuanto los otros 3 Hip que estaban disparando a los estonios agotaron sus cohetes, fueron sustituidos por estos. A su vez, esos 3 helicópteros que habían atacado la aldea, se desplazaron hacia el sur y dejaron a unos 700 metros de allí a otros 60 comandos rusos, antes de retirarse, los 6 Mi-8 con los alveolos de sus lanzacohetes vacíos.
Cuando todavía no se había disipado el humo de las explosiones, ni acallado los gritos de los heridos, comenzaron a oírse disparos de armas automáticas ligeras en la lejanía. Hendrik y Jaak se miraron sorprendidos, los rusos ya estaban allí y ni se habían dado cuenta. Los soldados de su sección estaban cerca del cruce, en el centro de las posiciones defensivas, fortificando un pequeño centro comercial que haría de último bastión defensivo junto al cruce de carreteras. Ambos cogieron sus armas y se apostaron al lado de un ventanal con su mirada puesta hacia el sur, que era donde se oían los disparos más cerca. Los dos tenían un nudo en el estómago y sus manos temblaban ligeramente. Pero de nuevo, Hendrik tampoco disparó un solo cartucho en aquella ocasión. Los defensores habían sufrido bastantes bajas en los ataques aéreos y no habían conseguido reorganizarse todavía, cuando varios de los mejores soldados del ejército ruso estaban atacando desde los flancos de los defensores, y haciendo picadillo a los reservistas y voluntarios estonios que trataban de defenderse como podían. El Capitán al mando, pronto se dio cuenta de aquello y ordenó abandonar la posición antes de perder a todos sus hombres, ya se reorganizarían en otro punto algo más alejado... si los rusos les dejaban. Los soldados estonios comenzaron a retirarse, esta vez ordenadamente, y fueron subiendo a los vehículos que les aguardaban a poca distancia de allí, mientras algunos protegían la retaguardia disparando con todo lo que tenían, para tratar de mantener a los rusos lo más alejados posible. Los 19 hombres del Sargento Kaljurand que quedaban sanos (los cuerpos de dos fallecidos y un herido grave se quedaron en el centro comercial), volvieron a meterse en el camión y en el Toyota, que por un milagro no habían recibido ningún impacto durante los ataques aéreos, y salieron de allí lo antes posible. De nuevo los hombres del Sargento Kaljurand veían derrumbarse la defensa de su posición sin haber podido hacer nada al respecto, y esta vez la frustración y la rabia se hacían patente en sus rostros. Aquello no podía seguir así, se decían por lo bajo unos a otros, mientras se alejaban de la aldea de Lüllemäe, de nuevo hacia el oeste. En aquel sector y en menos de 24 horas, ya se habían retirado casi 70 kilómetros.
El oficial ordenó marchar hacia la ciudad fronteriza de Valga, distante poco más de 20 km, donde se estaba reuniendo otro contingente de soldados, este más importante todavía, quizás incluso 500 hombres o más, que tratarían de frenar a los rusos allí. Valga era un importante nudo de comunicaciones del sur de Estonia, tanto por las carreteras que entraban y salían de ella, como por la vía férrea que la unía al resto del país y con la capital letona de Riga, y merecía la pena defenderla, además de tratar de retrasar lo máximo posible a los rusos para que sus aliados de la OTAN pudieran llegar a ayudarlos…o al menos eso esperaban ellos.
Cuando al fin llegaron a Valga, siendo ya noche cerrada, tras reorganizarse un poco, fueron enviados a varios puntos para reforzar la defensa de la ciudad. A los hombres del Sargento Kaljurand los destinaron a un kilómetro al sur de la estación de tren, con las vías del mismo como línea del frente, y muy cerca de la frontera con Letonia. Kaljurand había unido de nuevo a Jaak con Hendrik, y a un voluntario de la LDE que hacía de municionador para la MG-3, el tal Igor Baranov, un rusofono de Voru que se les había unido en la retirada de Lüllemäe. Así que, por fin, y tras pasar la noche entre gélidas guardias y descansos incómodamente cortos, ahora que habían terminado la última guardia de la noche, por fin podían descansar un par de horas al abrigo de aquella casa ocupada.
Allí estaban en aquel momento. Por fin, tras todos aquellos recuerdos, Hendrik Rein logró conciliar el sueño, aunque su mente parecía dispuesta a no darle tregua alguna, y las pesadillas sobre retiradas interminables, la impotencia ante el enemigo y los compañeros de armas mutilados se agolpaban en su cabeza. Pese a todo, tal era el cansancio que tenía, que siguió durmiendo durante un rato más. Al final, fueron de nuevo las explosiones de la artillería enemiga las que lo sacaron de sus pesadillas, bañado en sudor frio. Cuando se incorporó pudo intuir que no eran explosiones cercanas y en cuanto agudizó un poco más el oído, comprobó que parecían venir del sur, de Letonia, de la ciudad hermana de Valka, al otro lado de la frontera. No era un problema inmediato para él, así que se relajó un poco. Se incorporó mientras veía a Jaak como dormía a pierna suelta y salió de la habitación. Se dispuso a desayunar en la cocina con algo de lo que le quedaba en su mochila. Preparó un poco de leche en polvo con café y algunas insípidas galletas, y mientras lo tomaba sin apenas ganas, llegó el Sargento a toda velocidad.
-Hendrik, despierta a Jaak y ve a por Baranov, tenemos que ir a retaguardia, parece que los rusos podrían entrar por Valka en la ciudad y tenemos que reforzar a los policías que vigilan el paso fronterizo no muy lejos de aquí… ¡vamos espabila, deprisa! Nos vemos en la parte trasera de la casa, yo voy a por el coche y a por un par de C-90… ¡Cabo Tamm! …te vas a quedar al mando hasta que vuelva… - le oyó decir a Kaljurand.
-A sus órdenes Sargento – dijo precipitadamente Hendrik, mientras salía de la cocina a la carrera.
En pocos minutos estaban los tres soldados con su equipo y armamento, subiéndose en el Toyota conducido por el Sargento y marchando hacia donde les habían ordenado.
-Vamos a observar a ver cómo está la situación, y a lo mejor tenemos que entrar en territorio letón para ello. Luego informamos al comandante de la guarnición, y si es necesario enviará refuerzos… vamos en misión de reconocimiento ¿entendido?
-Si Sargento – respondió Jaak a modo de portavoz de sus compañeros.
Al poco de salir, comenzaron a oír caer proyectiles a su espalda. Ahora los rusos estaban castigando sus propias posiciones y en breve, seguramente comenzaría un ataque contra Valga. No les gustaba abandonar a sus compañeros en aquellas circunstancias, y mucho menos al Sargento, pero tenían sus órdenes y debía cumplirlas.
Casi diez minutos después, y tras callejear un poco por la ciudad siguiendo las indicaciones del antiguo puesto fronterizo y la ciudad de Valka, llegaron al aparcamiento de un supermercado cercano a la frontera, donde una docena de policías, armados con escopetas, subfusiles y algún AK4 que seguramente habría salido de los arsenales del Ejército, estaban hablando con unos militares de la OTAN. En el vehículo, con una ametralladora pesada sobre el techo y parecido a un Humvee, se encontraban algunos soldados de la OTAN. El vehículo enarbolaba la bandera de la Alianza en una antena, y otra parecida a la bandera letona en la otra, pero la franja del medio era más ancha, y amarilla en vez de blanca. Aparcaron junto a ellos, bajaron del coche, y el Sargento se dirigió hacia el que parecía estar al mando de los policías para conseguir algo de información. Tras hablar con ellos unos minutos, regreso junto a sus hombres y les dijo:
-Vale, atendedme. Los de allí son soldados españoles del contingente de la OTAN en Letonia que estaban luchando en Valka, pero dicen que la situación allí es insostenible, y han retrocedido hasta aquí para avisarnos. Dicen que los rusos no tardarán mucho en llegar. Quedan algunas fuerzas de los suyos con blindados cubriendo la retirada, pero detrás de ellos ya solo cabe esperar a los rusos. Y si nos pillán por la espalda, destrozaran toda nuestra defensa aquí ¿comprendéis?
-Si Sargento, pero ¿qué podemos hacer nosotros si los rusos están haciendo retroceder a gente con vehículos blindados? – quiso saber Hendrik.
-Nuestro trabajo, defender nuestro país…pero ahora voy a llamar al mando a dar novedades y pedir refuerzos urgentes. Estos policías conocen esta zona y nos ayudaran a buscar posiciones defensivas, id con aquel de allí – dijo indicando a un policía alto con bigote. – Los españoles y el resto de los que vengan de Valka también se nos unirán. Debemos detenerlos aquí para ganar tiempo a que envíen refuerzos.
-Pero Sargento, el enemigo parece que está atacando también nuestras posiciones en Valga… - dijo Igor - ¿y si no pueden enviarnos refuerzos? – el Sargento se quedó mirándolo inexpresivo, se encogió de hombros y se marchó en busca de su radio.
El policía bigotudo de casi dos metros de altura los guio hacia una ventana en lo alto de una nave agrícola, desde donde podían cubrir la salida de la calle principal que llegaba desde Valka, y defender el flanco izquierdo de la posición, por si los rusos giraban hacia allí. Mientras, los policías y los soldados del “Humvee”, se refugiaban en el supermercado y protegían el flanco derecho. Si los rusos pasaban por entre los dos, estarían en un fuego cruzado, aunque aquello no era más que un parche que no duraría dos segundos contra un ataque ruso si no recibían refuerzos y pronto. Al menos esperaba que los españoles y letones que se retirasen fueran bastantes para hacerse fuertes allí. Hendrik miró su fusil de asalto, teniendo la sensación de que esta vez si iba a hacer uso de él, mientras el plomizo cielo matinal comenzaba a escampar un poco la nieve, que se convertía en fina lluvia. Al poco llegó el Sargento con el Toyota, el cual aparco en la parte de atrás de la nave, y subió donde se encontraban ellos.
-Vale muchachos, tengo malas y buenas noticias – dijo mientras se acercaba. – Los rusos efectivamente han lanzado un ataque contra nuestras posiciones a lo largo de la carretera principal y están intentando tomar la estación de trenes, así que no quedan muchas reservas para enviarnos, pero al menos, el comandante ha visto la gravedad de la situación aquí y a los pocos hombres disponibles ya ha dado órdenes de que se dejen caer por aquí.
- ¿Son muchos? – preguntó Baranov.
-Ni idea, pero espero que sí. Necesitaríamos por lo menos una compañía, armas antitanque y morteros, pero si viene al menos una sección, con ametralladoras y algún lanzagranadas, ya me doy por contento…venga, vale ya de esto, ahora prestad atención. Igor y Jaak os quedáis aquí con la MG, Hendrik y yo estaremos abajo, en la puerta frontal y en la lateral, cubriéndoos por si alguien se acerca demasiado. El coche está en la parte de atrás, a mi orden salís pitando de aquí y nos vemos en el vehículo, para intentar cruzar el puentecillo ese de ahí atrás sobre el rio, y ya vemos si podemos seguir luchando desde la otra orilla o a donde vamos ¿entendido?
-Si mi sargento –respondió Jaak.
Durante unos minutos todo estuvo tranquilo, mientras trataban de dominar los nervios y escuchaban las lejanas explosiones y el caer de la lluvia sobre la uralita del tejado. Pero de pronto aquello cambió. Una explosión más cercana, luego otra, y otra más. Pronto vieron una columna de humo elevarse desde Valka, no muy lejos de allí. Luego el repiqueteo de armas automáticas, que iba creciendo en potencia conforme sus proyectiles se disparaban más cerca del puesto fronterizo. De repente vieron salir un camión lleno de tropas letonas, seguido de un blindado con la bandera española y de la OTAN en su parte superior, con la torreta girada hacia atrás y disparando ráfagas cortas con su cañón, y por último otro “Humvee” español con un lanzagranadas automático que hacía lo propio contra los rusos que les perseguían. El blindado giró hacia la posición de Hendrik, mientras que el camión y “esa especie de Humvee” lo hacían hacia el supermercado. El Sargento Kaljurand salió a la carretera y les hizo señas al blindado para advertirles que había tropas amigas allí. Estos al verlo, giraron abandonando la calle y se adentraron en la hierba que rodeaba toda la nave, situando el vehículo en una de las esquinas de la misma, colocándose dando su parte frontal a por donde vendrían los rusos, pero con buena parte de su vehículo cubierto por la propia nave.
El Sargento, que hablaba inglés bastante bien se comunicó con los integrantes del blindado español, un VCI Pizarro, y al regresar, le dijo a Hendrik que aquellos eran todos los defensores de Valka que podrían esperar, y que a aquellos españoles tampoco les había gustado nada que apenas hubiera nadie para defender esa posición, y que como no llegara alguien más, deberían seguir retirándose. Tampoco le supieron concretar cuantos rusos les perseguían, pero no eran pocos precisamente. Al joven soldado se le hizo un nudo en el estómago… otra vez. Aquello era de locos, siempre estaban sobrepasados en efectivos y potencia de fuego, así no habría manera de defender su país, como no llegaran más fuerzas de la OTAN y rápido, iban a ser derrotados irremediablemente, y más pronto que tarde.
Pero justo en ese momento, un par de camiones llegaban desde el otro lado del puente. Uno se quedó allí y sus soldados desembarcaron para defender el extremo más alejado del mismo, mientras que el otro camión desembarcó a los nueve hombres que transportaba al lado de la nave agrícola, y estos, tras hablar un momento con Kaljurand, se dirigieron a ocupar un edificio de antiguas adunas en el puesto fronterizo, al otro lado de la calle donde estaba Hendrik y sus compañeros, y desde el que se dominaba la calle de acceso a Valga, por donde debían llegar los rusos. Los dos camiones se retiraron unos cientos de metros a retaguardia, tratando de ponerse a salvo, mientras Hendrik vio que al supermercado llegaba otro camión. Aquello parecía que fueran todos los refuerzos que cabían esperar. Ya no había de donde sacar más fuerzas en la ciudad, así que un puñado de policías y un grupo de soldados de tres países diferentes con un solo blindado y sin apenas armas pesada, debían hacer frente a solo Dios sabe cuántos soldados y tanques rusos que llegarían en cualquier momento. Hendrik tragó saliva y montó su arma. Al menos esperaba que si tenía que morir allí, pudiera llevarse a algunos rusos por delante y estrenar su veterano fusil. Fuera, la lluvia comenzaba a arreciar, y en pocos segundos comenzó a caer un pequeño diluvio sobre aquella zona.
Los soldados que acababan de ocupar el edificio de aduanas fueron los primeros en ver al enemigo y abrir fuego. El retumbar de los disparos ganó decibelios y pronto Hendrik pudo ver como las trazadoras de grueso calibre rebotaban en el edificio y otras se perdían a sus lados, acercándose a la nave donde ellos se protegían. Aquello no duró mucho, y a los pocos minutos, los soldados estonios se retiraban a la carrera y se cobijaban en la nave agrícola. Solo quedaban siete de ellos.
- ¡Son muchos...un jodido montón de rusos, y tienen un par de blindados! Hemos inutilizado uno, pero el otro nos ha hecho polvo. He perdido dos hombres allí, y tengo un herido conmigo, necesito evacuarlo – informó el cabo al mando de aquel pelotón.
-Por la parte de atrás, intente llevarlo al otro lado del puente – le dijo Kaljurand, a la vez que le señalaba hacia dónde ir.
Y mientras el cabo ordenaba a uno de sus hombres cumplir con aquella tarea, comenzaron los primeros disparos desde el supermercado hacia los rusos que ocupaban el edificio de aduanas. Estos pronto devolvieron el fuego y comenzaron a atacar al blindado español del que veían parte asomando por la esquina de la nave agrícola. Estos contestaron, y cuando un grupo de rusos intentaba aproximarse por un pequeño bosquecillo tras el edificio de aduanas, fueron cazados por la ametralladora de Jaak que los barrió con un par de ráfagas. “Joder con el deportista, que bien dispara”, pensó Hendrik tras ver caer a casi media docena de rusos en un momento. Entonces, con decisión recobrada, se llevó el fusil al hombro y comenzó a disparar contra una de las ventanas desde donde los rusos abrían fuego. Solo podía ver el fogonazo del arma enemiga cuando disparaba y los efectos de sus propios proyectiles cuando impactaban alrededor de la ventana, pero creyó ver que algunos de ellos se colaban dentro, aunque no averiguo si acabó con el soldado ruso o no. Estos también ocuparon una pequeña cabaña frente al edificio de aduanas, más cerca del supermercado y trataban de avanzar, pero el fuego cruzado de momento los contenía.
El tiroteo crecía en intensidad, y no tardó en aparecer un blindado ruso por la calle, y no venía solo, ya que otro más apareció a su lado, campo a través, cerca del supermercado. Eran dos BMP-2 que Hendrik había reconocido gracias al curso sobre identificación de material ruso que había dado en el servicio militar. Avanzaban ambos disparando su cañón de 30 mm, la ametralladora coaxial de la torreta y con algunos soldados lo hacían desde el interior del mismo gracias a sus troneras laterales. Más soldados rusos le seguían a pie, protegiéndose tras ellos del fuego enemigo. Había que hacer algo pronto o aquellos soldados ocuparían y sobrepasarían las posiciones defensivas estonias. Entonces, el BMP más cercano pareció fijarse en el blindado español, pero cuando intentaba encararlo, el Sargento Kaljurand disparó con uno de los C-90 que había traído contra el vehículo ruso, acertando en su fino blindado lateral, destrozándolo por completo y matando a sus ocupantes. A su vez, el Pizarro lanzó una larga ráfaga contra el segundo BMP, al que abrió de lado a lado como a una lata de sardinas, antes de que este se detuviera, se abrieran los portones traseros y algunos de sus ocupantes pudieran escapar por ellos. Los soldados de infantería enemigos trataron de seguir avanzando. “Te tengo cabrón” mascullo entre diente Hendrik cuando disparó y acabó con la vida de un soldado ruso que buscaba refugio tras el tronco de un árbol a menos de 50 metros y que terminó con una gran mancha de sangre a la altura del abdomen en su blanco uniforme de camuflaje. En ese momento, con la adrenalina por las nubes, Hendrik no tuvo emoción alguna, y solo horas después se daría cuenta que había acabado con una vida humana.
El cañón de 30 mm del blindado y la ametralladora de Jaak e Igor no dejaban de disparar, y desde el supermercado parecían capaces de contener a los atacantes con las dos ametralladoras pesadas y el lanzagranadas automático de los “Humvee”. El fuego de los defensores se recrudeció y los soldados rusos, sin el apoyo de sus blindados, comenzaron a retirarse hacia Valka, mientras cubrían su retirada con granadas de humo. Y aunque el intercambio de fuego de armas automáticas continuo durante unos minutos más, parecía, que, por algún tipo de milagro, estaban a punto de conseguir sostener aquella posición.
De pronto, el fuego enemigo cesó. Hendrik miró al Sargento exultante, por fin habían conseguido detener a los rusos, y él había disparado su arma y acabado con algún soldado enemigo. Pero Kaljurand no le devolvió la mirada triunfal, sino más bien todo lo contrario.
-Ahora vienen los problemas de verdad – le dijo con cara de preocupación.
- ¿Pero que dice Sargento? Si los estamos conteniendo y ahora al menos podemos devolver el fuego.
-No te emociones. Eso no era más que una avanzadilla. Ahora comenzarán con el bombardeo.
- ¿Otra vez? ¿Es que no saben pelear de otra manera? Malditos cobardes.
- ¿Acaso no haríamos nosotros lo mismo si tuviéramos artillería? – ante lo cual el joven estonio no pudo por menos que asentir apesadumbrado.
Un par de minutos después comenzaban a llover proyectiles de grueso calibre, quizás morteros de 120 mm o quizás obuses de 122 mm…daba igual, los proyectiles se estaban concentrando alrededor del supermercado y de la nave agrícola, dejando claro que estaban siendo guiados desde alguna posición enemiga que tenía a la vista a los defensores. Pronto comenzaron a caer con mayor precisión y fue evidente que la posición era insostenible. Las edificaciones fueron machacadas sin piedad, mientras los defensores corrían de un lado a otro, tratando de salir de allí mientras otros se guarecían como podían. Con fuerzas de tres países y sin tiempo de haber establecido una cadena de mando, ni siquiera de comunicaciones efectiva, cuando el Sargento Kaljurand vio retroceder a algunos de los soldados que defendían el supermercado, no se lo pensó dos veces. Si se quedaban allí esperando una orden de retirada iban a morir para nada.
-Hendrik, rápido, al coche…yo voy a avisar a los de arriba. Tenemos que irnos de aquí, avisa al cabo y que se marchen también. Nos agrupamos en el otro lado del puente… ¡vamos!
- ¡Voy Sargento!
Hendrik trató de transmitir las ordenes al cabo de nombre desconocido, pero este y sus hombres ya estaban corriendo hacia el puente bajo la lluvia. Él salió de la nave por la parte de atrás, a la carrera y con la cabeza gacha, pero cuando llegó al Toyota, este estaba destrozado por el impacto cercano de uno de los proyectiles de artillería que todavía seguían cayendo. Se resguardo junto a un trozo del muro de piedra de la parte trasera de la nave, mientras la lluvia y los escombros que arrojaban las explosiones caían sobre él. De pronto vio a uno de los soldados españoles, que desde desde el interior del blindado con los portones traseros abiertos, le hacía señas para que entrase en él. Hendrik espero otra explosión y salió corriendo hacia allí, el español había tenido una gran idea y no pensaba desperdiciar semejante invitación. A la carrera entró en el interior del compartimento de tropa y el español lo detuvo y lo sentó en uno de los asientos laterales, mientras Hendrik intentaba recuperar la respiración. El Pizarro le pareció el mejor sitio del mundo en aquel momento, pero no podía relajarse, el Sargento y los demás no habían regresado, y debía decírselo al español, no sabiendo muy bien como, por que su inglés no era muy bueno, por no hablar de su español, pero no hizo falta ya que sus tres compañeros de armas entraron en tropel en el vehículo, casi arrollándolo, segundos después. Jaak e Igor llevaban al Sargento entre los dos, parecía herido.
Sin apenas tiempo para intercambiar palabras, los portones se cerraron y el Pizarro comenzó a moverse. Con su motor rugiendo, dio marcha atrás, y luego giró para encarar el puente, hacia el que avanzó a gran velocidad. En el interior, los estonios se encogían al escuchar las esquirlas de los proyectiles de artillería golpear las paredes del blindaje exterior del vehículo, mientras trataban de averiguar el estado de su Sargento. El blindado pronto cruzo el rio mientras marchaba con la torreta girada hacia donde debían aparecer los rusos, y dejaba atrás gran parte de los proyectiles de artillería. Hendrik y sus compañeros ni siquiera se dieron cuenta que el blindado no se detuvo al otro lado del puente tal y como había dicho el Sargento, ya que trataban de hacerlo volver en sí, porque no lograban encontrar ninguna herida, y el Pizarro siguió retrocediendo, y pronto se encontraban en la parte oeste de la ciudad, en la carretera nacional 3 que unía Valga con Tartu, hacia el norte. Cuando Kaljurand recobro el conocimiento tras la conmoción sufrida por la onda expansiva de una explosión cercana, el blindado español estaba en las afueras de Valga, y en medio de un gran atasco de tráfico, tanto civil como militar que huía de los combates o se retiraba.
Hendrik, ante el estado todavía conmocionado de su superior, trato de hacerse entender con los españoles, para preguntarles que pasaba, donde estaban y porque no volvían a la lucha. De lo poco que pudo entender fue que la ciudad estaba a punto de caer y tenían órdenes de retirarse, aunque no entendió hasta donde, si es que acaso lo sabían ellos mismos. De pronto, los españoles se pusieron muy nerviosos, y acto seguido metieron el blindado campo a través, arrollando vegetación y arbustos a su paso, y se resguardaron en un bosque cercano, tratando de ocultarse.
- ¡Enemy bombers!¡Enemy bombers! – dijo uno de ellos a Jaak, mientras hacía señas con el dedo hacia arriba.
En pocos segundos escucharon detonaciones en las cercanías. Con toda seguridad estaban bombardeando la columna de vehículos que abandonaba Valga, y tendrían mucha suerte si no los descubrían a ellos también. El Sargento ya más lúcido preguntó a Igor que pasaba y este le puso al corriente de forma escueta, mientras las explosiones se sucedían a un par de centenares de metros. Al final, estas cesaron y parecía que el peligro había pasado. El blindado se puso en marcha, esta vez campo a través, evitando las carreteras, al menos las principales. En poco tiempo, estaba atravesando los nevados campos estonios lejos de aglomeraciones y de otras tropas de la Alianza Atlántica, intentado averiguar dónde estaban y hacia donde debían dirigirse, lo cual resultaba difícil, porque no podían situarse con certeza ni recibir instrucciones, al haber sido dañado su GPS y destruida su antena de radio durante los combates de aquella mañana.
Pasado el mediodía, los cuatro españoles y los cuatro estonios se encontraban perdidos e incomunicados en alguna parte del sur de Estonia… ¿o habían cruzado a Letonia sin darse cuenta? Poco importaba eso ya, lo único importante era que habían sobrevivido, pese a encajar otra derrota, y que debían encontrar algún sitio donde reagruparse pronto, o se verían aislados y a merced de las superiores fuerzas rusas si volvían a encontrarse con ellas, cosa bastante probable. Aquellos ocho soldados de la OTAN estaban tremendamente cansados, pero lo peor era que estaban luchando en un conflicto desesperado que no tenía visos de reconducirse, y como otros muchos soldados a lo largo de la historia de la guerra, luchaban en una batalla sin esperanza donde parecía que su único destino era morir o ser capturado…en definitiva, ser derrotados sin remedio.
Al menos la lluvia había cesado, y unos tímidos rayos de sol parecían querer abrirse paso entre las nubes.
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Expreso Báltico
26 de enero de 2018. 00.21 hora local. Afueras de Alytus, Lituania.
-Ya casi está Jefe, suave como la seda ¿lo ve? – dijo en tono jocoso el soldado Shasa Korobov, conductor del tanque.
-Calla y acaba de sacarnos de aquí, o te meto un puro que te vas a enterar. Un poco de respeto con tu superior… – contesto en broma el Sargento Igor Kurvanov, aunque preocupado por salir cuanto antes del puente que cruzaba el rio Niemen, al norte de la ciudad de Alytus.
-Todo despejado al frente. Los de tráfico nos están indicando que sigamos por el cortafuego, pegados al bosquecillo – interrumpió el Cabo Fyodor Kulagin, el más serio y sensato de los tres tripulantes de aquel enorme tanque T-14. – El punto de reunión está al final del mismo.
-Vale pues llévanos allí Shasa – ordenó aliviado Kurvanov al dejar el puente prefabricado tras de sí, y poner sus cadenas sobre tierra firme.
Era noche cerrada ya cuando la 411ª Compañía de Tanques (Experimental), con sus diez grandes tanques de batalla T-14 Armata, se encontraba cruzando el rio Niemen, siguiendo de cerca al 12º Regimiento de Tanques, de la 4ª División de Tanques “Kantemirovskaya”, al cual había sido asignada operacionalmente la compañía por el mando del 1ª Ejército de Tanques, bajo cuyo mando administrativo se hallaba. La Compañía de tanques, con vehículos T-14 de pre-serie de reciente fabricación, había sido destinada a la campaña báltica por el Alto Mando del Ejército Ruso a fin de comprobar sus capacidades en operaciones de combate reales. Aunque de momento, y debido a las premisas para su uso, no habían tenido opción para combatir, ya que se había requerido que el enemigo ofreciera una férrea defensa anticarro, o la aparición de tanques enemigos modernos, sobre todo los M-1 o los Leopard-2 alemanes o polacos, y de momento ninguna de esas circunstancias se había producido.
Desde el inicio de la invasión hacía más de 40 horas, la “Kantemirovskaya” había avanzado primero por el sureste de Letonia, donde aparte de algunos pequeños actos de sabotaje o de resistencia pasiva, nada había impedido su paso, incluso, en varias poblaciones, habían sido jaleados por algunos rusofonos que habitaban aquella región, aunque la verdad, menos de los que Kurvanov hubiera esperado. En Lituania, las cosas habían sido diferentes, y el Ejército lituano había combatido casi desde que cruzaron la frontera. Pero la resistencia no había sido como deseaban los rusos, ofreciendo una línea con puntos claramente identificables que poder machacarlos con su artillería y aviación, para acto seguida asaltarlos con sus fuerzas mecanizadas. En vez de eso, los lituanos usaban tácticas de “golpea y corre”, realizando sus soldados emboscadas con misiles anticarro Javelin, además de unos pocos Spike desde sus nuevos blindados “Vilkas” que no eran más que los Boxer alemanes cambiando el nombre y con una torreta israelí. Aquello, unido a la utilización de explosivos improvisados a los lados de las carreteras, la destrucción de puentes o la proliferación de abatís (obstáculo formado por ramas o arboles cruzados en hileras, en dirección al enemigo y atados por sogas o alambres) en los numerosos y frondosos bosques lituanos, había hecho que el ritmo de avance fuera menor del previsto por los planificadores de la invasión, pero no dejaban de ser picaduras y retrasos temporales en la férrea falange blindada de la división de tanques rusa, que pese a todo, se abría paso cobrándose algunas víctimas por el camino.
En Ukmerge, y tras dividirse en dos la “Kantemirovskaya”, el 13ª Regimiento de Tanques y el 432º Regimiento Motorizado habían seguido en dirección hacia Kaunas, mientras que el 12º Regimiento de Tanques, con elementos de apoyo divisionarios y la 411ª Compañía de Tanques (Experimental), se había dirigido hacia Vilna primero, para luego girar al sur hacia el rio Niemen, y dejar la captura de la ciudad a los blindados ligeros de dos de los tres regimientos de la 106º División de Paracaidistas que tenían por objetivo la captura de la capital enemiga, y que llegaban desde Utena, por el norte y la carretera A14 . EL 14º Regimiento de Tanques quedaba en reserva para reforzar uno u otro eje dependiendo de las circunstancias.
Hacía ya unas horas que habían llegado a las cercanías de la ciudad de Alytus, donde los elementos de reconocimiento habían advertido sobre la destrucción de los 3 puentes que cruzaban el rio en las inmediaciones de la ciudad, así que deberían encontrar otra forma de cruzarlo. En Kaunas, los tanques de la 4ª División habían tenido algo más de suerte, ya que, mediante una operación de comandos y un batallón de fuerzas helitransportadas de la 106º División de Paracaidistas, habían logrado tomar intacto uno de los puentes en la periferia de la ciudad, facilitando enormemente el avance de las fuerzas rusas. Sin embargo, en Alytus, y tras asegurar la orilla opuesta con una compañía helitransportada de Spetsnaz, 6 vehículos lanzapuentes TMM-6 tuvieron que unir fuerzas para montar en poco menos de hora y media, un puente de 102 metros de largo, capaz de cubrir la anchura del rio en el punto de cruce elegido, a unos 6 km al norte de la ciudad, y facilitar el tránsito del 12ª Regimiento de Tanques y sus unidades de apoyo.
La resistencia había sido escasa, ya que la mayor parte de la Brigada Mecanizada Lituana “Geležinis vilkas" o “Lobos de Hierro”, se enfrentaba al resto de la división al sur de Kaunas, y apenas un batallón se oponía a las fuerzas en Alytus, pero al no poder haber impedido el cruce de los primeros tanques rusos, como consecuencia del fuego de artillería y los ataques aéreos, había vuelto a las emboscadas y a las “picaduras” a medida que el 12º Regimiento ampliaba la cabeza de puente. Así que, a media noche, y cubiertos por la oscuridad, la artillería y algunos vehículos antiaéreos Tor y Tunguska, el grueso del Regimiento de Tanques había cruzado al otro lado y se dirigía hacia el oeste de Alytus, para rodear la ciudad y tomar la carretera 132 hacia la frontera con Polonia, su objetivo final.
Casi al final de las fuerzas rusas, marchaba la Compañía de T-14 donde el Sargento Igor Kurvanov apremiaba a su conductor para unirse al resto de sus compañeros en el punto de reunión tras el cruce del rio. Kurvanov era un militar un tanto atípico. Bastante joven para ser Sargento, había ganado su rango y su destino en la unidad equipada con el tanque más moderno de todo el Ejército, gracias a una gran dedicación al mundo de los medios acorazados, así como una habilidad innata para comprender el desarrollo y la dinámica del combate entre tanques, tanto a pequeña como a gran escala, lo que le había granjeado el respeto profesional de sus superiores en todos sus anteriores destinos. El respeto personal ya le había costado más ganárselo, porque Igor era una personal difícilmente adaptable al rígido mundo de la disciplina castrenses. Huérfano desde los 4 años cuando sus padres fallecieron en una explosión de gas en su pequeño apartamento de la ciudad de Omsk, su infancia y adolescencia la había pasado entre orfanatos estatales y las calles de diversas ciudades a las que había viajado desde que fue lo suficientemente mayor para hacerlo. Al final, había llegado a Moscú, y la dura vida en las calles de la capital rusa habían estado a punto de convertirlo en un delincuente de poca monta, o peor aún, en un criminal al servicio de alguna mafia, pero con 17 años, y tras un grave incidente con la policía, fue obligado a elegir entre la cárcel o servir de voluntario en el Ejercito, y a pesar de que en principio había pensado en pasar los 3 años de su servicio “voluntario” y regresar a su vida anterior, al final acabó cogiéndole el gusto a todo aquello, que pese a su dureza, para él era mil veces mejor que la vida que había llevado hasta aquel momento. Encajar la disciplina fue lo que más le costó, pero supo apañárselas para sobrevivir en aquellas circunstancias, como siempre había hecho, y, además, hacerse casi imprescindible en las unidades donde sirvió, de tal manera que los mandos le perdonaran cierta relajación en la disciplina en su trato hacia ellos, la misma relajación que él practicaba con sus subordinados a medida que iba ascendiendo en el escalafón del Ejército. Igor no luchaba por cosas como la Patria, el Ejercito o por la paga de ser un soldado profesional, ni siquiera por la admiración al Presidente del país que muchos parecían profesar. Para él la cuestión era más mundana. En el Ejército había tenido una segunda oportunidad, y ahora no pensaba fallarles, ni a sus mandos ni a sus compañeros de armas, ni más ni menos.
Desde luego nunca llegaría a ser un General o un Coronel, ni siquiera un oficial, pero estaba convencido de que hacía muy bien su trabajo, y seguramente mejor que muchos oficiales de academia si tuviera la oportunidad algún día. Pero aquello solo eran sueños, y él no solía darse ese gusto, era realista y pragmático, y llegar a Sargento ya le parecía todo un logro. Viviría la vida como lo había hecho siempre, día a día, sin pensar en el futuro y en lo que le deparaba. Y justamente, no pensar en ello, le ayudaba a sobrellevar la idea de que estaba en una guerra de verdad y que aquel podía ser su último día en la tierra…aunque se lo iba a poner difícil a cualquier cabrón que intentara liquidarlo.
-Ahí llega el tanque del Capitán…Jefe, ya estamos todos – anunció Korobov.
-A ver…parece que tenemos ordenes…un momento – y tras unos segundos en los que Igor escucho por los auriculares las órdenes del Capitán Vasin, continuó – dos horas de descanso obligatorio ordena el Capitán. Tenemos que seguir hasta un punto situado a kilómetro y medio al sur de la intersección de las carreteras 131 y 132, y allí montaremos un puesto para pasar la noche. Se supone que habrá un pelotón de fusileros para asegurar nuestra protección, y debemos buscar cobijo de ataques aéreos bajo la cobertura de algunos árboles o edificios, ¿entendido?
-Por fin, un poco de descanso. Tengo tanto sueño que estaba pensando en ponerle el piloto automático a este trasto y dejarlo que fuera él solito – dijo asintiendo el conductor.
-Seguro que conduciría mucho mejor que tu si lo tuviera – le respondió el Sargento en tono burlón mientras le hacía una “peineta”.
-Un descanso nos vendrá bien, seguro que mañana la cosa se pondrá difícil. La frontera polaca está cerca y las tropas de la OTAN todavía no han aparecido por ningún lado…
-Joder Fyodor, sabes cómo aguar una buena noticia ¿eh? – le espetó Igor, que, si bien confiaba y lo respetaba en lo profesional, le parecía un estirado y un “intelectual” en lo personal, y su trato no pasaba de ser correcto y solo en el trabajo, mientras que con Shasa tomaba vodka y algún cigarrito de marihuana, una noche si y otra no, además de echarse unas risas cuando podían, ya que era una persona mucho más cercana a su extracto social y forma de ser, lo que no quitaba para que le pusiera en su sitio cuando debía y no se dejara avasallar por el ímpetu de aquel subordinado y amigo.
-Lo siento Sargento…
-Déjalo, era broma…es que no me pillas nunca…ahora vamos hasta donde nos han ordenado, pero tened los ojos bien abiertos, que, aunque vayamos en retaguardia del Regimiento, vamos a rodear la ciudad y todavía no la hemos tomado, así que puede venir una sorpresa de cualquier lado. Venga Shasa, pon este trasto en marcha y sigue al tanque del Capitán, que él nos guiará.
Tres cuartos de hora después, y tras una lenta pero inquietante marcha en territorio enemigo, llegaron al punto asignado donde quedaron bajo la protección de un pelotón de fusileros. Los tres hombres trataban de dormir un poco tras haber ocultado su T-14, junto al del Capitán Vasin, en el interior de un cobertizo agrícola, apenas situado a unas docenas de metros de la carretera 132. El Sargento Kurvanov no dejaba de pensar que Fyodor seguramente tenía razón, y dentro de unas pocas horas podría producirse un enfrentamiento con las tropas de la OTAN, que, sin él saberlo todavía, aquella misma tarde habían cruzado la frontera y tomado posiciones defensivas a medio camino entre los tanques de la “Kantemirovskaya” y la frontera polaca.
Unas horas después, sobre los cielos del nordeste de Europa…
Por el este, las primeras luces del alba aparecían sobre el horizonte, mientras que la escuadrilla liderada por el Capitán Jeff “Strike” Stevens descendía entre la capa de nubes compactas situadas entre los 3000 y los 6000 pies de altitud. El tiempo era horrible, con lluvias, o incluso granizo, fuerte viento y mucha nubosidad, pero en las circunstancias actuales, en medio de una guerra, no era excusa para no salir a volar y cumplir con la misión asignada, y aquello lo sabían bien los pilotos de los “Thunderbolts”.
El joven Teniente Alan “Póker” Polster estaba extrañamente tranquilo ahora que la escuadrilla de 6 F-18C había repostado de los KC-130 al nordeste de Breslavia, y continuaba rumbo hacia su objetivo en el sur de Lituania. Al poco, los cuatro cazas habían comenzado el descenso para mantenerse por debajo del horizonte radar enemigo hasta donde fuera posible. Ese segmento de la misión sería tranquilo, solo importunado por las fuertes rachas de viento y la lluvia que caía sobre su cabina. En algún punto al norte de Varsovia, los F-18 debían encontrarse con 12 aviones polacos que desde sus bases de Swidwin y Poznan se reunirían con ellos, en concreto dos escuadrillas de 4 Su-22M Fitter cada una, y otra de 4 F-16. Estos últimos serían los encargados de proporcionar cobertura aérea cercana contra los cazas rusos si aparecían en la zona del objetivo. Además, dos de los F-18 de los Marines portaban sendos misiles HARM cada uno para lidiar con la más que posible amenaza de los SAM que acompañaban a las fuerzas enemigas, mientras que los 8 Fitter actuarían como cazabombarderos armados con dos misiles AS-14 cada uno, para atacar blancos en tierra, al igual que el resto de los “Thunderbolts equipados con 4 misiles AGM-65 Mavericks cada uno, que debían apoyar a las tropas de tierra de la OTAN que habían entrado en Lituania hacia unas horas y que estaban a punto de chocar contra los tanques rusos en algún punto del sur del país, si es que no lo habían hecho ya. Las tropas aliadas del 2ª Regimiento de Caballería norteamericano y la Brigada “Puntal de Lanza” de la OTAN, eran en su gran mayoría fuerzas ligeras con algunos vehículos blindados y unos pocos tanques, que contaban con los misiles contracarro como su principal protección ante la falange acorazada que se les echaría encima en poco tiempo, así que era esencial debilitar a las fuerzas enemigas antes de que eso sucediera, y para eso, deberían utilizar misiles AS-14 o los Maverick que podían dispararse desde gran distancia, ya que ante la falta de integración en los Hornet de armas como las CBU-105 WCMD como las que podían llevar los F-16 de la USAF y que hacía apenas unas horas, y durante la primera misión que había llevado la OTAN contra esas fuerzas blindadas en Lituania, habían usado los Viper, los marines hubieron de recurrir a esos misiles para tratar de no adentrarse demasiado en la zona de cobertura de los SAM enemigos.
Así que los planificadores de la misión de aquella mañana, pensaron con atino, que mejor disparar sus armas desde la mayor distancia posible para tratar de disminuir la amenaza de los misiles tierra-aire. Esa amenaza, venía sobre todo de los sistemas rusos SA-15 que con un alcance de unas 7-8 millas, su propio radar, una cota de 20.000 pies y 8 misiles listos para disparar, lo convertían en rivales muy peligrosos, más si iba acompañado de sistemas SA-13 y Tunguska con misiles y cañones de tiro rápido. Lo lógico hubiera sido atacar desde una cota superior a los 20.000 pies para no verse afectado por el disparo de los SA-15, pero esa altitud los colocaría justo en la zona de caza de los S-300 y S-400 que se estaban desplegándose tras las tropas mecanizadas rusas en su incursión de los países bálticos, y de los que todavía quedaban en Kaliningrado, y que pese al ataque del primer día habían sobrevivido. Dichos sistemas en Kaliningrado, según inteligencia, se habían visto reforzados por otros más que no habían sido puestos en juego durante esa jornada, aunque estaban presentes, y que ahora, estaban suponiendo un quebradero de cabeza para los planificadores de la campaña aérea que la OTAN estaba llevando a cabo para destruir las capacidades A2/AD (anti acceso/negación de área) rusas en el enclave, tanto contra los restos de la red de mando y control, como contra los sistemas de armas antiaéreas, de misiles SSM y costa-superficie, además de seguir atacando las 2 bases aéreas, de las que solo unos pocos cazas rusos habían logrado escapar hasta otras bases en Rusia. Los S-300 y S-400 ya no estaban tratando de defender todo el espacio aéreo de Kaliningrado todo el tiempo, si no que se limitaban a una especie de “guerra de guerrillas” antiaérea, con emboscadas en las que no siempre encendían sus radares, y solo lo hacían cuando tenía la certeza de la presencia de aviones enemigos en ciertas zonas, a veces incluso tras la misión de ataque enemiga, donde en un corto espacio de tiempo, detectaban, seguían y disparaban el mayor número de misiles contra los aviones atacantes a corta distancia para luego cambiar de posición y volver a enmudecer. Obviamente, aquellas tácticas no permitían defender eficazmente el espacio aéreo de Kaliningrado y sus alrededores, pero ofrecían cierto grado de protección y eliminaban la impunidad con la que habían estado acostumbradas a actuar las fuerzas aéreas aliadas durante los últimos conflictos en los que habían participado, además de causar algunas bajas y reducir las propias.
La otra gran amenaza para los ataques aéreos de la OTAN en las repúblicas bálticas eran los cazas enemigos, que, si bien no habían vuelto a tratar de disputar el control de los cielos polacos y del báltico occidental, mantenían una presencia constante sobre los países bálticos y la parte oriental del mar. Los rusos tan solo habían vuelto a atacar de nuevo con misiles de crucero las bases donde la fuerza aérea polaca operaba aviones de combate, pero Sidwin y Poznan habían resultado menos dañadas y habían sido reparadas a tiempo para ofrecer a la alianza parte de sus cazabombarderos. De momento, la OTAN, aparte de mantener el control efectivo de los cielos polacos y de “su parte” del mar Báltico, estaba intentando expandir su zona de cobertura aérea, y durante la noche anterior había lanzado una misión para tratar de eliminar la presencia del incomodo AWACS A-50 que orbitaba cerca de la frontera entre Letonia y Lituania, y que muchos consideraron un error no haber derribado el primer día de guerra. Así pues, hacía unas horas, dos escuadrillas de cuatro aparatos, una de F-22 y otra de los F-35 recién llegados a Europa, realizaron una incursión contra el radar aerotransportado ruso. Pero no fue fácil, como nada en aquella guerra estaba siéndolo, ya que este no se encontraba desprotegido. Un total de 8 cazas rusos tipo Flanker se interponían en su camino, y si bien no consiguieron detener a los cazas norteamericanos, al menos, al detectarlos con sus sistemas IRST, lograron avisar con antelación al AWACS, y tras desigual combate más allá del horizonte, pudieron derribar a uno de los F-35, aún a costa de sufrir la pérdida de 5 aparatos y daños en otro más. Por su parte, el A-50 logró evadirse hacia el espacio aéreo ruso a toda velocidad, y entonces, con pocos misiles aire-aire, con los sistemas SAM enemigos avisados y en alerta, tratando de encontrar a los cazas furtivos en la zona donde los Flankers los habían localizado, barriendo el cielo con sus potentes radares, más cuatro cazas MiG-29 que patrullaban los cielos estonios, y que se dirigieron al encuentro de los cazas aliados a toda velocidad, hicieron abortar la misión, logrando salvar el pellejo el A-50, mientras los F-22 y F-35 tenían que regresar a sus bases sin haber podido cumplir con su objetivo primario. Aunque cierto valor si había tenido el intento de cazar al AWACS ruso, ya que ahora, un aparato similar, sino el mismo, patrullaba los cielos, pero desde más lejos, desde el punto donde las fronteras de Rusia, Estonia y letonia coincidían, lo cual reducía su alcance dentro de Polonia y el mar Báltico. De todas formas, un AWACS en los cielos bielorrusos, ofrecía una adecuada cobertura al enemigo de gran parte del Teatro de Operaciones, sobre todo de los cielos polacos, y contra aquello, además de las medidas de guerra electrónica que se estaban llevando a cabo desde el primer día para degradar su alcance y resolución, y las presiones políticas sobre Minsk para evitarlo, poco más se podía hacer.
Pero la presencia de cazas rusos, pese a las pérdidas que estaban sufriendo desde el primer encuentro, era efectiva de nuevo, y además de los 4 F-16 para su defensa aérea cercana, había otros cuatro Typhoon de la Luftwaffe, unas cuarenta millas por detrás, que proporcionarían una cobertura de cazas adicional, además de algunos EA-18G de la Armada que los apoyaban en labores de guerra electrónica. En otra misión similar, y con un objetivo parecido, aunque mayor, ya que se habían detectado un gran número de blindados enemigos avanzando desde Kaunas hacia la frontera polaca, dirigiéndose hacia la Brigada “Punta de Lanza”, fuerzas lituanas y el batallón OTAN liderado por los alemanes, una docena de F-16 de la USAF y otra docena de Tornados de la RAF, armados con bombas CBU-105 WCMD, misiles HARM,s y Brimstone y escoltados por Typhoon de la RAF y F-15C norteamericanos, se disponían a atacarlos a la misma hora que Polster y los suyos, esperando poder debilitar y frenar a los tanques rusos en su carrera hacia la ocupación total de Lituania y de las repúblicas bálticas, aunque por los otros dos países, poco se podía hacer de momento.
Media hora después, y ya reunida la formación de combate con los polacos, la escuadrilla de los “Thunderbolts”, cuyo indicativo de radio era de nuevo “Titán”, se preparaban para el ataque cuando se encontraban cerca de la localidad polaca de Suwalki, y apenas a 35 millas de su objetivo. La posición de este, estaba siendo monitorizada y actualizada por un E-8 situado en las inmediaciones de Varsovia, que, a su vez, y para intentar sobrepasar los señuelos y las ECM enemigas, estaba contrastando sus datos con los de un RQ-170 que volaba no muy lejos de la frontera lituana. Así que los “Titanes” y sus compañeros polacos tenían ahora una idea bastante clara de la posición del enemigo, y se disponían a iniciar el ataque.
-Titanes… aquí Líder … entramos en el Punto de Inicio (IP) muchachos, ya sabéis que hacer, así que suerte… ¡y mucho cuidado con los SAM! – informó el Capitán Stevens.
-Titán 1-2, Roger – respondió “Póker”, que volvía a situarse en posición de “punto” del líder de la formación de los Marines.
Por la radio, Polster escuchaban como radares de búsqueda rusos comenzaban a activarse en Kaliningrado y poco después, algunos S-300 estaban en el aire intentando cazar a los F-16 y Tornados del otro paquete de ataque que volaban a poco más de 20 millas al noroeste de su posición. “Ojalá no se fijen en nosotros”, pensó para sí. Y mientras los F-18 armados con Maverick y los Fitter con AS-14 seguían volando muy bajo, con todos sus sentidos puestos en evitar chocar contra el suelo a la vez que oteaban con rapidez el cielo en busca de posibles estelas de humo que delatasen la presencia de algún misil de corto alcance de guía IR o de proyectiles trazadores, los 2 F-18 restantes, tomaban altura para dejarse ver y detectar posibles emisiones de radar contra las que actuar antes de que estas lo hicieran contra sus compañeros, que se acercaban rápidamente a la zona de ataque. En pocos segundos, los Hornet detectaron un radar de banda X, “Dog Ear” que barría el cielo, y uno de ellos lanzó un HARM contra él. Pronto fue detectado por los rusos, que apagaron el radar y pusieron el vehículo en movimiento para escapar del impacto del supuesto misil antirradiación, aunque eso dejara sin cobertura radar cercana a sus sistemas SAM…pero no importaba demasiado. El A-50 había ya detectado a los atacantes, y los SA-15 tenían su propio radar de vigilancia, así que poco después, el Teniente Polster era el primero en recibir en su RWR las emisiones del radar “Scrum Half” de un SA-15, mientras cruzaban la frontera polaco-lituana, a menos de 20 millas de su objetivo.
- ¡Atención, tenemos emisiones radar SAM a la una en punto!... ¡SA-1-5, repito SA-1-5! – dijo Polster.
-Atentos a las estelas chicos – advirtió “Strike”, mientras que unos segundos después, sonaba otra voz en la radio.
-Allí van los “Caballeros” - informó Titán 1-3, haciendo referencia al indicativo de los polacos, al ver como estos se adelantaban y elevaban un poco para tratar de adquirir sus objetivos, mientras su oficial al mando, que lideraba toda la formación de ataque, incluido los marines, ordenaba iniciar el ataque, sin mayor precisión.
“Demasiado pronto” pensó “Póker” para él. El alcance máximo de sus misiles era de 6 millas y se encontraban todavía a 12 de su objetivo. Aquello era bueno para tratar de identificar a los objetivos con tiempo y disparar con seguridad sobre ellos, pero a la vez los exponía durante demasiado tiempo a los radares y a los SAM,s enemigos. Pero los “HARM Shooter” no estaban de convidados de piedra y lanzaron otro misil hacia la nueva fuente de emisión, que tuvo que apagarse y moverse para evitar el misil. Aquello fue bastante para que unos instantes después, la primera escuadrilla de Su-22 lanzaran todos sus misiles contra los tanques rusos. Pero de pronto apareció otro SA-15 y disparó rápidamente cuatro misiles contra dos cazabombarderos polacos de la segunda escuadrilla. Uno de ellos fue abatido cuando intentaba zafarse de los SAM sin soltar su carga bélica, y el otro, recibió parte de la metralla de la cabeza de guerra del misil que explotó a uso metros de su fuselaje trasero, provocándole serios daños, y haciendo que se tuviese que retirar apresuradamente sin poder lanzar sus misiles, que había soltado para maniobrar con mayor libertad. Los dos últimos Fitter de la segunda escuadrilla siguieron a la carga y lanzaron sus 4 AS-14 y giraron rápidamente para evadir el fuego de los cañones de los Tunguska y los misiles IR de los SA-13 que trataban de bajarlos del cielo, pero que estaban demasiado lejos, e irremediablemente se quedaban cortos.
“Mala coordinación”, fue lo que vino a la mente de los pilotos norteamericanos, que pensaban que nunca habían operado con aquellos polacos, y que no habían tenido tiempo siquiera de un cambio de impresiones previo, sobre las tácticas a utilizar, más allá de los procedimientos estándar de la OTAN y de la asignación del mando a un Mayor polaco que lideraba la primera escuadrilla de Su-22. Pero la situación era muy fluida y peligrosa como para pararse a pensar demasiado, incluso cuando Polster oyó por la radio que “Ojo Nocturno”, el E-3 que coordinaba la misión, daba vectores de interceptación a los F-16 y los Typhoon que los escoltaban contra cazas rusos que se aproximaban, el joven piloto estaba concentrado en su misión, en llevarla a cabo con éxito…y salir vivo de ella.
- ¡“Titanes” …ataque cruzado por parejas…ejecutad ahora! – ordenó “Strike” mientras elevaba su morro y giraba la palanca de mando para abrirse a la derecha junto a “Póker”, y su sistema Litening, pese al mal tiempo, comenzaba a mostrar blancos en su pantalla.
-Múltiples blancos al frente – dijo Polster, mientras accionaba los mandos para seleccionar su primer objetivo y acto seguido disparar un Maverick, a la vez que observaba en la pantalla la lucha en tierra, y como entre el humo y el fuego, docenas y docenas de blindados combatían por sus vidas mientras maniobraban arriba y abajo en una “danza” sin aparente sentido.
- ¡Joder…otro radar de SA-15 se acaba de encender…mucho cuidado! – advirtió Titán 1-4 segundos después, mientras los dos primeros Hornet lanzaban sus misiles.
De nuevo, uno de los Hornet de apoyo SEAD lanzó un nuevo HARM, pero esta vez el oficial ruso creyó que podría lanzar unos misiles antes de que el atacante fuera una amenaza, y así comenzó una carrera entre el HARM y los misiles 9M331 del SA-15, en la que al final, el vehículo ruso se libró por los pelos de ser destruido, pero tuvo que dejar de emitir y salir de posición, lo que hizo perder la guía a sus misiles y que estos no encontraran sus blancos, aunque al menos lograron retrasar unos segundos el lanzamiento de los Maverick por parte de Titán 1-3 y 1-4, que tuvieron que volver a colocarse para dar otra pasada, mientras que “Strike” y “Póker” ya salían de la zona de mayor peligro, a la vez que observaban como las trazadoras y las estelas de los misiles MANPADS trataban de seguirlos, pero sin mucho acierto. En el nuevo intento de ataque de los dos últimos Hornets, los rusos encendieron todo lo que tenían, y el “Dog Ear” y dos “Scrum Half” iluminaron el aire con sus ondas, a la vez que disparaban todo lo que podían contra los dos cazas norteamericanos, desde proyectiles de 30 mm de los Tunguska, hasta los Igla y Strela, pasando nuevamente por los más peligrosos misiles 9M331 de los SA-15. Los dos cazas pudieron lanzar sus misiles, pero en la maniobra de evasión para salir de la zona de peligro, y pese al lanzamiento del último HARM, uno de los misiles del SA-15 logró explotar cerca de Titán 1-3, desgarrándole el ala derecha y produciendo daños catastróficos en el aparato. Este entró en una horrible barrena del que el piloto no pudo escapar y acabó estrellándose contra el suelo en un lugar no muy lejano a las fuerzas enemigas.
sigue...
-Ya casi está Jefe, suave como la seda ¿lo ve? – dijo en tono jocoso el soldado Shasa Korobov, conductor del tanque.
-Calla y acaba de sacarnos de aquí, o te meto un puro que te vas a enterar. Un poco de respeto con tu superior… – contesto en broma el Sargento Igor Kurvanov, aunque preocupado por salir cuanto antes del puente que cruzaba el rio Niemen, al norte de la ciudad de Alytus.
-Todo despejado al frente. Los de tráfico nos están indicando que sigamos por el cortafuego, pegados al bosquecillo – interrumpió el Cabo Fyodor Kulagin, el más serio y sensato de los tres tripulantes de aquel enorme tanque T-14. – El punto de reunión está al final del mismo.
-Vale pues llévanos allí Shasa – ordenó aliviado Kurvanov al dejar el puente prefabricado tras de sí, y poner sus cadenas sobre tierra firme.
Era noche cerrada ya cuando la 411ª Compañía de Tanques (Experimental), con sus diez grandes tanques de batalla T-14 Armata, se encontraba cruzando el rio Niemen, siguiendo de cerca al 12º Regimiento de Tanques, de la 4ª División de Tanques “Kantemirovskaya”, al cual había sido asignada operacionalmente la compañía por el mando del 1ª Ejército de Tanques, bajo cuyo mando administrativo se hallaba. La Compañía de tanques, con vehículos T-14 de pre-serie de reciente fabricación, había sido destinada a la campaña báltica por el Alto Mando del Ejército Ruso a fin de comprobar sus capacidades en operaciones de combate reales. Aunque de momento, y debido a las premisas para su uso, no habían tenido opción para combatir, ya que se había requerido que el enemigo ofreciera una férrea defensa anticarro, o la aparición de tanques enemigos modernos, sobre todo los M-1 o los Leopard-2 alemanes o polacos, y de momento ninguna de esas circunstancias se había producido.
Desde el inicio de la invasión hacía más de 40 horas, la “Kantemirovskaya” había avanzado primero por el sureste de Letonia, donde aparte de algunos pequeños actos de sabotaje o de resistencia pasiva, nada había impedido su paso, incluso, en varias poblaciones, habían sido jaleados por algunos rusofonos que habitaban aquella región, aunque la verdad, menos de los que Kurvanov hubiera esperado. En Lituania, las cosas habían sido diferentes, y el Ejército lituano había combatido casi desde que cruzaron la frontera. Pero la resistencia no había sido como deseaban los rusos, ofreciendo una línea con puntos claramente identificables que poder machacarlos con su artillería y aviación, para acto seguida asaltarlos con sus fuerzas mecanizadas. En vez de eso, los lituanos usaban tácticas de “golpea y corre”, realizando sus soldados emboscadas con misiles anticarro Javelin, además de unos pocos Spike desde sus nuevos blindados “Vilkas” que no eran más que los Boxer alemanes cambiando el nombre y con una torreta israelí. Aquello, unido a la utilización de explosivos improvisados a los lados de las carreteras, la destrucción de puentes o la proliferación de abatís (obstáculo formado por ramas o arboles cruzados en hileras, en dirección al enemigo y atados por sogas o alambres) en los numerosos y frondosos bosques lituanos, había hecho que el ritmo de avance fuera menor del previsto por los planificadores de la invasión, pero no dejaban de ser picaduras y retrasos temporales en la férrea falange blindada de la división de tanques rusa, que pese a todo, se abría paso cobrándose algunas víctimas por el camino.
En Ukmerge, y tras dividirse en dos la “Kantemirovskaya”, el 13ª Regimiento de Tanques y el 432º Regimiento Motorizado habían seguido en dirección hacia Kaunas, mientras que el 12º Regimiento de Tanques, con elementos de apoyo divisionarios y la 411ª Compañía de Tanques (Experimental), se había dirigido hacia Vilna primero, para luego girar al sur hacia el rio Niemen, y dejar la captura de la ciudad a los blindados ligeros de dos de los tres regimientos de la 106º División de Paracaidistas que tenían por objetivo la captura de la capital enemiga, y que llegaban desde Utena, por el norte y la carretera A14 . EL 14º Regimiento de Tanques quedaba en reserva para reforzar uno u otro eje dependiendo de las circunstancias.
Hacía ya unas horas que habían llegado a las cercanías de la ciudad de Alytus, donde los elementos de reconocimiento habían advertido sobre la destrucción de los 3 puentes que cruzaban el rio en las inmediaciones de la ciudad, así que deberían encontrar otra forma de cruzarlo. En Kaunas, los tanques de la 4ª División habían tenido algo más de suerte, ya que, mediante una operación de comandos y un batallón de fuerzas helitransportadas de la 106º División de Paracaidistas, habían logrado tomar intacto uno de los puentes en la periferia de la ciudad, facilitando enormemente el avance de las fuerzas rusas. Sin embargo, en Alytus, y tras asegurar la orilla opuesta con una compañía helitransportada de Spetsnaz, 6 vehículos lanzapuentes TMM-6 tuvieron que unir fuerzas para montar en poco menos de hora y media, un puente de 102 metros de largo, capaz de cubrir la anchura del rio en el punto de cruce elegido, a unos 6 km al norte de la ciudad, y facilitar el tránsito del 12ª Regimiento de Tanques y sus unidades de apoyo.
La resistencia había sido escasa, ya que la mayor parte de la Brigada Mecanizada Lituana “Geležinis vilkas" o “Lobos de Hierro”, se enfrentaba al resto de la división al sur de Kaunas, y apenas un batallón se oponía a las fuerzas en Alytus, pero al no poder haber impedido el cruce de los primeros tanques rusos, como consecuencia del fuego de artillería y los ataques aéreos, había vuelto a las emboscadas y a las “picaduras” a medida que el 12º Regimiento ampliaba la cabeza de puente. Así que, a media noche, y cubiertos por la oscuridad, la artillería y algunos vehículos antiaéreos Tor y Tunguska, el grueso del Regimiento de Tanques había cruzado al otro lado y se dirigía hacia el oeste de Alytus, para rodear la ciudad y tomar la carretera 132 hacia la frontera con Polonia, su objetivo final.
Casi al final de las fuerzas rusas, marchaba la Compañía de T-14 donde el Sargento Igor Kurvanov apremiaba a su conductor para unirse al resto de sus compañeros en el punto de reunión tras el cruce del rio. Kurvanov era un militar un tanto atípico. Bastante joven para ser Sargento, había ganado su rango y su destino en la unidad equipada con el tanque más moderno de todo el Ejército, gracias a una gran dedicación al mundo de los medios acorazados, así como una habilidad innata para comprender el desarrollo y la dinámica del combate entre tanques, tanto a pequeña como a gran escala, lo que le había granjeado el respeto profesional de sus superiores en todos sus anteriores destinos. El respeto personal ya le había costado más ganárselo, porque Igor era una personal difícilmente adaptable al rígido mundo de la disciplina castrenses. Huérfano desde los 4 años cuando sus padres fallecieron en una explosión de gas en su pequeño apartamento de la ciudad de Omsk, su infancia y adolescencia la había pasado entre orfanatos estatales y las calles de diversas ciudades a las que había viajado desde que fue lo suficientemente mayor para hacerlo. Al final, había llegado a Moscú, y la dura vida en las calles de la capital rusa habían estado a punto de convertirlo en un delincuente de poca monta, o peor aún, en un criminal al servicio de alguna mafia, pero con 17 años, y tras un grave incidente con la policía, fue obligado a elegir entre la cárcel o servir de voluntario en el Ejercito, y a pesar de que en principio había pensado en pasar los 3 años de su servicio “voluntario” y regresar a su vida anterior, al final acabó cogiéndole el gusto a todo aquello, que pese a su dureza, para él era mil veces mejor que la vida que había llevado hasta aquel momento. Encajar la disciplina fue lo que más le costó, pero supo apañárselas para sobrevivir en aquellas circunstancias, como siempre había hecho, y, además, hacerse casi imprescindible en las unidades donde sirvió, de tal manera que los mandos le perdonaran cierta relajación en la disciplina en su trato hacia ellos, la misma relajación que él practicaba con sus subordinados a medida que iba ascendiendo en el escalafón del Ejército. Igor no luchaba por cosas como la Patria, el Ejercito o por la paga de ser un soldado profesional, ni siquiera por la admiración al Presidente del país que muchos parecían profesar. Para él la cuestión era más mundana. En el Ejército había tenido una segunda oportunidad, y ahora no pensaba fallarles, ni a sus mandos ni a sus compañeros de armas, ni más ni menos.
Desde luego nunca llegaría a ser un General o un Coronel, ni siquiera un oficial, pero estaba convencido de que hacía muy bien su trabajo, y seguramente mejor que muchos oficiales de academia si tuviera la oportunidad algún día. Pero aquello solo eran sueños, y él no solía darse ese gusto, era realista y pragmático, y llegar a Sargento ya le parecía todo un logro. Viviría la vida como lo había hecho siempre, día a día, sin pensar en el futuro y en lo que le deparaba. Y justamente, no pensar en ello, le ayudaba a sobrellevar la idea de que estaba en una guerra de verdad y que aquel podía ser su último día en la tierra…aunque se lo iba a poner difícil a cualquier cabrón que intentara liquidarlo.
-Ahí llega el tanque del Capitán…Jefe, ya estamos todos – anunció Korobov.
-A ver…parece que tenemos ordenes…un momento – y tras unos segundos en los que Igor escucho por los auriculares las órdenes del Capitán Vasin, continuó – dos horas de descanso obligatorio ordena el Capitán. Tenemos que seguir hasta un punto situado a kilómetro y medio al sur de la intersección de las carreteras 131 y 132, y allí montaremos un puesto para pasar la noche. Se supone que habrá un pelotón de fusileros para asegurar nuestra protección, y debemos buscar cobijo de ataques aéreos bajo la cobertura de algunos árboles o edificios, ¿entendido?
-Por fin, un poco de descanso. Tengo tanto sueño que estaba pensando en ponerle el piloto automático a este trasto y dejarlo que fuera él solito – dijo asintiendo el conductor.
-Seguro que conduciría mucho mejor que tu si lo tuviera – le respondió el Sargento en tono burlón mientras le hacía una “peineta”.
-Un descanso nos vendrá bien, seguro que mañana la cosa se pondrá difícil. La frontera polaca está cerca y las tropas de la OTAN todavía no han aparecido por ningún lado…
-Joder Fyodor, sabes cómo aguar una buena noticia ¿eh? – le espetó Igor, que, si bien confiaba y lo respetaba en lo profesional, le parecía un estirado y un “intelectual” en lo personal, y su trato no pasaba de ser correcto y solo en el trabajo, mientras que con Shasa tomaba vodka y algún cigarrito de marihuana, una noche si y otra no, además de echarse unas risas cuando podían, ya que era una persona mucho más cercana a su extracto social y forma de ser, lo que no quitaba para que le pusiera en su sitio cuando debía y no se dejara avasallar por el ímpetu de aquel subordinado y amigo.
-Lo siento Sargento…
-Déjalo, era broma…es que no me pillas nunca…ahora vamos hasta donde nos han ordenado, pero tened los ojos bien abiertos, que, aunque vayamos en retaguardia del Regimiento, vamos a rodear la ciudad y todavía no la hemos tomado, así que puede venir una sorpresa de cualquier lado. Venga Shasa, pon este trasto en marcha y sigue al tanque del Capitán, que él nos guiará.
Tres cuartos de hora después, y tras una lenta pero inquietante marcha en territorio enemigo, llegaron al punto asignado donde quedaron bajo la protección de un pelotón de fusileros. Los tres hombres trataban de dormir un poco tras haber ocultado su T-14, junto al del Capitán Vasin, en el interior de un cobertizo agrícola, apenas situado a unas docenas de metros de la carretera 132. El Sargento Kurvanov no dejaba de pensar que Fyodor seguramente tenía razón, y dentro de unas pocas horas podría producirse un enfrentamiento con las tropas de la OTAN, que, sin él saberlo todavía, aquella misma tarde habían cruzado la frontera y tomado posiciones defensivas a medio camino entre los tanques de la “Kantemirovskaya” y la frontera polaca.
Unas horas después, sobre los cielos del nordeste de Europa…
Por el este, las primeras luces del alba aparecían sobre el horizonte, mientras que la escuadrilla liderada por el Capitán Jeff “Strike” Stevens descendía entre la capa de nubes compactas situadas entre los 3000 y los 6000 pies de altitud. El tiempo era horrible, con lluvias, o incluso granizo, fuerte viento y mucha nubosidad, pero en las circunstancias actuales, en medio de una guerra, no era excusa para no salir a volar y cumplir con la misión asignada, y aquello lo sabían bien los pilotos de los “Thunderbolts”.
El joven Teniente Alan “Póker” Polster estaba extrañamente tranquilo ahora que la escuadrilla de 6 F-18C había repostado de los KC-130 al nordeste de Breslavia, y continuaba rumbo hacia su objetivo en el sur de Lituania. Al poco, los cuatro cazas habían comenzado el descenso para mantenerse por debajo del horizonte radar enemigo hasta donde fuera posible. Ese segmento de la misión sería tranquilo, solo importunado por las fuertes rachas de viento y la lluvia que caía sobre su cabina. En algún punto al norte de Varsovia, los F-18 debían encontrarse con 12 aviones polacos que desde sus bases de Swidwin y Poznan se reunirían con ellos, en concreto dos escuadrillas de 4 Su-22M Fitter cada una, y otra de 4 F-16. Estos últimos serían los encargados de proporcionar cobertura aérea cercana contra los cazas rusos si aparecían en la zona del objetivo. Además, dos de los F-18 de los Marines portaban sendos misiles HARM cada uno para lidiar con la más que posible amenaza de los SAM que acompañaban a las fuerzas enemigas, mientras que los 8 Fitter actuarían como cazabombarderos armados con dos misiles AS-14 cada uno, para atacar blancos en tierra, al igual que el resto de los “Thunderbolts equipados con 4 misiles AGM-65 Mavericks cada uno, que debían apoyar a las tropas de tierra de la OTAN que habían entrado en Lituania hacia unas horas y que estaban a punto de chocar contra los tanques rusos en algún punto del sur del país, si es que no lo habían hecho ya. Las tropas aliadas del 2ª Regimiento de Caballería norteamericano y la Brigada “Puntal de Lanza” de la OTAN, eran en su gran mayoría fuerzas ligeras con algunos vehículos blindados y unos pocos tanques, que contaban con los misiles contracarro como su principal protección ante la falange acorazada que se les echaría encima en poco tiempo, así que era esencial debilitar a las fuerzas enemigas antes de que eso sucediera, y para eso, deberían utilizar misiles AS-14 o los Maverick que podían dispararse desde gran distancia, ya que ante la falta de integración en los Hornet de armas como las CBU-105 WCMD como las que podían llevar los F-16 de la USAF y que hacía apenas unas horas, y durante la primera misión que había llevado la OTAN contra esas fuerzas blindadas en Lituania, habían usado los Viper, los marines hubieron de recurrir a esos misiles para tratar de no adentrarse demasiado en la zona de cobertura de los SAM enemigos.
Así que los planificadores de la misión de aquella mañana, pensaron con atino, que mejor disparar sus armas desde la mayor distancia posible para tratar de disminuir la amenaza de los misiles tierra-aire. Esa amenaza, venía sobre todo de los sistemas rusos SA-15 que con un alcance de unas 7-8 millas, su propio radar, una cota de 20.000 pies y 8 misiles listos para disparar, lo convertían en rivales muy peligrosos, más si iba acompañado de sistemas SA-13 y Tunguska con misiles y cañones de tiro rápido. Lo lógico hubiera sido atacar desde una cota superior a los 20.000 pies para no verse afectado por el disparo de los SA-15, pero esa altitud los colocaría justo en la zona de caza de los S-300 y S-400 que se estaban desplegándose tras las tropas mecanizadas rusas en su incursión de los países bálticos, y de los que todavía quedaban en Kaliningrado, y que pese al ataque del primer día habían sobrevivido. Dichos sistemas en Kaliningrado, según inteligencia, se habían visto reforzados por otros más que no habían sido puestos en juego durante esa jornada, aunque estaban presentes, y que ahora, estaban suponiendo un quebradero de cabeza para los planificadores de la campaña aérea que la OTAN estaba llevando a cabo para destruir las capacidades A2/AD (anti acceso/negación de área) rusas en el enclave, tanto contra los restos de la red de mando y control, como contra los sistemas de armas antiaéreas, de misiles SSM y costa-superficie, además de seguir atacando las 2 bases aéreas, de las que solo unos pocos cazas rusos habían logrado escapar hasta otras bases en Rusia. Los S-300 y S-400 ya no estaban tratando de defender todo el espacio aéreo de Kaliningrado todo el tiempo, si no que se limitaban a una especie de “guerra de guerrillas” antiaérea, con emboscadas en las que no siempre encendían sus radares, y solo lo hacían cuando tenía la certeza de la presencia de aviones enemigos en ciertas zonas, a veces incluso tras la misión de ataque enemiga, donde en un corto espacio de tiempo, detectaban, seguían y disparaban el mayor número de misiles contra los aviones atacantes a corta distancia para luego cambiar de posición y volver a enmudecer. Obviamente, aquellas tácticas no permitían defender eficazmente el espacio aéreo de Kaliningrado y sus alrededores, pero ofrecían cierto grado de protección y eliminaban la impunidad con la que habían estado acostumbradas a actuar las fuerzas aéreas aliadas durante los últimos conflictos en los que habían participado, además de causar algunas bajas y reducir las propias.
La otra gran amenaza para los ataques aéreos de la OTAN en las repúblicas bálticas eran los cazas enemigos, que, si bien no habían vuelto a tratar de disputar el control de los cielos polacos y del báltico occidental, mantenían una presencia constante sobre los países bálticos y la parte oriental del mar. Los rusos tan solo habían vuelto a atacar de nuevo con misiles de crucero las bases donde la fuerza aérea polaca operaba aviones de combate, pero Sidwin y Poznan habían resultado menos dañadas y habían sido reparadas a tiempo para ofrecer a la alianza parte de sus cazabombarderos. De momento, la OTAN, aparte de mantener el control efectivo de los cielos polacos y de “su parte” del mar Báltico, estaba intentando expandir su zona de cobertura aérea, y durante la noche anterior había lanzado una misión para tratar de eliminar la presencia del incomodo AWACS A-50 que orbitaba cerca de la frontera entre Letonia y Lituania, y que muchos consideraron un error no haber derribado el primer día de guerra. Así pues, hacía unas horas, dos escuadrillas de cuatro aparatos, una de F-22 y otra de los F-35 recién llegados a Europa, realizaron una incursión contra el radar aerotransportado ruso. Pero no fue fácil, como nada en aquella guerra estaba siéndolo, ya que este no se encontraba desprotegido. Un total de 8 cazas rusos tipo Flanker se interponían en su camino, y si bien no consiguieron detener a los cazas norteamericanos, al menos, al detectarlos con sus sistemas IRST, lograron avisar con antelación al AWACS, y tras desigual combate más allá del horizonte, pudieron derribar a uno de los F-35, aún a costa de sufrir la pérdida de 5 aparatos y daños en otro más. Por su parte, el A-50 logró evadirse hacia el espacio aéreo ruso a toda velocidad, y entonces, con pocos misiles aire-aire, con los sistemas SAM enemigos avisados y en alerta, tratando de encontrar a los cazas furtivos en la zona donde los Flankers los habían localizado, barriendo el cielo con sus potentes radares, más cuatro cazas MiG-29 que patrullaban los cielos estonios, y que se dirigieron al encuentro de los cazas aliados a toda velocidad, hicieron abortar la misión, logrando salvar el pellejo el A-50, mientras los F-22 y F-35 tenían que regresar a sus bases sin haber podido cumplir con su objetivo primario. Aunque cierto valor si había tenido el intento de cazar al AWACS ruso, ya que ahora, un aparato similar, sino el mismo, patrullaba los cielos, pero desde más lejos, desde el punto donde las fronteras de Rusia, Estonia y letonia coincidían, lo cual reducía su alcance dentro de Polonia y el mar Báltico. De todas formas, un AWACS en los cielos bielorrusos, ofrecía una adecuada cobertura al enemigo de gran parte del Teatro de Operaciones, sobre todo de los cielos polacos, y contra aquello, además de las medidas de guerra electrónica que se estaban llevando a cabo desde el primer día para degradar su alcance y resolución, y las presiones políticas sobre Minsk para evitarlo, poco más se podía hacer.
Pero la presencia de cazas rusos, pese a las pérdidas que estaban sufriendo desde el primer encuentro, era efectiva de nuevo, y además de los 4 F-16 para su defensa aérea cercana, había otros cuatro Typhoon de la Luftwaffe, unas cuarenta millas por detrás, que proporcionarían una cobertura de cazas adicional, además de algunos EA-18G de la Armada que los apoyaban en labores de guerra electrónica. En otra misión similar, y con un objetivo parecido, aunque mayor, ya que se habían detectado un gran número de blindados enemigos avanzando desde Kaunas hacia la frontera polaca, dirigiéndose hacia la Brigada “Punta de Lanza”, fuerzas lituanas y el batallón OTAN liderado por los alemanes, una docena de F-16 de la USAF y otra docena de Tornados de la RAF, armados con bombas CBU-105 WCMD, misiles HARM,s y Brimstone y escoltados por Typhoon de la RAF y F-15C norteamericanos, se disponían a atacarlos a la misma hora que Polster y los suyos, esperando poder debilitar y frenar a los tanques rusos en su carrera hacia la ocupación total de Lituania y de las repúblicas bálticas, aunque por los otros dos países, poco se podía hacer de momento.
Media hora después, y ya reunida la formación de combate con los polacos, la escuadrilla de los “Thunderbolts”, cuyo indicativo de radio era de nuevo “Titán”, se preparaban para el ataque cuando se encontraban cerca de la localidad polaca de Suwalki, y apenas a 35 millas de su objetivo. La posición de este, estaba siendo monitorizada y actualizada por un E-8 situado en las inmediaciones de Varsovia, que, a su vez, y para intentar sobrepasar los señuelos y las ECM enemigas, estaba contrastando sus datos con los de un RQ-170 que volaba no muy lejos de la frontera lituana. Así que los “Titanes” y sus compañeros polacos tenían ahora una idea bastante clara de la posición del enemigo, y se disponían a iniciar el ataque.
-Titanes… aquí Líder … entramos en el Punto de Inicio (IP) muchachos, ya sabéis que hacer, así que suerte… ¡y mucho cuidado con los SAM! – informó el Capitán Stevens.
-Titán 1-2, Roger – respondió “Póker”, que volvía a situarse en posición de “punto” del líder de la formación de los Marines.
Por la radio, Polster escuchaban como radares de búsqueda rusos comenzaban a activarse en Kaliningrado y poco después, algunos S-300 estaban en el aire intentando cazar a los F-16 y Tornados del otro paquete de ataque que volaban a poco más de 20 millas al noroeste de su posición. “Ojalá no se fijen en nosotros”, pensó para sí. Y mientras los F-18 armados con Maverick y los Fitter con AS-14 seguían volando muy bajo, con todos sus sentidos puestos en evitar chocar contra el suelo a la vez que oteaban con rapidez el cielo en busca de posibles estelas de humo que delatasen la presencia de algún misil de corto alcance de guía IR o de proyectiles trazadores, los 2 F-18 restantes, tomaban altura para dejarse ver y detectar posibles emisiones de radar contra las que actuar antes de que estas lo hicieran contra sus compañeros, que se acercaban rápidamente a la zona de ataque. En pocos segundos, los Hornet detectaron un radar de banda X, “Dog Ear” que barría el cielo, y uno de ellos lanzó un HARM contra él. Pronto fue detectado por los rusos, que apagaron el radar y pusieron el vehículo en movimiento para escapar del impacto del supuesto misil antirradiación, aunque eso dejara sin cobertura radar cercana a sus sistemas SAM…pero no importaba demasiado. El A-50 había ya detectado a los atacantes, y los SA-15 tenían su propio radar de vigilancia, así que poco después, el Teniente Polster era el primero en recibir en su RWR las emisiones del radar “Scrum Half” de un SA-15, mientras cruzaban la frontera polaco-lituana, a menos de 20 millas de su objetivo.
- ¡Atención, tenemos emisiones radar SAM a la una en punto!... ¡SA-1-5, repito SA-1-5! – dijo Polster.
-Atentos a las estelas chicos – advirtió “Strike”, mientras que unos segundos después, sonaba otra voz en la radio.
-Allí van los “Caballeros” - informó Titán 1-3, haciendo referencia al indicativo de los polacos, al ver como estos se adelantaban y elevaban un poco para tratar de adquirir sus objetivos, mientras su oficial al mando, que lideraba toda la formación de ataque, incluido los marines, ordenaba iniciar el ataque, sin mayor precisión.
“Demasiado pronto” pensó “Póker” para él. El alcance máximo de sus misiles era de 6 millas y se encontraban todavía a 12 de su objetivo. Aquello era bueno para tratar de identificar a los objetivos con tiempo y disparar con seguridad sobre ellos, pero a la vez los exponía durante demasiado tiempo a los radares y a los SAM,s enemigos. Pero los “HARM Shooter” no estaban de convidados de piedra y lanzaron otro misil hacia la nueva fuente de emisión, que tuvo que apagarse y moverse para evitar el misil. Aquello fue bastante para que unos instantes después, la primera escuadrilla de Su-22 lanzaran todos sus misiles contra los tanques rusos. Pero de pronto apareció otro SA-15 y disparó rápidamente cuatro misiles contra dos cazabombarderos polacos de la segunda escuadrilla. Uno de ellos fue abatido cuando intentaba zafarse de los SAM sin soltar su carga bélica, y el otro, recibió parte de la metralla de la cabeza de guerra del misil que explotó a uso metros de su fuselaje trasero, provocándole serios daños, y haciendo que se tuviese que retirar apresuradamente sin poder lanzar sus misiles, que había soltado para maniobrar con mayor libertad. Los dos últimos Fitter de la segunda escuadrilla siguieron a la carga y lanzaron sus 4 AS-14 y giraron rápidamente para evadir el fuego de los cañones de los Tunguska y los misiles IR de los SA-13 que trataban de bajarlos del cielo, pero que estaban demasiado lejos, e irremediablemente se quedaban cortos.
“Mala coordinación”, fue lo que vino a la mente de los pilotos norteamericanos, que pensaban que nunca habían operado con aquellos polacos, y que no habían tenido tiempo siquiera de un cambio de impresiones previo, sobre las tácticas a utilizar, más allá de los procedimientos estándar de la OTAN y de la asignación del mando a un Mayor polaco que lideraba la primera escuadrilla de Su-22. Pero la situación era muy fluida y peligrosa como para pararse a pensar demasiado, incluso cuando Polster oyó por la radio que “Ojo Nocturno”, el E-3 que coordinaba la misión, daba vectores de interceptación a los F-16 y los Typhoon que los escoltaban contra cazas rusos que se aproximaban, el joven piloto estaba concentrado en su misión, en llevarla a cabo con éxito…y salir vivo de ella.
- ¡“Titanes” …ataque cruzado por parejas…ejecutad ahora! – ordenó “Strike” mientras elevaba su morro y giraba la palanca de mando para abrirse a la derecha junto a “Póker”, y su sistema Litening, pese al mal tiempo, comenzaba a mostrar blancos en su pantalla.
-Múltiples blancos al frente – dijo Polster, mientras accionaba los mandos para seleccionar su primer objetivo y acto seguido disparar un Maverick, a la vez que observaba en la pantalla la lucha en tierra, y como entre el humo y el fuego, docenas y docenas de blindados combatían por sus vidas mientras maniobraban arriba y abajo en una “danza” sin aparente sentido.
- ¡Joder…otro radar de SA-15 se acaba de encender…mucho cuidado! – advirtió Titán 1-4 segundos después, mientras los dos primeros Hornet lanzaban sus misiles.
De nuevo, uno de los Hornet de apoyo SEAD lanzó un nuevo HARM, pero esta vez el oficial ruso creyó que podría lanzar unos misiles antes de que el atacante fuera una amenaza, y así comenzó una carrera entre el HARM y los misiles 9M331 del SA-15, en la que al final, el vehículo ruso se libró por los pelos de ser destruido, pero tuvo que dejar de emitir y salir de posición, lo que hizo perder la guía a sus misiles y que estos no encontraran sus blancos, aunque al menos lograron retrasar unos segundos el lanzamiento de los Maverick por parte de Titán 1-3 y 1-4, que tuvieron que volver a colocarse para dar otra pasada, mientras que “Strike” y “Póker” ya salían de la zona de mayor peligro, a la vez que observaban como las trazadoras y las estelas de los misiles MANPADS trataban de seguirlos, pero sin mucho acierto. En el nuevo intento de ataque de los dos últimos Hornets, los rusos encendieron todo lo que tenían, y el “Dog Ear” y dos “Scrum Half” iluminaron el aire con sus ondas, a la vez que disparaban todo lo que podían contra los dos cazas norteamericanos, desde proyectiles de 30 mm de los Tunguska, hasta los Igla y Strela, pasando nuevamente por los más peligrosos misiles 9M331 de los SA-15. Los dos cazas pudieron lanzar sus misiles, pero en la maniobra de evasión para salir de la zona de peligro, y pese al lanzamiento del último HARM, uno de los misiles del SA-15 logró explotar cerca de Titán 1-3, desgarrándole el ala derecha y produciendo daños catastróficos en el aparato. Este entró en una horrible barrena del que el piloto no pudo escapar y acabó estrellándose contra el suelo en un lugar no muy lejano a las fuerzas enemigas.
sigue...
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- flanker33
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Expreso Báltico
continua...
Minutos después, en tierra, a las afueras del pequeño pueblo de Seirijai, Lituania…
- ¡Mierda Jefe! ... ¿has visto eso? – pregunto Shasa al ver estrellarse un avión como a un kilómetro y medio al suroeste de su posición, cerca del pueblo.
- ¿Es de los suyos o de los nuestros? – dijo el artillero Kulagin
- ¿Y qué importa eso ahora? Si es de los suyos mejor, y si era de los nuestros pues ya poco puede hacer por nosotros… - dijo un poco enojado, aunque en el fondo sabía que no era lo mismo, por la indefensión que le hacía sentir un ataque aéreo contra el que poco o nada podía hacer - …concentraos en lo que tenemos entre manos…¡allí!…blindado con cañón en la torre…quince a la izquierda…saliendo tras aquellos arboles… – dijo el Sargento Kurvanov mientras giraba la torreta del T-14 con sus propios mandos y le informaba a Fyodor Kulagin para que destruyese el blindado con ruedas, un Stryker MGS con cañón de 105 mm – parece que intenta flanquearnos…cógelo antes de que llegue a aquella otra arboleda o lo perderemos.
-Lo tengo – anunció el artillero haciéndose con los mandos y centrando al vehículo norteamericano en su pantalla del visor principal del cañón de 125 mm – 654 metros…en la mira… ¡fuego!
Un instante después, el Stryker era destrozado por un proyectil HEAT del T-14, matando a los tripulantes y dejando otro trozo más de chatarra humeante en el campo de batalla. Una batalla que había comenzado poco antes del amanecer cuando los elementos de reconocimiento del 12º Regimiento de Tanques se habían topado con los primeros efectivos norteamericanos del 2ª Regimiento de Caballería que habían entrado en Lituania la tarde-noche anterior, y que habían preparado apresuradamente posiciones defensivas alrededor del pueblo de Seirijai, al ser una zona por donde discurría la carretera 132 en dirección a la frontera polaca, y estar rodeada al norte y al sur de lagos intransitables para las fuerzas acorazadas rusas, además de varias zonas boscosas desde los que esconderse y emboscar a los rusos, preferiblemente desde los flancos. Por lo demás era un terreno bastante llano con algunos campos de cultivos y pequeñas edificaciones agrícolas aquí y allá. El problema para ellos, era que los rusos no pretendían colaborar con sus planes defensivos.
Cuando el primer dron de las fuerzas de reconocimiento rusas detectó la presencia de varios blindados entre los árboles de los bosques y los edificios del pueblo, una hora antes de la llegada del grueso de las fuerzas rusas, los defensores ya debieron tener claro que iba a ser un día duro. Todo comenzó con otro dron norteamericano que detectó a la mayor parte de los tanques del 12º Regimiento descendiendo por la carretera y sus alrededores en formación de batalla, ante lo cual el comandante del 2º Regimiento solicitó fuego de artillería sobre ellos. Se Los obuses M777 abrieron fuego con proyectiles con cabezas dotadas de submuniciones antitanque, que en teoría era una buena idea para destruir o dañar una gran cantidad de tanques, pero en la práctica se reveló como un pequeño fiasco al ser poca la munición de ese tipo, y no detonar o no encontrar sus objetivos buena parte de las submuniciones. Luego comenzó el disparo de los primeros misiles Javelin por parte de las patrullas de avanzada, logrando algunos impactos, pero los T-80 estaban bien protegidos por sus sistemas ERA y los misiles norteamericanos tuvieron un éxito bastante bajo, y en general, solo cuando se lanzaban varios misiles contra un solo tanque, este resultaba destruido. Cuando los tanques rusos siguieron avanzando e internándose en el despliegue defensivo del 2ª Regimiento de Caballería, los ATGM TOW-2 lanzados desde Stryker trataron de ganar tiempo al buscar destruir las cadenas de los carros para luego atacarlos más fácilmente, pero aun así la situación era difícil para los norteamericanos, que veían como los rusos iban destruyendo con sus cañones de 125 mm uno tras otro a los Stryker que lograban localizar, mientras que la artillería pesada y los morteros rusos batían con gran precisión y potencia las posiciones desde las que disparaba la infantería enemiga, causando serías bajas con sus proyectiles dotados de espoletas de proximidad que causaban una lluvia de metralla sobre los soldados norteamericanos.
Poco después, y ante la defensa enemiga y la aparición de algunos blindados e infantería lituana a retaguardia de las fuerzas rusas, cerca de Seiliüani, y que trataban de cortar la carretera 132 a sus espaldas, el comandante del regimiento ruso ordenó a la 411ª Compañía de Tanques que entrara en acción y que se ocupara de aquel ataque de desarticulación tras sus líneas, para luego unirse a la lucha principal. Los T-14 pusieron pronto en desbandada a los lituanos, que combatían ya con más corazón que cabeza al ver perdida su patria ante el avance de las fuerzas enemigas, y luego giraron hacia el sur para unirse a la lucha con los norteamericanos. En ese momento, comenzó el ataque aéreo de la OTAN y como consecuencia del mismo, 9 T-80 y 3 BMP-2 fueron destruidos por los cazas aliados, por lo que la llegada de los T-14 al campo de batalla supuso un importante refuerzo para el 12º Regimiento.
Kurvanov y los suyos iban en vanguardia de la compañía y solo tenían ahora a algunos T-80 por delante de ellos. En el futurista interior del novísimo carro de combate, la tripulación trabajaba con sus múltiples pantallas que le daban más el aspecto de un caza o del CIC de un buque de guerra que el de un tanque, en el interior de la barcaza y con una torre sin tripulantes dirigida a control remoto desde allí. Con el comandante del carro situado a la derecha, el tirador en el centro y el conductor en la izquierda del interior de una capsula blindada que proporcionaba protección adicional para la tripulación, esta se sentía muy a salvo, y no es que la protección exterior fuera mala precisamente…seguramente el T-14 era el tanque mejor protegido del mundo, tanto por el grosor de su blindaje laminado, como por su sistema de defensa pasiva ERA de 4ª generación Malachit, y la defensa activa en manos del moderno sistema Afghanit, que dotado de radar y sistemas explosivos para detectar e interceptar cualquier proyectil que se les acercara, era capaz de neutralizar todo tipo de misiles ATGM e incluso los peligrosos proyectiles APFSDS de los cañones de 120 mm de los carros de la OTAN.
Con aquella maravilla de la tecnología rusa en sus manos, las tripulaciones de la 411º Compañía de Tanques estaban causando estragos entre los débiles blindados norteamericanos, que intentaban detenerlos sin mucho éxito. El T-14 de Kurvanov ya había interceptado en vuelo un Javelin, y destruido un Vilka y dos Strykers, uno de ellos dotado de cañón de 105 mm, cuando la batalla estaba alcanzando su punto culminante.
-Nos acercamos al objetivo número 2 – anuncio el Sargento refiriéndose al pueblo de Seirijai – vamos a encontrar fuerte oposición… ¿no habrá más opciones o es que al comandante del regimiento le gustan las cargas frontales sin sentido?
-Seguro que quiere probar como estas nuevas preciosidades pueden con todo – dijo Shasa.
-O es que no podemos flanquearlo por los lagos y los bosques a su alrededor…hasta ahora hemos tenido suerte de no encontrar una defensa decidida en este país lleno de bosques y …
- ¡Cuidado, misiles al frente saliendo del pueblo! … dos... ¡no tres! Directos hacia nosotros… – dijo Kurvanov al ver los datos del radar en la pantalla táctica.
Segundos después, el Afghanit se activaba y daba cuenta de los dos primeros misiles, pero el último logró colarse e hizo explosión en la parte superior del carro de combate, pero él ERA hizo su función, y aparte de una sacudida, los tripulantes no notaron nada más, ni el carro se vio afectado.
- ¡Eso ha estado cerca! – dijo Shasa.
-Pero que dices, si ni siquiera nos ha quitado la pintura, te apuesto lo que quieras – le respondió el comandante del carro…Fyodor, quiero algún proyectil sobre ese edificio de allí, al menos un misil salió desde él.
-A la orden Jefe…centrando objetivo…1438 metros…en la mira… ¡fuego!
-Buen disparo muchacho, sigue así y te ganarás una medalla y todo – dijo al ver el impacto justo donde él lo había solicitado.
-Solo hago mi trabajo Jefe…
-Si, si… - dijo cansado por el tono formal de su artillero - pero de momento vamos a seguir buscando objetivos…esperad…el Capitán por la radio…Shasa, reduce, vamos hacia aquella granja de allí, a la izquierda.
-Recibido Jefe ¿qué ocurre?
-Parece que al final el comandante del Regimiento no es tan capullo como pensaba y nos va a allanar un poco el camino. Artillero, dispara al edificio grande de la granja, no quiero sorpresas. Yo voy a regar de plomo los pequeños por si acaso.
Mientras realizaban fuego de supresión contra la pequeña granja a la que se dirigían, por su derecha apreció otro de los T-14 que estaba buscando refugio en el mismo sitio. Y es que, ante la defensa enemiga, y para evitar bajas inútiles y dar una buena lección a los americanos, el comandante había decidido utilizar una de sus armas más devastadoras contra la infantería de las que poseía. Unos 6 kilómetros hacia el nordeste, una batería de 6 vehículos TOS-1A Buratino traídos desde otras unidades y asignados al 1ª Ejército de Tanques, comenzaban a abrir fuego sobre el pueblo de Seirijai y los bosques en los que se protegía la infantería enemiga. Desde el interior de los tanques no se podía escuchar el aterrador silbido que hacían los 24 cohetes de cada lanzador al acercarse a su objetivo, pero sí pudieron ver bien las explosiones que produjeron sus cabezas termobáricas en el pueblo y en los bosques. Fue una autentica carnicería, y es que aquellas armas tan devastadoras producían un gran daño contra la infantería, y solo los soldados mejor protegidos pudieron salir vivos de aquella andanada de cohetes. Pero el comandante ruso no estaba dispuesto a dar tregua, y a los pocos segundos de terminar de caer el último proyectil, cuatro helicópteros Mi-35 comenzaron a lanzar sus propios cohetes contra las posiciones enemigas, y acto seguido, ordenó el avance a toda velocidad de sus tanques y BMP,s para desbordar las defensas norteamericanas.
-Conductor adelante… rápido, tenemos que llegar antes de que se recuperen de todo lo que acaba de caer sobre ellos – ordeno Kurvanov a la vez que veía como era adelantado por otro T-14 – ¡Joder, vamos Shasa, o llegaremos los últimos!
-Contacto… - anunció Fyodor – blindado enemigo saliendo de aquellas casas 20 grados a la derecha y va en dirección al pueblo…
-Alto explosivo… ¡Elimínalo!
-Centrando objetivo…981 metros…en la mira… ¡Fuego! – y tras unos segundos - …objetivo destruido Jefe.
-Bien hecho, y eso que no era fácil con este movimiento…
-El sistema de estabilización ha funcionado muy bien.
Poco después, los blindados rusos entraban en el pueblo y lo sobrepasaban sin demasiados problemas, ya que la mayoría de defensores estaban muertos, heridos o conmocionados, y los que no, habían salido huyendo en sus Stryker tan rápido como pudieron. Desde los bosques y granjas aledañas también se retiraban los americanos en lo que parecía una desbandada, pero en realidad, su comandante había ordenado una retirada general mientras cubría esta con fuego de artillería y algunos pelotones de infantería con misiles Javelin, a la vez que solicitaba apoyo aéreo urgente.
- ¡Jefe…más misiles a la derecha, por encima de los árboles, saliendo de aquel bosque de la izquierda! – gritó Fyodor.
- ¡Mierda, parecen que salen desde detrás del bosque! – tuvo tiempo a decir el Sargento.
Dos helicópteros de ataque AH-64 Apache habían avanzado volando a muy baja altura, bordeando un bosque situados a unos 6 kilómetros detrás del pueblo, antes de detenerse y detectar con su radar Longbow a los tanques rusos, para poder lanzar sus misiles Hellfire con seguridad, desde detrás de la cobertura que les proporcionaban los árboles. Tras unos segundos ya tenían blancos seleccionados y comenzaron los disparos. Con su capacidad de “dispara y olvida”, los Apache lanzaron casi todos sus Hellfire-L en muy poco tiempo, ya que lanzaron varios de ellos contra un solo tanque para tratar de sobrepasar las defensas activas y el ERA de los mismos. Tres de ellos se dirigieron hacia el T-14 de cabeza logrando la primera pérdida total de un T-14 en combate al penetrar uno de los misiles y estallar la munición de la torre, aunque la tripulación quedó a salvo en su capsula blindada de la barcaza.
- ¡Me cago en…!, han reventado a uno de los nuestros – grito Shasa – nos ha ido de un pelo, los siguientes podíamos ser nosotros.
- ¿Cómo lo han hecho?, sus defensas no han podido con esos misiles Hellfire… - dijo preocupado Fyodor.
-No importa, ahora somos un objetivo claro… conductor, realiza giros bruscos a izquierda y derecha si vienen más misiles…artillero te dejo la búsqueda de blancos, yo me ocupo de la ametralladora antiaérea – dijo el Sargento, aunque sabía perfectamente que a la distancia de disparo de aquellos misiles no llegaban los proyectiles de 12,7 de su ametralladora.
Pero poco después, y tras que la primera andanada de Hellfires hubieran alcanzado sus objetivos, y no se sabe muy bien de donde, dos helicópteros rusos de ataque Kamov Ka-50 aparecieron de la nada y lanzaron varios misiles aire-aire Igla contra los Apache, y estos, tuvieron que hacer uso de todas sus contramedidas y trucos para evadir a los misiles atacantes, a la vez que maniobraban a toda velocidad tratando de colocarse en posición para poder responder con sus misiles Stinger. El Ka-50 líder persistió y utilizando sus últimos dos misiles, logró derribar al Apache punto. El AH-64 líder lanzó un par de misiles IR contra los aparatos rusos y trató de salir de allí lo más rápido que pudo ante la desventaja en la que se encontraba tras ver como fallaban ambos Stingers. La escaramuza había durado apenas unos segundos, y pese al derribo de uno de los Apache, estos habían logrado destruir un T-80 y un T-14…justo el que había adelantado al carro de Kurvanov. Los Kamov a su vez, se retiraron perseguidos por la estela de un Stinger disparado desde tierra que no estuvo ni cerca de los estilizados helicópteros rusos, mientras el puño acorazado ruso continuaba avanzando en persecución de las tropas norteamericanas. Al final, y tras un avance más cauteloso para evitar bajas innecesarias, y muy cerca de la frontera polaca, los tanques rusos volvieron a encontrarse con una seria resistencia, nada más cruzar el paso que dejaban dos grandes bosques al norte y al sur de la carretera 132, y mientras avanzaban entre explosiones de alto explosivo y humo de obuses de 155 mm que les arrojaba la artillería de la OTAN.
- ¡Jefe, otra vez…misiles aéreos que salen de detrás de los bosques! – anunció el Fyodor.
-Shasa, comienza a girar como la madre que te pa… ¿Qué puñetas es…?
Pero no llego a terminar la frase, cuando un proyectil APFSDS sabot lanzado desde un M1A2 Abrams a tres kilómetros de distancia marchaba directamente hacia ellos. Por fortuna para la tripulación del T-14 de Kurvanov, el Afghanit funcionó perfectamente y logró reducir la potencia del “dardo” americano, y el ERA logró detenerlo antes de que pudiera penetrar el blindaje principal.
- ¿Habéis visto de donde ha salido eso? – dijo todavía con la respiración contendida el Sargento, y tras asegurarse que los misiles Hellfire no se habían fijado en ellos, y aunque estos lograron un impacto contra un carro cercano, aquello no le importó demasiado en aquellas circunstancias cuando acababan de sobrevivir por los pelos a un impacto directo de un proyectil perforante de 120 mm norteamericano.
-No Jefe…voy a pasar al termal a ver si logro detectarlo – dijo el artillero conectando el avanzado sensor térmico para detectar el calor emitido por el tanque enemigo.
-Bien…a ver si cazamos a ese cabrón…Shasa tu sigue girando hasta que te diga.
-A la orden Jefe – respondió mientras seguía conduciendo como un borracho aquella sofisticada máquina de combate.
Inadvertidos, tres pelotones norteamericanos, dos con 8 M1A2 Abrams y uno de 4 M2 Bradley, se habían ocultado entre los primeros edificios del pueblo de Lazdijai, y comenzaron a disparar sobre la vanguardia rusa, cubriendo y dando tiempo a los Stryker rezagados a cruzar la frontera y situarse en posiciones defensivas que habían sido preparadas por los ingenieros polacos y norteamericanos. Además de los blindados, otros dos Apache habían aparecido y volvieron a lanzar Hellfires y la artillería seguía escupiendo fuego a destajo. Entonces el comandante ruso, que no quería perder el ímpetu, ordenó a sus lanzacohetes Tornado-G, una versión moderna del mítico BM-21 Grad, que ablandaran las defensas en el pueblo y alrededores, a la vez que volvía a solicitar la presencia de los Kamov, que alcanzaron a dos Abrams con sus misiles anticarro Vikhr, destruyendo a uno e inutilizando a otro, para luego enzarzarse en combate aéreo con los dos Apache.
- ¡Tanque enemigo…20 a la derecha…saliendo tras el edificio rojo…lo he perdido! Cargo perforante.
- ¡Síguelo! Shasa reduce un poco…¡allí…en el cruce! – dijo Kurvanov al ver al M1 retirarse de su posición con la torreta girada hacia atrás y lanzando humo para cubrirse.
- ¡Lo tengo…1602 metros…en la mira…fuego!
-Falló… ¡artillero, asegura el tiro o te cuelgo por los huevos! ...cuidado… - dijo al ver el fogonazo del cañón del Abrams devolviendo el fuego.
El proyectil enemigo iba bien dirigido, pero de nuevo los sistemas defensivos del T-14 lograron detenerlo y dejar intacto al carro ruso, aunque Kurvanov comenzaba a tener dudas de cuantas cargas le debían quedar al Afghanit para interceptar proyectiles enemigos.
-…en la mira… ¡fuego! – dijo de nuevo Fyodor, logrando esta vez impactar en la torre del M1.
-Joder, no lo ha destruido, se sigue moviendo… ¿Qué ha pasado? – preguntó Shasa.
-…no lo sé… ¿será verdad lo de los informes que dicen que han recibido nuevo blindaje reactivo? Creo que en los laterales lleva algo, pero en la zona frontal no he visto nada – dijo el Sargento antes de volver a perder de vista al carro enemigo entre las calles del pueblo.
En ese momento, comenzó a caer la lluvia de cohetes de los Tornado-G sobre Lazdijai, y los T-14, T-80 y BMP-2 volvieron a apartarse del camino de los cohetes no fuera que tuvieran un desafortunado encuentro con alguno de ellos, mientras se desviaban hacia el norte y sur del pueblo para bordearlo y continuar la persecución una vez terminara el fuego de los lanzacohetes. Pero no fue necesario continuar el avance combatiendo tras el bombardeo ya que los norteamericanos se habían retirado hacia el otro lado de la frontera tan rápido como les fue posible, y los rusos tenían órdenes de no cruzarla. Así que, al llegar los tanques a una distancia prudencial de la misma, se detuvieron, y algunas fuerzas rusas comenzaron a preparar pociones de bloqueo a la vez que otras se desplegaron para limpiar toda la zona de posibles fuerzas enemigas rezagadas, donde localizaron algunos lituanos y unos pocos norteamericanos escondidos en algunas casas y bosques, que no tuvieron más remedio que rendirse ante el superior invasor.
Por su parte, unas horas después y ya de nuevo reunida la Compañía y protegidos por el pelotón de infantería al este de Lazdijai, Kurvanov, Shasa y Fyodor celebraban la victoria en su primera batalla con las demás tripulaciones de la 411º Compañía de Tanques comiendo y bebiendo sus raciones de combate, pero sobre todo el seguir vivos, ya que solo lamentaban la pérdida de un T-14 destruido, mientras que el carro del capitán Basin había quedado inmovilizado en la aproximación a Lazdijai, pero ningún miembro de las tripulaciones había resultado herido siquiera. Las de los T-80 y los BMP-2 no podían decir lo mismo, y se contaban por docenas sus bajas, habiendo perdido desde el comienzo de la batalla casi 30 tanques y once BMP,s. Por su parte, el 2ª Regimiento de Caballería norteamericano había quedado destrozado por la lucha, con bajas que rondaban el 40%, especialmente en infantería y en los Stryker,s, dejándolo inservible para el combate por el momento.
-Jefe, estoy deseando coger una buena botella de vodka esta noche y dormir a pierna suelta – dijo Shasa eufórico, mientras le pasaba el brazo por el hombro a Kurvanov.
-Me parece que esta noche no Shasa, estamos en medio de una guerra ¿te acuerdas? Otro día será…y déjate de esas confianzas si no quieres que te meta el cañón del tanque por tu feo cul* – dijo de broma el Sargento Kurvanov.
-A lo mejor rompe él el cañón con uno de sus tremendas ventosidades – dijo riendo en una de sus pocas bromas el circunspecto Fyodor, como prueba de la tensión liberada tras un combate de alta intensidad del que habían salido vivos.
- ¡Eres fino hasta para decir pedo…que cachondo! – le dijo sonriendo Kurnavon.
Pero entre tanto regocijo, no dejaba el Sargento de pensar que aquello había sido relativamente fácil, y en que uno de los tanques enemigos había sobrevivido al impacto directo en su torre de un proyectil perforante de los suyos. Solo había visto a dos M1 destruidos en el pueblo de Lazdijai, seguramente por los misiles de los Kamov…esperaba con toda su fuerza que lo de aquel Abrams con su proyectil solo hubiera sido suerte, y que el próximo caería bajo sus proyectiles.
Minutos después, en tierra, a las afueras del pequeño pueblo de Seirijai, Lituania…
- ¡Mierda Jefe! ... ¿has visto eso? – pregunto Shasa al ver estrellarse un avión como a un kilómetro y medio al suroeste de su posición, cerca del pueblo.
- ¿Es de los suyos o de los nuestros? – dijo el artillero Kulagin
- ¿Y qué importa eso ahora? Si es de los suyos mejor, y si era de los nuestros pues ya poco puede hacer por nosotros… - dijo un poco enojado, aunque en el fondo sabía que no era lo mismo, por la indefensión que le hacía sentir un ataque aéreo contra el que poco o nada podía hacer - …concentraos en lo que tenemos entre manos…¡allí!…blindado con cañón en la torre…quince a la izquierda…saliendo tras aquellos arboles… – dijo el Sargento Kurvanov mientras giraba la torreta del T-14 con sus propios mandos y le informaba a Fyodor Kulagin para que destruyese el blindado con ruedas, un Stryker MGS con cañón de 105 mm – parece que intenta flanquearnos…cógelo antes de que llegue a aquella otra arboleda o lo perderemos.
-Lo tengo – anunció el artillero haciéndose con los mandos y centrando al vehículo norteamericano en su pantalla del visor principal del cañón de 125 mm – 654 metros…en la mira… ¡fuego!
Un instante después, el Stryker era destrozado por un proyectil HEAT del T-14, matando a los tripulantes y dejando otro trozo más de chatarra humeante en el campo de batalla. Una batalla que había comenzado poco antes del amanecer cuando los elementos de reconocimiento del 12º Regimiento de Tanques se habían topado con los primeros efectivos norteamericanos del 2ª Regimiento de Caballería que habían entrado en Lituania la tarde-noche anterior, y que habían preparado apresuradamente posiciones defensivas alrededor del pueblo de Seirijai, al ser una zona por donde discurría la carretera 132 en dirección a la frontera polaca, y estar rodeada al norte y al sur de lagos intransitables para las fuerzas acorazadas rusas, además de varias zonas boscosas desde los que esconderse y emboscar a los rusos, preferiblemente desde los flancos. Por lo demás era un terreno bastante llano con algunos campos de cultivos y pequeñas edificaciones agrícolas aquí y allá. El problema para ellos, era que los rusos no pretendían colaborar con sus planes defensivos.
Cuando el primer dron de las fuerzas de reconocimiento rusas detectó la presencia de varios blindados entre los árboles de los bosques y los edificios del pueblo, una hora antes de la llegada del grueso de las fuerzas rusas, los defensores ya debieron tener claro que iba a ser un día duro. Todo comenzó con otro dron norteamericano que detectó a la mayor parte de los tanques del 12º Regimiento descendiendo por la carretera y sus alrededores en formación de batalla, ante lo cual el comandante del 2º Regimiento solicitó fuego de artillería sobre ellos. Se Los obuses M777 abrieron fuego con proyectiles con cabezas dotadas de submuniciones antitanque, que en teoría era una buena idea para destruir o dañar una gran cantidad de tanques, pero en la práctica se reveló como un pequeño fiasco al ser poca la munición de ese tipo, y no detonar o no encontrar sus objetivos buena parte de las submuniciones. Luego comenzó el disparo de los primeros misiles Javelin por parte de las patrullas de avanzada, logrando algunos impactos, pero los T-80 estaban bien protegidos por sus sistemas ERA y los misiles norteamericanos tuvieron un éxito bastante bajo, y en general, solo cuando se lanzaban varios misiles contra un solo tanque, este resultaba destruido. Cuando los tanques rusos siguieron avanzando e internándose en el despliegue defensivo del 2ª Regimiento de Caballería, los ATGM TOW-2 lanzados desde Stryker trataron de ganar tiempo al buscar destruir las cadenas de los carros para luego atacarlos más fácilmente, pero aun así la situación era difícil para los norteamericanos, que veían como los rusos iban destruyendo con sus cañones de 125 mm uno tras otro a los Stryker que lograban localizar, mientras que la artillería pesada y los morteros rusos batían con gran precisión y potencia las posiciones desde las que disparaba la infantería enemiga, causando serías bajas con sus proyectiles dotados de espoletas de proximidad que causaban una lluvia de metralla sobre los soldados norteamericanos.
Poco después, y ante la defensa enemiga y la aparición de algunos blindados e infantería lituana a retaguardia de las fuerzas rusas, cerca de Seiliüani, y que trataban de cortar la carretera 132 a sus espaldas, el comandante del regimiento ruso ordenó a la 411ª Compañía de Tanques que entrara en acción y que se ocupara de aquel ataque de desarticulación tras sus líneas, para luego unirse a la lucha principal. Los T-14 pusieron pronto en desbandada a los lituanos, que combatían ya con más corazón que cabeza al ver perdida su patria ante el avance de las fuerzas enemigas, y luego giraron hacia el sur para unirse a la lucha con los norteamericanos. En ese momento, comenzó el ataque aéreo de la OTAN y como consecuencia del mismo, 9 T-80 y 3 BMP-2 fueron destruidos por los cazas aliados, por lo que la llegada de los T-14 al campo de batalla supuso un importante refuerzo para el 12º Regimiento.
Kurvanov y los suyos iban en vanguardia de la compañía y solo tenían ahora a algunos T-80 por delante de ellos. En el futurista interior del novísimo carro de combate, la tripulación trabajaba con sus múltiples pantallas que le daban más el aspecto de un caza o del CIC de un buque de guerra que el de un tanque, en el interior de la barcaza y con una torre sin tripulantes dirigida a control remoto desde allí. Con el comandante del carro situado a la derecha, el tirador en el centro y el conductor en la izquierda del interior de una capsula blindada que proporcionaba protección adicional para la tripulación, esta se sentía muy a salvo, y no es que la protección exterior fuera mala precisamente…seguramente el T-14 era el tanque mejor protegido del mundo, tanto por el grosor de su blindaje laminado, como por su sistema de defensa pasiva ERA de 4ª generación Malachit, y la defensa activa en manos del moderno sistema Afghanit, que dotado de radar y sistemas explosivos para detectar e interceptar cualquier proyectil que se les acercara, era capaz de neutralizar todo tipo de misiles ATGM e incluso los peligrosos proyectiles APFSDS de los cañones de 120 mm de los carros de la OTAN.
Con aquella maravilla de la tecnología rusa en sus manos, las tripulaciones de la 411º Compañía de Tanques estaban causando estragos entre los débiles blindados norteamericanos, que intentaban detenerlos sin mucho éxito. El T-14 de Kurvanov ya había interceptado en vuelo un Javelin, y destruido un Vilka y dos Strykers, uno de ellos dotado de cañón de 105 mm, cuando la batalla estaba alcanzando su punto culminante.
-Nos acercamos al objetivo número 2 – anuncio el Sargento refiriéndose al pueblo de Seirijai – vamos a encontrar fuerte oposición… ¿no habrá más opciones o es que al comandante del regimiento le gustan las cargas frontales sin sentido?
-Seguro que quiere probar como estas nuevas preciosidades pueden con todo – dijo Shasa.
-O es que no podemos flanquearlo por los lagos y los bosques a su alrededor…hasta ahora hemos tenido suerte de no encontrar una defensa decidida en este país lleno de bosques y …
- ¡Cuidado, misiles al frente saliendo del pueblo! … dos... ¡no tres! Directos hacia nosotros… – dijo Kurvanov al ver los datos del radar en la pantalla táctica.
Segundos después, el Afghanit se activaba y daba cuenta de los dos primeros misiles, pero el último logró colarse e hizo explosión en la parte superior del carro de combate, pero él ERA hizo su función, y aparte de una sacudida, los tripulantes no notaron nada más, ni el carro se vio afectado.
- ¡Eso ha estado cerca! – dijo Shasa.
-Pero que dices, si ni siquiera nos ha quitado la pintura, te apuesto lo que quieras – le respondió el comandante del carro…Fyodor, quiero algún proyectil sobre ese edificio de allí, al menos un misil salió desde él.
-A la orden Jefe…centrando objetivo…1438 metros…en la mira… ¡fuego!
-Buen disparo muchacho, sigue así y te ganarás una medalla y todo – dijo al ver el impacto justo donde él lo había solicitado.
-Solo hago mi trabajo Jefe…
-Si, si… - dijo cansado por el tono formal de su artillero - pero de momento vamos a seguir buscando objetivos…esperad…el Capitán por la radio…Shasa, reduce, vamos hacia aquella granja de allí, a la izquierda.
-Recibido Jefe ¿qué ocurre?
-Parece que al final el comandante del Regimiento no es tan capullo como pensaba y nos va a allanar un poco el camino. Artillero, dispara al edificio grande de la granja, no quiero sorpresas. Yo voy a regar de plomo los pequeños por si acaso.
Mientras realizaban fuego de supresión contra la pequeña granja a la que se dirigían, por su derecha apreció otro de los T-14 que estaba buscando refugio en el mismo sitio. Y es que, ante la defensa enemiga, y para evitar bajas inútiles y dar una buena lección a los americanos, el comandante había decidido utilizar una de sus armas más devastadoras contra la infantería de las que poseía. Unos 6 kilómetros hacia el nordeste, una batería de 6 vehículos TOS-1A Buratino traídos desde otras unidades y asignados al 1ª Ejército de Tanques, comenzaban a abrir fuego sobre el pueblo de Seirijai y los bosques en los que se protegía la infantería enemiga. Desde el interior de los tanques no se podía escuchar el aterrador silbido que hacían los 24 cohetes de cada lanzador al acercarse a su objetivo, pero sí pudieron ver bien las explosiones que produjeron sus cabezas termobáricas en el pueblo y en los bosques. Fue una autentica carnicería, y es que aquellas armas tan devastadoras producían un gran daño contra la infantería, y solo los soldados mejor protegidos pudieron salir vivos de aquella andanada de cohetes. Pero el comandante ruso no estaba dispuesto a dar tregua, y a los pocos segundos de terminar de caer el último proyectil, cuatro helicópteros Mi-35 comenzaron a lanzar sus propios cohetes contra las posiciones enemigas, y acto seguido, ordenó el avance a toda velocidad de sus tanques y BMP,s para desbordar las defensas norteamericanas.
-Conductor adelante… rápido, tenemos que llegar antes de que se recuperen de todo lo que acaba de caer sobre ellos – ordeno Kurvanov a la vez que veía como era adelantado por otro T-14 – ¡Joder, vamos Shasa, o llegaremos los últimos!
-Contacto… - anunció Fyodor – blindado enemigo saliendo de aquellas casas 20 grados a la derecha y va en dirección al pueblo…
-Alto explosivo… ¡Elimínalo!
-Centrando objetivo…981 metros…en la mira… ¡Fuego! – y tras unos segundos - …objetivo destruido Jefe.
-Bien hecho, y eso que no era fácil con este movimiento…
-El sistema de estabilización ha funcionado muy bien.
Poco después, los blindados rusos entraban en el pueblo y lo sobrepasaban sin demasiados problemas, ya que la mayoría de defensores estaban muertos, heridos o conmocionados, y los que no, habían salido huyendo en sus Stryker tan rápido como pudieron. Desde los bosques y granjas aledañas también se retiraban los americanos en lo que parecía una desbandada, pero en realidad, su comandante había ordenado una retirada general mientras cubría esta con fuego de artillería y algunos pelotones de infantería con misiles Javelin, a la vez que solicitaba apoyo aéreo urgente.
- ¡Jefe…más misiles a la derecha, por encima de los árboles, saliendo de aquel bosque de la izquierda! – gritó Fyodor.
- ¡Mierda, parecen que salen desde detrás del bosque! – tuvo tiempo a decir el Sargento.
Dos helicópteros de ataque AH-64 Apache habían avanzado volando a muy baja altura, bordeando un bosque situados a unos 6 kilómetros detrás del pueblo, antes de detenerse y detectar con su radar Longbow a los tanques rusos, para poder lanzar sus misiles Hellfire con seguridad, desde detrás de la cobertura que les proporcionaban los árboles. Tras unos segundos ya tenían blancos seleccionados y comenzaron los disparos. Con su capacidad de “dispara y olvida”, los Apache lanzaron casi todos sus Hellfire-L en muy poco tiempo, ya que lanzaron varios de ellos contra un solo tanque para tratar de sobrepasar las defensas activas y el ERA de los mismos. Tres de ellos se dirigieron hacia el T-14 de cabeza logrando la primera pérdida total de un T-14 en combate al penetrar uno de los misiles y estallar la munición de la torre, aunque la tripulación quedó a salvo en su capsula blindada de la barcaza.
- ¡Me cago en…!, han reventado a uno de los nuestros – grito Shasa – nos ha ido de un pelo, los siguientes podíamos ser nosotros.
- ¿Cómo lo han hecho?, sus defensas no han podido con esos misiles Hellfire… - dijo preocupado Fyodor.
-No importa, ahora somos un objetivo claro… conductor, realiza giros bruscos a izquierda y derecha si vienen más misiles…artillero te dejo la búsqueda de blancos, yo me ocupo de la ametralladora antiaérea – dijo el Sargento, aunque sabía perfectamente que a la distancia de disparo de aquellos misiles no llegaban los proyectiles de 12,7 de su ametralladora.
Pero poco después, y tras que la primera andanada de Hellfires hubieran alcanzado sus objetivos, y no se sabe muy bien de donde, dos helicópteros rusos de ataque Kamov Ka-50 aparecieron de la nada y lanzaron varios misiles aire-aire Igla contra los Apache, y estos, tuvieron que hacer uso de todas sus contramedidas y trucos para evadir a los misiles atacantes, a la vez que maniobraban a toda velocidad tratando de colocarse en posición para poder responder con sus misiles Stinger. El Ka-50 líder persistió y utilizando sus últimos dos misiles, logró derribar al Apache punto. El AH-64 líder lanzó un par de misiles IR contra los aparatos rusos y trató de salir de allí lo más rápido que pudo ante la desventaja en la que se encontraba tras ver como fallaban ambos Stingers. La escaramuza había durado apenas unos segundos, y pese al derribo de uno de los Apache, estos habían logrado destruir un T-80 y un T-14…justo el que había adelantado al carro de Kurvanov. Los Kamov a su vez, se retiraron perseguidos por la estela de un Stinger disparado desde tierra que no estuvo ni cerca de los estilizados helicópteros rusos, mientras el puño acorazado ruso continuaba avanzando en persecución de las tropas norteamericanas. Al final, y tras un avance más cauteloso para evitar bajas innecesarias, y muy cerca de la frontera polaca, los tanques rusos volvieron a encontrarse con una seria resistencia, nada más cruzar el paso que dejaban dos grandes bosques al norte y al sur de la carretera 132, y mientras avanzaban entre explosiones de alto explosivo y humo de obuses de 155 mm que les arrojaba la artillería de la OTAN.
- ¡Jefe, otra vez…misiles aéreos que salen de detrás de los bosques! – anunció el Fyodor.
-Shasa, comienza a girar como la madre que te pa… ¿Qué puñetas es…?
Pero no llego a terminar la frase, cuando un proyectil APFSDS sabot lanzado desde un M1A2 Abrams a tres kilómetros de distancia marchaba directamente hacia ellos. Por fortuna para la tripulación del T-14 de Kurvanov, el Afghanit funcionó perfectamente y logró reducir la potencia del “dardo” americano, y el ERA logró detenerlo antes de que pudiera penetrar el blindaje principal.
- ¿Habéis visto de donde ha salido eso? – dijo todavía con la respiración contendida el Sargento, y tras asegurarse que los misiles Hellfire no se habían fijado en ellos, y aunque estos lograron un impacto contra un carro cercano, aquello no le importó demasiado en aquellas circunstancias cuando acababan de sobrevivir por los pelos a un impacto directo de un proyectil perforante de 120 mm norteamericano.
-No Jefe…voy a pasar al termal a ver si logro detectarlo – dijo el artillero conectando el avanzado sensor térmico para detectar el calor emitido por el tanque enemigo.
-Bien…a ver si cazamos a ese cabrón…Shasa tu sigue girando hasta que te diga.
-A la orden Jefe – respondió mientras seguía conduciendo como un borracho aquella sofisticada máquina de combate.
Inadvertidos, tres pelotones norteamericanos, dos con 8 M1A2 Abrams y uno de 4 M2 Bradley, se habían ocultado entre los primeros edificios del pueblo de Lazdijai, y comenzaron a disparar sobre la vanguardia rusa, cubriendo y dando tiempo a los Stryker rezagados a cruzar la frontera y situarse en posiciones defensivas que habían sido preparadas por los ingenieros polacos y norteamericanos. Además de los blindados, otros dos Apache habían aparecido y volvieron a lanzar Hellfires y la artillería seguía escupiendo fuego a destajo. Entonces el comandante ruso, que no quería perder el ímpetu, ordenó a sus lanzacohetes Tornado-G, una versión moderna del mítico BM-21 Grad, que ablandaran las defensas en el pueblo y alrededores, a la vez que volvía a solicitar la presencia de los Kamov, que alcanzaron a dos Abrams con sus misiles anticarro Vikhr, destruyendo a uno e inutilizando a otro, para luego enzarzarse en combate aéreo con los dos Apache.
- ¡Tanque enemigo…20 a la derecha…saliendo tras el edificio rojo…lo he perdido! Cargo perforante.
- ¡Síguelo! Shasa reduce un poco…¡allí…en el cruce! – dijo Kurvanov al ver al M1 retirarse de su posición con la torreta girada hacia atrás y lanzando humo para cubrirse.
- ¡Lo tengo…1602 metros…en la mira…fuego!
-Falló… ¡artillero, asegura el tiro o te cuelgo por los huevos! ...cuidado… - dijo al ver el fogonazo del cañón del Abrams devolviendo el fuego.
El proyectil enemigo iba bien dirigido, pero de nuevo los sistemas defensivos del T-14 lograron detenerlo y dejar intacto al carro ruso, aunque Kurvanov comenzaba a tener dudas de cuantas cargas le debían quedar al Afghanit para interceptar proyectiles enemigos.
-…en la mira… ¡fuego! – dijo de nuevo Fyodor, logrando esta vez impactar en la torre del M1.
-Joder, no lo ha destruido, se sigue moviendo… ¿Qué ha pasado? – preguntó Shasa.
-…no lo sé… ¿será verdad lo de los informes que dicen que han recibido nuevo blindaje reactivo? Creo que en los laterales lleva algo, pero en la zona frontal no he visto nada – dijo el Sargento antes de volver a perder de vista al carro enemigo entre las calles del pueblo.
En ese momento, comenzó a caer la lluvia de cohetes de los Tornado-G sobre Lazdijai, y los T-14, T-80 y BMP-2 volvieron a apartarse del camino de los cohetes no fuera que tuvieran un desafortunado encuentro con alguno de ellos, mientras se desviaban hacia el norte y sur del pueblo para bordearlo y continuar la persecución una vez terminara el fuego de los lanzacohetes. Pero no fue necesario continuar el avance combatiendo tras el bombardeo ya que los norteamericanos se habían retirado hacia el otro lado de la frontera tan rápido como les fue posible, y los rusos tenían órdenes de no cruzarla. Así que, al llegar los tanques a una distancia prudencial de la misma, se detuvieron, y algunas fuerzas rusas comenzaron a preparar pociones de bloqueo a la vez que otras se desplegaron para limpiar toda la zona de posibles fuerzas enemigas rezagadas, donde localizaron algunos lituanos y unos pocos norteamericanos escondidos en algunas casas y bosques, que no tuvieron más remedio que rendirse ante el superior invasor.
Por su parte, unas horas después y ya de nuevo reunida la Compañía y protegidos por el pelotón de infantería al este de Lazdijai, Kurvanov, Shasa y Fyodor celebraban la victoria en su primera batalla con las demás tripulaciones de la 411º Compañía de Tanques comiendo y bebiendo sus raciones de combate, pero sobre todo el seguir vivos, ya que solo lamentaban la pérdida de un T-14 destruido, mientras que el carro del capitán Basin había quedado inmovilizado en la aproximación a Lazdijai, pero ningún miembro de las tripulaciones había resultado herido siquiera. Las de los T-80 y los BMP-2 no podían decir lo mismo, y se contaban por docenas sus bajas, habiendo perdido desde el comienzo de la batalla casi 30 tanques y once BMP,s. Por su parte, el 2ª Regimiento de Caballería norteamericano había quedado destrozado por la lucha, con bajas que rondaban el 40%, especialmente en infantería y en los Stryker,s, dejándolo inservible para el combate por el momento.
-Jefe, estoy deseando coger una buena botella de vodka esta noche y dormir a pierna suelta – dijo Shasa eufórico, mientras le pasaba el brazo por el hombro a Kurvanov.
-Me parece que esta noche no Shasa, estamos en medio de una guerra ¿te acuerdas? Otro día será…y déjate de esas confianzas si no quieres que te meta el cañón del tanque por tu feo cul* – dijo de broma el Sargento Kurvanov.
-A lo mejor rompe él el cañón con uno de sus tremendas ventosidades – dijo riendo en una de sus pocas bromas el circunspecto Fyodor, como prueba de la tensión liberada tras un combate de alta intensidad del que habían salido vivos.
- ¡Eres fino hasta para decir pedo…que cachondo! – le dijo sonriendo Kurnavon.
Pero entre tanto regocijo, no dejaba el Sargento de pensar que aquello había sido relativamente fácil, y en que uno de los tanques enemigos había sobrevivido al impacto directo en su torre de un proyectil perforante de los suyos. Solo había visto a dos M1 destruidos en el pueblo de Lazdijai, seguramente por los misiles de los Kamov…esperaba con toda su fuerza que lo de aquel Abrams con su proyectil solo hubiera sido suerte, y que el próximo caería bajo sus proyectiles.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
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Expreso Báltico
27 de enero de 2018. 11.09 hora local. Cuartel General Avanzado del Cuerpo Multinacional Nordeste de la OTAN, unos kilómetros al norte de la ciudad de Ostroleka, Polonia.
Salió de la tienda de mando del Cuartel General Avanzado del MNC-NE buscando un poco de calma de la vorágine que se vivía allí dentro, pero también para poder estirar un poco las piernas. Respiró hondo aquel frio aire matinal, mientras observaba como del plomizo cielo polaco caían pequeños copos de nieve, anticipando lo que su oficial de meteorología le había dicho, ligeras nevadas durante la tarde. Allí, bajo la cubierta de aquellos árboles, en la espesura del bosque que los cobijaba, y con aquella incipiente nieve, casi le parecía estar en otro mundo, uno en el que los hombres no se mataban entre si…lástima que no fuera verdad. Se subió la cremallera de su “tres cuartos” de camuflaje, y alisó como pudo su uniforme de campaña bajo el mismo, se encogió de hombros y comenzó a andar un poco por el perímetro del Cuartel General, mientras observaba patrullar a los policías militares, y a los soldados y oficiales de la plana mayor, yendo de un lado a otro, cumpliendo con sus tareas. Se dirigió a un vacío vehículo blindado de mando cubierto con una red de camuflaje, pero con el portón trasero abierto, en busca de un poco más de intimidad, y se sentó en el banco trasero del mismo. Sacó de su bolsillo una hoja perfectamente doblada, y la extendió sobre la mesa. La cogió y volvió a mirarla una y otra vez, pero por mucho que lo hiciera, el último mapa de situación que su oficial de inteligencia le había proporcionado y que ahora tenía entre sus manos, no iba a cambiar.
Allí se reflejaba la posición de las unidades enemigas conocidas. Era desalentador ver como en menos de 72 horas, y pese a estar movilizados los ejércitos de los países bálticos, apoyados por un batallón de la OTAN cada uno, habían sido superados por la arrolladora potencia de fuego y capacidad de maniobra del enemigo. Los rusos podían estar contentos con el resultado de “Expreso Báltico” hasta la fecha. Lituania había caído con la llegada de las tropas rusas a la frontera polaca y con la rendición de los reservistas que defendían su capital. Letonia y su capital, Riga, habían caído unas horas antes y Estonia más o menos a la vez. Tan solo la capital de este último país, Tallín, donde la 3ª Brigada de paracaidistas de la 82ª División Aerotransportada norteamericana, reforzada con un batallón paracaidista inglés, y una Brigada de reservistas estonios y unos pocos miles de hombres y mujeres de la Liga de Defensa, aguantaban el envite ruso, y habían logrado crear un férreo perímetro alrededor del casco urbano de la capital estonia que, de momento, se mostraba impenetrable para los rusos. También es cierto que, pese a la victoria enemiga, estos no controlaban todavía amplias zonas de esos países, tan solo las ciudades más importantes, las vías de suministro con Rusia, los principales nudos de comunicación y aeropuertos y puertos estaban bajo la bota rusa. Para conseguir un control efectivo de todo el territorio, deberían enviar más fuerzas, ya que buena parte de aquellas tropas bálticas derrotadas, y siguiendo planes de preguerra, ahora deberían estar formando unidades guerrilleras para combatir al invasor por medios no convencionales. De todas maneras, y a la espera de que aquella actividad de resistencia pusiera en dificultades a los rusos, estos habían ganado la batalla.
El 6ª Ejercito dominaba Estonia, donde la 76ª División de Paracaidistas, la 336ª Brigada de infantería naval y la 128ª Brigada Motorizada, rodeaban y presionaban en dirección a la capital. Tan solo la 25ª Brigada Motorizada y algunas fuerzas de rusofonos armados, organizados en milicias, sobre todo estos en el este del país, trataban de dominar el resto del territorio estonio. En Letonia, la 2ª División Motorizada y la 27ª Brigada Motorizada habían conquistado el país y ahora ocupaban la capital, las rutas de aprovisionamiento con Rusia y los lugares más importantes del mismo, pero grandes extensiones de territorio todavía no habían sido pisadas por fuerzas rusas. En Lituania, la 4ª División de Tanques ocupaba la frontera sur lituana, con Polonia, mientras que la 106º División Paracaidista, ocupaba Vilna y Kaunas. Por su parte, la 6ª Brigada de Tanques se había unido a las Brigadas 7ª y 79ª en Kaliningrado, reforzando su defensa y aumentando significativamente su capacidad ofensiva. El último informe que había leído antes de salir de la tienda de mando, indicaba el envió de, posiblemente dos divisiones desde el 20º Ejército ruso al Teatro de Operaciones, que posiblemente ya estarían a esas horas a punto de entrar en las repúblicas bálticas, y la presencia de elementos de algún regimiento de la División “ODON” de la Guardia Nacional rusa, en las inmediaciones de Pskov, lo que podría indicar que pensaban utilizarla para el control interno de las repúblicas recién ocupadas, lo que supondría una mayor y más efectiva presencia, y quizás, políticamente, la posibilidad que Moscú optase por anexionarse esos países, tal y como había hecho con Crimea, y pese a lo que había anunciado al inicio de las operaciones, ya que las unidades de la Guardia Nacional, las antiguas tropas del Ministerio del Interior, en teoría solo debían actuar dentro de territorio ruso.
Impotente por el momento para cambiar aquel mapa, el General Knudsen lo dejó sobre la pequeña mesa del desértico vehículo. Cerro los ojos y todavía pensó que debía dar gracias a que toda aquella situación estuviese “bajo control” y a que no hubiera saltado por los aires todavía, dejando a media Europa consumida por el fuego y la radioactividad de las armas nucleares, ya que, tras el ataque aéreo inicial de la OTAN a Kaliningrado, Rusia había amenazado furibundamente con hacer uso de sus armas atómicas al haber atacado la Alianza suelo soberano ruso. Fueron horas muy difíciles, en el que el mundo parecía estar abocado a un conflicto de proporciones incalculables…impensables. Solo la firme respuesta de la Alianza Atlántica, y en especial de los EEUU, Francia y Gran Bretaña, advirtiendo y recordando a Moscú que un ataque contra uno de los países miembros sería considerado como un ataque contra todos, principio que era la razón de ser de la OTAN a pesar de ser puesto en duda en ocasiones, había frenado a los rusos a la hora de poner en práctica su doctrina de “desescalada”, que era la nueva forma de referirse a iniciar un conflicto nuclear limitado con armas nucleares tácticas para concluir uno convencional, suponiendo que eso desalentaría al enemigo a contestar e iniciar así una escalada que todo el mundo sabía a donde podía llegar.
A pesar de todo, la diplomacia rusa no había descartado el responder en forma de ataques contra otros países de la OTAN, y los medios de comunicación rusos no dejaban pasar la ocasión cada día para “advertir” de supuestos planes de ataque contra Guam, Alaska o Hawái. Pero por el momento, tan solo se habían producido ciberataques no reclamados contra la red eléctrica alemana y de la ciudad norteamericana de Filadelfia, además de algunos sabotajes sin autoría confirmada, en los puertos de Amberes en Bélgica y en el de Port Fourchon y en sus industrias petrolíferas, en los Estados Unidos. Finalmente, el General danés trató de apartar todo aquello de su mente durante unos instantes y mantuvo sus ojos cerrados. Tras respirar profundamente varias veces, logró relajarse un poco, permitiéndose un momento de calma y descanso en aquel difícil día.
Se despertó sobresaltado al oír un carraspeo. Miró a su alrededor y vio al Coronel Jason Barden, el pequeño oficial norteamericano, en la puerta del vehículo de mando con varias carpetas bajo su brazo. Respiró hondo y se miró el reloj.
-Jason, me has dado un susto de muerte… ¿Cuánto llevo aquí?
-Lo siento General, pero me dijo que le trajera estos datos en cuanto los tuviera, y …creo que han sido 30 minutos desde que salió del puesto de mando – le respondió el Coronel Barden, quien con gesto serio le extendió una de las carpetas.
- Gracias ¿son los datos de bajas definitivos? – preguntó Knudsen mientras salía definitivamente de los brazos de Morfeo y ofrecía asiento frente a él a su oficial de operaciones.
-Sí señor.
- ¿Han mejorado?
-Me temo que no…más bien lo contrario.
Knudsen abrió la carpeta y leyó su contenido. Efectivamente era malo… muy malo. Allí estaban reflejadas las cifras definitivas de bajas entre los soldados del 2ª Regimiento de Caballería norteamericano y de la Brigada Multinacional “Punta de Lanza” de la OTAN liderada por la Brigada “Ariete” italiana, así como la de vehículos y equipamiento destruidos, abandonados, dañados irreparables o con reparación de larga duración, que habían sufrido dichas unidades durante la batalla que el día anterior habían mantenido al sur de Lituania, y que había terminado con una clamorosa derrota y una retirada a posiciones defensivas mejor preparadas en Polonia. El General danés estaba enfurecido por todo aquello, ya que no había sido idea suya la de utilizar aquellas tropas tan apresuradamente contra fuerzas tan potentes, y con tan poca preparación del terreno y pocos apoyos de todo tipo, y el hecho de que los rusos hubieran tenido unas cuantas bajas, no cambiaba eso. Él mismo había ordenado preparar planes de contingencia para ese caso, pero no deseaba ponerlos en marcha, ya que era de esperar un resultado como el que reflejaban aquellos datos que tenía en sus manos. Deberían haber esperado a tener más fuerzas, aunque ello hubiese supuesto la pérdida de Lituania, ya que al final, el resultado había sido el mismo y ahora tenía dos brigadas casi destruidas, o desorganizadas e incapaces de realizar su trabajo durante bastante tiempo en el mejor de los casos. Pero desde Mons, SACEUR había impuesto su criterio, seguramente apremiado por presiones políticas que no querían ver como se perdían las tres repúblicas bálticas a manos de los rusos sin haber intentado siquiera intervenir con tropas de la OTAN de cierta consideración. El resultado estaba allí, meridianamente claro. Cientos y cientos de muertos y heridos junto a toneladas de material y vehículos destruidos o inservible, que dejaban a las dos formaciones inoperativas hasta que no recibiesen una cantidad de refuerzos importantes…y todo ello en solo una mañana de combates.
- ¿Dónde están ahora las dos brigadas?
-Cerca de Elk, tratando de recuperarse hasta que se decida qué hacer con ellas.
- ¿Qué opinas sobre eso?
-Volverlas a equipar y dotar de personal va a requerir bastante tiempo y esfuerzo, y al final serán dos brigadas ligeras que ya hemos visto hasta donde pueden llegar frente a los tanques rusos. Creo que hay dos opciones, una vez reorganizadas, utilizarlas como reservas con las fuerzas que les queden, quizás incluso uniéndolas, o disolverlas y enviar sus hombres y equipos a reforzar a otras unidades.
-Creo que disolverlas enviaría un mensaje de debilidad y sería visto como la destrucción de dos de nuestras unidades en vez de una retirada táctica…no, mejor sería enviarlas a un escenario secundario, a la frontera con Bielorrusia, y utilizarlas de reserva de las fuerzas polacas, al menos políticamente no sería una derrota total, pero como ese frente no está bajo mi mando, creo que las mantendremos en retaguardia del cuerpo como fuerzas de emergencia llegado el caso de que necesitáramos echar mano de todo lo que tuviéramos para luchar. De momento tráelas cerca de aquí, así tendremos seguridad adicional para el Cuartel General y de nuestra zona logística de retaguardia.
-Entiendo. Cursaré la orden…hay algo más señor.
-Dime, ¿de qué se trata?
-Como recordará, el Consejo Atlántico activó el Articulo 5 de la OTAN el mismo día de la invasión rusa, y ahora la Alianza se supone que debe responder contra el ataque ruso… - dijo incomodo, mientras se ajustaba las gafas.
- ¿Pero?
-Pues que de momento hay muchas declaraciones altisonantes contra los rusos y bienintencionadas para con nuestros aliados bálticos, pero varios de los miembros se muestran bastante reticentes a la hora de proporcionar tropas de tierra para la campaña.
-Era de prever… lamentablemente es uno de los puntos débiles de nuestra Alianza – dijo el danés. - Al menos tenemos el compromiso político, que algo es algo, pero ¿qué países concretamente van a aportar fuerzas y cuáles no?
-Ya sabemos que los Estados Unidos van a liderar la operación – dijo el norteamericano con cierto orgullo, y sabiendo que para los demás países europeos había respirado con alivio al conocer aquella decisión de la administración norteamericana. – El Reino Unido es un fiel baluarte de la OTAN y también ha comprometido fuerzas importantes. Por supuesto está Polonia y los restos de fuerzas lituanas que se han podido retirar, que aquí si sería interesante reformarlas y dotarlas de material para que puedan seguir combatiendo, simbólica y políticamente es una baza a jugar.
-Sin duda, aunque esperemos que en el SHAPE tengan la misma idea – asintió Knudsen.
-Por lo demás, Alemania aprobó ayer el despliegue de fuerzas de combate terrestres, y Holanda y Bélgica hicieron lo mismo anoche, como esperando a ver que hacía Berlín.
- ¿Y los franceses?
-También se han unido y enviarán fuerzas pesadas…unos cuantos carros Lecrecs no nos vendrán mal.
-Desde luego que no. ¿Y los países reticentes?
-Bueno, Italia está debatiendo si aporta tropas terrestres o no, tras el varapalo sufrido por sus tropas en las repúblicas bálticas, pero al menos no han dicho que no de momento, habrá que esperar. Rumanos, búlgaros, etc… no pueden hacer nada aparte de alguna contribución testimonial y deben controlar sus fronteras y poco más. A los turcos y griegos, ni están ni se les espera, suficiente tienen cada uno con lo suyo, y realmente sería un despliegue difícil.
-Mejor que controlen sus países y sus fronteras ante alguna maniobra rusa por el flanco sur, por si acaso.
-Estoy de acuerdo. Y, por último, España acaba de votar la participación de sus fuerzas terrestres en esta campaña, y pese a la posición favorable del gobierno, ha salido derrotada, aunque si proporcionarán fuerzas navales y aéreas, y trataran de que al menos se apruebe un cierto apoyo logístico en tierra, ya veremos, y tampoco descartan volverlo a votar en unos días o semanas. Portugal y Canadá también se lo están pensando, aunque no parece que haya muchas opciones de que tengamos fuerzas de esos países, al menos a corto plazo. Noruega se ha mostrado receptiva, pero ha de vigilar su frontera con Rusia en el norte, y Dinamarca, con las perdidas en el batallón báltico y en la Brigada “Punta de Lanza”, parece que de momento no va a aportar nada más, aunque tampoco lo descartan…en definitiva, unos síes, otros noes, y algunos “ya veremos”.
- ¿Y así pretenden que luchemos y ganemos una guerra? En fin, al menos los países más poderosos han dado un paso al frente, esperemos que con eso baste.
-Creo que debería ser suficiente General, la Rusia actual ya no es la Unión Soviética de antaño.
-Gracias a Dios…y ¿Suecia y Finlandia que opinan de todo esto?
-De momento han movilizado sus fuerzas armadas y condenan la agresión, como era de esperar, pero Helsinki no va a ir mucho más allá, quizás algo de información que nos puedan facilitar de forma encubierta y poco más.
-Es lógico para sus intereses, pero nos vendrían bien bases en su territorio…y en el sueco.
-Pues de momento Estocolmo parece que sigue los pasos de su vecino, aunque no es descartable que, si los rusos violan flagrante o repetidamente su espacio aéreo o sus aguas territoriales, acaben tomando medidas militares contra los rusos, lo cual los acercaría bastante a nosotros y podrían ser de gran ayuda.
-Sin duda alguna…y otra cuestión…respecto al mando, ¿ya han encontrado alguien para sustituirme? – dijo encajando una ceja.
-Por lo que me comenta el General Vollmer, todavía no. Los norteamericanos quieren que ser ellos quienes tengan el mando al aportar más tropas, los alemanes quieren recuperarlo y dicen que este cuerpo siempre ha estado mandado por Generales europeos, los polacos argumentan que el General al mando debe ser de los suyos por estar operando desde su país, e incluso los británicos dicen que se debería usar el Cuerpo de Reacción Rápida Aliado (ARRC), que casualmente, está bajo el mando de un general inglés. En definitiva, usted sigue al mando por el momento.
-Por el momento… - dijo medio aliviado, medio apesadumbrado - bueno, ¿y que lleva en esa otra carpeta?
-He confeccionado un Orden de Batalla provisional con las últimas noticias que tenemos de unidades que van a ser puestas a nuestra disposición en los próximos días.
-Déjame ver.
El General Knudsen tenía bajo su mando ahora mismo a 3 Brigadas de la 16ª División Mecanizada polaca, cuya misión era la defensa de la frontera con Kaliningrado, con lo cual estaba bastante tranquilo en ese punto. Otras fuerzas polacas bajo mando nacional estaban llegando para hacer lo propio con la frontera bielorrusa, pero esas unidades no estaba bajo su mando, a no ser que desde Minsk se dieran pasos para unirse a los rusos en su campaña báltica. Frente a Lituania, y a la 4ª División de Tanques rusa, ahora solo tenía a algunos elementos de la 34ª Brigada de Caballería Acorazada polaca y unos pocos tanques de la 2ª Brigada Acorazada de la 1ª División de Infantería norteamericana, ya que, gracias a los ataques aéreos rusos del primer día, algunos nudos ferroviarios estratégicos y varios puentes importantes sobre los principales ríos de Polonia habían sido destruidos, y ahora el tránsito de oeste a este, debía hacerse por carreteras secundarias y puentes de campaña montados por los ingenieros, todo lo cual, unido al gran volumen de tráfico militar con destino al este de Polonia, estaba produciendo importantes retrasos en el despliegue de la OTAN frente a los rusos. “Menos mal que no han decidido seguir avanzando hacia Polonia, o lo habríamos pasado realmente mal”, pensó el General danés, que leyó con calma lo que había preparado el Coronel.
“Cuerpo Multinacional Nordeste:
-Reserva del Cuerpo,
-2º Regimiento de Caballería EEUU (reducido)
-Brigada Multinacional “Punta de Lanza” VJTF (reducida)
-Restos Brigadas lituanas (reducidas)
16ª Div. Mecanizada polaca en la frontera con Kaliningrado
-9ª Brigada Caballería
-15ª Brigada Mecanizada
-20º Brigada Mecanizada
3ª División del Reino Unido en la frontera con Lituania
-20ª Brigada de Infantería Acorazada británica
-21ª Brigada Panzer alemana
-34ª Brigada de Caballería Acorazada polaca
1ª División de Infantería de los Estados Unidos en la frontera con Lituania.
-2ª Brigada de Acorazada-1ª D. Infantería de los EEUU
-1ª Brigada de Caballería-1ª División de Caballería de los EEUU.
-6ª Brigada blindada ligera francesa”
-Buen trabajo coronel, veo que me has leído el pensamiento sobre las brigadas dañadas…a veces me das miedo tras esas gafas… - dijo sonriendo el danés.
-Era una opción lógica, y usted es un hombre lógico.
-O predecible…de acuerdo, así parece que tendremos una fuerza de combate importante, pero ¿de cuánto tiempo estamos hablando para reunir todas esas fuerzas? Y quizás más importante todavía, ¿serán suficiente para derrotar a los rusos? – dijo ya sabiendo la respuesta de antemano.
-Vamos a tener que esperar todavía varios días. La brigada británica tiene aproximadamente un batallón combatiendo en Estonia en el batallón OTAN y tiene que terminar de recibir su complemento de vehículos y hombres de otras unidades del Reino unido, y los polacos estaban a medio plazo de recolocar uno de sus batallones de tanques de la 34º Brigada a la 1ª Brigada Acorazada cerca de Varsovia, pero me aseguran que pueden operar la brigada a su máximo potencial en unos días. También la brigada pesada de la 1ª División de Caballería norteamericana tiene que acabar de llegar y desplegarse con el resto. He calculado que, en el mejor de los casos, no antes de una semana…aunque para el día 5 o 6 de febrero sería más realista. Y en cuanto a la posibilidad de derrotar a los rusos…es difícil decir, pero no lo creo, ellos también van a reforzar sus posiciones en breve frente a nuestras fuerzas con al menos una división pesada, y posiblemente algunas unidades más.
-De acuerdo Jason…gracias. De momento tenemos que crear posiciones defensivas solidas aquí en Polonia y gestionar el tránsito de todas esas fuerzas. Desde luego que no serán suficientes para vencer a los rusos. Nuestras fuerzas aéreas deben hacer un buen trabajo de “limpieza” antes y como mucho, lanzar algún ataque limitado…ya veremos.
-Claro General, por el momento ya tenemos suficiente trabajo con todo esto, pero de todas formas ya sabe usted que me gusta anticiparme y tener previstas algunas opciones.
-Y por eso me gusta tenerte cerca y trabajar contigo, además, seguramente eres el más listo de todos mis oficiales. Que puñetas, seguramente eres más listo que yo, pero eso no lo voy a repetir fuera de este vehículo, no te haga ilusiones – dijo riendo el General Knudsen.
-Gracias General, pero creo que me tiene en demasiada alta estima, solo trato de cumplir con mi trabajo, que da la casualidad de que me gusta y no se me da mal – contesto algo azorado el pequeño norteamericano.
-Con eso me basta y me sobra. Sigue así, y trata de descansar también un poco, que a todos nos hace falta. Ahora volvamos, seguro que tengo una enorme pila de documentos que firmar… ¿se imagina a Cesar o Napoleón firmando papeles en vez de dirigir a sus tropas desde el frente?
-No me imagino ni al mismísimo Patton – dijo con una carcajada el Coronel Barden.
-Seguro que no – respondió Knudsen – lo que me recuerda que debo visitar el frente cuanto antes, a ver si puede ser esta misma tarde.
Ambos salieron del vehículo, y con los copos de nieve cayéndoles en el rostro se dirigieron de nuevo a la tienda de mando, tenían mucho que hacer todavía aquella fría mañana.
28 de enero de 2018. 17.28 hora local. Base naval de Wilhelmshaven, Alemania.
Desde el puente de la fragata F-103 “Blas de Lezo”, el Capitán de Fragata Rafael Martín Palacios observaba con impaciencia como la grúa realizaba las labores de carga de los misiles de defensa aérea SM-2 y ESSM en los silos correspondientes del lanzador Mk.41, para reponer los gastados durante “La Batalla del Mar Báltico” como ya se conocía por la prensa internacional, a la confrontación entre la flota de la OTAN, con la JTF-18 a la cabeza, y la flota rusa del Báltico, durante el primer día de guerra. Era una labor lenta y tediosa que llevaba realizandose desde primera hora de la mañana y todavía no estaba concluida. Aquellos misiles habían tardado en llegar, ya que debieron hacerlo desde España, porque los alemanes habían dado prioridad a armar con sus propios misiles a sus buques, las primeras, las fragatas “Hamburgo” y “Sachsen”, esta última con órdenes de unirse a la flota del Capitán Martín, además de a las otras fragatas de la clase F-124, antes que a los buques aliados. Así que España tuvo que enviar los misiles para rearmar a la F-103 que seguía en Alemania, aguardando órdenes, mientras que la fragata danesa se había quedado en su propia base para rearmarse allí.
Las próximas ordenes con toda seguridad incluirían regresar al Báltico para controlar sus aguas y realizar operaciones ofensivas desde allí. De momento, se había confirmado al Capitán Martín Palacios como Comandante temporal de la flota, ya que contaba con la experiencia de haber sobrevivido a aquel combate, y su buque y dotación habían actuado muy bien según todos los informes, pero, además, todavía no tenían un sustituto consensuado los países que formaban aquella agrupación naval. También se había cambiado la denominación de la flota de la OTAN, y la JTF-18 era ahora un mal recuerdo del pasado. La nueva denominación era Joint Task Force 22 (JTF-22), e incluiría además de los tres buques supervivientes, la “Hamburgo”, la “Niels Juel” y la “Blas de Lezo”, a la ya mencionada F-219 “Sachsen” y a la fragata francesa D650 “Aquitaine”, mientras los norteamericanos todavía debatían si cedían uno de los destructores o cruceros del grupo de ataque del “Trumman” para reforzar a la JTF-22.
- ¿Cuánto queda para rellenar los pozos? – preguntó el Comandante a su segundo.
-Una hora, poco más o menos, según Pedro – dijo el Capitán de Corbeta Arcos, refiriéndose al oficial de armamento. - Luego las pruebas y demás…dos o tres horas máximo.
-Bien, porque quiero tenerlo todo listo cuanto antes. No sé cuándo llegaran las nuevas órdenes, pero desde MARCOM me han asegurado que no tardaran mucho, y lo más probable es que tengamos que regresar al Báltico.
- ¿El “Cantabria” vendrá con nosotros? - dijo refiriéndose al otro buque que el gobierno español había puesto a disposición de la OTAN.
-No, se va a unir a la flota que se está formando en el Mar de Noruega. Nosotros vamos a salir aprovisionados desde aquí, y no quieren meter un AOR en ese avispero, al menos de momento.
-El “Aquitaine” llega mañana, así que antes no podremos zarpar.
-Efectivamente…pero quiero el buque listo para zarpar en cuanto de la orden ¿visto?
-Estará listo mi Comandante, no se preocupe – respondió su número dos, consciente de la presión que estaba soportando aquel hombre, que ni siquiera tenía el rango para mandar una agrupación naval como aquella. – Mi Comandante… ¿todavía no ha enviado Madrid a un Almirante para esta tarea?
-No, y no creo que lo hagan.
- ¿Por qué?
-Pues porque los aliados pueden destituirme en cualquier momento por otro de sus Almirantes…y, además, seguro que los Almirantes tomaron buena nota de lo que le paso al Contralmirante Davis en el “Mahan” y no creo que tengan muchas ganas de tener que meterse en ese avispero – dijo en un tono de franqueza no muy usual en las altas esferas militares.
- ¿Y no será porque es usted uno de los mejores mandos de la flota?
-Eso me gustaría creer, pero soy perro viejo… - dijo enarcando una ceja ante su interlocutor.
En ese momento entró atropelladamente en el puente un joven oficial de comunicaciones, ante la disgustada mirada de sus superiores por aquellas maneras, pero antes de que pudieran amonestarle, este habló.
-Mi Comandante, debería leer esto – dijo pasándole una nota con una sonrisa en los labios.
Martín lo leyó y fue relajando el ceño, hasta dejar ver el atisbo de una sonrisa en su rostro, mientras que se llevaba una mano a su canosa cabeza.
- ¿Son las órdenes del MARCOM? – preguntó intrigado Arcos.
-No, es del AJEMA…me acaban de ascender a Contralmirante…desde luego alguien se ha vuelto rematadamente loco en Madrid.
Salió de la tienda de mando del Cuartel General Avanzado del MNC-NE buscando un poco de calma de la vorágine que se vivía allí dentro, pero también para poder estirar un poco las piernas. Respiró hondo aquel frio aire matinal, mientras observaba como del plomizo cielo polaco caían pequeños copos de nieve, anticipando lo que su oficial de meteorología le había dicho, ligeras nevadas durante la tarde. Allí, bajo la cubierta de aquellos árboles, en la espesura del bosque que los cobijaba, y con aquella incipiente nieve, casi le parecía estar en otro mundo, uno en el que los hombres no se mataban entre si…lástima que no fuera verdad. Se subió la cremallera de su “tres cuartos” de camuflaje, y alisó como pudo su uniforme de campaña bajo el mismo, se encogió de hombros y comenzó a andar un poco por el perímetro del Cuartel General, mientras observaba patrullar a los policías militares, y a los soldados y oficiales de la plana mayor, yendo de un lado a otro, cumpliendo con sus tareas. Se dirigió a un vacío vehículo blindado de mando cubierto con una red de camuflaje, pero con el portón trasero abierto, en busca de un poco más de intimidad, y se sentó en el banco trasero del mismo. Sacó de su bolsillo una hoja perfectamente doblada, y la extendió sobre la mesa. La cogió y volvió a mirarla una y otra vez, pero por mucho que lo hiciera, el último mapa de situación que su oficial de inteligencia le había proporcionado y que ahora tenía entre sus manos, no iba a cambiar.
Allí se reflejaba la posición de las unidades enemigas conocidas. Era desalentador ver como en menos de 72 horas, y pese a estar movilizados los ejércitos de los países bálticos, apoyados por un batallón de la OTAN cada uno, habían sido superados por la arrolladora potencia de fuego y capacidad de maniobra del enemigo. Los rusos podían estar contentos con el resultado de “Expreso Báltico” hasta la fecha. Lituania había caído con la llegada de las tropas rusas a la frontera polaca y con la rendición de los reservistas que defendían su capital. Letonia y su capital, Riga, habían caído unas horas antes y Estonia más o menos a la vez. Tan solo la capital de este último país, Tallín, donde la 3ª Brigada de paracaidistas de la 82ª División Aerotransportada norteamericana, reforzada con un batallón paracaidista inglés, y una Brigada de reservistas estonios y unos pocos miles de hombres y mujeres de la Liga de Defensa, aguantaban el envite ruso, y habían logrado crear un férreo perímetro alrededor del casco urbano de la capital estonia que, de momento, se mostraba impenetrable para los rusos. También es cierto que, pese a la victoria enemiga, estos no controlaban todavía amplias zonas de esos países, tan solo las ciudades más importantes, las vías de suministro con Rusia, los principales nudos de comunicación y aeropuertos y puertos estaban bajo la bota rusa. Para conseguir un control efectivo de todo el territorio, deberían enviar más fuerzas, ya que buena parte de aquellas tropas bálticas derrotadas, y siguiendo planes de preguerra, ahora deberían estar formando unidades guerrilleras para combatir al invasor por medios no convencionales. De todas maneras, y a la espera de que aquella actividad de resistencia pusiera en dificultades a los rusos, estos habían ganado la batalla.
El 6ª Ejercito dominaba Estonia, donde la 76ª División de Paracaidistas, la 336ª Brigada de infantería naval y la 128ª Brigada Motorizada, rodeaban y presionaban en dirección a la capital. Tan solo la 25ª Brigada Motorizada y algunas fuerzas de rusofonos armados, organizados en milicias, sobre todo estos en el este del país, trataban de dominar el resto del territorio estonio. En Letonia, la 2ª División Motorizada y la 27ª Brigada Motorizada habían conquistado el país y ahora ocupaban la capital, las rutas de aprovisionamiento con Rusia y los lugares más importantes del mismo, pero grandes extensiones de territorio todavía no habían sido pisadas por fuerzas rusas. En Lituania, la 4ª División de Tanques ocupaba la frontera sur lituana, con Polonia, mientras que la 106º División Paracaidista, ocupaba Vilna y Kaunas. Por su parte, la 6ª Brigada de Tanques se había unido a las Brigadas 7ª y 79ª en Kaliningrado, reforzando su defensa y aumentando significativamente su capacidad ofensiva. El último informe que había leído antes de salir de la tienda de mando, indicaba el envió de, posiblemente dos divisiones desde el 20º Ejército ruso al Teatro de Operaciones, que posiblemente ya estarían a esas horas a punto de entrar en las repúblicas bálticas, y la presencia de elementos de algún regimiento de la División “ODON” de la Guardia Nacional rusa, en las inmediaciones de Pskov, lo que podría indicar que pensaban utilizarla para el control interno de las repúblicas recién ocupadas, lo que supondría una mayor y más efectiva presencia, y quizás, políticamente, la posibilidad que Moscú optase por anexionarse esos países, tal y como había hecho con Crimea, y pese a lo que había anunciado al inicio de las operaciones, ya que las unidades de la Guardia Nacional, las antiguas tropas del Ministerio del Interior, en teoría solo debían actuar dentro de territorio ruso.
Impotente por el momento para cambiar aquel mapa, el General Knudsen lo dejó sobre la pequeña mesa del desértico vehículo. Cerro los ojos y todavía pensó que debía dar gracias a que toda aquella situación estuviese “bajo control” y a que no hubiera saltado por los aires todavía, dejando a media Europa consumida por el fuego y la radioactividad de las armas nucleares, ya que, tras el ataque aéreo inicial de la OTAN a Kaliningrado, Rusia había amenazado furibundamente con hacer uso de sus armas atómicas al haber atacado la Alianza suelo soberano ruso. Fueron horas muy difíciles, en el que el mundo parecía estar abocado a un conflicto de proporciones incalculables…impensables. Solo la firme respuesta de la Alianza Atlántica, y en especial de los EEUU, Francia y Gran Bretaña, advirtiendo y recordando a Moscú que un ataque contra uno de los países miembros sería considerado como un ataque contra todos, principio que era la razón de ser de la OTAN a pesar de ser puesto en duda en ocasiones, había frenado a los rusos a la hora de poner en práctica su doctrina de “desescalada”, que era la nueva forma de referirse a iniciar un conflicto nuclear limitado con armas nucleares tácticas para concluir uno convencional, suponiendo que eso desalentaría al enemigo a contestar e iniciar así una escalada que todo el mundo sabía a donde podía llegar.
A pesar de todo, la diplomacia rusa no había descartado el responder en forma de ataques contra otros países de la OTAN, y los medios de comunicación rusos no dejaban pasar la ocasión cada día para “advertir” de supuestos planes de ataque contra Guam, Alaska o Hawái. Pero por el momento, tan solo se habían producido ciberataques no reclamados contra la red eléctrica alemana y de la ciudad norteamericana de Filadelfia, además de algunos sabotajes sin autoría confirmada, en los puertos de Amberes en Bélgica y en el de Port Fourchon y en sus industrias petrolíferas, en los Estados Unidos. Finalmente, el General danés trató de apartar todo aquello de su mente durante unos instantes y mantuvo sus ojos cerrados. Tras respirar profundamente varias veces, logró relajarse un poco, permitiéndose un momento de calma y descanso en aquel difícil día.
Se despertó sobresaltado al oír un carraspeo. Miró a su alrededor y vio al Coronel Jason Barden, el pequeño oficial norteamericano, en la puerta del vehículo de mando con varias carpetas bajo su brazo. Respiró hondo y se miró el reloj.
-Jason, me has dado un susto de muerte… ¿Cuánto llevo aquí?
-Lo siento General, pero me dijo que le trajera estos datos en cuanto los tuviera, y …creo que han sido 30 minutos desde que salió del puesto de mando – le respondió el Coronel Barden, quien con gesto serio le extendió una de las carpetas.
- Gracias ¿son los datos de bajas definitivos? – preguntó Knudsen mientras salía definitivamente de los brazos de Morfeo y ofrecía asiento frente a él a su oficial de operaciones.
-Sí señor.
- ¿Han mejorado?
-Me temo que no…más bien lo contrario.
Knudsen abrió la carpeta y leyó su contenido. Efectivamente era malo… muy malo. Allí estaban reflejadas las cifras definitivas de bajas entre los soldados del 2ª Regimiento de Caballería norteamericano y de la Brigada Multinacional “Punta de Lanza” de la OTAN liderada por la Brigada “Ariete” italiana, así como la de vehículos y equipamiento destruidos, abandonados, dañados irreparables o con reparación de larga duración, que habían sufrido dichas unidades durante la batalla que el día anterior habían mantenido al sur de Lituania, y que había terminado con una clamorosa derrota y una retirada a posiciones defensivas mejor preparadas en Polonia. El General danés estaba enfurecido por todo aquello, ya que no había sido idea suya la de utilizar aquellas tropas tan apresuradamente contra fuerzas tan potentes, y con tan poca preparación del terreno y pocos apoyos de todo tipo, y el hecho de que los rusos hubieran tenido unas cuantas bajas, no cambiaba eso. Él mismo había ordenado preparar planes de contingencia para ese caso, pero no deseaba ponerlos en marcha, ya que era de esperar un resultado como el que reflejaban aquellos datos que tenía en sus manos. Deberían haber esperado a tener más fuerzas, aunque ello hubiese supuesto la pérdida de Lituania, ya que al final, el resultado había sido el mismo y ahora tenía dos brigadas casi destruidas, o desorganizadas e incapaces de realizar su trabajo durante bastante tiempo en el mejor de los casos. Pero desde Mons, SACEUR había impuesto su criterio, seguramente apremiado por presiones políticas que no querían ver como se perdían las tres repúblicas bálticas a manos de los rusos sin haber intentado siquiera intervenir con tropas de la OTAN de cierta consideración. El resultado estaba allí, meridianamente claro. Cientos y cientos de muertos y heridos junto a toneladas de material y vehículos destruidos o inservible, que dejaban a las dos formaciones inoperativas hasta que no recibiesen una cantidad de refuerzos importantes…y todo ello en solo una mañana de combates.
- ¿Dónde están ahora las dos brigadas?
-Cerca de Elk, tratando de recuperarse hasta que se decida qué hacer con ellas.
- ¿Qué opinas sobre eso?
-Volverlas a equipar y dotar de personal va a requerir bastante tiempo y esfuerzo, y al final serán dos brigadas ligeras que ya hemos visto hasta donde pueden llegar frente a los tanques rusos. Creo que hay dos opciones, una vez reorganizadas, utilizarlas como reservas con las fuerzas que les queden, quizás incluso uniéndolas, o disolverlas y enviar sus hombres y equipos a reforzar a otras unidades.
-Creo que disolverlas enviaría un mensaje de debilidad y sería visto como la destrucción de dos de nuestras unidades en vez de una retirada táctica…no, mejor sería enviarlas a un escenario secundario, a la frontera con Bielorrusia, y utilizarlas de reserva de las fuerzas polacas, al menos políticamente no sería una derrota total, pero como ese frente no está bajo mi mando, creo que las mantendremos en retaguardia del cuerpo como fuerzas de emergencia llegado el caso de que necesitáramos echar mano de todo lo que tuviéramos para luchar. De momento tráelas cerca de aquí, así tendremos seguridad adicional para el Cuartel General y de nuestra zona logística de retaguardia.
-Entiendo. Cursaré la orden…hay algo más señor.
-Dime, ¿de qué se trata?
-Como recordará, el Consejo Atlántico activó el Articulo 5 de la OTAN el mismo día de la invasión rusa, y ahora la Alianza se supone que debe responder contra el ataque ruso… - dijo incomodo, mientras se ajustaba las gafas.
- ¿Pero?
-Pues que de momento hay muchas declaraciones altisonantes contra los rusos y bienintencionadas para con nuestros aliados bálticos, pero varios de los miembros se muestran bastante reticentes a la hora de proporcionar tropas de tierra para la campaña.
-Era de prever… lamentablemente es uno de los puntos débiles de nuestra Alianza – dijo el danés. - Al menos tenemos el compromiso político, que algo es algo, pero ¿qué países concretamente van a aportar fuerzas y cuáles no?
-Ya sabemos que los Estados Unidos van a liderar la operación – dijo el norteamericano con cierto orgullo, y sabiendo que para los demás países europeos había respirado con alivio al conocer aquella decisión de la administración norteamericana. – El Reino Unido es un fiel baluarte de la OTAN y también ha comprometido fuerzas importantes. Por supuesto está Polonia y los restos de fuerzas lituanas que se han podido retirar, que aquí si sería interesante reformarlas y dotarlas de material para que puedan seguir combatiendo, simbólica y políticamente es una baza a jugar.
-Sin duda, aunque esperemos que en el SHAPE tengan la misma idea – asintió Knudsen.
-Por lo demás, Alemania aprobó ayer el despliegue de fuerzas de combate terrestres, y Holanda y Bélgica hicieron lo mismo anoche, como esperando a ver que hacía Berlín.
- ¿Y los franceses?
-También se han unido y enviarán fuerzas pesadas…unos cuantos carros Lecrecs no nos vendrán mal.
-Desde luego que no. ¿Y los países reticentes?
-Bueno, Italia está debatiendo si aporta tropas terrestres o no, tras el varapalo sufrido por sus tropas en las repúblicas bálticas, pero al menos no han dicho que no de momento, habrá que esperar. Rumanos, búlgaros, etc… no pueden hacer nada aparte de alguna contribución testimonial y deben controlar sus fronteras y poco más. A los turcos y griegos, ni están ni se les espera, suficiente tienen cada uno con lo suyo, y realmente sería un despliegue difícil.
-Mejor que controlen sus países y sus fronteras ante alguna maniobra rusa por el flanco sur, por si acaso.
-Estoy de acuerdo. Y, por último, España acaba de votar la participación de sus fuerzas terrestres en esta campaña, y pese a la posición favorable del gobierno, ha salido derrotada, aunque si proporcionarán fuerzas navales y aéreas, y trataran de que al menos se apruebe un cierto apoyo logístico en tierra, ya veremos, y tampoco descartan volverlo a votar en unos días o semanas. Portugal y Canadá también se lo están pensando, aunque no parece que haya muchas opciones de que tengamos fuerzas de esos países, al menos a corto plazo. Noruega se ha mostrado receptiva, pero ha de vigilar su frontera con Rusia en el norte, y Dinamarca, con las perdidas en el batallón báltico y en la Brigada “Punta de Lanza”, parece que de momento no va a aportar nada más, aunque tampoco lo descartan…en definitiva, unos síes, otros noes, y algunos “ya veremos”.
- ¿Y así pretenden que luchemos y ganemos una guerra? En fin, al menos los países más poderosos han dado un paso al frente, esperemos que con eso baste.
-Creo que debería ser suficiente General, la Rusia actual ya no es la Unión Soviética de antaño.
-Gracias a Dios…y ¿Suecia y Finlandia que opinan de todo esto?
-De momento han movilizado sus fuerzas armadas y condenan la agresión, como era de esperar, pero Helsinki no va a ir mucho más allá, quizás algo de información que nos puedan facilitar de forma encubierta y poco más.
-Es lógico para sus intereses, pero nos vendrían bien bases en su territorio…y en el sueco.
-Pues de momento Estocolmo parece que sigue los pasos de su vecino, aunque no es descartable que, si los rusos violan flagrante o repetidamente su espacio aéreo o sus aguas territoriales, acaben tomando medidas militares contra los rusos, lo cual los acercaría bastante a nosotros y podrían ser de gran ayuda.
-Sin duda alguna…y otra cuestión…respecto al mando, ¿ya han encontrado alguien para sustituirme? – dijo encajando una ceja.
-Por lo que me comenta el General Vollmer, todavía no. Los norteamericanos quieren que ser ellos quienes tengan el mando al aportar más tropas, los alemanes quieren recuperarlo y dicen que este cuerpo siempre ha estado mandado por Generales europeos, los polacos argumentan que el General al mando debe ser de los suyos por estar operando desde su país, e incluso los británicos dicen que se debería usar el Cuerpo de Reacción Rápida Aliado (ARRC), que casualmente, está bajo el mando de un general inglés. En definitiva, usted sigue al mando por el momento.
-Por el momento… - dijo medio aliviado, medio apesadumbrado - bueno, ¿y que lleva en esa otra carpeta?
-He confeccionado un Orden de Batalla provisional con las últimas noticias que tenemos de unidades que van a ser puestas a nuestra disposición en los próximos días.
-Déjame ver.
El General Knudsen tenía bajo su mando ahora mismo a 3 Brigadas de la 16ª División Mecanizada polaca, cuya misión era la defensa de la frontera con Kaliningrado, con lo cual estaba bastante tranquilo en ese punto. Otras fuerzas polacas bajo mando nacional estaban llegando para hacer lo propio con la frontera bielorrusa, pero esas unidades no estaba bajo su mando, a no ser que desde Minsk se dieran pasos para unirse a los rusos en su campaña báltica. Frente a Lituania, y a la 4ª División de Tanques rusa, ahora solo tenía a algunos elementos de la 34ª Brigada de Caballería Acorazada polaca y unos pocos tanques de la 2ª Brigada Acorazada de la 1ª División de Infantería norteamericana, ya que, gracias a los ataques aéreos rusos del primer día, algunos nudos ferroviarios estratégicos y varios puentes importantes sobre los principales ríos de Polonia habían sido destruidos, y ahora el tránsito de oeste a este, debía hacerse por carreteras secundarias y puentes de campaña montados por los ingenieros, todo lo cual, unido al gran volumen de tráfico militar con destino al este de Polonia, estaba produciendo importantes retrasos en el despliegue de la OTAN frente a los rusos. “Menos mal que no han decidido seguir avanzando hacia Polonia, o lo habríamos pasado realmente mal”, pensó el General danés, que leyó con calma lo que había preparado el Coronel.
“Cuerpo Multinacional Nordeste:
-Reserva del Cuerpo,
-2º Regimiento de Caballería EEUU (reducido)
-Brigada Multinacional “Punta de Lanza” VJTF (reducida)
-Restos Brigadas lituanas (reducidas)
16ª Div. Mecanizada polaca en la frontera con Kaliningrado
-9ª Brigada Caballería
-15ª Brigada Mecanizada
-20º Brigada Mecanizada
3ª División del Reino Unido en la frontera con Lituania
-20ª Brigada de Infantería Acorazada británica
-21ª Brigada Panzer alemana
-34ª Brigada de Caballería Acorazada polaca
1ª División de Infantería de los Estados Unidos en la frontera con Lituania.
-2ª Brigada de Acorazada-1ª D. Infantería de los EEUU
-1ª Brigada de Caballería-1ª División de Caballería de los EEUU.
-6ª Brigada blindada ligera francesa”
-Buen trabajo coronel, veo que me has leído el pensamiento sobre las brigadas dañadas…a veces me das miedo tras esas gafas… - dijo sonriendo el danés.
-Era una opción lógica, y usted es un hombre lógico.
-O predecible…de acuerdo, así parece que tendremos una fuerza de combate importante, pero ¿de cuánto tiempo estamos hablando para reunir todas esas fuerzas? Y quizás más importante todavía, ¿serán suficiente para derrotar a los rusos? – dijo ya sabiendo la respuesta de antemano.
-Vamos a tener que esperar todavía varios días. La brigada británica tiene aproximadamente un batallón combatiendo en Estonia en el batallón OTAN y tiene que terminar de recibir su complemento de vehículos y hombres de otras unidades del Reino unido, y los polacos estaban a medio plazo de recolocar uno de sus batallones de tanques de la 34º Brigada a la 1ª Brigada Acorazada cerca de Varsovia, pero me aseguran que pueden operar la brigada a su máximo potencial en unos días. También la brigada pesada de la 1ª División de Caballería norteamericana tiene que acabar de llegar y desplegarse con el resto. He calculado que, en el mejor de los casos, no antes de una semana…aunque para el día 5 o 6 de febrero sería más realista. Y en cuanto a la posibilidad de derrotar a los rusos…es difícil decir, pero no lo creo, ellos también van a reforzar sus posiciones en breve frente a nuestras fuerzas con al menos una división pesada, y posiblemente algunas unidades más.
-De acuerdo Jason…gracias. De momento tenemos que crear posiciones defensivas solidas aquí en Polonia y gestionar el tránsito de todas esas fuerzas. Desde luego que no serán suficientes para vencer a los rusos. Nuestras fuerzas aéreas deben hacer un buen trabajo de “limpieza” antes y como mucho, lanzar algún ataque limitado…ya veremos.
-Claro General, por el momento ya tenemos suficiente trabajo con todo esto, pero de todas formas ya sabe usted que me gusta anticiparme y tener previstas algunas opciones.
-Y por eso me gusta tenerte cerca y trabajar contigo, además, seguramente eres el más listo de todos mis oficiales. Que puñetas, seguramente eres más listo que yo, pero eso no lo voy a repetir fuera de este vehículo, no te haga ilusiones – dijo riendo el General Knudsen.
-Gracias General, pero creo que me tiene en demasiada alta estima, solo trato de cumplir con mi trabajo, que da la casualidad de que me gusta y no se me da mal – contesto algo azorado el pequeño norteamericano.
-Con eso me basta y me sobra. Sigue así, y trata de descansar también un poco, que a todos nos hace falta. Ahora volvamos, seguro que tengo una enorme pila de documentos que firmar… ¿se imagina a Cesar o Napoleón firmando papeles en vez de dirigir a sus tropas desde el frente?
-No me imagino ni al mismísimo Patton – dijo con una carcajada el Coronel Barden.
-Seguro que no – respondió Knudsen – lo que me recuerda que debo visitar el frente cuanto antes, a ver si puede ser esta misma tarde.
Ambos salieron del vehículo, y con los copos de nieve cayéndoles en el rostro se dirigieron de nuevo a la tienda de mando, tenían mucho que hacer todavía aquella fría mañana.
28 de enero de 2018. 17.28 hora local. Base naval de Wilhelmshaven, Alemania.
Desde el puente de la fragata F-103 “Blas de Lezo”, el Capitán de Fragata Rafael Martín Palacios observaba con impaciencia como la grúa realizaba las labores de carga de los misiles de defensa aérea SM-2 y ESSM en los silos correspondientes del lanzador Mk.41, para reponer los gastados durante “La Batalla del Mar Báltico” como ya se conocía por la prensa internacional, a la confrontación entre la flota de la OTAN, con la JTF-18 a la cabeza, y la flota rusa del Báltico, durante el primer día de guerra. Era una labor lenta y tediosa que llevaba realizandose desde primera hora de la mañana y todavía no estaba concluida. Aquellos misiles habían tardado en llegar, ya que debieron hacerlo desde España, porque los alemanes habían dado prioridad a armar con sus propios misiles a sus buques, las primeras, las fragatas “Hamburgo” y “Sachsen”, esta última con órdenes de unirse a la flota del Capitán Martín, además de a las otras fragatas de la clase F-124, antes que a los buques aliados. Así que España tuvo que enviar los misiles para rearmar a la F-103 que seguía en Alemania, aguardando órdenes, mientras que la fragata danesa se había quedado en su propia base para rearmarse allí.
Las próximas ordenes con toda seguridad incluirían regresar al Báltico para controlar sus aguas y realizar operaciones ofensivas desde allí. De momento, se había confirmado al Capitán Martín Palacios como Comandante temporal de la flota, ya que contaba con la experiencia de haber sobrevivido a aquel combate, y su buque y dotación habían actuado muy bien según todos los informes, pero, además, todavía no tenían un sustituto consensuado los países que formaban aquella agrupación naval. También se había cambiado la denominación de la flota de la OTAN, y la JTF-18 era ahora un mal recuerdo del pasado. La nueva denominación era Joint Task Force 22 (JTF-22), e incluiría además de los tres buques supervivientes, la “Hamburgo”, la “Niels Juel” y la “Blas de Lezo”, a la ya mencionada F-219 “Sachsen” y a la fragata francesa D650 “Aquitaine”, mientras los norteamericanos todavía debatían si cedían uno de los destructores o cruceros del grupo de ataque del “Trumman” para reforzar a la JTF-22.
- ¿Cuánto queda para rellenar los pozos? – preguntó el Comandante a su segundo.
-Una hora, poco más o menos, según Pedro – dijo el Capitán de Corbeta Arcos, refiriéndose al oficial de armamento. - Luego las pruebas y demás…dos o tres horas máximo.
-Bien, porque quiero tenerlo todo listo cuanto antes. No sé cuándo llegaran las nuevas órdenes, pero desde MARCOM me han asegurado que no tardaran mucho, y lo más probable es que tengamos que regresar al Báltico.
- ¿El “Cantabria” vendrá con nosotros? - dijo refiriéndose al otro buque que el gobierno español había puesto a disposición de la OTAN.
-No, se va a unir a la flota que se está formando en el Mar de Noruega. Nosotros vamos a salir aprovisionados desde aquí, y no quieren meter un AOR en ese avispero, al menos de momento.
-El “Aquitaine” llega mañana, así que antes no podremos zarpar.
-Efectivamente…pero quiero el buque listo para zarpar en cuanto de la orden ¿visto?
-Estará listo mi Comandante, no se preocupe – respondió su número dos, consciente de la presión que estaba soportando aquel hombre, que ni siquiera tenía el rango para mandar una agrupación naval como aquella. – Mi Comandante… ¿todavía no ha enviado Madrid a un Almirante para esta tarea?
-No, y no creo que lo hagan.
- ¿Por qué?
-Pues porque los aliados pueden destituirme en cualquier momento por otro de sus Almirantes…y, además, seguro que los Almirantes tomaron buena nota de lo que le paso al Contralmirante Davis en el “Mahan” y no creo que tengan muchas ganas de tener que meterse en ese avispero – dijo en un tono de franqueza no muy usual en las altas esferas militares.
- ¿Y no será porque es usted uno de los mejores mandos de la flota?
-Eso me gustaría creer, pero soy perro viejo… - dijo enarcando una ceja ante su interlocutor.
En ese momento entró atropelladamente en el puente un joven oficial de comunicaciones, ante la disgustada mirada de sus superiores por aquellas maneras, pero antes de que pudieran amonestarle, este habló.
-Mi Comandante, debería leer esto – dijo pasándole una nota con una sonrisa en los labios.
Martín lo leyó y fue relajando el ceño, hasta dejar ver el atisbo de una sonrisa en su rostro, mientras que se llevaba una mano a su canosa cabeza.
- ¿Son las órdenes del MARCOM? – preguntó intrigado Arcos.
-No, es del AJEMA…me acaban de ascender a Contralmirante…desde luego alguien se ha vuelto rematadamente loco en Madrid.
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Expreso Báltico
30 de enero de 2018. 14.47 hora local. Cerca de la entrada al Golfo de Finlandia, bajo el mar…
-Mantened rumbo. Velocidad, cuatro nudos. Inclinación 5 grados. Descendamos a 60 metros – ordenó el Capitán de Segunda Clase Andrey Karasev.
-Cuatro nudos…descendiendo a 60 metros – respondió el suboficial al cargo de la maniobra del submarino.
En la enrarecida atmosfera de la sala de control del submarino diésel “Dmitrov”, el Comandante volvió a revisar la carta náutica de aquella zona. En un mar tan poco profundo como el Báltico, siempre había que estar atento a las variaciones de profundidad si no quería tener un desafortunado encuentro con el fondo marino. Karasev observaba la ruta fijada por el oficial de navegación en aquella carta, la cual los llevaba directamente hacia el Golfo de Finlandia y luego a la base naval de Kronstadt, donde debían reaprovisionarse y rearmarse tras un par de semanas en el mar, una de ellas realizando misiones de combate tras el estallido de la guerra contra la OTAN, y haber sembrado de minas los estrechos daneses. El minado había dado un muy buen resultado al lograr hundir un buque enemigo, un destructor inglés según la información de inteligencia, y seguramente, aquel incidente había hecho que las orgullosas y prepotentes armadas occidentales tomaran grandes precauciones para limpiar de minas las aguas danesas, y se estaban tomando su tiempo… pero no iba a ser suficiente. Poco después de aquello, varios bombarderos Tu-22M habían llenado de minas el Báltico, especialmente entre la isla sueca de Öland y la costa de Kaliningrado, formando una especie de barrera para que los buques de superficie y submarinos de la OTAN no pudieran navegar más hacia el este, dejando el Báltico oriental como propiedad absoluta de la Armada Rusa. También algunos minadores habían minado parte del Golfo de Gdansk y zonas de la costa de Kaliningrado.
Hacía ya dos días que habían abandonado su posición cerca de las aguas rusas de Kaliningrado, para ceder su zona de patrulla al “Magnitogorsk”, otro submarino del tipo 877, que había llegado de la Flota del Mar del Norte para reforzar la escuadra del Báltico poco antes del inicio de las hostilidades. El “Dmitrov” había navegado a poca velocidad durante esos días para no ser detectado por alguno de los submarinos enemigos que estaban en el Báltico oriental. Según los informes de inteligencia, al menos dos submarinos estaban en la zona, con toda seguridad un submarino diésel Tipo 207 de la Armada Polaca, detectado ya varias veces cerca de la isla sueca de Gotland pero que había logrado zafarse de los grupos ASW de superficie y de los aviones de patrulla marítima que lo buscaban, posiblemente haciendo uso de las aguas territoriales suecas, lo que estaba suponiendo una dificultad añadida en su localización, además de algún que otro encontronazo diplomático con el gobierno de Estocolmo, y con bastante seguridad, un moderno submarino tipo 212 alemán, que parecía estar buscando algún paso hacia el oeste por los campos de minas sembrados por los bombarderos. Con este último tampoco había habido suerte, y hacía más de tres días que no se tenía ningún contacto con él, así que ahora podría estar en cualquier sitio. Pero en el último informe de inteligencia que le había llegado desde el Cuartel General de Kaliningrado, se informaba de un tercer contacto submarino, bastante débil e intermitente, justamente en la zona por la que ahora estaban transitando, en las inmediaciones de la entrada del Golfo de Finlandia.
- ¿Te preocupa algo verdad? ¿Es ese submarino “fantasma”? – preguntó el Capitán de Tercera Clase Dmitry Chayko, mirando la carta junto al Comandante.
-Navegamos cerca de la costa, con buques propios en patrulla antisubmarina, y ahora además con un posible contacto submarino de la OTAN cerca de aquí…puedes apostar a que si estoy preocupado.
-Vamos Andrey, no creo que sea más que algún falso contacto, sabes que los de la flota de superficie no encontrarían una “matriuska” dentro de una botella de vodka. Debemos estar vigilantes, pero no paranoicos.
-Da lo mismo que sea un contacto falso, ¿no lo ves? Esos comandantes ahora estarán nerviosos pensando que hay algo aquí abajo que no pueden detectar y van a estar atentos al más mínimo sonido, y como los polacos tienen un submarino de este tipo, un 877, que quien sabe dónde estará, puede que algún comandante demasiado celoso de su oficio o demasiado nervioso, busque una solución fácil y dispare primero y pregunte después.
-Pero saben de nuestro paso por la zona, rumbo, horario, todo. También tienen el informe del Cuartel General avisándoles y nosotros mismos se lo hemos comunicado hace un rato, actualizando los datos. No deberían alarmarse si detectan un tipo 877 como el nuestro en este rumbo y hora.
-Lo que tú quieras, pero yo no voy a estar tranquilo hasta que lleguemos a la base, así que mejor que no nos detecten ni los nuestros, más si hay un posible submarino enemigo cerca – dijo Karasev, que, a pesar de todo, se sentía más seguro bajo el agua que en superficie, ya que produciría más ruido y estaría a la vista los satélites y de ese posible submarino enemigo allí arriba, además de posibles buques “pesqueros” finlandeses cerca de sus costas que no fuesen otra cosa que barcos espías, y hacia el sur, cualquier estonio en una barca o incluso desde la costa, podía localizarlos si se acercaban lo suficiente por allí en superficie. La discreción era primordial en aquella situación, aunque significa riesgo de recibir “fuego amigo”.
La Flota Rusa había estado realizando patrullas antisubmarinas desde el primer día de la guerra en el Báltico oriental, sobre todo un grupo ASW con el destructor “Almirante Levchenko” como buque insignia, junto a dos fragatas, las “Yaroslav Mudry” y la “Neustrashimy”, que patrullaba la parte central del Báltico oriental, tratando de localizar al escurridizo submarino polaco. Otros dos grupos más pequeños de 4 corbetas cada uno, patrullaban, uno cerca de Kaliningrado y el otro cerca de la entrada del Golfo de Finlandia. El grupo que preocupaba a Karasev en concreto, era el formado por la corbeta “Steregushchy” y otras 3 corbetas ligeras de la clase 1331M, la “Kazanets”, la “Zelenodolsk” y la “Aleksin”. Para el Comandante del “Dmitrov”, la principal amenaza era el fuego amigo del helicóptero de la “Steregushchy” o algún Il-38 de los que patrullaban por allí cerca, pero su mente tampoco descartaba del todo aquel evasivo contacto como otra potencial amenaza, todo lo cual hacía que estuviera más atento y preocupado de lo normal. Aunque al menos, los otros tres submarinos 877 rusos estaban bastante alejados y no suponían ningún problema de identificación, por lo que, si aparecía un contacto submarino, con toda seguridad sería un buque enemigo, y sería más fácil actuar teniendo eso en cuenta.
Pasaron los minutos y Karasev y Chayko mantenían la vigilancia. El Segundo tomaba una taza de té hirviendo y el Comandante no dejaba de preguntar al operador de sonar por posibles nuevos contactos cada poco tiempo. Incluso con la demostrada paciencia de Karasev, los minutos parecían siglos al avanzar a tan poca velocidad. El grupo ASW estaba perfectamente localizado, y estaba siendo seguido por el Teniente Vladimir Kulemin, su veterano oficial sonarista. Se encontraba dicho grupo realizando circuitos entre las inmediaciones de la costa finlandesa, cerca de Hanko, y la pequeña isla estonia de Osmussaare, cerca de las costas de ese país, pero sin acercarse demasiado, ya que en esas zonas cercanas a las costas se habían sembrado algunas minas de las que también preocupaban al “Dmitrov”. A su vez se detectaban sonoboyas activas detrás del submarino, por lo que al menos uno, si no dos aviones Il-38 estaban dando vueltas por la zona, lanzando sonoboyas para tratar de localizar al contacto “fantasma”, tal y como lo había llamado el Capitán Chayko.
- ¿Posición del grupo GR1? – pregunto el Comandante al sonarista Kulemin para saber la ubicación del grupo ASW ruso.
-Marcación 0-6-3, 20.300 metros Capitán... creo que se están dividiendo. Algunos han acelerado a 16 nudos y se separan del grupo principal hacia el norte y el sur… son las corbetas ligeras, siguen con sus sonares activos…diría que la Steregushchy está bajando su velocidad a 4 o 5 nudos y se está quedando a medio camino de su circuito de patrulla.
-A lo mejor intenta escuchar con su sonar en pasivo… ¿nos han detectado?
-No lo creo, están demasiado lejos todavía y hacen mucho ruido, incluso para su sonar activo.
-De acuerdo. Mantened rumbo y velocidad – “y recemos por que no hagan ninguna burrada esos de ahí arriba”, pensó para si Karasev. En caso de necesidad, si eran descubiertos, ordenaría aumentar la velocidad, emitir con su sonar activo, “pinchar” la antena y comunicarse con ellos, y en última instancia, emerger lo antes posible, cualquier cosa para tratar de hacer ver a sus compatriotas, que era el submarino ruso que debía pasar por esas aguas y del que estaban avisados.
Al cabo de unos minutos, Kulemin volvió a hablar.
-Capitán, tengo un nuevo contacto en pantalla…distancia 14.000 metros
- ¿De qué se trata?
-Suena como uno de nuestros buques anfibios de la clase 775…me atrevería a decir que es el “Minsk” – dijo con seguridad tras haber detectado cierto sonido característico de las máquinas de ese buque, y al que ya había seguido en muchas otras ocasiones en ejercicios en tiempo de paz. – Lo designo como contacto AR1.
-Parece que sale de cerca de Tallin y quiere regresa a Baltiysk…quizás vaya a por más soldados o pertrechos para los que están combatiendo en Estonia.
-Pero ¿no hemos conquistado ya ese país? – pregunto Kulemin.
-Creo que la capital sigue resistiendo, y será por eso que siguen llevando suministros y refuerzos por mar, que es más rápido que por tierra desde Kaliningrado, pero mi comprensión de la logística de la guerra terrestre es un poco rudimentaria.
-Está cerca de la Steregushchy. Si mantiene su rumbo y velocidad, va a pasar muy cerca nuestro.
-De acuerdo, mantente atento al contacto AR1 también.
Pasados varios minutos, y mientras la atmosfera era tensa en la sala de control del “Dmitrov”, el oficial sonarista se sobresaltó y miró con cara alarmada a su superior.
- ¡Contacto submarino…torpedo en el agua Capitán…marcación 0-3-1…rumbo 1-1-0…velocidad…pasando los 25 nudos…30 nudos y subiendo! ¡No, son dos torpedos!
- ¡Van a por el anfibio! – dijo Chayko tras unos segundos a la expectativa, mientras Karasev ya estaba tratando de averiguar dónde estaba el submarino que había lanzado aquellos torpedos contra el buque ruso.
- ¡Nuestros buques están dirigiendo sus sonares hacia aquí…ese submarino debe estar muy cerca nuestro! – dijo muy preocupado Kulemin. – La Steregushchy está acelerando con rumbo 2-6-0 y machaca con su sonar el mar…acaba de lanzar un torpedo…mierda…va en esta dirección.
La corbeta estaba realizando la típica acción defensiva de lanzar un torpedo contra la posición aproximada del atacante para tratar de que este cortara los cables de guiado de sus propios torpedos, tuviera algo de qué preocuparse, y maniobrase a más velocidad para ser descubierto por los sonares propios, pero en aquella ocasión, también estaba poniendo en peligro al “Dmitrov”.
- ¡Nuevo torpedo…aquí, saliendo del submarino “fantasma” …en dirección a la Steregushchy!
-Ese malnacido está un poco al nordeste de nuestra posición y no muy lejos. Teniente, busque por aquí – dijo al sonarista indicando con el dedo índice en su pantalla táctica. – Maniobra, 20 grados a estribor hasta 1-5-0, aumente velocidad a 6 nudos y profundidad a 75 metros.
-Eso no nos sacará muy rápido de aquí… ¿Andrey? – dijo el Segundo al mando a su Comandante que ahora parecía más tranquilo y seguro.
-El torpedo de la corbeta no nos encontrará, y no quiero estar muy lejos cuando ese submarino de la cara…vamos a hundirlo – dijo con arrogancia mientras que a los presentes en la sala de control les recorría un escalofrío por la espalda.
-Capitán, la corbeta ha virado en redondo y navega a máxima velocidad y lanza señuelos, seguramente evitará al torpedo enemigo…pero los otros dos torpedos van a impactar en el “Minsk”, no tiene escapatoria… - anunció Kulemin, que con gran pericia sabía sacar una imagen medianamente nítida de sus pantallas ante todo aquel “jaleo” que se estaba produciendo bajo las frías aguas del Báltico en aquel momento.
Ahora los segundos pasaban volando, y poco después, y pese a haber invertido el rumbo y aumentado la velocidad, el “Minsk” era alcanzado por los dos torpedos enemigos a popa, causando gravísimos daños y produciéndole una enorme vía de agua. El sonido de la explosión fue escuchado en el “Dmitrov” sin necesidad del sonar, y todos supieron que había pasado. El buque estaba sentenciado y poco tardaría en hundirse en aquellas frías aguas. Por su parte, el torpedo ruso, tal y como había vaticinado Karasev, no había encontrado ningún objetivo y había agotado su combustible poco después, mientras que el disparado contra la corbeta rusa también había llegado al final de su autonomía y la “Steregushchy” se había salvado al mantenerse fuera de su alcance, aunque ahora estuviera bastante lejos del submarino enemigo… pero le quedaba su helicóptero. La acción distaba mucho de haber terminado. Un par de minutos más tarde, comenzaron a caer sonoboyas activas lanzadas por algún medio aéreo, en la zona que el Comandante del “Dmitrov” le había indicado a Kulemin, y fue como agitar un avispero.
-¡Contacto submarino…marcación 0-2-5…velocidad 11 nudos y subiendo…! Contacto designado SN01.
-Todo el timón a babor…viramos a 0-4-0…profundidad 55 metros…aumente a 12 nudos – dijo el Comandante mientras observaba como el indicador de la batería mostraba un tranquilizador 68%, y trataba de colocar al “Dmitrov” en la zona ciega de SN01.
-Capitán, esas sonoboyas nos pueden detectar a nosotros también…
-Pues entonces esperemos que sepan distinguir unos de otros – aunque la búsqueda activa no discriminaba entre firmas acústicas, y eso lo sabía perfectamente Karasev, por lo que había aumentado su velocidad a modo de descubrirse ante sus propios buques…y ante el submarino enemigo si lograba colocar adecuadamente sus sensores contra el submarino ruso.
-SN01 toma rumbo noroeste…3-3-0 aproximadamente… distancia 6.500 metros… ¡torpedo en el agua! Uno de nuestros aviones debe haber dejado caer un torpedo… ¡vamos a por él, pescadito!
Karasev y Chayko observaban en la pantalla táctica como evolucionaba la situación del submarino enemigo, que ahora estaba luchando por su vida. Aumentó su velocidad a 18 nudos y realizó un viraje muy cerrado a babor a la vez que lanzaba señuelos acústicos para intentar confundir a la cabeza buscadora del torpedo ruso.
- ¡Acaba de despistar a nuestro torpedo Capitán!... ¡mierda…tenemos una sonoboya activa justo sobre nuestras cabezas…!
-Oficial táctico… ¿tienen solución de tiro sobre SN01?
-Todavía no Capitán…necesito unos segundos más.
-Capitán…el ordenador clasifica el contacto SN01 como un submarino del tipo 210, clase Ula…¡un submarino noruego!
- ¿Es de la OTAN verdad? Pues con eso es suficiente…oficial de maniobra, colóquenos a popa de SN01 – ordenó para que el submarino noruego no detectara al “Dmitrov”, como de momento parecía no haber hecho. - ¿Cómo va esa solución de tiro?
-Hay demasiado movimiento relativo Capitán…es muy difícil…
-Vamos Vasily que tú puedes hacerlo. Tenemos que disparar para mostrar a los nuestros que también estamos en el mismo bando en esta cacería, o puede que nosotros nos convirtamos en la presa de nuestros propios torpedos.
-Unos segundos más Capitán…por favor…
“Mierda, no tenemos esos segundos”, quiso gritarle Karasev, pero se contuvo, eso no serviría de nada y solo pondría más presión al oficial táctico. Mientras, observaba como la batería bajaba a buen ritmo al haber aumentado la velocidad, y trataba de mantener la calma mientras esperaba acontecimientos y cruzaba miradas con Chayko, que parecía igualmente nervioso.
-Tenemos otro torpedo desde el norte buscando a SN01… y el submarino vira hacia nuestra posición.
- ¡Tengo solución de fuego Capitán! – anuncio el oficial táctico – es algo débil, pero podría resultar.
-Ahora eso no importa, me conformo con poder disparar…inunden tubo 5. Igualen y disparen – ordenó Karasev.
Pocos segundos después el torpedo TEST-71M salía de su tubo y se dirigía con rumbo de interceptación hacia el clase “Ula” conforme aumentaba su velocidad.
-Torpedo en el agua y funcionando correctamente. Rumbo a su objetivo.
- ¿Distancia?
-4000 metros…han localizado nuestro torpedo…están virando a estribor…más señuelos en el agua…
-Oficial de armamento, no quiero que se corten los cables por nada del mundo, necesitamos guía sobre SN01.
-El torpedo del norte se ha dirigido al señuelo…va a pasar delante de nuestras narices...pero sin peligro, no nos va a detectar.
-Al menos no nos están disparando a nosotros – intervino Chayko.
El torpedo del “Dmitrov”, guiado por las señales que le llegaban desde el submarino por los cables de guiado, seguía inexorablemente hacia su destino a 40 nudos de velocidad. El submarino noruego volvió a realizar otro brusco giro a estribor, mientras lanzaba más señuelos y aumentaba su velocidad hasta pasar de los 20 nudos.
-Distancia del torpedo a SN01…1.100 metros y bajando rápidamente…creo que tenemos un buen disparo Capitán – anunció Kulemin a Karasev, mientras este devolvía la mirada hacia su oficial táctico como dándole gracias anticipadas por un buen trabajo.
-Activad la cabeza buscadora cuando baje de 700 metros ¿entendido?
-Si Capitán.
-No quiero perder a ese submarino, ya estamos muy cerca de nuestra segunda presa y no la vamos a dejar escapar.
“Gracias a Dios, ahí arriba hay alguien con la cabeza suficientemente fría como para no habernos atacado a nosotros también” …pensaba Karasev mientras miraba hacia el techo antes de volver a la pantalla táctica y ver como el torpedo cerraba distancias con su víctima conforme pasaban los segundos.
-Cabeza activa …ha enganchado el objetivo…20 segundos para impacto – iba anunciando el oficial táctico.
-Vamos…vamos… - decía por lo bajo el Comandante haciendo acopio de todo el aplomo que podía.
El submarino noruego intentó una última y desesperada maniobra, pero la tozuda cabeza electrónica del torpedo ruso estaba obsesionada con hacer un gran boquete en el casco de aquel buque, y no cejo en su empeño hasta conseguirlo.
-¡Impacto, impacto! … ¡lo hemos alcanzado! – dijo el sonarista con emoción.
-Velocidad 5 nudos, timón a la vía – ordenó Karasev inmediatamente, aguardando nuevas noticias de Kulemin.
-Están soplando los tanques de lastre…intentan subir a la superficie…oigo mucho ruido…parece que se está inundando muy rápidamente…no lo conseguirán – dijo en tono carente de emoción o empatía el sonarista. – Está sumergiéndose hacia el fondo del mar…podemos darlo por hundido Comandante, ese no se levanta de ahí – anuncio instantes después.
-Quizás puedan salir algunos de los marineros con capsulas de salvamento o los nuestros puedan rescatarlos, la profundidad no es demasiada, apenas 80 metros – opinó el Segundo al mando.
-En fin, eso ya no es cosa nuestra. Nosotros hemos cumplido y lo hemos hecho muy bien. Segundo, felicita a toda la tripulación en mi nombre por el gran trabajo realizado, pero antes, vamos a cota periscópica y comunicarnos por radio con los nuestros, no vaya a ser que todavía alguno de ellos nos vaya a confundir con un enemigo. – informó el Comandante que no tenía serios sentimientos de culpa por, seguramente haber matado a dos decenas de hombres, como seguramente el capitán noruego del submarino no los tuvo poco antes al mandar al fondo del mar a casi 100 marineros rusos.
-Nos ha ido de poco Andrey, ¿Cómo estabas tan seguro que aquel torpedo no nos encontraría y que los buques de ahí arriba no iban a disparar contra nosotros? – le preguntó su amigo Dmitry Chayko.
-No lo sabía – dijo encogiéndose de hombros y cogiendo el micrófono para hablar por la radio - … no lo sabía.
-Mantened rumbo. Velocidad, cuatro nudos. Inclinación 5 grados. Descendamos a 60 metros – ordenó el Capitán de Segunda Clase Andrey Karasev.
-Cuatro nudos…descendiendo a 60 metros – respondió el suboficial al cargo de la maniobra del submarino.
En la enrarecida atmosfera de la sala de control del submarino diésel “Dmitrov”, el Comandante volvió a revisar la carta náutica de aquella zona. En un mar tan poco profundo como el Báltico, siempre había que estar atento a las variaciones de profundidad si no quería tener un desafortunado encuentro con el fondo marino. Karasev observaba la ruta fijada por el oficial de navegación en aquella carta, la cual los llevaba directamente hacia el Golfo de Finlandia y luego a la base naval de Kronstadt, donde debían reaprovisionarse y rearmarse tras un par de semanas en el mar, una de ellas realizando misiones de combate tras el estallido de la guerra contra la OTAN, y haber sembrado de minas los estrechos daneses. El minado había dado un muy buen resultado al lograr hundir un buque enemigo, un destructor inglés según la información de inteligencia, y seguramente, aquel incidente había hecho que las orgullosas y prepotentes armadas occidentales tomaran grandes precauciones para limpiar de minas las aguas danesas, y se estaban tomando su tiempo… pero no iba a ser suficiente. Poco después de aquello, varios bombarderos Tu-22M habían llenado de minas el Báltico, especialmente entre la isla sueca de Öland y la costa de Kaliningrado, formando una especie de barrera para que los buques de superficie y submarinos de la OTAN no pudieran navegar más hacia el este, dejando el Báltico oriental como propiedad absoluta de la Armada Rusa. También algunos minadores habían minado parte del Golfo de Gdansk y zonas de la costa de Kaliningrado.
Hacía ya dos días que habían abandonado su posición cerca de las aguas rusas de Kaliningrado, para ceder su zona de patrulla al “Magnitogorsk”, otro submarino del tipo 877, que había llegado de la Flota del Mar del Norte para reforzar la escuadra del Báltico poco antes del inicio de las hostilidades. El “Dmitrov” había navegado a poca velocidad durante esos días para no ser detectado por alguno de los submarinos enemigos que estaban en el Báltico oriental. Según los informes de inteligencia, al menos dos submarinos estaban en la zona, con toda seguridad un submarino diésel Tipo 207 de la Armada Polaca, detectado ya varias veces cerca de la isla sueca de Gotland pero que había logrado zafarse de los grupos ASW de superficie y de los aviones de patrulla marítima que lo buscaban, posiblemente haciendo uso de las aguas territoriales suecas, lo que estaba suponiendo una dificultad añadida en su localización, además de algún que otro encontronazo diplomático con el gobierno de Estocolmo, y con bastante seguridad, un moderno submarino tipo 212 alemán, que parecía estar buscando algún paso hacia el oeste por los campos de minas sembrados por los bombarderos. Con este último tampoco había habido suerte, y hacía más de tres días que no se tenía ningún contacto con él, así que ahora podría estar en cualquier sitio. Pero en el último informe de inteligencia que le había llegado desde el Cuartel General de Kaliningrado, se informaba de un tercer contacto submarino, bastante débil e intermitente, justamente en la zona por la que ahora estaban transitando, en las inmediaciones de la entrada del Golfo de Finlandia.
- ¿Te preocupa algo verdad? ¿Es ese submarino “fantasma”? – preguntó el Capitán de Tercera Clase Dmitry Chayko, mirando la carta junto al Comandante.
-Navegamos cerca de la costa, con buques propios en patrulla antisubmarina, y ahora además con un posible contacto submarino de la OTAN cerca de aquí…puedes apostar a que si estoy preocupado.
-Vamos Andrey, no creo que sea más que algún falso contacto, sabes que los de la flota de superficie no encontrarían una “matriuska” dentro de una botella de vodka. Debemos estar vigilantes, pero no paranoicos.
-Da lo mismo que sea un contacto falso, ¿no lo ves? Esos comandantes ahora estarán nerviosos pensando que hay algo aquí abajo que no pueden detectar y van a estar atentos al más mínimo sonido, y como los polacos tienen un submarino de este tipo, un 877, que quien sabe dónde estará, puede que algún comandante demasiado celoso de su oficio o demasiado nervioso, busque una solución fácil y dispare primero y pregunte después.
-Pero saben de nuestro paso por la zona, rumbo, horario, todo. También tienen el informe del Cuartel General avisándoles y nosotros mismos se lo hemos comunicado hace un rato, actualizando los datos. No deberían alarmarse si detectan un tipo 877 como el nuestro en este rumbo y hora.
-Lo que tú quieras, pero yo no voy a estar tranquilo hasta que lleguemos a la base, así que mejor que no nos detecten ni los nuestros, más si hay un posible submarino enemigo cerca – dijo Karasev, que, a pesar de todo, se sentía más seguro bajo el agua que en superficie, ya que produciría más ruido y estaría a la vista los satélites y de ese posible submarino enemigo allí arriba, además de posibles buques “pesqueros” finlandeses cerca de sus costas que no fuesen otra cosa que barcos espías, y hacia el sur, cualquier estonio en una barca o incluso desde la costa, podía localizarlos si se acercaban lo suficiente por allí en superficie. La discreción era primordial en aquella situación, aunque significa riesgo de recibir “fuego amigo”.
La Flota Rusa había estado realizando patrullas antisubmarinas desde el primer día de la guerra en el Báltico oriental, sobre todo un grupo ASW con el destructor “Almirante Levchenko” como buque insignia, junto a dos fragatas, las “Yaroslav Mudry” y la “Neustrashimy”, que patrullaba la parte central del Báltico oriental, tratando de localizar al escurridizo submarino polaco. Otros dos grupos más pequeños de 4 corbetas cada uno, patrullaban, uno cerca de Kaliningrado y el otro cerca de la entrada del Golfo de Finlandia. El grupo que preocupaba a Karasev en concreto, era el formado por la corbeta “Steregushchy” y otras 3 corbetas ligeras de la clase 1331M, la “Kazanets”, la “Zelenodolsk” y la “Aleksin”. Para el Comandante del “Dmitrov”, la principal amenaza era el fuego amigo del helicóptero de la “Steregushchy” o algún Il-38 de los que patrullaban por allí cerca, pero su mente tampoco descartaba del todo aquel evasivo contacto como otra potencial amenaza, todo lo cual hacía que estuviera más atento y preocupado de lo normal. Aunque al menos, los otros tres submarinos 877 rusos estaban bastante alejados y no suponían ningún problema de identificación, por lo que, si aparecía un contacto submarino, con toda seguridad sería un buque enemigo, y sería más fácil actuar teniendo eso en cuenta.
Pasaron los minutos y Karasev y Chayko mantenían la vigilancia. El Segundo tomaba una taza de té hirviendo y el Comandante no dejaba de preguntar al operador de sonar por posibles nuevos contactos cada poco tiempo. Incluso con la demostrada paciencia de Karasev, los minutos parecían siglos al avanzar a tan poca velocidad. El grupo ASW estaba perfectamente localizado, y estaba siendo seguido por el Teniente Vladimir Kulemin, su veterano oficial sonarista. Se encontraba dicho grupo realizando circuitos entre las inmediaciones de la costa finlandesa, cerca de Hanko, y la pequeña isla estonia de Osmussaare, cerca de las costas de ese país, pero sin acercarse demasiado, ya que en esas zonas cercanas a las costas se habían sembrado algunas minas de las que también preocupaban al “Dmitrov”. A su vez se detectaban sonoboyas activas detrás del submarino, por lo que al menos uno, si no dos aviones Il-38 estaban dando vueltas por la zona, lanzando sonoboyas para tratar de localizar al contacto “fantasma”, tal y como lo había llamado el Capitán Chayko.
- ¿Posición del grupo GR1? – pregunto el Comandante al sonarista Kulemin para saber la ubicación del grupo ASW ruso.
-Marcación 0-6-3, 20.300 metros Capitán... creo que se están dividiendo. Algunos han acelerado a 16 nudos y se separan del grupo principal hacia el norte y el sur… son las corbetas ligeras, siguen con sus sonares activos…diría que la Steregushchy está bajando su velocidad a 4 o 5 nudos y se está quedando a medio camino de su circuito de patrulla.
-A lo mejor intenta escuchar con su sonar en pasivo… ¿nos han detectado?
-No lo creo, están demasiado lejos todavía y hacen mucho ruido, incluso para su sonar activo.
-De acuerdo. Mantened rumbo y velocidad – “y recemos por que no hagan ninguna burrada esos de ahí arriba”, pensó para si Karasev. En caso de necesidad, si eran descubiertos, ordenaría aumentar la velocidad, emitir con su sonar activo, “pinchar” la antena y comunicarse con ellos, y en última instancia, emerger lo antes posible, cualquier cosa para tratar de hacer ver a sus compatriotas, que era el submarino ruso que debía pasar por esas aguas y del que estaban avisados.
Al cabo de unos minutos, Kulemin volvió a hablar.
-Capitán, tengo un nuevo contacto en pantalla…distancia 14.000 metros
- ¿De qué se trata?
-Suena como uno de nuestros buques anfibios de la clase 775…me atrevería a decir que es el “Minsk” – dijo con seguridad tras haber detectado cierto sonido característico de las máquinas de ese buque, y al que ya había seguido en muchas otras ocasiones en ejercicios en tiempo de paz. – Lo designo como contacto AR1.
-Parece que sale de cerca de Tallin y quiere regresa a Baltiysk…quizás vaya a por más soldados o pertrechos para los que están combatiendo en Estonia.
-Pero ¿no hemos conquistado ya ese país? – pregunto Kulemin.
-Creo que la capital sigue resistiendo, y será por eso que siguen llevando suministros y refuerzos por mar, que es más rápido que por tierra desde Kaliningrado, pero mi comprensión de la logística de la guerra terrestre es un poco rudimentaria.
-Está cerca de la Steregushchy. Si mantiene su rumbo y velocidad, va a pasar muy cerca nuestro.
-De acuerdo, mantente atento al contacto AR1 también.
Pasados varios minutos, y mientras la atmosfera era tensa en la sala de control del “Dmitrov”, el oficial sonarista se sobresaltó y miró con cara alarmada a su superior.
- ¡Contacto submarino…torpedo en el agua Capitán…marcación 0-3-1…rumbo 1-1-0…velocidad…pasando los 25 nudos…30 nudos y subiendo! ¡No, son dos torpedos!
- ¡Van a por el anfibio! – dijo Chayko tras unos segundos a la expectativa, mientras Karasev ya estaba tratando de averiguar dónde estaba el submarino que había lanzado aquellos torpedos contra el buque ruso.
- ¡Nuestros buques están dirigiendo sus sonares hacia aquí…ese submarino debe estar muy cerca nuestro! – dijo muy preocupado Kulemin. – La Steregushchy está acelerando con rumbo 2-6-0 y machaca con su sonar el mar…acaba de lanzar un torpedo…mierda…va en esta dirección.
La corbeta estaba realizando la típica acción defensiva de lanzar un torpedo contra la posición aproximada del atacante para tratar de que este cortara los cables de guiado de sus propios torpedos, tuviera algo de qué preocuparse, y maniobrase a más velocidad para ser descubierto por los sonares propios, pero en aquella ocasión, también estaba poniendo en peligro al “Dmitrov”.
- ¡Nuevo torpedo…aquí, saliendo del submarino “fantasma” …en dirección a la Steregushchy!
-Ese malnacido está un poco al nordeste de nuestra posición y no muy lejos. Teniente, busque por aquí – dijo al sonarista indicando con el dedo índice en su pantalla táctica. – Maniobra, 20 grados a estribor hasta 1-5-0, aumente velocidad a 6 nudos y profundidad a 75 metros.
-Eso no nos sacará muy rápido de aquí… ¿Andrey? – dijo el Segundo al mando a su Comandante que ahora parecía más tranquilo y seguro.
-El torpedo de la corbeta no nos encontrará, y no quiero estar muy lejos cuando ese submarino de la cara…vamos a hundirlo – dijo con arrogancia mientras que a los presentes en la sala de control les recorría un escalofrío por la espalda.
-Capitán, la corbeta ha virado en redondo y navega a máxima velocidad y lanza señuelos, seguramente evitará al torpedo enemigo…pero los otros dos torpedos van a impactar en el “Minsk”, no tiene escapatoria… - anunció Kulemin, que con gran pericia sabía sacar una imagen medianamente nítida de sus pantallas ante todo aquel “jaleo” que se estaba produciendo bajo las frías aguas del Báltico en aquel momento.
Ahora los segundos pasaban volando, y poco después, y pese a haber invertido el rumbo y aumentado la velocidad, el “Minsk” era alcanzado por los dos torpedos enemigos a popa, causando gravísimos daños y produciéndole una enorme vía de agua. El sonido de la explosión fue escuchado en el “Dmitrov” sin necesidad del sonar, y todos supieron que había pasado. El buque estaba sentenciado y poco tardaría en hundirse en aquellas frías aguas. Por su parte, el torpedo ruso, tal y como había vaticinado Karasev, no había encontrado ningún objetivo y había agotado su combustible poco después, mientras que el disparado contra la corbeta rusa también había llegado al final de su autonomía y la “Steregushchy” se había salvado al mantenerse fuera de su alcance, aunque ahora estuviera bastante lejos del submarino enemigo… pero le quedaba su helicóptero. La acción distaba mucho de haber terminado. Un par de minutos más tarde, comenzaron a caer sonoboyas activas lanzadas por algún medio aéreo, en la zona que el Comandante del “Dmitrov” le había indicado a Kulemin, y fue como agitar un avispero.
-¡Contacto submarino…marcación 0-2-5…velocidad 11 nudos y subiendo…! Contacto designado SN01.
-Todo el timón a babor…viramos a 0-4-0…profundidad 55 metros…aumente a 12 nudos – dijo el Comandante mientras observaba como el indicador de la batería mostraba un tranquilizador 68%, y trataba de colocar al “Dmitrov” en la zona ciega de SN01.
-Capitán, esas sonoboyas nos pueden detectar a nosotros también…
-Pues entonces esperemos que sepan distinguir unos de otros – aunque la búsqueda activa no discriminaba entre firmas acústicas, y eso lo sabía perfectamente Karasev, por lo que había aumentado su velocidad a modo de descubrirse ante sus propios buques…y ante el submarino enemigo si lograba colocar adecuadamente sus sensores contra el submarino ruso.
-SN01 toma rumbo noroeste…3-3-0 aproximadamente… distancia 6.500 metros… ¡torpedo en el agua! Uno de nuestros aviones debe haber dejado caer un torpedo… ¡vamos a por él, pescadito!
Karasev y Chayko observaban en la pantalla táctica como evolucionaba la situación del submarino enemigo, que ahora estaba luchando por su vida. Aumentó su velocidad a 18 nudos y realizó un viraje muy cerrado a babor a la vez que lanzaba señuelos acústicos para intentar confundir a la cabeza buscadora del torpedo ruso.
- ¡Acaba de despistar a nuestro torpedo Capitán!... ¡mierda…tenemos una sonoboya activa justo sobre nuestras cabezas…!
-Oficial táctico… ¿tienen solución de tiro sobre SN01?
-Todavía no Capitán…necesito unos segundos más.
-Capitán…el ordenador clasifica el contacto SN01 como un submarino del tipo 210, clase Ula…¡un submarino noruego!
- ¿Es de la OTAN verdad? Pues con eso es suficiente…oficial de maniobra, colóquenos a popa de SN01 – ordenó para que el submarino noruego no detectara al “Dmitrov”, como de momento parecía no haber hecho. - ¿Cómo va esa solución de tiro?
-Hay demasiado movimiento relativo Capitán…es muy difícil…
-Vamos Vasily que tú puedes hacerlo. Tenemos que disparar para mostrar a los nuestros que también estamos en el mismo bando en esta cacería, o puede que nosotros nos convirtamos en la presa de nuestros propios torpedos.
-Unos segundos más Capitán…por favor…
“Mierda, no tenemos esos segundos”, quiso gritarle Karasev, pero se contuvo, eso no serviría de nada y solo pondría más presión al oficial táctico. Mientras, observaba como la batería bajaba a buen ritmo al haber aumentado la velocidad, y trataba de mantener la calma mientras esperaba acontecimientos y cruzaba miradas con Chayko, que parecía igualmente nervioso.
-Tenemos otro torpedo desde el norte buscando a SN01… y el submarino vira hacia nuestra posición.
- ¡Tengo solución de fuego Capitán! – anuncio el oficial táctico – es algo débil, pero podría resultar.
-Ahora eso no importa, me conformo con poder disparar…inunden tubo 5. Igualen y disparen – ordenó Karasev.
Pocos segundos después el torpedo TEST-71M salía de su tubo y se dirigía con rumbo de interceptación hacia el clase “Ula” conforme aumentaba su velocidad.
-Torpedo en el agua y funcionando correctamente. Rumbo a su objetivo.
- ¿Distancia?
-4000 metros…han localizado nuestro torpedo…están virando a estribor…más señuelos en el agua…
-Oficial de armamento, no quiero que se corten los cables por nada del mundo, necesitamos guía sobre SN01.
-El torpedo del norte se ha dirigido al señuelo…va a pasar delante de nuestras narices...pero sin peligro, no nos va a detectar.
-Al menos no nos están disparando a nosotros – intervino Chayko.
El torpedo del “Dmitrov”, guiado por las señales que le llegaban desde el submarino por los cables de guiado, seguía inexorablemente hacia su destino a 40 nudos de velocidad. El submarino noruego volvió a realizar otro brusco giro a estribor, mientras lanzaba más señuelos y aumentaba su velocidad hasta pasar de los 20 nudos.
-Distancia del torpedo a SN01…1.100 metros y bajando rápidamente…creo que tenemos un buen disparo Capitán – anunció Kulemin a Karasev, mientras este devolvía la mirada hacia su oficial táctico como dándole gracias anticipadas por un buen trabajo.
-Activad la cabeza buscadora cuando baje de 700 metros ¿entendido?
-Si Capitán.
-No quiero perder a ese submarino, ya estamos muy cerca de nuestra segunda presa y no la vamos a dejar escapar.
“Gracias a Dios, ahí arriba hay alguien con la cabeza suficientemente fría como para no habernos atacado a nosotros también” …pensaba Karasev mientras miraba hacia el techo antes de volver a la pantalla táctica y ver como el torpedo cerraba distancias con su víctima conforme pasaban los segundos.
-Cabeza activa …ha enganchado el objetivo…20 segundos para impacto – iba anunciando el oficial táctico.
-Vamos…vamos… - decía por lo bajo el Comandante haciendo acopio de todo el aplomo que podía.
El submarino noruego intentó una última y desesperada maniobra, pero la tozuda cabeza electrónica del torpedo ruso estaba obsesionada con hacer un gran boquete en el casco de aquel buque, y no cejo en su empeño hasta conseguirlo.
-¡Impacto, impacto! … ¡lo hemos alcanzado! – dijo el sonarista con emoción.
-Velocidad 5 nudos, timón a la vía – ordenó Karasev inmediatamente, aguardando nuevas noticias de Kulemin.
-Están soplando los tanques de lastre…intentan subir a la superficie…oigo mucho ruido…parece que se está inundando muy rápidamente…no lo conseguirán – dijo en tono carente de emoción o empatía el sonarista. – Está sumergiéndose hacia el fondo del mar…podemos darlo por hundido Comandante, ese no se levanta de ahí – anuncio instantes después.
-Quizás puedan salir algunos de los marineros con capsulas de salvamento o los nuestros puedan rescatarlos, la profundidad no es demasiada, apenas 80 metros – opinó el Segundo al mando.
-En fin, eso ya no es cosa nuestra. Nosotros hemos cumplido y lo hemos hecho muy bien. Segundo, felicita a toda la tripulación en mi nombre por el gran trabajo realizado, pero antes, vamos a cota periscópica y comunicarnos por radio con los nuestros, no vaya a ser que todavía alguno de ellos nos vaya a confundir con un enemigo. – informó el Comandante que no tenía serios sentimientos de culpa por, seguramente haber matado a dos decenas de hombres, como seguramente el capitán noruego del submarino no los tuvo poco antes al mandar al fondo del mar a casi 100 marineros rusos.
-Nos ha ido de poco Andrey, ¿Cómo estabas tan seguro que aquel torpedo no nos encontraría y que los buques de ahí arriba no iban a disparar contra nosotros? – le preguntó su amigo Dmitry Chayko.
-No lo sabía – dijo encogiéndose de hombros y cogiendo el micrófono para hablar por la radio - … no lo sabía.
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Expreso Báltico
3 de febrero de 2018. 16.30 hora local. Base Aérea de Ämari, Estonia.
El té caliente siempre reconfortaba el cuerpo, pensaba el Mayor Oleg Sergun, tras las horas de guardia pasadas en el frio (pese a la calefacción) refugio blindado al lado de su enorme Su-35, y en espera de alguna alerta que activase la reacción del escuadrón de cazas ruso. Ahora tras finalizar su guardia de alerta 5, y pasar a una situación más relajada de alerta 15, se encontraba en el edificio de personal, cerca de la torre de control, sentado en un cómodo sofá y tomando el té con su amigo el Capitán Solomatin, mientras otros pilotos y mecánicos, jugaban al ajedrez, ojeaban una revista o trataban de dormir un poco.
-Es extraño que no hayamos tenido ni una alerta en la guardia – dijo Solomatin tratando de entablar conversación.
-Sí, parece que hoy los “amerikanski” – como se refería despectivamente a todos los miembros de la OTAN el Mayor Sergun - no quieren visitarnos…será por el tiempo, mejor para ellos.
-Y para nosotros… ¿no estás cansado de volar cada día y de sentir que cada uno pueda ser el último?
-La verdad es que no – dijo encogiéndose de hombros – me gusta volar, y me gusta derribar cazas enemigos.
-Y a mí, por supuesto, pero cada vez que salimos existe la probabilidad de que no regresemos…piensa en los tres compañeros caídos del escuadrón, solo Víctor ha logrado salir vivo, y aun así tiene serias heridas por el salto a gran velocidad.
-Fueron descuidados, sabían cuáles son las maniobras y las tácticas para evadir los misiles enemigos, y no las emplearon o lo hicieron mal. Yo no seré descuidado ni cometeré fallos – respondió mientras se levantaba con la taza de té en la mano, y miraba a través de la ventana la nevada que seguía cayendo sobre la base aérea de Ämari.
-Vamos Oleg, sabes tan bien como yo que muchas veces eso depende más de la suerte que de otra cosa. Han sido ellos, pero podíamos haber sido nosotros. A veces me sorprende lo frio y lo confiado que puedes ser…pero supongo que te va muy bien siendo de esa manera, tu carrera militar y los cuatro derribos que has conseguido, lo verifican.
-Exacto – dijo tajante el Mayor, dejando claro que no deseaba continuar con la discusión.
Ambos callaron. Oleg mirando a lo lejos y con la mirada perdida, dio un giro a sus pensamientos, y se imaginó cómo debía haber sido aquella base en tiempos de la Unión Soviética y como era ahora, tras ser remodelada según los gustos de la OTAN para convertirse en un hogar de aquello que los occidentales llamaban “Policía aérea del Báltico”. Daba lo mismo, la cuestión era que ahora, eran ellos, los rusos, los que disfrutaban de las comodidades y las instalaciones que los contribuyentes enemigos habían pagado, y no tenían intención alguna de volver a dejarla en manos de la OTAN. La base de Ämari había sido atacada por aire y asaltada por tierra por “spetsnatz” el primer día de la guerra, pero no fue ocupada definitivamente hasta dos días después, tras una breve resistencia de las fuerzas estonias. Desde entonces, los rusos habían trabajado en repararla y en ponerla de nuevo en servicio para que pudiese estar operativa lo antes posible, solo que esta vez, con cazas rusos operando contra la OTAN desde ella. Y desde el día 1 de febrero, el segundo escuadrón del 23º Regimiento de Cazas había aterrizado allí, e inmediatamente, había comenzado a operar desde esa base avanzada, que reducía en gran medida los tiempos de reacción para misiones de interceptación y defensa aérea, además de reducir el consumo de combustible y poder permanecer más tiempo patrullando o poder utilizar la postcombustión de los cazas con mayor generosidad.
A los 9 Su-35 que le quedaban al escuadrón cuando llegaron a Estonia, se les había unido otro aparato más, recién salido de fábrica, con lo que eran 10 los cazas disponibles, pero en realidad, siempre había uno o dos en tareas de mantenimiento, por lo que, para las operaciones, se programaban 8 aparatos como listos para el combate. En concreto, Oleg, como comandante del Escuadrón, había organizado dos patrullas de 4 interceptores en tierra cada una, una en alerta 5 y otra en alerta 15 (aunque en realidad los tiempos de reacción eran algo menores), de forma que los pilotos cubriesen turnos de 6 horas rotativos durante todo el día. Era un ritmo exigente, y eran pocas las horas de sueño que se podían permitir, pero no era peor que la de algunos de los intensos ejercicios con los que habían preparado la contienda. El Escuadrón necesitaban algún piloto más si querían mantener ese ritmo durante un tiempo prolongado, pero por el momento, y durante algunos días más, podrían apañarse con lo que tenían, aunque el Mayor esperaba que no fuera necesario sostener mucho aquella situación. Quería que la OTAN y los americanos, sobre todo los americanos, pensaba él, se avinieran a razones y dejaran estar esa disputa por tres pequeñas republicas que habían pertenecido a la URSS y a Rusia durante mucho tiempo, y que no siguieran por la senda de la confrontación con su país, que, en última instancia, no podía sino tener nefastas consecuencias para todos. Pese a lo frio que parecía y con la dureza que hablaba con sus subordinados, esperaba de todo corazón que los dirigentes occidentales se dieran cuenta de aquello y que pronto se sentasen a negociar una solución para todo aquel tremendo lío que se había montado en Europa.
-Mayor Sergun – oyó a sus espaldas como alguien lo requería.
- ¿Si? – dijo girándose y observando a un soldado, plantado frente a él, con un uniforme azul que a todas luces le quedaba grande, con algo de nieve por encima y que portaba una carpeta cerrada en su mano derecha, y una cartuchera con una pistola cruzada sobre su pecho.
-Esto es de parte del Coronel Mladenov, para usted solamente.
-Gracias, ya puedes retirarte - dijo mientras cogía la carpeta y el soldado saludaba marcialmente antes de girar sobre sus tacones y marcharse de la sala.
Dejó la taza de té en la mesa, abrió la carpeta, le echo un vistazo y acto seguido le dijo a Solomatin:
-Voy a mi cuarto a leer esto un rato, es importante. Si hay algo, me llamas.
-A la orden Mayor – dijo su amigo algo resentido todavía por el modo en que su superior había dado por concluida su conversación minutos antes.
Sergun salió de la sala y subió las escaleras hacia su cuarto. Entró y cerró la puerta tras de sí. Dejó la carpeta en la pequeña mesa que tenía al lado de la cama, y se sirvió un vaso de agua antes de sentarse y comenzar a leer aquellos papeles. Mladenov era el comandante del 23º Regimiento de Cazas, y le había prometido unas horas antes que le haría llegar la información de inteligencia de la que disponía, para que el Mayor se pudiera hacer una idea más veraz de como evolucionaba la situación de las operaciones aéreas y de la guerra en general. Lo primero que encontró en la carpeta era una hoja impresa de una página web de noticias rusa donde se podía leer en forma de titular, “El Caballero Negro vuelve a conseguir otro derribo”. Ante aquello, Sergun no pudo por menos que sonreír. No le gustaban mucho las alabanzas, pero entendía que la prensa nacional necesitará héroes y la propaganda oficial del gobierno los alentará. Al fin y al cabo, él había sido el primer piloto en derribar uno de los supuestamente invencibles F-22 enemigos y aquello se había noticiado bastante. Además, era el piloto ruso que más derribos había conseguido hasta la fecha con 4 banderas de la OTAN en el fuselaje de su Su-35, y su vistoso emblema de un caballero negro pintado en el Sukhoi, quedaba muy bien para las historias de héroes alados en la televisión.
Pero no era aquello lo que le interesaba al Mayor, así que le dio la vuelta, y siguió buscando con ahínco los datos que necesitaba. La siguiente hoja, esa si era la que esperaba. Bajo el sello de alto secreto, se encontraba un resumen de las bajas de aviones de combate sufridas por los dos bandos. Las bajas rusas eran fáciles de contabilizar, y ascendían a 42 aviones destruidos y 5 dañados gravemente, lo cual conllevaba que su reparación llevaría varias semanas como poco, y que podían dar por descontados para el futuro inmediato de la campaña aérea sobre el Báltico y el Noreste de Europa. Aquel número representaba aproximadamente, algo más de un 10% del total de las fuerzas aéreas rusas comprometidas en la campaña aérea. Había unos pocos aviones de ataque, sobre todo Su-25 que habían sido derribados por los misiles antiaéreos de corto alcance que los países bálticos y las tropas de la OTAN poseían en las repúblicas bálticas, además de algún Su-34 del primer ataque contra las infraestructuras de la OTAN en Polonia. Pero la mayoría de aparatos destruidos eran cazas, incluyendo los 6 MiG-31 derribados cuando intentaron acabar con los aviones de alerta temprana enemigos el primer día de la guerra, así como, por ejemplo, también otros 6 de los valiosos Su-35. Pero, sobre todo los Su-27, tanto en sus versiones más básicas como en las modernizadas, eran los que estaban sufriendo las mayores pérdidas, al ser la mayoría de aparatos que formaban parte del inventario ruso para la campaña.
Luego Sergun giró la hoja y en otro folio, aparecían las estimaciones de los aviones enemigos destruidos. En tierra se contabilizaban 8 de ellos durante los ataques contra las bases aéreas enemigas en Polonia, Estonia y Lituania, mientras que el total basado en las reclamaciones de los pilotos y los operadores de los batallones de defensa aérea, ascendían a casi 80 aparatos. El Mayor levantó una ceja en señal de incredulidad. Un asterisco remitía a la otra cara del folio, donde se hacía una estimación más realista en base a los derribos comprobados fehacientemente, y la cifra disminuía a poco más de 30, o sea, menos de la mitad, de los cuales casi un 50% eran derribos reclamados por los misiles antiaéreos, y el resto por los cazas. En la lista había 3 F-22 y un F-35, que eran el orgullo de los “cazadores” rusos, pero también había varios F-16 y algunos Typhoons entre otros. Sergun continúo revisando las cifras durante varios minutos y llegó a una conclusión que no le gustó nada, ya que, si bien las cifras de aparatos destruidos eran relativamente equiparables, en los combates aire- aire, los rusos perdían dos cazas por cada uno de la OTAN, y si bien aquello no hubiera sido un mal dato en otra época, como la soviética, durante la cual el Pacto de Varsovia contaba con ventaja numérica, en 2018 no era el caso. De hecho, los datos que Sergun leyó en la siguiente página del informe, indicaban que los aviones de combate de la OTAN, sin contar bombarderos de ninguno de los dos bandos, ya sobrepasaban a los que ellos estaban empleando en la campaña, y todavía seguirían aumentando en los próximos días, llegando a bases aéreas que estaban en posición de intervenir en el noreste de Europa. La estimación final de la inteligencia indicaba que podían verse sobrepasados por 1,5 o 2 aviones por cada uno ruso. Así que aquella proporción de 2 a 1 en contra por derribos en combates aire-aire era insostenible. Si además sumaba que ya era poco probable la destrucción de cazas enemigos en bases aéreas polacas, aunque estas tuvieran una baja operatividad por la acción de los misiles Iskander y de crucero que caían sobre ellas con cierta regularidad, y que de momento los aviones de alerta temprana rusos habían tenido mucha suerte escapando de los ataques enemigos, pero que los habían obligado a operar cada vez más al norte, a excepción del “bielorruso”, la situación se complicaba cada vez más. En aquel informe no decía nada del traslado de nuevos escuadrones rusos al Teatro de Operaciones, pero él pensó que alguien debía proponerlo, aunque fuera complicado. Del 4º Ejército Aéreo en el sur, poco podía esperarse, ya que Moscú seguía preocupado por que los ucranianos pudiesen intentar algo, con apoyo de la OTAN, contra Crimea o el este de Ucrania bajo el control de sus aliados pro-rusos, y ya habían enviado algunos escuadrones a la campaña báltica. Del 14º Ejercito Aéreo del Distrito militar Central, era poco lo que podía sacarse ya tras el traslado al inicio de la contienda de 2 escuadrones de Su-24, así que solo se contaba allí con 4 escuadrones de interceptores MiG-31, que debían mantenerse allí para defender el enorme espacio aéreo de la Rusia central. Así que solo quedaba el 11ª Ejercito Aéreo del D.M. del Este, de donde su Regimiento procedía, y del que ya se habían sacado varias unidades desde el inicio del conflicto, y solo restaban los aviones del 22º Regimiento de Cazas para cubrir la costa del Pacifico contra posibles incursiones norteamericanas contra Vladivostok o Petropavlosk, además de tener siempre en cuenta la amenaza de la oportunista China. Por lo tanto, las opciones eran muy limitadas a la hora de reforzar con nuevas unidades de cazas al 6º ejército Aéreo en su campaña europea.
Para el Mayor, la principal y más cercana preocupación, eran los aviones furtivos norteamericanos, así como la letal combinación entre el caza Typhoon y los misiles Meteor, que eran los que habían conseguido un mayor número de derribos de aviones rusos. Aunque llegó a aquellas conclusiones con preocupación y cierto fastidio, al menos pensaba que algo se estaba haciendo al respecto. Hacía unas horas que se habían colocado bajo el fuselaje de sus Su-35, y tras la integración con los sistemas de armas de los cazas, los primeros misiles R-77M con alcance ampliado y mejor cabeza buscadora, lo que haría que los Su-35 del 23º Regimiento de Caza, tuviesen un misil a la altura de los Meteor y poder combatir con los Typhoon de la RAF y la Luftwaffe en igualdad de condiciones. El problema era que de momento habían llegado muy pocos, y tan solo daba para dos misiles por caza, pero era mejor que lo que tenían hasta ahora, y esperaban recibir más con el paso de los días. Respecto a los cazas furtivos, se seguía haciendo hincapié en el uso del IRST y de los modos del radar de los propios cazas, así como de los datos en red de todos los sistemas de detección, y principalmente de la comunicación con los radares terrestres de muy alta y ultra alta frecuencia para tratar de contrarrestar a esos peligrosos cazas enemigos. Además, Mladenov había advertido a Sergun del posible despliegue inmediato del más moderno caza ruso, lo que en la práctica significaba que los prototipos del furtivo Sukhoi Su-57, el nuevo caza ruso de superioridad aérea al que todavía le quedaban unos años para entrar en servicio, podría estar participando en misiones de combate en poco tiempo, aún a pesar de su escaso número y el estado embrionario del proyecto.
La última hoja de la carpeta informaba al Mayor de una operación que recién había terminado al enviar la documentación, donde la Armada rusa había realizado un ataque desde un submarino con misiles Kalibr, contra la estación del llamado radar “Cobra Dane” en Shemya, en las islas Aleutianas, frente a la península de Kamchatka en respuesta a la destrucción del radar estratégico “Voronezh” de Kaliningrado, mientras que la Fuera Aérea había lanzado, desde el espacio aéreo ruso en Kamchatka, y desde 8 bombarderos Tu-95, una andanada de 64 misiles de crucero Kh-101 y Kh-555 contra la base aérea de Elmendorf en Alaska en respuesta también a los ataques de la OTAN contra las bases militares rusas en Kaliningrado, cumpliendo así la amenaza de responder a los ataques enemigos contra territorio ruso, con ataques sobre los Estados Unidos. El ataque de Shemya se había confirmado un éxito con la destrucción del radar, mientras que contra la base aérea de Elmendorf era más difícil de valorar, ya que al parecer bastantes misiles habían sido derribados, pero posiblemente casi la mitad de ellos habían impactado en sus objetivos, aunque los daños todavía no habían sido evaluados. Aquello era sin duda preocupante, ya que escalaba de manera importante el conflicto, pero a los ojos de Sergun, era lógico que, si la OTAN atacaba territorio soberano ruso, ellos respondieran contra territorio norteamericano, como principal socio de la Alianza Atlántica.
El Mayor Sergun iba a volver a revisar los datos de bajas propias y enemigas, cuando de pronto oyó aullar la sirena de alerta, advirtiendo de una incursión enemiga. Dejó rápidamente la carpeta sobre la mesa y bajó corriendo las escaleras hacia la sala, donde se reunió con los demás pilotos y personal de tierra, y salieron de ella para subirse a un vehículo que los esperaba en la puerta y que los llevó a toda prisa hacia los refugios acorazados donde les esperaban sus estilizadas monturas aladas, mientras los cazas en alerta 5 ya comenzaban a rodar por la pista de despegue, y a tronar sus potentes motores. En pocos minutos estaban todos en el aire y dirigiéndose al sur, mientras recibían información del ataque enemigo, al encuentro de los aviones de la OTAN y de una nueva batalla aérea.
Hora y media después…
Tras apagar el Mayor Sergun los motores de su caza y dejar que fuera remolcado por el pequeño tractor al interior del refugio acorazado, todavía empapado en sudor y con la adrenalina bajando a niveles aceptables, sus ojos se cerraron y toda la misión que acababa de volar pasó por su mente en unos segundos. Podía ver con claridad a sus nuevos misiles de mayor alcance saliendo de sus alas, y como con ellos habían logrado una mayor igualdad a la hora de enfrentarse con los 4 Typhoon enemigos, aunque eso no fue óbice para que su amigo el Capitán Solomatin fuera derribado, pese a lograr él mismo uno de los derribos. Al menos pudo comprobar con alivio como se abría el paracaídas de su compañero y que parecía estar consciente y bien.
También recordó con gran alivio, la providencial y anunciada intervención por parte de su comandante de los nuevos Su-57, que acudieron en su ayuda cuando algunos F-35 norteamericanos se unían a la “fiesta”, y como tras ello, y volverse la batalla aérea tremendamente vertiginosa y confusa, los dos Su-35 restantes de su escuadrilla, él y su punto, eran redirigidos por el AWACS de mando y control, a interceptar a los aviones de ataque de la OTAN que atacaban posiciones rusas. Llegaron demasiado tarde ya que aquellos cazabombarderos habían soltado su letal carga sobre sus objetivos, pero al menos, “el Caballero Negro”, logró colocar un R-73 en la tobera de un Mirage 2000, consiguiendo así su quinto derribo y su ascensión a la categoría de “As” de la Fuerza Aérea Rusa.
Tras acercarse a la frontera polaca persiguiendo al resto de los cazas franceses, el disparo de misiles SAM enemigos desde el otro lado de la misma, fue uno de los momentos más peligrosos de la misión, e hizo que abortaran la persecución. Pero pronto fueron redirigidos a la defensa aérea de su propia base, ya que algunos aviones de la OTAN estaban tratando de adentrarse en las repúblicas bálticas por el oeste, y aunque estaban siendo atacados por los SAM propios, el coordinador ruso de la batalla aérea consideró que colocar algunos cazas sobre las Bases Aéreas de Ämari y Lielvarde ayudaría por si algún avión enemigo traspasaba sus defensas. Y efectivamente así fue. Tras atraer la atención rusa hacia Lituania, algunos cazas enemigos sobrevolando el Báltico se habían dirigido hacia las Bases Aéreas en Letonia y Estonia, y lograron, básicamente en la de Lielvarde, producir algunos daños. En Ämari, y en buena medida por la acción de Sergun y su punto, que aceleraron al máximo para poder interceptar a los atacantes, pero también por la presencia de un CAP de sendos Su-27 que habían despegado minutos atrás desde la base aérea de Soltsy-2 y que el segundo A-50 de mando y control que volaba sobre espacio aéreo ruso, cerca de Ostrov, había desplazado allí, lograron enfrentarse al ataque. Dicho AWACS ruso pudo escapar del ataque de un par de F-22 que previamente había logrado derribar a otro A-50 que volaba al suroeste de Estonia, y que era el primer avión ruso de ese tipo derribado durante el conflicto, al no estar los pilotos de la OTAN autorizados a atacar aviones enemigos sobre espacio aéreo ruso que no fuera el de Kaliningrado. Los F-22 habían logrado cazar al AWACS enemigo utilizando una mezcla de la furtividad propia del caza para acercarse lo máximo posible antes de ser detectado, unido a su capacidad de supercrucero para cruzar como un relámpago el Báltico a Mach 1,5 y terminar lanzando una andanada de 8 misiles AIM-120D (integrados de urgencia en los F-22 hacía muy poco) desde una distancia de casi 90 millas. Al estar la mayoría de los cazas rusos ocupados en los cielos lituanos, solo los escoltas, 2 MiG-29 pudieron reaccionar, pero no pudieron evitar el lanzamiento de los misiles norteamericanos, e incluso uno de ellos que se acercó demasiado, resultó abatido por un AIM-9X lanzado por el Raptor líder.
Por su parte, con los últimos misiles que le restaban al Mayor Sergun, consiguió su sexto derribo sobre un Tornado alemán, desbaratando definitivamente el asalto de la OTAN sobre Ämari, que solo recibió ligeros daños en algunos edificios y en su sistema de aterrizaje instrumental. Al final, y como más tarde sabría el piloto ruso, pese a las dos victorias conseguidas por él y varios derribos más de los interceptores y misiles tierra-aire rusos, de nuevo, las bajas en cazas propios fueron importantes y dejaban a sus escuadrones cada vez más debilitados. Era una guerra de desgaste que Moscú no iba a poder ganar si la contienda se alargaba en los cielos bálticos, y si no podía ganar la batalla aérea, entonces, tan solo podrían tratar de entorpecer y debilitar lo más posible a las Fuerzas Aéreas de los países de la OTAN que participaban en aquella campaña, para al menos, no perder la guerra. No eran ideas muy esperanzadoras, más cuando supuestamente, Rusia era la vencedora del conflicto por el momento, pero al Mayor le gustaba mirar a lo lejos para saber lo que estaba por llegar… y seguía sin gustarle nada.
7 de febrero de 2018. 07.21 hora local. En los bosques situados al sur del parque nacional de Soomaa, Estonia.
Allí, en la carretera y justo a sus pies, con la juventud reflejada en el rostro de la mayoría de ellos, tendidos en el helado suelo y cubiertos de sangre, yacían los destrozados cuerpos de los soldados rusos. Eran ocho, y tan solo unos minutos antes habían formado parte de una patrulla enemiga que vigilaba aquella zona a bordo de un todoterreno y un blindado ligero BRDM-2. Por desgracia para ellos, habían tenido la mala idea de detenerse cerca de donde Hendrik y sus compañeros estaban pasando la noche, en el interior del bosque.
Cuando el estonio, de guardia en aquel momento, escuchó el ruido de los motores y notó como al poco se detenían los vehículos cerca de su improvisado campamento, despertó al resto del grupo, y se pusieron en guardia. El Sargento Kaljurand los guio al lugar de donde provenía el ruido. Al llegar a las inmediaciones, en completo sigilo y bien camuflados con sus uniformes blancos llenos de ramas y barro, los soldados de la OTAN pudieron ver a un grupo de soldados rusos al pie de la carretera de tierra que cruzaba aquel segmento de bosque. Tres estaban orinando de cara a ellos, justo en el límite del bosque y a pocos metros de su posición, pero sin tener la más remota idea de que estaban siendo observados. Otros cuatro se pasaban una botella de vodka de la que bebían a morro mientras hablaban por lo bajo, y soltaban alguna que otra risita nerviosa. Solo el conductor del blindado permanecía en su puesto, aunque con la cabeza fuera de él, asomada por la escotilla.
Aquella actitud tan relajada de los soldados enemigos, en medio de un país enemigo, que, aunque ocupado no dejaba de luchar, solo podía significar que aquellos rusos no se habían encontrado nunca con la resistencia estonia, o que eran tropas recién llegadas y que no eran conscientes del peligro que suponía hacer aquel ruido en medio del espeso bosque, en el que poco control ejercía todavía el Ejército ruso. Pero para Kaljarund y sus hombres, no era la primera vez que se las veían con patrullas rusas, desde que hacía casi dos semanas se habían visto obligados a actuar como guerrilleros en los bosques del país, al desmoronarse la resistencia de las tropas de la OTAN en Estonia. Tan solo en la capital Tallin, se seguía combatiendo, por lo que habían conseguido averiguar del encuentro con algún lugareño. Sea como fuere, tras pensar que aquella era una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar y castigar así a aquellos invasores, tras un rápido intercambio de signos con las manos del Sargento estonio con sus hombres, Kaljurand abrió fuego sobre el conductor del BDRM-2, alcanzándolo en la cabeza, mientras que Lindpere y Baranov destrozaban a los bebedores de vodka con la MG-3, y la Sargento Gallardo y Rein, acribillaban a los que orinaban. Los rusos no tuvieron oportunidad alguna, y fueron barridos en cuestión de segundos. Ni siquiera hubo algún herido, todos quedaron como un colador, con sus uniformes llenos de agujeros de bala. Fue una acción corta y brutal, justo como aquellos soldados habían aprendido a combatir y a vivir en unos pocos días.
Hendrik, al verlos a sus pies, no podía dejar de sentir una cierta lástima por aquellos malnacidos, aunque sabía que no debería, por lo que le estaban haciendo a su país, a sus compatriotas, y quien sabe si a sus familiares y seres queridos, de los que no tenían noticias desde el comienzo de las hostilidades. Levantó la mirada despacio, y vio cómo su compañera española, la Sargento Gallardo, escupía encima de uno de los cadáveres.
- ¿Estás bien? – le pregunto Hendrik en inglés.
-Ahora mejor, con rusos muertos, mejor…mucho mejor.
Aquella mujer, todavía joven a sus 29 años, con el gorro de lana calado hasta las cejas, con gafas, bajita, de tez morena, y ancha de huesos, había cambiado mucho desde que la conoció unos días atrás, cuando no dejaba de ser una soldado profesional, tan buena o mala como cualquier otro soldado de la OTAN y que en principio debía ver todo aquello como un conflicto bastante ajeno por lo alejado de su país. Pero la perdida de sus compañeros en el blindado por un proyectil que llegó del cielo y que nunca supieron quien lo disparó, al día siguiente de haberse encontrado con los soldados estonios, la había cambiado. Seguramente porque alguno de aquellos hombres, ahora fallecidos, era algo más que un subordinado, aunque era una simple elucubración suya ya que ella no había dicho nada al respecto. Gallardo primero quedó en estado de shock, y se pensó seriamente en abandonarla por considerarla una carga demasiado pesada, pero al final convinieron que no podían hacer aquello, y para cuando llegaron a una pequeña aldea donde pensaban dejarla en mano de los habitantes locales, ella ya había reaccionado…y de qué forma. Desde entonces, su mirada cambió, ahora daba miedo, era siempre la primera en ofrecerse voluntaria para las tareas más arriesgadas, y la que, con más ímpetu, arrojo y casi fanatismo, quería luchar con los rusos, enfadándose mucho incluso cuando Kaljurand, trataba de evitar el encuentro con los rusos, que eran demasiadas veces para el gusto de la Sargento española. Por suerte, el estonio era más antiguo que la española y, además, conocedor del lugar, así que no hubo muchas disputas sobre quien debía estar al mando del grupo pese a que los dos ostentaran el mismo rango.
Recogieron las armas y la munición de los enemigos, ya que se estaban quedando sin la suya propia, además de la comida que llevaban en los vehículos, y baterías para la radio que habían robado días atrás y que les permitía seguir en cierto modo las operaciones rusas por la zona, para acto seguido, comenzar a arrastrar los cuerpos al interior de los mismos. Después, el Sargento y Baranov los condujeron hasta una marisma cercana y los hundieron en ella, para tratar de borrar las huellas de su presencia en aquella zona, esperando que la nevada que comenzaba a caer sobre ellos, haría el resto. Al regresar con sus hombres, Kaljurand y los demás, levantaron apresuradamente el campamento y se pusieron en marcha para tratar de alejarse lo antes posible de aquel punto, bosque adentro, siempre tratando de evitar las zonas pobladas, que estaban más vigiladas y donde, además, algunas aldeas y pueblos ya habían sido objeto de las acciones de castigo rusas por colaborar con los guerrilleros.
Kaljurand estaba seguro que cuando la patrulla enemiga fallase al control por radio con sus superiores, sería declarada perdida y algún medio aéreo, posiblemente un dron, aparecería revoloteando por allí a no mucho tardar…y habían aprendido a temer a todo lo que se moviera por el aíre. Los medios aéreos, helicópteros, drones e incluso algún que otro avión de ataque, eran las principales herramientas que los rusos estaban empleando contra la cada vez más agresiva y numerosa insurgencia estonia, y báltica en general. Ante la falta de efectivos suficientes para controlar todo el terreno, ya que la mayoría se ocupaban de la lucha en Tallin, o de ocupar las ciudades, puertos y lugares estratégicos más importantes, la gran superficie boscosa y lagunar del país, apenas podía ser ocupada por las tropas rusas, que trataban de hacer efectivo su control mediante patrullas terrestres en unión de medios aéreos, y de momento no les había ido mal. Pero los soldados estonios derrotados de forma convencional por el número y poder de fuego ruso días atrás, ahora comenzaban a formar una fuerza irregular que, cada vez más, estaba llevando una guerra de guerrillas en zonas rurales y remotas del país, y que poco a poco, cada vez más organizados, trataban de interferir en las vías de comunicación y las operaciones enemigas.
Todavía quedaban pequeños grupos aislados por todo el territorio estonio, como el de Hendrik y sus compañeros, pero que poco a poco iban tomando contacto con mandos superiores, y eran organizados en una fuerza más conjuntada y dirigida desde sectores regionales, que trataban de proporcionales suministros, información y objetivos, siguiendo una clara estrategia de preguerra, que iba dando sus frutos, al menos mientras los rusos no pusieran más “botas sobre el terreno”. Aquello no era tarea fácil para Moscú ya que su ejército, pese a ser enorme, no le sobraban precisamente los soldados y de hecho tenía una falta casi crónica de tropas para poder mantener al 100% sus unidades, además de las otras responsabilidades que tenían como la lucha en Ucrania, mantener la presencia en Moldavia, Crimea, el Cáucaso y republicas centro asiáticas, además de las tropas que se acantonaban cerca de China y la península coreana. Aun así, fuerzas significativas de refuerzo del Distrito Militar Oeste y Centro, así como de la nueva Guardia Nacional, estaban tomando posiciones para hacer frente a las tropas de la OTAN en Polonia y para tratar de mantener una mayor presencia y control en todo el territorio de las repúblicas bálticas, reforzando así a las fuerzas del 6º Ejército y del 1º Ejercito de Tanques de la Guardia. Y era precisamente esa, la de mantener ocupadas a las fuerzas rusas lejos de las tropas de la OTAN en Polonia, además de interrumpir sus vías de suministro, lo que debían hacer las cada vez mayores fuerzas de resistencia bálticas. De su éxito o no, dependería en buena medida la posibilidad de volver a tener un país independiente para los estonios, letones y lituanos.
En todo ello iba pensando el Sargento, mientras avanzaban en medio de la nevada hacia lo profundo del bosque, cuando, de la nada, surgieron un grupo de hombres con trajes de camuflaje para invierno y armados hasta los dientes. Parapetados tras los árboles, aquellos soldados tenían complemente rodeados al Sargento y a su equipo. Hendrik Rein se quedó estupefacto. No supo decir cómo podían haberlos pillado tan de sorpresa, cuando creía que tras varios días sobreviviendo en los bosques, pensaba que habían aprendido a esquivar a las patrullas rusas. Estaba claro que no era así, y posiblemente lo pagarían con sus vidas. Solo la Sargento Gallardo reaccionó al levantar su arma, pero el Sargento y Rein intervinieron.
- ¡No…no hagas tonterías! ¡Baja el arma o vamos a acabar todos muertos! – le gritó Kaljurand en inglés.
- ¡Irene, por favor…! – le suplicó Rein, que, pese a todo quería vivir, aunque fuera prisionero de los rusos.
-No…no pienso dejarme apresar por estos asesinos…podéis entregaros si queréis, pero yo no voy a hacerlo – respondió mientras sostenía amenazante su fusil apuntando a unos de aquellos soldados salidos de la nada.
De pronto se hizo un silencio tremendamente tenso en el que nadie supo muy bien que hacer, que al final se rompió por una voz en inglés, con fuerte acento.
- ¿Quiénes sois? Identificaos.
-Soldados de la OTAN – respondió lacónicamente el Sargento Kaljurand, sorprendido por el acento inglés de aquel hombre.
-Que baje el arma su hombre, voy a salir…
-¡Sargento Gallardo, baje el arma, es una orden! – dijo el Sargento estonio a la española, que acató la orden a regañadientes.
Uno de aquellos hombres salió de entre la nevada y los árboles, y se acercó al grupo de Rein con el arma solo cogida por el guardamanos.
- ¿Tiene una identificación? – dijo en estonio.
-…si…aquí…un momento… - respondió Kaljurand, totalmente sorprendido que los rusos le hablasen en un estonio tan fluido…seguramente “spetsnaz”. Y mientras sacaba su carnet identificativo, como se suponía que debía hacerlo al caer prisionero, se dio cuenta que no les habían pedido que lanzasen sus armas, y que el fusil de aquel soldado no era ninguno ruso, sino lo que parecía un HK417 con visor óptico. - ¿Quiénes sois vosotros…? – preguntó cada vez más extrañado.
-Teniente Joonas Tamm, de las Fuerzas Especiales estonias… encantado de conocerlo Sargento Kaljurand. – dijo con una amplia sonrisa en su rostro. - Han hecho un buen trabajo eliminando a la patrulla rusa hace un rato. Mis exploradores me han avisado de la acción y de por donde se retiraban, pero comprenderá que debemos tomar ciertas precauciones antes de tomar contacto con un grupo de soldados que vaga por el bosque.
-Si…si… - dijo casi balbuceando el Sargento en una de las pocas veces que Rein lo vio desorientado por lo que ocurría, desde que lo conocía. – Estos son mis hombres, 3ª Batallón de la 2ª Brigada de infantería… y la Sargento Gallardo, española, del batallón de la OTAN el Letonia.
-Pues están todos muy lejos de sus casas – dijo el Teniente a la vez que hacia un gesto a sus hombres para que saliesen. – Estos son mis muchachos. Buena gente que está haciendo la vida más complicada a esos malnacidos rusos.
-Gracias a Dios…pensaba que ya éramos prisioneros o incluso que nos iban a fusilar – intervino Jaak, al que ahora su ametralladora parecía pesarle una tonelada al dejar de fluir la adrenalina por su sangre.
-Tranquilo, estáis en buenas manos. Ahora, si venís con nosotros, quizás podamos daros algo caliente de comer y un poco de descanso a cubierto.
- ¿Dónde hay que firmar? – saltó Hendrik con obvio regocijo.
Tras lo cual le explicó a la Sargento española lo que sucedía, ya que esta estaba totalmente perdida al oír a los que suponía rusos, actuar tan amigablemente con sus compañeros estonios.
-Parece que lo habéis pasado bastante mal – afirmó el Teniente.
-Si…ha sido bastante duro.
El té caliente siempre reconfortaba el cuerpo, pensaba el Mayor Oleg Sergun, tras las horas de guardia pasadas en el frio (pese a la calefacción) refugio blindado al lado de su enorme Su-35, y en espera de alguna alerta que activase la reacción del escuadrón de cazas ruso. Ahora tras finalizar su guardia de alerta 5, y pasar a una situación más relajada de alerta 15, se encontraba en el edificio de personal, cerca de la torre de control, sentado en un cómodo sofá y tomando el té con su amigo el Capitán Solomatin, mientras otros pilotos y mecánicos, jugaban al ajedrez, ojeaban una revista o trataban de dormir un poco.
-Es extraño que no hayamos tenido ni una alerta en la guardia – dijo Solomatin tratando de entablar conversación.
-Sí, parece que hoy los “amerikanski” – como se refería despectivamente a todos los miembros de la OTAN el Mayor Sergun - no quieren visitarnos…será por el tiempo, mejor para ellos.
-Y para nosotros… ¿no estás cansado de volar cada día y de sentir que cada uno pueda ser el último?
-La verdad es que no – dijo encogiéndose de hombros – me gusta volar, y me gusta derribar cazas enemigos.
-Y a mí, por supuesto, pero cada vez que salimos existe la probabilidad de que no regresemos…piensa en los tres compañeros caídos del escuadrón, solo Víctor ha logrado salir vivo, y aun así tiene serias heridas por el salto a gran velocidad.
-Fueron descuidados, sabían cuáles son las maniobras y las tácticas para evadir los misiles enemigos, y no las emplearon o lo hicieron mal. Yo no seré descuidado ni cometeré fallos – respondió mientras se levantaba con la taza de té en la mano, y miraba a través de la ventana la nevada que seguía cayendo sobre la base aérea de Ämari.
-Vamos Oleg, sabes tan bien como yo que muchas veces eso depende más de la suerte que de otra cosa. Han sido ellos, pero podíamos haber sido nosotros. A veces me sorprende lo frio y lo confiado que puedes ser…pero supongo que te va muy bien siendo de esa manera, tu carrera militar y los cuatro derribos que has conseguido, lo verifican.
-Exacto – dijo tajante el Mayor, dejando claro que no deseaba continuar con la discusión.
Ambos callaron. Oleg mirando a lo lejos y con la mirada perdida, dio un giro a sus pensamientos, y se imaginó cómo debía haber sido aquella base en tiempos de la Unión Soviética y como era ahora, tras ser remodelada según los gustos de la OTAN para convertirse en un hogar de aquello que los occidentales llamaban “Policía aérea del Báltico”. Daba lo mismo, la cuestión era que ahora, eran ellos, los rusos, los que disfrutaban de las comodidades y las instalaciones que los contribuyentes enemigos habían pagado, y no tenían intención alguna de volver a dejarla en manos de la OTAN. La base de Ämari había sido atacada por aire y asaltada por tierra por “spetsnatz” el primer día de la guerra, pero no fue ocupada definitivamente hasta dos días después, tras una breve resistencia de las fuerzas estonias. Desde entonces, los rusos habían trabajado en repararla y en ponerla de nuevo en servicio para que pudiese estar operativa lo antes posible, solo que esta vez, con cazas rusos operando contra la OTAN desde ella. Y desde el día 1 de febrero, el segundo escuadrón del 23º Regimiento de Cazas había aterrizado allí, e inmediatamente, había comenzado a operar desde esa base avanzada, que reducía en gran medida los tiempos de reacción para misiones de interceptación y defensa aérea, además de reducir el consumo de combustible y poder permanecer más tiempo patrullando o poder utilizar la postcombustión de los cazas con mayor generosidad.
A los 9 Su-35 que le quedaban al escuadrón cuando llegaron a Estonia, se les había unido otro aparato más, recién salido de fábrica, con lo que eran 10 los cazas disponibles, pero en realidad, siempre había uno o dos en tareas de mantenimiento, por lo que, para las operaciones, se programaban 8 aparatos como listos para el combate. En concreto, Oleg, como comandante del Escuadrón, había organizado dos patrullas de 4 interceptores en tierra cada una, una en alerta 5 y otra en alerta 15 (aunque en realidad los tiempos de reacción eran algo menores), de forma que los pilotos cubriesen turnos de 6 horas rotativos durante todo el día. Era un ritmo exigente, y eran pocas las horas de sueño que se podían permitir, pero no era peor que la de algunos de los intensos ejercicios con los que habían preparado la contienda. El Escuadrón necesitaban algún piloto más si querían mantener ese ritmo durante un tiempo prolongado, pero por el momento, y durante algunos días más, podrían apañarse con lo que tenían, aunque el Mayor esperaba que no fuera necesario sostener mucho aquella situación. Quería que la OTAN y los americanos, sobre todo los americanos, pensaba él, se avinieran a razones y dejaran estar esa disputa por tres pequeñas republicas que habían pertenecido a la URSS y a Rusia durante mucho tiempo, y que no siguieran por la senda de la confrontación con su país, que, en última instancia, no podía sino tener nefastas consecuencias para todos. Pese a lo frio que parecía y con la dureza que hablaba con sus subordinados, esperaba de todo corazón que los dirigentes occidentales se dieran cuenta de aquello y que pronto se sentasen a negociar una solución para todo aquel tremendo lío que se había montado en Europa.
-Mayor Sergun – oyó a sus espaldas como alguien lo requería.
- ¿Si? – dijo girándose y observando a un soldado, plantado frente a él, con un uniforme azul que a todas luces le quedaba grande, con algo de nieve por encima y que portaba una carpeta cerrada en su mano derecha, y una cartuchera con una pistola cruzada sobre su pecho.
-Esto es de parte del Coronel Mladenov, para usted solamente.
-Gracias, ya puedes retirarte - dijo mientras cogía la carpeta y el soldado saludaba marcialmente antes de girar sobre sus tacones y marcharse de la sala.
Dejó la taza de té en la mesa, abrió la carpeta, le echo un vistazo y acto seguido le dijo a Solomatin:
-Voy a mi cuarto a leer esto un rato, es importante. Si hay algo, me llamas.
-A la orden Mayor – dijo su amigo algo resentido todavía por el modo en que su superior había dado por concluida su conversación minutos antes.
Sergun salió de la sala y subió las escaleras hacia su cuarto. Entró y cerró la puerta tras de sí. Dejó la carpeta en la pequeña mesa que tenía al lado de la cama, y se sirvió un vaso de agua antes de sentarse y comenzar a leer aquellos papeles. Mladenov era el comandante del 23º Regimiento de Cazas, y le había prometido unas horas antes que le haría llegar la información de inteligencia de la que disponía, para que el Mayor se pudiera hacer una idea más veraz de como evolucionaba la situación de las operaciones aéreas y de la guerra en general. Lo primero que encontró en la carpeta era una hoja impresa de una página web de noticias rusa donde se podía leer en forma de titular, “El Caballero Negro vuelve a conseguir otro derribo”. Ante aquello, Sergun no pudo por menos que sonreír. No le gustaban mucho las alabanzas, pero entendía que la prensa nacional necesitará héroes y la propaganda oficial del gobierno los alentará. Al fin y al cabo, él había sido el primer piloto en derribar uno de los supuestamente invencibles F-22 enemigos y aquello se había noticiado bastante. Además, era el piloto ruso que más derribos había conseguido hasta la fecha con 4 banderas de la OTAN en el fuselaje de su Su-35, y su vistoso emblema de un caballero negro pintado en el Sukhoi, quedaba muy bien para las historias de héroes alados en la televisión.
Pero no era aquello lo que le interesaba al Mayor, así que le dio la vuelta, y siguió buscando con ahínco los datos que necesitaba. La siguiente hoja, esa si era la que esperaba. Bajo el sello de alto secreto, se encontraba un resumen de las bajas de aviones de combate sufridas por los dos bandos. Las bajas rusas eran fáciles de contabilizar, y ascendían a 42 aviones destruidos y 5 dañados gravemente, lo cual conllevaba que su reparación llevaría varias semanas como poco, y que podían dar por descontados para el futuro inmediato de la campaña aérea sobre el Báltico y el Noreste de Europa. Aquel número representaba aproximadamente, algo más de un 10% del total de las fuerzas aéreas rusas comprometidas en la campaña aérea. Había unos pocos aviones de ataque, sobre todo Su-25 que habían sido derribados por los misiles antiaéreos de corto alcance que los países bálticos y las tropas de la OTAN poseían en las repúblicas bálticas, además de algún Su-34 del primer ataque contra las infraestructuras de la OTAN en Polonia. Pero la mayoría de aparatos destruidos eran cazas, incluyendo los 6 MiG-31 derribados cuando intentaron acabar con los aviones de alerta temprana enemigos el primer día de la guerra, así como, por ejemplo, también otros 6 de los valiosos Su-35. Pero, sobre todo los Su-27, tanto en sus versiones más básicas como en las modernizadas, eran los que estaban sufriendo las mayores pérdidas, al ser la mayoría de aparatos que formaban parte del inventario ruso para la campaña.
Luego Sergun giró la hoja y en otro folio, aparecían las estimaciones de los aviones enemigos destruidos. En tierra se contabilizaban 8 de ellos durante los ataques contra las bases aéreas enemigas en Polonia, Estonia y Lituania, mientras que el total basado en las reclamaciones de los pilotos y los operadores de los batallones de defensa aérea, ascendían a casi 80 aparatos. El Mayor levantó una ceja en señal de incredulidad. Un asterisco remitía a la otra cara del folio, donde se hacía una estimación más realista en base a los derribos comprobados fehacientemente, y la cifra disminuía a poco más de 30, o sea, menos de la mitad, de los cuales casi un 50% eran derribos reclamados por los misiles antiaéreos, y el resto por los cazas. En la lista había 3 F-22 y un F-35, que eran el orgullo de los “cazadores” rusos, pero también había varios F-16 y algunos Typhoons entre otros. Sergun continúo revisando las cifras durante varios minutos y llegó a una conclusión que no le gustó nada, ya que, si bien las cifras de aparatos destruidos eran relativamente equiparables, en los combates aire- aire, los rusos perdían dos cazas por cada uno de la OTAN, y si bien aquello no hubiera sido un mal dato en otra época, como la soviética, durante la cual el Pacto de Varsovia contaba con ventaja numérica, en 2018 no era el caso. De hecho, los datos que Sergun leyó en la siguiente página del informe, indicaban que los aviones de combate de la OTAN, sin contar bombarderos de ninguno de los dos bandos, ya sobrepasaban a los que ellos estaban empleando en la campaña, y todavía seguirían aumentando en los próximos días, llegando a bases aéreas que estaban en posición de intervenir en el noreste de Europa. La estimación final de la inteligencia indicaba que podían verse sobrepasados por 1,5 o 2 aviones por cada uno ruso. Así que aquella proporción de 2 a 1 en contra por derribos en combates aire-aire era insostenible. Si además sumaba que ya era poco probable la destrucción de cazas enemigos en bases aéreas polacas, aunque estas tuvieran una baja operatividad por la acción de los misiles Iskander y de crucero que caían sobre ellas con cierta regularidad, y que de momento los aviones de alerta temprana rusos habían tenido mucha suerte escapando de los ataques enemigos, pero que los habían obligado a operar cada vez más al norte, a excepción del “bielorruso”, la situación se complicaba cada vez más. En aquel informe no decía nada del traslado de nuevos escuadrones rusos al Teatro de Operaciones, pero él pensó que alguien debía proponerlo, aunque fuera complicado. Del 4º Ejército Aéreo en el sur, poco podía esperarse, ya que Moscú seguía preocupado por que los ucranianos pudiesen intentar algo, con apoyo de la OTAN, contra Crimea o el este de Ucrania bajo el control de sus aliados pro-rusos, y ya habían enviado algunos escuadrones a la campaña báltica. Del 14º Ejercito Aéreo del Distrito militar Central, era poco lo que podía sacarse ya tras el traslado al inicio de la contienda de 2 escuadrones de Su-24, así que solo se contaba allí con 4 escuadrones de interceptores MiG-31, que debían mantenerse allí para defender el enorme espacio aéreo de la Rusia central. Así que solo quedaba el 11ª Ejercito Aéreo del D.M. del Este, de donde su Regimiento procedía, y del que ya se habían sacado varias unidades desde el inicio del conflicto, y solo restaban los aviones del 22º Regimiento de Cazas para cubrir la costa del Pacifico contra posibles incursiones norteamericanas contra Vladivostok o Petropavlosk, además de tener siempre en cuenta la amenaza de la oportunista China. Por lo tanto, las opciones eran muy limitadas a la hora de reforzar con nuevas unidades de cazas al 6º ejército Aéreo en su campaña europea.
Para el Mayor, la principal y más cercana preocupación, eran los aviones furtivos norteamericanos, así como la letal combinación entre el caza Typhoon y los misiles Meteor, que eran los que habían conseguido un mayor número de derribos de aviones rusos. Aunque llegó a aquellas conclusiones con preocupación y cierto fastidio, al menos pensaba que algo se estaba haciendo al respecto. Hacía unas horas que se habían colocado bajo el fuselaje de sus Su-35, y tras la integración con los sistemas de armas de los cazas, los primeros misiles R-77M con alcance ampliado y mejor cabeza buscadora, lo que haría que los Su-35 del 23º Regimiento de Caza, tuviesen un misil a la altura de los Meteor y poder combatir con los Typhoon de la RAF y la Luftwaffe en igualdad de condiciones. El problema era que de momento habían llegado muy pocos, y tan solo daba para dos misiles por caza, pero era mejor que lo que tenían hasta ahora, y esperaban recibir más con el paso de los días. Respecto a los cazas furtivos, se seguía haciendo hincapié en el uso del IRST y de los modos del radar de los propios cazas, así como de los datos en red de todos los sistemas de detección, y principalmente de la comunicación con los radares terrestres de muy alta y ultra alta frecuencia para tratar de contrarrestar a esos peligrosos cazas enemigos. Además, Mladenov había advertido a Sergun del posible despliegue inmediato del más moderno caza ruso, lo que en la práctica significaba que los prototipos del furtivo Sukhoi Su-57, el nuevo caza ruso de superioridad aérea al que todavía le quedaban unos años para entrar en servicio, podría estar participando en misiones de combate en poco tiempo, aún a pesar de su escaso número y el estado embrionario del proyecto.
La última hoja de la carpeta informaba al Mayor de una operación que recién había terminado al enviar la documentación, donde la Armada rusa había realizado un ataque desde un submarino con misiles Kalibr, contra la estación del llamado radar “Cobra Dane” en Shemya, en las islas Aleutianas, frente a la península de Kamchatka en respuesta a la destrucción del radar estratégico “Voronezh” de Kaliningrado, mientras que la Fuera Aérea había lanzado, desde el espacio aéreo ruso en Kamchatka, y desde 8 bombarderos Tu-95, una andanada de 64 misiles de crucero Kh-101 y Kh-555 contra la base aérea de Elmendorf en Alaska en respuesta también a los ataques de la OTAN contra las bases militares rusas en Kaliningrado, cumpliendo así la amenaza de responder a los ataques enemigos contra territorio ruso, con ataques sobre los Estados Unidos. El ataque de Shemya se había confirmado un éxito con la destrucción del radar, mientras que contra la base aérea de Elmendorf era más difícil de valorar, ya que al parecer bastantes misiles habían sido derribados, pero posiblemente casi la mitad de ellos habían impactado en sus objetivos, aunque los daños todavía no habían sido evaluados. Aquello era sin duda preocupante, ya que escalaba de manera importante el conflicto, pero a los ojos de Sergun, era lógico que, si la OTAN atacaba territorio soberano ruso, ellos respondieran contra territorio norteamericano, como principal socio de la Alianza Atlántica.
El Mayor Sergun iba a volver a revisar los datos de bajas propias y enemigas, cuando de pronto oyó aullar la sirena de alerta, advirtiendo de una incursión enemiga. Dejó rápidamente la carpeta sobre la mesa y bajó corriendo las escaleras hacia la sala, donde se reunió con los demás pilotos y personal de tierra, y salieron de ella para subirse a un vehículo que los esperaba en la puerta y que los llevó a toda prisa hacia los refugios acorazados donde les esperaban sus estilizadas monturas aladas, mientras los cazas en alerta 5 ya comenzaban a rodar por la pista de despegue, y a tronar sus potentes motores. En pocos minutos estaban todos en el aire y dirigiéndose al sur, mientras recibían información del ataque enemigo, al encuentro de los aviones de la OTAN y de una nueva batalla aérea.
Hora y media después…
Tras apagar el Mayor Sergun los motores de su caza y dejar que fuera remolcado por el pequeño tractor al interior del refugio acorazado, todavía empapado en sudor y con la adrenalina bajando a niveles aceptables, sus ojos se cerraron y toda la misión que acababa de volar pasó por su mente en unos segundos. Podía ver con claridad a sus nuevos misiles de mayor alcance saliendo de sus alas, y como con ellos habían logrado una mayor igualdad a la hora de enfrentarse con los 4 Typhoon enemigos, aunque eso no fue óbice para que su amigo el Capitán Solomatin fuera derribado, pese a lograr él mismo uno de los derribos. Al menos pudo comprobar con alivio como se abría el paracaídas de su compañero y que parecía estar consciente y bien.
También recordó con gran alivio, la providencial y anunciada intervención por parte de su comandante de los nuevos Su-57, que acudieron en su ayuda cuando algunos F-35 norteamericanos se unían a la “fiesta”, y como tras ello, y volverse la batalla aérea tremendamente vertiginosa y confusa, los dos Su-35 restantes de su escuadrilla, él y su punto, eran redirigidos por el AWACS de mando y control, a interceptar a los aviones de ataque de la OTAN que atacaban posiciones rusas. Llegaron demasiado tarde ya que aquellos cazabombarderos habían soltado su letal carga sobre sus objetivos, pero al menos, “el Caballero Negro”, logró colocar un R-73 en la tobera de un Mirage 2000, consiguiendo así su quinto derribo y su ascensión a la categoría de “As” de la Fuerza Aérea Rusa.
Tras acercarse a la frontera polaca persiguiendo al resto de los cazas franceses, el disparo de misiles SAM enemigos desde el otro lado de la misma, fue uno de los momentos más peligrosos de la misión, e hizo que abortaran la persecución. Pero pronto fueron redirigidos a la defensa aérea de su propia base, ya que algunos aviones de la OTAN estaban tratando de adentrarse en las repúblicas bálticas por el oeste, y aunque estaban siendo atacados por los SAM propios, el coordinador ruso de la batalla aérea consideró que colocar algunos cazas sobre las Bases Aéreas de Ämari y Lielvarde ayudaría por si algún avión enemigo traspasaba sus defensas. Y efectivamente así fue. Tras atraer la atención rusa hacia Lituania, algunos cazas enemigos sobrevolando el Báltico se habían dirigido hacia las Bases Aéreas en Letonia y Estonia, y lograron, básicamente en la de Lielvarde, producir algunos daños. En Ämari, y en buena medida por la acción de Sergun y su punto, que aceleraron al máximo para poder interceptar a los atacantes, pero también por la presencia de un CAP de sendos Su-27 que habían despegado minutos atrás desde la base aérea de Soltsy-2 y que el segundo A-50 de mando y control que volaba sobre espacio aéreo ruso, cerca de Ostrov, había desplazado allí, lograron enfrentarse al ataque. Dicho AWACS ruso pudo escapar del ataque de un par de F-22 que previamente había logrado derribar a otro A-50 que volaba al suroeste de Estonia, y que era el primer avión ruso de ese tipo derribado durante el conflicto, al no estar los pilotos de la OTAN autorizados a atacar aviones enemigos sobre espacio aéreo ruso que no fuera el de Kaliningrado. Los F-22 habían logrado cazar al AWACS enemigo utilizando una mezcla de la furtividad propia del caza para acercarse lo máximo posible antes de ser detectado, unido a su capacidad de supercrucero para cruzar como un relámpago el Báltico a Mach 1,5 y terminar lanzando una andanada de 8 misiles AIM-120D (integrados de urgencia en los F-22 hacía muy poco) desde una distancia de casi 90 millas. Al estar la mayoría de los cazas rusos ocupados en los cielos lituanos, solo los escoltas, 2 MiG-29 pudieron reaccionar, pero no pudieron evitar el lanzamiento de los misiles norteamericanos, e incluso uno de ellos que se acercó demasiado, resultó abatido por un AIM-9X lanzado por el Raptor líder.
Por su parte, con los últimos misiles que le restaban al Mayor Sergun, consiguió su sexto derribo sobre un Tornado alemán, desbaratando definitivamente el asalto de la OTAN sobre Ämari, que solo recibió ligeros daños en algunos edificios y en su sistema de aterrizaje instrumental. Al final, y como más tarde sabría el piloto ruso, pese a las dos victorias conseguidas por él y varios derribos más de los interceptores y misiles tierra-aire rusos, de nuevo, las bajas en cazas propios fueron importantes y dejaban a sus escuadrones cada vez más debilitados. Era una guerra de desgaste que Moscú no iba a poder ganar si la contienda se alargaba en los cielos bálticos, y si no podía ganar la batalla aérea, entonces, tan solo podrían tratar de entorpecer y debilitar lo más posible a las Fuerzas Aéreas de los países de la OTAN que participaban en aquella campaña, para al menos, no perder la guerra. No eran ideas muy esperanzadoras, más cuando supuestamente, Rusia era la vencedora del conflicto por el momento, pero al Mayor le gustaba mirar a lo lejos para saber lo que estaba por llegar… y seguía sin gustarle nada.
7 de febrero de 2018. 07.21 hora local. En los bosques situados al sur del parque nacional de Soomaa, Estonia.
Allí, en la carretera y justo a sus pies, con la juventud reflejada en el rostro de la mayoría de ellos, tendidos en el helado suelo y cubiertos de sangre, yacían los destrozados cuerpos de los soldados rusos. Eran ocho, y tan solo unos minutos antes habían formado parte de una patrulla enemiga que vigilaba aquella zona a bordo de un todoterreno y un blindado ligero BRDM-2. Por desgracia para ellos, habían tenido la mala idea de detenerse cerca de donde Hendrik y sus compañeros estaban pasando la noche, en el interior del bosque.
Cuando el estonio, de guardia en aquel momento, escuchó el ruido de los motores y notó como al poco se detenían los vehículos cerca de su improvisado campamento, despertó al resto del grupo, y se pusieron en guardia. El Sargento Kaljurand los guio al lugar de donde provenía el ruido. Al llegar a las inmediaciones, en completo sigilo y bien camuflados con sus uniformes blancos llenos de ramas y barro, los soldados de la OTAN pudieron ver a un grupo de soldados rusos al pie de la carretera de tierra que cruzaba aquel segmento de bosque. Tres estaban orinando de cara a ellos, justo en el límite del bosque y a pocos metros de su posición, pero sin tener la más remota idea de que estaban siendo observados. Otros cuatro se pasaban una botella de vodka de la que bebían a morro mientras hablaban por lo bajo, y soltaban alguna que otra risita nerviosa. Solo el conductor del blindado permanecía en su puesto, aunque con la cabeza fuera de él, asomada por la escotilla.
Aquella actitud tan relajada de los soldados enemigos, en medio de un país enemigo, que, aunque ocupado no dejaba de luchar, solo podía significar que aquellos rusos no se habían encontrado nunca con la resistencia estonia, o que eran tropas recién llegadas y que no eran conscientes del peligro que suponía hacer aquel ruido en medio del espeso bosque, en el que poco control ejercía todavía el Ejército ruso. Pero para Kaljarund y sus hombres, no era la primera vez que se las veían con patrullas rusas, desde que hacía casi dos semanas se habían visto obligados a actuar como guerrilleros en los bosques del país, al desmoronarse la resistencia de las tropas de la OTAN en Estonia. Tan solo en la capital Tallin, se seguía combatiendo, por lo que habían conseguido averiguar del encuentro con algún lugareño. Sea como fuere, tras pensar que aquella era una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar y castigar así a aquellos invasores, tras un rápido intercambio de signos con las manos del Sargento estonio con sus hombres, Kaljurand abrió fuego sobre el conductor del BDRM-2, alcanzándolo en la cabeza, mientras que Lindpere y Baranov destrozaban a los bebedores de vodka con la MG-3, y la Sargento Gallardo y Rein, acribillaban a los que orinaban. Los rusos no tuvieron oportunidad alguna, y fueron barridos en cuestión de segundos. Ni siquiera hubo algún herido, todos quedaron como un colador, con sus uniformes llenos de agujeros de bala. Fue una acción corta y brutal, justo como aquellos soldados habían aprendido a combatir y a vivir en unos pocos días.
Hendrik, al verlos a sus pies, no podía dejar de sentir una cierta lástima por aquellos malnacidos, aunque sabía que no debería, por lo que le estaban haciendo a su país, a sus compatriotas, y quien sabe si a sus familiares y seres queridos, de los que no tenían noticias desde el comienzo de las hostilidades. Levantó la mirada despacio, y vio cómo su compañera española, la Sargento Gallardo, escupía encima de uno de los cadáveres.
- ¿Estás bien? – le pregunto Hendrik en inglés.
-Ahora mejor, con rusos muertos, mejor…mucho mejor.
Aquella mujer, todavía joven a sus 29 años, con el gorro de lana calado hasta las cejas, con gafas, bajita, de tez morena, y ancha de huesos, había cambiado mucho desde que la conoció unos días atrás, cuando no dejaba de ser una soldado profesional, tan buena o mala como cualquier otro soldado de la OTAN y que en principio debía ver todo aquello como un conflicto bastante ajeno por lo alejado de su país. Pero la perdida de sus compañeros en el blindado por un proyectil que llegó del cielo y que nunca supieron quien lo disparó, al día siguiente de haberse encontrado con los soldados estonios, la había cambiado. Seguramente porque alguno de aquellos hombres, ahora fallecidos, era algo más que un subordinado, aunque era una simple elucubración suya ya que ella no había dicho nada al respecto. Gallardo primero quedó en estado de shock, y se pensó seriamente en abandonarla por considerarla una carga demasiado pesada, pero al final convinieron que no podían hacer aquello, y para cuando llegaron a una pequeña aldea donde pensaban dejarla en mano de los habitantes locales, ella ya había reaccionado…y de qué forma. Desde entonces, su mirada cambió, ahora daba miedo, era siempre la primera en ofrecerse voluntaria para las tareas más arriesgadas, y la que, con más ímpetu, arrojo y casi fanatismo, quería luchar con los rusos, enfadándose mucho incluso cuando Kaljurand, trataba de evitar el encuentro con los rusos, que eran demasiadas veces para el gusto de la Sargento española. Por suerte, el estonio era más antiguo que la española y, además, conocedor del lugar, así que no hubo muchas disputas sobre quien debía estar al mando del grupo pese a que los dos ostentaran el mismo rango.
Recogieron las armas y la munición de los enemigos, ya que se estaban quedando sin la suya propia, además de la comida que llevaban en los vehículos, y baterías para la radio que habían robado días atrás y que les permitía seguir en cierto modo las operaciones rusas por la zona, para acto seguido, comenzar a arrastrar los cuerpos al interior de los mismos. Después, el Sargento y Baranov los condujeron hasta una marisma cercana y los hundieron en ella, para tratar de borrar las huellas de su presencia en aquella zona, esperando que la nevada que comenzaba a caer sobre ellos, haría el resto. Al regresar con sus hombres, Kaljurand y los demás, levantaron apresuradamente el campamento y se pusieron en marcha para tratar de alejarse lo antes posible de aquel punto, bosque adentro, siempre tratando de evitar las zonas pobladas, que estaban más vigiladas y donde, además, algunas aldeas y pueblos ya habían sido objeto de las acciones de castigo rusas por colaborar con los guerrilleros.
Kaljurand estaba seguro que cuando la patrulla enemiga fallase al control por radio con sus superiores, sería declarada perdida y algún medio aéreo, posiblemente un dron, aparecería revoloteando por allí a no mucho tardar…y habían aprendido a temer a todo lo que se moviera por el aíre. Los medios aéreos, helicópteros, drones e incluso algún que otro avión de ataque, eran las principales herramientas que los rusos estaban empleando contra la cada vez más agresiva y numerosa insurgencia estonia, y báltica en general. Ante la falta de efectivos suficientes para controlar todo el terreno, ya que la mayoría se ocupaban de la lucha en Tallin, o de ocupar las ciudades, puertos y lugares estratégicos más importantes, la gran superficie boscosa y lagunar del país, apenas podía ser ocupada por las tropas rusas, que trataban de hacer efectivo su control mediante patrullas terrestres en unión de medios aéreos, y de momento no les había ido mal. Pero los soldados estonios derrotados de forma convencional por el número y poder de fuego ruso días atrás, ahora comenzaban a formar una fuerza irregular que, cada vez más, estaba llevando una guerra de guerrillas en zonas rurales y remotas del país, y que poco a poco, cada vez más organizados, trataban de interferir en las vías de comunicación y las operaciones enemigas.
Todavía quedaban pequeños grupos aislados por todo el territorio estonio, como el de Hendrik y sus compañeros, pero que poco a poco iban tomando contacto con mandos superiores, y eran organizados en una fuerza más conjuntada y dirigida desde sectores regionales, que trataban de proporcionales suministros, información y objetivos, siguiendo una clara estrategia de preguerra, que iba dando sus frutos, al menos mientras los rusos no pusieran más “botas sobre el terreno”. Aquello no era tarea fácil para Moscú ya que su ejército, pese a ser enorme, no le sobraban precisamente los soldados y de hecho tenía una falta casi crónica de tropas para poder mantener al 100% sus unidades, además de las otras responsabilidades que tenían como la lucha en Ucrania, mantener la presencia en Moldavia, Crimea, el Cáucaso y republicas centro asiáticas, además de las tropas que se acantonaban cerca de China y la península coreana. Aun así, fuerzas significativas de refuerzo del Distrito Militar Oeste y Centro, así como de la nueva Guardia Nacional, estaban tomando posiciones para hacer frente a las tropas de la OTAN en Polonia y para tratar de mantener una mayor presencia y control en todo el territorio de las repúblicas bálticas, reforzando así a las fuerzas del 6º Ejército y del 1º Ejercito de Tanques de la Guardia. Y era precisamente esa, la de mantener ocupadas a las fuerzas rusas lejos de las tropas de la OTAN en Polonia, además de interrumpir sus vías de suministro, lo que debían hacer las cada vez mayores fuerzas de resistencia bálticas. De su éxito o no, dependería en buena medida la posibilidad de volver a tener un país independiente para los estonios, letones y lituanos.
En todo ello iba pensando el Sargento, mientras avanzaban en medio de la nevada hacia lo profundo del bosque, cuando, de la nada, surgieron un grupo de hombres con trajes de camuflaje para invierno y armados hasta los dientes. Parapetados tras los árboles, aquellos soldados tenían complemente rodeados al Sargento y a su equipo. Hendrik Rein se quedó estupefacto. No supo decir cómo podían haberlos pillado tan de sorpresa, cuando creía que tras varios días sobreviviendo en los bosques, pensaba que habían aprendido a esquivar a las patrullas rusas. Estaba claro que no era así, y posiblemente lo pagarían con sus vidas. Solo la Sargento Gallardo reaccionó al levantar su arma, pero el Sargento y Rein intervinieron.
- ¡No…no hagas tonterías! ¡Baja el arma o vamos a acabar todos muertos! – le gritó Kaljurand en inglés.
- ¡Irene, por favor…! – le suplicó Rein, que, pese a todo quería vivir, aunque fuera prisionero de los rusos.
-No…no pienso dejarme apresar por estos asesinos…podéis entregaros si queréis, pero yo no voy a hacerlo – respondió mientras sostenía amenazante su fusil apuntando a unos de aquellos soldados salidos de la nada.
De pronto se hizo un silencio tremendamente tenso en el que nadie supo muy bien que hacer, que al final se rompió por una voz en inglés, con fuerte acento.
- ¿Quiénes sois? Identificaos.
-Soldados de la OTAN – respondió lacónicamente el Sargento Kaljurand, sorprendido por el acento inglés de aquel hombre.
-Que baje el arma su hombre, voy a salir…
-¡Sargento Gallardo, baje el arma, es una orden! – dijo el Sargento estonio a la española, que acató la orden a regañadientes.
Uno de aquellos hombres salió de entre la nevada y los árboles, y se acercó al grupo de Rein con el arma solo cogida por el guardamanos.
- ¿Tiene una identificación? – dijo en estonio.
-…si…aquí…un momento… - respondió Kaljurand, totalmente sorprendido que los rusos le hablasen en un estonio tan fluido…seguramente “spetsnaz”. Y mientras sacaba su carnet identificativo, como se suponía que debía hacerlo al caer prisionero, se dio cuenta que no les habían pedido que lanzasen sus armas, y que el fusil de aquel soldado no era ninguno ruso, sino lo que parecía un HK417 con visor óptico. - ¿Quiénes sois vosotros…? – preguntó cada vez más extrañado.
-Teniente Joonas Tamm, de las Fuerzas Especiales estonias… encantado de conocerlo Sargento Kaljurand. – dijo con una amplia sonrisa en su rostro. - Han hecho un buen trabajo eliminando a la patrulla rusa hace un rato. Mis exploradores me han avisado de la acción y de por donde se retiraban, pero comprenderá que debemos tomar ciertas precauciones antes de tomar contacto con un grupo de soldados que vaga por el bosque.
-Si…si… - dijo casi balbuceando el Sargento en una de las pocas veces que Rein lo vio desorientado por lo que ocurría, desde que lo conocía. – Estos son mis hombres, 3ª Batallón de la 2ª Brigada de infantería… y la Sargento Gallardo, española, del batallón de la OTAN el Letonia.
-Pues están todos muy lejos de sus casas – dijo el Teniente a la vez que hacia un gesto a sus hombres para que saliesen. – Estos son mis muchachos. Buena gente que está haciendo la vida más complicada a esos malnacidos rusos.
-Gracias a Dios…pensaba que ya éramos prisioneros o incluso que nos iban a fusilar – intervino Jaak, al que ahora su ametralladora parecía pesarle una tonelada al dejar de fluir la adrenalina por su sangre.
-Tranquilo, estáis en buenas manos. Ahora, si venís con nosotros, quizás podamos daros algo caliente de comer y un poco de descanso a cubierto.
- ¿Dónde hay que firmar? – saltó Hendrik con obvio regocijo.
Tras lo cual le explicó a la Sargento española lo que sucedía, ya que esta estaba totalmente perdida al oír a los que suponía rusos, actuar tan amigablemente con sus compañeros estonios.
-Parece que lo habéis pasado bastante mal – afirmó el Teniente.
-Si…ha sido bastante duro.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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