Expreso Báltico
- flanker33
- Teniente Coronel
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Expreso Báltico
11 de febrero de 2018. 22.35 hora local. En algún lugar al sur de las afueras de Kaunas, Lituania.
Tras bastantes días de descanso en la retaguardia, la disciplina se relajaba, y la tensión del combate se diluía. Aunque seguían tomando vodka de forma bastante moderada, el Sargento Igor Kurvanov ya iba por su segundo “cigarrillo de la risa”, mientras que Korobov se estaba liando el tercero, todo ello ante la despectiva mirada del artillero Fyodor Kulagin, que trataba de leer un libro sobre Lituania que había traído consigo, mientras se relajaban tras cenar, en una de las cabañas abandonadas de aquella granja en la que ahora se acuartelaban.
- ¿De verdad que quieres leer a estas horas? Si apenas se ve con la luz – preguntó el conductor que ya tenía los ojos rojizos - ¿es que nunca te cansas de leer?
-Vete a la mierda Shasa…o mejor, deja de metértela en el cuerpo.
-Joder, que ingenioso eres a veces…te quiero tío, gracias por ser como eres… porque así tocamos a más… ¿verdad Sargento? – dijo soltando una sonora carcajada al final.
-No te metas con Fyodor, que tú seas un inconsciente y te fumes todo lo que caiga en tus manos, no significa que el pobre chaval tenga que hacer lo mismo. Pero si, mejor que no quiera de esto, y así nos dura más – respondió mientras enarcaba una ceja, sonreía y exhalaba una bocanada de humo.
-Sargento, si no ordena nada más, creo que me voy a ir a dormir. Ya sabe que me molesta el humo profundamente.
- “Profundamente” …sí señor, como se nota que eres una persona leída…perdona Fyodor, eres un buen tipo, pero a gente como nosotros, nos pones un poco nerviosos. Por supuesto, vete a descansar, mañana será otro día.
En cuanto el joven artillero salió de la estancia un tanto cabreado, los dos soldados se miraron y comenzaron a reírse.
-Somos unos cabrones Shasa…pobre chico…tenemos que dejar de meternos con él.
-Es que es tan…tan…no se…no encuentro la palabra.
- ¿Estirado? ¿Tieso? ¿” Snob”? ¿Creído?...
-Cualquiera de esas me vale…aunque tampoco sé muy bien que quieren decir algunas – y volvió a soltar otra carcajada.
-Te ríes de tu propia ignorancia…si no fuera porque estas fumado, diría que eres tonto de remate Shasa.
-Es que lo soy Sargento, pero alguien me dijo una vez, que se es más feliz en la ignorancia, y yo quiero ser feliz.
-Anda, vete a dormir tú también en cuanto te termines ese cigarrillo. Yo voy salir un poco a despejarme y tomar el aire ahí fuera.
-A sus órdenes mi sargento – dijo con tono jocoso el conductor.
Fuera, en el frio aire del invierno báltico, donde al menos aquella noche no nevaba, Igor tiró su cigarro al blanco suelo, que se apagó inmediatamente, y aspiró una gran bocanada de aire puro. Miró al cielo, y tras unos segundos, en la oscuridad, pudo ver la enorme cantidad de estrellas que se divisaban desde allí, alejados de las luces de la ciudad. Era hermoso, realmente hermoso.
Lejos de las zonas urbanas y concurridas, y protegidos por su escolta de un pelotón de fusileros, los 10 carros T-14 de la 411ª Compañía de Tanques (Experimental) se ocultaban en las naves agrícolas y los bosques cercanos de aquella granja lituana que había sido abandonada durante los primeros días de la guerra. Igor Kurvanov, tras los primeros días de combate contra la OTAN, había logrado sentirse medianamente a gusto con toda aquella situación en medio del conflicto. Pensó en que había salido vivo, él y su tripulación, así como todo el personal de su compañía, y aquello ya era mucho. Tampoco se le había dado mal el combate, y había conseguido buenos informes del Capitán Vasín y elogios de algunos de sus camaradas de armas. Además, al poco, el mando había decidido retirar la Compañía a la retaguardia, bajo el mando directo del 1ª Ejercito de Tanques de la Guardia, para evitar que fuera un objetivo fácil de la aviación o la artillería enemiga, por lo que llevaban bastantes días de calma, y eso duraría mientras no los descubriesen los enemigos o el mando no ordenase un nuevo despliegue.
Aparte de las obligadas tareas de mantenimiento en sus carros, y de aprender las lecciones de las operaciones en las que habían participado ellos y las demás fuerzas de tanques rusas durante la invasión, poco les quedaba por hacer. No podían acercarse a ninguna zona poblada, ya que su presencia tenía que pasar lo más desapercibida posible, pese a que les constaba que, en casa, la prensa se hacía eco de los indestructibles “súper tanques” rusos que podían vencer a cualquier otro carro de la OTAN, y exageraban sus éxitos durante la conquista de Lituania, y como habían hecho huir a los tanques norteamericanos “con el rabo entre las piernas”. La verdad es que la perdida de uno de los carros había sido un golpe para su confianza en sus T-14, pero también fue un bañó de realidad para ellos, que tenían que asumir que ningún carro era invulnerable, aunque la supervivencia de la tripulación, sin duda había sido una buena noticia. Dicho carro había sido repuesto al poco, y ahora la Compañía estaba operativa 100% y esperando volver al combate si los ejércitos de la OTAN intentaban algo tan insensato como intentar arrebatarles el territorio báltico que acababan de liberar de su yugo, pensaba Kurvanov.
Él confiaba en sus posibilidades, tanto de la compañía como del Ejército ruso en su conjunto. La operación de conquista de las Repúblicas bálticas había marchado bastante bien, y en general se habían conseguidos los objetivos en el tiempo marcado, derrotando no solo a las tropas bálticas y a los pequeños batallones de tropas de la OTAN que los apoyaba, si no a dos brigadas enteras de la alianza atlántica, que habían tenido que retroceder ante su ofensiva. Las cosas habían funcionado bien…o casi. La única laguna en aquella ofensiva había sido la obstinada defensa de la capital estonia. Tallin, seguía sin caer pese a que prácticamente, según había sabido, todas las unidades del 6ª Ejército estaban atacando la ciudad para someterla. Por lo visto, los reservistas estonios, apoyados por una brigada de paracaidistas norteamericanos llegados las horas previas al inicio de las hostilidades y las fuerzas mecanizadas que sobrevivieron al encuentro fronterizo con las tropas rusas, y pese a que Tallin debía haber sido capturada por un desembarco anfibio y aéreo ruso, al final, la lucha se había tornado en un “Bastogne” del siglo XXI, tal y como lo estaba vendiendo la prensa occidental. Tras enterarse de que era aquello de Bastogne, Igor no tenía ninguna duda que aquella vez el resultado iba a ser diferente, ya que los tanques de la OTAN que deberían liberar la ciudad de su cerco, tenían que pasar antes por Lituania y Letonia…y ellos, con sus T-14 estaban en medio.
Realmente había bastante más que una compañía de tanques entre las tropas de la OTAN en Polonia y las que defendían Tallin. El Ejército ruso había sido bastante reforzado tras la operación inicial, y ahora había el equivalente a casi cinco Ejércitos, aunque de nombre no hubiera más que tres. Comenzando por Kaliningrado, el 11ª Cuerpo de Ejército había sido reforzado con la 90ª División de Tanques, más las 15º y 21º Brigadas Motorizadas, todas ellas, unidades del 2ª Ejercito del Distrito Militar Central, que en unión a las Brigadas Motorizadas 7ª y 79ª, hacían que el enclave ruso fuera un hueso difícil de roer para cualquier contraofensiva de la OTAN, si finalmente se atrevían a invadir territorio soberano ruso. Y no menos poderosas eran las defensas rusas en Lituania, en especial en la frontera lituano-polaca. Todo el 1º Ejercito de Tanques de la Guardia estaba desplegado allí, con la 4ª División de Tanques defendiendo el sector occidental, mientras la 2º División Motorizada cubría el oriental, con la 6ª Brigada de Tanques y la 27ª Brigada Motorizada a la retaguardia inmediata de las Divisiones, preparadas para cubrir o realizar contraataques contra hipotéticas penetraciones enemigas en su despliegue defensivo.
En la misma Lituania, Kaunas y Vilna estaban defendidas por la 106ª División de Paracaidistas, que también se ocupaba de las líneas de suministro hasta Letonia, con ayuda de un Regimiento de la División Odon de la Guardia Nacional, todo ello bajo el mando directo del 20º Ejercito, que se encargaba de asumir la defensa de las zonas de retaguardia. En Letonia, la 3ª División Motorizada del citado Ejército, junto a otro Regimiento de la División Odon se ocupaban de las tareas de ocupación de dicho país, a la vez que aseguraban las líneas de abastecimiento entre Rusia y Lituania.
Por último, en Estonia, la 128ª Brigada Motorizada del 6ª Ejército, con las tropas de artillería, ingenieros y spetsnatz de dicho Ejercito, a las que se les había añadido la 336ª Brigada de Infantería Naval y las 76ª y 98ª División paracaidista, luchaban denodadamente por culminar la conquista de la capital del país, que tantos quebraderos de cabeza estaba dando al Ejército ruso. Y para complicarlo más todavía, la actividad de la resistencia estonia era cada vez más atrevida y capaz, y hacía que la 144º División Motorizada, llegada también del 20º Ejercito, la 25ª Brigada Motorizada del 6ª Ejército, más el último Regimiento de la División Odon, tuvieran que ocuparse de mantener abiertas las líneas de abastecimiento con Rusia, a la vez que aseguraban la retaguardia de las fuerzas que sitiaban Tallin y trataban de mantener el control de los puntos más importantes del país, y la presencia en la mayor parte posible del mismo, mientras intentaban acabar con la resistencia. Para ello, también contaba el Ejército ruso con algunas brigadas de spetsnatz y bastantes helicópteros de ataque y transporte, así como aviones de asalto Su-25, que llegaban rápidamente a donde las sobre extendidas fuerzas rusas no podían llegar, y combatían a la cada vez más importante resistencia báltica en todos los países ocupados.
Mientras Kurvanov pensaba en todo aquello, no vio acercarse al Capitán Vasin enfundado en su uniforme blanco de camuflaje.
-Buenas noches Sargento.
- ¡Ostia mi Capitán! me ha dado un susto de muerte…
-Si dejaras de fumar esa mierda y estuvieras más despejado no te habría pillado desprevenido…joder, si no fuera porque eres muy bueno en lo tuyo y porque en medio de una guerra te necesito más que nunca, te ibas a comer un buen marrón.
-Ehhh…lo que usted diga mi Capitán – respondió Igor sin tener muy claro si aquella era una amenaza real o no. En tiempos de paz siempre había tolerado sus “cosas”, pero es verdad que, en aquella situación, no debería fumar nada, y menos tan abiertamente como lo estaban haciendo últimamente. – Lo siento, seré más cuidadoso.
-Mejor…y dile a Shasa también que tenga más cuidado – sentenció.
Vasin se colocó al lado del Sargento en el porche de la puerta, y se puso a mirar las estrellas con él. Igor le iba a comentar lo bonito que era aquella vista, cuando unos resplandores en el horizonte llamaron la atención de ambos soldados.
-Ya vuelven los nuestros a darles por el cul* a los americanos. No dejan pasar una noche. Bien por ellos – dijo con una sonrisa el capitán.
-Bien por nuestra artillería. A ver si se cargan a todos los jodidos enemigos, esto se termina pronto y nos vamos a casa – apostilló el Sargento.
-Difícil…pero por soñar, que no quede.
-Mi Capitán, ¿cree que esto se terminará pronto?
-Puede ser, no sé cómo, pero pronto debería de terminar.
- ¿Días, semanas, meses?
-No sé, no me hago ilusiones. Semanas al menos seguramente, quizás meses. Quién sabe.
-Quien sabe – repitió el Sargento.
-Bueno Igor, me voy a ver al suboficial de guardia y a dormir. No se vaya usted muy tarde a la cama, que mañana temprano vamos a hacer algo de instrucción de combate, para no perder la forma.
-En seguida mi Capitán. Que descanse.
Y mientras Vasin se alejaba, Kurvanov veía como se iluminaba el horizonte con las llamaradas de los cohetes que salín de sus lanzadores, en lo que el ejército ruso había dado en denominar “Ofensivas nocturnas de artillería de cohetes”. En ellas, diversas unidades de lanzacohetes, desde los de 122 mm asignados a las divisiones, a los de 300 mm de largo alcance asignados al 1º Ejército de Tanques, pasando por los TOS-1 de las unidades de defensa químicas, lanzaban toneladas de explosivos, submuniciones y cargas termobáricas contra las posiciones de la OTAN en Polonia, causando un considerable daño. Solían repetirse un par de veces cada noche, ya que, para evitar el fuego de contrabatería y los ataques de la aviación enemiga, duraban muy poco, y cambiaban constantemente de posición, haciendo que fuera difícil mantener un intenso volumen de fuego durante un tiempo prolongado. Aun así, la OTAN había aprendido a temerlas, ya que causaban estragos en sus filas, y trataba de paliar sus efectos dispersando las unidades, perfeccionado sus posiciones defensivas y creando señuelos para los observadores rusos. A veces resultaba y se saldaban con relativamente pocas perdidas en las filas de la OTAN, y otras no, produciendo daños y bajas horrendas en las unidades de primera fila.
Cuando el Sargento Kurvanov termino de ver como los resplandores se iban apagando en el horizonte, miró a su alrededor, entró en la casa, cerró la puerta y sacó otro “cigarrillo de la risa” para liárselo. Aquello le tranquilizaba antes de dormir, y el Capitán Vasin no se iba a enterar. Pese a servir en el Ejército en medio de una guerra, todavía seguía manteniendo su espíritu de rebeldía ante la autoridad, y era algo que no pensaba perder.
… Mientras Kurvanov se retiraba a descansar, en el estrellado cielo, a unas millas al suroeste de la ciudad polaca de Suwalki, un drone furtivo RQ-170 de la USAF seguía con sus avanzados equipos electro-ópticos a una columna de seis vehículos lanzacohetes BM-30 Smerch a más de 60 km de distancia. Los había localizado desde que los lanzacohetes comenzaron a disparar sus mortíferas cargas hacia las fuerzas aliadas, gracias al estado de alerta en que estaban y lo esperado, casi rutinario, de aquella acción enemiga, así como al seguimiento de los cohetes por los radares de contrabatería (cuya información llegaba poco después a los operadores de los drones) y las llamaradas de la ignición de los cohetes que deslumbraba el horizonte y aparecían como claras señales térmicas a los ojos de los modernos sensores del RQ-170. Por carreteras secundarias y con las luces apagadas, los vehículos rusos se retiraban a toda prisa de las posiciones desde las que tan solo unos minutos antes, habían lanzado una andanada de cohetes contra posiciones de la OTAN en Polonia, mientras que otra columna de camiones, algunos remolcando contenedores, tratando de dar la apariencia de los Smerch, hacían lo propio en dirección contraria. Pero las imágenes del drone llegaban en tiempo real al puesto de mando terrestre y de allí, a su vez, al centro de mando de la 1ª División de infantería estadounidense, que estaba en comunicación con una batería de 4 lanzacohetes MLRS del batallón de artillería 2-20 del Ejército norteamericano, que se encontraban listos para abrir fuego en cuanto recibiesen la orden. Aquella noche, las fuerzas de la OTAN y las rusas volvían a jugar al ratón y al gato, en un mortal encuentro de vigilancia, velocidad, señuelos y engaño, que había producido algunos resultados para los occidentales en noches anteriores, pero que no eran tan eficaces como esperaban los mandos, y sobre todo los soldados que soportaban los tremendos bombarderos rusos.
En aquel caso, y cuando el convoy ruso se detuvo, en el puesto de mando pudieron comprobar como este se había dispersado en medio de un pequeño bosque, y rápidamente eran cubiertos los vehículos con redes de camuflajes especiales para evitar ser detectados por los sensores enemigos, a la vez, que a unos cuantos kilómetros más al este, aparecía en las pantallas otro grupo de vehículos, que cobraban vida según indicaba su rastro calorífico. Pero los observadores de todo aquello en Polonia, que podrían haber caído en la trampa si no hubiesen seguido al convoy en marcha, y haberse confundido con los señuelos rusos que ahora se estaban activando para engañarlos, tenían ya los datos suficientes para comunicárselos a la batería de los MLRS, que pocos minutos después comenzaba a disparar una salva de 48 cohetes guiados por GPS M31, y que tras volar más de 70 km y describir un perfecto arco, cayeron con aterradora precisión sobre los seis BM-30 rusos, destruyendo cuatro, y dejando fuera de combate con graves daños a los otros dos.
En el puesto de mando de la 1ª División de Infantería, los sobrios gestos de alegría que se produjeron, reflejaban la tensión acumulada, así como la rabia por las bajas producidas por aquellos rusos esa misma noche, antes de que ellos pudieran haber intervenido…al menos esos BM-30 ya no lo harían más.
Tras bastantes días de descanso en la retaguardia, la disciplina se relajaba, y la tensión del combate se diluía. Aunque seguían tomando vodka de forma bastante moderada, el Sargento Igor Kurvanov ya iba por su segundo “cigarrillo de la risa”, mientras que Korobov se estaba liando el tercero, todo ello ante la despectiva mirada del artillero Fyodor Kulagin, que trataba de leer un libro sobre Lituania que había traído consigo, mientras se relajaban tras cenar, en una de las cabañas abandonadas de aquella granja en la que ahora se acuartelaban.
- ¿De verdad que quieres leer a estas horas? Si apenas se ve con la luz – preguntó el conductor que ya tenía los ojos rojizos - ¿es que nunca te cansas de leer?
-Vete a la mierda Shasa…o mejor, deja de metértela en el cuerpo.
-Joder, que ingenioso eres a veces…te quiero tío, gracias por ser como eres… porque así tocamos a más… ¿verdad Sargento? – dijo soltando una sonora carcajada al final.
-No te metas con Fyodor, que tú seas un inconsciente y te fumes todo lo que caiga en tus manos, no significa que el pobre chaval tenga que hacer lo mismo. Pero si, mejor que no quiera de esto, y así nos dura más – respondió mientras enarcaba una ceja, sonreía y exhalaba una bocanada de humo.
-Sargento, si no ordena nada más, creo que me voy a ir a dormir. Ya sabe que me molesta el humo profundamente.
- “Profundamente” …sí señor, como se nota que eres una persona leída…perdona Fyodor, eres un buen tipo, pero a gente como nosotros, nos pones un poco nerviosos. Por supuesto, vete a descansar, mañana será otro día.
En cuanto el joven artillero salió de la estancia un tanto cabreado, los dos soldados se miraron y comenzaron a reírse.
-Somos unos cabrones Shasa…pobre chico…tenemos que dejar de meternos con él.
-Es que es tan…tan…no se…no encuentro la palabra.
- ¿Estirado? ¿Tieso? ¿” Snob”? ¿Creído?...
-Cualquiera de esas me vale…aunque tampoco sé muy bien que quieren decir algunas – y volvió a soltar otra carcajada.
-Te ríes de tu propia ignorancia…si no fuera porque estas fumado, diría que eres tonto de remate Shasa.
-Es que lo soy Sargento, pero alguien me dijo una vez, que se es más feliz en la ignorancia, y yo quiero ser feliz.
-Anda, vete a dormir tú también en cuanto te termines ese cigarrillo. Yo voy salir un poco a despejarme y tomar el aire ahí fuera.
-A sus órdenes mi sargento – dijo con tono jocoso el conductor.
Fuera, en el frio aire del invierno báltico, donde al menos aquella noche no nevaba, Igor tiró su cigarro al blanco suelo, que se apagó inmediatamente, y aspiró una gran bocanada de aire puro. Miró al cielo, y tras unos segundos, en la oscuridad, pudo ver la enorme cantidad de estrellas que se divisaban desde allí, alejados de las luces de la ciudad. Era hermoso, realmente hermoso.
Lejos de las zonas urbanas y concurridas, y protegidos por su escolta de un pelotón de fusileros, los 10 carros T-14 de la 411ª Compañía de Tanques (Experimental) se ocultaban en las naves agrícolas y los bosques cercanos de aquella granja lituana que había sido abandonada durante los primeros días de la guerra. Igor Kurvanov, tras los primeros días de combate contra la OTAN, había logrado sentirse medianamente a gusto con toda aquella situación en medio del conflicto. Pensó en que había salido vivo, él y su tripulación, así como todo el personal de su compañía, y aquello ya era mucho. Tampoco se le había dado mal el combate, y había conseguido buenos informes del Capitán Vasín y elogios de algunos de sus camaradas de armas. Además, al poco, el mando había decidido retirar la Compañía a la retaguardia, bajo el mando directo del 1ª Ejercito de Tanques de la Guardia, para evitar que fuera un objetivo fácil de la aviación o la artillería enemiga, por lo que llevaban bastantes días de calma, y eso duraría mientras no los descubriesen los enemigos o el mando no ordenase un nuevo despliegue.
Aparte de las obligadas tareas de mantenimiento en sus carros, y de aprender las lecciones de las operaciones en las que habían participado ellos y las demás fuerzas de tanques rusas durante la invasión, poco les quedaba por hacer. No podían acercarse a ninguna zona poblada, ya que su presencia tenía que pasar lo más desapercibida posible, pese a que les constaba que, en casa, la prensa se hacía eco de los indestructibles “súper tanques” rusos que podían vencer a cualquier otro carro de la OTAN, y exageraban sus éxitos durante la conquista de Lituania, y como habían hecho huir a los tanques norteamericanos “con el rabo entre las piernas”. La verdad es que la perdida de uno de los carros había sido un golpe para su confianza en sus T-14, pero también fue un bañó de realidad para ellos, que tenían que asumir que ningún carro era invulnerable, aunque la supervivencia de la tripulación, sin duda había sido una buena noticia. Dicho carro había sido repuesto al poco, y ahora la Compañía estaba operativa 100% y esperando volver al combate si los ejércitos de la OTAN intentaban algo tan insensato como intentar arrebatarles el territorio báltico que acababan de liberar de su yugo, pensaba Kurvanov.
Él confiaba en sus posibilidades, tanto de la compañía como del Ejército ruso en su conjunto. La operación de conquista de las Repúblicas bálticas había marchado bastante bien, y en general se habían conseguidos los objetivos en el tiempo marcado, derrotando no solo a las tropas bálticas y a los pequeños batallones de tropas de la OTAN que los apoyaba, si no a dos brigadas enteras de la alianza atlántica, que habían tenido que retroceder ante su ofensiva. Las cosas habían funcionado bien…o casi. La única laguna en aquella ofensiva había sido la obstinada defensa de la capital estonia. Tallin, seguía sin caer pese a que prácticamente, según había sabido, todas las unidades del 6ª Ejército estaban atacando la ciudad para someterla. Por lo visto, los reservistas estonios, apoyados por una brigada de paracaidistas norteamericanos llegados las horas previas al inicio de las hostilidades y las fuerzas mecanizadas que sobrevivieron al encuentro fronterizo con las tropas rusas, y pese a que Tallin debía haber sido capturada por un desembarco anfibio y aéreo ruso, al final, la lucha se había tornado en un “Bastogne” del siglo XXI, tal y como lo estaba vendiendo la prensa occidental. Tras enterarse de que era aquello de Bastogne, Igor no tenía ninguna duda que aquella vez el resultado iba a ser diferente, ya que los tanques de la OTAN que deberían liberar la ciudad de su cerco, tenían que pasar antes por Lituania y Letonia…y ellos, con sus T-14 estaban en medio.
Realmente había bastante más que una compañía de tanques entre las tropas de la OTAN en Polonia y las que defendían Tallin. El Ejército ruso había sido bastante reforzado tras la operación inicial, y ahora había el equivalente a casi cinco Ejércitos, aunque de nombre no hubiera más que tres. Comenzando por Kaliningrado, el 11ª Cuerpo de Ejército había sido reforzado con la 90ª División de Tanques, más las 15º y 21º Brigadas Motorizadas, todas ellas, unidades del 2ª Ejercito del Distrito Militar Central, que en unión a las Brigadas Motorizadas 7ª y 79ª, hacían que el enclave ruso fuera un hueso difícil de roer para cualquier contraofensiva de la OTAN, si finalmente se atrevían a invadir territorio soberano ruso. Y no menos poderosas eran las defensas rusas en Lituania, en especial en la frontera lituano-polaca. Todo el 1º Ejercito de Tanques de la Guardia estaba desplegado allí, con la 4ª División de Tanques defendiendo el sector occidental, mientras la 2º División Motorizada cubría el oriental, con la 6ª Brigada de Tanques y la 27ª Brigada Motorizada a la retaguardia inmediata de las Divisiones, preparadas para cubrir o realizar contraataques contra hipotéticas penetraciones enemigas en su despliegue defensivo.
En la misma Lituania, Kaunas y Vilna estaban defendidas por la 106ª División de Paracaidistas, que también se ocupaba de las líneas de suministro hasta Letonia, con ayuda de un Regimiento de la División Odon de la Guardia Nacional, todo ello bajo el mando directo del 20º Ejercito, que se encargaba de asumir la defensa de las zonas de retaguardia. En Letonia, la 3ª División Motorizada del citado Ejército, junto a otro Regimiento de la División Odon se ocupaban de las tareas de ocupación de dicho país, a la vez que aseguraban las líneas de abastecimiento entre Rusia y Lituania.
Por último, en Estonia, la 128ª Brigada Motorizada del 6ª Ejército, con las tropas de artillería, ingenieros y spetsnatz de dicho Ejercito, a las que se les había añadido la 336ª Brigada de Infantería Naval y las 76ª y 98ª División paracaidista, luchaban denodadamente por culminar la conquista de la capital del país, que tantos quebraderos de cabeza estaba dando al Ejército ruso. Y para complicarlo más todavía, la actividad de la resistencia estonia era cada vez más atrevida y capaz, y hacía que la 144º División Motorizada, llegada también del 20º Ejercito, la 25ª Brigada Motorizada del 6ª Ejército, más el último Regimiento de la División Odon, tuvieran que ocuparse de mantener abiertas las líneas de abastecimiento con Rusia, a la vez que aseguraban la retaguardia de las fuerzas que sitiaban Tallin y trataban de mantener el control de los puntos más importantes del país, y la presencia en la mayor parte posible del mismo, mientras intentaban acabar con la resistencia. Para ello, también contaba el Ejército ruso con algunas brigadas de spetsnatz y bastantes helicópteros de ataque y transporte, así como aviones de asalto Su-25, que llegaban rápidamente a donde las sobre extendidas fuerzas rusas no podían llegar, y combatían a la cada vez más importante resistencia báltica en todos los países ocupados.
Mientras Kurvanov pensaba en todo aquello, no vio acercarse al Capitán Vasin enfundado en su uniforme blanco de camuflaje.
-Buenas noches Sargento.
- ¡Ostia mi Capitán! me ha dado un susto de muerte…
-Si dejaras de fumar esa mierda y estuvieras más despejado no te habría pillado desprevenido…joder, si no fuera porque eres muy bueno en lo tuyo y porque en medio de una guerra te necesito más que nunca, te ibas a comer un buen marrón.
-Ehhh…lo que usted diga mi Capitán – respondió Igor sin tener muy claro si aquella era una amenaza real o no. En tiempos de paz siempre había tolerado sus “cosas”, pero es verdad que, en aquella situación, no debería fumar nada, y menos tan abiertamente como lo estaban haciendo últimamente. – Lo siento, seré más cuidadoso.
-Mejor…y dile a Shasa también que tenga más cuidado – sentenció.
Vasin se colocó al lado del Sargento en el porche de la puerta, y se puso a mirar las estrellas con él. Igor le iba a comentar lo bonito que era aquella vista, cuando unos resplandores en el horizonte llamaron la atención de ambos soldados.
-Ya vuelven los nuestros a darles por el cul* a los americanos. No dejan pasar una noche. Bien por ellos – dijo con una sonrisa el capitán.
-Bien por nuestra artillería. A ver si se cargan a todos los jodidos enemigos, esto se termina pronto y nos vamos a casa – apostilló el Sargento.
-Difícil…pero por soñar, que no quede.
-Mi Capitán, ¿cree que esto se terminará pronto?
-Puede ser, no sé cómo, pero pronto debería de terminar.
- ¿Días, semanas, meses?
-No sé, no me hago ilusiones. Semanas al menos seguramente, quizás meses. Quién sabe.
-Quien sabe – repitió el Sargento.
-Bueno Igor, me voy a ver al suboficial de guardia y a dormir. No se vaya usted muy tarde a la cama, que mañana temprano vamos a hacer algo de instrucción de combate, para no perder la forma.
-En seguida mi Capitán. Que descanse.
Y mientras Vasin se alejaba, Kurvanov veía como se iluminaba el horizonte con las llamaradas de los cohetes que salín de sus lanzadores, en lo que el ejército ruso había dado en denominar “Ofensivas nocturnas de artillería de cohetes”. En ellas, diversas unidades de lanzacohetes, desde los de 122 mm asignados a las divisiones, a los de 300 mm de largo alcance asignados al 1º Ejército de Tanques, pasando por los TOS-1 de las unidades de defensa químicas, lanzaban toneladas de explosivos, submuniciones y cargas termobáricas contra las posiciones de la OTAN en Polonia, causando un considerable daño. Solían repetirse un par de veces cada noche, ya que, para evitar el fuego de contrabatería y los ataques de la aviación enemiga, duraban muy poco, y cambiaban constantemente de posición, haciendo que fuera difícil mantener un intenso volumen de fuego durante un tiempo prolongado. Aun así, la OTAN había aprendido a temerlas, ya que causaban estragos en sus filas, y trataba de paliar sus efectos dispersando las unidades, perfeccionado sus posiciones defensivas y creando señuelos para los observadores rusos. A veces resultaba y se saldaban con relativamente pocas perdidas en las filas de la OTAN, y otras no, produciendo daños y bajas horrendas en las unidades de primera fila.
Cuando el Sargento Kurvanov termino de ver como los resplandores se iban apagando en el horizonte, miró a su alrededor, entró en la casa, cerró la puerta y sacó otro “cigarrillo de la risa” para liárselo. Aquello le tranquilizaba antes de dormir, y el Capitán Vasin no se iba a enterar. Pese a servir en el Ejército en medio de una guerra, todavía seguía manteniendo su espíritu de rebeldía ante la autoridad, y era algo que no pensaba perder.
… Mientras Kurvanov se retiraba a descansar, en el estrellado cielo, a unas millas al suroeste de la ciudad polaca de Suwalki, un drone furtivo RQ-170 de la USAF seguía con sus avanzados equipos electro-ópticos a una columna de seis vehículos lanzacohetes BM-30 Smerch a más de 60 km de distancia. Los había localizado desde que los lanzacohetes comenzaron a disparar sus mortíferas cargas hacia las fuerzas aliadas, gracias al estado de alerta en que estaban y lo esperado, casi rutinario, de aquella acción enemiga, así como al seguimiento de los cohetes por los radares de contrabatería (cuya información llegaba poco después a los operadores de los drones) y las llamaradas de la ignición de los cohetes que deslumbraba el horizonte y aparecían como claras señales térmicas a los ojos de los modernos sensores del RQ-170. Por carreteras secundarias y con las luces apagadas, los vehículos rusos se retiraban a toda prisa de las posiciones desde las que tan solo unos minutos antes, habían lanzado una andanada de cohetes contra posiciones de la OTAN en Polonia, mientras que otra columna de camiones, algunos remolcando contenedores, tratando de dar la apariencia de los Smerch, hacían lo propio en dirección contraria. Pero las imágenes del drone llegaban en tiempo real al puesto de mando terrestre y de allí, a su vez, al centro de mando de la 1ª División de infantería estadounidense, que estaba en comunicación con una batería de 4 lanzacohetes MLRS del batallón de artillería 2-20 del Ejército norteamericano, que se encontraban listos para abrir fuego en cuanto recibiesen la orden. Aquella noche, las fuerzas de la OTAN y las rusas volvían a jugar al ratón y al gato, en un mortal encuentro de vigilancia, velocidad, señuelos y engaño, que había producido algunos resultados para los occidentales en noches anteriores, pero que no eran tan eficaces como esperaban los mandos, y sobre todo los soldados que soportaban los tremendos bombarderos rusos.
En aquel caso, y cuando el convoy ruso se detuvo, en el puesto de mando pudieron comprobar como este se había dispersado en medio de un pequeño bosque, y rápidamente eran cubiertos los vehículos con redes de camuflajes especiales para evitar ser detectados por los sensores enemigos, a la vez, que a unos cuantos kilómetros más al este, aparecía en las pantallas otro grupo de vehículos, que cobraban vida según indicaba su rastro calorífico. Pero los observadores de todo aquello en Polonia, que podrían haber caído en la trampa si no hubiesen seguido al convoy en marcha, y haberse confundido con los señuelos rusos que ahora se estaban activando para engañarlos, tenían ya los datos suficientes para comunicárselos a la batería de los MLRS, que pocos minutos después comenzaba a disparar una salva de 48 cohetes guiados por GPS M31, y que tras volar más de 70 km y describir un perfecto arco, cayeron con aterradora precisión sobre los seis BM-30 rusos, destruyendo cuatro, y dejando fuera de combate con graves daños a los otros dos.
En el puesto de mando de la 1ª División de Infantería, los sobrios gestos de alegría que se produjeron, reflejaban la tensión acumulada, así como la rabia por las bajas producidas por aquellos rusos esa misma noche, antes de que ellos pudieran haber intervenido…al menos esos BM-30 ya no lo harían más.
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- flanker33
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Expreso Báltico
15 de febrero 2018. 12:04 hora local. Mar Báltico, a 30 millas náuticas al sureste de la isla de Bornholm.
Tras terminar la última reunión informativa con su Estado Mayor minutos antes, y ante la calma que imperaba en aquel momento, el Contraalmirante Rafael Martín Palacios, se permitió un breve paréntesis en sus obligaciones como comandante de la Joint Task Force 22 (JTF-22) y en la soledad de su camarote, esperaba con expectación el discurso del Secretario General de la Alianza Atlántica que debía haber comenzado hacía 4 minutos. La señal que le llegaba vía satélite del canal Euronews en su versión para España era buena, y aunque podría haber seguido perfectamente el discurso en inglés, pensó que el ser traducido simultáneamente, le permitía centrarse mejor en los detalles de lo que iba a decir el máximo responsable de la OTAN.
Por fin salió el noruego a exponer su declaración, que dada la expectación con la que se le esperaba, debía de contener algo muy importante. En la sede central de la OTAN en Bruselas, en un escenario muy institucional y sobrio, con un fondo verde oliva y repleto de las banderas de los países que conformaban la Alianza Atlántica, además de la de la propia organización, siendo las más visibles las de las repúblicas bálticas, así como las de Estados Unidos, Reino Unido y Francia, y de pie, tras el atril y los micrófonos, el Secretario General se dispuso a dar comienzo a su alocución.
“En el día de ayer – comenzó a oír Martín de la interprete que traducía el discurso – como ustedes ya saben desde hace unas horas, fracasaron las negociaciones que discretamente se estaban manteniendo en la capital de la India, Nueva Delhi, entre representantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y el gobierno ruso, para encontrar una solución pacífica al conflicto que actualmente enfrenta a ambas partes desde la ilegal y brutal invasión de Estonia, Letonia y Lituania por parte de las tropas de Moscú. La soberanía y el territorio de estos países están bajo la protección de la OTAN, y como tal, tras activar el artículo 5 de nuestra organización, procedimos a iniciar operaciones de combate contra Rusia para tratar de revertir esa situación, sin abandonar los cauces diplomáticos para la pronta y pacífica resolución del conflicto.
Desgraciadamente, y tras duras negociaciones, hemos constatado que las autoridades de Moscú no tienen la menor intención de abandonar su política agresiva y hostil hacia los Países de la Alianza Atlántica, y no piensan cejar en la ocupación de los países bálticos, lo cual, es del todo inaceptable para la OTAN.
Por lo tanto, y en cumplimiento de la legalidad vigente y del mandato del Consejo del Atlántico Norte, la Organización del Tratado del Atlántico Norte se compromete a redoblar su esfuerzo para conseguir la total expulsión de las fuerzas rusas de tierra, mar y aire de Estonia, Letonia y Lituania, así como dar los pasos necesarios para asegurar la victoria en la más importante campaña militar en la historia de la Organización. La OTAN y todos sus países integrantes, como la alianza militar más poderosa que jamás ha existido en la historia de la humanidad, quiere dejar claro que no permitirá que Rusia consiga su objetivo de anexionarse todo o parte del territorio bajo protección de la Organización como ya ha planteado, y que no reconoce ni reconocerá jamás, la validez de las consultas que planea llevar a cabo a finales de mes para consumar su política de agresión y conquista.
Estoy en disposición de anunciar que todos los países de la Organización, en una importante muestra de firmeza y solidaridad, han comprometido fuerzas, de un modo u otro, para implementar la política de la Alianza, y que esta, repito, no escatimará esfuerzos ni cejará en su objetivo de derrotar y expulsar definitivamente a las fuerzas rusas del territorio que ocupan ilegalmente. Así mismo, y quiero que se entiendan muy bien mis palabras y la firmeza de estas, puedo asegurar con toda rotundidad que esta Alianza, así como sus países integrantes, jamás se dejarán intimidar por las amenazas rusas de escalar el conflicto mediante el uso de armas nucleares tácticas si no se accede a sus pretensiones. De este modo, recordamos a Moscú, que la Alianza cuenta con tres países que disponen de este tipo de armas, y que están dispuestas a usarlas sobre territorio ruso, si llegado el caso, Rusia lanza cualquier arma de este tipo sobre territorio o soldados de la OTAN.
Por último, lamentamos profundamente la actitud de las autoridades rusas en las fracasadas negociaciones, pero esperamos que recapaciten y entiendan lo peligroso que es para su país y el resto del mundo continuar una guerra como esta, y que más pronto que tarde, reconozcan su error y se avengan a una solución pacífica ajustada a la legalidad internacional.
Buenas tardes.”
Martín aguardó unos minutos más, mientras los analistas televisivos trataban de desentrañar todo lo que querían decir aquellas palabras del Secretario General. Finalmente apagó la televisión y dejó la mente en blanco. Pero no por mucho tiempo, le era imposible. Para él y para los marineros y buques bajo su mando, aquello representaba que su misión en el Báltico continuaba, y con ella la posibilidad de un encuentro con las fuerzas rusas.
Como tenía algo de tiempo, recapacitó unos minutos sobre cómo habían evolucionado los acontecimientos para la OTAN en el mar Báltico en los últimos días. Desde que salieran de la base naval de Wilhelmshaven el 30 de enero, la JTF-22, con los buques F220 “Hamburg”, F219 “Sachsen”, D650 “Aquitaine”, DDG-66 “Gonzalez”, y la F-103 “Blas de Lezo” como buque insignia, y se les unieran la F363 “Niels Juel” en aguas danesas, habían avanzado por el Báltico occidental a un ritmo exasperadamente lento para su gusto. Primero habían sido los estrechos daneses y su obligatorio desminado, lo que llevó a reunir una flotilla de buques de medinas contra minas (MCM) de varios países, tras la pérdida de los buques especializados de las repúblicas bálticas y de casi todo el Grupo Permanente contra minas de la OTAN 1 (SNMCMG1) el primer día de la guerra por los ataques rusos. Aquella tarea fue sistemática y concienzuda, nadie sabía cuántas minas habían plantado los rusos, ni querían volver a sufrir una pérdida como la del “Diamond”, y esa búsqueda requería mucho tiempo. La JTF-22 tan solo podía limitarse a proteger a los buques MCM mientras estos avanzaban por los estrechos daneses y al terminar en estos, por el Báltico occidental, en dirección a Bornholm y las costas polacas. Y en ello estaban todavía, dos semanas después, aunque ahora, con ya varios corredores libres que permitían adentrarse, por su cuenta y riesgo, en el Báltico central y oriental, todavía, presumiblemente, lleno de minas.
De todas formas, MARCOM no había adelantado más órdenes aparte de proteger a los cazaminas, la isla danesa y mantener el dominio naval del Báltico occidental. Nada sobre una posible acción más allá, así que, de momento, y en espera que los estrategas diseñaran alguna operación más arriesgada, la JTF-22 cumplía con su papel.
La flota de Martín no había vuelto a ver acción, a parte de algunos falsos contactos submarinos y de algunas fintas de los bombarderos rusos que, con el dominio del aire comprometido, no eran ya tan aventurados como el día de la “Batalla del Báltico”. La principal preocupación del Contralmirante eran los submarinos y los misiles costa-superficie rusos. Contra estos últimos, de momento su táctica consistía en situarse fuera de su alcance, aunque fuera por poco, y mantener una vigilancia y una respuesta antimisil eficaz. Frente a los segundos, y ante lo difícil de proteger a los MCM contra los submarinos sin situarse en una posición avanzada respecto a ellos, por el riesgo de las minas todavía no localizadas, hacía que fueran los helicópteros los que llevaran el principal peso de las operaciones ASW, tanto el de los buques de la JTF-22 como desde las costas alemana, polaca y danesa. También había apariciones de los aviones de patrulla antisubmarina “Orion” y “Atlantique”, que de vez en cuando se dejaban pasar por allí, regando de sonoboyas algunas zonas, y estableciendo patrones de patrulla durante varias horas tratando de localizar presas submarinas.
Pero que la JTF-22 no hubiera intervenido en ninguna nueva acción naval hasta aquel momento, no significaba que el Báltico hubiera sido un remanso de paz. Los rusos, tras la pérdida de la mayor parte de su flota de superficie, incluidos dos de sus buques principales, se había centrado en completar su operación anfibia en las costas estonias, así como en mantener una vigilancia de sus propias costas y en el Báltico central y oriental, principalmente con el grupo ASW centrado en el destructor “Almirante Levchenko” de la clase Udaloy, llegado del Atlántico poco antes de comenzar las hostilidades, con las dos fragatas de la clase “Neustrashimy” que tenía la flota rusas del Báltico. A este grupo, los SSK rusos trataban de apoyarlo buscando submarinos de la OTAN, mientras que las corbetas y lanchas misileras y ASW protegían las costas de Kaliningrado, las de sus recientes conquistas en los países bálticos y de la entrada al Golfo de Finlandia.
Por su parte, las fuerzas navales polacas, apenas podían intentar otra cosa que mantener alejadas a las naves rusas de sus costas, principalmente mediante sus misiles costa-superficie NSM y las FACM clase Orkan, así como con sus helicópteros ASW y los submarinos diesel. Los demás submarinos de la OTAN trataban de patrullar, recabar información y cobrarse alguna “pieza” en el Báltico central y oriental. Por desgracia, el HNoMS “Uredd”, un SSK del tipo 210 noruego había sido hundido, no sin antes hundir un buque anfibio ruso en la entrada del Golfo de Finlandia. En otro encuentro, el SSK “U32”, un tipo 212 alemán, había localizado y hundido un submarino “Kilo” ruso, entre la costa letona y la isla sueca de Gotland. Y no muy lejos de allí, pero en aguas territoriales suecas, se había producido un confuso incidente con la armada sueca, que por lo visto había terminado con otro “Kilo” en los astilleros rusos de Krondstad, con daños de gravedad. En teoría, y según inteligencia naval, quedaban dos submarinos enemigos operativos, pese a los informes polacos que aseguraban que un helicóptero había hundido un tercer submarino ceca de sus costas, pero esta información no había podido ser contrastada y se daba como posible, pero con un grado de certeza bajo.
El día anterior se había librado otra batalla, en la que el grupo aéreo del “Trumman” había lanzado un ataque contra el grupo ASW ruso, logrando hundir la fragata “Yaroslav Mudry” y dañar al “Almirante Levchenko” cerca de la costa letona, y mientras este se retiraba hacia el cercano puerto de Klaipeda, un osado submarino polaco intentó aprovechar la situación y cobrarse alguna víctima más del grupo naval ruso, pero fue localizado y hundido por los helicópteros rusos.
Así, tras el primer día de la guerra, en el lado ruso, además del destructor dañado y el hundimiento del buque anfibio y la fragata, el tanteo submarino estaba en un SSK ruso hundido, otro probable y otro dañado, mientras que, del lado de la OTAN, se habían perdido un SSK noruego y otro polaco.
De repente, por el interfono, Martín escucho la voz de su segundo.
-Contralmirante, le necesitamos en el CIC. Hay novedades ahí fuera.
-Ahora mismo voy – dijo presionando el botón para contestar. La voz sonaba con cierta urgencia.
EL Contralmirante salió de su camarote cerrando la puerta tras de sí, y aligeró el paso para llegar al Centro de Información y Combate lo antes posible. Al entrar, vio al ahora comandante provisional de la F-103, su antiguo segundo al mando, el Capitán de Corbeta Juan Arcos junto a la Oficial Táctica del buque, la Teniente de Navío Elena Durán situados tras la silla del oficial de guerra antisubmarina, el Alférez de Navío Rodrigo Castro, observando el monitor situado frente al mismo. Cuando se acercó, tras saludarlo, Arcos le dio novedades.
-Parece que “Argonaut 01” – dijo refiriéndose a un helicóptero ASW NH-90 “Caiman” del “Aquitaine” - ha detectado algo ahí abajo, a 21 millas, demora 1-1-0.
- ¿Castro? – dijo inquiriendo más información Martin del buque hacia el oficial de operaciones antisubmarinas.
-Posible contacto submarino, contralmirante.
- ¿Cómo está el mar? ¿Otro falso contacto?
-…difícil de decir, el mar no está lo mal que otras veces para tener falsos retornos, esta vez me inclino a pensar que podría ser algo de verdad lo que se esconde ahí. El “Aquitaine” – a bordo del cual actuaba el oficial ASW de toda la JTF-22 – ha ordenado dirigirse allí a “Netraider 01” – un Lynx danés que ayudaba al helicóptero francés en las misiones ASW por delante de los buques MCM – para apoyarlo, y ordena el despegue de nuestro “Bigstick 01” en alerta – un SH-60 de la “Blas de Lezo” – para ayudar en la búsqueda o cubrir el hueco del helicóptero danés.
-De acuerdo, – dijo Martín, mientras se sentaba en su nueva silla de mando de la flota, y configuraba su monitor más cercano para ver lo miso que Castro en su pantalla táctica.
–Si esta vez es algo de verdad, quiero a todo el mundo listo. Elena, ordena zafarrancho antisubmarino – dijo Arcos.
-A sus órdenes.
Luego, fueron pasando los minutos lentamente. La guerra antisubmarina siempre era un ejercicio de paciencia, y la tripulación de la “Blas de Lezo”, no tenía nada mejor que hacer aquel mediodía que cazar un posible submarino ruso.
…mientras, bajo el Báltico…
“Maldito sonido infernal, es que no va a parar nunca”, pensaba el Capitán Karasev a bordo del “Dmitrov”, mientras los “pings” de las sonoboyas activas golpeaban el casco del submarino ruso. Se dirigió de nuevo al Teniente Kulemin para ver si algo había cambiado.
-Vladimir ¿nos tienen localizados?
-Capitán…creo que sí, pero no estoy seguro del todo – respondió con cara de circunstancias. – Los parámetros entran dentro de los límites de detección por poco, pero de momento no actúan, parece que no están seguros de que seamos reales.
Karasev miró a su segundo, y Chayko le devolvió la mirada preocupado. Desde que hacía más de media hora que los detectaran cuando una sonoboya activa cayó muy cerca del submarino, el Capitán había tratado de librarse de la detección enemiga, primero maniobrando para alejarse de la misma, y luego, al ver que era imposible y que el enemigo se mostraba muy interesado en el contacto, manteniendo la velocidad al mínimo y pegándose al fondo del mar, que allí era relativamente poco profundo, y tratando de que lo confundieran con alguna protuberancia del lecho marino. Pero Karasev, que todavía contaba con más de un 70% de la batería, con su instinto de cazador, pensaba en buscar presas por si era atacado, y tenía que responder, y que al menos, si era hundido, que no se hundiera solo.
Observó la pantalla táctica de Vasily, su oficial táctico y estudió las posibles opciones para sus torpedos. A unos 8.000 metros hacia el oeste se encontraba un contacto que Kulemin había clasificado como un posible buque de superficie de pequeño porte, seguramente un buque MCM por el uso de su sonar, mientras que, a 11.000 metros hacia el suroeste, otro buque un tanto mayor, pero que no emitía nada bajo el agua.
- ¿Tenemos una solución de tiro sobre S1 y S2? – le pregunto a su oficial táctico.
-Si Capitán. Nuestra baja velocidad nos ha ayudado bastante, y el uso del sonar activo de S1 lo ha facilitado más en su caso. Calculo un 85% de posibilidades de impacto sobre S1 si disparamos ahora mismo, y de un 60% para S2.
-Gracias Vasily. No los pierdas de vista y mantén actualizada la solución de tiro.
-Así lo hare Capitán, descuide.
Eran buenas noticias, pero aquello no eliminaba el peligro que se cernía sobre ellos en las alturas, y que estaba castigando sus bien templados nervios poco a poco.
… en los cielos bálticos, a poca distancia de allí…
-Qué dices Paco, ¿tenemos o no tenemos un ruso ahí abajo?
-Joder mi Brigada, he estado siguiendo el contacto desde que “Argonaut 01” lo detectó y me juego el sueldo de un mes que ahí hay un submarino. El francés ha hecho un buen trabajo, y “Netraider 01” opina igual que yo.
Ahora que el helicóptero francés se quedaba corto de combustible y había tenido que regresar al “Aquitaine”, “Bigstick 01”, el SH-60 español se había hecho cargo de la búsqueda, con el apoyo del helicóptero danés, al que todavía le quedaba combustible para un rato más.
-Bueno, pues entonces a que esperamos. Vamos a por él.
-Un momento. Quiero poner otra sonoboya, justo aquí…si nos colocas, suelto la sonoboya y a ver qué pasa.
De acuerdo, pero por ser tú, que me caes bien –respondió el piloto del SH-60 en plan de sorna para aliviar la tensión del ambiente.
Minutos después, la sonoboya activa de “Bigstick 01” caía casi justo encima del submarino ruso y comenzaba a emitir.
-Vale, ahora sí que te tengo cabrón…es un puñetero submarino, y si no es nuestro ni sueco, solo queda que sea ruso, aunque no puedo asegurar su nacionalidad al 100%.
-A mí me vale, voy a informar al “Aquitaine”.
Y mientras el piloto se comunicaba en inglés y en un lenguaje más profesional con el oficial ASW francés, a bordo del helicóptero español se iniciaban los preparativos para lanzar un torpedo Mk.46 de los dos que portaba el aparato.
-OK, tenemos luz verde para el lanzamiento. Cuando quieras Paco.
-Perfecto…vamos en cinco, cuatro, tres, dos, uno…torpedo fuera… - y a los pocos segundos anunció – “pescado” en el agua, activo y buscando…30 nudos…40 nudos…44 nudos.
…a bordo del “Dmitrov”…
- ¡Capitán, tenemos un torpedo en el agua! – dijo alarmado el sonarista. – Está activo y nos busca… ¡está casi encima de nosotros!
- ¡Avante a toda máquina, asciendan 15 metros, todo el timón a babor! – ordeno Karasev. –¡Lancen contra medidas!
El “Dmitrov” se encabritó y los marineros a bordo sintieron la aceleración del viejo submarino ruso que avanzaba y viraba tan rápido como podía, mientras las contramedidas acústicas salían de sus tubos al frio mar. Karasev y Chayko se miraron y comprendieron lo grave de la situación. Si los señuelos no engañaban al torpedo, estaban perdidos.
-¡Vasily, quiero un torpedo sobre S1 y S2 ahora mismo!
-Si Capitán – y aunque la solución de tiro se había ido al carajo con la variación de velocidad y rumbo del submarino, utilizando los últimos datos y la nueva posición del “Dmitrov”, hizo el lanzamiento lo mejor que pudo, y pronto, dos torpedos “53-65” salían de sus tubos rumbo a los objetivos designados, aunque las posibilidades de impacto habían decrecido enormemente, ahora que, además, ambos buques comenzaban a virar y alejarse a toda velocidad del submarino avisados por el “Aquitaine”.
Todos en la sala de control del submarino oían los pings activos de las sonoboyas, y los más inquietantes todavía del torpedo. Pasaron pocos segundos, hasta que al final, los del torpedo parecían decrecer en intensidad.
- ¡Capitán, el torpedo sigue ahora a las contramedidas, nos ha perdido! - anunció casi eufórico el sonarista.
-Timón a la vía. Vamos a escondernos lo más cerca de la costa que podamos. Mantener velocidad – ordenó Karasev.
Ya que no tenía mucho sentido ser silencioso cuando estaba siendo detectado por medios activas, y necesitaba alejarse de allí lo antes posible y tratar de llegar a “aguas marrones” lo ante posible, donde creía que tenía más posibilidades contra los sonares enemigos. Por unos instantes pensó en utilizar los misiles antiaéreos “Igla” con que estaba dotado el submarino para atacar helicópteros, pero según las pruebas y maniobras efectuadas antes de la guerra, tenía poca fe en aquel sistema, y pensó que solo empeoraría la situación al exponer más al submarino y ayudar a la localización todavía más certera de su buque, además de que seguramente, allí arriba había al menos dos helicópteros y posiblemente más por llegar. Los beneficios no merecían la pena comparado con los riesgos.
Tras unos minutos, y mientras seguían el rumbo de los torpedos propios, otra arma enemiga caía al agua en su búsqueda.
-Nuevo rumbo 1-0-5. Está un poco más lejos que el anterior, a ver si podemos alejarnos todavía más. Lancen contramedidas – ordeno el Capitán del “Dmitrov”.
-Andrey, si salimos de esta, te invito a todo el vodka que puedas beber, a ti y a toda la tripulación – le dijo preocupado Chayko.
-De acuerdo Dmitry, trataré que te arruines pagando todo eso… - dijo esbozando una medio sonrisa, para inmediatamente volver a su trabajo. - ¿Cómo van nuestros torpedos? – pregunto al oficial táctico.
-Acercándose a sus objetivos, Capitán. El primero está muy cerca de S1, diría que lo tiene casi seguro. El segundo no lo tengo tan claro…puede ser que pierda a S2.
Efectivamente, el contacto S2, que no era otro que la corveta alemana “Erfurt”, de la clase Braunschweig, se alejaba a toda velocidad del torpedo ruso, que se iba a quedar sin combustible antes de llegar a alcanzar al buque de la OTAN.
-Capitán…el torpedo enemigo ha atravesado las contramedidas y nos sigue persiguiendo – dijo el segundo al mando. – ¡Ya está muy cerca!
-Mierda…lancen más contramedidas, todo el timón a estribor. Asciendan a 20 metros.
Eran medidas casi desesperadas con las que Karasev intentaba despistar al obstinado torpedo, pero que a la distancia a la que los separaba, lo más posible era que los alcanzara. Pasaron varios segundos, pero nada dio resultado, el torpedo enemigo seguía fijo en ellos.
-Capitán…ese maldito torpedo nos va a impactar en pocos segundos.
-¡Preparados para impacto! – ordenó el Capitán… “Ahora veremos cómo es de eficaz el doble casco del submarino”, pensó resignado.
-Aquí viene…
Una gran sacudida recorrió el casco del “Dmitrov”, arrojando a varios de sus marineros al suelo y causando graves daños en la sección de popa, cerca de la sala de máquinas.
- ¡Informe de daños! – aulló Karasev casi de inmediato.
- ¡La sala de máquinas! – dijo Chayko mirando el panel de alarmas. – Tenemos una vía de agua allí. - ¡Equipos de control de daños a la sala de máquinas…ya! – ordenó el segundo, entre cuyas funciones estaba gestionar las emergencias a bordo.
-Capitán…hemos logrado un impacto directo en S1 – anunció casi inaudible el oficial táctico, todavía sorprendido que se mantuviera la energía a bordo y funcionase el sonar.
-Excelente trabajo Vasily…ahora vamos a ver si sobrevivimos a esto…nueva profundidad, 10 metros, velocidad 3 nudos, timón a la vía.
-Timón a la vía – respondió el marinero que guiaba el “Dmitrov”, no sin notar que ahora le costaba más hacer girar el buque.
-Capitán, llegan los primeros informes de daños…
La situación del submarino ruso era desesperada y su capitán lo sabía. Aunque lograsen controlar la vía de agua y los daños ocasionados por el torpedo, habían recibido serios daños y sobre ellos, debía haber uno o más helicópteros armados con más torpedos, listos para lanzarlos en el caso que él intentase huir. Reflexionó unos instantes tras leer los primeros informes de daños y se dirigió a su amigo y segundo al mando.
-Dmitry, no tenemos opción. Debemos salir a superficie y abandonar el buque o moriremos aquí abajo.
-Pero mientras podamos navegar, deberíamos seguir intentándolo…
-No, nos tienen bien agarrados y eso solo acabaría en una tragedia para nuestros hombres. Vamos a emerger y haremos que los hombres abandonen el barco, tú los guiaras. Yo me quedaré aquí con un par de marineros y ayudaré a hundir el submarino para evitar que el enemigo lo capture, por si no se hundiese por sí solo. Luego saldremos a la carrera antes de que se hunda.
-Pero…
-No hay peros, la decisión está tomada. Vamos, prepárate para la evacuación, yo tengo mucho que destruir no vaya a ser que como estamos a poca profundidad, el enemigo pueda recuperar algo importante – e hizo ademán de despedir a su amigo, mientras se giraba para hablar a la tripulación del “Dmitrov” por el micrófono interno. - ¡Atención, aquí el Capitán! ¡Tenemos daños muy graves…preparados para emerger, tenemos que salir de aquí antes de que se hunda la nave!
Minutos después, el “Dmitrov” escupía marineros de su interior que iban arriando balsas de supervivencia, mientras que dos helicópteros lo sobrevolaban como fieras sobre su presa, a la vez que un tercero se acercaba a toda velocidad desde el noroeste. La tarea duró pocos minutos, gracias al entrenamiento de los oficiales y los marineros rusos. Poco después, el “Dmitrov” comenzaba su última inmersión, mientras el Capitán y dos marineros voluntarios salían por la vela a toda prisa y nadaban hasta ser recogidos por una balsa cercana.
Al cabo de un rato, mientras eran vigilados por los “pájaros” enemigos, vieron acercarse a la corveta “Erfurt” que, tras escapar del torpedo ruso, ahora se dirigía a rescatar a los marineros enemigos y ponerlos a buen recaudo. Karasev, mojado y agotado por el esfuerzo y el estrés del combate, solo pudo mirar como la figura del buque enemigo se iba haciendo cada vez mayor, mientras pensaba en cómo sería su cautiverio y en lo que representaría aquello para su carrera, aunque por una vez, había pensado primero en sus hombres que en él mismo y les había dado la oportunidad de sobrevivir. Aquel pensamiento le hizo esbozar una ligera sonrisa.
…no muy lejos de allí, en la “Blas de Lezo”…
-Los tenemos Comandante. La tripulación al completo del submarino ruso está a bordo de la “Erfurt”. Parece que se trataba del submarino B806 “Dmitrov” de la clase “Kilo”, aunque lo han hundido antes de que pudieran llegar los alemanes – informó Duran a su superior.
-Bueno, por fin hemos logrado cazar un submarino enemigo tras tantos falsos contactos. Eso reforzará la moral de nuestros equipos de guerra antisubmarina – respondió Arcos.
-Seguro que sí. Lástima que el cazaminas belga “Bellis” haya caído…no ha habido muchos supervivientes en su caso.
-Un lastima si… esperemos que la próxima vez tengamos más suerte y escapemos sin ninguna baja, aunque según los datos de inteligencia, es posible que solo quede uno o ningún submarino enemigo en todo el báltico – intervino el Contralmirante.
-Ojalá que no quede ninguno, con los bombarderos y los SS-C-5 ya tendremos bastante si nos adentramos más hacia el este.
-Por no contar con sus buques menores lanzamisiles, que no creo que se vayan a quedar quietos, aunque eso me preocupa menos…en fin, hoy hemos hecho un buen trabajo. Voy a hablar con el “Aquitaine” para felicitarlos por su buen trabajo, y en cuando aterrice nuestro “pájaro”, que venga a verme la tripulación, también quiero darles las gracias. Y a todos los aquí presentes, al resto de la tripulación y a los demás buques de la JTF-22, me dirigiré después para felicitarlos y darles las buenas nuevas, si es que no se sabe para entonces – dijo con una franca sonrisa en el rostro el Contralmirante Martín Palacios, mientras que aguardaba su comunicación con los oficiales franceses.
Si la guerra iba a durar más, según había dicho el Secretario General de la OTAN, el seguir hundiendo buques enemigos era una buena noticia. Quizás si los rusos perdían la mayor parte de su flota, como ya estaba sucediendo, fuera un motivo más para reflexionar sobre su posición en el conflicto…o al menos eso quería creer.
Tras terminar la última reunión informativa con su Estado Mayor minutos antes, y ante la calma que imperaba en aquel momento, el Contraalmirante Rafael Martín Palacios, se permitió un breve paréntesis en sus obligaciones como comandante de la Joint Task Force 22 (JTF-22) y en la soledad de su camarote, esperaba con expectación el discurso del Secretario General de la Alianza Atlántica que debía haber comenzado hacía 4 minutos. La señal que le llegaba vía satélite del canal Euronews en su versión para España era buena, y aunque podría haber seguido perfectamente el discurso en inglés, pensó que el ser traducido simultáneamente, le permitía centrarse mejor en los detalles de lo que iba a decir el máximo responsable de la OTAN.
Por fin salió el noruego a exponer su declaración, que dada la expectación con la que se le esperaba, debía de contener algo muy importante. En la sede central de la OTAN en Bruselas, en un escenario muy institucional y sobrio, con un fondo verde oliva y repleto de las banderas de los países que conformaban la Alianza Atlántica, además de la de la propia organización, siendo las más visibles las de las repúblicas bálticas, así como las de Estados Unidos, Reino Unido y Francia, y de pie, tras el atril y los micrófonos, el Secretario General se dispuso a dar comienzo a su alocución.
“En el día de ayer – comenzó a oír Martín de la interprete que traducía el discurso – como ustedes ya saben desde hace unas horas, fracasaron las negociaciones que discretamente se estaban manteniendo en la capital de la India, Nueva Delhi, entre representantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y el gobierno ruso, para encontrar una solución pacífica al conflicto que actualmente enfrenta a ambas partes desde la ilegal y brutal invasión de Estonia, Letonia y Lituania por parte de las tropas de Moscú. La soberanía y el territorio de estos países están bajo la protección de la OTAN, y como tal, tras activar el artículo 5 de nuestra organización, procedimos a iniciar operaciones de combate contra Rusia para tratar de revertir esa situación, sin abandonar los cauces diplomáticos para la pronta y pacífica resolución del conflicto.
Desgraciadamente, y tras duras negociaciones, hemos constatado que las autoridades de Moscú no tienen la menor intención de abandonar su política agresiva y hostil hacia los Países de la Alianza Atlántica, y no piensan cejar en la ocupación de los países bálticos, lo cual, es del todo inaceptable para la OTAN.
Por lo tanto, y en cumplimiento de la legalidad vigente y del mandato del Consejo del Atlántico Norte, la Organización del Tratado del Atlántico Norte se compromete a redoblar su esfuerzo para conseguir la total expulsión de las fuerzas rusas de tierra, mar y aire de Estonia, Letonia y Lituania, así como dar los pasos necesarios para asegurar la victoria en la más importante campaña militar en la historia de la Organización. La OTAN y todos sus países integrantes, como la alianza militar más poderosa que jamás ha existido en la historia de la humanidad, quiere dejar claro que no permitirá que Rusia consiga su objetivo de anexionarse todo o parte del territorio bajo protección de la Organización como ya ha planteado, y que no reconoce ni reconocerá jamás, la validez de las consultas que planea llevar a cabo a finales de mes para consumar su política de agresión y conquista.
Estoy en disposición de anunciar que todos los países de la Organización, en una importante muestra de firmeza y solidaridad, han comprometido fuerzas, de un modo u otro, para implementar la política de la Alianza, y que esta, repito, no escatimará esfuerzos ni cejará en su objetivo de derrotar y expulsar definitivamente a las fuerzas rusas del territorio que ocupan ilegalmente. Así mismo, y quiero que se entiendan muy bien mis palabras y la firmeza de estas, puedo asegurar con toda rotundidad que esta Alianza, así como sus países integrantes, jamás se dejarán intimidar por las amenazas rusas de escalar el conflicto mediante el uso de armas nucleares tácticas si no se accede a sus pretensiones. De este modo, recordamos a Moscú, que la Alianza cuenta con tres países que disponen de este tipo de armas, y que están dispuestas a usarlas sobre territorio ruso, si llegado el caso, Rusia lanza cualquier arma de este tipo sobre territorio o soldados de la OTAN.
Por último, lamentamos profundamente la actitud de las autoridades rusas en las fracasadas negociaciones, pero esperamos que recapaciten y entiendan lo peligroso que es para su país y el resto del mundo continuar una guerra como esta, y que más pronto que tarde, reconozcan su error y se avengan a una solución pacífica ajustada a la legalidad internacional.
Buenas tardes.”
Martín aguardó unos minutos más, mientras los analistas televisivos trataban de desentrañar todo lo que querían decir aquellas palabras del Secretario General. Finalmente apagó la televisión y dejó la mente en blanco. Pero no por mucho tiempo, le era imposible. Para él y para los marineros y buques bajo su mando, aquello representaba que su misión en el Báltico continuaba, y con ella la posibilidad de un encuentro con las fuerzas rusas.
Como tenía algo de tiempo, recapacitó unos minutos sobre cómo habían evolucionado los acontecimientos para la OTAN en el mar Báltico en los últimos días. Desde que salieran de la base naval de Wilhelmshaven el 30 de enero, la JTF-22, con los buques F220 “Hamburg”, F219 “Sachsen”, D650 “Aquitaine”, DDG-66 “Gonzalez”, y la F-103 “Blas de Lezo” como buque insignia, y se les unieran la F363 “Niels Juel” en aguas danesas, habían avanzado por el Báltico occidental a un ritmo exasperadamente lento para su gusto. Primero habían sido los estrechos daneses y su obligatorio desminado, lo que llevó a reunir una flotilla de buques de medinas contra minas (MCM) de varios países, tras la pérdida de los buques especializados de las repúblicas bálticas y de casi todo el Grupo Permanente contra minas de la OTAN 1 (SNMCMG1) el primer día de la guerra por los ataques rusos. Aquella tarea fue sistemática y concienzuda, nadie sabía cuántas minas habían plantado los rusos, ni querían volver a sufrir una pérdida como la del “Diamond”, y esa búsqueda requería mucho tiempo. La JTF-22 tan solo podía limitarse a proteger a los buques MCM mientras estos avanzaban por los estrechos daneses y al terminar en estos, por el Báltico occidental, en dirección a Bornholm y las costas polacas. Y en ello estaban todavía, dos semanas después, aunque ahora, con ya varios corredores libres que permitían adentrarse, por su cuenta y riesgo, en el Báltico central y oriental, todavía, presumiblemente, lleno de minas.
De todas formas, MARCOM no había adelantado más órdenes aparte de proteger a los cazaminas, la isla danesa y mantener el dominio naval del Báltico occidental. Nada sobre una posible acción más allá, así que, de momento, y en espera que los estrategas diseñaran alguna operación más arriesgada, la JTF-22 cumplía con su papel.
La flota de Martín no había vuelto a ver acción, a parte de algunos falsos contactos submarinos y de algunas fintas de los bombarderos rusos que, con el dominio del aire comprometido, no eran ya tan aventurados como el día de la “Batalla del Báltico”. La principal preocupación del Contralmirante eran los submarinos y los misiles costa-superficie rusos. Contra estos últimos, de momento su táctica consistía en situarse fuera de su alcance, aunque fuera por poco, y mantener una vigilancia y una respuesta antimisil eficaz. Frente a los segundos, y ante lo difícil de proteger a los MCM contra los submarinos sin situarse en una posición avanzada respecto a ellos, por el riesgo de las minas todavía no localizadas, hacía que fueran los helicópteros los que llevaran el principal peso de las operaciones ASW, tanto el de los buques de la JTF-22 como desde las costas alemana, polaca y danesa. También había apariciones de los aviones de patrulla antisubmarina “Orion” y “Atlantique”, que de vez en cuando se dejaban pasar por allí, regando de sonoboyas algunas zonas, y estableciendo patrones de patrulla durante varias horas tratando de localizar presas submarinas.
Pero que la JTF-22 no hubiera intervenido en ninguna nueva acción naval hasta aquel momento, no significaba que el Báltico hubiera sido un remanso de paz. Los rusos, tras la pérdida de la mayor parte de su flota de superficie, incluidos dos de sus buques principales, se había centrado en completar su operación anfibia en las costas estonias, así como en mantener una vigilancia de sus propias costas y en el Báltico central y oriental, principalmente con el grupo ASW centrado en el destructor “Almirante Levchenko” de la clase Udaloy, llegado del Atlántico poco antes de comenzar las hostilidades, con las dos fragatas de la clase “Neustrashimy” que tenía la flota rusas del Báltico. A este grupo, los SSK rusos trataban de apoyarlo buscando submarinos de la OTAN, mientras que las corbetas y lanchas misileras y ASW protegían las costas de Kaliningrado, las de sus recientes conquistas en los países bálticos y de la entrada al Golfo de Finlandia.
Por su parte, las fuerzas navales polacas, apenas podían intentar otra cosa que mantener alejadas a las naves rusas de sus costas, principalmente mediante sus misiles costa-superficie NSM y las FACM clase Orkan, así como con sus helicópteros ASW y los submarinos diesel. Los demás submarinos de la OTAN trataban de patrullar, recabar información y cobrarse alguna “pieza” en el Báltico central y oriental. Por desgracia, el HNoMS “Uredd”, un SSK del tipo 210 noruego había sido hundido, no sin antes hundir un buque anfibio ruso en la entrada del Golfo de Finlandia. En otro encuentro, el SSK “U32”, un tipo 212 alemán, había localizado y hundido un submarino “Kilo” ruso, entre la costa letona y la isla sueca de Gotland. Y no muy lejos de allí, pero en aguas territoriales suecas, se había producido un confuso incidente con la armada sueca, que por lo visto había terminado con otro “Kilo” en los astilleros rusos de Krondstad, con daños de gravedad. En teoría, y según inteligencia naval, quedaban dos submarinos enemigos operativos, pese a los informes polacos que aseguraban que un helicóptero había hundido un tercer submarino ceca de sus costas, pero esta información no había podido ser contrastada y se daba como posible, pero con un grado de certeza bajo.
El día anterior se había librado otra batalla, en la que el grupo aéreo del “Trumman” había lanzado un ataque contra el grupo ASW ruso, logrando hundir la fragata “Yaroslav Mudry” y dañar al “Almirante Levchenko” cerca de la costa letona, y mientras este se retiraba hacia el cercano puerto de Klaipeda, un osado submarino polaco intentó aprovechar la situación y cobrarse alguna víctima más del grupo naval ruso, pero fue localizado y hundido por los helicópteros rusos.
Así, tras el primer día de la guerra, en el lado ruso, además del destructor dañado y el hundimiento del buque anfibio y la fragata, el tanteo submarino estaba en un SSK ruso hundido, otro probable y otro dañado, mientras que, del lado de la OTAN, se habían perdido un SSK noruego y otro polaco.
De repente, por el interfono, Martín escucho la voz de su segundo.
-Contralmirante, le necesitamos en el CIC. Hay novedades ahí fuera.
-Ahora mismo voy – dijo presionando el botón para contestar. La voz sonaba con cierta urgencia.
EL Contralmirante salió de su camarote cerrando la puerta tras de sí, y aligeró el paso para llegar al Centro de Información y Combate lo antes posible. Al entrar, vio al ahora comandante provisional de la F-103, su antiguo segundo al mando, el Capitán de Corbeta Juan Arcos junto a la Oficial Táctica del buque, la Teniente de Navío Elena Durán situados tras la silla del oficial de guerra antisubmarina, el Alférez de Navío Rodrigo Castro, observando el monitor situado frente al mismo. Cuando se acercó, tras saludarlo, Arcos le dio novedades.
-Parece que “Argonaut 01” – dijo refiriéndose a un helicóptero ASW NH-90 “Caiman” del “Aquitaine” - ha detectado algo ahí abajo, a 21 millas, demora 1-1-0.
- ¿Castro? – dijo inquiriendo más información Martin del buque hacia el oficial de operaciones antisubmarinas.
-Posible contacto submarino, contralmirante.
- ¿Cómo está el mar? ¿Otro falso contacto?
-…difícil de decir, el mar no está lo mal que otras veces para tener falsos retornos, esta vez me inclino a pensar que podría ser algo de verdad lo que se esconde ahí. El “Aquitaine” – a bordo del cual actuaba el oficial ASW de toda la JTF-22 – ha ordenado dirigirse allí a “Netraider 01” – un Lynx danés que ayudaba al helicóptero francés en las misiones ASW por delante de los buques MCM – para apoyarlo, y ordena el despegue de nuestro “Bigstick 01” en alerta – un SH-60 de la “Blas de Lezo” – para ayudar en la búsqueda o cubrir el hueco del helicóptero danés.
-De acuerdo, – dijo Martín, mientras se sentaba en su nueva silla de mando de la flota, y configuraba su monitor más cercano para ver lo miso que Castro en su pantalla táctica.
–Si esta vez es algo de verdad, quiero a todo el mundo listo. Elena, ordena zafarrancho antisubmarino – dijo Arcos.
-A sus órdenes.
Luego, fueron pasando los minutos lentamente. La guerra antisubmarina siempre era un ejercicio de paciencia, y la tripulación de la “Blas de Lezo”, no tenía nada mejor que hacer aquel mediodía que cazar un posible submarino ruso.
…mientras, bajo el Báltico…
“Maldito sonido infernal, es que no va a parar nunca”, pensaba el Capitán Karasev a bordo del “Dmitrov”, mientras los “pings” de las sonoboyas activas golpeaban el casco del submarino ruso. Se dirigió de nuevo al Teniente Kulemin para ver si algo había cambiado.
-Vladimir ¿nos tienen localizados?
-Capitán…creo que sí, pero no estoy seguro del todo – respondió con cara de circunstancias. – Los parámetros entran dentro de los límites de detección por poco, pero de momento no actúan, parece que no están seguros de que seamos reales.
Karasev miró a su segundo, y Chayko le devolvió la mirada preocupado. Desde que hacía más de media hora que los detectaran cuando una sonoboya activa cayó muy cerca del submarino, el Capitán había tratado de librarse de la detección enemiga, primero maniobrando para alejarse de la misma, y luego, al ver que era imposible y que el enemigo se mostraba muy interesado en el contacto, manteniendo la velocidad al mínimo y pegándose al fondo del mar, que allí era relativamente poco profundo, y tratando de que lo confundieran con alguna protuberancia del lecho marino. Pero Karasev, que todavía contaba con más de un 70% de la batería, con su instinto de cazador, pensaba en buscar presas por si era atacado, y tenía que responder, y que al menos, si era hundido, que no se hundiera solo.
Observó la pantalla táctica de Vasily, su oficial táctico y estudió las posibles opciones para sus torpedos. A unos 8.000 metros hacia el oeste se encontraba un contacto que Kulemin había clasificado como un posible buque de superficie de pequeño porte, seguramente un buque MCM por el uso de su sonar, mientras que, a 11.000 metros hacia el suroeste, otro buque un tanto mayor, pero que no emitía nada bajo el agua.
- ¿Tenemos una solución de tiro sobre S1 y S2? – le pregunto a su oficial táctico.
-Si Capitán. Nuestra baja velocidad nos ha ayudado bastante, y el uso del sonar activo de S1 lo ha facilitado más en su caso. Calculo un 85% de posibilidades de impacto sobre S1 si disparamos ahora mismo, y de un 60% para S2.
-Gracias Vasily. No los pierdas de vista y mantén actualizada la solución de tiro.
-Así lo hare Capitán, descuide.
Eran buenas noticias, pero aquello no eliminaba el peligro que se cernía sobre ellos en las alturas, y que estaba castigando sus bien templados nervios poco a poco.
… en los cielos bálticos, a poca distancia de allí…
-Qué dices Paco, ¿tenemos o no tenemos un ruso ahí abajo?
-Joder mi Brigada, he estado siguiendo el contacto desde que “Argonaut 01” lo detectó y me juego el sueldo de un mes que ahí hay un submarino. El francés ha hecho un buen trabajo, y “Netraider 01” opina igual que yo.
Ahora que el helicóptero francés se quedaba corto de combustible y había tenido que regresar al “Aquitaine”, “Bigstick 01”, el SH-60 español se había hecho cargo de la búsqueda, con el apoyo del helicóptero danés, al que todavía le quedaba combustible para un rato más.
-Bueno, pues entonces a que esperamos. Vamos a por él.
-Un momento. Quiero poner otra sonoboya, justo aquí…si nos colocas, suelto la sonoboya y a ver qué pasa.
De acuerdo, pero por ser tú, que me caes bien –respondió el piloto del SH-60 en plan de sorna para aliviar la tensión del ambiente.
Minutos después, la sonoboya activa de “Bigstick 01” caía casi justo encima del submarino ruso y comenzaba a emitir.
-Vale, ahora sí que te tengo cabrón…es un puñetero submarino, y si no es nuestro ni sueco, solo queda que sea ruso, aunque no puedo asegurar su nacionalidad al 100%.
-A mí me vale, voy a informar al “Aquitaine”.
Y mientras el piloto se comunicaba en inglés y en un lenguaje más profesional con el oficial ASW francés, a bordo del helicóptero español se iniciaban los preparativos para lanzar un torpedo Mk.46 de los dos que portaba el aparato.
-OK, tenemos luz verde para el lanzamiento. Cuando quieras Paco.
-Perfecto…vamos en cinco, cuatro, tres, dos, uno…torpedo fuera… - y a los pocos segundos anunció – “pescado” en el agua, activo y buscando…30 nudos…40 nudos…44 nudos.
…a bordo del “Dmitrov”…
- ¡Capitán, tenemos un torpedo en el agua! – dijo alarmado el sonarista. – Está activo y nos busca… ¡está casi encima de nosotros!
- ¡Avante a toda máquina, asciendan 15 metros, todo el timón a babor! – ordeno Karasev. –¡Lancen contra medidas!
El “Dmitrov” se encabritó y los marineros a bordo sintieron la aceleración del viejo submarino ruso que avanzaba y viraba tan rápido como podía, mientras las contramedidas acústicas salían de sus tubos al frio mar. Karasev y Chayko se miraron y comprendieron lo grave de la situación. Si los señuelos no engañaban al torpedo, estaban perdidos.
-¡Vasily, quiero un torpedo sobre S1 y S2 ahora mismo!
-Si Capitán – y aunque la solución de tiro se había ido al carajo con la variación de velocidad y rumbo del submarino, utilizando los últimos datos y la nueva posición del “Dmitrov”, hizo el lanzamiento lo mejor que pudo, y pronto, dos torpedos “53-65” salían de sus tubos rumbo a los objetivos designados, aunque las posibilidades de impacto habían decrecido enormemente, ahora que, además, ambos buques comenzaban a virar y alejarse a toda velocidad del submarino avisados por el “Aquitaine”.
Todos en la sala de control del submarino oían los pings activos de las sonoboyas, y los más inquietantes todavía del torpedo. Pasaron pocos segundos, hasta que al final, los del torpedo parecían decrecer en intensidad.
- ¡Capitán, el torpedo sigue ahora a las contramedidas, nos ha perdido! - anunció casi eufórico el sonarista.
-Timón a la vía. Vamos a escondernos lo más cerca de la costa que podamos. Mantener velocidad – ordenó Karasev.
Ya que no tenía mucho sentido ser silencioso cuando estaba siendo detectado por medios activas, y necesitaba alejarse de allí lo antes posible y tratar de llegar a “aguas marrones” lo ante posible, donde creía que tenía más posibilidades contra los sonares enemigos. Por unos instantes pensó en utilizar los misiles antiaéreos “Igla” con que estaba dotado el submarino para atacar helicópteros, pero según las pruebas y maniobras efectuadas antes de la guerra, tenía poca fe en aquel sistema, y pensó que solo empeoraría la situación al exponer más al submarino y ayudar a la localización todavía más certera de su buque, además de que seguramente, allí arriba había al menos dos helicópteros y posiblemente más por llegar. Los beneficios no merecían la pena comparado con los riesgos.
Tras unos minutos, y mientras seguían el rumbo de los torpedos propios, otra arma enemiga caía al agua en su búsqueda.
-Nuevo rumbo 1-0-5. Está un poco más lejos que el anterior, a ver si podemos alejarnos todavía más. Lancen contramedidas – ordeno el Capitán del “Dmitrov”.
-Andrey, si salimos de esta, te invito a todo el vodka que puedas beber, a ti y a toda la tripulación – le dijo preocupado Chayko.
-De acuerdo Dmitry, trataré que te arruines pagando todo eso… - dijo esbozando una medio sonrisa, para inmediatamente volver a su trabajo. - ¿Cómo van nuestros torpedos? – pregunto al oficial táctico.
-Acercándose a sus objetivos, Capitán. El primero está muy cerca de S1, diría que lo tiene casi seguro. El segundo no lo tengo tan claro…puede ser que pierda a S2.
Efectivamente, el contacto S2, que no era otro que la corveta alemana “Erfurt”, de la clase Braunschweig, se alejaba a toda velocidad del torpedo ruso, que se iba a quedar sin combustible antes de llegar a alcanzar al buque de la OTAN.
-Capitán…el torpedo enemigo ha atravesado las contramedidas y nos sigue persiguiendo – dijo el segundo al mando. – ¡Ya está muy cerca!
-Mierda…lancen más contramedidas, todo el timón a estribor. Asciendan a 20 metros.
Eran medidas casi desesperadas con las que Karasev intentaba despistar al obstinado torpedo, pero que a la distancia a la que los separaba, lo más posible era que los alcanzara. Pasaron varios segundos, pero nada dio resultado, el torpedo enemigo seguía fijo en ellos.
-Capitán…ese maldito torpedo nos va a impactar en pocos segundos.
-¡Preparados para impacto! – ordenó el Capitán… “Ahora veremos cómo es de eficaz el doble casco del submarino”, pensó resignado.
-Aquí viene…
Una gran sacudida recorrió el casco del “Dmitrov”, arrojando a varios de sus marineros al suelo y causando graves daños en la sección de popa, cerca de la sala de máquinas.
- ¡Informe de daños! – aulló Karasev casi de inmediato.
- ¡La sala de máquinas! – dijo Chayko mirando el panel de alarmas. – Tenemos una vía de agua allí. - ¡Equipos de control de daños a la sala de máquinas…ya! – ordenó el segundo, entre cuyas funciones estaba gestionar las emergencias a bordo.
-Capitán…hemos logrado un impacto directo en S1 – anunció casi inaudible el oficial táctico, todavía sorprendido que se mantuviera la energía a bordo y funcionase el sonar.
-Excelente trabajo Vasily…ahora vamos a ver si sobrevivimos a esto…nueva profundidad, 10 metros, velocidad 3 nudos, timón a la vía.
-Timón a la vía – respondió el marinero que guiaba el “Dmitrov”, no sin notar que ahora le costaba más hacer girar el buque.
-Capitán, llegan los primeros informes de daños…
La situación del submarino ruso era desesperada y su capitán lo sabía. Aunque lograsen controlar la vía de agua y los daños ocasionados por el torpedo, habían recibido serios daños y sobre ellos, debía haber uno o más helicópteros armados con más torpedos, listos para lanzarlos en el caso que él intentase huir. Reflexionó unos instantes tras leer los primeros informes de daños y se dirigió a su amigo y segundo al mando.
-Dmitry, no tenemos opción. Debemos salir a superficie y abandonar el buque o moriremos aquí abajo.
-Pero mientras podamos navegar, deberíamos seguir intentándolo…
-No, nos tienen bien agarrados y eso solo acabaría en una tragedia para nuestros hombres. Vamos a emerger y haremos que los hombres abandonen el barco, tú los guiaras. Yo me quedaré aquí con un par de marineros y ayudaré a hundir el submarino para evitar que el enemigo lo capture, por si no se hundiese por sí solo. Luego saldremos a la carrera antes de que se hunda.
-Pero…
-No hay peros, la decisión está tomada. Vamos, prepárate para la evacuación, yo tengo mucho que destruir no vaya a ser que como estamos a poca profundidad, el enemigo pueda recuperar algo importante – e hizo ademán de despedir a su amigo, mientras se giraba para hablar a la tripulación del “Dmitrov” por el micrófono interno. - ¡Atención, aquí el Capitán! ¡Tenemos daños muy graves…preparados para emerger, tenemos que salir de aquí antes de que se hunda la nave!
Minutos después, el “Dmitrov” escupía marineros de su interior que iban arriando balsas de supervivencia, mientras que dos helicópteros lo sobrevolaban como fieras sobre su presa, a la vez que un tercero se acercaba a toda velocidad desde el noroeste. La tarea duró pocos minutos, gracias al entrenamiento de los oficiales y los marineros rusos. Poco después, el “Dmitrov” comenzaba su última inmersión, mientras el Capitán y dos marineros voluntarios salían por la vela a toda prisa y nadaban hasta ser recogidos por una balsa cercana.
Al cabo de un rato, mientras eran vigilados por los “pájaros” enemigos, vieron acercarse a la corveta “Erfurt” que, tras escapar del torpedo ruso, ahora se dirigía a rescatar a los marineros enemigos y ponerlos a buen recaudo. Karasev, mojado y agotado por el esfuerzo y el estrés del combate, solo pudo mirar como la figura del buque enemigo se iba haciendo cada vez mayor, mientras pensaba en cómo sería su cautiverio y en lo que representaría aquello para su carrera, aunque por una vez, había pensado primero en sus hombres que en él mismo y les había dado la oportunidad de sobrevivir. Aquel pensamiento le hizo esbozar una ligera sonrisa.
…no muy lejos de allí, en la “Blas de Lezo”…
-Los tenemos Comandante. La tripulación al completo del submarino ruso está a bordo de la “Erfurt”. Parece que se trataba del submarino B806 “Dmitrov” de la clase “Kilo”, aunque lo han hundido antes de que pudieran llegar los alemanes – informó Duran a su superior.
-Bueno, por fin hemos logrado cazar un submarino enemigo tras tantos falsos contactos. Eso reforzará la moral de nuestros equipos de guerra antisubmarina – respondió Arcos.
-Seguro que sí. Lástima que el cazaminas belga “Bellis” haya caído…no ha habido muchos supervivientes en su caso.
-Un lastima si… esperemos que la próxima vez tengamos más suerte y escapemos sin ninguna baja, aunque según los datos de inteligencia, es posible que solo quede uno o ningún submarino enemigo en todo el báltico – intervino el Contralmirante.
-Ojalá que no quede ninguno, con los bombarderos y los SS-C-5 ya tendremos bastante si nos adentramos más hacia el este.
-Por no contar con sus buques menores lanzamisiles, que no creo que se vayan a quedar quietos, aunque eso me preocupa menos…en fin, hoy hemos hecho un buen trabajo. Voy a hablar con el “Aquitaine” para felicitarlos por su buen trabajo, y en cuando aterrice nuestro “pájaro”, que venga a verme la tripulación, también quiero darles las gracias. Y a todos los aquí presentes, al resto de la tripulación y a los demás buques de la JTF-22, me dirigiré después para felicitarlos y darles las buenas nuevas, si es que no se sabe para entonces – dijo con una franca sonrisa en el rostro el Contralmirante Martín Palacios, mientras que aguardaba su comunicación con los oficiales franceses.
Si la guerra iba a durar más, según había dicho el Secretario General de la OTAN, el seguir hundiendo buques enemigos era una buena noticia. Quizás si los rusos perdían la mayor parte de su flota, como ya estaba sucediendo, fuera un motivo más para reflexionar sobre su posición en el conflicto…o al menos eso quería creer.
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- flanker33
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Expreso Báltico
21 de febrero. 20:50 hora local. En algún lugar en el interior de los bosques estonios.
Tras los primeros días que dedicaron a recuperarse física y anímicamente en uno de los refugios de sus benefactores, Hendrik Rein y sus compañeros de fatiga, habían comenzado a cooperar activamente con ellos. Primero en misiones de vigilancia cercana a la guarida que les daba cobijo, protegiéndola de miradas curiosas y visitas no deseadas, y desde hacía unos días, acompañando como apoyo a los soldados de las fuerzas especiales en sus patrullas por zonas algo más alejadas, reconociendo el terreno y a las fuerzas enemigas que operaban relativamente cerca de su escondite.
Aquella tarde-noche, Hendrik caminaba junto a Irene, la sargento española, ya que ella era con el estonio que mejor se entendía, y ambos acompañaban a una patrulla de ocho efectivos de los comandos. Enfundados en sus trajes invernales de camuflaje, y equipados con fusiles G-36 modificados con culatas más pesadas y silenciadores, además de sus equipos de comunicaciones, chalecos tácticos antibalas y raciones para tres días, la imagen que proyectaban ahora, era radicalmente diferente de la que tenían días atrás, cuando vagaban por los bosques como perros acosados por el frio, el hambre y el enemigo. Aquello era bueno para su moral, y no solo por lo que había supuesto tener un sitio para descansar sin morirse de frio y temer a cada instante ser sorprendidos por el enemigo, amén de poder comer algo caliente. Ahora formaban parte de algo bien organizado y preparado, además de tener un objetivo que no fuera solo el de sobrevivir un minuto más.
Caminando por el bosque se fueron acercando a una pequeña aldea formada por tres familias, a las que los soldados estonios habían visitado alguna vez en busca de información de los rusos por la zona, siempre tratando de no ponerlos en peligro, aunque la relación entre civiles y fuerzas de resistencia en zonas ocupadas por el enemigo siempre han sido complicadas. Aquella noche lo comprobarían. Cuando todavía estaban a cierta distancia de la aldea, oyeron el sonido distante de varios vehículos a motor, y el teniente al mando de la patrulla decidió acercarse hacía allí con suma cautela. Minutos después, y desde el interior del bosque, pero cerca del límite de los árboles, a poco más de 20 metros de las casas y las naves agrícolas, observaron como dos todoterrenos y un BTR-80 rusos estaban en medio de la minúscula aldea, con un grupo de soldados rusos rodeando a los civiles que habían reunido fuera de sus hogares. El que parecía un oficial ruso estaba interrogando a los dos hombres mayores con bastante malos modos.
- ¿Qué hacemos jefe? – susurró uno de los soldados al Teniente.
-Esperar, no podemos hacer nada si no ponen en peligro sus vidas. Sería peor para ellos.
- ¿Me encargo del oficial si es necesario?
-Afirmativo.
Irene miró a Hendrik sin entender, y este le explicó en voz muy baja lo que había dicho su oficial. Ambos aguardaron acontecimientos, mientras la verborrea del ruso iba en aumento y su tono cada vez era más agresivo con los civiles. Entre risotadas y amenazas los rusos iban aumentando la presión sobre los estonios, cada vez de forma más virulenta. La española apretó los puños y se mordió el labio al ver como el oficial ruso abofeteaba a una mujer de mediana edad, y otro soldado golpeaba con la culata de su AK al muchacho que acudía en su defensa. A todos les hubiese gustado eliminar a aquellos cabrones, y podrían haberlo hecho, pero supondría poner en peligro las vidas de esos civiles en ese momento y también más adelante, y ellos no podían hacerse cargo de ocultarlos. Además, las familias tampoco podían darles ninguna información relevante sobre la posición de los soldados estonios de la resistencia, ya que habían sido muy cuidadosos en ese aspecto en sus conversaciones con ellos, e incluso les habían informado que podían, llegado un momento como el que estaban viviendo en aquellos momentos, informar a los rusos sobre que habían tenido contacto con soldados estonios de la resistencia si se veían obligado a ello, para tratar que no fueran retenidos o torturados.
Al final, y tras algunos golpes, insultos y gritos más, el pequeño contingente ruso se retiró de la aldea, no sin antes haber saqueado las casas y haberse llevado todo los que les pareció bien, como comida, dinero, herramientas o baratijas. Los soldados de la OTAN, impotentes, aguardaron hasta asegurarse que los rusos se habían ido y que no había enemigos cerca. Entonces, el Teniente, que previamente había recolectado algunas raciones de entre sus hombres, se acercó a una de las casas por la parte trasera, y tras llamar a una ventana, entregó las raciones y conversó durante un par de minutos con alguien en el interior. Al regresar informó a sus hombres.
-Tengo buenas y malas noticias… las buenas es que no les han sacado nada, ni siquiera que nos han visto, así que en ese aspecto se han ido de vacío. Lo malo es que han dicho que volverán, pero, sobre todo, les han comunicado entre carcajadas que Tallín ha caído hoy, hace apenas unas horas – dijo en tono apesadumbrado.
-…al menos han aguantado casi un mes…es todo un éxito…creo que nadie esperaba que pudiera aguantar tanto antes de la guerra – dijo Hendrik – aunque eso no quita para que ahora haya muchos más civiles bajo algo como lo que acabamos de ver esta noche y los rusos traten de venderlo como una victoria.
-Cierto, pero lo importante para nosotros, es que ahora podrán liberar tropas que estaban luchando allí, para lidiar con la resistencia y controlar de forma más efectiva el país – intervino otro soldado.
-Puede, pero tras un mes de lucha urbana, sus unidades deben estar destrozadas y posiblemente necesiten un tiempo para reorganizarse, descansar y recibir refuerzos. Así que posiblemente, a corto plazo todavía no son una amenaza, pero lo notaremos con el tiempo si la ocupación y la guerra se alarga.
-Teniente, cambiando de tema, creo que ese oficial y sus hombres se han ganado una de nuestras visitas “cariñosas”. Tengo la matrícula de los vehículos y fotos de varios de ellos, así que, si los encontramos en otra ocasión, podemos devolverle “la cortesía” que han tenido esta noche con nuestros vecinos – comentó el Sargento, segundo al mando de la patrulla.
-Eso dalo por descontado.
26 de febrero de 2018. 08.09 hora local. En los cielos bálticos.
- ¡Salgamos de aquí, ya! – ordenó “Homer” por radio, mientras dejaban atrás algunos blindados ardiendo en tierra tras el ataque de su escuadrilla, y las columnas de humo y de fuego se elevaban en la oscuridad de la fría noche báltica - ¡coñ*…otro puto misil a las 6!¡Rompe “Poker”, rompe a la izquierda”!
- ¡Maniobrando…ya…joder…! – y tras girar bruscamente y sentir tensarse todos los músculos de su cuerpo, a la vez que lanzaba bengalas a todo trapo, vio como la estela del misil se desviaba y alejaba de su aparato. - ¡Otro menos…a ver si se les acaban de una puta vez!
El Teniente “Poker” Polster, “Homer” y el resto de la escuadrilla de Hornets de los Marines salieron a toda velocidad de la zona de fuego enemiga, y tras varios minutos volando bajo, comenzaron a reunirse a algo más de altura con algunos aparatos aliados con los que habían compartido ataque, ya en cielos polacos. Vio que faltaban algunos de los que se habían reunido antes del inicio del mismo, en concreto un par de F-16, que resultaba coincidente con lo que había escuchado por la radio. “Mala suerte para ellos, pero para nosotros no ha ido mal la cosa”, pensaba el Teniente mientras miraba a su alrededor para asegurarse una vez más que no faltara ninguno de sus compañeros y amigos de escuadrón.
Todavía quedaba mucho camino hasta la base aérea de Caslav en la Republica Checa, hogar desde ya hacía varias semanas de los “Thunderbolts” del VMFA-251, pero ya se encontraban bastante en el interior de territorio aliado, y la tensión de los minutos previos, durante el ataque, cuando la adrenalina fluía a toda velocidad por sus venas, se había rebajado y los pilotos se permitía entonces una cierta relajación. A Alan Polster le gustaba repasar la misión y pensar en lo que habían hecho bien, pero sobre todo en lo que habían hecho mal, así además de tener avanzado su informe para el “debriefing”, asimilaba con mayor rapidez las lecciones aprendidas durante la misión para futuras ocasiones…y en aquella guerra era necesario aprender rápido sino querías ser derribado por el enemigo, como ya les había sucedido a algunos pilotos del Escuadrón. Pero no a él, el piloto más novato del escuadrón estaba aprendiendo rápido y se estaba convirtiendo a pasos agigantados en un compañero fiable para los más veteranos. “Poker” anotó mentalmente que, de nuevo en esta misión, la presencia de cazas enemigos había sido bastante escasa, y que solo a los aviones aliados que se internaban más al interior de las repúblicas bálticas en misiones de ataque en profundidad se oponían los cazas rusos, de los cuales, cada vez aparecían un mayor número de MiG-31 para reemplazar a los Sukhois perdidos en combate. En primera línea del Frente de Batalla Aéreo, los rusos parecían haber delegado la defensa aérea en sus sistemas SAM casi exclusivamente, de lo cual, Polster se alegraba, ya que tenían una amenaza menos de la que preocuparse, aunque esta fuera como un jodido dolor de muelas. De hecho, ya había olvidado el número de misiles antiaéreos que había evadido desde el inicio de los combates, pero no habían sido pocos.
La misión de aquella noche, en principio no iba a ser muy diferente de otros “tradicionales” ataques de cazabombarderos a las unidades mecanizadas rusas situadas en el sur de Lituania, que tantas veces habían realizado los “Thunderbolts” desde que se iniciara el conflicto, y con mayor intensidad en los últimos días. Normalmente, una patrulla de 4 F-18 del Escuadrón se unían a cada “paquete” de ataque que volaban al día las fuerzas de la OTAN, con otros F-18 del portaviones “Truman”, o Hornets canadienses y españoles (que operaban desde Dinamarca), Tornados IDS germanos o italianos desde Alemania, y F-16 de la USAF desde ese mismo país, a la vez que recibían el apoyo de Tornados ECR y EA-18G para la guerra electrónica y la supresión de defensas aéreas, así como de algunos cazas F-15, Typhoon o Mirage 2000 para garantizar su protección frente a los aparatos enemigos. Dos de estos “paquetes” simultáneos, formados normalmente por unos 40 aviones cada uno, eran los que atacaban a las Divisiones rusas del 1º Ejercito de Tanques de la Guardia en Lituania tres veces al día como mínimo, ya que no era extraño el día que se añadía un cuarto ataque para desesperación de los cansados pilotos y personal de mantenimiento, pero no menor para los castigados soldados rusos. Además, otros dos paquetes como aquellos realizaban ataques contra las fuerzas rusas en Kaliningrado, y otros dos de similar entidad, se introducían en el interior de las repúblicas ocupadas, para atacar objetivos enemigos en profundidad, como las bases aéreas de Ämari y Lielvarde que habían logrado destruir completamente días atrás, llevadas estas a cabo normalmente por aviones F-15E, Rafale o F-35, y generalmente protegidos por algunos F-22 si era necesario. En total, cerca de 250 aviones de combate cada “turno”, lo que hacía que fueran de unos 750 a 1000 salidas al día para los aviones de combate, luchando contra las fuerzas rusas, sin contar otras acciones puntuales con las que se sumaban cerca de 1.000-1300, y a los aviones de apoyo de todo tipo, que, en total, elevaban las salidas a unas 1700-2000 diarias, dependiendo también de la disponibilidad y la meteorología.
Para aquella misión en concreto, los Hornets de los Marines cargaban una configuración de 2 misiles Maverick y dos GBU-54 LJDAM para atacar objetivos rusos previamente localizados por los satélites y los drones, además de por soldados aliados sobre el terreno, normalmente fuerzas especiales de la OTAN introducidas en el país, o unidades de la resistencia lituana. Con aquellos ataques solían obtener buenos resultados, aunque acercarse a una zona densamente protegidas por SAM,s era siempre un riesgo, incluso con la ayuda de los cazas “electrónicos” y de los misiles antirradar. Además, aquel día había comenzado con una sorpresa en el “briefing” al explicar sus responsables la presencia de unos nuevos “compañeros de juerga”, pesados y muy grandes, aunque en realidad nunca llegaron a verlos. El objetivo de aquella misión era un regimiento blindado de la 4ª División de Tanques a unos 30 km de la frontera polaca, y la idea era que 4 bombarderos B-1B volando desde sus bases en Inglaterra, a alta cota, protegidos de los SAM enemigos por su pequeño RCS, la gran distancia a la que lanzarían sus armas, y las contramedidas de los EA-18G que ayudarían a mantenerlos ocultos a los radares enemigos, lanzasen 48 bombas planeadoras AGM-154B JSOW desde casi 60 millas. Esas bombas planeadoras habían sido modificadas a la versión B con cabeza de guerra BLU-108 específicamente diseñadas para el ataque a formaciones acorazadas desde una distancia de seguridad, y que pese a haber pasado su periodo de diseño y pruebas satisfactoriamente años atrás, no había pasado a la fase operativa y de producción por la falta de interés y presupuesto de las Fuerzas Armadas estadounidenses. Pero ahora, con varias divisiones y brigadas de tanques y mecanizadas enfrentadas a las fuerzas de la OTAN, ocupando países aliados, aquel programa se había resucitado de urgencia, y tras el desarmado de algunas cabezas de las AGM-154A y C, se habían cambiado estas por las BLU-108 para enfrentar la amenaza rusa. Ciertamente ya se habían empleado bombas como las CBU-97 o 105, que no es que fueran inferiores, pero sí que, al tener un alcance más limitado, los aviones atacantes tenían que acercarse más al objetivo, por lo cual podían ser derribados (y varios lo habían sido), y el lanzamiento de las bombas, con el piloto volando bajo presión, no era todo lo “ideal” que permitía hacerlo a decenas de millas de distancia desde alta cota, por lo que los efectos no siempre eran los esperados. Las BLU-108 eran similares a las de las CBU-97, pero con 6 “paquetes” de 4 municiones perforantes guiadas, denominadas “Skeets”, lo que permitiría saturar una amplia zona, donde se desplegaba el regimiento de tanques ruso al suroeste de Lituania, y atacar objetivos pre-asignados por los sistemas de reconocimiento. En total se calculaba que el ataque generaría más de 1.000 “Skeets” en el área de sus objetos potenciales, y que estas se encargarían de destrozar la mayoría de vehículos del regimiento ruso. Ante tal despliegue, los Hornets de los Marines y del “Truman” que les acompañaban en aquella misión, tenían que atacar objetivos “duros” y “blandos”, ya fueran, vehículos blindados, concentraciones de tropas, vehículos logísticos, depósitos de munición o combustible, etc…, y que resultaran indemnes tras el bombardeo previo. Por lo tanto, era una misión difícil, que, aunque teniendo una posición aproximada de los objetivos enemigos, comprendía un reconocimiento post-ataque y posiblemente el lanzamiento de armas contra blancos de oportunidad desde poca distancia, en medio de un avispero de misiles SAM, espoleados tras el ataque inicial de los bombarderos.
También les habían informado, que, si aquella nueva táctica de usar bombarderos estratégicos como aviones de apoyo a tierra y cazacarros daba resultados, podría repetirse en los siguientes días contra la 2ª División Motorizada al sureste de Lituania, y contra la 90ª División de Tanques situada al oeste de Kaliningrado. Si los tanques rusos comenzaban a arder por docenas, sería una gran noticia para las tropas de tierra que deberían avanzar contra ellas, seguramente en no mucho tiempo, si al final la guerra entraba en la fase de la contraofensiva terrestre de la que todos los medios de comunicación occidentales se hacían eco y esperaban desde hacía días.
Así que, tras finalizar el ataque, y mientras cruzaba Polonia de noreste a suroeste, el Teniente Polster aguardaba impaciente la información que les confirmase si aquella nueva táctica había tenido éxito o no. Pero cuando los aviones supervivientes del “paquete” se iban dispersando para dirigirse cada uno a sus bases, y mientras el piloto marine pensaba que habían salido bien parados de aquella misión y todos los “Thunderbolts” regresaban a casa, pese a haber tenido que evadir varios misiles, y aún sin conocer el daño causado al enemigo, pero dejando tras de sí lo que parecía un reguero de blindados y vehículos en llamas, el Capitán Stevens llamó la atención del resto de los pilotos de su escuadrilla.
- ¡A las 10! … ¿qué coñ* es aquello? – escuchó en sus auriculares “Poker”.
-Está muy lejos…parece que cerca de Varsovia… ¡y está descendiendo a toda velocidad! – advirtió el punto del Capitán, mientras que Polster localizaba de lo que estaban hablando sus compañeros.
- ¡Misiles, misiles! – dijo con preocupación pese a que parecía obvio que estaban demasiado lejos como para afectarles en algo.
Vio como varias estelas descendían desde alta y media cota, y comenzaban a realizar extrañas maniobras, mientras que ahora, más estelas, estas salidas desde tierra, se acercaban a las primeras. “¿Iskander?” se preguntó el piloto norteamericano. Y si, no eran otros que una salva de dichos misiles rusos (SS-26 para la OTAN) que estaban descendiendo a toda velocidad y realizando maniobras evasivas hacia sus objetivos en la capital polaca. A su vez, misiles Patriot que desde una batería de defensa aérea norteamericana se habían lanzado contra ellos, intentaban derribarlos antes de que cumpliesen su misión y destruyesen sus objetivos en la capital polaca.
“Poker” y sus compañeros asistieron impotentes al “espectáculo”, y aunque pudieron ver como uno de los misiles ruso era interceptado, produciendo una espectacular bola de fuego en el cielo que apenas comenzaba a clarear, la mayoría de ellos lograron sus objetivos. Algunos cayeron sobre el aeropuerto de la capital, pero en vez de producirse grandes explosiones, estas se produjeron en altura y no fueron nada espectaculares. Lo mismo sucedió con los otros “Iskander” que estaban alcanzando sus objetivos, principalmente estaciones eléctricas y otras fuentes de generación y distribución de energía para la capital polaca, además de unos poco que fueron a caer cerca de las instalaciones militares de mando polacas en la capital. Todos los misiles llevaban una cabeza EMP, que generaban un impulso electromagnético que “freía” cualquier aparato eléctrico que no estuviera protegido contra estos ataques en un radio de 300 metros, y que en un instante devolvía a la zona afectada, setenta u ochenta años atrás, con el consiguiente daño para toda la infraestructura civil, y en menor medida militar, de la capital polaca, que se vio seriamente comprometida por aquel ataque ruso.
Era el primer ataque directo, no un ciberataque o un ataque de sabotaje, cuya autoría quedaba en el limbo de los no reivindicados, aunque todo el mundo supiera de quien se trataba, contra población civil y de una capital de un país de la OTAN, a excepción de las repúblicas bálticas. Y aquello llevaba bastante de mensaje político de Moscú, que cada vez se veía más acosado por las fuerzas aéreas aliadas. Y justo cuando la situación, como consecuencia de los ataques rusos a territorio estadounidenses hacía ya varios días, se estaba tornando cada vez más caliente en el aspecto de las retorica nucleares. La opinión pública norteamericana clamaba venganza, mientras sus políticos se veían acorralados entre sus deseos, las presiones y la realidad. Mientras, los rusos temían que finalmente se produjera una invasión de Kaliningrado, lo que estaba elevando gravemente el nivel de sus amenazas y el “ruido de sables” nuclear.
Y mientras el Teniente Polster observaba como Varsovia sufría un apagón total, se preguntaba si alguien iba a parar todo aquello antes de que se fuera definitivamente de las manos de los políticos y altos mandos, y mandaran a todo el mundo a la mierda.
Tras los primeros días que dedicaron a recuperarse física y anímicamente en uno de los refugios de sus benefactores, Hendrik Rein y sus compañeros de fatiga, habían comenzado a cooperar activamente con ellos. Primero en misiones de vigilancia cercana a la guarida que les daba cobijo, protegiéndola de miradas curiosas y visitas no deseadas, y desde hacía unos días, acompañando como apoyo a los soldados de las fuerzas especiales en sus patrullas por zonas algo más alejadas, reconociendo el terreno y a las fuerzas enemigas que operaban relativamente cerca de su escondite.
Aquella tarde-noche, Hendrik caminaba junto a Irene, la sargento española, ya que ella era con el estonio que mejor se entendía, y ambos acompañaban a una patrulla de ocho efectivos de los comandos. Enfundados en sus trajes invernales de camuflaje, y equipados con fusiles G-36 modificados con culatas más pesadas y silenciadores, además de sus equipos de comunicaciones, chalecos tácticos antibalas y raciones para tres días, la imagen que proyectaban ahora, era radicalmente diferente de la que tenían días atrás, cuando vagaban por los bosques como perros acosados por el frio, el hambre y el enemigo. Aquello era bueno para su moral, y no solo por lo que había supuesto tener un sitio para descansar sin morirse de frio y temer a cada instante ser sorprendidos por el enemigo, amén de poder comer algo caliente. Ahora formaban parte de algo bien organizado y preparado, además de tener un objetivo que no fuera solo el de sobrevivir un minuto más.
Caminando por el bosque se fueron acercando a una pequeña aldea formada por tres familias, a las que los soldados estonios habían visitado alguna vez en busca de información de los rusos por la zona, siempre tratando de no ponerlos en peligro, aunque la relación entre civiles y fuerzas de resistencia en zonas ocupadas por el enemigo siempre han sido complicadas. Aquella noche lo comprobarían. Cuando todavía estaban a cierta distancia de la aldea, oyeron el sonido distante de varios vehículos a motor, y el teniente al mando de la patrulla decidió acercarse hacía allí con suma cautela. Minutos después, y desde el interior del bosque, pero cerca del límite de los árboles, a poco más de 20 metros de las casas y las naves agrícolas, observaron como dos todoterrenos y un BTR-80 rusos estaban en medio de la minúscula aldea, con un grupo de soldados rusos rodeando a los civiles que habían reunido fuera de sus hogares. El que parecía un oficial ruso estaba interrogando a los dos hombres mayores con bastante malos modos.
- ¿Qué hacemos jefe? – susurró uno de los soldados al Teniente.
-Esperar, no podemos hacer nada si no ponen en peligro sus vidas. Sería peor para ellos.
- ¿Me encargo del oficial si es necesario?
-Afirmativo.
Irene miró a Hendrik sin entender, y este le explicó en voz muy baja lo que había dicho su oficial. Ambos aguardaron acontecimientos, mientras la verborrea del ruso iba en aumento y su tono cada vez era más agresivo con los civiles. Entre risotadas y amenazas los rusos iban aumentando la presión sobre los estonios, cada vez de forma más virulenta. La española apretó los puños y se mordió el labio al ver como el oficial ruso abofeteaba a una mujer de mediana edad, y otro soldado golpeaba con la culata de su AK al muchacho que acudía en su defensa. A todos les hubiese gustado eliminar a aquellos cabrones, y podrían haberlo hecho, pero supondría poner en peligro las vidas de esos civiles en ese momento y también más adelante, y ellos no podían hacerse cargo de ocultarlos. Además, las familias tampoco podían darles ninguna información relevante sobre la posición de los soldados estonios de la resistencia, ya que habían sido muy cuidadosos en ese aspecto en sus conversaciones con ellos, e incluso les habían informado que podían, llegado un momento como el que estaban viviendo en aquellos momentos, informar a los rusos sobre que habían tenido contacto con soldados estonios de la resistencia si se veían obligado a ello, para tratar que no fueran retenidos o torturados.
Al final, y tras algunos golpes, insultos y gritos más, el pequeño contingente ruso se retiró de la aldea, no sin antes haber saqueado las casas y haberse llevado todo los que les pareció bien, como comida, dinero, herramientas o baratijas. Los soldados de la OTAN, impotentes, aguardaron hasta asegurarse que los rusos se habían ido y que no había enemigos cerca. Entonces, el Teniente, que previamente había recolectado algunas raciones de entre sus hombres, se acercó a una de las casas por la parte trasera, y tras llamar a una ventana, entregó las raciones y conversó durante un par de minutos con alguien en el interior. Al regresar informó a sus hombres.
-Tengo buenas y malas noticias… las buenas es que no les han sacado nada, ni siquiera que nos han visto, así que en ese aspecto se han ido de vacío. Lo malo es que han dicho que volverán, pero, sobre todo, les han comunicado entre carcajadas que Tallín ha caído hoy, hace apenas unas horas – dijo en tono apesadumbrado.
-…al menos han aguantado casi un mes…es todo un éxito…creo que nadie esperaba que pudiera aguantar tanto antes de la guerra – dijo Hendrik – aunque eso no quita para que ahora haya muchos más civiles bajo algo como lo que acabamos de ver esta noche y los rusos traten de venderlo como una victoria.
-Cierto, pero lo importante para nosotros, es que ahora podrán liberar tropas que estaban luchando allí, para lidiar con la resistencia y controlar de forma más efectiva el país – intervino otro soldado.
-Puede, pero tras un mes de lucha urbana, sus unidades deben estar destrozadas y posiblemente necesiten un tiempo para reorganizarse, descansar y recibir refuerzos. Así que posiblemente, a corto plazo todavía no son una amenaza, pero lo notaremos con el tiempo si la ocupación y la guerra se alarga.
-Teniente, cambiando de tema, creo que ese oficial y sus hombres se han ganado una de nuestras visitas “cariñosas”. Tengo la matrícula de los vehículos y fotos de varios de ellos, así que, si los encontramos en otra ocasión, podemos devolverle “la cortesía” que han tenido esta noche con nuestros vecinos – comentó el Sargento, segundo al mando de la patrulla.
-Eso dalo por descontado.
26 de febrero de 2018. 08.09 hora local. En los cielos bálticos.
- ¡Salgamos de aquí, ya! – ordenó “Homer” por radio, mientras dejaban atrás algunos blindados ardiendo en tierra tras el ataque de su escuadrilla, y las columnas de humo y de fuego se elevaban en la oscuridad de la fría noche báltica - ¡coñ*…otro puto misil a las 6!¡Rompe “Poker”, rompe a la izquierda”!
- ¡Maniobrando…ya…joder…! – y tras girar bruscamente y sentir tensarse todos los músculos de su cuerpo, a la vez que lanzaba bengalas a todo trapo, vio como la estela del misil se desviaba y alejaba de su aparato. - ¡Otro menos…a ver si se les acaban de una puta vez!
El Teniente “Poker” Polster, “Homer” y el resto de la escuadrilla de Hornets de los Marines salieron a toda velocidad de la zona de fuego enemiga, y tras varios minutos volando bajo, comenzaron a reunirse a algo más de altura con algunos aparatos aliados con los que habían compartido ataque, ya en cielos polacos. Vio que faltaban algunos de los que se habían reunido antes del inicio del mismo, en concreto un par de F-16, que resultaba coincidente con lo que había escuchado por la radio. “Mala suerte para ellos, pero para nosotros no ha ido mal la cosa”, pensaba el Teniente mientras miraba a su alrededor para asegurarse una vez más que no faltara ninguno de sus compañeros y amigos de escuadrón.
Todavía quedaba mucho camino hasta la base aérea de Caslav en la Republica Checa, hogar desde ya hacía varias semanas de los “Thunderbolts” del VMFA-251, pero ya se encontraban bastante en el interior de territorio aliado, y la tensión de los minutos previos, durante el ataque, cuando la adrenalina fluía a toda velocidad por sus venas, se había rebajado y los pilotos se permitía entonces una cierta relajación. A Alan Polster le gustaba repasar la misión y pensar en lo que habían hecho bien, pero sobre todo en lo que habían hecho mal, así además de tener avanzado su informe para el “debriefing”, asimilaba con mayor rapidez las lecciones aprendidas durante la misión para futuras ocasiones…y en aquella guerra era necesario aprender rápido sino querías ser derribado por el enemigo, como ya les había sucedido a algunos pilotos del Escuadrón. Pero no a él, el piloto más novato del escuadrón estaba aprendiendo rápido y se estaba convirtiendo a pasos agigantados en un compañero fiable para los más veteranos. “Poker” anotó mentalmente que, de nuevo en esta misión, la presencia de cazas enemigos había sido bastante escasa, y que solo a los aviones aliados que se internaban más al interior de las repúblicas bálticas en misiones de ataque en profundidad se oponían los cazas rusos, de los cuales, cada vez aparecían un mayor número de MiG-31 para reemplazar a los Sukhois perdidos en combate. En primera línea del Frente de Batalla Aéreo, los rusos parecían haber delegado la defensa aérea en sus sistemas SAM casi exclusivamente, de lo cual, Polster se alegraba, ya que tenían una amenaza menos de la que preocuparse, aunque esta fuera como un jodido dolor de muelas. De hecho, ya había olvidado el número de misiles antiaéreos que había evadido desde el inicio de los combates, pero no habían sido pocos.
La misión de aquella noche, en principio no iba a ser muy diferente de otros “tradicionales” ataques de cazabombarderos a las unidades mecanizadas rusas situadas en el sur de Lituania, que tantas veces habían realizado los “Thunderbolts” desde que se iniciara el conflicto, y con mayor intensidad en los últimos días. Normalmente, una patrulla de 4 F-18 del Escuadrón se unían a cada “paquete” de ataque que volaban al día las fuerzas de la OTAN, con otros F-18 del portaviones “Truman”, o Hornets canadienses y españoles (que operaban desde Dinamarca), Tornados IDS germanos o italianos desde Alemania, y F-16 de la USAF desde ese mismo país, a la vez que recibían el apoyo de Tornados ECR y EA-18G para la guerra electrónica y la supresión de defensas aéreas, así como de algunos cazas F-15, Typhoon o Mirage 2000 para garantizar su protección frente a los aparatos enemigos. Dos de estos “paquetes” simultáneos, formados normalmente por unos 40 aviones cada uno, eran los que atacaban a las Divisiones rusas del 1º Ejercito de Tanques de la Guardia en Lituania tres veces al día como mínimo, ya que no era extraño el día que se añadía un cuarto ataque para desesperación de los cansados pilotos y personal de mantenimiento, pero no menor para los castigados soldados rusos. Además, otros dos paquetes como aquellos realizaban ataques contra las fuerzas rusas en Kaliningrado, y otros dos de similar entidad, se introducían en el interior de las repúblicas ocupadas, para atacar objetivos enemigos en profundidad, como las bases aéreas de Ämari y Lielvarde que habían logrado destruir completamente días atrás, llevadas estas a cabo normalmente por aviones F-15E, Rafale o F-35, y generalmente protegidos por algunos F-22 si era necesario. En total, cerca de 250 aviones de combate cada “turno”, lo que hacía que fueran de unos 750 a 1000 salidas al día para los aviones de combate, luchando contra las fuerzas rusas, sin contar otras acciones puntuales con las que se sumaban cerca de 1.000-1300, y a los aviones de apoyo de todo tipo, que, en total, elevaban las salidas a unas 1700-2000 diarias, dependiendo también de la disponibilidad y la meteorología.
Para aquella misión en concreto, los Hornets de los Marines cargaban una configuración de 2 misiles Maverick y dos GBU-54 LJDAM para atacar objetivos rusos previamente localizados por los satélites y los drones, además de por soldados aliados sobre el terreno, normalmente fuerzas especiales de la OTAN introducidas en el país, o unidades de la resistencia lituana. Con aquellos ataques solían obtener buenos resultados, aunque acercarse a una zona densamente protegidas por SAM,s era siempre un riesgo, incluso con la ayuda de los cazas “electrónicos” y de los misiles antirradar. Además, aquel día había comenzado con una sorpresa en el “briefing” al explicar sus responsables la presencia de unos nuevos “compañeros de juerga”, pesados y muy grandes, aunque en realidad nunca llegaron a verlos. El objetivo de aquella misión era un regimiento blindado de la 4ª División de Tanques a unos 30 km de la frontera polaca, y la idea era que 4 bombarderos B-1B volando desde sus bases en Inglaterra, a alta cota, protegidos de los SAM enemigos por su pequeño RCS, la gran distancia a la que lanzarían sus armas, y las contramedidas de los EA-18G que ayudarían a mantenerlos ocultos a los radares enemigos, lanzasen 48 bombas planeadoras AGM-154B JSOW desde casi 60 millas. Esas bombas planeadoras habían sido modificadas a la versión B con cabeza de guerra BLU-108 específicamente diseñadas para el ataque a formaciones acorazadas desde una distancia de seguridad, y que pese a haber pasado su periodo de diseño y pruebas satisfactoriamente años atrás, no había pasado a la fase operativa y de producción por la falta de interés y presupuesto de las Fuerzas Armadas estadounidenses. Pero ahora, con varias divisiones y brigadas de tanques y mecanizadas enfrentadas a las fuerzas de la OTAN, ocupando países aliados, aquel programa se había resucitado de urgencia, y tras el desarmado de algunas cabezas de las AGM-154A y C, se habían cambiado estas por las BLU-108 para enfrentar la amenaza rusa. Ciertamente ya se habían empleado bombas como las CBU-97 o 105, que no es que fueran inferiores, pero sí que, al tener un alcance más limitado, los aviones atacantes tenían que acercarse más al objetivo, por lo cual podían ser derribados (y varios lo habían sido), y el lanzamiento de las bombas, con el piloto volando bajo presión, no era todo lo “ideal” que permitía hacerlo a decenas de millas de distancia desde alta cota, por lo que los efectos no siempre eran los esperados. Las BLU-108 eran similares a las de las CBU-97, pero con 6 “paquetes” de 4 municiones perforantes guiadas, denominadas “Skeets”, lo que permitiría saturar una amplia zona, donde se desplegaba el regimiento de tanques ruso al suroeste de Lituania, y atacar objetivos pre-asignados por los sistemas de reconocimiento. En total se calculaba que el ataque generaría más de 1.000 “Skeets” en el área de sus objetos potenciales, y que estas se encargarían de destrozar la mayoría de vehículos del regimiento ruso. Ante tal despliegue, los Hornets de los Marines y del “Truman” que les acompañaban en aquella misión, tenían que atacar objetivos “duros” y “blandos”, ya fueran, vehículos blindados, concentraciones de tropas, vehículos logísticos, depósitos de munición o combustible, etc…, y que resultaran indemnes tras el bombardeo previo. Por lo tanto, era una misión difícil, que, aunque teniendo una posición aproximada de los objetivos enemigos, comprendía un reconocimiento post-ataque y posiblemente el lanzamiento de armas contra blancos de oportunidad desde poca distancia, en medio de un avispero de misiles SAM, espoleados tras el ataque inicial de los bombarderos.
También les habían informado, que, si aquella nueva táctica de usar bombarderos estratégicos como aviones de apoyo a tierra y cazacarros daba resultados, podría repetirse en los siguientes días contra la 2ª División Motorizada al sureste de Lituania, y contra la 90ª División de Tanques situada al oeste de Kaliningrado. Si los tanques rusos comenzaban a arder por docenas, sería una gran noticia para las tropas de tierra que deberían avanzar contra ellas, seguramente en no mucho tiempo, si al final la guerra entraba en la fase de la contraofensiva terrestre de la que todos los medios de comunicación occidentales se hacían eco y esperaban desde hacía días.
Así que, tras finalizar el ataque, y mientras cruzaba Polonia de noreste a suroeste, el Teniente Polster aguardaba impaciente la información que les confirmase si aquella nueva táctica había tenido éxito o no. Pero cuando los aviones supervivientes del “paquete” se iban dispersando para dirigirse cada uno a sus bases, y mientras el piloto marine pensaba que habían salido bien parados de aquella misión y todos los “Thunderbolts” regresaban a casa, pese a haber tenido que evadir varios misiles, y aún sin conocer el daño causado al enemigo, pero dejando tras de sí lo que parecía un reguero de blindados y vehículos en llamas, el Capitán Stevens llamó la atención del resto de los pilotos de su escuadrilla.
- ¡A las 10! … ¿qué coñ* es aquello? – escuchó en sus auriculares “Poker”.
-Está muy lejos…parece que cerca de Varsovia… ¡y está descendiendo a toda velocidad! – advirtió el punto del Capitán, mientras que Polster localizaba de lo que estaban hablando sus compañeros.
- ¡Misiles, misiles! – dijo con preocupación pese a que parecía obvio que estaban demasiado lejos como para afectarles en algo.
Vio como varias estelas descendían desde alta y media cota, y comenzaban a realizar extrañas maniobras, mientras que ahora, más estelas, estas salidas desde tierra, se acercaban a las primeras. “¿Iskander?” se preguntó el piloto norteamericano. Y si, no eran otros que una salva de dichos misiles rusos (SS-26 para la OTAN) que estaban descendiendo a toda velocidad y realizando maniobras evasivas hacia sus objetivos en la capital polaca. A su vez, misiles Patriot que desde una batería de defensa aérea norteamericana se habían lanzado contra ellos, intentaban derribarlos antes de que cumpliesen su misión y destruyesen sus objetivos en la capital polaca.
“Poker” y sus compañeros asistieron impotentes al “espectáculo”, y aunque pudieron ver como uno de los misiles ruso era interceptado, produciendo una espectacular bola de fuego en el cielo que apenas comenzaba a clarear, la mayoría de ellos lograron sus objetivos. Algunos cayeron sobre el aeropuerto de la capital, pero en vez de producirse grandes explosiones, estas se produjeron en altura y no fueron nada espectaculares. Lo mismo sucedió con los otros “Iskander” que estaban alcanzando sus objetivos, principalmente estaciones eléctricas y otras fuentes de generación y distribución de energía para la capital polaca, además de unos poco que fueron a caer cerca de las instalaciones militares de mando polacas en la capital. Todos los misiles llevaban una cabeza EMP, que generaban un impulso electromagnético que “freía” cualquier aparato eléctrico que no estuviera protegido contra estos ataques en un radio de 300 metros, y que en un instante devolvía a la zona afectada, setenta u ochenta años atrás, con el consiguiente daño para toda la infraestructura civil, y en menor medida militar, de la capital polaca, que se vio seriamente comprometida por aquel ataque ruso.
Era el primer ataque directo, no un ciberataque o un ataque de sabotaje, cuya autoría quedaba en el limbo de los no reivindicados, aunque todo el mundo supiera de quien se trataba, contra población civil y de una capital de un país de la OTAN, a excepción de las repúblicas bálticas. Y aquello llevaba bastante de mensaje político de Moscú, que cada vez se veía más acosado por las fuerzas aéreas aliadas. Y justo cuando la situación, como consecuencia de los ataques rusos a territorio estadounidenses hacía ya varios días, se estaba tornando cada vez más caliente en el aspecto de las retorica nucleares. La opinión pública norteamericana clamaba venganza, mientras sus políticos se veían acorralados entre sus deseos, las presiones y la realidad. Mientras, los rusos temían que finalmente se produjera una invasión de Kaliningrado, lo que estaba elevando gravemente el nivel de sus amenazas y el “ruido de sables” nuclear.
Y mientras el Teniente Polster observaba como Varsovia sufría un apagón total, se preguntaba si alguien iba a parar todo aquello antes de que se fuera definitivamente de las manos de los políticos y altos mandos, y mandaran a todo el mundo a la mierda.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
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Expreso Báltico
5 de marzo. 17:40 hora local. Cuartel General Avanzado de la 1ª División de Infantería norteamericana, cerca de Suwalki, en la frontera polaco-lituana.
Desde que había llegado al Cuartel General Avanzado de la 1ª División de Infantería Norteamericana, y mientras bajaban por las escaleras, el General danés al mando del MNC-NE vio como el comandante al mando de la misma, el General de dos estrellas P.M. Martin, fumaba ansiosamente su tercer cigarrillo. Knudsen entró en la pequeña sala habilitada para reuniones operativas en el bunker de mando de Martin, a indicación de un joven Teniente que le guiaba. Esta era una antigua y húmeda instalación subterránea del ejército polaco, acondicionada para la ocasión por los ingenieros de la División norteamericana, y que servía decentemente para su cometido.
El General norteamericano era un hombre muy ocupado en aquellos momentos, ya que estaba coordinando las operaciones de hostigamiento a las fuerzas rusas al otro lado de la frontera, principalmente con sus fuerzas de artillería, y en menor medida con los helicópteros Apache y los equipos de fuerzas especiales que habían sido puestos bajo su mando para labores de reconocimiento tras las líneas enemigas, y además debía preparar al resto de la División para las operaciones que en pocos días les llevarían a luchar en una gran batalla campal contra los rusos. Además, aquella tarde, debía de hacer de anfitrión de su mando directo, el General Knudsen, que había llegado para una reunión de planificación e inteligencia.
Martin apagó su cigarrillo, y tras unas indicaciones a sus ayudantes para que no fueran molestados mientras durase la reunión y asegurarse de que los policías militares montaban guardia en la puerta de la sala, esperó a que todos los presentes tomaran asiento y entonces cerró la puerta. Dentro de la sala, además de Knudsen y Martin, se encontraban el Coronel alemán Manfred Adler, oficial de inteligencia, el Coronel Jason Barden, oficial de operaciones, ambos del Cuerpo de Ejército, el Coronel Coffman, Jefe del Estado Mayor de Martin, su oficial de Operaciones, el Coronel Friedman, y su oficial de inteligencia, el Teniente Coronel Collins, así como sus respectivos ayudantes. Los siete oficiales superiores se sentaron alrededor de una mesa ovalada, donde, por indicación de Knudsen se había desplegado un gran mapa del área de operaciones asignada a la División norteamericana, a pesar de haber en la sala algunos ordenadores portátiles y una pantalla de 60 pulgadas conectada a ellos en la pared más alejada de la puerta.
Martin, un neoyorquino de mediana edad, veterano de la guerra del Golfo, de la invasión de Irak y de su posterior ocupación, era un soldado con gran experiencia y reputación en el Ejército norteamericano, que le había llevado a asumir el mando de una de las formaciones más prestigiosas del mismo. Había conocido a Knudsen durante una entrevista al poco de llegar a Europa para ponerse al frente de la División, y desde entonces solo había mantenido alguna correspondencia con él, y las consabidas ordenes generales y de operaciones. Su opinión de su superior había sido buena, pero le hubiese gustado que al frente del Cuerpo hubiera estado un norteamericano. Aquello de la OTAN era un tremendo lio entre las fuerzas de tantos países, con los inherentes problemas idiomáticos, logísticos, doctrinales e incluso operativos. Para Martin, la solución hubiera sido que el Cuerpo de Ejército hubiera sido norteamericano, donde las principales unidades fueran de esa misma nacionalidad, pero eso era algo sobre lo que él no tenía control, y debía adaptarse a lo que le ordenaban, y en aquella ocasión, era enfrentarse a los rusos en batalla, junto a polacos, italianos y alemanes, bajo el mando de un danés. Al menos, su superior le pareció un buen profesional, y que conocía su trabajo. En los próximos minutos vería hasta qué punto.
Knudsen, que llevaba todo el día de viaje por las distintas divisiones de su Cuerpo de Ejército, terminaba allí aquella ronda de reuniones con los mandos de las mismas, tras su visita a la 1ª División Panzer alemana, la División “Punta de Lanza” italiana, y a los polacos de la 11ª División de Caballería. Estaba cansado, pero no más que los hombres que le acompañaban en aquella sala. Ahora debía informar a los norteamericanos sobre los planes de batalla que había preparado para ellos su Cuartel General, con su aprobación, y pulir los detalles con la información que los norteamericanos pudieran proporcionales, tal y como llevaba haciendo todo el día en los demás Cuarteles Generales.
-Les parece bien que comencemos - dijo el Coronel Adler en inglés, pidiendo permiso a sus superiores.
-Por mi adelante – respondió Knudsen, tras lo cual asintió el General Martin.
-Bien, lo primero que quiero comentar, por si alguno todavía no se ha enterado, es que el presidente Putin ha emitido un comunicado donde informa al pueblo ruso que suspende las elecciones previstas para el 18 de este mes, ante la situación actual que vive su país. Por lo menos durante otros seis meses, y posiblemente hasta un año más, de ser necesario, según sus propias palabras.
-Lo cual le mantiene en el poder durante ese tiempo, y evita un resultado incierto, dadas las últimas y contradictorias encuestas sobre las elecciones, que le daban desde una aplastante victoria, hasta una posible derrota, y es que, en esta situación, la cosa no estaba nada clara, y es lógico que no quiera siquiera oír hablar de dejar el poder en esta situación – comentó Knudsen.
-Ni en esta ni en ninguna otra - dijo incisivo Martin.
-Desde luego – siguió el alemán. - Y tras esto, explicarles el porqué de este mapa y la falta de información adicional que podríamos haberles traído, pero que no se ha estimado conveniente. Como saben, hemos estado desde primera hora de la mañana visitando unidades cercanas al frente y Cuarteles Generales Avanzados, así que el General Knudsen, ha considerado que la seguridad de los planes que vamos a discutir era prioritaria, y por lo tanto, ante cualquier posibilidad, por remota que fuera, de ser atrapados por algún spetsnaz o que el helicóptero que nos ha transportado acabara al otro lado de la frontera, no lleváramos con nosotros ningún documento que pusiera en riesgo la seguridad de los planes.
Los norteamericanos no estaban acostumbrados a la forma de hacer del danés, y aquello les tomó un poco por sorpresa, pero no dijeron nada, y se limitaron a asentir, y prepararon sus blocs y bolígrafos para tomar notas de lo que iban a escuchar.
-Y ahora si les parece, comencemos con lo sustantivo – dijo el alemán. – Primero les haré un pequeño cuadro de cómo está la situación en otros Teatros de Operaciones para que se sitúen un poco.
Tomó un sorbo de agua de un vaso que alguien había dejado frente a él, y se aclaró la garganta, mientras el interés crecía en la sala.
-En Europa, tanto en el Mar de Noruega y el Mar de Barents, como en el Mar Negro, tanto la flota rusa, como sus fuerzas aéreas y terrestres, han adoptado posiciones que podríamos definir como defensivas, y en el Pacífico, frente a Vladivostok o sus bases de Kamchatka, han hecho algo similar. Eso no quita para que sus submarinos de misiles balísticos estén en sus santuarios del Mar Blanco y el Mar de Ojotsk, y sus silos y bases de bombarderos nucleares en alerta. Además, hay informes sin confirmar, pero bastante serios, y que han desatado una autentica cacería antisubmarina, de al menos un submarino nuclear con misiles de crucero cerca de la costa este de Estados Unidos, y que se supone que puede ir armado con misiles de crucero dotados de cabezas nucleares.
Aquella información no pareció gustar mucho a sus colegas norteamericanos, según pudo ver Knudsen reflejado en sus rostros. Era lógico, pero él como soldado de tierra, no tenía muy clara la diferencia entre que un submarino cercano a las costas de EEUU lanzase unos misiles de crucero nucleares, o que otros lo hicieran mediante misiles balísticos desde aguas territoriales rusas.
-Por supuesto, las fuerzas armadas rusas están en alerta en todo el mundo, y en especial en Crimea y las que tienen en Ucrania y cerca de ella, así como en Transnistria o Siria, pero no parecen querer abrir nuevos frentes. Por nuestra parte, de momento tenemos ya fuerzas aéreas y navales importantes frente a los rusos en todos esos Teatros de Operaciones, pero aparte de las operaciones de seguimiento de las fuerzas enemigas, y de un suministro ampliado de información, apoyo logístico y armamento al gobierno ucraniano y georgiano, tampoco parece que los líderes políticos de la Alianza quieran expandir el conflicto, pese a que podríamos obtener ventaja en algunas zonas.
-Quizás tengan miedo de las amenazas nucleares rusas – dijo el Coronel Coffman.
-La cosa está muy caliente – reconoció Adler – y tras los ataques contra las bases en Alaska, los ciberataques en Europa y Estados Unidos y los misiles con cabezas de pulso electromagnético de hace unos días en Varsovia, ha aumentado todavía más el miedo a una peligrosa escalada nuclear del conflicto.
-Aunque eso no quiera decir que nuestras fuerzas estratégicas no estén listas para asumir el envite ruso llegado el caso, – intervino el Coronel Barden – pero supongo que nadie quiere que esto se salga de madre más de lo que ya está, y mientras puedan seguir manejándolo como algo localizado en estas tierras, supongo que lo prefieren.
-Así que estamos en un compás de espera, a resultas de lo que ocurra aquí – sentenció Knudsen. – ¿Algo más Manfred?
-Nada más sobre lo que queda fuera del ámbito de este Teatro de Operaciones. Acercándonos un poco más, comentarles que Bielorrusia todavía sigue con su postura “neutral”, lo que incluye dejar volar aviones rusos de diversos tipos, por ejemplo, AWACS y ELINT desde su espacio aéreo, aunque al menos no dejan que usen ECM ofensivas de forma continuada. Su Ejército está en alerta, pero sigue alejado, aparte de algunas unidades menores, de las fronteras con Polonia y Lituania, así que no se espera que vayan a cambiar su postura por otra más hostil, y podemos tener ese flanco del Cuerpo de Ejército asegurado. Eso sí, como les hemos dejado bien claro a los alemanes, que serán los que cubran ese sector durante la ofensiva, debemos ser exquisitos en no cruzar la frontera ni dar argumentos para que los bielorrusos actúen en nuestra contra ni permitan a los rusos un uso más amplio del que ya hacen de su espacio aéreo o terrestre.
- ¿Y qué nos puede comentar de la disposición de las fuerzas enemigas a las que nos enfrentaremos? – quiso saber el General Martin.
-Pues comenzando de oeste a este, frente al Cuerpo de Reacción Rápida y protegiendo Kaliningrado, se encuentra el 2º Ejército ruso, que ha absorbido a las unidades del 11ª Cuerpo estacionado allí. En total, y solo contando las unidades mayores, una División de Tanques y cuatro Brigadas Motorizadas, posiblemente reforzadas con algunos reservistas, más tropas de la Guardia Nacional y más reservistas que protegen instalaciones clave y núcleos urbanos.
- ¿Y en nuestro sector? – intervino ahora el Teniente Coronel Collins.
-Frente a nuestro Cuerpo de Ejército, se despliega el 1ª Ejercito de Tanques de la Guardia, “la creme de la creme” del Ejército ruso, como ya saben. Una División de Tanques, frente a ustedes y los polacos, y otra Motorizada en primera línea, más una de paracaidistas que defiende Kaunas, Vilna y las líneas de comunicaciones hasta Letonia, y dos brigadas, una de tanques y otra motorizada, justo a retaguardia de las divisiones pesadas. Fuerzas muy poderosas incluso tras el castigo recibido durante estas semanas de constantes ataques aéreos.
- ¿De qué nivel de castigo estamos hablando? O, dicho de otra manera, ¿Cómo están de debilitadas según sus datos? - preguntó el General norteamericano.
-Pues es difícil de aseverar. Las estimaciones más optimistas hablan de una destrucción de un 25% en blindados y piezas de artillería, mientras que otras las sitúan en apenas un 10%, un 15% a lo sumo, ya sabe cómo va esto. Si me pide mi opinión personal, diría que entre un 15 y un 20% de su potencia de fuego ha sido puesto fuera de juego, lo cual no es poco.
-Sería mejor algo más, es cierto, y esperemos que de aquí a que comience la ofensiva así sea, pero de momento es lo que se ha conseguido y no a costa de pocas perdidas – apuntillo el danés.
-Bien, y por último, tras esos dos Ejércitos rusos, el enemigo despliega en Letonia y Estonia al 20ª Ejercito de Armas Combinadas con dos divisiones Motorizadas, una de ellas en Letonia y la otra en Estonia, y el 6ª Ejercito en Estonia a dos Divisiones Paracaidistas, dos Brigadas Motorizadas y una de Infantería Naval, o más bien lo que queda de ellas tras la dura lucha por Tallin. Seguramente las unidades del 6ª Ejército tarden algunos días más en estar recuperadas y veremos si del todo. Aquí las unidades más fuertes son las dos Divisiones del 20ª Ejército, a las que probablemente nos encontremos en una segunda fase de la ofensiva. Además, debemos sumar las fuerzas de la Guardia Nacional que estimamos equivalentes a tres Regimientos repartidos entre los tres estados bálticos.
- ¿Sus fuerzas de defensa aérea?
-Bastante tocadas, pero operativas y dando todavía problemas.
-Hemos detectado algunos intentos de fortificar ciertos puntos clave y ejes de avance cerca de nuestras posiciones en Lituania, ¿Se sabe algo más concreto y que nivel tienen esas defensas y lo extendidas que están?
-Bueno, Lituania es un país bastante llano, su orografía no favorece la defensa ni la construcción de fortificaciones, así que en buena parte los rusos confían en las zonas urbanas y en los densos bosques, para apoyar sus defensas. Es cierto que en algunas zonas están sembrando minas, cavando zanjas, trincheras y tendiendo alambre de espino, pero no de una manera generalizada ni en profundidad, al menos hasta donde sabemos, y esas obras son difíciles de ocultar.
- ¿Sabemos algo del estado logístico del enemigo?
- Estimaciones…de momento, y pese a los ataques de interdicción aéreos y a la actividad de las guerrillas bálticas, no parece que estén desabastecidas ni nada que se les parezca. La cercanía de su frontera y la cantidad de pertrechos que están dedicando a esta operación, además del “descanso” que han disfrutado desde que acabaron la ocupación, menos en Tallin, ha servido para que puedan haber hecho acopio de suministros. Esperamos que una vez comenzado el combate terrestre, esa situación cambie, especialmente en las unidades de primera línea, mediante el mayor gasto de munición y el mayor interés por sus líneas de suministros, que nuestra aviación nos ha prometido. En definitiva, no esperen que de momento vayamos a luchar contra unidades desabastecidas o mal equipadas.
Knudsen observó a los norteamericanos y tras asegurarse que no había más dudas, agradeció al alemán su intervención e invitó al Coronel Barden a realizar su parte. Este se levantó, se colocó bien las gafas y sacó un rotulador del bolsillo de su guerrera. Acto seguido, sin decir una palabra se puso a dibujar líneas y nombres en el mapa que había extendido en la mesa. Mientras, el General danés tomó la palabra.
-Mientras el Coronel prepara su intervención, quiero dejarles claro que esto no es una excentricidad mía. Los recientes ciberataques y las dudas sobre la seguridad de la red interna de la OTAN y de este Cuerpo, ha obligado al SACEUR a pedir medidas extremas de seguridad, ya que parece que hemos tenido varios problemas de fuga de información mediante el hackeo de nuestros ordenadores, así que nada de comunicaciones de importancia vital por la red, ni tampoco traer memorias usb o discos a menos de 50 kilómetros del frente.
-Lo entiendo – dijo Martin - pero no deja de ser un poco chocante a estas alturas del siglo XXI. Supongo que pasa algo parecido con los problemas con los GPS y las contramedidas que usan los rusos y que nos va a obligar a depender bastante menos de ellos y volver a otros sistemas de orientación más tradicionales.
-Algo así…menos mal que todavía no hemos olvidado como se pueden hacer las cosas sin tanta tecnología. Y prepárense también para operar con dificultades en la red de comunicaciones. Tenemos noticias de la presencia de una de sus brigadas de guerra electrónica en el Teatro de Operaciones, que no solo afecta a los GPS, sino también a las radios y comunicaciones en general, y sabemos que son buenos en eso.
-General Knudsen, ya he terminado.
- ¿Ya? ...de acuerdo, pues adelante Jason, todo suyo.
El inteligente oficial de operaciones del MNC-NE se volvió a ajustar las gafas, y mirando a sus interlocutores comenzó la explicación.
-Señores, el nombre de la operación es “Allied Archer”. – Mientras algunos de ellos tomaban notas, el Coronel se dirigió al mapa general del Teatro de Operaciones que se había proyectado en el monitor de 60 pulgadas, y comenzó a gesticular con sus manos mientras explicaba en qué consistía aquella misión con nombre tan aguerrido. – El objetivo es simple, la reconquista de los países bálticos y la toma de Kaliningrado por parte de la OTAN. Y la forma de ejecutarlo, va a ser igualmente simple. Una vez descartado un asalto anfibio por el riesgo que conlleva y con los antecedentes de la batalla aeronaval del primer día de la guerra, los políticos se ponen de los nervios ante la posibilidad de que algo así se repita, y ante la inviabilidad de un “Market Garden” dado el estado de las defensas aéreas enemigas, SACEUR y los planificadores del SHAPE han previsto un asalto frontal desde el Báltico hasta la frontera de Bielorrusia por parte de poderosas fuerzas mecanizadas, con intenso apoyo de la aviación y la artillería, junto a las acciones de retaguardia de las fuerzas especiales y las guerrillas bálticas. Todo ello nos debería llevar a la victoria en una primera fase, con la expulsión de los rusos de Lituania, nuestra tarea, y la toma de Kaliningrado, por parte del ARRC, para en una segunda fase, posiblemente tras una pausa operativa, seguir avanzando a través de Letonia hasta Estonia y concluir así la campaña.
- ¿Seguro que han pensado bien lo de ocupar por la fuerza territorio soberano ruso? Si las cosas están tan calientes ahí fuera como dice, eso puede a subir la temperatura al punto de ebullición – comentó el oficial de inteligencia de la División norteamericana.
-Espero que lo hayan pensado bien, a mí no me han pedido opinión – bromeo su compatriota del MNC-NE. – El tiempo total estimado para la ofensiva es de tres a cuatro semanas, quizás algo más, y eso siempre que las operaciones se desarrollen de acuerdo a nuestros planes de batalla, lo cual no hace falta que les diga, que en rara ocasión suele ser así.
- ¿Qué tal un recordatorio sobre el potencial del Cuerpo, ya que sabemos el de nuestros enemigos? – comentó Knudsen.
-Por supuesto General. El MNC-NE tiene bajo su mando a cuatro divisiones y dos brigadas independientes. En el oeste, en contacto con el ARRC y cubriendo su flanco izquierdo, la 11ª División Polaca de Caballería con dos brigadas acorazadas y unos 200 tanques Leopard, y una brigada mecanizada con modernos VCI,s de fabricación polaca. Seguramente la mejor unidad pesada de su Ejército. Luego vienen ustedes con su 1ª División de Infantería, así que no me extenderé demasiado sobre su potencial que de sobras es conocido por los aquí presentes, solo comentar que con sus casi 200 tanques M-1 y sus unidades mecanizadas y de artillería, son ustedes la punta de lanza del Cuerpo, y como ahora les explicaré, los que llevarán el peso principal de la ofensiva. En su flanco derecho, tienen ustedes a los italianos de la Brigada “Punta de Lanza”. Es una unidad bastante heterogénea con una brigada pesada italiana, otra danesa-noruega y otra checa-eslovaca. Las dos primeras son la más fuertes, y las que encabezaran el avance hacia Vilna, mientras que la tercera se mantendrá en reserva. Y finalmente, cubriendo el flanco derecho del Cuerpo y apoyados en la frontera bielorrusa, la 1ª División “Panzer” alemana, que con dos brigadas “Panzer”, aunque de hecho son más bien “Panzergrenadier”, una brigada mecanizada sin carros belga-holandesa, y la Brigada motorizada lituana reconstituida tras su desastroso encuentro con los rusos al principio de la invasión, y que progresaran por un eje secundario del avance hacia la capital lituana. Finalmente, y como reserva del cuerpo, tenemos dos brigadas, una española motorizada y una paracaidista polaca.
El Coronel Coffman carraspeo como algo incómodo.
- ¿Es suficiente para lograr la victoria? – preguntó. – No me parece que tengamos demasiada superioridad numérica, ni en soldados ni en potencia de fuego.
-Es cierto – respondió Barden – los meros número no parecen que sean suficientes como para una victoria rápida y decisiva, pero tenemos otros factores a nuestro favor. Por ejemplo, la gran mayoría de nuestras fuerzas son tropas profesionales que tienen un buen entrenamiento, mientras que una gran parte de los rusos son soldados de reemplazo con un entrenamiento inferior. En el tema técnico, nuestro material es mejor en rasgos generales, ya que el suyo, aunque modernizados, la mayoría es material con muchos años. Además de algunos T-90 y un puñado de los nuevos Armata, no digo que sus T-72B3 o sus T-80 sean chatarra, pero prefiero tener de nuestra parte sus M-1 o los Leopards. Donde debemos preocuparnos es en la artillería, ya que su potencia de fuego es enorme, como ya han podido comprobar aquí también con sus ofensivas artilleras nocturnas.
-Y en el apartado aéreo, es donde esperamos contar con mayor ventaja – intervino el Coronel Adler - tanto nuestros aviones de ala fija como los helicópteros de combate, son mejores y más numerosos.
-Además, ya hemos comentado que las unidades rusas van a estar debilitadas y que parte de ellas están destinadas a tareas de protección de su retaguardia por la acción de las guerrillas, por lo tanto, esa proporción de efectivos y potencia de fuego, mejorará en la línea del frente con toda seguridad. Aunque si quieren que les diga la verdad, como les decía antes, tengo dudas respecto al calendario previsto. Tres o cuatro semanas para toda la campaña me parece muy optimista. Yo pensaría más bien en seis u ocho semanas, y seguramente tras un refuerzo de nuestras tropas por más fuerzas de tierra.
- ¿Tenemos previsión de bajas? – quiso saber el comandante de la división estadounidense.
- El SHAPE nos la ha pedido a nosotros y estamos trabajando en ello. Ya saben que hay diversos métodos para calcular eso, pero todos tienen un elevado grado de incertidumbre. A falta de cifras precisas, les podría decir con los datos preliminares, que va a ser doloroso, y para nada parecido a la Guerra del Golfo en el 91, si es lo que querían oír, y aunque allí antes también se habló de miles y miles de bajas antes de la lucha…esta vez puede que sea cierto.
- ¿Alguna cuestión más? – dijo Knudsen, un tanto impaciente terminar aquella reunión y regresar a su Cuartel General Avanzado.
Ante el silencio, el danés dio paso de nuevo a Barden. Este se acercó al mapa extendido sobre la mesa y con el rotulador, comenzó a realizar indicaciones sobre el mismo, mientras los demás se acercaban para verlo con más detalle y seguir las explicaciones.
-Bien, aquí pueden ver la zona de operaciones de su División, con los límites a este y oeste, y como se proyectan dentro de Lituania, hacia su objetivo, que en esta primera etapa de la primera fase de “Allied Archer”, será la ciudad lituana de Kaunas. En general han de llegar, junto a los polacos, al rio Niemen, desde Jubarkas en las inmediaciones de la frontera de Kaliningrado, hasta estos lagos al este de Kaunas. La primera línea que aquí ven dibujada, nombre clave “Bronze”, en realidad es más bien una franja que abarca desde unos 10 a 15 kilómetros hacia el interior de Lituania, y es su objetivo para el primer día de combates, que incluye la toma del pueblo de Kalvarija, y donde se espera que solo encuentren con fuerzas de cobertura enemigas y algunas de las defensas antes comentadas. Aun así, no será fácil, ya que deberán hacer frente además a un fuego de artillería muy potente y posiblemente a los helicópteros enemigos. – El Coronel dejó un momento la explicación para beber un sorbo de agua de una pequeña botella que llevaba siempre consigo antes de proseguir. - Como pueden ver, su eje de ataque coincide con la autovía A5, la conocida también como E67, que conecta, además de Kaunas, las capitales de Riga y Tallin, así que pueden observar la prioridad e importancia de su tarea en esta ofensiva con un simple vistazo al mapa. El tramo que nos ocupa, son casi 100 km de avance hasta Kaunas. Pero vayamos paso a paso. Tras la línea “Bronze”, y a unos 20 km tras ella, viene la línea “Silver”, y entre ambas es donde esperamos que se produzca el encuentro más serio con los rusos, al tener ellos allí su zona de resistencia principal. Esperamos que llegar al pueblo de Marijampole, nos lleve un par de días como poco, quizás tres.
-Ese terreno es esencialmente llano, ideal para las operaciones mecanizadas ¿Por qué creen que van a ser su principal línea de defensa? ¿No sería mejor para ellos resistir en los bosques que hay entre Marijompole y Kaunas? – dijo con cierta preocupación el General Martin.
-Por la disposición actual de sus fuerzas, porque no pensamos que quieran ceder tanto terreno sin luchar en serio, y porque la 4ª División de Tanques rusa es una fuerza eminentemente acorazada con una gran cantidad de carros que tampoco se desenvuelven demasiado bien en los bosques. Creemos que del enemigo podemos esperar algún tipo acciones de retardo por parte de las fuerzas de cobertura cercanas a la frontera, y luego, entre “Bronze” y “Silver”, un contraataque de los tanques rusos, dejando en esos bosques que dice buena parte de su infantería y la 27º Brigada Motorizada para organizar una defensa de las vías de acceso más próximas a Kaunas, por si su contraataque falla.
-Se va a liar una buena pelea entonces en esa zona…ya estoy deseando que llegue y aplastemos a esos malditos rusos – apostillo Coffman, más convencido ahora de las posibilidades de sus fuerzas.
-Finalmente – prosiguió Barden – las líneas “Gold” y “Platinum”. La primera está justo tras esos bosques y antes de llegar a Kaunas. Estimamos dos o tres días más hasta allí. Y la línea “Platinum”, como pueden observar, se alcanzará cuando hayan tomado Kaunas y cruzado el Niemen en su zona de operaciones, hasta unos diez kilómetros tras la ciudad. Esta última línea es más difícil de predecir todavía el tiempo que pueda llevarnos llegar a ella, ya que dependerá de muchos factores. Una estimación aproximada puede ser de tres a cinco días, pero podría ser más, dependiendo sobre todo de la resistencia que ofrezca el enemigo en la ciudad, y del avance de sus flancos y de la posibilidad que haya que acudir en ayuda del ARRC para terminar la resistencia en Kaliningrado, que según nos ha dejado caer SACEUR, podría ser el principal objetivo para esta fase de la ofensiva.
- ¿Para presionar a Moscú a un intercambio de territorios?
-Es una opción…quizás. De nuevo eso no nos lo han consultado, aunque es bastante probable que quieran terminar la guerra de esa manera sin tener que llegar a mayores pérdidas de vidas.
- ¿Y aceptarán los rusos?
-Quien sabe…si han sufrido una derrota importante y en no mucho tiempo, es posible. Si, por el contrario, nos han desfondado y hemos llegado arrastrándonos a nuestros objetivos, quizás le queden ganas de pelear…ya lo veremos.
-Y señores, – intervino el General Knudsen – aquí vamos a por la mejor medalla, no valen segundos puestos, ni siquiera el oro. Necesitamos por lo menos “Platinum” para derrotar con claridad a los rusos, pero, además, y esto también me gustaría dejarlo claro, saben que nuestras sociedades y nuestros políticos, no aceptarían graves pérdidas en vidas humanas, así que el desafío es doble, vencer al enemigo, y lograrlo a un precio en vidas aceptables.
-Potencia de fuego, maniobra y apoyo aéreo – sentencio Martin.
-Amen a eso - dijo Adler.
-Bien caballeros, si no hay nada más – dijo Knudsen mirando a Barden – tenemos todavía que regresar a nuestro Cuartel General donde nos esperan montañas y montañas de papeleo que revisar y tramitar antes de que acabe el día. General Martin, quiero que en un par de días me presente un plan de operaciones detallado para llevar a cabo su misión.
-No hay problema, ya casi tenemos algo listo, solo nos faltaban algunos detalles...por cierto ¿cuándo comienza “Allied Archer”?
-Todavía no se sabe. Les avisaremos por lo menos con 48 horas de antelación, así que mejor estén preparado, ya que tampoco esperamos que se dilate demasiado.
-De acuerdo, estaremos preparados, no se preocupe por nosotros.
-Ha sido un placer estar aquí, pero ahora, si por favor pueden preparar el blindado para llegar al helicóptero, se lo agradecería.
-Por supuesto - y con un gesto, el General Martin indicó a su ayudante que se trajera al M2 Bradley que iba a llevar a los oficiales del MNC-NE hasta el NH-90 que los llevaría hasta su Cuartel General Avanzado de Ostroleka. – Gracias por haber venido en persona General Knudsen y por la información que nos han facilitado, es bueno estar enterado de todo un poco para poder luego centrarse en lo que a uno le concierne con mejor perspectiva.
-Claro General Martin. Por favor, transmita a sus oficiales y soldados mi apoyo y admiración por el trabajo tan duro que están llevando a cabo, y dígales que les deseo lo mejor en los próximos días. Espero que nos veamos pronto sobre el montón de chatarra humeante de un tanque ruso.
-Yo también General, yo también.
Y con un apretón de manos, los dos Generales se despidieron de forma cordial pero profesional, a la espera de que “Allied Archer” llegase y volviesen a coincidir en el campo de batalla.
Desde que había llegado al Cuartel General Avanzado de la 1ª División de Infantería Norteamericana, y mientras bajaban por las escaleras, el General danés al mando del MNC-NE vio como el comandante al mando de la misma, el General de dos estrellas P.M. Martin, fumaba ansiosamente su tercer cigarrillo. Knudsen entró en la pequeña sala habilitada para reuniones operativas en el bunker de mando de Martin, a indicación de un joven Teniente que le guiaba. Esta era una antigua y húmeda instalación subterránea del ejército polaco, acondicionada para la ocasión por los ingenieros de la División norteamericana, y que servía decentemente para su cometido.
El General norteamericano era un hombre muy ocupado en aquellos momentos, ya que estaba coordinando las operaciones de hostigamiento a las fuerzas rusas al otro lado de la frontera, principalmente con sus fuerzas de artillería, y en menor medida con los helicópteros Apache y los equipos de fuerzas especiales que habían sido puestos bajo su mando para labores de reconocimiento tras las líneas enemigas, y además debía preparar al resto de la División para las operaciones que en pocos días les llevarían a luchar en una gran batalla campal contra los rusos. Además, aquella tarde, debía de hacer de anfitrión de su mando directo, el General Knudsen, que había llegado para una reunión de planificación e inteligencia.
Martin apagó su cigarrillo, y tras unas indicaciones a sus ayudantes para que no fueran molestados mientras durase la reunión y asegurarse de que los policías militares montaban guardia en la puerta de la sala, esperó a que todos los presentes tomaran asiento y entonces cerró la puerta. Dentro de la sala, además de Knudsen y Martin, se encontraban el Coronel alemán Manfred Adler, oficial de inteligencia, el Coronel Jason Barden, oficial de operaciones, ambos del Cuerpo de Ejército, el Coronel Coffman, Jefe del Estado Mayor de Martin, su oficial de Operaciones, el Coronel Friedman, y su oficial de inteligencia, el Teniente Coronel Collins, así como sus respectivos ayudantes. Los siete oficiales superiores se sentaron alrededor de una mesa ovalada, donde, por indicación de Knudsen se había desplegado un gran mapa del área de operaciones asignada a la División norteamericana, a pesar de haber en la sala algunos ordenadores portátiles y una pantalla de 60 pulgadas conectada a ellos en la pared más alejada de la puerta.
Martin, un neoyorquino de mediana edad, veterano de la guerra del Golfo, de la invasión de Irak y de su posterior ocupación, era un soldado con gran experiencia y reputación en el Ejército norteamericano, que le había llevado a asumir el mando de una de las formaciones más prestigiosas del mismo. Había conocido a Knudsen durante una entrevista al poco de llegar a Europa para ponerse al frente de la División, y desde entonces solo había mantenido alguna correspondencia con él, y las consabidas ordenes generales y de operaciones. Su opinión de su superior había sido buena, pero le hubiese gustado que al frente del Cuerpo hubiera estado un norteamericano. Aquello de la OTAN era un tremendo lio entre las fuerzas de tantos países, con los inherentes problemas idiomáticos, logísticos, doctrinales e incluso operativos. Para Martin, la solución hubiera sido que el Cuerpo de Ejército hubiera sido norteamericano, donde las principales unidades fueran de esa misma nacionalidad, pero eso era algo sobre lo que él no tenía control, y debía adaptarse a lo que le ordenaban, y en aquella ocasión, era enfrentarse a los rusos en batalla, junto a polacos, italianos y alemanes, bajo el mando de un danés. Al menos, su superior le pareció un buen profesional, y que conocía su trabajo. En los próximos minutos vería hasta qué punto.
Knudsen, que llevaba todo el día de viaje por las distintas divisiones de su Cuerpo de Ejército, terminaba allí aquella ronda de reuniones con los mandos de las mismas, tras su visita a la 1ª División Panzer alemana, la División “Punta de Lanza” italiana, y a los polacos de la 11ª División de Caballería. Estaba cansado, pero no más que los hombres que le acompañaban en aquella sala. Ahora debía informar a los norteamericanos sobre los planes de batalla que había preparado para ellos su Cuartel General, con su aprobación, y pulir los detalles con la información que los norteamericanos pudieran proporcionales, tal y como llevaba haciendo todo el día en los demás Cuarteles Generales.
-Les parece bien que comencemos - dijo el Coronel Adler en inglés, pidiendo permiso a sus superiores.
-Por mi adelante – respondió Knudsen, tras lo cual asintió el General Martin.
-Bien, lo primero que quiero comentar, por si alguno todavía no se ha enterado, es que el presidente Putin ha emitido un comunicado donde informa al pueblo ruso que suspende las elecciones previstas para el 18 de este mes, ante la situación actual que vive su país. Por lo menos durante otros seis meses, y posiblemente hasta un año más, de ser necesario, según sus propias palabras.
-Lo cual le mantiene en el poder durante ese tiempo, y evita un resultado incierto, dadas las últimas y contradictorias encuestas sobre las elecciones, que le daban desde una aplastante victoria, hasta una posible derrota, y es que, en esta situación, la cosa no estaba nada clara, y es lógico que no quiera siquiera oír hablar de dejar el poder en esta situación – comentó Knudsen.
-Ni en esta ni en ninguna otra - dijo incisivo Martin.
-Desde luego – siguió el alemán. - Y tras esto, explicarles el porqué de este mapa y la falta de información adicional que podríamos haberles traído, pero que no se ha estimado conveniente. Como saben, hemos estado desde primera hora de la mañana visitando unidades cercanas al frente y Cuarteles Generales Avanzados, así que el General Knudsen, ha considerado que la seguridad de los planes que vamos a discutir era prioritaria, y por lo tanto, ante cualquier posibilidad, por remota que fuera, de ser atrapados por algún spetsnaz o que el helicóptero que nos ha transportado acabara al otro lado de la frontera, no lleváramos con nosotros ningún documento que pusiera en riesgo la seguridad de los planes.
Los norteamericanos no estaban acostumbrados a la forma de hacer del danés, y aquello les tomó un poco por sorpresa, pero no dijeron nada, y se limitaron a asentir, y prepararon sus blocs y bolígrafos para tomar notas de lo que iban a escuchar.
-Y ahora si les parece, comencemos con lo sustantivo – dijo el alemán. – Primero les haré un pequeño cuadro de cómo está la situación en otros Teatros de Operaciones para que se sitúen un poco.
Tomó un sorbo de agua de un vaso que alguien había dejado frente a él, y se aclaró la garganta, mientras el interés crecía en la sala.
-En Europa, tanto en el Mar de Noruega y el Mar de Barents, como en el Mar Negro, tanto la flota rusa, como sus fuerzas aéreas y terrestres, han adoptado posiciones que podríamos definir como defensivas, y en el Pacífico, frente a Vladivostok o sus bases de Kamchatka, han hecho algo similar. Eso no quita para que sus submarinos de misiles balísticos estén en sus santuarios del Mar Blanco y el Mar de Ojotsk, y sus silos y bases de bombarderos nucleares en alerta. Además, hay informes sin confirmar, pero bastante serios, y que han desatado una autentica cacería antisubmarina, de al menos un submarino nuclear con misiles de crucero cerca de la costa este de Estados Unidos, y que se supone que puede ir armado con misiles de crucero dotados de cabezas nucleares.
Aquella información no pareció gustar mucho a sus colegas norteamericanos, según pudo ver Knudsen reflejado en sus rostros. Era lógico, pero él como soldado de tierra, no tenía muy clara la diferencia entre que un submarino cercano a las costas de EEUU lanzase unos misiles de crucero nucleares, o que otros lo hicieran mediante misiles balísticos desde aguas territoriales rusas.
-Por supuesto, las fuerzas armadas rusas están en alerta en todo el mundo, y en especial en Crimea y las que tienen en Ucrania y cerca de ella, así como en Transnistria o Siria, pero no parecen querer abrir nuevos frentes. Por nuestra parte, de momento tenemos ya fuerzas aéreas y navales importantes frente a los rusos en todos esos Teatros de Operaciones, pero aparte de las operaciones de seguimiento de las fuerzas enemigas, y de un suministro ampliado de información, apoyo logístico y armamento al gobierno ucraniano y georgiano, tampoco parece que los líderes políticos de la Alianza quieran expandir el conflicto, pese a que podríamos obtener ventaja en algunas zonas.
-Quizás tengan miedo de las amenazas nucleares rusas – dijo el Coronel Coffman.
-La cosa está muy caliente – reconoció Adler – y tras los ataques contra las bases en Alaska, los ciberataques en Europa y Estados Unidos y los misiles con cabezas de pulso electromagnético de hace unos días en Varsovia, ha aumentado todavía más el miedo a una peligrosa escalada nuclear del conflicto.
-Aunque eso no quiera decir que nuestras fuerzas estratégicas no estén listas para asumir el envite ruso llegado el caso, – intervino el Coronel Barden – pero supongo que nadie quiere que esto se salga de madre más de lo que ya está, y mientras puedan seguir manejándolo como algo localizado en estas tierras, supongo que lo prefieren.
-Así que estamos en un compás de espera, a resultas de lo que ocurra aquí – sentenció Knudsen. – ¿Algo más Manfred?
-Nada más sobre lo que queda fuera del ámbito de este Teatro de Operaciones. Acercándonos un poco más, comentarles que Bielorrusia todavía sigue con su postura “neutral”, lo que incluye dejar volar aviones rusos de diversos tipos, por ejemplo, AWACS y ELINT desde su espacio aéreo, aunque al menos no dejan que usen ECM ofensivas de forma continuada. Su Ejército está en alerta, pero sigue alejado, aparte de algunas unidades menores, de las fronteras con Polonia y Lituania, así que no se espera que vayan a cambiar su postura por otra más hostil, y podemos tener ese flanco del Cuerpo de Ejército asegurado. Eso sí, como les hemos dejado bien claro a los alemanes, que serán los que cubran ese sector durante la ofensiva, debemos ser exquisitos en no cruzar la frontera ni dar argumentos para que los bielorrusos actúen en nuestra contra ni permitan a los rusos un uso más amplio del que ya hacen de su espacio aéreo o terrestre.
- ¿Y qué nos puede comentar de la disposición de las fuerzas enemigas a las que nos enfrentaremos? – quiso saber el General Martin.
-Pues comenzando de oeste a este, frente al Cuerpo de Reacción Rápida y protegiendo Kaliningrado, se encuentra el 2º Ejército ruso, que ha absorbido a las unidades del 11ª Cuerpo estacionado allí. En total, y solo contando las unidades mayores, una División de Tanques y cuatro Brigadas Motorizadas, posiblemente reforzadas con algunos reservistas, más tropas de la Guardia Nacional y más reservistas que protegen instalaciones clave y núcleos urbanos.
- ¿Y en nuestro sector? – intervino ahora el Teniente Coronel Collins.
-Frente a nuestro Cuerpo de Ejército, se despliega el 1ª Ejercito de Tanques de la Guardia, “la creme de la creme” del Ejército ruso, como ya saben. Una División de Tanques, frente a ustedes y los polacos, y otra Motorizada en primera línea, más una de paracaidistas que defiende Kaunas, Vilna y las líneas de comunicaciones hasta Letonia, y dos brigadas, una de tanques y otra motorizada, justo a retaguardia de las divisiones pesadas. Fuerzas muy poderosas incluso tras el castigo recibido durante estas semanas de constantes ataques aéreos.
- ¿De qué nivel de castigo estamos hablando? O, dicho de otra manera, ¿Cómo están de debilitadas según sus datos? - preguntó el General norteamericano.
-Pues es difícil de aseverar. Las estimaciones más optimistas hablan de una destrucción de un 25% en blindados y piezas de artillería, mientras que otras las sitúan en apenas un 10%, un 15% a lo sumo, ya sabe cómo va esto. Si me pide mi opinión personal, diría que entre un 15 y un 20% de su potencia de fuego ha sido puesto fuera de juego, lo cual no es poco.
-Sería mejor algo más, es cierto, y esperemos que de aquí a que comience la ofensiva así sea, pero de momento es lo que se ha conseguido y no a costa de pocas perdidas – apuntillo el danés.
-Bien, y por último, tras esos dos Ejércitos rusos, el enemigo despliega en Letonia y Estonia al 20ª Ejercito de Armas Combinadas con dos divisiones Motorizadas, una de ellas en Letonia y la otra en Estonia, y el 6ª Ejercito en Estonia a dos Divisiones Paracaidistas, dos Brigadas Motorizadas y una de Infantería Naval, o más bien lo que queda de ellas tras la dura lucha por Tallin. Seguramente las unidades del 6ª Ejército tarden algunos días más en estar recuperadas y veremos si del todo. Aquí las unidades más fuertes son las dos Divisiones del 20ª Ejército, a las que probablemente nos encontremos en una segunda fase de la ofensiva. Además, debemos sumar las fuerzas de la Guardia Nacional que estimamos equivalentes a tres Regimientos repartidos entre los tres estados bálticos.
- ¿Sus fuerzas de defensa aérea?
-Bastante tocadas, pero operativas y dando todavía problemas.
-Hemos detectado algunos intentos de fortificar ciertos puntos clave y ejes de avance cerca de nuestras posiciones en Lituania, ¿Se sabe algo más concreto y que nivel tienen esas defensas y lo extendidas que están?
-Bueno, Lituania es un país bastante llano, su orografía no favorece la defensa ni la construcción de fortificaciones, así que en buena parte los rusos confían en las zonas urbanas y en los densos bosques, para apoyar sus defensas. Es cierto que en algunas zonas están sembrando minas, cavando zanjas, trincheras y tendiendo alambre de espino, pero no de una manera generalizada ni en profundidad, al menos hasta donde sabemos, y esas obras son difíciles de ocultar.
- ¿Sabemos algo del estado logístico del enemigo?
- Estimaciones…de momento, y pese a los ataques de interdicción aéreos y a la actividad de las guerrillas bálticas, no parece que estén desabastecidas ni nada que se les parezca. La cercanía de su frontera y la cantidad de pertrechos que están dedicando a esta operación, además del “descanso” que han disfrutado desde que acabaron la ocupación, menos en Tallin, ha servido para que puedan haber hecho acopio de suministros. Esperamos que una vez comenzado el combate terrestre, esa situación cambie, especialmente en las unidades de primera línea, mediante el mayor gasto de munición y el mayor interés por sus líneas de suministros, que nuestra aviación nos ha prometido. En definitiva, no esperen que de momento vayamos a luchar contra unidades desabastecidas o mal equipadas.
Knudsen observó a los norteamericanos y tras asegurarse que no había más dudas, agradeció al alemán su intervención e invitó al Coronel Barden a realizar su parte. Este se levantó, se colocó bien las gafas y sacó un rotulador del bolsillo de su guerrera. Acto seguido, sin decir una palabra se puso a dibujar líneas y nombres en el mapa que había extendido en la mesa. Mientras, el General danés tomó la palabra.
-Mientras el Coronel prepara su intervención, quiero dejarles claro que esto no es una excentricidad mía. Los recientes ciberataques y las dudas sobre la seguridad de la red interna de la OTAN y de este Cuerpo, ha obligado al SACEUR a pedir medidas extremas de seguridad, ya que parece que hemos tenido varios problemas de fuga de información mediante el hackeo de nuestros ordenadores, así que nada de comunicaciones de importancia vital por la red, ni tampoco traer memorias usb o discos a menos de 50 kilómetros del frente.
-Lo entiendo – dijo Martin - pero no deja de ser un poco chocante a estas alturas del siglo XXI. Supongo que pasa algo parecido con los problemas con los GPS y las contramedidas que usan los rusos y que nos va a obligar a depender bastante menos de ellos y volver a otros sistemas de orientación más tradicionales.
-Algo así…menos mal que todavía no hemos olvidado como se pueden hacer las cosas sin tanta tecnología. Y prepárense también para operar con dificultades en la red de comunicaciones. Tenemos noticias de la presencia de una de sus brigadas de guerra electrónica en el Teatro de Operaciones, que no solo afecta a los GPS, sino también a las radios y comunicaciones en general, y sabemos que son buenos en eso.
-General Knudsen, ya he terminado.
- ¿Ya? ...de acuerdo, pues adelante Jason, todo suyo.
El inteligente oficial de operaciones del MNC-NE se volvió a ajustar las gafas, y mirando a sus interlocutores comenzó la explicación.
-Señores, el nombre de la operación es “Allied Archer”. – Mientras algunos de ellos tomaban notas, el Coronel se dirigió al mapa general del Teatro de Operaciones que se había proyectado en el monitor de 60 pulgadas, y comenzó a gesticular con sus manos mientras explicaba en qué consistía aquella misión con nombre tan aguerrido. – El objetivo es simple, la reconquista de los países bálticos y la toma de Kaliningrado por parte de la OTAN. Y la forma de ejecutarlo, va a ser igualmente simple. Una vez descartado un asalto anfibio por el riesgo que conlleva y con los antecedentes de la batalla aeronaval del primer día de la guerra, los políticos se ponen de los nervios ante la posibilidad de que algo así se repita, y ante la inviabilidad de un “Market Garden” dado el estado de las defensas aéreas enemigas, SACEUR y los planificadores del SHAPE han previsto un asalto frontal desde el Báltico hasta la frontera de Bielorrusia por parte de poderosas fuerzas mecanizadas, con intenso apoyo de la aviación y la artillería, junto a las acciones de retaguardia de las fuerzas especiales y las guerrillas bálticas. Todo ello nos debería llevar a la victoria en una primera fase, con la expulsión de los rusos de Lituania, nuestra tarea, y la toma de Kaliningrado, por parte del ARRC, para en una segunda fase, posiblemente tras una pausa operativa, seguir avanzando a través de Letonia hasta Estonia y concluir así la campaña.
- ¿Seguro que han pensado bien lo de ocupar por la fuerza territorio soberano ruso? Si las cosas están tan calientes ahí fuera como dice, eso puede a subir la temperatura al punto de ebullición – comentó el oficial de inteligencia de la División norteamericana.
-Espero que lo hayan pensado bien, a mí no me han pedido opinión – bromeo su compatriota del MNC-NE. – El tiempo total estimado para la ofensiva es de tres a cuatro semanas, quizás algo más, y eso siempre que las operaciones se desarrollen de acuerdo a nuestros planes de batalla, lo cual no hace falta que les diga, que en rara ocasión suele ser así.
- ¿Qué tal un recordatorio sobre el potencial del Cuerpo, ya que sabemos el de nuestros enemigos? – comentó Knudsen.
-Por supuesto General. El MNC-NE tiene bajo su mando a cuatro divisiones y dos brigadas independientes. En el oeste, en contacto con el ARRC y cubriendo su flanco izquierdo, la 11ª División Polaca de Caballería con dos brigadas acorazadas y unos 200 tanques Leopard, y una brigada mecanizada con modernos VCI,s de fabricación polaca. Seguramente la mejor unidad pesada de su Ejército. Luego vienen ustedes con su 1ª División de Infantería, así que no me extenderé demasiado sobre su potencial que de sobras es conocido por los aquí presentes, solo comentar que con sus casi 200 tanques M-1 y sus unidades mecanizadas y de artillería, son ustedes la punta de lanza del Cuerpo, y como ahora les explicaré, los que llevarán el peso principal de la ofensiva. En su flanco derecho, tienen ustedes a los italianos de la Brigada “Punta de Lanza”. Es una unidad bastante heterogénea con una brigada pesada italiana, otra danesa-noruega y otra checa-eslovaca. Las dos primeras son la más fuertes, y las que encabezaran el avance hacia Vilna, mientras que la tercera se mantendrá en reserva. Y finalmente, cubriendo el flanco derecho del Cuerpo y apoyados en la frontera bielorrusa, la 1ª División “Panzer” alemana, que con dos brigadas “Panzer”, aunque de hecho son más bien “Panzergrenadier”, una brigada mecanizada sin carros belga-holandesa, y la Brigada motorizada lituana reconstituida tras su desastroso encuentro con los rusos al principio de la invasión, y que progresaran por un eje secundario del avance hacia la capital lituana. Finalmente, y como reserva del cuerpo, tenemos dos brigadas, una española motorizada y una paracaidista polaca.
El Coronel Coffman carraspeo como algo incómodo.
- ¿Es suficiente para lograr la victoria? – preguntó. – No me parece que tengamos demasiada superioridad numérica, ni en soldados ni en potencia de fuego.
-Es cierto – respondió Barden – los meros número no parecen que sean suficientes como para una victoria rápida y decisiva, pero tenemos otros factores a nuestro favor. Por ejemplo, la gran mayoría de nuestras fuerzas son tropas profesionales que tienen un buen entrenamiento, mientras que una gran parte de los rusos son soldados de reemplazo con un entrenamiento inferior. En el tema técnico, nuestro material es mejor en rasgos generales, ya que el suyo, aunque modernizados, la mayoría es material con muchos años. Además de algunos T-90 y un puñado de los nuevos Armata, no digo que sus T-72B3 o sus T-80 sean chatarra, pero prefiero tener de nuestra parte sus M-1 o los Leopards. Donde debemos preocuparnos es en la artillería, ya que su potencia de fuego es enorme, como ya han podido comprobar aquí también con sus ofensivas artilleras nocturnas.
-Y en el apartado aéreo, es donde esperamos contar con mayor ventaja – intervino el Coronel Adler - tanto nuestros aviones de ala fija como los helicópteros de combate, son mejores y más numerosos.
-Además, ya hemos comentado que las unidades rusas van a estar debilitadas y que parte de ellas están destinadas a tareas de protección de su retaguardia por la acción de las guerrillas, por lo tanto, esa proporción de efectivos y potencia de fuego, mejorará en la línea del frente con toda seguridad. Aunque si quieren que les diga la verdad, como les decía antes, tengo dudas respecto al calendario previsto. Tres o cuatro semanas para toda la campaña me parece muy optimista. Yo pensaría más bien en seis u ocho semanas, y seguramente tras un refuerzo de nuestras tropas por más fuerzas de tierra.
- ¿Tenemos previsión de bajas? – quiso saber el comandante de la división estadounidense.
- El SHAPE nos la ha pedido a nosotros y estamos trabajando en ello. Ya saben que hay diversos métodos para calcular eso, pero todos tienen un elevado grado de incertidumbre. A falta de cifras precisas, les podría decir con los datos preliminares, que va a ser doloroso, y para nada parecido a la Guerra del Golfo en el 91, si es lo que querían oír, y aunque allí antes también se habló de miles y miles de bajas antes de la lucha…esta vez puede que sea cierto.
- ¿Alguna cuestión más? – dijo Knudsen, un tanto impaciente terminar aquella reunión y regresar a su Cuartel General Avanzado.
Ante el silencio, el danés dio paso de nuevo a Barden. Este se acercó al mapa extendido sobre la mesa y con el rotulador, comenzó a realizar indicaciones sobre el mismo, mientras los demás se acercaban para verlo con más detalle y seguir las explicaciones.
-Bien, aquí pueden ver la zona de operaciones de su División, con los límites a este y oeste, y como se proyectan dentro de Lituania, hacia su objetivo, que en esta primera etapa de la primera fase de “Allied Archer”, será la ciudad lituana de Kaunas. En general han de llegar, junto a los polacos, al rio Niemen, desde Jubarkas en las inmediaciones de la frontera de Kaliningrado, hasta estos lagos al este de Kaunas. La primera línea que aquí ven dibujada, nombre clave “Bronze”, en realidad es más bien una franja que abarca desde unos 10 a 15 kilómetros hacia el interior de Lituania, y es su objetivo para el primer día de combates, que incluye la toma del pueblo de Kalvarija, y donde se espera que solo encuentren con fuerzas de cobertura enemigas y algunas de las defensas antes comentadas. Aun así, no será fácil, ya que deberán hacer frente además a un fuego de artillería muy potente y posiblemente a los helicópteros enemigos. – El Coronel dejó un momento la explicación para beber un sorbo de agua de una pequeña botella que llevaba siempre consigo antes de proseguir. - Como pueden ver, su eje de ataque coincide con la autovía A5, la conocida también como E67, que conecta, además de Kaunas, las capitales de Riga y Tallin, así que pueden observar la prioridad e importancia de su tarea en esta ofensiva con un simple vistazo al mapa. El tramo que nos ocupa, son casi 100 km de avance hasta Kaunas. Pero vayamos paso a paso. Tras la línea “Bronze”, y a unos 20 km tras ella, viene la línea “Silver”, y entre ambas es donde esperamos que se produzca el encuentro más serio con los rusos, al tener ellos allí su zona de resistencia principal. Esperamos que llegar al pueblo de Marijampole, nos lleve un par de días como poco, quizás tres.
-Ese terreno es esencialmente llano, ideal para las operaciones mecanizadas ¿Por qué creen que van a ser su principal línea de defensa? ¿No sería mejor para ellos resistir en los bosques que hay entre Marijompole y Kaunas? – dijo con cierta preocupación el General Martin.
-Por la disposición actual de sus fuerzas, porque no pensamos que quieran ceder tanto terreno sin luchar en serio, y porque la 4ª División de Tanques rusa es una fuerza eminentemente acorazada con una gran cantidad de carros que tampoco se desenvuelven demasiado bien en los bosques. Creemos que del enemigo podemos esperar algún tipo acciones de retardo por parte de las fuerzas de cobertura cercanas a la frontera, y luego, entre “Bronze” y “Silver”, un contraataque de los tanques rusos, dejando en esos bosques que dice buena parte de su infantería y la 27º Brigada Motorizada para organizar una defensa de las vías de acceso más próximas a Kaunas, por si su contraataque falla.
-Se va a liar una buena pelea entonces en esa zona…ya estoy deseando que llegue y aplastemos a esos malditos rusos – apostillo Coffman, más convencido ahora de las posibilidades de sus fuerzas.
-Finalmente – prosiguió Barden – las líneas “Gold” y “Platinum”. La primera está justo tras esos bosques y antes de llegar a Kaunas. Estimamos dos o tres días más hasta allí. Y la línea “Platinum”, como pueden observar, se alcanzará cuando hayan tomado Kaunas y cruzado el Niemen en su zona de operaciones, hasta unos diez kilómetros tras la ciudad. Esta última línea es más difícil de predecir todavía el tiempo que pueda llevarnos llegar a ella, ya que dependerá de muchos factores. Una estimación aproximada puede ser de tres a cinco días, pero podría ser más, dependiendo sobre todo de la resistencia que ofrezca el enemigo en la ciudad, y del avance de sus flancos y de la posibilidad que haya que acudir en ayuda del ARRC para terminar la resistencia en Kaliningrado, que según nos ha dejado caer SACEUR, podría ser el principal objetivo para esta fase de la ofensiva.
- ¿Para presionar a Moscú a un intercambio de territorios?
-Es una opción…quizás. De nuevo eso no nos lo han consultado, aunque es bastante probable que quieran terminar la guerra de esa manera sin tener que llegar a mayores pérdidas de vidas.
- ¿Y aceptarán los rusos?
-Quien sabe…si han sufrido una derrota importante y en no mucho tiempo, es posible. Si, por el contrario, nos han desfondado y hemos llegado arrastrándonos a nuestros objetivos, quizás le queden ganas de pelear…ya lo veremos.
-Y señores, – intervino el General Knudsen – aquí vamos a por la mejor medalla, no valen segundos puestos, ni siquiera el oro. Necesitamos por lo menos “Platinum” para derrotar con claridad a los rusos, pero, además, y esto también me gustaría dejarlo claro, saben que nuestras sociedades y nuestros políticos, no aceptarían graves pérdidas en vidas humanas, así que el desafío es doble, vencer al enemigo, y lograrlo a un precio en vidas aceptables.
-Potencia de fuego, maniobra y apoyo aéreo – sentencio Martin.
-Amen a eso - dijo Adler.
-Bien caballeros, si no hay nada más – dijo Knudsen mirando a Barden – tenemos todavía que regresar a nuestro Cuartel General donde nos esperan montañas y montañas de papeleo que revisar y tramitar antes de que acabe el día. General Martin, quiero que en un par de días me presente un plan de operaciones detallado para llevar a cabo su misión.
-No hay problema, ya casi tenemos algo listo, solo nos faltaban algunos detalles...por cierto ¿cuándo comienza “Allied Archer”?
-Todavía no se sabe. Les avisaremos por lo menos con 48 horas de antelación, así que mejor estén preparado, ya que tampoco esperamos que se dilate demasiado.
-De acuerdo, estaremos preparados, no se preocupe por nosotros.
-Ha sido un placer estar aquí, pero ahora, si por favor pueden preparar el blindado para llegar al helicóptero, se lo agradecería.
-Por supuesto - y con un gesto, el General Martin indicó a su ayudante que se trajera al M2 Bradley que iba a llevar a los oficiales del MNC-NE hasta el NH-90 que los llevaría hasta su Cuartel General Avanzado de Ostroleka. – Gracias por haber venido en persona General Knudsen y por la información que nos han facilitado, es bueno estar enterado de todo un poco para poder luego centrarse en lo que a uno le concierne con mejor perspectiva.
-Claro General Martin. Por favor, transmita a sus oficiales y soldados mi apoyo y admiración por el trabajo tan duro que están llevando a cabo, y dígales que les deseo lo mejor en los próximos días. Espero que nos veamos pronto sobre el montón de chatarra humeante de un tanque ruso.
-Yo también General, yo también.
Y con un apretón de manos, los dos Generales se despidieron de forma cordial pero profesional, a la espera de que “Allied Archer” llegase y volviesen a coincidir en el campo de batalla.
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Expreso Báltico
10 de marzo, con la 1ª División de Infantería norteamericana, frontera polaco-lituana.
Los ingenieros blindados de la 1ª División de Infantería estadounidense tuvieron que soportar desde el primer minuto, el acoso enemigo en forma de fuego de artillería y de misiles anticarro. Por su parte, cortinas de humo y el fuego de contrabatería de la artillería propia, más algunos carros M-1 y blindados M-2 proporcionaban algo de cobertura y protección, mientras los drones y los helicópteros Kiowa Warrior y Apache trataban de descubrir y neutralizar cualquier amenaza que detectasen. Había costado más de una hora abrir huecos en las defensas y fortificaciones rusas, pero desde que todavía en la oscuridad de la noche, a las 06:00 en punto, los M-1 “Assault Breacher” y demás vehículos blindados de ingenieros comenzaran los trabajos para abrir pasillos en las defensas rusas, el tan esperado contraataque de la OTAN contra Rusia en Lituania y Kaliningrado, había comenzado. “Allied Archer” estaba en marcha.
Por fin, y tras sufrir algunas bajas, los tanques y los blindados de infantería norteamericanos rodaban hacia el norte, hacia el interior de Lituania. Su eje de avance principal era la carretera E67, la denominada vía báltica, y su frente comprendía unos 10 km al este y al oeste de esa vía de comunicación, con la 2º Brigada Acorazada en punta. Su objetivo para aquel día era llegar a medio camino entre la frontera y la ciudad de Marijampole, unos 10-15 kilómetros de avance, en principio contra las fuerzas de cobertura rusas y las defensas preparadas que se estaban encontrando desde primera hora. La verdad es que las defensas eran de una mayor profundidad y preparación que lo anticipado por el reconocimiento previo, pero la división y la Brigada se estaba adaptado rápidamente, y se habían añadido algunas unidades adicionales de ingenieros para apoyar la ruptura de esas defensas.
Aun así, los M-1 “Abrams” de la compañía de carros de combate del 5º Escuadrón del 4º Regimiento de Caballería que marchaba en vanguardia con equipos barre minas adosados a su parte frontal, estaban abriendo camino para los M-3 del Escuadrón y los demás blindados de la Brigada “Dagger” en algunas zonas donde los rusos habían plantado minas, o estaban lanzándolas mediante su artillería, para tratar de encauzar a los tanques de la OTAN hacia sus “zonas de exterminio” anticarro. Pronto y ya con las primeras luces del día, el campo de batalla quedó envuelto en humo, fuego y ruido. Los lanzacohetes y los obuses rusos, desde varios kilómetros de distancia, arrojaban proyectiles de alto explosivo, termobaricos, antitanques guiados y minas, sobre las filas blindadas enemigas, mientras que, en el mismo frente, pequeños equipos de infantería armados con misiles Kornet (AT-14) acosaban a los blindados estadounidenses, e incluso algunos BMP-3 y vehículos antitanque Shturm-SM abrían fuego a distancia y desde posiciones preparadas. Tanto unos como otros, tras disparar uno o dos misiles, se retiraban hacia otras posiciones para volver a repetir el procedimiento. Por desgracia para ellos, los norteamericanos no estaban dispuestos a quedarse de brazos cruzados, y a pesar de ir encajando bajas en las unidades en punta, varios de esos equipos y vehículos rusos estaban siendo cazados por los propios blindados atacantes y por la artillería y los helicópteros de ataque.
Desde tierra, los rusos respondían a los Apache con sus Tor (SA-15), Strela-10 (SA-13), Tunguskas y MANPADS (SA-18) y pronto se unieron a la lucha los helicópteros Ka-50/52 y Mi-35. Desde algo más arriba, los F-16 y F-18 lanzaban misiles Maverick y HARM además de bombas de racimo y guiadas por láser, mientras trataban de evitar los SAM que esporádicamente les lanzaban desde tierra, y los F-15, se enzarzaban con los pocos cazas rusos que todavía trataban de disputar los cielos bálticos y trataban de cazar a los escurridizos helicópteros rusos desde fuera del alcance de la defensa aérea enemiga. Así, la Brigada “Dagger” se iba abriendo paso poco a poco hacia el norte, sistemática, pero inevitablemente. Varios carros de combate “Abrams” fueron puestos de combate en las primeras horas de combate, seis de ellos totalmente, y una decena con daños de diversa consideración, y pudieron haber sido más, pero sus blindajes reactivos, y los sistemas de protección activa que habían sido montados en algunos de ellos, permitieron reducir el precio. También los “Bradley” recibieron su castigo, pero a pesar de todo, seguían avanzando. En las cercanías de una de las gasolineras que jalonaban la E67, uno de los M-3 se vio envuelto en una tremenda deflagración que sacudió toda la zona al explotar los depósitos de combustible de la misma, mientras que no muy lejos de allí, otros dos M-2 eran destruidos por los Kornet que en rápida sucesión habían salido desde una granja a su derecha. Ante lo cual, dos Bradley más desembarcaron a sus soldados y barrieron la granja con proyectiles de 25 mm desde la distancia, mientras sus infantes avanzaban cubriéndose con lo que podían y finalmente asaltaban la granja, donde acabaron con un par de equipos antitanque rusos que no habían podido retroceder a tiempo. Más al este, una arboleda desde donde salían más misiles anticarro, una andanada de artillería con proyectiles de 155 mm guiados por un controlador avanzado, arrasó con árboles, soldados y vehículos rusos que en ella se encontraban, provocando una carnicería. Algo más al oeste, sobre el campo de batalla, mientras un OH-58 Kiowa Warrior lanzaba un Hellfire contra un BMP-3 y lo alcanzaba de pleno, un misil Strela perseguía a su pareja que chocaba contra un tendido eléctrico al tratar de evadir el misil, y se precipitaba a tierra donde estallaba en llamas.
Y en el flanco izquierdo del avance de la Brigada, en la aldea de Akmenynai, los norteamericanos se veían envueltos en una dura refriega callejera, centrada sobre todo en la iglesia y en el colegio del municipio, convertidos en fortificaciones por los rusos, pero en general en todo el pueblo. Los soldados norteamericanos tenían que luchar calle por calle y edificio por edificio para liberar uno de los pocos núcleos urbanos que estaba siendo defendido con intensidad por el enemigo. Aquella lucha duraría cerca de dos horas hasta que la aldea quedó finalmente libre de rusos, y costó a los muchachos de la primera Compañía del 3º Escuadrón “Wolfpack”, del 2ª Regimiento de Caballería, casi 30 bajas. Dicha fuerza de infantería era parte de la idea que había tenido el General Martin de añadir un Escuadrón de la Brigada “Stryker” a cada Brigada Acorazada, para aumentar sus fuerzas de infantería y que pudieran hacerse cargo de los núcleos urbanos que fueran necesarios tomar o los que dejasen tras de sí los tanques. Por su parte, el 2ª Regimiento de Caballería quedaría solo con un Escuadrón de infantería, otro de reconocimiento, los ingenieros, la artillería, etc… como fuerza de reserva de la División.
Pero tras la toma de la pequeña aldea, los combates no cesaban. Proyectiles de todo tipo y tamaño volaban por doquier, la artillería de uno y otro lado seguía sin dar tregua, y en los cielos, las estelas de misiles se entrelazaban unas con otras. Una de ellas alcanzó con un misil Stinger lanzado desde un Avenger, a uno de los pocos Mi-35 que todavía operaban sobre el campo de batalla, que pese a soportar el impacto, hubo de retirarse tan rápido como pudo al verse desarbolado por el daño causado. Los soldados norteamericanos que todavía no habían salido de Akmenynai, se vieron sometidos a un aterrador fuego de proyectiles termobáricos que causo una carnicería, dejando otra treintena de bajas en unos segundos.
Ya cerca del mediodía, y tras avanzar unos 10 km desde punto de partida, la Brigada se encontró con el pueblo de Kalvarija. Situado en medio del avance norteamericano, de donde partía otra importante vía de avance hacia el norte, la carretera 201 que iba directa a Marijampole, mientras que la E67 se apartaba un poco y avanzaba paralela a la 201 unos 4 km al oeste. La captura de dicho pueblo, de más de 4.000 habitantes en tiempo de paz, era esencial pues para proseguir con el avance, y en ello se empeñó la 2ª Brigada Acorazada. Su captura y el avance de unos cuatro o cinco kilómetros más, hasta la aldea de Jungenai, serviría como meta para el mejor avance previsto hasta la línea “Bronze” para ese día, pero su toma resultaba indispensable para no considerar aquel día un fracaso... y no iba a ser nada sencillo. Mientras a este y oeste de la E67, la lucha continuaba en medio de campos de cultivos, pequeños bosques, algún lago, granjas y pequeñas aldeas, en Kalvarija, otra compañía del 3º Escuadrón, 2º Regimiento y algunos blindados del 2º Batallón del 70ª Regimiento acorazado, penetraban en la ciudad por el sur, mientras que el resto del batallón blindado trataba de rodear el pueblo y atacarlo por el norte. Los rusos, que también habían previsto la importancia de la población, concentraron en ella una aguerrida guarnición con órdenes de resistir lo máximo posible y causar el mayor número de bajas al enemigo.
Pronto la lucha creció en intensidad en el pueblo, y de nuevo la dura lucha callejera volvía a interponerse en el avance de la OTAN en su avance hacia el norte. Pequeños grupos de soldados apoyados por un M-1, un M-2 o un Stryker, peinaban las calles o se internaban a través de los edificios, sosteniendo duros tiroteos casa por casa, habitación por habitación. Un centro comercial en medio del pueblo al lado de calle principal, y un parque arbolado justo enfrente suyo fue escenario de fuertes combates, hasta que la artillería aliada redujo a cenizas el edificio y a astillas los árboles. Los rusos, también en pequeñas partidas de hombres, armados con lanzacohetes RPG-26 y misiles anticarro, emboscaban a los blindados enemigos desde la parte alta de los edificios unas veces, desde “ratoneras” realizados a ras de calle en los edificios, otras. Los nidos de ametralladoras eran a su vez un objetivo difícil. Cualquier hueco, por pequeño que fuera, permitía a las PKP “Pecheneg” abrir fuego y regar de proyectiles a cualquier grupo que avanzara abiertamente por las calles de Kalvarija, clavándolos allí hasta que el nido era localizado y destruido. Una nave industrial al oeste del pueblo que estaba resultando particularmente dura de tomar, fue atacada por misiles Hellfire con cabeza termobarica, y poco después, los pocos supervivientes rusos eran capturados al intentar salir de la misma. En otras zonas, los francotiradores se estaban cobrando un alto precio en vidas estadounidenses, siendo los oficiales y los operadores de radio que no habían tenido la precaución de ocultar en la medida de lo posible su rango o sus equipos de comunicaciones, sus principales presas.
Al final, imponiendo el mayor número de tropas y de apoyos de fuego, y dejando Kalvarija en bastante mal estado, el pueblo fue tomado tras más de cuatro horas de duros enfrentamientos. El punto decisivo vino cuando los M-1 y M-2 que habían avanzado rodeando el pueblo, sellaron las salidas hacia el norte y comenzó penetrar en la población, teniendo los rusos que dividirse ante la nueva amenaza. Además, algunos de ellos quisieron escapar por donde pudieran antes de verse copados por los norteamericanos. Al final, la presión enemiga y una serie de órdenes contradictorias, causaron el caos en las filas rusas, que acabaron rindiéndose, pese a que algún foco de resistencia aislado continuó hasta el anochecer, seguramente con la esperanza de poder escapar en la oscuridad de la noche.
En los flancos izquierdo y derecho del avance, la 2ª Brigada había progresado bien, y cuando cayó Kalvarija, ya habían llegado a sus puntos de máximo avance previstos. Poco después, y con el 5º Escuadrón de Caballería en punta, no le costó demasiado avanzar y tomar también Jungenai, consiguiendo así todos sus objetivos para el avance de la División aquel primer día de ofensiva aliada en su sector. Pero el precio no había sido pequeño. Las defensas preparadas en forma de campos de minas, alambradas, fosos, etc., habían resultado de un calibre mayor del esperado, las fuerzas de cobertura y las acciones de retardo habían causado más bajas de las inicialmente previstas, y la acción de la artillería, siempre temida, también había resultado más dura de lo esperado. Y por si fuera poco los norteamericanos se habían topado con una mayor presencia de helicópteros enemigos, que, junto a su defensa aérea, no dejaron “trabajar” cómodamente a sus propios helicópteros de ataque. Tan solo en el apoyo aéreo de los aviones de ala fija, la cosa fue como se esperaba y pudieron allanar bastante el camino para las fuerzas norteamericanas.
10 de marzo, 18:35 hora local. Vehículo de mando del General Martin, 1ª División de Infantería norteamericana. Kalvarija, Lituania.
El General Martin bajó con un cigarro en la boca de su vehículo de mando M1068, una modernización del venerable M557, que quedó aparcado justo al lado de los muros de la iglesia de Kalvarija, cuando el sol iba cayendo sobre el horizonte y apenas quedaban unos minutos de luz. Acto seguido, entró en la misma y subió al campanario guiado por un Sargento que había estado luchando hacia pocas en el pueblo, y seguido por su ayudante, un capitán que llevaba un M-4 y que hacía también de escolta del General. Milagrosamente, el campanario no había resultado afectado por los combates, y desde allí, se disponía de una buena visión de toda la zona. Aspirando una última bocanada de humo, se quitó el cigarro de sus labios y lo tiró al suelo.
-Tenga cuidado, no se asome demasiado señor, todavía hay francotiradores activos en algunos puntos del pueblo – avisó el Sargento a Martin, indicándole con una mano hacia el norte y el este, donde se escuchaban disparos esporádicos.
-Gracias Sargento, lo tendré en cuenta. ¿Qué tal ha sido la lucha? – aunque ya sabía la respuesta, tanto por los informes que le habían llegado, como por la cara de aquel soldado.
-Duro, bastante duro…pero al final les hemos ganado y los hemos corrido a patadas, señor.
-Han hecho un gran trabajo Sargento…Peterson – dijo estrechándole la mano.
Y dicho esto, Martin se puso a otear el horizonte con sus potentes prismáticos, siguiendo el consejo del suboficial y apenas exponiendo la cabeza cubierta con su casco reglamentario. Todo parecía estar en una tensa calma y el fuego de artillería, los aviones y helicópteros, ahora parecían estar apaciguados y ausentes. Primero realizó un barrido de 360 grados, donde pudo ver desde los edificios que todavía ardían en el pueblo, a los vehículos destruidos o dañados propios y del enemigo, que habían quedado en el terreno que llevaba a Kalvarija. Lo bueno, pensó, es que los suyos podrían ser recuperados y reparados, mientras que los del enemigo no. Era lo positivo de quedar en posesión del campo de batalla. A lo lejos, hacia el sur, también divisó algunos restos de helicópteros, apenas el rotor de cola, por lo que no pudo discernir si era propio o ruso, aunque rezó porque fuera del enemigo, pese a que tenía noticias del derribo de al menos un Apache y dos Kiowa aquella jornada.
Como para apostillar el precio que habían pagado sus tropas por aquel avance, unos segundos después, un helicóptero Blackhawk medicalizado sobrevolaba a baja altura el pueblo y se posaba a unos cientos de metros de la iglesia, donde recogió a varios heridos para su traslado a un hospital de campaña situado al sur de Suwalki, al cual durante todo el día habían llegado docenas y docenas de heridos de la 2º Brigada Acorazada.
-Moore, ¿a qué bosque se refiere el informe de los tanques enemigos?
-Hacia el noreste señor, allí – dijo su ayudante indicando a una espesa zona boscosa a unos 10 km al NE.
-Eso me parecía…así que, según las fuerzas en vanguardia del flanco derecho, han recibido fuego de tanques enemigos provenientes de aquel bosque ¿verdad?
-Así es señor.
El informe estaba apenas entrando en su equipo de comunicaciones desde su cuartel General Avanzado, cuando su vehículo estaba aparcando al lado de la iglesia y no había tenido tiempo de leerlo integró por lo que se lo había pasado a su ayudante para que lo leyera mientras él seguía y hablaba con el Sargento Peterson.
-Bueno, tras no haber avistado ningún jodido T en todo el día, parece que finalmente asoman el hocico, y en la zona que más o menos predijo inteligencia…un punto para ellos esta vez.
El General trataba de esforzarse y ver algo en aquella espesura, pero la distancia era mucha y los rusos debían estar bien camuflados. Unos tres kilómetros más al sur de aquel bosque, observó a sus unidades de vanguardia, posiblemente fuera del alcance de los cañones enemigos, pese a lo cual, trataban de buscar refugio en cualquier irregularidad del terreno o construcción, mientras los ingenieros se afanaban en proporcionar cobertura para los grandes tanques escavando profundos fosos donde pudieran guarecerse durante la noche.
-Señor, eso sería consecuente con los informes de reconocimiento de más tanques en Marijamploe y los bosques que hay al noroeste de esa población.
-Eso parece Capitán, así que será mejor que nuestros hombres descansen hoy porque mañana va a ser un día duro.
Y casi al instante, como para contradecir al General Martin, una andanada de artillería rusa se abatió sobre diversas posiciones norteamericanas, incluyendo al pueblo de Kalvarija.
-Señor, deberíamos irnos…esto no es seguro.
-Bajemos al vehículo, aquí ya he visto lo que quería y no hay mucha luz – ordenó Martin, confirmando que también el sol estaba desapareciendo y en pocos minutos, apenas se vería nada sin ayuda de equipos de visión nocturna.
Una vez en el interior del vehículo de mando, otro suboficial le entregó un documento que había llegado mientras estaba en el campanario. Lo leyó con rapidez, pero con interés. Era la respuesta a una comunicación suya al Cuartel General de Knudsen, sobre cómo había progresado el avance de las unidades a sus flancos. El Cuerpo de Ejército le informaba que los polacos en su flanco izquierdo habían progresado adecuadamente, según los objetivos previstos, alcanzando las afueras de Uzbaliai, aunque con algunas bajas más de las previstas, en general como les había sucedido a ellos. Mientras, en el flanco derecho, los italianos, enfrentados a un terreno algo más boscoso y difícil, habían progresado algo menos, y apenas habían llegado a cubrir la distancia mínima para considerar el avance de aquella jornada un éxito. De todas formas, sus propios flancos de momento estaban seguros y mantenían contacto con sus aliados, que era lo que le interesaba al General Martin. Y esperaba que así fuera durante las jornadas siguientes si quería seguir avanzando sin tener que preocuparse por distraer fuerzas que iba a necesitar, para proteger sus flancos.
-Bien, vámonos de aquí, regresemos al Cuartel General avanzado, tenemos todavía muchas cosas que hacer.
-A la orden señor.
Efectivamente, Martin todavía debía de repasar con su Estado Mayor los informes que seguían llegando de cómo había ido el día, tenían que preparar órdenes para la noche y el día de mañana. También tenía que visitar a los heridos en el hospital de campaña y debía hablar con un General de la Fuerza Aérea amigo suyo, que desde Alemania le había prometido un fuerte apoyo aéreo en el momento en que los tanques rusos asomasen sus feas narices. Dormir un poco todavía ni se lo había planteado, y comer algo, cuando pudiera, seguramente a altas horas de la noche, cuando se le hubiera pasado el disgusto de ver a los heridos, si es que se le pasaba. “La guerra es una putada” leyó alguna vez en un urinario de un cuartel en Irak, y aquella iba a ser una putada de las grandes, pensó para sí mientras su vehículo regresaba a Polonia.
11 de marzo, 02:25 hora local. Cuartel General alternativo de la Fuerza Estratégica de Misiles, Monte Kosvinsky, Montes Urales, Rusia.
El Primer Vicecomandante y Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Estratégica de Misiles de las Fuerzas Armadas Rusas, el Teniente General Boris Smolov, estaba preocupado tras la conversación que había mantenido con el Coronel General Sergei Karakaev, su mando superior, que se encontraba en Moscú en el Cuartel General principal de la Fuerza Estratégica. Mientras caminaba por los pasillos desde la sala de conferencias hasta la sala de mando y control del complejo de Kosvinsky, el militar ruso no dejaba de pensar en lo que le había dicho su superior y entendía los nervios de su comandante.
Al llegar a la gran sala, dominada por varias pantallas de gran tamaño y diversos puestos de operadores de consola y comunicaciones, hizo señas a su ayudante.
-Igor, reúne a los oficiales superiores de guardia en mi despacho en cinco minutos.
-A la orden.
Smolov subió por unas estrechas escaleras que daban acceso a su despacho, el cual dominaba toda la sala desde arriba. Se sentó en su comodo sillón a la espera de la llegada de sus oficiales, y antes de cinco minutos tenía frente a él a tres hombres de mediana edad, expectantes por lo que tenía que decirles.
-Señores, acabo de comunicarme con el General Karakaev en Moscú, y tengo algunas noticias que trasladarles. Siéntense por favor. Igor, cierre la puerta y que no se nos moleste si no es algo urgente.
Tras la salida de su ayudante y tomar asiento los oficiales, Smolov fue sin rodeos al asunto por el que los había hecho llamar.
-Tengo que ponerles al día de lo sucedido hoy. Como ya saben, la OTAN ha lanzado una ofensiva contra nuestras fuerzas en Lituania y Kaliningrado. No hace falta decirles lo grave de la situación. De momento el ataque enemigo está siendo contenido, pero han logrado avanzar algo en ambos frentes. Respecto a esto, no es algo sobre lo que nosotros podamos hacer demasiado, también lo saben. Pero el motivo de haberles hecho llamar es informarles de lo que el General Karakaev me ha dicho hace unos minutos – carraspeo un poco para aclararse la garganta y prosiguió. – Desde que se inició este conflicto con la OTAN y con mayor intensidad en los últimos días, nuestro Presidente y en general todo nuestro gobierno, han dejado bien claro que cualquier acción por tierra de la OTAN contra nuestras fuerzas en el Báltico, pero en especial contra territorio ruso, entendiendo que se refiere obviamente a la región de Kaliningrado, sería un acto de la máxima gravedad, y que supondría un grave peligro de conflicto nuclear, recordando a Occidente la potencia de nuestras armas estratégicas. Pues parece que los norteamericanos y sus aliados no se han tomado nuestras graves advertencias en serio, y ahora tenemos todos un gran problema entre manos.
Smolov hizo una pausa, y los oficiales no se atrevieron a interrumpirlo y aguardaron a que su superior continuara el relato, aunque este parecía abstraído. Al cabo de unos segundos continuo.
-Espero que sepa transmitirles la gravedad del tema, tal y como nuestro superior lo ha hecho conmigo. Él ha tenido una reunión hace algo más de una hora con el ministro de defensa y los demás jefes de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, y el ministro les ha informado que el Presidente y el Gobierno no están dispuestos a ceder ni un ápice en su política con el conflicto con la OTAN. Por lo tanto, están convencidos en proceder con su amenaza de emplear armas nucleares, si Occidente no ceja en su empeño. Así que, o la OTAN se detiene y regresa a sus posiciones de partida, o en breve, es posible que se realice un ataque nuclear, en principio táctico, contra las posiciones enemigas.
Smolov miró a sus subordinados, y a pesar de que trataban de disimular su preocupación con gesto profesional, no podían dejar de reflejar en su rostro la alarma que aquellas palabras habían suscitado en su mente.
-Lo sé, son noticias muy preocupantes, pero debemos estar preparados por si llegamos a ese punto, y, sobre todo, si lo traspasamos, momento en el que nosotros y nuestras fuerzas entraríamos en escena.
-Pero General… ¿no hay otras opciones? ¿acaso no saben en el Kremlin que lo que están planteando va a llevar con toda probabilidad a una guerra nuclear a gran escala? – preguntó con descarnada franqueza uno de los dos Coronel.
-Parece que se han creído ellos mismos lo de que el utilizar armas tácticas, desescalaría el conflicto por que el enemigo no se atreverá a responder ante el temor de una escalada total.
Smolov vio el gesto de escepticismo del Coronel. Nadie en su sano juicio esperaría que aquella política no declarada oficialmente, si no que más bien había servido de velada amenaza contra Occidente durante un tiempo, pudiera tomarse en serio por los máximos dirigentes de la nación.
-Lo sé, yo también tengo muchas reservas respecto a esa teoría – dijo tratando de reconducir el dialogo. – El propio Karakaev tampoco cree en ella, y parece que tampoco los demás mandos superiores, pero son las órdenes del gobierno legítimo…aunque al menos han conseguido arrancarle una concesión al Presidente, y es que si la OTAN no se detiene y se retira ante las nuevas y más claras amenazas que ahora mismo se están redactando en el Kremlin, dará unos días para que el Ejército haga retroceder con sus fuerzas convencionales a los ejércitos de la OTAN. Si eso también fracasa, estaremos en un escenario tremendamente peligroso.
- ¿Y es factible? – intervino el Mayor General presente en la reunión. – Por lo que sabemos, nuestra flota del Báltico ha sido diezmada, y las Fuerzas Aéreas apenas pueden impedir los ataques de la OTAN, además de estar sufriendo grandes bajas.
-Aunque comparto sus temores, no puedo aventurar nada porque no lo sé, pero Karakaev tampoco es optimista, y me ha dejado entrever que debemos prepararnos para lo peor y en poco tiempo, unos días a lo sumo.
En ese momento, el despacho quedó en silencio y nadie supo muy bien que decir. Finalmente, Smolov dio por finalizada la reunión y tras despedirse con gesto serio, el Teniente General se quedó pensativo en su despacho. Debía prepararse él, a sus subordinados y a las fuerzas de misiles. Se avecinaban días sombríos.
Los ingenieros blindados de la 1ª División de Infantería estadounidense tuvieron que soportar desde el primer minuto, el acoso enemigo en forma de fuego de artillería y de misiles anticarro. Por su parte, cortinas de humo y el fuego de contrabatería de la artillería propia, más algunos carros M-1 y blindados M-2 proporcionaban algo de cobertura y protección, mientras los drones y los helicópteros Kiowa Warrior y Apache trataban de descubrir y neutralizar cualquier amenaza que detectasen. Había costado más de una hora abrir huecos en las defensas y fortificaciones rusas, pero desde que todavía en la oscuridad de la noche, a las 06:00 en punto, los M-1 “Assault Breacher” y demás vehículos blindados de ingenieros comenzaran los trabajos para abrir pasillos en las defensas rusas, el tan esperado contraataque de la OTAN contra Rusia en Lituania y Kaliningrado, había comenzado. “Allied Archer” estaba en marcha.
Por fin, y tras sufrir algunas bajas, los tanques y los blindados de infantería norteamericanos rodaban hacia el norte, hacia el interior de Lituania. Su eje de avance principal era la carretera E67, la denominada vía báltica, y su frente comprendía unos 10 km al este y al oeste de esa vía de comunicación, con la 2º Brigada Acorazada en punta. Su objetivo para aquel día era llegar a medio camino entre la frontera y la ciudad de Marijampole, unos 10-15 kilómetros de avance, en principio contra las fuerzas de cobertura rusas y las defensas preparadas que se estaban encontrando desde primera hora. La verdad es que las defensas eran de una mayor profundidad y preparación que lo anticipado por el reconocimiento previo, pero la división y la Brigada se estaba adaptado rápidamente, y se habían añadido algunas unidades adicionales de ingenieros para apoyar la ruptura de esas defensas.
Aun así, los M-1 “Abrams” de la compañía de carros de combate del 5º Escuadrón del 4º Regimiento de Caballería que marchaba en vanguardia con equipos barre minas adosados a su parte frontal, estaban abriendo camino para los M-3 del Escuadrón y los demás blindados de la Brigada “Dagger” en algunas zonas donde los rusos habían plantado minas, o estaban lanzándolas mediante su artillería, para tratar de encauzar a los tanques de la OTAN hacia sus “zonas de exterminio” anticarro. Pronto y ya con las primeras luces del día, el campo de batalla quedó envuelto en humo, fuego y ruido. Los lanzacohetes y los obuses rusos, desde varios kilómetros de distancia, arrojaban proyectiles de alto explosivo, termobaricos, antitanques guiados y minas, sobre las filas blindadas enemigas, mientras que, en el mismo frente, pequeños equipos de infantería armados con misiles Kornet (AT-14) acosaban a los blindados estadounidenses, e incluso algunos BMP-3 y vehículos antitanque Shturm-SM abrían fuego a distancia y desde posiciones preparadas. Tanto unos como otros, tras disparar uno o dos misiles, se retiraban hacia otras posiciones para volver a repetir el procedimiento. Por desgracia para ellos, los norteamericanos no estaban dispuestos a quedarse de brazos cruzados, y a pesar de ir encajando bajas en las unidades en punta, varios de esos equipos y vehículos rusos estaban siendo cazados por los propios blindados atacantes y por la artillería y los helicópteros de ataque.
Desde tierra, los rusos respondían a los Apache con sus Tor (SA-15), Strela-10 (SA-13), Tunguskas y MANPADS (SA-18) y pronto se unieron a la lucha los helicópteros Ka-50/52 y Mi-35. Desde algo más arriba, los F-16 y F-18 lanzaban misiles Maverick y HARM además de bombas de racimo y guiadas por láser, mientras trataban de evitar los SAM que esporádicamente les lanzaban desde tierra, y los F-15, se enzarzaban con los pocos cazas rusos que todavía trataban de disputar los cielos bálticos y trataban de cazar a los escurridizos helicópteros rusos desde fuera del alcance de la defensa aérea enemiga. Así, la Brigada “Dagger” se iba abriendo paso poco a poco hacia el norte, sistemática, pero inevitablemente. Varios carros de combate “Abrams” fueron puestos de combate en las primeras horas de combate, seis de ellos totalmente, y una decena con daños de diversa consideración, y pudieron haber sido más, pero sus blindajes reactivos, y los sistemas de protección activa que habían sido montados en algunos de ellos, permitieron reducir el precio. También los “Bradley” recibieron su castigo, pero a pesar de todo, seguían avanzando. En las cercanías de una de las gasolineras que jalonaban la E67, uno de los M-3 se vio envuelto en una tremenda deflagración que sacudió toda la zona al explotar los depósitos de combustible de la misma, mientras que no muy lejos de allí, otros dos M-2 eran destruidos por los Kornet que en rápida sucesión habían salido desde una granja a su derecha. Ante lo cual, dos Bradley más desembarcaron a sus soldados y barrieron la granja con proyectiles de 25 mm desde la distancia, mientras sus infantes avanzaban cubriéndose con lo que podían y finalmente asaltaban la granja, donde acabaron con un par de equipos antitanque rusos que no habían podido retroceder a tiempo. Más al este, una arboleda desde donde salían más misiles anticarro, una andanada de artillería con proyectiles de 155 mm guiados por un controlador avanzado, arrasó con árboles, soldados y vehículos rusos que en ella se encontraban, provocando una carnicería. Algo más al oeste, sobre el campo de batalla, mientras un OH-58 Kiowa Warrior lanzaba un Hellfire contra un BMP-3 y lo alcanzaba de pleno, un misil Strela perseguía a su pareja que chocaba contra un tendido eléctrico al tratar de evadir el misil, y se precipitaba a tierra donde estallaba en llamas.
Y en el flanco izquierdo del avance de la Brigada, en la aldea de Akmenynai, los norteamericanos se veían envueltos en una dura refriega callejera, centrada sobre todo en la iglesia y en el colegio del municipio, convertidos en fortificaciones por los rusos, pero en general en todo el pueblo. Los soldados norteamericanos tenían que luchar calle por calle y edificio por edificio para liberar uno de los pocos núcleos urbanos que estaba siendo defendido con intensidad por el enemigo. Aquella lucha duraría cerca de dos horas hasta que la aldea quedó finalmente libre de rusos, y costó a los muchachos de la primera Compañía del 3º Escuadrón “Wolfpack”, del 2ª Regimiento de Caballería, casi 30 bajas. Dicha fuerza de infantería era parte de la idea que había tenido el General Martin de añadir un Escuadrón de la Brigada “Stryker” a cada Brigada Acorazada, para aumentar sus fuerzas de infantería y que pudieran hacerse cargo de los núcleos urbanos que fueran necesarios tomar o los que dejasen tras de sí los tanques. Por su parte, el 2ª Regimiento de Caballería quedaría solo con un Escuadrón de infantería, otro de reconocimiento, los ingenieros, la artillería, etc… como fuerza de reserva de la División.
Pero tras la toma de la pequeña aldea, los combates no cesaban. Proyectiles de todo tipo y tamaño volaban por doquier, la artillería de uno y otro lado seguía sin dar tregua, y en los cielos, las estelas de misiles se entrelazaban unas con otras. Una de ellas alcanzó con un misil Stinger lanzado desde un Avenger, a uno de los pocos Mi-35 que todavía operaban sobre el campo de batalla, que pese a soportar el impacto, hubo de retirarse tan rápido como pudo al verse desarbolado por el daño causado. Los soldados norteamericanos que todavía no habían salido de Akmenynai, se vieron sometidos a un aterrador fuego de proyectiles termobáricos que causo una carnicería, dejando otra treintena de bajas en unos segundos.
Ya cerca del mediodía, y tras avanzar unos 10 km desde punto de partida, la Brigada se encontró con el pueblo de Kalvarija. Situado en medio del avance norteamericano, de donde partía otra importante vía de avance hacia el norte, la carretera 201 que iba directa a Marijampole, mientras que la E67 se apartaba un poco y avanzaba paralela a la 201 unos 4 km al oeste. La captura de dicho pueblo, de más de 4.000 habitantes en tiempo de paz, era esencial pues para proseguir con el avance, y en ello se empeñó la 2ª Brigada Acorazada. Su captura y el avance de unos cuatro o cinco kilómetros más, hasta la aldea de Jungenai, serviría como meta para el mejor avance previsto hasta la línea “Bronze” para ese día, pero su toma resultaba indispensable para no considerar aquel día un fracaso... y no iba a ser nada sencillo. Mientras a este y oeste de la E67, la lucha continuaba en medio de campos de cultivos, pequeños bosques, algún lago, granjas y pequeñas aldeas, en Kalvarija, otra compañía del 3º Escuadrón, 2º Regimiento y algunos blindados del 2º Batallón del 70ª Regimiento acorazado, penetraban en la ciudad por el sur, mientras que el resto del batallón blindado trataba de rodear el pueblo y atacarlo por el norte. Los rusos, que también habían previsto la importancia de la población, concentraron en ella una aguerrida guarnición con órdenes de resistir lo máximo posible y causar el mayor número de bajas al enemigo.
Pronto la lucha creció en intensidad en el pueblo, y de nuevo la dura lucha callejera volvía a interponerse en el avance de la OTAN en su avance hacia el norte. Pequeños grupos de soldados apoyados por un M-1, un M-2 o un Stryker, peinaban las calles o se internaban a través de los edificios, sosteniendo duros tiroteos casa por casa, habitación por habitación. Un centro comercial en medio del pueblo al lado de calle principal, y un parque arbolado justo enfrente suyo fue escenario de fuertes combates, hasta que la artillería aliada redujo a cenizas el edificio y a astillas los árboles. Los rusos, también en pequeñas partidas de hombres, armados con lanzacohetes RPG-26 y misiles anticarro, emboscaban a los blindados enemigos desde la parte alta de los edificios unas veces, desde “ratoneras” realizados a ras de calle en los edificios, otras. Los nidos de ametralladoras eran a su vez un objetivo difícil. Cualquier hueco, por pequeño que fuera, permitía a las PKP “Pecheneg” abrir fuego y regar de proyectiles a cualquier grupo que avanzara abiertamente por las calles de Kalvarija, clavándolos allí hasta que el nido era localizado y destruido. Una nave industrial al oeste del pueblo que estaba resultando particularmente dura de tomar, fue atacada por misiles Hellfire con cabeza termobarica, y poco después, los pocos supervivientes rusos eran capturados al intentar salir de la misma. En otras zonas, los francotiradores se estaban cobrando un alto precio en vidas estadounidenses, siendo los oficiales y los operadores de radio que no habían tenido la precaución de ocultar en la medida de lo posible su rango o sus equipos de comunicaciones, sus principales presas.
Al final, imponiendo el mayor número de tropas y de apoyos de fuego, y dejando Kalvarija en bastante mal estado, el pueblo fue tomado tras más de cuatro horas de duros enfrentamientos. El punto decisivo vino cuando los M-1 y M-2 que habían avanzado rodeando el pueblo, sellaron las salidas hacia el norte y comenzó penetrar en la población, teniendo los rusos que dividirse ante la nueva amenaza. Además, algunos de ellos quisieron escapar por donde pudieran antes de verse copados por los norteamericanos. Al final, la presión enemiga y una serie de órdenes contradictorias, causaron el caos en las filas rusas, que acabaron rindiéndose, pese a que algún foco de resistencia aislado continuó hasta el anochecer, seguramente con la esperanza de poder escapar en la oscuridad de la noche.
En los flancos izquierdo y derecho del avance, la 2ª Brigada había progresado bien, y cuando cayó Kalvarija, ya habían llegado a sus puntos de máximo avance previstos. Poco después, y con el 5º Escuadrón de Caballería en punta, no le costó demasiado avanzar y tomar también Jungenai, consiguiendo así todos sus objetivos para el avance de la División aquel primer día de ofensiva aliada en su sector. Pero el precio no había sido pequeño. Las defensas preparadas en forma de campos de minas, alambradas, fosos, etc., habían resultado de un calibre mayor del esperado, las fuerzas de cobertura y las acciones de retardo habían causado más bajas de las inicialmente previstas, y la acción de la artillería, siempre temida, también había resultado más dura de lo esperado. Y por si fuera poco los norteamericanos se habían topado con una mayor presencia de helicópteros enemigos, que, junto a su defensa aérea, no dejaron “trabajar” cómodamente a sus propios helicópteros de ataque. Tan solo en el apoyo aéreo de los aviones de ala fija, la cosa fue como se esperaba y pudieron allanar bastante el camino para las fuerzas norteamericanas.
10 de marzo, 18:35 hora local. Vehículo de mando del General Martin, 1ª División de Infantería norteamericana. Kalvarija, Lituania.
El General Martin bajó con un cigarro en la boca de su vehículo de mando M1068, una modernización del venerable M557, que quedó aparcado justo al lado de los muros de la iglesia de Kalvarija, cuando el sol iba cayendo sobre el horizonte y apenas quedaban unos minutos de luz. Acto seguido, entró en la misma y subió al campanario guiado por un Sargento que había estado luchando hacia pocas en el pueblo, y seguido por su ayudante, un capitán que llevaba un M-4 y que hacía también de escolta del General. Milagrosamente, el campanario no había resultado afectado por los combates, y desde allí, se disponía de una buena visión de toda la zona. Aspirando una última bocanada de humo, se quitó el cigarro de sus labios y lo tiró al suelo.
-Tenga cuidado, no se asome demasiado señor, todavía hay francotiradores activos en algunos puntos del pueblo – avisó el Sargento a Martin, indicándole con una mano hacia el norte y el este, donde se escuchaban disparos esporádicos.
-Gracias Sargento, lo tendré en cuenta. ¿Qué tal ha sido la lucha? – aunque ya sabía la respuesta, tanto por los informes que le habían llegado, como por la cara de aquel soldado.
-Duro, bastante duro…pero al final les hemos ganado y los hemos corrido a patadas, señor.
-Han hecho un gran trabajo Sargento…Peterson – dijo estrechándole la mano.
Y dicho esto, Martin se puso a otear el horizonte con sus potentes prismáticos, siguiendo el consejo del suboficial y apenas exponiendo la cabeza cubierta con su casco reglamentario. Todo parecía estar en una tensa calma y el fuego de artillería, los aviones y helicópteros, ahora parecían estar apaciguados y ausentes. Primero realizó un barrido de 360 grados, donde pudo ver desde los edificios que todavía ardían en el pueblo, a los vehículos destruidos o dañados propios y del enemigo, que habían quedado en el terreno que llevaba a Kalvarija. Lo bueno, pensó, es que los suyos podrían ser recuperados y reparados, mientras que los del enemigo no. Era lo positivo de quedar en posesión del campo de batalla. A lo lejos, hacia el sur, también divisó algunos restos de helicópteros, apenas el rotor de cola, por lo que no pudo discernir si era propio o ruso, aunque rezó porque fuera del enemigo, pese a que tenía noticias del derribo de al menos un Apache y dos Kiowa aquella jornada.
Como para apostillar el precio que habían pagado sus tropas por aquel avance, unos segundos después, un helicóptero Blackhawk medicalizado sobrevolaba a baja altura el pueblo y se posaba a unos cientos de metros de la iglesia, donde recogió a varios heridos para su traslado a un hospital de campaña situado al sur de Suwalki, al cual durante todo el día habían llegado docenas y docenas de heridos de la 2º Brigada Acorazada.
-Moore, ¿a qué bosque se refiere el informe de los tanques enemigos?
-Hacia el noreste señor, allí – dijo su ayudante indicando a una espesa zona boscosa a unos 10 km al NE.
-Eso me parecía…así que, según las fuerzas en vanguardia del flanco derecho, han recibido fuego de tanques enemigos provenientes de aquel bosque ¿verdad?
-Así es señor.
El informe estaba apenas entrando en su equipo de comunicaciones desde su cuartel General Avanzado, cuando su vehículo estaba aparcando al lado de la iglesia y no había tenido tiempo de leerlo integró por lo que se lo había pasado a su ayudante para que lo leyera mientras él seguía y hablaba con el Sargento Peterson.
-Bueno, tras no haber avistado ningún jodido T en todo el día, parece que finalmente asoman el hocico, y en la zona que más o menos predijo inteligencia…un punto para ellos esta vez.
El General trataba de esforzarse y ver algo en aquella espesura, pero la distancia era mucha y los rusos debían estar bien camuflados. Unos tres kilómetros más al sur de aquel bosque, observó a sus unidades de vanguardia, posiblemente fuera del alcance de los cañones enemigos, pese a lo cual, trataban de buscar refugio en cualquier irregularidad del terreno o construcción, mientras los ingenieros se afanaban en proporcionar cobertura para los grandes tanques escavando profundos fosos donde pudieran guarecerse durante la noche.
-Señor, eso sería consecuente con los informes de reconocimiento de más tanques en Marijamploe y los bosques que hay al noroeste de esa población.
-Eso parece Capitán, así que será mejor que nuestros hombres descansen hoy porque mañana va a ser un día duro.
Y casi al instante, como para contradecir al General Martin, una andanada de artillería rusa se abatió sobre diversas posiciones norteamericanas, incluyendo al pueblo de Kalvarija.
-Señor, deberíamos irnos…esto no es seguro.
-Bajemos al vehículo, aquí ya he visto lo que quería y no hay mucha luz – ordenó Martin, confirmando que también el sol estaba desapareciendo y en pocos minutos, apenas se vería nada sin ayuda de equipos de visión nocturna.
Una vez en el interior del vehículo de mando, otro suboficial le entregó un documento que había llegado mientras estaba en el campanario. Lo leyó con rapidez, pero con interés. Era la respuesta a una comunicación suya al Cuartel General de Knudsen, sobre cómo había progresado el avance de las unidades a sus flancos. El Cuerpo de Ejército le informaba que los polacos en su flanco izquierdo habían progresado adecuadamente, según los objetivos previstos, alcanzando las afueras de Uzbaliai, aunque con algunas bajas más de las previstas, en general como les había sucedido a ellos. Mientras, en el flanco derecho, los italianos, enfrentados a un terreno algo más boscoso y difícil, habían progresado algo menos, y apenas habían llegado a cubrir la distancia mínima para considerar el avance de aquella jornada un éxito. De todas formas, sus propios flancos de momento estaban seguros y mantenían contacto con sus aliados, que era lo que le interesaba al General Martin. Y esperaba que así fuera durante las jornadas siguientes si quería seguir avanzando sin tener que preocuparse por distraer fuerzas que iba a necesitar, para proteger sus flancos.
-Bien, vámonos de aquí, regresemos al Cuartel General avanzado, tenemos todavía muchas cosas que hacer.
-A la orden señor.
Efectivamente, Martin todavía debía de repasar con su Estado Mayor los informes que seguían llegando de cómo había ido el día, tenían que preparar órdenes para la noche y el día de mañana. También tenía que visitar a los heridos en el hospital de campaña y debía hablar con un General de la Fuerza Aérea amigo suyo, que desde Alemania le había prometido un fuerte apoyo aéreo en el momento en que los tanques rusos asomasen sus feas narices. Dormir un poco todavía ni se lo había planteado, y comer algo, cuando pudiera, seguramente a altas horas de la noche, cuando se le hubiera pasado el disgusto de ver a los heridos, si es que se le pasaba. “La guerra es una putada” leyó alguna vez en un urinario de un cuartel en Irak, y aquella iba a ser una putada de las grandes, pensó para sí mientras su vehículo regresaba a Polonia.
11 de marzo, 02:25 hora local. Cuartel General alternativo de la Fuerza Estratégica de Misiles, Monte Kosvinsky, Montes Urales, Rusia.
El Primer Vicecomandante y Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Estratégica de Misiles de las Fuerzas Armadas Rusas, el Teniente General Boris Smolov, estaba preocupado tras la conversación que había mantenido con el Coronel General Sergei Karakaev, su mando superior, que se encontraba en Moscú en el Cuartel General principal de la Fuerza Estratégica. Mientras caminaba por los pasillos desde la sala de conferencias hasta la sala de mando y control del complejo de Kosvinsky, el militar ruso no dejaba de pensar en lo que le había dicho su superior y entendía los nervios de su comandante.
Al llegar a la gran sala, dominada por varias pantallas de gran tamaño y diversos puestos de operadores de consola y comunicaciones, hizo señas a su ayudante.
-Igor, reúne a los oficiales superiores de guardia en mi despacho en cinco minutos.
-A la orden.
Smolov subió por unas estrechas escaleras que daban acceso a su despacho, el cual dominaba toda la sala desde arriba. Se sentó en su comodo sillón a la espera de la llegada de sus oficiales, y antes de cinco minutos tenía frente a él a tres hombres de mediana edad, expectantes por lo que tenía que decirles.
-Señores, acabo de comunicarme con el General Karakaev en Moscú, y tengo algunas noticias que trasladarles. Siéntense por favor. Igor, cierre la puerta y que no se nos moleste si no es algo urgente.
Tras la salida de su ayudante y tomar asiento los oficiales, Smolov fue sin rodeos al asunto por el que los había hecho llamar.
-Tengo que ponerles al día de lo sucedido hoy. Como ya saben, la OTAN ha lanzado una ofensiva contra nuestras fuerzas en Lituania y Kaliningrado. No hace falta decirles lo grave de la situación. De momento el ataque enemigo está siendo contenido, pero han logrado avanzar algo en ambos frentes. Respecto a esto, no es algo sobre lo que nosotros podamos hacer demasiado, también lo saben. Pero el motivo de haberles hecho llamar es informarles de lo que el General Karakaev me ha dicho hace unos minutos – carraspeo un poco para aclararse la garganta y prosiguió. – Desde que se inició este conflicto con la OTAN y con mayor intensidad en los últimos días, nuestro Presidente y en general todo nuestro gobierno, han dejado bien claro que cualquier acción por tierra de la OTAN contra nuestras fuerzas en el Báltico, pero en especial contra territorio ruso, entendiendo que se refiere obviamente a la región de Kaliningrado, sería un acto de la máxima gravedad, y que supondría un grave peligro de conflicto nuclear, recordando a Occidente la potencia de nuestras armas estratégicas. Pues parece que los norteamericanos y sus aliados no se han tomado nuestras graves advertencias en serio, y ahora tenemos todos un gran problema entre manos.
Smolov hizo una pausa, y los oficiales no se atrevieron a interrumpirlo y aguardaron a que su superior continuara el relato, aunque este parecía abstraído. Al cabo de unos segundos continuo.
-Espero que sepa transmitirles la gravedad del tema, tal y como nuestro superior lo ha hecho conmigo. Él ha tenido una reunión hace algo más de una hora con el ministro de defensa y los demás jefes de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, y el ministro les ha informado que el Presidente y el Gobierno no están dispuestos a ceder ni un ápice en su política con el conflicto con la OTAN. Por lo tanto, están convencidos en proceder con su amenaza de emplear armas nucleares, si Occidente no ceja en su empeño. Así que, o la OTAN se detiene y regresa a sus posiciones de partida, o en breve, es posible que se realice un ataque nuclear, en principio táctico, contra las posiciones enemigas.
Smolov miró a sus subordinados, y a pesar de que trataban de disimular su preocupación con gesto profesional, no podían dejar de reflejar en su rostro la alarma que aquellas palabras habían suscitado en su mente.
-Lo sé, son noticias muy preocupantes, pero debemos estar preparados por si llegamos a ese punto, y, sobre todo, si lo traspasamos, momento en el que nosotros y nuestras fuerzas entraríamos en escena.
-Pero General… ¿no hay otras opciones? ¿acaso no saben en el Kremlin que lo que están planteando va a llevar con toda probabilidad a una guerra nuclear a gran escala? – preguntó con descarnada franqueza uno de los dos Coronel.
-Parece que se han creído ellos mismos lo de que el utilizar armas tácticas, desescalaría el conflicto por que el enemigo no se atreverá a responder ante el temor de una escalada total.
Smolov vio el gesto de escepticismo del Coronel. Nadie en su sano juicio esperaría que aquella política no declarada oficialmente, si no que más bien había servido de velada amenaza contra Occidente durante un tiempo, pudiera tomarse en serio por los máximos dirigentes de la nación.
-Lo sé, yo también tengo muchas reservas respecto a esa teoría – dijo tratando de reconducir el dialogo. – El propio Karakaev tampoco cree en ella, y parece que tampoco los demás mandos superiores, pero son las órdenes del gobierno legítimo…aunque al menos han conseguido arrancarle una concesión al Presidente, y es que si la OTAN no se detiene y se retira ante las nuevas y más claras amenazas que ahora mismo se están redactando en el Kremlin, dará unos días para que el Ejército haga retroceder con sus fuerzas convencionales a los ejércitos de la OTAN. Si eso también fracasa, estaremos en un escenario tremendamente peligroso.
- ¿Y es factible? – intervino el Mayor General presente en la reunión. – Por lo que sabemos, nuestra flota del Báltico ha sido diezmada, y las Fuerzas Aéreas apenas pueden impedir los ataques de la OTAN, además de estar sufriendo grandes bajas.
-Aunque comparto sus temores, no puedo aventurar nada porque no lo sé, pero Karakaev tampoco es optimista, y me ha dejado entrever que debemos prepararnos para lo peor y en poco tiempo, unos días a lo sumo.
En ese momento, el despacho quedó en silencio y nadie supo muy bien que decir. Finalmente, Smolov dio por finalizada la reunión y tras despedirse con gesto serio, el Teniente General se quedó pensativo en su despacho. Debía prepararse él, a sus subordinados y a las fuerzas de misiles. Se avecinaban días sombríos.
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Expreso Báltico
11 de marzo, 16:21 hora local. En los cielos bálticos, a pocos kilómetros de la frontera polaco-lituana.
Toda la información que tenía el Teniente Polster sobre lo que se iba a encontrar al llegar a su zona de operaciones, era que había poca presencia de cazas rusos, una defensa aérea enemiga intermitente, como desde hacía ya algunas semanas, y que se estaba librando una enorme batalla de tanques no muy al norte de la frontera polaco-lituana. Y es que, en el segundo día de la contraofensiva de la OTAN, en el oeste de Lituania los rusos habían lanzado a toda una División de Tanques contra el avance de una División estadounidense y otra polaca, chocando los dos bandos a pocos kilómetros de donde había iniciado la OTAN el avance aquel día en dicho sector. Desde primera hora de la mañana, aquellas fuerzas pugnaban por causar una seria derrota a la otra, y el combate era furioso y extremadamente violento, con graves pérdidas en ambos bandos. Ante aquello, la OTAN estaba tratando de decantar la balanza de su lado con el medio con el que más ventaja contaba, y que podía hacer mucho daño a los rusos, y que no era otro que su aviación de combate. Así que durante todo el día, oleadas y oleadas de cazabombarderos acudían a la zona de conflicto para arrojar su munición y tratar de decantar la lucha a favor de sus tropas en tierra, no sin un gran riesgo para ellos a causa de los esporádicos y temibles zarpazos de la defensa aérea rusa, para luego regresar a sus bases a rearmarse y repostar, y volver de nuevo al combate.
El joven piloto marine volaba en aquella plomiza y gris tarde junto con otros 3 Hornets de su escuadrón, los únicos disponibles, incluidos los llegados como reemplazos, ya que 7 de ellos habían sido derribados o sufrido graves daños desde el inicio de la contienda, mientras que otros 3 estaban en tareas de mantenimiento. Así que, su heterogeneo “paquete” de ataque se completaba con 4 JAS-39 Gripen checos que habían comenzado a volar misiones de ataque a tierra desde hacía pocos días, y con otros 4 Harrier II de los Marines, que junto a su escuadrón, se habían desplegado en la Base Aérea de Caslav para suplir las bajas producidas por el conflicto y el desgaste general de la flota de F-18 de los Marines, una vez que se consideró que pese a la amenaza de la defensa aérea, merecía la pena correr el riesgo para aumentar el número de aparatos, misiones y daño que causar a los rusos.
Los doce aparatos se acercaron a su objetivo, guiados por un AWACS primero, y después por un controlador aéreo avanzado terrestre conforme se aproximaban a la zona donde se estaba librando la batalla terrestre. Los cazabombarderos comenzaron a descender y poco después, desde su cabina, y gracias a las imágenes que, en una de las pantallas proporcionaba el pod Litening, Polster podía ver una gran extensión de terreno lituano compuesto de campos de cultivos, pequeños bosques, caminos y aldeas, lleno de rodadas de vehículos blindados, explosiones, humo, chatarra metálica dispersa por doquier, y las fuerzas de ambos bandos enzarzadas en una gran refriega, disparándose unos a otros como si no hubiera un mañana, lo cual sería cierto para muchos de ellos. “Va a ser difícil distinguir a los buenos de los malos”, pensó mientras el líder avisaba de la presencia de radares de tiro rusos que buscaban objetivos desde tierra, y él, acto seguido, encendía las contramedidas electrónicas.
“Magnum, Magnum” escuchó por la radio, dando gracias a Dios por saber que los “HARM Shooters” que debían cubrirlos estaban allí donde se suponía que debían estar. Tampoco debían preocuparse por los cazas enemigos según les había informado el controlador del AWACS, y en todo caso, había algunos Typhoon por allí para presentar batalla a los Sukhoi llegado el caso. Al poco vio como pasaban por su izquierda las estelas de los rápidos misiles anti-radiación dirigiéndose hacia las emisiones de radar rusas. Pero el Teniente, con una gran habilidad dada por la experiencia que ya atesoraba, podía estar atento a aquello, a la vez que preparaba los controles para poder identificar a los tanques enemigos, blocarlos y disparar sus armas sobre ellos, mientras se mantenía atento a la pantalla de amenazas.
Cuando tras unos segundos de espera, el controlador aéreo avanzado terrestre les informó de la salida de su zona de ataque de un grupo previo de cazabombarderos F-16 y A-10, Polster comenzó a tensarse de verdad, “ahora nos toca a nosotros” pensó. El controlador dio las instrucciones de por dónde estaban las fuerzas amigas, y también “pintó” con su laser a un T-80 para que los pilotos tuvieran una idea de por dónde comenzar a buscar a los rusos.
“Ataquen en secuencia”, oyó decir al líder del escuadrón. Entonces, Los F-18 se internaron los primeros en la zona de más peligro, dejando que sus equipos optrónicos buscaran algún blanco para sus misiles, por donde les habían orientado desde tierra. No tardaron mucho, y tras verificar que se trataba de un tanque enemigo, Polster lanzó un Maverick, para acto seguido, volver a buscar más objetivos. No había tiempo que perder, quería salir de allí lo antes posible. Sus compañeros iban haciendo lo mismo, cuando él ya tenía localizado otro T-80, al que volvió a disparar un nuevo misil. Pero cuando iba a girar para retirarse un poco para dar otra pasada y mantenerse así lo más alejado posible de las defensas aéreas enemigas, un radar de tiro ruso lo detectó y blocó en pocos segundos. Polster, adelantando la palanca de gases para no perder energía, realizo un giro cerrado y ganó algo de altura para tratar de situarse por encima del techo del más que probable SAM que se le acercaría en pocos segundos, a la vez que se alejaba de donde se encontraba la emisión radar. Efectivamente, no uno, sino tres misiles aparecieron en su pantalla de alertas, lo que obligó al piloto a lanzar “chaff” en automático a la vez que seguía alejándose de la zona. Uno de los SAM se dejó engañar por las tiras metálicas y erró su blanco. Quedaban dos. Polster había perdido ya la cuenta de cuantos misiles enemigos había evadido desde el inicio de la guerra, y se había convertido en todo un experto en ello. Esperó un poco más, mientras miraba por encima de su hombro y divisaba las estelas de los dos SAM enemigos acercándose a él. “Ahora”, y mientras no dejaba de soltar “chaff”, giró bruscamente su caza a la derecha y luego a la izquierda, para picar después hacia el suelo, en un intento de despistar a las cabezas buscadoras de los misiles. Observó como una estela pasaba de largo, hacia las nubes altas que cubrían el cielo. Pero no pudo ver la otra estela “¿Dónde coñ* se ha metido?”, y mientras se recuperaba del picado y giraba otra vez violentamente, seguía sin ver la estela del último SAM. De pronto, notó una fuerte sacudida y todo el avión se estremeció. “Mierda…joder…me han dado” es todo lo que pudo pensar antes de ver como su sistema de alarmas se encendía como los anuncios de neón de las Vegas, y el F-18 dejaba de responder a sus órdenes. “Salta “Titan 02”, salta de una vez”, oyó a alguien decir por radio. El caza comenzaba a descender y parecía que iba a entrar en barrena. No necesitó más. Se colocó en posición, y con el corazón a mil por hora, tiró de la palanca de eyección. La sacudida fue terrible y la aceleración brutal, pero al poco, estaba descendiendo con su paracaídas hacia no sabía muy bien dónde. Pudo ver con meridiana claridad como su aparato se estrellaba con el suelo y se convertía en una gran bola de fuego, mientras todavía no salía de su asombro de que finalmente, y tras tantas misiones, hubiera sido por fin derribado. Simplemente le costaba asumirlo, por muy preparado que estuviese y hubiera visto a otros compañeros estar en la misma situación. La experiencia le había hecho ser confiado y pensar que podía evadir todo lo que el enemigo tirase contra él. “Maldita sea…imbécil…esto siempre es peligroso y no me tenía que haber quedado a lanzar ese segundo Mav” pensaba mientras descendía.
Poco después tocó tierra, torciéndose un tobillo al aterrizar en un terreno muy irregular y pisoteado por los vehículos blindados. Cuando como pudo se deshizo del paracaídas, vio aproximarse a un par soldados. En un principio no tuvo ni idea de si eran amigos o no, por lo que hecho mano a su pistola reglamentaria, hasta que uno de ellos, con un dedo indicando a sí mismo, gritó: “Polski, polski”, y Polster respiró aliviado, al menos estaba en manos de aliados.
Un rato después, y de camino en un todoterreno cruzando Polonia hasta lo que él esperaba que fuera una base aérea o algo parecido, para trasladarlo lo antes posible a su escuadrón, comenzó a analizar más detenidamente lo que había hecho mal aquella vez, y que había sido diferente de otras ocasiones. Al final, y mientras entraba en lo que parecía un hospital de campaña polaco, llegó a una conclusión, “exceso de confianza y mala suerte, jodida y puñetera mala suerte”.
11 de marzo, 20:47 Hora local. Al sur de Marijamploe, Lituania.
En la oscuridad de la noche, mientras la nieve volvía a caer de nuevo y las nubes pasaban a toda velocidad, en el interior de su carro de combate, el Sargento Kurvanov se permitió un momento de paz. Cerró los ojos para descansarlos un poco a la vez que relajaba sus agarrotadas extremidades. Sasha y Fyodor, allí a su lado, en el interior del habitáculo blindado del T-14 Armata, estaban igualmente cansados tras llevar combatiendo casi todo el día, y ahora que la lucha había dado unos momentos de tregua, todos trataban de descansar como podían. El irreverente conductor del carro, también había aprovechado para aliviar la vejiga en una botella, ya que ni se le pasaba por la mente salir de la seguridad de su carro, tal y como estaban las cosas por ahí fuera.
-Tapa eso bien, no vaya a ser que nos salpique a los demás.
-Pero Sargento, si es…oh, oh… mierda, ya no se me ocurren ni chistes malos…con lo fácil que me lo ha dejado…pero joder, estoy demasiado cansado.
-Será verdad que por una vez te vas a callar – dijo incisivo el adusto artillero.
-Mierda Fyodor no me tires de la lengua…
-Vale, dejadlo ya. Fyodor descansa un poco la vista, voy a vigilar durante 10 minutos, y luego me relevas. No creo que esta tregua dure demasiado. Sasha, tu atento a la radio ¿de acuerdo?
-Vale, vale… - dijo el conductor, que al menos podía cerrar los ojos un rato.
Aquella jornada estaba siendo muy dura para los tanquistas rusos, tanto de la 4ª División de Tanques de la Guardia en general, como también para la 411ª Compañía de Tanques en particular. Aún sin salir el sol, aquella misma mañana, los americanos habían reiniciado su ataque siguiendo el eje Kalvarija-Marijampole-Kaunas, con los polacos en su flanco izquierdo y los italianos en el derecho. Tras un buen rato luchando contra las defensas antitanque rusas, y avanzar tres o cuatro kilómetros, el comandante del 1ª Ejercito de Tanques de la Guardia, había ordenado a la División “Kantemirovskaya” salir de sus posiciones e iniciar un contraataque. La división rusa chocó al poco con la 1ª División de Infantería de EEUU y la 11ª División de Caballería Polaca, y las tres formaciones se vieron envueltas en una gran batalla con cientos de carros de combate enzarzados unos con otros en un duelo a muerte a lo largo de un campo de batalla que discurría del camino entre Kalvarija y Marijampole, de unos 15 km de norte a sur, y desde los bosques de la reserva de la biosfera de Zuvintas hasta la frontera con Kaliningrado a lo largo de unos 50 km de este a oeste.
Seguramente la lógica militar dictaba que aquella mañana, y en aquella situación, los rusos hubieran adoptado otro curso de acción, tal y como el comandante del 1ª Ejercito de Tanques de la Guardia le hubiese gustado hacer, pero las presiones políticas llegadas desde las más altas instancias del país, habían dado al traste con su plan. Así que tuvo que renunciar a ir desgastando a las tropas de la OTAN a cambio de ceder terreno, hasta un punto en que las fuerzas enemigas tuvieran que detenerse, y luego, en la medida de la llegada de los refuerzos, contraatacar contra unas debilitadas divisiones occidentales. Así, pese a los esfuerzos del comandante del Ejército de Tanques de convencer a sus superiores de la futilidad de aquel ataque, solo quedaba acatar las órdenes y contraatacar a las fuerzas enemigas, aún sin contar con superioridad de tanques ni blindados, y bajo una desagradable y eficaz cobertura aérea enemiga.
En total, la “Kantemirovskaya” contaba con 263 carros T-80, a los que se añadieron como reserva la 411ª Compañía con sus ya 14 flamantes Armata, lo que era una fuerza más que considerable, pero la OTAN, y según los informes de inteligencia rusos, alineaba unos 150 carros M-1 norteamericanos y entre 170-180 Leopard 2 polacos, para un total de más de 300 carros de combate. El General al mando de la división rusa distribuyó sus efectivos, enfrentando al 12º y al 13º Regimientos de Tanques con los norteamericanos, y al 14ª Regimiento de Tanques y al 432º Motorizado contra los polacos. Sin duda era un riesgo utilizar todas sus fuerzas en el ataque, y con tan solo una pequeña compañía, por muy modernos y poderosos que fueran sus tanques, como reserva, pero no le quedaba otra opción si quería tener alguna oportunidad y no verse superado todavía por un mayor número de enemigos, y por lo menos así, en el principal eje de avance enemigo, el de la División norteamericana, la cosas era mucho más pareja en número de carros.
Los dos regimientos rusos enfrentados a los polacos, tras lograr detener durante un tiempo a sus enemigos, pronto pasaron a la defensiva, ante la gran diferencia de efectivos de una y otra fuerza, no sin antes haber causado bajas importantes entre los más vulnerables Leopard 2A4 de la 10ª Brigada de Caballería. Mientras tanto, los T-80, en número similar a los M-1 norteamericanos trataban de presionar hacia el sur, logrando rechazar a los occidentales y causando bastantes bajas, pero aquello no terminó de funcionar como a los mandos rusos les hubiera gustado. Al principio, los norteamericanos un tanto sorprendidos, cedieron algo de terreno ante la potencia del asalto ruso, pero poco a poco, fueron recomponiendo sus líneas y aguantando su envite. Los cazabombarderos aliados comenzaron pronto a hacer sentir su peso en el campo de batalla, y a pesar del denodado esfuerzo de las defensas antiaéreas que apoyaban el contragolpe blindado ruso, los misiles y las bombas de racimo causaban graves destrozos entre los T-80 y los BMP de la 4ª División de Tanques.
Tras varias horas de lucha indecisa pero violenta en extremo, las dos brigadas pesadas norteamericanas lograron desbaratar el ataque ruso y ponerlo en retirada. Pero esta distó mucho de ser una persecución a la caza de los rusos. Por el contrario, estos se retiraban ordenadamente, combatiendo y causando bajas, a lo que ayudó la llegada de la 411ª Compañía de tanques con sus T-14 pasado el mediodía, y la importante contribución de su artillería, donde unas pocas veces contaba con una eficaz cobertura de munición guiada por drones que dejaba a los M-1 y M-2 como cucarachas negras aplastadas en el suelo ante la inmensa explosión de un obús de 152 mm sobre su techo. Por su parte, la artillería aliada no se quedaba corta y los MLRS y los obuses con munición guiada o no de 155 mm estaban provocando una escabechina entre las filas rusas, apoyada de manera eficaz por los Apache, aunque estos debían correr riesgos para conseguir resultados en un escenario tan dinámico y con tantas armas antiaéreas como aquel. Por su parte, los helicópteros rusos, en una última y valerosa acción aquel día, intentaron cargar de nuevo contra los carros de la OTAN, solo para salir escaldados a cambio de unos pocos blindados enemigos destruidos.
El mando de la División rusa pidió refuerzos desesperadamente a su superior, pero este no tenía respuestas para sus peticiones. El Comandante del 1ª Ejercito de Tanques solo disponía de la 27ª Brigada Motorizada. Pero esta, aunque era una unidad de élite del Ejército ruso, y contaba con 41 modernos tanques T-90, era fundamentalmente una fuerza de infantería motorizada, cuyos batallones sumaban 150 BTR-80/82, y no pensaba arriesgar a su única reserva en aquel sector en un combate de carros perdido de antemano, y dejar expedito el camino hacia Kaunas de los norteamericanos, por lo que mantenía a dicha formación en posiciones defensivas entre Marijampole y Kaunas. Ya había acatado las ordenes de Moscú y había lanzado un contraataque con la 4ª División de Tanques. Ahora, y tras fracasado este, solo podía contener los daños y volver a una estrategia más sensata.
Por su parte, el General Martin tampoco lo tenía fácil, ya que su 1ª División de Infantería había sufrido pérdidas importantes, así que tras casi todo el día luchando, se había visto obligado a una pausa en su empuje hacia el norte, para reagruparse, reabastecerse y atender a sus heridos. La aviación aliada también necesitaba un descanso tras varias perdidas y un agotador día con tres, cuatro o incluso cinco salidas por avión y piloto envuelto en la lucha en aquel sector. El neoyorquino tenía una mezcla de sensaciones, por un lado, se sentía aliviado tras el sobresalto inicial del contragolpe ruso y su derrota, y también esperanzado porque haber rechazado aquel ataque y seguir presionando al enemigo hacia el norte les estaba causando importantes pérdidas a ellos... pero por otro lado estaba tremendamente preocupado por las suyas propias. Y es que, de seguir con aquel ritmo de combates, la lucha terminaría por engullir a sus hombres y blindados mucho antes de lo esperado, dejando a su unidad como inefectiva para el combate en poco tiempo. Ciertamente tenía algunas reservas de tanques y tripulaciones, pero en número escaso para el ritmo a que aquel día se habían consumido. Debía rezar para que los rusos no tuvieran más reservas que él, y pudieran seguir lanzando oleada tras oleada contra sus tanques, o lo iba a pasar muy mal. Según inteligencia no era así, pero advertían de la presencia de otra brigada motorizada tras la división de Tanques, fuerzas paracaidistas en Kaunas, y lo peor, otra División Motorizada entera en Letonia y otra más en Estonia, además de lo que podían estar trayendo de otros sectores de su enorme país y de lo que no sabían nada en ese momento. Al menos esperaba que, las fuerzas de la resistencia báltica y la aviación aliada hicieran su parte y retrasaran y causaran bajas a esas unidades si comenzaban a moverse hacia el sur. Aunque todavía ni siquiera había terminado aquel sangriento día.
Algo más al norte de la posición de Martin, y tras más de una hora de tregua, Sasha escuchó algo por la radio.
-Sargento, los elementos de reconocimiento informan de movimiento otra vez en las líneas enemigas. Parece que vuelven a avanzar…el Capitán Vasin ordena estado de alerta otra vez…preparados para el combate.
-De acuerdo, ya me hago yo cargo de la radio. Tu a lo tuyo. Fyodor, atento que aquí vienen otra vez. – Y respondiendo al Capitán, Kurvanov acusó recibo – Aquí “Muro-Siete”, entendido.
El T-14 de Kurvanov se encontraba en primera línea de fuego, en una pequeña granja cerca de la carretera principal que discurría de norte a sur, a unos 6 km al sur de Marijampole, oculto tras unos setos y un talud de tierra, ampliado y reforzado con algunos escombros de la casa y la nave agrícola que ahora estaban destrozadas, y con un excelente sector de tiro, donde el llano y nevado campo de cultivo, ahora yermo, solo era interrumpido por algunos ocasionales árboles de otras pequeñas granjas situadas al sur de su posición. El resto de la compañía, algunos T-80 y BMP-2, y equipos del batallón antitanque de la división se distribuían en posiciones parecidas a la suya a lo largo de la carretera 5122, cerca del cruce con la nacional 201 y la vía férrea que eran el eje de avance de los americanos en aquel sector. Las bajas rusas eran tan importantes que para que su formación defensiva tuviera algo de profundidad, los pocos defensores de primera línea estaban bastante dispersos para cubrir todo el sector, aunque al menos evitaban una gran concentración de objetivos para la artillería enemiga, a la vez que, dados los grandes campos de tiro, permitían una buena probabilidad de no disparar varios carros sobre el mismo enemigo, por buscar algo bueno a su situación, pensaba Kurvanov, todavía enfadado por la irresponsabilidad de los mandos de haber lanzado aquella mañana una ofensiva con tan pocas posibilidades de éxito.
El Sargento ruso, pese a sus pensamientos, seguía operando con profesionalidad y oteaba el oscuro horizonte con su moderno equipo de visión térmica cuando detectó algo. Tenía un buen campo de visión a izquierda y derecha, y algo más reducido en el centro, debido a una pequeña ondulación del terreno, pero, aun así, lo suficientemente amplia como para detectar a sus enemigos a bastante distancia. Primero llegó la cortina de humo que cubría el avance de los norteamericanos, luego el fuego artillero cayendo sobre las líneas rusas. Algunas de aquellas explosiones cayeron bastante cerca de su T-14, pero no llegaron a causarle ningún problema, aunque otros no tuvieron tanta suerte, sobre todo los equipos antitanque de infantería y algún BMP. De pronto la voz de Kasin sonó en sus auriculares.
-Atentos, atentos…ahí vienen los tanques enemigos. Tres kilómetros y avanzando. – Anunció el Capitán, que tenía en su pantalla la imagen que un solitario y pequeño drone le proporcionaba desde las alturas mientras pudo, antes de ser derribado poco después por un Stinger.
- “Muro-Siete” listo para el combate… un momento… ¡atención, helicópteros al frente! – dijo ampliando el zoom de su visor y ver como una pareja de Apaches avanzaban lentamente hacia el norte, pero retrasados respecto sus propios tanques, quizás a cuatro o cinco kilómetros. Algunos más aparecieron a lo largo de todo el frente.
- ¡Artillero, carga un “Invar”…rápido!
-Cargando…cargado…
- ¡Dispara cuando lo tengas!
-4.328 metros…Apuntando con el láser… ¡Fuego!
Segundos después, y mientras los dos Apaches lanzaban varios misiles Hellfire en rápida sucesión, el misil anticarro disparado por Fyodor elevó un poco su vuelo, haciendo gala de su capacidad secundaria antihelicoptero, y se dirigió hacia la energía laser que rebotaba en el helicóptero norteamericano, donde el láser del artillero apuntaba. El piloto se dio cuenta en el último momento del misil ruso y trato de girar violentamente y lanzar contamedidas, pero fue en balde, Fyodor lo tenía bien “agarrado” y el misil impactó de lleno, causando graves destrozos y haciendo que se estrellara en el suelo poco después.
- ¡Buen tiro…joder, 100 puntos para Fyodor y todo el vodka que quieras de mi cuenta! – gritó eufórico Kurvanov, consciente del peligro que representaban aquellos malditos bichos.
Por toda la línea del frente, pequeños equipos de soldados equipados con misiles SA-18 y un par de vehículos Tunguska trataron de poner las cosas difíciles al resto de los helicópteros enemigos, y lograron derribar a uno más y dañar a otro que se habían acercado demasiado, pero por lo general los AH-64 lanzaban sus misiles con cierta impunidad desde fuera de la distancia de los misiles SAM, y lograron varios impactos, aunque las defensas activas de los tanques y las protecciones de fortuna que habían improvisado algunos blindados rusos, además de un buen enmascaramiento, redujo algo las previsibles bajas. Así, a la vez que los misiles Hellfire llegaban a sus objetivos, los primeros proyectiles de la artillería rusa caían sobre los norteamericanos, algunos con munición de racimo guiada antitanque, otros regando el avance enemigo de minas, y la mayoría con carga de alto explosivo, que tan solo afectaba a los vehículos más ligeros, o a los más pesados si era un impacto realmente cercano.
-Sargento, tengo un objetivo…parece un M-2 avanzando a nuestra derecha…2.857 metros.
-Fuego sobre él cuando estés listo – dijo a la vez que se cargaba un proyectil de alto explosivo en el cañón de 125 mm ruso.
-Centrando objetivo…en la mira… ¡fuego! – gritó el artillero. Segundos después, el blindado de la OTAN saltaba por los aires.
-Buen disparo artillero…tengo otro para ti… - dijo el Sargento mientras tomaba el control de la torre y orientaba el cañón hacia el sureste … eso parece un M-1, a ver si te lo cargas desde aquí.
-A la orden…localizado…centrando objetivo…
- ¡Atención, misil en camino! – advirtió Kurvanov cuando el sistema de defensa activa del tanque detectaron a un misil TOW acercándose a su T-14, en busca de venganza por su compañero caído hacía unos instantes.
Por suerte para ellos, el sistema Afghanit funcionó bien, y pudo eliminar al misil enemigo cuando este estuvo a su alcance, siempre demasiado cerca para el gusto de los carristas, que aun así dieron gracias por tener algo como aquello, y que aquel mismo día les había salvado la vida varias veces. El problema era que durante todo el día se habían gastado varios cartuchos y ya no tenían toda la dotación, pese a que habían recargado algunos de ellos, por lo que la eficacia del sistema decrecía con cada enemigo que abatía, y entonces tendrían que confiar en la cobertura y en su blindaje.
-Bueno, que, Fyodor, ¿le disparas ya o lo dejamos para mañana? – dijo el Sargento con sorna, pero apremiando a su artillero.
-Centrando objetivo – repitió este – en la mira… ¡fuego!
-Buen disparo, en todo el objetivo – anunció Kurvanov tras verificar con su mira el impacto, pero cuando iba a seguir buscando otros objetivos, se dio cuenta que el tanque americano seguía moviéndose. – Mierda…repite el ataque sobre el objetivo, sigue avanzando.
Ahora habían aparecido bastantes blancos, y la artillería enemiga iba acercándose más a la posición de “Muro-Siete”, pero el Sargento no quiso dejar aquel M-1 operativo. Posiblemente estuviera averiado, pero lo quería destruido. Durante todo el día, habían estado disparando contra aquellos malditos tanques, y unas veces bastaba con un certero disparo, mientras que otras necesitaban dos o incluso tres para destruirlos del todo, sobre todo dependiendo de la distancia y donde impactara. “Eran resistentes aquellos malditos bastardos”. Pero al final, otro certero disparo de Fyodor bastó para poner fin a aquel M-1, o al menos dejó de moverse y una fina columna de humo salió de él.
De repente tuvieron otro gran susto al impactar un proyectil SABOT contra el terraplén que protegía la barcaza del T-14.
- ¡Mierda, de donde ha salido eso! ... ¿por qué no ha funcionado el “Afghanit”? – dijo Sasha.
-Iba muy bajo, el radar no ha debido detectarlo por la cobertura…bueno, casi mejor, al menos no hemos gastado más cartuchos – dijo el jefe del carro, que seguía oteando el horizonte.
Ahora había varios blindados enemigos avanzando rápido, aunque algunos sin duda se escapaban a su vigilancia, habida cuenta de la enorme cantidad humo y polvareda levantada por la artillería, los disparos, y los propios blindados. Kurvanov tenía una sensación extraña al no tener ni idea de cómo iba evolucionando el ataque enemigo más allá de su sector de tiro, al estar concentrado en su propia lucha, pero sintió la necesidad de saber más, así que dejó la búsqueda de aquel cabrón que les había disparado a su artillero, al que se le daba bastante bien buscar objetivos, y era muy autónomo, y trató de observar el resto del campo de batalla con más detenimiento.
Con las cámara de la torre observó sus propias líneas, y pudo ver a lo largo de ellas como algunos carros estaban ardiendo, además de algunos señuelos con forma de T-80, como uno situado a apenas 300 metros a su derecha, estaban destrozados. Le parecieron demasiadas bajas para los pocos tanques que había en la primera línea. O recibían refuerzos o pronto deberían comenzar a retroceder hacia posiciones más retrasadas. Luego observó con detenimiento la línea de avance del enemigo, mientras Fyodor seguía disparando, y las estelas de los misiles y los proyectiles se entrelazaban unas con otras. Los blindados enemigos parecían avanzar ahora más despacio, y observó algunos M-1 con barreminas y algunos vehículos de ingenieros.
-Artillero – dijo – busca tanques con equipos barreminas y vehículos de ingenieros. Las minas de nuestra artillería los están ralentizando, vamos a ver si tenemos suerte y conseguimos detenerlos del todo.
-A la orden. Sargento, le informo que puede quitar de la lista a un M-1 más.
-Recibido. Bien hecho. – “Desde luego no puede dejar de ser estirado ni en estas circunstancias, ni siquiera cuando trata de hacerse el “listillo”, pensó Kurvanov para sí.
A los pocos segundos, otro aviso del sistema de protección activa, y nuevo proyectil SABOT enemigo dirigido a ellos que logró ser anulado…
-Caballeros, les informo que nos estamos quedando sin cartuchos en el “Afghanit” …y eso no me gusta nada – dijo con fastidio el conductor a la vez que trataba de imitar de modo descarado a Fyodor para enfado de este, que, sin embargo, seguía buscando y disparando sobre blancos con absoluta profesionalidad.
-Joder…otro misil…venga, venga… siiii – dijo el Sargento al ver como el TOW era destruido a poca distancia de su T-14.
-Se nos va a terminar la suerte de un momento a otro…solo queda un cartucho – dijo Sasha.
-Cállate de una puñetera vez y no seas cenizo – le respondió su superior.
Entonces sonó la voz del Capitán de la Compañía por los auriculares.
-“Muro-Uno” a unidad “Muro”. ¡Atención! …tenemos una alarma de ataque aéreo en breve…esos hijos de puta ya vuelven.
“Mierda…porque no nos dan un poco de tregua” pensó más con ingenua esperanza que con realismo Kurvanov. Había aprendido a temer a la aviación de combate enemiga, y a sus cazabombarderos que lanzaban pesados misiles desde mucha distancia, o bombas de racimo con armar guiadas anticarro…como en aquella ocasión. Y es que a los pocos minutos del aviso de Vasin, el sargento Kurvanov pudo ver por su visor panorámico como un pequeño objeto negro caía desde las alturas con trayectoria parabólica, y parecía abrirse, soltando pequeñas cargas oscuras que acto seguido eran frenadas por paracaídas, y luego se desprendían de él, para abrirse y dejar ver una extraña forma en forma de árbol con pequeñas ramas… y algunas de aquellas extrañas figuras parecían dirigirse hacia su carro de combate, y ellos sabían que eran.
- ¡Cuidado! – atinó a decir, antes de que una de aquellas cargas los detectara y decidiera atacar al T-14 de Kurvanov.
“Klooonk”… el impactó dejó a la tripulación de “Muro-Siete” sin respiración, pero al menos tuvieron mucha suerte. El “Afghanit” no funcionaba bien contra objetivos de ataque tan verticales, pero alguien había tenido la decencia y la feliz idea durante sus “vacaciones” cerca de Kaunas, de instalarles un sistema de protección reactiva contra cargas huecas en la parte superior de la torre y en la del motor, y por lo tanto, la carga antitanque enemiga, no pudo pasar a través de ella, y todo quedó en un nuevo susto.
- ¿Daños? – pregunto el comandante del carro.
-El sistema no indica nada – le respondió el conductor.
-Bien, pues seguimos… no, no, no… ¡joder otra vez no! … - gritó con impotencia.
Esta vez, otra nueva carga hueca que llegaba en un ángulo no tan vertical, disparó el último cartucho del “Afghanit”, que además no consiguió destruirla. De nuevo el blindaje ERA de protección vertical pudo frenar la carga enemiga, pero cada vez iban quedando menos. Parecía que la amenaza había pasado cuando por la radio volvió a sonar la voz del Capitán.
- ¡Aquí “Muro-Uno” a Unidad “Muro”! ¡Nos replegamos hacia posición Dos! Repito, nos replegamos a posición Dos ¡ahora, ahora, ahora! Los T-80 y los equipos antitanque nos cubren.
- “Nueve” recibido. Retrocedemos.
- “Cuatro” os sigue.
- “Siete” retrocediendo.
Y así, uno tras otro, los nueve Armata supervivientes de la Compañía 411 fueron acusando recibo de la orden y anunciaban que la cumplían para evitar el descontrol en el campo de batalla.
-¡Sasha, maldito perro sarnoso, deja de hacerte guarrerías y sácanos de aquí a toda leche!
-Como el viento mi Sargento, delo por hecho…por cierto…se nos acabó el “Afghanit” …yo no digo nada.
Acto seguido el enorme tanque comenzó a rodar marcha atrás guiado por el visor trasero del que disponía el conductor, para no dejar de dar al enemigo la parte más protegida del blindado. A la vez que salían de su posición y dejaban atrás la pequeña granja y la posición que les había servido de refugio, Kurvanov lanzaba parte de los aerosoles de sus lanzafumigenos para proteger su retirada, y Fyodor seguía disparando usando el estabilizador para hacerlo en movimiento, aunque lógicamente, la puntería se resentía. El artillero sabía hacer su trabajo, por algo era de los mejores de una unidad de élite del ejército ruso, y logró colocar un par de buenos proyectiles en un M-2 y un vehículo de ingenieros enemigo. Pero de pronto, la suerte del Armata de Kurvanov pareció evaporarse. Un proyectil SABOT impactó en la torre a pesar del blindaje reactivo.
-Mierda… ¿que tenemos? ...daños en la estabilización… y uno de los radares del “Afghanit” había dejado de funcionar… - dijo el Sargento respondiéndose a sí mismo. – Artillero ¿puedes disparar? debemos seguir luchando.
- ¿En movimiento y acertando a algo? Creo que ya sabe la respuesta Sargento. - “coñ*, el jodido artillero tenía razón…siempre tenía razón”.
-Vale, lo primero es salir de aquí, luego buscamos una posición fija y seguimos disparando ¿de acuerdo?
-Por mi bien.
-De acuerdo mi sargento.
El T-14 corría todo lo que podía con la marcha atrás metida, mientras Sasha zigzagueaba para hacer más difícil la puntería del enemigo. EL Sargento pensaba en los T-80 que quedaban atrás para cubrir su retirada, y lo mal que lo iban a pasar cuando iniciaran el mismo camino que ellos, pero ahora debía concentrarse en sobrevivir él y su tripulación, luego ya los ayudarían como pudieran. De repente la alarma del radar superviviente volvió a sonar…pero ya no quedaban cartuchos con los que responder.
- ¡Otro misil, otro misil! – atinó a decir Sasha justo antes de que un TOW-2 impactara en la parte superior de la torre, pese a una última y desesperada maniobra para evitarlo.
“Boooummm”… está vez el sonido fue diferente y la sacudida enorme. Los tres tripulantes se quedaron blancos, como si no supieran si estaban muertos o vivos. Pero tras el momento de pánico inicial, el Sargento se recompuso y pudo comprobar que al menos, la “capsula” blindada donde ellos se encontraban estaba intacta. Luego dio un vistazo a la pantalla de daños, y pudo ver como la barcaza también había salido bien librada, y el T-14 podía seguir moviéndose. Lo peor lo había sufrido la torre. No sabía si la protección reactiva les había salvado, pero al menos había logrado que el carro no volara por los aires como había visto en videos de pruebas de aquellos jodidos misiles, o incluso de la guerra de Siria. Pudo comprobar graves daños en la torre. Por lo pronto el cargador automático no funcionaba, y ahora el visor del artillero había sido gravemente dañado. También el visor panorámico del comandante del carro, la estación remota de la ametralladora superior y los lanzafumigenos estaban “kaput”, pero lo más grave era que la torre parecía haberse salido del anillo, o al menos no correr sobre él como debiera, y por lo tanto, estaba atascada, con la imposibilidad de girarla para mover el cañón, tan solo pudiendo hacerlo en el eje vertical. A efectos prácticos, el T-14 de Kurvanov había sido puesto fuera de combate.
“Joder…estábamos ya tan cerca de ponernos fuera del alcance del enemigo”, pensaba para sí, mientras manipulaba la radio para informar de su estado al Capitán.
- “Muro-Uno”, aquí “Muro-Siete”, cambio – y tras unos instantes, Vasin respondía.
- Aquí “Uno”, adelante.
- “Siete” ha sido alcanzado y tiene serios daños. Infectivo para el combate, repito, inefectivo para el combate. Solicito permiso para retirarme hasta posiciones de retaguardia y solicitar reparaciones urgentes. Cambio
- “Siete” ¿estáis bien? Cambio.
- Tripulación a salvo y en movimiento, pero poco más podemos hacer en este estado. Cambio.
-De acuerdo, pasad de la 2ª línea y buscad a alguien que os arregle un poco, os quiero de vuelta lo antes posible. Cambio y corto.
-Recibido. “Siete” corto.
La verdad es que el Capitán lo había dicho con toda su buena intención, porque no sabía el alcance de los daños en la torre del Armata de Kurvanov, pero este sabía que no iba a poder regresar al combate en bastante tiempo, al menos no con aquel carro. Por lo menos, ellos, una valiosa tripulación, y la barcaza estaban a salvo, pensaba mientras se acercaban a la segunda línea y cuando unos minutos más tarde, la traspasaban en busca de los talleres del Regimiento de Tanques, más allá de Marijampole, sin más percances que ver como se alejaba el humo, los disparos, el peligro, la lucha y la muerte. Si los mecánicos podían hacer algo para poner otra vez de nuevo operativa la torre iba a ser un milagro, al menos en aquel lugar. Lo más posible era que tuviesen que llevárselo a Rusia para repararlo, o mejor incluso, cambiar la torre averiada por una nueva, si es que tenían alguna en los talleres, o incluso en la fábrica. Así, que cuando Kurvanov, Fyodor y Sasha, finalmente salieron del carro y lo dejaron en manos de los mecánicos, por un lado, respiraron aliviados de haber salido con vida de aquel día de mierda y en el que habían estado a punto de palmarla en varias ocasiones, y por otro, con cierto resquemor por haber recibido tanto castigo y tener que abandonar aquel tanque que había sido su montura desde hacía tanto, y a sus compañeros por no tener nada con lo que luchar a su lado…de momento. Todos ellos sabían utilizar un T-80 o un T-72, así que al poco de dejar su T-14, Kurvanov ya estaba preguntando si había algún carro que pudiera llevarlo de nuevo al combate con sus hombres. La respuesta fue negativa, al menos hasta por la mañana no habría nada para ellos, a pesar del denodado esfuerzo del personal de mantenimiento por recuperar los muchos carros dañados aquel día.
Los tres hombres, se quitaron el casco de tanquista, se secaron el sudor de sus enrojecidas caras, y se sentaron encima de unas cajas de repuestos que apestaban a grasa. Con la vista clavada en el horizonte, pudieron ver en la oscuridad de la noche como la lucha continuaba. Sasha se lio un “cigarrito alegre” obviando las más elementales normas de seguridad en un sitio lleno de combustible y aceites, mientras que Kurvanov sacó una petaca de vodka y se la pasó a Fyodor sin decir nada. Este la cogió y le dio un buen trago antes de devolvérsela a Kurvanov.
-Te lo debía, hoy nos has sacado de unos cuantos apuros – dijo el Sargento.
-Ha sido un trabajo en equipo…pero si, joder – dijo dando rienda suelta a su tensión emocional – hoy os he salvado el cul* un par de veces.
- ¿Y yo que? Si no es por mí, ahora estaríais hechos mierda.
- ¿Tu? Pero si ni siquiera puedes esquivar un achacoso misil… a ti debería sacarte la piel a tiras – le dijo el Sargento en broma mientras le pasaba la petaca a su conductor. – Vale, sois unos jodidos hijos de puta con suerte, y hoy lo habéis hecho muy bien… a ver qué tal se da mañana, y si salimos con vida de otro día más de esta asquerosa guerra.
Kurvanov se sorprendió a si mismo al decir aquellas palabras. Había que ver lo rápido que había cambiado su percepción de la misma y su optimismo respecto a su desenlace y a sus posibilidades de supervivencia.
-Si salgo con vida de esto – dijo es Sargento – os juro que me hago monje en Siberia…ya lo sabéis.
Sus dos compañeros de fatiga lanzaron una sonora carcajada, sacando bastante de la tensión acumulada. Había sido un día muy difícil, y mañana seguramente tocaría repetirlo.
Toda la información que tenía el Teniente Polster sobre lo que se iba a encontrar al llegar a su zona de operaciones, era que había poca presencia de cazas rusos, una defensa aérea enemiga intermitente, como desde hacía ya algunas semanas, y que se estaba librando una enorme batalla de tanques no muy al norte de la frontera polaco-lituana. Y es que, en el segundo día de la contraofensiva de la OTAN, en el oeste de Lituania los rusos habían lanzado a toda una División de Tanques contra el avance de una División estadounidense y otra polaca, chocando los dos bandos a pocos kilómetros de donde había iniciado la OTAN el avance aquel día en dicho sector. Desde primera hora de la mañana, aquellas fuerzas pugnaban por causar una seria derrota a la otra, y el combate era furioso y extremadamente violento, con graves pérdidas en ambos bandos. Ante aquello, la OTAN estaba tratando de decantar la balanza de su lado con el medio con el que más ventaja contaba, y que podía hacer mucho daño a los rusos, y que no era otro que su aviación de combate. Así que durante todo el día, oleadas y oleadas de cazabombarderos acudían a la zona de conflicto para arrojar su munición y tratar de decantar la lucha a favor de sus tropas en tierra, no sin un gran riesgo para ellos a causa de los esporádicos y temibles zarpazos de la defensa aérea rusa, para luego regresar a sus bases a rearmarse y repostar, y volver de nuevo al combate.
El joven piloto marine volaba en aquella plomiza y gris tarde junto con otros 3 Hornets de su escuadrón, los únicos disponibles, incluidos los llegados como reemplazos, ya que 7 de ellos habían sido derribados o sufrido graves daños desde el inicio de la contienda, mientras que otros 3 estaban en tareas de mantenimiento. Así que, su heterogeneo “paquete” de ataque se completaba con 4 JAS-39 Gripen checos que habían comenzado a volar misiones de ataque a tierra desde hacía pocos días, y con otros 4 Harrier II de los Marines, que junto a su escuadrón, se habían desplegado en la Base Aérea de Caslav para suplir las bajas producidas por el conflicto y el desgaste general de la flota de F-18 de los Marines, una vez que se consideró que pese a la amenaza de la defensa aérea, merecía la pena correr el riesgo para aumentar el número de aparatos, misiones y daño que causar a los rusos.
Los doce aparatos se acercaron a su objetivo, guiados por un AWACS primero, y después por un controlador aéreo avanzado terrestre conforme se aproximaban a la zona donde se estaba librando la batalla terrestre. Los cazabombarderos comenzaron a descender y poco después, desde su cabina, y gracias a las imágenes que, en una de las pantallas proporcionaba el pod Litening, Polster podía ver una gran extensión de terreno lituano compuesto de campos de cultivos, pequeños bosques, caminos y aldeas, lleno de rodadas de vehículos blindados, explosiones, humo, chatarra metálica dispersa por doquier, y las fuerzas de ambos bandos enzarzadas en una gran refriega, disparándose unos a otros como si no hubiera un mañana, lo cual sería cierto para muchos de ellos. “Va a ser difícil distinguir a los buenos de los malos”, pensó mientras el líder avisaba de la presencia de radares de tiro rusos que buscaban objetivos desde tierra, y él, acto seguido, encendía las contramedidas electrónicas.
“Magnum, Magnum” escuchó por la radio, dando gracias a Dios por saber que los “HARM Shooters” que debían cubrirlos estaban allí donde se suponía que debían estar. Tampoco debían preocuparse por los cazas enemigos según les había informado el controlador del AWACS, y en todo caso, había algunos Typhoon por allí para presentar batalla a los Sukhoi llegado el caso. Al poco vio como pasaban por su izquierda las estelas de los rápidos misiles anti-radiación dirigiéndose hacia las emisiones de radar rusas. Pero el Teniente, con una gran habilidad dada por la experiencia que ya atesoraba, podía estar atento a aquello, a la vez que preparaba los controles para poder identificar a los tanques enemigos, blocarlos y disparar sus armas sobre ellos, mientras se mantenía atento a la pantalla de amenazas.
Cuando tras unos segundos de espera, el controlador aéreo avanzado terrestre les informó de la salida de su zona de ataque de un grupo previo de cazabombarderos F-16 y A-10, Polster comenzó a tensarse de verdad, “ahora nos toca a nosotros” pensó. El controlador dio las instrucciones de por dónde estaban las fuerzas amigas, y también “pintó” con su laser a un T-80 para que los pilotos tuvieran una idea de por dónde comenzar a buscar a los rusos.
“Ataquen en secuencia”, oyó decir al líder del escuadrón. Entonces, Los F-18 se internaron los primeros en la zona de más peligro, dejando que sus equipos optrónicos buscaran algún blanco para sus misiles, por donde les habían orientado desde tierra. No tardaron mucho, y tras verificar que se trataba de un tanque enemigo, Polster lanzó un Maverick, para acto seguido, volver a buscar más objetivos. No había tiempo que perder, quería salir de allí lo antes posible. Sus compañeros iban haciendo lo mismo, cuando él ya tenía localizado otro T-80, al que volvió a disparar un nuevo misil. Pero cuando iba a girar para retirarse un poco para dar otra pasada y mantenerse así lo más alejado posible de las defensas aéreas enemigas, un radar de tiro ruso lo detectó y blocó en pocos segundos. Polster, adelantando la palanca de gases para no perder energía, realizo un giro cerrado y ganó algo de altura para tratar de situarse por encima del techo del más que probable SAM que se le acercaría en pocos segundos, a la vez que se alejaba de donde se encontraba la emisión radar. Efectivamente, no uno, sino tres misiles aparecieron en su pantalla de alertas, lo que obligó al piloto a lanzar “chaff” en automático a la vez que seguía alejándose de la zona. Uno de los SAM se dejó engañar por las tiras metálicas y erró su blanco. Quedaban dos. Polster había perdido ya la cuenta de cuantos misiles enemigos había evadido desde el inicio de la guerra, y se había convertido en todo un experto en ello. Esperó un poco más, mientras miraba por encima de su hombro y divisaba las estelas de los dos SAM enemigos acercándose a él. “Ahora”, y mientras no dejaba de soltar “chaff”, giró bruscamente su caza a la derecha y luego a la izquierda, para picar después hacia el suelo, en un intento de despistar a las cabezas buscadoras de los misiles. Observó como una estela pasaba de largo, hacia las nubes altas que cubrían el cielo. Pero no pudo ver la otra estela “¿Dónde coñ* se ha metido?”, y mientras se recuperaba del picado y giraba otra vez violentamente, seguía sin ver la estela del último SAM. De pronto, notó una fuerte sacudida y todo el avión se estremeció. “Mierda…joder…me han dado” es todo lo que pudo pensar antes de ver como su sistema de alarmas se encendía como los anuncios de neón de las Vegas, y el F-18 dejaba de responder a sus órdenes. “Salta “Titan 02”, salta de una vez”, oyó a alguien decir por radio. El caza comenzaba a descender y parecía que iba a entrar en barrena. No necesitó más. Se colocó en posición, y con el corazón a mil por hora, tiró de la palanca de eyección. La sacudida fue terrible y la aceleración brutal, pero al poco, estaba descendiendo con su paracaídas hacia no sabía muy bien dónde. Pudo ver con meridiana claridad como su aparato se estrellaba con el suelo y se convertía en una gran bola de fuego, mientras todavía no salía de su asombro de que finalmente, y tras tantas misiones, hubiera sido por fin derribado. Simplemente le costaba asumirlo, por muy preparado que estuviese y hubiera visto a otros compañeros estar en la misma situación. La experiencia le había hecho ser confiado y pensar que podía evadir todo lo que el enemigo tirase contra él. “Maldita sea…imbécil…esto siempre es peligroso y no me tenía que haber quedado a lanzar ese segundo Mav” pensaba mientras descendía.
Poco después tocó tierra, torciéndose un tobillo al aterrizar en un terreno muy irregular y pisoteado por los vehículos blindados. Cuando como pudo se deshizo del paracaídas, vio aproximarse a un par soldados. En un principio no tuvo ni idea de si eran amigos o no, por lo que hecho mano a su pistola reglamentaria, hasta que uno de ellos, con un dedo indicando a sí mismo, gritó: “Polski, polski”, y Polster respiró aliviado, al menos estaba en manos de aliados.
Un rato después, y de camino en un todoterreno cruzando Polonia hasta lo que él esperaba que fuera una base aérea o algo parecido, para trasladarlo lo antes posible a su escuadrón, comenzó a analizar más detenidamente lo que había hecho mal aquella vez, y que había sido diferente de otras ocasiones. Al final, y mientras entraba en lo que parecía un hospital de campaña polaco, llegó a una conclusión, “exceso de confianza y mala suerte, jodida y puñetera mala suerte”.
11 de marzo, 20:47 Hora local. Al sur de Marijamploe, Lituania.
En la oscuridad de la noche, mientras la nieve volvía a caer de nuevo y las nubes pasaban a toda velocidad, en el interior de su carro de combate, el Sargento Kurvanov se permitió un momento de paz. Cerró los ojos para descansarlos un poco a la vez que relajaba sus agarrotadas extremidades. Sasha y Fyodor, allí a su lado, en el interior del habitáculo blindado del T-14 Armata, estaban igualmente cansados tras llevar combatiendo casi todo el día, y ahora que la lucha había dado unos momentos de tregua, todos trataban de descansar como podían. El irreverente conductor del carro, también había aprovechado para aliviar la vejiga en una botella, ya que ni se le pasaba por la mente salir de la seguridad de su carro, tal y como estaban las cosas por ahí fuera.
-Tapa eso bien, no vaya a ser que nos salpique a los demás.
-Pero Sargento, si es…oh, oh… mierda, ya no se me ocurren ni chistes malos…con lo fácil que me lo ha dejado…pero joder, estoy demasiado cansado.
-Será verdad que por una vez te vas a callar – dijo incisivo el adusto artillero.
-Mierda Fyodor no me tires de la lengua…
-Vale, dejadlo ya. Fyodor descansa un poco la vista, voy a vigilar durante 10 minutos, y luego me relevas. No creo que esta tregua dure demasiado. Sasha, tu atento a la radio ¿de acuerdo?
-Vale, vale… - dijo el conductor, que al menos podía cerrar los ojos un rato.
Aquella jornada estaba siendo muy dura para los tanquistas rusos, tanto de la 4ª División de Tanques de la Guardia en general, como también para la 411ª Compañía de Tanques en particular. Aún sin salir el sol, aquella misma mañana, los americanos habían reiniciado su ataque siguiendo el eje Kalvarija-Marijampole-Kaunas, con los polacos en su flanco izquierdo y los italianos en el derecho. Tras un buen rato luchando contra las defensas antitanque rusas, y avanzar tres o cuatro kilómetros, el comandante del 1ª Ejercito de Tanques de la Guardia, había ordenado a la División “Kantemirovskaya” salir de sus posiciones e iniciar un contraataque. La división rusa chocó al poco con la 1ª División de Infantería de EEUU y la 11ª División de Caballería Polaca, y las tres formaciones se vieron envueltas en una gran batalla con cientos de carros de combate enzarzados unos con otros en un duelo a muerte a lo largo de un campo de batalla que discurría del camino entre Kalvarija y Marijampole, de unos 15 km de norte a sur, y desde los bosques de la reserva de la biosfera de Zuvintas hasta la frontera con Kaliningrado a lo largo de unos 50 km de este a oeste.
Seguramente la lógica militar dictaba que aquella mañana, y en aquella situación, los rusos hubieran adoptado otro curso de acción, tal y como el comandante del 1ª Ejercito de Tanques de la Guardia le hubiese gustado hacer, pero las presiones políticas llegadas desde las más altas instancias del país, habían dado al traste con su plan. Así que tuvo que renunciar a ir desgastando a las tropas de la OTAN a cambio de ceder terreno, hasta un punto en que las fuerzas enemigas tuvieran que detenerse, y luego, en la medida de la llegada de los refuerzos, contraatacar contra unas debilitadas divisiones occidentales. Así, pese a los esfuerzos del comandante del Ejército de Tanques de convencer a sus superiores de la futilidad de aquel ataque, solo quedaba acatar las órdenes y contraatacar a las fuerzas enemigas, aún sin contar con superioridad de tanques ni blindados, y bajo una desagradable y eficaz cobertura aérea enemiga.
En total, la “Kantemirovskaya” contaba con 263 carros T-80, a los que se añadieron como reserva la 411ª Compañía con sus ya 14 flamantes Armata, lo que era una fuerza más que considerable, pero la OTAN, y según los informes de inteligencia rusos, alineaba unos 150 carros M-1 norteamericanos y entre 170-180 Leopard 2 polacos, para un total de más de 300 carros de combate. El General al mando de la división rusa distribuyó sus efectivos, enfrentando al 12º y al 13º Regimientos de Tanques con los norteamericanos, y al 14ª Regimiento de Tanques y al 432º Motorizado contra los polacos. Sin duda era un riesgo utilizar todas sus fuerzas en el ataque, y con tan solo una pequeña compañía, por muy modernos y poderosos que fueran sus tanques, como reserva, pero no le quedaba otra opción si quería tener alguna oportunidad y no verse superado todavía por un mayor número de enemigos, y por lo menos así, en el principal eje de avance enemigo, el de la División norteamericana, la cosas era mucho más pareja en número de carros.
Los dos regimientos rusos enfrentados a los polacos, tras lograr detener durante un tiempo a sus enemigos, pronto pasaron a la defensiva, ante la gran diferencia de efectivos de una y otra fuerza, no sin antes haber causado bajas importantes entre los más vulnerables Leopard 2A4 de la 10ª Brigada de Caballería. Mientras tanto, los T-80, en número similar a los M-1 norteamericanos trataban de presionar hacia el sur, logrando rechazar a los occidentales y causando bastantes bajas, pero aquello no terminó de funcionar como a los mandos rusos les hubiera gustado. Al principio, los norteamericanos un tanto sorprendidos, cedieron algo de terreno ante la potencia del asalto ruso, pero poco a poco, fueron recomponiendo sus líneas y aguantando su envite. Los cazabombarderos aliados comenzaron pronto a hacer sentir su peso en el campo de batalla, y a pesar del denodado esfuerzo de las defensas antiaéreas que apoyaban el contragolpe blindado ruso, los misiles y las bombas de racimo causaban graves destrozos entre los T-80 y los BMP de la 4ª División de Tanques.
Tras varias horas de lucha indecisa pero violenta en extremo, las dos brigadas pesadas norteamericanas lograron desbaratar el ataque ruso y ponerlo en retirada. Pero esta distó mucho de ser una persecución a la caza de los rusos. Por el contrario, estos se retiraban ordenadamente, combatiendo y causando bajas, a lo que ayudó la llegada de la 411ª Compañía de tanques con sus T-14 pasado el mediodía, y la importante contribución de su artillería, donde unas pocas veces contaba con una eficaz cobertura de munición guiada por drones que dejaba a los M-1 y M-2 como cucarachas negras aplastadas en el suelo ante la inmensa explosión de un obús de 152 mm sobre su techo. Por su parte, la artillería aliada no se quedaba corta y los MLRS y los obuses con munición guiada o no de 155 mm estaban provocando una escabechina entre las filas rusas, apoyada de manera eficaz por los Apache, aunque estos debían correr riesgos para conseguir resultados en un escenario tan dinámico y con tantas armas antiaéreas como aquel. Por su parte, los helicópteros rusos, en una última y valerosa acción aquel día, intentaron cargar de nuevo contra los carros de la OTAN, solo para salir escaldados a cambio de unos pocos blindados enemigos destruidos.
El mando de la División rusa pidió refuerzos desesperadamente a su superior, pero este no tenía respuestas para sus peticiones. El Comandante del 1ª Ejercito de Tanques solo disponía de la 27ª Brigada Motorizada. Pero esta, aunque era una unidad de élite del Ejército ruso, y contaba con 41 modernos tanques T-90, era fundamentalmente una fuerza de infantería motorizada, cuyos batallones sumaban 150 BTR-80/82, y no pensaba arriesgar a su única reserva en aquel sector en un combate de carros perdido de antemano, y dejar expedito el camino hacia Kaunas de los norteamericanos, por lo que mantenía a dicha formación en posiciones defensivas entre Marijampole y Kaunas. Ya había acatado las ordenes de Moscú y había lanzado un contraataque con la 4ª División de Tanques. Ahora, y tras fracasado este, solo podía contener los daños y volver a una estrategia más sensata.
Por su parte, el General Martin tampoco lo tenía fácil, ya que su 1ª División de Infantería había sufrido pérdidas importantes, así que tras casi todo el día luchando, se había visto obligado a una pausa en su empuje hacia el norte, para reagruparse, reabastecerse y atender a sus heridos. La aviación aliada también necesitaba un descanso tras varias perdidas y un agotador día con tres, cuatro o incluso cinco salidas por avión y piloto envuelto en la lucha en aquel sector. El neoyorquino tenía una mezcla de sensaciones, por un lado, se sentía aliviado tras el sobresalto inicial del contragolpe ruso y su derrota, y también esperanzado porque haber rechazado aquel ataque y seguir presionando al enemigo hacia el norte les estaba causando importantes pérdidas a ellos... pero por otro lado estaba tremendamente preocupado por las suyas propias. Y es que, de seguir con aquel ritmo de combates, la lucha terminaría por engullir a sus hombres y blindados mucho antes de lo esperado, dejando a su unidad como inefectiva para el combate en poco tiempo. Ciertamente tenía algunas reservas de tanques y tripulaciones, pero en número escaso para el ritmo a que aquel día se habían consumido. Debía rezar para que los rusos no tuvieran más reservas que él, y pudieran seguir lanzando oleada tras oleada contra sus tanques, o lo iba a pasar muy mal. Según inteligencia no era así, pero advertían de la presencia de otra brigada motorizada tras la división de Tanques, fuerzas paracaidistas en Kaunas, y lo peor, otra División Motorizada entera en Letonia y otra más en Estonia, además de lo que podían estar trayendo de otros sectores de su enorme país y de lo que no sabían nada en ese momento. Al menos esperaba que, las fuerzas de la resistencia báltica y la aviación aliada hicieran su parte y retrasaran y causaran bajas a esas unidades si comenzaban a moverse hacia el sur. Aunque todavía ni siquiera había terminado aquel sangriento día.
Algo más al norte de la posición de Martin, y tras más de una hora de tregua, Sasha escuchó algo por la radio.
-Sargento, los elementos de reconocimiento informan de movimiento otra vez en las líneas enemigas. Parece que vuelven a avanzar…el Capitán Vasin ordena estado de alerta otra vez…preparados para el combate.
-De acuerdo, ya me hago yo cargo de la radio. Tu a lo tuyo. Fyodor, atento que aquí vienen otra vez. – Y respondiendo al Capitán, Kurvanov acusó recibo – Aquí “Muro-Siete”, entendido.
El T-14 de Kurvanov se encontraba en primera línea de fuego, en una pequeña granja cerca de la carretera principal que discurría de norte a sur, a unos 6 km al sur de Marijampole, oculto tras unos setos y un talud de tierra, ampliado y reforzado con algunos escombros de la casa y la nave agrícola que ahora estaban destrozadas, y con un excelente sector de tiro, donde el llano y nevado campo de cultivo, ahora yermo, solo era interrumpido por algunos ocasionales árboles de otras pequeñas granjas situadas al sur de su posición. El resto de la compañía, algunos T-80 y BMP-2, y equipos del batallón antitanque de la división se distribuían en posiciones parecidas a la suya a lo largo de la carretera 5122, cerca del cruce con la nacional 201 y la vía férrea que eran el eje de avance de los americanos en aquel sector. Las bajas rusas eran tan importantes que para que su formación defensiva tuviera algo de profundidad, los pocos defensores de primera línea estaban bastante dispersos para cubrir todo el sector, aunque al menos evitaban una gran concentración de objetivos para la artillería enemiga, a la vez que, dados los grandes campos de tiro, permitían una buena probabilidad de no disparar varios carros sobre el mismo enemigo, por buscar algo bueno a su situación, pensaba Kurvanov, todavía enfadado por la irresponsabilidad de los mandos de haber lanzado aquella mañana una ofensiva con tan pocas posibilidades de éxito.
El Sargento ruso, pese a sus pensamientos, seguía operando con profesionalidad y oteaba el oscuro horizonte con su moderno equipo de visión térmica cuando detectó algo. Tenía un buen campo de visión a izquierda y derecha, y algo más reducido en el centro, debido a una pequeña ondulación del terreno, pero, aun así, lo suficientemente amplia como para detectar a sus enemigos a bastante distancia. Primero llegó la cortina de humo que cubría el avance de los norteamericanos, luego el fuego artillero cayendo sobre las líneas rusas. Algunas de aquellas explosiones cayeron bastante cerca de su T-14, pero no llegaron a causarle ningún problema, aunque otros no tuvieron tanta suerte, sobre todo los equipos antitanque de infantería y algún BMP. De pronto la voz de Kasin sonó en sus auriculares.
-Atentos, atentos…ahí vienen los tanques enemigos. Tres kilómetros y avanzando. – Anunció el Capitán, que tenía en su pantalla la imagen que un solitario y pequeño drone le proporcionaba desde las alturas mientras pudo, antes de ser derribado poco después por un Stinger.
- “Muro-Siete” listo para el combate… un momento… ¡atención, helicópteros al frente! – dijo ampliando el zoom de su visor y ver como una pareja de Apaches avanzaban lentamente hacia el norte, pero retrasados respecto sus propios tanques, quizás a cuatro o cinco kilómetros. Algunos más aparecieron a lo largo de todo el frente.
- ¡Artillero, carga un “Invar”…rápido!
-Cargando…cargado…
- ¡Dispara cuando lo tengas!
-4.328 metros…Apuntando con el láser… ¡Fuego!
Segundos después, y mientras los dos Apaches lanzaban varios misiles Hellfire en rápida sucesión, el misil anticarro disparado por Fyodor elevó un poco su vuelo, haciendo gala de su capacidad secundaria antihelicoptero, y se dirigió hacia la energía laser que rebotaba en el helicóptero norteamericano, donde el láser del artillero apuntaba. El piloto se dio cuenta en el último momento del misil ruso y trato de girar violentamente y lanzar contamedidas, pero fue en balde, Fyodor lo tenía bien “agarrado” y el misil impactó de lleno, causando graves destrozos y haciendo que se estrellara en el suelo poco después.
- ¡Buen tiro…joder, 100 puntos para Fyodor y todo el vodka que quieras de mi cuenta! – gritó eufórico Kurvanov, consciente del peligro que representaban aquellos malditos bichos.
Por toda la línea del frente, pequeños equipos de soldados equipados con misiles SA-18 y un par de vehículos Tunguska trataron de poner las cosas difíciles al resto de los helicópteros enemigos, y lograron derribar a uno más y dañar a otro que se habían acercado demasiado, pero por lo general los AH-64 lanzaban sus misiles con cierta impunidad desde fuera de la distancia de los misiles SAM, y lograron varios impactos, aunque las defensas activas de los tanques y las protecciones de fortuna que habían improvisado algunos blindados rusos, además de un buen enmascaramiento, redujo algo las previsibles bajas. Así, a la vez que los misiles Hellfire llegaban a sus objetivos, los primeros proyectiles de la artillería rusa caían sobre los norteamericanos, algunos con munición de racimo guiada antitanque, otros regando el avance enemigo de minas, y la mayoría con carga de alto explosivo, que tan solo afectaba a los vehículos más ligeros, o a los más pesados si era un impacto realmente cercano.
-Sargento, tengo un objetivo…parece un M-2 avanzando a nuestra derecha…2.857 metros.
-Fuego sobre él cuando estés listo – dijo a la vez que se cargaba un proyectil de alto explosivo en el cañón de 125 mm ruso.
-Centrando objetivo…en la mira… ¡fuego! – gritó el artillero. Segundos después, el blindado de la OTAN saltaba por los aires.
-Buen disparo artillero…tengo otro para ti… - dijo el Sargento mientras tomaba el control de la torre y orientaba el cañón hacia el sureste … eso parece un M-1, a ver si te lo cargas desde aquí.
-A la orden…localizado…centrando objetivo…
- ¡Atención, misil en camino! – advirtió Kurvanov cuando el sistema de defensa activa del tanque detectaron a un misil TOW acercándose a su T-14, en busca de venganza por su compañero caído hacía unos instantes.
Por suerte para ellos, el sistema Afghanit funcionó bien, y pudo eliminar al misil enemigo cuando este estuvo a su alcance, siempre demasiado cerca para el gusto de los carristas, que aun así dieron gracias por tener algo como aquello, y que aquel mismo día les había salvado la vida varias veces. El problema era que durante todo el día se habían gastado varios cartuchos y ya no tenían toda la dotación, pese a que habían recargado algunos de ellos, por lo que la eficacia del sistema decrecía con cada enemigo que abatía, y entonces tendrían que confiar en la cobertura y en su blindaje.
-Bueno, que, Fyodor, ¿le disparas ya o lo dejamos para mañana? – dijo el Sargento con sorna, pero apremiando a su artillero.
-Centrando objetivo – repitió este – en la mira… ¡fuego!
-Buen disparo, en todo el objetivo – anunció Kurvanov tras verificar con su mira el impacto, pero cuando iba a seguir buscando otros objetivos, se dio cuenta que el tanque americano seguía moviéndose. – Mierda…repite el ataque sobre el objetivo, sigue avanzando.
Ahora habían aparecido bastantes blancos, y la artillería enemiga iba acercándose más a la posición de “Muro-Siete”, pero el Sargento no quiso dejar aquel M-1 operativo. Posiblemente estuviera averiado, pero lo quería destruido. Durante todo el día, habían estado disparando contra aquellos malditos tanques, y unas veces bastaba con un certero disparo, mientras que otras necesitaban dos o incluso tres para destruirlos del todo, sobre todo dependiendo de la distancia y donde impactara. “Eran resistentes aquellos malditos bastardos”. Pero al final, otro certero disparo de Fyodor bastó para poner fin a aquel M-1, o al menos dejó de moverse y una fina columna de humo salió de él.
De repente tuvieron otro gran susto al impactar un proyectil SABOT contra el terraplén que protegía la barcaza del T-14.
- ¡Mierda, de donde ha salido eso! ... ¿por qué no ha funcionado el “Afghanit”? – dijo Sasha.
-Iba muy bajo, el radar no ha debido detectarlo por la cobertura…bueno, casi mejor, al menos no hemos gastado más cartuchos – dijo el jefe del carro, que seguía oteando el horizonte.
Ahora había varios blindados enemigos avanzando rápido, aunque algunos sin duda se escapaban a su vigilancia, habida cuenta de la enorme cantidad humo y polvareda levantada por la artillería, los disparos, y los propios blindados. Kurvanov tenía una sensación extraña al no tener ni idea de cómo iba evolucionando el ataque enemigo más allá de su sector de tiro, al estar concentrado en su propia lucha, pero sintió la necesidad de saber más, así que dejó la búsqueda de aquel cabrón que les había disparado a su artillero, al que se le daba bastante bien buscar objetivos, y era muy autónomo, y trató de observar el resto del campo de batalla con más detenimiento.
Con las cámara de la torre observó sus propias líneas, y pudo ver a lo largo de ellas como algunos carros estaban ardiendo, además de algunos señuelos con forma de T-80, como uno situado a apenas 300 metros a su derecha, estaban destrozados. Le parecieron demasiadas bajas para los pocos tanques que había en la primera línea. O recibían refuerzos o pronto deberían comenzar a retroceder hacia posiciones más retrasadas. Luego observó con detenimiento la línea de avance del enemigo, mientras Fyodor seguía disparando, y las estelas de los misiles y los proyectiles se entrelazaban unas con otras. Los blindados enemigos parecían avanzar ahora más despacio, y observó algunos M-1 con barreminas y algunos vehículos de ingenieros.
-Artillero – dijo – busca tanques con equipos barreminas y vehículos de ingenieros. Las minas de nuestra artillería los están ralentizando, vamos a ver si tenemos suerte y conseguimos detenerlos del todo.
-A la orden. Sargento, le informo que puede quitar de la lista a un M-1 más.
-Recibido. Bien hecho. – “Desde luego no puede dejar de ser estirado ni en estas circunstancias, ni siquiera cuando trata de hacerse el “listillo”, pensó Kurvanov para sí.
A los pocos segundos, otro aviso del sistema de protección activa, y nuevo proyectil SABOT enemigo dirigido a ellos que logró ser anulado…
-Caballeros, les informo que nos estamos quedando sin cartuchos en el “Afghanit” …y eso no me gusta nada – dijo con fastidio el conductor a la vez que trataba de imitar de modo descarado a Fyodor para enfado de este, que, sin embargo, seguía buscando y disparando sobre blancos con absoluta profesionalidad.
-Joder…otro misil…venga, venga… siiii – dijo el Sargento al ver como el TOW era destruido a poca distancia de su T-14.
-Se nos va a terminar la suerte de un momento a otro…solo queda un cartucho – dijo Sasha.
-Cállate de una puñetera vez y no seas cenizo – le respondió su superior.
Entonces sonó la voz del Capitán de la Compañía por los auriculares.
-“Muro-Uno” a unidad “Muro”. ¡Atención! …tenemos una alarma de ataque aéreo en breve…esos hijos de puta ya vuelven.
“Mierda…porque no nos dan un poco de tregua” pensó más con ingenua esperanza que con realismo Kurvanov. Había aprendido a temer a la aviación de combate enemiga, y a sus cazabombarderos que lanzaban pesados misiles desde mucha distancia, o bombas de racimo con armar guiadas anticarro…como en aquella ocasión. Y es que a los pocos minutos del aviso de Vasin, el sargento Kurvanov pudo ver por su visor panorámico como un pequeño objeto negro caía desde las alturas con trayectoria parabólica, y parecía abrirse, soltando pequeñas cargas oscuras que acto seguido eran frenadas por paracaídas, y luego se desprendían de él, para abrirse y dejar ver una extraña forma en forma de árbol con pequeñas ramas… y algunas de aquellas extrañas figuras parecían dirigirse hacia su carro de combate, y ellos sabían que eran.
- ¡Cuidado! – atinó a decir, antes de que una de aquellas cargas los detectara y decidiera atacar al T-14 de Kurvanov.
“Klooonk”… el impactó dejó a la tripulación de “Muro-Siete” sin respiración, pero al menos tuvieron mucha suerte. El “Afghanit” no funcionaba bien contra objetivos de ataque tan verticales, pero alguien había tenido la decencia y la feliz idea durante sus “vacaciones” cerca de Kaunas, de instalarles un sistema de protección reactiva contra cargas huecas en la parte superior de la torre y en la del motor, y por lo tanto, la carga antitanque enemiga, no pudo pasar a través de ella, y todo quedó en un nuevo susto.
- ¿Daños? – pregunto el comandante del carro.
-El sistema no indica nada – le respondió el conductor.
-Bien, pues seguimos… no, no, no… ¡joder otra vez no! … - gritó con impotencia.
Esta vez, otra nueva carga hueca que llegaba en un ángulo no tan vertical, disparó el último cartucho del “Afghanit”, que además no consiguió destruirla. De nuevo el blindaje ERA de protección vertical pudo frenar la carga enemiga, pero cada vez iban quedando menos. Parecía que la amenaza había pasado cuando por la radio volvió a sonar la voz del Capitán.
- ¡Aquí “Muro-Uno” a Unidad “Muro”! ¡Nos replegamos hacia posición Dos! Repito, nos replegamos a posición Dos ¡ahora, ahora, ahora! Los T-80 y los equipos antitanque nos cubren.
- “Nueve” recibido. Retrocedemos.
- “Cuatro” os sigue.
- “Siete” retrocediendo.
Y así, uno tras otro, los nueve Armata supervivientes de la Compañía 411 fueron acusando recibo de la orden y anunciaban que la cumplían para evitar el descontrol en el campo de batalla.
-¡Sasha, maldito perro sarnoso, deja de hacerte guarrerías y sácanos de aquí a toda leche!
-Como el viento mi Sargento, delo por hecho…por cierto…se nos acabó el “Afghanit” …yo no digo nada.
Acto seguido el enorme tanque comenzó a rodar marcha atrás guiado por el visor trasero del que disponía el conductor, para no dejar de dar al enemigo la parte más protegida del blindado. A la vez que salían de su posición y dejaban atrás la pequeña granja y la posición que les había servido de refugio, Kurvanov lanzaba parte de los aerosoles de sus lanzafumigenos para proteger su retirada, y Fyodor seguía disparando usando el estabilizador para hacerlo en movimiento, aunque lógicamente, la puntería se resentía. El artillero sabía hacer su trabajo, por algo era de los mejores de una unidad de élite del ejército ruso, y logró colocar un par de buenos proyectiles en un M-2 y un vehículo de ingenieros enemigo. Pero de pronto, la suerte del Armata de Kurvanov pareció evaporarse. Un proyectil SABOT impactó en la torre a pesar del blindaje reactivo.
-Mierda… ¿que tenemos? ...daños en la estabilización… y uno de los radares del “Afghanit” había dejado de funcionar… - dijo el Sargento respondiéndose a sí mismo. – Artillero ¿puedes disparar? debemos seguir luchando.
- ¿En movimiento y acertando a algo? Creo que ya sabe la respuesta Sargento. - “coñ*, el jodido artillero tenía razón…siempre tenía razón”.
-Vale, lo primero es salir de aquí, luego buscamos una posición fija y seguimos disparando ¿de acuerdo?
-Por mi bien.
-De acuerdo mi sargento.
El T-14 corría todo lo que podía con la marcha atrás metida, mientras Sasha zigzagueaba para hacer más difícil la puntería del enemigo. EL Sargento pensaba en los T-80 que quedaban atrás para cubrir su retirada, y lo mal que lo iban a pasar cuando iniciaran el mismo camino que ellos, pero ahora debía concentrarse en sobrevivir él y su tripulación, luego ya los ayudarían como pudieran. De repente la alarma del radar superviviente volvió a sonar…pero ya no quedaban cartuchos con los que responder.
- ¡Otro misil, otro misil! – atinó a decir Sasha justo antes de que un TOW-2 impactara en la parte superior de la torre, pese a una última y desesperada maniobra para evitarlo.
“Boooummm”… está vez el sonido fue diferente y la sacudida enorme. Los tres tripulantes se quedaron blancos, como si no supieran si estaban muertos o vivos. Pero tras el momento de pánico inicial, el Sargento se recompuso y pudo comprobar que al menos, la “capsula” blindada donde ellos se encontraban estaba intacta. Luego dio un vistazo a la pantalla de daños, y pudo ver como la barcaza también había salido bien librada, y el T-14 podía seguir moviéndose. Lo peor lo había sufrido la torre. No sabía si la protección reactiva les había salvado, pero al menos había logrado que el carro no volara por los aires como había visto en videos de pruebas de aquellos jodidos misiles, o incluso de la guerra de Siria. Pudo comprobar graves daños en la torre. Por lo pronto el cargador automático no funcionaba, y ahora el visor del artillero había sido gravemente dañado. También el visor panorámico del comandante del carro, la estación remota de la ametralladora superior y los lanzafumigenos estaban “kaput”, pero lo más grave era que la torre parecía haberse salido del anillo, o al menos no correr sobre él como debiera, y por lo tanto, estaba atascada, con la imposibilidad de girarla para mover el cañón, tan solo pudiendo hacerlo en el eje vertical. A efectos prácticos, el T-14 de Kurvanov había sido puesto fuera de combate.
“Joder…estábamos ya tan cerca de ponernos fuera del alcance del enemigo”, pensaba para sí, mientras manipulaba la radio para informar de su estado al Capitán.
- “Muro-Uno”, aquí “Muro-Siete”, cambio – y tras unos instantes, Vasin respondía.
- Aquí “Uno”, adelante.
- “Siete” ha sido alcanzado y tiene serios daños. Infectivo para el combate, repito, inefectivo para el combate. Solicito permiso para retirarme hasta posiciones de retaguardia y solicitar reparaciones urgentes. Cambio
- “Siete” ¿estáis bien? Cambio.
- Tripulación a salvo y en movimiento, pero poco más podemos hacer en este estado. Cambio.
-De acuerdo, pasad de la 2ª línea y buscad a alguien que os arregle un poco, os quiero de vuelta lo antes posible. Cambio y corto.
-Recibido. “Siete” corto.
La verdad es que el Capitán lo había dicho con toda su buena intención, porque no sabía el alcance de los daños en la torre del Armata de Kurvanov, pero este sabía que no iba a poder regresar al combate en bastante tiempo, al menos no con aquel carro. Por lo menos, ellos, una valiosa tripulación, y la barcaza estaban a salvo, pensaba mientras se acercaban a la segunda línea y cuando unos minutos más tarde, la traspasaban en busca de los talleres del Regimiento de Tanques, más allá de Marijampole, sin más percances que ver como se alejaba el humo, los disparos, el peligro, la lucha y la muerte. Si los mecánicos podían hacer algo para poner otra vez de nuevo operativa la torre iba a ser un milagro, al menos en aquel lugar. Lo más posible era que tuviesen que llevárselo a Rusia para repararlo, o mejor incluso, cambiar la torre averiada por una nueva, si es que tenían alguna en los talleres, o incluso en la fábrica. Así, que cuando Kurvanov, Fyodor y Sasha, finalmente salieron del carro y lo dejaron en manos de los mecánicos, por un lado, respiraron aliviados de haber salido con vida de aquel día de mierda y en el que habían estado a punto de palmarla en varias ocasiones, y por otro, con cierto resquemor por haber recibido tanto castigo y tener que abandonar aquel tanque que había sido su montura desde hacía tanto, y a sus compañeros por no tener nada con lo que luchar a su lado…de momento. Todos ellos sabían utilizar un T-80 o un T-72, así que al poco de dejar su T-14, Kurvanov ya estaba preguntando si había algún carro que pudiera llevarlo de nuevo al combate con sus hombres. La respuesta fue negativa, al menos hasta por la mañana no habría nada para ellos, a pesar del denodado esfuerzo del personal de mantenimiento por recuperar los muchos carros dañados aquel día.
Los tres hombres, se quitaron el casco de tanquista, se secaron el sudor de sus enrojecidas caras, y se sentaron encima de unas cajas de repuestos que apestaban a grasa. Con la vista clavada en el horizonte, pudieron ver en la oscuridad de la noche como la lucha continuaba. Sasha se lio un “cigarrito alegre” obviando las más elementales normas de seguridad en un sitio lleno de combustible y aceites, mientras que Kurvanov sacó una petaca de vodka y se la pasó a Fyodor sin decir nada. Este la cogió y le dio un buen trago antes de devolvérsela a Kurvanov.
-Te lo debía, hoy nos has sacado de unos cuantos apuros – dijo el Sargento.
-Ha sido un trabajo en equipo…pero si, joder – dijo dando rienda suelta a su tensión emocional – hoy os he salvado el cul* un par de veces.
- ¿Y yo que? Si no es por mí, ahora estaríais hechos mierda.
- ¿Tu? Pero si ni siquiera puedes esquivar un achacoso misil… a ti debería sacarte la piel a tiras – le dijo el Sargento en broma mientras le pasaba la petaca a su conductor. – Vale, sois unos jodidos hijos de puta con suerte, y hoy lo habéis hecho muy bien… a ver qué tal se da mañana, y si salimos con vida de otro día más de esta asquerosa guerra.
Kurvanov se sorprendió a si mismo al decir aquellas palabras. Había que ver lo rápido que había cambiado su percepción de la misma y su optimismo respecto a su desenlace y a sus posibilidades de supervivencia.
-Si salgo con vida de esto – dijo es Sargento – os juro que me hago monje en Siberia…ya lo sabéis.
Sus dos compañeros de fatiga lanzaron una sonora carcajada, sacando bastante de la tensión acumulada. Había sido un día muy difícil, y mañana seguramente tocaría repetirlo.
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- flanker33
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Expreso Báltico
12 de marzo, 22:08 hora local. En algún lugar de los bosques estonios.
“Los Hermanos del Bosque” siempre habían tenido un aura de misterio y romanticismo en los países bálticos por su lucha de guerrillas contra la ocupación soviética durante los últimos años cuarenta y primeros cincuenta. En una lucha desesperada contra un invasor arrolladoramente superior y en una situación totalmente diferente a la actual, aquellos hombres mantuvieron en jaque durante años al poderoso “Oso ruso” hasta su final e inevitable derrota a causa de la presión militar, las intrigas políticas y subterfugios de los espías. Hendrik Rein, Jaak Lindpere, Igor Baranov, el Sargento Martin Kaljurand y el resto de sus compañeros de las fuerzas especiales estonias junto a los que ahora luchaban, se consideraban herederos de aquella “hermandad” de guerrilleros que hacía más de 60 años combatían a los soviéticos, como ahora ellos lo hacían con los rusos, pero la realidad era que las cosas habían cambiado bastante desde entonces.
Hendrik Rein y una pequeña partida de sus compañeros, incluyendo al Sargento Kaljurand, a la sargento Gallardo, a Baranov y a 3 soldados estonios más, acababan de regresar a su guarida en el tupido y enmarañado interior de uno de los inmensos bosques estonios, todavía con el cansancio reflejado en sus rostros y sus músculos, y con la tristeza de haber perdido a alguno de sus compañeros. Rein, tras dejar su equipo al lado del camastro que compartía con otros dos soldados más, se echó sobre él, cerró los ojos y las imágenes se agolparon en su mente mientras trataba de relajarse en la medida de lo posible. Pensó en “Los Hermanos del Bosque” y en como ellos no tuvieron que enfrentarse a helicópteros de ataque, drones de vigilancia, inhibidores de frecuencia, respuestas artilleras en cuestión de pocos minutos o sensores infrarrojos. Todo aquello, dificultaba su labor de llevar a cabo una guerra de guerrillas efectiva contra los invasores rusos, en especial a los soldados y civiles que se habían unido a la lucha, peor preparados en equipo y formación que sus compañeros de las fuerzas especiales. Al menos ellos tenían algunos misiles Stinger, trajes especiales para camuflarse lo mejor posible ante los sensores infrarrojos y buenos equipos de comunicación para coordinarse bien durante las emboscadas. Además, su entrenamiento y experiencia, hacía que pudieran salir airosos en muchas ocasiones… pero no en todas.
Aquella tarde, al ponerse el sol, el grupo de Rein tenía montada una emboscada a un grupo mecanizado ruso que se dirigía al sur, posiblemente para unirse a sus compañeros que luchaban en Kaliningrado o en Lituania contra la OTAN, y por supuesto, los estonios tenían la intención de retrasarlos y causarles el mayor número de bajas posibles. Al atravesar los rusos un frondoso bosque, cuya arboleda limitaba en gran medida los movimientos de los vehículos fuera de lo que era la carretera, Kaljurand, con su gran experiencia en IED,s y ayudado por Baranov y un soldado de las fuerzas especiales, colocaron un buen número de explosivos en los márgenes de la calzada, gastando casi toda la reserva de explosivo que restaba a aquel grupo. Por supuesto, y previendo los inhibidores rusos, todas las cargas eran activadas por cable, a la antigua usanza. Rein cumplía con su función armado con un fusil de francotirador, y con la ayuda de Gallardo, apoyaba al Teniente que lideraba la partida y a su radio operador, mientras el resto, formaban dos equipos de Stinger preparados para derribar a los drones y helicópteros que protegían al convoy.
No tuvieron que esperar demasiado, cuando escucharon el ruido de los motores de vehículos, y al poco, un vehículo todo terreno seguido de un blindado BTR-80 avanzaba despacio, escudriñando y reconociendo el terreno antes de la llegada del convoy, mientras en el cielo, un drone de vigilancia hacía lo propio desde las alturas. Rein había aprendido a odiar a aquellos malditos engendros, ya que, si detectaban algo sospechoso, tenían la mala costumbre de llamar a la artillería y poco después, comenzaban a caer proyectiles sobre los soldados enemigos en tierra. Así que todos los estonios y la española contuvieron el aliento, confiando en que sus trajes y el camuflaje, les permitiesen pasar desapercibidos de aquel malnacido ingenio. Cuando finalmente pasaron de largo, todos respiraron aliviados. Y pocos minutos después, volvieron a escuchar más sonidos desde el norte, pero esta vez más intenso. El convoy se acercaba.
Después todo sucedió muy rápido, y Rein tuvo que hacer un esfuerzo para tratar de recordar todos los detalles. Ellos estaban bastante alejados de la carretera, así que no vieron todo lo que sucedió, pero por el gran estruendo y las enormes llamaradas, pudo imaginarse el daño y la alarma entre los rusos al estallar a la vez todas las cargas colocadas por Kaljurand. Trató de observar algo a través de su visor, pero apenas podía intuir algo a través del visor termal de su fusil por la gran cantidad de árboles que había en su camino. El Teniente tenía algo más de campo de visión y tras unos instantes, dio la orden de acabar con los medios aéreos enemigos. Y es que allí arriba, un Mi-35 sobrevolaba el convoy, mientras que otro pequeño drone “Orlan-10” patrullaba el cielo no muy lejos de allí. El primer Stinger se dirigió al helicóptero, pero este pudo esquivarlo con una rápida maniobra y el lanzamiento de bengalas. Pero el segundo equipo intervino entonces, y el piloto ruso, que había agotado buena parte de la capacidad de maniobra de su aparato, no pudo desviarlo demasiado de la trayectoria del misil antiaéreo que impactó en la zona del rotor de cola, provocando la pérdida total de control Mi-35 que se estrelló no muy lejos del convoy. Pero lo que hasta aquel momento era un buen trabajo con aquella emboscada, comenzó a torcerse entonces.
El operador del drone ruso no tuvo mucha dificultad en detectar a los equipos estonios de Stingers, y rápidamente llamó a la artillería, la cual acudía poco después con una precisión aterradora. Así que mientras uno de los equipos ya estaba apuntando su segundo Stinger hacia el escurridizo drone, comenzaron a llover proyectiles sobre ellos. Uno de los soldados recibió casi de inmediato una esquirla que le atravesó el pecho matándolo al instante, mientras el resto, trataban de protegerse como podían de aquella lluvia de fuego. Entonces el Teniente dio la orden de retirada por las vías de escape que previamente había determinado, hasta llegar al punto de reunión, allí ya poco o nada podían hacer.
Rein recordaba la carrera a través de los árboles, mientras las ramas de los árboles que había en su camino salían despedidas en todas direcciones por las explosiones, y amenazaban con caer sobre él, a la vez que podía oír las explosiones cada vez más cerca, explosiones, cuyo estruendo rivalizaba con los latidos de su corazón que parecía salírsele del pecho a cada zancada. Tras un par de minutos de carrera, sintió una fuerte detonación tras de él y de Gallardo, que arrojó a ambos de bruces al suelo. Cuando Rein pudo recobrar el aliento y comprobar que no estaba herido, Gallardo ya estaba buscando al Teniente y a su radio operador que corrían a unos metros tras ellos. Cuando Rein llegó a su altura para hacer que siguiera corriendo, y mientras los obuses seguían cayendo a su alrededor, pudo ver a la Sargento española observando los girones de un uniforme y los restos sanguinolentos de lo que hace unos instantes era el Teniente o su ayudante (le fue imposible decidir si era uno u otro, o los dos), frente a ella. Entonces, y recuperados del shock, ambos tuvieron la idea de esconderse bajo el tronco de un árbol caído, que les proporcionó algo de cobertura, y esperar a que pasara el fuego enemigo, para no acabar como aquellos dos hombres.
Cuando finalmente cesó el fuego de artillería, ambos soldados comenzaron a moverse de nuevo, poco a poco en principio, y con gran cuidado de no verse expuestos de nuevo al maldito drone, que por suerte, parecía haber desaparecido del cielo. Cuando finalmente llegaron al punto de encuentro, solo quedaban siete de los once integrantes de la partida, pero al menos Rein y Gallardo respiraron aliviados de ver como sus amigos, Kalgurand y Baranov estaban entre ellos, sanos y salvos. Tras dar novedades a Kaljurand, que había quedado al mando, todos se dirigieron en silencio hacia su refugio, donde llegarían poco después, apesadumbrados por las pérdidas.
Y allí, tumbado en el camastro, Rein, aún a pesar del cansancio y del estrés, no podía sino repetir en su mente una y otra vez todo lo sucedido aquella noche. La misión había sido cumplida, aunque nadie sabía cómo de afectado había quedado el convoy ruso, y además habían derribado un helicóptero, pero ahora ya no tenían casi explosivos, y habían perdido a cuatro hombres, incluido un oficial. Ninguno pensó que compensara lo logrado con las pérdidas de sus compañeros…y no sería hasta varias horas después y tras comer algo, que pudo el soldado Rein por fin conciliar el sueño un par de horas.
13 de marzo, 07:32 hora local. En los cielos rusos, a 130 millas al este de la frontera ruso-letona, cerca de Velikiye Luki.
Todavía no había amanecido, cuando en la oscuridad de la noche, el Mayor Sergun manipulaba los mandos de su caza en la tenue luz de la cabina, tratando de mantenerse alerta por si algún posible enemigo se acercaba a la zona que tenía encomendada defender, junto a su punto y compañero de vuelo aquella madrugada, un joven Capitán al que apenas conocía, y que había llegado al escuadrón apenas un par de días atrás. El veterano piloto ruso, “jugaba” con los modos y alcances del radar y del detector de infrarrojos, aun sabiendo casi con toda seguridad, que la primera advertencia de algún enemigo se la daría el A-50 que volaba algo más hacia el oeste. De todas maneras, era difícil que algún caza enemigo llegara tan lejos y se metiera de lleno dentro del espacio aéreo ruso, ya que hasta ahora no lo habían hecho. Aun así, y observando el mando que las acciones ofensivas aéreas de la OTAN eran cada vez más atrevidas, había retrasado la posición de sus AWACS, y había destinado a Sergun para proteger una sección del espacio aéreo cercano a la ciudad de Velikiye Luki, lo que no dejaba de intrigar al Mayor, ya que apenas le habían dicho nada de su misión, más allá de que no debía dejar que ningún enemigo llegará hasta allí. “Desde luego debe ser algo importante para sacarme de las misiones de combate, ahora que tanta falta hace que nos defendamos del apoyo aéreo que brindan sus Fuerzas Aéreas la agresión de la OTAN por tierra” había pensado cuando se subía al caza una hora antes.
Bastantes minutos antes, rompiendo algo la monotonía, había detectado con su poderoso radar a dos docenas de misiles de crucero volando cerca suyo a muy baja altura y hacia el oeste, y a su pregunta, el controlador del AWACS había respondido que todo era normal y dentro de las misiones ofensivas de la Fuerza Aérea rusa, que no debía preocuparse, y que prosiguiera con su misión, así que obedeció y seguía a lo suyo, sin saber muy bien cuál era el conjunto de la misión en la que él estaba implicado.
Y efectivamente, el mando ruso tenía sus buenas razones para destinar al que posiblemente fuera su mejor piloto de caza, y con toda seguridad el más popular de toda Rusia, a una misión en teoría, bastante sencilla y plácida. Así, a los pocos minutos, y cuando comenzaba a aburrirse, de nuevo el AWACS se puso en comunicación con él.
- “Escuadrilla “Escudo”, escuadrilla “Escudo”. Tráfico aéreo amigo entrando desde el este a alta cota, ligeramente al norte de su posición. Repito, tráfico aéreo amigo entrando desde el este a alta cota. Máxima atención, son sus protegidos. Hasta el momento ningún tráfico hostil en pantalla que amenace la misión. Corto.
-Recibido. – fue la lacónica respuesta del piloto, algo molesto por tanto secretismo.
“La misión, ¿qué “misión” ?, pensó Sergun, mientras viraba ligeramente y dirigía el morro de su Su-35 hacia el norte para tratar de ver de qué le estaba hablando el controlador del A-50. Accionó los mandos de su radar para tratar de detectar algo, y en seguido lo vio en su pantalla. Algo estaba entrando en su zona de detección. A algo más de mach 0.9, poco después pudo verlo mejor en la pantalla que presentaba los datos de su IRST. Rápidamente se hizo una idea de lo que era. Con aquel tamaño y con una doble llamarada saliendo de sus postquemadores, incluso con la distancia que separaba a ambos cazas, supo que se trataba de un MiG-31. Segundos después, otros grandes cazas rusos fueron apareciendo en sus sensores, hasta completar una escuadrilla de 4 interceptores MiG-31, que cruzaban el cielo delante de su Su-35, y que lo iban a dejar atrás en poco tiempo si no maniobraba.
Sergun viró rápidamente hacia el oeste, ordenando a su punto que lo siguiera, y colocándose en rumbo paralelo a los MiG-31, aunque algo más al sur, e impulsó la palanca de gases hacia delante. Si debía de tratar de protegerlos, no tenía que quedarse atrás y permitir que los cazas de la OTAN llegaran a ellos antes que él, aunque no se lo iban aponer fácil los propios pilotos de los MiG,s. De pronto su punto llamó su atención.
- “Escudo 2” a “Escudo líder”. Mira a la derecha…hay ahí algo que está dejando una gran llamarada y se aleja a toda velocidad.
Cuando Sergun, algo molesto, iba a recriminar al joven Capitán por no saber identificar a unos MiG-31 y distraerle con eso, casi por inercia giró la cabeza y pudo ver a lo que se refería su compañero de vuelo. Algo parecía haberse desprendido de los cuatro interceptores rusos y estaban dejando una gran llamarada tras de sí, a la vez que se alejaban y ascendían a una velocidad vertiginosa que dejó sin palabras al Mayor por unos instantes. “¿Qué puñetas era eso?”, pensó cuando ya prácticamente habían salido de su campo de visión. Entonces el controlador del AWACS volvió a aparecer en sus oídos.
-Escuadrilla “Escudo”, tiene permiso para retirarse. Puede regresar a su base. Misión cumplida.
- ¿Qué?, ... ¿Qué...? – pero el piloto de caza sabía que no podía preguntar que había sido aquello por radio a su controlador, así que acató la orden y respondió. – Recibido, regresamos a la base – mientras pensaba de camino a la base aérea de Krechevitsy, que volvía a ser su base, tras la aventura estonia, en lo que había ocurrido allí. Sin duda algún nuevo tipo de misil secreto aíre-aire de muy largo alcance disparado contra algún E-3 de la Alianza Atlántica, no cabía otra posible respuesta…pero entonces ¿porque no le habían dejado a él disparar dicha arma y se había tenido que limitar a hacer de niñera de forma tan tonta?
Y mientras Sergun volvía a su base y pensaba en lo que acababa de suceder, en los cielos del norte de Europa se encendieron todas las alarmas de la OTAN. Previamente, un E-3 que volaba cerca de la frontera germano-polaca, había detectado a dos docenas de misiles de crucero furtivos rusos Kh-101 que habían cruzado Lituania, Kaliningrado, y que avanzaban hacia el oeste cerca de la costa polaca. Inmediatamente, las baterías antiaéreas y los cazas disponibles trataron de derribar a los misiles agresores. Algunos Patriot lograron un par de derribos y una pareja de F-15 y otra de Rafale, dieron cuenta de varios más, pero finalmente, nueve de ellos llegaron a lo que parecía su objetivo, la Base Aérea de Rostock-Laage. Aquellos misiles atacaban por primera vez de modo cinético, objetivos en territorio más alá de las repúblicas bálticas y de Polonia, en uno de los principales socios de la alianza, y aunque Moscú ya había atacado territorio estadounidense, aquello se interpretaría como otra escalada más en la tensión bélica de aquel conflicto, que hasta el momento las partes habían tratado de mantener limitado en una especie de pacto tácito.
Pero lo peor, además de algunos daños menores y de la pérdida de un Tifón alemán en la base, fue el desvío de uno de los misiles, que terminó impactando en el centro de la ciudad de Rostock, causando cerca de 30 muertos y varias docenas de heridos al acertar de pleno un edificio de viviendas. Rusia achacó a lo largo de aquella mañana el desvió de sus “infalibles” misiles, al uso de contramedidas electrónicas enemigas, que alteraron intencionadamente su curso para provocar bajas civiles, mientras que desde Bruselas se acusaba con vehemencia a Moscú de tener como nuevo objetivo a la población civil alemana en lo que sin duda alguna había sido un ataque deliberado. Moscú sabía que la alianza tenía razón, pero por supuesto no iba a reconocerlo. El ataque tenía por motivo seguir presionando a los políticos occidentales para que vieran el riesgo que corrían si seguían con su ofensiva contra Rusia en Lituania y sobre todo en Kaliningrado, además, de bien gestionado por su parte, causar miedo en la población civil y dudas sobre sus propios militares y sus medios para protegerlos.
Y si bien aquello era importante, sin duda, lo que más impactó en los círculos militares, y también en los políticos, fue lo que llegó casi a continuación aquella fría madrugada de marzo. Un rato después de detectar a los misiles de crucero rusos, el mismo AWACS, detectó cuatro trazas moviéndose a una velocidad absolutamente increíble y a gran altitud sobre el mar Báltico, también en dirección oeste. El E-2 que cooperaba con la JTF-22 también las detectó casi al mismo tiempo, y dio aviso al oficial de defensa aérea de la agrupación naval de inmediato. Este trató de plantear una defensa contra lo que parecían unos misiles a velocidades hipersónicas, pero debido justamente a esa gran velocidad, pero también a la altitud y a las maniobras que realizaba mientras avanzaban hacia el oeste, le fue del todo imposible realizar una barrera eficaz que derribara a algún misil y apenas pudo el destructor norteamericano integrado en la JTF-22 lanzar algunos SM-6 que no pudieron sino ver de lejos a los agresores.
El mismo “Hawkeye”, también había puesto en aviso al Grupo de Ataque Ocho del portaviones “Truman” que navegaba en medio del mar del Norte, ajeno hasta aquel momento a las amenazas que habían sufrido los navíos de la OTAN que se adentraban en el Báltico, y desde donde operaba con relativa impunidad. Y es que, en pocos minutos, los misiles rusos habían recorrido media Europa y se encontraban ya sobre las costas danesas, las cuales rebasaron a toda velocidad en pocos segundos, y parecían dirigirse sin duda, hacia el CSG 8. En el “Truman” habían saltado todas las alarmas tan pronto como recibieron el primer aviso, y más, cuando los habían pillado justo en medio de una operación de reabastecimiento junto al buque de reaprovisionamiento USNS “Artic”. Seguro que la imprevista pasada poco antes de un satélite de reconocimiento por radar ruso “Kondor” sobre ellos estaba relacionado con aquello, porque la ausencia de otros medios de reconocimiento para localizar a la agrupación no le dejaba otra explicación, aun así, la distancia desde la que se habían detectado en las pantallas de los radares y la rapidez con la que habían llegado esos misiles, y que no se hubiese derribado a los bombarderos, no dejaba de causarle una extraña e inquietante preocupación.
Rápidamente, todo el Grupo se puso en alerta de defensa aérea y sus poderosos radares comenzaron a barrer el cielo en dirección a los atacantes. Al poco comenzaron a salir humaredas desde los pozos de los buques de escolta, y a disparar todo tipo de misiles aire-superficie, desde SM-2, SM-3 y SM-6, hasta cuando se iban acortando las distancias, los propios ESSM. En el CIC del “Truman”, el comandante del CSG 8, apenas podía creer el número de Mach que se leía al lado de los iconos que representaban a aquellos misiles, y que, en pocos segundos la situación táctica hubiera cambiado tanto. El “Artic”, una vez realizado un desenganche de urgencia entre ambos buques, trataba de alejarse lo máximo posible del portaviones, y este a su vez, trataba de lanzar a la desesperada a los aviones que tenía listos en cubierta, a la vez que se preparaba para un posible impacto, sabedor que el “Truman” era el objetivo prioritario de cualquier ataque ruso que tuviera por objetivo el grupo naval norteamericano.
Esta vez, la barrera de misiles SAM fue más tupida y efectiva, y lograron derribar a dos de los sorprendentes misiles rusos, aunque el gasto necesario de SAM,s fue desproporcionadamente alto, y lo que era peor, había dejado sin más tiempo de reacción, cuando los dos misiles rusos restantes entraban en fase terminal y picaban a hacia su objetivo, el gran portaviones y buque insignia del CSG 8. Uno de los dos, por algún motivo, seguramente algún tipo de contramedidas, o simplemente por un error en su sistema de guía, acabó cayendo a varios cientos de metros de su objetivo en el agua elevando en la oscuridad de la noche una inmensa columna de agua, pero el último de ellos fijó en su cerebro electrónico un objetivo y se enganchó a él hasta el final. En el CIC del portaviones, todos esperaban con las mandíbulas prietas y los puños apretados lo que ya parecía irremediable, cuando por fin recibieron el impacto…pero sorprendentemente fue menor de lo esperado, quizás hubieran tenido suerte y no hubieran causado daños de importancia. Cuando comenzaron a mirarse unos a otros con cara de alivio, una segunda sacudida de grandes proporciones, arranco a varios de ellos de sus sillas y los lanzó por los aires…y aun así tuvieron suerte.
El último de los nuevos, hipersónicos y secretos misiles rusos KH-47M2 “Khinzal”, había impactado de lleno instantes antes en el USNS “Artic” al haber confundido el sensor del misil al gran portaviones con el cercano (apenas 200 metros los separaban en aquel momento) y también gran buque de reaprovisionamiento. El misil ruso sacudió los más de 200 tripulantes y a las casi 50.000 toneladas del “Artic”, para luego, causar una serie de explosiones catastróficas al hacer explotar el combustible y la munición que llevaba a bordo y que todavía no había sido traspasada a otros buques, y de paso, matar a todos los marineros. El barco quedó consumido por una enorme bola de fuego en unos instantes y arrojo partes de su casco a varios kilómetros de distancia, provocando una onda de choque y lanzando restos sobre los demás buques de CSG 8, llevándose lo peor el “Truman” al ser el más cercano. La cubierta del portaviones fue barrida y casi todos sus aviones destruidos, así como los marineros que no habían podido resguardarse, que resultaron muertos o gravemente heridos. La isla del buque sufrió importantes daños, matando a varios de los que estaban en el puente y destrozando la mayoría de las antenas de comunicaciones y sensores. Pero la sacudida y los impactos de la metralla en que se había convertido el “Artic”, también llegaron en parte al hangar del portaviones, que en pocos minutos crearon un incendio que amenazaba con extenderse por gran parte del poderoso buque, y con el que los equipos de contención de daños lucharon denodadamente durante horas para evitar que engullera al “Truman”. Desde la distancia, e impotentes ante lo que parecía una deflagración nuclear por la enorme bola de fuego que se elevaba desde el “Artic” y el humo que seguía al “Truman” en su navegar, los escoltas, algunos de ellos también dañados, aunque de forma mucho más ligera, se aprestaron a ayudar a su buque insignia y a recoger supervivientes del buque de reaprovisionamiento, si es que alguien podía haber salido vivo de aquello.
Cuando poco después, un segundo satélite ruso de reconocimiento “Kondor”, esta vez en su versión de vigilancia óptica, y que junto a su compañero habían sido lanzados poco antes del inicio de las hostilidades en enero, pasó por la zona y descubrió que un gran buque, o mejor dicho, lo que quedaba de él, había sido destrozado y hundido, mientras que otro más, estaba cubierto bajo una espesísima nube de humo y con toda seguridad no le quedaba mucho de vida…o al menos eso fue lo que quisieron ver en las pantallas del centro de control del satélite en Moscú. A media mañana, en RT y Sputnik ya clamaban por “el hundimiento de uno de los supuestamente invencibles portaviones norteamericanos, a manos de una nueva arma secreta rusa, que hacía la guerra naval imposible para la OTAN, y que, de persistir en su empeño de acciones ofensivas, no les quedaría más remedio que seguir hundiendo a toda la flota occidental, ya que nada ni nadie escapaba a la nueva arma rusa”. Por supuesto, la Alianza Atlántica, como la propia marina estadounidense, se apresuraron a desmentir la noticia, pero la falta de detalles y de fotografías del “Truman” en perfecto estado, como habían retado los medios rusos a las marinas occidentales a mostrar, crearon bastantes dudas en la opinión pública.
Cuando tras varias horas, y ya con el incendio sofocado, el “Truman” hizo su entrada en el astillero escoces de Rosyth, la imagen no podía ser más desalentadora. Ahora parecía la sombra de lo que apenas unas horas antes era un orgulloso buque de guerra, de los más poderosos del mundo, pero al menos, su aparición y la distribución de sus fotografías por medio mundo, sirvió para deslegitimar las noticias de Moscú…o no, ya que la campaña de desinformación sobre el hundimiento del “Truman” estaba en marcha, y toda suerte de peregrinas excusas y teorías salieron a los pocos minutos sobre aquellas imágenes, dando paso a una suerte de guerra de mentiras, desmentidos y desinformación en el mejor estilo de la guerra híbrida rusa del S.XXI.
Pero al final, lo que importaba y con lo que se quedaron los militares de ambos bandos, es que aquel día, en el aspecto aeronaval, los rusos habían conseguido una victoria tremenda, y que incluso el ataque a la base aérea y a los civiles alemanes, había pasado a un segundo término, dada la importancia militar de aquel suceso. Si Moscú podía volver a repetir algo así, ninguno de los portaviones que ahora navegaban por el mar del Norte o el Pacífico, estarían a salvo, e incluso la JTF-22 se encontraba amenazada de muerte, volviendo a poner el mar Báltico bajo el yugo ruso. E incluso, si como los rumores que corrían como la pólvora por internet apuntaban tras el desastre del “Artic” y el “Truman”, los rusos tenían nuevas y milagrosas armas a punto para dar un vuelco a la campaña terrestre o incluso a poner en jaque a todo el despliegue estratégico aliado, la guerra podía tomar un rumbo inesperado. Las próximas horas y días se mostraban decisivos en el horizonte del destino de aquel conflicto y de la humanidad entera.
“Los Hermanos del Bosque” siempre habían tenido un aura de misterio y romanticismo en los países bálticos por su lucha de guerrillas contra la ocupación soviética durante los últimos años cuarenta y primeros cincuenta. En una lucha desesperada contra un invasor arrolladoramente superior y en una situación totalmente diferente a la actual, aquellos hombres mantuvieron en jaque durante años al poderoso “Oso ruso” hasta su final e inevitable derrota a causa de la presión militar, las intrigas políticas y subterfugios de los espías. Hendrik Rein, Jaak Lindpere, Igor Baranov, el Sargento Martin Kaljurand y el resto de sus compañeros de las fuerzas especiales estonias junto a los que ahora luchaban, se consideraban herederos de aquella “hermandad” de guerrilleros que hacía más de 60 años combatían a los soviéticos, como ahora ellos lo hacían con los rusos, pero la realidad era que las cosas habían cambiado bastante desde entonces.
Hendrik Rein y una pequeña partida de sus compañeros, incluyendo al Sargento Kaljurand, a la sargento Gallardo, a Baranov y a 3 soldados estonios más, acababan de regresar a su guarida en el tupido y enmarañado interior de uno de los inmensos bosques estonios, todavía con el cansancio reflejado en sus rostros y sus músculos, y con la tristeza de haber perdido a alguno de sus compañeros. Rein, tras dejar su equipo al lado del camastro que compartía con otros dos soldados más, se echó sobre él, cerró los ojos y las imágenes se agolparon en su mente mientras trataba de relajarse en la medida de lo posible. Pensó en “Los Hermanos del Bosque” y en como ellos no tuvieron que enfrentarse a helicópteros de ataque, drones de vigilancia, inhibidores de frecuencia, respuestas artilleras en cuestión de pocos minutos o sensores infrarrojos. Todo aquello, dificultaba su labor de llevar a cabo una guerra de guerrillas efectiva contra los invasores rusos, en especial a los soldados y civiles que se habían unido a la lucha, peor preparados en equipo y formación que sus compañeros de las fuerzas especiales. Al menos ellos tenían algunos misiles Stinger, trajes especiales para camuflarse lo mejor posible ante los sensores infrarrojos y buenos equipos de comunicación para coordinarse bien durante las emboscadas. Además, su entrenamiento y experiencia, hacía que pudieran salir airosos en muchas ocasiones… pero no en todas.
Aquella tarde, al ponerse el sol, el grupo de Rein tenía montada una emboscada a un grupo mecanizado ruso que se dirigía al sur, posiblemente para unirse a sus compañeros que luchaban en Kaliningrado o en Lituania contra la OTAN, y por supuesto, los estonios tenían la intención de retrasarlos y causarles el mayor número de bajas posibles. Al atravesar los rusos un frondoso bosque, cuya arboleda limitaba en gran medida los movimientos de los vehículos fuera de lo que era la carretera, Kaljurand, con su gran experiencia en IED,s y ayudado por Baranov y un soldado de las fuerzas especiales, colocaron un buen número de explosivos en los márgenes de la calzada, gastando casi toda la reserva de explosivo que restaba a aquel grupo. Por supuesto, y previendo los inhibidores rusos, todas las cargas eran activadas por cable, a la antigua usanza. Rein cumplía con su función armado con un fusil de francotirador, y con la ayuda de Gallardo, apoyaba al Teniente que lideraba la partida y a su radio operador, mientras el resto, formaban dos equipos de Stinger preparados para derribar a los drones y helicópteros que protegían al convoy.
No tuvieron que esperar demasiado, cuando escucharon el ruido de los motores de vehículos, y al poco, un vehículo todo terreno seguido de un blindado BTR-80 avanzaba despacio, escudriñando y reconociendo el terreno antes de la llegada del convoy, mientras en el cielo, un drone de vigilancia hacía lo propio desde las alturas. Rein había aprendido a odiar a aquellos malditos engendros, ya que, si detectaban algo sospechoso, tenían la mala costumbre de llamar a la artillería y poco después, comenzaban a caer proyectiles sobre los soldados enemigos en tierra. Así que todos los estonios y la española contuvieron el aliento, confiando en que sus trajes y el camuflaje, les permitiesen pasar desapercibidos de aquel malnacido ingenio. Cuando finalmente pasaron de largo, todos respiraron aliviados. Y pocos minutos después, volvieron a escuchar más sonidos desde el norte, pero esta vez más intenso. El convoy se acercaba.
Después todo sucedió muy rápido, y Rein tuvo que hacer un esfuerzo para tratar de recordar todos los detalles. Ellos estaban bastante alejados de la carretera, así que no vieron todo lo que sucedió, pero por el gran estruendo y las enormes llamaradas, pudo imaginarse el daño y la alarma entre los rusos al estallar a la vez todas las cargas colocadas por Kaljurand. Trató de observar algo a través de su visor, pero apenas podía intuir algo a través del visor termal de su fusil por la gran cantidad de árboles que había en su camino. El Teniente tenía algo más de campo de visión y tras unos instantes, dio la orden de acabar con los medios aéreos enemigos. Y es que allí arriba, un Mi-35 sobrevolaba el convoy, mientras que otro pequeño drone “Orlan-10” patrullaba el cielo no muy lejos de allí. El primer Stinger se dirigió al helicóptero, pero este pudo esquivarlo con una rápida maniobra y el lanzamiento de bengalas. Pero el segundo equipo intervino entonces, y el piloto ruso, que había agotado buena parte de la capacidad de maniobra de su aparato, no pudo desviarlo demasiado de la trayectoria del misil antiaéreo que impactó en la zona del rotor de cola, provocando la pérdida total de control Mi-35 que se estrelló no muy lejos del convoy. Pero lo que hasta aquel momento era un buen trabajo con aquella emboscada, comenzó a torcerse entonces.
El operador del drone ruso no tuvo mucha dificultad en detectar a los equipos estonios de Stingers, y rápidamente llamó a la artillería, la cual acudía poco después con una precisión aterradora. Así que mientras uno de los equipos ya estaba apuntando su segundo Stinger hacia el escurridizo drone, comenzaron a llover proyectiles sobre ellos. Uno de los soldados recibió casi de inmediato una esquirla que le atravesó el pecho matándolo al instante, mientras el resto, trataban de protegerse como podían de aquella lluvia de fuego. Entonces el Teniente dio la orden de retirada por las vías de escape que previamente había determinado, hasta llegar al punto de reunión, allí ya poco o nada podían hacer.
Rein recordaba la carrera a través de los árboles, mientras las ramas de los árboles que había en su camino salían despedidas en todas direcciones por las explosiones, y amenazaban con caer sobre él, a la vez que podía oír las explosiones cada vez más cerca, explosiones, cuyo estruendo rivalizaba con los latidos de su corazón que parecía salírsele del pecho a cada zancada. Tras un par de minutos de carrera, sintió una fuerte detonación tras de él y de Gallardo, que arrojó a ambos de bruces al suelo. Cuando Rein pudo recobrar el aliento y comprobar que no estaba herido, Gallardo ya estaba buscando al Teniente y a su radio operador que corrían a unos metros tras ellos. Cuando Rein llegó a su altura para hacer que siguiera corriendo, y mientras los obuses seguían cayendo a su alrededor, pudo ver a la Sargento española observando los girones de un uniforme y los restos sanguinolentos de lo que hace unos instantes era el Teniente o su ayudante (le fue imposible decidir si era uno u otro, o los dos), frente a ella. Entonces, y recuperados del shock, ambos tuvieron la idea de esconderse bajo el tronco de un árbol caído, que les proporcionó algo de cobertura, y esperar a que pasara el fuego enemigo, para no acabar como aquellos dos hombres.
Cuando finalmente cesó el fuego de artillería, ambos soldados comenzaron a moverse de nuevo, poco a poco en principio, y con gran cuidado de no verse expuestos de nuevo al maldito drone, que por suerte, parecía haber desaparecido del cielo. Cuando finalmente llegaron al punto de encuentro, solo quedaban siete de los once integrantes de la partida, pero al menos Rein y Gallardo respiraron aliviados de ver como sus amigos, Kalgurand y Baranov estaban entre ellos, sanos y salvos. Tras dar novedades a Kaljurand, que había quedado al mando, todos se dirigieron en silencio hacia su refugio, donde llegarían poco después, apesadumbrados por las pérdidas.
Y allí, tumbado en el camastro, Rein, aún a pesar del cansancio y del estrés, no podía sino repetir en su mente una y otra vez todo lo sucedido aquella noche. La misión había sido cumplida, aunque nadie sabía cómo de afectado había quedado el convoy ruso, y además habían derribado un helicóptero, pero ahora ya no tenían casi explosivos, y habían perdido a cuatro hombres, incluido un oficial. Ninguno pensó que compensara lo logrado con las pérdidas de sus compañeros…y no sería hasta varias horas después y tras comer algo, que pudo el soldado Rein por fin conciliar el sueño un par de horas.
13 de marzo, 07:32 hora local. En los cielos rusos, a 130 millas al este de la frontera ruso-letona, cerca de Velikiye Luki.
Todavía no había amanecido, cuando en la oscuridad de la noche, el Mayor Sergun manipulaba los mandos de su caza en la tenue luz de la cabina, tratando de mantenerse alerta por si algún posible enemigo se acercaba a la zona que tenía encomendada defender, junto a su punto y compañero de vuelo aquella madrugada, un joven Capitán al que apenas conocía, y que había llegado al escuadrón apenas un par de días atrás. El veterano piloto ruso, “jugaba” con los modos y alcances del radar y del detector de infrarrojos, aun sabiendo casi con toda seguridad, que la primera advertencia de algún enemigo se la daría el A-50 que volaba algo más hacia el oeste. De todas maneras, era difícil que algún caza enemigo llegara tan lejos y se metiera de lleno dentro del espacio aéreo ruso, ya que hasta ahora no lo habían hecho. Aun así, y observando el mando que las acciones ofensivas aéreas de la OTAN eran cada vez más atrevidas, había retrasado la posición de sus AWACS, y había destinado a Sergun para proteger una sección del espacio aéreo cercano a la ciudad de Velikiye Luki, lo que no dejaba de intrigar al Mayor, ya que apenas le habían dicho nada de su misión, más allá de que no debía dejar que ningún enemigo llegará hasta allí. “Desde luego debe ser algo importante para sacarme de las misiones de combate, ahora que tanta falta hace que nos defendamos del apoyo aéreo que brindan sus Fuerzas Aéreas la agresión de la OTAN por tierra” había pensado cuando se subía al caza una hora antes.
Bastantes minutos antes, rompiendo algo la monotonía, había detectado con su poderoso radar a dos docenas de misiles de crucero volando cerca suyo a muy baja altura y hacia el oeste, y a su pregunta, el controlador del AWACS había respondido que todo era normal y dentro de las misiones ofensivas de la Fuerza Aérea rusa, que no debía preocuparse, y que prosiguiera con su misión, así que obedeció y seguía a lo suyo, sin saber muy bien cuál era el conjunto de la misión en la que él estaba implicado.
Y efectivamente, el mando ruso tenía sus buenas razones para destinar al que posiblemente fuera su mejor piloto de caza, y con toda seguridad el más popular de toda Rusia, a una misión en teoría, bastante sencilla y plácida. Así, a los pocos minutos, y cuando comenzaba a aburrirse, de nuevo el AWACS se puso en comunicación con él.
- “Escuadrilla “Escudo”, escuadrilla “Escudo”. Tráfico aéreo amigo entrando desde el este a alta cota, ligeramente al norte de su posición. Repito, tráfico aéreo amigo entrando desde el este a alta cota. Máxima atención, son sus protegidos. Hasta el momento ningún tráfico hostil en pantalla que amenace la misión. Corto.
-Recibido. – fue la lacónica respuesta del piloto, algo molesto por tanto secretismo.
“La misión, ¿qué “misión” ?, pensó Sergun, mientras viraba ligeramente y dirigía el morro de su Su-35 hacia el norte para tratar de ver de qué le estaba hablando el controlador del A-50. Accionó los mandos de su radar para tratar de detectar algo, y en seguido lo vio en su pantalla. Algo estaba entrando en su zona de detección. A algo más de mach 0.9, poco después pudo verlo mejor en la pantalla que presentaba los datos de su IRST. Rápidamente se hizo una idea de lo que era. Con aquel tamaño y con una doble llamarada saliendo de sus postquemadores, incluso con la distancia que separaba a ambos cazas, supo que se trataba de un MiG-31. Segundos después, otros grandes cazas rusos fueron apareciendo en sus sensores, hasta completar una escuadrilla de 4 interceptores MiG-31, que cruzaban el cielo delante de su Su-35, y que lo iban a dejar atrás en poco tiempo si no maniobraba.
Sergun viró rápidamente hacia el oeste, ordenando a su punto que lo siguiera, y colocándose en rumbo paralelo a los MiG-31, aunque algo más al sur, e impulsó la palanca de gases hacia delante. Si debía de tratar de protegerlos, no tenía que quedarse atrás y permitir que los cazas de la OTAN llegaran a ellos antes que él, aunque no se lo iban aponer fácil los propios pilotos de los MiG,s. De pronto su punto llamó su atención.
- “Escudo 2” a “Escudo líder”. Mira a la derecha…hay ahí algo que está dejando una gran llamarada y se aleja a toda velocidad.
Cuando Sergun, algo molesto, iba a recriminar al joven Capitán por no saber identificar a unos MiG-31 y distraerle con eso, casi por inercia giró la cabeza y pudo ver a lo que se refería su compañero de vuelo. Algo parecía haberse desprendido de los cuatro interceptores rusos y estaban dejando una gran llamarada tras de sí, a la vez que se alejaban y ascendían a una velocidad vertiginosa que dejó sin palabras al Mayor por unos instantes. “¿Qué puñetas era eso?”, pensó cuando ya prácticamente habían salido de su campo de visión. Entonces el controlador del AWACS volvió a aparecer en sus oídos.
-Escuadrilla “Escudo”, tiene permiso para retirarse. Puede regresar a su base. Misión cumplida.
- ¿Qué?, ... ¿Qué...? – pero el piloto de caza sabía que no podía preguntar que había sido aquello por radio a su controlador, así que acató la orden y respondió. – Recibido, regresamos a la base – mientras pensaba de camino a la base aérea de Krechevitsy, que volvía a ser su base, tras la aventura estonia, en lo que había ocurrido allí. Sin duda algún nuevo tipo de misil secreto aíre-aire de muy largo alcance disparado contra algún E-3 de la Alianza Atlántica, no cabía otra posible respuesta…pero entonces ¿porque no le habían dejado a él disparar dicha arma y se había tenido que limitar a hacer de niñera de forma tan tonta?
Y mientras Sergun volvía a su base y pensaba en lo que acababa de suceder, en los cielos del norte de Europa se encendieron todas las alarmas de la OTAN. Previamente, un E-3 que volaba cerca de la frontera germano-polaca, había detectado a dos docenas de misiles de crucero furtivos rusos Kh-101 que habían cruzado Lituania, Kaliningrado, y que avanzaban hacia el oeste cerca de la costa polaca. Inmediatamente, las baterías antiaéreas y los cazas disponibles trataron de derribar a los misiles agresores. Algunos Patriot lograron un par de derribos y una pareja de F-15 y otra de Rafale, dieron cuenta de varios más, pero finalmente, nueve de ellos llegaron a lo que parecía su objetivo, la Base Aérea de Rostock-Laage. Aquellos misiles atacaban por primera vez de modo cinético, objetivos en territorio más alá de las repúblicas bálticas y de Polonia, en uno de los principales socios de la alianza, y aunque Moscú ya había atacado territorio estadounidense, aquello se interpretaría como otra escalada más en la tensión bélica de aquel conflicto, que hasta el momento las partes habían tratado de mantener limitado en una especie de pacto tácito.
Pero lo peor, además de algunos daños menores y de la pérdida de un Tifón alemán en la base, fue el desvío de uno de los misiles, que terminó impactando en el centro de la ciudad de Rostock, causando cerca de 30 muertos y varias docenas de heridos al acertar de pleno un edificio de viviendas. Rusia achacó a lo largo de aquella mañana el desvió de sus “infalibles” misiles, al uso de contramedidas electrónicas enemigas, que alteraron intencionadamente su curso para provocar bajas civiles, mientras que desde Bruselas se acusaba con vehemencia a Moscú de tener como nuevo objetivo a la población civil alemana en lo que sin duda alguna había sido un ataque deliberado. Moscú sabía que la alianza tenía razón, pero por supuesto no iba a reconocerlo. El ataque tenía por motivo seguir presionando a los políticos occidentales para que vieran el riesgo que corrían si seguían con su ofensiva contra Rusia en Lituania y sobre todo en Kaliningrado, además, de bien gestionado por su parte, causar miedo en la población civil y dudas sobre sus propios militares y sus medios para protegerlos.
Y si bien aquello era importante, sin duda, lo que más impactó en los círculos militares, y también en los políticos, fue lo que llegó casi a continuación aquella fría madrugada de marzo. Un rato después de detectar a los misiles de crucero rusos, el mismo AWACS, detectó cuatro trazas moviéndose a una velocidad absolutamente increíble y a gran altitud sobre el mar Báltico, también en dirección oeste. El E-2 que cooperaba con la JTF-22 también las detectó casi al mismo tiempo, y dio aviso al oficial de defensa aérea de la agrupación naval de inmediato. Este trató de plantear una defensa contra lo que parecían unos misiles a velocidades hipersónicas, pero debido justamente a esa gran velocidad, pero también a la altitud y a las maniobras que realizaba mientras avanzaban hacia el oeste, le fue del todo imposible realizar una barrera eficaz que derribara a algún misil y apenas pudo el destructor norteamericano integrado en la JTF-22 lanzar algunos SM-6 que no pudieron sino ver de lejos a los agresores.
El mismo “Hawkeye”, también había puesto en aviso al Grupo de Ataque Ocho del portaviones “Truman” que navegaba en medio del mar del Norte, ajeno hasta aquel momento a las amenazas que habían sufrido los navíos de la OTAN que se adentraban en el Báltico, y desde donde operaba con relativa impunidad. Y es que, en pocos minutos, los misiles rusos habían recorrido media Europa y se encontraban ya sobre las costas danesas, las cuales rebasaron a toda velocidad en pocos segundos, y parecían dirigirse sin duda, hacia el CSG 8. En el “Truman” habían saltado todas las alarmas tan pronto como recibieron el primer aviso, y más, cuando los habían pillado justo en medio de una operación de reabastecimiento junto al buque de reaprovisionamiento USNS “Artic”. Seguro que la imprevista pasada poco antes de un satélite de reconocimiento por radar ruso “Kondor” sobre ellos estaba relacionado con aquello, porque la ausencia de otros medios de reconocimiento para localizar a la agrupación no le dejaba otra explicación, aun así, la distancia desde la que se habían detectado en las pantallas de los radares y la rapidez con la que habían llegado esos misiles, y que no se hubiese derribado a los bombarderos, no dejaba de causarle una extraña e inquietante preocupación.
Rápidamente, todo el Grupo se puso en alerta de defensa aérea y sus poderosos radares comenzaron a barrer el cielo en dirección a los atacantes. Al poco comenzaron a salir humaredas desde los pozos de los buques de escolta, y a disparar todo tipo de misiles aire-superficie, desde SM-2, SM-3 y SM-6, hasta cuando se iban acortando las distancias, los propios ESSM. En el CIC del “Truman”, el comandante del CSG 8, apenas podía creer el número de Mach que se leía al lado de los iconos que representaban a aquellos misiles, y que, en pocos segundos la situación táctica hubiera cambiado tanto. El “Artic”, una vez realizado un desenganche de urgencia entre ambos buques, trataba de alejarse lo máximo posible del portaviones, y este a su vez, trataba de lanzar a la desesperada a los aviones que tenía listos en cubierta, a la vez que se preparaba para un posible impacto, sabedor que el “Truman” era el objetivo prioritario de cualquier ataque ruso que tuviera por objetivo el grupo naval norteamericano.
Esta vez, la barrera de misiles SAM fue más tupida y efectiva, y lograron derribar a dos de los sorprendentes misiles rusos, aunque el gasto necesario de SAM,s fue desproporcionadamente alto, y lo que era peor, había dejado sin más tiempo de reacción, cuando los dos misiles rusos restantes entraban en fase terminal y picaban a hacia su objetivo, el gran portaviones y buque insignia del CSG 8. Uno de los dos, por algún motivo, seguramente algún tipo de contramedidas, o simplemente por un error en su sistema de guía, acabó cayendo a varios cientos de metros de su objetivo en el agua elevando en la oscuridad de la noche una inmensa columna de agua, pero el último de ellos fijó en su cerebro electrónico un objetivo y se enganchó a él hasta el final. En el CIC del portaviones, todos esperaban con las mandíbulas prietas y los puños apretados lo que ya parecía irremediable, cuando por fin recibieron el impacto…pero sorprendentemente fue menor de lo esperado, quizás hubieran tenido suerte y no hubieran causado daños de importancia. Cuando comenzaron a mirarse unos a otros con cara de alivio, una segunda sacudida de grandes proporciones, arranco a varios de ellos de sus sillas y los lanzó por los aires…y aun así tuvieron suerte.
El último de los nuevos, hipersónicos y secretos misiles rusos KH-47M2 “Khinzal”, había impactado de lleno instantes antes en el USNS “Artic” al haber confundido el sensor del misil al gran portaviones con el cercano (apenas 200 metros los separaban en aquel momento) y también gran buque de reaprovisionamiento. El misil ruso sacudió los más de 200 tripulantes y a las casi 50.000 toneladas del “Artic”, para luego, causar una serie de explosiones catastróficas al hacer explotar el combustible y la munición que llevaba a bordo y que todavía no había sido traspasada a otros buques, y de paso, matar a todos los marineros. El barco quedó consumido por una enorme bola de fuego en unos instantes y arrojo partes de su casco a varios kilómetros de distancia, provocando una onda de choque y lanzando restos sobre los demás buques de CSG 8, llevándose lo peor el “Truman” al ser el más cercano. La cubierta del portaviones fue barrida y casi todos sus aviones destruidos, así como los marineros que no habían podido resguardarse, que resultaron muertos o gravemente heridos. La isla del buque sufrió importantes daños, matando a varios de los que estaban en el puente y destrozando la mayoría de las antenas de comunicaciones y sensores. Pero la sacudida y los impactos de la metralla en que se había convertido el “Artic”, también llegaron en parte al hangar del portaviones, que en pocos minutos crearon un incendio que amenazaba con extenderse por gran parte del poderoso buque, y con el que los equipos de contención de daños lucharon denodadamente durante horas para evitar que engullera al “Truman”. Desde la distancia, e impotentes ante lo que parecía una deflagración nuclear por la enorme bola de fuego que se elevaba desde el “Artic” y el humo que seguía al “Truman” en su navegar, los escoltas, algunos de ellos también dañados, aunque de forma mucho más ligera, se aprestaron a ayudar a su buque insignia y a recoger supervivientes del buque de reaprovisionamiento, si es que alguien podía haber salido vivo de aquello.
Cuando poco después, un segundo satélite ruso de reconocimiento “Kondor”, esta vez en su versión de vigilancia óptica, y que junto a su compañero habían sido lanzados poco antes del inicio de las hostilidades en enero, pasó por la zona y descubrió que un gran buque, o mejor dicho, lo que quedaba de él, había sido destrozado y hundido, mientras que otro más, estaba cubierto bajo una espesísima nube de humo y con toda seguridad no le quedaba mucho de vida…o al menos eso fue lo que quisieron ver en las pantallas del centro de control del satélite en Moscú. A media mañana, en RT y Sputnik ya clamaban por “el hundimiento de uno de los supuestamente invencibles portaviones norteamericanos, a manos de una nueva arma secreta rusa, que hacía la guerra naval imposible para la OTAN, y que, de persistir en su empeño de acciones ofensivas, no les quedaría más remedio que seguir hundiendo a toda la flota occidental, ya que nada ni nadie escapaba a la nueva arma rusa”. Por supuesto, la Alianza Atlántica, como la propia marina estadounidense, se apresuraron a desmentir la noticia, pero la falta de detalles y de fotografías del “Truman” en perfecto estado, como habían retado los medios rusos a las marinas occidentales a mostrar, crearon bastantes dudas en la opinión pública.
Cuando tras varias horas, y ya con el incendio sofocado, el “Truman” hizo su entrada en el astillero escoces de Rosyth, la imagen no podía ser más desalentadora. Ahora parecía la sombra de lo que apenas unas horas antes era un orgulloso buque de guerra, de los más poderosos del mundo, pero al menos, su aparición y la distribución de sus fotografías por medio mundo, sirvió para deslegitimar las noticias de Moscú…o no, ya que la campaña de desinformación sobre el hundimiento del “Truman” estaba en marcha, y toda suerte de peregrinas excusas y teorías salieron a los pocos minutos sobre aquellas imágenes, dando paso a una suerte de guerra de mentiras, desmentidos y desinformación en el mejor estilo de la guerra híbrida rusa del S.XXI.
Pero al final, lo que importaba y con lo que se quedaron los militares de ambos bandos, es que aquel día, en el aspecto aeronaval, los rusos habían conseguido una victoria tremenda, y que incluso el ataque a la base aérea y a los civiles alemanes, había pasado a un segundo término, dada la importancia militar de aquel suceso. Si Moscú podía volver a repetir algo así, ninguno de los portaviones que ahora navegaban por el mar del Norte o el Pacífico, estarían a salvo, e incluso la JTF-22 se encontraba amenazada de muerte, volviendo a poner el mar Báltico bajo el yugo ruso. E incluso, si como los rumores que corrían como la pólvora por internet apuntaban tras el desastre del “Artic” y el “Truman”, los rusos tenían nuevas y milagrosas armas a punto para dar un vuelco a la campaña terrestre o incluso a poner en jaque a todo el despliegue estratégico aliado, la guerra podía tomar un rumbo inesperado. Las próximas horas y días se mostraban decisivos en el horizonte del destino de aquel conflicto y de la humanidad entera.
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14 de marzo, 17:50 hora local. Cuartel General Supremo de las Potencias Aliadas en Europa, Mons, Bélgica.
La sala de mando situada en el interior del bunker subterráneo, decorada con una mezcla de muebles de madera de gran calidad con aparatos electrónicos de ultimísima generación y cómodas butacas, estaba perfectamente acondicionada para cumplir su función principal, que no era otra que la que en aquellos momentos se estaba produciendo, una reunión de alto nivel de mandos militares de la OTAN para tratar el desarrollo del conflicto con Rusia.
Aquella tarde la sala estaba abarrotada de personal. Se había reunido toda una constelación de estrellas en los uniformes de los Generales, Almirantes y demás altos mandos que, acompañados de sus ayudantes, estaban presentes en la reunión. Desde el SACEUR y DCASEUR, pasando por los Almirantes y Generales del MARCON, AIRCOM, LANDCOM, JFC Brunssum, etc… hasta los mandos del ARRC o del MNC-NE. El General al mando de este último, el danés Knudsen, permanecía atento a una gran pantalla situada en uno de los extremos de la sala, donde desde hacía ya varios minutos, el Almirante al mando del MARCOM explicaba una gran operación aeronaval que había tenido lugar hacia pocas horas en el Mar de Barents y el Mar de Noruega, mediante un video donde aparecían toda una serie de extraños símbolos, círculos y líneas de todos los colores, que hacían que cualquier operación con mapas en un ordenador con simbología terrestre OTAN, le pareciera de parvularios, comparado con lo que tenían montados los marinos en sus presentaciones. El danés, hacía ya unos minutos que se había perdido entre toda aquella simbología, por lo que básicamente prestaba atención a lo que decía el Almirante británico.
Pese a que la Alianza y sus gobiernos habían estado tratando de contener la expansión del conflicto báltico, y pese a los ataques rusos contra Alaska, tras la agresión rusa del día anterior contra Alemania y sobre todo contra Grupo de Ataque del portaviones “Truman”, la cosa había cambiado, y se valoró que no se podía dejar algo así sin respuesta. Por lo tanto, se ordenó que se ejecutaran los planes ya previstos unos días antes para atacar al Grupo Naval de Superficie, que la Flota del Mar del Norte de la marina de guerra rusa había situado en el Mar de Barents, con su crucero “Pedro el Grande” como buque insignia, presta a defender la Madre Patria y las vitales bases aéreas y navales de la península de Kola, y precisamente, también alguna de esas bases eran otros objetivos de la misión, que por supuesto tenía un nombre “potente”, que Knudsen había olvidado ya.
El Almirante comenzó detallando las fuerzas involucradas de ambos bandos y como se había previsto que se desarrollara el ataque, para luego ir comentando lo que había sucedido en realidad. Los primeros combates fueron los llevados a cabo por los cazas de la USAF, apoyados por los noruegos, que eliminaron la cobertura aérea que tenían los buques rusos. Acto seguido, los cazabombarderos de los dos portaviones de la US Navy, en unión de varios bombarderos llegados desde los Estados Unidos, lanzaron un ataque masivo con señuelos y misiles antibuque (los lanzados por los bombarderos, eran furtivos y apenas se habían probado hacia unos pocos meses desde esas plataformas). Los rusos, pese a la importante capacidad de defensa aérea de su crucero y de algunos de los otros buques, al final fueron sobrepasados, y el “Pedro el Grande” fue alcanzado repetidas veces, resultando hundido tras un par de horas de lucha desesperada por parte de su tripulación para salvarlo. Junto a él, se fueron al fondo del mar una fragata y un destructor, resultando otro buque de ese tipo severamente dañado. En general, el Almirante británico califico aquel ataque de gran éxito.
Y mientras todo eso ocurría, varios cruceros y destructores norteamericanos lanzaron docenas y docenas de misiles de crucero (lo que redujo bastante la ya exigua reserva de estas armas, dado el gasto de las mismas desde el inicio del conflicto), a los que se unieron los lanzados desde un SSGN y varios SSN de la US Navy contra dos objetivos separados. Uno, el dique flotante donde el portaviones ruso “Almirante Kutznesov” estaba siendo sometidos a una profunda modernización, y la otra, a la principal base de bombarderos de ataque naval en la península de Kola, para eliminar la amenaza sobre las fuerzas navales de la OTAN que ellos suponían, y como cumplida venganza por su supuesta participación en el ataque contra el “Truman”, ya que se creía que habían sido aquellos bombarderos los que lanzaron dicho ataque. Contra aquella gran oleada de misiles de crucero, la defensa aérea rusa actuó bastante bien, y sus cazas y misiles antiaéreos lograron derribar bastantes… pero no los suficientes. El “Kutznesov” fue alcanzado por dos misiles, dejándolo cubierto de llamas y en un estado lamentable, con hierros retorcidos y explosiones secundarias por doquier, además el propio dique resulto alcanzado y se hundió en buena parte, agravándose todo aún más. Aunque el portaviones no se fue a pique, aquel buque no iba a navegar en mucho tiempo, y lo más probable era que no mereciese la pena su reparación.
La base aérea de Olenya, donde se encontraban los bombardeos rusos fue también alcanzada por múltiples impactos, y siete de aquellos peligrosos aviones fueron pasto de las llamas, mientras que dos más resultaron dañados, además de diversa infraestructura de la propia base. Aunque si bien es cierto que el resultado allí estuvo por debajo de lo esperado por los responsables del ataque, los rusos se llevaron un buen susto y sus capacidades de ataque naval estarían reducidas durante un tiempo, mientras se reparaba la base y se reforzaban los bombarderos supervivientes con más aparatos llegados desde otras bases. Sea como fuere, el Almirante británico, siguió calificando de éxito también esta parte de la misión, y se congratuló por la eficacia global de la respuesta dada al ataque contra el portaviones norteamericano.
Terminado el informe del Almirante jefe del MARCON, y durante unos minutos de descanso en la sala mientras se preparaba el siguiente “briefing”, Knudsen comentó con los oficiales que tenía cerca de él lo que acababan de escuchar y ver. El murmullo y los comentarios en la sala eran de aprobación y orgullo. Aquello había salido bastante bien y la venganza había resultado productiva, pero algunos altos mandos, no podían evitar sentirse preocupados por la escalada que aquello suponía y la posible respuesta rusa. Finalmente, el ayudante del SACEUR llamó la atención de los presentes y pidió silencio, para poder seguir con la reunión, poniendo fin a los corrillos y murmullos de la sala.
Knudsen se puso algo más tenso, en breve le tocaría a él exponer su informe ante sus colegas. Pero primero el General al mando del AIRCOM hizo un resumen de la campaña aérea desde el inicio de las hostilidades y su situación en aquel momento. En las buenas noticias, se informó que cada día que pasaba, la superioridad aérea aliada era más palpable, y las bajas menores, aunque todavía era peligroso operar en los cielos bálticos. Entre las malas noticias, destacó, que sus aviones no podrían soportar por mucho más tiempo el ritmo de las operaciones, tanto por disponibilidad de los mismos, como por una previsible escasez de armamento a su disposición que tendría lugar en los próximos días. Tras asimilar esa información y comprometerse SACEUR a hacer todo lo posible por remediarlo, tomo la palabra el General Farina, al mando del JFC Brunssum, e hizo otro somero repaso de las actuaciones terrestres en el Teatro de Operaciones del Báltico, antes de ceder la palabra al General Radford, comandante del Cuerpo de Reacción rápida de la OTAN (ARRC), cuyas unidades de combate eran las encargadas de las operaciones contra los rusos en Kaliningrado. El inglés, sobre un mapa plasmado en la gran pantalla principal, mostraba una animación de los movimientos de sus fuerzas desde el inicio de la campaña, cinco días atrás. Mucho más comprensibles para Knudsen, este siguió como las diferentes brigadas del ARRC habían progresado durante su avance, sin la necesidad de seguir las explicaciones de su colega. El avance de la 3ª División británica, con solo 2 brigadas, y que había atacado por la zona costera de la región rusa, había sido lento y costoso, pese a que solo una brigada motorizada rusa, con algunos elementos de apoyo de la 90º División de Tanques, se le oponían. Por suerte, la 4ª División norteamericana había tenido más éxito contra el resto de la 90ª División, y viendo el flanco amenazado, las fuerzas enemigas, tras una hábil retirada, se habían atrincherado alrededor de la capital, la propia ciudad de Kaliningrado. Por su parte, los marines norteamericanos de la 4º División habían llegado y superado en diversas partes, hasta la altura de Gvardeisk, la carretera que unía la ciudad sitiada con la frontera lituana, y que discurría casi exactamente por la mitad de la región, y avanzaban hacia el norte con poca oposición. Algo más al este, la 3ª División Acorazada francesa y la 16ª División mecanizada polaca, habían hecho retroceder a las 3 brigadas motorizadas restantes y algunas unidades menores de apoyo, varios kilómetros al norte de la anteriormente citada carretera, tomando las ciudades de Chernyakhovsk y Gusev, tras encarnizados combates, en el camino.
El General Radford informó que en aquellos mismos momentos, la 16º Brigada paracaidista británica estaba relevando a la 20ª Brigada acorazada inglesa en el sitio de Kaliningrado, permitiendo a esta, unirse a la 3ª Brigada Acorazada y a los Marines de la 2ª MEB, e integrarse en la 4º División de infantería norteamericana, para proseguir con el avance aliado hacia el norte, mientras que la división estadounidense, cedía el 2ª Regimiento de Caballería a la división británica para mantener el cerco de la ciudad rusa. El General explicó que estaba previsto continuar con la ofensiva al menos un par de días más, asumiendo el ritmo actual de los combates, antes de tener que detenerse para una pausa operativa, para reorganizarse y re avituallarse, y esperaba que, en ese plazo, sus unidades de vanguardia alcanzasen la frontera norte de la región rusa con Lituania. Por último, aprovecho para agradecer la cooperación de las fuerzas aéreas aliadas, sin cuyo concurso, hubiese sido imposible el avance y las victorias conseguidas hasta el momento, y pidió que se tratara de mantener por todos los medios el ”tempo” de las operaciones aéreas de apoyo a sus fuerzas en tierra.
Entonces llegó el turno de Knudsen, al que SACEUR le conminó a presentar su informe. El danés se levantó, tras haber dejado lista la presentación en un pequeño ordenador portátil que tenía frente a él. En la pantalla ahora aparecía el área de operaciones del MNC-NE, que básicamente se correspondía con Lituania. El General señaló con un puntero laser la parte oeste de Lituania, y en concreto, la zona donde operaba la 11ª División de Caballería polaca.
-Buenas tardes. Por continuar por donde mi colega el General Radford lo ha dejado, geográficamente hablando, como pueden observar, la División de caballería polaca está desplegada a medio camino entre la ciudad de Vikaviskis y el rio Niemen, estando en contacto al oeste con la 16ª división polaca y el ARRC, y al este con la 1ª División norteamericana. Los combates han sido duros, pero el terreno y la superioridad numérica, han facilitado la labor de esta división que ha actuado bien. Su objetivo inmediato es seguir presionando hacia el norte para llegar al rio Niemen lo antes posible. A su derecha – dijo desplazando el puntero láser - y en los arrabales de la ciudad de Kaunas, como unidad más avanzada de nuestra ofensiva, la 1ª División de Infantería de los Estados Unidos lleva el mayor peso del ataque al avanzar sobre el eje principal del mismo. Su oposición ha sido grande, ya que el grueso de la 4ª División de Tanques y la 27ª Brigada Motorizada enemigas han sido sus oponentes. Las bajas son relativamente altas, pero todavía aceptables, y por suerte, teníamos previstos suficientes hombres, vehículos y material para sustituir las bajas, aunque no en una proporción 1 a 1, pero si lo suficiente como para mantener a la División en operaciones ofensivas, al menos por unos días más.
- ¿Por cuantos días exactamente? – quiso saber DSACEUR.
-Dependerá del ritmo y la intensidad de las operaciones, pero como su objetivo inmediato es la toma de la estratégica ciudad de Kaunas, y se prevén duros combates, tanto en la ciudad como en el cruce del rio, espero que al menos tres o cuatro días más, antes de necesitar una pausa.
“La logística y la previsión norteamericana siempre ha sido superior” pensó el danés, antes de seguir con su exposición.
-Como les decía, ante sí, esta división tiene la tarea de tomar Kaunas, objetivo prioritario de la ofensiva en esta fase, tanto por su población, como por ser un importantísimo nudo de comunicaciones y su posición sobre el rio Niemen, lo que nos permitiría, una vez capturada, elegir el eje de avance y, tanto apoyar a las fuerzas del ARRC y limpiar de rusos el oeste del país, como virar al este y ayudar en la toma de Vilna o proseguir hacia el norte, hacia Letonia. Confío en que, en 24 horas, tengamos algún punto de cruce sobre el Niemen, el oeste de la ciudad, y comencemos a rodearla para cortar sus suministros, a la vez que, desde el sur, comienzan los combates para arrebatársela al enemigo. Y siguiendo hacia el este – dijo tras una pausa para reflexionar sobre lo que iba a continuación – nos encontramos con la división italiana, que en realidad es bastante multinacional, con unidades de al menos cinco países, y que por el tipo de terreno que le ha tocado, con mayor número de zonas boscosas y pantanosas, su avance no ha sido tan rápido como el previsto, aunque mantiene un sólido contacto con los norteamericanos al oeste y con los alemanes al este, y han llegado a varios kilómetros al noreste de Alytus – dijo indicando la posición de la división con el láser. – Sus órdenes son seguir avanzando sin perder el contacto con sus flancos para proteger los de sus unidades vecinas. Finalmente, la 1ª División Panzer alemana, está muy cerca de la capital lituana, tras un duro avance, donde el grueso de la 2ª División Motorizada ha sido su principal contrincante. Tengo que decirles, que a pesar de lo que dice la propaganda rusa, no ha habido en ningún momento incidentes con los bielorrusos, ni mucho menos hemos entrado en su territorio. Las cosas han fluido bien en ese aspecto. También aquí el terreno favorece algo más a los defensores, y la lucha ha sido bastante dura y las bajas elevadas. Por suerte, esta división tiene una brigada adicional, aunque en realidad, he estado reservando la brigada lituana para que encabecen el asalto a su capital. Debo decir, como ha hecho el General Radford, que, sin el inestimable apoyo aéreo de las fuerzas aéreas, este avance habría sido imposible. Gracias a ellos, nos hemos encontrado a un enemigo ya desgastado desde el principio, y les han causado bajas igualmente importantes desde el inicio de la ofensiva terrestre, decidiendo en muchos casos, el resultado de no pocos combates.
El General del AIRCOM agradeció las palabras del danés con una leve inclinación de la cabeza, aunque aún le rondaban los pensamientos de los problemas que tenía que solventar para poder seguir prestando semejante apoyo en los próximos días y semanas, y aquellas palabras no hacían sino reafirmarle en su empeño por lograrlo.
-La División tiene la tarea de conquistar la capital lituana como objetivo inmediato. Y aquí me gustaría detenerme para hacerles unas observaciones. Como comprenderán, la toma de grandes zonas urbanas en nuestra área de operaciones no es igual que el de nuestros colegas del ARRC, ya que nosotros combatimos en un país aliado y ellos sobre suelo enemigo, y aun así, se ha preferido cercar la ciudad de Kaliningrado a tomarla. No quiero decir, por supuesto, que no se deban mantener las bajas civiles y daños colaterales al mínimo en la medida de lo posible en cualquier lugar, pero comprenderán que, en un país aliado, este requisito es todavía más exigente. SACEUR me ha hecho saber que las autoridades civiles lituanas, pero también del resto de países de la OTAN, quieren que el daño y las bajas sean las menores posibles, por lo que el uso de grandes cantidades de poder de fuego como el de las piezas pesadas de artillería y de grandes ataques aéreos está en entredicho. Por lo tanto, para tratar de paliar esa pérdida de potencia de fuego en la lucha urbana, tanto de Vilna como de Kaunas, tengo la intención de rodear ambas ciudades para evitar el suministro de las tropas enemigas, y también de aumentar la cantidad de tropas de infantería, ingenieros y fuerzas especiales que tomen parte en la lucha.
Se giró hacia su ordenador portátil y cambió la pantalla hacia otra donde se veía el orden de batalla de su Cuerpo de Ejército.
-Como pueden comprobar, las fuerzas disponibles son algo escasas para llevar a cabo un ataque con gran superioridad numérica, y todos sabemos que la lucha en una ciudad contra un enemigo bien atrincherado y con intención de defenderse, puede ser muy costosa en términos de bajas propias, tiempo y daños colaterales. Inteligencia estima las fuerzas enemigas, en cada una de las dos ciudades, en aproximadamente la mitad de una división paracaidista, algunos efectivos motorizados de las unidades en retirada y unidades de apoyo…con la idea de defenderlas todo lo que puedan y sin limitaciones a la hora de causar daños y bajas, como ya se ha visto en la devastación provocada en Tallin. Así pues, estamos hablando de entre cuatro y cinco mil efectivos enemigos, la mayoría de ellos infantería de élite, en cada ciudad. Ante este problema, me he visto en la necesidad de ordenar a las reservas del Cuerpo – dijo señalando con el puntero a las dos brigadas que formaban parte de ellas – que se adelante y estén listas para intervenir lo antes posible. En Kaunas, para apoyar a la infantería del 3ª Regimiento de Caballería norteamericano, que llevará el peso de las operaciones en dicha ciudad, la Brigada legionaria española estará en condiciones de participar en los combates en las próximas 12-24 horas, mientras que la Brigada de paracaidistas polacos, apoyara a la brigada lituana y a la Brigada mecanizada holandesa, que serán quienes encabecen el ataque.
- ¿Serán suficientes? ¿Por qué no apoyarlas con las unidades pesadas de ambas divisiones? – preguntó el General del AIRCOM.
-Porque esas unidades serán las encargadas de rodear y mantener el cerco de las ciudades, además de no ser la mejor opción para un combate callejero ante la vulnerabilidad de sus blindados a corta distancia, aunque algunas unidades menores de infantería si atacaran desde el norte. Lo que quiero decir, como bien inquiere usted, es que dichas fuerzas de infantería pueden no ser suficientes para arrebatarles las ciudades a los rusos sin el apoyo artillero y aéreo correspondiente.
-Quiero aclarar – intervino SACEUR – que el General Knudsen tiene razón en cuanto a la contención pedida por las autoridades civiles y que trataremos de hacer todo lo que podamos en ese aspecto, pero tampoco estamos dispuestos a renunciar totalmente a dichos apoyos de fuego, principalmente en forma de ataques de precisión sobre objetivos puntuales y de gran valor.
-Se lo agradezco General, y mis hombres seguro que también, pero hemos llegado hasta aquí con una gran cantidad de apoyo de fuego, y ahora en un terreno que favorece en gran medida al defensor, con unos apoyos de fuego reducidos y sin una superioridad numérica significativa, el riesgo de que la ofensiva se estanque, es real.
El General danés tenía fama de hablar abiertamente, aun cuando fuera para poner en entredicho las afirmaciones de sus superiores. SACEUR se revolvió ligeramente en su asiento, pero no dijo nada más.
-Por lo tanto, necesito de ustedes que liberen algunas unidades adicionales para participar en la lucha por ambas ciudades lituanas. En el peor de los casos y como en Vilna puedo llegar a contar con tres brigadas, al menos y de forma indispensable necesitaría una brigada de infantería más para la lucha por Kaunas y tratar de que en ambos combates haya una proporción más favorable de fuerzas. Idealmente, necesitaría tres brigadas más, dos en Kaunas y una en Vilna, lo que favorecería en gran medida la celeridad del ataque, el éxito del mismo, y un menor número de bajas propias y civiles. Entiendo que es difícil sacar tres brigadas de hoy para mañana, pero hay varios países con unidades paracaidistas, que serían de gran ayuda en estos momentos.
El danés se quedó mirando inquisitivamente a SACEUR y calló mientras esperaba alguna reacción por parte de su superior. Este frunció el ceño y se giró hacia su segundo, e intercambiaron miradas. Finalmente, y tras unos segundos intervino.
-Caballeros, esto que voy a contarles tenía previsto hacerlo dentro de unos días, pero creo que dadas las circunstancias ya puedo exponerlo. Bien, ustedes saben cómo yo que, en estos últimos años, quizás décadas, ha habido bastante complacencia por parte de gran parte de los países de la alianza en cuanto a temas de defensa se refiere. Solo a raíz de la invasión rusa de Crimea y de su implicación en el este de Ucrania, comenzó a cambiar algo la situación. Aun así, antes de comenzar la agresión rusa, incluso a día de hoy, la situación es mala. La mayoría de países han generado casi todo lo que pueden en el periodo de tiempo que han tenido para ello, y aunque se están haciendo grandes esfuerzos, es posible que todavía se tarde en tener lista las unidades pesadas de combate necesarias para una segunda fase de la ofensiva. Por lo tanto, en el SHAPE estamos trabajando con la idea de tener que utilizar las fuerzas de este primer escalón, con la suma de varias unidades ligeras ya disponibles y una sola pesada para el segundo. En concreto, tan solo vamos a disponer para su uso dentro de varios días de una brigada mecanizada norteamericana que está por llegar mañana a Alemania, y el resto, son la Brigada franco-germana, y las brigadas paracaidistas alemana, francesa e italiana. Esas cinco Brigadas iban a ser el principal aporte para la segunda fase de la ofensiva, seguramente ya en Letonia. Todo lo que sustraigamos ahora, será debilitar la lucha más adelante…pero si no somos capaces de llegar allí, tampoco servirán de nada esas unidades – concluyo dubitativo el General norteamericano.
- ¿Y la 173ª Brigada del ARRC? – apuntó el General Farina. - ¿Todavía está en la reserva del Cuerpo? ¿Se va a utilizar en los próximos días?
Radford se mostró incomodo ante la pregunta del italiano y la insinuación de quitarle una brigada a él para dársela a su colega danés.
-Pues la verdad es que si – dijo el británico con rapidez - tenía pensado, si las circunstancias lo permiten, realizar un asalto aéreo sobre los puentes del Niemen en el avance hacia el norte, para capturarlos y cerrar el paso a las fuerzas enemigas, y facilitar el paso del rio para mis unidades.
-No… - dijo SACEUR – no será necesario utilizar esa brigada. Hace unos días terminó el despliegue en Noruega de una brigada de la 101ª División Aerotransportada de los Estados Unidos, y podría ser enviada a Lituania en muy poco tiempo. Creo que puedo conseguir que otra brigada de la misma división ocupe el puesto de esa cuando lo se traslade hacia el Báltico, o en todo caso, reforzar Noruega con algunas unidades adicionales de Marines. Era un as en la manga que guardaba y esperaba no tener que utilizarlo, como hemos visto las cosas se están poniendo feas allí arriba – dijo en referencia al ataque aeronaval que habían visto hacia unos minutos. – Pero si doy la orden en cuanto termine la reunión, esa brigada podría estar combatiendo en Kaunas en 48 horas ¿estaría bien así?
-Si – respondió Knudsen – puedo comenzar el ataque con lo que tengo, y esa brigada sería un refuerzo muy bien recibido y seguramente ayudará de forma decisiva. Como dije anteriormente, serían mejor dos brigadas para terminar con esto cuanto antes y de forma más limpia, pero si no hay otra opción…sí, creo que será suficiente.
-Entonces tendrá que ser suficiente – sentencio SACEUR – y ahora…
En ese momento se abrió la puerta de la sala y entró un Coronel norteamericano con cara de preocupación. SACEUR lo miró con una mezcla de fastidio y preocupación. Había dejado claro que no se le interrumpiera en la reunión a no ser que fuera algo muy grave. El Coronel se acercó y le dijo algunas palabras al oído y le entrego una nota. SACEUR leyó la nota y su gesto se torció. Se reclinó sobre su asiento y cerró los ojos. Instantes después, se incorporó, y tras despedir al Coronel, se dirigió de nuevo a los presentes en la sala.
-Señores, tenemos que dejar aquí la reunión. Han surgido complicaciones. El Presidente ruso ha dado un discurso ante el parlamento ruso en términos muy duros y con graves amenazas estratégicas. Parece ser que, al terminar el discurso, los rusos han puesto a todas sus fuerzas estratégicas en alerta total. Sus silos de misiles intercontinentales, submarinos lanzamisiles estratégicos y bombarderos nucleares están en pie de guerra, y lo que es más preocupante, se han interceptado comunicaciones dirigidas a sus baterías de misiles de corto alcance, que estén preparadas para llevar a cabo un lanzamiento “con armas especiales” …y todos sabemos lo que eso quiere decir. Vamos a elevar nuestro nivel de alerta nuclear al máximo, y que sea lo que Dios quiera…esperemos que esos estúpidos solo se estén marcando un farol – dijo finalmente en voz baja, antes de salir de la sala a toda velocidad, seguido por DSACEUR y sus ayudantes.
El General Knudsen había temido algo así desde el comienzo de las hostilidades, más todavía desde el inicio de la campaña terrestre. Los rusos habían perdido el control del aire, y en el mar, tras una victoria que llevarse a la boca y a los noticiarios, se habían encontrado al poco con una amarga derrota, y en tierra, estaban a punto de perder la región de Kaliningrado y en Lituania habían sido empujados hacia el norte paso a paso, de forma constante y metódica en pocos días. Podía ser un farol, desde luego era lo más probable, pero cuando se juega con esas cosas en medio de una guerra entre potencias nucleares, no hay mucho margen de error con los faroles, más cuando los mandatarios de las dos grandes potencias tienen egos enormes y ninguna gana de perder la cara delante de sus enemigos, tanto internos como externos.
Finalmente, el danés se levantó y mientras su ayudante pedía el coche para dirigirse al aeropuerto, él ya iba pensando en las medidas que iba a poner en marcha entre sus tropas para paliar un posible uso de armas nucleares por parte del enemigo…si es que llegaba a tiempo a su puesto de mando.
La sala de mando situada en el interior del bunker subterráneo, decorada con una mezcla de muebles de madera de gran calidad con aparatos electrónicos de ultimísima generación y cómodas butacas, estaba perfectamente acondicionada para cumplir su función principal, que no era otra que la que en aquellos momentos se estaba produciendo, una reunión de alto nivel de mandos militares de la OTAN para tratar el desarrollo del conflicto con Rusia.
Aquella tarde la sala estaba abarrotada de personal. Se había reunido toda una constelación de estrellas en los uniformes de los Generales, Almirantes y demás altos mandos que, acompañados de sus ayudantes, estaban presentes en la reunión. Desde el SACEUR y DCASEUR, pasando por los Almirantes y Generales del MARCON, AIRCOM, LANDCOM, JFC Brunssum, etc… hasta los mandos del ARRC o del MNC-NE. El General al mando de este último, el danés Knudsen, permanecía atento a una gran pantalla situada en uno de los extremos de la sala, donde desde hacía ya varios minutos, el Almirante al mando del MARCOM explicaba una gran operación aeronaval que había tenido lugar hacia pocas horas en el Mar de Barents y el Mar de Noruega, mediante un video donde aparecían toda una serie de extraños símbolos, círculos y líneas de todos los colores, que hacían que cualquier operación con mapas en un ordenador con simbología terrestre OTAN, le pareciera de parvularios, comparado con lo que tenían montados los marinos en sus presentaciones. El danés, hacía ya unos minutos que se había perdido entre toda aquella simbología, por lo que básicamente prestaba atención a lo que decía el Almirante británico.
Pese a que la Alianza y sus gobiernos habían estado tratando de contener la expansión del conflicto báltico, y pese a los ataques rusos contra Alaska, tras la agresión rusa del día anterior contra Alemania y sobre todo contra Grupo de Ataque del portaviones “Truman”, la cosa había cambiado, y se valoró que no se podía dejar algo así sin respuesta. Por lo tanto, se ordenó que se ejecutaran los planes ya previstos unos días antes para atacar al Grupo Naval de Superficie, que la Flota del Mar del Norte de la marina de guerra rusa había situado en el Mar de Barents, con su crucero “Pedro el Grande” como buque insignia, presta a defender la Madre Patria y las vitales bases aéreas y navales de la península de Kola, y precisamente, también alguna de esas bases eran otros objetivos de la misión, que por supuesto tenía un nombre “potente”, que Knudsen había olvidado ya.
El Almirante comenzó detallando las fuerzas involucradas de ambos bandos y como se había previsto que se desarrollara el ataque, para luego ir comentando lo que había sucedido en realidad. Los primeros combates fueron los llevados a cabo por los cazas de la USAF, apoyados por los noruegos, que eliminaron la cobertura aérea que tenían los buques rusos. Acto seguido, los cazabombarderos de los dos portaviones de la US Navy, en unión de varios bombarderos llegados desde los Estados Unidos, lanzaron un ataque masivo con señuelos y misiles antibuque (los lanzados por los bombarderos, eran furtivos y apenas se habían probado hacia unos pocos meses desde esas plataformas). Los rusos, pese a la importante capacidad de defensa aérea de su crucero y de algunos de los otros buques, al final fueron sobrepasados, y el “Pedro el Grande” fue alcanzado repetidas veces, resultando hundido tras un par de horas de lucha desesperada por parte de su tripulación para salvarlo. Junto a él, se fueron al fondo del mar una fragata y un destructor, resultando otro buque de ese tipo severamente dañado. En general, el Almirante británico califico aquel ataque de gran éxito.
Y mientras todo eso ocurría, varios cruceros y destructores norteamericanos lanzaron docenas y docenas de misiles de crucero (lo que redujo bastante la ya exigua reserva de estas armas, dado el gasto de las mismas desde el inicio del conflicto), a los que se unieron los lanzados desde un SSGN y varios SSN de la US Navy contra dos objetivos separados. Uno, el dique flotante donde el portaviones ruso “Almirante Kutznesov” estaba siendo sometidos a una profunda modernización, y la otra, a la principal base de bombarderos de ataque naval en la península de Kola, para eliminar la amenaza sobre las fuerzas navales de la OTAN que ellos suponían, y como cumplida venganza por su supuesta participación en el ataque contra el “Truman”, ya que se creía que habían sido aquellos bombarderos los que lanzaron dicho ataque. Contra aquella gran oleada de misiles de crucero, la defensa aérea rusa actuó bastante bien, y sus cazas y misiles antiaéreos lograron derribar bastantes… pero no los suficientes. El “Kutznesov” fue alcanzado por dos misiles, dejándolo cubierto de llamas y en un estado lamentable, con hierros retorcidos y explosiones secundarias por doquier, además el propio dique resulto alcanzado y se hundió en buena parte, agravándose todo aún más. Aunque el portaviones no se fue a pique, aquel buque no iba a navegar en mucho tiempo, y lo más probable era que no mereciese la pena su reparación.
La base aérea de Olenya, donde se encontraban los bombardeos rusos fue también alcanzada por múltiples impactos, y siete de aquellos peligrosos aviones fueron pasto de las llamas, mientras que dos más resultaron dañados, además de diversa infraestructura de la propia base. Aunque si bien es cierto que el resultado allí estuvo por debajo de lo esperado por los responsables del ataque, los rusos se llevaron un buen susto y sus capacidades de ataque naval estarían reducidas durante un tiempo, mientras se reparaba la base y se reforzaban los bombarderos supervivientes con más aparatos llegados desde otras bases. Sea como fuere, el Almirante británico, siguió calificando de éxito también esta parte de la misión, y se congratuló por la eficacia global de la respuesta dada al ataque contra el portaviones norteamericano.
Terminado el informe del Almirante jefe del MARCON, y durante unos minutos de descanso en la sala mientras se preparaba el siguiente “briefing”, Knudsen comentó con los oficiales que tenía cerca de él lo que acababan de escuchar y ver. El murmullo y los comentarios en la sala eran de aprobación y orgullo. Aquello había salido bastante bien y la venganza había resultado productiva, pero algunos altos mandos, no podían evitar sentirse preocupados por la escalada que aquello suponía y la posible respuesta rusa. Finalmente, el ayudante del SACEUR llamó la atención de los presentes y pidió silencio, para poder seguir con la reunión, poniendo fin a los corrillos y murmullos de la sala.
Knudsen se puso algo más tenso, en breve le tocaría a él exponer su informe ante sus colegas. Pero primero el General al mando del AIRCOM hizo un resumen de la campaña aérea desde el inicio de las hostilidades y su situación en aquel momento. En las buenas noticias, se informó que cada día que pasaba, la superioridad aérea aliada era más palpable, y las bajas menores, aunque todavía era peligroso operar en los cielos bálticos. Entre las malas noticias, destacó, que sus aviones no podrían soportar por mucho más tiempo el ritmo de las operaciones, tanto por disponibilidad de los mismos, como por una previsible escasez de armamento a su disposición que tendría lugar en los próximos días. Tras asimilar esa información y comprometerse SACEUR a hacer todo lo posible por remediarlo, tomo la palabra el General Farina, al mando del JFC Brunssum, e hizo otro somero repaso de las actuaciones terrestres en el Teatro de Operaciones del Báltico, antes de ceder la palabra al General Radford, comandante del Cuerpo de Reacción rápida de la OTAN (ARRC), cuyas unidades de combate eran las encargadas de las operaciones contra los rusos en Kaliningrado. El inglés, sobre un mapa plasmado en la gran pantalla principal, mostraba una animación de los movimientos de sus fuerzas desde el inicio de la campaña, cinco días atrás. Mucho más comprensibles para Knudsen, este siguió como las diferentes brigadas del ARRC habían progresado durante su avance, sin la necesidad de seguir las explicaciones de su colega. El avance de la 3ª División británica, con solo 2 brigadas, y que había atacado por la zona costera de la región rusa, había sido lento y costoso, pese a que solo una brigada motorizada rusa, con algunos elementos de apoyo de la 90º División de Tanques, se le oponían. Por suerte, la 4ª División norteamericana había tenido más éxito contra el resto de la 90ª División, y viendo el flanco amenazado, las fuerzas enemigas, tras una hábil retirada, se habían atrincherado alrededor de la capital, la propia ciudad de Kaliningrado. Por su parte, los marines norteamericanos de la 4º División habían llegado y superado en diversas partes, hasta la altura de Gvardeisk, la carretera que unía la ciudad sitiada con la frontera lituana, y que discurría casi exactamente por la mitad de la región, y avanzaban hacia el norte con poca oposición. Algo más al este, la 3ª División Acorazada francesa y la 16ª División mecanizada polaca, habían hecho retroceder a las 3 brigadas motorizadas restantes y algunas unidades menores de apoyo, varios kilómetros al norte de la anteriormente citada carretera, tomando las ciudades de Chernyakhovsk y Gusev, tras encarnizados combates, en el camino.
El General Radford informó que en aquellos mismos momentos, la 16º Brigada paracaidista británica estaba relevando a la 20ª Brigada acorazada inglesa en el sitio de Kaliningrado, permitiendo a esta, unirse a la 3ª Brigada Acorazada y a los Marines de la 2ª MEB, e integrarse en la 4º División de infantería norteamericana, para proseguir con el avance aliado hacia el norte, mientras que la división estadounidense, cedía el 2ª Regimiento de Caballería a la división británica para mantener el cerco de la ciudad rusa. El General explicó que estaba previsto continuar con la ofensiva al menos un par de días más, asumiendo el ritmo actual de los combates, antes de tener que detenerse para una pausa operativa, para reorganizarse y re avituallarse, y esperaba que, en ese plazo, sus unidades de vanguardia alcanzasen la frontera norte de la región rusa con Lituania. Por último, aprovecho para agradecer la cooperación de las fuerzas aéreas aliadas, sin cuyo concurso, hubiese sido imposible el avance y las victorias conseguidas hasta el momento, y pidió que se tratara de mantener por todos los medios el ”tempo” de las operaciones aéreas de apoyo a sus fuerzas en tierra.
Entonces llegó el turno de Knudsen, al que SACEUR le conminó a presentar su informe. El danés se levantó, tras haber dejado lista la presentación en un pequeño ordenador portátil que tenía frente a él. En la pantalla ahora aparecía el área de operaciones del MNC-NE, que básicamente se correspondía con Lituania. El General señaló con un puntero laser la parte oeste de Lituania, y en concreto, la zona donde operaba la 11ª División de Caballería polaca.
-Buenas tardes. Por continuar por donde mi colega el General Radford lo ha dejado, geográficamente hablando, como pueden observar, la División de caballería polaca está desplegada a medio camino entre la ciudad de Vikaviskis y el rio Niemen, estando en contacto al oeste con la 16ª división polaca y el ARRC, y al este con la 1ª División norteamericana. Los combates han sido duros, pero el terreno y la superioridad numérica, han facilitado la labor de esta división que ha actuado bien. Su objetivo inmediato es seguir presionando hacia el norte para llegar al rio Niemen lo antes posible. A su derecha – dijo desplazando el puntero láser - y en los arrabales de la ciudad de Kaunas, como unidad más avanzada de nuestra ofensiva, la 1ª División de Infantería de los Estados Unidos lleva el mayor peso del ataque al avanzar sobre el eje principal del mismo. Su oposición ha sido grande, ya que el grueso de la 4ª División de Tanques y la 27ª Brigada Motorizada enemigas han sido sus oponentes. Las bajas son relativamente altas, pero todavía aceptables, y por suerte, teníamos previstos suficientes hombres, vehículos y material para sustituir las bajas, aunque no en una proporción 1 a 1, pero si lo suficiente como para mantener a la División en operaciones ofensivas, al menos por unos días más.
- ¿Por cuantos días exactamente? – quiso saber DSACEUR.
-Dependerá del ritmo y la intensidad de las operaciones, pero como su objetivo inmediato es la toma de la estratégica ciudad de Kaunas, y se prevén duros combates, tanto en la ciudad como en el cruce del rio, espero que al menos tres o cuatro días más, antes de necesitar una pausa.
“La logística y la previsión norteamericana siempre ha sido superior” pensó el danés, antes de seguir con su exposición.
-Como les decía, ante sí, esta división tiene la tarea de tomar Kaunas, objetivo prioritario de la ofensiva en esta fase, tanto por su población, como por ser un importantísimo nudo de comunicaciones y su posición sobre el rio Niemen, lo que nos permitiría, una vez capturada, elegir el eje de avance y, tanto apoyar a las fuerzas del ARRC y limpiar de rusos el oeste del país, como virar al este y ayudar en la toma de Vilna o proseguir hacia el norte, hacia Letonia. Confío en que, en 24 horas, tengamos algún punto de cruce sobre el Niemen, el oeste de la ciudad, y comencemos a rodearla para cortar sus suministros, a la vez que, desde el sur, comienzan los combates para arrebatársela al enemigo. Y siguiendo hacia el este – dijo tras una pausa para reflexionar sobre lo que iba a continuación – nos encontramos con la división italiana, que en realidad es bastante multinacional, con unidades de al menos cinco países, y que por el tipo de terreno que le ha tocado, con mayor número de zonas boscosas y pantanosas, su avance no ha sido tan rápido como el previsto, aunque mantiene un sólido contacto con los norteamericanos al oeste y con los alemanes al este, y han llegado a varios kilómetros al noreste de Alytus – dijo indicando la posición de la división con el láser. – Sus órdenes son seguir avanzando sin perder el contacto con sus flancos para proteger los de sus unidades vecinas. Finalmente, la 1ª División Panzer alemana, está muy cerca de la capital lituana, tras un duro avance, donde el grueso de la 2ª División Motorizada ha sido su principal contrincante. Tengo que decirles, que a pesar de lo que dice la propaganda rusa, no ha habido en ningún momento incidentes con los bielorrusos, ni mucho menos hemos entrado en su territorio. Las cosas han fluido bien en ese aspecto. También aquí el terreno favorece algo más a los defensores, y la lucha ha sido bastante dura y las bajas elevadas. Por suerte, esta división tiene una brigada adicional, aunque en realidad, he estado reservando la brigada lituana para que encabecen el asalto a su capital. Debo decir, como ha hecho el General Radford, que, sin el inestimable apoyo aéreo de las fuerzas aéreas, este avance habría sido imposible. Gracias a ellos, nos hemos encontrado a un enemigo ya desgastado desde el principio, y les han causado bajas igualmente importantes desde el inicio de la ofensiva terrestre, decidiendo en muchos casos, el resultado de no pocos combates.
El General del AIRCOM agradeció las palabras del danés con una leve inclinación de la cabeza, aunque aún le rondaban los pensamientos de los problemas que tenía que solventar para poder seguir prestando semejante apoyo en los próximos días y semanas, y aquellas palabras no hacían sino reafirmarle en su empeño por lograrlo.
-La División tiene la tarea de conquistar la capital lituana como objetivo inmediato. Y aquí me gustaría detenerme para hacerles unas observaciones. Como comprenderán, la toma de grandes zonas urbanas en nuestra área de operaciones no es igual que el de nuestros colegas del ARRC, ya que nosotros combatimos en un país aliado y ellos sobre suelo enemigo, y aun así, se ha preferido cercar la ciudad de Kaliningrado a tomarla. No quiero decir, por supuesto, que no se deban mantener las bajas civiles y daños colaterales al mínimo en la medida de lo posible en cualquier lugar, pero comprenderán que, en un país aliado, este requisito es todavía más exigente. SACEUR me ha hecho saber que las autoridades civiles lituanas, pero también del resto de países de la OTAN, quieren que el daño y las bajas sean las menores posibles, por lo que el uso de grandes cantidades de poder de fuego como el de las piezas pesadas de artillería y de grandes ataques aéreos está en entredicho. Por lo tanto, para tratar de paliar esa pérdida de potencia de fuego en la lucha urbana, tanto de Vilna como de Kaunas, tengo la intención de rodear ambas ciudades para evitar el suministro de las tropas enemigas, y también de aumentar la cantidad de tropas de infantería, ingenieros y fuerzas especiales que tomen parte en la lucha.
Se giró hacia su ordenador portátil y cambió la pantalla hacia otra donde se veía el orden de batalla de su Cuerpo de Ejército.
-Como pueden comprobar, las fuerzas disponibles son algo escasas para llevar a cabo un ataque con gran superioridad numérica, y todos sabemos que la lucha en una ciudad contra un enemigo bien atrincherado y con intención de defenderse, puede ser muy costosa en términos de bajas propias, tiempo y daños colaterales. Inteligencia estima las fuerzas enemigas, en cada una de las dos ciudades, en aproximadamente la mitad de una división paracaidista, algunos efectivos motorizados de las unidades en retirada y unidades de apoyo…con la idea de defenderlas todo lo que puedan y sin limitaciones a la hora de causar daños y bajas, como ya se ha visto en la devastación provocada en Tallin. Así pues, estamos hablando de entre cuatro y cinco mil efectivos enemigos, la mayoría de ellos infantería de élite, en cada ciudad. Ante este problema, me he visto en la necesidad de ordenar a las reservas del Cuerpo – dijo señalando con el puntero a las dos brigadas que formaban parte de ellas – que se adelante y estén listas para intervenir lo antes posible. En Kaunas, para apoyar a la infantería del 3ª Regimiento de Caballería norteamericano, que llevará el peso de las operaciones en dicha ciudad, la Brigada legionaria española estará en condiciones de participar en los combates en las próximas 12-24 horas, mientras que la Brigada de paracaidistas polacos, apoyara a la brigada lituana y a la Brigada mecanizada holandesa, que serán quienes encabecen el ataque.
- ¿Serán suficientes? ¿Por qué no apoyarlas con las unidades pesadas de ambas divisiones? – preguntó el General del AIRCOM.
-Porque esas unidades serán las encargadas de rodear y mantener el cerco de las ciudades, además de no ser la mejor opción para un combate callejero ante la vulnerabilidad de sus blindados a corta distancia, aunque algunas unidades menores de infantería si atacaran desde el norte. Lo que quiero decir, como bien inquiere usted, es que dichas fuerzas de infantería pueden no ser suficientes para arrebatarles las ciudades a los rusos sin el apoyo artillero y aéreo correspondiente.
-Quiero aclarar – intervino SACEUR – que el General Knudsen tiene razón en cuanto a la contención pedida por las autoridades civiles y que trataremos de hacer todo lo que podamos en ese aspecto, pero tampoco estamos dispuestos a renunciar totalmente a dichos apoyos de fuego, principalmente en forma de ataques de precisión sobre objetivos puntuales y de gran valor.
-Se lo agradezco General, y mis hombres seguro que también, pero hemos llegado hasta aquí con una gran cantidad de apoyo de fuego, y ahora en un terreno que favorece en gran medida al defensor, con unos apoyos de fuego reducidos y sin una superioridad numérica significativa, el riesgo de que la ofensiva se estanque, es real.
El General danés tenía fama de hablar abiertamente, aun cuando fuera para poner en entredicho las afirmaciones de sus superiores. SACEUR se revolvió ligeramente en su asiento, pero no dijo nada más.
-Por lo tanto, necesito de ustedes que liberen algunas unidades adicionales para participar en la lucha por ambas ciudades lituanas. En el peor de los casos y como en Vilna puedo llegar a contar con tres brigadas, al menos y de forma indispensable necesitaría una brigada de infantería más para la lucha por Kaunas y tratar de que en ambos combates haya una proporción más favorable de fuerzas. Idealmente, necesitaría tres brigadas más, dos en Kaunas y una en Vilna, lo que favorecería en gran medida la celeridad del ataque, el éxito del mismo, y un menor número de bajas propias y civiles. Entiendo que es difícil sacar tres brigadas de hoy para mañana, pero hay varios países con unidades paracaidistas, que serían de gran ayuda en estos momentos.
El danés se quedó mirando inquisitivamente a SACEUR y calló mientras esperaba alguna reacción por parte de su superior. Este frunció el ceño y se giró hacia su segundo, e intercambiaron miradas. Finalmente, y tras unos segundos intervino.
-Caballeros, esto que voy a contarles tenía previsto hacerlo dentro de unos días, pero creo que dadas las circunstancias ya puedo exponerlo. Bien, ustedes saben cómo yo que, en estos últimos años, quizás décadas, ha habido bastante complacencia por parte de gran parte de los países de la alianza en cuanto a temas de defensa se refiere. Solo a raíz de la invasión rusa de Crimea y de su implicación en el este de Ucrania, comenzó a cambiar algo la situación. Aun así, antes de comenzar la agresión rusa, incluso a día de hoy, la situación es mala. La mayoría de países han generado casi todo lo que pueden en el periodo de tiempo que han tenido para ello, y aunque se están haciendo grandes esfuerzos, es posible que todavía se tarde en tener lista las unidades pesadas de combate necesarias para una segunda fase de la ofensiva. Por lo tanto, en el SHAPE estamos trabajando con la idea de tener que utilizar las fuerzas de este primer escalón, con la suma de varias unidades ligeras ya disponibles y una sola pesada para el segundo. En concreto, tan solo vamos a disponer para su uso dentro de varios días de una brigada mecanizada norteamericana que está por llegar mañana a Alemania, y el resto, son la Brigada franco-germana, y las brigadas paracaidistas alemana, francesa e italiana. Esas cinco Brigadas iban a ser el principal aporte para la segunda fase de la ofensiva, seguramente ya en Letonia. Todo lo que sustraigamos ahora, será debilitar la lucha más adelante…pero si no somos capaces de llegar allí, tampoco servirán de nada esas unidades – concluyo dubitativo el General norteamericano.
- ¿Y la 173ª Brigada del ARRC? – apuntó el General Farina. - ¿Todavía está en la reserva del Cuerpo? ¿Se va a utilizar en los próximos días?
Radford se mostró incomodo ante la pregunta del italiano y la insinuación de quitarle una brigada a él para dársela a su colega danés.
-Pues la verdad es que si – dijo el británico con rapidez - tenía pensado, si las circunstancias lo permiten, realizar un asalto aéreo sobre los puentes del Niemen en el avance hacia el norte, para capturarlos y cerrar el paso a las fuerzas enemigas, y facilitar el paso del rio para mis unidades.
-No… - dijo SACEUR – no será necesario utilizar esa brigada. Hace unos días terminó el despliegue en Noruega de una brigada de la 101ª División Aerotransportada de los Estados Unidos, y podría ser enviada a Lituania en muy poco tiempo. Creo que puedo conseguir que otra brigada de la misma división ocupe el puesto de esa cuando lo se traslade hacia el Báltico, o en todo caso, reforzar Noruega con algunas unidades adicionales de Marines. Era un as en la manga que guardaba y esperaba no tener que utilizarlo, como hemos visto las cosas se están poniendo feas allí arriba – dijo en referencia al ataque aeronaval que habían visto hacia unos minutos. – Pero si doy la orden en cuanto termine la reunión, esa brigada podría estar combatiendo en Kaunas en 48 horas ¿estaría bien así?
-Si – respondió Knudsen – puedo comenzar el ataque con lo que tengo, y esa brigada sería un refuerzo muy bien recibido y seguramente ayudará de forma decisiva. Como dije anteriormente, serían mejor dos brigadas para terminar con esto cuanto antes y de forma más limpia, pero si no hay otra opción…sí, creo que será suficiente.
-Entonces tendrá que ser suficiente – sentencio SACEUR – y ahora…
En ese momento se abrió la puerta de la sala y entró un Coronel norteamericano con cara de preocupación. SACEUR lo miró con una mezcla de fastidio y preocupación. Había dejado claro que no se le interrumpiera en la reunión a no ser que fuera algo muy grave. El Coronel se acercó y le dijo algunas palabras al oído y le entrego una nota. SACEUR leyó la nota y su gesto se torció. Se reclinó sobre su asiento y cerró los ojos. Instantes después, se incorporó, y tras despedir al Coronel, se dirigió de nuevo a los presentes en la sala.
-Señores, tenemos que dejar aquí la reunión. Han surgido complicaciones. El Presidente ruso ha dado un discurso ante el parlamento ruso en términos muy duros y con graves amenazas estratégicas. Parece ser que, al terminar el discurso, los rusos han puesto a todas sus fuerzas estratégicas en alerta total. Sus silos de misiles intercontinentales, submarinos lanzamisiles estratégicos y bombarderos nucleares están en pie de guerra, y lo que es más preocupante, se han interceptado comunicaciones dirigidas a sus baterías de misiles de corto alcance, que estén preparadas para llevar a cabo un lanzamiento “con armas especiales” …y todos sabemos lo que eso quiere decir. Vamos a elevar nuestro nivel de alerta nuclear al máximo, y que sea lo que Dios quiera…esperemos que esos estúpidos solo se estén marcando un farol – dijo finalmente en voz baja, antes de salir de la sala a toda velocidad, seguido por DSACEUR y sus ayudantes.
El General Knudsen había temido algo así desde el comienzo de las hostilidades, más todavía desde el inicio de la campaña terrestre. Los rusos habían perdido el control del aire, y en el mar, tras una victoria que llevarse a la boca y a los noticiarios, se habían encontrado al poco con una amarga derrota, y en tierra, estaban a punto de perder la región de Kaliningrado y en Lituania habían sido empujados hacia el norte paso a paso, de forma constante y metódica en pocos días. Podía ser un farol, desde luego era lo más probable, pero cuando se juega con esas cosas en medio de una guerra entre potencias nucleares, no hay mucho margen de error con los faroles, más cuando los mandatarios de las dos grandes potencias tienen egos enormes y ninguna gana de perder la cara delante de sus enemigos, tanto internos como externos.
Finalmente, el danés se levantó y mientras su ayudante pedía el coche para dirigirse al aeropuerto, él ya iba pensando en las medidas que iba a poner en marcha entre sus tropas para paliar un posible uso de armas nucleares por parte del enemigo…si es que llegaba a tiempo a su puesto de mando.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
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Expreso Báltico
15 de marzo 2018. 08:04 hora local. Mar Báltico, a 40 millas náuticas al noroeste de la entrada del Golfo de Gdansk.
-Todo despejado Contraalmirante, nada en los sensores del Grupo – informó el oficial de guardia y segundo al mando de la fragata, al Contraalmirante Martin Palacios cuando entró en el CIC de la “Blas de Lezo”.
-Gracias, prosiga, no quiero molestar, solo estaré un momento.
-A la orden señor.
Y mientras el oficial seguía con sus tareas, mirando de reojo a su superior, este, se limitaba a ir consola por consola observando los datos que en ellas aparecían. La tensión era palpable en el ambiente. De nuevo volvían a estar en el grado máximo de alerta, y esta vez, con la posibilidad cada vez más real de que los rusos utilizaran armas nucleares, con lo que el personal, la propia fragata, así como la JTF-22 al completo, se habían preparado para tal eventualidad.
Tras un rato paseando por allí, y comentando algunas cosas con los operadores de las consolas, finalmente se despidió del oficial de guardia del CIC y se dirigió al puente de la F-103. Allí, permitiéndose un momento de descanso tras varias horas en el CIC y sentado en su silla de mando, el Capitán de Corbeta Juan Arcos Peña, observaba entre la oscuridad del amanecer, el gris y plomizo cielo báltico, que volvía a amenazar lluvia, pese a lo que dijeran los informes meteorológicos sobre una mejora del tiempo.
-Buenos días Juan. ¿Qué tal va todo? ¿Me he perdido algo durante el descanso? – preguntó el Contralmirante.
-Contralmirante… hola, buenos días señor. Todo tranquilo, sin novedad por el momento. Necesitaba usted esas horas de sueño, puede que la cosa se ponga difícil en poco tiempo.
-Sí, pero no me gusta perderme nada, más cuando nos adentramos en “la boca del lobo” – dijo refiriéndose al rumbo este que con el que llevaban navegando la JTF-22 desde hacía varias horas. – ¿Se ha integrado ya el “Porter” en el Grupo?
-Sí, ya está plenamente interoperable con nosotros y el resto de buques.
-Perfecto. Supongo que sus marineros estarán cansados tras esa carrera desde Rota…quien estuviera en Rota ahora ¿verdad?
-Ya lo creo…
-Bueno, con la llegada del “Porter”, ya estamos al completo, listos para nuestra misión.
- ¿Nos vamos a quedar al final en el golfo de Gdansk? ¿O vamos a avanzar más allá? – quiso saber el Comandante de la fragata española.
-Las instrucciones de momento son de situarnos hacia la mitad de la entrada al golfo y esperar nuevas órdenes. Avanzar sería peligroso por las minas, pero ya hay buques limpiando zonas más al este, ahora que Kaliningrado está en manos de la OTAN, es más seguro hacerlo.
-Excepto su capital – puntualizo su interlocutor.
-Efectivamente, pero su costa está bajo nuestro control, que es lo que nos interesa a nosotros.
-Desde luego – dijo asintiendo Arcos.
-Por lo tanto, es posible que nos envíen más al este, aunque es posible que queden baterías costeras en Lituania, pero MARCOM cree ahora que es necesario correr el riesgo para poder cumplir nuestra misión…¿alguna novedad de los movimientos rusos?¿siguen en alerta sus fuerzas estratégicas?
-Así es. No tenemos novedades desde el último informe de inteligencia del MARCOM. Quizás eso sea buena señal, ya han pasado unas horas, o quizás solo indique que están llevando a cabo los últimos preparativos…
Ambos hombres se quedaron un momento en silencio recordando lo que les había llevado allí. El inflamado discurso del presidente ruso sobre el empleo de armas nucleares había encendido todas las alarmas, y parecía que los altos mandos no querían que los pillaran con los pantalones bajados si finalmente se llegaba a un conflicto nuclear. Como la autoridad civil parecía que no estaba dispuesta a ceder al chantaje ruso, la OTAN había puesto en marcha toda una serie de medidas para asegurarse poder defenderse y combatir adecuadamente en caso de que la peor pesadilla de todos se produjera. Y en ello, la JTF-22 tenía el papel de ayudar a defender a las tropas desplegadas en las zonas de combate en Lituania y Kaliningrado, y la zona norte de Polonia, de posibles lanzamientos de misiles o bombardeos nucleares. Para ello, la llegada del destructor “Porter”, había supuesto una buena inyección de potencial antimisil balístico, que sumada a la del “González”, y en menor medida al resto de las fragatas europeas, suponían un refuerzo importante al escudo defensivo que se había activado, desde Rumania, con el AEGIS terrestre, hasta Polonia y Alemania con sus Patriots, y sistemas THAAD desplegados allí desde hacía semanas. Por supuesto, toda la red de defensa aérea estaba en máxima alerta, incluida la de Norteamérica, y los silos de ICBM, los submarinos SSBN y los bombarderos atómicos habían puesto sus protocolos de lanzamiento a punto.
Así, que echarse una siesta en aquellos momentos le había parecido una locura al Contralmirante, pero tras más de 24 horas sin dormir, su juicio y su capacidad de respuesta era muy débil, y por recomendación de sus subordinados y del propio médico de la fragata, consintió en descansar cuatro horas de reparador sueño, que le parecieron habían pasado en un suspiro. Pero ahora, por fin tenía la mente más despejada y veía las cosas con mayor claridad. Debía apartar de su mente todo aquello en lo que no pudiera influir, y todos los pensamientos negativos y centrarse únicamente en su misión, y quizás si el mundo se volvía loco y todo se iba al carajo, él pudiera salvar a los marineros bajo su mando, y ojalá, que a cientos de miles o quizás millones de personas bajo la cobertura de los misiles de su fuerza naval.
El Contralmirante conversó unos minutos más antes de despedir al Capitán de Corbeta, al que le tocaba ahora el turno de descanso obligatorio, para poder estar igualmente fresco en las decisivas horas o días que se avecinaban. Martín Palacios se acercó a la ventana y pudo divisar a la luz del incipiente amanecer, un par de los buques que conformaban la JTF-22, y sintió, más que nunca, el peso de su responsabilidad que recaía sobre sus hombros…y pese a todo, creía que no le hubiese gustado estar en ningún otro lugar del mundo, por muy soleada que estuviera Rota aquel día.
15 de marzo, 16:20 hora local. Cuartel General alternativo de la Fuerza Estratégica de Misiles, Monte Kosvinsky, Montes Urales, Rusia.
A muchos metros bajo tierra, debajo de la nevada cumbre del monte Kosvinsky, el Teniente General Smolov podía observar desde su despacho al personal que trabajaba en la sala de mando y control, atendiendo los ordenadores, controlando las pantallas y llevando documentos de un lado a otro. Todo parecía más acelerado que de costumbre, y el ánimo era más sombrío, más serio, aún dentro de la normalidad de un centro como aquel, donde se podía decidir la destrucción total del mundo tal y como se conocía, o al menos de la normalidad en que se vivía desde hacía semanas tras el inicio de la guerra con occidente y la OTAN, donde en cualquier momento la situación bélica podía agravarse y tornarse en una crisis nuclear muy seria.
De hecho, ya habían sucedido momentos así en varias ocasiones, como al inicio de las hostilidades y ante la posible respuesta occidental, cuando la OTAN atacó por primera vez Kaliningrado, o cuando Moscú tomó represalia en Alaska. La rutina se había impuesto durante semanas, y el personal tomaba aquellas alertas como algo propio de su trabajo, pese a la seriedad del asunto y todos los allí presentes respiraban aliviados cuando pasaban esos momentos de crisis. Pero lo que ahora se sentía dentro de aquel complejo era diferente. Aquella vez parecía que la posibilidad de una guerra nuclear global era una posibilidad mucho más cierta que en otras ocasiones, y allí abajo, en la sala de mando y control el personal parecía presentirlo.
Veinte minutos antes, su superior, el Coronel General Karakaev le había informado de que se encontraban a punto de despegar con el avión presidencial desde Moscú con la mayor parte del gobierno y de miembros clave de la administración civil y militar del país, tras varias maratonianas reuniones de alto nivel en las últimas horas. Su destino era un aeródromo cercano al Monte Kosvinsky, a continuación, dirigirse al complejo de mando y tomar decisiones de importancia trascendentales en el Cuartel General alternativo de la Fuerza Estratégica de Misiles, que en aquellos momentos, y hasta la llegada de Karakaev, estaba bajo su mando. El Coronel General le había solicitado, por petición expresa del Presidente, que preparase una serie de opciones estratégicas “especiales” (entendiéndose por “especiales”, opciones con armamento nuclear) para hacer frente al desafío occidental, y poder ganar la guerra contra la OTAN, o al menos, lograr un acuerdo ventajoso y honroso para el presidente y el país. Y es que, tras el último e incendiario discurso del presidente en la Duma el día anterior, haciendo una amenaza explícita del empleo de armas nucleares contra la OTAN si no se llegaba de inmediato a un alto el fuego y a un acuerdo negociado para la finalización del conflicto, había encendido las alertas en todo el mundo, haciendo pensar en todas las capitales mundiales que una posible hecatombe atómica era ahora mucho más probable, y que quizás fuera cuestión de días o incluso horas.
Por todo ello, Karakaev le había ordenado preparar varios de aquellos planes que su Estado Mayor había discutido y diseñado años y meses atrás, y que estaban siendo continuamente actualizados, más desde el inicio de las hostilidades. Así que, tras sacarlos de la caja fuerte, allí estaban, delante de él, en forma de carpetas repletas de documentos con miles de datos, gráficos y mapas de todas las forma y condiciones. La variedad era grande y la complejidad de alguno de ellos, enorme, pero debido a su gran número, Smolov los quería inspeccionar todos para saber cuáles iba a presentar al presidente y someterlos a la consideración del gobierno. Pero por si aquello no fuera suficientemente preocupante, también había recibido instrucciones de preparar adecuadamente las instalaciones del monte Yamantau, a 600 km al sur de allí y sobre las que tenía una autoridad parcial, por si era necesaria su utilización por parte de las autoridades, tras las decisiones que debían tomarse en las próximas horas, y que solo podía significar una cosa, la posibilidad cierta de utilizar armas nucleares contra el enemigo, y la salvaguarda de las personas claves del país para que este y sus fuerzas armadas siguieran funcionando y operando en un estado de guerra global termonuclear.
Todavía no lo había hablado con sus subordinados, antes, y como faltaban unas horas para que llegasen sus “invitados”, quería pensar un rato en solitario para aclarar sus ideas. La sola mención de un uso de armas nucleares contra la OTAN era alarmante para sus propias convicciones. No es que fuera pacifista ni nada de eso, ni siquiera era uno de esos que estaba enamorado del modo de vida occidental, en absoluto. Era un fiel servidor del estado y un soldado de los pies a la cabeza, y cumpliría con su deber…y su deber, tal y como él lo veía, era garantizar la supervivencia del estado ruso y de sus ciudadanos, y por lo tanto, la posibilidad de un conflicto nuclear donde este fuera devastado y su población aniquilada, no entraba dentro de sus premisas profesionales, y ni mucho menos, éticas o morales. Así que, tenía claro que debía presentar las opciones que le habían ordenado, pero se atribuyó la prerrogativa de escoger algunos de ellos para tratar de reducir la posibilidad de llevar a su patria y al mundo a un Armagedón nuclear global.
Cerró los ojos un instante y al abrirlos, se dijo “vamos allá”. Durante la siguiente hora y media, el Teniente General leyó, pensó y decidió cuales facilitar al gobierno en la reunión que iba a tener con ellos dentro de poco. Escogió al menos un plan dentro del rango de todas las opciones de escalada nuclear del conflicto, desde el más restrictivo, al más osado y agresivo, basándose en criterios de eficacia y posibilidades reales del plan de obtener los resultados deseados. Comenzaría su exposición hablando de la opción de una demostración nuclear con una bomba de gran potencia, al menos 50 megatones, lanzándola sobre un polígono de pruebas en Siberia, lo cual sería inmediatamente detectado por el enemigo y podría ver, tras las pertinentes advertencias y amenazas de Moscú, que la cosa iba en serio. Desde luego era la opción más inocua, pero sabía por sus contactos con Karakaev, que el presidente no se iba a contentar con aquello, aunque cabía la posibilidad que el resto del gobierno y demás personas influyentes vieran en esa opción, un primer paso que quizás fuera suficiente para hacer reflexionar a Washington. Merecía la pena intentarlo.
El siguiente plan era algo más osado. Llamaba a la utilización de un arma nuclear de baja potencia lanzada sobre aguas internacionales. Aquí se podían barajar varias opciones. Una de ellas abogaba por hacerlo en algún lugar entre las islas Svalbard y la isla de Jan Mayen, en el mar de Groenlandia, otra en el mar de Barents, entre la isla del Oso y el cabo Norte, alguna incluso en el mar de Bering, pero aquella era una opción con la que Smolov no se sentía muy cómodo dada la cercanía del territorio de los EEUU. Pese a todo, aquel plan en su conjunto, era el que tenía más posibilidades reales de terminar el conflicto y no llevar al mundo a un intercambio nuclear estratégico, y por lo tanto trataría de convencer a los presentes en la reunión de que una detonación incruenta, en el mar de Barents o en el de Groenlandia, era la mejor opción para demostrar la voluntad férrea de que Rusia no iba a perder la guerra y los peligros que entrañaría seguir presionándola. Incluso había escogido a uno de los submarinos que podría llevar a cabo el lanzamiento en poco tiempo, tras tomarse la decisión, si fuera necesario. “Ojalá se atengan a razones” pensó para sí, mientras revisaba de nuevo el plan.
Y es que el siguiente plan ya tomaba objetivos en suelo enemigo, como algunas pequeñas islas del archipiélago de las aleutianas, o la isla del Oso o la propia Jan Mayen. A ojos del General ruso, la diminuta isla del Oso, con su escasísima población que apenas llegaba a la docena en tiempos de paz (desconocía cuantas fuerzas habrían desplegado allí la OTAN, si es que había desplegado alguna) y la gran distancia a otras zonas habitadas, la convertían en la opción ideal de llevarse a cabo este ataque. Aunque no se hacía ilusiones, si en los dos primeros, cabía la posibilidad de que la OTAN no tomara represalias, o al menos no contra suelo ruso, este plan, aumentaba significativamente ese riesgo, aunque fuera en una zona remota del territorio ruso, posiblemente en alguna isla de la Tierra de Francisco José, en el Ártico. De ser así, esa sería la segunda mejor-peor opción para Smolov.
Aun así, albergaba el temor que esto no fuera suficiente para el agraviado presidente ruso, que parecía clamar por algo más espectacular y decisivo. Así que los siguientes planes en la escalada nuclear, iban desde el ataque con torpedos nucleares a algún buque de guerra menor de la OTAN, posiblemente alguna fragata noruega, a intentar hundir un portaviones norteamericano y su grupo de batalla con armas “especiales”, o atacar bases aéreas importantes para el esfuerzo de guerra enemigo, en Islandia, Noruega, Dinamarca, Polonia o incluso Alemania. Smolov quería pensar, aunque no estaba seguro en absoluto, que una sola fragata noruega fuera suficiente y no mereciese la pena el riesgo de escalada nuclear para la OTAN, pero cualquier otra opción de las barajadas, incrementaba ese riesgo exponencialmente, así que hundir aquel buque era la tercera y última opción para el General, antes de meterse de lleno en ataques de gran calado y probabilidades ciertas de represalias contra territorio ruso.
Pero aquello no era todo. Había planes más tácticos, que llamaban a un lanzamiento contra unidades militares enemigas en el Teatro de Operaciones, para destruir su capacidad de combate y frenar su ofensiva en seco. Parecía ser la opción favorecida por varios miembros del gobierno según le había comentado su superior, precisamente por esa capacidad de detener la ofensiva enemiga, utilizar armas de pequeña potencia, pero también por producirse en territorio enemigo y por la supuesta capacidad del ejército ruso para operar en ambientes contaminado por radiación.
-A lo mejor alguien debería explicarles a esos políticos, que la OTAN no se iba a quedar quieta y que el riesgo de ver volatilizadas nuestras divisiones y brigadas era cierto - dijo entre dientes Smolov, mientras pensaba rabioso en aquella posibilidad.
Lo que quedaba por ver, y es lo que seguramente argumentarían esos políticos, es que la alianza atlántica no se atrevería a lanzar armas atómicas sobre su propio territorio, y quizás tuvieran razón, solo que la opción alternativa, era todavía peor, que volatilizasen alguna unidad del ejército dentro del territorio ruso, ya fuera alguna de las divisiones de reserva que se estaban agrupando cerca de los países bálticos, o de las que estaban en Crimea o el Cáucaso. Sea como fuere, debía de tratar de quitarle de la cabeza aquella idea a los políticos más agresivos, incluido el presidente, ganándose a los más dubitativos, y a los militares, entre ellos su superior, que no tenía muy claro a que presiones estaba sometido ni qué partido tomaría, y a sus subordinados, que debían ayudarle con la presentación para convencer al gobierno de adoptar un curso de acción que no llevara al mundo al desastre.
Por supuesto, también presentaría algunos escenarios más peligrosos todavía, con más potentes y mayores números de cabezas nucleares empleadas, que alcanzarían media Europa e incluso Estados Unidos. Por supuesto esperaba que esos planes ni siquiera pasaran de un somero comentario, aunque argumentaría las consecuencias de un conflicto así con todo lujo de detalles, y no dejaría pasar la ocasión, para recordar que entre más agresiva fuera la respuesta, aunque fuera alguna de las más limitadas explicadas anteriormente, más posibilidades había de llegar a un escenario final de ese tipo, aunque no fuera la solución escogida en principio, al no quedar más remedio en medio de una escalada de la guerra nuclear…suponía que no habría nadie en aquella sala tan rematadamente imbécil como para plantearse siquiera algo así.
Al final, y con el objetivo último de evitar un desastre nuclear, pero salvaguardando el honor de la patria, todo pasaba por intentar contemporizar a los políticos más ardientemente agresivos, con el presidente a la cabeza, lo que no sería nada fácil, y presentar alguna opción más “digerible” para todos que no abocase al país ni al planeta al desastre. Smolov se incorporó, guardó los planes desechados en la caja fuerte y con los seleccionados se dirigió a la sala de conferencias mientras pedía a su asistente que convocara a sus ayudantes y miembros del Estado Mayor allí para discutir los planes y la presentación ante sus superiores, esperando encarecidamente que la determinación del presidente ruso fuera en buena parte solo una postura grandilocuente para asustar a sus enemigos y no una convicción férrea en el uso de las armas “especiales”. En unas horas, para bien o para mal, saldría de dudas.
-Todo despejado Contraalmirante, nada en los sensores del Grupo – informó el oficial de guardia y segundo al mando de la fragata, al Contraalmirante Martin Palacios cuando entró en el CIC de la “Blas de Lezo”.
-Gracias, prosiga, no quiero molestar, solo estaré un momento.
-A la orden señor.
Y mientras el oficial seguía con sus tareas, mirando de reojo a su superior, este, se limitaba a ir consola por consola observando los datos que en ellas aparecían. La tensión era palpable en el ambiente. De nuevo volvían a estar en el grado máximo de alerta, y esta vez, con la posibilidad cada vez más real de que los rusos utilizaran armas nucleares, con lo que el personal, la propia fragata, así como la JTF-22 al completo, se habían preparado para tal eventualidad.
Tras un rato paseando por allí, y comentando algunas cosas con los operadores de las consolas, finalmente se despidió del oficial de guardia del CIC y se dirigió al puente de la F-103. Allí, permitiéndose un momento de descanso tras varias horas en el CIC y sentado en su silla de mando, el Capitán de Corbeta Juan Arcos Peña, observaba entre la oscuridad del amanecer, el gris y plomizo cielo báltico, que volvía a amenazar lluvia, pese a lo que dijeran los informes meteorológicos sobre una mejora del tiempo.
-Buenos días Juan. ¿Qué tal va todo? ¿Me he perdido algo durante el descanso? – preguntó el Contralmirante.
-Contralmirante… hola, buenos días señor. Todo tranquilo, sin novedad por el momento. Necesitaba usted esas horas de sueño, puede que la cosa se ponga difícil en poco tiempo.
-Sí, pero no me gusta perderme nada, más cuando nos adentramos en “la boca del lobo” – dijo refiriéndose al rumbo este que con el que llevaban navegando la JTF-22 desde hacía varias horas. – ¿Se ha integrado ya el “Porter” en el Grupo?
-Sí, ya está plenamente interoperable con nosotros y el resto de buques.
-Perfecto. Supongo que sus marineros estarán cansados tras esa carrera desde Rota…quien estuviera en Rota ahora ¿verdad?
-Ya lo creo…
-Bueno, con la llegada del “Porter”, ya estamos al completo, listos para nuestra misión.
- ¿Nos vamos a quedar al final en el golfo de Gdansk? ¿O vamos a avanzar más allá? – quiso saber el Comandante de la fragata española.
-Las instrucciones de momento son de situarnos hacia la mitad de la entrada al golfo y esperar nuevas órdenes. Avanzar sería peligroso por las minas, pero ya hay buques limpiando zonas más al este, ahora que Kaliningrado está en manos de la OTAN, es más seguro hacerlo.
-Excepto su capital – puntualizo su interlocutor.
-Efectivamente, pero su costa está bajo nuestro control, que es lo que nos interesa a nosotros.
-Desde luego – dijo asintiendo Arcos.
-Por lo tanto, es posible que nos envíen más al este, aunque es posible que queden baterías costeras en Lituania, pero MARCOM cree ahora que es necesario correr el riesgo para poder cumplir nuestra misión…¿alguna novedad de los movimientos rusos?¿siguen en alerta sus fuerzas estratégicas?
-Así es. No tenemos novedades desde el último informe de inteligencia del MARCOM. Quizás eso sea buena señal, ya han pasado unas horas, o quizás solo indique que están llevando a cabo los últimos preparativos…
Ambos hombres se quedaron un momento en silencio recordando lo que les había llevado allí. El inflamado discurso del presidente ruso sobre el empleo de armas nucleares había encendido todas las alarmas, y parecía que los altos mandos no querían que los pillaran con los pantalones bajados si finalmente se llegaba a un conflicto nuclear. Como la autoridad civil parecía que no estaba dispuesta a ceder al chantaje ruso, la OTAN había puesto en marcha toda una serie de medidas para asegurarse poder defenderse y combatir adecuadamente en caso de que la peor pesadilla de todos se produjera. Y en ello, la JTF-22 tenía el papel de ayudar a defender a las tropas desplegadas en las zonas de combate en Lituania y Kaliningrado, y la zona norte de Polonia, de posibles lanzamientos de misiles o bombardeos nucleares. Para ello, la llegada del destructor “Porter”, había supuesto una buena inyección de potencial antimisil balístico, que sumada a la del “González”, y en menor medida al resto de las fragatas europeas, suponían un refuerzo importante al escudo defensivo que se había activado, desde Rumania, con el AEGIS terrestre, hasta Polonia y Alemania con sus Patriots, y sistemas THAAD desplegados allí desde hacía semanas. Por supuesto, toda la red de defensa aérea estaba en máxima alerta, incluida la de Norteamérica, y los silos de ICBM, los submarinos SSBN y los bombarderos atómicos habían puesto sus protocolos de lanzamiento a punto.
Así, que echarse una siesta en aquellos momentos le había parecido una locura al Contralmirante, pero tras más de 24 horas sin dormir, su juicio y su capacidad de respuesta era muy débil, y por recomendación de sus subordinados y del propio médico de la fragata, consintió en descansar cuatro horas de reparador sueño, que le parecieron habían pasado en un suspiro. Pero ahora, por fin tenía la mente más despejada y veía las cosas con mayor claridad. Debía apartar de su mente todo aquello en lo que no pudiera influir, y todos los pensamientos negativos y centrarse únicamente en su misión, y quizás si el mundo se volvía loco y todo se iba al carajo, él pudiera salvar a los marineros bajo su mando, y ojalá, que a cientos de miles o quizás millones de personas bajo la cobertura de los misiles de su fuerza naval.
El Contralmirante conversó unos minutos más antes de despedir al Capitán de Corbeta, al que le tocaba ahora el turno de descanso obligatorio, para poder estar igualmente fresco en las decisivas horas o días que se avecinaban. Martín Palacios se acercó a la ventana y pudo divisar a la luz del incipiente amanecer, un par de los buques que conformaban la JTF-22, y sintió, más que nunca, el peso de su responsabilidad que recaía sobre sus hombros…y pese a todo, creía que no le hubiese gustado estar en ningún otro lugar del mundo, por muy soleada que estuviera Rota aquel día.
15 de marzo, 16:20 hora local. Cuartel General alternativo de la Fuerza Estratégica de Misiles, Monte Kosvinsky, Montes Urales, Rusia.
A muchos metros bajo tierra, debajo de la nevada cumbre del monte Kosvinsky, el Teniente General Smolov podía observar desde su despacho al personal que trabajaba en la sala de mando y control, atendiendo los ordenadores, controlando las pantallas y llevando documentos de un lado a otro. Todo parecía más acelerado que de costumbre, y el ánimo era más sombrío, más serio, aún dentro de la normalidad de un centro como aquel, donde se podía decidir la destrucción total del mundo tal y como se conocía, o al menos de la normalidad en que se vivía desde hacía semanas tras el inicio de la guerra con occidente y la OTAN, donde en cualquier momento la situación bélica podía agravarse y tornarse en una crisis nuclear muy seria.
De hecho, ya habían sucedido momentos así en varias ocasiones, como al inicio de las hostilidades y ante la posible respuesta occidental, cuando la OTAN atacó por primera vez Kaliningrado, o cuando Moscú tomó represalia en Alaska. La rutina se había impuesto durante semanas, y el personal tomaba aquellas alertas como algo propio de su trabajo, pese a la seriedad del asunto y todos los allí presentes respiraban aliviados cuando pasaban esos momentos de crisis. Pero lo que ahora se sentía dentro de aquel complejo era diferente. Aquella vez parecía que la posibilidad de una guerra nuclear global era una posibilidad mucho más cierta que en otras ocasiones, y allí abajo, en la sala de mando y control el personal parecía presentirlo.
Veinte minutos antes, su superior, el Coronel General Karakaev le había informado de que se encontraban a punto de despegar con el avión presidencial desde Moscú con la mayor parte del gobierno y de miembros clave de la administración civil y militar del país, tras varias maratonianas reuniones de alto nivel en las últimas horas. Su destino era un aeródromo cercano al Monte Kosvinsky, a continuación, dirigirse al complejo de mando y tomar decisiones de importancia trascendentales en el Cuartel General alternativo de la Fuerza Estratégica de Misiles, que en aquellos momentos, y hasta la llegada de Karakaev, estaba bajo su mando. El Coronel General le había solicitado, por petición expresa del Presidente, que preparase una serie de opciones estratégicas “especiales” (entendiéndose por “especiales”, opciones con armamento nuclear) para hacer frente al desafío occidental, y poder ganar la guerra contra la OTAN, o al menos, lograr un acuerdo ventajoso y honroso para el presidente y el país. Y es que, tras el último e incendiario discurso del presidente en la Duma el día anterior, haciendo una amenaza explícita del empleo de armas nucleares contra la OTAN si no se llegaba de inmediato a un alto el fuego y a un acuerdo negociado para la finalización del conflicto, había encendido las alertas en todo el mundo, haciendo pensar en todas las capitales mundiales que una posible hecatombe atómica era ahora mucho más probable, y que quizás fuera cuestión de días o incluso horas.
Por todo ello, Karakaev le había ordenado preparar varios de aquellos planes que su Estado Mayor había discutido y diseñado años y meses atrás, y que estaban siendo continuamente actualizados, más desde el inicio de las hostilidades. Así que, tras sacarlos de la caja fuerte, allí estaban, delante de él, en forma de carpetas repletas de documentos con miles de datos, gráficos y mapas de todas las forma y condiciones. La variedad era grande y la complejidad de alguno de ellos, enorme, pero debido a su gran número, Smolov los quería inspeccionar todos para saber cuáles iba a presentar al presidente y someterlos a la consideración del gobierno. Pero por si aquello no fuera suficientemente preocupante, también había recibido instrucciones de preparar adecuadamente las instalaciones del monte Yamantau, a 600 km al sur de allí y sobre las que tenía una autoridad parcial, por si era necesaria su utilización por parte de las autoridades, tras las decisiones que debían tomarse en las próximas horas, y que solo podía significar una cosa, la posibilidad cierta de utilizar armas nucleares contra el enemigo, y la salvaguarda de las personas claves del país para que este y sus fuerzas armadas siguieran funcionando y operando en un estado de guerra global termonuclear.
Todavía no lo había hablado con sus subordinados, antes, y como faltaban unas horas para que llegasen sus “invitados”, quería pensar un rato en solitario para aclarar sus ideas. La sola mención de un uso de armas nucleares contra la OTAN era alarmante para sus propias convicciones. No es que fuera pacifista ni nada de eso, ni siquiera era uno de esos que estaba enamorado del modo de vida occidental, en absoluto. Era un fiel servidor del estado y un soldado de los pies a la cabeza, y cumpliría con su deber…y su deber, tal y como él lo veía, era garantizar la supervivencia del estado ruso y de sus ciudadanos, y por lo tanto, la posibilidad de un conflicto nuclear donde este fuera devastado y su población aniquilada, no entraba dentro de sus premisas profesionales, y ni mucho menos, éticas o morales. Así que, tenía claro que debía presentar las opciones que le habían ordenado, pero se atribuyó la prerrogativa de escoger algunos de ellos para tratar de reducir la posibilidad de llevar a su patria y al mundo a un Armagedón nuclear global.
Cerró los ojos un instante y al abrirlos, se dijo “vamos allá”. Durante la siguiente hora y media, el Teniente General leyó, pensó y decidió cuales facilitar al gobierno en la reunión que iba a tener con ellos dentro de poco. Escogió al menos un plan dentro del rango de todas las opciones de escalada nuclear del conflicto, desde el más restrictivo, al más osado y agresivo, basándose en criterios de eficacia y posibilidades reales del plan de obtener los resultados deseados. Comenzaría su exposición hablando de la opción de una demostración nuclear con una bomba de gran potencia, al menos 50 megatones, lanzándola sobre un polígono de pruebas en Siberia, lo cual sería inmediatamente detectado por el enemigo y podría ver, tras las pertinentes advertencias y amenazas de Moscú, que la cosa iba en serio. Desde luego era la opción más inocua, pero sabía por sus contactos con Karakaev, que el presidente no se iba a contentar con aquello, aunque cabía la posibilidad que el resto del gobierno y demás personas influyentes vieran en esa opción, un primer paso que quizás fuera suficiente para hacer reflexionar a Washington. Merecía la pena intentarlo.
El siguiente plan era algo más osado. Llamaba a la utilización de un arma nuclear de baja potencia lanzada sobre aguas internacionales. Aquí se podían barajar varias opciones. Una de ellas abogaba por hacerlo en algún lugar entre las islas Svalbard y la isla de Jan Mayen, en el mar de Groenlandia, otra en el mar de Barents, entre la isla del Oso y el cabo Norte, alguna incluso en el mar de Bering, pero aquella era una opción con la que Smolov no se sentía muy cómodo dada la cercanía del territorio de los EEUU. Pese a todo, aquel plan en su conjunto, era el que tenía más posibilidades reales de terminar el conflicto y no llevar al mundo a un intercambio nuclear estratégico, y por lo tanto trataría de convencer a los presentes en la reunión de que una detonación incruenta, en el mar de Barents o en el de Groenlandia, era la mejor opción para demostrar la voluntad férrea de que Rusia no iba a perder la guerra y los peligros que entrañaría seguir presionándola. Incluso había escogido a uno de los submarinos que podría llevar a cabo el lanzamiento en poco tiempo, tras tomarse la decisión, si fuera necesario. “Ojalá se atengan a razones” pensó para sí, mientras revisaba de nuevo el plan.
Y es que el siguiente plan ya tomaba objetivos en suelo enemigo, como algunas pequeñas islas del archipiélago de las aleutianas, o la isla del Oso o la propia Jan Mayen. A ojos del General ruso, la diminuta isla del Oso, con su escasísima población que apenas llegaba a la docena en tiempos de paz (desconocía cuantas fuerzas habrían desplegado allí la OTAN, si es que había desplegado alguna) y la gran distancia a otras zonas habitadas, la convertían en la opción ideal de llevarse a cabo este ataque. Aunque no se hacía ilusiones, si en los dos primeros, cabía la posibilidad de que la OTAN no tomara represalias, o al menos no contra suelo ruso, este plan, aumentaba significativamente ese riesgo, aunque fuera en una zona remota del territorio ruso, posiblemente en alguna isla de la Tierra de Francisco José, en el Ártico. De ser así, esa sería la segunda mejor-peor opción para Smolov.
Aun así, albergaba el temor que esto no fuera suficiente para el agraviado presidente ruso, que parecía clamar por algo más espectacular y decisivo. Así que los siguientes planes en la escalada nuclear, iban desde el ataque con torpedos nucleares a algún buque de guerra menor de la OTAN, posiblemente alguna fragata noruega, a intentar hundir un portaviones norteamericano y su grupo de batalla con armas “especiales”, o atacar bases aéreas importantes para el esfuerzo de guerra enemigo, en Islandia, Noruega, Dinamarca, Polonia o incluso Alemania. Smolov quería pensar, aunque no estaba seguro en absoluto, que una sola fragata noruega fuera suficiente y no mereciese la pena el riesgo de escalada nuclear para la OTAN, pero cualquier otra opción de las barajadas, incrementaba ese riesgo exponencialmente, así que hundir aquel buque era la tercera y última opción para el General, antes de meterse de lleno en ataques de gran calado y probabilidades ciertas de represalias contra territorio ruso.
Pero aquello no era todo. Había planes más tácticos, que llamaban a un lanzamiento contra unidades militares enemigas en el Teatro de Operaciones, para destruir su capacidad de combate y frenar su ofensiva en seco. Parecía ser la opción favorecida por varios miembros del gobierno según le había comentado su superior, precisamente por esa capacidad de detener la ofensiva enemiga, utilizar armas de pequeña potencia, pero también por producirse en territorio enemigo y por la supuesta capacidad del ejército ruso para operar en ambientes contaminado por radiación.
-A lo mejor alguien debería explicarles a esos políticos, que la OTAN no se iba a quedar quieta y que el riesgo de ver volatilizadas nuestras divisiones y brigadas era cierto - dijo entre dientes Smolov, mientras pensaba rabioso en aquella posibilidad.
Lo que quedaba por ver, y es lo que seguramente argumentarían esos políticos, es que la alianza atlántica no se atrevería a lanzar armas atómicas sobre su propio territorio, y quizás tuvieran razón, solo que la opción alternativa, era todavía peor, que volatilizasen alguna unidad del ejército dentro del territorio ruso, ya fuera alguna de las divisiones de reserva que se estaban agrupando cerca de los países bálticos, o de las que estaban en Crimea o el Cáucaso. Sea como fuere, debía de tratar de quitarle de la cabeza aquella idea a los políticos más agresivos, incluido el presidente, ganándose a los más dubitativos, y a los militares, entre ellos su superior, que no tenía muy claro a que presiones estaba sometido ni qué partido tomaría, y a sus subordinados, que debían ayudarle con la presentación para convencer al gobierno de adoptar un curso de acción que no llevara al mundo al desastre.
Por supuesto, también presentaría algunos escenarios más peligrosos todavía, con más potentes y mayores números de cabezas nucleares empleadas, que alcanzarían media Europa e incluso Estados Unidos. Por supuesto esperaba que esos planes ni siquiera pasaran de un somero comentario, aunque argumentaría las consecuencias de un conflicto así con todo lujo de detalles, y no dejaría pasar la ocasión, para recordar que entre más agresiva fuera la respuesta, aunque fuera alguna de las más limitadas explicadas anteriormente, más posibilidades había de llegar a un escenario final de ese tipo, aunque no fuera la solución escogida en principio, al no quedar más remedio en medio de una escalada de la guerra nuclear…suponía que no habría nadie en aquella sala tan rematadamente imbécil como para plantearse siquiera algo así.
Al final, y con el objetivo último de evitar un desastre nuclear, pero salvaguardando el honor de la patria, todo pasaba por intentar contemporizar a los políticos más ardientemente agresivos, con el presidente a la cabeza, lo que no sería nada fácil, y presentar alguna opción más “digerible” para todos que no abocase al país ni al planeta al desastre. Smolov se incorporó, guardó los planes desechados en la caja fuerte y con los seleccionados se dirigió a la sala de conferencias mientras pedía a su asistente que convocara a sus ayudantes y miembros del Estado Mayor allí para discutir los planes y la presentación ante sus superiores, esperando encarecidamente que la determinación del presidente ruso fuera en buena parte solo una postura grandilocuente para asustar a sus enemigos y no una convicción férrea en el uso de las armas “especiales”. En unas horas, para bien o para mal, saldría de dudas.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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Expreso Báltico
15 de marzo, 16:21 hora local. Al norte de Kaunas, Lituania.
En aquellos momentos la 411ª Compañía de Tanques (Experimental) ya había dejado de existir como tal, y sus 5 carros de combate T-14 Armata supervivientes, se habían integrado en uno de los batallones de tanques de la 4ª División de Tanques de la Guardia, donde también habían ido a parar el Sargento Kurvanov y sus hombres, que ahora tripulaban un T-80. El Sargento, era en aquellos momentos mucho más pesimista que de costumbre, y no solo por el estado al que había quedado reducida su Compañía, si no toda la División, tan maltrecha, que dudaba que pudiera aguantar otro envite más de los americanos. Pensaba que tan solo la barrera física del rio Niemen y quizás, el propio cansancio del enemigo, habían frenado su avance, y que como la División no recibiera refuerzos antes de la siguiente ofensiva de la OTAN, solo quedaba batirse en retirada, causando el mayor número de bajas posibles al enemigo, lo cual no era precisamente un gran plan para ganar la guerra.
Y, sin embargo, no era aquello lo que más le preocupaba. Kurvanov miró a sus hombres en el interior de aquel estrecho y anticuado T-80, mientras aguardaban la ofensiva enemiga en posiciones defensivas preparadas por los ingenieros en un bosquecillo a las afueras de Kaunas, y comprobó que el ambiente ya no era el de las primeras semanas del conflicto, ni siquiera el de los primeros días de la ofensiva enemiga. Y el que, desde hacía unas horas, tuvieran que actuar bajo los protocolos de guerra nuclear, no ayudaba en nada a mejorar la moral de su tripulación, y que, además, y pese a los sistemas de protección NBQ de su carro, se hubiera ordenado a todas las tripulaciones equiparse con el traje de protección por si hubiera algún fallo en el sistema, o el carro fuera perforado, acentuaba la presión psicológica sobre los tanquistas rusos. A nadie le apetecía vestirse de aquella guisa, pero el riesgo de que las bombas nucleares comenzasen a volar sobre sus cabezas, era bastante real en aquel momento según les había dicho el propio Capitán Vasin.
-Llevas mucho tiempo callado – dijo el Sargento a su siempre ingenioso conductor.
-Lo que llevo es mucho tiempo sin fumar nada… ¿no podría…?
-No – respondió tajante el comandante del carro antes de que Sasha terminara la pregunta. – Te he dicho muchas veces que no te puede controlar esa mierda.
-Pero Sargento, si estamos a punto de ser aplastados como cucarachas por una bomba atómica, ¿qué más le da que me fume un último “petardo”? Hasta los condenados a muerte tienen un último deseo.
-Cierra la puta boca – intervino el siempre circunspecto artillero Kulagin, dejando ver un nerviosismo y una tensión mucho mayores que de costumbre.
-Fyodor tiene razón, deja de decir gilipolleces y prepárate para cumplir con tu trabajo, que es para lo que te paga el Estado y nuestras gloriosas fuerzas armadas.
-Vamos, no me jodáis, sabéis tan bien como yo, que de una manera u otra no vamos a sobrevivir a las próximas horas. Si no morimos calcinados en este viejo cascarón por un disparo enemigo, estaremos vomitando mierda por la boca a causa de la radioactividad…y eso si no nos vaporizamos antes por efecto de la explosión…que quizás sería lo mejor.
-¡C-I-E-R-R-A L-A P-U-T-A B-O-C-A! Es la última vez que te lo digo, a la próxima, te saco a patadas yo mismo de este tanque y te dejo desnudo ahí fuera si lo que quieres es palmarla ¿entendido? – gritó el Sargento, muy enfadado ahora, dando rienda suelta a su tensión.
-Pero si has sido tú el que me has preguntado por qué no hablaba… - dijo un poco cabizbajo el conductor.
-Dejadlo ya – intervino el artillero en voz alta – ahora no viene a cuento que nos peleemos…muy a mi pesar Sasha puede tener razón, muy bien podrían ser nuestras últimas horas, o minutos, en este mundo y no tiene sentido desperdiciarlas de esta manera…que fume lo que le dé la gana, a mí me importa una mierda – y acto seguido sacó una petaca de vodka que guardaba en su uniforme y le dio un largo trago.
Después, los tres jóvenes quedaron en silencio sin saber que decir o hacer durante mucho tiempo. La espera iba a ser angustiosa y horrible en el interior de aquel T-80, al igual que para muchos otros miles de jóvenes de uno y otro bando, a lo largo de todo el frente.
Poco después, no muy lejos de allí …en los arrabales de Kaunas, Lituania.
“Como cojo*** podía hacer tanto frio en aquel jodido país” – se preguntaba el caballero-legionario Diego Pacheco, mientras se protegía como podía del gélido viento del norte que soplaba en aquel momento, entre los restos destrozados de uno de los helicópteros que la fuerza aérea lituana había tenido en el aeródromo S. Darius y S. Girenas, a unos 3 km al sur del centro de la ciudad de Kaunas, y que hacía de improvisado puesto de observación sobre la parte sur del Niemen.
-Por lo menos no nos disparan – dijo el legionario que se encontraba junto a él, el cabo Ángel Rico, adivinando los pensamientos de Diego.
-Ya… pues podían, al menos, estaríamos entretenidos – respondió con más orgullo que cabeza.
-Anda, cállate, que por lo menos ahora las balas no silban por todos lados…
Y en ese momento, comenzó a silbar un proyectil…de mortero esta vez, que cayó a un par de centenar de metros, sobre la pista del aeródromo.
-Joder cabo, eres un puto gafe… ¿Por qué no te callas?
-Calla y agacha ese cabezón que tienes - dijo mientras los dos se guarecían como podían en su precario puesto de observación.
Durante los siguientes minutos, más de tres docenas de explosiones de mortero barrieron el aeródromo donde la compañía de los legionarios de Rico y Pacheco había llegado en su avance por el sur de Kaunas.
Y es que desde hacía más o menos 24 horas que había iniciado el asalto a la ciudad la Brigada legionaria española, sus fuerzas habían limpiado la parte al sur del rio Niemen con relativa facilidad, ya que todo parecía indicar que los rusos se habían retirado al otro lado del rio para facilitar la defensa. Aunque aquello no significaba que hubiera sido un paseo. Desde el inicio, el fuego de mortero, los explosivos improvisados, las minas y los francotiradores, amén de alguna partida de Spetnatzs haciendo de las suyas, habían dificultado el avance y causado varias bajas entre los españoles. Estos habían respondido donde habían podido, y también “cazaron” a algunos rusos, pero todos tenían la sensación que la verdadera lucha todavía estaba por llegar cuando se diese la orden de atravesar el rio y tomar la parte norte de la ciudad.
-Ya parece que han parado… ¿o quieres que nos sigan disparando a ver si así se te quita el frio?
-Lo que usted diga mi cabo…lo que usted diga.
-Vuelve a coger los prismáticos y mira a ver si algún maldito ruso ha aprovechado para colarse cerca de aquí.
Pacheco obedeció y comenzó a otear el despejado campo que rodeaba el aeródromo por el norte, así como las casas y las arboledas que había hacia el este y el noreste de su posición. Tras un rato, decidió que no había nada interesante de lo que informar.
-Nada mi cabo, todo tranquilo.
-Vale. Pues…espera, es Chema… ¿Qué coñ* trae entre los brazos?
Instantes después, el sargento de su pelotón les entregaba unas bolsas de plástico.
-Mirad, os traigo un regalito – dijo el Sargento con la voz sofocada por la carrera – es lo último de la moda en guerra nuclear, química y bacteriológica…órdenes del Capitán.
-No joda mi Sargento…no tenemos ya suficiente como para enredar con esta mierda.
-Esa boca Pacheco, que te pierde…y a mí no me mires, yo tengo el mío allí que me tengo que poner ahora cuando vuelva, ¿o es que ya no te acuerdas de cómo se pone? Por lo visto algún mierda de Moscú quiere jugar con las bombas atómicas y el General americano que nos manda ha decidido que nos pongamos esto por si alguno sobrevive si nos bombardean con una de esas cosas.
-Si los rusos nos bombardean con eso, se van a llevar por medio a bastante de su gente – intervino Rico – los tenemos al otro lado del rio.
-Bueno, a lo mejor no tiene nada que ver, pero de momento por aquí no veo a muchos rusos. Si lanzan una bomba pequeña a unos kilómetros o cientos de metros al sur de aquí… apañados vamos, así que no discutáis y poneros eso ahora mismo.
-“Sus” órdenes mi sargento – dijo Pacheco de mala gana mientras seguía tiritando. “Ahora voy a palmarla de un “pepino” nuclear con las pelotas congeladas en un país de mierda…cojonudo”.
15 de marzo, 23:39 hora local. Cuartel General alternativo de la Fuerza Estratégica de Misiles, Monte Kosvinsky, Montes Urales, Rusia.
La cara del Teniente General Smolov reflejaba su estado de ánimo tras la maratoniana reunión de casi cinco horas que había tenido lugar durante aquella tarde-noche. Abatido, cabizbajo, aguardando a que todo el mundo abandonara la sala de reuniones todavía sentado en su sillón, aparentaba haber envejecido ocho o diez años de golpe. Su mirada se cruzó con la de su superior, el General Karakaev, con la del Ministro de Defensa e incluso con la del propio Presidente. La idea de que su carrera militar había sufrido un duro golpe, no hizo sino afianzarse tras observar cómo le devolvían la mirada, y sin embargo aquello era lo que menos le importaba en aquella situación.
La reunión no había ido por los derroteros que él había previsto y deseado. Como en las ocasiones precedentes en Moscú, de nuevo el conclave de los altos mandos políticos y militares rusos comenzó con la discusión entre los partidarios de una respuesta dura, y otra parte que deseaban una respuesta más gradual, convencional y menos peligrosa a la ofensiva de la OTAN en los países bálticos. Se habló mucho de la doctrina nuclear rusa, del límite para el empleo de armas tácticas, de si los ataques a suelo ruso eran una amenaza para la existencia del estado, o si por el contrario no lo era, e incluso de si el cambio de gobierno forzado por el resultado del conflicto no era una amenaza para las instituciones y el estado en sí mismo. Otros argumentaron que el enemigo no había empleado armas nucleares ni de ningún otro tipo de destrucción masiva, y que, si la amenaza del uso de armas nucleares no daba resultado en las próximas horas, no quedaría otro remedio que recular, y tratar de llegar a un acuerdo lo más honroso posible sin llegar a utilizar armas especiales, a riesgo de desatar un conflicto nuclear de desastrosas e imprevisibles consecuencias.
Entonces el Presidente desvió la cuestión al abanico de posibles respuestas militares que había pedido a Karakaev, y este a su vez a Smolov. El Teniente General dio lo mejor de sí mismo y conforme a un plan prefijado con sus ayudantes, trato de convencer a los presentes de que, si había que utilizar una respuesta nuclear a la OTAN, esta debía de ser más demostrativa que efectiva, y que era factible que la mera demostración de fuerza llevase a la OTAN a replantearse sus acciones y se sentara de nuevo en la mesa de negociación. Pero Smolov vio pronto que aquel curso de acción no convencía en absoluto al Presidente ni a los “halcones” que veían aquella demostración, como una muestra de tibieza y debilidad ante el enemigo. Karakaev, preocupado por su supervivencia política y su carrera militar, no pasó de vagos e indefinidos comentarios acerca del peligro de una escalada nuclear, pero también del peligro al que se enfrentaba el estado ruso, tratando de “nadar y guardar la ropa”, lo que desilusionó a su subordinado en gran medida. Este, muy a su pesar, tuvo que repasar todas las demás opciones, y volvió a defender las de menor impacto y riesgo de escalada nuclear, y durante un buen rato, al menos se planteó seriamente como opción más probable la de hundir un solitario buque de la OTAN con un torpedo nuclear como señal inequívoca de la determinación de Moscú, aun aceptando algún tipo de represalia similar por parte de la OTAN. Tras aquello, seguro que el mundo y las opiniones públicas de las grandes potencias clamaría por una solución negociada, lo que permitiría salvar el honor y orgullo de Rusia sin aumentar gravemente el riesgo de que el conflicto se saliera de madre.
Pero al final, y por presión directa del Presidente, al que aquella opción no le parecía suficientemente decisiva, se abandonó y se volvió a una pantanosa discusión sobre las demás opciones y sus consecuencias. Incluso se habló largo y tendido de las limitaciones y consecuencias legales, nacionales e internacionales, del primer uso de armas de destrucción masiva. Al poco se hizo una pausa “para reponer fuerzas y aclarar ideas”, según dijo el ministro de Defensa, aunque la verdad era que la intención era reunirse en pequeños corrillos y estudiar la correlación de fuerzas dentro de aquella sala, presionar a quien hiciera falta y prometer cosas a otros, para de una vez por todas, tomar una decisión sobre el futuro inmediato del conflicto contra la OTAN, y el de la propia Rusia.
Y finalmente, y tras la reanudación de la reunión, y algo más de debate, se llegó a celebrar una votación a mano alzada de los miembros con derecho a voto, donde se alcanzó una determinación por escaso margen sobre lo que habría que hacer “para salvaguardar la existencia misma del estado”, según las solemnes palabras del Presidente, al que se le veía satisfecho y convencido de la decisión que aquellos hombres acababan de adoptar en el interior de aquella sala, bajo miles y miles de toneladas de roca. Smolov se preguntaba si habrían tomado la misma decisión de encontrarse en el interior de una trinchera en la línea del frente, protegidos solo por una o dos líneas de sacos terreros, y embutidos en un traje NBQ…seguramente no. Ahora a él le correspondería el papel de adjunto a Karakaev, para llevar a cabo una empresa en la que no creía, aunque, pese a todo trataría de hacerlo con la máxima profesionalidad posible.
Al final, abandonó de la sala cuando ya todos habían salido, y pudo ver en el pasillo al Presidente hablando con el Ministro de Defensa, con Karakaev y otros altos mandos militares, para asegurarse que lo allí decidido se llevara a cabo por parte de quien tenían la obligación de implementarlo. El Presidente, el gobierno y varios altos mandos militares se fueron despidiendo de los que allí se quedaban, ya que inmediatamente la mayoría de ellos se iban a trasladar a las instalaciones gubernamentales de Yamantau para mantener sus culos a salvo en el lugar más seguro de Rusia, a excepción del mismo Presidente, el Ministro de Defensa y el jefe del Estado Mayor, que se dirigirían a los tres aviones Il-86VKP que ejercían de centro de mando aerotransportado, donde se embarcarían en el momento oportuno, para actuar desde ellos, bajo las precisas instrucciones del Presidente, durante las primeras horas del posible conflicto nuclear que se avecinaba.
El Presidente pasó a su lado y le extendió la mano. Smolov se la estrechó sin convicción alguna, más por educación que por otra cosa, y en el rostro del Presidente se dibujó una ligera y socarrona sonrisa. Estaban al borde de la que sería con toda seguridad la situación más peligrosa para la humanidad desde el albor de los tiempos, donde se ponía en riesgo la vida de cientos de millones de personas, y aun así, había alguien a lo que todo aquello les parecía hacer feliz. Smolov contuvo un grito de rabia e impotencia y apretó los puños al ver partir al Presidente.
En aquellos momentos la 411ª Compañía de Tanques (Experimental) ya había dejado de existir como tal, y sus 5 carros de combate T-14 Armata supervivientes, se habían integrado en uno de los batallones de tanques de la 4ª División de Tanques de la Guardia, donde también habían ido a parar el Sargento Kurvanov y sus hombres, que ahora tripulaban un T-80. El Sargento, era en aquellos momentos mucho más pesimista que de costumbre, y no solo por el estado al que había quedado reducida su Compañía, si no toda la División, tan maltrecha, que dudaba que pudiera aguantar otro envite más de los americanos. Pensaba que tan solo la barrera física del rio Niemen y quizás, el propio cansancio del enemigo, habían frenado su avance, y que como la División no recibiera refuerzos antes de la siguiente ofensiva de la OTAN, solo quedaba batirse en retirada, causando el mayor número de bajas posibles al enemigo, lo cual no era precisamente un gran plan para ganar la guerra.
Y, sin embargo, no era aquello lo que más le preocupaba. Kurvanov miró a sus hombres en el interior de aquel estrecho y anticuado T-80, mientras aguardaban la ofensiva enemiga en posiciones defensivas preparadas por los ingenieros en un bosquecillo a las afueras de Kaunas, y comprobó que el ambiente ya no era el de las primeras semanas del conflicto, ni siquiera el de los primeros días de la ofensiva enemiga. Y el que, desde hacía unas horas, tuvieran que actuar bajo los protocolos de guerra nuclear, no ayudaba en nada a mejorar la moral de su tripulación, y que, además, y pese a los sistemas de protección NBQ de su carro, se hubiera ordenado a todas las tripulaciones equiparse con el traje de protección por si hubiera algún fallo en el sistema, o el carro fuera perforado, acentuaba la presión psicológica sobre los tanquistas rusos. A nadie le apetecía vestirse de aquella guisa, pero el riesgo de que las bombas nucleares comenzasen a volar sobre sus cabezas, era bastante real en aquel momento según les había dicho el propio Capitán Vasin.
-Llevas mucho tiempo callado – dijo el Sargento a su siempre ingenioso conductor.
-Lo que llevo es mucho tiempo sin fumar nada… ¿no podría…?
-No – respondió tajante el comandante del carro antes de que Sasha terminara la pregunta. – Te he dicho muchas veces que no te puede controlar esa mierda.
-Pero Sargento, si estamos a punto de ser aplastados como cucarachas por una bomba atómica, ¿qué más le da que me fume un último “petardo”? Hasta los condenados a muerte tienen un último deseo.
-Cierra la puta boca – intervino el siempre circunspecto artillero Kulagin, dejando ver un nerviosismo y una tensión mucho mayores que de costumbre.
-Fyodor tiene razón, deja de decir gilipolleces y prepárate para cumplir con tu trabajo, que es para lo que te paga el Estado y nuestras gloriosas fuerzas armadas.
-Vamos, no me jodáis, sabéis tan bien como yo, que de una manera u otra no vamos a sobrevivir a las próximas horas. Si no morimos calcinados en este viejo cascarón por un disparo enemigo, estaremos vomitando mierda por la boca a causa de la radioactividad…y eso si no nos vaporizamos antes por efecto de la explosión…que quizás sería lo mejor.
-¡C-I-E-R-R-A L-A P-U-T-A B-O-C-A! Es la última vez que te lo digo, a la próxima, te saco a patadas yo mismo de este tanque y te dejo desnudo ahí fuera si lo que quieres es palmarla ¿entendido? – gritó el Sargento, muy enfadado ahora, dando rienda suelta a su tensión.
-Pero si has sido tú el que me has preguntado por qué no hablaba… - dijo un poco cabizbajo el conductor.
-Dejadlo ya – intervino el artillero en voz alta – ahora no viene a cuento que nos peleemos…muy a mi pesar Sasha puede tener razón, muy bien podrían ser nuestras últimas horas, o minutos, en este mundo y no tiene sentido desperdiciarlas de esta manera…que fume lo que le dé la gana, a mí me importa una mierda – y acto seguido sacó una petaca de vodka que guardaba en su uniforme y le dio un largo trago.
Después, los tres jóvenes quedaron en silencio sin saber que decir o hacer durante mucho tiempo. La espera iba a ser angustiosa y horrible en el interior de aquel T-80, al igual que para muchos otros miles de jóvenes de uno y otro bando, a lo largo de todo el frente.
Poco después, no muy lejos de allí …en los arrabales de Kaunas, Lituania.
“Como cojo*** podía hacer tanto frio en aquel jodido país” – se preguntaba el caballero-legionario Diego Pacheco, mientras se protegía como podía del gélido viento del norte que soplaba en aquel momento, entre los restos destrozados de uno de los helicópteros que la fuerza aérea lituana había tenido en el aeródromo S. Darius y S. Girenas, a unos 3 km al sur del centro de la ciudad de Kaunas, y que hacía de improvisado puesto de observación sobre la parte sur del Niemen.
-Por lo menos no nos disparan – dijo el legionario que se encontraba junto a él, el cabo Ángel Rico, adivinando los pensamientos de Diego.
-Ya… pues podían, al menos, estaríamos entretenidos – respondió con más orgullo que cabeza.
-Anda, cállate, que por lo menos ahora las balas no silban por todos lados…
Y en ese momento, comenzó a silbar un proyectil…de mortero esta vez, que cayó a un par de centenar de metros, sobre la pista del aeródromo.
-Joder cabo, eres un puto gafe… ¿Por qué no te callas?
-Calla y agacha ese cabezón que tienes - dijo mientras los dos se guarecían como podían en su precario puesto de observación.
Durante los siguientes minutos, más de tres docenas de explosiones de mortero barrieron el aeródromo donde la compañía de los legionarios de Rico y Pacheco había llegado en su avance por el sur de Kaunas.
Y es que desde hacía más o menos 24 horas que había iniciado el asalto a la ciudad la Brigada legionaria española, sus fuerzas habían limpiado la parte al sur del rio Niemen con relativa facilidad, ya que todo parecía indicar que los rusos se habían retirado al otro lado del rio para facilitar la defensa. Aunque aquello no significaba que hubiera sido un paseo. Desde el inicio, el fuego de mortero, los explosivos improvisados, las minas y los francotiradores, amén de alguna partida de Spetnatzs haciendo de las suyas, habían dificultado el avance y causado varias bajas entre los españoles. Estos habían respondido donde habían podido, y también “cazaron” a algunos rusos, pero todos tenían la sensación que la verdadera lucha todavía estaba por llegar cuando se diese la orden de atravesar el rio y tomar la parte norte de la ciudad.
-Ya parece que han parado… ¿o quieres que nos sigan disparando a ver si así se te quita el frio?
-Lo que usted diga mi cabo…lo que usted diga.
-Vuelve a coger los prismáticos y mira a ver si algún maldito ruso ha aprovechado para colarse cerca de aquí.
Pacheco obedeció y comenzó a otear el despejado campo que rodeaba el aeródromo por el norte, así como las casas y las arboledas que había hacia el este y el noreste de su posición. Tras un rato, decidió que no había nada interesante de lo que informar.
-Nada mi cabo, todo tranquilo.
-Vale. Pues…espera, es Chema… ¿Qué coñ* trae entre los brazos?
Instantes después, el sargento de su pelotón les entregaba unas bolsas de plástico.
-Mirad, os traigo un regalito – dijo el Sargento con la voz sofocada por la carrera – es lo último de la moda en guerra nuclear, química y bacteriológica…órdenes del Capitán.
-No joda mi Sargento…no tenemos ya suficiente como para enredar con esta mierda.
-Esa boca Pacheco, que te pierde…y a mí no me mires, yo tengo el mío allí que me tengo que poner ahora cuando vuelva, ¿o es que ya no te acuerdas de cómo se pone? Por lo visto algún mierda de Moscú quiere jugar con las bombas atómicas y el General americano que nos manda ha decidido que nos pongamos esto por si alguno sobrevive si nos bombardean con una de esas cosas.
-Si los rusos nos bombardean con eso, se van a llevar por medio a bastante de su gente – intervino Rico – los tenemos al otro lado del rio.
-Bueno, a lo mejor no tiene nada que ver, pero de momento por aquí no veo a muchos rusos. Si lanzan una bomba pequeña a unos kilómetros o cientos de metros al sur de aquí… apañados vamos, así que no discutáis y poneros eso ahora mismo.
-“Sus” órdenes mi sargento – dijo Pacheco de mala gana mientras seguía tiritando. “Ahora voy a palmarla de un “pepino” nuclear con las pelotas congeladas en un país de mierda…cojonudo”.
15 de marzo, 23:39 hora local. Cuartel General alternativo de la Fuerza Estratégica de Misiles, Monte Kosvinsky, Montes Urales, Rusia.
La cara del Teniente General Smolov reflejaba su estado de ánimo tras la maratoniana reunión de casi cinco horas que había tenido lugar durante aquella tarde-noche. Abatido, cabizbajo, aguardando a que todo el mundo abandonara la sala de reuniones todavía sentado en su sillón, aparentaba haber envejecido ocho o diez años de golpe. Su mirada se cruzó con la de su superior, el General Karakaev, con la del Ministro de Defensa e incluso con la del propio Presidente. La idea de que su carrera militar había sufrido un duro golpe, no hizo sino afianzarse tras observar cómo le devolvían la mirada, y sin embargo aquello era lo que menos le importaba en aquella situación.
La reunión no había ido por los derroteros que él había previsto y deseado. Como en las ocasiones precedentes en Moscú, de nuevo el conclave de los altos mandos políticos y militares rusos comenzó con la discusión entre los partidarios de una respuesta dura, y otra parte que deseaban una respuesta más gradual, convencional y menos peligrosa a la ofensiva de la OTAN en los países bálticos. Se habló mucho de la doctrina nuclear rusa, del límite para el empleo de armas tácticas, de si los ataques a suelo ruso eran una amenaza para la existencia del estado, o si por el contrario no lo era, e incluso de si el cambio de gobierno forzado por el resultado del conflicto no era una amenaza para las instituciones y el estado en sí mismo. Otros argumentaron que el enemigo no había empleado armas nucleares ni de ningún otro tipo de destrucción masiva, y que, si la amenaza del uso de armas nucleares no daba resultado en las próximas horas, no quedaría otro remedio que recular, y tratar de llegar a un acuerdo lo más honroso posible sin llegar a utilizar armas especiales, a riesgo de desatar un conflicto nuclear de desastrosas e imprevisibles consecuencias.
Entonces el Presidente desvió la cuestión al abanico de posibles respuestas militares que había pedido a Karakaev, y este a su vez a Smolov. El Teniente General dio lo mejor de sí mismo y conforme a un plan prefijado con sus ayudantes, trato de convencer a los presentes de que, si había que utilizar una respuesta nuclear a la OTAN, esta debía de ser más demostrativa que efectiva, y que era factible que la mera demostración de fuerza llevase a la OTAN a replantearse sus acciones y se sentara de nuevo en la mesa de negociación. Pero Smolov vio pronto que aquel curso de acción no convencía en absoluto al Presidente ni a los “halcones” que veían aquella demostración, como una muestra de tibieza y debilidad ante el enemigo. Karakaev, preocupado por su supervivencia política y su carrera militar, no pasó de vagos e indefinidos comentarios acerca del peligro de una escalada nuclear, pero también del peligro al que se enfrentaba el estado ruso, tratando de “nadar y guardar la ropa”, lo que desilusionó a su subordinado en gran medida. Este, muy a su pesar, tuvo que repasar todas las demás opciones, y volvió a defender las de menor impacto y riesgo de escalada nuclear, y durante un buen rato, al menos se planteó seriamente como opción más probable la de hundir un solitario buque de la OTAN con un torpedo nuclear como señal inequívoca de la determinación de Moscú, aun aceptando algún tipo de represalia similar por parte de la OTAN. Tras aquello, seguro que el mundo y las opiniones públicas de las grandes potencias clamaría por una solución negociada, lo que permitiría salvar el honor y orgullo de Rusia sin aumentar gravemente el riesgo de que el conflicto se saliera de madre.
Pero al final, y por presión directa del Presidente, al que aquella opción no le parecía suficientemente decisiva, se abandonó y se volvió a una pantanosa discusión sobre las demás opciones y sus consecuencias. Incluso se habló largo y tendido de las limitaciones y consecuencias legales, nacionales e internacionales, del primer uso de armas de destrucción masiva. Al poco se hizo una pausa “para reponer fuerzas y aclarar ideas”, según dijo el ministro de Defensa, aunque la verdad era que la intención era reunirse en pequeños corrillos y estudiar la correlación de fuerzas dentro de aquella sala, presionar a quien hiciera falta y prometer cosas a otros, para de una vez por todas, tomar una decisión sobre el futuro inmediato del conflicto contra la OTAN, y el de la propia Rusia.
Y finalmente, y tras la reanudación de la reunión, y algo más de debate, se llegó a celebrar una votación a mano alzada de los miembros con derecho a voto, donde se alcanzó una determinación por escaso margen sobre lo que habría que hacer “para salvaguardar la existencia misma del estado”, según las solemnes palabras del Presidente, al que se le veía satisfecho y convencido de la decisión que aquellos hombres acababan de adoptar en el interior de aquella sala, bajo miles y miles de toneladas de roca. Smolov se preguntaba si habrían tomado la misma decisión de encontrarse en el interior de una trinchera en la línea del frente, protegidos solo por una o dos líneas de sacos terreros, y embutidos en un traje NBQ…seguramente no. Ahora a él le correspondería el papel de adjunto a Karakaev, para llevar a cabo una empresa en la que no creía, aunque, pese a todo trataría de hacerlo con la máxima profesionalidad posible.
Al final, abandonó de la sala cuando ya todos habían salido, y pudo ver en el pasillo al Presidente hablando con el Ministro de Defensa, con Karakaev y otros altos mandos militares, para asegurarse que lo allí decidido se llevara a cabo por parte de quien tenían la obligación de implementarlo. El Presidente, el gobierno y varios altos mandos militares se fueron despidiendo de los que allí se quedaban, ya que inmediatamente la mayoría de ellos se iban a trasladar a las instalaciones gubernamentales de Yamantau para mantener sus culos a salvo en el lugar más seguro de Rusia, a excepción del mismo Presidente, el Ministro de Defensa y el jefe del Estado Mayor, que se dirigirían a los tres aviones Il-86VKP que ejercían de centro de mando aerotransportado, donde se embarcarían en el momento oportuno, para actuar desde ellos, bajo las precisas instrucciones del Presidente, durante las primeras horas del posible conflicto nuclear que se avecinaba.
El Presidente pasó a su lado y le extendió la mano. Smolov se la estrechó sin convicción alguna, más por educación que por otra cosa, y en el rostro del Presidente se dibujó una ligera y socarrona sonrisa. Estaban al borde de la que sería con toda seguridad la situación más peligrosa para la humanidad desde el albor de los tiempos, donde se ponía en riesgo la vida de cientos de millones de personas, y aun así, había alguien a lo que todo aquello les parecía hacer feliz. Smolov contuvo un grito de rabia e impotencia y apretó los puños al ver partir al Presidente.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
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- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Expreso Báltico
16 de marzo, 19:18 hora local. Cerca de Bremerhaven, Alemania.
- ¿Falta mucho? – le preguntó a su compañero de viaje sentado a su lado.
-Algo más de 30 kilómetros para la última parada. Acabamos de pasar Bremervörde. – le respondió desde su asiento el conductor del camión.
Asintió y mientras veía como la lluvia golpeaba los cristales de la ventanilla, se volvió a concentrar en sus pensamientos. “La última parada” …aquello no sonaba demasiado bien, casi parecía una sentencia, aunque tras un día y medio en la carretera, y muy pocas paradas, le parecía un alivio poder volver a bajarse de aquel camión, estirar las piernas y descansar un poco, e iba a necesitar ese descanso.
En realidad, “la última parada” era algo bastante más prosaico, un área de servicio en la autopista 27, en la intersección de la nacional 71, por la que circulaban en aquellos momentos, a las afueras de Bremerhaven, con una gasolinera, un McDonald y un amplio aparcamiento para camiones. Aquel era el punto donde debían detenerse, prepararlo todo y obtener la autorización definitiva para cumplir con su misión…si, “la última parada” tenía sentido, más si pensaba en lo que estaban a punto de llevar a cabo, aquella misma noche, a escasos 20 kilómetros de esa área de servicio.
Entonces, instintivamente desvió la mirada hacia la parte trasera de la cabina del camión, donde estaba el camastro en el cual normalmente dormía el conductor en sus largos viajes por las carreteras de media Europa. Bajo él, estaba la razón de ser de todo aquello, y lo que iba a cambiar el mundo para siempre. El Coronel del GRU Oleg Popov, pensaba en todo aquello, mientras trataba de centrarse en repasar los últimos detalles de su misión, que para bien o para mal culminaría en las próximas horas, y olvidarse de todo lo demás.
Lo que aquella noche estaba a punto de terminar, había comenzado mucho antes, cuando a mediados de enero, había recibido la orden de sus superiores de prepararse para la misión “Tikhvin”. Popov recibió la orden con sorpresa, ya que, a sus 55 años, y pese a haber dedicado los últimos 4 años de su vida a prepararse para ella, nunca hubiera pensado en que realmente fuera a ser llevada a cabo alguna vez. Pero ordenes eran ordenes, y junto a su compañero, el Teniente Coronel Mikhail Goborov, también del GRU, lo prepararon todo para llevarla a cabo lo antes posible. “Tikhvin” suponía insertar un artefacto “especial” en miniatura en el corazón de Europa, y detonarlo allí donde pudiera hacer más daño o donde fuese indicado por las autoridades político-militares.
Sobre aquellos artefactos, conocidos en Occidente como “maletines nucleares”, y de los que muchos dudaban siquiera que existieran, se había escrito mucho, y la mayoría de veces, la información era totalmente errónea. En realidad, eran muy parecidos a la munición atómica de demolición (ADM) que durante años los EEUU habían fabricado y mantenido para usar contra el Pacto de Varsovia en caso de que estallase una guerra en Europa, para entorpecer los movimientos de sus fuerzas, destrozando “cuellos de botella” geográficos como puentes, nudos de carreteras, túneles y objetivos similares. Por supuesto, los líderes soviéticos, al ser conocedores de ese armamento habían exigido que su país tuviera una contrapartida, y aunque el final de la guerra fría había supuesto que se retirasen de los inventarios dichas armas, Moscú había pensado que sería buena idea volver a producir algunos nuevos, por si algún día llegaba el caso de tener que utilizarlos.
El artefacto, en realidad tenía poco de “maletín”, y se parecía más bien a una mochila de alta montaña, la cual escondía un cilindro de unos 60 de alto por 45 de diámetro, que pesaba 40 kilogramos, y que podía ser transportado por un solo hombre, aunque normalmente viajaba separado en dos partes, por seguridad y comodidad, antes de ser ensamblado y preparado para su utilización. En concreto, el artefacto que Goborov, como especialista en ello, había preparado, era una bomba atómica de uranio en miniatura, con un potencial de 1,5 kilotones. Popov era el especialista en la infiltración de la bomba, así como de su armado y activación final, razón por la cual, Govorov no se encontraba en la cabina de aquel tráiler.
EL viaje había comenzado al contactar con la poderosa mafia rusa, la cual tenía solidos contactos con el servicio de espionaje ruso, y que, a su vez, no tenía muchos problemas en introducir material y personas en la Unión Europea, por vías “irregulares”. Para aquella ocasión, los Generales del GRU habían elegido la enorme e inhóspita frontera de Rusia con Finlandia como paso más seguro a la Europa occidental. Así, que el 21 de enero, tres días antes del inicio de la guerra, y por orden directa del Presidente ruso, Popov y Govorov dieron comienzo a la operación “Tikhvin”.
A altas horas de la madrugada, en medio de una ventisca moderada, con temperaturas de 20 grados bajo cero, y guiados por dos miembros de la mafia rusa local, cruzaron la frontera en motos de nieve, sin sobresaltos y de manera limpia. Fue un buen comienzo. Tras entrar en Finlandia, se dirigieron a una cabaña en medio de un desierto y nevado bosque a pocos kilómetros de allí, donde estuvieron buena parte del día siguiente, antes de volver a moverse, siempre hacia el oeste por rutas donde los rusos sabían que no patrullaban los servicios de seguridad finlandeses. Durante un par de días, siguieron avanzando entre nevadas y a través de aquellos interminables bosques, descansando en pequeñas cabañas o en refugios improvisados, como una auto caravana destartalada en medio de ninguna parte, y apartándose de las vías principales, ya de por si poco transitadas en aquella zona del país.
Finalmente, y solo unas horas antes del inicio de la guerra, llegaron a la cabaña que sería su guarida, hasta que llegara la orden de avanzar con la operación “Tikhvin” o de retirarse a su país. Los dos mafiosos que los habían guiado hasta allí desaparecieron tan pronto como llegaron, y les dejaron en manos de otros dos tipos, uno lleno de tatuajes, cara de pocos amigos y grande como un armario, y el otro, más pequeño y con cara de ser más listo que el hambre, que serían sus “cuidadores” durante su estancia allí. Se encargarían de su protección y de hacer su vida lo más cómoda posible en aquellas circunstancias, además, de si llegado el caso, y agotadas las provisiones, debían salir a buscar alimentos o cualquier otro tipo de suministro. Aquellos individuos, pese a las instrucciones de sus superiores, se mostraron moderadamente curiosos nada más ver la mochila de alta montaña que transportaban los agentes del GRU, pero estos les dijeron que eran unos avanzados explosivos binarios, muy potentes e inestables, y que su mala manipulación podía hacer que saltasen por los aires todos ellos, así que les conminaron a no acercarse demasiado a ella, lo cual cumplieron a rajatabla, tras aquella detalla y plausible explicación.
Durante los más de cuarenta días siguientes, la vida fue un poco monótona para el Coronel y su subordinado. Tenían pocas noticias de la marcha del conflicto, y ninguna demasiado detallada, se dedicaban a mantener la mochila en condiciones operativas, a comer, dormir, dar algunos paseos por el nevado y frio exterior de la cabaña, charlar con sus anfitriones, y de vez en cuando a jugar a las cartas. Sus “amigos” mafiosos tuvieron que ir a finales de febrero, dada la escasez de comida, en busca de provisiones al pueblo más cercano. Aquella misión se estaba alargando, lo cual no era bueno, a ojos de Popov, ya que estaba claro que la guerra continuaba, y en Moscú siempre se había pensado en una victoria rápida para luego entablar negociaciones con occidente. Si como era evidente, aquello no había funcionado, cada día que pasaba, la operación “Tikhvin” era más probable.
Y por fin ese día llego, en la mañana del 14 de marzo recibieron el mensaje codificado de avanzar a la fase dos de la operación mediante su pequeña y moderna emisora. Desde ese momento, todo el aburrimiento y la monotonía de las semanas pasadas, se evaporaron como por arte de magia. Tras las comprobaciones finales, y tras repasar una y otra vez el plan con sus “amigos” hasta donde a ellos les afectaba, los agentes del GRU acomodaron el artefacto nuclear en un viejo y feo todoterreno, que no llamaba demasiado la atención, y que era muy común entre los lugareños de aquellas inhóspitas tierras, y abandonaron la cabaña.
Tras varias horas de conducción, de dejar atrás los interminables bosques y los cientos de lagos que se extendían por toda la región, en un viaje sin sobresaltos, pese a la evidente tensión, fueron acercándose cada vez más a la civilización. Por fin, ya de noche, terminaron en un polígono comercial, al suroeste de la ciudad de Oulu, la más poblada de la mitad norte de Finlandia y un gran centro de alta tecnología informática y médica. Una vez allí, se dirigieron a la parte trasera de una nave comercial, donde avistaron a un camión Renault Premiun con matrícula alemana comenzando a cargar un contenedor de mercancías en el interior de la nave. Tras aparcar por allí cerca, los dos agentes y uno de los mafiosos se dirigieron a dicha nave. La actividad en el polígono, pese a las horas, era enorme y nadie se fijó en aquellos tres tipos de lo más normales, uno de ellos con una mochila bastante grande.
La propietaria de aquella nave era una empresa de tecnología que se especializaba en monitores informativos para centros médicos, supermercados u otras instalaciones como aeropuertos o instituciones públicas. Pero lo verdaderamente importante, es que no era sino una empresa pantalla, tras muchas capas de otras empresas, burocracia e ingeniería financiera, usada por la mafia rusa para blanquear el dinero conseguido mediante sus actividades ilícitas. Así que, tras recibir el pedido de contenedor lleno de monitores por parte de una empresa venezolana, que a su vez era controlada en la sombra por los propios rusos, pusieron en marcha el envío, generando la correspondiente orden de trabajo, y solicitando un transportista, resultando todo muy legal a la vista de las autoridades, excepto por que el nombre del camionero había sido “sugerido” por los oficiales de contacto del GRU local a los administradores de la empresa.
Dicho transportista, de nombre Manfred Weber, era un camionero alemán autónomo que se dedicaba a transportar mercancía de una punta a otra de Europa, y que, desde hacía ya unas semanas, se había especializado en recorrer las carreteras finlandesas, suecas y danesas, hasta llegar a su natal Alemania, ya que, a causa de la guerra, el tráfico de mercancías por el Mar Báltico era casi inexistente, no queriendo arriesgarse ninguna naviera a meter sus buques en aquel avispero. Por lo tanto, tanto Suecia, como sobre todo Finlandia, tenían que mover sus mercancías por carretera hasta puertos más seguros, principalmente en Alemania, aunque también llegaban a Noruega u Holanda. Y en esa tesitura, los transportistas de media Europa estaban haciendo su agosto, entre ellos Weber. Pero este con una particularidad, y es que se trataba de un colaborador del GRU.
Manfred, nacido 50 años atrás en Rostock, e hijo de un oficial del antiguo ejército de la RDA, en parte por nostalgia e ideología, pero sobre todo por las generosas “donaciones” de billetes de 100 y 200 euros que los rusos le entregaban cada vez que les ayudaba transportando alguno de sus “paquetes” por el viejo continente, colaboraba con los servicios de inteligencia rusos desde hacía varios años, cuando fue contactado por primera vez. Desde entonces no se arrepentía de nada de lo que había hecho, incluso cuando tuvo la duda de si había podido trasladar sustancias químicas utilizadas para acabar con “traidores” rusos en algún país occidental. Seguramente se lo merecían, y él sabía en que se metía cuando acepto aquel “trabajo”. Por suerte, tampoco eran muchas las veces que requerían sus servicios, y de momento no había sido detectado por los servicios de seguridad occidentales como un colaborador ruso en la Unión Europea.
Así, que aquella noche del día 14, Manfred conoció por primera vez en su vida al Coronel Oleg Popov, aunque por supuesto no por su nombre, si no que por su falsa identidad de Otto Fuchs, un camionero alemán con sus correspondientes papeles y su trabajado acento alemán, tras su aprendizaje en la escuela del GRU, y muchos años de servicio en Alemania y otros países occidentales. Tras un intercambio de opiniones iniciales, fuera de la nave, los agentes rusos y el camionero esperaron a que el camión estuviera cargado con su mercancía legal y a que los trabajadores de la empresa se hubieran marchado a casa para ponerse a trabajar, bajo la seguridad de las puertas cerradas de la nave, con su otra “mercancía”.
Govorov terminó las últimas comprobaciones y puso a punto la bomba, ensamblando finalmente todas las piezas, y dejándola lista para su activación, mientras Popov repasaba una y otra vez el procedimiento de armado y puesta en marcha mediante temporizador del artefacto. Weber ya había preparado el habitáculo que usaba para mover ese tipo de mercancía normalmente, situado en un hueco grande y muy bien escondido, bajo el camastro de la cabina del camión. La operación de colocar allí la mochila fue delicada, ya que no era fácil moverse en la cabina de aquel camión con un objeto tan voluminoso, pesado y, sobre todo, delicado. El alemán tuvo que hacer algunas rectificaciones en la cabina y en el escondite para que la mochila cupiera y viajara de forma segura, a la vez que fuera accesible desde el asiento del copiloto sin demasiados problemas. Todo aquel trabajo les llevo casi el resto de la noche, por lo que, al terminar, los dos agentes rusos y el camionero, pudieron retirarse a descansar un par de horas en una habitación anexa a la nave, donde durmieron en unas butacas relativamente cómodas, mientras los mafiosos se aseguraban que nadie husmeara cerca de la nave.
Ya por la mañana, y tras despedirse de sus “amigos y guardianes”, Popov y Weber, se subieron al camión, donde Govorov les dio las últimas instrucciones para acto seguido, despedirse sin demasiado ceremonial, tanto de su compañero y superior, como del alemán. El Teniente Coronel regresaría con los mafiosos a Rusia por la misma ruta que los había llevado a Finlandia, ya que su presencia no era necesaria, y no había que tentar a la suerte más de lo debido manteniendo en aquel país a un agente que sabía demasiado.
Manfred y Popov abandonaron la nave justo cuando llegaban los primeros trabajadores de la empresa, y se pusieron en marcha hacia el norte, hacia la frontera sueca. Les esperaba por delante un viaje de más de 24 horas, que se alargaría algunas más por las paradas que debían efectuar para descansar en las estaciones de servicio o en apartaderos que el alemán ya conocía a la perfección. El viaje fue pesado, pero también cargado de tensión. El alemán no preguntó que transportaban, pero Popov, tal y como se había acordado en la planificación de “Tikhvin”, le contó que la misión consistía en introducir una bomba con un nuevo tipo de explosivo convencional de gran potencia, que tendría unos efectos parecidos a la famosa “madre de todas las bombas” en occidente, en el puerto de Bremerhaven para interrumpir las operaciones de desembarco de las fuerzas norteamericanas de la OTAN, además de algunos detalles de su exfiltración del puerto y su salida de territorio occidental, y regreso a Rusia. Era un riesgo explicar todo aquello al camionero alemán, pero alguien en Moscú había decidido que sería mejor hacerlo así, de todas formas, si detenían al camión y a ellos, poco tardarían en localizar la mochila. Weber entendió entonces el porqué del enorme pago que había acordado con los rusos. Aquella vez, su vida iba a estar en riesgo, y su participación en la entrega era decisiva…y no le gustaba demasiado la idea. Pero ya estaba hecho, y sabía con qué tipo de gente trataba. Echarse atrás no era una opción, y traicionarlos, menos todavía, sabía cómo se las gastaban aquella gente.
Cruzaron la frontera con Suecia y el resto del país escandinavo, sin ninguna dificultad digna de reseñarse, seguramente o en gran parte debido al enorme flujo de camiones y mercancías que fluía por sus autopistas y que servía para que la economía de ese país no se paralizase. Tras conducir todo el día, llegaron a un pueblo llamado Lund, cerca de Malmö ya de madrugada, y bajaron una vez más a estirar las piernas, comer algo y dormir unas horas. Aquella iba a ser una de las últimas paradas antes de Bremerhaven. Popov tenía el temor del ya cercano cruce del puente de Oresund que unía Suecia y Dinamarca, sobre los estrechos daneses, y que, a ojos del espía y del servicio de inteligencia ruso, podía ser un punto ideal para situar un detector de radiación por las autoridades danesas (aunque no pudo ser confirmado), y es que se adentraban en territorio OTAN y la seguridad posiblemente sería más férrea. Por suerte, tras reemprender la marcha a media mañana y cruzar el puente, nada ocurrió. Detectar la débil radiación de la pequeña bomba, bajo una cubierta de plomo sería una tarea harto difícil para los hipotéticos detectores, más si avanzaba a 80 km/h en medio de una miríada de otros camiones y vehículos.
Así que tras unas cuantas horas más de conducción, de mirar de reojo a las patrullas de la policía danesa y alemana con las que se cruzaban en la carretera, y una penúltima parada ya en territorio alemán, el agente ruso y el camionero alemán se acercaban a “la última parada”.
-Allí es – dijo Manfred. – Aparcamos y nos comemos unas hamburguesas. Mejor hacer esto con el estómago lleno ¿no crees?
-mmm…prefiero que te acerques tú y come allí si quieres. Yo no tengo hambre, me quedo aquí dentro, tengo que hacer unas verificaciones finales. Y, por cierto, si conoces a alguien, actúa con naturalidad, como si este fuera otro más de los viajes que sueles hacer ¿de acuerdo?
El alemán se encogió de hombros y asintió. No iba a discutir con aquel hombre por eso. No era un espía profesional, pero sabía cómo comportarse en aquellas áreas de servicio que tanto frecuentaba por su profesión.
Aparcaron en el parking para camiones, y mientras el conductor se adentraba en el McDonalds a pedir la comida, y a Weber se le revolvía el estómago de pensar en la bazofia que comía aquella gente, el ruso encendió su teléfono móvil Nokia de última generación que le habían facilitado en el GRU antes de iniciar el viaje a Finlandia, por primera vez desde que salió de Rusia a finales de enero, y se conectó a internet. Las instrucciones eran claras para dar por finalizada la fase 2 y comenzar la fase 3, o replegarse. Debía entrar en una página web suiza de ventas de segunda mano, y buscar un anuncio en la sección de motor de aquel mismo día. Si había aparecía un viejo camión hormigonera IVECO con una determinada matricula en venta, significaría una cosa, y si, por el contrario, aparecía un camión Volvo frigorífico con otra matricula específica, significaría otra. Por último, si no encontraba nada, debía esperar 24 horas y revisar cada hora la página. Vencido ese plazo, debía abortar la misión y regresar a la posición de partida. Mientras se conectaba y entraba en la web, Popov dio gracias a que la desaforada cultura consumista occidental no se hubiera visto muy perjudicada por la guerra, y que webs como aquellas siguieran funcionando. Cuando finalmente cargó la página, el ruso comenzó a navegar hasta llegar a donde debía buscar el anuncio… y si, allí estaba. Eran las 8 de la noche, y por fin pudo saber cuál iba a ser su destino…parece que se iba a comprar un viejo IVECO hormigonera.
AL cabo de un buen rato, llegaba Weber con su estómago lleno y de buen humor, despreocupado, como si no estuviera en medio de una operación de altísimo riesgo. “Mejor así”, pensó el ruso, que tenía instrucciones precisas de no dejar cabos sueltos, y que tras dar por concluida su participación en la misión, debía “eliminar” al alemán.
-No te he traído nada. Tú te lo pierdes – dijo a modo de saludo al entrar en la cabina.
-Gracias, pero no tengo hambre, de verdad… ¿te ha reconocido alguien?
-Claro, una de las que trabaja ahí, y a la que le tengo echado el ojo, me ha saludado y hemos hablado mientras me preparaban el pedido. Me has pedido que actúe con normalidad, ¿verdad?
-Sí, desde luego. ¿Había policías? No veo ningún coche en el aparcamiento.
-Dentro no, pero ahora mismo, al venir hacia aquí, llegaba una patrulla que ha aparcado enfrente del restaurante. Creo que también iban a comer algo.
“Restaurante” era una palabra muy fuerte para aquel lugar, pensó el ruso.
-Y hay un vigilante privado dando vueltas por ahí. Siempre está. No hay de qué preocuparse, lo conozco, y no es demasiado diligente con su trabajo. Hace las rondas justas y necesarias y no se entromete en nada que no sea muy llamativo.
-Perfecto. Pues entonces a trabajar. Cierra las cortinas y hagamos como que vamos a dormir.
-Claro. ¿Qué tengo que hacer yo? – dijo mientras cerraba las cortinillas de la cabina que ayudaban al camionero a no ser despertado por el sol cuando este salía por la mañana y a salvaguardar algo su intimidad dentro del camión.
-Ten – dijo alargándole una pequeña linternilla de luz roja – alúmbrame aquí.
-Podemos encender la luz interior, es normal que, aunque cerremos las cortinillas, sigamos un rato despiertos y con la luz encendida.
-Lo sé, pero eso puede dar pie a que algún policía u otro camionero intente picar a la puerta para hablar con nosotros o ver que hacemos, y ahora eso no nos conviene en absoluto. Es mejor que crean que estamos ya durmiendo.
-De acuerdo, tu eres el que sabes de esto.
Popov, bajo la luz que le proporcionaba la pequeña linterna roja, abrió el compartimento donde se hallaba la bomba y comenzó a manipularla. Hizo unos ajustes finales y lo dejó todo listo. Llegado el momento solo tendría que accionar un botón y comenzaría la cuenta atrás. Entonces solo tendrían 10 minutos para abandonar el lugar y llegar tan lejos como pudieran.
- ¿Lo vamos a hacer finalmente?
-Claro, ¿para qué crees que hemos venido hasta aquí?
-Joder, va a ser algo gordo ¿verdad?
-Desde luego – respondió el ruso sin mucho interés en mantener una conversación al respecto.
- ¿Y cuándo?
-Esperaremos aquí hasta las 21:30 horas, luego iremos al puerto. Puerta de acceso 4. Es la que está más al norte, ¿no?
-Ahora mismo sí, hay otra más arriba, pero está prohibida por el trafico militar.
-Exacto. Tenemos que tratar de dejar el camión lo más cerca posible del muelle donde está atracado el buque que trae las tropas norteamericanas.
- ¿Hay americanos ahora allí?
-Si.
-Y vamos a cargarnos a unos cuantos… ¿verdad?
-Esa es la idea – respondió un poco cansado de las preguntas del conductor alemán. – ¿Podemos llegar a este punto? – dijo enseñándole una imagen de satélite en su móvil del puerto de Bremerhaven.
-Eso está cerca de la valla de seguridad que han levantado para la parte de carga que están usando los americanos…quizás nos hagan preguntas.
-Pero ¿se puede dejar allí el camión?
-Eso depende de la zona que nos asignen las autoridades portuarias, pero si, suele ser cerca de ahí para ese tipo de embarques. Supongo que alguien en Moscú ha hecho los deberes.
-Mejor – dijo ignorando su último comentario - porque tenemos que recoger un coche aquí, cerca de la gasolinera, un Skoda Fabia gris, cuyas llaves tengo en mi bolsillo, y abandonar cuanto antes el puerto, pero sin levantar sospechas.
-En eso no hay problema. Hay mucho tráfico de trabajadores que entran y salen y hacia las diez entra un turno y sale otro, así que no creo que nadie se fije demasiado, incluso suele haber otros compañeros camioneros que cogen taxis o coches de alquiler para ir a la ciudad mientras esperan a que les avisen para descargar el contenedor.
-Estupendo, pues ya está todo decidido. La cosa irá así. Llegaremos al puerto y aparcaremos donde nos digan, si no es muy lejos de este punto, si no, nos acercaremos a él y detendremos el camión como si tuviéramos una avería y lo dejaremos allí. Luego tú te bajarás como si tal cosa, e iras hacia el Skoda, mientras yo activo la bomba y te sigo. Desde entonces tendremos diez minutos para alejarnos cuanto podamos ¿Queda eso claro? Diez minutos.
-Vale, entiendo, pero llegar al coche y salir del puerto ya casi nos va a llevar ese tiempo, si no más. ¿No lo puedes programar para que sean al menos 20?
-mmm…no…que sean 15, ni uno más, o no llegaremos a nuestro punto de extracción con los agentes que nos tienen que recoger.
-Pues tendremos que apretar el acelerador nada más salir del puerto.
-Pues correremos. Lo esencial es que podamos dejar el camión en una posición cercana a los americanos y activar la bomba.
-De acuerdo – dijo sin estar muy convencido el alemán, que pensaba que conservar el pellejo era más importante, pero claro, él no era un espía ni un soldado.
16 de marzo, 22:12 hora local. Puerto de Bremerhaven, Alemania.
Era la última hora de su turno de guardia, y el agente alemán de la policía fluvial que vigilaba aquella parte del puerto en su coche estaba cansado. Su tarea era rutinaria, más todavía porque su compañero estaba enfermo en casa y tenía que hacer la guardia en solitario. Prefería estar embarcado y revisar buques en el puerto o en las vías fluviales, pero desde el inicio de la guerra en el Báltico, la seguridad portuaria había aumentado su nivel de prioridad sobre otras tareas, y sobre todo en aquel estratégico puerto alemán, por donde entraba buena parte del material bélico que estaban utilizando los americanos para combatir a los rusos. Pero, aun así, la escasez de personal y la mayor cantidad de tareas a atender, hacía imposible cumplir todas las labores asignadas a su cuerpo policía, por lo que la policía federal e incluso la policía militar norteamericana, se dedicaban a patrullar ahora el puerto también.
-Patrulla 1…patrulla 1…¿algo que informar?
-Negativo control, todo normal.
- ¿Posición?
-Al lado del tercer paso a nivel…y de la valla, en mi sector…espera Control...estoy viendo que hay un camión que ha aparcado en una zona que no debería… ¿la zona B-1-2 está despejada para el aparcamiento de contenedores?
-…Negativo, no tengo noticias de algo así. Verifíquelo. Mando otra patrulla de apoyo.
-Parece que el camión tiene algún problema. Voy para allí.
El policía alemán, vio salir a lo lejos al conductor del camión y dirigirse a paso ligero hacia la gasolinera que distaba menos de 400 metros, al sureste de allí. “Quizás va a pedir ayuda o herramienta y a aparcado ahí un momento”, pensó el alemán, mientras dudaba si interceptar al camionero o investigar el camión. Pero en ese momento vio salir a otra persona de la cabina, y seguir al otro a paso ligero. Aquello si era extraño…
…
“La suerte estaba echada”, pensaba Popov mientras avanzaba a grandes zancadas, siguiendo a Weber a pocos metros de distancia y tratando de ignorar al coche patrulla que veía de reojo acercarse al camión. “Menos de quince minutos para la detonación…menos de quince minutos para cambiar el mundo…”
Pero no tuvo tiempo de más. De repente, y tras quince segundos desde la activación del temporizador, la mini bomba nuclear detonó. Alguien en el GRU, definitivamente había hecho sus deberes, y entre ellos estaba el de no dejar ningún cabo suelto, absolutamente ninguno. Y aunque a Govorov no le gustó la idea de cambiar el temporizador para que los minutos que se veían en la pantalla del temporizador, en realidad, internamente, fueran segundos, y así acabar con la vida de su compañero Popov, ordenes eran ordenes, y cada uno tenía las suyas.
Y mientras Popov, Weber y el policía alemán se desintegraban, un tremendo destello dejó ciego a más de uno que estaba mirando en aquella dirección en la oscuridad de la noche, seguido de una enorme onda de choque que barrió las instalaciones portuarias, y una gigantesca bola de fuego que lo carbonizó todo dentro de su radio de acción. Segundos después, una enorme columna de humo que iba formando el tan conocido y temido hongo nuclear, se alzaba impertérrita en la oscuridad.
Quien tuvo la suerte de verlo desde bastante distancia no daba crédito a lo que estaba viendo, y la mayoría no reaccionó hasta el cabo de unos minutos. Quien no tuvo tanta suerte, acabó muerto por las ondas de sobrepresión o las ondas de calor al instante, y los menos afortunados, tras una rápida agonía por quemaduras de tercer grado o por haberle reventado los órganos internos. Incluso peor serían aquellos que agonizarían durante horas o días, o a los que la radiación los mataría poco a poco en los días, semanas o meses siguientes.
Se sabría, días después, y tras arduos trabajos de salvamento, limpieza y desescombro, que la detonación provocó casi 600 muertos y más de 1.800 heridos entre los trabajadores y civiles alemanes en el puerto y sus inmediaciones. La cifra de las bajas entre los soldados norteamericanos no fue hecha pública, pero se acercó al millar, aproximadamente 200 de ellos fallecidos, y el resto heridos de diversa gravedad, sin contar, en ninguno de los dos casos, civiles o soldados, las personas que había sido afectado por la radiación, y de las cuales muchas morirían en las próximas jornadas y semanas. La brigada norteamericana se puso casi considerar afortunada, ya que una parte de sus efectivos y vehículos habían abandonado el puerto por tren unas horas antes, y el resto, por la distancia, el pequeño tamaño de la bomba y al ser muchos de sus vehículos la “piel dura”, lograron sobrevivir, aunque contaminados, al efecto de la explosión nuclear. De todas formas, los vehículos de “piel blanda” y una buena parte de los efectivos humanos sí que resultaron afectados, lo que hacía que la unidad quedara fuera de combate temporalmente, al menos hasta que se descontaminara la zona, el personal y los vehículos, y se repusieran las bajas, materiales y humanas. Dentro de todo aquello, la buena noticia fue que el viento soplaba del sur, y se llevó la nube radiactiva lejos de la ciudad de Bremerhaven y solo afectó a un par de pequeños pueblos antes de salir al Mar del Norte, donde sus efectos quedaron muy diluidos.
Pero en aquella noche del 16 de marzo de 2018, un artefacto nuclear había estallado en territorio alemán, de la OTAN, matado a muchas personas, de muchas nacionalidades y creando gran destrucción en unas instalaciones vitales para Alemania y las fuerzas armadas estadounidenses. En definitiva, y como había predicho Popov, el mundo había cambiado para siempre.
- ¿Falta mucho? – le preguntó a su compañero de viaje sentado a su lado.
-Algo más de 30 kilómetros para la última parada. Acabamos de pasar Bremervörde. – le respondió desde su asiento el conductor del camión.
Asintió y mientras veía como la lluvia golpeaba los cristales de la ventanilla, se volvió a concentrar en sus pensamientos. “La última parada” …aquello no sonaba demasiado bien, casi parecía una sentencia, aunque tras un día y medio en la carretera, y muy pocas paradas, le parecía un alivio poder volver a bajarse de aquel camión, estirar las piernas y descansar un poco, e iba a necesitar ese descanso.
En realidad, “la última parada” era algo bastante más prosaico, un área de servicio en la autopista 27, en la intersección de la nacional 71, por la que circulaban en aquellos momentos, a las afueras de Bremerhaven, con una gasolinera, un McDonald y un amplio aparcamiento para camiones. Aquel era el punto donde debían detenerse, prepararlo todo y obtener la autorización definitiva para cumplir con su misión…si, “la última parada” tenía sentido, más si pensaba en lo que estaban a punto de llevar a cabo, aquella misma noche, a escasos 20 kilómetros de esa área de servicio.
Entonces, instintivamente desvió la mirada hacia la parte trasera de la cabina del camión, donde estaba el camastro en el cual normalmente dormía el conductor en sus largos viajes por las carreteras de media Europa. Bajo él, estaba la razón de ser de todo aquello, y lo que iba a cambiar el mundo para siempre. El Coronel del GRU Oleg Popov, pensaba en todo aquello, mientras trataba de centrarse en repasar los últimos detalles de su misión, que para bien o para mal culminaría en las próximas horas, y olvidarse de todo lo demás.
Lo que aquella noche estaba a punto de terminar, había comenzado mucho antes, cuando a mediados de enero, había recibido la orden de sus superiores de prepararse para la misión “Tikhvin”. Popov recibió la orden con sorpresa, ya que, a sus 55 años, y pese a haber dedicado los últimos 4 años de su vida a prepararse para ella, nunca hubiera pensado en que realmente fuera a ser llevada a cabo alguna vez. Pero ordenes eran ordenes, y junto a su compañero, el Teniente Coronel Mikhail Goborov, también del GRU, lo prepararon todo para llevarla a cabo lo antes posible. “Tikhvin” suponía insertar un artefacto “especial” en miniatura en el corazón de Europa, y detonarlo allí donde pudiera hacer más daño o donde fuese indicado por las autoridades político-militares.
Sobre aquellos artefactos, conocidos en Occidente como “maletines nucleares”, y de los que muchos dudaban siquiera que existieran, se había escrito mucho, y la mayoría de veces, la información era totalmente errónea. En realidad, eran muy parecidos a la munición atómica de demolición (ADM) que durante años los EEUU habían fabricado y mantenido para usar contra el Pacto de Varsovia en caso de que estallase una guerra en Europa, para entorpecer los movimientos de sus fuerzas, destrozando “cuellos de botella” geográficos como puentes, nudos de carreteras, túneles y objetivos similares. Por supuesto, los líderes soviéticos, al ser conocedores de ese armamento habían exigido que su país tuviera una contrapartida, y aunque el final de la guerra fría había supuesto que se retirasen de los inventarios dichas armas, Moscú había pensado que sería buena idea volver a producir algunos nuevos, por si algún día llegaba el caso de tener que utilizarlos.
El artefacto, en realidad tenía poco de “maletín”, y se parecía más bien a una mochila de alta montaña, la cual escondía un cilindro de unos 60 de alto por 45 de diámetro, que pesaba 40 kilogramos, y que podía ser transportado por un solo hombre, aunque normalmente viajaba separado en dos partes, por seguridad y comodidad, antes de ser ensamblado y preparado para su utilización. En concreto, el artefacto que Goborov, como especialista en ello, había preparado, era una bomba atómica de uranio en miniatura, con un potencial de 1,5 kilotones. Popov era el especialista en la infiltración de la bomba, así como de su armado y activación final, razón por la cual, Govorov no se encontraba en la cabina de aquel tráiler.
EL viaje había comenzado al contactar con la poderosa mafia rusa, la cual tenía solidos contactos con el servicio de espionaje ruso, y que, a su vez, no tenía muchos problemas en introducir material y personas en la Unión Europea, por vías “irregulares”. Para aquella ocasión, los Generales del GRU habían elegido la enorme e inhóspita frontera de Rusia con Finlandia como paso más seguro a la Europa occidental. Así, que el 21 de enero, tres días antes del inicio de la guerra, y por orden directa del Presidente ruso, Popov y Govorov dieron comienzo a la operación “Tikhvin”.
A altas horas de la madrugada, en medio de una ventisca moderada, con temperaturas de 20 grados bajo cero, y guiados por dos miembros de la mafia rusa local, cruzaron la frontera en motos de nieve, sin sobresaltos y de manera limpia. Fue un buen comienzo. Tras entrar en Finlandia, se dirigieron a una cabaña en medio de un desierto y nevado bosque a pocos kilómetros de allí, donde estuvieron buena parte del día siguiente, antes de volver a moverse, siempre hacia el oeste por rutas donde los rusos sabían que no patrullaban los servicios de seguridad finlandeses. Durante un par de días, siguieron avanzando entre nevadas y a través de aquellos interminables bosques, descansando en pequeñas cabañas o en refugios improvisados, como una auto caravana destartalada en medio de ninguna parte, y apartándose de las vías principales, ya de por si poco transitadas en aquella zona del país.
Finalmente, y solo unas horas antes del inicio de la guerra, llegaron a la cabaña que sería su guarida, hasta que llegara la orden de avanzar con la operación “Tikhvin” o de retirarse a su país. Los dos mafiosos que los habían guiado hasta allí desaparecieron tan pronto como llegaron, y les dejaron en manos de otros dos tipos, uno lleno de tatuajes, cara de pocos amigos y grande como un armario, y el otro, más pequeño y con cara de ser más listo que el hambre, que serían sus “cuidadores” durante su estancia allí. Se encargarían de su protección y de hacer su vida lo más cómoda posible en aquellas circunstancias, además, de si llegado el caso, y agotadas las provisiones, debían salir a buscar alimentos o cualquier otro tipo de suministro. Aquellos individuos, pese a las instrucciones de sus superiores, se mostraron moderadamente curiosos nada más ver la mochila de alta montaña que transportaban los agentes del GRU, pero estos les dijeron que eran unos avanzados explosivos binarios, muy potentes e inestables, y que su mala manipulación podía hacer que saltasen por los aires todos ellos, así que les conminaron a no acercarse demasiado a ella, lo cual cumplieron a rajatabla, tras aquella detalla y plausible explicación.
Durante los más de cuarenta días siguientes, la vida fue un poco monótona para el Coronel y su subordinado. Tenían pocas noticias de la marcha del conflicto, y ninguna demasiado detallada, se dedicaban a mantener la mochila en condiciones operativas, a comer, dormir, dar algunos paseos por el nevado y frio exterior de la cabaña, charlar con sus anfitriones, y de vez en cuando a jugar a las cartas. Sus “amigos” mafiosos tuvieron que ir a finales de febrero, dada la escasez de comida, en busca de provisiones al pueblo más cercano. Aquella misión se estaba alargando, lo cual no era bueno, a ojos de Popov, ya que estaba claro que la guerra continuaba, y en Moscú siempre se había pensado en una victoria rápida para luego entablar negociaciones con occidente. Si como era evidente, aquello no había funcionado, cada día que pasaba, la operación “Tikhvin” era más probable.
Y por fin ese día llego, en la mañana del 14 de marzo recibieron el mensaje codificado de avanzar a la fase dos de la operación mediante su pequeña y moderna emisora. Desde ese momento, todo el aburrimiento y la monotonía de las semanas pasadas, se evaporaron como por arte de magia. Tras las comprobaciones finales, y tras repasar una y otra vez el plan con sus “amigos” hasta donde a ellos les afectaba, los agentes del GRU acomodaron el artefacto nuclear en un viejo y feo todoterreno, que no llamaba demasiado la atención, y que era muy común entre los lugareños de aquellas inhóspitas tierras, y abandonaron la cabaña.
Tras varias horas de conducción, de dejar atrás los interminables bosques y los cientos de lagos que se extendían por toda la región, en un viaje sin sobresaltos, pese a la evidente tensión, fueron acercándose cada vez más a la civilización. Por fin, ya de noche, terminaron en un polígono comercial, al suroeste de la ciudad de Oulu, la más poblada de la mitad norte de Finlandia y un gran centro de alta tecnología informática y médica. Una vez allí, se dirigieron a la parte trasera de una nave comercial, donde avistaron a un camión Renault Premiun con matrícula alemana comenzando a cargar un contenedor de mercancías en el interior de la nave. Tras aparcar por allí cerca, los dos agentes y uno de los mafiosos se dirigieron a dicha nave. La actividad en el polígono, pese a las horas, era enorme y nadie se fijó en aquellos tres tipos de lo más normales, uno de ellos con una mochila bastante grande.
La propietaria de aquella nave era una empresa de tecnología que se especializaba en monitores informativos para centros médicos, supermercados u otras instalaciones como aeropuertos o instituciones públicas. Pero lo verdaderamente importante, es que no era sino una empresa pantalla, tras muchas capas de otras empresas, burocracia e ingeniería financiera, usada por la mafia rusa para blanquear el dinero conseguido mediante sus actividades ilícitas. Así que, tras recibir el pedido de contenedor lleno de monitores por parte de una empresa venezolana, que a su vez era controlada en la sombra por los propios rusos, pusieron en marcha el envío, generando la correspondiente orden de trabajo, y solicitando un transportista, resultando todo muy legal a la vista de las autoridades, excepto por que el nombre del camionero había sido “sugerido” por los oficiales de contacto del GRU local a los administradores de la empresa.
Dicho transportista, de nombre Manfred Weber, era un camionero alemán autónomo que se dedicaba a transportar mercancía de una punta a otra de Europa, y que, desde hacía ya unas semanas, se había especializado en recorrer las carreteras finlandesas, suecas y danesas, hasta llegar a su natal Alemania, ya que, a causa de la guerra, el tráfico de mercancías por el Mar Báltico era casi inexistente, no queriendo arriesgarse ninguna naviera a meter sus buques en aquel avispero. Por lo tanto, tanto Suecia, como sobre todo Finlandia, tenían que mover sus mercancías por carretera hasta puertos más seguros, principalmente en Alemania, aunque también llegaban a Noruega u Holanda. Y en esa tesitura, los transportistas de media Europa estaban haciendo su agosto, entre ellos Weber. Pero este con una particularidad, y es que se trataba de un colaborador del GRU.
Manfred, nacido 50 años atrás en Rostock, e hijo de un oficial del antiguo ejército de la RDA, en parte por nostalgia e ideología, pero sobre todo por las generosas “donaciones” de billetes de 100 y 200 euros que los rusos le entregaban cada vez que les ayudaba transportando alguno de sus “paquetes” por el viejo continente, colaboraba con los servicios de inteligencia rusos desde hacía varios años, cuando fue contactado por primera vez. Desde entonces no se arrepentía de nada de lo que había hecho, incluso cuando tuvo la duda de si había podido trasladar sustancias químicas utilizadas para acabar con “traidores” rusos en algún país occidental. Seguramente se lo merecían, y él sabía en que se metía cuando acepto aquel “trabajo”. Por suerte, tampoco eran muchas las veces que requerían sus servicios, y de momento no había sido detectado por los servicios de seguridad occidentales como un colaborador ruso en la Unión Europea.
Así, que aquella noche del día 14, Manfred conoció por primera vez en su vida al Coronel Oleg Popov, aunque por supuesto no por su nombre, si no que por su falsa identidad de Otto Fuchs, un camionero alemán con sus correspondientes papeles y su trabajado acento alemán, tras su aprendizaje en la escuela del GRU, y muchos años de servicio en Alemania y otros países occidentales. Tras un intercambio de opiniones iniciales, fuera de la nave, los agentes rusos y el camionero esperaron a que el camión estuviera cargado con su mercancía legal y a que los trabajadores de la empresa se hubieran marchado a casa para ponerse a trabajar, bajo la seguridad de las puertas cerradas de la nave, con su otra “mercancía”.
Govorov terminó las últimas comprobaciones y puso a punto la bomba, ensamblando finalmente todas las piezas, y dejándola lista para su activación, mientras Popov repasaba una y otra vez el procedimiento de armado y puesta en marcha mediante temporizador del artefacto. Weber ya había preparado el habitáculo que usaba para mover ese tipo de mercancía normalmente, situado en un hueco grande y muy bien escondido, bajo el camastro de la cabina del camión. La operación de colocar allí la mochila fue delicada, ya que no era fácil moverse en la cabina de aquel camión con un objeto tan voluminoso, pesado y, sobre todo, delicado. El alemán tuvo que hacer algunas rectificaciones en la cabina y en el escondite para que la mochila cupiera y viajara de forma segura, a la vez que fuera accesible desde el asiento del copiloto sin demasiados problemas. Todo aquel trabajo les llevo casi el resto de la noche, por lo que, al terminar, los dos agentes rusos y el camionero, pudieron retirarse a descansar un par de horas en una habitación anexa a la nave, donde durmieron en unas butacas relativamente cómodas, mientras los mafiosos se aseguraban que nadie husmeara cerca de la nave.
Ya por la mañana, y tras despedirse de sus “amigos y guardianes”, Popov y Weber, se subieron al camión, donde Govorov les dio las últimas instrucciones para acto seguido, despedirse sin demasiado ceremonial, tanto de su compañero y superior, como del alemán. El Teniente Coronel regresaría con los mafiosos a Rusia por la misma ruta que los había llevado a Finlandia, ya que su presencia no era necesaria, y no había que tentar a la suerte más de lo debido manteniendo en aquel país a un agente que sabía demasiado.
Manfred y Popov abandonaron la nave justo cuando llegaban los primeros trabajadores de la empresa, y se pusieron en marcha hacia el norte, hacia la frontera sueca. Les esperaba por delante un viaje de más de 24 horas, que se alargaría algunas más por las paradas que debían efectuar para descansar en las estaciones de servicio o en apartaderos que el alemán ya conocía a la perfección. El viaje fue pesado, pero también cargado de tensión. El alemán no preguntó que transportaban, pero Popov, tal y como se había acordado en la planificación de “Tikhvin”, le contó que la misión consistía en introducir una bomba con un nuevo tipo de explosivo convencional de gran potencia, que tendría unos efectos parecidos a la famosa “madre de todas las bombas” en occidente, en el puerto de Bremerhaven para interrumpir las operaciones de desembarco de las fuerzas norteamericanas de la OTAN, además de algunos detalles de su exfiltración del puerto y su salida de territorio occidental, y regreso a Rusia. Era un riesgo explicar todo aquello al camionero alemán, pero alguien en Moscú había decidido que sería mejor hacerlo así, de todas formas, si detenían al camión y a ellos, poco tardarían en localizar la mochila. Weber entendió entonces el porqué del enorme pago que había acordado con los rusos. Aquella vez, su vida iba a estar en riesgo, y su participación en la entrega era decisiva…y no le gustaba demasiado la idea. Pero ya estaba hecho, y sabía con qué tipo de gente trataba. Echarse atrás no era una opción, y traicionarlos, menos todavía, sabía cómo se las gastaban aquella gente.
Cruzaron la frontera con Suecia y el resto del país escandinavo, sin ninguna dificultad digna de reseñarse, seguramente o en gran parte debido al enorme flujo de camiones y mercancías que fluía por sus autopistas y que servía para que la economía de ese país no se paralizase. Tras conducir todo el día, llegaron a un pueblo llamado Lund, cerca de Malmö ya de madrugada, y bajaron una vez más a estirar las piernas, comer algo y dormir unas horas. Aquella iba a ser una de las últimas paradas antes de Bremerhaven. Popov tenía el temor del ya cercano cruce del puente de Oresund que unía Suecia y Dinamarca, sobre los estrechos daneses, y que, a ojos del espía y del servicio de inteligencia ruso, podía ser un punto ideal para situar un detector de radiación por las autoridades danesas (aunque no pudo ser confirmado), y es que se adentraban en territorio OTAN y la seguridad posiblemente sería más férrea. Por suerte, tras reemprender la marcha a media mañana y cruzar el puente, nada ocurrió. Detectar la débil radiación de la pequeña bomba, bajo una cubierta de plomo sería una tarea harto difícil para los hipotéticos detectores, más si avanzaba a 80 km/h en medio de una miríada de otros camiones y vehículos.
Así que tras unas cuantas horas más de conducción, de mirar de reojo a las patrullas de la policía danesa y alemana con las que se cruzaban en la carretera, y una penúltima parada ya en territorio alemán, el agente ruso y el camionero alemán se acercaban a “la última parada”.
-Allí es – dijo Manfred. – Aparcamos y nos comemos unas hamburguesas. Mejor hacer esto con el estómago lleno ¿no crees?
-mmm…prefiero que te acerques tú y come allí si quieres. Yo no tengo hambre, me quedo aquí dentro, tengo que hacer unas verificaciones finales. Y, por cierto, si conoces a alguien, actúa con naturalidad, como si este fuera otro más de los viajes que sueles hacer ¿de acuerdo?
El alemán se encogió de hombros y asintió. No iba a discutir con aquel hombre por eso. No era un espía profesional, pero sabía cómo comportarse en aquellas áreas de servicio que tanto frecuentaba por su profesión.
Aparcaron en el parking para camiones, y mientras el conductor se adentraba en el McDonalds a pedir la comida, y a Weber se le revolvía el estómago de pensar en la bazofia que comía aquella gente, el ruso encendió su teléfono móvil Nokia de última generación que le habían facilitado en el GRU antes de iniciar el viaje a Finlandia, por primera vez desde que salió de Rusia a finales de enero, y se conectó a internet. Las instrucciones eran claras para dar por finalizada la fase 2 y comenzar la fase 3, o replegarse. Debía entrar en una página web suiza de ventas de segunda mano, y buscar un anuncio en la sección de motor de aquel mismo día. Si había aparecía un viejo camión hormigonera IVECO con una determinada matricula en venta, significaría una cosa, y si, por el contrario, aparecía un camión Volvo frigorífico con otra matricula específica, significaría otra. Por último, si no encontraba nada, debía esperar 24 horas y revisar cada hora la página. Vencido ese plazo, debía abortar la misión y regresar a la posición de partida. Mientras se conectaba y entraba en la web, Popov dio gracias a que la desaforada cultura consumista occidental no se hubiera visto muy perjudicada por la guerra, y que webs como aquellas siguieran funcionando. Cuando finalmente cargó la página, el ruso comenzó a navegar hasta llegar a donde debía buscar el anuncio… y si, allí estaba. Eran las 8 de la noche, y por fin pudo saber cuál iba a ser su destino…parece que se iba a comprar un viejo IVECO hormigonera.
AL cabo de un buen rato, llegaba Weber con su estómago lleno y de buen humor, despreocupado, como si no estuviera en medio de una operación de altísimo riesgo. “Mejor así”, pensó el ruso, que tenía instrucciones precisas de no dejar cabos sueltos, y que tras dar por concluida su participación en la misión, debía “eliminar” al alemán.
-No te he traído nada. Tú te lo pierdes – dijo a modo de saludo al entrar en la cabina.
-Gracias, pero no tengo hambre, de verdad… ¿te ha reconocido alguien?
-Claro, una de las que trabaja ahí, y a la que le tengo echado el ojo, me ha saludado y hemos hablado mientras me preparaban el pedido. Me has pedido que actúe con normalidad, ¿verdad?
-Sí, desde luego. ¿Había policías? No veo ningún coche en el aparcamiento.
-Dentro no, pero ahora mismo, al venir hacia aquí, llegaba una patrulla que ha aparcado enfrente del restaurante. Creo que también iban a comer algo.
“Restaurante” era una palabra muy fuerte para aquel lugar, pensó el ruso.
-Y hay un vigilante privado dando vueltas por ahí. Siempre está. No hay de qué preocuparse, lo conozco, y no es demasiado diligente con su trabajo. Hace las rondas justas y necesarias y no se entromete en nada que no sea muy llamativo.
-Perfecto. Pues entonces a trabajar. Cierra las cortinas y hagamos como que vamos a dormir.
-Claro. ¿Qué tengo que hacer yo? – dijo mientras cerraba las cortinillas de la cabina que ayudaban al camionero a no ser despertado por el sol cuando este salía por la mañana y a salvaguardar algo su intimidad dentro del camión.
-Ten – dijo alargándole una pequeña linternilla de luz roja – alúmbrame aquí.
-Podemos encender la luz interior, es normal que, aunque cerremos las cortinillas, sigamos un rato despiertos y con la luz encendida.
-Lo sé, pero eso puede dar pie a que algún policía u otro camionero intente picar a la puerta para hablar con nosotros o ver que hacemos, y ahora eso no nos conviene en absoluto. Es mejor que crean que estamos ya durmiendo.
-De acuerdo, tu eres el que sabes de esto.
Popov, bajo la luz que le proporcionaba la pequeña linterna roja, abrió el compartimento donde se hallaba la bomba y comenzó a manipularla. Hizo unos ajustes finales y lo dejó todo listo. Llegado el momento solo tendría que accionar un botón y comenzaría la cuenta atrás. Entonces solo tendrían 10 minutos para abandonar el lugar y llegar tan lejos como pudieran.
- ¿Lo vamos a hacer finalmente?
-Claro, ¿para qué crees que hemos venido hasta aquí?
-Joder, va a ser algo gordo ¿verdad?
-Desde luego – respondió el ruso sin mucho interés en mantener una conversación al respecto.
- ¿Y cuándo?
-Esperaremos aquí hasta las 21:30 horas, luego iremos al puerto. Puerta de acceso 4. Es la que está más al norte, ¿no?
-Ahora mismo sí, hay otra más arriba, pero está prohibida por el trafico militar.
-Exacto. Tenemos que tratar de dejar el camión lo más cerca posible del muelle donde está atracado el buque que trae las tropas norteamericanas.
- ¿Hay americanos ahora allí?
-Si.
-Y vamos a cargarnos a unos cuantos… ¿verdad?
-Esa es la idea – respondió un poco cansado de las preguntas del conductor alemán. – ¿Podemos llegar a este punto? – dijo enseñándole una imagen de satélite en su móvil del puerto de Bremerhaven.
-Eso está cerca de la valla de seguridad que han levantado para la parte de carga que están usando los americanos…quizás nos hagan preguntas.
-Pero ¿se puede dejar allí el camión?
-Eso depende de la zona que nos asignen las autoridades portuarias, pero si, suele ser cerca de ahí para ese tipo de embarques. Supongo que alguien en Moscú ha hecho los deberes.
-Mejor – dijo ignorando su último comentario - porque tenemos que recoger un coche aquí, cerca de la gasolinera, un Skoda Fabia gris, cuyas llaves tengo en mi bolsillo, y abandonar cuanto antes el puerto, pero sin levantar sospechas.
-En eso no hay problema. Hay mucho tráfico de trabajadores que entran y salen y hacia las diez entra un turno y sale otro, así que no creo que nadie se fije demasiado, incluso suele haber otros compañeros camioneros que cogen taxis o coches de alquiler para ir a la ciudad mientras esperan a que les avisen para descargar el contenedor.
-Estupendo, pues ya está todo decidido. La cosa irá así. Llegaremos al puerto y aparcaremos donde nos digan, si no es muy lejos de este punto, si no, nos acercaremos a él y detendremos el camión como si tuviéramos una avería y lo dejaremos allí. Luego tú te bajarás como si tal cosa, e iras hacia el Skoda, mientras yo activo la bomba y te sigo. Desde entonces tendremos diez minutos para alejarnos cuanto podamos ¿Queda eso claro? Diez minutos.
-Vale, entiendo, pero llegar al coche y salir del puerto ya casi nos va a llevar ese tiempo, si no más. ¿No lo puedes programar para que sean al menos 20?
-mmm…no…que sean 15, ni uno más, o no llegaremos a nuestro punto de extracción con los agentes que nos tienen que recoger.
-Pues tendremos que apretar el acelerador nada más salir del puerto.
-Pues correremos. Lo esencial es que podamos dejar el camión en una posición cercana a los americanos y activar la bomba.
-De acuerdo – dijo sin estar muy convencido el alemán, que pensaba que conservar el pellejo era más importante, pero claro, él no era un espía ni un soldado.
16 de marzo, 22:12 hora local. Puerto de Bremerhaven, Alemania.
Era la última hora de su turno de guardia, y el agente alemán de la policía fluvial que vigilaba aquella parte del puerto en su coche estaba cansado. Su tarea era rutinaria, más todavía porque su compañero estaba enfermo en casa y tenía que hacer la guardia en solitario. Prefería estar embarcado y revisar buques en el puerto o en las vías fluviales, pero desde el inicio de la guerra en el Báltico, la seguridad portuaria había aumentado su nivel de prioridad sobre otras tareas, y sobre todo en aquel estratégico puerto alemán, por donde entraba buena parte del material bélico que estaban utilizando los americanos para combatir a los rusos. Pero, aun así, la escasez de personal y la mayor cantidad de tareas a atender, hacía imposible cumplir todas las labores asignadas a su cuerpo policía, por lo que la policía federal e incluso la policía militar norteamericana, se dedicaban a patrullar ahora el puerto también.
-Patrulla 1…patrulla 1…¿algo que informar?
-Negativo control, todo normal.
- ¿Posición?
-Al lado del tercer paso a nivel…y de la valla, en mi sector…espera Control...estoy viendo que hay un camión que ha aparcado en una zona que no debería… ¿la zona B-1-2 está despejada para el aparcamiento de contenedores?
-…Negativo, no tengo noticias de algo así. Verifíquelo. Mando otra patrulla de apoyo.
-Parece que el camión tiene algún problema. Voy para allí.
El policía alemán, vio salir a lo lejos al conductor del camión y dirigirse a paso ligero hacia la gasolinera que distaba menos de 400 metros, al sureste de allí. “Quizás va a pedir ayuda o herramienta y a aparcado ahí un momento”, pensó el alemán, mientras dudaba si interceptar al camionero o investigar el camión. Pero en ese momento vio salir a otra persona de la cabina, y seguir al otro a paso ligero. Aquello si era extraño…
…
“La suerte estaba echada”, pensaba Popov mientras avanzaba a grandes zancadas, siguiendo a Weber a pocos metros de distancia y tratando de ignorar al coche patrulla que veía de reojo acercarse al camión. “Menos de quince minutos para la detonación…menos de quince minutos para cambiar el mundo…”
Pero no tuvo tiempo de más. De repente, y tras quince segundos desde la activación del temporizador, la mini bomba nuclear detonó. Alguien en el GRU, definitivamente había hecho sus deberes, y entre ellos estaba el de no dejar ningún cabo suelto, absolutamente ninguno. Y aunque a Govorov no le gustó la idea de cambiar el temporizador para que los minutos que se veían en la pantalla del temporizador, en realidad, internamente, fueran segundos, y así acabar con la vida de su compañero Popov, ordenes eran ordenes, y cada uno tenía las suyas.
Y mientras Popov, Weber y el policía alemán se desintegraban, un tremendo destello dejó ciego a más de uno que estaba mirando en aquella dirección en la oscuridad de la noche, seguido de una enorme onda de choque que barrió las instalaciones portuarias, y una gigantesca bola de fuego que lo carbonizó todo dentro de su radio de acción. Segundos después, una enorme columna de humo que iba formando el tan conocido y temido hongo nuclear, se alzaba impertérrita en la oscuridad.
Quien tuvo la suerte de verlo desde bastante distancia no daba crédito a lo que estaba viendo, y la mayoría no reaccionó hasta el cabo de unos minutos. Quien no tuvo tanta suerte, acabó muerto por las ondas de sobrepresión o las ondas de calor al instante, y los menos afortunados, tras una rápida agonía por quemaduras de tercer grado o por haberle reventado los órganos internos. Incluso peor serían aquellos que agonizarían durante horas o días, o a los que la radiación los mataría poco a poco en los días, semanas o meses siguientes.
Se sabría, días después, y tras arduos trabajos de salvamento, limpieza y desescombro, que la detonación provocó casi 600 muertos y más de 1.800 heridos entre los trabajadores y civiles alemanes en el puerto y sus inmediaciones. La cifra de las bajas entre los soldados norteamericanos no fue hecha pública, pero se acercó al millar, aproximadamente 200 de ellos fallecidos, y el resto heridos de diversa gravedad, sin contar, en ninguno de los dos casos, civiles o soldados, las personas que había sido afectado por la radiación, y de las cuales muchas morirían en las próximas jornadas y semanas. La brigada norteamericana se puso casi considerar afortunada, ya que una parte de sus efectivos y vehículos habían abandonado el puerto por tren unas horas antes, y el resto, por la distancia, el pequeño tamaño de la bomba y al ser muchos de sus vehículos la “piel dura”, lograron sobrevivir, aunque contaminados, al efecto de la explosión nuclear. De todas formas, los vehículos de “piel blanda” y una buena parte de los efectivos humanos sí que resultaron afectados, lo que hacía que la unidad quedara fuera de combate temporalmente, al menos hasta que se descontaminara la zona, el personal y los vehículos, y se repusieran las bajas, materiales y humanas. Dentro de todo aquello, la buena noticia fue que el viento soplaba del sur, y se llevó la nube radiactiva lejos de la ciudad de Bremerhaven y solo afectó a un par de pequeños pueblos antes de salir al Mar del Norte, donde sus efectos quedaron muy diluidos.
Pero en aquella noche del 16 de marzo de 2018, un artefacto nuclear había estallado en territorio alemán, de la OTAN, matado a muchas personas, de muchas nacionalidades y creando gran destrucción en unas instalaciones vitales para Alemania y las fuerzas armadas estadounidenses. En definitiva, y como había predicho Popov, el mundo había cambiado para siempre.
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- flanker33
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Expreso Báltico
17 de marzo. : Pocas horas después de la explosión nuclear en Bremerhaven. En un foro occidental sobre temas de defensa...
Hilo: ¡¡¡Explosión atómica en Alemania!!!
…
Marcelo22:
Bueno, como ya llevamos cientos de mensajes en las últimas horas, voy a hacer un resumen de los titulares de algunos medios de comunicación en este momento, para los foristas que se vayan incorporando y quizás no se hayan enterado. Pero antes el texto traducido de la declaración rusa de hace poco:
“Comunicado urgente del Gobierno de la Federación Rusa.
Ante los recientes y graves acontecimientos acaecidos en el puerto alemán de Bremerhaven, el gobierno de la Federación Rusa, quiere expresar su más profunda repulsa a tales hechos, a la vez que muestra su solidaridad con las víctimas y sus familiares.
Así mismo, la Federación Rusa, rechaza de plano y categóricamente, las informaciones que se vienen vertiendo en su contra en varios medios de comunicación occidentales, según las cuales, han sido las fuerzas armadas rusas las que han llevado a cabo tan deleznable ataque. El gobierno ruso quiere aclarar que no ha llevado ningún ataque con armas de destrucción masiva contra objetivos en países enemigos desde el inicio de la contienda, y que, aunque se reserva el derecho a usarlas si los gobiernos de la OTAN no dejan de atacar y ocupar territorio ruso, como ya dejó claro el Presidente hace unos días, todavía no se ha llegado a ese punto. Las fuerzas armadas rusas, no han lanzado ningún misil o enviado ningún bombardero para realizar tal ataque, como es fácilmente comprobable por las autoridades militares de la OTAN.
Más bien, al contrario, el Gobierno ruso cree, por las informaciones que tiene en este momento en su poder, que la detonación nuclear en Alemania, o bien podría ser un accidente en el transporte y manejo de un arma nuclear, ya que, en esos mismos momentos, se estaba procediendo a la descarga en Bremerhaven de varios buques con material militar procedente de los EEUU, posiblemente incluido armamento nuclear, y no hace falta recordar la larga lista de accidentes que las fuerzas armadas de la OTAN han tenido a lo largo de los años en su manejo, o bien podría tratarse de la acción de una tercera parte, siendo alguna organización terrorista la opción más factible, quizás incluso con la ayuda de los servicios secretos occidentales para propiciar un ataque de “bandera falsa”.
Así mismo, el Gobierno de la Federación Rusa, quiere hacer un llamamiento a la restricción y la cautela a los gobiernos de la OTAN, especialmente a aquellos que son potencias nucleares, ya que como se ha dejado claro, la Federación Rusa no ha tenido nada que ver con dicha explosión nuclear en Alemania, y por lo tanto es la hora de que prevalezcan las cabezas frías, y no se dejen llevar por sus primeros impulsos, ya que podrían tener consecuencias catastróficas para todo el mundo. Rusia quiere hace saber que devolverá cualquier ataque nuclear que se realice contra su territorio o unidades militares, como consecuencia de que se quiera responder a esta explosión en Bremerhaven, cargando la culpa sobre nuestro país.
El Gobierno Ruso, aprovecha para hacer un llamamiento a la calma a los gobiernos de la OTAN, y para que regresen a la mesa de negociaciones, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, ya que es hora de llegar a un alto el fuego antes de que la situación degeneré más, y cualquier accidente no deseado, pueda provocar un holocausto nuclear. El pueblo ruso, amante de la paz, y que sufrió la mayor de las agresiones y de los sufrimientos durante la Gran Guerra Patria, no desea que el conflicto que actualmente se mantiene por los derechos de nuestros compatriotas rusos en las repúblicas bálticas, se descontrole y perjudique a millones de personas en nuestro país, en el resto de Europa y en todo el mundo.
Con la esperanza de que la cordura prevalezca en estos momentos de incertidumbre y rabia, el gobierno ruso recalca nuevamente su total rechazo a cualquier uso de armas nucleares de manera injustificada, y pide que prevalezca el dialogo y la paz antes de que haya que lamentar más pérdidas de vidas humanas.”
Y lo que dicen los periódicos:
Washington Post: Ataque nuclear en Alemania. Rusia podría estar detrás.
CNN: Explota una bomba nuclear en un puerto de Alemania. Rusia llama a negociaciones y niega su participación.
The Telegraph: ¡Los rusos atacan Alemania con armas atómicas! Putin cumple su amenaza y la OTAN debe responder con fuerza.
Le Figaró: Incertidumbre y confusión tras la explosión nuclear en Bremerhaven.
Frankfurter Allgemeine: Alemania atacada con armas nucleares. Se sospecha de Rusia, pese a su desmentido. Operaciones de socorro en curso.
China Daily: Nueva escalada en el conflicto entre Rusia y la OTAN. Las armas nucleares entran en acción. ¿Qué ha pasado en Alemania realmente?
RT: Accidente nuclear en un puerto de Alemania. Rusia declara que no ha tenido nada que ver y ve un accidente de la OTAN o un ataque terrorista. Llamamiento de la comunidad internacional a una resolución pacífica del conflicto.
Pues eso, que a esta hora, la confusión es máxima. Tan solo sabemos que ha habido una explosión nuclear en el puerto alemán de Bremerhaven, según parece por las primeras noticias, de baja potencia, aunque sin especificar más, y que se han producido seguramente miles o decenas de miles de víctimas, algunas fuentes hablan incluso de cientos de miles o millones, pero parece un poco exagerado si se trata de una explosión de baja potencia…pero de momento la OTAN y el gobierno alemán, todavía no han dado una explicación clara al respecto. Se limitan a confirmar, lo que según ellos es un ataque nuclear, y que se está investigando lo ocurrido, aunque la prioridad es la contención del daño y la ayuda a las víctimas.
Nightwatcher:
Ya lo he dicho antes, y me reafirmo, esto ha sido cosa de los rusos. Ya sabemos que no hace falta un misil o un avión para poner una bomba en suelo enemigo. Supongo que todos recordáis “El cuarto protocolo” o “Pánico Nuclear”. Esto ha sido algo de eso, y solo los rusos pueden y tienen motivos para llevarlo a cabo.
RedVanguard:
Patriota31:
Inquisidor:
“Breaking News: Las primeras infiltraciones indican que la radiación detectada tras la explosión no procede de ningún artefacto ruso”
Esto está comenzando a circular por twitter. Parece ser que se puede saber el origen del arma utilizada por el rastreo de la radiación resultante, y según dicen, no parece que sea de material radioactivo creado en Rusia. ¿Alguien sabe si eso es verdad? ¿Será más desinformación?
RedVanguard:
Inquisidor:
Bueno, de momento la noticia sobre la radiación solo sale en algunas fuentes de twitter, pero parece que se va abriendo paso. Lo que no dice es donde podría haber sido fabricada el arma, en el caso de no ser rusa. Habrá que esperar a tener más datos. Seguro que la OTAN ya tiene bastantes y en breve deberían decir algo al mundo.
Marcelo22:
La OTAN y Alemania se están tomando esto con mucho rigor. Supongo que, si tuviesen claro que ha sido Rusia, ya habrían salido a decir algo más contundente, pero de momento su posición genera más dudas que otra cosa. ¿Lo que han dicho los rusos es verosímil? Puede ser, no es descartable, pero tampoco lo que dice Nightwatcher, que hayan introducido un artefacto nuclear de contrabando en Europa occidental y lo hayan hecho explotar para que parezca un accidente o un ataque terrorista.
RedVanguard:
Romeo Tango:
Estoy con RedVanguard. No tiene sentido que lo hayan hecho los rusos para ahora no asumirlo. Ellos ya amenazaron con lanzar un ataque nuclear, pero dicen que no ha sido este. Me parece más creíble la idea del accidente.
Y respecto a la radiación, en algunas webs ya se dice que podría ser de origen surafricano.
RedVanguard:
Inquisidor:
Lo de que la radiación sea de una bomba surafricana, parece que ha salido de algunas webs que tienen origen en Kazajstán o Bielorrusia…un poco sospechoso, ¿no? Parece muy conveniente para Moscú que al poco, sus teorías sobre la autoría de la explosión se vayan cumpliendo…
Romeo Tango:
Quizás tengan ellos unos servicios de espionaje mejor que los occidentales.
Patriota31:
O quizás eres tu uno de esos espías… ¿sabéis que estamos en guerra y que difundir rumores falsos y que ayuden al enemigo puede ser un delito de traición?
Romeo Tango:
¿Y tú sabes que hay algo que se llama libertad de expresión?
Nightwatcher:
¿Romeo Tango? RT… ¿ni siquiera puedes disimular un poco? A mí me da lo mismo de donde sea la radiación o donde haya sido fabricada el arma, lo que tengo claro es que ha sido llevada hasta Alemania por agentes rusos y que la han hecho detonar ellos, así que lo demás sobra. Devolvamos el golpe YA.
Delika2:
Pero sin pruebas concluyentes… ¿no será peor iniciar una guerra nuclear si de verdad los rusos no han sido? Creo que por eso la OTAN va con tanto tiento. No lo deben tener claro, o posiblemente ya habrían actuado.
Marcelo22:
“Breaking News: La OTAN dará nuevos detalles dentro de unas horas.”
A ver que nos dicen. A mí me parece que van a confirmar la autoría rusa del desastre, y anunciaran represalias, pero es una corazonada…la verdad es que la confusión es máxima a esta hora.
Delika2:
“Moscú pide una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU este mediodía”
Parece que Moscú se ha aliado con Pekín y otros países que no están seguros de lo que ha pasado y están pidiendo a la OTAN que se contengan e investigue bien los hechos. Parece que se están produciendo manifestaciones en varios puntos del planeta haciendo un llamamiento a la paz y a no utilizar armas nucleares, pero en otros lados, sobre todo en EEUU y en otros países occidentales, hay manifestaciones espontaneas para que sus gobiernos respondan al ataque ruso. En Washington, el gobierno parece estar adoptando medidas para luchar un conflicto nuclear, y seguro que lo mismo pasa con otros gobiernos. Ahora mismo, los presidentes y demás mandos de los países involucrados, deben estar en el aire o en algún bunker.
RedVanguard:
Ojalá que la reunión de la ONU sirva para detener un posible contragolpe de la OTAN o todos lo vamos a lamentar. Puede que estemos a pocas horas del holocausto nuclear que aniquile la tierra…no entiendo como algunos tenéis tantas ganas de morir, la verdad. Solo mirad la gente que está saliendo a la calle para hacer un llamamiento a la cordura y a la paz. Tenemos que parar esta guerra antes de que sea demasiado tarde.
Patriota31:
Romeo Tango:
EDITADO POR EL MODERADOR.
Desde la moderación, hacemos un llamamiento a la calma en estos momentos tan tensos y advertimos que como siempre, no toleraremos salidas de tono como la del forista “Romeo Tango”.
Armagedon55:
“Apocalipsis 2:11 - El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no recibirá daño de la muerte segunda.”
Marcelo22:
Estados Unidos y los demás países de la OTAN ya han dicho que no acudirá a la reunión de la ONU. Quizás en breve sepamos algo más, pero esto no pinta bien.
…
17 de marzo. 11.45 hora local. Cuartel General móvil del Cuerpo Multinacional Nordeste de la OTAN, en algún bosque al oeste de Polonia.
El General danés miraba con preocupación el folio que le habían pasado hacia unos minutos. En él se podía leer integro el comunicado de prensa que la OTAN había hecho público poco antes, y que ya recorría como la pólvora los medios de comunicación de todo el mundo. De vuelta a su cuartel general de Szczecin, tras la reunión de Bruselas días atrás, se había dirigido, junto a un pequeño y reducido estado mayor, a una columna móvil de vehículos blindados de mando, de combate y de protección NBQ, que formaban parte del Cuartel General móvil, precisamente para casos como el que parecía estar a punto de estallar, para no ser un blanco fijo, y situarse relativamente a retaguardia del frente, para reducir la posibilidad que su CG fuera objetivo de un ataque nuclear.
En aquel momento, todo parecía tener un aire de irrealidad bastante acusado, sobre todo, lo relativo a una guerra nuclear que se venía “cociendo” desde hacía días, y mucho más desde la noche anterior, cuando la pesadilla se había tornado en realidad, y una bomba nuclear había detonado en Alemania, haciendo que todo aquello fuera aún, siquiera difícil de creer. Durante las últimas décadas, desde Hiroshima y Nagasaki, y después durante la guerra fría, se había hablado mucho de la posibilidad de una guerra atómica y sus efectos, pero realmente nadie esperaba que sucediera algo así, y menos tras la caída del muro y del comunismo en la Unión Soviética, en lo que parecía una nueva era de paz y armonía entre vecinos en Europa. Pero parecía como que la historia se tiende a repetir, y el continente no podía dejar pasar la ocasión de tener una nueva guerra, y otra vez, y pese a los intentos de ambas partes por la contención del conflicto a ciertos márgenes territoriales, el genio había escapado de la botella y el continente entero, quizás incluso todo el mundo, se avocaba irremediablemente a un holocausto nuclear.
A Knudsen todavía le costaba digerir todo aquello, pese a que en su larga carrera como militar había estudiado, previsto, pensado y planificado como actuar en un conflicto así. Pero llegado el momento, las dudas, las incógnitas y las incertidumbres, eran abrumadoras. De momento, y gracias a las medidas que había previsto días atrás para proteger en la medida de lo posible a sus hombres de un ataque nuclear, estaba satisfecho, pero no tenía ni idea del impacto real de esas medidas en medio de un conflicto abierto con armas nucleares tácticas. Así que, desde su Cuartel General móvil trataba de seguir con atención todas las informaciones que le llegaban a través de la cadena de mando de la OTAN, así como lo que se podía sacar entre líneas de las intenciones del enemigo por los medios de comunicación y los informes de sus oficiales de inteligencia.
Sobre la mesa abatible de su blindado de mando tenía una copia de la declaración del Gobierno ruso, en la que se declaraba inocente de lo ocurrido en Bremerhaven y llamaba a poner fin al conflicto de forma pacífica…y aquello sonaba bien, si no fuera por el otro papel que tenía al lado, y que llevaba el sello de “Alto Secreto”. En él, el oficial de inteligencia de SACEUR, desmontaba la mentira que los rusos habían plasmado en su declaración. Según decía aquel informe, las fuerzas de seguridad finlandesas, en la tarde del día 16 de marzo, habían llevado a cabo el arresto de varios ciudadanos rusos en un lugar en medio de un extenso bosque, no muy lejos de la frontera con Rusia. La operación había tenido lugar como consecuencia de la vigilancia de los servicios secretos finlandeses sobre un grupo de sicarios rusos, conocidos por su dedicación a asesinar personas que molestaban a la mafia rusa, a los que, desde hacía unos días, se había localizado y vigilado, a la espera de actuar contra ellos.
En esta ocasión, habían logrado seguir al grupo de ocho individuos sin ser detectados, hasta que se desplazaron hacia un inhóspito lugar de los bosques finlandeses, donde, tras esperar un rato cerca de una cabaña, y asegurarse de que había habitantes en el interior, iban a iniciar un asalto armados hasta los dientes contra ellos. Por suerte, la unidad de fuerzas especiales del ejército finlandés, apoyada por la policía, pudo intervenir a tiempo y evitó los asesinatos, aunque no el intercambio de disparos con los sicarios. Cinco de ellos fueron abatidos, y tres más capturados, dos con heridas de gravedad. En el interior de la cabaña, resultó que había otros tres ciudadanos rusos, que trataron de huir, pero el perímetro de seguridad funcionó, y todos fueron detenidos, aunque uno de ellos murió poco después por las heridas recibidas al intentar superar el control policial a tiro limpio.
Así, una vez finalizada la operación, y registrada a fondo la cabaña y sus alrededores, los tres detenidos ilesos fueron llevados a Helsinki en avión e interrogados durante toda la noche. Ya de madrugada, se pudo esclarecer que los residentes de la cabaña eran dos mafiosos rusos que ejercían de guardaespaldas del tercer individuo, identificado como un operativo del GRU ruso. Según la versión del mafioso ruso superviviente de la cabaña, un tipo enjuto y con cara de listo, tenían que esperar a que llegasen unos guías para conducir al espía ruso al otro lado de la frontera. Mientras, el único sicario ileso, informó que tenían órdenes de sus jefes, de eliminar a todos los que estuvieran en aquella cabaña, y que cuando comprobaron que eran tres como les habían informado, iban a proceder a llevar a cabo el trabajo. Estaba claro que alguien quería borrar todas las huellas de lo que fuera que habían hecho aquellos rusos de la cabaña.
Pero más importante fue lo que el enjuto ruso dijo sobre lo que habían estado haciendo, desde días antes de que estallara la guerra, hasta aquella misma tarde. Entonces saltaron todas las alarmas, y con la ayuda de operativos locales de la inteligencia estadounidense y británica, se apretaron de verdad las tuercas al espía del GRU. Al final se derrumbó y acabó por confesar, con todo lujo de detalles, la operación “Tikhvin” al completo, desde su inicio hasta su final previsto, ya que él desconocía todavía si su compañero había logrado su objetivo, al haber sido detenido antes de que estallara la bomba en Alemania.
Su confesión, como la de los demás mafiosos, había sido grabada, y junto a lo que aportaban las cámaras de seguridad que se pusieron a estudiar como locos en Finlandia, Suecia, Dinamarca y Alemania, pronto conocieron todos los pormenores del viaje de la bomba por el norte de Europa y de cómo había logrado llegar al puerto alemán. Ahora todo encajaba, y las conclusiones eran diáfanas, no había lugar a dudas. Incluso el tema de la radiación, que había despistado a los investigadores occidentales durante las primeras horas, ahora estaba aclarado. El material fisible surafricano robado años atrás, lo había sido por operativos rusos, precisamente con la operación “Tikhvin” en mente.
Gracias a aquel golpe de suerte que había supuesto la detención de aquel espía y mafiosos rusos, y sobre todo, al celo y las prisas de Moscú por silenciar a cualquiera que pudiera hablar sobre ello, temiendo que pudieran ser interceptados en su viaje de regreso a Rusia, y por lo tanto prefiriendo eliminar los cabos sueltos, antes de que eso ocurriera, de una forma que a ellos les debió parecer más segura, ahora la OTAN tenía lo que necesitaba.
Llegados a aquel punto, y con pruebas irrefutables, solo quedaba por decidir cómo responder. Y lo primero era refutar las mentiras rusas, para que la opinión pública mundial supiera quien estaba realmente detrás de aquel horrendo crimen, de su bajeza moral y de su infinita hipocresía. Knudsen pensaba que no iba a ser fácil. El mundo vivía desde hacía años en un estado de bombardeo constante de mentiras, medias verdades, desinformación, etc… que hacía muy difícil discernir la verdad de la mentira, y una mentira muy repetida y bien orquestada, y sobre todo, que gustase y que la gente quisiera creer, era mucho más difícil de desmontar que una verdad, por muy real que fuera, si esta era dolorosa e implicaba dificultades y sacrificios. Era el mundo en que vivían y ahora a los oficiales de los gobiernos occidentales les tocaba convencer a la gente, primero de sus países, y después del resto del mundo, que el ataque había sido premeditado y perpetrado por Rusia, y que ellos tenían el derecho y el deber de devolver el golpe.
Y era eso lo que el comunicado de prensa de la OTAN que sostenía en su mano, venía a decir. Tras describir someramente los hechos ocurridos en Finlandia, pero sin nombrar directamente al país, y transcribiendo parte de las declaraciones de los rusos, así como sus fotografías, trataba de convencer a la gente de la verdad y de las mentiras rusas. Posiblemente no convencería a quien no quisiera dejarse convencer, pero al menos crearía la duda en aquellos que esperaban que la declaración rusa fuera cierta, y finalmente, esperaban que acabarían apoyando la decisión de devolver el golpe. No había mucho tiempo, ni para convencer a la mayoría de la opinión pública ni para devolver el golpe, así que, como todo en este alocado mundo que les había tocado vivir, iba a suceder muy rápido, para bien o para mal. En cualquier caso, ese papel, dejaba claro que iba a producirse un contraataque de la OTAN, y Knudsen sabía cuándo y cómo.
Hilo: ¡¡¡Explosión atómica en Alemania!!!
…
Marcelo22:
Bueno, como ya llevamos cientos de mensajes en las últimas horas, voy a hacer un resumen de los titulares de algunos medios de comunicación en este momento, para los foristas que se vayan incorporando y quizás no se hayan enterado. Pero antes el texto traducido de la declaración rusa de hace poco:
“Comunicado urgente del Gobierno de la Federación Rusa.
Ante los recientes y graves acontecimientos acaecidos en el puerto alemán de Bremerhaven, el gobierno de la Federación Rusa, quiere expresar su más profunda repulsa a tales hechos, a la vez que muestra su solidaridad con las víctimas y sus familiares.
Así mismo, la Federación Rusa, rechaza de plano y categóricamente, las informaciones que se vienen vertiendo en su contra en varios medios de comunicación occidentales, según las cuales, han sido las fuerzas armadas rusas las que han llevado a cabo tan deleznable ataque. El gobierno ruso quiere aclarar que no ha llevado ningún ataque con armas de destrucción masiva contra objetivos en países enemigos desde el inicio de la contienda, y que, aunque se reserva el derecho a usarlas si los gobiernos de la OTAN no dejan de atacar y ocupar territorio ruso, como ya dejó claro el Presidente hace unos días, todavía no se ha llegado a ese punto. Las fuerzas armadas rusas, no han lanzado ningún misil o enviado ningún bombardero para realizar tal ataque, como es fácilmente comprobable por las autoridades militares de la OTAN.
Más bien, al contrario, el Gobierno ruso cree, por las informaciones que tiene en este momento en su poder, que la detonación nuclear en Alemania, o bien podría ser un accidente en el transporte y manejo de un arma nuclear, ya que, en esos mismos momentos, se estaba procediendo a la descarga en Bremerhaven de varios buques con material militar procedente de los EEUU, posiblemente incluido armamento nuclear, y no hace falta recordar la larga lista de accidentes que las fuerzas armadas de la OTAN han tenido a lo largo de los años en su manejo, o bien podría tratarse de la acción de una tercera parte, siendo alguna organización terrorista la opción más factible, quizás incluso con la ayuda de los servicios secretos occidentales para propiciar un ataque de “bandera falsa”.
Así mismo, el Gobierno de la Federación Rusa, quiere hacer un llamamiento a la restricción y la cautela a los gobiernos de la OTAN, especialmente a aquellos que son potencias nucleares, ya que como se ha dejado claro, la Federación Rusa no ha tenido nada que ver con dicha explosión nuclear en Alemania, y por lo tanto es la hora de que prevalezcan las cabezas frías, y no se dejen llevar por sus primeros impulsos, ya que podrían tener consecuencias catastróficas para todo el mundo. Rusia quiere hace saber que devolverá cualquier ataque nuclear que se realice contra su territorio o unidades militares, como consecuencia de que se quiera responder a esta explosión en Bremerhaven, cargando la culpa sobre nuestro país.
El Gobierno Ruso, aprovecha para hacer un llamamiento a la calma a los gobiernos de la OTAN, y para que regresen a la mesa de negociaciones, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, ya que es hora de llegar a un alto el fuego antes de que la situación degeneré más, y cualquier accidente no deseado, pueda provocar un holocausto nuclear. El pueblo ruso, amante de la paz, y que sufrió la mayor de las agresiones y de los sufrimientos durante la Gran Guerra Patria, no desea que el conflicto que actualmente se mantiene por los derechos de nuestros compatriotas rusos en las repúblicas bálticas, se descontrole y perjudique a millones de personas en nuestro país, en el resto de Europa y en todo el mundo.
Con la esperanza de que la cordura prevalezca en estos momentos de incertidumbre y rabia, el gobierno ruso recalca nuevamente su total rechazo a cualquier uso de armas nucleares de manera injustificada, y pide que prevalezca el dialogo y la paz antes de que haya que lamentar más pérdidas de vidas humanas.”
Y lo que dicen los periódicos:
Washington Post: Ataque nuclear en Alemania. Rusia podría estar detrás.
CNN: Explota una bomba nuclear en un puerto de Alemania. Rusia llama a negociaciones y niega su participación.
The Telegraph: ¡Los rusos atacan Alemania con armas atómicas! Putin cumple su amenaza y la OTAN debe responder con fuerza.
Le Figaró: Incertidumbre y confusión tras la explosión nuclear en Bremerhaven.
Frankfurter Allgemeine: Alemania atacada con armas nucleares. Se sospecha de Rusia, pese a su desmentido. Operaciones de socorro en curso.
China Daily: Nueva escalada en el conflicto entre Rusia y la OTAN. Las armas nucleares entran en acción. ¿Qué ha pasado en Alemania realmente?
RT: Accidente nuclear en un puerto de Alemania. Rusia declara que no ha tenido nada que ver y ve un accidente de la OTAN o un ataque terrorista. Llamamiento de la comunidad internacional a una resolución pacífica del conflicto.
Pues eso, que a esta hora, la confusión es máxima. Tan solo sabemos que ha habido una explosión nuclear en el puerto alemán de Bremerhaven, según parece por las primeras noticias, de baja potencia, aunque sin especificar más, y que se han producido seguramente miles o decenas de miles de víctimas, algunas fuentes hablan incluso de cientos de miles o millones, pero parece un poco exagerado si se trata de una explosión de baja potencia…pero de momento la OTAN y el gobierno alemán, todavía no han dado una explicación clara al respecto. Se limitan a confirmar, lo que según ellos es un ataque nuclear, y que se está investigando lo ocurrido, aunque la prioridad es la contención del daño y la ayuda a las víctimas.
Nightwatcher:
Ya lo he dicho antes, y me reafirmo, esto ha sido cosa de los rusos. Ya sabemos que no hace falta un misil o un avión para poner una bomba en suelo enemigo. Supongo que todos recordáis “El cuarto protocolo” o “Pánico Nuclear”. Esto ha sido algo de eso, y solo los rusos pueden y tienen motivos para llevarlo a cabo.
RedVanguard:
Pero ¿tienes alguna prueba de eso? No verdad, pues eso. Los rusos dicen que no han sido ellos, y mira que pueden y lo han dicho que lo harían, pero cuando sucede, dicen que no lo han hecho. A mí me suena verosímil, más parece un accidente, y que como los americanos la han cagado muchísimo, ahora no saben muy bien que hacer, más allá de echar las culpas a Rusia. Pero estos han hecho bien en amenazar si hay represalia por algo que no han hecho. Espero que occidente no haga una guerra nuclear por encubrir un error.“Ya lo he dicho antes, y me reafirmo, esto ha sido cosa de los rusos.”
Patriota31:
Y tú vas y te lo crees. O eres un troll de tomo y lomo o un agente ruso. ¡Tenemos que contraatacar ya! Borremos del mapa San Petesburgo o algo similar y luego ya si eso hablamos de paz, pero que vean que no nos dejamos intimidar por estos asesinos.“Pero ¿tienes alguna prueba de eso? No verdad, pues eso. Los rusos dicen que no han sido ellos, y mira que pueden y lo han dicho que lo harían, pero cuando sucede, dicen que no lo han hecho.”
Inquisidor:
“Breaking News: Las primeras infiltraciones indican que la radiación detectada tras la explosión no procede de ningún artefacto ruso”
Esto está comenzando a circular por twitter. Parece ser que se puede saber el origen del arma utilizada por el rastreo de la radiación resultante, y según dicen, no parece que sea de material radioactivo creado en Rusia. ¿Alguien sabe si eso es verdad? ¿Será más desinformación?
RedVanguard:
Yo solo me remito a las pruebas y los hechos, y no a la imaginación o a las ganas de destruir el mundo que tenga cada uno. Y la información que trae “Inquisidor” me da la razón. Si la investigación de la radiación da como resultado que el arma no se ha producido en Rusia ¿Quién queda? China, Corea del Norte, India, Pakistán o Israel no van a darle a Rusia sus bombas, así que solo queda que sea de origen occidental. Lo dicho, seguramente un accidente al manipularla, o quizás alguna arma perdida de la que no nos han informado y que algunos terroristas la robaron.“Y tú vas y te lo crees. O eres un troll de tomo y lomo o un agente ruso.”
Inquisidor:
Bueno, de momento la noticia sobre la radiación solo sale en algunas fuentes de twitter, pero parece que se va abriendo paso. Lo que no dice es donde podría haber sido fabricada el arma, en el caso de no ser rusa. Habrá que esperar a tener más datos. Seguro que la OTAN ya tiene bastantes y en breve deberían decir algo al mundo.
Marcelo22:
La OTAN y Alemania se están tomando esto con mucho rigor. Supongo que, si tuviesen claro que ha sido Rusia, ya habrían salido a decir algo más contundente, pero de momento su posición genera más dudas que otra cosa. ¿Lo que han dicho los rusos es verosímil? Puede ser, no es descartable, pero tampoco lo que dice Nightwatcher, que hayan introducido un artefacto nuclear de contrabando en Europa occidental y lo hayan hecho explotar para que parezca un accidente o un ataque terrorista.
RedVanguard:
¿Y para qué? Si quisieran, pueden volar no solo un puerto, si no Alemania entera con sus misiles. Y aunque quisieran un ataque limitado, todo el mundo sabe que sus Iskander serían la opción escogida y las unidades en el frente o en la inmediata retaguardia, la escogida. No lo digo yo, leed los periódicos de los últimos días y veréis como lo dicen los expertos.“que hayan introducido un artefacto nuclear de contrabando en Europa occidental y lo hayan hecho explotar para que parezca un accidente o un ataque terrorista.”
Romeo Tango:
Estoy con RedVanguard. No tiene sentido que lo hayan hecho los rusos para ahora no asumirlo. Ellos ya amenazaron con lanzar un ataque nuclear, pero dicen que no ha sido este. Me parece más creíble la idea del accidente.
Y respecto a la radiación, en algunas webs ya se dice que podría ser de origen surafricano.
RedVanguard:
Pues eso puede ser y nos llevaría a la hipótesis del ataque terrorista. En la wikipedia dicen que se produjo un robo de material nuclear de las bombas surafricanas en Pelindaba hace unos años, y que se sospechó de alguna organización terrorista. Todo parece encajar en ese caso.“Y respecto a la radiación, en algunas webs ya se dice que podría ser de origen surafricano.”
Inquisidor:
Lo de que la radiación sea de una bomba surafricana, parece que ha salido de algunas webs que tienen origen en Kazajstán o Bielorrusia…un poco sospechoso, ¿no? Parece muy conveniente para Moscú que al poco, sus teorías sobre la autoría de la explosión se vayan cumpliendo…
Romeo Tango:
Quizás tengan ellos unos servicios de espionaje mejor que los occidentales.
Patriota31:
O quizás eres tu uno de esos espías… ¿sabéis que estamos en guerra y que difundir rumores falsos y que ayuden al enemigo puede ser un delito de traición?
Romeo Tango:
¿Y tú sabes que hay algo que se llama libertad de expresión?
Nightwatcher:
¿Romeo Tango? RT… ¿ni siquiera puedes disimular un poco? A mí me da lo mismo de donde sea la radiación o donde haya sido fabricada el arma, lo que tengo claro es que ha sido llevada hasta Alemania por agentes rusos y que la han hecho detonar ellos, así que lo demás sobra. Devolvamos el golpe YA.
Delika2:
Pero sin pruebas concluyentes… ¿no será peor iniciar una guerra nuclear si de verdad los rusos no han sido? Creo que por eso la OTAN va con tanto tiento. No lo deben tener claro, o posiblemente ya habrían actuado.
Marcelo22:
“Breaking News: La OTAN dará nuevos detalles dentro de unas horas.”
A ver que nos dicen. A mí me parece que van a confirmar la autoría rusa del desastre, y anunciaran represalias, pero es una corazonada…la verdad es que la confusión es máxima a esta hora.
Delika2:
“Moscú pide una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU este mediodía”
Parece que Moscú se ha aliado con Pekín y otros países que no están seguros de lo que ha pasado y están pidiendo a la OTAN que se contengan e investigue bien los hechos. Parece que se están produciendo manifestaciones en varios puntos del planeta haciendo un llamamiento a la paz y a no utilizar armas nucleares, pero en otros lados, sobre todo en EEUU y en otros países occidentales, hay manifestaciones espontaneas para que sus gobiernos respondan al ataque ruso. En Washington, el gobierno parece estar adoptando medidas para luchar un conflicto nuclear, y seguro que lo mismo pasa con otros gobiernos. Ahora mismo, los presidentes y demás mandos de los países involucrados, deben estar en el aire o en algún bunker.
RedVanguard:
Ojalá que la reunión de la ONU sirva para detener un posible contragolpe de la OTAN o todos lo vamos a lamentar. Puede que estemos a pocas horas del holocausto nuclear que aniquile la tierra…no entiendo como algunos tenéis tantas ganas de morir, la verdad. Solo mirad la gente que está saliendo a la calle para hacer un llamamiento a la cordura y a la paz. Tenemos que parar esta guerra antes de que sea demasiado tarde.
Patriota31:
Claro que sí, pero después de haber arrasado alguna ciudad rusa con una bomba atómica y haberles pateado el cul* a los rusos hasta sacarlos de las repúblicas bálticas. Luego ya hablaremos de cambiar Kaliningrado por una zona desmilitarizada, la reducción de sus FAS y millonarias compensaciones de guerra…o quizás dejemos que ese territorio vuelva a sus legítimos dueños y se convierta otra vez en Königsberg.“Tenemos que parar esta guerra antes de que sea demasiado tarde.”
Romeo Tango:
EDITADO POR EL MODERADOR.
Desde la moderación, hacemos un llamamiento a la calma en estos momentos tan tensos y advertimos que como siempre, no toleraremos salidas de tono como la del forista “Romeo Tango”.
Armagedon55:
“Apocalipsis 2:11 - El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no recibirá daño de la muerte segunda.”
Marcelo22:
Estados Unidos y los demás países de la OTAN ya han dicho que no acudirá a la reunión de la ONU. Quizás en breve sepamos algo más, pero esto no pinta bien.
…
17 de marzo. 11.45 hora local. Cuartel General móvil del Cuerpo Multinacional Nordeste de la OTAN, en algún bosque al oeste de Polonia.
El General danés miraba con preocupación el folio que le habían pasado hacia unos minutos. En él se podía leer integro el comunicado de prensa que la OTAN había hecho público poco antes, y que ya recorría como la pólvora los medios de comunicación de todo el mundo. De vuelta a su cuartel general de Szczecin, tras la reunión de Bruselas días atrás, se había dirigido, junto a un pequeño y reducido estado mayor, a una columna móvil de vehículos blindados de mando, de combate y de protección NBQ, que formaban parte del Cuartel General móvil, precisamente para casos como el que parecía estar a punto de estallar, para no ser un blanco fijo, y situarse relativamente a retaguardia del frente, para reducir la posibilidad que su CG fuera objetivo de un ataque nuclear.
En aquel momento, todo parecía tener un aire de irrealidad bastante acusado, sobre todo, lo relativo a una guerra nuclear que se venía “cociendo” desde hacía días, y mucho más desde la noche anterior, cuando la pesadilla se había tornado en realidad, y una bomba nuclear había detonado en Alemania, haciendo que todo aquello fuera aún, siquiera difícil de creer. Durante las últimas décadas, desde Hiroshima y Nagasaki, y después durante la guerra fría, se había hablado mucho de la posibilidad de una guerra atómica y sus efectos, pero realmente nadie esperaba que sucediera algo así, y menos tras la caída del muro y del comunismo en la Unión Soviética, en lo que parecía una nueva era de paz y armonía entre vecinos en Europa. Pero parecía como que la historia se tiende a repetir, y el continente no podía dejar pasar la ocasión de tener una nueva guerra, y otra vez, y pese a los intentos de ambas partes por la contención del conflicto a ciertos márgenes territoriales, el genio había escapado de la botella y el continente entero, quizás incluso todo el mundo, se avocaba irremediablemente a un holocausto nuclear.
A Knudsen todavía le costaba digerir todo aquello, pese a que en su larga carrera como militar había estudiado, previsto, pensado y planificado como actuar en un conflicto así. Pero llegado el momento, las dudas, las incógnitas y las incertidumbres, eran abrumadoras. De momento, y gracias a las medidas que había previsto días atrás para proteger en la medida de lo posible a sus hombres de un ataque nuclear, estaba satisfecho, pero no tenía ni idea del impacto real de esas medidas en medio de un conflicto abierto con armas nucleares tácticas. Así que, desde su Cuartel General móvil trataba de seguir con atención todas las informaciones que le llegaban a través de la cadena de mando de la OTAN, así como lo que se podía sacar entre líneas de las intenciones del enemigo por los medios de comunicación y los informes de sus oficiales de inteligencia.
Sobre la mesa abatible de su blindado de mando tenía una copia de la declaración del Gobierno ruso, en la que se declaraba inocente de lo ocurrido en Bremerhaven y llamaba a poner fin al conflicto de forma pacífica…y aquello sonaba bien, si no fuera por el otro papel que tenía al lado, y que llevaba el sello de “Alto Secreto”. En él, el oficial de inteligencia de SACEUR, desmontaba la mentira que los rusos habían plasmado en su declaración. Según decía aquel informe, las fuerzas de seguridad finlandesas, en la tarde del día 16 de marzo, habían llevado a cabo el arresto de varios ciudadanos rusos en un lugar en medio de un extenso bosque, no muy lejos de la frontera con Rusia. La operación había tenido lugar como consecuencia de la vigilancia de los servicios secretos finlandeses sobre un grupo de sicarios rusos, conocidos por su dedicación a asesinar personas que molestaban a la mafia rusa, a los que, desde hacía unos días, se había localizado y vigilado, a la espera de actuar contra ellos.
En esta ocasión, habían logrado seguir al grupo de ocho individuos sin ser detectados, hasta que se desplazaron hacia un inhóspito lugar de los bosques finlandeses, donde, tras esperar un rato cerca de una cabaña, y asegurarse de que había habitantes en el interior, iban a iniciar un asalto armados hasta los dientes contra ellos. Por suerte, la unidad de fuerzas especiales del ejército finlandés, apoyada por la policía, pudo intervenir a tiempo y evitó los asesinatos, aunque no el intercambio de disparos con los sicarios. Cinco de ellos fueron abatidos, y tres más capturados, dos con heridas de gravedad. En el interior de la cabaña, resultó que había otros tres ciudadanos rusos, que trataron de huir, pero el perímetro de seguridad funcionó, y todos fueron detenidos, aunque uno de ellos murió poco después por las heridas recibidas al intentar superar el control policial a tiro limpio.
Así, una vez finalizada la operación, y registrada a fondo la cabaña y sus alrededores, los tres detenidos ilesos fueron llevados a Helsinki en avión e interrogados durante toda la noche. Ya de madrugada, se pudo esclarecer que los residentes de la cabaña eran dos mafiosos rusos que ejercían de guardaespaldas del tercer individuo, identificado como un operativo del GRU ruso. Según la versión del mafioso ruso superviviente de la cabaña, un tipo enjuto y con cara de listo, tenían que esperar a que llegasen unos guías para conducir al espía ruso al otro lado de la frontera. Mientras, el único sicario ileso, informó que tenían órdenes de sus jefes, de eliminar a todos los que estuvieran en aquella cabaña, y que cuando comprobaron que eran tres como les habían informado, iban a proceder a llevar a cabo el trabajo. Estaba claro que alguien quería borrar todas las huellas de lo que fuera que habían hecho aquellos rusos de la cabaña.
Pero más importante fue lo que el enjuto ruso dijo sobre lo que habían estado haciendo, desde días antes de que estallara la guerra, hasta aquella misma tarde. Entonces saltaron todas las alarmas, y con la ayuda de operativos locales de la inteligencia estadounidense y británica, se apretaron de verdad las tuercas al espía del GRU. Al final se derrumbó y acabó por confesar, con todo lujo de detalles, la operación “Tikhvin” al completo, desde su inicio hasta su final previsto, ya que él desconocía todavía si su compañero había logrado su objetivo, al haber sido detenido antes de que estallara la bomba en Alemania.
Su confesión, como la de los demás mafiosos, había sido grabada, y junto a lo que aportaban las cámaras de seguridad que se pusieron a estudiar como locos en Finlandia, Suecia, Dinamarca y Alemania, pronto conocieron todos los pormenores del viaje de la bomba por el norte de Europa y de cómo había logrado llegar al puerto alemán. Ahora todo encajaba, y las conclusiones eran diáfanas, no había lugar a dudas. Incluso el tema de la radiación, que había despistado a los investigadores occidentales durante las primeras horas, ahora estaba aclarado. El material fisible surafricano robado años atrás, lo había sido por operativos rusos, precisamente con la operación “Tikhvin” en mente.
Gracias a aquel golpe de suerte que había supuesto la detención de aquel espía y mafiosos rusos, y sobre todo, al celo y las prisas de Moscú por silenciar a cualquiera que pudiera hablar sobre ello, temiendo que pudieran ser interceptados en su viaje de regreso a Rusia, y por lo tanto prefiriendo eliminar los cabos sueltos, antes de que eso ocurriera, de una forma que a ellos les debió parecer más segura, ahora la OTAN tenía lo que necesitaba.
Llegados a aquel punto, y con pruebas irrefutables, solo quedaba por decidir cómo responder. Y lo primero era refutar las mentiras rusas, para que la opinión pública mundial supiera quien estaba realmente detrás de aquel horrendo crimen, de su bajeza moral y de su infinita hipocresía. Knudsen pensaba que no iba a ser fácil. El mundo vivía desde hacía años en un estado de bombardeo constante de mentiras, medias verdades, desinformación, etc… que hacía muy difícil discernir la verdad de la mentira, y una mentira muy repetida y bien orquestada, y sobre todo, que gustase y que la gente quisiera creer, era mucho más difícil de desmontar que una verdad, por muy real que fuera, si esta era dolorosa e implicaba dificultades y sacrificios. Era el mundo en que vivían y ahora a los oficiales de los gobiernos occidentales les tocaba convencer a la gente, primero de sus países, y después del resto del mundo, que el ataque había sido premeditado y perpetrado por Rusia, y que ellos tenían el derecho y el deber de devolver el golpe.
Y era eso lo que el comunicado de prensa de la OTAN que sostenía en su mano, venía a decir. Tras describir someramente los hechos ocurridos en Finlandia, pero sin nombrar directamente al país, y transcribiendo parte de las declaraciones de los rusos, así como sus fotografías, trataba de convencer a la gente de la verdad y de las mentiras rusas. Posiblemente no convencería a quien no quisiera dejarse convencer, pero al menos crearía la duda en aquellos que esperaban que la declaración rusa fuera cierta, y finalmente, esperaban que acabarían apoyando la decisión de devolver el golpe. No había mucho tiempo, ni para convencer a la mayoría de la opinión pública ni para devolver el golpe, así que, como todo en este alocado mundo que les había tocado vivir, iba a suceder muy rápido, para bien o para mal. En cualquier caso, ese papel, dejaba claro que iba a producirse un contraataque de la OTAN, y Knudsen sabía cuándo y cómo.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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Expreso Báltico
17 de marzo. 23:10. Cuartel General alternativo de la Fuerza Estratégica de Misiles, Monte Kosvinsky, Montes Urales, Rusia.
Todo el personal necesario y más estaba presente en la sala de mando. La tensión era máxima. El Teniente General Smolov miraba con rabia a su superior. Los dos altos mandos mantenían una fría relación desde la reunión del gobierno en aquellas instalaciones apenas hacía 48 horas, en la que Karakaev mantuvo una actitud más proclive a los argumentos de los “halcones”, que iba en contra de lo que ambos altos oficiales habían hablado en tantas ocasiones sobre la política del primer uso de armas nucleares, básicamente para mantener su carrera profesional viva. Por su parte, Smolov sabía que estaba acabado profesionalmente, y que solo le mantenían en su puesto por la excepcionalidad de los momentos que se vivían y la imposibilidad de obtener un sustituto de garantías con tan poco tiempo.
Pero no era ese el principal motivo de la tensión en la sala, (que, por otro lado, todos los subordinados de ambos mandos habían notado ya la mala relación desde hacía dos días entre ellos), sino que, además, con la alerta por un gran ataque aéreo enemigo emitida hacía unos minutos, todo el personal contenía la respiración, esperando que aquello que veían en la gran pantalla que dominaba toda la sala, no fuera lo que parecía ser. Y parecía exactamente el mayor ataque aéreo llevado a cabo por la OTAN desde el comienzo de la guerra, incluso mayor que los primeros que “asaltaron” el bastión de Kaliningrado.
De momento era poco lo que podían hacer desde allí. La defensa aérea no era de su competencia, aunque si aquel ataque, como todos sospechaban, era la respuesta de la OTAN a la explosión de Bremerhaven, pronto tendrían bastante trabajo. El Teniente General no dejaba de pensar en cuan estúpidos habían sido los que votaron por la operación “Tikhvin” pensando que no sería descubierta y que podrían llegar a una negociación ventajosa en base al miedo y la presión de las sociedades occidentales a sus gobiernos por aquella explosión. No habían tardado ni 24 horas en descubrirlo, y ahora la OTAN buscaba venganza. Es cierto que una parte de las sociedades de Europa occidentales clamaban contra la guerra y contra una respuesta nuclear, o ni siquiera creían en la versión de sus autoridades, pero la mayor parte si las creían o estaban en proceso de hacerlo a medida que se iban conociendo más y más datos, de lo que para Smolov había sido una acción chapucera y peligrosísima de principio a fin. Y los gobiernos de la OTAN no iban a esperar a tener a todo el mundo convencido, y lo que veían en aquel momento, era con toda probabilidad su respuesta.
Todo había comenzado hacia unos minutos cuando cientos y cientos de aviones enemigos habían sido detectados acercándose a las repúblicas bálticas. Su número era enorme, quizás porque durante todo el día el número de sus misiones aéreas se habían mantenido bajo mínimos, y se habían dedicado a poner a punto el mayor número de aparatos posibles. También cabía la posibilidad de que muchos de aquellos objetivos que veían en la pantalla, no fueran si no señuelos, como otras tantas veces, o lo más probable, una mezcla de ambos, aviones de combate y señuelos…ah, y no había que olvidar a los misiles de crucero. En general, era un buen montón de mierda.
- ¡General, acaban de derribar nuestro A-50 sobre Bielorrusia…! – dijo con algo de retraso y estupefacción el oficial de operaciones de la sala, mientras los presentes veían como desaparecía su señal de la pantalla. El avión ruso había volado hasta aquel momento a unas millas al este de Grodno. – Han lanzado sus misiles desde espacio aéreo polaco.
-Eso no es nada bueno – dijo un Coronel, ayudante de Karakaev. – parece que está vez van con todo.
-Eso será un serio problema diplomático y político para la OTAN – dijo el Coronel General, tratando de ver la ventaja del hecho.
-Y crees que eso les importa ya…Minsk se va a echar a temblar y no va a dejar que sigamos con nuestras actividades, y desde luego ya no podemos intimidarlos para que nos ayuden, como no sea con armas nucleares – espetó Smolov.
-Son nuestros aliados…en la sombra, pero aliados. Saben lo que les conviene.
-Claro General…claro – dijo con cierto tono despectivo su subordinado inmediato. – Pero de momento nos están dejando ciegos – dijo indicando a la pantalla, donde un segundo AWACS ruso acababa de desaparecer.
-¡El A-50 que teníamos sobre Ostrov ha sido derribado…parece que tenemos aviones invisibles allí! – informó el mismo oficial de operaciones. – La Fuerza Aérea debería comenzar a encender sus radares de tierra. Ahora mismo no tenemos datos sobre lo que está ocurriendo.
Todos sabían lo que aquello significaba. Durante todo el conflicto el espacio aéreo ruso al este de las repúblicas bálticas había sido una especie de santuario donde la OTAN no se atrevía a atacar, pero eso, y tras los ataques contra las bases en la península de Kola, y sobre todo tras el ataque nuclear, era ya historia, solo los muy optimistas (o más bien los muy incrédulos) podían pensar que la OTAN no iba a eliminar esa auto imposición para mantener el conflicto limitado, una vez abierta la caja de los truenos nucleares.
Aquellos derribos no hacían sino confirmar lo que Smolov venía pensando y advirtiendo, desde el final de la nefasta reunión, a todo el que quisiera escucharlo. Occidente iba a atacar territorio ruso con armas nucleares, no cabía otra respuesta posible para ellos, y nadie quería o podía, en medio de aquel “realismo mágico” imperante en las clases dirigentes rusas, ver que era lo más lógico una vez aprobado “Tikhvin”. Ahora solo cabía esperar durante unos minutos más, para ver qué objetivo era el elegido por la OTAN. De momento, todos los cazas rusos disponibles estaban siendo despachados hacia los cielos bálticos, y los radares de tierra y las baterías de misiles antiaéreos estaban haciendo su trabajo. Pero una vez se recuperó la imagen de radar de aquellos cielos, la situación era clara. Los cazas propios estaban siendo barridos, y las baterías de SAM,s y los radares, atacados sistemáticamente y destruidos uno a uno. El General no se hacía muchas ilusiones, y seguramente nadie en aquella sala tampoco. Todos sabían las defensas aéreas habían sido duramente castigadas desde el inicio de la guerra, y su estado era bastante lamentable, en el mejor de los casos. Incluso Karakaev, sabía que, si el enemigo realizaba un ataque medianamente serio, no podrían hacer mucho para pararlo.
La receta mágica para evitar aquella situación por parte del gobierno ruso, había sido emitir horas antes duros comunicados, llamando mentirosos, provocadores y genocidas a las autoridades de la OTAN, y advirtiendo de forma muy enfática, que cualquier ataque nuclear contra el país, sería respondido de igual manera. Era una respuesta disuasoria, y que, por lo visto, algunos todavía esperaban que tuviera éxito…pero obviamente no la tuvo. Smolov esperaba que la primera noticia que tuvieran de un contragolpe enemigo fuera la información sobre un hongo nuclear en alguna parte de Rusia, ya que un bombardero furtivo B-2 armado con bombas nucleares era la respuesta más lógica. Pero por lo que veía en la pantalla, o todo aquello era para atraer la atención de las defensas aéreas y así hacer que el bombardero pudiese atacar en otro punto sin tantas interferencias, o que trataran de abrirle camino para que llegara sin dificultades a su objetivo, o quizás, era un ataque nuclear táctico con cazabombarderos. En pocos minutos seguramente tendrían la respuesta.
-Nuestros cazas están cayendo… hay muchas interferencias electrónicas…y ya hay misiles antirradar que están atacando objetivos en el interior de nuestro territorio - dijo por informa de algo el mismo oficial.
-Nuestros misiles están derribando también a sus aviones – intervino el Coronel ayudante de Karakaev, que se mostraba ahora circunspecto y callado.
-La mayoría posiblemente señuelos…van a sobrepasar nuestras defensas…como otras veces – dijo Smolov.
Este fijó la mirada en varios puntos que llegaban desde el oeste y el sudoeste hacia el nordeste de Letonia… “Pskov…puede ser Pskov” pensó con miedo, pero a la vez con cierta esperanza de que no fuera San Petesburgo o Novgorod, mucho más al interior del territorio ruso, y mucho más pobladas. Los minutos pasaban y aquellos puntos que representaban a los escuadrones enemigos se acercaban inexorablemente al espacio aéreo ruso, a la vez que los primeros misiles de crucero impactaban contra objetivos militares en zonas cercanas a la frontera con las repúblicas bálticas, e incluso en la base naval de Krondstad.
Todos en la sala de mando contenían el aliento, sabedores que todo aquello estaba a punto de llegar a su punto culminante. Si la OTAN iba a realizar un ataque nuclear, no se iba a demorar mucho más. Los cazas de la alianza estaban despejando el camino, ya dentro del espacio aéreo ruso, en dirección noroeste, sobre Ostrov y Pskov, y de repente, en la pantalla se vio un gran punto blanco cerca de por donde los cazabombarderos enemigos acababan de penetrar en territorio ruso.
- ¿Dónde ha sido eso? – preguntó Karakaev, que pareció haber salido de su letargo. No tenía que preguntar qué significaba, él, y todos los allí presentes lo sabían.
-Cerca de la frontera con Letonia – dijo el Coronel.
-Al sur de Pskov… ¿Ostrov? – dijo el oficial de operaciones.
Todo el mundo se quedó sin habla por un momento. Aquel punto luminoso que ahora desparecía, significaba un abismo en sus vidas y en la de millones de personas. Ellos y el mundo entero, tenía pie y medio en el abismo, y nadie sabía muy bien como asumirlo y actuar. Pero aquello no duró mucho, al menos en aquella sala. Los teléfonos, los faxes y los correos electrónicos comenzaron a “echar humo”, y todo el mundo quería respuestas para su jefe. Karakaev ordenó que se recopilaran todos los datos cuanto antes, y que alguien le dijera que había pasado. Cuantos objetivos habían sido atacados, cuantas armas, que potencia, cuantas bajas, en definitiva, todo lo que pudiera saberse de lo sucedido, y lo quería para ayer.
Smolov se mantuvo en un discreto segundo plano, apenas cumpliendo con sus obligaciones de segundo al mando, mientras esperaba “la llamada”, que no tardó mucho en llegar. Un mensaje por satélite llegó a los equipos de comunicaciones, de parte del presidente de la Federación rusa, exigiendo saber el alcance del ataque enemigo. Al Teniente General le dieron ganas de contestarle el mismo - “han detonado una bomba en nuestro territorio, posiblemente matando a miles o decenas de miles de nuestros ciudadanos, como poco, o ¿acaso esperabas de verdad otra cosa? ...imbécil”. - Pero se contuvo, hacer algo así daría con sus huesos en el calabozo, y lo peor es que no serviría absolutamente de nada. Que su jefe se las viera con el presidente y sus ansias de gloria, de supervivencia política o lo que fuera que movía a personas como aquella, a arriesgar la vida de millones de otras, sin que estas se lo hubieran pedido en absoluto ni lo deseasen.
Minutos después, Karakaev, llamó la atención de Smolov y le ordenó que lo acompañara a su despacho, en la parte superior de la sala de mando. Tras cerrar la puerta, informó a Smolov sobre lo que había hablado con el Presidente y de lo que le había pedido.
- ¿Así que ahora quiere nuestra opinión? – dijo medio enfadado, medio incrédulo el Teniente General.
- Nos pide opciones, como militares que somos conocedores de este asunto tan difícil.
-Yo ya se las di hace dos días, y mira el caso que me hizo, parecía tenerlo muy claro…la pregunta es ¿Qué le vas a proponer tú?
-Ya sabes que en la reunión se habló de devolver el golpe si la OTAN nos atacaba.
-Cierto, pero se suponía que era sobre la base de que “Tikhvin” no había sido descubierto y actuábamos como siendo los agredidos y bajo un primer ataque enemigo. ¿Crees que porque nuestras autoridades quieren esconder la cabeza bajo el ala como los niños ahora que los han descubierto va a significar una diferencia? Si atacamos de nuevo, ellos volverán a devolvernos el golpe, y así hasta que alguien piense que “soy el más duro o el más fuerte” y se vaya todo de las manos, y el mundo entero con ello. ¿Realmente quieres ser partícipe de algo así?
-Creo que deberíamos actuar como si, efectivamente, “Tikhvin” no hubiera sido descubierta o no tuviéramos nada que ver. La respuesta acordada fue la de un ataque táctico limitado. Eso es lo que voy a recomendar al Presidente.
- ¿Entonces para que me necesitas a mi si ya sabes lo que quieres hacer?
-Me hubiese gustado que reflexionases y estuviéramos juntos en esto…pero al menos, quiero que busques un objetivo de la lista acordada y planifiques el ataque. Lo quiero en esta mesa en menos de una hora.
-… ¿de verdad me estás pidiendo eso?
-Por supuesto, eres un oficial del Ejército ruso, y tu país te necesita ¿O acaso ya estás pensando en dejar tus funciones y bajar los brazos?
Smolov contuvo su ira. Le hubiese gustado darle un buen puñetazo a aquel que hasta hacia poco creía su amigo. Él era mucho más patriota que su superior, y por eso no quería ver reducido su país a cenizas radioactivas. Pero tras respirar hondo, al final respondió.
-De acuerdo, lo haré. Lo tendrás en una hora.
-Muy bien, y ahora déjame, debo hablar con el presidente.
Smolov salió por la puerta, mientras pensaba que había aceptado aquella orden, no por sentido del deber o por miedo a las represalias, sino porque todavía era posible que pudiera hacer algo para evitar que la situación se descontrolara más todavía de lo que estaba. De camino a su despacho, un oficial de comunicaciones le entregó una hoja y se marchó. Tras leerla, se preguntó si no era ya demasiado tarde para intentar nada, y por un momento el desánimo pareció vencerle, pero se recuperó. No, todavía podía intentar buscar un objetivo sin gran valor o que fuera una muestra por parte rusa de querer reconducir la situación y que no pasara a mayores, incluso aunque hubiera una respuesta occidental. Sencillo no iba a ser, pero al menos lo intentaría. Él mismo había participado en la elaboración de aquella lista.
Al entrar en su despacho y comenzar a buscar en su ordenador, dejó la hoja sobre la mesa a modo de recordatorio de porque estaba haciendo aquello que tanto le repugnaba. En ella se plasmaba un pequeño resumen con los datos que se sabían hasta el momento del ataque nuclear de la OTAN en territorio ruso. Dos bombas habían estallado en la base aérea de Ostrov. La potencia de dichos artefactos todavía se estaba evaluando, pero habían sido pequeñas, quizás como la de “Tikhvin” o similares, pero habían sido dos, eso estaba claro, y era un mensaje. Respecto a los atacantes, todo parecía indicar (más tarde lo sabría con certeza), que habían sido dos cazabombarderos, un F-15 norteamericano, y un Tornado alemán, los que habían lanzado las dos bombas nucleares B61, como países afectados por el ataque en Bremerhaven. Siguió pensando que hubiera sido más seguro para la OTAN enviar un bombardero furtivo B-2, pero entendería el significado político de hacer las cosas de esa manera, era otro mensaje, y además, la verdad es que tampoco parecieron tener muchas dificultades en llevar a cabo el ataque con aparatos convencionales. Por último, mencionaba las bajas que en un primer momento calcularon los oficiales al cargo de aquel asunto. En la Base Aérea de Ostrov, estaban basados dos escuadrones, o mejor, lo que quedaba de ellos, de aviones de asalto Su-25, pero, además, un regimiento de paracaidistas había llegado no hacía mucho, y todavía aguardaba allí a modo de reserva, mientras el alto mando decidía si lo enviaba al frente o lo mantenía a la espera de acontecimientos en el frente. Así, que los expertos calcularon que por lo menos mil o mil doscientos hombres podrían haber perecido, y otros tantos resultar heridos en la base aérea. Por suerte, esta estaba alejada unos siete kilómetros de Ostrov, y el viento en aquel momento, llevaba la radiactividad hacia el nordeste, pasando por otras poblaciones, pero al menos no tan pobladas como Ostrov. El alcance de la misma y las bajas que causaría, todavía era casi imposible de calcular. Para eso habría que esperar unas horas más al menos. Lo que no podía esperar eran las operaciones de rescate y ayuda a las víctimas. Smolov se dijo así mismo que no iba a permitir que se produjeran más muertos por esa causa si podía evitarlo…seguramente pecaría de ingenuo, pero si cabía una posibilidad, debía exprimir sus neuronas al máximo para encontrar una solución.
Todo el personal necesario y más estaba presente en la sala de mando. La tensión era máxima. El Teniente General Smolov miraba con rabia a su superior. Los dos altos mandos mantenían una fría relación desde la reunión del gobierno en aquellas instalaciones apenas hacía 48 horas, en la que Karakaev mantuvo una actitud más proclive a los argumentos de los “halcones”, que iba en contra de lo que ambos altos oficiales habían hablado en tantas ocasiones sobre la política del primer uso de armas nucleares, básicamente para mantener su carrera profesional viva. Por su parte, Smolov sabía que estaba acabado profesionalmente, y que solo le mantenían en su puesto por la excepcionalidad de los momentos que se vivían y la imposibilidad de obtener un sustituto de garantías con tan poco tiempo.
Pero no era ese el principal motivo de la tensión en la sala, (que, por otro lado, todos los subordinados de ambos mandos habían notado ya la mala relación desde hacía dos días entre ellos), sino que, además, con la alerta por un gran ataque aéreo enemigo emitida hacía unos minutos, todo el personal contenía la respiración, esperando que aquello que veían en la gran pantalla que dominaba toda la sala, no fuera lo que parecía ser. Y parecía exactamente el mayor ataque aéreo llevado a cabo por la OTAN desde el comienzo de la guerra, incluso mayor que los primeros que “asaltaron” el bastión de Kaliningrado.
De momento era poco lo que podían hacer desde allí. La defensa aérea no era de su competencia, aunque si aquel ataque, como todos sospechaban, era la respuesta de la OTAN a la explosión de Bremerhaven, pronto tendrían bastante trabajo. El Teniente General no dejaba de pensar en cuan estúpidos habían sido los que votaron por la operación “Tikhvin” pensando que no sería descubierta y que podrían llegar a una negociación ventajosa en base al miedo y la presión de las sociedades occidentales a sus gobiernos por aquella explosión. No habían tardado ni 24 horas en descubrirlo, y ahora la OTAN buscaba venganza. Es cierto que una parte de las sociedades de Europa occidentales clamaban contra la guerra y contra una respuesta nuclear, o ni siquiera creían en la versión de sus autoridades, pero la mayor parte si las creían o estaban en proceso de hacerlo a medida que se iban conociendo más y más datos, de lo que para Smolov había sido una acción chapucera y peligrosísima de principio a fin. Y los gobiernos de la OTAN no iban a esperar a tener a todo el mundo convencido, y lo que veían en aquel momento, era con toda probabilidad su respuesta.
Todo había comenzado hacia unos minutos cuando cientos y cientos de aviones enemigos habían sido detectados acercándose a las repúblicas bálticas. Su número era enorme, quizás porque durante todo el día el número de sus misiones aéreas se habían mantenido bajo mínimos, y se habían dedicado a poner a punto el mayor número de aparatos posibles. También cabía la posibilidad de que muchos de aquellos objetivos que veían en la pantalla, no fueran si no señuelos, como otras tantas veces, o lo más probable, una mezcla de ambos, aviones de combate y señuelos…ah, y no había que olvidar a los misiles de crucero. En general, era un buen montón de mierda.
- ¡General, acaban de derribar nuestro A-50 sobre Bielorrusia…! – dijo con algo de retraso y estupefacción el oficial de operaciones de la sala, mientras los presentes veían como desaparecía su señal de la pantalla. El avión ruso había volado hasta aquel momento a unas millas al este de Grodno. – Han lanzado sus misiles desde espacio aéreo polaco.
-Eso no es nada bueno – dijo un Coronel, ayudante de Karakaev. – parece que está vez van con todo.
-Eso será un serio problema diplomático y político para la OTAN – dijo el Coronel General, tratando de ver la ventaja del hecho.
-Y crees que eso les importa ya…Minsk se va a echar a temblar y no va a dejar que sigamos con nuestras actividades, y desde luego ya no podemos intimidarlos para que nos ayuden, como no sea con armas nucleares – espetó Smolov.
-Son nuestros aliados…en la sombra, pero aliados. Saben lo que les conviene.
-Claro General…claro – dijo con cierto tono despectivo su subordinado inmediato. – Pero de momento nos están dejando ciegos – dijo indicando a la pantalla, donde un segundo AWACS ruso acababa de desaparecer.
-¡El A-50 que teníamos sobre Ostrov ha sido derribado…parece que tenemos aviones invisibles allí! – informó el mismo oficial de operaciones. – La Fuerza Aérea debería comenzar a encender sus radares de tierra. Ahora mismo no tenemos datos sobre lo que está ocurriendo.
Todos sabían lo que aquello significaba. Durante todo el conflicto el espacio aéreo ruso al este de las repúblicas bálticas había sido una especie de santuario donde la OTAN no se atrevía a atacar, pero eso, y tras los ataques contra las bases en la península de Kola, y sobre todo tras el ataque nuclear, era ya historia, solo los muy optimistas (o más bien los muy incrédulos) podían pensar que la OTAN no iba a eliminar esa auto imposición para mantener el conflicto limitado, una vez abierta la caja de los truenos nucleares.
Aquellos derribos no hacían sino confirmar lo que Smolov venía pensando y advirtiendo, desde el final de la nefasta reunión, a todo el que quisiera escucharlo. Occidente iba a atacar territorio ruso con armas nucleares, no cabía otra respuesta posible para ellos, y nadie quería o podía, en medio de aquel “realismo mágico” imperante en las clases dirigentes rusas, ver que era lo más lógico una vez aprobado “Tikhvin”. Ahora solo cabía esperar durante unos minutos más, para ver qué objetivo era el elegido por la OTAN. De momento, todos los cazas rusos disponibles estaban siendo despachados hacia los cielos bálticos, y los radares de tierra y las baterías de misiles antiaéreos estaban haciendo su trabajo. Pero una vez se recuperó la imagen de radar de aquellos cielos, la situación era clara. Los cazas propios estaban siendo barridos, y las baterías de SAM,s y los radares, atacados sistemáticamente y destruidos uno a uno. El General no se hacía muchas ilusiones, y seguramente nadie en aquella sala tampoco. Todos sabían las defensas aéreas habían sido duramente castigadas desde el inicio de la guerra, y su estado era bastante lamentable, en el mejor de los casos. Incluso Karakaev, sabía que, si el enemigo realizaba un ataque medianamente serio, no podrían hacer mucho para pararlo.
La receta mágica para evitar aquella situación por parte del gobierno ruso, había sido emitir horas antes duros comunicados, llamando mentirosos, provocadores y genocidas a las autoridades de la OTAN, y advirtiendo de forma muy enfática, que cualquier ataque nuclear contra el país, sería respondido de igual manera. Era una respuesta disuasoria, y que, por lo visto, algunos todavía esperaban que tuviera éxito…pero obviamente no la tuvo. Smolov esperaba que la primera noticia que tuvieran de un contragolpe enemigo fuera la información sobre un hongo nuclear en alguna parte de Rusia, ya que un bombardero furtivo B-2 armado con bombas nucleares era la respuesta más lógica. Pero por lo que veía en la pantalla, o todo aquello era para atraer la atención de las defensas aéreas y así hacer que el bombardero pudiese atacar en otro punto sin tantas interferencias, o que trataran de abrirle camino para que llegara sin dificultades a su objetivo, o quizás, era un ataque nuclear táctico con cazabombarderos. En pocos minutos seguramente tendrían la respuesta.
-Nuestros cazas están cayendo… hay muchas interferencias electrónicas…y ya hay misiles antirradar que están atacando objetivos en el interior de nuestro territorio - dijo por informa de algo el mismo oficial.
-Nuestros misiles están derribando también a sus aviones – intervino el Coronel ayudante de Karakaev, que se mostraba ahora circunspecto y callado.
-La mayoría posiblemente señuelos…van a sobrepasar nuestras defensas…como otras veces – dijo Smolov.
Este fijó la mirada en varios puntos que llegaban desde el oeste y el sudoeste hacia el nordeste de Letonia… “Pskov…puede ser Pskov” pensó con miedo, pero a la vez con cierta esperanza de que no fuera San Petesburgo o Novgorod, mucho más al interior del territorio ruso, y mucho más pobladas. Los minutos pasaban y aquellos puntos que representaban a los escuadrones enemigos se acercaban inexorablemente al espacio aéreo ruso, a la vez que los primeros misiles de crucero impactaban contra objetivos militares en zonas cercanas a la frontera con las repúblicas bálticas, e incluso en la base naval de Krondstad.
Todos en la sala de mando contenían el aliento, sabedores que todo aquello estaba a punto de llegar a su punto culminante. Si la OTAN iba a realizar un ataque nuclear, no se iba a demorar mucho más. Los cazas de la alianza estaban despejando el camino, ya dentro del espacio aéreo ruso, en dirección noroeste, sobre Ostrov y Pskov, y de repente, en la pantalla se vio un gran punto blanco cerca de por donde los cazabombarderos enemigos acababan de penetrar en territorio ruso.
- ¿Dónde ha sido eso? – preguntó Karakaev, que pareció haber salido de su letargo. No tenía que preguntar qué significaba, él, y todos los allí presentes lo sabían.
-Cerca de la frontera con Letonia – dijo el Coronel.
-Al sur de Pskov… ¿Ostrov? – dijo el oficial de operaciones.
Todo el mundo se quedó sin habla por un momento. Aquel punto luminoso que ahora desparecía, significaba un abismo en sus vidas y en la de millones de personas. Ellos y el mundo entero, tenía pie y medio en el abismo, y nadie sabía muy bien como asumirlo y actuar. Pero aquello no duró mucho, al menos en aquella sala. Los teléfonos, los faxes y los correos electrónicos comenzaron a “echar humo”, y todo el mundo quería respuestas para su jefe. Karakaev ordenó que se recopilaran todos los datos cuanto antes, y que alguien le dijera que había pasado. Cuantos objetivos habían sido atacados, cuantas armas, que potencia, cuantas bajas, en definitiva, todo lo que pudiera saberse de lo sucedido, y lo quería para ayer.
Smolov se mantuvo en un discreto segundo plano, apenas cumpliendo con sus obligaciones de segundo al mando, mientras esperaba “la llamada”, que no tardó mucho en llegar. Un mensaje por satélite llegó a los equipos de comunicaciones, de parte del presidente de la Federación rusa, exigiendo saber el alcance del ataque enemigo. Al Teniente General le dieron ganas de contestarle el mismo - “han detonado una bomba en nuestro territorio, posiblemente matando a miles o decenas de miles de nuestros ciudadanos, como poco, o ¿acaso esperabas de verdad otra cosa? ...imbécil”. - Pero se contuvo, hacer algo así daría con sus huesos en el calabozo, y lo peor es que no serviría absolutamente de nada. Que su jefe se las viera con el presidente y sus ansias de gloria, de supervivencia política o lo que fuera que movía a personas como aquella, a arriesgar la vida de millones de otras, sin que estas se lo hubieran pedido en absoluto ni lo deseasen.
Minutos después, Karakaev, llamó la atención de Smolov y le ordenó que lo acompañara a su despacho, en la parte superior de la sala de mando. Tras cerrar la puerta, informó a Smolov sobre lo que había hablado con el Presidente y de lo que le había pedido.
- ¿Así que ahora quiere nuestra opinión? – dijo medio enfadado, medio incrédulo el Teniente General.
- Nos pide opciones, como militares que somos conocedores de este asunto tan difícil.
-Yo ya se las di hace dos días, y mira el caso que me hizo, parecía tenerlo muy claro…la pregunta es ¿Qué le vas a proponer tú?
-Ya sabes que en la reunión se habló de devolver el golpe si la OTAN nos atacaba.
-Cierto, pero se suponía que era sobre la base de que “Tikhvin” no había sido descubierto y actuábamos como siendo los agredidos y bajo un primer ataque enemigo. ¿Crees que porque nuestras autoridades quieren esconder la cabeza bajo el ala como los niños ahora que los han descubierto va a significar una diferencia? Si atacamos de nuevo, ellos volverán a devolvernos el golpe, y así hasta que alguien piense que “soy el más duro o el más fuerte” y se vaya todo de las manos, y el mundo entero con ello. ¿Realmente quieres ser partícipe de algo así?
-Creo que deberíamos actuar como si, efectivamente, “Tikhvin” no hubiera sido descubierta o no tuviéramos nada que ver. La respuesta acordada fue la de un ataque táctico limitado. Eso es lo que voy a recomendar al Presidente.
- ¿Entonces para que me necesitas a mi si ya sabes lo que quieres hacer?
-Me hubiese gustado que reflexionases y estuviéramos juntos en esto…pero al menos, quiero que busques un objetivo de la lista acordada y planifiques el ataque. Lo quiero en esta mesa en menos de una hora.
-… ¿de verdad me estás pidiendo eso?
-Por supuesto, eres un oficial del Ejército ruso, y tu país te necesita ¿O acaso ya estás pensando en dejar tus funciones y bajar los brazos?
Smolov contuvo su ira. Le hubiese gustado darle un buen puñetazo a aquel que hasta hacia poco creía su amigo. Él era mucho más patriota que su superior, y por eso no quería ver reducido su país a cenizas radioactivas. Pero tras respirar hondo, al final respondió.
-De acuerdo, lo haré. Lo tendrás en una hora.
-Muy bien, y ahora déjame, debo hablar con el presidente.
Smolov salió por la puerta, mientras pensaba que había aceptado aquella orden, no por sentido del deber o por miedo a las represalias, sino porque todavía era posible que pudiera hacer algo para evitar que la situación se descontrolara más todavía de lo que estaba. De camino a su despacho, un oficial de comunicaciones le entregó una hoja y se marchó. Tras leerla, se preguntó si no era ya demasiado tarde para intentar nada, y por un momento el desánimo pareció vencerle, pero se recuperó. No, todavía podía intentar buscar un objetivo sin gran valor o que fuera una muestra por parte rusa de querer reconducir la situación y que no pasara a mayores, incluso aunque hubiera una respuesta occidental. Sencillo no iba a ser, pero al menos lo intentaría. Él mismo había participado en la elaboración de aquella lista.
Al entrar en su despacho y comenzar a buscar en su ordenador, dejó la hoja sobre la mesa a modo de recordatorio de porque estaba haciendo aquello que tanto le repugnaba. En ella se plasmaba un pequeño resumen con los datos que se sabían hasta el momento del ataque nuclear de la OTAN en territorio ruso. Dos bombas habían estallado en la base aérea de Ostrov. La potencia de dichos artefactos todavía se estaba evaluando, pero habían sido pequeñas, quizás como la de “Tikhvin” o similares, pero habían sido dos, eso estaba claro, y era un mensaje. Respecto a los atacantes, todo parecía indicar (más tarde lo sabría con certeza), que habían sido dos cazabombarderos, un F-15 norteamericano, y un Tornado alemán, los que habían lanzado las dos bombas nucleares B61, como países afectados por el ataque en Bremerhaven. Siguió pensando que hubiera sido más seguro para la OTAN enviar un bombardero furtivo B-2, pero entendería el significado político de hacer las cosas de esa manera, era otro mensaje, y además, la verdad es que tampoco parecieron tener muchas dificultades en llevar a cabo el ataque con aparatos convencionales. Por último, mencionaba las bajas que en un primer momento calcularon los oficiales al cargo de aquel asunto. En la Base Aérea de Ostrov, estaban basados dos escuadrones, o mejor, lo que quedaba de ellos, de aviones de asalto Su-25, pero, además, un regimiento de paracaidistas había llegado no hacía mucho, y todavía aguardaba allí a modo de reserva, mientras el alto mando decidía si lo enviaba al frente o lo mantenía a la espera de acontecimientos en el frente. Así, que los expertos calcularon que por lo menos mil o mil doscientos hombres podrían haber perecido, y otros tantos resultar heridos en la base aérea. Por suerte, esta estaba alejada unos siete kilómetros de Ostrov, y el viento en aquel momento, llevaba la radiactividad hacia el nordeste, pasando por otras poblaciones, pero al menos no tan pobladas como Ostrov. El alcance de la misma y las bajas que causaría, todavía era casi imposible de calcular. Para eso habría que esperar unas horas más al menos. Lo que no podía esperar eran las operaciones de rescate y ayuda a las víctimas. Smolov se dijo así mismo que no iba a permitir que se produjeran más muertos por esa causa si podía evitarlo…seguramente pecaría de ingenuo, pero si cabía una posibilidad, debía exprimir sus neuronas al máximo para encontrar una solución.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
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Expreso Báltico
18 de marzo. 00:45. Cuartel General alternativo de la Fuerza Estratégica de Misiles, Monte Kosvinsky, Montes Urales, Rusia.
Le dolía mucho la cabeza y se notaba acelerado, seguramente la tensión la volvía a tener por las nubes, pero eso era secundario en aquel momento. Mientras caminaba la distancia que separaba su despacho del de su superior, el General Smolov trataba de tranquilizarse y mantener el control. Debía hacer entrar en razón a Karakaev o estarían perdidos, ellos y el resto del mundo…y aquella presión sobre su conciencia no mejoraba su tensión. Además, por muchas vueltas que le había dado, no había conseguido un plan milagroso que salvara a Rusia y al mundo de una escalada nuclear, si acaso una idea muy débil sin garantía alguna de éxito, pero por desgracia no podía hacer más en las actuales circunstancias, debía intentarlo al menos.
- ¿Da su permiso mi General? – dijo tras golpear en la puerta de Karakaev y entreabrirla unos centímetros.
-Venga pasa y déjate de tonterías – dijo en un tono medio enfadado, medio apesadumbrado.
Smolov entró y cerró la puerta tras de sí. A un gesto de su superior, tomó asiento en un cómodo sillón frente a la gran mesa que dominaba todo el despacho, y dejó una carpeta llena de papeles en ella. El Coronel General la cogió y la ojeo, para luego decir:
- ¿Esto es todo? ¿No tienes nada más? Por si no te acuerdas, ya se decidió que nada de esto servía, y te lo he repetido hace un rato. El Presidente no aceptará nada menor a un ataque nuclear táctico sobre unidades en el frente o como alternativa, quizás alguna base aérea importante en Alemania o algún otro país de la Europa occidental. Estas demostraciones o ataques en el mar no sirven, su momento ya paso si es que alguna vez tuvieron una oportunidad.
-No la tuvieron nunca, tú y los demás os encargasteis de ello. Si me hubieras apoyado entonces, ahora seguramente no estaríamos en esta situación.
Karakaev parecía ahora más dubitativo y menos enérgico que hacia un rato cuando habían hablado por última vez ¿Qué había pasado en aquel rato?
-Nada hubiese cambiado que yo te hubiese apoyado. Eran mayoría los partidarios de llevar a cabo “Tikhvin”, ya lo viste tú mismo.
-Pero con tu apoyo no hubo ninguna discusión o alternativa posible. Podríamos haber sembrado la duda y haber hecho recapacitar a varios miembros del gobierno, y tú lo sabes.
-Buenos, eso ya es pasado. Ahora estamos aquí con una situación que gestionar. He hablado con el presidente como te dije, y me ha dejado claro que no aceptará un ataque inferior a lo que te he explicado…y por suerte, tampoco nada mayor a eso. De momento no quiere pasar a mayores, y he notado un cierto tono de contrariedad en algún momento en su voz.
- ¿Eso quiere decir que a lo mejor se está dando cuenta que la realidad se impone a sus ensoñaciones? Supongo que se debe haber dado cuenta ya de que no es infalible en sus decisiones. Dijo que la OTAN no respondería con una guerra a la ocupación de las repúblicas bálticas, que era débil y estaría dividida, y que, en caso de responder, nuestras fuerzas armadas podrían vencerlos. Tu y yo, y muchos de nuestros camaradas, sabíamos que no era así. Pero luego, cuando la realidad se impuso, su respuesta fue una huida hacia adelante, y se le ocurrió lo de “Tikhvin” prometiendo que la OTAN no se enteraría de nada y podría terminarse la guerra a nuestro favor por el miedo de los occidentales a un conflicto nuclear… ¿nos extraña a los demás que no haya salido como predijo? Supongo que no. La realidad es que ahora estamos peor que antes de su plan de espía de la guerra fría. Antes podíamos haber perdido la guerra y unos miles de soldados…ahora podemos perder el país entero y millones de vidas civiles y militares… ¡qué gran avance!
-Te entiendo, no hace falta que me sueltes un discurso. Sé cómo hemos llegado hasta aquí, la cuestión es tratar de salir de esto de la mejor manera posible.
- ¿Y la mejor manera es responder con otro ataque nuclear?
-Es la única opción en este momento. El Presidente no autorizará otra opción, lo ha dejado bien claro, aunque la OTAN plantee una negociación. Primero debemos responder. Y ahí es donde entras tú, esperaba que encontrases una solución.
- ¿A la cuadratura del círculo? Perdona, pero todavía no hago milagros. – A Karakaev le iba molestando cada vez más el tono de su subordinado, pero trató de no tenerlo en cuenta. La situación ya era suficientemente difícil para tener que meterse con las normas de protocolo militar.
-Esto que me has presentado no me vale para nada, dime que tienes algo más.
-Para buscar un objetivo para una represalia nuclear no te hago falta, tú mismo los has enumerado hace un momento. Así que supongo que en realidad estás buscando alguna solución imaginativa que salve la situación, sin incumplir los deseos del Presidente y sin escalar el conflicto hasta un punto extremo, ¿me equivoco?
-Supongo que no – acepto un tanto cabizbajo su interlocutor.
-Y eso me indica que quizás no esté todo perdido. Quizás te hayas dado cuenta que, llegados a este punto, importa una mierda nuestras carreras, o eso espero.
-Soy un militar y me importa cumplir con mi deber, que es servir a mi país y obedecer las órdenes legales de un gobierno legítimo – dijo algo enfadado Karakaev – ¿o acaso estás sugiriendo otra cosa? Porque no voy a tolerar insubordinaciones ni insinuaciones para dar un golpe de estado en este mando, eso tenlo claro.
-Te conozco y lo sé. Pero no, no se trata de eso...de momento. Quizás haya otra salida, otra “solución imaginativa”, pero has de saber que no es garantía de nada y tiene bastantes posibilidades de salir mal. Solo espero que aceptes el riesgo de tomar la decisión que deberás tomar para lo que se me ha ocurrido.
-Adelante, te escucho – dijo intrigado, a la vez que preocupado, el Coronel General.
Smolov sacó otro papel arrugado de un bolsillo de su uniforme con algunas anotaciones, que se notaban que eran apresuradas notas a mano.
-Bien, si el Presidente quiere un ataque nuclear táctico a una unidad enemiga del frente, vamos a dárselo. – Su superior encajó una ceja, pero se mantuvo en silencio. – Repasemos cuales son nuestros posibles objetivos, descartando obviamente las que están en suelo ruso. Una División alemana que está operando a la frontera bielorrusa, ummm…demasiado cercana a nuestros aliados, que ahora que se han visto envueltos con el derribo de nuestros aviones sobre su espacio aéreo, no creo que nos ayude para seguir manteniendo su “amistad”, el que detonemos armas nucleares cerca de su territorio, y que la radiación pueda ser arrastrada hasta allí y provocar bajas entre su población, por lo tanto, esa División, descartada. Segunda opción, la División italiana que opera al oeste de los alemanes. Posiblemente la más débil de las fuerzas de la OTAN en Lituania, y además la más retrasada en su avance, eso sería malgastar el ataque, además de que Italia tiene armas atómicas de la USAF bajo doble llave, que como acabamos de ver con los alemanes, podrían presionar para usar ellos también. Creo que deberíamos evitar ese objetivo.
-Cada vez te quedan menos, y alguno debe ser – apuntó su superior.
-Efectivamente. Sigamos. La siguiente es la División norteamericana. Creo que es la que deberíamos evitar a toda costa. Ya hemos matado bastantes americanos con el ataque a Bremerhaven, y están muy dolidos. Si seguimos matando americanos, ellos van a querer matar rusos en número superior. La verdad es que no veo que la ganancia merezca el riesgo de una rápida escalada nuclear con Washington. Y, por lo tanto, llegamos a la última opción. La División polaca que opera en el extremo occidental de Lituania. La unidad está ya sobre el rio Niemen, y posiblemente es la que esté más al norte de todas las fuerzas de la OTAN en su ofensiva por Lituania. Tiene buenos tanques y soldados que nos están dando bastantes problemas, así que eliminarla, o al menos dañarla, sería muy bueno para detener la ofensiva enemiga. Y Varsovia no tiene armas nucleares bajo doble llave. Creo que es la mejor opción.
-Bien, dejando de lado que está situada junto a nuestro territorio de Kaliningrado, dime ahora porque es una solución imaginativa que puede resolver todos nuestros problemas.
-Ya te he dicho que era una solución bastante imperfecta y nada milagrosa.
-Pero escoger ese objetivo, de acuerdo, puede minimizar algo los riesgos, más que si fuera a los norteamericanos u otra gran potencia europea, pero la diferencia no es mucha ni nos va a salvar de las represalias ¿verdad?
-Exacto, así eso.
- ¿Entonces?
-Entonces, - dijo Smolov cada vez más tranquilo y seguro de lo que decía - supongamos que nuestro ataque se realiza con una salva de misiles Iskander donde uno de ellos lleva una cabeza nuclear táctica de menos de un Kilotón, dando ya a entender que no queremos subir la apuesta y que seguimos con armas de pequeño tamaño. A nuestro Presidente deberíamos hacerle entender que no es útil emplear armas de mayor tamaño tan cerca de nuestras fuerzas, para que acepte… ¿correcto? Bien, después, esos misiles, o al menos el armado con la cabeza nuclear, se desvía ligeramente de su objetivo previsto, y como bien has dicho, esa División está cerca de Kaliningrado, y acaba cayendo en suelo ruso.
- ¿Qué demonios está diciendo? Ya ha quedado claro que un ataque en suelo ruso es imposible, no puede ser, jamás lo aprobará el Presidente. ¿Matar ciudadanos rusos con armas rusas? Inconcebible.
-Escucha todo lo que tengo que decirte antes de cerrarte en banda…por favor.
Karakaev parecía decepcionado y enfadado. Su paciencia se agotaba rápidamente.
-Espero que no me estés haciendo perder el tiempo. Si no quieres ayudarme, dímelo y te dejaré al margen ahora mismo.
- ¿No ves que te estoy ayudando? A ti, a tu familia y seres queridos, a los míos y a otra mucha gente que ni conocemos.
-Está bien, continua – la mención a su familia y seres queridos había tocado la fibra de Karakaev y se obligó a relajarse.
-Cómo iba diciendo, ese misil nuclear podría caer en la zona noreste de Kaliningrado, a pocos kilómetros de la frontera con Lituania, en una zona poco poblada, y donde ahora quedarán todavía posiblemente menos civiles rusos, que habrán huido de la guerra, tras haber sido ocupada por los polacos de la otra División de ese país que participa en la ofensiva.
- ¿Y que ganamos con eso?
-Algo de esperanza y tiempo. Si nuestra respuesta es un ataque muy limitado contra una zona poco habitada de nuestro propio territorio, y a retaguardia de las posiciones polacas, mataremos a “muy pocos” soldados enemigos y civiles rusos.
-La radiación puede producir más bajas entre los civiles de Kaliningrado.
-Cierto, por eso tenemos que llevar a cabo el ataque cuando los vientos envíen la radiación hacia Lituania.
-De todas formas, sigo sin ver la ventaja.
-Pues dependerá de la respuesta enemiga. Esperemos que al otro lado haya alguien con la suficiente frialdad e inteligencia para entender el mensaje, que no es otro, que no queremos escalar el conflicto, y debemos buscar una solución antes de que se vaya de las manos, y que posiblemente esta sea la última oportunidad.
- ¿Y si su respuesta es un ataque contra territorio ruso?
-Pues entonces nuestro plan no habrá servido de nada y nuestro Presidente ordenará ataques contra territorio OTAN, está vez seguro que más al interior, los occidentales responderán, y con cada ataque y contraataque, la posibilidad de una escalada estratégica se eleva exponencialmente, y en pocas horas o días, la tierra sería un gran cementerio, con miles de millones de vidas calcinadas en un holocausto nuclear…y ambos sabemos que ese sería el resultado.
-Y supongamos que el enemigo entiende el mensaje ¿se va a quedar de brazos cruzados? Habremos atacado a sus tropas.
-Es verdad, y por supuesto espero que haya represalias. Pero imaginemos que esta se produce con armas de poca potencia, contra una de nuestras unidades militares, por ejemplo, en una zona de Letonia o Estonia fronteriza con nuestro país. Estarían atacando parte de su propio territorio, como nosotros, con la ventaja para ellos de que esas zonas son pobladas mayoritariamente por civiles de origen ruso, aunque para ellos son oficialmente ciudadanos de la OTAN. Nos estarían indicando que ellos tampoco quieren que la situación se descontrole y están dispuestos a hacer sacrificios. Si llegados a este punto nuestro Presidente no entra en razón y sigue queriendo un “ojo por ojo” nuclear, estaremos perdidos…todos.
-Pues perdona que te lo diga, pero este plan es una mierda, una gran mierda.
- ¿Te crees que no lo sé? Pero piensa en las alternativas, las que la autoridad civil nos autorizaría, todas son peores. De esta forma, al menos tenemos una posibilidad. Me gustaría no tener siquiera que recurrir a esos ataques, pero me temo que van a ser el peaje a pagar para que el Presidente, vea de una vez por todas que la OTAN no va a “desescalar” el conflicto por que él los asuste con nuestras armas nucleares, y que no puede salir ganador de este embrollo. Tenemos que “vendérselo” como que ha llegado la hora de que un gran estadista, que ha hecho todo lo posible por defender a su país y que no se ha plegado ante el enemigo, recorra el camino de la paz y nos guie hacia una solución aceptable para todos los bandos y que no terminemos “asados” por la histeria nuclear.
Karakaev, seguía sin estar convencido, pero veía la sinceridad de las palabras de Smolov y las valoraba. En su interior también había una dura pugna en su interior entre sus instintos de militar que cumplía y seguía las ordenes al pie de la letra, y la de la persona que no quería ser el responsable, aunque fuera por delegación, de la destrucción de la humanidad. El plan de su subordinado era un completo desbarajuste…engañar al Presidente, matar civiles rusos a sabiendas con armas nucleares y jugárselo todo a que alguien en el otro bando entendiera el mensaje y quisiera aceptar las tablas, y sin contar que el Presidente ruso aceptara luego esas tablas. En cada eslabón de la cadena de acontecimientos, algo podría fallar y venirse todo abajo… pero su subordinado tenía razón, en el fondo sabía que tenía razón, era un mal menor para tratar de evitar otro mayor, y no le quedaban prácticamente opciones para evitar un desastre de proporciones incalculables. Si todo aquello tenía un mínimo de posibilidades, quizás mereciera la pena intentarlo.
- ¿Y qué le diremos al Presidente cuando nuestro misil caiga en suelo ruso? ¿Cómo se lo explicamos?
-Las armas fallan…
-Pero llevamos años diciéndole que nuestras armas son increíblemente precisas e infalibles.
-Vamos, ambos sabemos que una cosa es la propaganda y las bravatas ante los occidentales, y otra la realidad, y eso también lo sabe él. Es cierto que nuestras armas son muy buenas ahora, pero no son infalibles. De todas formas, también le podríamos decir que ha sido el enemigo, quien, mediante sus interferencias en el sistema de guiado, han conseguido desviar el misil de su objetivo.
-Eso quizás podría servir – dijo el Coronel General llevándose la mano al mentón mientras reflexionaba. – Y así, si la OTAN responde como esperas, quizás él pueda ver una esperanza para salvar la cara y evitar una guerra nuclear total…quizás.
-Merece la pena intentarlo. No veo otra solución, al menos no aquí ni ahora, en esta situación. Si tuviéramos más tiempo, con personas más racionales y con menos testosterona al mando, podríamos salir de otra manera, pero ahora no veo otra solución – dijo repitiendo y enfatizando ese concepto. – ¿Te ves capaz de poder explicarle la “versión para el Presidente” del plan?
-Debo, no tengo otra opción. Pero, también debemos encontrar a alguien que esté dispuesto a lanzar ese misil hacia nuestro territorio, y que acepte las consecuencias, además de no abrir la boca.
-Eso puedo hacerlo yo. Desde aquí asumiría el mando personalmente de una unidad de Iskander.
-Pero eso es muy irregular.
-Se puede alegar, que, dada la gravedad de la situación, querías tener a alguien de confianza que supervisara de cerca el contragolpe. Además, si el fallo del misil es debido a las interferencias enemigas, nadie puede ser acusado de nada.
-Es muy arriesgado.
-Todo en este maldito plan lo es.
-Está bien, si estás dispuesto a hacerlo, prepárate, encuentra la unidad que puedas “dirigir” e infórmame cuando estés listo.
-Eso retrasara seguramente la respuesta que el Presidente querrá que suceda cuanto antes. ¿Puedes hacer que retrase la respuesta unas horas al menos?
-Creo que sí. Vamos, muévete antes de que me arrepienta de todo esto.
-No creo que te arrepientas, en el fondo eres un buen hombre, y sabes como yo que no hay otra opción mejor. De todas formas, si el plan falla, y aún con una respuesta de la OTAN como la que esperamos, el Presidente quiere seguir escalando el conflicto, entonces deberás pensar en otras opciones…y sí, me refiero a un golpe – dijo el Teniente General Smolov mientras abandonaba el despacho con gesto muy serio, y dejaba a Karakaev confundido, triste y nervioso. Y para acabar de arreglarlo, sonó su teléfono.
-General, el Presidente le llama.
-Bien, pásemelo – respondió mientras respiraba profundo y trataba de liberar su mente de todo lo que no fuera esencial para aquella conversación. Se jugaba mucho…su vida y posiblemente la de millones de personas más.
Le dolía mucho la cabeza y se notaba acelerado, seguramente la tensión la volvía a tener por las nubes, pero eso era secundario en aquel momento. Mientras caminaba la distancia que separaba su despacho del de su superior, el General Smolov trataba de tranquilizarse y mantener el control. Debía hacer entrar en razón a Karakaev o estarían perdidos, ellos y el resto del mundo…y aquella presión sobre su conciencia no mejoraba su tensión. Además, por muchas vueltas que le había dado, no había conseguido un plan milagroso que salvara a Rusia y al mundo de una escalada nuclear, si acaso una idea muy débil sin garantía alguna de éxito, pero por desgracia no podía hacer más en las actuales circunstancias, debía intentarlo al menos.
- ¿Da su permiso mi General? – dijo tras golpear en la puerta de Karakaev y entreabrirla unos centímetros.
-Venga pasa y déjate de tonterías – dijo en un tono medio enfadado, medio apesadumbrado.
Smolov entró y cerró la puerta tras de sí. A un gesto de su superior, tomó asiento en un cómodo sillón frente a la gran mesa que dominaba todo el despacho, y dejó una carpeta llena de papeles en ella. El Coronel General la cogió y la ojeo, para luego decir:
- ¿Esto es todo? ¿No tienes nada más? Por si no te acuerdas, ya se decidió que nada de esto servía, y te lo he repetido hace un rato. El Presidente no aceptará nada menor a un ataque nuclear táctico sobre unidades en el frente o como alternativa, quizás alguna base aérea importante en Alemania o algún otro país de la Europa occidental. Estas demostraciones o ataques en el mar no sirven, su momento ya paso si es que alguna vez tuvieron una oportunidad.
-No la tuvieron nunca, tú y los demás os encargasteis de ello. Si me hubieras apoyado entonces, ahora seguramente no estaríamos en esta situación.
Karakaev parecía ahora más dubitativo y menos enérgico que hacia un rato cuando habían hablado por última vez ¿Qué había pasado en aquel rato?
-Nada hubiese cambiado que yo te hubiese apoyado. Eran mayoría los partidarios de llevar a cabo “Tikhvin”, ya lo viste tú mismo.
-Pero con tu apoyo no hubo ninguna discusión o alternativa posible. Podríamos haber sembrado la duda y haber hecho recapacitar a varios miembros del gobierno, y tú lo sabes.
-Buenos, eso ya es pasado. Ahora estamos aquí con una situación que gestionar. He hablado con el presidente como te dije, y me ha dejado claro que no aceptará un ataque inferior a lo que te he explicado…y por suerte, tampoco nada mayor a eso. De momento no quiere pasar a mayores, y he notado un cierto tono de contrariedad en algún momento en su voz.
- ¿Eso quiere decir que a lo mejor se está dando cuenta que la realidad se impone a sus ensoñaciones? Supongo que se debe haber dado cuenta ya de que no es infalible en sus decisiones. Dijo que la OTAN no respondería con una guerra a la ocupación de las repúblicas bálticas, que era débil y estaría dividida, y que, en caso de responder, nuestras fuerzas armadas podrían vencerlos. Tu y yo, y muchos de nuestros camaradas, sabíamos que no era así. Pero luego, cuando la realidad se impuso, su respuesta fue una huida hacia adelante, y se le ocurrió lo de “Tikhvin” prometiendo que la OTAN no se enteraría de nada y podría terminarse la guerra a nuestro favor por el miedo de los occidentales a un conflicto nuclear… ¿nos extraña a los demás que no haya salido como predijo? Supongo que no. La realidad es que ahora estamos peor que antes de su plan de espía de la guerra fría. Antes podíamos haber perdido la guerra y unos miles de soldados…ahora podemos perder el país entero y millones de vidas civiles y militares… ¡qué gran avance!
-Te entiendo, no hace falta que me sueltes un discurso. Sé cómo hemos llegado hasta aquí, la cuestión es tratar de salir de esto de la mejor manera posible.
- ¿Y la mejor manera es responder con otro ataque nuclear?
-Es la única opción en este momento. El Presidente no autorizará otra opción, lo ha dejado bien claro, aunque la OTAN plantee una negociación. Primero debemos responder. Y ahí es donde entras tú, esperaba que encontrases una solución.
- ¿A la cuadratura del círculo? Perdona, pero todavía no hago milagros. – A Karakaev le iba molestando cada vez más el tono de su subordinado, pero trató de no tenerlo en cuenta. La situación ya era suficientemente difícil para tener que meterse con las normas de protocolo militar.
-Esto que me has presentado no me vale para nada, dime que tienes algo más.
-Para buscar un objetivo para una represalia nuclear no te hago falta, tú mismo los has enumerado hace un momento. Así que supongo que en realidad estás buscando alguna solución imaginativa que salve la situación, sin incumplir los deseos del Presidente y sin escalar el conflicto hasta un punto extremo, ¿me equivoco?
-Supongo que no – acepto un tanto cabizbajo su interlocutor.
-Y eso me indica que quizás no esté todo perdido. Quizás te hayas dado cuenta que, llegados a este punto, importa una mierda nuestras carreras, o eso espero.
-Soy un militar y me importa cumplir con mi deber, que es servir a mi país y obedecer las órdenes legales de un gobierno legítimo – dijo algo enfadado Karakaev – ¿o acaso estás sugiriendo otra cosa? Porque no voy a tolerar insubordinaciones ni insinuaciones para dar un golpe de estado en este mando, eso tenlo claro.
-Te conozco y lo sé. Pero no, no se trata de eso...de momento. Quizás haya otra salida, otra “solución imaginativa”, pero has de saber que no es garantía de nada y tiene bastantes posibilidades de salir mal. Solo espero que aceptes el riesgo de tomar la decisión que deberás tomar para lo que se me ha ocurrido.
-Adelante, te escucho – dijo intrigado, a la vez que preocupado, el Coronel General.
Smolov sacó otro papel arrugado de un bolsillo de su uniforme con algunas anotaciones, que se notaban que eran apresuradas notas a mano.
-Bien, si el Presidente quiere un ataque nuclear táctico a una unidad enemiga del frente, vamos a dárselo. – Su superior encajó una ceja, pero se mantuvo en silencio. – Repasemos cuales son nuestros posibles objetivos, descartando obviamente las que están en suelo ruso. Una División alemana que está operando a la frontera bielorrusa, ummm…demasiado cercana a nuestros aliados, que ahora que se han visto envueltos con el derribo de nuestros aviones sobre su espacio aéreo, no creo que nos ayude para seguir manteniendo su “amistad”, el que detonemos armas nucleares cerca de su territorio, y que la radiación pueda ser arrastrada hasta allí y provocar bajas entre su población, por lo tanto, esa División, descartada. Segunda opción, la División italiana que opera al oeste de los alemanes. Posiblemente la más débil de las fuerzas de la OTAN en Lituania, y además la más retrasada en su avance, eso sería malgastar el ataque, además de que Italia tiene armas atómicas de la USAF bajo doble llave, que como acabamos de ver con los alemanes, podrían presionar para usar ellos también. Creo que deberíamos evitar ese objetivo.
-Cada vez te quedan menos, y alguno debe ser – apuntó su superior.
-Efectivamente. Sigamos. La siguiente es la División norteamericana. Creo que es la que deberíamos evitar a toda costa. Ya hemos matado bastantes americanos con el ataque a Bremerhaven, y están muy dolidos. Si seguimos matando americanos, ellos van a querer matar rusos en número superior. La verdad es que no veo que la ganancia merezca el riesgo de una rápida escalada nuclear con Washington. Y, por lo tanto, llegamos a la última opción. La División polaca que opera en el extremo occidental de Lituania. La unidad está ya sobre el rio Niemen, y posiblemente es la que esté más al norte de todas las fuerzas de la OTAN en su ofensiva por Lituania. Tiene buenos tanques y soldados que nos están dando bastantes problemas, así que eliminarla, o al menos dañarla, sería muy bueno para detener la ofensiva enemiga. Y Varsovia no tiene armas nucleares bajo doble llave. Creo que es la mejor opción.
-Bien, dejando de lado que está situada junto a nuestro territorio de Kaliningrado, dime ahora porque es una solución imaginativa que puede resolver todos nuestros problemas.
-Ya te he dicho que era una solución bastante imperfecta y nada milagrosa.
-Pero escoger ese objetivo, de acuerdo, puede minimizar algo los riesgos, más que si fuera a los norteamericanos u otra gran potencia europea, pero la diferencia no es mucha ni nos va a salvar de las represalias ¿verdad?
-Exacto, así eso.
- ¿Entonces?
-Entonces, - dijo Smolov cada vez más tranquilo y seguro de lo que decía - supongamos que nuestro ataque se realiza con una salva de misiles Iskander donde uno de ellos lleva una cabeza nuclear táctica de menos de un Kilotón, dando ya a entender que no queremos subir la apuesta y que seguimos con armas de pequeño tamaño. A nuestro Presidente deberíamos hacerle entender que no es útil emplear armas de mayor tamaño tan cerca de nuestras fuerzas, para que acepte… ¿correcto? Bien, después, esos misiles, o al menos el armado con la cabeza nuclear, se desvía ligeramente de su objetivo previsto, y como bien has dicho, esa División está cerca de Kaliningrado, y acaba cayendo en suelo ruso.
- ¿Qué demonios está diciendo? Ya ha quedado claro que un ataque en suelo ruso es imposible, no puede ser, jamás lo aprobará el Presidente. ¿Matar ciudadanos rusos con armas rusas? Inconcebible.
-Escucha todo lo que tengo que decirte antes de cerrarte en banda…por favor.
Karakaev parecía decepcionado y enfadado. Su paciencia se agotaba rápidamente.
-Espero que no me estés haciendo perder el tiempo. Si no quieres ayudarme, dímelo y te dejaré al margen ahora mismo.
- ¿No ves que te estoy ayudando? A ti, a tu familia y seres queridos, a los míos y a otra mucha gente que ni conocemos.
-Está bien, continua – la mención a su familia y seres queridos había tocado la fibra de Karakaev y se obligó a relajarse.
-Cómo iba diciendo, ese misil nuclear podría caer en la zona noreste de Kaliningrado, a pocos kilómetros de la frontera con Lituania, en una zona poco poblada, y donde ahora quedarán todavía posiblemente menos civiles rusos, que habrán huido de la guerra, tras haber sido ocupada por los polacos de la otra División de ese país que participa en la ofensiva.
- ¿Y que ganamos con eso?
-Algo de esperanza y tiempo. Si nuestra respuesta es un ataque muy limitado contra una zona poco habitada de nuestro propio territorio, y a retaguardia de las posiciones polacas, mataremos a “muy pocos” soldados enemigos y civiles rusos.
-La radiación puede producir más bajas entre los civiles de Kaliningrado.
-Cierto, por eso tenemos que llevar a cabo el ataque cuando los vientos envíen la radiación hacia Lituania.
-De todas formas, sigo sin ver la ventaja.
-Pues dependerá de la respuesta enemiga. Esperemos que al otro lado haya alguien con la suficiente frialdad e inteligencia para entender el mensaje, que no es otro, que no queremos escalar el conflicto, y debemos buscar una solución antes de que se vaya de las manos, y que posiblemente esta sea la última oportunidad.
- ¿Y si su respuesta es un ataque contra territorio ruso?
-Pues entonces nuestro plan no habrá servido de nada y nuestro Presidente ordenará ataques contra territorio OTAN, está vez seguro que más al interior, los occidentales responderán, y con cada ataque y contraataque, la posibilidad de una escalada estratégica se eleva exponencialmente, y en pocas horas o días, la tierra sería un gran cementerio, con miles de millones de vidas calcinadas en un holocausto nuclear…y ambos sabemos que ese sería el resultado.
-Y supongamos que el enemigo entiende el mensaje ¿se va a quedar de brazos cruzados? Habremos atacado a sus tropas.
-Es verdad, y por supuesto espero que haya represalias. Pero imaginemos que esta se produce con armas de poca potencia, contra una de nuestras unidades militares, por ejemplo, en una zona de Letonia o Estonia fronteriza con nuestro país. Estarían atacando parte de su propio territorio, como nosotros, con la ventaja para ellos de que esas zonas son pobladas mayoritariamente por civiles de origen ruso, aunque para ellos son oficialmente ciudadanos de la OTAN. Nos estarían indicando que ellos tampoco quieren que la situación se descontrole y están dispuestos a hacer sacrificios. Si llegados a este punto nuestro Presidente no entra en razón y sigue queriendo un “ojo por ojo” nuclear, estaremos perdidos…todos.
-Pues perdona que te lo diga, pero este plan es una mierda, una gran mierda.
- ¿Te crees que no lo sé? Pero piensa en las alternativas, las que la autoridad civil nos autorizaría, todas son peores. De esta forma, al menos tenemos una posibilidad. Me gustaría no tener siquiera que recurrir a esos ataques, pero me temo que van a ser el peaje a pagar para que el Presidente, vea de una vez por todas que la OTAN no va a “desescalar” el conflicto por que él los asuste con nuestras armas nucleares, y que no puede salir ganador de este embrollo. Tenemos que “vendérselo” como que ha llegado la hora de que un gran estadista, que ha hecho todo lo posible por defender a su país y que no se ha plegado ante el enemigo, recorra el camino de la paz y nos guie hacia una solución aceptable para todos los bandos y que no terminemos “asados” por la histeria nuclear.
Karakaev, seguía sin estar convencido, pero veía la sinceridad de las palabras de Smolov y las valoraba. En su interior también había una dura pugna en su interior entre sus instintos de militar que cumplía y seguía las ordenes al pie de la letra, y la de la persona que no quería ser el responsable, aunque fuera por delegación, de la destrucción de la humanidad. El plan de su subordinado era un completo desbarajuste…engañar al Presidente, matar civiles rusos a sabiendas con armas nucleares y jugárselo todo a que alguien en el otro bando entendiera el mensaje y quisiera aceptar las tablas, y sin contar que el Presidente ruso aceptara luego esas tablas. En cada eslabón de la cadena de acontecimientos, algo podría fallar y venirse todo abajo… pero su subordinado tenía razón, en el fondo sabía que tenía razón, era un mal menor para tratar de evitar otro mayor, y no le quedaban prácticamente opciones para evitar un desastre de proporciones incalculables. Si todo aquello tenía un mínimo de posibilidades, quizás mereciera la pena intentarlo.
- ¿Y qué le diremos al Presidente cuando nuestro misil caiga en suelo ruso? ¿Cómo se lo explicamos?
-Las armas fallan…
-Pero llevamos años diciéndole que nuestras armas son increíblemente precisas e infalibles.
-Vamos, ambos sabemos que una cosa es la propaganda y las bravatas ante los occidentales, y otra la realidad, y eso también lo sabe él. Es cierto que nuestras armas son muy buenas ahora, pero no son infalibles. De todas formas, también le podríamos decir que ha sido el enemigo, quien, mediante sus interferencias en el sistema de guiado, han conseguido desviar el misil de su objetivo.
-Eso quizás podría servir – dijo el Coronel General llevándose la mano al mentón mientras reflexionaba. – Y así, si la OTAN responde como esperas, quizás él pueda ver una esperanza para salvar la cara y evitar una guerra nuclear total…quizás.
-Merece la pena intentarlo. No veo otra solución, al menos no aquí ni ahora, en esta situación. Si tuviéramos más tiempo, con personas más racionales y con menos testosterona al mando, podríamos salir de otra manera, pero ahora no veo otra solución – dijo repitiendo y enfatizando ese concepto. – ¿Te ves capaz de poder explicarle la “versión para el Presidente” del plan?
-Debo, no tengo otra opción. Pero, también debemos encontrar a alguien que esté dispuesto a lanzar ese misil hacia nuestro territorio, y que acepte las consecuencias, además de no abrir la boca.
-Eso puedo hacerlo yo. Desde aquí asumiría el mando personalmente de una unidad de Iskander.
-Pero eso es muy irregular.
-Se puede alegar, que, dada la gravedad de la situación, querías tener a alguien de confianza que supervisara de cerca el contragolpe. Además, si el fallo del misil es debido a las interferencias enemigas, nadie puede ser acusado de nada.
-Es muy arriesgado.
-Todo en este maldito plan lo es.
-Está bien, si estás dispuesto a hacerlo, prepárate, encuentra la unidad que puedas “dirigir” e infórmame cuando estés listo.
-Eso retrasara seguramente la respuesta que el Presidente querrá que suceda cuanto antes. ¿Puedes hacer que retrase la respuesta unas horas al menos?
-Creo que sí. Vamos, muévete antes de que me arrepienta de todo esto.
-No creo que te arrepientas, en el fondo eres un buen hombre, y sabes como yo que no hay otra opción mejor. De todas formas, si el plan falla, y aún con una respuesta de la OTAN como la que esperamos, el Presidente quiere seguir escalando el conflicto, entonces deberás pensar en otras opciones…y sí, me refiero a un golpe – dijo el Teniente General Smolov mientras abandonaba el despacho con gesto muy serio, y dejaba a Karakaev confundido, triste y nervioso. Y para acabar de arreglarlo, sonó su teléfono.
-General, el Presidente le llama.
-Bien, pásemelo – respondió mientras respiraba profundo y trataba de liberar su mente de todo lo que no fuera esencial para aquella conversación. Se jugaba mucho…su vida y posiblemente la de millones de personas más.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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