Luis M. García escribió: ↑24 Ago 2020, 22:41
La cuestión que se plantea es que si hay que perseguir o suspender de sus funciones a médicos que afirmen cosas que no son ciertas, entonces qué hay que hacer con Fernando Simón que en su día decía que no hacían falta para la población sana, aunque luego reconociera que lo dijo porque no había suficiente para todos. O sea, hay que tomar como normal que los responsables político-sanitarios nos mientan? Por qué Simón no podía decir la verdad? O planteado de otra forma, por qué en la colisión de su faceta de vocero político con la de médico epidemiólogo, eligió dar satisfacción a la primera en abierta oposición a la segunda?
No va la cosa por ahí.
De mascarillas y el Simón, en marzo aun no se sabía si las mascarillas quirúrgicas y las «higiénicas» proporcionaban protección contra el Coronavirus. Parecía que sí, y personalmente, creo que ese señor se equivocó con sus recomendaciones. Es más, no descarto que las hiciese para evitar el acaparamiento. Recuérdese lo que pasó con el papel higiénico. Cuando había pocos equipos de protección (recuérdese que hubo que confeccionarlos con bolsas de basura) eran prioritarios para el personal más expuesto, que fueron los trabajadores sanitarios. Las mascarillas para sanitarios, para el de fuerzas de seguridad, etcétera, se adquirían directamente a los proveedores. Aun así, existía el riesgo de que tal o cual empresa de fama mundial se dirigiese a los fabricantes y acaparase la producción o disparase los precios. Además, seguía habiendo grupos muy expuestos que tenían que acudir al «mercado libre». Por ejemplo, los dentistas.
Si fue eso, está mal mentir, de acuerdo, pero hay una justificación. A mi no me gusta que me traten como si fuésemos niños pequeños, pero repito lo mismo, que recuerde la gente lo que pasó con el papel higiénico los primeros días. Con todo, no seré yo quien defienda al Fernando Simón, que me parece un incompetente, y tampoco me extraña tanto conociendo su trayectoria profesional (fue compañero de clase de un amigo).
Pero lo dicho, equivocarse, o mentir en pro del interés público, estará mal, pero no tiene nada que ver con los «caraduras por la estafa». Esos tipos no se han equivocado, sino una de dos: o no se han informado cuando tienen obligación, o han mentido y, además, por intereses espurios.
Volviendo al símil del arquitecto. Si un arquitecto se equivoca al calcular una estructura y la casa se cae, es mal arquitecto, y merecerá perder toda su clientela. Pero es un grado bastante peor que ese arquitecto recomiende sustituir las vigas por otras de regaliz, cuando es de dominio público que el regaliz tiene malas características estructurales. Si además tiene un negocio de regaliz, ya entra en la estafa o incluso en el homicidio.
Esos irresponsables que se hacen llamar médicos, no solo están haciendo afirmaciones que saben (o deberían saber) que no son ciertas, sino que se están lucrando vendiendo libros. Lo dicho, eso ronda la estafa. Mal lo que pueda haber hecho el Simón, pero no es lo mismo equivocarse que estafar.
Finalmente, sobre las actuacioens de los colegios médicos, son asociacioens que no me gustan ni un pelo desde el momento que toleran engañifas como la homeopatía o los «remedios naturales» (farmacia donde veo que se venden, farmacia a la que no vuelvo, porque el farmacéutico también tiene obligación de saber). Pero estamos en una crisis sanitarias y las afirmaciones de esos imbéciles cuestan vidas.
Saludos