El último bastión de Custer: entre el honor y la soberbia

Los conflictos armados en la historia de la Humanidad. Los éjércitos del Mundo, sus jefes, estrategias y armamentos, desde la Antiguedad hasta 1939.
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fco_mig
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El último bastión de Custer: entre el honor y la soberbia

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El último bastión de Custer: entre el honor y la soberbia
por Kuno

El último bastión de Custer en la batalla de Little bighorn es, quizá, uno de los pasajes más célebres de las guerras indias, una historia que tiene origen en la traición y la soberbia. Fue la batalla que inmortalizó al Teniente Coronel Custer y lo elevó al nivel de héroe nacional, fue una de las operaciones militares peor concebidas y ejecutadas por el ejército estadounidense en su historia, fue la masacre del séptimo regimiento de caballería.

Primeros años.
George Armstrong Custer nació el 5 de Diciembre de 1839 en New Rumley, Ohio, hijo mayor de tres hermanos del matrimonio entre Emanuel Henry Custer y Marie Ward. Era un niño blanco y esbelto de cabello quebrado y rubio, inquieto y curioso con un peculiar sentido del humor, era la clase de chico travieso que siempre estaba buscando atención. Los más cercanos le apodaban “autie”, presuntamente porque era la forma en la que el joven George pronunciaba su propio nombre (Armstrong).

A la edad de 7 u 8 años se mudó a Monroe (Michigan) para vivir con su media hermana y su cuñado. Terminada su educación básica ingresó a la escuela normal McNeely (hoy en día Hopedale Normal College) en Ohio de donde se graduaría en 1856 a los 17 años. Custer había trabajado en varios oficios para pagar sus estudios, ahora como profesor se establecería en Cadiz, Ohio. George se convirtió rápidamente en todo un mujeriego, era un chico esbelto con los encantos de adolescente bien formado que montaba bien a caballo y no rehuía una buena pelea aunque con un semblante algo femenino.

George buscaba adelantarse en la vida, quería ganar dinero y la docencia, como comprendería muy pronto, no era el camino para vivir la vida holgada que él pretendía. El mismo año conoció a Elizabeth Clift Bacon, la hija del juez Daniel Bacon uno de los hombres más poderosos del condado. No es claro quien le comento a George que una carrera militar era la forma de procurarse un mejor estilo de vida. Pero en el verano de 1856 George Custer le escribió a su congresista, una patriótica misiva exaltando el honor y la responsabilidad de la carrera militar que él buscaba.

George Custer buscaba una recomendación de peso para entrar en la prestigiosa escuela de oficiales del ejército de estados unidos, West Point Military Academy, aún hoy en día la institución más prestigiada en la formación de oficiales para el ejército. Algunos historiadores como Graham (1989) especulan que la recomendación que Custer obtuvo para ingresar a West Point de parte de su congresista tenía como objetivo alejar a George de la región debido a sus hábitos de mujeriego, lo cual es irrisorio, sin embargo, en algún momento entre 1857 y 1862 George A. Custer contrajo más de una enfermedad venérea por sus “andanzas y galantería” que lo dejarían irremediablemente estéril, o al menos eso afirmaba él.

En West Point, una academia militar de firmes tradiciones, Custer era el bufón de la clase, constantemente al borde de ser expulsado por insubordinación, bromas pesadas y “pobres aptitudes militares”. Un bromista práctico constante con buen humor y laxo sentido del decoro. En alguna ocasión, en clase de español, Custer le preguntó a su profesor cómo despedir la clase y enviarlos al receso, cuándo el profesor contestó Custer se levantó y se retiró, una de cualquier cantidad de anécdotas curiosas sobre sus años en la academia.

A pesar de los pronósticos en contra Custer se graduó de West Point en junio de 1861 como el alumno número 34 de un grupo de 34 cadetes. Probablemente no se habría graduado de no haber estallado la guerra civil en marzo del mismo año.

La guerra de secesión.
La guerra civil de Estados Unidos es un conflicto que se venía gestando entre norte y sur desde una década atrás. Los estados del norte de la unión americana, con un sistema industrial de producción, veían a la creciente población de esclavos como una amenaza latente, mientras que los estados sureños (Carolina del Sur, Mississippi, Alabama, Georgia, Louisiana, Texas y más tarde Virginia, Arkansas, Tennessee y Carolina del Norte) con un sistema agrario de producción veían a sus esclavos como mano de obra y nada más.

Cuando Abraham Lincoln, un notable abolicionista de la esclavitud ocupó la presidencia de Estados Unidos los estados del sur declararon su independencia y proclamaron la Confederación de los estados del Sur (marzo 1861), más tarde la confederación lanzó el primer ataque en contra de la guarnición de Fort Sumter (abril 1861). La guerra de secesión (separación) sería uno de los conflictos más sangrientos de la historia militar con más de 1 millón de muertes entre ambos bandos (más del 3% de la población de EU en aquella época). Se prolongaría hasta 1865 y culminaría con la abolición de la esclavitud en la unión americana (liberando a casi 4 millones de esclavos).¹

Custer en Guerra.
George fue comisionado para la caballería, uno de los puestos menos prestigiosos, más peligrosos y dónde era menos probable sobresalir, principalmente porque había sido el peor alumno de su clase. Se le nombró teniente Segundo del Segundo cuerpo de caballería del ejército de la unión (norte). Se unió a su regimiento en batalla, sólo semanas después de haber salido de la academia, para la batalla de Bull Run. El papel de Custer en la batalla fue mínimo, a penas fungiendo como mensajero entre el Comandante Scott y el General Irvin McDowell.

Durante los primeros combates los ejércitos confederados habrían de probarse más preparados para el intercambio bélico. En los ejércitos del norte imperaba, aún, la desorganización, la duda y la falta de liderazgo. Custer fue asignado al 5to regimiento de caballería y puesto a las órdenes del Mayor General George B. McClellan, un hombre adusto, con amplia experiencia en combate a cargo de un regimiento sin mucho prestigio y carente de liderazgo de tropas. George Custer tenía gran arrojo, a menudo tomaba riesgos innecesarios para “hacerse notar” por sus superiores. Se presume que durante de campaña de Peninsula (1861-62) adoptó su característica “bandana roja”.

Durante los primeros combates entre M.Gral. G. B. McClellan (unión) y el Gral. Joseph E. Johnston (confederación), el primero tenía al segundo en plena retirada y ordenó la captura de la bandera del segundo. Custer entendía que la única forma de avanzar era siendo notado por sus superiores, lo que siguió fue una carga de caballería sobre los hombres de Johnston que condujo a la captura de 50 hombres y la primera bandera confederada que se capturó en batalla (mayo 24 de 1862). McClellan lo consideraría un “asunto de galantería” y reconocería a Custer nombrándolo como uno de sus asesores en batalla (aide-de-camp).

En Noviembre de 1862 McClellan fue relevado de su cargo y Custer se encontró, nuevamente, a la deriva, había logrado una promoción “provisional” de capitán sólo unos meses antes, ahora sufría una democión al grado de teniente primero. Semanas más tarde conoció al General Alfred Pleasonton, un hombre serio con un sentido de la responsabilidad y el honor muy similares a los de Custer. Al parecer la primera reunión de Custer y Pleasonton ocurrió después de una escaramuza fallida de los del norte, el General preguntó molesto que había salido mal, Custer respondió que había faltado iniciativa. Era la respuesta que el General buscaba.

Custer asumió un pequeño mando en el transcurso de las siguientes semanas, no sólo ejecutaba sus órdenes sin importar cuales fueran, sino que entregaba al General Pleasonton detallados informes, si era menester Custer subía a globos de aire él mismo para espiar la ubicación de enemigo (una de las tareas más peligrosas en el ejército en la época). El joven teniente y el General trabaron una relación de pupilo y maestro, Custer era el protegido de Pleasonton quien no perdió oportunidad para promoverlo después de sus hazañas en Gettysburg.

Custer aprovechaba su condición de oficial para vestir extravagantes uniformes ordenados por él mismo, que a menudo empleaban estilos estrambóticos que apenas se asemejaban a los uniformes de otros oficiales. Chaquetines de velvetina terminados con tiras de cuero y remates de broches brillantes color dorado, pantalones de montaraz ceñidos al cuerpo en, al menos, dos tonos más oscuros que los de un oficial, camisas hechas a mano de estilo francés y una pañoleta roja amarrada al cuello, Custer era el epitome de un guerrero, sólo que no del suyo. Durante la campaña de Shenandoah Valley, justo antes de Gettysburg, la caballería tuvo mucha acción, Custer apareció con su propia versión del uniforme y fue objeto de burlas de sus superiores igual que de sus subordinados, duraría poco la burla, Custer vestía de forma tan extravagante que era imposible perderle y siempre conducía a sus hombres a la batalla y él mismo luchaba donde el combate era más recio.

Custer tenía 22 años y comandaba una fuerza de 2,000 efectivos, se había ganado el respeto de sus hombres y sus superiores con valor y arrojo. En Junio de 1863 El Mayor General Pleasonton lo promovió a Capitán y su bautismo de fuego vendría sólo tres días después en el fragor de la batalla de Gettysburg. Peleó contra la caballería confederada al mando de J.E.B. Stuart días antes del enfrentamiento principal.

Las cargas de caballería eran, a menudo, ganadas por el número de efectivos más que por el empleo de tácticas. Custer le imprimía a sus hombres un carácter agresivo y constante, a pesar de su juventud e inexperiencia, Custer entendía dónde debía estar y cómo hacerlo, su estilo, aunque parecía ser impetuoso ocultaba un genuino talento en la táctica móvil y flexible, como revelaría más tarde en Hunterstown, en palabras de M. Merrington:

"…George Custer meticulously scouted every battlefield, gauged the enemies [sic] weak points and strengths, ascertained the best line of attack and only after he was satisfied was the 'Custer Dash' with a Michigan yell focused with complete surprise on the enemy in routing them every time…”. ²

[George Custer exploraba meticulosamente cada campo de batalla, calibraba los puntos débiles del enemigo y sus fuerzas, determinaba la mejor línea de ataque y solo después que estaba satisfecho era el "Brioso Custer" con un grito de Michigan sorprendiendo al enemigo en movimiento cada vez..."]

El estilo de Custer le ganó una reputación de temerario, entre los generales de la unión el nombre “Custer” era sinónimo de eficiencia. Maniobrar a centenares de jinetes de caballería ligera, fungir como tropas de avanzada o tropas volantes era un oficio peligroso, a pesar de tener la mayor movilidad de los cuerpos armados, también eran los más precariamente equipados. Un soldado promedio de caballería ligera tenía un sable y una pistola (revolver de 6 tiros calibre .45 de avant carga) y/o un rifle corto (springfiel de acción de cerrojo o similar cal. 45 casi siempre avant carga, con sus excepciones). Una carga de caballería dependía de la habilidad del comandante para ordenarla en el momento justo, demasiado pronto y serían fusilados, demasiado tarde y no alcanzarían a huir de las líneas enemigas.

En julio 3 de 1863 Custer comandó una poderosa carga en contra de la confederación, a menudo en batalla Custer perdía su caballo a causa del intenso tiroteo, lo que lo obligaba a buscar un repuesto y seguir peleando, tal fue el caso contra la más nutrida caballería de la confederación en Gettysburg. Su arrojo era casi suicida, no conocía la derrota y no sabía retroceder, para aquel entonces había ganado el respeto de sus hombres de tal forma que muchos de ellos usaban una pañoleta roja en el cuello para emularlo, al final Custer salió victorioso aunque había sufrido muchas bajas.

Cada que regresaba victorioso era promovido, ahora era teniente coronel, a sólo unos pasos de ser general, apenas estaba por ajustar los 23 años. En Febrero de 1864 Custer regresó a Monroe, hacía dos años desde su última visita, cuando conoció a Elizabeth Clift Bacon (la niña que había conocido casi diez años antes) en una reunión con amigos, quedó prendado de inmediato de ella, quien a su vez no estaba impresionada. Elizabeth era la hija del juez Bacon, había sido educada para ser la esposa de un hombre igualmente prominente, Custer por su parte era sólo el hijo de un herrero.

Custer cortejó a Elizabeth durante su estadía en Monroe, el juez Bacon no aprobaba a Custer, pero él demostraría que no sabía cómo retroceder. Primero convenció a Elizabeth, después de semanas de insistencia, detalles, gestos, poemas, y demás demostraciones de afecto le robó un beso, más tarde el corazón. El Juez Bacon, por su parte era un hueso duro de roer, sería hasta que Custer obtuviera la promoción (temporal de guerra) a General Brigadier que el Juez lo aceptaría.

Custer era un hombre hecho por sí mismo (self-made man), una cualidad que el Juez Bacon había puesto siempre como prerrequisito para cualquier pretendiente de su hija, vestía un uniforme de gala, confeccionado por él mismo, con grandes y brillantes estrellas propias de su nuevo rango, sin embargo, debajo de su cuidadosamente elaborada indumentaria y su larga cabellera rubia-rojiza, su bigote y piocha sólo un tono más oscuros que su cabellera, Custer seguía siendo un niño salvaje de 23 años de edad.

El 9 de Febrero de 1864 George y Libbie (apodo de Elizabeth) contrajeron nupcias en la iglesia Presbiteriana de Monroe, fue la boda más importante de la época, engalanada con la presencia de importantes figuras militares y de estado, eran la pareja ideal. George era un héroe de guerra, reconocido por su valor y arrojo y Libbie era su mejor promotora, a menudo cuando George estaba en campaña Libbie trabajaba en su favor ante figuras de poder e influencia en Washington, cuando le era permitido visitaba a George en los campamentos de avanzada del ejercito de la unión, era un privilegio que le estaba prohibido a las demás esposas que hacían a sus hombres más débiles, Libbie hacía a George pelear más fuerte.

Es justo afirmar que la leyenda de George Armstrong Custer se consolidó gracias, en parte, a los esfuerzos de su viuda en los años venideros por recordarlo como un hombre de honor.

El final de la guerra.
En 1864 el cuerpo de caballería del ejército del Potomac estaba a cargo del Mayor General Phillip Sheridan, Custer comandaba el tercer regimiento de caballería (los Guepardos o wolverines [nota la verdadera traducción de wolverine es "carcajú", un mustélido de la familia del glotón ártico]), la mayor amenaza era el teniente General confederado Jubal A. Early, un hombre con vasta experiencia en batalla y tremenda astucia que había logrado postergar la batalla decisiva con probada eficiencia. Entre mayo y junio Custer tomo acciones preventivas que habrían impedido a Early unirse al cuerpo principal de su ejército y desequilibrar el conflicto.

Una de las más notables batallas del periodo fue la batalla del Wilderness, el más gran de enfrentamiento de caballería de la guerra civil estadounidense, Custer habría barrido a su enemigo, el General J.E.B. Stuart (confederado) resultaría muerto y Early se vería obligado a retroceder con la cola entre las patas hasta el Valle de Shenandoah, una vez más la tercera división de Custer salió al encuentro, los venció y los obligó a retroceder aún más. Más tarde se unirían al sitio en Petersburgo donde pasarían el invierno, era el final de la guerra, sólo que los confederados aún no lo sabían.

En abril de 1865 las líneas defensivas del General Lee, máximo líder militar sureño, se rompían y se vio obligado a retroceder al Appomattox. En las últimas batallas, la tercera división de Custer se volvió a distinguir por su particular sentido del deber, un reconocimiento que no era exclusivo del norte, también los sureños reconocían el valor de Custer y sus hombres, tanto que él recibió la primer bandera de “tregua”. El General Sheridan reconocería los esfuerzos de Custer al obsequiarle la mesa dónde se firmó la rendición, misma que terminó con Libbie junto con un cursi mensaje de Custer (hoy en día la mesa se encuentra en el museo Smithsoniano en Washington).

Antes del cese al fuego Custer recibiría su última promoción de batalla, sería nombrado Mayor General y General Brigadier del ejército de los Estados Unidos, Marzo 13 1865, por desgracia para Custer, las promociones de guerra eran más “nominativas” que formales y al terminar la guerra en abril 9 de 1865 sería despojado de sus títulos de guerra y reducido a teniente coronel. El asunto tuvo poco efecto en el joven de 25 años que había liderado batallones de miles en combate, él sabía que era una leyenda. El día del desfile triunfal en Washington Custer desbocó su caballo en medio de la calle justo frente a los mandos militares, justo antes de reparar al animal de forma triunfal, alegaría que perdió el control del animal, pero la verdad es que George quería dejar impresión en los mandos y en sus espectadores.

Cambio de escenarios.
Terminada la Guerra Civil Estadounidense George A. Custer se encontró perdido, la guerra lo había forjado, le había dado la oportunidad de inventarse como un brillante estratega militar, ahora se encontraba sin comisión, sin tropas y sin sus trofeos, era la época de reconstruir a la nación. Los Generales Pleasonton y Sheridan no olvidaron a Custer y en junio de 1865 fue comisionado a la 2da división de Caballería del sureste estacionada en Alexandria, Luisiana.

El ejército en tiempo de paz era mucho menos de lo que había sido, sus tropas estaban compuestas de veteranos sureños, voluntarios y curiosos y su misión era aún más difícil porque prácticamente ninguno de sus hombres sabía de su reputación, su status de héroe o sus contribuciones a los esfuerzos de guerra, para ellos él era un “dandy” del norte impuesto por la unión. Custer era un líder de guerra no uno de paz y la paz confunde a los soldados, implementaba su sentido común para disciplinar a sus hombres, lo que le trajo aún más odios de parte de sus subordinados, muchos de los cuales eran mayores en edad, el niño general era petulante, obstinado y cruel con sus hombres y ellos lo odiaban por eso.

Libbie relata en sus cartas del periodo: “…Geroge estuvo a punto de renunciar al ejército y a su comisión, su tropa estaba plagada de ineptos, corruptos e insubordinados…”. La frustración de George A. Custer debió ser terrible, cuando la situación se tornó “peligrosa” Custer tuvo que alejarse de Libbie y continuar con sus obligaciones. En Octubre de 1865 movilizó a sus hombres a Texas, hubo incluso un plan para matarlo en una emboscada, pero tuvo suerte de enterarse antes de que fuera consumado. Permanecería al mando de los voluntarios hasta febrero de 1866.

Al ser descomisionado de su cargo, Custer sufrió una nueva “democión” y se le nombró capitán del 5to Cuerpo de Caballería, Custer estaba muy frustrado, pidió licencia y se separó de sus funciones para buscar opciones en Nueva York. Sopesó una carrera en la minería o los ferrocarriles, incluso el gobierno de Benito Juárez le ofreció $10,000 dólares en oro por participar como general adjunto en la lucha contra Maximiliano de Habsburgo, debió ser una oferta seria porque el Secretario de Estado William H. Seward le comunicó a Custer que desaprobaba su participación con un gobierno extranjero.

En mayo de 1866 el Juez Bacon, su suegro, moría de causas naturales, Custer volvió a Monroe, Michigan y por un breve periodo consideró iniciarse en la política, se involucró en organizaciones emergentes de veteranos y se convirtió en el presidente del sindicato de soldados y marinos, tenía tratos cercanos con el activista Alexander Logan de corte republicano, que lo hacían un excelente portavoz del gobierno o un temible enemigo del mismo. A finales de 1866 el presidente Andrew Johnson lo invitó a recorrer el sur en el célebre tour “swing around the circle”, una misión publicitaria para promocionar las políticas del presidente.

El trato era que Custer prestaría su credibilidad como héroe de guerra y portavoz de soldados y marineros a cambio de una comisión como coronel, aunque negaría el trato públicamente eso era exactamente lo que Custer buscaba. Al final del viaje Custer sería nombrado Teniente Coronel del Séptimo cuerpo de caballería estacionado en el fuerte Riley, Kansas. El trato habría tenido el sello del General Sheridan. Custer había sido comisionado a un puesto de frontera, territorio Cheyenne, una tierra salvaje y muy pronto descubriría que su nuevo puesto era un verdadero reto.

En Junio de 1867 Custer se unió a la expedición del General Winfield Scott Hancock (conocida más tarde como la expedición Hancock), la expedición estaba mal planeada y Hancock había dividido sus fuerzas tanto que los había convertido en presas fáciles para los indios Sioux y Cheyenne que habían unido fuerzas meses atrás. Se recuerda la masacre Kidder, cuando el teniente Kidder y un pequeño grupo de soldados que portaban mensajes entre el General Hancock y el Tnt. Coronel Custer fueron emboscados y asesinados, el incidente quedaría en el anecdotario pero la tropa culpaba a Custer por negligencia.

Semanas después del incidente “Hancock”, Custer tomó a 70 jinetes y dejó su puesto y a sus hombres para visitar a su esposa en Michigan, fue detenido semanas más tarde y sometido a corte marcial por abandono de obligaciones. El veredicto fue su remoción del ejército, baja sin honores, además del tiempo que estuvo encerrado en los calabozos. El General Sheridan, sin emabargo, no dejaría que su baja causara efecto, quería a Custer peleando lo que él estaba seguro que serían las “guerras indias” (Indian wars).

Las guerras indio-americanas.
El conflicto entre los nativos americanos y los hombres blancos americanos data de la época en que los ingleses controlaban las colonias en el siglo XVII. La intolerancia de los europeos les había sido heredada a los nuevos pobladores y generaba un sentimiento xenofóbico profundo que se resolvía con sangre. Era un círculo vicioso, los colonos extendían su presencia en la zona, los nativos contraatacaban con tácticas asimétricas de guerra, en la forma de ataques rápidos sorpresa, se firmaba un tratado y volvía la paz, hasta que los colonos volvían a transgredir los límites del tratado.

En 1864 el territorio al norte y al oeste del Mississippi estaba en conflicto, conocido como las grandes planicies, el territorio se extiende desde Luisiana hasta la frontera con Canadá. El Mayor General Winfield S. Hancock era asignado por el departamento de estado y comisionado en Missouri, Hancock no sabría manejar la situación de forma eficaz y convertiría un problema relativamente simple en un caos nacional.

El ejército de Estados Unidos venía saliendo de cuatro años de guerra, los esfuerzos estaban en la reconstrucción de pueblos al este del Mississippi, en los escenarios de guerra, sin embargo, la falta de empleo y oportunidades de asirse de tierra, habían generado una nueva clase de aventureros que migraba con facilidad a donde quiera que se escuchara el rumor de una veta de oro, así, la costa oeste de Estados Unidos empezó a poblarse de poco en poco de hombres blancos en busca de oro, un periodo conocido como la “fiebre del oro” (gold rush).

En un revés sorpresivo e imprevisible, los Sioux Lakota y los Cheyenne unieron fuerzas en contra de los colonos invasores, ambos pueblos eran guerreros consumados a caballo, rápidos, organizados e implacables. El General Grant recurrió al General Phillip Sheridan en septiembre de 1866, justo después de que el congreso en Washington emitiera un ultimátum para las tribus indias “…cesen y desistan las hostilidades o se enfrentarán al poderío del ejército de los Estados Unidos…”. Lo más probable es que el mensaje no hubiera llegado a su destino, los nativos habrían matado al mensajero, pero más aún, los nativos no habían violado el tratado, estaban en su derecho pero fuera de la ley.

Las guerras indio-americanas trascenderían hasta principios del siglo XX, aún hoy en día los nativos americanos son ciudadanos de segunda clase en la unión americana, viven en reservaciones [reservas] al margen del estilo y modo de vida del hombre blanco, algunos pueblos conservan sus tradiciones, otros han cedido a la poderosa influencia de la cultura popular.

El séptimo regimiento de caballería.
Sheridan entendió que esta sería una guerra que sólo la caballería ligera podría ganar, un cuerpo militar bien organizado y abastecido al mando de un hombre sin miedo, con arrojo que pudiera anticipar los movimientos de su enemigo y poner fin a las guerras indio-americanas. Sheridan pensó en Custer, quién había sido dado de baja “deshonrosa” sólo unas semanas antes. Custer no parecía tener ganas de volver, así que Sheridan convenció a Libbie, en un viaje de recreo al que había invitado a la pareja, Libbie convenció a Custer, quién desempolvó su uniforme y volvió al ejército.

En el otoño de 1868 se comisionó a Custer con el mando del Séptimo regimiento de caballería, una unidad de reciente formación y se le envío a donde estaba la acción. Uno de los primeros enfrentamientos se reportó el 27 de noviembre de 1868, Custer y el séptimo regimiento se habrían enfrentado a los indios Cheyenne en la batalla del río Washita. El ejército se anotó su primera gran victoria al matar a más de 100 guerreros además de mujeres y niños, se capturaron 875 caballos, que el mismo Custer mandó sacrificar. Según Custer dio la orden de no herir a mujeres y niños, sin embargo, en el fragor del combate decenas resultaron heridos o muertos.

George Armstrong Custer volvía a ser noticia, ahora como “pacificador de indios”. Se anotaría otras victorias en el transcurso de los siguientes años, se ganaría el respeto de sus hombres en la séptima división y la confianza de sus superiores ya que gracias a sus esfuerzos los indios Cheyenne se vieron forzados a retroceder hasta su nueva reservación en las planicies centrales. En 1873 Custer, ahora un consumado hombre de frontera, sería enviado a Dakota del sur a proteger a los mineros de oro en el territorio de las colinas negras, un territorio conocido por ser inhóspito y carente de ley. El nivel de hostilidad en el territorio había llegado a un punto crítico, los Sioux y los Cheyenne habían reunido a sus fuerzas en Dakota, así como una colección de tribus independientes que coadyuvarían a los esfuerzos para forzar la retirada de los blancos de su territorio.

Burocracia, audiencias y destino.
En abril de 1876 Custer era llamado como testigo en audiencias de congreso en Washington, el escándalo envolvía al Secretario de Guerra William W. Belknap, quién habría realizado compras de equipo sub-estandarizado para las “guerras indias”. Custer estaba en pláticas con editoriales para la publicación de sus memorias y prolongó su visita a Washington más de lo que era necesario. A finales de abril se encontró en medio de un escándalo que habría organizado el nuevo secretario de guerra (Alphonso Taft), mientras su antecesor se sometía a las nuevas audiencias frente al senado.

Se sospechaba de “juego sucio” en las declaraciones de Custer, en parte debido a que su detallado testimonio habría refundido al anterior secretario de guerra en prisión y en parte por su cercanía a Sheridan y sus propios pecadillos de tiempos pasados, entre los cuales se encontraba un amorío con una mujer india en 1864. Los mandos del ejército le retiraron a Custer el mando absoluto del séptimo regimiento y se lo entregaron al General Alfred Terry, por su parte Sheridan intercedió, una vez más, en favor de Custer y logró que lo enviaran de vuelta a Dakota, sólo que esta vez estaría subordinado al General Terry.

El General Terry se entrevistó con Custer el 6 de Mayo de 1876 en Fort Snelling, Minnesota. Custer llegó molesto y derrotado, no era la forma de tratar a un hombre con su experiencia, sin embargo, el General Terry demostraría ser un hombre respetuoso e íntegro que entendía la necesidad de hombres como Custer, fue así como él mismo General Terry intercedió por Custer ante los mandos del ejército y Custer sería reasignado. A la salida de la reunión Custer habría hablado con el capitán Ludlow sobre el asunto y diría: “…me separaré de Terry tan pronto tenga la oportunidad…”, dejando entrever las intenciones de Custer de buscar glorias personales.

Little Big Horn, el último bastión de Custer.
En junio de 1876 el ejército de Estados Unidos había aumentado su presencia en el medio oeste, de forma inocente y hasta ilusa, los americanos esperaban encontrar a los indios en terrenos abiertos e involucrarse en un combate abierto con ellos; para los nativos americanos esa no era una opción, habían desarrollado tácticas de guerrillas a caballo que les habían resultado muy eficientes, en términos de bajas enemigas y sembraban el pánico a dónde quiera que iban. La opinión del ejército era que los indios estaban rehuyendo el combate y que estaban en plena retirada, nada podría ser más equivocado.

La mañana del 25 de Junio uno de los rastreadores indios de Custer encontró huellas de un “grupo grande” cerca del río Little Big Horn. George A. Custer dividió a sus tropas en tres batallones al mando del mayor Marcus Reno, el capitán Frederick River y él mismo. Aún no sabía el número de guerreros enemigos, ni conocía el terreno de operaciones, ordenó que el Capitán Benteen moviera a sus tropas al suroeste y al capitán McDougall cuidar la retaguardia, éste último tenía consigo las ametralladoras “gatling” que le habrían salvado la vida, el movimiento de tropas era un movimiento de tenaza para encerrar a los nativos y evitar su huida, lo que Custer no sabía es que lo superaban en número y no tenían intensión de huir a ninguna parte.

El Jefe Caballo Loco (Tȟašúŋke Witkó) líder de los Lakota Sioux había tenido una visión días antes de una gran victoria. Al parecer el jefe había tenido una visión estando en trance, una visión que exigió sangre de su parte, un sacrificio para su realización, el ánimo en los Sioux y los Cheyenne era excelente, este día pelearían una gran batalla y ganarían, era sólo cuestión de realizar la profecía estando ahí. Sus visiones se habían realizado en el pasado, eran incuestionables, como lo era la palabra del jefe, desde temprano el grupo de poco más de 1,500 guerreros estaban listo para la batalla, Custer por su parte contaba con apenas 500 soldados entre oficiales y soldados.

El Mayor Reno empezó su ataque en al sur del campamento indio, sus órdenes eran contener la retirada de los indios, nunca se imaginó que era superado por cuatro a uno. Reno mantuvo su línea unos minutos y fue arrasado por un ataque masivo de guerreros Lakota y Cheyenne que forzaron su retirada y acabaron con casi la mitad de sus tropas. Custer lanzó una carga al extremo norte del campamento casi al mismo tiempo que Reno, era una maniobra “yunque y martillo” clásica, sin embargo no habría comunicación entre las tropas de Custer y las de Reno en plena retirada.

Los indios dejaron que la carga de Custer entrara al campamento y después bloquearon su escape con una incesante lluvia de plomo y flechas, Custer se vio obligado a replegarse al noreste, lejos de Benteen y McDougall. Habían pasado sólo unos minutos y las fuerzas de Custer estaban casi totalmente diezmadas, Reno, por su parte, había replegado a los hombres que le quedaban en el extremo del río al sur, sería masacrado poco después. Custer dio aviso a McDougall y los oficiales restantes para que fueran en su auxilio, cuando los mensajes fueron recibidos los hombres en la retaguardia se movilizaron con un paso lento y cauteloso, que le costaría la vida a Custer.

Hollywood ha retratado este evento histórico como “Custer’s last stand” o “el último bastión de Custer”, y se han dramatizado, al borde de la exageración, las acciones de Custer en sus últimos minutos de vida, historias que van desde Custer sacrificándose por sus hombres, hasta Custer retando personalmente a Caballo Loco, en la realidad, Custer murió, muy probablemente, en los últimos momentos de la batalla, cuando sus hombres habían matado a sus propios caballos y los habían usado de parapeto, de la misma forma en la que murieron sus hombres, con una flecha o bala en el torso, para ser posteriormente privado de su cabellera. El reporte oficial diría que el cuerpo de Custer fue el único que quedó con la cabellera “intacta”, lo cual es absurdo y poco creíble.

La masacre de la batalla de Little Big Horn le dio la vuelta al país rápidamente, pero era tan increíble que muchos pensaron, en un inicio, que se trataba de una broma. El mismo presidente de los estados unidos no lo podía creer, los mandos militares, soldados, colegas, gente que había conocido a Custer no podía imaginarlo muerto.

Después de la batalla.
En un inicio las tribus unidas al mando de Caballo Loco no tenían idea de quién era su rival, sin embargo, después de identificar a Custer como un coronel del ejército, muchos reclamaron el premio de su muerte, así aparecieron individuos como Toro blanco, lluvia en cara, oso bravo, entre otros. En Junio de 2005 en una reunión pública de los Cheyenne del norte se acreditó la muerte de Custer a “batalla en el rosal”, una mujer Cheyenne que habría derribado a Custer de su caballo y le habría propinado un golpe mortal con un tomahawk.

Según los Cheyenne el cuerpo de Custer no había sido desacrado y mutilado debido a la intervención de una mujer que lo conocía como el amante de Mo-nah-se-tah, una mujer con la que Custer pudo o no haber tenido un hijo en 1864. El cuerpo de Custer fue enterrado a poca profundidad, se habían hallado dos impactos, uno en el pecho y uno en la sien, ambos mortales, además de múltiples edemas y escoriaciones. El mismo Capitán Benteen que había ordenado la lenta marcha de auxilio reconoció el cuerpo.

Un año más tarde el cuerpo de Custer y otros oficiales sería trasladado al norte para un entierro digno, sería enterrado en West Point el 10 de Octubre de 1877 con todos los honores. Libbie, su viuda, dedicó su tiempo a perpetuar la memoria de su esposo como un héroe trágico y caballero excepcional que sacrificó su vida por su nación, recorrió el país contando anécdotas de su valentía y sentido del deber y publicó varios libros al respecto.

La Batalla de Little Big Horn fue un incidente de tal relevancia que quedó inmortalizado en el imaginario popular y a menudo es la primera idea que viene a la mente cuando se evoca el recuerdo de las guerras indias. El pintor Anheuser-Busch realizó una obra llamada “Custer’s last stand”, que inmortalizó el momento en un cuadro para una campaña de bebidas alcohólicas que encontró su lugar en cada bar, taberna y tugurio de la unión americana. En los ojos de la opinión pública Custer era un héroe, que luchó sólo con un puñado de hombres una batalla que él mismo creía perdida, a los ojos de militares y expertos en el tema Custer fue impulsivo y fracasó ante el peso de su propio mito.

In memoriam.
George Armstrong Custer había dividido a sus fuerzas para pelear una batalla donde era superado, la menos, tres a uno, en un terreno desconocido, ante un enemigo que, si creemos en las supersticiones, estaba listo para luchar. Quizá el legado más grande de Custer fue su inmortalización en el panteón militar de Estados Unidos, quizá su más funcional legado fue la intensificación de la campaña de pacificación que finalmente derrotaría la coalición india el año siguiente, héroe trágico o soberano insolente, Custer dejo una indeleble huella en la historia militar y lo demás…es historia.

fuente: http://www.mexicoarmado.com/content/194 ... erbia.html
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Silent enim leges inter arma
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Xent Anset
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El último bastión de Custer: entre el honor y la soberbia

Mensaje por Xent Anset »

Me parece muy interesante la información y lástima que no haya sido más comentada.
La figura de Custer es muy contradictoria y no siempre se le ha hecho justicia como personaje histórico.
De que fue un héroe de la Guerra Civil, lo fue sin discusión.
En cuanto a las Guerras Indias, es indiscutible que consiguió convertir al Séptimo de Caballería, de un montón de borrachos indisciplinados en una máquina bélica muy efectiva para el tipo de guerra en que tenía que actuar.
De que Custer haya sido egocéntrico, lo fue, pero eso no le quita un ápice de sus méritos, entre los cuales el valor no fue el menor.
En cuanto a la crueldad con que actuó contra los indios, especialmente contra mujeres y niños cuando destruía sus campamentos, merece la mayor censura, pero en ese tipo de guerra eso era una constante para todos los bandos. No solo todos los jefes militares norteamericanos se comportaban de forma cruel, sino también los indios movidos por el deseo de venganza emulaban en crueldad cuando tenían la oportunidad de hacerlo, solo que por ser generalmente el bando más débil tenían menos oportunidades de hacerlo.
Algo a destacar es que los indios le tenían gran respeto a Custer como enemigo. Le llamaban entre otros epítetos "Cabello Largo" y también "Trasero Duro" (por su capacidad de estar días y días montado a caballo persiguiéndolos). Los indios, por su naturaleza guerrera, valoraban precisamente a un adversario por su arrojo y valor, y esto hacía que respetaran a Custer como adversario.
Lo de que
El reporte oficial diría que el cuerpo de Custer fue el único que quedó con la cabellera “intacta”, lo cual es absurdo y poco creíble.

A mi no me parece absurdo, pues precisamente por el hecho de que los indios le respetaran como enemigo, se negaron a escalparlo después de muerto.
Por otro lado, en la batalla de Little Bighorn, no solo Custer se ganó la reputación de héroe, también se la ganó el jefe indio Caballo Loco, que a partir de ahí quedó indisolublemnete ligado al propio Custer, pese a no ser él el jefe máximo de la tropa Sioux-Chellenne, sino Toro Sentado, pero el mérito directo de vencer a Custer fue de Caballo Loco, quien empleó una estrategia muy astuta: atraerlo a la emboscada con un ataque previo de un pequeño grupo de jinetes que luego de tirotear a los soldados, fingieron huir; Custer, movido por su habitual arrojo, cayó en la trampa y se lanzó a perseguir al reducido grupo de jinetes indios hasta meterse él mismo en un callejón sin salida entre montañas, donde recibió la carga masiva de todo el ejército indio. Así pues Custer hizo lo único que le restaba hacer en esa situación: pelear hasta el fin, porque cuartel no le darían sus enemigos. Creo por otra parte, que de haberse mostrado Custer cobarde en aquella circunstancia, los propios indios se habrían sentido ofendidos y frustrados porque no hay mérito alguno en vencer a un enemigo cobarde. De modo que el mérito ganado por Caballo Loco allí al matarle, fue más que merecido y le ganó también la inmortalidad.


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reytuerto
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El último bastión de Custer: entre el honor y la soberbia

Mensaje por reytuerto »

Hola a todos:
Aparantemente, por los vestigios arqueologicos -distribucion de cartuchos en el campo de batalla- no hubo un "last stand" del 7mo. de Caballeria. Los troopers fueron siendo cazados (en realidad, muchas tacticas de los indios de las praderas estaban basadas en la caza) conforme buscaban una via de retirada. Saludos cordiales.


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tercioidiaquez
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El último bastión de Custer: entre el honor y la soberbia

Mensaje por tercioidiaquez »

Precisamente parece que Custer fue de los primeros en morir al ser su destacamento atacado y no dio tiempo a nadie a una última defensa. Fueron literalmente borrados sin posibilidad de resistencia.
Pero ¡Cúanto daño ha hecho Errol Flynn a la verdad! https://www.youtube.com/watch?v=w3aMRPz7Jlo
aunque por otra parte la película es imprescindible...

Por otro lado, en la batalla de Little Bighorn, no solo Custer se ganó la reputación de héroe,

Custer lo único que ganó fue mérito de ser un imprudente y un soberbio y creer que iba a ser tan fácil derrotar a los guerreros en campo abierto como cuando realizaba su táctica favorita; atacar poblados llenos de mujeres y niños.
La "reputación" de héroe se le dio para justificar lo injustificable y gracias a Hollywood, pero cualquier estudio serio de Little Big Horn pone a cada uno en su sitio.


“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
Ocell Dodo
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El último bastión de Custer: entre el honor y la soberbia

Mensaje por Ocell Dodo »

Sobre el Séptimo de Caballería:

El engaño con el que EE.UU. ocultó la mayor vergüenza del Séptimo de Caballería.
El 29 de diciembre de 1890, este regimiento asesinó a sangre fría a más de 300 hombres, mujeres y niños que habían intentado huir de una reserva de nativos.

https://www.abc.es/historia/abci-engano ... ticia.html


Solo los muertos han visto el final de la guerra (George Santayana).

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