Lo cierto es que, bien mirado, esa popularidad de la cual aún goza Vizcarra en algunos círculos, tiene poco o nada de curioso.j@vier escribió: ↑13 Feb 2021, 18:48[...]Claro que si le preguntan a Vizcarra, este fue un acto de valentia y patriotismo de su parte. Aqui un editorial de El Comercio de Lima al respecto:
https://elcomercio.pe/opinion/editorial ... a-noticia/Editorial: “El Perú primero, pero después de mí”
Curiosamente este caballero aun goza de gran popularidad entre el electorado peruano, debe ser como reconocimiento a su exitosa gestion.
Y eso es porque Vizcarra, al igual que su pretendida némesis política –el fujimorismo–, supo utilizar a su favor uno de los atávicos "malos humores" que suelen atravesar los estados de ánimo del electorado local: la inocultable aversión de un buen número de peruanos hacia el Congreso de turno.
En marzo de 1990, cuando Fujimori era poco más que un candidato del montón, logró jugar con no poca pericia y algo de suerte, la carta del "chinito" trabajador que en base de su esfuerzo y supuesta honradez, sacaría adelante a un país que podría caer en manos de un "blanquito" (Vargas Llosa).
Dos años después, cuando el golpe del 5 de abril, Fujimori se fortaleció políticamente ante un grueso de la ciudadanía, vendiendo la historia de que su eficacia como gestor de la recuperación no iba a ser detenida por un Congreso ... "obstruccionista y corrupto".
¿No les suena familiar?
Pues eso mismo hizo Vizcarra a partir del 2018. Una vez ascendió al poder por la puerta falsa tras la renuncia de Kuczynski, no tardó en darse cuenta que sin mayores apoyos políticos de relevancia en el Congreso, su única carta de sostén en la presidencia sería el apoyo fáctico de la ciudadanía. La mayoría fujimorista en el Congreso ya era en ese año el símbolo visible de todo aquello que a poco más del 60% de peruanos genera un rechazo frontal. Y si en más de un cuarto de siglo una actitud hepática no ha reducido un ápice por estos pagos, esa ha sido el desafecto que buena parte de los peruanos siente hacia el Congreso, independientemente del color de la bancada o coalición que ostente la mayoría parlamentaria.
Vizcarra, al igual que Fujimori, es un gran mentiroso. Cabe señalar que la mentira no es precisamente uno de los defectos más rechazados por el peruano promedio en un político. Ya lo había manifestado décadas atrás el propio Vargas Llosa, cuando en plena campaña presidencial del año 90, éste experimentó un gran desconcierto ante cómo más de un elector aplaudía incluso la poca o nada edificante conducta pública del aún candidato Fujimori. Diríjanse los foristas curiosos al último capítulo de El pez en el agua, en caso de dudas.
Dotado de un modo limitado de expresarse no tan distante del Fujimori de inicios de los 90, con un historial de vida pública hasta menos edificante que el del ex-presidente, Vizcarra apuntaló, desde un primer momento, la imagen de un "defensor de la democracia" –cuando ahora ya se sabe que él pactó con la mayoría fujimorista la caída de Kuczynski– quien debía enfrentarse en solitario a un Congreso manejado a su antojo por ese movimiento que capitaliza más del 60% del rechazo de los peruanos.
Los gestos de Vizcarra para la tribuna anti-fujimorista fueron tan rentables como los que puso en práctica Fujimori en los 90 para la tribuna, en aquella época, anti-aprista y anti-vargallosista. Aunque los hechos políticos de ambos personajes desmintiesen en buena medida esa aparente dosis de cruzada moralizadora que pretendían capitanear.
En el Perú, los gestos lo dicen todo, lamentablemente, y en estos tiempos, el anti-fujimorismo y el rechazo al Poder Legislativo en su conjunto son bazas muy fuertes a favor de quien sepa usarlas con los gestos apropiados. Vizcarra aprovechó de ello cuanto pudo. Queda por ver si el reciente destape en su contra será o no lo suficientemente decisivo en sus pretensiones por alcanzar la ansiada inmunidad parlamentaria.
Saludos cordiales.