Peronia en su huida hacia adelante....
Malvinas: el gobierno argentino evalúa rescindir acuerdos históricos con el Reino Unido
Alberto Fernández buscaría dar un golpe de efecto en la opinión pública para intentar conquistar a un sector del electorado que le resulta esquivo: nacionalistas, ex combatientes y militares. Los pactos de Madrid (I y II) y la hoja de ruta Foradori-Duncan, en la mira de la Cancillería
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Por
Laureano Pérez Izquierdo
31 de Marzo de 2021
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El canciller Felipe Solá y el presidente argentino Alberto Fernández, durante una gira. Ambos evalúan eliminar acuerdos estratégicos firmados hace 30 años con el Reino Unido
El canciller Felipe Solá y el presidente argentino Alberto Fernández, durante una gira. Ambos evalúan eliminar acuerdos estratégicos firmados hace 30 años con el Reino Unido
El gobierno de Alberto Fernández evalúa por estas horas ejecutar un golpe de efecto de consecuencias inciertas: rescindir definitivamente los avances bilaterales que se firmaron en los últimos 30 años en materia de relaciones diplomáticas entre la Argentina y el Reino Unido, vínculo roto tras la guerra de Malvinas de 1982 y recompuesto 8 años después.
La administración kirchnerista -bajo el consejo del Ministerio de Relaciones Exteriores- pretendería así ganar algo de simpatía en parte de la población, sobre todo en aquel público esquivo en el cual se cuentan militares, un núcleo afín de ex combatientes y sectores nacionalistas, de mayor sensibilidad sobre la soberanía de las islas.
Fuentes diplomáticas confirmaron a Infobae que el análisis del gobierno radicaría en utilizar la fecha de la recuperación de las Malvinas -2 de abril- para realizar el anuncio. Así se daría marcha atrás con los acuerdos de Madrid I y II (febrero de 1990) por los cuales se retomaron las relaciones diplomáticas entre ambos países. Gracias a ambos acuerdos, se conformó una comunicación continua de consulta entre Buenos Aires y Londres para normalizar los lazos y, en especial, la situación del Atlántico Sur. Además de cuestiones políticas y militares, el pacto abarcaba también temas referentes con la pesca y otros sectores económicos, para evitar litigios y conflictos futuros.
Por su parte, el entendimiento bilateral firmado el 13 de septiembre de 2016 y conocido como Foradori-Duncan -por los nombres del ex vicecanciller argentino Carlos Foradori y el ministro de Estado para Europa y las Américas de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Commonwealth, Alan Duncan- también está en la mira de Fernández y sus asesores más próximos. Que esa hoja de intenciones haya sido emitida durante la gestión de Mauricio Macri le permitirá al gobierno argentino imprimirle un sesgo de carácter épico a la decisión. En el Palacio San Martín ríen por lo bajo: “Van a derogar un comunicado de prensa”.
Sin embargo, cerca de la Casa Rosada se ilusionan: “Derogar esos acuerdos lo revindicaría (al Presidente) con los argentinos y, sobre todo, la Causa Malvinas. Es un acto administrativo que tiene una gran repercusión política para el mundo, para los militares y retirados argentinos, para los veteranos. Además, todo el pueblo nacionalista lo apoyaría”.
En despachos gubernamentales creen que pelearse en este momento con el Reino Unido es una buena idea. A esa estrategia se le suman los desaires a los Estados Unidos, Chile, Brasil y Uruguay, y a su cada vez mayor proximidad con Caracas. El último guiño fue el portazo al Grupo de Lima. Según los cálculos oficialistas, la movida podría fortalecer la identificación con el ala dura de la alianza gobernante a la que se agregarían nuevos sectores de la sociedad, en momentos en que se evidencia una crisis política profunda, falta de respuesta ante la pandemia, un debilitamiento institucional y una marcha alarmante de la economía.
Déjà vu nacionalista
Entre los argumentos que exponen los retractores del pacto, figuran que el documento firmado por el entonces gobierno de Mauricio Macri no pasó por el Congreso Nacional y que los puntos tratados sólo favorecen a la posición británica y que por tal motivo debería derogarse. Dos de las voces que más se opusieron a este acuerdo son las de la ex senadora por Río Negro Magdalena Odarda -en el presente presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas- que presentó un proyecto de ley para derogarlo en 2019 y del Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Daniel Filmus.
En septiembre de ese mismo año 2019, Filmus escribió una columna de opinión anunciando las que serían bases de su trabajo en la Cancillería: “Estamos convencidos de que en el próximo gobierno la Cuestión Malvinas volverá a ser una política de Estado. Con esa convicción, las argentinas y los argentinos seguiremos reclamando por la vía diplomática y pacífica nuestros derechos soberanos sobre las Islas Malvinas, Georgias, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. El siglo XXI no da lugar a que continúen vigentes situaciones tan anacrónicas e injustas como el colonialismo”. El ex ministro de Educación reprochaba al saliente gobierno de Macri haberse sometido a los pedidos de la por entonces primera ministra Theresa May.
Andrés Cisneros, uno de los diplomáticos de mayor trayectoria de la Argentina, recordó a Infobae cómo se diseñaron los acuerdos alcanzados con el Reino Unido durante los primeros meses de la administración de Carlos Menem. En aquel entonces era el vicecanciller de Guido Di Tella. También explicó que gracias a esos tratados se consiguieron progresos en varias áreas, luego dinamitadas por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y Macri.
Cisneros remarcó que si bien en el sector petrolífero no se registraron mejoras -por los altos costos de producción-, sí se consiguieron logros en recursos naturales pesqueros. “En pesca nos fue mejor, y por algunos años compartimos bastante equitativamente el recurso. Luego vino el kirchnerismo, cesó de aplicar el acuerdo y ahora los ingleses se llevan todo. La conexión aérea fue un progreso, luego torpedeado por las administraciones kirchneristas y mal rematado en el período de Macri”.
Para el embajador de carrera Roberto García Moritán de confirmarse esta maniobra se pondría de manifiesto la “improvisación y falta de experiencia” en materia exterior de la actual cancillería. “Yo en estos temas tan sensibles como Malvinas prefiero la serenidad. Una relación tan compleja requiere de un momento de mayor tranquilidad, más que de agitar aguas y demoler es más fácil que construir”, expresó en diálogo con Infobae.
García Moritán cree que no sería oportuna una rescisión de aquellos acuerdos, sobre todo los de Madrid. “Madrid I estableció la reanudación de las relaciones diplomáticas y consulares. ¿Se suspenden las relaciones diplomáticas?”, se preguntó. Además, se mostró preocupado por la posibilidad de que la toma de decisiones en cuestiones de política internacional estuviera manchada por temas domésticos. “Sería una pena mezclar temas locales con temas tan importantes”, advirtió.
“Si ahora terminan cortando todo, los que van a celebrar son los ingleses: sus futuras entradas al continente ya no tendrán que ser a través de Argentina sino que podrán volar y comerciar aún más con cualquiera de nuestros vecinos”, dijo por su parte Cisneros. Para el ex hombre fuerte del Palacio San Martín “esta medida cancelatoria empalma como un guante con el resto de una política exterior aislacionista, patriotera y demagógica. Todo el mundo lo estaba esperando”.
Desde el Reino Unido, la potencial medida de la actual administración es vista como un déjá vu de la trágica decisión tomada por el ex dictador Leopoldo Fortunato Galtieri, quien ordenó la invasión a las islas hace 39 años. “Si el gobierno argentino deroga estos acuerdos representaría un serio paso para atrás en las relaciones entre los dos países y para las posibilidades de un acuerdo eventual”, dijo a Infobae el experimentado diplomático británico Dudley Ankerson, quien fuera miembro del Servicio Diplomático de Reino Unido entre 1976 a 2006.
“Supongo que el presidente Fernández, bajo la influencia de CFK (Cristina Fernández de Kirchner), va a tratar de utilizar el tema de las Malvinas para distraer la atención del público de los problemas de su gobierno, igual a lo que hiciera Galtieri y la Junta en 1982″, remarcó el embajador mientras disfruta de sus vacaciones. Para Ankerson, “la mejor esperanza para la Argentina de conseguir la soberanía sobre las islas a largo plazo sería ganarse la buena voluntad a los isleños. Esto ha sido el caso siempre”. Sin embargo, la estrategia de la Casa Rosada en la actualidad se basaría en caminos más hostiles hacia sus habitantes.
Los acuerdos de Madrid
“Desde tiempos inmemoriales, todo país que pierde una guerra comienza la recuperación tratando de reinstalar la situación previa a ella. (Raúl) Alfonsín no había puesto punto final al Estado de guerra y comenzamos por declararlo, por volver a mantener relaciones diplomáticas con el Reino Unido”, indicó Cisneros al hacer un balance de ese tiempo de estrategia exterior.
Cisneros recordó que en aquella época -tal como ahora- muchos protagonistas de la vida política argentina “seguían batiendo el parche del patrioterismo y la demagogia que a nada condujo nunca más que al engaño de la gente”.
“Nuestra visión era que llegaríamos más rápido a un arreglo definitivo con los ingleses, satisfactorio para ambas partes si en lugar de insultarnos iniciábamos tareas cooperativas que exhibieran al mundo una actitud distinta de la de Galtieri y permitieran ir pavimentando el camino de esa solución definitiva”, subrayó. “Los acuerdos que ahora se amenaza cancelar fueron un intento en esa dirección. ¿Fueron perfectos? No. ¿Se pudo haber conseguido más? Tal vez, pero no se obtiene demasiado luego de una guerra iniciada por nosotros mismos y que, encima, perdimos”, añadió.
Hoy, esos avances están cerca de ser dinamitados por una nueva especulación coyuntural. La cancillería que conduce Felipe Solá busca exhibir un “logro” en la arena internacional con una maniobra que deteriorarían las relaciones con el Reino Unido. Rescindir los acuerdos de Madrid dejaría al país a las puertas de la ruptura diplomática con Londres. Derogar un comunicado de prensa, un homenaje al teatro del absurdo. La original heterodoxia diplomática del gobierno de Alberto Fernández podría desembocar en un último empujón al aislamiento final al que se conduce la Argentina.
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