La economía peruana, una de las más liberales de América Latina, se ha recuperado muy rápido tras el desastroso año 2020, en que el garrafal error del gobierno de Vizcarra de cerrar excesivamente la actividad productiva la llevó a tener uno de los mayores desplomes de la región.
Así lo demuestran diversos datos, acerca de que ya se halla en un nivel igual o superior al del año 2019, anterior a la pandemia.
El cuadro adjunto, por ejemplo, permite ver que los índices de producción del 2021 ya han sido superiores a los del 2019 en los meses de enero, febrero, mayo, junio, julio y agosto. Es decir, en seis de los ocho meses considerados. Solo fueron inferiores en marzo y abril.
Eso ha generado para el período enero-agosto del 2021 un índice acumulado promedio de 168.74, ya superior en 0.59% a su contraparte del 2019, que solo asciende a 168.43.
Es la confirmación de que nuestra economía logró superar, no solo en algunos meses, sino a lo largo del referido período, el nocivo efecto del virus. Para cerrar el año levemente por encima del nivel del 2019 le bastará crecer 2.5% (frente a los correspondientes datos del 2020) en cada uno de los meses restantes, meta muy fácil de cumplir, teniendo en cuenta que el último dato mensual acaba de ser un macizo 11.83%.
Además, lo reseñado es una nueva demostración de su solidez, puesta de manifiesto a lo largo de tres décadas consecutivas, siempre creciendo fuertemente y más que las otras cuando el contexto es favorable, resistiendo mucho mejor en las épocas difíciles y, como lo estamos viendo ahora, recuperándose espectacularmente y más rápido que casi todas las demás, pese al terrible desplome a que la sometió una mala decisión gubernamental.
Sería una absoluta necedad intentar desvirtuar, desmantelar o destruir esa economía y ese modelo, que tanto beneficio le reportan a nuestro país, permitiéndole crecer, proveer más empleo, reducir la pobreza, ampliar la clase media, tener abundante recaudación fiscal, captar cuantiosa inversión privada, gozar de una baja inflación y una moneda sólida, acumular reservas, reducir la deuda y muchas cosas positivas más. El despropósito de la Asamblea Constituyente, que busca destruir ese eficiente modelo para implantar un desastroso modelo socialista o comunista, debe ser dejado de lado y sepultado. Si el gobierno actual realmente quiere mejorar la situación de la población debe mantener ese modelo (que ha demostrado de sobra su capacidad para generar recursos para todos, incluyendo a los más pobres), en lugar de condenar al país con otro mil veces fracasado en todas partes.
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Ahora solo nos queda sacar a Castillo del poder y estamos tikitaka.