Crisis. El Visitante, tercera parte

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
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Crisis. El Visitante, tercera parte

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Tan importante como la artillería naval era la aviación. Durante los años treinta todas las fuerzas aéreas habían prestado atención a la cooperación, es decir, al apoyo aéreo al ejército, pero la Luftwaffe lo había convertido en un arte que implicaba desde aeronaves ligeras a bombarderos pesados: en una operación típica participaban cazas de escolta a varios niveles, cazabombarderos encargados de suprimir las defensas antiaéreas, aviones de observación que detectaban y marcaban los blancos, y comprobaban los resultados del ataque, así como los aviones encargados del bombardeo.

A su vez, había varios tipos de cooperación. Los «aviones de asalto» estaban encargados de proporcionar apoyo directo al ejército. En las primeras fases de la guerra esa misión había sido encomendada a cazas anticuados como el Heinkel 51, a aviones de reconocimiento de varios tipos, como el Henschel 126, y a bombarderos ligeros, siendo el más útil el Henschel Hs 123. Este aparato, en particular, se había ganado una merecida fama por su robustez, resistencia a los daños en combate y precisión, pero su producción había cesado años antes, y la mayor parte de los aparatos supervivientes habían sido cedidos al Ejército del Aire español, que los había empleado con gran fortuna en Portugal. Su sustituto, el Henschel Hs 129, estaba siendo producido a ritmo lento, y aun no se había iniciado la fabricación del potente Junkers Ju 287.

Como medida interina se desarrolló una versión del bombardero en picado Junkers Ju 87 Stuka. El Ju 87G tenía alas de mayor envergadura, blindaje adicional, y reemplazaba sus ametralladoras por cañones de 2 cm; aunque conservaba los frenos de picado, normalmente operaba con bombas ligeras, contenedores de submuniciones y, cada vez más frecuentemente, con bombas de gasolina gelificada. Las bombas incendiarias no eran tan eficaces como las submuniciones, pero eran más baratas, no precisaban explosivos, resultaban eficaces contra trincheras y fortificaciones de campaña y, sobre todo, eran muy temidas por los soldados aliados. No era infrecuente que la infantería enemiga abandonara sus posiciones tras los ataques incendiarios.

En 1942, los Ju 87 de los modelos B y D seguían formando el grueso de la aviación de ataque táctico, cuyo objetivo, normalmente, eran las posiciones enemigas en la retaguardia: emplazamientos artilleros, depósitos de suministros, concentraciones de tropas, puestos de mando, comunicaciones, etcétera. Los Stuka, por desgracia, estaban mostrando su antigüedad y resultaban muy vulnerables a la caza enemiga, pero en ausencia de oposición seguían siendo muy eficaces, sobre todo por su puntería: en manos de pilotos veteranos, la dispersión de sus bombas era de solo unos metros, precisión superior a la de las primeras bombas guiadas.

Complementaban a los Ju 87 los cazabombarderos, que en 1942 ya componían una fracción apreciable de los aviones de ataque. Aunque se había diseñado una versión especializada del Messerschmitt Bf 109, el E-7, se consideró demasiado vulnerable al fuego terrestre, y estaba siendo sustituido por el formidable Focke Wulf Fw 190 (del que posteriormente hubo también una versión especializada) y, sobre todo, por el bimotor Messerschmitt Bf 110. Este aparato, que como caza pesado había fracasado, era un cazabombardero bastante eficiente, tenía un alcance superior a los monomotores, y podía llevar armas pesadas. En 1943 fue sustituido por el Fw 190, pero en 1942 se le encargaba del ataque a objetivos difíciles como la artillería antiaérea o las instalaciones de radar.

El tercer nivel estaba formado por los bombarderos ligeros Do 17 y Ju 88, que era aparatos ágiles, con buen alcance, y con capacidad de atacar en picado, aunque sin la precisión de los Stuka. Su misión era doble: aplastar las defensas enemigas antes del asalto (misión en la que también participaban bombarderos de nivel como los He 111 y Do 217, y más adelante los Ju 288, Ju 289 y He 277) y, posteriormente, la interdicción, atacando objetivos en profundidad e impidiendo la llegada de refuerzos. Lamentablemente, tanto el Do 17 como el Ju 88 eran excesivamente vulnerables a los cazas aliados y precisaban del dominio del cielo. A principios de 1942 empezaron a ser sustituidos por el Ju 188, pero durante la primavera aun había pocos en servicio. Más adelante, el soberbio Ju 287 se encargó de la mayor parte de las misiones tanto de los Stuka como de los cazabombarderos o los bombarderos ligeros.

En todo caso, no había una distinción estricta entre los tres niveles, y los controladores aéreos podían llamar a una escuadrilla u otra dependiendo de su disponibilidad. Concretamente, fue habitual que los cazabombarderos participasen en misiones de apoyo cercano (de primer nivel), y que los bombarderos pesados atacaran concentraciones enemigas en segunda línea.

Una técnica de apoyo poco convencional en la que la Luftwaffe fue pionera fue la de los aviones ametralladores, que habían sido ensayados con gran éxito en las campañas de Portugal y de Canarias. Se trataba de bombarderos He 111 equipados con ametralladoras y cañones automáticos de disparo lateral, y que orbitaban sobre las posiciones enemigas manteniéndolas bajo fuego continuo de sus armas. Esos aparatos resultaban muy vulnerables al fuego antiaéreo y solo podían operar con seguridad durante la noche, normalmente apoyados por otros aparatos que lanzaban bengalas para iluminar sus objetivos. Aun así, también se habían utilizado en operaciones diurnas, aunque volando a cotas superiores a los tres mil metros, que les proporcionaban seguridad, pero con el consiguiente menoscabo de la potencia y precisión de sus armas. A cambio, el fuego casi continuo que podían mantener durante periodos prolongados era suficiente para silenciar posiciones artilleras o para cerrar vías de comunicación. Además, cuando no había oposición antiaérea, el fuego de los aviones ametralladores era tan preciso que podía acompañar a la infantería en sus asaltos, con la misma eficacia que las barreras de artillería convencionales.

Tan importante como la potencia de fuego era el control. Se necesitaba identificar los objetivos y señalarlos, así como evitar los ataques por error a las fuerzas propias. De la identificación se encargaban observadores tanto en tierra, que actuaban de manera parecida a los observadores de artillería, como en el aire. En esos casos empleaban los aviones de reconocimiento táctico: los excelentes bimotores Fw 189 y, cada vez más frecuentemente, las avionetas Fieseler Fi 156 Storch. Estas avionetas eran aparatos muy ligeros que llevaban dispositivos hipersustentadores en el ala, que les permitían operar desde terrenos cortos mal preparados: con vientos de frente, podían aterrizar casi verticalmente. Eran ideales para enlazar con unidades avanzadas. Las Storch eran muy vulnerables al fuego enemigo, pero los aliados pronto aprendieron que disparar contra ellas atraía a la artillería o a otros aviones.

La cooperación requería un control estricto, ya que los aviones debían lanzar sus cargas junto a las tropas propias. Eran cruciales las comunicaciones y, de nuevo, la superior tecnología electrónica germana acudió al quite, desarrollando radios y radioteléfonos de onda corta que facilitaban el contacto entre pilotos y observadores avanzados. En 1942 comenzaron a distribuirse las radios Torn.Fu.g y Torn.Fu.g.L, las Feldfu.d y d.L, y los radioteléfonos KL.Fuspr.d y KL.Fuspr.d.L, más seguros que los anteriores. La «L» indicaba que se trataba de radios parcial o totalmente basadas en lifenes, que eran más baratas, ligeras y fiables que las clásicas.

Además de los observadores en tierra, la Luftwaffe desplegó puestos de mando avanzados, que podían estar en tierra, en buques, o incluso embarcados en aeronaves. Para esta misión se empleó el avión de transporte Fokker F.25, un avión amplio, resistente, y que podía mantenerse en el aire durante horas.

El último peldaño del apoyo aéreo estaba en el transporte. La Luftwaffe había sido la fuerza aérea que más importancia había dado a esta misión en el periodo de entreguerras. En 1942 el viejo Junkers Ju 52 (apodado cariñosamente Tante Ju) era todavía el avión más numeroso, pero estaba siendo complementado por tipos más avanzados. El ya citado Fokker F.25 (copia del norteamericano Douglas DC-3) superaba en todo al Ju 52, y Fokker desarrolló el F.26, un avión «mestizo» que combinaba la tecnología empleada en el F.25 con la configuración aerodinámica del Douglas DC.5, un transporte comercial del que Fokker había adquirido la licencia en la preguerra. Tanto el Ju 52 como el F.25 o el F.26 podían operar desde campos no muy grandes, y eran capaces de lanzar cargas con paracaídas. Además, se estaba desarrollando el Fi 168, un transporte ligero (que en realidad tenía casi la misma capacidad que el Ju 52) derivado del torpedero Fi 167. El Fi 168 era un aparato duro, que soportaba el maltrato y que requería poco mantenimiento, y que además podía tomar tierra y despegar en campos de dimensiones muy reducidas, poco mayores a los que necesitaba la avioneta Storch. Hasta 1943 no entró en servicio; mientras, se empleó el Gotha Go 244, un planeador Go 242 motorizado que podía ser equipado con paracaídas de frenado y con cohetes para el despegue.




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—¿Te quedan más inventos en la manga?

—Claro que sí. Tú que has estado en África sabes lo difícil que es moverse en algunas zonas. Los coches se atascan en el barro, se hunden en los canales, y los botes no pueden acercarse a la orilla. Los hidrodeslizadores pueden hacerlo, pero son cacharros ligeros sin protección. Para desplazarse por esos terrenos infames el ejército ha desarrollado una mezcla de tanque y remolcador, el Landwasserschlepper.

—Esa cosa ya la he visto. La verdad es que se ganaría el premio al tanque más feo.

—Es que realmente no es un tanque, sino un remolcador con orugas. Su misión original era tirar de las barcazas hasta dejarlas en tierra firme. Mi idea es que también lo haga por las marismas, y que pueda emplearse para rescatar los vehículos que queden atascados. Por desgracia, los diseñadores nunca pensaron que tuviesen que hacerlo bajo el fuego, y olvidaron ponerle blindaje. Menos mal que hace ya tiempo que encargué una versión blindada que ya empieza a salir de las fábricas. Esos vehículos, los Landwasserschlepper 2, están pensados para llevar una sección de soldados hasta el interior, pasando por encima de las defensas de la playa y cruzando las zonas pantanosas. Además, una vez dejada su carga, pueden realizar las mismas funciones que los del primer tipo.

—¿Hay más?

—¿Te parece poco?

—Es que me dejas con ganas. Un día me tienes que llevar a ver todos esos trastos. Seguro que hay alguno que te has callado.

—No sé… Como te podrás imaginar, una operación así necesita muchos preparativos. Casi cada equipo hay que prepararlo para que resista el ambiente salino. Es un requisito de nuestros nuevos blindados. Aunque, ahora que lo recuerdo, sí que hay otro vehículo especial. El general Sanne…

—¿Quién?

—Sanne es el general al mando de la 110ª, y me parece que lo voy a poner al frente del cuerpo de infantería de marina. Es un hombre competente y con visión. Te decía que el general pidió una versión especializada del tanque de recuperación Panzer III, para emplearlo no solo para rescatar otros blindados, sino para apoyar a los zapadores abriendo brechas, construyendo zanjas, lo que sea. Como tenemos en el inventario muchos Panzer III de modelos antiguos, no ha costado atender su petición, y nuestros infantes tocarán tierra apoyados por excavadoras blindadas.

—Por lo que me cuentas, tenemos un buen abrelatas para abrir Gran Bretaña.

—Eso creo. Aunque vendría bien tener más tiempo para prepararnos. Suponiendo que lo tengamos.



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Ahora, unos dibujitos:

Tauchpanzer 38(t)
Imagen
https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -827397162

Tauchwespe(t)
Imagen
https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -889289793

Landwasserschlepper I, II y III(t)
Imagen
https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -827399731

Vamos, que el cirujano no es el único que hace dibujitos ;-)

Saludos



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El componente terrestre de la flotilla de instrucción pronto creció hasta formar el Seekorps, un cuerpo de ejército encargado de las operaciones de desembarco. Su creación estuvo cerca de llevar a un enfrentamiento entre la marina y el ejército, que quería conservar el control de las formaciones terrestres. Las dos partes presentaron argumentos de valor: según el ejército, mantener bajo su mando a la infantería naval permitiría homogeneizar su entrenamiento, y facilitaría las operaciones conjuntas. La marina, por su parte, aducía que el mar y las playas eran un medio nuevo que requería equipos y técnicas especiales.

Finalmente se llegó a una solución de consenso similar a la que había llevado a la creación de la Marineflieger, la fuerza aérea embarcada. El Seekorps iba a estar nominalmente subordinado al ejército, pero el control de las operaciones estaría en manos navales. Aunque la solución no era ideal, y llevó a repetidos encontronazos entre altos oficiales de los dos servicios, permitió crear un cuerpo anfibio sin levantar demasiados resquemores.

El núcleo estuvo en la ya citada 110ª división de montaña, que fue redenominada 1ª Seedivision. A lo largo de la guerra serían organizadas otras tres divisiones navales. Se trataba de unidades que podían operar bien independientemente, bien con el apoyo de otras formaciones, y equivalían a una división de infantería reforzada con un batallón mecanizado. También se integraron en el Seekorps buen número de unidades independientes de menor entidad: de tractores anfibios (que fueron organizados en batallones independientes), de ingenieros de combate, de tanques o de otros blindados anfibios, así como compañías de operaciones especiales. Por lo general, las divisiones navales operaron apoyadas por los batallones especializados. Su misión era protagonizar la primera fase de las operaciones anfibias; al ser formaciones potentes, pero de tamaño limitado, tenían que ser apoyadas por el ejército en las fases posteriores del desembarco.



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Además de acompañar al regente, yo seguía siendo su enlace con el gabinete y podía seguir asistiendo a las reuniones, un privilegio que me permitía conocer de primera mano el curso de la guerra. En la sesión que hubo a la semana de la destrucción de los convoyes, Von Manstein estuvo exponiendo la situación bélica, centrándose en lo que estaba ocurriendo en África y el Índico.

—Ya sabéis que cuando en una operación militar va todo bien, hay que empezar a preocuparse por si el enemigo nos está tendiendo una trampa. Es lo que está pasando ahora, que parece que va tan rodado que da vértigo. Solo estamos encontrando dificultades en las Sorlingas, pero por fin hemos conseguido hacer pasar un convoy de refuerzo, que creo que decantará de nuestra parte la operación. Lo demás va mejor aun de lo que podíamos esperar.

—Es decir, que en cualquier momento podríamos sufrir algún disgustillo —dijo con ligereza Von Papen, cuyos comentarios eran cada vez más hostiles con el mariscal.

—Era una metáfora. Quería decir que no podemos bajar la guardia, pero ahora dudo que haya gato encerrado. Como decía, en el Canal de la Mancha siguen los combates, pero eso no es malo para nosotros, al contrario, ya que la RAF está sufriendo un tremendo desgaste.

—Me imagino que la Luftwaffe, también.

—La Luftwaffe también, pero nosotros podemos permitírnoslo. Por desgracia, bajas vamos a tener, y algunas serán dolorosas. La diferencia es que los ingleses se están quedando sin reservas. Las estimaciones de Inteligencia son que nuestra producción de aviones duplica la británica, y tenemos indicios de que están teniendo muchos problemas para adiestrar a sus pilotos. Aun así, seguiremos con muchas pérdidas, que es lo habitual cuando se combate a la ofensiva; sin embargo, es en su territorio donde caen las bombas, donde las fábricas están siendo arrasadas, se destruyen los puentes y los puertos son bloqueados por las minas. Mi mayor preocupación era que retirasen sus aviones al norte, más allá de nuestro alcance, pero al pelear por esos islotes, se están desangrando.

El canciller Speer confirmó las palabras de Von Manstein—. Los análisis que han hecho en el Ministerio de Armamentos dicen más o menos lo mismo, que se están quedando sin fuerzas.

—Así es —repuso el mariscal—. Por ejemplo, las fotografías de los aviones de reconocimiento y el análisis de las matrículas de los aparatos derribados muestran que la producción de bombarderos ha disminuido, y que están como en 1940, dedicándose casi exclusivamente a fabricar cazas de defensa. No solo significa que están en mala situación, sino que han perdido la iniciativa, y que las dificultades que están pasando en su isla están obligando a los británicos a descuidar otros frentes. La mejor señal es que es solo pelean con ganas en el Canal de la Mancha. En el resto del mundo se están derrumbando. Han evacuado Socotora, algo que tendrían que haber hecho mucho antes. Al empecinarse en esa isla han cometido un tremendo error que nos ha permitido dejar fuera de combate a su flota del Índico. Los franceses también han salido tocados, pero van a recibir refuerzos, y en cuanto lleguen, reiniciarán las correrías. Por otra parte, el golfo Pérsico está en nuestras manos, y es cuestión de días que los británicos tengan que salir de Omán. Eso, si no vuelven a cometer la torpeza de resistir en una posición indefendible. Tened en cuenta que cuando pierdan Omán, el Golfo Pérsico quedará abierto a la navegación. Lo digo porque igual les interesa a los japoneses comprar un poco de petróleo persa.

Esta vez fue Speer el que intervino—. Excelente idea, Eric. Si los japoneses envían sus petroleros, habrá que ver si los ingleses se atreven a molestarlos. Me sorprendes. Yo pensaba que esas marrullerías solo se le ocurrían a Franz o a Walter.

—Nuestro común amigo también tiene su veta maquiavélica —dijo Schellenberg—. Pero creo que lo de los nipones va a ser cosa de Franz. Eric, sigue con tu exposición, por favor, que me parece que ahora viene lo mejor.

—Gracias, Walter. El frente de la otra orilla del Índico también progresa. Los italianos siguen avanzando por la costa de Somalia y ya han entrado en Kenia, encontrando poca resistencia. Hasta ahora los ingleses se defendían con tropas coloniales, pero varios de sus batallones de cipayos se han amotinado. Algunos han conseguido pasarse a nuestro lado, y a otros los han desarmado. También están sufriendo la defección de los nativos. Muchos de ellos son hijos de los áscaris de Von Lettow y se están presentando en nuestras líneas, pidiendo armas para expulsar a los ingleses. La pena es que, siendo la estación de las lluvias, el interior se ha convertido en un fangal, y por la costa apenas hay caminos. Son las dificultades con el terreno y los suministros los que están frenando a los italianos. Espero que ahora se les pueda apoyar con convoyes costeros, como se hizo en el Mediterráneo y el Nilo.

—Me imagino que nuestro amadísimo regente tendrá unas ganas locas de hacer una entrada triunfal en Tanganica —dijo Von Papen con bastante sorna.

Von Manstein prefirió dejar pasar la impertinencia—. No será tan fácil. Queda mucha distancia hasta nuestra antigua colonia. Además, por el camino está Zanzíbar, donde los británicos siguen siendo fuertes. Bastante será si conseguimos expulsarles de Kenia. Por otra parte, tampoco me hace mucha gracia que los italianos empeñen demasiadas fuerzas en una campaña de utilidad dudosa. Sería mejor que se dedicasen a reestructurar su ejército, que no me gustaría tener que sacarles las castañas del fuego, como pasó en Libia.

—Tampoco sería malo que los ingleses les diesen un susto, que así nuestros aliaditinis aprendan cuál es su lugar —dijo Von Papen.

—Ministro, me sorprenden esas palabras viniendo del titular de Asuntos Exteriores ¿Quiere resucitar la política hitleriana, cuando Alemania trataba como lacayos a los que debieran ser sus amigos? Además, aunque semejante actitud pueda tener sentido político para mentes retorcidas —así el mariscal le devolvió la puya a Von Papen—, militarmente me parece un dislate. No se me ocurre peor sitio para enviar nuestros pánzer que Tanganica ¿Qué pasará si los necesitamos?



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Las maniobras en el golfo de Kiel confirmaron la importancia del apoyo blindado en las primeras fases del asalto, que tanto se había echado en falta en Malta. Durante la invasión de Creta se emplearon cañones de asalto con buenos resultados, pero se trataba de carros de apoyo sin capacidad anfibia, que tuvieron que desembarcar directamente en la playa.

Tras dos años de guerra, los planificadores germanos sabían que la infantería se encontraba con serias dificultades cuando no era acompañada por los carros de combate. El problema, obviamente, era llevarlos hasta la orilla. No era especialmente difícil hacer flotar a un coche o a un vehículo de exploración, pero los tanques eran excesivamente pesados. La alternativa, que desembarcasen directamente en la orilla, tampoco era fácil. La Kriegsmarine había empezado a construir lanchas de desembarco de tanques, y estaba convirtiendo ferris y cargueros para transportar blindados, pero solo podían dejarlos en tierra una vez controlada la costa.

Lo ideal era tener tanques que llegasen a la playa al mismo tiempo que los infantes, y para ello el ejército alemán había desarrollado los «Tauchpanzer», que eran tanques Panzer III y Panzer IV preparados para el vadeo profundo: estaban impermeabilizados y contaban con un largo schnorchel para admitir aire y expulsar los gases de la combustión. Se pretendía lanzarlos al mar a cierta distancia de la costa, siempre que la profundidad fuese menor de quince metros. Los tauchpanzer caerían al fondo y después llegarían a la costa mediante sus cadenas. Sin embargo, bastaba cualquier obstáculo submarino para que los blindados quedasen atascados, eso suponiendo que no quedaran atrapados en el cieno, o que volcasen mientras descendían hasta el fondo. Entonces las dotaciones quedaban encerradas dentro de los carros, ya que la presión del agua impedía abrir las escotillas. Había que recuperar los tanques con grúas, maniobra imposible bajo el fuego enemigo o con mala mar. Si el tanque no era rescatado, la única forma de abandonar el vehículo era abrir las ventilaciones, que la dotación intentase sobrevivir con pulmones artificiales, y en cuanto se equilibrasen las presiones, abrir las escotillas para escapar. Era un sistema peligroso y tras varios accidentes mortales se abandonó.

En su lugar se desarrolló un tanque flotante basado en el blindado checo Panzer 38. Los Tauchpanzer 38(t) eran tanques Pz 38 dados de baja, que habían sido rearmados con cañones de apoyo de 7,5 cm, y cuyo chasis se modificó para acoplarles grandes contenedores de flotación. Se movían gracias a una hélice movida por un motor auxiliar. Una vez estaban en tierra o, al menos, en aguas poco profundas, se soltaban los contenedores (podía hacerse desde el interior del tanque ya que estaban sujetos con pernos explosivos), se replegaba la hélice, y los Tauchpanzer 38(t) pasaban a operar como tanques normales. No eran ideales, ya que los engorrosos contenedores dificultaban el acceso a la orilla (los zapadores tenían que abrir pasos con explosivos en las riberas elevadas), y además los TchPz 38 adolecían de protección. Aun así, resultaron vehículos útiles que fueron empleados en operaciones anfibias y fluviales.

El TchPz 38(t) fue una medida temporal, no solo por los engorrosos cajones de flotación, sino porque el tanque en el que se basaba, el Pz 38, había sido superado. Su sucesor, el Tauchpanzer 44 Krokodil, combinaba un casco derivado del Landwasserschlepper III con la torre del tanque Lince II y el cañón del TchPz 38. Entre otras características, tenía ruedas huecas para aligerar el vehículo y aumentar la flotabilidad. Aunque el TchPz 44 no superaba a su antecesor ni en protección ni en potencia de fuego, era anfibio con mínima preparación, y mucho más rápido. Su velocidad, alcance y capacidad de cruzar ríos lo convirtieron en un vehículo de exploración muy eficaz.

El TchPz 44 también tenía defectos. Uno era el armamento principal, eficaz contra tropas al descubierto o blindados ligeros, pero menos como antitanque. Otro serio inconveniente estaba en la escasa protección, agravada por ser un vehículo con las grandes dimensiones necesarias para poder flotar. Aun así, el TchPz 44 se convirtió en el vehículo de apoyo de la infantería de marina del Pacto de Aquisgrán. Entre 1943 y 1949 fueron fabricadas 2.300 unidades, que se mantuvieron en servicio hasta los años sesenta.

El TchPz 44 resultó un vehículo tan útil que, paralelamente, se construyó el Panzer Pz 44, una versión terrestre destinada al reconocimiento. Era prácticamente igual al TchPz 44, salvo en el armamento, ya que el ejército prefirió el potente PAW 1000 de 10,5 cm. El PAW 1000 era un cañón de alta – baja presión, que lanzaba una bomba de carga hueca de gran potencia, aunque con una velocidad inicial relativamente baja que limitaba el alcance eficaz. Sin embargo, a distancias cortas y medias era temible. Las bombas que disparaba no solo eran demoledoras contra fortificaciones o infantería al descubierto, sino que podían batir a cualquier tanque aliado. Un sistema de puntería basado en una ametralladora telemétrica lo hacía tan preciso como los cañones de alta velocidad. Aunque el Panzer 44 mantenía los inconvenientes del gran tamaño (mayor que el de un Jaguar o un Panther y casi el de un Tiger) y la escasa protección, su gran movilidad, la capacidad anfibia y el potente armamento lo convirtieron en un buen vehículo de reconocimiento, que se convirtió en el estándar del Pacto de Aquisgrán durante dos décadas. Es más, el armamento se consideró mucho más eficaz que el original, y a partir de 1945 los TchPz 44 supervivientes fueron rearmados con el PAW 1000. La barcaza del Panzer 44 fue empleada en otros vehículos, como el Flugabwehrraketenpanzer 9, que llevaba el zombi X-11B.



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—Sigues con la monserga de los rusos —dijo el general Schellenberg—. Te repito que no tenemos ningún indicio de movimientos raros por el este. Franz ¿tú tienes alguna sospecha?

—Al contrario. Las relaciones son mejores que nunca y cada vez nos están llegando más materias primas de la URSS. El embajador Dekanozov parece esforzarse en sernos cada día más útil. Supongo que querrán aprovechar la derrota inglesa —entonces Von Papen dejó pasar unos segundos antes de dejar caer la bomba—. Hoy mismo el diplomático me ha entregado una carta proponiendo el reparto de Irán entre Alemania y Rusia.

—¿Otra vez quieren repartirse un país? ¿Igual que Polonia? No sé, yo creo que era un asunto de suficiente importancia como para que lo decidamos entre todos ¿No pensabas decir nada? —repuso Speer, obviamente sorprendido.

—Lo estoy haciendo, porque pensaba decíroslo en cuanto el mariscal acabase con su exposición. Con el apoyo ruso tendremos un pie puesto en la India.

—Yo hubiese preferido saberlo con un poco de tiempo. No me gusta tomar decisiones de tal enjundia sin sopesarlas. Además, me parece que Eric quiere decirte algo.

—Gracias, Albert —dijo Von Manstein—. A mí me pasa como a ti, que prefiero informarme bien antes que decidir. Pero en este caso, haré una excepción. Ministro —dijo dirigiéndose a Von Papen—, igual que yo no me meto con sus embajadas, preferiría que me deje a mí la estrategia. Si me parecía mal destacar fuerzas a Kenia, imagine lo que pienso de invadir Irán. Militarmente, no será nada fácil sostenernos allí, al menos mientras no tengamos el dominio completo de la costa de Arabia. Aun si lo tuviéramos, para mantener un ejército en Persia se necesitará gran parte de nuestra marina mercante.

—Ya veo. Ni a Kenia, ni a Irán. Dentro de poco te dará miedo enviar un panzer a Hannover —contestó Von Papen.

—Le he dicho que me deje la estrategia a mí —era evidente que al mariscal le molestaban cada vez más las salidas de tono de Von Papen—. Pero ya que se mete en mi terreno, entraré yo en el suyo. Políticamente, el reparto de Persia me parece un disparate. Creo que se puede resumir en una frase: como el Sah es proclive a nuestra causa, se lo agradecemos repartiéndonos su país. Seguro que así causaremos una excelente impresión entre nuestros aliados. Por otra parte, y volviendo a la estrategia, tampoco me parece la mejor idea dejar que los rusos se acerquen a Mosul. Yo me opongo a la oferta rusa.

—A mí tampoco me gusta—dijo Speer. Si les hacemos caso, luego será la India, y después qué sé yo. Franz, ya te he dicho que quiero revisar la cuestión más a fondo antes de darte una respuesta definitiva, pero mi primera impresión es que estoy con el mariscal. Creo que sería un error el reparto de Persia. Por cierto, ya que se ha nombrado la India ¿Cómo siguen las cosas por ahí? —El cambio de tema de Speer daba por finalizada la cuestión iraní, al menos por el momento.



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El cuasi fracaso de Ramla también enseñó otra lección: aunque los tanques pudiesen desembarcar y progresar hacia el interior, bastaba con que sobreviviesen algunas armas automáticas enemigas para que la infantería no pudiese seguirlos, y después los carros de combate, sin apoyo, se convertían en pasto de los antitanques. Incluso cuando la playa estaba indefensa, los infantes tenían dificultades con los terrenos pantanosos. Se necesitaba algún medio blindado capaz de moverse por tierra y por mar.

El ejército disponía de un vehículo anfibio, el Landwasserschlepper (LWS), que venía a ser un pequeño remolcador con orugas. Su misión debía ser remolcar a gabarras y pontones hasta la orilla. Sin embargo, carecía de blindaje y de armamento, su silueta era muy elevada, y era costoso de producir. Obviamente, no podía emplearse en el asalto inicial. Aun así, se fabricaron trescientas cincuenta unidades (veinte del modelo A y el resto del modelo C simplificado) que se emplearon también en operaciones fluviales, revelándose muy útiles en el tendido de puentes.

Por recomendación del general Sanne (que mandaba la 110ª división) se diseñó una versión más sencilla, el LWS II, que empleaba elementos del transporte de asalto Kätzchen, a su vez basado en el Panzer 38. Mientras que el LWS parecía un barco con orugas. el LWS II tenía el aspecto de blindado, aunque de grandes dimensiones. Contrariamente a su antecesor, estaba protegido contra la metralla y las armas ligeras. Los LWS eran capaces de navegar por sus medios desde los buques de transporte, superar las defensas de la playa y continuar hacia el interior. Gracias a sus orugas podían tomar tierra en costas pedregosas, algo imposible para otros medios anfibios. Los LWS II fueron un avance, pero todavía tenían defectos, siendo los más graves su peligrosa hélice descubierta, y la carencia de portón posterior, que obligaba a los soldados a salir por las escotillas del techo (la cubierta) exponiéndose a las armas enemigas. Aun así, era mejor que los LVT-1 y LVT-2 norteamericanos, que estaban menos blindados y no tenían techo; los blindados norteamericanos solo superaban al LWS II en la capacidad de superar obstáculos.

En 1945 apareció el LWS-III, que tenía más capacidad, estaba mejor protegido, e incorporaba protección para la hélice y un portón posterior. Contrariamente a sus equivalentes norteamericanos, no se desarrolló una versión de apoyo de los LWS, ya que se confiaba en los Tauchpanzer 38 y Tauchpanzer 44. Como ocurrió con los LWS-I, los mil ciento veinte LWS-II y seiscientos veinte LWS-III no solo fueron empleados en operaciones anfibias, sino también en los grandes ríos, no solo en los cruces, sino también como transportes de personal, remolcando de barcazas y pontones, o rescatando vehículos atascados.

A pesar del buen rendimiento de los LWS II y III, eran vehículos caros y voluminosos, además de excesivamente vulnerables en combate, en el que la gran capacidad de transporte podía ser un inconveniente. Era deseable un transporte de personal anfibio más pequeño y que tuviese mejores cualidades todo terreno, aun a costa de las marineras. La solución estuvo en el Seekätzchen, la versión anfibia del transporte blindado de personal Kätzchen.

El Seekätzchen I fue similar al Tauchpanzer 38: un transporte acorazad Kätzchen al que se le unieron dos contenedores estancos; en el de popa se colocaron dos motores y dos hélices, para propulsarlo y para maniobrar. Inicialmente los contenedores debían ser descartables, pero finalmente se decidió que fueran fijos. El Seekätzchen I era casi tan móvil como el Kätzchen, y tenía mejores cualidades todo terreno que el Tauchpanzer 38. Su principal defecto estaba en que carecía de techo y que, al no tener portón, los infantes tenían que saltar por los lados. Además, como las hélices desprotegidas se consideraron peligrosas, se encerraron en una red de barras de metal, que no era raro que se enganchase con las alambradas o la vegetación. A pesar de estos inconvenientes, el Seekätzchen I tuvo un meritorio servicio hasta el final de la guerra.

En 1944 fue complementado por el Seekätzchen II. Era un vehículo nuevo que solo conservaba del anterior el tren de rodaje. Diseñado paralelamente al Tauchpanzer 44, adoptó soluciones similares, como las ruedas huecas para mejorar la flotabilidad. El Seekätzchen II no solo se empleó como transporte anfibio, sino también para el reconocimiento, operando conjuntamente con el Panzer 44. Permaneció en servicio hasta los años sesenta.



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Crisis. El Visitante, tercera parte

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Von Manstein, un poco más calmado al ver que el canciller le apoyaba, siguió con la exposición de la situación militar—. Por lo que se sabe, la India es un caos. Algo bueno para nosotros, pero no tanto para los pobres hindúes. Esa guerra está resultando aterradoramente sanguinaria, con los vecinos matando a sus vecinos, musulmanes a hinduistas, hinduistas a musulmanes, y todos a sijs, parias, mestizos o lo que sea. Ni en las zonas bajo control británico se está haciendo nada para frenar las matanzas, no sé si por no poder, o por no querer, pues acusan a los hinduistas de la rebelión. En cualquier caso, los ingleses han tomado partido por los musulmanes. Así han conseguido mantenerse en el oeste y en el Golfo de Bengala, en lo que llaman Pacstán o algo así. También conservan el sur de la India gracias a un reyezuelo moro que tienen a sueldo. Aparte de eso, siguen resistiendo en enclaves costeros y aguantan en Delhi, aunque no sé si podrán sostenerse mucho ahí. Es una pena que no podamos ayudar más a los hindúes —dijo Von Manstein—, aunque intentaré enviar más aviones, que es lo que más está desmoralizando a los ingleses, según dicen los desertores.

—Sería muy útil mandarles más ayuda —dijo Von Papen.

—Claro que sí. Si me da los medios, estaré encantado de hacerlo.

—Los tenemos ¿No ha acabado Marschall con la marina inglesa? Pues llevamos la flota al Índico y Santas Pascuas.

—Ministro, le acabo de decir que me deje la estrategia a mí. Para la flota, ir a la India y volver llevaría mes y pico de navegación, y se puede imaginar como aprovecharán los ingleses el cese del bloqueo. No, por ahora la flota seguirá en el Atlántico, y la del Índico tendrá que bastarse. Además, no lo está haciendo nada mal. El almirante nuevo que han puesto, un tal Lemonnier…

—¿Limonero? Vaya nombrecito para un almirante —rio Von Papen.

Esta vez fue Speer el que le paró los pies al ministro de Exteriores, del que le estaban empezando a hartar las impertinencias.

—Franz, creo que sabes un poco de español ¿Sabes cómo llaman al pliegue de grasa que tienen los gordos en el cuello? Papada o papo. Así que mejor pocas burlas con los demás, que igual se disgustan el mariscal de Piedra—Von Manstein inclinó la cabeza— o el general Montaña de la Campana —fue Schellenberg el que sonrió—. Eso, si no te propino un lanzazo.

Todos rieron el ingenio del canciller, cuyo apellido significaba lanza. Von Manstein pudo seguir con su exposición—. Os decía que ese almirante no ha resultado nada malo. Lo tiene mejor que su predecesor, que dejó a los ingleses para el arrastre en Socotora, pero Lemonnier no les está dando tregua. Nada más llegar se hizo a la mar, y acaba de llegar un mensaje diciendo que ha conseguido rendir Bombay. Ahora está devastando la costa de la India. Según cómo sigan las operaciones, es posible que podamos empezar a enviar algún barco con ayuda.

—Como ya he dicho, sería interesante —repitió Von Papen.

El mariscal apenas le hizo caso y continuó—: Aparte de eso, Persia se está tranquilizando. Los ingleses la han abandonado y nosotros también estamos volviendo a Irak y Kuwait. Por ahora el Sah nos hace caso, pero prefiere que salgamos de su país. Aunque la diplomacia no sea mi terreno, me parece una medida prudente, que no solo nos permite quedar bien, sino que nos libera de tener que defender un frente inmenso ¿No le parece, ministro?

—Yo pensaba que el mariscal preferiría perseguir a los ingleses hasta la India, pero si se siente incapaz, no voy a discutirle.

Von Manstein no contestó la nueva insolencia y siguió—: En África la situación también es favorable. Los ingleses han abandonado sus últimas posiciones en Somalia y los italianos van tras ellos. No muy deprisa, pero poco pueden hacer a causa de las pésimas comunicaciones. Esta vez el retraso nada tiene que ver con las tontadas que hicieron en Libia hace dos años. Recordad que Somalia está muy pero que muy lejos. La capital. Mogadiscio, ha estado aislada durante dos años, y solo ahora empiezan a llegar pequeños convoyes costeros. Además, en el este de África es la época húmeda, y los caminos están impracticables. Aun así, algunas patrullas montadas han entrado en Kenia y no han encontrado resistencia. Al contrario, los indígenas aclaman a los italianos pensando que van a liberarles. No sé yo si la intención de nuestros aliados es ir liberando naciones, pero por ahora no desilusionaría a los africanos. En el África francesa ocurre algo parecido. Desde que la ruta a Dakar ha quedado abierta y están afluyendo refuerzos y suministros, los franceses están contratacando. Ya han recuperado el Chad y ahora se preparan para acabar con los traidores gaullistas de Gabón. Incluso han hecho incursiones en el norte de Nigeria y en Sierra Leona. No se han internado mucho, porque en esas colonias los ingleses tienen bastantes fuerzas nativas, pero han conseguido que De Gaulle se quede sin apoyo. Más al sur, los británicos también tienen problemas con las guerrillas en Angola y en Mozambique. Los oliveristas han tenido que pedir auxilio a los sudafricanos, y conociéndolos, no creo que se vayan.

—En resumen, que los británicos se están derrumbando.

—Más o menos. A los ingleses solo les libran las distancias, pero me parece que el dominio británico en África tiene sus días contados.



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Aun disponiendo de medios blindados anfibios, un desembarco en una costa protegida se diferenciaba muy poco de una de las situaciones más temidas por los soldados: el ataque frontal a una fortificación. La experiencia bélica había demostrado que ni con apoyo acorazado estaba garantizado el éxito. Se necesitaban medios especializados capaces de suprimir las defensas costeras.

Su desarrollo se encomendó al mayor Becker, un oficial de artillería que había empleado blindados capturados para desarrollar tractores o cañones antitanque autopropulsados. Esta vez tenía que idear medios especializados para apoyar los desembarcos que, en la medida de lo posible, empleasen chasis en servicio en el ejército alemán. Becker respondió adaptando algunos blindados existentes, y desarrollando otros nuevos.

Para incrementar la potencia de fuego, diseñó una versión especializada del Sturmpanzer IV Brummbär. El Brummbär era un vehículo de apoyo que montaba un obús de 15 cm en un chasis de Panzer IV. No eran vehículos nuevos, sino transformaciones de modelos anticuados dados de baja, o de tanques averiados. El Brummbär B ideado por Becker tenía placas laterales como protección contra cargas huecas, un puesto para ametrallador, una ametralladora adicional para el jefe del carro, y una hoja excavadora para superar obstáculos. Esa hoja se montó porque el mayor insistía en que sus blindados fueran capaces de realizar varias misiones.

El Bergepanzer IIIB fue otro de los diseños de Becker. Era un vehículo de recuperación basado en el chasis del Panzer III; las modificaciones realizadas se limitaron a la impermeabilización para que pudiese vadear hasta 140 cm. Sin embargo, Becker pensaba que el Bergepanzer III no sería capaz de rescatar vehículos en el hostil ambiente anfibio, y diseñó un vehículo especializado, el Pionierpanzer III. Se trataba de un vehículo polivalente, también basado en el Panzer III, que llevaba un arado antiminas (una hoja de excavadora modificada), una grúa reforzada, un torno con un motor adicional de 150 HP, y un arado posterior que permitía estabilizar al blindado para poder recuperar vehículos pesados. El Pionierpanzer III se reveló muy superior al Bergepanzer III y acabó sustituyéndolo no solo en las unidades de infantería naval sino en la panzerwaffe.

Basado en el Pionierpanzer III se diseñó el Pionierpanzer 41 (o Pionierlince). Contrariamente a los anteriores, no se trató de un diseño improvisado. Estaba basado en el chasis del Panzerkampfwagen PzKpfw 41 Lince, un tanque medio diseñado por Europanzer que estaba destinado al apoyo a la infantería. En el Pionierpanzer 41, la torre se sustituía por una casamata acorazada fuertemente blindada, ya que una de las misiones del vehículo era remover las minas. En lugar del motor original llevaba el potente HS 51 con una caja de cambios Lancia que permitía transmitir la potencia a un eje conectado a un torno de recuperación, o a un rodillo barreminas. Además, disponía de un arado en la parte posterior. Normalmente llevaba una grúa y un torno. El Pionierpanzer 41B fue una versión de la infantería naval con una chimenea que le permitía vadear hasta 180 cm. Los Pionierlince apoyaron a las unidades blindadas del Pacto de Aquisgrán, especialmente a las equipadas con blindados StuG o Lince. Basado en el Pioniespanzer 41, Europanzer desarrolló el vehículo de combate de infantería Schützenlince, como alternativa al Schützenjaguar, pero solo se construyeron ciento treinta unidades antes del final de la guerra.

El Schwimmlastwagen fue el último vehículo desarrollado por el mayor Becker, y tal vez el más útil. Se trataba de una versión anfibia del camión Henschel L33, que se movía en el agua con una hélice dentro de un túnel. El SchLw resultó un vehículo de gran utilidad que fue intensamente empleado en operaciones fluviales. También se usó para aprovisionar puestos de la costa, con la ventaja de poder llevar las cargas hasta su destino sin necesidad de transbordarlas. La versión D de 1944 incorporó el control de presión central para las ruedas, que podía ajustarse según fuera a moverse por terrenos blandos o por carreteras. Fueron construidos siete mil trescientos vehículos, no solo en versión de transporte sino también de recuperación y de reconocimiento.

Similar, pero mucho más ligero, fue el Schwimmwagen, un coche anfibio basado en el Kubelwagen. Conservaba las características todo terreno de la versión terrestre, era capaz de navegar incluso en mares algo agitados (gracias a los contenedores estancos de flotación) y al ser ligero resultaba fácil su transporte, o su rescate si se atascaba. El «S-wagen» se convirtió en una especie de chica para todo de las operaciones anfibias, siendo empleado en misiones de reconocimiento, enlace, como transporte ligero, y también para el apoyo de fuego, con cañones sin retroceso, que para no desestabilizar al pequeño vehículo se solían llevar desmontados cuando navegaba.

Todos estos vehículos especializados fueron empleados tanto por el Seekorps como por las unidades regulares del ejército, siendo muy útiles en los cruces de ríos, o en los combates en zonas pantanosas.



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Bergepanzer III

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https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -830984965

El Bergepanzer III fue un blindado de recuperación basado en el Panzer III. Fue construido empleando chasis de versiones antiguas del tanque, al que se había retirado la torre (sustituida por una caja de madera) e instalado una grúa de una tonelada. El Bergepanzer III se basaba en un chasis probado y fiable, y rindió buen servicio, aunque no era capaz de recuperar vehículos pesados como el Tiger. El Bergepanzer IIIB fue una versión de la infantería naval que estaba impermeabilizado y que podía vadear hasta 140 cm.



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Pionierpanzer III

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https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -831267224

El Pionierpanzer III fue una versión mejorada del Bergepanzer III, que fue solicitada por la infantería naval. Llevaba una grúa de vigas de mayor capacidad, un torno de gran potencia, arado para estabilizarlo cuando rescataba vehículos pesados, y podía ser equipado con un pala excavadora anti minas. Como los Bergepanzer III, los Pionierpanzar III fueron construidos empleando chasis de Panzer III dados de baja. Operaron con la Panzerwaffe y con la infantería naval hasta el final de la guerra.



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Pionierpanzer 41

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https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -831267841

El Pionierpanzer 41 fue el equivalente al Pionierpanzer III, pero empleando el chasis del Pz 41 Lince. Al contrario que en el Bergepanzer III y el Pionierpanzer III, el chasis del Pionierpanzer 41 había sido modificado con una casamata blindada delantera y blindaje frontal reforzado, ya que una de las misiones del carro era el desminado; se debía a que la infantería naval, que tenía limitaciones en cuanto al número de vehículos que podía emplear, prefería que fuesen polivalentes. El Pionierpanzer 41 llevaba una grúa de pórtico, un torno y un arado de estabilización como el Pionierpanzer III, y solía emplear arados antiminas u hojas de excavadora. La versión de la infantería naval disponía de chimenea para ventilación y podía vadear hasta 180 cm sin preparación.



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