Lo de querer pasar al vapor no toda la flota, sino las nuevas construcciones, no me parece tan extraño, pues fue lo que ocurrió en la realidad a mediados del siglo XIX. La causa fue múltiple: la conmoción que supuso el navío de vapor francés Napoleón, la pérdida de bastantes unidades (por ejemplo, la de la fragata Lealtad en Santander durante la Primera Guerra Carlista, al ser arrastrada por el viento), y las tensiones que llevaron a la Guerra de Crimea. La cuestión es que se detuvo la construcción de muchas unidades, en las que no se hizo, fue con muchas críticas (el navío Isabel II, por ejemplo), y se transformaron al vapor muchas más, como los navíos que cité.
Eso sí, los navíos de madera de entonces solían ser muy longevos, y no había capacidad para producir centenares de máquinas de un día para otro. Así que va a haber marina de vela para rato. En la realidad, todavía en 1860 había muchos barcos de vela en las flotas, pero por lo general, destinados a misiones secundarias. Como en la realidad, muchos de esos navíos de dos y tres puentes acabarán como transportes o barcos hospital.
De todas formas, este escenario tiene diferencias con la realidad. Falta la rivalidad entre potencias a ver quién saca un nuevo acorazado más novedoso. A cambio, la rivalidad entre Francia e Inglaterra de entonces es de risa comparada con el apuro de España, que es una potencia relativamente pequeña, con fuerzas limitadas, que tiene que enfrentarse a medio mundo. Ya que, en la realidad, casi todas las potencias se coaligaron contra España, igual que años después lo hicieron contra Francia. En este caso, con España ganando guerras, no sería raro que las potencias protestantes olvidaran sus diferencias y se unieran a Luis XIV.
Por otra parte, se dispone de alguna inspiración. Aunque provenga de obras como la «Trilogía de las sombras». Su sentido es evidente para alguien del siglo XX, pero igual alguno del XVII lo veía como inspiración, en plan Verne.
Para acabar. Por lo que recuerdo, uno de los viajeros, el cirujano, también se ha metido con aparatejos, ya que ha contribuido al diseño de una culebrina de retrocarga, encarga herramientas y hasta ha fabricado una pila eléctrica. Tiene un teléfono móvil en funcionamiento y tal vez haya conseguido poner en marcha los otros (se cita en el primer capítulo de lo mío).
De cálculos, desde mi lego entender no son precisos cálculos tan exactos para una máquina más o menos primitiva ¿El rendimiento es medianejo? Pues qué se le va a hacer, menos da una piedra ¿Dudas sobre la resistencia del cilindro? Pues un centímetro más de acero o un buen zuncho. Acabará pesando más que un pecado, pero era lo que se hizo en la realidad en el XIX. No siempre, claro, y así pasaba que de vez en cuando las calderas daban sustos.
Cambiando de tercio, son precisamente las mejoras agrícolas y sanitarias (el final de las terribles plagas) las que van a producir un crecimiento de población explosivo, en una época en que la climatología fue todo menos favorable. Razón de más para intentar acortar pasos. Simplemente, disponer de una red ferroviaria, aunque sea primitiva, impedirá las hambrunas al poder llevar alimentos.
Saludos