Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
Yo la estoy releyendo con gusto (con mucho gusto). Hay algún detalle que chirría (baile de nombres, y demás), pero eso podría ser sujeto de una corrección posterior.
Con todo, dos de ellos creo que conviene repasarlo.
Uno es Helsinki, al que se describe como un puerto neutral. Como llevo tiempo desde mi última lectura de la primera parte, podría haber cambiado la situación de Finlandia, pero en la historia real, formaba parte del imperio ruso, es decir, no era un puerto neutral.
Otro. Mi dominio del latín es similar al que tengo de ontología o de filología árabe, así que puedo decir una burrada. Se trata de que una de las secciones se titula «Hispania memento», que es un error. Si se trata de poner «Recuerda, España», lo correcto sería Hispanie memento. Pero si se trata de citar el lema de la Armada Española, es «Tu regere imperio fluctus Hispane memento», que se suele traducir por «Recuerda, España, que tú registe el imperio de los mares», pero la traducción de «Hispane memento» es «Recuerda, español». Al menos, según varios traductores en línea, aunque me rindo ante la opinión de los latinistas. En todo caso, y desde mi desconocimiento, «Hispania memento» vendría a ser algo así como «España recuerdo» o, tal vez, «Recuerdo de España», y no creo que la intención del autor sea titular una parte como un souvenir.
Saludos, y muchísimas gracias por la ucronía.
P.D.: otro detalle que acabo de recordar: el Salvarsán (Arsfenamina) es un antimicrobiano útil contra la sífilis (aunque tóxico), pero ineficaz contra el neumococo u otras bacterias respiratorias. Dudo mucho que sirviera para nada administrárselo a Weyler para su neumonía. De todas maneras, la neumonía neumocócica, sin tratamiento antibiótico, tiene una letalidad elevada, pero no es como la peste, y muchos de los enfermos se recuperan. Aunque los ancianos, menos.
Lo curioso es que en 1908 ya se había sintetizado la primera sulfamida, que sí que es eficaz contra la neumonía, pero como colorante. En esos años, se estaba buscando una «bala mágica» que matara el germen pero no al paciente, especialmente tras el descubrimiento del Compuesto 606 de Erliich (el Salvarsán ya citado). Sin embargo, en los años siguientes, aunque se encontraron antibióticos muy potentes (como la Etilhidrocupreina, derivado de la Quinina, muy potente contra el neumococo, que hoy día se sigue empleando en laboratorio), resultó que eran muy tóxicos para los pacientes. Parecido ocurrió con la Crisoidina, un colorante derivado de las Sulfamida. Peor todavía ocurrió con la Hidrocupreína, derivado de sulfamidas y de la Quinina, que funcionaba en el laboratorio pero no funcionó en animales. Los fracasos hicieron que se dejara de investigar, pero en los años treinta se descubrió un derivado de la Crisoidina, la Sulfamidocrisoidina .
La sulfamidocrisoidina hubiera pasado sin pena ni gloria, porque tampoco curaba a los animales. Sin embargo, resultó que en 1932, la hija de un investigador alemán, Domagk (que había sido discípulo de uno de los descubridores de los colorantes azoicos, las sulfamidas), sufrió una infección muy grave por estreptococos, y estaba a punto de morir (hoy se hubiera curado con unas pocas pastillas de Penicilina o de Amoxicilina). Domagk pensó aquello de «de perdidos, al río» y probó el medicamento en su hija... que se curó. Domagk anunció sus resultados, con gran impresión mundial (inició la carrera de los antibióticos que llevó al redescubrimiento de la Penicilina por Florey), y el Prontosil tuvo tal impacto que recibió el Premio Nobel en 1939.
Resultó que las primeras sulfamidas no eran eficaces en ratones de laboratorio (los animales que se empleaban para los ensayos) pero sí en los humanos. Esa particularidad retrasó veinte años el empleo de antibióticos. Es una de las casualidades de la Historia, que en la realidad salió mal, pero ¿Tal vez algún investigador administre Hidrocupreína a algún enfermo desesperado? Porque se están revisando las publicaciones, había médicos probando la Optoquina (en tratamientos tópicos, o a dosis bajas), y se sintetizaron muchos derivados. La Hidrocupreína sigue siendo tóxica, pero menos Tal vez...
https://seq.es/curiosidades-en-la-histo ... ayectoria/
Con todo, dos de ellos creo que conviene repasarlo.
Uno es Helsinki, al que se describe como un puerto neutral. Como llevo tiempo desde mi última lectura de la primera parte, podría haber cambiado la situación de Finlandia, pero en la historia real, formaba parte del imperio ruso, es decir, no era un puerto neutral.
Otro. Mi dominio del latín es similar al que tengo de ontología o de filología árabe, así que puedo decir una burrada. Se trata de que una de las secciones se titula «Hispania memento», que es un error. Si se trata de poner «Recuerda, España», lo correcto sería Hispanie memento. Pero si se trata de citar el lema de la Armada Española, es «Tu regere imperio fluctus Hispane memento», que se suele traducir por «Recuerda, España, que tú registe el imperio de los mares», pero la traducción de «Hispane memento» es «Recuerda, español». Al menos, según varios traductores en línea, aunque me rindo ante la opinión de los latinistas. En todo caso, y desde mi desconocimiento, «Hispania memento» vendría a ser algo así como «España recuerdo» o, tal vez, «Recuerdo de España», y no creo que la intención del autor sea titular una parte como un souvenir.
Saludos, y muchísimas gracias por la ucronía.
P.D.: otro detalle que acabo de recordar: el Salvarsán (Arsfenamina) es un antimicrobiano útil contra la sífilis (aunque tóxico), pero ineficaz contra el neumococo u otras bacterias respiratorias. Dudo mucho que sirviera para nada administrárselo a Weyler para su neumonía. De todas maneras, la neumonía neumocócica, sin tratamiento antibiótico, tiene una letalidad elevada, pero no es como la peste, y muchos de los enfermos se recuperan. Aunque los ancianos, menos.
Lo curioso es que en 1908 ya se había sintetizado la primera sulfamida, que sí que es eficaz contra la neumonía, pero como colorante. En esos años, se estaba buscando una «bala mágica» que matara el germen pero no al paciente, especialmente tras el descubrimiento del Compuesto 606 de Erliich (el Salvarsán ya citado). Sin embargo, en los años siguientes, aunque se encontraron antibióticos muy potentes (como la Etilhidrocupreina, derivado de la Quinina, muy potente contra el neumococo, que hoy día se sigue empleando en laboratorio), resultó que eran muy tóxicos para los pacientes. Parecido ocurrió con la Crisoidina, un colorante derivado de las Sulfamida. Peor todavía ocurrió con la Hidrocupreína, derivado de sulfamidas y de la Quinina, que funcionaba en el laboratorio pero no funcionó en animales. Los fracasos hicieron que se dejara de investigar, pero en los años treinta se descubrió un derivado de la Crisoidina, la Sulfamidocrisoidina .
La sulfamidocrisoidina hubiera pasado sin pena ni gloria, porque tampoco curaba a los animales. Sin embargo, resultó que en 1932, la hija de un investigador alemán, Domagk (que había sido discípulo de uno de los descubridores de los colorantes azoicos, las sulfamidas), sufrió una infección muy grave por estreptococos, y estaba a punto de morir (hoy se hubiera curado con unas pocas pastillas de Penicilina o de Amoxicilina). Domagk pensó aquello de «de perdidos, al río» y probó el medicamento en su hija... que se curó. Domagk anunció sus resultados, con gran impresión mundial (inició la carrera de los antibióticos que llevó al redescubrimiento de la Penicilina por Florey), y el Prontosil tuvo tal impacto que recibió el Premio Nobel en 1939.
Resultó que las primeras sulfamidas no eran eficaces en ratones de laboratorio (los animales que se empleaban para los ensayos) pero sí en los humanos. Esa particularidad retrasó veinte años el empleo de antibióticos. Es una de las casualidades de la Historia, que en la realidad salió mal, pero ¿Tal vez algún investigador administre Hidrocupreína a algún enfermo desesperado? Porque se están revisando las publicaciones, había médicos probando la Optoquina (en tratamientos tópicos, o a dosis bajas), y se sintetizaron muchos derivados. La Hidrocupreína sigue siendo tóxica, pero menos Tal vez...
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¿Algo de esto?
https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/ ... 8a&page=41
https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/ ... 50&page=56
https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/ ... b29&page=6
¿Qué camino ofrece más posibilidades?
Saludos
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A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Tiempo al tiempo, también quiero hacer algún ajuste cronologico de algunos eventos e introducir algunos cambios menores...
En un principio mi intención era precisamente cambiar la historia y por eso salía así, para una versión definitiva cambiare el puerto por otro y dejaré la historia de Rusia identica a la LTR para poder desmembrarla a conciencia despuésDomper escribió: ↑05 Ene 2024, 10:49 Uno es Helsinki, al que se describe como un puerto neutral. Como llevo tiempo desde mi última lectura de la primera parte, podría haber cambiado la situación de Finlandia, pero en la historia real, formaba parte del imperio ruso, es decir, no era un puerto neutral.
saludos
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Respecto a Rusia, algunes cambios ya son inevitables repecto a la LTR.
Alemania és una de la potencuas vencedores, por lo que su retirada de Finlàndia no se va a producir y los desmbafcos aliados en el norte de Rusua, tal i com estan las cosas, las veo complicades. Alenania se podrá ocupar de la flota rusa del Bàltico con toda tranquilidad.
En el Càucaso el tema està en manos españolas que ya estan reconociendo a nuevas republicas y demanda sin acceso al Mar Negro a Rúsia.
En el extremo oriente el pacto con Japón ha dejado sentenciada a la Rusia oriental, que también se queda sin acceso al mar.
Alemania és una de la potencuas vencedores, por lo que su retirada de Finlàndia no se va a producir y los desmbafcos aliados en el norte de Rusua, tal i com estan las cosas, las veo complicades. Alenania se podrá ocupar de la flota rusa del Bàltico con toda tranquilidad.
En el Càucaso el tema està en manos españolas que ya estan reconociendo a nuevas republicas y demanda sin acceso al Mar Negro a Rúsia.
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Última edición por von Scheer el 06 Ene 2024, 14:41, editado 1 vez en total.
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No consigo acceder, lo siento.Gaspacher escribió: ↑05 Ene 2024, 22:06 ¿Algo de esto?
https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/ ... 8a&page=41
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Saludos
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Yo tampoco y de ninguna manera, tiene pinta de haberse caido el servicio.
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Volved a intentarlo, porque ahora mismo, si se puede.
"The best argument against democracy is a five-minute conversation with the average voter."
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Revisado. El mejor enlace, el segundo, pero ahí no tienen en cuenta ni la toxicidad del medicamento ni lo ridículo de la dosis.
Envío un privado (no se trata de desvelar nada, y queda todo a juicio del autor).
Saludos
Envío un privado (no se trata de desvelar nada, y queda todo a juicio del autor).
Saludos
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Ordenador reparado, pantalla nueva...
Mañana, si he reinstalado todo, trataré de continuar.
Mañana, si he reinstalado todo, trataré de continuar.
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Tranquilo, Maestro, no tenemos prisa
El fiero Turco en Lepanto, en la Tercera el Francés y en todo el mar el Ingles, tienen de verme espanto.
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Se agradece la entrega. Ahora bien, no me parece serio que el responsable de la historia no disponga de ordenadores de repuesto, que los lectores no tienen la culpa de que se estropeen los aparatos.
Sobre la última entrega, lástima no disponer de un teléfono al pasado y susurrar «tetraetilo de plomo». Supongo que la mayor parte de los lectores sabrán de qué va la cuestión pero, para los no iniciados (os sorprendería la cantidad de mis compañeros que no saben qué significa «octanaje»), va una explicación.
El índice de octano hace referencia a la probabilidad de detonación espontánea de una gasolina en determinadas condiciones de presión y de temperatura (esa es una cuestión importante ¿sabía el distinguido público que durante la SGM alemanes y aliados medían el índice de manera diferente, y las gasolinas alemanas de alto octanaje no eran inferiores a las aliadas?
Para compararlas, se hace con una mezcla de hidrocarburos heptano (de siete átomos de carbono) y octano (ocho). El heptano es más explosivo. Una gasolina con un índice de octano de sesenta, equivaldrá a una mezcla de 60% de heptano y 40% de octano. 96 octanos significa 96% de octano y 4% de heptano. Atención, no existe el límite 100: una mezcla puede ser menos detonante que el octano puro. Por ejemplo, las gasolinas de aviación o de competición han llegado a índices de 140.
La ventaja de un octanaje elevado es que la mezcla de combustible y aire puede comprimirse mucho más, y a mayor compresión, mayor rendimiento del motor. Hoy estamos habituados a gasolinas con un octanaje muy alto (95 y 98), pero en el periodo de entreguerras, las gasolinas tenían un índice bajo, de 30 o de 40. Es decir, de cada ciclo se obtendrá mucha menos potencia del motor.
En problema es que para un motor tenga buen rendimiento, hay dos maneras: o aumentar el número de revoluciones (el número de ciclos), o la potencia obtenida en cada uno. Elevar las revoluciones no es tan fácil, pues se requieren motores con unos materiales y unas tolerancias que no estaban disponibles por entonces, Un motor de gasolina actual sube a seis mil revoluciones sin despeinarse, y las puede mantener indefinidamente. Pero el motor Rolls Royce Eagle (un motor de aviación aparecido al final de la guerra) solo podía mantener 1.800 o 2.000 revoluciones (según el modelo) durante cortos periodos; si se hacía más tiempo, se averiaba, y una avería volando puede tener consecuencias interesantes.
Hay otra manera, que es emplear gasolina que permita compresiones muy altas, medida que aumenta el rendimiento. Pero el problema estaba en el octanaje de la gasolina, por entonces muy baja. Puede mejorarse mediante una destilación cuidadosa (pero significará emplear solo fracciones ligeras menos abundantes), o con el «cracking» para romper hidrocarburos de cadena larga en otros de cadena corta (con lo que se consigue obtener más proporción de gasolina del petróleo), pero esas técnicas no estarían disponibles hasta mucho después.
Eso significa que el rendimiento de los motores de aviación, comparado con el de los actuales, era ridículo. El citado Rolls Royce Eagle, uno de los más potentes (que como no subía bien de vueltas, no se empleaba en cazas sino en bombarderos) alcanzó durante la guerra 300 HP… con una cilindrada de veinte litros y un peso de casi media tonelada. La misma potencia que alcanza el motor del Cupra León de dos litros. No solo gracias a la compresión y a la gasolina, sino también a la sobrealimentación (meter más aire y más gasolina), la mejora del encendido, etcétera.
En todo caso, conseguir un aditivo para la gasolina puede ser una manera relativamente sencilla de incrementar la potencia del motor. Si se une a la sobrealimentación (ya se ha hablado que los motores Hispano la llevan), tal vez se pueda lograr un motor V12 relativamente ligero que supere los 400HP, tal vez 500HP (se alcanzaron pocos años después) y que, con la sobrealimentación, tenga un rendimiento razonable a cotas medias.
Esa potencia significaría un enorme salto pues, durante mucho tiempo, el diseño de las células fue por delante del de los motores (que fueron los que condicionaron el desarrollo aeronáutico). Con esa potencia se podrían tener biplanos bastante potables, como los del periodo de entreguerras, e incluso monoplanos de caza. Ya sé que es un salto muy grande, pero es para que la parroquia comprenda el valor que puede tener encontrar un aditivo antidetonante para la gasolina.
Saludos
Sobre la última entrega, lástima no disponer de un teléfono al pasado y susurrar «tetraetilo de plomo». Supongo que la mayor parte de los lectores sabrán de qué va la cuestión pero, para los no iniciados (os sorprendería la cantidad de mis compañeros que no saben qué significa «octanaje»), va una explicación.
El índice de octano hace referencia a la probabilidad de detonación espontánea de una gasolina en determinadas condiciones de presión y de temperatura (esa es una cuestión importante ¿sabía el distinguido público que durante la SGM alemanes y aliados medían el índice de manera diferente, y las gasolinas alemanas de alto octanaje no eran inferiores a las aliadas?
Para compararlas, se hace con una mezcla de hidrocarburos heptano (de siete átomos de carbono) y octano (ocho). El heptano es más explosivo. Una gasolina con un índice de octano de sesenta, equivaldrá a una mezcla de 60% de heptano y 40% de octano. 96 octanos significa 96% de octano y 4% de heptano. Atención, no existe el límite 100: una mezcla puede ser menos detonante que el octano puro. Por ejemplo, las gasolinas de aviación o de competición han llegado a índices de 140.
La ventaja de un octanaje elevado es que la mezcla de combustible y aire puede comprimirse mucho más, y a mayor compresión, mayor rendimiento del motor. Hoy estamos habituados a gasolinas con un octanaje muy alto (95 y 98), pero en el periodo de entreguerras, las gasolinas tenían un índice bajo, de 30 o de 40. Es decir, de cada ciclo se obtendrá mucha menos potencia del motor.
En problema es que para un motor tenga buen rendimiento, hay dos maneras: o aumentar el número de revoluciones (el número de ciclos), o la potencia obtenida en cada uno. Elevar las revoluciones no es tan fácil, pues se requieren motores con unos materiales y unas tolerancias que no estaban disponibles por entonces, Un motor de gasolina actual sube a seis mil revoluciones sin despeinarse, y las puede mantener indefinidamente. Pero el motor Rolls Royce Eagle (un motor de aviación aparecido al final de la guerra) solo podía mantener 1.800 o 2.000 revoluciones (según el modelo) durante cortos periodos; si se hacía más tiempo, se averiaba, y una avería volando puede tener consecuencias interesantes.
Hay otra manera, que es emplear gasolina que permita compresiones muy altas, medida que aumenta el rendimiento. Pero el problema estaba en el octanaje de la gasolina, por entonces muy baja. Puede mejorarse mediante una destilación cuidadosa (pero significará emplear solo fracciones ligeras menos abundantes), o con el «cracking» para romper hidrocarburos de cadena larga en otros de cadena corta (con lo que se consigue obtener más proporción de gasolina del petróleo), pero esas técnicas no estarían disponibles hasta mucho después.
Eso significa que el rendimiento de los motores de aviación, comparado con el de los actuales, era ridículo. El citado Rolls Royce Eagle, uno de los más potentes (que como no subía bien de vueltas, no se empleaba en cazas sino en bombarderos) alcanzó durante la guerra 300 HP… con una cilindrada de veinte litros y un peso de casi media tonelada. La misma potencia que alcanza el motor del Cupra León de dos litros. No solo gracias a la compresión y a la gasolina, sino también a la sobrealimentación (meter más aire y más gasolina), la mejora del encendido, etcétera.
En todo caso, conseguir un aditivo para la gasolina puede ser una manera relativamente sencilla de incrementar la potencia del motor. Si se une a la sobrealimentación (ya se ha hablado que los motores Hispano la llevan), tal vez se pueda lograr un motor V12 relativamente ligero que supere los 400HP, tal vez 500HP (se alcanzaron pocos años después) y que, con la sobrealimentación, tenga un rendimiento razonable a cotas medias.
Esa potencia significaría un enorme salto pues, durante mucho tiempo, el diseño de las células fue por delante del de los motores (que fueron los que condicionaron el desarrollo aeronáutico). Con esa potencia se podrían tener biplanos bastante potables, como los del periodo de entreguerras, e incluso monoplanos de caza. Ya sé que es un salto muy grande, pero es para que la parroquia comprenda el valor que puede tener encontrar un aditivo antidetonante para la gasolina.
Saludos
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Segundo rollo del día: la «bala mágica».
La «bala mágica» (también llamada la «poción mágica», que no tiene que ver con la de Panorámix) fue un concepto del químico Paul Ehrlich, Premio Nobel de Medicina de 1908 por su descubrimiento de la arsfenamina (el Salvarsán, uno de los primeros antimicrobianos).
Durante el Renacimiento apareció la sífilis que, casi con seguridad, llegó de América. Tuvo un efecto brutal; al principio era muy agresiva (como pasó con la gripe o el sarampión en América) y afectaba a gente pudiente. Además, significó una convulsión por ser una enfermedad nueva que no cuadraba con el sistema hipocrático – galénico.
En seguida se buscaron remedios, pero basándose en la concepción semi mágica de la época (eso de similar cura a similar, que aun siguen copiando los estafadores homeópatas) y tras algunos tropiezos se vio que los ungüentos de mercurio o de arsénico, aunque eran muy tóxicos, tenían alguna eficacia.
No mucho después se descubrió el primer antimicrobiano eficaz, difundido por los españoles: la Quina. La corteza del árbol de quina (su extracto es la quinina) era muy eficaz contra la malaria, y entre sus logros fue curar al príncipe de Gales (creo recordar que el futuro Jorge II). Por fin se tenía un veneno que mataba a la enfermedad pero no al paciente. Se enfrentó con la doctrina galénica y por eso tardó su introducción.
En el siglo XIX todo cambió. En primer lugar, surgió una nueva Medicina. Pues la actual no desciende de los galénicos (que siguieron escribiendo tratados sobre sus imaginaciones hasta principios del XIX) sino de los barberos y cirujanos que acompañaron a lso ejércitos de Napoleón, a quienes despreciaban los «médicos» (los galenos). Pero a esos cirujanos se les daba una higa la teoría galénica de los humores y demás zarandajas, y se dedicaron al empirismo, en plan «esto funciona y esto no».
En la segunda mitad del XIX se descubrió el papel de los gérmenes infecciosos en las enfermedades, destacando el papel de Louis Pasteur (ya existía una vacuna, la de Jenner de la viruela, pero Pasteur empezó un abordaje sistemático y produjo varias). Todo el mundo se lanzó a probar vacunas, pero con éxito variable: ahora sabemos que algunos gérmenes son bichos muy difíciles, fuera del alcance de la tecnología de entonces. Aun así, vacunas como las del tétanos o la difteria no eran demasiado difíciles y, si se retrasaron, se debió a que lso químicos se dedicaron a fabricar gases venenosos).
Otra vía que se demostró limitada fue la de emplear sueros (parte de la sangre rica en anticuerpos): el «suero de caballo» es suero de la sangre de caballos a los que se les dan dosis de toxina tetánica, y se aplicaba para evitar la enfermedad.
No se consiguió producir vacuna para la sífilis porque, entre otras causas, porque la bacteria que la causa (el Treponema pallidum) es casi imposible de cultivar, ni tampoco sueros por el mismo motivo. Pero estaba el recuerdo de la eficacia de la Quinina (el famoso «gin tonic» era la manera que tenían los ingleses de soportar la amarguísima quinina), y de los sueros.
Paul Ehrlich pensaba que podrían existir compuestos químicos que tuvieran sobre la sífilis el mismo papel que la quinina sobre la malaria, o los sueros sobre el tétanos. Había comprobado que los colorantes también mataban gérmenes (pero, por desgracia, también a las personas) y empezó una búsqueda sistemática. Encontró derivados del arsénico que eran muy eficaces aunque, por desgracia, seguían siendo tóxicos. Hasta que en 1908 encontró el compuesto 606 (es decir, había probado 605 antes), la arsfenamina, que era mucho menos tóxico y curaba la sífilis: el «Salvarsán», hoy olvidado pero muy nombrado durante la Guerra Civil Española. El compuesto 909 («Neosalvarsán») era aun más eficaz contra ciertas formas de sífilis.
Ehrlich había encontrado la «bala mágica» que mataba al enemigo y no al amigo. Ya se tenía la segunda de estas balas (recordad que la Quinina fue la primera) y, como dicen, si hay dos ¿por qué no mil? Empezó una búsqueda a gran escala, basada en buena parte en colorantes (siguiendo los pasos de Ehrlich). Precisamente, sería un discípulo de Ehrlich el que… Y hasta ahí puedo leer.
Saludos
P.D.: Siento el rollo.
Otra P.D.: otro día, si tengo ganas, s contaré otra historia fermosa, la de la relación de Churchill con la Penicilina.
La «bala mágica» (también llamada la «poción mágica», que no tiene que ver con la de Panorámix) fue un concepto del químico Paul Ehrlich, Premio Nobel de Medicina de 1908 por su descubrimiento de la arsfenamina (el Salvarsán, uno de los primeros antimicrobianos).
Durante el Renacimiento apareció la sífilis que, casi con seguridad, llegó de América. Tuvo un efecto brutal; al principio era muy agresiva (como pasó con la gripe o el sarampión en América) y afectaba a gente pudiente. Además, significó una convulsión por ser una enfermedad nueva que no cuadraba con el sistema hipocrático – galénico.
En seguida se buscaron remedios, pero basándose en la concepción semi mágica de la época (eso de similar cura a similar, que aun siguen copiando los estafadores homeópatas) y tras algunos tropiezos se vio que los ungüentos de mercurio o de arsénico, aunque eran muy tóxicos, tenían alguna eficacia.
No mucho después se descubrió el primer antimicrobiano eficaz, difundido por los españoles: la Quina. La corteza del árbol de quina (su extracto es la quinina) era muy eficaz contra la malaria, y entre sus logros fue curar al príncipe de Gales (creo recordar que el futuro Jorge II). Por fin se tenía un veneno que mataba a la enfermedad pero no al paciente. Se enfrentó con la doctrina galénica y por eso tardó su introducción.
En el siglo XIX todo cambió. En primer lugar, surgió una nueva Medicina. Pues la actual no desciende de los galénicos (que siguieron escribiendo tratados sobre sus imaginaciones hasta principios del XIX) sino de los barberos y cirujanos que acompañaron a lso ejércitos de Napoleón, a quienes despreciaban los «médicos» (los galenos). Pero a esos cirujanos se les daba una higa la teoría galénica de los humores y demás zarandajas, y se dedicaron al empirismo, en plan «esto funciona y esto no».
En la segunda mitad del XIX se descubrió el papel de los gérmenes infecciosos en las enfermedades, destacando el papel de Louis Pasteur (ya existía una vacuna, la de Jenner de la viruela, pero Pasteur empezó un abordaje sistemático y produjo varias). Todo el mundo se lanzó a probar vacunas, pero con éxito variable: ahora sabemos que algunos gérmenes son bichos muy difíciles, fuera del alcance de la tecnología de entonces. Aun así, vacunas como las del tétanos o la difteria no eran demasiado difíciles y, si se retrasaron, se debió a que lso químicos se dedicaron a fabricar gases venenosos).
Otra vía que se demostró limitada fue la de emplear sueros (parte de la sangre rica en anticuerpos): el «suero de caballo» es suero de la sangre de caballos a los que se les dan dosis de toxina tetánica, y se aplicaba para evitar la enfermedad.
No se consiguió producir vacuna para la sífilis porque, entre otras causas, porque la bacteria que la causa (el Treponema pallidum) es casi imposible de cultivar, ni tampoco sueros por el mismo motivo. Pero estaba el recuerdo de la eficacia de la Quinina (el famoso «gin tonic» era la manera que tenían los ingleses de soportar la amarguísima quinina), y de los sueros.
Paul Ehrlich pensaba que podrían existir compuestos químicos que tuvieran sobre la sífilis el mismo papel que la quinina sobre la malaria, o los sueros sobre el tétanos. Había comprobado que los colorantes también mataban gérmenes (pero, por desgracia, también a las personas) y empezó una búsqueda sistemática. Encontró derivados del arsénico que eran muy eficaces aunque, por desgracia, seguían siendo tóxicos. Hasta que en 1908 encontró el compuesto 606 (es decir, había probado 605 antes), la arsfenamina, que era mucho menos tóxico y curaba la sífilis: el «Salvarsán», hoy olvidado pero muy nombrado durante la Guerra Civil Española. El compuesto 909 («Neosalvarsán») era aun más eficaz contra ciertas formas de sífilis.
Ehrlich había encontrado la «bala mágica» que mataba al enemigo y no al amigo. Ya se tenía la segunda de estas balas (recordad que la Quinina fue la primera) y, como dicen, si hay dos ¿por qué no mil? Empezó una búsqueda a gran escala, basada en buena parte en colorantes (siguiendo los pasos de Ehrlich). Precisamente, sería un discípulo de Ehrlich el que… Y hasta ahí puedo leer.
Saludos
P.D.: Siento el rollo.
Otra P.D.: otro día, si tengo ganas, s contaré otra historia fermosa, la de la relación de Churchill con la Penicilina.
Tu regere imperio fluctus Hispane memento
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
Hombre, para eso mejor susurrar "etanol" o ya puestos "petancarbonilo de hierro"...
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
¿El etanol es antidetonante? No lo sabía. Cierto es que no se trata de mi campo. Como en la SGM todos se dedicaron a compuestos de Plomo orgánico, pensaba que irían por ahí los tiros.
Saludos
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