Xent Anset escribió: ↑08 Oct 2024, 00:13Leí en algún sitio que la famosa División Azul que participó en la invasión a la URSS, estaba compuesta por veteranos de la Guerra Civil de ambos bandos. Siempre me pregunté que cómo habían integrado en dicha división a ex soldados republicanos. Claro, se trataba de soldados republicanos "reciclados" por así decirlo, es lo que Ud. explicó.
No, no fue así. La «División Azul», realmente la División Española de Voluntarios, estaba formada pro voluntarios, no por reclutas. Lo que ocurrió fue que no fueron pocos los antiguos republicanos que lo estaban pasando mal y decidieron «hacer méritos» apuntándose para ir a Rusia.
Lo que cuenta CVR es que hubo muchos soldados del ejército de la República que tuvieron que repetir el servicio militar. Especialmente, la llamada «quinta del biberón», que fueron reclutas muy jóvenes (los reemplazos del 40, del 41 y algunos del 42), participaron en las batallas finales de la guerra, y tras esta tuvieron que hacer otra vez la «mili». Se pegaron varios años en filas, entre la guerra, el tiempo que estuvieron hasta que se les clasificó, y el nuevo servicio militar. Más de uno se apuntó a la División Azul por los motivos indicados:
https://es.wikipedia.org/wiki/Leva_del_Biber%C3%B3n
Esa entrada de la wiki es para tomarla con pinzas. Dice que muchos acabaron en prisiones o en batallones de trabajadores, pero serían los menos, porque lo más probable es que los jóvenes más significados políticamente ya se hubieran unido a las milicias. Los prisioneros, por lo general, no lo pasaban tan mal: durante la guerra fueron decenas de miles los que fueron reclutados para el bando franquista. Tras la guerra, no se les solía marginar, ya que en sus pueblos todo el mundo había sido reclutado.
Respecto a la represión posterior a la guerra, fue dura (hasta a Himmler le pareció que se estaba condenando a elementos perfectamente aprovechables), pero no tanto como durante la guerra. Hubo decenas de miles de ejecuciones con procesos no muy garantistas que digamos, pero que ya no eran los «consejos sumarísimos» de tiempos de guerra. Por ejemplo, el poeta Miguel Hernández, que se había destacado como propagandista durante la guerra, fue condenado a muerte, pero su pena fue conmutada. Falleció en prisión, ahora bien, lo que dice CVR, fueron años de muchísimas privaciones, hasta tal punto que la gente se apuntaba a campamentos (los de la OJE, Organización Juvenil Española, que era falangista) para poder comer. Si los madrileños comían mal, los presos no iban a hacerlo mejor ¿Qué le hubiera pasado a Hernández de ser capturado en 1937? Adivínese.
Sobre a la legalidad de las condenas por «auxilio a la rebelión», completamente de acuerdo. Eran un contrasentido. Ahora bien, el otro bando tampoco destacó por sus maneras. En los primeros días se produjo una orgía de matanzas: en la diócesis de mi pueblo, se asesinó al 83% de los religiosos; según cierto «historiador» británico de cuyo nombre no quiero acordarme, solo se asesinó a los curas que se portaban mal, qué malos fueron en mi pueblo. De hecho, dicen que cada uno cuenta la fiesta según le va, y tanto mi familia como la de mi esposa «disfrutaron» del «terror rojo»: a un tío de mi esposa lo asesinaron, a mi abuelo fueron a buscarlo para invitarle a un «paseo» por el terrible crimen de ser devoto, y tuvo que esconderse en el monte, en una caseta donde nació mi madre.
No por eso digo que los «azules» fueran buenos y lo «rojos» malos: mira otros mensajes míos. Simplemente, que ambos bandos fueron sanguinarios. Las matanzas del verano del 36 fueron cometidas por «incontrolados», pero las autoridades no movieron ni un dedo. Ni tampoco después, pues permitieron que los partidos tuvieran «checas», es decir, cárceles privadas, donde los presos estaban no por lo que hubieran hecho sino por considerarlos de «derechas´. De la misma manera, como Madrid acabó en manos de la República, no fueron pocos los antiguos ministros, diputados o lo que sea de partidos de derecha que acabaron asesinados, mientras elementos como Azaña se lamentaban muchos pero sin esforzarse nada.
Por eso vale la pena volver a recordar la insigne figura de Melchor Rodríguez García, el «ángel rojo», un anarquista que se jugó la vida defendiendo a los presos. Tras la guerra fue detenido y juzgado; tras ser absuelto por primera vez, se le volvió a juzgar por lo mismo (viva la legalidad), y condenado.
Hay una anécdota sobre esa condena. El fiscal pidió la pena de muerte (un tal Franco había dicho que nada tenían que temer los que no tuvieran delitos de sangre, una mentirijilla de nada, normal en un criminal), y pidió a la sala si alguien presente quería alegar algo. Se levantó el general Muñoz Grandes, vestido con uniforme de gala y con todas sus condecoraciones, y presentó miles de avales. Aun así fue condenado a veinte años de cárcel, pero fue liberado en 1944.
A Melchor García, en agradecimiento, le ofrecieron sinecuras en la organización sindical franquista, así como tuvo ofertas de trabajos cómodos hechas por quienes había salvado, pero se negó a aceptarlas. En un alarde de bonhomía, no renegó de sus creencias y siguió militando en la CNT (organización anarcosindicalistas), lo que le llevó varias veces a la cárcel.
Lo llamativo es que cuando falleció en 1972, aun en época franquista, asistieron tanto anarquistas como falangistas, fue enterrado con la bandera anarquista sobre el féretro, se cantó la canción prohibida «A las barricadas», y se rezó un padrenuestro. Así se dio tierra a uno de los mejores españoles de la Historia. Al menos, se le han dedicado varias calles.
https://es.wikipedia.org/wiki/Melchor_R ... arc%C3%ADa
Personas como Melchor Rodríguez demuestran que algo pudo hacerse, pero ni se intentó. Es decir, que esos legalistas republicanos fueron tan criminales como sus enemigos.
Saludos