Ismael escribió: El capitán podía declarar más soldados de los que tenía realmente su compañía, y quedarse con los sueldos de esos "soldados virtuales". De vez en cuando había inspección, y entonces se prestaban soldados de una compañía a otra.
También hay quien dice que el tener unidades con menos hombres que los teóricos era una de las cosas que hacía más eficientes a los tercios, en comparación con otros ejércitos contemporáneos.
Lo segundo no es incompatible con lo primero: se pueden tener menos hombres en la compañía, y soslayar los santelmos, plazas muertas o "soldados virtuales".
Marcos de Isaba, en su "Cuerpo enfermo de la milicia española" describía con bastante detalle las múltiples ocasiones en que un oficial [fuera de guerra o de pluma] podía prevaricar en su cargo, aunque lo cierto es que él atribuía el mal a los oficiales del sueldo, y daba el carácter de mero cómplice necesario a los oficiales de la compañía [capitán, alférez y sargento] que se llevaban una parte de lo que el contador, podía llevarse en virtud de su manejo de los libros del sueldo.
Amén de los criados de los oficiales y aún de soldados que se podían hacer pasar en las muestras como soldados, había métodos más sencillos, como simplemente falsificar las listas añadiendo más nombres. Esto imagino que sería más difícil, porque implicaba mayor connivencia entre unos y otros: si los comisarios que tomasen muestra no eran los mismos en todas las ocasiones, podría haber problemas.
En 1538, por este motivo, se reformaron tres tercios que pasaron a uno:
El de Guevara, el del Reino [de Nápoles] y el de Koroni o Corón [también llamado de Lombardía], que pasaron a formar uno sólo, el segundo de Lombardía.
Coincido en que compañías más reducidas serían más fáciles de gobernar, pero luchando en cuadro, por ejemplo, si cada uno tenía claro su papel en la hilera, tampoco importaría demasiado si existía un número relativo alto de oficiales, cuando parece [aunque por arriba apunté que la teoría, hacia 1610, indicaba que hubiera un sargento por hilera] que los oficiales de piqueros tenían preferencia por servir en las primeras hileras, por una cuestión de orgullo.
Tampoco atendiendo en las trincheras sería demasiado fundamental esa relación oficiales/soldados, en tanto el marco de trabajo estaría claro.
Respecto al tamaño ideal de las compañías, no apostaría por ninguna cifra en concreto, pero las cifras que hasta ahora voy entendiendo, hablan de unos 180 soldados sobre los 250 teóricos durante el XVI, para ir disminuyendo, hasta que durante la guerra de devolución 1667-1668 [de ahí no he pasado] serían las reclutas de menos de 100 hombres por compañías, y las ya en activo en Flandes, aún más reducidas.
De todas maneras, por lo menos para 1632, se intentaba que las compañías, que se habían fijado por ordenanza en un límite de 200 hombres, estuvieran completas, y se prefería [ordenando reformar los Tercios que llegasen a Flandes] tener tres Tercios de 15 compañías de 200 hombres completas [que fue el límite que se fijó] que seis Tercios con la mitad de hombres por compañía, y en esto, se pretendía excusar el gasto que originaban los oficiales, tanto por su sueldo como por el fraude que cometían.
Esta reforma la sufrió el Tercio de Idiáquez, que llegando a Flandes acompañando al Cardenal Infante, fue diluido entre los Tercios "Viejos" que en aquel ejército servían.
En 1659, en 6 Tercios de Infantería Española que había en Flandes [al final de la guerra con Francia] había 122 compañías, con 2520 soldados y 1243 oficiales, o sea, un ratio de 2 soldados por oficial. Que había agotamiento, desde luego, pero a mí estas compañías, de poco más de 20 hombres y 10 oficiales, me parecen insostenibles. ¿Para que querrían tantos tambores, si los tendrían a un jeme de la oreja?
Respecto a lo que comentaba el compañero "Tercio Viejo" sin duda la fuerza de los ejércitos de los Austrias residía en la continuidad de los mismos: los soldados nuevos que llegaban a Flandes vía Italia tras haber pasado - o no - un tiempo en los presidios de Italia, se fogueaban con los viejos al lado, de los que recogían el oficio necesario para romper a los enemigos. El precio de esta escuela: una guerra casi continua... ¿o será al revés?
De todas maneras está claro que no todos los Tercios iban a luchar a Flandes, ni todos pasaban por los presidios italianos, ni todos eran reformados de manera que los soldados bisoños acabaran en compañías de Tercios viejos. En todo caso, habría que buscar - como indica Tercio Idiáquez - el origen del sistema en las guerras que en Italia se mantuvieron contra los franceses. La guerra continua exigió continuidad en los ejércitos, y esa continuidad posibilitó una escuela, en tiempos en los que la instrucción y el campamento eran inexistentes.
Por cierto, para quien quiera leer "Estebanillo González":
http://www.cervantesvirtual.com/FichaOb ... ?Ref=31797
Está en tres partes.