Los Panzer alemanes: detrás del mito
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- Recluta
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Algunos videos interesantes e ineditos , de los Panzer , y partes en color .
http://www.youtube.com/watch?v=AjiivyvDPkU
http://www.youtube.com/watch?v=8Yo0kuYXWLI
http://www.youtube.com/watch?v=cHdoGwOwZAo
http://www.youtube.com/watch?v=AjiivyvDPkU
http://www.youtube.com/watch?v=8Yo0kuYXWLI
http://www.youtube.com/watch?v=cHdoGwOwZAo
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VIERNES, DÍA 22
Norte de Nijmegen
A primera hora de la mañana una brigada de la 43ª InfDiv se preparó (por fin) para acompañar a los Guardias y una unidad de reconocimiento logró tomar contacto con los polacos al sur del Rin. SIn embargo el grueso del avance se retrasó y para cuando se pusieron en marcha los alemanes, una vez más, habían tomado medidas y reforzado al KG Reinhold, que defendía sus posiciones en Oosterhout, al este de la carretera hacia Arhem.
La resistencia de Reinhold se prolongó hasta las 17'30, cuando por fin una pequeña fuerza de carros y varias compañías de infantería sobrepasó el bloqueo y avanzó hasta Driel, reuniéndose con los polacos sobre las 20'00. Aprovechando la llegada de los Guardias con dos vehículos Duck los paracaidistas intentaron atravesar el río para reforzar a Urquhart y llevarle suministros, pero los camiones anfibios no lograron entrar en el agua y el cruce se realizó con medios improvisados y escasa fortuna.
Harzer reforzó sus defensas al este de Driel desplegando dos KG (Gerhard y Brinkmann) para asegurarse de que los recién llegados no podrían acercarse al puente de Arhem. Los ingleses estaban por fin en el Rin, con tres días de retraso, pero no podrían ir más allá.
Al sur de Nijmegen
La lucha volvió a recrudecerse en torno a las posiciones de la 101ª aerotransportada. Los refuerzos ingleses afluían con cuentagotas a que al escaso entusiasmo por avanzar del XXX Cuerpo se unía el embudo formado desde Neerpelt y la incompetencia del general O'Connor, del VIII Cuerpo, que debía adelantarse para cubrir los flancos de la penetración, pero no se puso en marcha hasta el día 19 y, en consecuencia, no estaba donde se suponía que debía estar cuando los alemanes contraatacaron.
El núcleo de la fuerza germana era la 107ª PzBri, reforzada con unidades procedentes del KG Walther. La PzBri atacó de forma concentrada al amanecer y poco después del mediodía sus Panther estaban a tiro del puente sobre el Guillermina. Por suerte para la 101ª la coordinación entre los panzer y los PzGr era bastante defectuosa y los paras lograron sostener sus líneas al borde de la ruptura.
Los puentes seguían en manos aliadas, pero los americanos estaban agotados tras cinco días combatiendo casi en solitario y no podían mantener la ruta abierta con sus medios, sobre todo porque estaba claro que los alemanes volverían a intentarlo al día siguiente.
Oosterbeck
Mientras estos combates se desarrollaban al sur del Rin, las tropas al oeste de Arhem estaban pasando por un verdadero infierno. Su perímetro defensivo era tan reducido que todas sus posiciones estaban a tiro de los alemanes y aunque éstos no intentaron romper sus líneas, establecieron un cinturón de artillería alrededor de los restos de la 1ª aerotransportada. Sin apoyo aéreo, los paracaidistas fueron sometidos a un bombardeo ininterrumpido a lo largo del día. Sus propios cañones estaban peligrosamente bajos de munición, y la que quedaba debía economizarse en previsión de un ataque acorazado, así que la única contrabatería de que disponían los asediados era la de las baterías del XXX Cuerpo, al sur del río.
Con el escasísimo refuerzo recibido de los polacos, las previsiones para Urquhart eran cada vez más negras, y no iban a mejorar demasiado, ya que el enemigo se estaba concentrando para destruir la bolsa aliada al día siguiente.
Norte de Nijmegen
A primera hora de la mañana una brigada de la 43ª InfDiv se preparó (por fin) para acompañar a los Guardias y una unidad de reconocimiento logró tomar contacto con los polacos al sur del Rin. SIn embargo el grueso del avance se retrasó y para cuando se pusieron en marcha los alemanes, una vez más, habían tomado medidas y reforzado al KG Reinhold, que defendía sus posiciones en Oosterhout, al este de la carretera hacia Arhem.
La resistencia de Reinhold se prolongó hasta las 17'30, cuando por fin una pequeña fuerza de carros y varias compañías de infantería sobrepasó el bloqueo y avanzó hasta Driel, reuniéndose con los polacos sobre las 20'00. Aprovechando la llegada de los Guardias con dos vehículos Duck los paracaidistas intentaron atravesar el río para reforzar a Urquhart y llevarle suministros, pero los camiones anfibios no lograron entrar en el agua y el cruce se realizó con medios improvisados y escasa fortuna.
Harzer reforzó sus defensas al este de Driel desplegando dos KG (Gerhard y Brinkmann) para asegurarse de que los recién llegados no podrían acercarse al puente de Arhem. Los ingleses estaban por fin en el Rin, con tres días de retraso, pero no podrían ir más allá.
Al sur de Nijmegen
La lucha volvió a recrudecerse en torno a las posiciones de la 101ª aerotransportada. Los refuerzos ingleses afluían con cuentagotas a que al escaso entusiasmo por avanzar del XXX Cuerpo se unía el embudo formado desde Neerpelt y la incompetencia del general O'Connor, del VIII Cuerpo, que debía adelantarse para cubrir los flancos de la penetración, pero no se puso en marcha hasta el día 19 y, en consecuencia, no estaba donde se suponía que debía estar cuando los alemanes contraatacaron.
El núcleo de la fuerza germana era la 107ª PzBri, reforzada con unidades procedentes del KG Walther. La PzBri atacó de forma concentrada al amanecer y poco después del mediodía sus Panther estaban a tiro del puente sobre el Guillermina. Por suerte para la 101ª la coordinación entre los panzer y los PzGr era bastante defectuosa y los paras lograron sostener sus líneas al borde de la ruptura.
Los puentes seguían en manos aliadas, pero los americanos estaban agotados tras cinco días combatiendo casi en solitario y no podían mantener la ruta abierta con sus medios, sobre todo porque estaba claro que los alemanes volverían a intentarlo al día siguiente.
Oosterbeck
Mientras estos combates se desarrollaban al sur del Rin, las tropas al oeste de Arhem estaban pasando por un verdadero infierno. Su perímetro defensivo era tan reducido que todas sus posiciones estaban a tiro de los alemanes y aunque éstos no intentaron romper sus líneas, establecieron un cinturón de artillería alrededor de los restos de la 1ª aerotransportada. Sin apoyo aéreo, los paracaidistas fueron sometidos a un bombardeo ininterrumpido a lo largo del día. Sus propios cañones estaban peligrosamente bajos de munición, y la que quedaba debía economizarse en previsión de un ataque acorazado, así que la única contrabatería de que disponían los asediados era la de las baterías del XXX Cuerpo, al sur del río.
Con el escasísimo refuerzo recibido de los polacos, las previsiones para Urquhart eran cada vez más negras, y no iban a mejorar demasiado, ya que el enemigo se estaba concentrando para destruir la bolsa aliada al día siguiente.
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japa escribió:... la incompetencia del general O'Connor, del VIII Cuerpo, ...
Este general O'Connor fue el mismo que derrotó casi totalmente a los italianos en el Norte de África, si no me equivoco. Cuando leí acerca de la Operación Compass me pareció un general audaz, especialmente para ser inglés, pero la verdad es que más tarde demostró no ser ningún Patton ni nada por el estilo.
Saludos.
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SÁBADO, DÍA 23
Oosterbeck
El perímetro defendido por la 1ª Aerotransportada era una franja más o menos rectangular de terreno a la altura de Oosterbeck, delimitado al norte por la carretera que partía de Arhem y al sur por la orilla del Rin. No llegaba a los dos kilómetros cuadrados y la única protección la daban las casa de la población y los pozos de tirador excavados por los paracaidistas. Pese a las pérdidas sufridas en los días precedentes Urquhart aún disponía de unos 2500 hombres aptos para el combate, pero el número de heridos rozaba el millar, sobrepasando sobradamente las posibilidades de los escasos equipos médicos de los paracaidistas. En cuanto al armamento pesado, el mejor apoyo de los asediados eran 8 cañones de 17 libras y 19 piezas de 6 libras, amén de un par de docenas de obuses de 75 mm. No eran demasiadas bocas de fuego y el área ocupada por los paras era demasiado reducida como para poder hacer lanzamientos con éxito, así que no había demasiada munición disponible.
Bittrich no había dado demasiada importancia a la bolsa de Oosterbeck porque no suponía una amenaza para el puente de Arhem y consideraba mucho más necesaria la contención del avance aliado al sur. Sin embargo la llegada de los carros ingleses a la ribera del Rin cambió la situación: incluso con fuerzas tan menguadas, Urquhart podía defender sus posiciones apoyando un cruce anfibio del río, lo que comprometería seriamente la defensa de Arhem. Model dio órdenes muy claras al respecto: había que acabar con los paracaidistas cuanto antes.
Las líneas de los ingleses fueron machacadas concienzudamente por la artillería germana, pero los intentos de ruptura fueron infructuosos. En los días precedentes los mandos alemanes habían logrado sostener combates defensivos muy exitosos improvisando agrupaciones con fuerzas muy dispares, pero lo que valía para la defensa no era igual de práctico en un ataque. Los paracaidistas eran veteranos bien preparados mientras que los soldados que cercaban la zona eran una mezcolanza de oficinistas, policías, aduaneros, personal de la LW… estructurados en torno a pequeños núcleos duros, principalmente de las Waffen SS. La coordinación en combate de tropas tan heterogéneas se reveló un problema, sobre todo a la hora de combatir en un escenario urbano. El día transcurrió sin que los hombres de Harzer lograran un avance visible, y se decidió hacer un intento definitivo en cuanto hubiera más refuerzos disponibles.
Norte de Nijmegen
A lo largo de la mañana del 23 los Guardias y la 43ª fueron despejando la ruta desde Nijmegen a Driel, y hacia media tarde las posiciones de los paracaidistas polacos habían sido convenientemente reforzadas por una brigada de infantería. Sin embargo el KG Knaust, que defendía el área de Elst, logró mantener sus posiciones, y las tropas del batallón de reconocimiento de los Frundsberg establecieron una nueva línea de defensa más al oeste de la fábrica de ladrillos, casi enfrente de la orilla ocupada por Urquhart. Alcanzar Arhem desde Nijmegen o Driel iba a ser muy difícil.
Sur de Nijmegen
Las tropas alemanas que flanqueaban las posiciones de la 101ª fueron reforzadas y reagrupadas por la noche. Al llegar la madrugada los americanos fueron atacados desde el este por lo restos del 19 PzGrReg y un batallón de cazacarro, mientras un batallón de Fallschirmjäger lo hacía desde el oeste.
Los paracaidistas de la 101ª rechazaron el ataque de sus pares alemanes sin demasiadas dificultades, y la amenaza del VIII Cuerpo, que avanzaba desde el sur, forzó la retirada del resto de los atacantes. Una vez reforzados, los americanos expandieron su perímetro y con ayuda de los carros ingleses expulsaron de la zona a la 107ª PzBri, que trataba de mantener cerrado el camino a Nijmegen. La brigada quedó seriamente diezmada, dejando sobre el terreno más de la mitad de los carros que aún tenía operativos.
La situación alemana se volvió bastante problemática con la llegada del VIII cuerpo y se complicó aún más por una nueva oleada de planeadores que aterrizó sobre media tarde reforzando las posiciones de la 82ª en Nijmegen. Con la ruta desde Neerpelt despejada, rechazar a los aliados al sur del Rin quedaba más allá de las posibilidades de Model, sobre todo ahora que le tiempo empezaba a mejorar y la aviación aliada empezaba a hacer sentir su presencia. Atacantes y defensores estaban en tablas.
Oosterbeck
El perímetro defendido por la 1ª Aerotransportada era una franja más o menos rectangular de terreno a la altura de Oosterbeck, delimitado al norte por la carretera que partía de Arhem y al sur por la orilla del Rin. No llegaba a los dos kilómetros cuadrados y la única protección la daban las casa de la población y los pozos de tirador excavados por los paracaidistas. Pese a las pérdidas sufridas en los días precedentes Urquhart aún disponía de unos 2500 hombres aptos para el combate, pero el número de heridos rozaba el millar, sobrepasando sobradamente las posibilidades de los escasos equipos médicos de los paracaidistas. En cuanto al armamento pesado, el mejor apoyo de los asediados eran 8 cañones de 17 libras y 19 piezas de 6 libras, amén de un par de docenas de obuses de 75 mm. No eran demasiadas bocas de fuego y el área ocupada por los paras era demasiado reducida como para poder hacer lanzamientos con éxito, así que no había demasiada munición disponible.
Bittrich no había dado demasiada importancia a la bolsa de Oosterbeck porque no suponía una amenaza para el puente de Arhem y consideraba mucho más necesaria la contención del avance aliado al sur. Sin embargo la llegada de los carros ingleses a la ribera del Rin cambió la situación: incluso con fuerzas tan menguadas, Urquhart podía defender sus posiciones apoyando un cruce anfibio del río, lo que comprometería seriamente la defensa de Arhem. Model dio órdenes muy claras al respecto: había que acabar con los paracaidistas cuanto antes.
Las líneas de los ingleses fueron machacadas concienzudamente por la artillería germana, pero los intentos de ruptura fueron infructuosos. En los días precedentes los mandos alemanes habían logrado sostener combates defensivos muy exitosos improvisando agrupaciones con fuerzas muy dispares, pero lo que valía para la defensa no era igual de práctico en un ataque. Los paracaidistas eran veteranos bien preparados mientras que los soldados que cercaban la zona eran una mezcolanza de oficinistas, policías, aduaneros, personal de la LW… estructurados en torno a pequeños núcleos duros, principalmente de las Waffen SS. La coordinación en combate de tropas tan heterogéneas se reveló un problema, sobre todo a la hora de combatir en un escenario urbano. El día transcurrió sin que los hombres de Harzer lograran un avance visible, y se decidió hacer un intento definitivo en cuanto hubiera más refuerzos disponibles.
Norte de Nijmegen
A lo largo de la mañana del 23 los Guardias y la 43ª fueron despejando la ruta desde Nijmegen a Driel, y hacia media tarde las posiciones de los paracaidistas polacos habían sido convenientemente reforzadas por una brigada de infantería. Sin embargo el KG Knaust, que defendía el área de Elst, logró mantener sus posiciones, y las tropas del batallón de reconocimiento de los Frundsberg establecieron una nueva línea de defensa más al oeste de la fábrica de ladrillos, casi enfrente de la orilla ocupada por Urquhart. Alcanzar Arhem desde Nijmegen o Driel iba a ser muy difícil.
Sur de Nijmegen
Las tropas alemanas que flanqueaban las posiciones de la 101ª fueron reforzadas y reagrupadas por la noche. Al llegar la madrugada los americanos fueron atacados desde el este por lo restos del 19 PzGrReg y un batallón de cazacarro, mientras un batallón de Fallschirmjäger lo hacía desde el oeste.
Los paracaidistas de la 101ª rechazaron el ataque de sus pares alemanes sin demasiadas dificultades, y la amenaza del VIII Cuerpo, que avanzaba desde el sur, forzó la retirada del resto de los atacantes. Una vez reforzados, los americanos expandieron su perímetro y con ayuda de los carros ingleses expulsaron de la zona a la 107ª PzBri, que trataba de mantener cerrado el camino a Nijmegen. La brigada quedó seriamente diezmada, dejando sobre el terreno más de la mitad de los carros que aún tenía operativos.
La situación alemana se volvió bastante problemática con la llegada del VIII cuerpo y se complicó aún más por una nueva oleada de planeadores que aterrizó sobre media tarde reforzando las posiciones de la 82ª en Nijmegen. Con la ruta desde Neerpelt despejada, rechazar a los aliados al sur del Rin quedaba más allá de las posibilidades de Model, sobre todo ahora que le tiempo empezaba a mejorar y la aviación aliada empezaba a hacer sentir su presencia. Atacantes y defensores estaban en tablas.
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DOMINGO, DÍA 24
Norte de Nijmegen
Con fuerzas cada vez más numerosas en la orilla sur, Horrocks recuperó el optimismo, considerando que aún era posible apoyarse en las fuerzas de Urquhart para cruzar el río, ya que tomar el puente de Arhem desde el Sur estaba más allá de sus posibilidades. Los paracaidistas polacos habían intentado de nuevo cruzar el cauce al amanecer, con resultados muy escasos (apenas 150 hombres lograron reunirse con las tropas de la orilla norte) pero eso no desalentó a los mandos ingleses. Los desesperados informes que se recibían desde Oosterbeck tampoco lograron cambiar los planes británicos, aunque sí los aceleraron, ya que Horrocks y Browning acordaron que si esa noche no se lograba asegurar el paso, Urquhart recibiría la orden de retirarse.
Los polacos recibieron la orden de encabezar el asalto por dos puntos: el embarcadero del ferry y un tramo del río situado más al este, cerca del puente ferroviario volado el día 17. Era un plan muy arriesgado, ya que pondría a los asaltantes en plena línea de fuego alemana y una buena parte de ellos no iría directamente al tramo defendido por los paras, sino que tendría que moverse hacia el oeste según cruzara el río para llegar a las líneas de la 1ª aerotransportada. De cualquier modo era la última oportunidad para amortizar la operación.
No habría ocasión: los alemanes contraatacaron, tratando de aislar a las fuerzas que habían enlazado con los polacos. Un regimiento de Fallschirmjäger, apoyado por varias unidades entresacadas de los KG en el área, cortó la carretera al sur de Veghel interrumpiendo así el flujo de refuerzos aliados. A las 22'00, cuando debía iniciarse el cruce, la 43ª división sólo había logrado hacer llegar al río una media docena de botes de goma.
Pese a todo 250 voluntarios del 4º regimiento de Dorset se lanzaron al agua y trataron de atravesar el río con algunos suministros. Fue en vano: en la oscuridad la mayor parte de las embarcaciones se desorientaron y tocaron tierra frente a posiciones alemanas.
La arteria que unía el Rin con el grueso del XXX Cuerpo estaba seriamente amenazada. Horrocks, fuertemente deprimido, asumió que Garden había fracasado.
Oosterbeck
Harzer debía acabar con la bolsa aliada a lo largo del día, y decidió sacar de primera línea a las unidades improvisadas que hasta entonces habían sostenido el cerco. Además concentró una buena cantidad de equipamiento pesado, incluyendo dos compañías de Tiger II del 506 SpzAbt.
Empero, el ataque que dio comienzo al alba arrancó con malos auspicios: uno de los carros pesados recibió por azar un impacto de mortero en las rejillas de ventilación, quedando prácticamente destruido al reventar su munición. Sus compañeros no fueron de mucha más utilidad, ya que el cúmulo de ruinas urbanas era ideal para emboscar a los asaltantes y a quemarropa incluso los PIAT resultaban letales para los grandes gatos. A lo largo de la mañana 13 vehículos entre panzer y StuG resultaron destruidos o inutilizados por los defensores y pese al diluvio de artillería que apoyaba a los alemanes las líneas británicas resistieron el embate varias horas.
Pese al desesperado valor de los paracaidistas el perímetro apenas medía ya un km de ancho y sólo la contundente acción de la artillería del XXX Cuerpo y algunas escuadrillas de cazabombarderos impidieron que la resistencia colapsara antes de caer la noche. Al disminuir la intensidad de los combates se acordó una tregua para evacuar a los heridos ingleses, que ya sumaban cerca de 1500. Aprovechando el respiro, Urquhart empezó a planificar la retirada, ya que estaba muy claro que nadie iba a cruzar el río en su ayuda.
Norte de Nijmegen
Con fuerzas cada vez más numerosas en la orilla sur, Horrocks recuperó el optimismo, considerando que aún era posible apoyarse en las fuerzas de Urquhart para cruzar el río, ya que tomar el puente de Arhem desde el Sur estaba más allá de sus posibilidades. Los paracaidistas polacos habían intentado de nuevo cruzar el cauce al amanecer, con resultados muy escasos (apenas 150 hombres lograron reunirse con las tropas de la orilla norte) pero eso no desalentó a los mandos ingleses. Los desesperados informes que se recibían desde Oosterbeck tampoco lograron cambiar los planes británicos, aunque sí los aceleraron, ya que Horrocks y Browning acordaron que si esa noche no se lograba asegurar el paso, Urquhart recibiría la orden de retirarse.
Los polacos recibieron la orden de encabezar el asalto por dos puntos: el embarcadero del ferry y un tramo del río situado más al este, cerca del puente ferroviario volado el día 17. Era un plan muy arriesgado, ya que pondría a los asaltantes en plena línea de fuego alemana y una buena parte de ellos no iría directamente al tramo defendido por los paras, sino que tendría que moverse hacia el oeste según cruzara el río para llegar a las líneas de la 1ª aerotransportada. De cualquier modo era la última oportunidad para amortizar la operación.
No habría ocasión: los alemanes contraatacaron, tratando de aislar a las fuerzas que habían enlazado con los polacos. Un regimiento de Fallschirmjäger, apoyado por varias unidades entresacadas de los KG en el área, cortó la carretera al sur de Veghel interrumpiendo así el flujo de refuerzos aliados. A las 22'00, cuando debía iniciarse el cruce, la 43ª división sólo había logrado hacer llegar al río una media docena de botes de goma.
Pese a todo 250 voluntarios del 4º regimiento de Dorset se lanzaron al agua y trataron de atravesar el río con algunos suministros. Fue en vano: en la oscuridad la mayor parte de las embarcaciones se desorientaron y tocaron tierra frente a posiciones alemanas.
La arteria que unía el Rin con el grueso del XXX Cuerpo estaba seriamente amenazada. Horrocks, fuertemente deprimido, asumió que Garden había fracasado.
Oosterbeck
Harzer debía acabar con la bolsa aliada a lo largo del día, y decidió sacar de primera línea a las unidades improvisadas que hasta entonces habían sostenido el cerco. Además concentró una buena cantidad de equipamiento pesado, incluyendo dos compañías de Tiger II del 506 SpzAbt.
Empero, el ataque que dio comienzo al alba arrancó con malos auspicios: uno de los carros pesados recibió por azar un impacto de mortero en las rejillas de ventilación, quedando prácticamente destruido al reventar su munición. Sus compañeros no fueron de mucha más utilidad, ya que el cúmulo de ruinas urbanas era ideal para emboscar a los asaltantes y a quemarropa incluso los PIAT resultaban letales para los grandes gatos. A lo largo de la mañana 13 vehículos entre panzer y StuG resultaron destruidos o inutilizados por los defensores y pese al diluvio de artillería que apoyaba a los alemanes las líneas británicas resistieron el embate varias horas.
Pese al desesperado valor de los paracaidistas el perímetro apenas medía ya un km de ancho y sólo la contundente acción de la artillería del XXX Cuerpo y algunas escuadrillas de cazabombarderos impidieron que la resistencia colapsara antes de caer la noche. Al disminuir la intensidad de los combates se acordó una tregua para evacuar a los heridos ingleses, que ya sumaban cerca de 1500. Aprovechando el respiro, Urquhart empezó a planificar la retirada, ya que estaba muy claro que nadie iba a cruzar el río en su ayuda.
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Y llegamos al final. Mañana expondré el análisis y el finde podré empezar a subir la primera parte de Guardia en el Rin (que lo estabais deseando, lo sé, conozco ese brillo en vuestros pícaros ojillos)
LUNES, DÍA 25
Oosterbeck
A las 6 de la madrugada del lunes Urquhart recibió autorización para retirarse de Arhem y a las 10'30 el general cursó su órdenes al respecto. Un último intento de reabastecimiento aéreo fracasó ante el fuego AA alemán y la llegada de varias escuadrillas de caza, pero a esas alturas ya no era algo que preocupara a los ingleses: su único miedo era que el inicio del repliegue fuera apercibido por los alemanes y todo acabara en un baño de sangre.
Ese temor era más que razonable dada la dureza de los combates el día anterior, pero los alemanes no esperaban algo así. Ignorando que el mando aliado había dado por perdida la situación, los sitiadores confiaban se rendirían en cuanto se les acabaran sus escasos pertrechos, en uno o dos días a lo sumo. Mientras mantenían la presión sobre el perímetro estaban buscando un altavoz potente para exigir la capitulación británica en cuanto hubiera una ruptura de sus defensas. SIn embargo las tropas alemanas, pese al refuerzo de los Tiger II, que fueron distribuidos entre los diversos KG atacantes, no lograron fraccionar la bolsa. La mayor acometida, a primera hora de la tarde, logró avanzar varios centros de metros, pero su ímpetú se agotó antes de que lograra cortar las inglesas al otro lado de la bolsa. La resistencia de los paracaidistas fue mucho más dura de lo que había previsto Harzer y durante la tarde la intensidad de los combates decayó.
El mal tiempo volvió a pesar en el campo de batalla, pero esta vez lo hizo a favor de los aliados: la lluvia empezó a cubrir el campo de batalla sobre media tarde y a la caída de la noche la visibilidad era casi nula. A cubierto de la oscuridad 2398 hombres alcanzaron la orilla y atravesaron el Rin. Market había terminado.
Norte de Nijmegen
A lo largo del lunes los combates se sucedieron en la ruta hacia el Rin, mientras los alemanes trataban de mantener cortada la carretera desde Nijmegen y los aliados hacían lo posible por reabrirla. Al final de la tarde los angloamericanos habían despejado por fin el camino, pero los ingenieros necesitarían algún tiempo para retirar las minas y asegurar el firme. En cualquier caso ya no había urgencia por emplear la vía: sus primeros usuarios nos serían nuevas tropas camino del norte, sino la procesión de los supervivientes de la 1ª Aerotransportada, que durante la mañana del día 26 se arrastraron hacia las líneas aliadas. A pie, porque nadie se acordó de preparar tranportes para los agotados soldados de Urquhart.
La ofensiva aliada estuvo repleta de despropósitos desde su mismo inicio, así que, aunque triste, ese extraño final no era inadecuado para Market Garden.
LUNES, DÍA 25
Oosterbeck
A las 6 de la madrugada del lunes Urquhart recibió autorización para retirarse de Arhem y a las 10'30 el general cursó su órdenes al respecto. Un último intento de reabastecimiento aéreo fracasó ante el fuego AA alemán y la llegada de varias escuadrillas de caza, pero a esas alturas ya no era algo que preocupara a los ingleses: su único miedo era que el inicio del repliegue fuera apercibido por los alemanes y todo acabara en un baño de sangre.
Ese temor era más que razonable dada la dureza de los combates el día anterior, pero los alemanes no esperaban algo así. Ignorando que el mando aliado había dado por perdida la situación, los sitiadores confiaban se rendirían en cuanto se les acabaran sus escasos pertrechos, en uno o dos días a lo sumo. Mientras mantenían la presión sobre el perímetro estaban buscando un altavoz potente para exigir la capitulación británica en cuanto hubiera una ruptura de sus defensas. SIn embargo las tropas alemanas, pese al refuerzo de los Tiger II, que fueron distribuidos entre los diversos KG atacantes, no lograron fraccionar la bolsa. La mayor acometida, a primera hora de la tarde, logró avanzar varios centros de metros, pero su ímpetú se agotó antes de que lograra cortar las inglesas al otro lado de la bolsa. La resistencia de los paracaidistas fue mucho más dura de lo que había previsto Harzer y durante la tarde la intensidad de los combates decayó.
El mal tiempo volvió a pesar en el campo de batalla, pero esta vez lo hizo a favor de los aliados: la lluvia empezó a cubrir el campo de batalla sobre media tarde y a la caída de la noche la visibilidad era casi nula. A cubierto de la oscuridad 2398 hombres alcanzaron la orilla y atravesaron el Rin. Market había terminado.
Norte de Nijmegen
A lo largo del lunes los combates se sucedieron en la ruta hacia el Rin, mientras los alemanes trataban de mantener cortada la carretera desde Nijmegen y los aliados hacían lo posible por reabrirla. Al final de la tarde los angloamericanos habían despejado por fin el camino, pero los ingenieros necesitarían algún tiempo para retirar las minas y asegurar el firme. En cualquier caso ya no había urgencia por emplear la vía: sus primeros usuarios nos serían nuevas tropas camino del norte, sino la procesión de los supervivientes de la 1ª Aerotransportada, que durante la mañana del día 26 se arrastraron hacia las líneas aliadas. A pie, porque nadie se acordó de preparar tranportes para los agotados soldados de Urquhart.
La ofensiva aliada estuvo repleta de despropósitos desde su mismo inicio, así que, aunque triste, ese extraño final no era inadecuado para Market Garden.
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RESUMIENDO
La prensa aliada vendió Market Garden como una gran victoria, una ofensiva triunfal que había logrado alcanzar el 90% de sus objetivos. Es cierto que los carros británicos llegaron al borde del Rin, tomando todos los puentes y cruces del camino salvo el último, luego desde un punto de vista numérico la mentira no era demasiado flagrante. Pero desde el punto de vista operativo el fracaso era completo, porque el objetivo era precisamente atravesar el Rin: los demás objetivos, (los demás puentes) eran medios para llegar hasta el río y cruzarlo, salvando así la barrera que protegía el corazón de Alemania. No hay otro modo de verlo: fue una derrota al 100%
Al acabar la guerra la verdad se abrió paso con incómoda rapidez, y los británicos buscaron algún modo satisfactorio de explicar el desastre y que, a ser posible, no dejara por los suelos la reputación del ejército de Su Majestad. Las causas oficiales de la derrota aliada fueron establecidas en los años sesenta:
• 1. Los paracaidistas ingleses saltaron demasiado lejos de sus objetivos
• 2. Los alemanes descubrieron los planes aliados
• 3. Los paracaidistas tuvieron que enfrentarse a poderosas agrupaciones panzer de las
• 4. Arhem era Un Puente Demasiado Lejano: los paracaidistas no podían resistir hasta que llegara la caballería
• 5. La caballería no llegó a tiempo porque la resistencia alemana frente al XXX Cuerpo era demasiado fuerte
Tres de las causas atribuyen el fracaso a las condiciones de la lucha al norte del Rin, otra a un golpe de mala suerte y la quinta se refiere a la batalla al sur del RIn, Garden. A priori eso parece indicar que la derrota se gestó en la batalla por el puente de Arhem. Veamos que sucede si confrontamos esas conclusiones con la realidad de la batalla que acabamos de describir.
El azar puede descartarse desde el primer momento: el hallazgo de los planes aliados no dio una ventaja significativa a los alemanes porque las líneas básicas de su defensa quedaron establecidas antes de que esa información fuera traducida y analizada por Model y su Estado Mayor.
Vayamos a Arhem. Es cierto que la lejanía de las zonas de lanzamiento impidió que los paracaidistas se apoderaran del lado sur del puente, pero no impidió que tomaran el lado norte. Si en vez de desperdigar sus fuerzas y perder un tiempo precioso en las primeras horas de la batalla Urquhart se hubiera lanzado de inmediato sobre los cruces, hubiera podido capturarlos antes de que se endureciera la resistencia.
En cualquier caso, los paras se hicieron con el lado Sur del puente de Arhem, y lo sostuvieron desde el día 17 hasta la noche del día 20, contra una presión enemiga que era muy superior a la prevista. Ahora bien: a la hora de planear Market Garden se consideró que era imposible que los hombres de Urquhart aguantaran más allá del día 19. SI, como estaba previsto, la división de Guardias hubiera llegado al Rin el día 19, o incluso durante el día 20, el batallón de reconocimiento de la Hohenstaufen, que hasta ese momento era la principal agrupación en la orilla sur, no hubiera podido resistir su embestida. Los Sherman habrían podido atravesar el puente casi sobre la marcha ya que Bittrich había prohibido que el puente se volase, pasara lo que pasara.
Es decir, al margen de lo sucedido en Arhem del 17 al 20 de septiembre, Market Garden podría haber sido un éxito.
Eso nos devuelve a la lista de excusas: hasta el día 23 de junio los únicos medios blindados empleados por los alemanes en Arhem fueron un puñado de viejos Pz III y IV de las escuelas de adiestramientos y unos cuantos StuG. Los primeros refuerzos acorazados llegaron después de que se perdiera el puente, no antes, luego la escena de la película de 1977 en la que los panzer atraviesan el puente invulnerables al fuego de los paracaidistas es, como mucho, una licencia poética.
Así pues, la batalla se perdió porque los Guardias no llegaron, y según la versión oficial, no lo hicieron porque el puente estaba demasiado lejos y la resistencia alemana fue feroz y fanática. Pero no es eso lo que hemos visto: Los Guardias simplemente no avanzaron.
Supongamos que la división de Guardias hubiera actuado como estaba previsto. El primer día los Guardias se detuvieron porque sí cuando sólo habían recorrido 12 km de marcha, y sin un sólo enemigo entre ellos y Eindhoven. Al día siguiente sí hubo resistencia, pero los cañones que frenaron a los Guardias hasta entrada la tarde no estaban ahí el día antes. Así que los carros ingleses podían haber estado en Eindhoven la noche del 17 y los ingenieros habrían podido empezar a tender el puente Bailey sobre el Guillermina durante la madrugada.
Con el Bailey listo hacia el mediodía del día 18, los carros de avanzada habrían podido alcanzar Nijmegen en dos o tres horas (eso es lo que tardaron el día 19), a tiempo para apoyar a los paracaidistas de la 82ª que, recordemos, se enfrentaron ese día en solitario al contraataque encabezado por los Frundsberg. Con el refuerzo de la 5ª brigada acorazada y la segunda oleada de planeadores, Gavin habría podido organizar un asalto en fuerza contra el puente para la mañana siguiente. Un asalto así tiene muchos imponderables, pero no olvidemos que un golpe mucho más desesperado tuvo éxito el día 20, así que podemos suponer que el día 19 sobre el mediodía los Guardias habrían atravesado el puente de Nijmegen.
¿Que distancia había hasta Arhem? Unos 18 km. ¿Qué obstáculos? Ninguno. No hubo defensas firmes en esa carretera hasta el día 21 de septiembre, y pudieron desplegarse sólo porque los ingleses les dieron un respiro de casi 12 horas. Si el día 19 sobre media tarde los carros de la 5ª Brigada hubieran avanzado directamente hacia el norte habrían alcanzado el lado sur del puente en tres, tal vez cuatro horas, atacando a sus defensores por la espalda y enlazando con la 1ª aerotransportada.
Por supuesto muchas cosas podrían haber salido mal, pero los paracaidistas lograron ganar un día extra de plazo, luego incluso con un retraso acumulado de 24 horas los Sherman de Horrocks podrían haber tomado el cruce del Rin.
Es decir, si la vanguardia del XXX simplemente hubiera avanzado de acuerdo a las órdenes recibidas, Market Garden habría sido una victoria, porque la resistencia que fueron encontrando por el camino no hubiera estado allí.
La clave de la batalla no estuvo en Market: los paracaidistas americanos hicieron su trabajo casi a la perfección, los ingleses lo hicieron aceptablemente bien pese a las circunstancias y en cualquier caso todos derrocharon valor y sangre. Los panzer tampoco decidieron nada: las únicas unidades acorazadas bien equipadas que intervinieron, la PzBri 107 y el SpzAbt 506, llegaron más tarde y tuvieron un desempeño muy poco digno, debido a la inexperiencia en un caso y a un empleo inadecuado en el segundo. Y el puente de Arhem, pese a la leyenda, no estaba tan lejos.
La causa de la derrota aliada fue Garden. Por cobardía, por pereza o simplemente por costumbre los mandos del XXX Cuerpo fueron incapaces de actuar con la audacia requerida y rapidez que se requería. En la planificación aliada el tiempo era el factor más importante de todos, y eso fue precisamente lo que perdió la división inglesa: el tiempo. Un tiempo precioso que los alemanes agradecieron y aprovecharon. Para cuando los ingleses llegaron al Rin, la suerte de la batalla ya estaba decidida.
Tras la batalla muchos mandos y soldados alemanes fueron condecorados, pero si alguien se hizo merecedor en esos días de la cruz de hierro fue, sin duda, el general Allan Adair de la División Acorazada de Guardias, un mando típicamente británico que fue capaz de encontrar un pero ante cada oportunidad y que logró rescatar la derrota de entre las fauces de la victoria.
La prensa aliada vendió Market Garden como una gran victoria, una ofensiva triunfal que había logrado alcanzar el 90% de sus objetivos. Es cierto que los carros británicos llegaron al borde del Rin, tomando todos los puentes y cruces del camino salvo el último, luego desde un punto de vista numérico la mentira no era demasiado flagrante. Pero desde el punto de vista operativo el fracaso era completo, porque el objetivo era precisamente atravesar el Rin: los demás objetivos, (los demás puentes) eran medios para llegar hasta el río y cruzarlo, salvando así la barrera que protegía el corazón de Alemania. No hay otro modo de verlo: fue una derrota al 100%
Al acabar la guerra la verdad se abrió paso con incómoda rapidez, y los británicos buscaron algún modo satisfactorio de explicar el desastre y que, a ser posible, no dejara por los suelos la reputación del ejército de Su Majestad. Las causas oficiales de la derrota aliada fueron establecidas en los años sesenta:
• 1. Los paracaidistas ingleses saltaron demasiado lejos de sus objetivos
• 2. Los alemanes descubrieron los planes aliados
• 3. Los paracaidistas tuvieron que enfrentarse a poderosas agrupaciones panzer de las
• 4. Arhem era Un Puente Demasiado Lejano: los paracaidistas no podían resistir hasta que llegara la caballería
• 5. La caballería no llegó a tiempo porque la resistencia alemana frente al XXX Cuerpo era demasiado fuerte
Tres de las causas atribuyen el fracaso a las condiciones de la lucha al norte del Rin, otra a un golpe de mala suerte y la quinta se refiere a la batalla al sur del RIn, Garden. A priori eso parece indicar que la derrota se gestó en la batalla por el puente de Arhem. Veamos que sucede si confrontamos esas conclusiones con la realidad de la batalla que acabamos de describir.
El azar puede descartarse desde el primer momento: el hallazgo de los planes aliados no dio una ventaja significativa a los alemanes porque las líneas básicas de su defensa quedaron establecidas antes de que esa información fuera traducida y analizada por Model y su Estado Mayor.
Vayamos a Arhem. Es cierto que la lejanía de las zonas de lanzamiento impidió que los paracaidistas se apoderaran del lado sur del puente, pero no impidió que tomaran el lado norte. Si en vez de desperdigar sus fuerzas y perder un tiempo precioso en las primeras horas de la batalla Urquhart se hubiera lanzado de inmediato sobre los cruces, hubiera podido capturarlos antes de que se endureciera la resistencia.
En cualquier caso, los paras se hicieron con el lado Sur del puente de Arhem, y lo sostuvieron desde el día 17 hasta la noche del día 20, contra una presión enemiga que era muy superior a la prevista. Ahora bien: a la hora de planear Market Garden se consideró que era imposible que los hombres de Urquhart aguantaran más allá del día 19. SI, como estaba previsto, la división de Guardias hubiera llegado al Rin el día 19, o incluso durante el día 20, el batallón de reconocimiento de la Hohenstaufen, que hasta ese momento era la principal agrupación en la orilla sur, no hubiera podido resistir su embestida. Los Sherman habrían podido atravesar el puente casi sobre la marcha ya que Bittrich había prohibido que el puente se volase, pasara lo que pasara.
Es decir, al margen de lo sucedido en Arhem del 17 al 20 de septiembre, Market Garden podría haber sido un éxito.
Eso nos devuelve a la lista de excusas: hasta el día 23 de junio los únicos medios blindados empleados por los alemanes en Arhem fueron un puñado de viejos Pz III y IV de las escuelas de adiestramientos y unos cuantos StuG. Los primeros refuerzos acorazados llegaron después de que se perdiera el puente, no antes, luego la escena de la película de 1977 en la que los panzer atraviesan el puente invulnerables al fuego de los paracaidistas es, como mucho, una licencia poética.
Así pues, la batalla se perdió porque los Guardias no llegaron, y según la versión oficial, no lo hicieron porque el puente estaba demasiado lejos y la resistencia alemana fue feroz y fanática. Pero no es eso lo que hemos visto: Los Guardias simplemente no avanzaron.
Supongamos que la división de Guardias hubiera actuado como estaba previsto. El primer día los Guardias se detuvieron porque sí cuando sólo habían recorrido 12 km de marcha, y sin un sólo enemigo entre ellos y Eindhoven. Al día siguiente sí hubo resistencia, pero los cañones que frenaron a los Guardias hasta entrada la tarde no estaban ahí el día antes. Así que los carros ingleses podían haber estado en Eindhoven la noche del 17 y los ingenieros habrían podido empezar a tender el puente Bailey sobre el Guillermina durante la madrugada.
Con el Bailey listo hacia el mediodía del día 18, los carros de avanzada habrían podido alcanzar Nijmegen en dos o tres horas (eso es lo que tardaron el día 19), a tiempo para apoyar a los paracaidistas de la 82ª que, recordemos, se enfrentaron ese día en solitario al contraataque encabezado por los Frundsberg. Con el refuerzo de la 5ª brigada acorazada y la segunda oleada de planeadores, Gavin habría podido organizar un asalto en fuerza contra el puente para la mañana siguiente. Un asalto así tiene muchos imponderables, pero no olvidemos que un golpe mucho más desesperado tuvo éxito el día 20, así que podemos suponer que el día 19 sobre el mediodía los Guardias habrían atravesado el puente de Nijmegen.
¿Que distancia había hasta Arhem? Unos 18 km. ¿Qué obstáculos? Ninguno. No hubo defensas firmes en esa carretera hasta el día 21 de septiembre, y pudieron desplegarse sólo porque los ingleses les dieron un respiro de casi 12 horas. Si el día 19 sobre media tarde los carros de la 5ª Brigada hubieran avanzado directamente hacia el norte habrían alcanzado el lado sur del puente en tres, tal vez cuatro horas, atacando a sus defensores por la espalda y enlazando con la 1ª aerotransportada.
Por supuesto muchas cosas podrían haber salido mal, pero los paracaidistas lograron ganar un día extra de plazo, luego incluso con un retraso acumulado de 24 horas los Sherman de Horrocks podrían haber tomado el cruce del Rin.
Es decir, si la vanguardia del XXX simplemente hubiera avanzado de acuerdo a las órdenes recibidas, Market Garden habría sido una victoria, porque la resistencia que fueron encontrando por el camino no hubiera estado allí.
La clave de la batalla no estuvo en Market: los paracaidistas americanos hicieron su trabajo casi a la perfección, los ingleses lo hicieron aceptablemente bien pese a las circunstancias y en cualquier caso todos derrocharon valor y sangre. Los panzer tampoco decidieron nada: las únicas unidades acorazadas bien equipadas que intervinieron, la PzBri 107 y el SpzAbt 506, llegaron más tarde y tuvieron un desempeño muy poco digno, debido a la inexperiencia en un caso y a un empleo inadecuado en el segundo. Y el puente de Arhem, pese a la leyenda, no estaba tan lejos.
La causa de la derrota aliada fue Garden. Por cobardía, por pereza o simplemente por costumbre los mandos del XXX Cuerpo fueron incapaces de actuar con la audacia requerida y rapidez que se requería. En la planificación aliada el tiempo era el factor más importante de todos, y eso fue precisamente lo que perdió la división inglesa: el tiempo. Un tiempo precioso que los alemanes agradecieron y aprovecharon. Para cuando los ingleses llegaron al Rin, la suerte de la batalla ya estaba decidida.
Tras la batalla muchos mandos y soldados alemanes fueron condecorados, pero si alguien se hizo merecedor en esos días de la cruz de hierro fue, sin duda, el general Allan Adair de la División Acorazada de Guardias, un mando típicamente británico que fue capaz de encontrar un pero ante cada oportunidad y que logró rescatar la derrota de entre las fauces de la victoria.
- Von Kleist
- General de Cuerpo de Ejército
- Mensajes: 8241
- Registrado: 18 Dic 2003, 20:01
Buenas
Sin duda, la deficiente actuación del XXX cuerpo tuvo una gran parte de culpa del fracaso de la operación. Pero no hay que olvidar que intervinieron bastantes factores: el mal tiempo (que impidió lanzar la brigada polaca cuando más falta hacía en Arhem), las malas comunicaciones (los equipos de radio no funcionaron) que impidieron una buena coordinación de las unidades paracaidistas, y sobre todo, la mala (y apresurada) planificación de una operación compleja como Market Garden.
Esa mala planificación tuvos dos fallas principales: la negligente labor de inteligencia, que dejó de lado (o directamente ignoró) la potencial amenaza que significaba la presencia del II Cuerpo Panzer SS en Arhem, y sobre todo, la mala elección de la ruta terrestre. El disponer de una sola carretera para todo el XXX CE era una temeridad, ya que al ser la única ruta de aproximación, los planificadores aliados tuvieron que haber previsto que esta era fácilmente bloqueable y que un puñado de defensores y una bateria de cañones podía dar al traste incluso con un avance masivo de los blindados. Y eso no era tener dotes adivinatorias, sino simplente tener la perspectiva de lo que había ocurrido cientos de veces en Normandía, por poner un ejemplo.
Lo dicho, falló sin duda la ejecución, pero sobre todo (a mi modo de ver) la derrota de Arhem fue el fracaso de una mala planificación.
Saludos
La causa de la derrota aliada fue Garden. Por cobardía, por pereza o simplemente por costumbre los mandos del XXX Cuerpo fueron incapaces de actuar con la audacia requerida y rapidez que se requería. En la planificación aliada el tiempo era el factor más importante de todos, y eso fue precisamente lo que perdió la división inglesa: el tiempo. Un tiempo precioso que los alemanes agradecieron y aprovecharon. Para cuando los ingleses llegaron al Rin, la suerte de la batalla ya estaba decidida
Sin duda, la deficiente actuación del XXX cuerpo tuvo una gran parte de culpa del fracaso de la operación. Pero no hay que olvidar que intervinieron bastantes factores: el mal tiempo (que impidió lanzar la brigada polaca cuando más falta hacía en Arhem), las malas comunicaciones (los equipos de radio no funcionaron) que impidieron una buena coordinación de las unidades paracaidistas, y sobre todo, la mala (y apresurada) planificación de una operación compleja como Market Garden.
Esa mala planificación tuvos dos fallas principales: la negligente labor de inteligencia, que dejó de lado (o directamente ignoró) la potencial amenaza que significaba la presencia del II Cuerpo Panzer SS en Arhem, y sobre todo, la mala elección de la ruta terrestre. El disponer de una sola carretera para todo el XXX CE era una temeridad, ya que al ser la única ruta de aproximación, los planificadores aliados tuvieron que haber previsto que esta era fácilmente bloqueable y que un puñado de defensores y una bateria de cañones podía dar al traste incluso con un avance masivo de los blindados. Y eso no era tener dotes adivinatorias, sino simplente tener la perspectiva de lo que había ocurrido cientos de veces en Normandía, por poner un ejemplo.
Lo dicho, falló sin duda la ejecución, pero sobre todo (a mi modo de ver) la derrota de Arhem fue el fracaso de una mala planificación.
Saludos
-
- General de División
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- Registrado: 21 Ago 2004, 12:50
- Ubicación: Madrid
Yo no lo veo tan claro. La mala planificación está ahí, evidentemente, pero el retraso del XXX Cuerpo no puede atribuirse a esa planificación: ni el retraso del día 17 al sur de Eindhoven, ni el del 19 al 21 en Nijmegen se deben a errores en el plan, sino a la negativa de los mandos ingleses a hacer aquello que se les había ordenado.
Supongamos que el lanzamiento sobre Arhem hubiera sido ejecutado correctamente, en un sólo día, a la distancia correcta y sin problemas de concentración: los ingleses pod´rian haber tomado el puente ese día, pero aún a´si hubieran tenido que sostenerlo no hasta el día 19, como estaba previsto, sino hasta la tarde del día 22, tres días más de lo previsto. Y no por que la carretera fuera sólo una, sino porque los Guardias no eran capaces de avanzar más allá de 15 km al día por una carretera despejada sin pararse a esperar refuerzos y a que los alemanes rehicieran sus posiciones, supongo que para tener una excusa para no moverse al día siguiente. Hemos vistos sobrados ejemplos tanto en el Heer como en el US Army y el Ejército Rojo de jefes decididos, dispuestos a aprovechar el momento y la ocasión, pero en el Ejército de Su Majestad esa mentalidad simplemente no existía.
Al margen de los errores del plan, Market Garden fracasó por la incompetencia de los británicos antes que por otras razones.
Supongamos que el lanzamiento sobre Arhem hubiera sido ejecutado correctamente, en un sólo día, a la distancia correcta y sin problemas de concentración: los ingleses pod´rian haber tomado el puente ese día, pero aún a´si hubieran tenido que sostenerlo no hasta el día 19, como estaba previsto, sino hasta la tarde del día 22, tres días más de lo previsto. Y no por que la carretera fuera sólo una, sino porque los Guardias no eran capaces de avanzar más allá de 15 km al día por una carretera despejada sin pararse a esperar refuerzos y a que los alemanes rehicieran sus posiciones, supongo que para tener una excusa para no moverse al día siguiente. Hemos vistos sobrados ejemplos tanto en el Heer como en el US Army y el Ejército Rojo de jefes decididos, dispuestos a aprovechar el momento y la ocasión, pero en el Ejército de Su Majestad esa mentalidad simplemente no existía.
Al margen de los errores del plan, Market Garden fracasó por la incompetencia de los británicos antes que por otras razones.
-
- General de División
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- Registrado: 21 Ago 2004, 12:50
- Ubicación: Madrid
Poniéndonos un poco sarcásticos, supongamos que Urquhart hubiera cumplido sus órdens con el mismo entusiasmo que los hombres de Horrocks. El día 17, cuando Montgomery se fuera a tomar su desayuno se enteraría de que los paracaidistas no habrían subido a los aviones, y al llamar a Urquhart para pedirle explicaciones éste le hubiera dicho…
– Mire, jefe, es que he pensado que a lo mejor en vez de saltar ahora y quedarnos ahí solitos tres días en Holanda sin saber qué hacer, pues nos quedamos aquí calentitos hasta que los de la división de Guardias lleguen al río y saltamos entonces, que es cuando va a hacer falta ¿no?.
– …(Monty cambia de color y se me pone azulado)
_ Ojo, mariscal, que no es por no ir, ¿eh? Que si se tiene que ir, se va, pero ir por ir es tontería
–… (Monty sufre una apoplejía)
– Mire, jefe, es que he pensado que a lo mejor en vez de saltar ahora y quedarnos ahí solitos tres días en Holanda sin saber qué hacer, pues nos quedamos aquí calentitos hasta que los de la división de Guardias lleguen al río y saltamos entonces, que es cuando va a hacer falta ¿no?.
– …(Monty cambia de color y se me pone azulado)
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–… (Monty sufre una apoplejía)
- samurayito
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japa escribió: _ Ojo, mariscal, que no es por no ir, ¿eh? Que si se tiene que ir, se va, pero ir por ir es tontería
–… (Monty sufre una apoplejía)
Nunca hubiese creido que el mejor resumen sobre la Operacion Market Garden fuese una sola frase:
"Que si se tiene que ir, se va, pero ir por ir es tontería"
Enorme!!!!!
Saludos.
-
- Coronel
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- Registrado: 30 Oct 2008, 02:58
japa escribió:Poniéndonos un poco sarcásticos, supongamos que Urquhart hubiera cumplido sus órdens con el mismo entusiasmo que los hombres de Horrocks. El día 17, cuando Montgomery se fuera a tomar su desayuno se enteraría de que los paracaidistas no habrían subido a los aviones, y al llamar a Urquhart para pedirle explicaciones éste le hubiera dicho…
– Mire, jefe, es que he pensado que a lo mejor en vez de saltar ahora y quedarnos ahí solitos tres días en Holanda sin saber qué hacer, pues nos quedamos aquí calentitos hasta que los de la división de Guardias lleguen al río y saltamos entonces, que es cuando va a hacer falta ¿no?.
– …(Monty cambia de color y se me pone azulado)
_ Ojo, mariscal, que no es por no ir, ¿eh? Que si se tiene que ir, se va, pero ir por ir es tontería
–… (Monty sufre una apoplejía)
JAJAJJAJAJAJ
Licenciado en Geografía, Técnico en Gestión Ambiental y Planificación Territorial
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- General de División
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CAMINO DEL RIN (III)
WATCH AM RHEIN: los cisnes cantan antes de morir
La Ofensiva de las Ardenas, también conocida como Batalla de la Protuberancia o, para los alemanes, Guardia en el Rin, es quizás la operación que más ha despertado la atención de los aficionados a los panzer. Los modelistas sienten verdadera pasión por las escenas del avance de Peiper, los amantes de las conspiraciones se deleitan con la misión de Skorzeni y los amigos del debate han planteado innumerables What If sobre cómo podría haber alterado la batalla y la propia guerra un cambio sobre ésta o aquella decisión.
Sin embargo, si miramos con frialdad los hechos acaecidos en diciembre del 44 no hay nada sólido que justifique esa fascinación. Las divisiones que atacaron las líneas americanas eran apenas una sombra de las que había cruzado los mismos caminos cuatro años atrás, sus mandos más brillantes estaban muertos o habían caído en desgracia y los factores que dieron la supremacía a los alemanes en la primera parte de la guerra casi habían desaparecido. Tras la fachada de los poderosos carros alemanes y el espectacular escenario invernal apenas vemos nada sólido que reseñar, sólo la decadencia del Arma forjada por Guderian y unos tristes jirones de lo que en su momento fue uno de los planteamientos tácticos más brillantes del mundo.
Es probable que lo que ha generado ese desmedido interés sea el atractivo de la fachada. El equipamiento alemán del invierno de la fase final de la guerra parece sacado de los sueños de un adolescente: carros Panther y Tiger II, cazacarros JagdPanther y JagdTiger, vehículos disfrazados, cazas a reacción Me262… también los nombres que acompañan a esas armas resultan de lo más impresionante: Dietrich, Skorzeni, Manteuffel, Peiper, Leibstandarte, Panzer Lehr…
Y en eso se queda todo. La ofensiva en la que Hitler depositó sus últimas esperanzas nunca pasó de ser otra cosa que un espejismo. Las (para sus incondicionales) invencibles PzDiv se enfrentaron a unidades americanas de segunda clase y fracasaron. Incluso si hubieran logrado abrirse camino y, contra toda racionalidad, hubieran llegado a campo abierto y proseguido hacia el oeste, sólo habrían entrado profundamente en un cepo que se hubiera cerrado a sus espaldas. Simplemente era demasiado poco y demasiado tarde: la única contribución a la guerra de la batalla de las Ardenas fue la de acelerar su final.
Como ya hemos mencionado anteriormente, la única estrategia que le quedaba a Hitler , aparte de la rendición o el suicidio, era la de ganar tiempo y desgastar a sus enemigos hasta que éstos accedieran a negociar separadamente con él. Pero, al margen de la falta de solidez de esas aspiraciones, un planteamiento semejante requería paciencia, y paciencia era precisamente lo que Hitler nunca tuvo. El mesías nazi vio ante sí un agujero: fiel a sí mismo, no pudo resistir la tentación y saltó de cabeza en él, lanzando a la Panzerwaffe a su última batalla en Occidente.
WATCH AM RHEIN: los cisnes cantan antes de morir
La Ofensiva de las Ardenas, también conocida como Batalla de la Protuberancia o, para los alemanes, Guardia en el Rin, es quizás la operación que más ha despertado la atención de los aficionados a los panzer. Los modelistas sienten verdadera pasión por las escenas del avance de Peiper, los amantes de las conspiraciones se deleitan con la misión de Skorzeni y los amigos del debate han planteado innumerables What If sobre cómo podría haber alterado la batalla y la propia guerra un cambio sobre ésta o aquella decisión.
Sin embargo, si miramos con frialdad los hechos acaecidos en diciembre del 44 no hay nada sólido que justifique esa fascinación. Las divisiones que atacaron las líneas americanas eran apenas una sombra de las que había cruzado los mismos caminos cuatro años atrás, sus mandos más brillantes estaban muertos o habían caído en desgracia y los factores que dieron la supremacía a los alemanes en la primera parte de la guerra casi habían desaparecido. Tras la fachada de los poderosos carros alemanes y el espectacular escenario invernal apenas vemos nada sólido que reseñar, sólo la decadencia del Arma forjada por Guderian y unos tristes jirones de lo que en su momento fue uno de los planteamientos tácticos más brillantes del mundo.
Es probable que lo que ha generado ese desmedido interés sea el atractivo de la fachada. El equipamiento alemán del invierno de la fase final de la guerra parece sacado de los sueños de un adolescente: carros Panther y Tiger II, cazacarros JagdPanther y JagdTiger, vehículos disfrazados, cazas a reacción Me262… también los nombres que acompañan a esas armas resultan de lo más impresionante: Dietrich, Skorzeni, Manteuffel, Peiper, Leibstandarte, Panzer Lehr…
Y en eso se queda todo. La ofensiva en la que Hitler depositó sus últimas esperanzas nunca pasó de ser otra cosa que un espejismo. Las (para sus incondicionales) invencibles PzDiv se enfrentaron a unidades americanas de segunda clase y fracasaron. Incluso si hubieran logrado abrirse camino y, contra toda racionalidad, hubieran llegado a campo abierto y proseguido hacia el oeste, sólo habrían entrado profundamente en un cepo que se hubiera cerrado a sus espaldas. Simplemente era demasiado poco y demasiado tarde: la única contribución a la guerra de la batalla de las Ardenas fue la de acelerar su final.
Como ya hemos mencionado anteriormente, la única estrategia que le quedaba a Hitler , aparte de la rendición o el suicidio, era la de ganar tiempo y desgastar a sus enemigos hasta que éstos accedieran a negociar separadamente con él. Pero, al margen de la falta de solidez de esas aspiraciones, un planteamiento semejante requería paciencia, y paciencia era precisamente lo que Hitler nunca tuvo. El mesías nazi vio ante sí un agujero: fiel a sí mismo, no pudo resistir la tentación y saltó de cabeza en él, lanzando a la Panzerwaffe a su última batalla en Occidente.
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