El Crucero Pesado USS Indianapolis designado (CA-35), era una prestigiosa nave que habia transportado en 1936 al presidente Franklyn D. Roosvelt y a su comitiva, durante su "viaje de buena voluntad" por los paises Suramericanos.
Hacia el final de la guerra, a mediados de 1945, el Indianapolis era el buque insignia de la 5ª Flota Naval de Estados Unidos y se reparaba en San Francisco, de los destrozos que le había causado un avión japonés kamikaze, el 31 de marzo de aquel año en aguas del Pacífico.
El día 16 de julio de 1945, el crucero fue rodeado repentinamente en los muelles por unos agentes, por la policía militar y por unos misteriosos contenedores de plomo que se colocaron en el hangar del buque. Se apostaron guardias en las entradas del hangar con instrucciones expresas de tirar a matar a cualquiera que entrase alli sin autorización.
El crucero fue elegido, por el solo criterio de estar disponible a la mano, para cumplir con una etapa crucial del Proyecto Manhattan. En efecto, el USS Indianapolis no era el buque más rápido, ni el mejor armado, adolecía con defectos estructurales tales como tener el centro de gravedad demasiado elevado y poseía una tripulación relativamente bisoña.
Los tripulantes, incluyendo a su Capitán, Charles Butler McVay III, desconocían que la carga super secreta consistía de Uranio-235 y otros sensibles componentes, ni que estaba vinculada al proyecto Manhattan para la fabricación de la primera bomba atomica. McVay estaba al mando del USS Indianápolis desde noviembre de 1944. Tanto McVay como los tripulantes ignoraban que con aquella misteriosa carga que transportaban, se armarían las dos bombas atómicas que el 6 y 9 de agosto de ese mismo año, serían lanzadas sobre blancos seleccionados en Japón. Los disparadores y otros elementos de las bombas se transportarían por aire.
El presidente Roosvelt se despide de la multitud desde la cubierta del USS Indianapolis, mientras parte desde el puerto de Charleston, Carolina del Sur, en "viaje de buena voluntad" hacia Suramerica, el 18 de noviembre de 1936.
El Indianapolis partió de la bahía de San Francisco al atardecer de ese mismo 16 de julio, envuelto en un pesado manto de secreto. En su interior, llevaba el arma más poderosa jamás creada por el género humano, que tres semanas mas tarde caería sobre la ciudad de Hiroshima. La misión del capitán McVay y su barco, consistía en trasladar la carga a la base aérea norteamericana en Tinian, a la máxima velocidad y sin escolta.
No se debían hacer preguntas sobre la naturaleza de la carga y se instruyó a la tripulación de que no se acercara a la zona del hangar, so pena de recibir una corte marcial o muerte en el acto. McVay fue instruido de que en caso de hundimiento en aguas seguras, la carga era prioritaria sobre la vida de los marinos, y si el siniestro era en aguas hostiles, la carga debía arrojarse por la borda hacia los abismos, antes que cualquier balsa de salvamento.
En sólo diez días el crucero navegó velozmente sin escolta, 5.300 millas náuticas al oeste, hasta la isla de Tinian, en las islas Marianas, base de operaciones de las superfortalezas volantes B-29, donde el 26 de julio de 1945 descargaría finalmente su mortífera carga. El Indianápolis rompió un record de velocidad para ese tipo de navío, solo había repostado lo justo en Pearl Harbor, antes de continuar.
Su misión se había cumplido, sólo estuvo el tiempo necesario en Tinian. Terminada esta misión, el 29 de julio, el barco se dirigió a Guam, unas 100 millas al sur. Por motivos de seguridad, el alto mando no informó sobre las actividades de esta unidad, a través de los conductos regulares del mando central de la marina, por lo que se ignoro que el crucero USS Indianápolis estuviese en el área de Guam.
De allí partió el 30 de julio hacia el Golfo de Leyte, en las Filipinas, para unirse al USS Idaho y realizar las tareas de entrenamiento previo a la ya concebida invasión del Japón. El Indianapolis iniciaría así, como si se le hubiese exculpado por transportar el maligno artefacto atómico, un viaje de regreso al infierno. Un viaje que terminaría en el peor desastre naval en la historia de los EE.UU.
El USS Indianapolis con el presidente Roosvelt a bordo, llega al puerto de Buenos Aires, el 29 de noviembre de 1936 y es recibido calurosamente por el pueblo Argentino.
Al recibir la orden de partida, el Capitán McVay solicitó una escolta naval para el tránsito por las aguas tradicionalmente peligrosas. Pero ésta se le negó, argumentando que las aguas desde Guam hasta las Filipinas "ya estaban limpias" de barcos de guerra japoneses.
El USS Indianápolis navegaba en solitario por la ruta señalada, haciendo zig-zag antisubmarino. Hacia el atardecer, McVay ordenó abandonar el zig-zag para ahorrar en tiempo de desplazamiento. Poco después de la medianoche del 30 de julio, fue percibido por un submarino japonés de Primera Clase, el I-58. El submarino nipón estaba comandado por el capitán Mochitsura Hashimoto, quien esperó que la silueta identificada como un crucero enemigo, estuviera a no menos de 600 mts. No quería fallar.
Minutos despúes de la medianoche el crucero recibió dos impactos de torpedo que sorpresivamente le lanzó el I-58. El primer torpedo dio a proa y prácticamente desintegró esa sección, y el segundo torpedo dio en los generadores eléctricos, que dejaron sin energía al resto de la nave. Debido a que el crucero poseía un centro de gravedad elevado, se inclinó hacia estribor. La tripulación luchó por soltar las balsas, pero más de 300 marinos perecerían ahogados o muertos por el impacto inicial de los torpedos.
El USS Indianapolis se hundió en escasos doce minutos. De sus 1,196 hombres a bordo, aproximadamente 300 perecieron con su barco. El resto, cerca de 880 hombres, quedaron flotando en aguas infestadas de tiburones, sin salvavidas y la mayoría sin comida ni agua. Comenzó entonces para ellos una de las más trágicas historias de naufragio.
A primeras horas del amanecer del 31 de julio aparecieron los primeros tiburones (probablemente tiburones oceánicos de puntas blancas). Durante 4 días, manteniéndose a flote en grupos separados, algunos utilizaron sólo salvavidas individuales y otras balsas de goma que pudieron rescatar del naufragio. Los hombres trataban de sobrevivir al hambre, la sed, la insolación, las heridas y, sobre todo, al ataque de los tiburones.
Submarino japones I-58 y su cuarto de torpedos. La nave, victimaria del USS Indianapolis, fotografiada en enero de 1946 mientras aguardaba su infame destrucción como botin de guerra en la denominada operación "Fin del Camino", en Sasebo, Japon.
Muchos también murieron debido a las alucinaciones que la ingesta de agua salada les provocó, tornándolos histéricos y matando así a algunos de sus propios compañeros. Inexplicablemente, el mando naval norteamericano en Filipinas no se percató de la ausencia del Indianápolis, que debería haber arribado al Golfo de Leyte el 31 de julio. El navío no fue extrañado por la marina durante esos 4 días.
No fue sino hasta la mañana del 2 de agosto que los náufragos fueron avistados, de casualidad pues nadie los buscaba, por un hidroavión Ventura PV-1 de reconocimiento en patrullaje antisubmarino. Inmediatamente comunicó a su base "muchos hombres en el agua", radió su posición y se alejó por falta de combustible.
Un hidroavión PB-Y Catalina fue enviado, y al ver los tiburones atacando, se arriesgó y amerizó, logrando extraer del mar a 56 marinos. El destructor USS Cecil Doyle fue el primer buque que, ya de noche, arribó a la escena. Para el momento que los náufragos fueron rescatados, solamente 316 hombres quedaban con vida, entre ellos, el Capitán McVay. Las pérdidas habían sido de 883 marinos, de los cuales, casi la mitad había sido pasto de los tiburones.
El capitán, Charles Butler McVay III, fue juzgado en una corte marcial y condenado por "poner en peligro su nave al no zig-zagear" a pesar de la enorme evidencia que demostraba, que la propia Marina habia situado al navío en una posición de peligro, a pesar del testimonio del comandante del submarino japonés que indico que zig-zagear no hubiese hecho ninguna diferencia y a pesar del hecho que, mas de 350 naves de la Armada se habian perdido en combate durante la Segunda Guerra Mundial.
Aun así, McVay fue el único capitán que fue juzgado marcialmente durante toda la guerra. El material desclasificado años mas tarde, agregaría evidencia que indicaba, que McVay había servido como chivo expiatorio por los errores de otros en la marina. De cualquier forma, casi todo en la triste saga del USS Indianapolis, fue superlativo. Se convirtió en el primer navío del mundo en transportar un artefacto nuclear, rompió el record de velocidad para su clase a través del Océano Pacifico, fue la penúltima nave de guerra norteamericana en perderse durante la guerra y su tripulación sufrió el ataque de tiburones más pavoroso de la historia naval contemporánea.
Marineros naufragos del USS Indianapolis enfrentaron durante 4 dias el ataque incesante de los Tiburones.
Sobrevivientes del USS Indianapolis reponiendose a bordo del buque logistico USS Basset.
Saludos.
