Volviendo al tema del tópico...
A Merino le importó más su deber
El 14 de enero. Jhon Merino (2do. desde la izq.), al asumir el mando. Foto:EL COMERCIO
El Jefe de Seguridad de la Presidencia es oriundo de Chimborazo y tiene 45 años. En los dos últimos días el uniformado presentó una ‘discreta mejoría’, según los médicos.
Redacción Política
No le han quitado el cargo, porque esperan que regrese. En la oficina de Seguridad de la Presidencia de la República, el espacio de Jhon Merino luce como siempre. Apenas se dan unos pasos dentro de la dependencia y a mano izquierda se lee el rótulo escrito con letras doradas y mayúsculas: “Comandante”.
Las cortinas cafés de su despacho están cerradas y las luces, encendidas. “Solo abrieron para fumigar...”, dice uno de sus compañeros vestido de camuflaje, mientras la rutina continúa al fondo del Palacio de Carondelet.
Jhon Bolívar Merino Barreiro desempeñó el cargo de Jefe de Seguridad desde el 14 de enero de este año y su labor era responder por la integridad del Primer Mandatario, incluso a costa de su propia vida. Y así lo hizo.
El compromiso lo cumplió hasta el 10 de agosto último, pero no fue una bala ni fueron los riesgos que afrontaba en un oficio tan peligroso como la seguridad presidencial los que le afectaron. El virus que aqueja al mundo también lo tomó a él. Fiebre, dolor corporal, tos... fueron los síntomas de la gripe AH1N1 a los que el oficial de la Fuerza Aérea no les prestó atención. Según sus compañeros, el Comandante ocultó su malestar hasta que la enfermedad pudo más que su voluntad.
Durante la posesión presidencial, Merino acompañó al Primer Mandatario hasta la puerta de la Asamblea Nacional, pero sus pulmones no resistieron. Una neumonía complicó su cuadro. A las 11:00 fue trasladado a la unidad de Cuidados Intensivos del Hospital General de las Fuerzas Armadas, en donde aún permanece.
En el departamento de Seguridad de la Presidencia se mantiene la reserva sobre el caso. Sus compañeros no niegan que lo extrañan. “Es buena gente, sociable, saludaba con todos...”, comenta un uniformado. Otros colegas hablan en pasado del comandante Merino: “era, fue, estaba...”, enseguida aclaran:
“Pero aún está vivo”. El mayor Marco Montenegro reemplaza a Merino mientras espera su recuperación. Dice que lo único que está autorizado a decir es que “él cumplía con su trabajo y llevaba siete meses como Comandante de la Seguridad del Señor Presidente”.
Merino es oriundo de Chimborazo, tiene 45 años, es casado y tiene dos hijos. En 1984 ingresó a la Escuela Militar de Aviación. Luego trabajó como Comandante del Grupo de Defensa 314, Subdirector de la Escuela de Infantería Aérea y finalmente como Comandante del Escuadrón de Seguridad de la Casa Presidencial.
Ahora, en el Hospital Militar, un ventilador mecánico y un aparato de diálisis mantienen activos sus signos vitales. Una afección respiratoria y la insuficiencia renal que padece impiden su recuperación. En la casa de salud son cautos al hablar de su estado.
Mariano Granja, director médico de la casa asistencial, cuenta que Merino presenta una “discreta mejoría”, pero trata de no mostrarse optimista: “Estamos en un 2/10 de progreso, hay que aclarar que es una leve mejoría”.
El jueves por la mañana, el presidente Rafael Correa lo visitó; antes se solidarizó con su familia y enfatizó en que fue un error de Merino no comentar sobre su enfermedad y ocultarla. Su familia, que vive en Guayaquil, también está pendiente de él. Los papeles se invirtieron: el Comandante no puede cuidar a los
demás, ahora necesita que otros lo cuiden.
Medidas de seguridad
Las seguridades en la Presidencia de la República siguen extremas. Ningún visitante que ingresa a la Casa de Gobierno puede hacerlo sin que previamente use un gel desinfectante para sus manos. Los militares se encargan de que esa disposición se cumpla todo el tiempo.
Las visitas turísticas al Palacio de Carondelet se restringieron desde la semana anterior. Únicamente pueden acceder 15 personas a la vez, cada 30 minutos.
Todos están en la obligación de usar mascarillas y colocarse el desinfectante en sus manos.
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