La Guerra Peninsular
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La Guerra Peninsular
Bueno, debo decir que esto pensaba escribirlo en el apartado de las guerras de coalición, pero debido a una avería en un disco duro, he perdido todo lo que tenía escrito..gracias a este foro, puedo recuperar lo que puse aquí en su momento, pero el resto lo tengo que reelaborar, con la consiguiente pérdida de tiempo y mengua de la moral.
Como quiera que tengo material sobre la Guerra de 1808 - 1814, pues he pensado abrir un nuevo capítulo para tratarla con más detalle y así adelantar materia, pidiendo perdón por no haberlo podido hacer, como era mi deseo, en el apartado de las guerras de Coalición.
¿Por qué he nombrado al tema como Guerra Peninsular? Ciertamente, porque lo considero el más acertado. Técnicamente nunca fue una guerra de independencia (en ningún momento España dejó de ser una nación soberana, al menos desde un punto de vista jurídico teórico), por lo tanto no opté por la concepción española del conflicto. Los franceses la denominan Guerra de España, y con ser cierto, que fue en España donde se desarrollaran la mayoría de las grandes batallas y donde se desplegó el 80% de las fuerzas francesas, no es menos cierto, que dicho concepto, obvia a nuestro vecino portugués.
Es por ello, que he pensado denominar al post, como dicen los británicos: Guerra Peninsular. Espero que nadie se ofenda por ello.
Saludos
Como quiera que tengo material sobre la Guerra de 1808 - 1814, pues he pensado abrir un nuevo capítulo para tratarla con más detalle y así adelantar materia, pidiendo perdón por no haberlo podido hacer, como era mi deseo, en el apartado de las guerras de Coalición.
¿Por qué he nombrado al tema como Guerra Peninsular? Ciertamente, porque lo considero el más acertado. Técnicamente nunca fue una guerra de independencia (en ningún momento España dejó de ser una nación soberana, al menos desde un punto de vista jurídico teórico), por lo tanto no opté por la concepción española del conflicto. Los franceses la denominan Guerra de España, y con ser cierto, que fue en España donde se desarrollaran la mayoría de las grandes batallas y donde se desplegó el 80% de las fuerzas francesas, no es menos cierto, que dicho concepto, obvia a nuestro vecino portugués.
Es por ello, que he pensado denominar al post, como dicen los británicos: Guerra Peninsular. Espero que nadie se ofenda por ello.
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La Francia postrevolucionaria había quedado plenamente satisfecha con los tratados de Luneville y Amiens: se le reconocieron internacionalmente sus "fronteras naturales": Los Alpes, los Pirineos y el Rin, así como una serie de protectorados o "colchones defensivos" en torno a sus fronteras, tales fueron los casos de las Repúblicas bátava, italiana, helvética y ligúrica, estados satélites que le servían de muralla defensiva a sus fronteras.
Era lógico pensar, por tanto, que alcanzado sus objetivos militares, Francia quería la paz, y disfrutar de las ventajas adquiridas, pero por la misma razón, las naciones que habían sido derrotadas y tuvieron que reconocer las pretensiones francesas, sólo verían dichos tratados como meras treguas hasta recuperar las energías que permitieran el desquite.
El primer cónsul, Napoleón, no ignoraba que las naciones vencidas en Luneville y Amiens, volverían a la guerra tan pronto como pudieran, pero, al menos, pensaba que la paz duraría unos años (8 o 10), que le permitieran dedicarse a la reconstrucción interna de Francia, al desarrollo de un vasto plan de obras públicas y al fomento de las fuentes de riqueza, sin olvidar ni hacer decaer la superioridad del ejército francés en el escenario internacional. Estos planes de Napoleón fueron comunicados por éste al ministro plenipotenciario prusiano, Lucchesini el mismo día en que se firmó la paz de Amiens.
Saludos
Era lógico pensar, por tanto, que alcanzado sus objetivos militares, Francia quería la paz, y disfrutar de las ventajas adquiridas, pero por la misma razón, las naciones que habían sido derrotadas y tuvieron que reconocer las pretensiones francesas, sólo verían dichos tratados como meras treguas hasta recuperar las energías que permitieran el desquite.
El primer cónsul, Napoleón, no ignoraba que las naciones vencidas en Luneville y Amiens, volverían a la guerra tan pronto como pudieran, pero, al menos, pensaba que la paz duraría unos años (8 o 10), que le permitieran dedicarse a la reconstrucción interna de Francia, al desarrollo de un vasto plan de obras públicas y al fomento de las fuentes de riqueza, sin olvidar ni hacer decaer la superioridad del ejército francés en el escenario internacional. Estos planes de Napoleón fueron comunicados por éste al ministro plenipotenciario prusiano, Lucchesini el mismo día en que se firmó la paz de Amiens.
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Para lograr la paz interior, Napoleón comenzó con una anmistía a los emigrados, el 26 de abril de 1802, permitiendo que regresara y devolviéndoles las propiedades que no hubieran sido vendidas a tercero, siempre y cuando jurasen fidelidad a la República. Entre 100.000 y 150.000 emigrados regresaron a Francia, incluido algunos que, combatiendo en las filas vendeanas o en el ejército de Condé, se incorporarían al ejército francés y lucharían, años después, en la Guerra Peninsular. Y unos días después, para premiar y potenciar los servicios al Estado, creó la Legión de Honor.
A todo ello hay que sumar el Concordato con la Santa Sede, en 15 de julio de 1801, que tenía por objeto promover la conciliación entre todos los franceses (ya fuesen azules o blancos) y que, entre otras cosas, acababa con el calendario republicano y, aunque devolvía al Papa el derecho a nombrar a los obispos, y el Estado se comprometía a pagar un sueldo al clero, éste tenía la obligación de jurar la lealtad al Estado y la Iglesia se comprometía a no reclamar las tierras confiscadas durante la Revolución.
En recompensa de la paz lograda, y tras un plebiscito, en que el pueblo francés se mostró favorable casi por unanimidad (3.653.600 votos a favor por 8.272 en contra), el Senado proclamó, el 2 de julio de 1802, a Napoleón Bonaparte, Cónsul Vitalicio, es decir le daba las atribuciones de un monarca aunque sin el título de éste.
Saludos
A todo ello hay que sumar el Concordato con la Santa Sede, en 15 de julio de 1801, que tenía por objeto promover la conciliación entre todos los franceses (ya fuesen azules o blancos) y que, entre otras cosas, acababa con el calendario republicano y, aunque devolvía al Papa el derecho a nombrar a los obispos, y el Estado se comprometía a pagar un sueldo al clero, éste tenía la obligación de jurar la lealtad al Estado y la Iglesia se comprometía a no reclamar las tierras confiscadas durante la Revolución.
En recompensa de la paz lograda, y tras un plebiscito, en que el pueblo francés se mostró favorable casi por unanimidad (3.653.600 votos a favor por 8.272 en contra), el Senado proclamó, el 2 de julio de 1802, a Napoleón Bonaparte, Cónsul Vitalicio, es decir le daba las atribuciones de un monarca aunque sin el título de éste.
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No obstante, el perido de optimismo fue breve. Gran Bretaña se vio dañada por el régimen proteccionista impuesto por Napoleón a los productos de importación. En los medios políticos y financieros británicos, se pensó que tras la paz de Amiens vendría un tratado de libre comercio que abriría los mercados del Continente a los productos británicos. Pero éste no llegó nunca, al contrario, las tasas aranceralias subieron, amenazando a la industria británcia.
Además, los tratados de Luneville y de Amiens, dejaban las manos libres a los franceses en las repúblicas italiana, bátava, helvética y ligúrica y aquellos se aprovecharon para imponer nuevas constituciones que acentuaban la subordinación de esos países al cónsul vitalicio.
Por si fuera poco, los príncipes germanos solicitaron la intervención del Corso en la reorganización del Imperio, tal y como imponía el artículo 7º del tratado de Luneville, que disponía que los príncipes soberanos desposeidos en la orilla izquierda del Rin (anexionada a Francia), serían indemnizados a costa de los Estados Eclesiásticos de la orilla derecha. Y, aunque Bonaparte, solicitó la intervención del Zar de Rusia para que se uniera a él en su función de mediador, lo cierto es que en su laudo favoreció a Prusia, Baviera, Baden y Würtemberg, estados todos ellos dispuestos a secundar su política en contra de los intereses de Austria, cuya influencia en el Imperio quedaba sensiblemente debilitada.
Por todo ello, las élites británicas que habían abogado por la paz de Amiens, no tardaron en abominar de ella y engrosar las filas de la facción belicista encabezada por Pitt y cuyos principales seguidores eran Greenville, Lord Carnavon y Windham. En el Parlamento se calificó aquella paz de "vergonzosa" y hasta el primer ministro Addington, se excusaba de haberla suscrito, alegando la necesidad de economizar las energías y restaurar las agotadas reservas del país para "[i]encontrar una ocasión más oportuna de reanudar la ofensiva con esperanza de éxito"[/i].
Además, los tratados de Luneville y de Amiens, dejaban las manos libres a los franceses en las repúblicas italiana, bátava, helvética y ligúrica y aquellos se aprovecharon para imponer nuevas constituciones que acentuaban la subordinación de esos países al cónsul vitalicio.
Por si fuera poco, los príncipes germanos solicitaron la intervención del Corso en la reorganización del Imperio, tal y como imponía el artículo 7º del tratado de Luneville, que disponía que los príncipes soberanos desposeidos en la orilla izquierda del Rin (anexionada a Francia), serían indemnizados a costa de los Estados Eclesiásticos de la orilla derecha. Y, aunque Bonaparte, solicitó la intervención del Zar de Rusia para que se uniera a él en su función de mediador, lo cierto es que en su laudo favoreció a Prusia, Baviera, Baden y Würtemberg, estados todos ellos dispuestos a secundar su política en contra de los intereses de Austria, cuya influencia en el Imperio quedaba sensiblemente debilitada.
Por todo ello, las élites británicas que habían abogado por la paz de Amiens, no tardaron en abominar de ella y engrosar las filas de la facción belicista encabezada por Pitt y cuyos principales seguidores eran Greenville, Lord Carnavon y Windham. En el Parlamento se calificó aquella paz de "vergonzosa" y hasta el primer ministro Addington, se excusaba de haberla suscrito, alegando la necesidad de economizar las energías y restaurar las agotadas reservas del país para "[i]encontrar una ocasión más oportuna de reanudar la ofensiva con esperanza de éxito"[/i].
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Pues estupendo, amigo Malcolm, debo decir que el tema no está totalmente elaborado, pero como al menos no tengo que empezar de cero como me ha pasado con las guerras de coalición.
Así pues, debido a las presiones del bloque belicista, cuyo poder había aumentado por la política proteccionista que Napoleón había establecido en Francia, Gran Bretaña optó por una actitud muy hostil. Comenzó por negarse a cumplir lo firmado en Luneville y en Amies. Bajo fútiles pretextos, las tropas británicas retrasaban la evacuación de Malta y Alejandría (de esta última no se irían hasta marzo de 1803) y continuó con una violenta campaña de prensa contra el primer cónsul, al que los peridistas ingleses, calificaban, entre otras lindezas, de "ente incalificable", "medio africano y medio europeo", "mulato del mediterráneo" o "negro de Córcega" (vease, por ejemplo, el Morning Post del 1 febrero de 1803).
Es curioso, como para los anglosajones, las palabras "africano" o "negro" la consideraban altamente insultante... y, no debían andar desencaminado si observamos la actitud del Cónsul Vitalicio. Napoleón, un hombre pagado de sí mismo, indudablemente se molestó con esa campaña de prensa (y pienso, que al sobrevalorarla, cayó en la trampa de los periodistas ingleses)... Exigió al gobierno inglés una disculpa formal y pública por las "mentiras" de los periódicos británicos... El gabinete de Londres respondió que en la Gran Bretaña había libertad de prensa y por lo tanto, no podía disculparse de los comentarios y las opiniones de unos periodistas libres e independientes.
Dolido en su orgullo por la negativa de Londres y por la mala fe de su gabinete (que seguía sin evacuar las plazas de Malta y Alejandría), el Cónsul reaccionó de inmediato: Se anexionó el Piamonte (territorio que la tropas francesas mantenían ocupado desde 1800; la anexión simplemente vino a dar un estatus jurídico a una situación de hecho), e intervino militarmente en Helvetia, dónde había estallado la guerra civil entre federales y unionistas. El caudillo francés logró acabar con el conflicto rápidamente, mediante el Acta de de Mediación, del 19 de febrero de 1803, satisfactoria para ambos bandos. Este acta ponía fin a la República de Helvetia y configuraba a Suiza como un estado federal dividido en 18 cantones, todos iguales en derechos y obligaciones.
Aunque con tales medidas (la anexión de Piamonte y la intervención en Suiza), Napoleón no rebasaba la esfera de influencia que los tratados de Luneville y Amiens, le habían otorgado, fueron utilizadas por la facción belicista británica, para intensificar desde finales de 1802, la campaña, en prensa y en el parlamento, contra Francia, incitando al primer ministro, Addington a declarar la ocupación de Malta por tiempo indefinido (violando de esta manera los tratados firmados por Gran Bretaña) y adoptar importantes medidas de rearme: aumentar los efectivos del ejército británico en 66.000 hombres y en 20.000 los de la Royal Navy.
Saludos
Así pues, debido a las presiones del bloque belicista, cuyo poder había aumentado por la política proteccionista que Napoleón había establecido en Francia, Gran Bretaña optó por una actitud muy hostil. Comenzó por negarse a cumplir lo firmado en Luneville y en Amies. Bajo fútiles pretextos, las tropas británicas retrasaban la evacuación de Malta y Alejandría (de esta última no se irían hasta marzo de 1803) y continuó con una violenta campaña de prensa contra el primer cónsul, al que los peridistas ingleses, calificaban, entre otras lindezas, de "ente incalificable", "medio africano y medio europeo", "mulato del mediterráneo" o "negro de Córcega" (vease, por ejemplo, el Morning Post del 1 febrero de 1803).
Es curioso, como para los anglosajones, las palabras "africano" o "negro" la consideraban altamente insultante... y, no debían andar desencaminado si observamos la actitud del Cónsul Vitalicio. Napoleón, un hombre pagado de sí mismo, indudablemente se molestó con esa campaña de prensa (y pienso, que al sobrevalorarla, cayó en la trampa de los periodistas ingleses)... Exigió al gobierno inglés una disculpa formal y pública por las "mentiras" de los periódicos británicos... El gabinete de Londres respondió que en la Gran Bretaña había libertad de prensa y por lo tanto, no podía disculparse de los comentarios y las opiniones de unos periodistas libres e independientes.
Dolido en su orgullo por la negativa de Londres y por la mala fe de su gabinete (que seguía sin evacuar las plazas de Malta y Alejandría), el Cónsul reaccionó de inmediato: Se anexionó el Piamonte (territorio que la tropas francesas mantenían ocupado desde 1800; la anexión simplemente vino a dar un estatus jurídico a una situación de hecho), e intervino militarmente en Helvetia, dónde había estallado la guerra civil entre federales y unionistas. El caudillo francés logró acabar con el conflicto rápidamente, mediante el Acta de de Mediación, del 19 de febrero de 1803, satisfactoria para ambos bandos. Este acta ponía fin a la República de Helvetia y configuraba a Suiza como un estado federal dividido en 18 cantones, todos iguales en derechos y obligaciones.
Aunque con tales medidas (la anexión de Piamonte y la intervención en Suiza), Napoleón no rebasaba la esfera de influencia que los tratados de Luneville y Amiens, le habían otorgado, fueron utilizadas por la facción belicista británica, para intensificar desde finales de 1802, la campaña, en prensa y en el parlamento, contra Francia, incitando al primer ministro, Addington a declarar la ocupación de Malta por tiempo indefinido (violando de esta manera los tratados firmados por Gran Bretaña) y adoptar importantes medidas de rearme: aumentar los efectivos del ejército británico en 66.000 hombres y en 20.000 los de la Royal Navy.
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En España, la paz de Amiens nos vino muy bien, para poder recuperar algo de las energías gastadas. El déficit de nuestra hacienda, debido a la guerra continua desde 1793, ascendía a 5 mil millones de reales. España necesitaba un largo periodo de paz para reanudar nuestro comercio de ultramar y restablecer nuestra maltrecha hacienda. Y la recuperación se había iniciado ya, de hecho, desde 1802, a consecuencia de la tregua marítima consiguiente a los preliminares de Londres, el comercio americano volvía regularmente a Cádiz. Entre febrero de 1802 y septiembre de 1803, llegaron 73 millones de pesos (amén de diferentes artículos) que sirvieron para amortizar la deuda pública, que pasó de un 65 a un 21%
El gobierno español, dirigido por el Príncipe de la Paz, era el primer interesado en mantener el tratado de Amiens el mayor tiempo posible. De hecho, en caso de reanudarse la guerra franco-británica, estaba dispuesto a mantenerse neutral, desentendiéndose bajo cualquier pretexto, del tratado de alianza con la República Francesa. Sin embargo, era posible que el primer cónsul nos exigiera cumplir con nuestras obligaciones, de un modo u otro, por lo que para asegurar la neutralidad, era necesario tener un ejército tan poderoso como nuestra economía nos pudiera permitir, y que disuadiera a cualquiera de los bandos de involucrarnos en el conflicto que se avecinaba. A tal fin, el Real Decreto de 6 de agosto de 1801, encomendaba al generalísimo Godoy la misión de "reorganizar todo el ramo militar de mar y tierra..."
Saludos
El gobierno español, dirigido por el Príncipe de la Paz, era el primer interesado en mantener el tratado de Amiens el mayor tiempo posible. De hecho, en caso de reanudarse la guerra franco-británica, estaba dispuesto a mantenerse neutral, desentendiéndose bajo cualquier pretexto, del tratado de alianza con la República Francesa. Sin embargo, era posible que el primer cónsul nos exigiera cumplir con nuestras obligaciones, de un modo u otro, por lo que para asegurar la neutralidad, era necesario tener un ejército tan poderoso como nuestra economía nos pudiera permitir, y que disuadiera a cualquiera de los bandos de involucrarnos en el conflicto que se avecinaba. A tal fin, el Real Decreto de 6 de agosto de 1801, encomendaba al generalísimo Godoy la misión de "reorganizar todo el ramo militar de mar y tierra..."
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El príncipe de la paz, que no sabía mucho de la guerra, logró el asesoramiento de un grupo de generales ilustres: el marqués de Casa Cagigal, Pardo de Figueroa, Morla y Urrutia. Entre todos realizaron un vasto plan de reformas, que se tradujo en una interesante obra legislativa:
- La Ordenanza de 22 de julio de 1802, organizaba el cuerpo de artillería en 5 regimientos, 3 compañías fijas, 5 compañías de obreros y 4 compañías de invalidos, con un total de 7.522 hombres.
- El Reglamento Orgánico General, de 26 de agosto de 1802: organizaba el arma de infantería en 38 regimientos a 3 batallones de línea cada uno y 12 batallones de infantería ligera, con un efectivo total de 100.166 hombres.
- El Reglamento del 30 de enero de 1803, organizaba el arma de caballería en 12 regimientos de línea, 6 de cazadores y 6 de húsares, todos de 5 escuadrones cada uno, con efectivos totales de 16.200 hombres y 13.000 caballos.
- La Ordenanza de 11 de julio de 1803: organizaba el cuerpo de ingenieros, con una plantilla de 196 oficiales y un regimiento de zapadores - minadores, de dos batallones, con 1.275 hombres.
Saludos
- La Ordenanza de 22 de julio de 1802, organizaba el cuerpo de artillería en 5 regimientos, 3 compañías fijas, 5 compañías de obreros y 4 compañías de invalidos, con un total de 7.522 hombres.
- El Reglamento Orgánico General, de 26 de agosto de 1802: organizaba el arma de infantería en 38 regimientos a 3 batallones de línea cada uno y 12 batallones de infantería ligera, con un efectivo total de 100.166 hombres.
- El Reglamento del 30 de enero de 1803, organizaba el arma de caballería en 12 regimientos de línea, 6 de cazadores y 6 de húsares, todos de 5 escuadrones cada uno, con efectivos totales de 16.200 hombres y 13.000 caballos.
- La Ordenanza de 11 de julio de 1803: organizaba el cuerpo de ingenieros, con una plantilla de 196 oficiales y un regimiento de zapadores - minadores, de dos batallones, con 1.275 hombres.
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Por todo ello, no creo que al generalísimo Godoy se le pueda acusar de dejadez, al menos en lo que atañe a la defensa nacional. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que una cosa son las reformas legales y otra que esas reformas se lleven a la práctica. Toda reforma militar necesita de dos condiciones:
1ª.- Tener tiempo para poder llevarla a cabo (y en este caso no hubo tiempo)
2ª.- Una gran personalidad y prestigio del reformador, que venza la oposición velada de los interese creados, el hábito y la rutina (por ejemplo, la reforma militar alemana, iniciada en 1935, no se había concluido en 1940...) y me temo que Godoy no era el Führer en cuanto a personalidad y carácter...
Como nos retrata el marqués de Lema en su Antecedentes políticos y diplomáticos de los sucesos de 1808, "[i]Godoy era sólo un aficionado a gobernante, con cierto buen deseo... pero allí donde se requerían energía, tesón, la imposición de una gran personalidad, esas pálidas cualidades de poco servían"[/i]
En efecto, el generalísimo nunca destacó por su excesiva personalidad, ni por sus grandes dotes de trabajo, pienso que de haber vivido esta época, sería conocido de todos, un personaje encantador, que se movería como pez en el agua en el mundo de la farándula y la prensa rosa...¡Lástima, qué gran hombre se perdió para las revistas del corazón! y qué político nos cayó encima...
Junto a Godoy, nuestro generalato de inicios del siglo XIX, carecía de una gran personalidad, de un general, en singular, que destacase por su ilustración, experiencia y personalidad, que pudiera imponer su criterio a los demás...
Por todo ello, nuestra reforma militar de 1802 se limitó a una serie de componendas entre los criterios más opuestos. Se llegó al término medio, es decir a coger lo malo de todos los sistema y rechazar lo bueno de cada uno de ellos. Así, en lo relativo a la táctica no se llegó a ningún acuerdo y cada uno de nuestros cuerpos siguió maniobrando con reglamentos diferentes...
En cambio, en los cuerpos de Artillería e Ingenieros se logró un adelanto positivo, como reconoció hasta el mismo Oman, nada dado a propinar elogios a los españoles.
Saludos
1ª.- Tener tiempo para poder llevarla a cabo (y en este caso no hubo tiempo)
2ª.- Una gran personalidad y prestigio del reformador, que venza la oposición velada de los interese creados, el hábito y la rutina (por ejemplo, la reforma militar alemana, iniciada en 1935, no se había concluido en 1940...) y me temo que Godoy no era el Führer en cuanto a personalidad y carácter...
Como nos retrata el marqués de Lema en su Antecedentes políticos y diplomáticos de los sucesos de 1808, "[i]Godoy era sólo un aficionado a gobernante, con cierto buen deseo... pero allí donde se requerían energía, tesón, la imposición de una gran personalidad, esas pálidas cualidades de poco servían"[/i]
En efecto, el generalísimo nunca destacó por su excesiva personalidad, ni por sus grandes dotes de trabajo, pienso que de haber vivido esta época, sería conocido de todos, un personaje encantador, que se movería como pez en el agua en el mundo de la farándula y la prensa rosa...¡Lástima, qué gran hombre se perdió para las revistas del corazón! y qué político nos cayó encima...
Junto a Godoy, nuestro generalato de inicios del siglo XIX, carecía de una gran personalidad, de un general, en singular, que destacase por su ilustración, experiencia y personalidad, que pudiera imponer su criterio a los demás...
Por todo ello, nuestra reforma militar de 1802 se limitó a una serie de componendas entre los criterios más opuestos. Se llegó al término medio, es decir a coger lo malo de todos los sistema y rechazar lo bueno de cada uno de ellos. Así, en lo relativo a la táctica no se llegó a ningún acuerdo y cada uno de nuestros cuerpos siguió maniobrando con reglamentos diferentes...
En cambio, en los cuerpos de Artillería e Ingenieros se logró un adelanto positivo, como reconoció hasta el mismo Oman, nada dado a propinar elogios a los españoles.
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- tercioidiaquez
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Aqualongo me vas a permitir unos apuntes.
Sobre el tema de la reglamentación de las unidades de infantería, el reglamento de 1802 que mencionas, redactado por el entonces coronel Blake por orden del inspector de infantería Negrete estaba basado en el francés.
A pesar de esto, no se llegó a adoptar, ya que se da orden de mantener las ordenanzas de 1768 redactadas por Álvarez de Sotomayor, inspirado en la táctica prusiana (aunque es cierto que hata finales del XIX se habían añadido algunas correcciones)..
También es cierto que muchos jefes de regimiento o batallón incluso aplicaban lo que les salía de las narices.
No me meto con los cambios de 1806 de la división del norte ni con los de 1807 porque todavía no has llegado.
Obtenido de "Historia de la infantería española, entre la ilustración y el romanticismo" (Inspección de infantería).
Sobre lo que comentas de Godoy, una de sus principales intentonas fue reforzar la institución de las milicias, pero especialmente en el reino de Valencia, esto fue saboteado por la nobleza, que en la mayoría de las ocasiones serían ellos mismos los jefes de esas unidades, simplemente por el hecho de ser una medida impulsada por el propio Godoy. Años después con la invasión de Suchet lo lamentaría...
Esto apareció en un número de la extinta "Dragona".
Sobre el tema de la reglamentación de las unidades de infantería, el reglamento de 1802 que mencionas, redactado por el entonces coronel Blake por orden del inspector de infantería Negrete estaba basado en el francés.
A pesar de esto, no se llegó a adoptar, ya que se da orden de mantener las ordenanzas de 1768 redactadas por Álvarez de Sotomayor, inspirado en la táctica prusiana (aunque es cierto que hata finales del XIX se habían añadido algunas correcciones)..
También es cierto que muchos jefes de regimiento o batallón incluso aplicaban lo que les salía de las narices.
No me meto con los cambios de 1806 de la división del norte ni con los de 1807 porque todavía no has llegado.
Obtenido de "Historia de la infantería española, entre la ilustración y el romanticismo" (Inspección de infantería).
Sobre lo que comentas de Godoy, una de sus principales intentonas fue reforzar la institución de las milicias, pero especialmente en el reino de Valencia, esto fue saboteado por la nobleza, que en la mayoría de las ocasiones serían ellos mismos los jefes de esas unidades, simplemente por el hecho de ser una medida impulsada por el propio Godoy. Años después con la invasión de Suchet lo lamentaría...
Esto apareció en un número de la extinta "Dragona".
“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
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Mi buen TercioIdiaquez,
Antes que nada, muchas gracias por participar en esta parte del foro y ampliar mis conocimientos con estos tus aportes. Lo ignoraba, por eso me gustan doblemente.
Sí, además creo que coincidimos en que Godoy, aunque no de grandes luces, no fue tampco ese monstruo que algunos dijeron y escribieron que fue.
En cuanto a la reorganización de la Armada, de las plazas fuertes y de las fábricas de armamento, quedaron supeditadas a la del ejército que se consideró principal..
Con respecto a la relación de navíos que escribí en las guerras de coalición, pues añadir que España en 1805 contaba con 54 navíos (excluidos los buques en reparación, en liquidación y en construcción) y 229 buques (de ellos, 37 fragatas) con casi 100.000 hombres.
Sin embargo, por aquella época, 1802, ni la reorganización del ejército ni de la Armada constituían la máxima preocupación de la Corte, cuya atención estaba centrada en la tramitación de las bodas concertadas entre el príncipe de Asturias, don Fernando y su prima María Antonia de Nápoles y entre el príncipe heredero de este reino, don Francisco y la infanta real María Isabel.
Este proyecto de doble matrimonio causó una gran sorpresa y sensación en los medios diplomáticos de Europa, dada la pública enemistad entre ambas ramas de la Casa de Borbón. Con el único afán de asegurar una corona a su hija, nuestra reina, María Luisa de Parma, como ya había hecho con sus otras dos hijas mayores, Carlota Joaquina y María Luisa, admitió (digamos que "tragó") convertir en princesa de Asturias a una hija de su archienemiga María Carolina.
El príncipe de la paz intentó por todos los medios oponerse a este doble enlace, que introduciría en España las discordias de la corte napolitana, pero los reyes se dejaron convencer por las palabras de los monarcas napolitanos y el 4 de octubre de 1802 se celebró la doble boda en la ciudad condal, con asistencia de todo el cuerpo diplomático, salvo los embajadores de Francia (Saint Cyr acababa de ser reemplazado por Beurnonville, que no llegó a Barcelona hasta el 29 de octubre) y Gran Bretaña (John Hookam Frère, encargado de reanudar las relaciones diplomáticas con España, tras la guerra, no llegó hasta el 8 de diciembre, en que se incorporó en Valencia a la Corte).
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Antes que nada, muchas gracias por participar en esta parte del foro y ampliar mis conocimientos con estos tus aportes. Lo ignoraba, por eso me gustan doblemente.
Sí, además creo que coincidimos en que Godoy, aunque no de grandes luces, no fue tampco ese monstruo que algunos dijeron y escribieron que fue.
En cuanto a la reorganización de la Armada, de las plazas fuertes y de las fábricas de armamento, quedaron supeditadas a la del ejército que se consideró principal..
Con respecto a la relación de navíos que escribí en las guerras de coalición, pues añadir que España en 1805 contaba con 54 navíos (excluidos los buques en reparación, en liquidación y en construcción) y 229 buques (de ellos, 37 fragatas) con casi 100.000 hombres.
Sin embargo, por aquella época, 1802, ni la reorganización del ejército ni de la Armada constituían la máxima preocupación de la Corte, cuya atención estaba centrada en la tramitación de las bodas concertadas entre el príncipe de Asturias, don Fernando y su prima María Antonia de Nápoles y entre el príncipe heredero de este reino, don Francisco y la infanta real María Isabel.
Este proyecto de doble matrimonio causó una gran sorpresa y sensación en los medios diplomáticos de Europa, dada la pública enemistad entre ambas ramas de la Casa de Borbón. Con el único afán de asegurar una corona a su hija, nuestra reina, María Luisa de Parma, como ya había hecho con sus otras dos hijas mayores, Carlota Joaquina y María Luisa, admitió (digamos que "tragó") convertir en princesa de Asturias a una hija de su archienemiga María Carolina.
El príncipe de la paz intentó por todos los medios oponerse a este doble enlace, que introduciría en España las discordias de la corte napolitana, pero los reyes se dejaron convencer por las palabras de los monarcas napolitanos y el 4 de octubre de 1802 se celebró la doble boda en la ciudad condal, con asistencia de todo el cuerpo diplomático, salvo los embajadores de Francia (Saint Cyr acababa de ser reemplazado por Beurnonville, que no llegó a Barcelona hasta el 29 de octubre) y Gran Bretaña (John Hookam Frère, encargado de reanudar las relaciones diplomáticas con España, tras la guerra, no llegó hasta el 8 de diciembre, en que se incorporó en Valencia a la Corte).
Saludos
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¡Hombre Nou_Moles, cuánto bueno por el foro!
Espero que esta guerra la pueda hacer sin que se me rompa ningún cacharro.. mietras reconstruyo la otra...
Pues sí, hacia 1802/03, las relaciones hispanofrancesas no pasaban por su mejor momento. El gobierno español se quejaba amargamente de que la República francesa no hubiese logrado el reconocimiento del Reino de Etruria por parte de Gran Bretaña y de Rusia (anda que lo que preocupaba a los gobenantes españoles... ) y de que las tropas francesas, todavía no lo habían evacuado. Y el gobierno francés, se quejaba del proteccionismo a ultranza establecido en España y que dificultaban enormemente la introducción de productos franceses (sobre todo textiles) en nuestro país (es decir nos acusaban de lo mismo que los británicos les acusaban) y de la detención de un navío francés y de su tripulación, acusado de contrabando.
La discordia aumentó con el fallecimiento del duque Fernando de Parma, el 9 de octubre de 1802. España quería que dicho ducado se incorporara al reino de Etruria mientras que Francia deseaba anexionarse el territorio (siempre se sospechó que el duque fue envenado por lo que hoy denominaríamos servicios de inteligencias franceses). El primer cónsul, a pesar del consejo de regencia nombrado por el duque en su lecho de muerte, se aferró a lo acordado en el Convenio de Aranjuez de 21 de mayo de 1801 y se anexionó el territorio. Sólo estuvo dispuesto a entregar Parma a Etruria si España cedía Florida a Francia. Pero esta oferta fue ampliamente rechazada por el gobierno español... La verdad que ceder Florida para que un reino italiano se quedase con Parma, es de...
saludos
Espero que esta guerra la pueda hacer sin que se me rompa ningún cacharro.. mietras reconstruyo la otra...
Pues sí, hacia 1802/03, las relaciones hispanofrancesas no pasaban por su mejor momento. El gobierno español se quejaba amargamente de que la República francesa no hubiese logrado el reconocimiento del Reino de Etruria por parte de Gran Bretaña y de Rusia (anda que lo que preocupaba a los gobenantes españoles... ) y de que las tropas francesas, todavía no lo habían evacuado. Y el gobierno francés, se quejaba del proteccionismo a ultranza establecido en España y que dificultaban enormemente la introducción de productos franceses (sobre todo textiles) en nuestro país (es decir nos acusaban de lo mismo que los británicos les acusaban) y de la detención de un navío francés y de su tripulación, acusado de contrabando.
La discordia aumentó con el fallecimiento del duque Fernando de Parma, el 9 de octubre de 1802. España quería que dicho ducado se incorporara al reino de Etruria mientras que Francia deseaba anexionarse el territorio (siempre se sospechó que el duque fue envenado por lo que hoy denominaríamos servicios de inteligencias franceses). El primer cónsul, a pesar del consejo de regencia nombrado por el duque en su lecho de muerte, se aferró a lo acordado en el Convenio de Aranjuez de 21 de mayo de 1801 y se anexionó el territorio. Sólo estuvo dispuesto a entregar Parma a Etruria si España cedía Florida a Francia. Pero esta oferta fue ampliamente rechazada por el gobierno español... La verdad que ceder Florida para que un reino italiano se quedase con Parma, es de...
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