Las manos sucias de Companys
Víctimas. Muertos. Torturados. Por miles. Y un responsable de todo ello: Lluis Companys. El nacionalismo le ha convertido en héroe por su injusto final. Pero su ejecución no oculta una trayectoria lamentable.
Los nacionalistas pretenden borrar las responsabilidades de Companys, presidente del Gobierno autónomo republicano. Para ello utilizan el episodio de su lamentable muerte, a manos de un consejo de guerra patrocinado por Franco.
Lo mejor sería olvidar estas cosas, correr el consabido (y para esta ocasión tupidísimo) velo y dedicarnos a asuntos de mayor actualidad e importancia para nosotros. Pero el etnicismo historicista está empeñado en escribir la Historia a su gusto y quiere convertir al impresentable Companys en héroe.
El hecho de que su muerte constituyera un condenable crimen de estado perpetrado por el régimen franquista no puede borrar el lamentable papel que Companys jugó. Un papel de golpista y amparador de asesinos. Y si hay que desempolvar los caváderes más impresentables de nuestro pasado, hagámoslo con todos ellos. Aquí, por desgracia, hay para todo el mundo.
Un historiador, César Alcalá, tiene ahora el valor de publicar un estudio que desvela algunos de los episodios más siniestros de la actuación de Companys. El libro se titula Checas de Barcelona.
En entrevista que publica La Vanguardia, Alcalá comenta algunas de las conclusiones de su investigación:
-¿Cuántas checas hubo en Barcelona?
-Una veintena. En pisos de las calles Muntaner, Sant Elies, Vallmajor, Portal de l´Àngel, Pau Claris, un par en la plaza Catalunya... La de más terrible fama fue la de Sant Elies: se sabía que quien iba allí... jamás volvía.
-¿Por qué?
-Era el apeadero del matadero: desde allí se les llevaba a la Arrabassada o a los cementerios de Les Corts o Montcada i Reixac para tirotearles. También hubo en esa checa un horno crematorio de cadáveres. Anticipándose a los nazis, algunos milicianos arrancaron dientes de oro a los asesinados...
-¿Cuánta gente pasó por las checas?
-¡Miles de catalanes! Algunos pasaban semanas encerrados, a otros los torturaban... y enloquecían.Ala mayoría los tenían en espera de ir sacándolos para matarlos de un tiro.
-¿Quién gestionaba esas checas?
-De julio de 1936 a mayo de 1937, los anarquistas de la CNT-FAI y las patrullas de control (comandadas por Erno Gero, un enviado de Stalin), que recorrían Barcelona quemando iglesias y deteniendo a religiosos, católicos, carlistas, patronos, comerciantes...
-¿Acusándolos de qué?
-De ser gente de misa,gente de orden...
-¿Qué hacía el gobierno de la Generalitat?
-Lo presidía Lluís Companys, que no supo frenar aquellos crímenes, por lo que algu-na responsabilidad de éstos podemos atribuirle. La pregunta es: ¿en qué grado?
-¿Qué respondería usted a esa pregunta?
-Que Companys era el presidente de todos los catalanes..., y 8.352 de ellos fueron asesinados en Catalunya de 1936 a 1939, muchos previo paso por checas. ¡Fue el 0,28% de la población catalana! ¿No debería haber hecho algo Companys para protegerlos?
-¿Qué debería haber hecho?
-No sé, obligar a las patrullas a llevar a los detenidos a la cárcel Modelo, y tutelarlos allí todo el tiempo necesario, evitándoles torturas y preservando de ese modo sus vidas.
-¿Qué tipo de torturas se infligía a los detenidos en las checas de Barcelona?
-Hierros candentes, picanas eléctricas en genitales, levantamientos de uñas, palizas, ahogamientos con agua, mutilaciones... ¡Y el diseño de las checas era ya una tortura!
-¿Por qué?
-Porque eran cubículos de 2x1,5 metros de planta y 2 metros de alto, con un camastro de obra con una inclinación del 20%: si te dormías, caías al suelo. ¡Y el suelo estaba erizado de una serie de tochos que obstaculizaban los pies si intentabas caminar...!
-Buf, qué crueldad...
-Además, las paredes se calafeteaban de alquitrán por fuera y por dentro, con lo que el bochorno era sofocante.Yen una de las paredes se pintaban dameros, espirales, líneas y círculos con el fin de marear al preso...
-Cuénteme algún otro caso.
-Es horrible el de Eusebio Cortés Puigdengolas: fue descuartizado en la checa de Sant Elies y dado de comer a los cerdos...
-Qué espanto...
-Su delito: ser católico. Y la familia quedaba desamparada. A algunos los mataban en el mismo comedor de su casa, ante sus hijos... No hubo ni un juicio. A unos novios que sorprendieron casándose, los detuvieron y mataron, a ellos y al cura. ¡Para aquellos revolucionarios, casarse por la Iglesia era un delito que merecía la muerte!
Un saludo.