Operación Olympic
- flanker33
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Operación Olympic
OPERACIÓN “OLYMPIC”
1.- Orígenes
2.- Planes y preparativos
3.- Las defensas japonesas
4.- Hipótesis
-Eficacia de los ataques suicidas
-Puntos de desembarco
-Armas químicas
-Los soviéticos
-Bajas y posibles resultados
1. ORIGENES
Desde principios del año 1945 resultaba obvio para todos los contendientes en la campaña del Pacifico, que Japón había sido derrotado, y solo cabía preguntarse cuando y a que costo el Imperio del Sol Naciente se rendiría. Como ya se había demostrado con Alemania, los gobiernos más importantes del Eje no tenían intención alguna de rendirse a los aliados, y si en Europa habían tenido que reducir a ruinas Berlín y ocupar toda Alemania para que finalmente se produjese la rendición, a principios de 1945 no parecía que la situación con Japón fuese a ser muy diferente, máxime cuando los japoneses habían dado ya muestras de una resistencia fanática en muchos lugares, cabiendo pensar que en la defensa de su patria esta resistencia no haría más que aumentar si se producía una invasión aliada.
Pero para que se produjera la rendición de Japón no era imprescindible la invasión de su país, o al menos así lo veían importantes miembros de las fuerzas armadas norteamericanas, como el General Arnold, jefe de la USAAF, o Curtis Le May, encargado de los bombardeos estratégicos sobre Japón y cuyos B-29 estaban machacando la industria, las infraestructuras y a la población del archipiélago nipón. Tampoco la Marina estadounidense, con los almirantes King y Nimitz a la cabeza, consideraba imprescindible la ocupación física de las Islas Japonesas, favoreciendo e intensificando su campaña de bloqueo aeronaval, para cortar sus rutas de avituallamiento de minerales esenciales para la industria, combustible y alimentos para la población civil.
Unos y otros pensaban que con estas medidas, o mejor dicho, la combinación de ambas, se produciría la rendición de Japón, aunque también existía un consenso sobre la necesidad de hacer planes de contingencia para llevar a cabo una invasión del territorio enemigo. Era el Ejército, y en concreto el general Mac Arthur, el principal valedor de esta opción, y el mismo se postulaba como comandante en jefe de las fuerzas de esa hipotética invasión, mientras que la marina apostaba por Nimitz en caso de que finalmente tuviera lugar la operación.
Cuando el general Marshall pidió la opinión de Mac Arthur sobre las posibles alternativas sobre la continuación de la guerra con Japón, este expresó su punto de vista sobre una serie de opciones, a saber:
-la expansión de las fuerzas terrestres aliadas hacia el oeste, invadiendo zonas de China, como Shangai o Chosan, y Corea, principalmente el estrecho de Tutshima, con lo que lograrían derrotar importantes contingentes nipones, se reducía el envío de suministros a Japón y ofrecía buenas bases para seguir con el bloqueo y los bombardeos, y a su vez, y si era estrictamente necesario, permitía lanzar una invasión contra Kyushu, la mas meridional de las grandes islas del archipiélago japonés, o Honshu, la mayor de las islas del Japón. En última instancia, esta opción podía llevar a la rendición de Japón. Esta era la opción de la marina, expresada a traves del almirante King, y la denominada operación Longtom.
Mac Arthur era de la opinión de que esta opción distraería las fuerzas del eje principal, las dispersaría, y haría que los Estados Unidos quedasen más atrapados en la cuestión China. Todo esto haría que la invasión de Kyushu se retrasara hasta la llegada de las tropas desde Europa.
-la segunda opción era básicamente la misma que la primera, excepto por que no se contemplaba la ocupación del archipiélago japonés, y era la que más se podía parecer a las ideas que tenían la USAAF, y a las que el general americano se oponía, con argumentos como el que dicha campaña se podía prolongar indefinidamente, o que tan solo el bombardeo de industrias y ciudades como medio para forzar la rendición de una nación, ya se había mostrado fallido en Alemania.
-la tercera opción era la favorita de Mac Arthur, y preveía un ataque directo contra Kyushu y Honshu, ya que permitía establecer el mayor número de aviones a distancias de combate, aplicar todo el poder de las fuerzas combinadas de los Estados Unidos, que ya habían demostrado sus capacidades ofensivas en la larga campaña del Pacifico, y seguir presionando al enemigo para que se rindiera más antes que después. En todo caso, era vista por el general como “la manera más rápida para acabar la guerra”.
Finalmente Mac Arthur explicaba su visión de las defensas japonesas. Para él la Marina Imperial Japonesas, había quedado reducida a la impotencia, mientras que su poder aéreo, se había visto abocado a una serie de ataques descoordinados y suicidas con aviones viejos y de entrenamiento, con pilotos muy bisoños, que harían que el desgaste de dichas fuerzas y su capacidad de infligir daños, decreciese rápidamente, tras el comienzo de la campaña. De todas formas, urgía a que se llevara a cabo lo antes posible dicha invasión para evitar el reforzamiento de las defensas japonesas, y veía el principal problema en las consideraciones logísticas.
Así pues, parecía querer decir que con la supremacía naval y aérea conseguida, y las defensas terrestres aisladas, sin suministros y hambrientas, el éxito de una invasión en suelo japonés era más que probable, y que con ello se terminaría la guerra de manera rápida.
Fue durante la conferencia “Argonaut”, a principios de año, en la mediterránea isla de Malta, cuando les fue presentada a Roosvelt y a Churchill las conclusiones de dichas discusiones. Estas conclusiones esperaban la derrota de Japón 18 meses después de la victoria sobre Alemania y proponía el siguiente curso de acción:
- la captura de Okinawa para intensificar el bloqueo y el bombardeo aéreo sobre Japón, lo que crearía las condiciones favorables para el siguiente paso.
- la invasión de Kyushu, para destruir un importante número de fuerzas japonesas e intensificar más aún el bloqueo y los bombardeos, creando de nuevo, las condiciones tácticas y estratégicas necesarias para llevar a cabo la siguiente fase.
- la invasión decisiva sobre el corazón industrial de Japón a través de la llanura de Tokio.
En una reunión de los Jefes de Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas estadounidenses celebrada el 29 de marzo, se esperaba que la guerra en Europa hubiese terminado para el 1 de julio de 1945, y la toma de Okinawa para mediados de agosto. El plan de invasión de Japón se denomino Operación “Downfall”, y preveía dos operaciones sucesivas: “Olympic” y “Coronet”. La primera supondría la toma de la parte sur de la isla de Kyushu y la segunda, sería la invasión de la parte central de la gran isla de Honsu, alrededor de Tokio. Para ambas fue propuesto un calendario, “Olympic” se llevaría a cabo el 1 de diciembre de 1945 y contaría tan solo con tropas ya desplegadas en el Teatro de Operaciones del Pacifico, mientras que “Coronet” se produciría el 1 de marzo de 1946, y se desplegarían también tropas traídas de Europa.
El 3 de Abril, Mac Arthur fue informado de que completase sus operaciones en Filipinas e hiciese planes y preparativos para la campaña de Japón. Las vertientes anfibias y aéreas de dichos planes, debían coordinarse con Nimitz y Arnold. En una serie de conferencias acaecidas en Manila a mediados de mayo entre Mac Arthur y Nimitz, ambos estuvieron de acuerdo en adelantar el calendario de “Olympic” al 1 de noviembre, a la vez que establecían las líneas maestras de la operación “Downfall”.
El 25 de mayo, fue dada la directiva por parte del Estado Mayor Conjunto de “Olympic”, adelantando la fecha al 1 de noviembre y otorgando el mando general de la operación a Mac Arthur, mientras que Nimitz se haría cargo de la parte naval y anfibia de la misma. Así mismo se instruía a la Fuerza Aérea del Lejano Oriente y las Fuerzas Aéreas Estratégicas, para que colaborase en la preparación y en la ejecución de la campaña.
2. PLANES Y PREPARATIVOS
El objetivo de “Olympic” era Kyushu, una isla de algo más de 350 kilómetros de norte a sur, y entre 150 y 220 kilómetros de este a oeste, siendo principalmente un terreno montañoso, con algunas llanuras en las zonas costeras.
Sus comunicaciones consistían en una red de carreteras deficientes y una línea de ferrocarril igualmente inapropiada para el trasporte militar moderno. Su carretera principal (“Kokudo”o autopista nacional) bordeaba la costa, mientras que una red de carreteras menores serpenteaba por las montañas del interior. Ambas estaban en mal estado y eran vulnerables a la interdicción de la aviación, por su elevado número de puentes, túneles y cuellos de botella. La red ferroviaria, estaba situada en paralelo con la carretera principal, y adolecía de los mismos problemas ante el enemigo que las carreteras.
El concepto general del plan de “Olympic” preveía una invasión del extremo sur de Kyushu, situando el frente final en aproximadamente en la línea Tsuno (en el este) - Sendai, (en la costa oeste), dejando así fuera de su avance el montañoso centro de la isla, que sería más difícil de conquistar, y no aportaría nada de interés, considerándose adecuado el territorio ocupado para el establecimiento de bases navales, aéreas y logísticas.
La flota naval que acompañaría a la invasión sería enorme, y se apoyaba en dos núcleos, la 3ª Flota del almirante Halsey, como unidad de ataque, cuyos buques principales eran 21 portaaviones de escuadra y 10 acorazados, y tenía como misión destruir el mayor número de aviones enemigos así como los restos de las fuerzas navales enemigas, y la 5ª Flota del almirante Spruance, como unidad de transporte y asalto, y que contaba con 26 portaaviones, 13 acorazados, 20 cruceros y docenas y docenas de destructores, además de cerca de 3.000 buques de transporte, asalto y auxiliares provenientes de todo el Teatro de Operaciones.
Las fuerzas seleccionadas para llevar a cabo la fase terrestre de la campaña formaban parte del 6º Ejército de los Estados Unidos, comandado por el General Krueger, un militar nacido en Prusia, que combatió en la guerra de Cuba, y que era uno de los generales favoritos de Mc Arthur. El Ejército se dividía a su vez en el V Cuerpo Anfibio del General Harry Schmidt (2ª, 3ª y 5ª divisiones de infantería de marina, aunque en algunas fuentes aparece la 4ª en lugar de la 2ª, ya que esta era la unidad que iba a tomar parte en un principio, hasta que el 15 de junio se tomó la determinación de cambiarla en el orden de batalla por la 2ª), el I Cuerpo del General Innis P. Swift (25ª, 33ª y 41ª divisiones de infantería), el XI Cuerpo del General Charles P. Hall (1º división de caballería – en realidad una fuerza de infantería-, 43ª y Americal divisiones de infantería) y el IX Cuerpo del General Charles W. Ryder (81ª y 98ª divisiones de infantería). La 40ª División de infantería tomaría parte en acciones preliminares. Como refuerzo inmediato, se habían designado la 77ª división de infantería (en algunos sitios aparece como parte integrante del IX Cuerpo) y la 11ª división aerotransportada. Si las circunstancias lo hacían necesario, se extraerían fuerzas de las destinadas a “Coronet” al ritmo de 3 divisiones extras por mes, a partir de diciembre, ajustándose por tanto el calendario de Coronet en consecuencia.
A pesar de que algún autor americano habla de la inclusión en las fuerzas para “Olympic” de 3 divisiones acorazadas, no he podido encontrar ninguna fuente oficial, o fiable que lo verifique, y de hecho es posible que sea una confusión con las 2 divisiones acorazadas (la 13º y la 20º) que estaban previstas para “Coronet”.
En total, 14 divisiones del Ejército y del Cuerpo de Marines americano (ya que Mac Arthur había dejado claro que no quería tropas inglesas de tierra en “Olympic”), y que en total, contando tropas de apoyo, ascenderían a 766.000 soldados en tierra al mes y medio del día X, y aproximadamente la mitad en los primeros 15 días.
Con el objetivo de ocultar al enemigo el objetivo real de “Olympic”, minimizar las bajas propias y aumentar las posibilidades de una victoria rápida, se creo un plan de engaño denominado Operación “Pastel”, el cual, y a grandes rasgos, preveía engañar a Japón, haciéndoles creer que seguirían la estrategia periférica que había propuesto la Marina, mediante un ataque ficticio a la zona de Shanghai-Chosan en la China continental y otro, igualmente ficticio, en la isla del archipiélago japonés de Shikoku, con fechas previstas de 1 de octubre y 1 de diciembre respectivamente. A un nivel operacional preveía cosas tales como operaciones aéreas incrementadas en las zonas de los asaltos ficticios, el lanzamiento de panfletos sobre Shikoku, falsos rumores esparcidos a través de las emisiones de radio, pero también, directamente a la tropa, sobre una próxima invasión de China por Shanghai, el uso de un cuerpo aerotransportado ficticio, etc…
Pese a este importante esfuerzo por engañar a los japoneses sobre sus objetivos reales, estos ya habían previsto más o menos correctamente el curso de acción de los norteamericanos en una fecha tan temprana como enero del 45, y contemplaban el inevitable ataque contra sus islas principales para finales de año, siendo las zonas con un mayor peligro, la planicie de Tokio y el sur de Kyushu, y aunque todavía quedaban algunas dudas sobre si los americanos seguirían una estrategia periférica antes de atacar el corazón de Japón, las medidas defensivas se estaban tomando como si en efecto, pensaran que las dos zonas antes citadas iban a ser objeto de los próximos y principales ataques. De hecho y conforme avanzaba el año y los acontecimientos, incluso llegaron a predecir con bastante grado de acierto el número de fuerzas americanas que compondrían la invasión y la posible fecha de la misma. Como puede verse, y pese a que desde principios de agosto al 1 de noviembre, podrían haber pasado muchas cosas, parece que el plan de engaño norteamericano, no tenía muchas posibilidades de éxito.
La invasión comenzaría el día 1 de noviembre (día X), y estaría precedida varios días antes de un gran esfuerzo por parte de la 20ª Fuerza Aérea, la aviación con base en los portaviones, y la Fuerza Aérea del Lejano Oriente, con el objetivo de aislar la guarnición de Kyushu, tanto por mar, como las zonas del sur de la isla donde se preveía la invasión, reducir al mínimo la capacidad industrial japonesa, debilitar las fuerzas aéreas enemigas y machacar y desmoralizar a las tropas encargadas de repeler la invasión. Diez días antes del día X se unirían al esfuerzo las labores de desminado y de bombardeo naval, que concluirían el 1 de noviembre con el mayor bombardeo aeronaval que se hubiera visto en el Pacifico.
Pero antes de esto debería tener lugar una operación preparatoria, el día X– 4, que sería llevada a cabo por la 40ª División de Infantería, y que tenía por objetivo la toma de Koshiki, una pequeña isla frente a Sendai, y la captura de 4 pequeñas islas en el vital estrecho de Osumi, que permitirían el paso de las fuerzas anfibias sin problemas a la vez que se establecían bases de emergencia para barcos e hidroaviones.
También, y como medida de decepción y engaño, las embarcaciones que llevarían a bordo al IX Cuerpo de Ejército, se dejarían ver cerca de las aguas de Shikoku, otra isla japonesa entre Kyushu y Honshu, para hacer creer a los nipones que el desembarco se llevaría a cabo en esa isla.
Finalmente, las zonas de invasión fueron seleccionadas para permitir la rápida ocupación de las bahías de Kagoshima y Ariake, y las zonas adyacentes. También se avanzaría en dirección norte hasta ocupar la linea Tsuno-Sendai, donde bloquearían a los refuerzos enemigos provenientes del norte en los pasos montañosos. Más detalladamente, sería como se explica a continuación:
El día X, una fuerza de tres Cuerpos de Ejército desembarcarían en las tres áreas escogidas, el XI Cuerpo tomaría tierra en la bahía de Ariake, y como objetivo principal tendría el asegurar las playas de invasión y tomar Kanoya, para posteriormente dirigirse a asegurar la costa este de la bahía de Kagoshima y enlazar al norte, en Miyakonojo con el I Cuerpo.
El I Cuerpo desembarcaría en la costa sureste, al norte del XI Cuerpo y cerca de Miyazaki. Haría un doble movimiento, uno en dirección al norte para asegurar el flanco derecho de la invasión y detener a los posibles refuerzos provenientes de la mitad norte de Kyushu, y otro para encontrarse en Miyakonojo con el XI Cuerpo y limpiar la zona norte de la bahía de Kagoshima.
El V Cuerpo Anfibio atacaría la zona suroeste de la costa, cerca de Kushikino, y como el I Cuerpo, su objetivos eran asegurar la zona norte ante posibles refuerzos enemigos, despejar la costa oeste de la bahía de Kagoshima y reunirse con sus compañeros del Ejército para formar un frente continuado que siguiese la línea de Sendai a Tsuno (en algunos mapas preparatorios, la línea general de avance estaría lago más al norte, en la linea Miyanojo-Yokamaechi-Kadogawa).
Los planificadores habían previsto que estos objetivos se lograran en un plazo de entre 30 y 120 días, pero cuanto antes se terminara con éxito la misión, más factible resultaría la invasión de Honsu (“Operación Coronet”).
3. LAS DEFENSAS JAPONESAS
Para hacer frente al ataque norteamericano, los japoneses que tenían preparado el plan Ketsu-Go, “Operación Decisiva” (la defensa de las principales islas japonesas), habían desplegado una importante cantidad de fuerzas, cuya misión era vencer al enemigo en el agua, antes de que tocase tierra, pero si no era posible, entonces abogaba por detener la invasión en las playas, contraatacar y echar al enemigo al mar, infringiéndole graves pérdidas, forzándolo así a una paz negociada. Su plan a grandes rasgos consistía en:
1)- En el mar. Una vez avistada la flota invasora, atacarla con todos los medios posibles, tanto aéreos, como navales de superficie o submarinos, y centrándose especialmente en los transportes de tropas y equipo. Para ello contaba con aproximadamente 8.000 aviones a finales de junio, esperándose que su número ascendiese a unos 10.500 para el otoño (unos 5-6.000 como kamikazes). Estos aviones, para los que se estaban reservando el poco combustible que todavía había en Japón, operarían desde aeródromos secretos, para evitar en lo posible que los aviones americanos los destruyesen en sus bombardeos previos. Esperaban que en unos diez días de combate intensivo se hubiese agotado esta fuerza suicida.
La Marina Imperial, impotente a esas alturas para frenar la invasión, intentaría entorpecerla lo máximo posible, mediante el uso de las pocas unidades navales de superficie disponibles, los más de treinta submarinos con los que contaba, y sobre todo, con sus propios medios “especiales”, como torpedos humanos o lanchas suicidas. Los japoneses esperaban que un ataque coordinado y en masa de los medios aéreos y navales los primeros días de la invasión, produjera graves daños a la flota enemiga, que o bien impidiera continuar el ataque, o por lo menos retrasara el ritmo de soldados y material a desembarcar, dando así una oportunidad a las tropas de tierra para derrotar al enemigo. En un juego de guerra de mapas llevado a cabo por oficiales navales y de la aviación en julio del 45, llegaron a la conclusión que su aviación suicida podría hundir unos 500 transportes, mientras que los medios suicidas de la Marina y otros, unos 125, o lo que es lo mismo, el equivalente a 5 divisiones enemigas, más del 30% de las fuerzas esperadas por lo japoneses. Entre estos oficiales, existía el convencimiento que incluso esa cifra era conservadora, y se podía llegar a destruir en el mar a la mitad de las tropas invasoras, mientras que entre otros oficiales del Ejército, pensaban en una cifra más realista de entre el 15 y el 20%.
2)- En tierra, la defensa de Kyushu descansaba sobre las espaldas del 16º Ejército de Área del General Isamu Yokoyama, cuyo Cuartel General se situaba en Futsukaichi, cerca de Fukuoka.
El 16º Ejército estaba compuesto por tres Ejércitos (equivalentes a Cuerpos de Ejército):
-el 56º, con Cuartel General en Lizuka, en la zona norte de Kyushu, que contaba con 4 divisiones de infantería y una brigada acorazada, cuya responsabilidad era la zona norte de la isla y el macizo central.
-el 57º, con Cuartel General en Takarabe, cerca de Miyakonojo. Tenía la responsabilidad de la defensa de la costa suroeste y la llanura de Miyazaki, sería el encargado de enfrentarse al I y XI Cuerpos de Ejércitos norteamericanos. Se componía de 5 divisiones de infantería y 3 brigadas (dos de ellas acorazadas),
-el 40º Ejército, con Cuartel General en Ijuin, cuya área de defensa era la costa suroeste, en la península de Satsuma, y que con 4 divisiones y una brigada de infantería, se enfrentaría al V Cuerpo Anfibio.
Además también había una división y 3 brigadas mixtas independientes.
En total 14 divisiones y 8 brigadas, con elementos de apoyo.
Una vez comenzada la lucha, estaba previsto que al menos 4 divisiones más, llegadas desde Honsu y Shikoku, reforzasen la defensa de Kyushu. Este dispositivo, bastante mayor que el esperado por los norteamericanos al inicio de la planificación de “Olympic”, llegó incluso a forzar que se estudiasen alternativas, que pasaban por invadir Hokkaido al norte, menos defendida, pero más lejana, atacar el norte de Honsu u obviar “Olympic” y pasar directamente a “Coronet”. También se podía volver a la estrategia del estrangulamiento de Japón.
El número de personal militar japonés en Kyushu, se llegó a estimar a principios de agosto, ya con bastante exactitud en unos 600.000 efectivos (existen informes de posguerra en los que se dice que el número total de defensores en Kyushu, podría haber sido de hasta 900.000 efectivos), de los que unos 400.000 pertenecerían al Ejército, 100.000 a la Marina y otros 100.000 a la aviación. Se pensaba que aproximadamente se encontraban desplegados en la zona sur de la isla el 60% de los efectivos totales y 9 de las 14 divisiones.
Por lo tanto, los soldados norteamericanos seguramente se enfrentarían a algo más de 350.000 enemigos en una primera fase ofensiva en la mitad sur de Kyushu, y esta proporción de tropas en contacto inicialmente, de casi 1a1, era lo que, si no se modificaba antes del Día X, preocupaba tanto a los planificadores norteamericanos a finales de julio y principios de agosto.
Yokoyama había previsto defender la isla, al contrario que en otras batallas del Pacifico, desde las mismas playas de invasión (para lo cual influía de manera importante el haber acertado con las potenciales zonas de invasión norteamericanas), pero también en el montañoso interior, para lo cual se esperaba tener fortificada la isla para noviembre gracias al tiempo ganado por los defensores de Okinawa, ya que en junio o julio, las defensas eran inadecuadas para su objetivo.
Las unidades desplegadas en las playas, debían defenderse y aguantar hasta que las reservas móviles llegaran desde el interior para aplastar a los americanos, y aunque el objetivo japonés era ganar la batalla en las playas, por si no lo conseguían, la lucha debía seguir en el interior, en cada pueblo, en cada bosque, en cada montaña, sacrificando soldados y civiles nipones con el fin de hacer el máximo número de bajas posible al enemigo, para que, avocados a una gran sangría entre sus tropas, se viese presionado por sus propios ciudadanos a negociar una salida al conflicto en condiciones que no fuesen la rendición incondicional del Japón.
3)- Medidas extremas. Si llegado el caso, los americanos se impusieran a las fuerzas japonesas, se podría haber recurrido a medidas extraordinarias (a parte de las acciones suicidas, ya de por si totalmente extremas, claro está, pero tenidas en el Japón en esas fecha como algo “aceptable”). Me estoy refiriendo al uso de armas químicas en combate contra soldados americanos, y sobre lo que volveré más tarde.
1.- Orígenes
2.- Planes y preparativos
3.- Las defensas japonesas
4.- Hipótesis
-Eficacia de los ataques suicidas
-Puntos de desembarco
-Armas químicas
-Los soviéticos
-Bajas y posibles resultados
1. ORIGENES
Desde principios del año 1945 resultaba obvio para todos los contendientes en la campaña del Pacifico, que Japón había sido derrotado, y solo cabía preguntarse cuando y a que costo el Imperio del Sol Naciente se rendiría. Como ya se había demostrado con Alemania, los gobiernos más importantes del Eje no tenían intención alguna de rendirse a los aliados, y si en Europa habían tenido que reducir a ruinas Berlín y ocupar toda Alemania para que finalmente se produjese la rendición, a principios de 1945 no parecía que la situación con Japón fuese a ser muy diferente, máxime cuando los japoneses habían dado ya muestras de una resistencia fanática en muchos lugares, cabiendo pensar que en la defensa de su patria esta resistencia no haría más que aumentar si se producía una invasión aliada.
Pero para que se produjera la rendición de Japón no era imprescindible la invasión de su país, o al menos así lo veían importantes miembros de las fuerzas armadas norteamericanas, como el General Arnold, jefe de la USAAF, o Curtis Le May, encargado de los bombardeos estratégicos sobre Japón y cuyos B-29 estaban machacando la industria, las infraestructuras y a la población del archipiélago nipón. Tampoco la Marina estadounidense, con los almirantes King y Nimitz a la cabeza, consideraba imprescindible la ocupación física de las Islas Japonesas, favoreciendo e intensificando su campaña de bloqueo aeronaval, para cortar sus rutas de avituallamiento de minerales esenciales para la industria, combustible y alimentos para la población civil.
Unos y otros pensaban que con estas medidas, o mejor dicho, la combinación de ambas, se produciría la rendición de Japón, aunque también existía un consenso sobre la necesidad de hacer planes de contingencia para llevar a cabo una invasión del territorio enemigo. Era el Ejército, y en concreto el general Mac Arthur, el principal valedor de esta opción, y el mismo se postulaba como comandante en jefe de las fuerzas de esa hipotética invasión, mientras que la marina apostaba por Nimitz en caso de que finalmente tuviera lugar la operación.
Cuando el general Marshall pidió la opinión de Mac Arthur sobre las posibles alternativas sobre la continuación de la guerra con Japón, este expresó su punto de vista sobre una serie de opciones, a saber:
-la expansión de las fuerzas terrestres aliadas hacia el oeste, invadiendo zonas de China, como Shangai o Chosan, y Corea, principalmente el estrecho de Tutshima, con lo que lograrían derrotar importantes contingentes nipones, se reducía el envío de suministros a Japón y ofrecía buenas bases para seguir con el bloqueo y los bombardeos, y a su vez, y si era estrictamente necesario, permitía lanzar una invasión contra Kyushu, la mas meridional de las grandes islas del archipiélago japonés, o Honshu, la mayor de las islas del Japón. En última instancia, esta opción podía llevar a la rendición de Japón. Esta era la opción de la marina, expresada a traves del almirante King, y la denominada operación Longtom.
Mac Arthur era de la opinión de que esta opción distraería las fuerzas del eje principal, las dispersaría, y haría que los Estados Unidos quedasen más atrapados en la cuestión China. Todo esto haría que la invasión de Kyushu se retrasara hasta la llegada de las tropas desde Europa.
-la segunda opción era básicamente la misma que la primera, excepto por que no se contemplaba la ocupación del archipiélago japonés, y era la que más se podía parecer a las ideas que tenían la USAAF, y a las que el general americano se oponía, con argumentos como el que dicha campaña se podía prolongar indefinidamente, o que tan solo el bombardeo de industrias y ciudades como medio para forzar la rendición de una nación, ya se había mostrado fallido en Alemania.
-la tercera opción era la favorita de Mac Arthur, y preveía un ataque directo contra Kyushu y Honshu, ya que permitía establecer el mayor número de aviones a distancias de combate, aplicar todo el poder de las fuerzas combinadas de los Estados Unidos, que ya habían demostrado sus capacidades ofensivas en la larga campaña del Pacifico, y seguir presionando al enemigo para que se rindiera más antes que después. En todo caso, era vista por el general como “la manera más rápida para acabar la guerra”.
Finalmente Mac Arthur explicaba su visión de las defensas japonesas. Para él la Marina Imperial Japonesas, había quedado reducida a la impotencia, mientras que su poder aéreo, se había visto abocado a una serie de ataques descoordinados y suicidas con aviones viejos y de entrenamiento, con pilotos muy bisoños, que harían que el desgaste de dichas fuerzas y su capacidad de infligir daños, decreciese rápidamente, tras el comienzo de la campaña. De todas formas, urgía a que se llevara a cabo lo antes posible dicha invasión para evitar el reforzamiento de las defensas japonesas, y veía el principal problema en las consideraciones logísticas.
Así pues, parecía querer decir que con la supremacía naval y aérea conseguida, y las defensas terrestres aisladas, sin suministros y hambrientas, el éxito de una invasión en suelo japonés era más que probable, y que con ello se terminaría la guerra de manera rápida.
Fue durante la conferencia “Argonaut”, a principios de año, en la mediterránea isla de Malta, cuando les fue presentada a Roosvelt y a Churchill las conclusiones de dichas discusiones. Estas conclusiones esperaban la derrota de Japón 18 meses después de la victoria sobre Alemania y proponía el siguiente curso de acción:
- la captura de Okinawa para intensificar el bloqueo y el bombardeo aéreo sobre Japón, lo que crearía las condiciones favorables para el siguiente paso.
- la invasión de Kyushu, para destruir un importante número de fuerzas japonesas e intensificar más aún el bloqueo y los bombardeos, creando de nuevo, las condiciones tácticas y estratégicas necesarias para llevar a cabo la siguiente fase.
- la invasión decisiva sobre el corazón industrial de Japón a través de la llanura de Tokio.
En una reunión de los Jefes de Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas estadounidenses celebrada el 29 de marzo, se esperaba que la guerra en Europa hubiese terminado para el 1 de julio de 1945, y la toma de Okinawa para mediados de agosto. El plan de invasión de Japón se denomino Operación “Downfall”, y preveía dos operaciones sucesivas: “Olympic” y “Coronet”. La primera supondría la toma de la parte sur de la isla de Kyushu y la segunda, sería la invasión de la parte central de la gran isla de Honsu, alrededor de Tokio. Para ambas fue propuesto un calendario, “Olympic” se llevaría a cabo el 1 de diciembre de 1945 y contaría tan solo con tropas ya desplegadas en el Teatro de Operaciones del Pacifico, mientras que “Coronet” se produciría el 1 de marzo de 1946, y se desplegarían también tropas traídas de Europa.
El 3 de Abril, Mac Arthur fue informado de que completase sus operaciones en Filipinas e hiciese planes y preparativos para la campaña de Japón. Las vertientes anfibias y aéreas de dichos planes, debían coordinarse con Nimitz y Arnold. En una serie de conferencias acaecidas en Manila a mediados de mayo entre Mac Arthur y Nimitz, ambos estuvieron de acuerdo en adelantar el calendario de “Olympic” al 1 de noviembre, a la vez que establecían las líneas maestras de la operación “Downfall”.
El 25 de mayo, fue dada la directiva por parte del Estado Mayor Conjunto de “Olympic”, adelantando la fecha al 1 de noviembre y otorgando el mando general de la operación a Mac Arthur, mientras que Nimitz se haría cargo de la parte naval y anfibia de la misma. Así mismo se instruía a la Fuerza Aérea del Lejano Oriente y las Fuerzas Aéreas Estratégicas, para que colaborase en la preparación y en la ejecución de la campaña.
2. PLANES Y PREPARATIVOS
El objetivo de “Olympic” era Kyushu, una isla de algo más de 350 kilómetros de norte a sur, y entre 150 y 220 kilómetros de este a oeste, siendo principalmente un terreno montañoso, con algunas llanuras en las zonas costeras.
Sus comunicaciones consistían en una red de carreteras deficientes y una línea de ferrocarril igualmente inapropiada para el trasporte militar moderno. Su carretera principal (“Kokudo”o autopista nacional) bordeaba la costa, mientras que una red de carreteras menores serpenteaba por las montañas del interior. Ambas estaban en mal estado y eran vulnerables a la interdicción de la aviación, por su elevado número de puentes, túneles y cuellos de botella. La red ferroviaria, estaba situada en paralelo con la carretera principal, y adolecía de los mismos problemas ante el enemigo que las carreteras.
El concepto general del plan de “Olympic” preveía una invasión del extremo sur de Kyushu, situando el frente final en aproximadamente en la línea Tsuno (en el este) - Sendai, (en la costa oeste), dejando así fuera de su avance el montañoso centro de la isla, que sería más difícil de conquistar, y no aportaría nada de interés, considerándose adecuado el territorio ocupado para el establecimiento de bases navales, aéreas y logísticas.
La flota naval que acompañaría a la invasión sería enorme, y se apoyaba en dos núcleos, la 3ª Flota del almirante Halsey, como unidad de ataque, cuyos buques principales eran 21 portaaviones de escuadra y 10 acorazados, y tenía como misión destruir el mayor número de aviones enemigos así como los restos de las fuerzas navales enemigas, y la 5ª Flota del almirante Spruance, como unidad de transporte y asalto, y que contaba con 26 portaaviones, 13 acorazados, 20 cruceros y docenas y docenas de destructores, además de cerca de 3.000 buques de transporte, asalto y auxiliares provenientes de todo el Teatro de Operaciones.
Las fuerzas seleccionadas para llevar a cabo la fase terrestre de la campaña formaban parte del 6º Ejército de los Estados Unidos, comandado por el General Krueger, un militar nacido en Prusia, que combatió en la guerra de Cuba, y que era uno de los generales favoritos de Mc Arthur. El Ejército se dividía a su vez en el V Cuerpo Anfibio del General Harry Schmidt (2ª, 3ª y 5ª divisiones de infantería de marina, aunque en algunas fuentes aparece la 4ª en lugar de la 2ª, ya que esta era la unidad que iba a tomar parte en un principio, hasta que el 15 de junio se tomó la determinación de cambiarla en el orden de batalla por la 2ª), el I Cuerpo del General Innis P. Swift (25ª, 33ª y 41ª divisiones de infantería), el XI Cuerpo del General Charles P. Hall (1º división de caballería – en realidad una fuerza de infantería-, 43ª y Americal divisiones de infantería) y el IX Cuerpo del General Charles W. Ryder (81ª y 98ª divisiones de infantería). La 40ª División de infantería tomaría parte en acciones preliminares. Como refuerzo inmediato, se habían designado la 77ª división de infantería (en algunos sitios aparece como parte integrante del IX Cuerpo) y la 11ª división aerotransportada. Si las circunstancias lo hacían necesario, se extraerían fuerzas de las destinadas a “Coronet” al ritmo de 3 divisiones extras por mes, a partir de diciembre, ajustándose por tanto el calendario de Coronet en consecuencia.
A pesar de que algún autor americano habla de la inclusión en las fuerzas para “Olympic” de 3 divisiones acorazadas, no he podido encontrar ninguna fuente oficial, o fiable que lo verifique, y de hecho es posible que sea una confusión con las 2 divisiones acorazadas (la 13º y la 20º) que estaban previstas para “Coronet”.
En total, 14 divisiones del Ejército y del Cuerpo de Marines americano (ya que Mac Arthur había dejado claro que no quería tropas inglesas de tierra en “Olympic”), y que en total, contando tropas de apoyo, ascenderían a 766.000 soldados en tierra al mes y medio del día X, y aproximadamente la mitad en los primeros 15 días.
Con el objetivo de ocultar al enemigo el objetivo real de “Olympic”, minimizar las bajas propias y aumentar las posibilidades de una victoria rápida, se creo un plan de engaño denominado Operación “Pastel”, el cual, y a grandes rasgos, preveía engañar a Japón, haciéndoles creer que seguirían la estrategia periférica que había propuesto la Marina, mediante un ataque ficticio a la zona de Shanghai-Chosan en la China continental y otro, igualmente ficticio, en la isla del archipiélago japonés de Shikoku, con fechas previstas de 1 de octubre y 1 de diciembre respectivamente. A un nivel operacional preveía cosas tales como operaciones aéreas incrementadas en las zonas de los asaltos ficticios, el lanzamiento de panfletos sobre Shikoku, falsos rumores esparcidos a través de las emisiones de radio, pero también, directamente a la tropa, sobre una próxima invasión de China por Shanghai, el uso de un cuerpo aerotransportado ficticio, etc…
Pese a este importante esfuerzo por engañar a los japoneses sobre sus objetivos reales, estos ya habían previsto más o menos correctamente el curso de acción de los norteamericanos en una fecha tan temprana como enero del 45, y contemplaban el inevitable ataque contra sus islas principales para finales de año, siendo las zonas con un mayor peligro, la planicie de Tokio y el sur de Kyushu, y aunque todavía quedaban algunas dudas sobre si los americanos seguirían una estrategia periférica antes de atacar el corazón de Japón, las medidas defensivas se estaban tomando como si en efecto, pensaran que las dos zonas antes citadas iban a ser objeto de los próximos y principales ataques. De hecho y conforme avanzaba el año y los acontecimientos, incluso llegaron a predecir con bastante grado de acierto el número de fuerzas americanas que compondrían la invasión y la posible fecha de la misma. Como puede verse, y pese a que desde principios de agosto al 1 de noviembre, podrían haber pasado muchas cosas, parece que el plan de engaño norteamericano, no tenía muchas posibilidades de éxito.
La invasión comenzaría el día 1 de noviembre (día X), y estaría precedida varios días antes de un gran esfuerzo por parte de la 20ª Fuerza Aérea, la aviación con base en los portaviones, y la Fuerza Aérea del Lejano Oriente, con el objetivo de aislar la guarnición de Kyushu, tanto por mar, como las zonas del sur de la isla donde se preveía la invasión, reducir al mínimo la capacidad industrial japonesa, debilitar las fuerzas aéreas enemigas y machacar y desmoralizar a las tropas encargadas de repeler la invasión. Diez días antes del día X se unirían al esfuerzo las labores de desminado y de bombardeo naval, que concluirían el 1 de noviembre con el mayor bombardeo aeronaval que se hubiera visto en el Pacifico.
Pero antes de esto debería tener lugar una operación preparatoria, el día X– 4, que sería llevada a cabo por la 40ª División de Infantería, y que tenía por objetivo la toma de Koshiki, una pequeña isla frente a Sendai, y la captura de 4 pequeñas islas en el vital estrecho de Osumi, que permitirían el paso de las fuerzas anfibias sin problemas a la vez que se establecían bases de emergencia para barcos e hidroaviones.
También, y como medida de decepción y engaño, las embarcaciones que llevarían a bordo al IX Cuerpo de Ejército, se dejarían ver cerca de las aguas de Shikoku, otra isla japonesa entre Kyushu y Honshu, para hacer creer a los nipones que el desembarco se llevaría a cabo en esa isla.
Finalmente, las zonas de invasión fueron seleccionadas para permitir la rápida ocupación de las bahías de Kagoshima y Ariake, y las zonas adyacentes. También se avanzaría en dirección norte hasta ocupar la linea Tsuno-Sendai, donde bloquearían a los refuerzos enemigos provenientes del norte en los pasos montañosos. Más detalladamente, sería como se explica a continuación:
El día X, una fuerza de tres Cuerpos de Ejército desembarcarían en las tres áreas escogidas, el XI Cuerpo tomaría tierra en la bahía de Ariake, y como objetivo principal tendría el asegurar las playas de invasión y tomar Kanoya, para posteriormente dirigirse a asegurar la costa este de la bahía de Kagoshima y enlazar al norte, en Miyakonojo con el I Cuerpo.
El I Cuerpo desembarcaría en la costa sureste, al norte del XI Cuerpo y cerca de Miyazaki. Haría un doble movimiento, uno en dirección al norte para asegurar el flanco derecho de la invasión y detener a los posibles refuerzos provenientes de la mitad norte de Kyushu, y otro para encontrarse en Miyakonojo con el XI Cuerpo y limpiar la zona norte de la bahía de Kagoshima.
El V Cuerpo Anfibio atacaría la zona suroeste de la costa, cerca de Kushikino, y como el I Cuerpo, su objetivos eran asegurar la zona norte ante posibles refuerzos enemigos, despejar la costa oeste de la bahía de Kagoshima y reunirse con sus compañeros del Ejército para formar un frente continuado que siguiese la línea de Sendai a Tsuno (en algunos mapas preparatorios, la línea general de avance estaría lago más al norte, en la linea Miyanojo-Yokamaechi-Kadogawa).
Los planificadores habían previsto que estos objetivos se lograran en un plazo de entre 30 y 120 días, pero cuanto antes se terminara con éxito la misión, más factible resultaría la invasión de Honsu (“Operación Coronet”).
3. LAS DEFENSAS JAPONESAS
Para hacer frente al ataque norteamericano, los japoneses que tenían preparado el plan Ketsu-Go, “Operación Decisiva” (la defensa de las principales islas japonesas), habían desplegado una importante cantidad de fuerzas, cuya misión era vencer al enemigo en el agua, antes de que tocase tierra, pero si no era posible, entonces abogaba por detener la invasión en las playas, contraatacar y echar al enemigo al mar, infringiéndole graves pérdidas, forzándolo así a una paz negociada. Su plan a grandes rasgos consistía en:
1)- En el mar. Una vez avistada la flota invasora, atacarla con todos los medios posibles, tanto aéreos, como navales de superficie o submarinos, y centrándose especialmente en los transportes de tropas y equipo. Para ello contaba con aproximadamente 8.000 aviones a finales de junio, esperándose que su número ascendiese a unos 10.500 para el otoño (unos 5-6.000 como kamikazes). Estos aviones, para los que se estaban reservando el poco combustible que todavía había en Japón, operarían desde aeródromos secretos, para evitar en lo posible que los aviones americanos los destruyesen en sus bombardeos previos. Esperaban que en unos diez días de combate intensivo se hubiese agotado esta fuerza suicida.
La Marina Imperial, impotente a esas alturas para frenar la invasión, intentaría entorpecerla lo máximo posible, mediante el uso de las pocas unidades navales de superficie disponibles, los más de treinta submarinos con los que contaba, y sobre todo, con sus propios medios “especiales”, como torpedos humanos o lanchas suicidas. Los japoneses esperaban que un ataque coordinado y en masa de los medios aéreos y navales los primeros días de la invasión, produjera graves daños a la flota enemiga, que o bien impidiera continuar el ataque, o por lo menos retrasara el ritmo de soldados y material a desembarcar, dando así una oportunidad a las tropas de tierra para derrotar al enemigo. En un juego de guerra de mapas llevado a cabo por oficiales navales y de la aviación en julio del 45, llegaron a la conclusión que su aviación suicida podría hundir unos 500 transportes, mientras que los medios suicidas de la Marina y otros, unos 125, o lo que es lo mismo, el equivalente a 5 divisiones enemigas, más del 30% de las fuerzas esperadas por lo japoneses. Entre estos oficiales, existía el convencimiento que incluso esa cifra era conservadora, y se podía llegar a destruir en el mar a la mitad de las tropas invasoras, mientras que entre otros oficiales del Ejército, pensaban en una cifra más realista de entre el 15 y el 20%.
2)- En tierra, la defensa de Kyushu descansaba sobre las espaldas del 16º Ejército de Área del General Isamu Yokoyama, cuyo Cuartel General se situaba en Futsukaichi, cerca de Fukuoka.
El 16º Ejército estaba compuesto por tres Ejércitos (equivalentes a Cuerpos de Ejército):
-el 56º, con Cuartel General en Lizuka, en la zona norte de Kyushu, que contaba con 4 divisiones de infantería y una brigada acorazada, cuya responsabilidad era la zona norte de la isla y el macizo central.
-el 57º, con Cuartel General en Takarabe, cerca de Miyakonojo. Tenía la responsabilidad de la defensa de la costa suroeste y la llanura de Miyazaki, sería el encargado de enfrentarse al I y XI Cuerpos de Ejércitos norteamericanos. Se componía de 5 divisiones de infantería y 3 brigadas (dos de ellas acorazadas),
-el 40º Ejército, con Cuartel General en Ijuin, cuya área de defensa era la costa suroeste, en la península de Satsuma, y que con 4 divisiones y una brigada de infantería, se enfrentaría al V Cuerpo Anfibio.
Además también había una división y 3 brigadas mixtas independientes.
En total 14 divisiones y 8 brigadas, con elementos de apoyo.
Una vez comenzada la lucha, estaba previsto que al menos 4 divisiones más, llegadas desde Honsu y Shikoku, reforzasen la defensa de Kyushu. Este dispositivo, bastante mayor que el esperado por los norteamericanos al inicio de la planificación de “Olympic”, llegó incluso a forzar que se estudiasen alternativas, que pasaban por invadir Hokkaido al norte, menos defendida, pero más lejana, atacar el norte de Honsu u obviar “Olympic” y pasar directamente a “Coronet”. También se podía volver a la estrategia del estrangulamiento de Japón.
El número de personal militar japonés en Kyushu, se llegó a estimar a principios de agosto, ya con bastante exactitud en unos 600.000 efectivos (existen informes de posguerra en los que se dice que el número total de defensores en Kyushu, podría haber sido de hasta 900.000 efectivos), de los que unos 400.000 pertenecerían al Ejército, 100.000 a la Marina y otros 100.000 a la aviación. Se pensaba que aproximadamente se encontraban desplegados en la zona sur de la isla el 60% de los efectivos totales y 9 de las 14 divisiones.
Por lo tanto, los soldados norteamericanos seguramente se enfrentarían a algo más de 350.000 enemigos en una primera fase ofensiva en la mitad sur de Kyushu, y esta proporción de tropas en contacto inicialmente, de casi 1a1, era lo que, si no se modificaba antes del Día X, preocupaba tanto a los planificadores norteamericanos a finales de julio y principios de agosto.
Yokoyama había previsto defender la isla, al contrario que en otras batallas del Pacifico, desde las mismas playas de invasión (para lo cual influía de manera importante el haber acertado con las potenciales zonas de invasión norteamericanas), pero también en el montañoso interior, para lo cual se esperaba tener fortificada la isla para noviembre gracias al tiempo ganado por los defensores de Okinawa, ya que en junio o julio, las defensas eran inadecuadas para su objetivo.
Las unidades desplegadas en las playas, debían defenderse y aguantar hasta que las reservas móviles llegaran desde el interior para aplastar a los americanos, y aunque el objetivo japonés era ganar la batalla en las playas, por si no lo conseguían, la lucha debía seguir en el interior, en cada pueblo, en cada bosque, en cada montaña, sacrificando soldados y civiles nipones con el fin de hacer el máximo número de bajas posible al enemigo, para que, avocados a una gran sangría entre sus tropas, se viese presionado por sus propios ciudadanos a negociar una salida al conflicto en condiciones que no fuesen la rendición incondicional del Japón.
3)- Medidas extremas. Si llegado el caso, los americanos se impusieran a las fuerzas japonesas, se podría haber recurrido a medidas extraordinarias (a parte de las acciones suicidas, ya de por si totalmente extremas, claro está, pero tenidas en el Japón en esas fecha como algo “aceptable”). Me estoy refiriendo al uso de armas químicas en combate contra soldados americanos, y sobre lo que volveré más tarde.
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4. HIPOTESIS
Hasta este punto del relato hemos visto los datos históricos (los cuales, no son siempre fiables al 100%, principalmente en las cifras, y más al tratarse de una operación militar proyectada, pero nunca llevada a cabo), y partir de ahora, las hipótesis, teorías, elucubraciones,… por supuesto, siempre a partir de datos.
-EFICACIA DE LOS ATAQUES SUICIDAS
Me centraré en este apartado principalmente en los medios suicidas aéreos, ya que la eficacia de los métodos navales de este tipo, fue bastante baja en su empeño por frenar a los norteamericanos, y su aportación se puede considerar menor comparada con la aviación suicida.
Al finalizar la guerra en agosto, Japón disponía de entre unos 7.000-8.000 aviones, en las Islas principales y las zonas cercanas (Corea, Manchuria, China y Formosa), y se preveía que su producción de aviones elevase esa cifra a 10.500 para la fecha del comienzo de la invasión de Japón. De estos, se estima que aproximadamente algo más de la mitad, cerca de los 6.000, estarían dedicados a misiones suicidas, mientras que el resto eran aviones con misiones convencionales como cazas, bombarderos o reconocimiento (dejaremos a parte las bombas tripuladas Okha, ya que de las 755 producidas, su éxito fue tan bajo, que tan solo consiguieron un hundimiento, y desde marzo del 45 ya no se producían).
De entre los aviones suicidas, por esas fecha, predominaban los entrenadores básicos y avanzados (83%) siendo el resto (17%) aviones de combate normales. Esto suponía que la mayoría de aviones que iban a inmolarse en la defensa de Kyushu, eran más lentos, más frágiles y por lo tanto más vulnerables que los aviones de combate que habían llevado el peso de las operaciones kamikazes hasta el momento (aunque ya en la batalla de Okinawa, se produjeron algunos ataques con entrenadores ligeros). Además, estos aparatos, serían tripulados por pilotos, cuya media era de apenas unas 30-50 horas de vuelo antes de lanzarse a su última misión, lo cual era apenas suficiente para despegar y mantener el avión en vuelo nivelado siguiendo al avión guía hasta las inmediaciones de sus objetivos. El volar de noche, con mal tiempo o cerca del suelo, eran tareas prácticamente imposibles para dichos pilotos.
Otro punto a recordar, es que para finales de la guerra, el espíritu de los primeros pilotos kamikazes había decaído mucho, y ahora los “voluntarios” lo eran más por resignación que como aceptación de su destino, y eso se notaba en su entusiasmo y en el número de misiones abortadas. Pese a todo, nunca faltaron pilotos para las misiones kamikaze.
Recordemos ahora un par de datos básicos que son de gran importancia, pero que se suelen pasar por alto muchas veces, y que hay que tener muy en cuenta.
El primero, es que se estima que más de la mitad del número de aviones de combate japoneses destruidos durante la guerra del Pacífico y Asia, lo fueron por causas no relacionadas con el combate, como accidentes en entrenamientos, en misiones de traslado, por deficiencias en el mantenimiento,… lo cual es significativo, teniendo en cuenta que para las fechas de “Olympic”, el nivel de entrenamiento de los pilotos y el mantenimiento de los aviones, en buena parte debido a la falta de suministros, sería el más bajos que Japón había tenido desde el inicio de la guerra.
El segundo, es el hecho de que la mitad de las bajas en aviones producidas en combate por las fuerzas aliadas a los japoneses, lo fueron en tierra, y a veces no aparecen cuando se reflejan los datos de las campañas, mostrando tan solo los aviones abatidos en vuelo, ya sea por los cazas o por la defensa antiaérea.
Para poder extraer conclusiones sobre la eficacia de estos ataques, podemos referirnos a los resultados de las dos principales campañas donde se usaron los ataques kamikazes de una forma sistemática y coordinada, la campaña de las Filipinas y la de Okinawa.
Las Filipinas, supuso el primer intento de un uso masivo de ataques suicidas, para detener a la flota norteamericana, principalmente para poner fuera de combate a sus portaaviones y que luego su flota convencional pudiera luchar de manera más equitativa con la flota enemiga.
Se produjeron 650 salidas de aviones kamikazes cuyo blanco primario eran los portaaviones enemigos, de los cuales, casi la mitad llegaron a la zona donde navegaba la flota americana, para conseguir un total de 174 impactos (directos o cercanos que causaron daños) sobre los buques enemigos, logrando hundir 22 de ellos. Se estima en 411 los kamikazes derribados por los cazas (263) y las defensas antiaéreas (148), o lo que es lo mismo, el 63% del total de los aviones suicidas lanzados contra la flota americana.
La campaña de Okinawa, supuso el cenit de las misiones suicidas japonesas, y es lo más parecido que podría haber ocurrido en Kyushu, a excepción hecha del número total de aparatos y la distancia hasta el objetivo.
El número de salidas aumentó hasta las 1.900, y sus blancos primarios se dividieron en barcos de transporte para la aviación del ejército y barcos de guerra para los aviones de la Armada Imperial. El número de los suicidas que llegó cerca de sus objetivos fueron 855, los cuales lograron 279 impactos (de nuevo, directos y cercanos que causaron algún tipo de daño), consiguiendo hundir 23 navíos y dañar a otros 164. El total de los kamikazes derribados, ascendió a 1.431, 855 por la aviación de caza y 576 por los antiaéreos, suponiendo un 75% de los aviones atacantes.
Hay que hacer notar que aproximadamente un 10% de los aparatos volvían a su base debido a problemas de diversa índole.
En total, se estima que en los 10 meses que duraron los esfuerzos kamikazes, los japoneses lanzaron entre 4.000 y 5.000 salidas, y que 15 de cada 100 aparatos causaron algún tipo de daño en sus blancos (en el conjunto de las campañas de Filipinas y Okinawa, fue del 18%)
Los ataques suicidas fueron entre 7 y 10 veces más efectivos que los convencionales, y así por ejemplo, mientras que una bomba que impactara en un portaaviones tenía un 40% de posibilidades de causar daños que requirieran reparación y esta sería de apenas una semana, el ataque de un kamikaze tenía un 70% de posibilidades de causar daños que llevarían de media algo más de un mes en reparar.
Extrapolemos los anteriores datos a “Olympic” y hagamos ciertas presunciones, y para ello tomaremos dos hipótesis, una más favorable a los japoneses y otra más “en la media”:
Hipótesis nº 1:
1-Los japoneses reservarían un cierto número de aviones para la defensa de Honsu. Digamos 500 de los 6.000 disponibles, quedando así para llevar a cabo la operación Ketsu-Go, unos 5.500 aviones. Los japoneses suponían acertadamente que la invasión se produciría en el sur de Kyushu, pero seguían preocupados por la opción de que atacaran a la vez Honshu central, o que el ataque a Kyushu solo fuera un amago para luego golpear más al norte, así que no parece descabellado presumir que guardaran ciertas reservas para defender la llanura de Kanto, alrededor de Tokio.
2-La disponibilidad de los aviones, siendo muy generosos, sería de un 90% (accidentes, reparaciones,…), con lo que nos quedan unos 4.950 aparatos.
3-Si estadísticamente la mitad de los aviones se destruían en tierra, y Kyushu iba a ser una isla muy observada y bombardeada durante los 3 meses anteriores a la invasión, podría ser que se llegasen a destruir unos dos mil quinientos aviones, pero daremos el beneficio de la duda a los aeropuertos “secretos” y a la dispersión de los aparatos, y cifraremos las perdidas en tan solo 1.000 aviones. Nos quedan 3.950 kamikazes.
4-Si de nuevo, estadísticamente un 18% de los aparatos impactaba, cuando atacaban una flota protegida por portaaviones, y asumiendo que la cercanía a sus bases y el poder atacar desde distintas rutas era un factor a favor de los kamikazes, subiremos esa cifra al 25%, lo que nos arroja un total de 987 impactos, o 3,5 veces más impactos que los producidos en Okinawa. Si los hundimientos en esa campaña fueron de 23 barcos, extrapolando, nos da un número de hundimientos de 80 (23*3,5), y un número de buques dañados de 574 (164*3,5).
Asumiendo que un generoso 75% de los barcos dañados tuvieran que ser retirados de la invasión para ser reparados, y si los demás medios navales, convencionales y suicidas lograsen destruir o dañar gravemente otros 125 buques (como preveían los planificadores japoneses), el esfuerzo japonés habría logrado reducir la flota enemiga (3.000 buques para redondear) en 636 buques, lo que supondría aproximadamente un 21% de la misma. Si estos buques alcanzados hubiesen sido en su gran mayoría mercantes y buques de asalto, tendríamos que imposibilitarían el desembarco del equivalente a cerca 5 divisiones enemigas, según cálculos de los propios japoneses y estaría muy cerca de las previsiones hechas por ellos en julio, como se ha visto más arriba.
Hipótesis nº 2:
1-Los aviones reservados para la defensa de Honsu son 1.000 de los 6.000 disponibles, quedando así para llevar a cabo la defensa de Kyushu, unos 5.000 aviones.
2-La disponibilidad de los aviones, siendo generosos, sería de un 75% (accidentes, reparaciones,…), con lo que nos quedan unos 3.750 aparatos.
3-Si estadísticamente la mitad de los aviones se destruían en tierra, podría ser que se llegasen a destruir a casi dos mil aviones, pero daremos el beneficio de la duda a los aeropuertos “secretos” y a la dispersión de los aparatos, y cifraremos las perdidas en tan solo 1.250 aviones. Nos quedan 2.500 kamikazes.
4-Si de nuevo, estadísticamente, un 18% de los aparatos impactaba, cuando atacaban una flota protegida por portaaviones, y aunque la cercanía de sus bases les favorecía, el bajo grado de adiestramiento de sus pilotos y las lecciones aprendidas hasta el momento por los americanos en su defensa contra lo ataques suicidas, hace que dejemos ese 18% inalterado. Tenemos entonces un total de 450 impactos, es decir, 1,6 veces más impactos que en Okinawa. Si los hundimientos y buques dañados fueron para esa campaña de 23 y 164 respectivamente, en Kyushu, podrían ser de 37 (23*1,6) y 263 (164*1,6). Si la mitad de los barcos dañados tuvieran que ser retirados de la invasión, y los demás medios defensivos nipones provocaran la destrucción o el daño grave a otros 100 barcos, la flota quedaría reducida en 259 buques, o aproximadamente el 9% de la misma. Si la mitad de estos barcos fuesen de transporte de tropas y suministros, tendríamos que imposibilitarían el desembarco del equivalente a cerca de una división enemiga, de nuevo utilizando cálculos de los propios japoneses.
Además, el uso masivo de aparatos cada vez más vulnerables, haría que el porcentaje de impactos por avión e impactos por hundimiento, fuera decreciendo, como ya lo había hecho en Okinawa respecto a las Filipinas.
Como se puede observar, la 1ª hipótesis es muy favorable a los japoneses, con presunciones bastante optimista a su favor, y lograría destruir/dañar una quinta parte de la flota enemiga. Si como se ha supuesto, la mayoría de las victimas fueran barcos de transporte, el daño inflingido a la operación “Olympic”, sería muy serio, y no sería descabellado pensar en una cancelación de la invasión.
Por el contrario, si aceptamos la 2ª hipótesis, con datos más en la media, ni siquiera a favor de los norteamericanos, aunque con daños importantes, en principio no parece inasumible el que la invasión se hubiese podido llevar a cabo, aunque las bajas y los recursos destruidos en el mar, podrían tener un importante impacto en la campaña terrestre.
-PUNTOS DE DESEMBARCO
Desde que vi el primer mapa de la planeada invasión de Kyushu, me llamó la atención la distribución de las zonas de desembarco (como curiosidad indicar que las playas de invasión recibieron nombres en clave de marcas de vehículos, tales como Chrysler, Chevrolet o Rolls Royce). Tres zonas separadas entre ellas por muchos kilómetros, en concreto, del sector del XI Cuerpo de Ejército en la bahía de Ariake hasta las playas de invasión del I Cuerpo, distaría unos 70 kilómetros, mientras que desde el I Cuerpo hasta la zona del V Cuerpo Anfibio, al otro lado de la isla, había más de 100 kilómetros, lo que imposibilitarían el apoyo mutuo durante las operaciones de desembarco y consolidación de la cabeza de playa, así como formar un frente continuo, hasta haber logrado vencer una dura resistencia.
En casi todas las grandes invasiones anfibias aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, siempre se había tratado de realizar el asalto en playas lo más cercanas posibles para formar un frente unido lo más rápido posible y prestarse apoyo mutuo, con algunas excepciones como Torch, donde desembarcaron en la costa atlántica marroquí y en Argelia, pero dado la resistencia esperada era un riesgo bastante asumible. En los desembarcos en Sicilia durante la operación Husky, las fuerzas de Patton estuvieron separadas unos 50 kilómetros de los canadienses del VIII Ejército de Montgomery, pero de nuevo, vista la amenaza que suponían las fuerzas italianas, parece un riesgo que se podía correr. Tanto en Shingle como en Anzio o Dragoon, las fuerzas desembarcaron juntas, y en Normandía, la separación de Omaha de Utha fue de unos 40 kilómetros, forzados por el estuario del rio Vire, y entre los americanos y los ingleses, de unos veintitantos kilómetros debido a la falta de playas adecuadas. También en el Pacifico se dieron invasiones anfibias donde las fuerzas desembarcaron unidas, como en Luzón, Iwo Jima u Okinawa.
La ubicación de los puntos de desembarco en “Olympic” pudo venir dada por la poca resistencia enemiga en tierra que se esperaba cuando se planificó al principio la operación. Seguramente después de haber conocido (y asumido, dado lo tendente que era Mc Arthur a subestimar al enemigo) el refuerzo de las defensas japonesas en julio-agosto, se debería haber hecho algo la respecto, sobre todo en el sector asignado a los marines, y que era el más expuesto debido a su lejanía de los otros dos Cuerpos del Army. De haberse llevado a cabo la invasión con la disposición planeada, es bastante posible que los norteamericanos hubiesen tenido serias dificultades, y si los japoneses hubiesen logrado contener y destruir una sola playa de invasión, hubiese sido casi fatal para el plan americano.
-ARMAS QUIMICAS
El posible uso de armas químicas por cualquiera de los dos bandos en la hipotética invasión de Japón es un tema controvertido. Para empezar, habría que decir que ninguno de los dos contenientes había firmado el Tratado de Ginebra que prohibía su uso.
Los EE.UU. habían anunciado públicamente a través de su propio presidente que no utilizarían armas químicas, sino como respuesta al uso de este tipo de armas por sus enemigos, lo cual no impidió que preparasen y transportasen cantidades importantes de agentes químicos a los teatros de operaciones, a veces con resultados desastrosos, como el ocurrido en Bari, Italia, cuando la Luftwaffe bombardeó y hundió el barco norteamericano John Harvey, en el que secretamente se almacenaban gas mostaza, como posible respuesta a un ataque químico de los alemanes. Este gas se propagó por el puerto y la ciudad de Bari, y causó unos 70 muertos y más de 600 afectados entre el personal militar norteamericano, mientras que el número de bajas entre la población civil italiana es desconocido.
Los americanos llegaron a pensar en el uso de gases para acabar con la resistencia en Iwo Jima, lo cual fue rápidamente vetado por Roosvelt.
Por su parte, los ingleses consideraron la opción del uso de armas químicas en al menos dos ocasiones, una como última respuesta a la proyectada invasión de Gran Bretaña por los nazis, y otra contra ciudades alemanas, como respuesta al lanzamiento de las V-1 en junio del 44.
Todo lo cual resulta interesante ya que en noviembre del 45, EE.UU había cambiado de presidente, y enfrentados sus ejércitos a un enemigo que opusiera una resistencia tan fiera o más que en Iwo Jima, o que la destrucción causada por los kamikazes fuese muy grave, quizás no fuera descabellado pensar en el uso de armas químicas por parte de los norteamericanos.
Por otra parte, los nipones, podían pensar en utilizar este tipo de armas, como los ingleses lo tenían pensado si León Marino triunfaba, como último recurso para la salvación o la destrucción total de su patria. De hecho, el japonés fue el único ejército que utilizó armas químicas, principalmente gas mostaza, durante la Segunda Guerra Mundial, aunque su uso empezó incluso antes, durante los últimos años 30. Este uso se restringió al teatro de operaciones de China, y decreció al entrar los americanos en guerra, por temor a una respuesta de estos por el ataque a sus aliados chinos. Aún así, parece ser que se usaron en 1943 durante la batalla de Chagde, causando importantes bajas sobre todo entre la población civil.
También fueron los nipones los que más lejos llegaron con la experimentación de armas químicas en seres humanos, principalmente en su Unidad 731, especializada en este tipo de armas, cometiendo auténtica aberraciones con prisioneros chinos principalmente.
Pese a todo, los militares japoneses parecían temer el uso de armas químicas por parte de los americanos, ya que consideraban que ellos no podrían responder de manera adecuada y también que sus soldados estaban peor preparados para ese tipo de guerra. De hecho, parece ser que llegaron a plantearse el ignorar el uso aislado de armas químicas en Japón por parte estadounidense, por miedo a una escalada en el uso de dichas armas.
Así pues, el uso de armas químicas, aunque improbable, no podía ser ignorado en la lucha por el sur de Kyushu, y bajo determinadas circunstancias, es posible que se llegara a usar en combate, estando los norteamericanos mejor preparados en general.
-LOS SOVIETICOS
La postura de Japón respecto a la URSS durante la SGM, y ya desde la batalla de Nomohan, fue la de intentar mantener a los soviéticos tan alejados del conflicto que se vivía en Asia-Pacífico como fuera posible, pero especialmente desde el final de la guerra en Europa y la derrota de sus aliados nazis, los nipones se esforzaron en intentar mantener la neutralidad de los rusos por todos los medios. De todas maneras no se hacían demasiadas ilusiones y sabían que era muy posible que les declarasen la guerra. Respecto al cuando, existían diferentes opiniones. Al principio, creyeron que hasta finales del 45 o principios del 46, no tendrían los soviéticos oportunidad de atacarles, pero conforme avanzaban las semanas y los informes del despliegue soviético al otro lado de la frontera aumentaban, reconsideraron sus previsiones y pronosticaron un ataque para el otoño, o finales de verano como muy pronto.
Pero incluso con las informaciones del refuerzo ruso en extremo oriente, los japoneses seguían tratando de evitar la participación soviética en “su” guerra, y dejaron de mejorar las posiciones y reforzar de hombres y material al Ejército de Kwantung desplegado en Manchuria, por miedo a que se usara de pretexto por parte de los comunistas para atacarles. Pero existía otra razón para tratar de mantener la neutralidad soviética, y no era otro que el intento, casi desesperado, por que el gobierno de Stalin hiciese de mediador con sus aliados occidentales para negociar la paz, una paz con condiciones que incluía el respeto y mantenimiento de la figura del Emperador y su dinastía, el que no hubiese ocupación militar de Japón, que el Ejército se desarmara a si mismo y finalmente, que ellos juzgasen a sus propios criminales de guerra.
Los soviéticos, que no tenían intención alguna de seguir el juego a los japoneses, siguieron dando largas al Príncipe Konoe, enviado especial del Emperador, hasta que finalmente, Molotov le comunicó que la Unión Soviética declaraba la guerra al Imperio Japonés la noche del 8 al 9 de agosto.
Para los nipones fue una dura lección. A pesar de que, como se ha vista anteriormente, esperaban un ataque, no creían que fuera a ser tan pronto, y que tampoco hubiesen tenido en cuenta sus esfuerzos para intentar llegar a una paz negociada, antes de “traicionarlos” e invadir Manchuria, fue algo que desconcertó y enfureció a los altos mandos nipones.
Esta invasión, unido al lanzamiento de las bombas atómicas, principalmente la de Hiroshima, fueron los desencadenantes de que Japón aceptase la rendición incondicional, tan solo manteniendo la figura del Emperador, convertido ahora de un Dios viviente, en un monarca constitucional.
Hay quien cree que los japoneses se hubiesen rendido igualmente, tan solo con la entrada en la guerra de la URSS, ya que el temor a una revuelta comunista en Japón, o la ocupación soviética de Hokkaido (la isla más septentrional de las grandes islas del archipiélago japonés, bastante mal defendida en esos momentos) hubiese supuesto una amenaza directa para la supervivencia del Emperador y todo lo que el sistema imperial conllevaba. Así argumentan algunos historiadores, que el factor más importante para la rendición del Imperio del Sol Naciente, fue el miedo del Emperador a verse despojado, él y toda su familia, de su status imperial, incluso de la supervivencia de la propia dinastía, que era objetivo declarado de Stalin, y no como se trató de hacer ver en la posguerra, que el Emperador tomó su “sagrada decisión” de rendir incondicionalmente Japón, para evitar más muertes y sufrimientos entre sus súbditos.
Los soviéticos, con un ataque de tres frentes, atacaron y conquistaron con relativa facilidad Manchuria y el norte de la península coreana, a la vez que invadía el sur de las islas Sajalin (arrebatadas a los rusos por los japoneses en la guerra de 1904-1905) y las Kuriles (territorio japonés, al noreste de Hokkaido).
El paso siguiente perseguido por Moscú, era la invasión de Hokkaido, para tener una posición de fuerza a la hora de negociar el destino de Japón después de la guerra con las potencias occidentales, y que pasaría por una especie de división del país, al estilo de lo hecho en Alemania.
Stalin tenía previsto ya desde el inicio de la campaña en Manchuria, la posible invasión de Hokkaido, y había reservado tropas para ello, pero sus generales se quedaron aguardando órdenes hasta que al final, y tras un “advertencia” de Truman, de que no invadiesen más suelo japonés del que ya poseían, Stalin decidió no atacar Hokkaido.
Pero, ¿y si no hubiese habido bombas atómicas?
Si “Olympic” hubiese sido necesario, es probable que los soviéticos hubieran hecho su jugada, y si los norteamericanos encontraban una fuerte oposición, como era de esperar, los soviéticos podrían haber lanzado una operación para la conquista de Hokkaido.
Cuando pensamos en los ejércitos soviéticos de la SGM, lo primero que nos viene a la cabeza son masas de tanques y soldados avanzando al descubierto por la nieve apoyados por ingentes cantidades de artillería, y también se suele pensar que sus capacidades navales y anfibias eran muy escasas, lo cual seguramente era cierto, sobre todo si comparamos esas capacidades con las de los EEUU o incluso las del Reino Unido. Pero dicho esto, hay que decir también, que mediante la ley de Préstamo y Arriendo, la Flota Roja del Pacífico había recibido un número importante de barcos y barcazas anfibios, que según se estima, podrían poner en una costa hostil a corta distancia, unas tres divisiones en sucesivas oleadas, y luego seguir reforzándolas. Si a ello unimos el lanzamiento de fuerzas paracaidistas, y el hecho de que Hokkaido tan solo estuviese ligeramente defendida, al menos durante julio-agosto (se estiman en dos divisiones y una brigada las fuerzas regulares en la isla), las posibilidades de éxito de una invasión comunista de Hokkaido, parecen ser altas. Si por el contra, Japón hubiese utilizado los meses de septiembre y octubre para reforzar sus defensas y aumentar el número de hombres y armas en tierra, así como reservar una cierta parte de la aviación y de la flota para contener a los rusos, las posibilidades de éxito, parecen disminuir considerablemente.
En todo caso, parece razonable asumir que si la invasión de Kyushu hubiese tenido problemas, Hokkaido se hubiese visto atacada por el ejército soviético, más antes que después, y entonces, el periodo de la posguerra en Japón, podría haber sido muy diferente.
-BAJAS Y POSIBLES RESULTADO
El tema de las bajas que previsiblemente sufrirían los EEUU si se hubiese llevado a cabo “Olympic” (las bajas japonesas han sido menos tratadas, aunque más tarde volveré sobre ellas), ha sido tema de arduos debates, y para muchos, una de las principales justificaciones del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Previamente repasaremos los datos de algunas batallas y campañas en el Pacifico en cuanto a bajas se refiere:
Leyte (72 días):
EEUU-17.000 / Japón-78.000 – ratio: 4,6 bajas niponas por cada una norteamericana
Luzón (93 días):
EEUU-31.000 / Japón-156.000 – ratio: 5 bajas niponas por cada una norteamericana
Peleliu (71 días):
EEUU-9.700 / Japón-12.500 – ratio: 1,3 bajas niponas por cada una norteamericana
Iwo Jima (39 días):
EEUU-20.000 / Japón-25.000 – ratio: 1,2 bajas niponas por cada una norteamericana
Okinawa (82 días):
EEUU-49.000 / Japón-117.000 – ratio: 2,4 bajas niponas por cada una norteamericana
(si sumamos las bajas no producidas en combate, que fueron de 26.000, el número aumenta hasta las 75.000, y el ratio desciende a 1,6)
Para ayudar a comparar, las bajas desde el 6 de junio al 24 de julio (49 días) en Normandía fueron de 63.000, y el número de bajas totales en la SGM para los EEUU fueron de casi 300.000 muertos y cerca de 600.000 heridos.
Hay que aclarar lo que significaba el termino “bajas” para el Ejército norteamericano. Esta palabra incluía a los muertos en acción (Killed in Action o KIA,s), los desaparecidos en acción (Missing in Action MIA,s), los heridos en acción (Wounded in Action o WIA,s), siendo estos últimos el mayor número en cada campaña en el bando norteamericano, mientras que en el japonés, la mayoría de bajas eran muertos en acción, con muy pocos heridos, desaparecidos o prisioneros de guerra (Prisioners of War o POW). También es importante recordar las bajas no producidas en combate (non-battle casualties), principalmente por enfermedades o fatiga de combate.
Algunos oficiales americanos esperaban que el ratio de bajas fuera más o menos como el sufrido en Luzón, mientras que otros opinaban que sería más cercano al de Okinawa.
Se proyectaron todo un rosario de cifras, unas tendentes a minimizar el número de bajas, para así aprobar la operación “Olympic”, mientras que otros las aumentaban, con objeto de paralizar o cancelar la invasión de Japón, y justificar así la continuación de sus campañas de bloque naval o bombardeos estratégicos, y en última instancia, como ya se ha comentado, el lanzamiento de las bombas atómicas.
Veamos algunos ejemplos de las citadas cifras de bajas de EEUU, por autores de las predicciones:
-Junta de Jefes de Estado Mayor (abril del 45): 109.000 KIA/MIA,s – 347.000 WIA,s para un total de 456.000 bajas.
-Cuartel General de Nimitz (mayo del 45): 49.000 bajas en los primeros 30 días.
-Cuartel General de MacArthur (junio del 45): 50.800 bajas para los primeros 30 días y 105.000 bajas hasta los 120 días (más 12.500 bajas no sufridas en combate)
-Comité Conjunto de Planes de Guerra: 106.000 bajas (deducido de su listado de bajas con varios escenarios posibles)
-Admirante Leahy: 268.000 bajas
-General Willoughby (Jefe de inteligencia de MacArthur) propuso su “ratio siniestro” en el que por cada dos o dos divisiones y media japonesas, producían 40.000 bajas americanas, lo que aplicándolo a las 14 divisiones más 8 brigadas (+- equivalentes a 3 divisiones) da el siguiente resultado: 270.000 – 340.000 bajas
La cifra de medio millón de bajas también sonó mucho, e incluso la prensa norteamericana publicó cifras que llegaban hasta los 4 millones entre “Olympic” y “Coronet”.
En general, las cifras se fueron haciendo más pesimistas a medida que se tenía conocimiento del refuerzo de las tropas niponas en Kyuhsu. De cualquier forma, el baile de cifras es tremendo, y cada cual, incluidos historiadores modernos, hace sus propias conjeturas basándose en algo que justificar, o en intentar imponer sus propias convicciones al respecto. La verdad es que nunca se sabrá el número de bajas que se pudieron haber producido (afortunadamente), pero para no ser menos, también vamos a dar nuestra opinión al respecto.
Vemos de las cifras de bajas anteriormente expuestas, que el ratio de bajas en la campaña de Okinawa fue 2,4:1 y que se sitúa aproximadamente a la mitad entre la proporción de bajas en las Filipinas y las de las pequeñas islas de Iwo Jima y Peleliu, pudiendo ser un buen comienzo para nuestras pesquisas.
Si aceptamos unos 766.000 soldados norteamericanos en tierra y unos 600.000 soldados nipones, nos da una ventaja norteamericana de casi 1,3 soldados americanos por cada uno japonés. Estos últimos defienden un territorio que han podido fortificar durante los meses anteriores y con un espíritu de resistencia y sacrificio que se les suponía bastante elevado.
Los factores favorables a los americanos serían entre otros, el hecho de la falta de munición en el ejército japonés, teniendo los defensores de Kyushu tan solo munición para mes o mes y medio de combate; de la dificultad para trasladar las divisiones y brigadas del norte al sur de la isla, siempre bajo ataque aéreo y naval (las principales vías de comunicación pasaban cerca de la costa) y con puentes y túneles derruidos, causando retrasos y bajas a esas formaciones; el completo dominio de los cielos (tras los primeros días de lucha); la superioridad americana en tanques y artillería (en potencia de fuego en general); un mayor y mejor servicio de recuperación de heridos que pueden volver a combatir; la baja calidad de muchas de las tropas niponas y su pobre y escaso armamento, y finalmente, también las ganas de los americanos de luchar en suelo japonés y de terminar la guerra de una vez.
Pero incluso con estos factores, no parece verosímil, que si se llevaba a cabo la operación “Olympic” tal y como se había planeado, las probabilidades de éxito fueran elevadas, y si muchas la bajas norteamericanas.
En Okinawa, el ratio de fuerzas fue aproximadamente de 1,4 a 1 a favor de los americanos, es decir, muy parecido al que podrían tener en Kyushu, y tuvieron un 29% de bajas, es posible que en Kyushu, con un terreno más escarpado, con las fuerzas japonesas presentando batalla en las playa y un elevado espíritu combativo nipón (al menos en principio) por defender suelo patrio, sus bajas fueran más elevadas, quizás del orden del 35-40%, lo que nos daría un número de bajas entre las 268.000 y 306.000, que redondearemos (para simplificar) a una cantidad intermedia de 287.000 bajas totales. Esta cifra es bastante parecida a la expuesta por el almirante Leahy y el general Willoughby.
La cuestión que se plantea es: ¿se podría permitir EEUU casi 300.000 bajas en una lucha de 4 meses (72.000 bajas por mes)?
Si pensamos que el número total de bajas en el Teatro de Operaciones del Pacífico durante 44 meses fue de unas 157.933 (3.600 bajas por mes), pare inasumible que EEUU se pudiese permitir un número de bajas tan elevado como el anteriormente expuesto, pero si contemplamos que en el otro lado del mundo, los EEUU perdieron durante los últimos 11 meses de campaña 552.117 hombres (50.192 bajas por mes) en Europa (sin incluir la campaña de Italia), con meses como diciembre del 44 y enero del 45 donde las bajas fueron de 77.000 y 69.000 respectivamente, parece algo más factible el tener unas perdidas tan elevadas, pero aún así, el precio seguiría siendo terrible.
En cualquier caso, el que en una campaña de alrededor de 4 meses, los EEUU sufrieran casi un tercio del total de las bajas que habían sufrido hasta entonces en todos los años de guerra y en todos los frentes, se puede considerar un fracaso, y la posibilidad que la sociedad americana pidiese que se frenara una sangría como esa, da la sensación que sería bastante elevada.
Y todo esto contando que la campaña fuera más o menos según lo planeado en el ritmo de avance de las tropas, ya que si los japoneses lograsen detener a sus enemigos en las playas, o incluso devolver al mar a los soldados de una o dos de las zonas de invasión, toda la operación se hubiese ido al traste y los EEUU, hubiesen sufrido una derrota de proporciones incalculables.
La única opción viable para los norteamericanos si seguían adelante con “Olympic”, pasaba por una campaña aérea reforzada antes y durante la invasión de Kyushu, y por un incremento significativo de tropas de tierra, de al menos 5 o 6 divisiones más y sus correspondientes tropas de apoyo, para tener una ventaja en número de soldados más favorables y que las bajas, aunque seguramente también importantes, no fueran catastróficas.
Sobre el número de bajas japonesas, es todavía más difícil de estimar ya que no se hicieron cálculos serios al respecto, y así por ejemplo, la prensa norteamericana citaba entre 5 y 10 millones de bajas niponas entre civiles y militares, para las dos invasiones, Kyushu y Honshu.
Si utilizamos un método directo para el calculo de las bajas militares japonesas, como es el de utilizar el ratio de bajas americanas/japonesas en Okinawa, tendríamos una cantidad de 689.000 (más que el número de tropas inicialmente acantonadas en Kyushu, pero posible si tenemos en cuenta los refuerzos que llegarían de Honshu y Shikoku, más los civiles militarizados) y si utilizamos el “ratio siniestro”, nos da entre 14 y 18 divisiones enemigas. En cualquiera de los dos casos, vemos que la práctica totalidad de las fuerzas defensoras serían aniquiladas, y que tan solo con refuerzos provenientes de las otras islas, podría Japón mantener la linea Sendai-Tsuno. El número de civiles es prácticamente imposible de esclarecer, y dependería por ejemplo, de si se hubiese procedido a una evacuación al norte o a otras islas de cantidades importantes de civiles, o por el contrario, si como parece que las autoridades japonesas querían, militarizar a una gran parte de la población civil para enfrentarse a los americanos, incluso con armas blancas. En este último caso, no hace falta decir que las bajas entre los civiles hubiesen sido escalofriantes. Si a esto añadimos la cantidad de civiles que podrían haber muerto victimas de los bombardeos de ciudades japonesas si hubiese continuado la guerra durante 6 o 7 meses más, tenemos que la cifra total de bajas, mayoritariamente muertes, entre los japoneses (civiles y militares), podrían haber llegado a superar el millón con cierta facilidad.
Otro factor que hay que tener en cuenta a la hora de emitir hipótesis sobre posibles resultados de “Olympic”, es el hecho de que se produjera un auténtico Kamikaze o “Viento Divino”, en forma de potente tifón que el 9 de octubre barrió la isla de Okinawa, con vientos de hasta 140 millas por hora, donde había un importante número de embarcaciones, y que de haber seguido adelante “Olympic” ese número hubiese sido mucho mayor, así como un buen número de aviones de la Fuerza Aérea del Lejano Oriente. Ese tifón ocasionó los mayores daños en la historia de la US Navy causados por elementos de la naturaleza, y según analistas americanos, podría haber causado un retraso mínimo de 45 días para el comienzo de la invasión de Japón.
De todas maneras, es muy posible que “Olympic” se hubiese retrasado de todas formas, ya que el reconocimiento y el esfuerzo sistemático de la inteligencia norteamericana, hubiese terminado por aclarar el cuadro completo de las defensas japonesas en Kyushu, y se hubiese tenido que aceptar un refuerzo de las tropas de invasión para que la misión tuviera posibilidades razonables de éxito.
Como conclusión, y después de todo lo expuesto, mi impresión personal es la siguiente:
La operación “Olympic” se habría llevado a cabo, apartando otras posibilidades (atacar Honshu directamente, invadir Hokkaido, seguir la estrategia “periférica” o continuar con los bombardeos y/o el bloque naval) debido a lo avanzado de los planes, al fuerte apoyo de MacArthur y otros jefes militares para seguir adelante con la invasión, y a que era vista como la opción más rápida y contundente para acabar la guerra lo más rápidamente posible.
Dada la alta concentración de tropas enemigas en Kyushu, más pronto que tarde, habrían de haber reevaluado los altos mandos norteamericanos sus propios planes de invasión, y lo más lógico es que hubiesen decidido incrementar el número de tropas participantes en “Olympic” y el aumento de ataques aéreos y navales sobre la isla japonesa. Esto, unido a la acción del tifón del 9 de octubre, seguramente provocaría un retraso de al menos un mes en la fecha del día X (lo que seguramente tendría consecuencias a la hora de invadir Honshu).
La batalla en el mar, sería dura y dolorosa para ambos bandos, pero no parece que la opción de detener la invasión en el océano contase con demasiados números, aunque sin embargo, las bajas norteamericanas podrían haber tenido cierta importancia en las primeras horas/días de la lucha en tierra. Así mismo se puede afirmar que las bajas en lo que quedaba de la Marina Imperial y en la aviación nipona, serían prácticamente definitivas, y su capacidad de recuperación después de la lucha, para presentar batalla una vez más, prácticamente nula.
Las primeras horas y los primeros días de la invasión serían cruciales, y de su resultado, podría depender el resto de la campaña. Una defensa acérrima de alguna de las zonas de invasión, y un número desproporcionado de bajas entre los americanos, cuando no un reembarque, muy bien podría poner punto y final a las aspiraciones de estos a vencer a Japón en su territorio. Esta posibilidad cobraría fuerza en el caso que la invasión se hubiese producido con las fuerzas originalmente previstas, pero si asumimos un refuerzo de las tropas norteamericanas, la posibilidad de que estas rompieran las defensas niponas en las playas y se adentrasen hacia el interior gana bastantes enteros.
Si esto se lograba, la campaña por el sur de Kyushu, bien podía ser bastante parecida a lo ocurrido en Okinawa, y lo que originalmente se había previsto conquistar en aproximadamente uno o dos meses, bien podría haber tardado tres, cuatro o incluso cinco, aunque seguramente, las últimas semanas, sería dedicadas a la eliminación de reductos más o menos grandes, y que la mayoría de los objetivos se hubiesen cumplido, una vez que las defensas japonesas se hubiesen colapsado debido al altísimo número de bajas que podrían haber sufrido.
Seguramente ninguno de los dos bandos hubiese utilizado armas químicas, pero dependiendo de la situación, tampoco lo excluiría categóricamente.
Sobre un intento de invasión de Hokkaido por parte de la URSS, lo doy prácticamente por hecho, sobre todo si los americanos encontraban serias dificultades en su avance, y si la isla seguía sin estar fuertemente defendida. Esto podría haber producido una diversión, sobre todo de suministros y munición, hacia los defensores de Hokkaido, por parte del ejército japonés, que podría haber repercutido a nivel táctico en la campaña por Kyushu. A nivel estratégico, pienso que el gobierno japonés, incluso sus militares, llegarían a la conclusión que era la hora de aceptar las condiciones de Postdam y rendirse incondicionalmente.
En cualquier caso, me parece que si la ocupación del sur de Kyushu se llegase a producir, y las fuerzas armadas niponas no hubiesen podido detenerla, finalmente, los miembros del “partido de la guerra” dentro del gobierno japonés, se hubiesen quedado sin argumentos a la hora de proseguir la lucha, ya que su premisa para continuarla se basaba en que durante una batalla de grandes proporciones en suelo japonés, su ejército sería capaz de infligir un severo castigo al invasor, derrotándolo u obligándolo a negociar una paz con condiciones. Si esto no se producía, la posibilidad de que la guerra acabase con “Olympic” y no hubiese necesidad de lanzar “Coronet”, sería muy creíble.
La cuestión acerca de la tolerancia de bajas norteamericanas por parte de su sociedad civil, siempre dependería de dicha cantidad, pero si aceptamos la cantidad de cerca de 300.000 bajas para toda la ocupación del sur de Kyushu, creo que habría podido ser tolerada por los norteamericanos.
Aunque como todo esto, en definitiva, no deja de ser un relato de historia-ficción, la victoria o la derrota de los EEUU en suelo japonés dependía de muchos factores, y dependiendo de las decisiones que se hubiesen tomado en los meses que iban de mediados de agosto a octubre, el resultado bien podía ser uno u otro, pero eso es algo que nunca sabremos.
Fuentes usadas:
-Nemesis. La derrota del Japón 1944-1945 – Max Hastings, 2007.
-The MacArthur,s Campaigns – Centro de Historia Militar del Ejército de los EEUU.
-Defense against kamikaze attacks in WWII and its relevance to anti-ship missile defense / Volume I / An analytical history of kamikaze attacks against ships of the United States Navy during WWII – Nicolai Timenes, Jr., Centro de analisis navales / Grupo de evaluación de operaciones, 1970.
-The final months of the war with Japan: Signals intelligence, U.S. invasion planning, and the A-Bomb decision - Douglas J. MacEachin /Centro de estudios de Inteligencia de la CIA / Programa de Estudios de Inteligencia y Política de la Universidad de Harvard.
-Casualty projections for the U.S. invasions of Japan, 1945-1946: planning and policy implication – D. M. Giangreco en Journal of Military History, 1997.
-Operation Downfall: US Plans and Japanese counter-measures (transcripción de una ponencia celebrada en el US Army Command and General Staff College) - D. M. Giangreco, 1998.
-Olympic vs Ketsu-Go – Dr. K. Jack Bauer y Dr. Alan C. Coox, Gazeta del Cuerpo de Marines, 1965.
-The Atomic Bombs and the Soviet Invasion: What Drove Japan’s Decision to Surrender? - Tsuyoshi Hasegawa, profesor de historia moderna rusa y soviética de la Universidad de California, 2007.
-Okinawa: The Last Battle–Centro de Historia Militar del Ejército de los EEUU, 2000
-Army Battle Casualties and Nonbattle Deaths in World War II, Final Report, 7 December 1941-31 December 1946 – Washington: Comptroller of the Army, Office of the Chief of Staff, 1987.
-Diversos artículos, mapas y tablas recopilados de Internet.
Hasta este punto del relato hemos visto los datos históricos (los cuales, no son siempre fiables al 100%, principalmente en las cifras, y más al tratarse de una operación militar proyectada, pero nunca llevada a cabo), y partir de ahora, las hipótesis, teorías, elucubraciones,… por supuesto, siempre a partir de datos.
-EFICACIA DE LOS ATAQUES SUICIDAS
Me centraré en este apartado principalmente en los medios suicidas aéreos, ya que la eficacia de los métodos navales de este tipo, fue bastante baja en su empeño por frenar a los norteamericanos, y su aportación se puede considerar menor comparada con la aviación suicida.
Al finalizar la guerra en agosto, Japón disponía de entre unos 7.000-8.000 aviones, en las Islas principales y las zonas cercanas (Corea, Manchuria, China y Formosa), y se preveía que su producción de aviones elevase esa cifra a 10.500 para la fecha del comienzo de la invasión de Japón. De estos, se estima que aproximadamente algo más de la mitad, cerca de los 6.000, estarían dedicados a misiones suicidas, mientras que el resto eran aviones con misiones convencionales como cazas, bombarderos o reconocimiento (dejaremos a parte las bombas tripuladas Okha, ya que de las 755 producidas, su éxito fue tan bajo, que tan solo consiguieron un hundimiento, y desde marzo del 45 ya no se producían).
De entre los aviones suicidas, por esas fecha, predominaban los entrenadores básicos y avanzados (83%) siendo el resto (17%) aviones de combate normales. Esto suponía que la mayoría de aviones que iban a inmolarse en la defensa de Kyushu, eran más lentos, más frágiles y por lo tanto más vulnerables que los aviones de combate que habían llevado el peso de las operaciones kamikazes hasta el momento (aunque ya en la batalla de Okinawa, se produjeron algunos ataques con entrenadores ligeros). Además, estos aparatos, serían tripulados por pilotos, cuya media era de apenas unas 30-50 horas de vuelo antes de lanzarse a su última misión, lo cual era apenas suficiente para despegar y mantener el avión en vuelo nivelado siguiendo al avión guía hasta las inmediaciones de sus objetivos. El volar de noche, con mal tiempo o cerca del suelo, eran tareas prácticamente imposibles para dichos pilotos.
Otro punto a recordar, es que para finales de la guerra, el espíritu de los primeros pilotos kamikazes había decaído mucho, y ahora los “voluntarios” lo eran más por resignación que como aceptación de su destino, y eso se notaba en su entusiasmo y en el número de misiones abortadas. Pese a todo, nunca faltaron pilotos para las misiones kamikaze.
Recordemos ahora un par de datos básicos que son de gran importancia, pero que se suelen pasar por alto muchas veces, y que hay que tener muy en cuenta.
El primero, es que se estima que más de la mitad del número de aviones de combate japoneses destruidos durante la guerra del Pacífico y Asia, lo fueron por causas no relacionadas con el combate, como accidentes en entrenamientos, en misiones de traslado, por deficiencias en el mantenimiento,… lo cual es significativo, teniendo en cuenta que para las fechas de “Olympic”, el nivel de entrenamiento de los pilotos y el mantenimiento de los aviones, en buena parte debido a la falta de suministros, sería el más bajos que Japón había tenido desde el inicio de la guerra.
El segundo, es el hecho de que la mitad de las bajas en aviones producidas en combate por las fuerzas aliadas a los japoneses, lo fueron en tierra, y a veces no aparecen cuando se reflejan los datos de las campañas, mostrando tan solo los aviones abatidos en vuelo, ya sea por los cazas o por la defensa antiaérea.
Para poder extraer conclusiones sobre la eficacia de estos ataques, podemos referirnos a los resultados de las dos principales campañas donde se usaron los ataques kamikazes de una forma sistemática y coordinada, la campaña de las Filipinas y la de Okinawa.
Las Filipinas, supuso el primer intento de un uso masivo de ataques suicidas, para detener a la flota norteamericana, principalmente para poner fuera de combate a sus portaaviones y que luego su flota convencional pudiera luchar de manera más equitativa con la flota enemiga.
Se produjeron 650 salidas de aviones kamikazes cuyo blanco primario eran los portaaviones enemigos, de los cuales, casi la mitad llegaron a la zona donde navegaba la flota americana, para conseguir un total de 174 impactos (directos o cercanos que causaron daños) sobre los buques enemigos, logrando hundir 22 de ellos. Se estima en 411 los kamikazes derribados por los cazas (263) y las defensas antiaéreas (148), o lo que es lo mismo, el 63% del total de los aviones suicidas lanzados contra la flota americana.
La campaña de Okinawa, supuso el cenit de las misiones suicidas japonesas, y es lo más parecido que podría haber ocurrido en Kyushu, a excepción hecha del número total de aparatos y la distancia hasta el objetivo.
El número de salidas aumentó hasta las 1.900, y sus blancos primarios se dividieron en barcos de transporte para la aviación del ejército y barcos de guerra para los aviones de la Armada Imperial. El número de los suicidas que llegó cerca de sus objetivos fueron 855, los cuales lograron 279 impactos (de nuevo, directos y cercanos que causaron algún tipo de daño), consiguiendo hundir 23 navíos y dañar a otros 164. El total de los kamikazes derribados, ascendió a 1.431, 855 por la aviación de caza y 576 por los antiaéreos, suponiendo un 75% de los aviones atacantes.
Hay que hacer notar que aproximadamente un 10% de los aparatos volvían a su base debido a problemas de diversa índole.
En total, se estima que en los 10 meses que duraron los esfuerzos kamikazes, los japoneses lanzaron entre 4.000 y 5.000 salidas, y que 15 de cada 100 aparatos causaron algún tipo de daño en sus blancos (en el conjunto de las campañas de Filipinas y Okinawa, fue del 18%)
Los ataques suicidas fueron entre 7 y 10 veces más efectivos que los convencionales, y así por ejemplo, mientras que una bomba que impactara en un portaaviones tenía un 40% de posibilidades de causar daños que requirieran reparación y esta sería de apenas una semana, el ataque de un kamikaze tenía un 70% de posibilidades de causar daños que llevarían de media algo más de un mes en reparar.
Extrapolemos los anteriores datos a “Olympic” y hagamos ciertas presunciones, y para ello tomaremos dos hipótesis, una más favorable a los japoneses y otra más “en la media”:
Hipótesis nº 1:
1-Los japoneses reservarían un cierto número de aviones para la defensa de Honsu. Digamos 500 de los 6.000 disponibles, quedando así para llevar a cabo la operación Ketsu-Go, unos 5.500 aviones. Los japoneses suponían acertadamente que la invasión se produciría en el sur de Kyushu, pero seguían preocupados por la opción de que atacaran a la vez Honshu central, o que el ataque a Kyushu solo fuera un amago para luego golpear más al norte, así que no parece descabellado presumir que guardaran ciertas reservas para defender la llanura de Kanto, alrededor de Tokio.
2-La disponibilidad de los aviones, siendo muy generosos, sería de un 90% (accidentes, reparaciones,…), con lo que nos quedan unos 4.950 aparatos.
3-Si estadísticamente la mitad de los aviones se destruían en tierra, y Kyushu iba a ser una isla muy observada y bombardeada durante los 3 meses anteriores a la invasión, podría ser que se llegasen a destruir unos dos mil quinientos aviones, pero daremos el beneficio de la duda a los aeropuertos “secretos” y a la dispersión de los aparatos, y cifraremos las perdidas en tan solo 1.000 aviones. Nos quedan 3.950 kamikazes.
4-Si de nuevo, estadísticamente un 18% de los aparatos impactaba, cuando atacaban una flota protegida por portaaviones, y asumiendo que la cercanía a sus bases y el poder atacar desde distintas rutas era un factor a favor de los kamikazes, subiremos esa cifra al 25%, lo que nos arroja un total de 987 impactos, o 3,5 veces más impactos que los producidos en Okinawa. Si los hundimientos en esa campaña fueron de 23 barcos, extrapolando, nos da un número de hundimientos de 80 (23*3,5), y un número de buques dañados de 574 (164*3,5).
Asumiendo que un generoso 75% de los barcos dañados tuvieran que ser retirados de la invasión para ser reparados, y si los demás medios navales, convencionales y suicidas lograsen destruir o dañar gravemente otros 125 buques (como preveían los planificadores japoneses), el esfuerzo japonés habría logrado reducir la flota enemiga (3.000 buques para redondear) en 636 buques, lo que supondría aproximadamente un 21% de la misma. Si estos buques alcanzados hubiesen sido en su gran mayoría mercantes y buques de asalto, tendríamos que imposibilitarían el desembarco del equivalente a cerca 5 divisiones enemigas, según cálculos de los propios japoneses y estaría muy cerca de las previsiones hechas por ellos en julio, como se ha visto más arriba.
Hipótesis nº 2:
1-Los aviones reservados para la defensa de Honsu son 1.000 de los 6.000 disponibles, quedando así para llevar a cabo la defensa de Kyushu, unos 5.000 aviones.
2-La disponibilidad de los aviones, siendo generosos, sería de un 75% (accidentes, reparaciones,…), con lo que nos quedan unos 3.750 aparatos.
3-Si estadísticamente la mitad de los aviones se destruían en tierra, podría ser que se llegasen a destruir a casi dos mil aviones, pero daremos el beneficio de la duda a los aeropuertos “secretos” y a la dispersión de los aparatos, y cifraremos las perdidas en tan solo 1.250 aviones. Nos quedan 2.500 kamikazes.
4-Si de nuevo, estadísticamente, un 18% de los aparatos impactaba, cuando atacaban una flota protegida por portaaviones, y aunque la cercanía de sus bases les favorecía, el bajo grado de adiestramiento de sus pilotos y las lecciones aprendidas hasta el momento por los americanos en su defensa contra lo ataques suicidas, hace que dejemos ese 18% inalterado. Tenemos entonces un total de 450 impactos, es decir, 1,6 veces más impactos que en Okinawa. Si los hundimientos y buques dañados fueron para esa campaña de 23 y 164 respectivamente, en Kyushu, podrían ser de 37 (23*1,6) y 263 (164*1,6). Si la mitad de los barcos dañados tuvieran que ser retirados de la invasión, y los demás medios defensivos nipones provocaran la destrucción o el daño grave a otros 100 barcos, la flota quedaría reducida en 259 buques, o aproximadamente el 9% de la misma. Si la mitad de estos barcos fuesen de transporte de tropas y suministros, tendríamos que imposibilitarían el desembarco del equivalente a cerca de una división enemiga, de nuevo utilizando cálculos de los propios japoneses.
Además, el uso masivo de aparatos cada vez más vulnerables, haría que el porcentaje de impactos por avión e impactos por hundimiento, fuera decreciendo, como ya lo había hecho en Okinawa respecto a las Filipinas.
Como se puede observar, la 1ª hipótesis es muy favorable a los japoneses, con presunciones bastante optimista a su favor, y lograría destruir/dañar una quinta parte de la flota enemiga. Si como se ha supuesto, la mayoría de las victimas fueran barcos de transporte, el daño inflingido a la operación “Olympic”, sería muy serio, y no sería descabellado pensar en una cancelación de la invasión.
Por el contrario, si aceptamos la 2ª hipótesis, con datos más en la media, ni siquiera a favor de los norteamericanos, aunque con daños importantes, en principio no parece inasumible el que la invasión se hubiese podido llevar a cabo, aunque las bajas y los recursos destruidos en el mar, podrían tener un importante impacto en la campaña terrestre.
-PUNTOS DE DESEMBARCO
Desde que vi el primer mapa de la planeada invasión de Kyushu, me llamó la atención la distribución de las zonas de desembarco (como curiosidad indicar que las playas de invasión recibieron nombres en clave de marcas de vehículos, tales como Chrysler, Chevrolet o Rolls Royce). Tres zonas separadas entre ellas por muchos kilómetros, en concreto, del sector del XI Cuerpo de Ejército en la bahía de Ariake hasta las playas de invasión del I Cuerpo, distaría unos 70 kilómetros, mientras que desde el I Cuerpo hasta la zona del V Cuerpo Anfibio, al otro lado de la isla, había más de 100 kilómetros, lo que imposibilitarían el apoyo mutuo durante las operaciones de desembarco y consolidación de la cabeza de playa, así como formar un frente continuo, hasta haber logrado vencer una dura resistencia.
En casi todas las grandes invasiones anfibias aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, siempre se había tratado de realizar el asalto en playas lo más cercanas posibles para formar un frente unido lo más rápido posible y prestarse apoyo mutuo, con algunas excepciones como Torch, donde desembarcaron en la costa atlántica marroquí y en Argelia, pero dado la resistencia esperada era un riesgo bastante asumible. En los desembarcos en Sicilia durante la operación Husky, las fuerzas de Patton estuvieron separadas unos 50 kilómetros de los canadienses del VIII Ejército de Montgomery, pero de nuevo, vista la amenaza que suponían las fuerzas italianas, parece un riesgo que se podía correr. Tanto en Shingle como en Anzio o Dragoon, las fuerzas desembarcaron juntas, y en Normandía, la separación de Omaha de Utha fue de unos 40 kilómetros, forzados por el estuario del rio Vire, y entre los americanos y los ingleses, de unos veintitantos kilómetros debido a la falta de playas adecuadas. También en el Pacifico se dieron invasiones anfibias donde las fuerzas desembarcaron unidas, como en Luzón, Iwo Jima u Okinawa.
La ubicación de los puntos de desembarco en “Olympic” pudo venir dada por la poca resistencia enemiga en tierra que se esperaba cuando se planificó al principio la operación. Seguramente después de haber conocido (y asumido, dado lo tendente que era Mc Arthur a subestimar al enemigo) el refuerzo de las defensas japonesas en julio-agosto, se debería haber hecho algo la respecto, sobre todo en el sector asignado a los marines, y que era el más expuesto debido a su lejanía de los otros dos Cuerpos del Army. De haberse llevado a cabo la invasión con la disposición planeada, es bastante posible que los norteamericanos hubiesen tenido serias dificultades, y si los japoneses hubiesen logrado contener y destruir una sola playa de invasión, hubiese sido casi fatal para el plan americano.
-ARMAS QUIMICAS
El posible uso de armas químicas por cualquiera de los dos bandos en la hipotética invasión de Japón es un tema controvertido. Para empezar, habría que decir que ninguno de los dos contenientes había firmado el Tratado de Ginebra que prohibía su uso.
Los EE.UU. habían anunciado públicamente a través de su propio presidente que no utilizarían armas químicas, sino como respuesta al uso de este tipo de armas por sus enemigos, lo cual no impidió que preparasen y transportasen cantidades importantes de agentes químicos a los teatros de operaciones, a veces con resultados desastrosos, como el ocurrido en Bari, Italia, cuando la Luftwaffe bombardeó y hundió el barco norteamericano John Harvey, en el que secretamente se almacenaban gas mostaza, como posible respuesta a un ataque químico de los alemanes. Este gas se propagó por el puerto y la ciudad de Bari, y causó unos 70 muertos y más de 600 afectados entre el personal militar norteamericano, mientras que el número de bajas entre la población civil italiana es desconocido.
Los americanos llegaron a pensar en el uso de gases para acabar con la resistencia en Iwo Jima, lo cual fue rápidamente vetado por Roosvelt.
Por su parte, los ingleses consideraron la opción del uso de armas químicas en al menos dos ocasiones, una como última respuesta a la proyectada invasión de Gran Bretaña por los nazis, y otra contra ciudades alemanas, como respuesta al lanzamiento de las V-1 en junio del 44.
Todo lo cual resulta interesante ya que en noviembre del 45, EE.UU había cambiado de presidente, y enfrentados sus ejércitos a un enemigo que opusiera una resistencia tan fiera o más que en Iwo Jima, o que la destrucción causada por los kamikazes fuese muy grave, quizás no fuera descabellado pensar en el uso de armas químicas por parte de los norteamericanos.
Por otra parte, los nipones, podían pensar en utilizar este tipo de armas, como los ingleses lo tenían pensado si León Marino triunfaba, como último recurso para la salvación o la destrucción total de su patria. De hecho, el japonés fue el único ejército que utilizó armas químicas, principalmente gas mostaza, durante la Segunda Guerra Mundial, aunque su uso empezó incluso antes, durante los últimos años 30. Este uso se restringió al teatro de operaciones de China, y decreció al entrar los americanos en guerra, por temor a una respuesta de estos por el ataque a sus aliados chinos. Aún así, parece ser que se usaron en 1943 durante la batalla de Chagde, causando importantes bajas sobre todo entre la población civil.
También fueron los nipones los que más lejos llegaron con la experimentación de armas químicas en seres humanos, principalmente en su Unidad 731, especializada en este tipo de armas, cometiendo auténtica aberraciones con prisioneros chinos principalmente.
Pese a todo, los militares japoneses parecían temer el uso de armas químicas por parte de los americanos, ya que consideraban que ellos no podrían responder de manera adecuada y también que sus soldados estaban peor preparados para ese tipo de guerra. De hecho, parece ser que llegaron a plantearse el ignorar el uso aislado de armas químicas en Japón por parte estadounidense, por miedo a una escalada en el uso de dichas armas.
Así pues, el uso de armas químicas, aunque improbable, no podía ser ignorado en la lucha por el sur de Kyushu, y bajo determinadas circunstancias, es posible que se llegara a usar en combate, estando los norteamericanos mejor preparados en general.
-LOS SOVIETICOS
La postura de Japón respecto a la URSS durante la SGM, y ya desde la batalla de Nomohan, fue la de intentar mantener a los soviéticos tan alejados del conflicto que se vivía en Asia-Pacífico como fuera posible, pero especialmente desde el final de la guerra en Europa y la derrota de sus aliados nazis, los nipones se esforzaron en intentar mantener la neutralidad de los rusos por todos los medios. De todas maneras no se hacían demasiadas ilusiones y sabían que era muy posible que les declarasen la guerra. Respecto al cuando, existían diferentes opiniones. Al principio, creyeron que hasta finales del 45 o principios del 46, no tendrían los soviéticos oportunidad de atacarles, pero conforme avanzaban las semanas y los informes del despliegue soviético al otro lado de la frontera aumentaban, reconsideraron sus previsiones y pronosticaron un ataque para el otoño, o finales de verano como muy pronto.
Pero incluso con las informaciones del refuerzo ruso en extremo oriente, los japoneses seguían tratando de evitar la participación soviética en “su” guerra, y dejaron de mejorar las posiciones y reforzar de hombres y material al Ejército de Kwantung desplegado en Manchuria, por miedo a que se usara de pretexto por parte de los comunistas para atacarles. Pero existía otra razón para tratar de mantener la neutralidad soviética, y no era otro que el intento, casi desesperado, por que el gobierno de Stalin hiciese de mediador con sus aliados occidentales para negociar la paz, una paz con condiciones que incluía el respeto y mantenimiento de la figura del Emperador y su dinastía, el que no hubiese ocupación militar de Japón, que el Ejército se desarmara a si mismo y finalmente, que ellos juzgasen a sus propios criminales de guerra.
Los soviéticos, que no tenían intención alguna de seguir el juego a los japoneses, siguieron dando largas al Príncipe Konoe, enviado especial del Emperador, hasta que finalmente, Molotov le comunicó que la Unión Soviética declaraba la guerra al Imperio Japonés la noche del 8 al 9 de agosto.
Para los nipones fue una dura lección. A pesar de que, como se ha vista anteriormente, esperaban un ataque, no creían que fuera a ser tan pronto, y que tampoco hubiesen tenido en cuenta sus esfuerzos para intentar llegar a una paz negociada, antes de “traicionarlos” e invadir Manchuria, fue algo que desconcertó y enfureció a los altos mandos nipones.
Esta invasión, unido al lanzamiento de las bombas atómicas, principalmente la de Hiroshima, fueron los desencadenantes de que Japón aceptase la rendición incondicional, tan solo manteniendo la figura del Emperador, convertido ahora de un Dios viviente, en un monarca constitucional.
Hay quien cree que los japoneses se hubiesen rendido igualmente, tan solo con la entrada en la guerra de la URSS, ya que el temor a una revuelta comunista en Japón, o la ocupación soviética de Hokkaido (la isla más septentrional de las grandes islas del archipiélago japonés, bastante mal defendida en esos momentos) hubiese supuesto una amenaza directa para la supervivencia del Emperador y todo lo que el sistema imperial conllevaba. Así argumentan algunos historiadores, que el factor más importante para la rendición del Imperio del Sol Naciente, fue el miedo del Emperador a verse despojado, él y toda su familia, de su status imperial, incluso de la supervivencia de la propia dinastía, que era objetivo declarado de Stalin, y no como se trató de hacer ver en la posguerra, que el Emperador tomó su “sagrada decisión” de rendir incondicionalmente Japón, para evitar más muertes y sufrimientos entre sus súbditos.
Los soviéticos, con un ataque de tres frentes, atacaron y conquistaron con relativa facilidad Manchuria y el norte de la península coreana, a la vez que invadía el sur de las islas Sajalin (arrebatadas a los rusos por los japoneses en la guerra de 1904-1905) y las Kuriles (territorio japonés, al noreste de Hokkaido).
El paso siguiente perseguido por Moscú, era la invasión de Hokkaido, para tener una posición de fuerza a la hora de negociar el destino de Japón después de la guerra con las potencias occidentales, y que pasaría por una especie de división del país, al estilo de lo hecho en Alemania.
Stalin tenía previsto ya desde el inicio de la campaña en Manchuria, la posible invasión de Hokkaido, y había reservado tropas para ello, pero sus generales se quedaron aguardando órdenes hasta que al final, y tras un “advertencia” de Truman, de que no invadiesen más suelo japonés del que ya poseían, Stalin decidió no atacar Hokkaido.
Pero, ¿y si no hubiese habido bombas atómicas?
Si “Olympic” hubiese sido necesario, es probable que los soviéticos hubieran hecho su jugada, y si los norteamericanos encontraban una fuerte oposición, como era de esperar, los soviéticos podrían haber lanzado una operación para la conquista de Hokkaido.
Cuando pensamos en los ejércitos soviéticos de la SGM, lo primero que nos viene a la cabeza son masas de tanques y soldados avanzando al descubierto por la nieve apoyados por ingentes cantidades de artillería, y también se suele pensar que sus capacidades navales y anfibias eran muy escasas, lo cual seguramente era cierto, sobre todo si comparamos esas capacidades con las de los EEUU o incluso las del Reino Unido. Pero dicho esto, hay que decir también, que mediante la ley de Préstamo y Arriendo, la Flota Roja del Pacífico había recibido un número importante de barcos y barcazas anfibios, que según se estima, podrían poner en una costa hostil a corta distancia, unas tres divisiones en sucesivas oleadas, y luego seguir reforzándolas. Si a ello unimos el lanzamiento de fuerzas paracaidistas, y el hecho de que Hokkaido tan solo estuviese ligeramente defendida, al menos durante julio-agosto (se estiman en dos divisiones y una brigada las fuerzas regulares en la isla), las posibilidades de éxito de una invasión comunista de Hokkaido, parecen ser altas. Si por el contra, Japón hubiese utilizado los meses de septiembre y octubre para reforzar sus defensas y aumentar el número de hombres y armas en tierra, así como reservar una cierta parte de la aviación y de la flota para contener a los rusos, las posibilidades de éxito, parecen disminuir considerablemente.
En todo caso, parece razonable asumir que si la invasión de Kyushu hubiese tenido problemas, Hokkaido se hubiese visto atacada por el ejército soviético, más antes que después, y entonces, el periodo de la posguerra en Japón, podría haber sido muy diferente.
-BAJAS Y POSIBLES RESULTADO
El tema de las bajas que previsiblemente sufrirían los EEUU si se hubiese llevado a cabo “Olympic” (las bajas japonesas han sido menos tratadas, aunque más tarde volveré sobre ellas), ha sido tema de arduos debates, y para muchos, una de las principales justificaciones del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Previamente repasaremos los datos de algunas batallas y campañas en el Pacifico en cuanto a bajas se refiere:
Leyte (72 días):
EEUU-17.000 / Japón-78.000 – ratio: 4,6 bajas niponas por cada una norteamericana
Luzón (93 días):
EEUU-31.000 / Japón-156.000 – ratio: 5 bajas niponas por cada una norteamericana
Peleliu (71 días):
EEUU-9.700 / Japón-12.500 – ratio: 1,3 bajas niponas por cada una norteamericana
Iwo Jima (39 días):
EEUU-20.000 / Japón-25.000 – ratio: 1,2 bajas niponas por cada una norteamericana
Okinawa (82 días):
EEUU-49.000 / Japón-117.000 – ratio: 2,4 bajas niponas por cada una norteamericana
(si sumamos las bajas no producidas en combate, que fueron de 26.000, el número aumenta hasta las 75.000, y el ratio desciende a 1,6)
Para ayudar a comparar, las bajas desde el 6 de junio al 24 de julio (49 días) en Normandía fueron de 63.000, y el número de bajas totales en la SGM para los EEUU fueron de casi 300.000 muertos y cerca de 600.000 heridos.
Hay que aclarar lo que significaba el termino “bajas” para el Ejército norteamericano. Esta palabra incluía a los muertos en acción (Killed in Action o KIA,s), los desaparecidos en acción (Missing in Action MIA,s), los heridos en acción (Wounded in Action o WIA,s), siendo estos últimos el mayor número en cada campaña en el bando norteamericano, mientras que en el japonés, la mayoría de bajas eran muertos en acción, con muy pocos heridos, desaparecidos o prisioneros de guerra (Prisioners of War o POW). También es importante recordar las bajas no producidas en combate (non-battle casualties), principalmente por enfermedades o fatiga de combate.
Algunos oficiales americanos esperaban que el ratio de bajas fuera más o menos como el sufrido en Luzón, mientras que otros opinaban que sería más cercano al de Okinawa.
Se proyectaron todo un rosario de cifras, unas tendentes a minimizar el número de bajas, para así aprobar la operación “Olympic”, mientras que otros las aumentaban, con objeto de paralizar o cancelar la invasión de Japón, y justificar así la continuación de sus campañas de bloque naval o bombardeos estratégicos, y en última instancia, como ya se ha comentado, el lanzamiento de las bombas atómicas.
Veamos algunos ejemplos de las citadas cifras de bajas de EEUU, por autores de las predicciones:
-Junta de Jefes de Estado Mayor (abril del 45): 109.000 KIA/MIA,s – 347.000 WIA,s para un total de 456.000 bajas.
-Cuartel General de Nimitz (mayo del 45): 49.000 bajas en los primeros 30 días.
-Cuartel General de MacArthur (junio del 45): 50.800 bajas para los primeros 30 días y 105.000 bajas hasta los 120 días (más 12.500 bajas no sufridas en combate)
-Comité Conjunto de Planes de Guerra: 106.000 bajas (deducido de su listado de bajas con varios escenarios posibles)
-Admirante Leahy: 268.000 bajas
-General Willoughby (Jefe de inteligencia de MacArthur) propuso su “ratio siniestro” en el que por cada dos o dos divisiones y media japonesas, producían 40.000 bajas americanas, lo que aplicándolo a las 14 divisiones más 8 brigadas (+- equivalentes a 3 divisiones) da el siguiente resultado: 270.000 – 340.000 bajas
La cifra de medio millón de bajas también sonó mucho, e incluso la prensa norteamericana publicó cifras que llegaban hasta los 4 millones entre “Olympic” y “Coronet”.
En general, las cifras se fueron haciendo más pesimistas a medida que se tenía conocimiento del refuerzo de las tropas niponas en Kyuhsu. De cualquier forma, el baile de cifras es tremendo, y cada cual, incluidos historiadores modernos, hace sus propias conjeturas basándose en algo que justificar, o en intentar imponer sus propias convicciones al respecto. La verdad es que nunca se sabrá el número de bajas que se pudieron haber producido (afortunadamente), pero para no ser menos, también vamos a dar nuestra opinión al respecto.
Vemos de las cifras de bajas anteriormente expuestas, que el ratio de bajas en la campaña de Okinawa fue 2,4:1 y que se sitúa aproximadamente a la mitad entre la proporción de bajas en las Filipinas y las de las pequeñas islas de Iwo Jima y Peleliu, pudiendo ser un buen comienzo para nuestras pesquisas.
Si aceptamos unos 766.000 soldados norteamericanos en tierra y unos 600.000 soldados nipones, nos da una ventaja norteamericana de casi 1,3 soldados americanos por cada uno japonés. Estos últimos defienden un territorio que han podido fortificar durante los meses anteriores y con un espíritu de resistencia y sacrificio que se les suponía bastante elevado.
Los factores favorables a los americanos serían entre otros, el hecho de la falta de munición en el ejército japonés, teniendo los defensores de Kyushu tan solo munición para mes o mes y medio de combate; de la dificultad para trasladar las divisiones y brigadas del norte al sur de la isla, siempre bajo ataque aéreo y naval (las principales vías de comunicación pasaban cerca de la costa) y con puentes y túneles derruidos, causando retrasos y bajas a esas formaciones; el completo dominio de los cielos (tras los primeros días de lucha); la superioridad americana en tanques y artillería (en potencia de fuego en general); un mayor y mejor servicio de recuperación de heridos que pueden volver a combatir; la baja calidad de muchas de las tropas niponas y su pobre y escaso armamento, y finalmente, también las ganas de los americanos de luchar en suelo japonés y de terminar la guerra de una vez.
Pero incluso con estos factores, no parece verosímil, que si se llevaba a cabo la operación “Olympic” tal y como se había planeado, las probabilidades de éxito fueran elevadas, y si muchas la bajas norteamericanas.
En Okinawa, el ratio de fuerzas fue aproximadamente de 1,4 a 1 a favor de los americanos, es decir, muy parecido al que podrían tener en Kyushu, y tuvieron un 29% de bajas, es posible que en Kyushu, con un terreno más escarpado, con las fuerzas japonesas presentando batalla en las playa y un elevado espíritu combativo nipón (al menos en principio) por defender suelo patrio, sus bajas fueran más elevadas, quizás del orden del 35-40%, lo que nos daría un número de bajas entre las 268.000 y 306.000, que redondearemos (para simplificar) a una cantidad intermedia de 287.000 bajas totales. Esta cifra es bastante parecida a la expuesta por el almirante Leahy y el general Willoughby.
La cuestión que se plantea es: ¿se podría permitir EEUU casi 300.000 bajas en una lucha de 4 meses (72.000 bajas por mes)?
Si pensamos que el número total de bajas en el Teatro de Operaciones del Pacífico durante 44 meses fue de unas 157.933 (3.600 bajas por mes), pare inasumible que EEUU se pudiese permitir un número de bajas tan elevado como el anteriormente expuesto, pero si contemplamos que en el otro lado del mundo, los EEUU perdieron durante los últimos 11 meses de campaña 552.117 hombres (50.192 bajas por mes) en Europa (sin incluir la campaña de Italia), con meses como diciembre del 44 y enero del 45 donde las bajas fueron de 77.000 y 69.000 respectivamente, parece algo más factible el tener unas perdidas tan elevadas, pero aún así, el precio seguiría siendo terrible.
En cualquier caso, el que en una campaña de alrededor de 4 meses, los EEUU sufrieran casi un tercio del total de las bajas que habían sufrido hasta entonces en todos los años de guerra y en todos los frentes, se puede considerar un fracaso, y la posibilidad que la sociedad americana pidiese que se frenara una sangría como esa, da la sensación que sería bastante elevada.
Y todo esto contando que la campaña fuera más o menos según lo planeado en el ritmo de avance de las tropas, ya que si los japoneses lograsen detener a sus enemigos en las playas, o incluso devolver al mar a los soldados de una o dos de las zonas de invasión, toda la operación se hubiese ido al traste y los EEUU, hubiesen sufrido una derrota de proporciones incalculables.
La única opción viable para los norteamericanos si seguían adelante con “Olympic”, pasaba por una campaña aérea reforzada antes y durante la invasión de Kyushu, y por un incremento significativo de tropas de tierra, de al menos 5 o 6 divisiones más y sus correspondientes tropas de apoyo, para tener una ventaja en número de soldados más favorables y que las bajas, aunque seguramente también importantes, no fueran catastróficas.
Sobre el número de bajas japonesas, es todavía más difícil de estimar ya que no se hicieron cálculos serios al respecto, y así por ejemplo, la prensa norteamericana citaba entre 5 y 10 millones de bajas niponas entre civiles y militares, para las dos invasiones, Kyushu y Honshu.
Si utilizamos un método directo para el calculo de las bajas militares japonesas, como es el de utilizar el ratio de bajas americanas/japonesas en Okinawa, tendríamos una cantidad de 689.000 (más que el número de tropas inicialmente acantonadas en Kyushu, pero posible si tenemos en cuenta los refuerzos que llegarían de Honshu y Shikoku, más los civiles militarizados) y si utilizamos el “ratio siniestro”, nos da entre 14 y 18 divisiones enemigas. En cualquiera de los dos casos, vemos que la práctica totalidad de las fuerzas defensoras serían aniquiladas, y que tan solo con refuerzos provenientes de las otras islas, podría Japón mantener la linea Sendai-Tsuno. El número de civiles es prácticamente imposible de esclarecer, y dependería por ejemplo, de si se hubiese procedido a una evacuación al norte o a otras islas de cantidades importantes de civiles, o por el contrario, si como parece que las autoridades japonesas querían, militarizar a una gran parte de la población civil para enfrentarse a los americanos, incluso con armas blancas. En este último caso, no hace falta decir que las bajas entre los civiles hubiesen sido escalofriantes. Si a esto añadimos la cantidad de civiles que podrían haber muerto victimas de los bombardeos de ciudades japonesas si hubiese continuado la guerra durante 6 o 7 meses más, tenemos que la cifra total de bajas, mayoritariamente muertes, entre los japoneses (civiles y militares), podrían haber llegado a superar el millón con cierta facilidad.
Otro factor que hay que tener en cuenta a la hora de emitir hipótesis sobre posibles resultados de “Olympic”, es el hecho de que se produjera un auténtico Kamikaze o “Viento Divino”, en forma de potente tifón que el 9 de octubre barrió la isla de Okinawa, con vientos de hasta 140 millas por hora, donde había un importante número de embarcaciones, y que de haber seguido adelante “Olympic” ese número hubiese sido mucho mayor, así como un buen número de aviones de la Fuerza Aérea del Lejano Oriente. Ese tifón ocasionó los mayores daños en la historia de la US Navy causados por elementos de la naturaleza, y según analistas americanos, podría haber causado un retraso mínimo de 45 días para el comienzo de la invasión de Japón.
De todas maneras, es muy posible que “Olympic” se hubiese retrasado de todas formas, ya que el reconocimiento y el esfuerzo sistemático de la inteligencia norteamericana, hubiese terminado por aclarar el cuadro completo de las defensas japonesas en Kyushu, y se hubiese tenido que aceptar un refuerzo de las tropas de invasión para que la misión tuviera posibilidades razonables de éxito.
Como conclusión, y después de todo lo expuesto, mi impresión personal es la siguiente:
La operación “Olympic” se habría llevado a cabo, apartando otras posibilidades (atacar Honshu directamente, invadir Hokkaido, seguir la estrategia “periférica” o continuar con los bombardeos y/o el bloque naval) debido a lo avanzado de los planes, al fuerte apoyo de MacArthur y otros jefes militares para seguir adelante con la invasión, y a que era vista como la opción más rápida y contundente para acabar la guerra lo más rápidamente posible.
Dada la alta concentración de tropas enemigas en Kyushu, más pronto que tarde, habrían de haber reevaluado los altos mandos norteamericanos sus propios planes de invasión, y lo más lógico es que hubiesen decidido incrementar el número de tropas participantes en “Olympic” y el aumento de ataques aéreos y navales sobre la isla japonesa. Esto, unido a la acción del tifón del 9 de octubre, seguramente provocaría un retraso de al menos un mes en la fecha del día X (lo que seguramente tendría consecuencias a la hora de invadir Honshu).
La batalla en el mar, sería dura y dolorosa para ambos bandos, pero no parece que la opción de detener la invasión en el océano contase con demasiados números, aunque sin embargo, las bajas norteamericanas podrían haber tenido cierta importancia en las primeras horas/días de la lucha en tierra. Así mismo se puede afirmar que las bajas en lo que quedaba de la Marina Imperial y en la aviación nipona, serían prácticamente definitivas, y su capacidad de recuperación después de la lucha, para presentar batalla una vez más, prácticamente nula.
Las primeras horas y los primeros días de la invasión serían cruciales, y de su resultado, podría depender el resto de la campaña. Una defensa acérrima de alguna de las zonas de invasión, y un número desproporcionado de bajas entre los americanos, cuando no un reembarque, muy bien podría poner punto y final a las aspiraciones de estos a vencer a Japón en su territorio. Esta posibilidad cobraría fuerza en el caso que la invasión se hubiese producido con las fuerzas originalmente previstas, pero si asumimos un refuerzo de las tropas norteamericanas, la posibilidad de que estas rompieran las defensas niponas en las playas y se adentrasen hacia el interior gana bastantes enteros.
Si esto se lograba, la campaña por el sur de Kyushu, bien podía ser bastante parecida a lo ocurrido en Okinawa, y lo que originalmente se había previsto conquistar en aproximadamente uno o dos meses, bien podría haber tardado tres, cuatro o incluso cinco, aunque seguramente, las últimas semanas, sería dedicadas a la eliminación de reductos más o menos grandes, y que la mayoría de los objetivos se hubiesen cumplido, una vez que las defensas japonesas se hubiesen colapsado debido al altísimo número de bajas que podrían haber sufrido.
Seguramente ninguno de los dos bandos hubiese utilizado armas químicas, pero dependiendo de la situación, tampoco lo excluiría categóricamente.
Sobre un intento de invasión de Hokkaido por parte de la URSS, lo doy prácticamente por hecho, sobre todo si los americanos encontraban serias dificultades en su avance, y si la isla seguía sin estar fuertemente defendida. Esto podría haber producido una diversión, sobre todo de suministros y munición, hacia los defensores de Hokkaido, por parte del ejército japonés, que podría haber repercutido a nivel táctico en la campaña por Kyushu. A nivel estratégico, pienso que el gobierno japonés, incluso sus militares, llegarían a la conclusión que era la hora de aceptar las condiciones de Postdam y rendirse incondicionalmente.
En cualquier caso, me parece que si la ocupación del sur de Kyushu se llegase a producir, y las fuerzas armadas niponas no hubiesen podido detenerla, finalmente, los miembros del “partido de la guerra” dentro del gobierno japonés, se hubiesen quedado sin argumentos a la hora de proseguir la lucha, ya que su premisa para continuarla se basaba en que durante una batalla de grandes proporciones en suelo japonés, su ejército sería capaz de infligir un severo castigo al invasor, derrotándolo u obligándolo a negociar una paz con condiciones. Si esto no se producía, la posibilidad de que la guerra acabase con “Olympic” y no hubiese necesidad de lanzar “Coronet”, sería muy creíble.
La cuestión acerca de la tolerancia de bajas norteamericanas por parte de su sociedad civil, siempre dependería de dicha cantidad, pero si aceptamos la cantidad de cerca de 300.000 bajas para toda la ocupación del sur de Kyushu, creo que habría podido ser tolerada por los norteamericanos.
Aunque como todo esto, en definitiva, no deja de ser un relato de historia-ficción, la victoria o la derrota de los EEUU en suelo japonés dependía de muchos factores, y dependiendo de las decisiones que se hubiesen tomado en los meses que iban de mediados de agosto a octubre, el resultado bien podía ser uno u otro, pero eso es algo que nunca sabremos.
Fuentes usadas:
-Nemesis. La derrota del Japón 1944-1945 – Max Hastings, 2007.
-The MacArthur,s Campaigns – Centro de Historia Militar del Ejército de los EEUU.
-Defense against kamikaze attacks in WWII and its relevance to anti-ship missile defense / Volume I / An analytical history of kamikaze attacks against ships of the United States Navy during WWII – Nicolai Timenes, Jr., Centro de analisis navales / Grupo de evaluación de operaciones, 1970.
-The final months of the war with Japan: Signals intelligence, U.S. invasion planning, and the A-Bomb decision - Douglas J. MacEachin /Centro de estudios de Inteligencia de la CIA / Programa de Estudios de Inteligencia y Política de la Universidad de Harvard.
-Casualty projections for the U.S. invasions of Japan, 1945-1946: planning and policy implication – D. M. Giangreco en Journal of Military History, 1997.
-Operation Downfall: US Plans and Japanese counter-measures (transcripción de una ponencia celebrada en el US Army Command and General Staff College) - D. M. Giangreco, 1998.
-Olympic vs Ketsu-Go – Dr. K. Jack Bauer y Dr. Alan C. Coox, Gazeta del Cuerpo de Marines, 1965.
-The Atomic Bombs and the Soviet Invasion: What Drove Japan’s Decision to Surrender? - Tsuyoshi Hasegawa, profesor de historia moderna rusa y soviética de la Universidad de California, 2007.
-Okinawa: The Last Battle–Centro de Historia Militar del Ejército de los EEUU, 2000
-Army Battle Casualties and Nonbattle Deaths in World War II, Final Report, 7 December 1941-31 December 1946 – Washington: Comptroller of the Army, Office of the Chief of Staff, 1987.
-Diversos artículos, mapas y tablas recopilados de Internet.
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http://www.karencarr.com/auto_image/USM ... lympic.jpg
http://www.usace.army.mil/History/Publi ... vasion.jpg
http://ibiblio.net/hyperwar/USMC/V/maps/USMC-V-24.jpg
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/c ... lympic.jpg
http://www.learnnc.org/lp/media/uploads ... map_50.jpg
http://www.history.army.mil/books/wwii/ ... /p_117.jpg
http://www.karencarr.com/auto_image/USM ... lympic.jpg
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
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He apreciado un error en el texto. Las bajas norteamericanas en el Teatro de operaciones del Pacifico, fueron alrededor de 300.000 y no 157.000 como aparece indicado, ya que este número, corresponde a las bajas del US Army y la USAAF, a las que habría que sumar las causadas en la Navy y el USMC. Así pues, habría una cifra de bajas por mes cercanas a las 6.800
Un saludo.
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¡Excelente trabajo, flanker33!
Estoy bastante de acuerdo con tus conclusiones, aunque yo doy practicamente por seguro que los norteamericanos (teniendo en cuenta el tifón de Octubre y la constancia del refuerzo de las defensas japonesas) hubieran aumentado considerablemente el número de tropas asignadas y retrasado la operación Olympic... aunque ello no evitaría que la batalla por Kyushu hubiera sido dantesca.
Un par de comentarios:
- Sobre el uso de armas químicas por parte norteamericana, yo leí hace unos años en la revista DEFENSA un artículo que defendía la tesis de que los norteamericanos hubieran empleado armas químicas en la invasión de Japón. Se citaban una serie de planes bastante detallados para su uso y se decía que un gran stock de esas armas se encontraba en las bases del Pacífico Occidental en el verano de 1945... aunquetal vez pudiera ser para ese uso "de represalia" que tú citas.
En EEUU la opinión pública (siempre según ese artículo) no era desfavorable a ello (al parecer un periódico llegó a titular: "Freirlos con el gas" en referencia a un posible empleo de armas químicas para reducir las bajas norteamericanas, a la vista de lo sucedido en Iwo Jima y Okinawa).
- Como muestra de las intenciones (al menos iniciales) de los japoneses, en esos meses estaba en marcha una campaña publicitaria llamada "La Muerte Honorable de los 100 Millones", que instigaba a todo ciudadano japonés a morir en la lucha por su país (en realidad Japón no tenía 100 millones de habitantes en 1945, pero al parecer les gustaba exagerar el número).
En algunos sitios he leido (no se si es cierto) que se planteaba la idea de armar a todo japonés, aunque fuera con lanzas
Y para terminar, te incluyo un link a un artículo de la revista Naval Aviation News sobre Downfall: http://www.history.navy.mil/download/ww2-38.pdf
En el que se detallan los buques que hubieran estado implicados por tipos (es interesante ver como se hubieran distribuido los soldados en los mas de mil buques de transporte y asalto, para valorar el impacto que hubieran tenido los kamikaze).
Estoy bastante de acuerdo con tus conclusiones, aunque yo doy practicamente por seguro que los norteamericanos (teniendo en cuenta el tifón de Octubre y la constancia del refuerzo de las defensas japonesas) hubieran aumentado considerablemente el número de tropas asignadas y retrasado la operación Olympic... aunque ello no evitaría que la batalla por Kyushu hubiera sido dantesca.
Un par de comentarios:
- Sobre el uso de armas químicas por parte norteamericana, yo leí hace unos años en la revista DEFENSA un artículo que defendía la tesis de que los norteamericanos hubieran empleado armas químicas en la invasión de Japón. Se citaban una serie de planes bastante detallados para su uso y se decía que un gran stock de esas armas se encontraba en las bases del Pacífico Occidental en el verano de 1945... aunquetal vez pudiera ser para ese uso "de represalia" que tú citas.
En EEUU la opinión pública (siempre según ese artículo) no era desfavorable a ello (al parecer un periódico llegó a titular: "Freirlos con el gas" en referencia a un posible empleo de armas químicas para reducir las bajas norteamericanas, a la vista de lo sucedido en Iwo Jima y Okinawa).
- Como muestra de las intenciones (al menos iniciales) de los japoneses, en esos meses estaba en marcha una campaña publicitaria llamada "La Muerte Honorable de los 100 Millones", que instigaba a todo ciudadano japonés a morir en la lucha por su país (en realidad Japón no tenía 100 millones de habitantes en 1945, pero al parecer les gustaba exagerar el número).
En algunos sitios he leido (no se si es cierto) que se planteaba la idea de armar a todo japonés, aunque fuera con lanzas
Y para terminar, te incluyo un link a un artículo de la revista Naval Aviation News sobre Downfall: http://www.history.navy.mil/download/ww2-38.pdf
En el que se detallan los buques que hubieran estado implicados por tipos (es interesante ver como se hubieran distribuido los soldados en los mas de mil buques de transporte y asalto, para valorar el impacto que hubieran tenido los kamikaze).
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- flanker33
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Hola Sergiopol, gracias por el enlace, me ha venido muy bien el listado detallado de buques que aporta el artículo.
-Sobre el tema del uso o no de armas químicas, sugiero la lectura de una sección de este artículo del Departamento médico del US Army (concretamente las paginas 52-53, bajo el epígrafe: US policy and plans for gas):
http://www.bordeninstitute.army.mil/pub ... _09-76.pdf
Este artículo también es interesante (cita un estudio del que sería muy interesante encontrar del original):
http://www.opendemocracy.net/conflict/c ... s_2727.jsp
Sigo buscando una fuente fiable sobre un posible estudio hecho por el ejército americano sobre el uso de gases tóxicos en Olympic.
-Para saber más sobre el efecto del tifón Louise en Okinawa:
http://www.history.navy.mil/faqs/faq102-6.htm
-Lo de armar a los civiles para luchar contra los americanos parece ser cierto, era una milicia llamada Kokumin Giyū Sentōtai, o algo así como “Cuerpo de voluntarios luchadores”, aunque también he visto otras traducciones, que teóricamente estaría formada por 28 millones de personas, reclutada entre hombres de entre 15 y 60 años y mujeres de entre 17 y 40 años. Como ejemplo de su armamento, comentar que en una visita en julio del 45, el primer ministro Suzuki quedó horrorizado ante el despliegue de armas de esta milicia: mosquetones de avancarga, arcos y flechas, espadas, y si, lanzas de bambú, con las que eran instruidos para atacar al abdomen del enemigo, para causar el mayor daño posible. Se suponía que también tenían armas ligeras, como pistolas o granadas de mano. La idea era emplear esta “fuerza” para hacer una guerra de guerrillas, misiones de infiltración en la retaguardia enemiga y cosas por el estilo. El total de población en las prefacturas de Kagoshima y Miyazaki (tercio sur de Kyushu) era de 2,4 millones de civiles.
Un saludo.
-Sobre el tema del uso o no de armas químicas, sugiero la lectura de una sección de este artículo del Departamento médico del US Army (concretamente las paginas 52-53, bajo el epígrafe: US policy and plans for gas):
http://www.bordeninstitute.army.mil/pub ... _09-76.pdf
Este artículo también es interesante (cita un estudio del que sería muy interesante encontrar del original):
http://www.opendemocracy.net/conflict/c ... s_2727.jsp
Sigo buscando una fuente fiable sobre un posible estudio hecho por el ejército americano sobre el uso de gases tóxicos en Olympic.
-Para saber más sobre el efecto del tifón Louise en Okinawa:
http://www.history.navy.mil/faqs/faq102-6.htm
-Lo de armar a los civiles para luchar contra los americanos parece ser cierto, era una milicia llamada Kokumin Giyū Sentōtai, o algo así como “Cuerpo de voluntarios luchadores”, aunque también he visto otras traducciones, que teóricamente estaría formada por 28 millones de personas, reclutada entre hombres de entre 15 y 60 años y mujeres de entre 17 y 40 años. Como ejemplo de su armamento, comentar que en una visita en julio del 45, el primer ministro Suzuki quedó horrorizado ante el despliegue de armas de esta milicia: mosquetones de avancarga, arcos y flechas, espadas, y si, lanzas de bambú, con las que eran instruidos para atacar al abdomen del enemigo, para causar el mayor daño posible. Se suponía que también tenían armas ligeras, como pistolas o granadas de mano. La idea era emplear esta “fuerza” para hacer una guerra de guerrillas, misiones de infiltración en la retaguardia enemiga y cosas por el estilo. El total de población en las prefacturas de Kagoshima y Miyazaki (tercio sur de Kyushu) era de 2,4 millones de civiles.
Un saludo.
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¡Me has refrescado la memoria con el segundo link flanker33! , el artículo de DEFENSA trataba sobre aspectos controvertidos de la guerra del Pacífico, y al hablar de un posible empleo de armas químicas contra Japón citaba en varias ocasiones el artículo "The Most Deadly Plan" de "Proceedings".
Tal vez si se temían lo peor en caso de una invasión "convencional", recurrieran a ese plan, que parece que si existía.
Tal vez si se temían lo peor en caso de una invasión "convencional", recurrieran a ese plan, que parece que si existía.
- Chepicoro
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Por hilos como este la lectura del foro puede consumir horas y horas antes de que uno se de cuenta que ha pasado.
Gracias flanker33, muy interesante hilo y de algo que prácticamente desconocía.
Así queda mucho más claro el porque los norteamericanos eligieron hacer uso de las armas nucleares.
Gracias flanker33, muy interesante hilo y de algo que prácticamente desconocía.
Así queda mucho más claro el porque los norteamericanos eligieron hacer uso de las armas nucleares.
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- flanker33
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Un par de enlaces relacionados con el tema del uso de armas químicas:
http://www.timesonline.co.uk/tol/news/u ... 579417.ece
http://www.nationalarchives.gov.uk/cata ... 189%2F4875
El primero es la noticia aparecida en la prensa hace unos meses sobre un plan de 1944 de los ingleses para bombardear Tokyo con gas, en verano, con bombas convencionales para destruir las edificaciones de manera que las armas química a utilizar posteriormente fueran más eficaces.
El segundo es el enlace a la pagina de los archivos del gobierno británico para obtener copia del original de ese plan (por si hay alguien interesado).
Otra "curiosidad" relacionada con esto, es que a los soldados soviéticos que iban a participar en la Operación "Tormenta de Agosto", la invasion de Manchuria, fueron vacunados contra algunas enfermedades, en previsión de que los japoneses utilizasen armas bacteriológicas.
Este era, poco más o menos, el ambiente que se vivía en los últimos días de la guerra en el Pacífico.
Un saludo.
http://www.timesonline.co.uk/tol/news/u ... 579417.ece
http://www.nationalarchives.gov.uk/cata ... 189%2F4875
El primero es la noticia aparecida en la prensa hace unos meses sobre un plan de 1944 de los ingleses para bombardear Tokyo con gas, en verano, con bombas convencionales para destruir las edificaciones de manera que las armas química a utilizar posteriormente fueran más eficaces.
El segundo es el enlace a la pagina de los archivos del gobierno británico para obtener copia del original de ese plan (por si hay alguien interesado).
Otra "curiosidad" relacionada con esto, es que a los soldados soviéticos que iban a participar en la Operación "Tormenta de Agosto", la invasion de Manchuria, fueron vacunados contra algunas enfermedades, en previsión de que los japoneses utilizasen armas bacteriológicas.
Este era, poco más o menos, el ambiente que se vivía en los últimos días de la guerra en el Pacífico.
Un saludo.
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- flanker33
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Dejo este enlace a un artículo (parte) de la revista WWII History Magazine sobre la invasión de Kyushu:
http://www.wwiihistorymagazine.com/curr ... yushu.html
Viene a decir que la invasión no hubiese sido tan costosa como siempre se ha pensado, y aporta datos sobre el número de aviones que se utilizarían como kamikazes (bastante menor que el normalmente listado en otras fuentes) así como, que de el número total de tropas en Kyushu, más de la mitad eran tropas de servicio y de otras armas, con escaso valor combativo, y que de las tropas de combate, menos unas pocas divisiones, las demás eran nuevas, con soldados muy viejos o muy jóvenes y con escasa formación militar. También aporta datos sobre los civiles que intervendrían en la lucha. Además recuerda el escaso armamento de estas unidades y los problemas logísticos que tendrían para aprovisionarse.
Un saludo.
http://www.wwiihistorymagazine.com/curr ... yushu.html
Viene a decir que la invasión no hubiese sido tan costosa como siempre se ha pensado, y aporta datos sobre el número de aviones que se utilizarían como kamikazes (bastante menor que el normalmente listado en otras fuentes) así como, que de el número total de tropas en Kyushu, más de la mitad eran tropas de servicio y de otras armas, con escaso valor combativo, y que de las tropas de combate, menos unas pocas divisiones, las demás eran nuevas, con soldados muy viejos o muy jóvenes y con escasa formación militar. También aporta datos sobre los civiles que intervendrían en la lucha. Además recuerda el escaso armamento de estas unidades y los problemas logísticos que tendrían para aprovisionarse.
Un saludo.
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- flanker33
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Algunas referencias en los medios y libros sobre el tema:
De divulgación:
Hell to pay: http://www.usni.org/store/books/history/hell-pay
The Invasion of Japan Alternatives to the bomb: http://www.amazon.com/Invasion-Japan-Jo ... 123&sr=1-4
Novelas de ficción:
MacArthurs´s War: A Novel of the Invasion of Japan: http://www.amazon.com/MacArthurs-War-No ... pd_sim_b_5
1945. A novel: http://www.amazon.com/1945-Novel-Robert ... pd_sim_b_2
Novela gráfica:
Storming Paradise (editada en español): http://www.normaeditorial.com/ficha.asp ... g_paradise
En esta salen personajes que deben estar como Mac Arthur, Trumman o Hiro Hito, y tambien algunos otros como Jhon Wayne, Bush padre y Patton (disparando una .50 contra un ataque banzai japones )
Reportajes del History Channel:
X-Day: The Plan to invade Japan: http://www.youtube.com/watch?v=aVSuUF3KaCI
(1 de 9)
Saludos.
De divulgación:
Hell to pay: http://www.usni.org/store/books/history/hell-pay
The Invasion of Japan Alternatives to the bomb: http://www.amazon.com/Invasion-Japan-Jo ... 123&sr=1-4
Novelas de ficción:
MacArthurs´s War: A Novel of the Invasion of Japan: http://www.amazon.com/MacArthurs-War-No ... pd_sim_b_5
1945. A novel: http://www.amazon.com/1945-Novel-Robert ... pd_sim_b_2
Novela gráfica:
Storming Paradise (editada en español): http://www.normaeditorial.com/ficha.asp ... g_paradise
En esta salen personajes que deben estar como Mac Arthur, Trumman o Hiro Hito, y tambien algunos otros como Jhon Wayne, Bush padre y Patton (disparando una .50 contra un ataque banzai japones )
Reportajes del History Channel:
X-Day: The Plan to invade Japan: http://www.youtube.com/watch?v=aVSuUF3KaCI
(1 de 9)
Saludos.
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flanker33, gracias a tu anterior mensaje, a Google y a algún desaprensivo que lo escaneó (benditos desaprensivos ) tengo el libro ese de 1945. A ver que tal está
Sobre lo que comentas de la campaña para rendir a Japón por el hambre, en parte ya estaba en marcha: dado que las islas metropolitanas no eran autosuficientes en lo que a abastecimiento de comida se refería, la campaña de los submarinos norteamericanos, sumada al minado de los puertos mediante bombarderos B-29 durante la primavera-verano de 1945 (operación STARVATION... el nombre es auto-explicativo, aunque no se refiriera exclusivamente a la comida) iban a colocar a Japón en una situación crítica a largo plazo.
La cuestión es: ¿hasta donde habrían llegado los militares japoneses?. Puede que parezca una barbaridad... pero es muy posible que las bombas atómicas "salvaran" vidas no sólo norteamericanas, sino japonesas también.
Sobre lo que comentas de la campaña para rendir a Japón por el hambre, en parte ya estaba en marcha: dado que las islas metropolitanas no eran autosuficientes en lo que a abastecimiento de comida se refería, la campaña de los submarinos norteamericanos, sumada al minado de los puertos mediante bombarderos B-29 durante la primavera-verano de 1945 (operación STARVATION... el nombre es auto-explicativo, aunque no se refiriera exclusivamente a la comida) iban a colocar a Japón en una situación crítica a largo plazo.
La cuestión es: ¿hasta donde habrían llegado los militares japoneses?. Puede que parezca una barbaridad... pero es muy posible que las bombas atómicas "salvaran" vidas no sólo norteamericanas, sino japonesas también.
- flanker33
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Hola Sergiopl,
si es cierto que la campaña de bloqueo aeronaval de Japón (por cierto, la campaña de minado aéreo, de una gran eficacia en la paralización del tráfico naval) estaba comenzando a provocar situaciones complicadas a la población civil, y si a eso sumamos el ataque aéreo sistemático contra las vias de comunicación (y por lo tanto de distribución de alimentos) justo cuando la guerra llegaba a su fin, la hambruna en Japón podía ser generalizada, (algunas fuentes piensan que podía haber sido más antes que despues, y otras, más a largo plazo, muchos meses sino años).
Este es un tema muy polémico, pero yo estoy convencido de ello. El lanzamiento de las bombas atómicas sobre población civil fue algo tremendo, aunque enmarcado dentro de una guerra brutal, pero si se hubiese llevado a cabo Downfall, el número de japoneses, soldados y civiles, muertos, hubiese sido mucho mayor. Si a eso sumamos, no solo los americanos, sino chinos, soviéticos, ingleses, filipinos,... muertos durante los meses que hubiese continuado la guerra, el número de seres humanos muertos, sin importar nacionalidad, hubiese sido mucho más terrible.
Cambiando de tema, desde luego cuanto desaprensivo suelto hay . Ya me contarás que tal está.
Un cordial saludo.
si es cierto que la campaña de bloqueo aeronaval de Japón (por cierto, la campaña de minado aéreo, de una gran eficacia en la paralización del tráfico naval) estaba comenzando a provocar situaciones complicadas a la población civil, y si a eso sumamos el ataque aéreo sistemático contra las vias de comunicación (y por lo tanto de distribución de alimentos) justo cuando la guerra llegaba a su fin, la hambruna en Japón podía ser generalizada, (algunas fuentes piensan que podía haber sido más antes que despues, y otras, más a largo plazo, muchos meses sino años).
La cuestión es: ¿hasta donde habrían llegado los militares japoneses?. Puede que parezca una barbaridad... pero es muy posible que las bombas atómicas "salvaran" vidas no sólo norteamericanas, sino japonesas también.
Este es un tema muy polémico, pero yo estoy convencido de ello. El lanzamiento de las bombas atómicas sobre población civil fue algo tremendo, aunque enmarcado dentro de una guerra brutal, pero si se hubiese llevado a cabo Downfall, el número de japoneses, soldados y civiles, muertos, hubiese sido mucho mayor. Si a eso sumamos, no solo los americanos, sino chinos, soviéticos, ingleses, filipinos,... muertos durante los meses que hubiese continuado la guerra, el número de seres humanos muertos, sin importar nacionalidad, hubiese sido mucho más terrible.
Cambiando de tema, desde luego cuanto desaprensivo suelto hay . Ya me contarás que tal está.
Un cordial saludo.
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