¡Reflautas!. Yo escribiendo descuidadamente y andaba Alberto por el foro…:mrgreen:
Alberto Elgueta escribió:Lal primera de ellas que el acuerdo para no subir el impuesto era por 25 años, no 10.
Correcto, esa es la cifra, lo acabo de verificar en el libro de los niños Collier y Sater. Pero años más años menos lo importante es que Daza subió el impuesto antes de tiempo. Como alguna vez fui ingeniero tiendo a hacer aproximaciones, después de todo eso de hacer cálculos exactos es trabajo de los matemáticos y en menor medida de los físicos (nótese como me fui por la tangente en vez de reconocer derechamente que me equivoqué…:mrgreen:).
Por otro lado lado, cuando Daza decide subir el impuesto, Chile y Argentina no habían firmado los acuerdos definitivos de cesión, partiendo por el Pacto Fierro-Sarratea que permitió bajar la crisis bélica de 1878.
Según Collier y Sater las negociaciones con Argentina hechas por Barros Arana y que culminaron con la firma del tratado de Fierro-Sarratea en diciembre de 1878 fueron anteriores al desconocimiento del tratado por parte de Daza, hecho que ocurrió también en diciembre de 1878.
Si bien el tratado Fierro-Sarratea no era definitivo, en la práctica significó el triunfo de la opción de los pacifistas, defendida entre otros por Barros Arana, quienes consideraban que la Patagonia no ameritaba una guerra. En otras palabras y para todos los fines prácticos, a partir de las negociaciones emprendidas por Barros Arana, Chile renunciaba a sus reclamaciones sobre lo que es hoy parte de la Patagonia argentina y de ahí en adelante sólo se conformó con evitar que Argentina controlara total o parcialmente el entonces estratégico (para Chile) Estrecho de Magallanes.
Daza alude a la zigzagueante y difusa política chilena sobre Patagonia, en especial las declaraciones en torno a que el territorio no valía una guerra, y las propuestas de acuerdo enunciadas entre otros por Barros Arana, que significaban incluso renunciar a la soberanía sobre la mitad del estrecho de Magallanes y en otros casos todo lo que se encontraba al sur de Punta Arenas.
Eso es lo medular, al preferir Chile pactar con Argentina antes que enfrascarse en una guerra, provocó que Daza pensara que Chile no reaccionaría si violaba el tratado de 1874 (además contaba con el hecho de que tener como aliado a Perú desincentivaría aun más a Chile de emprender una acción bélica contra Bolivia).
Aníbal Pinto no era presidente para la firma del Tratado de 1874 con Bolivia, sino Federico Errázuriz Zañartu.
Correcto, pero la firma de ese tratado también afectó indirectamente a Pinto por que instaló en el público chileno la sensación que no se tenía una actitud firme con los países limítrofes, sensación que se agudizaba con cada concesión que hacía Chile a sus vecinos. Y cuando Daza tuvo la mala idea de subir los impuestos ya fue simplemente demasiado, dejando como única opción a Pinto el tener que usar la fuerza.
Y si bien la prensa fue influyente, no tomó los ribetes del amarillismo estadounidense del último cuarto del siglo XIX, en especila la década de 1890. Influyó pero "nunca tanto".
Te transcribo la opinión de Collier y Sater:
Los accionistas de la Compañía de Salitre sobornaron a algunos periódicos que exigieron estridentemente que el gobierno hiciera cumplir las obligaciones del tratado. Los políticos de la oposición previnieron a Pinto y a sus seguidores liberales de que no se rindieran ante el dictador boliviano. Tanto los inescrupulosos políticos como la prensa nacionalista organizaron manifestaciones en Santiago y Valparaíso para alentar el belicoso estado de animo nacional. Esa táctica dio resultado. Viendo una multitud patriota que desfilaba frente a su casa , Antonio Varas, entonces ministro del interior por un breve periodo, dijo al presidente: “Ahora tenemos que ocupar toda Antofagasta o nos matan a ti y a mí”.
Creo que la prensa jugó el importante papel de generar la chispa necesaria para encender la hoguera. El combustible (el descontento popular) estaba pero era necesario esa chispa para desencadenar la conflagración. En circunstancias normales, a mi modo de ver, jamás se habría desencadenado una guerra por la simple cuestión del alza de impuestos.
En todo caso te concedo un punto, el “amarillismo” de los periódicos de Herst fue insuperable.
Atte.
GMSA.