la que le espera al pobre





BATALLA DE LAS BISAYAS I, Filipinas, 13 de diciembre
El puesto de observación PO-035, situado en la isla de Napayauan que dominaba el estrecho de Guimaras había descubierto poco después del amanecer una poderosa escuadra japonesa dirigiéndose al sureste. En la estación radiotelegráfica el cabo Arteche golpeaba frenéticamente la chicharra o llave de su aparato TSH Telefunken, mientras el sargento Puello observaba con los binoculares y dictaba los buques que iba reconociendo al pasar a unas millas de la isla. Con dos cruceros acorazados y dos cruceros protegidos acompañados por ocho destructores, y por otros cuatro buques que parecían pesqueros convertidos para la draga de minas. Sin duda constituían una escuadra capaz de superar a los cruceros protegidos españoles.
Por fortuna la escuadra española estaba preparada para partir de inmediato y con las calderas a pleno funcionamiento, por lo que descubierta esta escuadra y cuando tan solo habían transcurrido unos minutos, los buques del contralmirante Carranza se hicieron a la mar con rumbo sur, intentando ganar el mar de Bohol y huir con sus cruceros protegidos y destructores. Sin embargo no habían transcurrido ni veinte minutos cuando recibieron la llamada de los puestos de observación situados al sur de la isla de Negros, alertando de la llegada de una escuadra mucho mayor, compuesta por al menos cuatro acorazados y cruceros de batalla, que eran acompañados por cuatro cruceros ligeros y una docena de destructores con algunos dragaminas.
Carranza no tuvo más remedio que optar por regresar hacia el norte y arriesgarse con la primera escuadra observada, por más que para entonces estuviesen recibiendo informes de la llegada de una tercera escuadra que se dirigía hacia aquella zona. Esta escuadra estaba compuesta por otros dos cruceros acorazados y dos protegidos acompañados por destructores y dragaminas estaba entrando por el estrecho de San Bernardino para converger en las Bisayas por el norte, atrapando a su escuadra en la zona de Cebú. Eso le dejaba únicamente la salida de tratar de rodear la isla de Bohol y atravesar el canal de Canigao entre esta y la isla de Leyte, ganando el océano a través del golfo de dicho nombre. E incluso si lograba esto sería a costa de sacrificar la docena de pequeñas torpederas a motor que protegían ese puerto y a las que ordeno cubrir su retirada.
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Por desgracia o mucho se equivocaba o los japoneses habrían enviado una cuarta escuadra que entraría por esa zona dejándolos atrapados. Sus peores temores se hacían realidad, estaba siendo acorralado y la pérdida de tiempo mientras se hacía cargo de la situación no le beneficiaba, por más que también los buques enemigos estuviesen siendo retardados por las operaciones de limpiado de minas. Cuando llego al mar de Camotes descubrió que la última de las escuadras enviadas a por él y llegada a través del golfo de Leyte, era sin duda la más débil. Pese a todo contaba con un acorazado pre Dreadnought y dos o tres cruceros protegidos o ligeros y seis destructores. Una fuerza suficiente para retenerlo hasta la llegada de la escuadra principal.
Si quería sobrevivir sería cuestión de tiempo. Si maniobraba demasiado rápido hacia Leyte sería descubierto y destruido cuando la escuadra principal acudiese a apoyar a la que cubría aquella zona, en cambio sí esperaba demasiado podría ser atrapado por la escuadra principal gracias a su mayor velocidad.
Debía encontrar el momento exacto.