Precisamente por ser un dato totalmente comprobable y público que esos aviones se vendieron a finales del 81, me parece miserable insistir una y otra vez en que fueron regalados, o que sí fueron vendidos, pero durante la guerra, desafiando la inoportunidad de suministrar armas a un país siendo neutral.
Por parte peruana supongo que se hará para que no se difunda que la venta fue, además, abusiva, con un precio disparatado. Un precio elevado que no se debió a que los aviones fuesen la joya de la corona peruana ni de última tecnología ni elementos vitales (eran del primer lote de la FAP, del 68, muy volados, y la FAP tenía toneladas de Su-22 y bastantes Mirage 5 más nuevos, además de un contrato por Mirage 2000 en ciernes). el Estado Argentino pagó gustoso, y por eso seguramente es injusto hablar de estafa. Si te dejas estafar realmente no estás siendo timado.
Por parte argentina intuyo que esa insisitencia en que los aviones fueron regalados en nombre de no sé qué hermandad nacional pretende ocultar que en realidad todo el vecindario les dio la espalda (y parece que los únicos que sí iban en serio, los cubanos, fueron mandados a tomar viento), y para maquillar la absoluta soledad en que se encontraron (ah, no, tenían a Libia), han tenido que inventar la leyenda rosa de los Mirage 5 peruanos. Seguramente para emporcar más a los chilenos y refregonarles que, mientras Perú les regalaba sus Estrellas de la Muerte, en Santiago se dedicaban a colaborar con el enemigo. Cosa muy injusta, por cierto. Porque a la actuación chilena tendría que estar todavía hoy agradecida la Argentina: con la FAA medio destrozada en junio de 1982, Chile podía haber hecho algo más que ayudar a la inteligencia británica. Algo tipo "ataque preventivo" al país que llevaba años amenazándolo. Porque, en el imaginario aborregado de los generales ineptos argentinos y de la piara que les aplaudía bajo el balcón de la Casa Rosada, después de las Malvinas iba Chile. Y sin embargo guardaron las formas y no hicieron ninguna cosa rara. Tampoco por bondad, no nos engañemos. Simplemente tenían al norte a otro país desquiciado con un arsenal militar poderoso e igualmente lleno de revancha por traumas de derrotas decimonónicas no asimiladas.
Navidad de 1981...
- Hola vecino, te compro aviones. Ahora mismo no tengo ninguna guerra entre manos, pero quién sabe. ¿Qué me ofreces?
- Tengo por ahí diez Mirage 5. Son un poco viejos y están desactualizados. Creo que de esos ya tienes algunos.
- Sí. Creo que tenemos unos 40 casi iguales que acabamos de comprar en Israel, algo más nuevos incluso. Pero es igual. Me los llevo. ¿Qué precio tienen?
- Son cincuenta millones...
- Por cincuenta millones puedo comprar ocho Mirage F-1E totalmente nuevos con electrónica de primera...
- Ya, pero es lo único que puedo ofrecer.
- Vale. me los llevo. Empieza a preparármelos.
Cinco meses después...
- Vecino, ¿te acuerdas de esos aviones que te compré? Los tendrás listos ya, ¿verdad?
- Sí, aquí están, preparados.
- Resulta que estoy en guerra contra el Reino Unido...
- Te sigo. No te preocupes. Mañana los tienes ahí.
- ¿Estáis bien por ahí? ¿La mujer y los niños bien?
- Sí, todos aquí muy bien. ¿Sabes una cosa? Vamos a comprar aviones nuevos. Mirage 2000. Son un poco caros, pero como hicimos caja con vuestra compra...
- Ah, estupendo. Un abrazo de parte de mi señora.
Treinta años después...
Por aquel entonces, y a pesar del embargo militar efectuado hacia Argentina para adquirir armamento militar de otros países, diez aviones “Mirage” fueron entregados por el Perú como ayuda a la Argentina durante la guerra de Malvinas. Un gran gesto de solidaridad y fraternidad entre ambos países que tanto la Fuerza Aérea como el pueblo argentino jamás olvidará.