Demanda en La Haya se refiere a 37,000 Km2 de mar usurpado por Chile y no a corredor boliviano en Arica
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La Moneda pretende volver a tratado secreto por el cual ofreció a Bolivia antiguos territorios peruanos
JAVIER VALLE-RIESTRA (*)
Presenté un proyecto de ley, hace más de un año, para incorporar una cláusula en la Constitución referida a los tratados limítrofes suscritos por el Perú con nuestros países vecinos, singularmente con Chile. El texto de reforma añade la cláusula decimoséptima a las disposiciones finales y transitorias de la Constitución Política del Estado. Transcribo:
Artículo 1º.- Incorpora decimoséptima disposición constitucional final y transitoria.-
Incorpórese la disposición Decimoséptima como cláusula final y transitoria de la Constitución Política del Estado de 1993, con el siguiente texto:
“Disposición Decimoséptima.-
El Perú declara que no permitirá, ni consentirá la entrega, en cualquier modalidad, de la totalidad o parte del territorio de Arica a Bolivia o a tercera potencia, como consecuencia de la firma del Artículo Primero del Protocolo Complementario del Tratado Rada y Gamio – Figueroa Larraín del 3 de junio de 1929 suscrito con Chile.”
II
Los fundamentos, entre otros, es que las Repúblicas de Perú y Chile suscribieron, en Lima el 3 de junio de 1929, un Tratado (con mediación del Presidente de los Estados Unidos de América) para resolver el problema de Tacna y Arica, actuando como plenipotenciarios por el Perú, don Pedro José Rada y Gamio, Ministro de Relaciones Exteriores y por Chile, don Emiliano Figueroa Larraín, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en el Perú. El artículo segundo de dicho Tratado contiene la delimitación precisa de la frontera: (negrillas y subrayado agregados):
“Artículo Segundo
El territorio de Tacna y Arica será dividido en dos partes, Tacna para el Perú y Arica para Chile. La línea divisoria entre dichas dos partes y, en consecuencia, la frontera entre los territorios del Perú y de Chile, partirá de un punto de la costa que se denominará “Concordia”, distante diez kilómetros al Norte del puente del Río Lluta, para seguir hacia el Oriente paralela a la vía de la sección chilena del Ferrocarril de Arica a La Paz y distante diez kilómetros de ella, con las inflexiones necesarias, para utilizar, en la demarcación los accidentes geográficos cercanos que permitan dejar en territorio chileno las azufreras del Tacora y sus dependencias, pasando luego por el centro de la Laguna Blanca, en forma que una de sus partes quede en el Perú y la otra en Chile.
Posteriormente, suscribieron un Protocolo Complementario al referido Tratado, en cuyo artículo primero se señaló:
“Artículo primero.- Los Gobiernos de Chile y del Perú no podrán, sin previo acuerdo entre ellos, ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los territorios que, en conformidad al Tratado de esta misma fecha, quedan bajo sus respectivas soberanías, ni podrán, sin ese requisito, construir, a través de ellos, nuevas líneas férreas internacionales.”
Actualmente, hemos demandado a Chile ante el Tribunal de La Haya para que se defina nuestro espacio marítimo territorial. La actual demanda planteada en modo alguno, busca perjudicar los derechos de otros países. Sin embargo, ante algunas actuales posiciones, adoptadas por quienes desconocen el derecho y, sobre todo, la historia, se hace imprescindible y necesaria la adopción de medidas internas por parte del Estado.
III
Es bien sabido que Bolivia, al segregarse del Perú, tenía como límite meridional el paralelo 27, de acuerdo con los hitos de la Audiencia de Charcas. Las primeras Constituciones chilenas reconocieron que los límites de su país se extendían hasta el territorio de Atacama. Chile decidió desde 1840 apoderarse de ese desierto y suscribió con Bolivia, en 1866, un Tratado que señalaba como límite el paralelo 24 de latitud meridional e impuso un condominio en la explotación del guano y del salitre. En 1874 otorgaron ambos países otro Tratado, volviendo a señalar el paralelo 24 como su frontera. Pero, como el 14 de febrero de 1878, el gobierno alto-peruano del General Hilarión Daza promulgó una ley creando un impuesto de diez centavos sobre el quintal de salitre exportado, tropas chilenas desembarcaron en Antofagasta y se apoderaron del territorio situado al sur del paralelo 23 y al norte del 24.
El Perú se vio arrastrado a la guerra porque había firmado, en febrero de 1873, un Tratado secreto de alianza defensiva con Bolivia. A consecuencia de dicho instrumento bilateral perdimos Tarapacá en 1883 (Tratado de Ancón) y aceptamos inexplicablemente un plebiscito sobre el destino de Tacna y Arica. ¿Qué plebiscito cabía en provincias histórica y sociológicamente peruanas? Chile sabía que iniciaría una campaña de desperuanización y de sabotaje del referéndum. Todo este proceso culminó con los informes de Pershing y Lassiter que confirmaron su no viabilidad por el vandalismo chileno. Tuvimos en 1929 que renunciar a Arica.
La causa de la causa de todo esto se halla en que nos batimos por Bolivia en 1879, en una causa que no era nuestra. Perdimos los territorios de Arica y Tarapacá. Tuvimos más de treinta mil muertos. Los invasores ocuparon Lima durante tres años, perpetrando una serie de atropellos. Fusilaban a los sospechosos de resistencia en la conocida, hasta hace poco, como Plaza de la Salud. Chorrillos lo incendiaron, después del combate. Y tuvieron la felonía de ejecutar a heroicos bomberos italianos por pretender extinguir el fuego. Los once bomberos asesinados después de esa desigual batalla fueron Angelo Cepollini; Battista Leonardi; Lorenzo Astrona; Lecca Chiappe; Angelo Desalzi; Giovanni Ogro; Egidio Valentini; Paolo Margano; Giovanni Pale; Filippo Borgna y Enrico Nerini.
Todo esto lo había ya diseñado el ministro Diego Portales en 1836, al dirigirse al Almirante Manuel Blanco Encalada, antes de su expedición contra la Confederación Perú-Bolivia. Decía Portales antes de su muerte, en Quillota por el Capitán Florín, “La confederación debe desaparecer para siempre jamás del escenario de América (...) Las fuerzas navales deben operar antes que las militares, dando golpes decisivos. Debemos dominar para siempre en el Pacífico: ésta debe ser su máxima ahora, y ojalá fuera la de Chile para siempre (...)”
Esta primera expedición capituló en Paucarpata. Y Blanco Encalada fue procesado en su país. Chile decidió una segunda expedición “restauradora”. Y zarpó una flota desde Coquimbo el 19 de Julio de 1838 con 26 transportes y 5400 hombres. Fuimos derrotados en Yungay. Y una marcha de ese nombre es el himno Chileno. Por tercera vez ingresarían las aves de rapiña sureñas en 1879.
Por otro lado, hoy mismo hablan del Mar Presencial de Chile (tesis del Almirante Jorge Martínez Bush, ex Comandante en Jefe de la Armada chilena, consagrada en la ley 19080, en cuya virtud fabrican un Chile continental, otro antártico y otro polinésico) que tiene una significación totalitaria, más allá de las Convenciones.
IV
Más tarde, Chile celebró con Bolivia en 1895 un Tratado secreto de paz y amistad sobre transferencia de los territorios que nos usurpó en la guerra de 1879, en uno de cuyos protocolos se precisa:
“Si a consecuencia del plebiscito que haya de tener lugar, en conformidad al Tratado de Ancón, o a virtud de arreglos directos, adquiriese la república de Chile dominio y soberanía permanente sobre los territorios de Tacna y Arica, se obliga a transferirlos a la república de Bolivia, en la misma forma y con la misma extensión que los adquiera, sin perjuicio de lo establecido en el artículo II. (Firmado por los Cancilleres Luis Barrios Borgoño y Heriberto Gutiérrez)”
El protocolo del 30 de abril de 1896 (Guerrero-Gutiérrez) ratificó su compromiso principal de transferir a Bolivia los territorios de Tacna y Arica. Chile puede pretender hoy volver a lo mismo. Le interesa el gas boliviano y le interesa la cuenca del Titicaca, sobre la que existe un condominio peruano-boliviano. En todo caso, un corredor con soberanía y jurisdicción al norte de Arica es utópico. Ya lo ha advertido Lavin y cualquier actitud equívoca puede determinar la derrota de la Concertación. No olvidar que el problema no se resuelve con simplismos de “estadista”.
Nuestra zona marítima, en el límite peruano-chileno, está disminuida por haberse tomado el paralelo de las fronteras terrestres sin estimar el perfil y orientación geográficas de las costas. Eso ocasiona para el Perú la perdida de 10,000 millas cuadradas. No podemos aceptar la línea paralela y debemos recurrir a la línea media o equidistante. Injertar a Bolivia en Arica complica la solución. Y no podemos renunciar fácilmente a 37,000 Km2.
V
CORTE INTERNACIONAL HA PRE-JUZGADO CASOS COMO EL NUESTRO
Como se ha referido supra, hemos demandado a Chile ante el Tribunal Internacional para que se defina nuestro espacio marítimo territorial usurpado por los sureños. Por su maliciosa interpretación de los instrumentos legales se ha originado la formación en el océano de dos triángulos cuyos límites serán definidos en La Haya por el método de la equidistancia. Estamos así demandando derechos sobre un mar que nos pertenece inmemorialmente, desde el Imperio; desde la Colonia; toda la República. Bolivia como Estado independiente jamás tuvo esos derechos. El Protocolo complementario, que ningún Estado puede desconocer, obliga a los gobiernos del Perú y Chile a que no pueden, sin previo acuerdo entre ellos, ceder a una tercera potencia los territorios de Tacna y Arica. La demanda peruana ante la CIJ se refiere al mar y nada tiene que hacer con un presunto corredor boliviano en el territorio de Arica, el cual jamás existirá porque, por lo menos el Perú, singularmente, no lo permitirá.
(*) Parlamentario de la República y Jurista.
Saludos,
JRIVERA