Domper escribió: ↑26 Ene 2025, 13:27
Pues yo ahora pregunto ¿Cuántas muertes ha causado el marxismo y su consecuencia el comunismo?
En relación con Cuba, ha ocurrido algo mucho peor que si simplemente hubiesen muerto unos cuantos miles o decenas de miles o incluso cientos de miles de personas. Lo que han matado los dictadores totalitarios que nos han tocado --y sobre todo el principal: Fidel Castro-- es el espíritu mismo de la nación, tanto, que puede hablarse sin lugar a dudas de DAÑO ANTROPOLÓGICO.
El cubano actual está irremediablemente dañado como ser humano. Desde el principio mismo, el dictador Fidel, muy astutamente se las fue arreglando para destruir todos los valores morales de la nación, formados a lo largo de siglos.
Empezó por destruir a la familia misma, al separar a los hijos de los padres con el pretexto de que estudiaran, pero hizo obligatorio que los preuniversitarios e incluso secundarias básicas estuviesen en el campo, lejos de la ciudad donde vivían los padres de los estudiantes, de modo que estos se criaban sin recibir los valores morales de la familia, pues supuestamente el Estado se encargaría de formar los valores morales de los estudiantes. Falso por completo, puesto que nada podía suplir la educación familiar. Además, en aquellas escuelas que seguían existiendo en la ciudad, era obligatorio que los estudiantes pasaran 45 días de cada curso en lo que se llamaba "Escuela al Campo", ¿haciendo qué? Pues trabajando en tareas agrícolas, supuestamente para "educarles en el amor al trabajo", pero en la práctica esto equivalía a explotarles casi como a esclavos, aparte de que como se les exigía cumplir una norma de trabajo, so pena de humillarles si no la cumplían, lo que esto causaba era que aprendieran a cometer toda clase de engaños (léase corrupción) para hacer creer que la norma se cumplía.
Añádase a esto la obligatoriedad de pasar el Servicio Militar durante 3 años lejos de su lugar de residencia (durante las primeras décadas de revolución comunista se les enviaba ex profeso a cumplir el servicio militar a provincias distantes de su lugar de residencia), lo cual contribuía a destruir los lazos familiares.
Luego, aquellos que estudiasen en la universidad, supuestamente gratuita, debían en la práctica pagarla cumpliendo el Servicio Social, el cual se hacía por lo general después de graduarse, pero... ¿dónde? Lo adivinaron, muy lejos de donde vivía.
Pero además, otra cosa que hizo el dictador fue, sin decirlo abiertamente, prohibir en la práctica el ejercicio de la religión. Al joven que proclamaba abiertamente ser religioso, se le discriminaba. Para empezar tenía pocas probabilidades de poder estudiar en la universidad o al menos, en caso de poder hacerlo, ser enajenado de las principales carreras universitarias. Y si el religioso lograba graduarse, sin importar cuán buenas notas obtuviese, le sería muy difícil obtener trabajo al llevar en su expediente el estigma de "ser religioso", que era sinónimo de ser considerado alguien "no confiable". Por ese motivo, se fomentaba en los jóvenes la hipocresía de ocultar su pertenencia a cualquier religión o simplemente ser ateos por conveniencia. Esto fue reforzado al introducir en todas las carreras universitarias asignaturas relacionadas con la enseñanza de la Filosofía Marxista, en las cuales se denigraba a toda filosofía que fuese de otra procedencia. Se intentsba inculcar en todas las mentes que lo único real y admisible era el Materialismo Dialéctico.
Mucho peor era la suerte de los que se declaraban Testigos de Jehová, pues al rechazar ellos por principio pasar el Servicio Militar, se buscaban sin remedio la cárcel por ese motivo.
Por otro lado, se enajenaba por completo a la persona de sus propiedades. Nadie era dueño de nada, especialmente casas, tierras, negocios, etc, pues el dueño de todo era el sacrosanto Estado. De hecho la persona de lo único que era dueña era de su cepillo de dientes. El Estado tenía la facultad de quitarle a cualquier persona que se "portase mal" (léase que no fuese 100% leal a la revolución), cualquier propiedad que tuviese.
Muchas personas optaron desde el comienzo de la revolución por emigrar a otros países, para librarse del infierno comunista. A estos (sobre todo durante las primeras décadas de gobierno comunista), se les hacia trabajar casi como esclavos tan pronto manifestaba su deseo de irse del país. Dichas personas recibían la visita de funcionarios gubernamentales, que inventariaban todas las pertenencias de estas personas, de modo que antes de irse, no podían dejarle su casa a nadie que ellos eligieran, ni regalarles sus pertenencias. Todo se lo tenían que dejar al Estado: casa, automóvil, efectos electrodomésticos, muebles, etc. De hecho se tenían que ir del país con sólo lo que tuviesen puesto.
A Fidel en determinado momento, se le ocurrió una idea "genial" para controlar mejor a la gente: fundar los CDR (Comités de Defensa de la Revolución). Pero antes de fundarlos, primero preparó él mismo cuidadosamente el escenario. Esto ocurrió en los primeros años de la revolución. Estaba Fidel dando uno de sus interminables discursos ante cientos de miles de personas, cuando de súbito se escucha una explosión, supuestamente provocada por elementos contrarrevolucionarios, pero más lógico es pensar que fue él mismo quien la hizo estallar donde no hizo daño alguno, sólo ruido. Aquí el máximo líder, indignado, interrumpió su discurso para anunciar, como si se le acabase de ocurrir allí mismo, la fundación de los CDR, organización de vigilancia que funcionaría en cada cuadra y de la que serían miembros todos los ciudadanos de ambos sexos a partir de los 14 años, cuyo supuesto objetivo era impedir los hechos terroristas o delictivos, pero cuyo verdadero objetivo era tener muy vigiladas a todas las personas. Aparte de que cada habitante estaba muy bien registrado por el presidente de cada CDR y su responsable de Vigilancia, se les imponía a cada miembro de los CDR a partir de los 14 años el hacer guardias periódicas en los principales puntos de su cuadra (bodegas, panaderías, escuelas, etc) con el fin de impedir todo hecho contrario a los principios revolucionarios. Desde luego, que este era el objetivo abiertamente declarado, pero el objetivo más importante era en realidad vigilar muy estrechamente a toda persona considerada no confiable, sobre todo al opositor político, de modo que los CDR terminaban siendo auxiliares de la policía y de la Seguridad del Estado.
Por ejemplo, cuando en abril de 1961 ocurrió la invasión de Playa Girón ( más conocida fuera de Cuba como Bahía de Cochinos), los CDR rápidamente denunciaron a todo el que estaba fichado como contrarrevolucionario y los encarcelaron de inmediato, de modo que no pudiesen auxiliar a los invasores (llamados por el régimen "los mercenarios"). Si bien la pertenencia a los CDR era teóricamente voluntaria, en la práctica se convirtió en obligatoria, ya que cada vez que una persona iba a solicitar un empleo, o cuando el joven o el adolescente iba a iniciar estudios en una escuela, inevitablemente se le preguntaba si era miembro de los CDR, de modo que no serlo equivalía a ser considerado desafecto a la revolución con las consecuencias negativas que esto traería.
Aparte de hacer guardias, también los CDR se encargaban de convocar a los llamados "trabajos voluntarios", por lo general realizados los domingos en la limpieza de la cuadra, otra forma de tener a la gente ocupada en algo que no fuera pensar por sí misma.
En cuanto a las manifestaciones culturales, estaba prohibido escuchar música extranjera, a menos que proviniera de naciones "amigas" como la URSS. En cambio música anglosajona, sobre todo de EEUU, estaba prohibida, incluso la música británica de los Beatles.
¿Y las películas? Se hizo un muy serio ezfuerzo por hacer que la gente viera muchas películas soviéticas y de otros países socialistas, al tiempo que se desestimulaba el ver filmes occidentales (los pocos que podían verse), pero el gobierno fracasó allí porque el pueblo cubano nunca dejó de sentirse parte del mundo occidental, de modo que cuando en los cines ponían películas soviéticas se quedaban vacíos y en cambio hacían tremendas colas por ver filmes de países occidentales.
Y en fin, para no hacer demasiafo largo esto, el gobierno procuraba, por encima de todo, matar en la gente toda iniciativa propia. En Cuba se hizo muy popular un dicho: "Todo lo que no esté prohibido es obligatorio", algo muy real, pues nada es más peligroso para el totalitarismo que las personas con iniciativa propia. No importaba que esa iniciativa pudiese beneficiar grandemente la economía del país, si no venía ordenada "de arriba", no estaba permitido tener esa iniciativa, y el que insistiese en tenerla se ganaba el ser tildado como sospechoso.
No vayan a pensar que esto es todo, podría escribir mucho más denunciando todo lo malo que le trajo el totalitarismo a Cuba, pero creo que como muestra es suficiente, al menos por este mensaje.