Manobanda dejó estudios, prefirió ser militar y murió
.SAN CARLOS, Los Ríos. Nancy Laaz, con su hijo en brazos, conviviente del militar fallecido, junto a María Aguirre (c), madre del militar, quien muestra una foto de su vástago cuando era niño. A la izquierda, en su graduación de soldado.
Un bebé de un mes y medio, de nombres Cristhian Josuep Manobanda Laaz, es lo único que queda del soldado Álvaro Lisandro Manobanda Aguirre, de 20 años, quien falleció acribillado en el sector El Palmar, poblado asentado a orillas del río Putumayo en la frontera de Sucumbíos con Colombia.
Pese a que han pasado cuatro días de su muerte y dos de que fuera sepultado en su natal parroquia San Carlos, de Quevedo, sus familiares están desconcertados. Hasta ayer desconocían los motivos por los que el joven soldado de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) recibió nueve tiros por parte de un colombiano de apellido Gutiérrez, según el general Hugo Villegas, comandante de la IV División del Ejército Amazonas, a cuya jurisdicción pertenece el destacamento Agustín Anchico, de El Palmar, donde Manobanda estaba asignado.
Su madre, María Aguirre, dice que el lunes de la semana pasada su hijo se fue hacia el Oriente. “Salió a las 10:00 rumbo a Lago Agrio; de ahí me llamó el miércoles para decirme que se despedía, pues donde iba no había comunicación y no podíamos conversar”, afirma.
Desde entonces, no supo nada de su hijo, y no fue sino hasta la tarde del lunes que le comunicaron que estaba muerto y lo traían en un avión desde Lago Agrio, hasta la base de las Fuerzas Especiales, de Quevedo.
La mujer indica que su vástago, desde adolescente quiso ser militar. “Estudiaba en el colegio Nicolás Infante Díaz, de Quevedo, y a los 17 años se graduó; no esperó ni hacer el servicio militar y se fue a la FAE”, dice.
Nancy Laaz, conviviente del soldado y con quien procreó un niño, muestra, en una foto, la similitud de su hijo con el fallecido. Ella está preocupada porque no era casada y teme no ser partícipe de los beneficios.