En un articulo Colombiano.
Por la razón, o la fuerza
Óscar Alberto Díaz García
La sentencia corresponde al lema del escudo nacional de la República de Chile, incluida oficialmente en dicho emblema, desde el año de 1920.
Por la razón, o la fuerza, es más que una idea; es una filosofía que implica además el uso de la fuerza de la razón.
Los chilenos, a quienes les debemos las mejores enseñanzas en la conformación de nuestra Escuela Militar de Cadetes del Ejército Nacional de Colombia, nos están dando la idea y el ejemplo para sostener nuestros espacios de libertad.
En buena hora, el presidente ha resuelto lanzar la frase, la sentencia, como la marca para darle solución de continuidad a la política de la seguridad desde la democracia.
Y la seguridad de la nación involucra la voluntad de los tres poderes, bajo la tutela del Jefe del estado, dado que esa es su responsabilidad; la independencia de los poderes debe ir amarrada a su unión y engranaje, para evitar que uno de ellos tome rumbos inadecuados desconociendo que sus sentencias deben sujetarse a la ley.
Las decisiones judiciales amañadas e injustas, le restan acatamiento, pierden credibilidad, y el estado mismo en su esencia se desestabiliza.
El respeto se gana día a día, y cuando un ente jurídico, una institución, o una persona natural, un padre de familia, el jefe del hogar, se ven en la necesidad de estar invocando su condición de tales, para exigir respeto, algo anda mal.
Es entonces cuando el pueblo, en su condición de soberano, debe entrar a ejercer su propio poder, para componerle el caminado a ese ente cuyo rumbo se pierde en los vericuetos de la sinrazón.
Colombia, país político en extremo, suele ejercer su voluntad a pesar de carecer de la cultura política que requiere para no caer en la equivocación; concederle demasiados espacios al opositor, puede llevarnos al error total. El Congreso, en representación del pueblo, y para congraciarse con las gentes de orillas opuestas, y dado que el ejecutivo le niega al comunismo representación burocrática en la administración de la nación, ha caído en la trampa de abrir espacios sucesivos al poder judicial, hasta el punto de que ahora dicha rama es dirigida por sindicatos de extrema izquierda.
Al fin de cuentas, es el congreso quien nombra la mayor parte de integrantes del Consejo Superior de la Judicatura, que a su vez designa o escoge la mayoría de magistrados de las altas cortes.
La fuerza de la razón, nos indica que una nación libre, con mayorías democráticas, no puede quedar expuesta a una dictadura comunista, ante la indiferencia de uno de sus poderes; los tres, deben marchar por el mismo rumbo.
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