que nadie se olvide de los barcos de grano y harina que envió a la España hambrienta de posguerra
Ya tardaba en salir
En 1946 antes de la toma de posesión de Perón, el gobierno saliente concedió a España un crédito de 30 millones de pesos que no se hizo público por temor a las reacciones de otros países. Por contra, con el líder justicialista en la Presidencia fue notoria la publicidad del acuerdo con España de un monto tan elevado para la época. Argentina concedía un crédito de 350 millones de pesos en tres años a un bajo interés, un préstamo de 400 millones a devolver en dos décadas para pagar parte de las importaciones de España en Argentina.Y lo hacía a los ojos de todo el mundo. Se vendían en 1947 a España casi medio millón de toneladas de trigo y una cantidad algo menor en el año siguiente, más 120.000 toneladas de maíz, carne, y otros alimentos. Todo ello ligado a los excedentes de Argentina. Con una claúsula que permitía a España, si encontrara mejores precios en otros países, reajustar el acuerdo. La contrapartida española ofrecía a Argentina aceitunas, textiles, y la construcción de barcos en astilleros españoles. Y lo más singular de todo, la concesión de zonas francas en puertos nacionales para que el país austral pudiera dar salida a sus productos en los mercados europeos; concretamente se llegó a hablar en 1948 de la cesión por 50 años de un puerto franco en Cádiz. También se establecieron algunos compromisos para que Argentina pudiera acoger a una importante cifra anual de emigrantes españoles. Era un acuerdo entre un país entonces poderoso, y un régimen europeo aislado y en extremas dificultades, con un severo sistema de cartillas de racionamiento.
Aunque más allá de lo material, Perón prestó un importante servicio político a Franco: rompió el aislamiento, incluso trató de mediar con otros países para que suavizaran las tensas relaciones con España. Así las cosas, la visita a España de Eva Perón era la culminación de una de las operaciones simbólicas más relevantes tanto para el franquismo de posguerra como para la imagen de Eva, que sin formar parte del gobierno de su marido tenía un decisivo papel como estandarte representativo del movimiento e imagen del mismo. Pero no era oro todo lo que llegaba a relucir: dentro de la administración peronista no todos eran partidarios de ofrecer un cheque en blanco a un régimen en cuarentena. Dentro del propio justicialismo aparecían sensibilidades extremadamente diferentes, galvanizadas por la figura de Perón, que había sido capaz de crear un movimiento nacionalista, acusado de fascista por sectores de opinión mundial e interior, con elecciones ganadas apoteósicamente, la construcción de un poderoso sindicalismo burocratizado (con sorprendentes integraciones en un país que en las primeras décadas del siglo había tenido un sindicalismo anarquista con presencia). El ministro de Exteriores, Bramuglia, nada simpatizante de Franco, tuvo que dar explicaciones diplomáticas a Norteamérica sobre el viaje de Evita a España sugiriendo que se había organizado sin dar tiempo a que su diplomacia pudiera opinar. Sólo cabía un papel que Evita representó a la perfección: el símbolo. En sus intervenciones y discursos en España hablaba de la mujer, de los trabajadores, de los lazos entre dos países hermanos... Pero se cuidó mucho de hacer expresas declaraciones de apoyo al Régimen. Este sí supo utilizar muy bien ese valor simbólico: Evita venía a corroborar el apoyo de Argentina a una España “incomprendida por el resto del mundo”.
El final de un idilio. Esa luna de miel no duró demasiado. Uno de los principales motivos de la discordia surgió en la interpretación de las cantidades que Argentina debían reinvertir en España no llevadas a efecto.
Al terminar 1948 Argentina solicitaba a España garantías de pago en oro o dólares por los cereales que había exportado. Una contrapestación inesperada difícil de cumplir para Franco que trataba de ganar tiempo.
La situación estallaría en 1949 con la decisión argentina de suspender los acuerdos con España de los meses inmediatamente anteriores y el embargo parcial de sus exportaciones, mientras España se oponía a pagar en dólares.
El disgusto en el gobierno español fue evidente, pero difícilmente se transmitió a la opinión pública, tras la utilización que se había dado en 1947 al papel de un Perón “solidario con el país hermano”. Areilza, Conde de Motrico, jugó un destacado papel en Buenos Aires tratando de recomponer la situación. Pero ya el tiempo empezaba a jugar a favor de España.
Madrid ya no necesitaba a Argentina como suministrador de alimentos, cuando el boicot internacional se había resquebrajado y se mostraban indicios de que Estados Unidos podía cambiar de posición respecto al régimen de Franco. Cuando en 1952 fue relevado Areilza por Manuel Aznar partidario de una actitud más dura frente a Perón, las cosas se precipitaron hacia
un claro deterioro en las relaciones, hasta extremos insospechados en 1947. Por lo demás Evita tras su muerte había pasado de mujer a mito y Perón debía enfrentarse a poderosos desafíos. Según Franco Salgado-Araújo, primo del general Franco (2), éste le hizo el comentario siguiente:
“Se han portado muy mal los argentinos con el asunto del trigo vendido a España al querer exigir que fuese reconocida en dólares la deuda(...) el asunto del trigo fue un pingüe negocio para el gobierno argentino que se encargó de la venta fijando un precio cinco veces superior al que costó; luego está la negativa de la Sra. Perón a que cargaran trigo en los 20 barcos españoles que había en el puerto de Buenos Aires y que tuvieron que regresar sin un solo grano. No me explico nos tomó esa inquina a España después de los enormes agasajos que aquí se le hicieron cuando nos visitó invitada oficialmente (...) por expreso deseo de ella”. http://www.elsiglodeuropa.es/siglo/hist ... 0pens.htmlque parece que nuestra memoria funciona solo a ratos.
Oh no...pero algunas memorias están mas llenas de conocimiento que otras, por lo visto.
Ahí tienes tu hermandad...aunque yo lo calificaría más como negocios entre gangsters, que es lo que eran los dos gobiernos de la época.
Aquí en Galicia, las provincias son cinco, a saber: A Coruña, Lugo, Ourense, Pontevedra y Argentina, es la quinta provincia, que mucho trabajo nos dio y mucha hambre quitó, conviene recordarlo para que no se olvide.
Trabajo a cambio de un sueldo, y comida a cambio de dinero. Negocios, ni más ni menos. Yo no tengo nada que agradecer a ese respecto, y creo que los gallegos tampoco, pero eso ya es cosa de los gallegos.
Y si Yorktown, lo dije y lo vuelvo a iterar, el castellano no es mi idioma, lo hablo fatal y me cuesta pensar en él, pero esto no quiere decir que le tenga odio o manía, o que no lo considere mío, yo siempre dije que me considero un español cuya lengua vehicular, la de uso de todos los días no es el castellano, pero me siento español por los cuatro lados.
A mi me toca un pie la lengua en la que hable la gente. Me importan su ideas y sus maneras de conducirse por la vida. Si por mi fuera hablaríamos todos latín y santa pascuas. Y eso que me tocaría aprenderlo.
Y no, no tengo complejo de inferioridad ante los british, que bastante asco me dan.
Y también por desgracia he tratado con ingleses y son la peor escoria que he visto en mi vida, no sé que coñ* se creen o que les pasa, pero su aire de superioridad, el “I don´t understand” cuando te intentas comunicar con ellos en su idioma, su risitas por lo bajo, y después la malas bestias que son cuando toman dos gramos de alcohol…
Pues leido lo leido, yo que soy español, creo que también me reiría de ti.
Sin embargo, los marinos británicos, esos asquerosos que tu dicen que se ríen de los españoles, siguen rindiendo homenaje a los que fueron sus honorables enemigos españoles, como Luis Vicente Velasco...
Los ingleses levantan un monumento a Velasco y al marqués de González en la abadía de Westminster, donde están enterrados Nelson, Vernon.... Y lo más sorprendente, durante muchos decenios, hasta entrado el siglo XX, al pasar frente a Noja, los navíos de guerra británicos disparaban sus cañones como homenaje al heroico adversario
De ese no se reían. Ni mucho, ni poco, por la cuenta que les trajo.
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Como tampoco se reían de este otro, ni parece que se sintieran superiores:
Impresionó al enemigo la actitud de Churruca al ser derribado por una bala de cañón que le destrozó la pierna, tras lo cual se levantó diciendo “Esto no es nada, siga el fuego”, pero murió desangrado. El navío capturado fue conducido a remolque a Gibraltar, y sería utilizado con el nombre de San Juan para la recepción de autoridades a partir de 1808 (3). La devoción y respeto de los ingleses por Churruca quedó patente en los años de cautiverio del navío, cuando los oficiales debían descubrirse al entrar en la misma cámara que había ocupado el brigadier, con su nombre puesto en una placa a la entrada. Acabó el navío siendo vendido y desguazado en 1818.
http://www.todoababor.es/articulos/navio_sjuannep.html
Pero toda esta diatriba se resume en que crees que las Malvinas son argentinas porque los británicos...te dan asco?
Solido argumento donde los haya, vive Dios.
Saludos.
We, the people...
¡Sois todos un puñado de socialistas!. (Von Mises)