Hoy es el bicentenario de la batalla de Paraguarí - Paraguay
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Hoy se cumplen 200 años de la victoria de Paraguarí, episodio que, con la batalla de Tacuary, 50 días después, marcan los momentos previos de la independencia paraguaya. La debilidad demostrada por los españoles y el vigor por los paraguayos fueron factores determinantes en el proceso que desembocó en la gesta emancipadora del 14 de mayo de 1811.
Muchos fueron los episodios que fueron marcando el colapso total del sistema colonial español en América: El derrocamiento del rey Fernando VII y la devolución, en Bayona, el 2 de mayo de 1808, de la corona española a Carlos IV, pero con varias condiciones. Luego de largas discusiones entre padre e hijo, el 5 de mayo, Carlos IV renunció a sus derechos en Napoleón y, por su parte, el 6 de mayo, Fernando también abdicaba de su corona.
La bandeja estaba servida, y Napoleón designó a su hermano José, soberano de Nápoles, para el trono vacante.
Noticias de Europa
Pero no solo el trono de España interesó al corso. Entraban en sus cálculos la conservación de los dominios españoles de ultramar, es decir, América y Filipinas. Para asegurarlo, ordenó la organización de una expedición para ocupar Buenos Aires, donde estaba de virrey un francés, Santiago de Liniers.
El enviado napoleónico llegó a Buenos Aires, donde, para recibirlo, Liniers había convocado al Cabildo y a la Real Audiencia. El enviado napoleónico entregó diversos documentos sobre las abdicaciones reales y sobre los últimos sucesos que tuvieron lugar en España. Para evitar disturbios, las autoridades virreinales del Río de la Plata ocultaron a la población dichos acontecimientos.
Cuando los porteños se enteraron de los sucesos y teniendo en cuenta que Liniers era de origen francés, aceptaron gustosos la designación de virrey a un español, Baltasar Hidalgo de Cisneros, al frente del virreinato del Río de la Plata. Pero no le esperaba un futuro despejado a Cisneros. Los bonaerenses impugnaron la legitimidad de su designación, cuando empezaron a llegar noticias acerca de control de Napoleón sobre toda la península.
Reacciones locales
Para enfrentar la nueva situación, se había convocado en Buenos Aires un cabildo abierto el 22 de mayo de 1810 y, dos días después, se llegó a un acuerdo a fin de constituir la autoridad dentro de una Junta compuesta por líderes de diversas agrupaciones, teniendo a Cisneros como presidente. Los líderes criollos, con el apoyo de la fuerza militar y la opinión pública, se rehusaron a aceptar el nombramiento de Cisneros y el 25 de mayo, cuando en votación formal se decidió en su contra, Cisneros presentó su renuncia. En consecuencia, se formó la Primera Junta Patriótica, presidida por Cornelio Saavedra, y, algún tiempo después, Cisneros fue remitido de regreso a España.
Reordenar la casa
Con el propósito de recomponer el virreinato, la Junta bonaerense había enviado al Paraguay al coronel José de Espínola y Peña (quien algún tiempo antes había sido depuesto de su cargo de comandante de la Villa Real de la Concepción). Espínola y Peña vino al Paraguay para entregar al gobernador Bernardo de Velasco unas notas, en las que la Junta bonaerense pedía el reconocimiento de su autoridad sobre el Paraguay y solicitaba el envío de diputados que fuesen a participar en sus deliberaciones. La segunda contenía instrucciones impartidas al mismo comisionado para el caso de que el pedido incluido en la primera fuese rechazado por el gobernador.
En ese caso, Espínola y Peña debía entenderse con el Cabildo asunceño y, una vez de acuerdo con esta corporación, depondría a Velasco y asumiría el mismo el gobierno de la Provincia. Pero la torpeza con que el comisionado Espínola y Peña actuó al iniciarse en el cumplimiento de su cometido vidrioso, reveló el plan y frustró el propósito prematuramente, arruinándoselo todo.
Por la fuerza
El 24 de julio fue reunida una Asamblea General en el templo principal de la Asunción, en donde los asambleístas resolvieron: “Que se observase una amistad fraternal con la Junta de Buenos Aires, sin reconocerlo superioridad, que se esperasen ulteriores decisiones de España y que entre tanto se procurasen todos los medios militares para poner la Provincia en defensa”.
Para torcer la situación según sus pretensiones, la Junta de Buenos Aires consideró llegado el momento de obligar a la provincia rebelde el Paraguay a someterse a sus designios. Para ello, en agosto de 1810 envió una expedición militar de 1.400 hombres al mando del general Manuel Belgrano, con seis piezas de artillería.
El 15 de diciembre de 1810, la fuerza argentina llegó a Candelaria. El 19, el ejército invasor cruzó el Paraná en el lugar conocido como Campichuelo, y llegó a Encarnación el 20 a la tardecita. La poca resistencia que encontró en Encarnación alentó a Belgrano a avanzar hacia Asunción, encontrando que en Paraguarí y alrededores le esperaban los paraguayos.
Defensa paraguaya
El gobernador Velasco, antes de partir a defender su provincia, fiel a la monarquía española y contraria a la rebelión porteña contra esa monarquía, mandó desocupar el colegio seminario y convertirlo en cuartel general, cerró el puerto asunceño y artilló algunos buques, que destinó a guardar la boca del río Paraguay. Confinó al fuerte Borbón a algunos ciudadanos y a un religioso que se habían insinuado adherentes de los porteños. Puso a la ciudad bajo la guardia del coronel Pedro Gracia, comandante político y militar de la villa de Ycuamandyyú, para preparar un ejército defensor de la provincia, mientras él viajó a juntar hombres y armamento en el interior del país, si bien no consiguió gran cosa, más que algunas lanzas, machetes, cuchillos y boleadoras, además de unas pocas armas de fuego.
Pero a los paraguayos eso no importó; según el informe de Velasco, se presentaron a defender su provincia “como si un rayo hubiera herido los corazones de estos incomparables provincianos, me hallé a los dos días de haber hecho circular los avisos con más de 6.000 hombres dispuestos a derramar la última gota de su sangre, antes que rendirse”.
En Yaguarón y Barrero Grande llegaron a reunirse aproximadamente 3.000 hombres, que fueron agrupados en dos regimientos de Caballería. De todas estas tropas regulares que se llamaban tropas regladas, solamente alrededor de 500 hombres tenían armas de fuego (carabinas y pistolas). El resto del ejército paraguayo no disponía sino de lanzas y boleadoras.
La artillería se componía de 18 cañones en estado de servicio, 14 de ellos medianos.
Para la oficialidad y la caballería solo había 21 pistolas, 169 espadas y 200 sables. Ante esta circunstancia, para enfrentar a las fuerzas de Belgrano, Velasco recurrió al amor propio de los paraguayos: Contaba, dijo, con el “empuje de la caballería criolla”, y esperaba que “vuestras lanzas son todavía más temibles. Soy viejo en la guerra y conozco cuánto vale esta clase de armas manejadas oportunamente por manos como las vuestras”. En número, el ejército paraguayo era superior al enemigo, pero en armamentos, muy inferior al mismo.
En el valle florido...
Ante el avance de Belgrano, Velasco concentró sus tropas en Paraguarí, y allí se dispuso a enfrentar al enemigo. Los porteños habían acampado en la ladera norte del cerro Mbaé, que desde entonces, y por haber sido ocupado por los expedicionarios, es llamado también Cerro Porteño.
Velasco dispuso que el Regimiento 1 de Caballería, comandado por el capitán mayor Juan Manuel Gamarra, ocupara unas lomas llamadas de Ñuatî, sobre el camino de Paraguarí a Yaguarón.
El Regimiento 2 de Caballería, comandado por el teniente coronel Manuel Atanasio Cabañas, ocupó el campo ubicado al pie del cerro Santo Tomás. Los regimientos de Urbanos se ubicaron dentro del casco del pueblo, con el gobernador, su Estado Mayor y la Infantería española al mando de los capitanes Pasea y Fornell.
Luego de algunas escaramuzas sin importancia, al alba del 19 de enero se realizó la batalla. Coincidentemente, ambos ejércitos decidieron atacarse el mismo día y a la misma hora: las 03:00 de la madrugada, con tal de aprovechar el factor sorpresa.
Luego de un ataque inicial, con ventaja para los porteños, al aclarar el día, los 460 hombres de Belgrano, con cuatro piezas de artillería y al mando del paraguayo José Ildefonso Machaín, alentados por el éxito inicial, avanzaron sobre Paraguarí.
El ataque porteño fue vigoroso, lo que en un momento dado puso en desbandada a los paraguayos, y cuando Velasco intentó pasar de una división a otra, fue rodeado por una compañía de porteños –comandados por el paraguayo Ramón de Espínola– y se vio obligado a huir hacia las cordilleras, abandonando a sus tropas. Fue esta una infeliz decisión de Velasco, que le desacreditó enormemente ante los ojos de los provincianos, pese a sus antecedentes políticos y militares.
Pese a la defección del jefe de gobierno, las milicias paraguayas, concertando fuerzas, presentaron batalla. El regimiento de Gamarra avanzó para interceptar a las fuerzas de Belgrano entre el cerro Mbaé y el arroyo Yuquyry, mientras el regimiento de Cabañas atacaba el pueblo de Paraguarí por el sector noreste, retomando las carretas y la artillería que los porteños habían tomado poco antes. Estos intentaron retirarse por donde habían venido, pero al verse atacados por los hombres de Gamarra, huyeron en desbandada.
A las 8:00, Belgrano entró en acción para defender a sus hombres atacados por los paraguayos, pero a orillas del Yuquyry fueron interceptados por las tropas comandadas por Fulgencio Yegros. Ante la aguerrida ofensiva paraguaya, Belgrano optó por retirarse, dejando a manos de los paraguayos dos cañones, 150 fusiles, municiones y 126 prisioneros, entre quienes se encontraba el que después fue gobernador de Santa Fe, Estanislao López. Los paraguayos tuvieron 70 bajas, entre muertos y heridos.
De esa manera, los paraguayos derrotaron al ejército invasor. Comandados por Cabañas, Gamarra, Yegros, Soriano y otros, obligaron a Belgrano a morder el polvo de la derrota, retirándose hacia el Paraná.
Dos meses después, el ejército de Belgrano era definitivamente derrotado a orillas del pequeño río Tacuary.
19 de Enero de 2011 00:00