Lucas de Escola escribió:Ciertamente, y como decía en el post anterior, no cabe relativizar con lo que fueron planes sistemáticos de eliminación por cuestiones políticas o étnicas. Mencionas algunos casos, pero hay muchos más: Katyn, Babi Yar, Manila..., y no olvidemos que, en esa misma categoría de "Masacres producidas durante la IIGM" están también el bombardeo de Hannover, el bombardeo de Dresde, los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki o la masacre de las Foibe, donde millares de italianos fueron asesinados por los partisanos yugoslavos, y bastantes más.
Una cosa. Si antes se hablaba de maltrato y crímenes a prisioneros de guerra, me temo que no es relevante sacar a colación Dresde, por ejemplo. Más que nada, porque el tema de discusión se dispersa y pasa a carecer de todo interés, pues entonces la tendencia será querer salirse por la tangente para intentar confundir a los lectores al inundarle de datos inconexos. Esa forma de discutir - que no de debatir-, desgraciadamente, está demasiado difundida entre muchos foristas de Internet, resultándome una costumbre muy molesta y al margen del "fair play" indispensable para todo debate sosegado y documentado; otra cosa es querer hacer un sucedáneo de la típica tertulia radiofónica.
Por favor, aclara si quieres hablar específicamente sobre prisioneros de guerra.
Como tú mismo explicas,
crímenes que devenían de políticas deliberadas dictadas por sus gobernantes y que eran aplaudidas o, en el mejor de los casos, recibidas con indiferencia. Pero por la indiferencia de ambos bandos, salvo las excepciones personales que podamos conocer. Otra cosa es entrar a valorar quíen llevó a cabo más atrocidades o menos. Y seguro que todos ellos encontraron justificación o razones para hacer lo que hicieron.
... que los crímenes cometidos por el Tercer Reich y japoneses por una parte e incluyendo - siendo mi particular visión y aceptando la discrepancia de muchos- pero situando en un plano distinto aunque también moralmente detestable al régimen estalinista, todos ellos no tuvieron parangón, especialmente en sus fines, con los perpetrados por ningún otro contendiente durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuantitativamente, así es. Cuantitativamente. Otra cosa sería debatir si lo cuantitativo, desde el punto de vista filosófico o moral, tiene la relevancia que algunos pretenden.
¿Churchill autorizó alguna vez el asesinato de prisioneros de guerra alemanes?
¿Freyberg, durante su mando operativo en Italia, impartió una orden que se pueda comparar a las que impartieron al respecto entre los mandos operativos de la Wehrmacht durante el verano y otoño de 1941? Es más, ¿algún general estadounidense, británico, neozelandés, surafricano, francés... impartió alguna vez una orden de esa misma índole de forma sistemática - y no de forma anecdótica-, a la imagen y semejanza de numerosos generales alemanes durante el ejercicio de sus respectivos mandos operativos en la Unión Soviética? Recuérdese que la prerrogativa sobre el trato a dar a prisioneros de guerra en la URSS recaía en los Cuarteles Generales recaía a nivel de los Armee en campaña (EVANS, 2009: 185); por ejemplo, von Reichenau mandó ejecutar a todo prisionero de guerra soviético que no estuviese en condiciones para caminar (EVANS, 2009: 185). Montgomery, Patton, Juin, De Lattre, Bradley... ¿impartieron ellos alguna vez una orden de esa índole?
El campo de Rheinweisenlager: Fue un campo de concentracion para los prisioneros de guerra Alemanes, quienes subsistían de una manera tan precaria que muchos de los cuales murieron de hambre, enfermedad y maltrato.
Constato que tu conocimiento sobre la cuestión es meramente superficial. No hubo ningún "campo de Rheinwesenlager", si no que ese fué el nombre que dieron los prisioneros alemanes a diversos campos de prisioneros provisionales estadounidenses establecidos a orillas del Rhin durante los meses de Febrero y Julio de 1945. Estos campos - denominados oficialmente como Prisoner of War Temporary Enclosures-, según Giles Macdonogh, fueron los "campos estadounidenses de peor fama para prisioneros de guerra" (MACDONOGH, 2010: 600). El mismo MacDonogh observa que lo peor del maltrato llegó a su fin con el fin de las hostilidades (MACDONOGH, 2010: 601). El mismo hecho que en Julio todos esos campos fuesen desmantelados nos indica que todos ellos tuvieron un carácter meramente provisional y que sus condiciones devenían antes de las circunstancias del momento que no de una política deliberada (ver exposición, algo sesgada, en MACDONOGH, 2010: 600-602).
En contraste, tenemos que ya en Septiembre de 1939 las tropas de la Wehrmacht asesinaron una cantidad que las diversas estimaciones cuentan entre los 16.000 y 27.000 prisioneros de guerra polacos - de un total de 700.000 (ver EVANS, 2009: 26-27).
Richard Evans, al tratar sobre el asesinato en masa de los prisioneros de guerra soviéticos, observa del total de 5'7 millones, murieron en cautividad 3'3 millones - 58% del total-; sólo en Diciembre de 1941 perecieron de camino a la retaguardia estratégica alemana 300.000 prisioneros de guerra soviéticos. Como contraste y ejercicio comparativo, en manos soviéticas perecieron durante toda la guerra el 18% del total de prisioneros de guerra alemanes (EVANS, 2009: 185). Para dar una indicación de que esta se trató de una política del Estado nazi y ordenada por su Jefe de Estado – Adolf Hitler-, citaré una conversación que Hitler mantuvo con Himmler y Lammers el 25-I-1942, al justificar la deportación de los judíos europeos hacia el Este:
Sólo contemplo el exterminio total si ellos no se marchasen por su propia voluntad. ¿Por qué debo yo considerar a un judío de modo distinto al de un prisionero ruso? Muchos están muriendo en los campos de prisioneros porque hemos sido empujados a estas circunstancias por los judíos… (EVANS, 2009: 267-268).
A título de ejemplo, para construir el nuevo campo de Birkenau, en Octubre de 1941 llegaron diez mil prisioneros de guerra soviéticos para su construcción pero estaban tan débiles y malnutridos que los jefes del campo de Auschwitz renunciaron a su propósito inicial (EVANS, 2009: 295-296). Por otro lado, también fueron empleados prisioneros de guerra soviéticos en algunos de los infames experimentos médicos practicados por investigadores de las SS (ver un ejemplo que data de 1944 en EVANS, 2009: 607).
Por otra parte, durante 1940 se empleó a 1’2 millones de prisioneros de guerra franceses y británicos fueron empleados para trabajar en la industria de armamento, pero al poco tiempo se abandonó el proyecto al constatarse que los resultados eran más que decepcionantes (ver EVANS, 2009: 348). De los 650.000 prisioneros de guerra italianos que cayeron en manos alemanas en 1943, 50.000 murieron en cautividad. A esta cifra debe añadirse los 6.000 soldados y marinos italianos asesinados por tropas de la Wehrmacht en Cefalonia
después de que la guarnición capitulase tras una semana de lucha. Las condiciones de vida de estos prisioneros, forzados a trabajar en la industria de armamentos en condiciones inhumanas, quedan ilustradas con el caso de una fábrica de la firma Krupp en Essen, donde los prisioneros italianos, durante el primer trimestre de 1944, perdieron de media 9 kg de peso, contándose casos de individuos que perdieron 22 kg (ver EVANS, 2009: 471-472).
desde luego, para mí, reducir la cuestión a si unos más y otros menos
En todo caso, lo relevante es saber diferenciar entre episodios anecdóticos, que sucedieron antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial en contraste con políticas sistemáticas de Estado que contemplaban el maltrato a prisioneros de guerra enemigos. Y eso, desde luego, no es rastreable en el caso de los Estados Unidos, Gran Bretaña y otras potencias aliadas – con la excepción parcial de la URSS- e Italia, para el caso del Eje.
Me temo que para tratar de relativizar el trato dado por Italia a los prisioneros de guerra con el dado por sus aliados alemanes se precisa de una balanza especialmente bien trucada.
EVANS, Richard J. (2009).
The Third Reich at War. How the Nazis Led Germany from Conquest to Disaster, Penguin, Londres. XVIII y 926 páginas. [1ª edición de 2008.]
MACDONOGH, Giles (2010).
Después del Reich. Crimen y castigo en la posguerra alemana, Círculo de Lectores, Barcelona. 975 páginas. [Trad. José Luis Gil Aristu, título original After the Reich. From the Liberation of Vienna to the Berlin Airlift, John Murray, Londres (2007).]
Un saludo,