BILBAO IIA bordo del crucero acorazado Brooklyn, el almirante Schley observaba las defensas españolas de la ría del Nervión. Desde unos instantes antes, la artillería de costa española estaba disparando, marcando los telémetros una distancia de más de 7.000 metros. Las posibilidades de lograr un impacto eran pocas, sin embargo la fortuna sonrió a los defensores que, lograron alcanzar al cañonero Machias desde 6.400 metros de distancia. Sin duda un motivo de preocupación, aunque los cañones parecían ser solo 6, confirmando los informes recibidos.
Tras el Brooklyn, los cruceros protegidos Newark, Cincinatti, Atlanta, y los cañoneros Machias y Marietta, mantenían la formación esperando la orden de disparar. -4.000 yardas a las baterías. –Indico el oficial de artillería.
-¡Abran fuego, señor Scott! –Ordeno el almirante Schley. Segundos después, los cañones norteamericanos estaban disparando contra las baterías españolas.
Durante unos instantes, pareció que la escuadra norteamericana estaba dispuesta a forzar la entrada de la ría para alcanzar los astilleros del Nervión. Sin embargo, poco antes de llegar a la entrada, los buques norteamericanos se detuvieron e incluso anclaron frente a la ría
(1). Minutos después, los defensores pudieron observar como varias pinazas se dirigían a la entrada de la ría y empezaban la búsqueda de minas en la entrada de la ría. El objetivo sin embargo eran los propios buques que, fueron enfilados por el fuego cruzado de los cañones españoles.
A bordo del Brooklyn, el almirante Schley sopesaba sus posibilidades. Las baterías de costa españolas eran bastante eficaces y habían alcanzado ya una docena de veces a su buque y al crucero protegido Atlanta, en los que se centraban sus disparos. Mucha menos precisión estaban demostrando los obuses de 15 y 21 centímetros que, habían colocado en las alturas de alrededor de la costa para reforzar sus defensas. Sin embargo la trayectoria de esos proyectiles era muy peligrosa, y el número de piezas preocupante, al menos más que los cañones del crucero auxiliar que les disparaba desde unos 5.000mts de distancia.
En la batería de Punta Lucero, el cabo Ríos apuntaba su cañón Krupp negrillo sobre el pesado crucero acorazado
norteamericano. Ahora lo tenía perfectamente encuadrado, y ya lo había alcanzado en 3 ocasiones, si ahí lo tenía una vez más, perfectamente encuadrado en medio de su visor. Solo unas milésimas de segundo después, el cañón se sacudió al disparar un pesado proyectil que, segundos después alcanzaba al buque enemigo en el puente.
A pesar del puente blindado, el proyectil español había perforado el puente acabando con 7 hombres e hiriendo a otros 4, entre los que se encontraba el almirante Schley, quien a pesar de sus esfuerzos tuvo que ser evacuado al perder el sentido. El capitán Francis A Cook, también herido en el brazo, sostuvo el combate unos instantes más, pero finalmente ordeno el regreso de las pinazas que, buscaban una entrada limpia a la ría.
A las 12:15, una vez recogidos los botes, la escuadra norteamericana empezó a alejarse de la costa perseguida por los disparos españoles.
- En los Dardanelos fue una táctica bastante común de los buques franco-británicos para enfrentarse a los cañones de costa turcos.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.